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INTRODUCCIÓN

(Mateo 25:14-30) Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que
al emprender un viaje largo, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno
dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada uno dio conforme a su
capacidad y se fue lejos. Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos
se fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. De la misma manera, el
que había recibido dos ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno
fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho
tiempo, vino el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Cuando se
presentó el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo:
"Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco talentos."
Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho
te pondré. Entra en el gozo de tu señor." Y cuando se presentó el que había
recibido dos talentos, dijo: "Señor, me entregaste dos talentos; he aquí he
ganado otros dos talentos." Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel. Sobre
poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor." Pero
cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: "Señor, yo te conozco
que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde
no esparciste. Y como tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes
lo que es tuyo." Su señor respondió y le dijo: "¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías
que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por lo tanto, debías
haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que
es mío con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez
talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero
al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al siervo inútil echadlo en las
tinieblas de afuera." Allí habrá llanto y crujir de dientes.

Las parábolas de Jesús enseñan verdades eternas, pero también ofrecen


sorprendentes lecciones prácticas sobre los asuntos mundanos. En el Evangelio
según San Mateo (capítulo 25, versos 14 a 30) encontramos la Parábola de los
Talentos de Jesús. Al igual que todas las parábolas bíblicas, tiene diversos

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significados. Su esencia se relaciona con la forma en que debemos utilizar el
regalo de la gracia de Dios. Con respecto al mundo material, es una historia
sobre el capital, la inversión, la empresarialidad y el uso apropiado de los
escasos recursos económicos. Es una réplica directa a aquellos que ven una
contradicción entre el éxito empresarial y la conducción de una vida cristiana.

Un hombre rico que emprendía un largo viaje reunió a sus tres sirvientes. Les
informó que cuidarían de su propiedad durante su ausencia. El amo
detenidamente juzgó las habilidades naturales de cada sirviente. Le dio cinco
talentos a un criado, dos a otro y uno al tercero, a cada quien según su habilidad.
Luego el señor partió en su viaje.

La pregunta que nace o nos hacemos es que quiso expresar, enseñar o juzgar
Jesús en esta famosa parábolas de los talentos. Y como nos confronta
individualmente o en forma comunitaria a todos nosotros en este tiempo donde
los antivalores son el modelo a seguir. Para entender de una manera más
profunda y de una manera amplia esta parábola tendremos que sumergirnos en
el texto sagrado de una marera responsable y haciendo las preguntas
pertinentes para poder tener una respuesta acorde a nuestras necesidades y
demandas de hoy.

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CAPÍTULO I

LOS TALENTOS

El doble propósito de la parábola de Cristo.

Primero, mientras que Jesús está ausente, el siervo tiene que hacer algo: tiene
que trabajar con fidelidad y diligencia.

Segundo, mientras Jesús está ausente, el siervo tiene que saber esto: su trabajo
será grandemente recompensado y severamente juzgado.

Talentos o dones: El talento mencionado aquí es un peso (X) y no una moneda.


El valor del talento variaba de acuerdo a su material, oro, plata o cobre.

Cristo lo que estaba enseñando era que sus siervos tienen que ser fieles y
diligentes en todo lo que se le confía, sea un don, una habilidad, responsabilidad
o bendición, etc.

El Señor ha confiado sus bienes (dones, habilidades, responsabilidades) a sus


siervos: “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio
dones a los hombres”. Efesios 4:8.

La cantidad que deposita el señor en manos de sus siervos es extraordinaria por


lo inmensa. El talento, más que una unidad monetaria, era una medida de peso:
en el siglo I, un talento de plata equivalía aproximadamente a unos 23,16 kg de
plata, es decir, unos 6000 denarios,20 y cada denario correspondía
aproximadamente al salario diario de un operario (Mateo 20:2), es decir, un
talento equivalía aproximadamente al importe de dieciséis años de trabajo de un
jornalero.21 El historiador Flavio Josefo (Antigüedades judías 17, 318 y
siguientes) calculó que Herodes Antipas percibía de impuestos unos 200 talentos

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por año; Filipo, 100; Arquelao, 400 o 600, y Salomé, 60; es decir, la totalidad del
territorio aportaba aproximadamente 760 a 960 talentos en impuestos por año

1. Fidelidad y talentos

1. El Señor llamó a sus propios siervos. La palabra para “siervo” es esclavo.


Llamó a aquellos que supuestamente eran fieles y responsables en su servicio.
Los había comprado. Ellos eran de su propiedad y debían servirle. Los llamó
para poner sus bienes en las manos de sus siervos mientras estuviera ausente.
Su propiedad debía ser cuidada e incrementada y mejorada mientras él estaba
lejos. La propiedad de Cristo: la iglesia, todo lo concerniente a los asuntos que
competen a la salvación de todos los seres humanos.

2. A cada uno de los siervos el Señor le dio una porción diferente de sus bienes
dejándolos al cuidado de ellos. La enseñanza es que cada uno de ellos recibió
un talento (Efesios 4:7) Por ello de cada siervo esperaba que trabajara y sirviera.

3. A cada siervo el Señor le dio conforme a su capacidad. Aquí hay cuatro


factores muy importantes:

(1). No hay dos siervos que tengan la misma habilidad, medio, oportunidad,
genes, herencia, entrenamiento, mente corazón, disciplina, iniciativa. Cada uno
es diferente: “A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno
conforme a sus capacidad; y luego se fue lejos” (Mat. 25:15) Porque, ¿quién te
distingue? ¿o qué tiene que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te
glorías como si no lo hubieras recibido? (1 Cor. 4:7)

(2). Dios otorga sus bienes (dones) como él quiere, conociendo perfectamente a
cada siervo. “Pero todas las cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo
a cada uno en particular como él quiere” (1 Cor. 12:11)

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(3). Cada siervo recibe todos los done que necesita y puede usar. “(Romanos
12:4-8) Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros,
empero todos los miembros no tienen la misma operación; Así muchos somos
un cuerpo en Cristo, mas todos miembros los unos de los otros. De manera que,
teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese conforme a la medida de la fe; o si ministerio, en servir; o el que enseña,
en doctrina; El que exhorta, en exhortar; el que reparte, hágalo en simplicidad; el
que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. (SRV) “(1
Corintios 12:4-7) Empero hay repartimiento de dones; mas el mismo Espíritu es.
Y hay repartimiento de ministerios; mas el mismo Señor es. Y hay repartimiento
de operaciones; mas el mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos.
Empero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho. (SRV)

(4). Cada siervo tiene la misma oportunidad de ser fiel en el uso de lo que Dios
le ha dado. Seremos juzgados por nuestra fidelidad, no por el número de dones
o el tamaño de la obra asignada. “(Mateo 16:27) Porque el Hijo del hombre
vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno
conforme a sus obras.

Tenemos que empezar con una advertencia sobre la interpretación literal y


materialista del texto. Se ha empleado esta parábola para invitarnos a producir y
acaparar bienes materiales.

De esta interpretación nace una cultura, en la que toda acción se valora por los
resultados. Es uno de los casos en que hemos utilizado el evangelio en contra
del evangelio.

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Es verdad que el capitalismo es el sistema económico que más riqueza ha
creado, pero también ha creado las desigualdades; y el abismo entre ricos y
pobres no hace más que aumentar, excluyendo del acceso a los bienes
necesarios a una masa cada vez mayor de seres humanos, que, mientras no
conste lo contrario, tienen el mismo derecho a vivir. El domingo que viene dirán:
“Porque tuve hambre y no me disteis de comer...”

También sería una equivocación interpretar “talentos” como cualidades de la


persona. Esta interpretación ha quedado sancionada por el lenguaje. ¿Qué
significa tener talento? Pero tampoco es éste el verdadero planteamiento de la
parábola.

En el orden de las cualidades estamos obligados a desplegar todas las


posibilidades, pero siempre pensando en el bien de todos y no emplear la mayor
inteligencia, el mayor ingenio, las mayores habilidades o la mejor preparación,
en beneficio propio: para acaparar más y desplumar a los menos capacitados.
Eso sí, dando gracias a Dios por ser más listos que los demás.

En todos los órdenes tenemos que poner los talentos a fructificar, pero no todos
los órdenes tienen la misma importancia. Como seres humanos tenemos algo
esencial y mucho que es accidental. Lo importante es la esencia que constituye
al hombre como tal. Ese es el verdadero talento. Todo lo que puede tener o no
tener (lo accidental) no puede ser la principal preocupación.

Los talentos de que habla el evangelio, tienen como fin el hacer al hombre más
humano. Y ser más humano significa amar más. Y amar quiere decir don y
servicio a los demás. Sólo en esta dirección puede desplegar el hombre su
plenitud.

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2. ¿Cuál es la diferencia entre un talento y un don espiritual?

Existen similitudes y diferencias entre talentos y dones espirituales. Ambos son


regalos de Dios. Ambos incrementan su efectividad con el uso. Ambos son para
ser usados en beneficio de otros, no para propósitos egoístas. 1 Corintios 12:7
dice que los dones espirituales son otorgados para edificar a otros... no a uno
mismo. Así como los dos grandes mandamientos tratan de amar a Dios y a los
demás, consecuentemente, uno debe usar sus talentos para ese propósito. Pero
los talentos y dones espirituales difieren en a quién fueron dados y cuándo.

A una persona (sin importar su creencia en Dios o en Cristo), le es dado un


talento natural como resultado de una combinación genética (algunos tienen una
habilidad natural para la música, arte, o matemáticas) y su medio ambiente
(crecer en una familia musical lo ayudará a uno a desarrollar un talento por la
música), o porque Dios deseó dotar a ciertos individuos con ciertos talentos (por
ejemplo, a Bazeleel en Éxodo 31:1-6). Los dones espirituales son dados a los
creyentes por el Espíritu Santo (Romanos 12:3, 6) al momento de poner su fe en
Cristo para el perdón de sus pecados. En ese momento el Espíritu Santo le
otorga al nuevo creyente el o los dones espirituales que Él desea que tenga (1
Corintios 12:11). Hay tres listas principales de dones espirituales...

Romanos 12:3-8 enlista los dones espirituales de la siguiente manera: profecía,


servicio (en un sentido general), enseñanza, exhortación, generosidad,
liderazgo, y mostrar misericordia. 1 Corintios 12:8-11 enlista los dones como:
palabra de sabiduría (la habilidad de comunicar sabiduría espiritual), palabra de
ciencia (la habilidad de comunicar la verdad práctica), fe (una dependencia
inusual de Dios), dones de sanidades, de milagros, de profecía, de
discernimiento de espíritus, de lenguas, (la habilidad para hablar un lenguaje que
uno no ha estudiado), y la interpretación de lenguas. La tercera lista se encuentra
en Efesios 4:10-12, la cual habla de Dios concediendo a Su iglesia apóstoles,
profetas, evangelistas, pastores y maestros. Hay también la pregunta acerca de
cuántos dones espirituales hay, ya que no hay dos listas iguales. También es

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posible que las listas bíblicas no los abarquen todos, y que haya dones
espirituales adicionales tras los mencionados en la Biblia.

Mientras que con frecuencia uno puede desarrollar sus talentos y más tarde
dirigir su profesión o pasatiempos alrededor de ellos, los dones espirituales
fueron dados por el Espíritu Santo para edificar a la iglesia de Cristo. En ello,
todos los cristianos deben formar una parte activa en la expansión del Evangelio
de Cristo. Todos son llamados y equipados para involucrarse en la “obra del
ministerio” (Efesios 4:12). Todos son dotados para que puedan contribuir a la
causa de Cristo, en gratitud por todo lo que Él ha hecho por ellos. Al hacerlo,
ellos también encuentran su realización en la vida, a través de su labor por Cristo.
Es el trabajo de los líderes de la iglesia, el ayudar a edificar a los santos, para
que puedan más tarde estar equipados para el ministerio al que Dios les haya
llamado. El resultado esperado de los dones espirituales, es que la iglesia como
un todo pueda crecer, siendo fortalecida por la provisión combinada de todos y
cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo.

Resumiendo las diferencias entre los dones espirituales y los talentos: (1) Un
talento es el resultado de genética y/o de entrenamiento, mientras que un don
espiritual es el resultado del poder del Espíritu Santo. (2) Un talento puede ser
poseído por cualquiera, cristiano o no cristiano, mientras que los dones
espirituales solo son poseídos por cristianos. (3) Si bien, tanto los talentos como
los dones espirituales deben ser usados para la gloria de Dios y para ministrar a
otros, los dones espirituales están enfocados en estas tareas, mientras que los
talentos pueden ser usados enteramente para propósitos no espirituales.

3. Las parábolas como fuentes de lecciones prácticas

Las parábolas de Jesús enseñan verdades eternas, pero también ofrecen


sorprendentes lecciones prácticas sobre los asuntos mundanos. En el Evangelio
según San Mateo (capítulo 25, versos 14 a 30) encontramos la Parábola de los
Talentos de Jesús. Al igual que todas las parábolas bíblicas, tiene diversos

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significados. Su esencia se relaciona con la forma en que debemos utilizar el
regalo de la gracia de Dios. Con respecto al mundo material, es una historia
sobre el capital, la inversión, la empresarialidad y el uso apropiado de los
escasos recursos económicos. Es una réplica directa a aquellos que ven una
contradicción entre el éxito empresarial y la conducción de una vida cristiana.

Un hombre rico que emprendía un largo viaje reunió a sus tres sirvientes. Les
informó que cuidarían de su propiedad durante su ausencia. El amo
detenidamente juzgó las habilidades naturales de cada sirviente. Le dio cinco
talentos a un criado, dos a otro y uno al tercero, a cada quien según su habilidad.
Luego el señor partió en su viaje.

Los sirvientes se enfrentaron al abierto mundo de la empresarialidad y la


inversión. El que había recibido cinco talentos hizo negocios y ganó otros cinco.
El criado que recibió dos, ganó dos más. Pero el sirviente que había recibido uno
escondió la propiedad de su amo dentro de un hoyo en el suelo. El señor regresó
y les pidió cuentas. El sirviente que había recibido los cinco talentos se adelantó
diciendo: "¡Señor, me confiaste cinco talentos; mira, aquí tienes otros cinco que
he ganado!" "¡Bien, criado bueno y fiel!," respondió el amo, "Has sido fiel en lo
poco, te confiaré lo mucho. ¡Entra en el gozo de tu Señor!" Entonces el criado
que había recibido dos talentos se acercó al amo. "¡Mi Señor," le dijo, "tú me
confiaste dos talentos, mira, he ganado otros dos!" El amo halagó al sirviente en
forma similar.

CAPÍTULO II

4. El problema del alma tímida

Entonces el que había recibido un talento se acercó. "Señor, sé que eres duro,
que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Tuve
miedo, fui y escondí tu talento en la tierra.

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El amo ordenó que le quitasen el talento al sirviente holgazán y se lo dieran al
que tenía diez talentos. "Porque al que no tiene," dijo el señor, "aun lo que tiene
se le quitará. ¡Y a ese criado inútil echadlo a las tinieblas de afuera, allí será el
llanto y el crujir de dientes!"

Esta no es una historia que oímos frecuentemente desde el púlpito. En nuestros


días aún se exalta la ética socialista según la cual obtener ganancias es
sospechoso y la empresarialidad es mal vista. Sin embargo, el cuento acarrea
un significado ético muy aparente, y lecciones aún más profundas para
comprender la responsabilidad humana en la vida económica.

La palabra "talento" en esta parábola tiene dos significados. Es una unidad


monetaria: era la denominación más grande en ese tiempo. El académico John
R. Donovan, S.J., dice que un talento era el equivalente al sueldo de un obrero
ordinario durante quince años. Así que sabemos que la cantidad dada a cada
sirviente fue considerable. Mediante una interpretación más amplia,
comprendemos que los talentos son todos los diversos dones que Dios nos ha
dado para nuestro uso. Esta definición abarca todos los dones naturales,
espirituales y materiales. Incluye nuestras habilidades naturales y los recursos,
nuestra salud, educación así como nuestras posesiones, dinero y oportunidades.

Una de las lecciones más simples de esta parábola es que no es inmoral derivar
ganancias de nuestros recursos, astucia y trabajo. La alternativa a la ganancia
es la pérdida, y seguramente la pérdida de riqueza, especialmente cuando se
debe a una falta de iniciativa, no constituye una buena mayordomía.

La parábola de San Mateo presupone un entendimiento local del cuidado


apropiado del dinero. Según la ley rabínica, el entierro era considerado como el
mejor seguro en contra del robo. Si una persona a quien se le confiaba dinero lo

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enterraba tan pronto como lo tuviese en su posesión, era libre de toda culpa si
algo le sucediese. Lo opuesto ocurría del dinero que se amarraba en un trapo.
En este caso, la persona era responsable por cubrir toda pérdida incurrida debido
a este inadecuado trato del depósito.

Sin embargo, en este cuento el amo puso de cabeza este razonamiento. El


consideraba que enterrar un talento y por lo tanto ni ganar ni perder constituía
una pérdida, porque él pensaba que el capital debía ganar una tasa razonable
de retorno. En este sentido, el tiempo es dinero (o interés). La parábola también
contiene una lección crítica sobre cómo debemos utilizar las capacidades y los
recursos que nos ha dado Dios. En el libro de Génesis, Dios le dio a Adán la
Tierra, con la cuál podía mezclar su trabajo para su uso. En la parábola, de
manera similar, el amo espera que los sirvientes busquen una ganancia material.
En lugar de preservar pasivamente lo que han recibido, se espera de ellos que
inviertan el dinero. El amo se enojó ante la timidez del sirviente que recibió un
talento. Dios nos ordena que usemos nuestros talentos para fines productivos.
La parábola enfatiza la necesidad del trabajo y la creatividad en contraposición
a la holgazanería.

5. Un acto de resistencia

El esconder el dinero también se puede ver como un acto de resistencia, lejos


de entenderse como una falla moral o una falta de capacidad, precisamente, las
causas argumentadas por las interpretaciones tradicionales. Veamos pues el
aporte de Vaage:

“Desde esta perspectiva, el acto del tercer esclavo en el 25:18 de Mateo. Cuando
(Fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra), no
representa una falta moral ni falta de capacidad, sino una forma de resistencia.
Se negó a colaborar con el sistema explotador, aunque supiera con quien tuviera
que tratar después… Devuelve al señor su cosita. No se deja obligar a participar
de una forma de vida económicamente responsable por la producción de más

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riqueza para unos cuantos, y de esta forma el hambre, el desabrigo, la debilidad
con sus enfermedades, hasta la encarcelación, para los demás….”

La resistencia del tercer esclavo representa una intuición provocadora y


desafiante para una relectura crítica de la parábola. Pero al mismo tiempo
representa la negación con el sistema explotador. Vaage pone un tono irónico a
sus palabras, al decir que el esclavo “Devuelve al señor su cosita”, pero también
pone de manifiesto las graves implicaciones que hay detrás de esta “cosita”.
Tales implicaciones no pueden pasar inadvertidas, máxime cuando se trata de
asuntos cruciales y vitales (producción de más riqueza para unos cuantos,
hambre, enfermedades y encarcelación).

El tercer esclavo tenía razón

“El tercer esclavo tuvo miedo, no por las inseguridades del mercado, sino por el
conocido carácter injusto del señor capitalista, y sucede que tenía razón. El señor
reacciona tal como el esclavo había temido. Acepta la descripción de su carácter
como duro y aprovechador por el tercer esclavo, y de este modo admite que su
riqueza depende de la explotación del trabajo de otros”

El análisis deja de lado la comprensión prejuiciada que se ha tenido sobre el


esclavo que no hizo rentar el talento, para centrarse en la tipificación del señor.
Vaage escoge el camino contrario a Ulrich Luz, quien aborda el estudio de las
parábolas desde la perspectiva del señor y los esclavos eficientes. Para el
biblista canadiense, el miedo del siervo no tiene relación con las inseguridades
del mercado, sino con el ya conocido carácter injusto del señor, a quien no vacila
en denominarlo capitalista. Claramente puede i8nferirse su práctica de injusticia,
atemorización y explotación. En últimas el esclavo tenía razón.

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6. La búsqueda de seguridad

A través de la historia, las personas han intentado construir instituciones para


proveerse de la seguridad perfecta, como lo hiciera el sirviente fracasado. Tales
esfuerzos van desde los estados de bienestar greco-romanos hasta el
totalitarismo soviético de gran escala, hasta las comunas Ludditas de los años
sesenta. De vez en cuando, estos esfuerzos han sido recibidos como soluciones
cristianas a inseguridades futuras. Pero en la Parábola de los Talentos, la
valentía frente a un futuro incierto es remunerada al primer sirviente, quien
recibió la mayor cantidad de dinero. El comercio con los cinco talentos, y al
hacerlo, obtuvo cinco más. Hubiese sido más seguro para el sirviente invertir el
dinero en el banco y recibir intereses. Su fe en el amo le permitió quedarse con
lo que se le confió en un principio y con la ganancia.

Además, el amo le invitó a regocijarse con él.

Esto implica que tenemos la obligación moral de enfrentar la incertidumbre en


forma emprendedora. Nadie hace esto mejor que el empresario. Mucho antes de
saber si percibirá una recompensa por sus inversiones o ideas, él arriesga su
tiempo y propiedad. Debe pagar salarios mucho antes de tener noción de si
predijo los eventos futuros con exactitud. El ve hacia el futuro con valentía y un
sentido de oportunidad. Al crear nuevas empresas, descubre alternativas dentro
de las cuales los trabajadores pueden escoger, ganando un salario y
desarrollando destrezas.

¿Por qué, entonces, se castiga tan frecuentemente a los empresarios, como si


fueran pobres servidores de Dios? Muchos líderes religiosos hablan y actúan
como si el uso que hace el empresario de sus recursos y talentos naturales para
derivar una ganancia es inmoral, una noción que debiera desecharse a la luz de
la Parábola de los Talentos. El sirviente holgazán pudo evitar su lúgubre suerte
si hubiese sido más emprendedor. Si hubiese hecho un esfuerzo por comerciar
con el dinero de su amo y regresado con menos de un talento, no hubiera

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merecido un trato tan severo, porque habría trabajado a favor de su amo.
Empresarialidad y avaricia

La religión debe empezar a reconocer a la empresarialidad por lo que es: una


vocación. La habilidad para tener éxito en los negocios, el intercambio de bonos
y acciones, o la banca de inversión, es un talento. Al igual que otros dones, no
debe desperdiciarse, sino debe ser explotado al máximo para gloria de Dios. Los
críticos vinculan al capitalismo con la avaricia, pero la naturaleza fundamental de
la vocación empresarial es el enfocarse en las necesidades de los clientes. Para
tener éxito, el empresario debe servir a otros.

La avaricia es un peligro espiritual que nos amenaza a todos,


independientemente de nuestra riqueza o vocación. El término contiene un
elemento proporcional, significando que existe un deseo excesivo o insaciable
por la ganancia material, sin importar el estatus financiero. El deseo es excesivo
cuando, en las profundidades del ser de una persona, pesa más que las
preocupaciones morales o espirituales. Esta parábola deja muy claro que la
riqueza como tal no es injusta, ya que el primer sirviente recibió más que el
segundo y el tercero. Y cuando se utiliza el talento empresarial para derivar una
ganancia, no es avaricia. Es el uso apropiado de un don.

Además de condenar la ganancia, los líderes religiosos frecuentemente


favorecen una variedad de esquemas de nivelación social y redistribución de
ingresos. Servicios de salud universal, mayores gastos en bienestar social e
impuestos más altos sobre los ricos son todos promovidos en el nombre de una
ética cristiana. El fin último de tales construcciones es la igualdad, como si las
diferencias que existen entre las personas son inherentemente injustas.

Pero esto no va con lo que cuenta Jesús en la Parábola de los Talentos. El amo
confía su dinero a cada uno de sus sirvientes según sus habilidades respectivas.
Uno recibe cinco, mientras que otro recibe sólo uno. El que recibe menos no es
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objeto de la compasión del amo por su falta de recursos en comparación con lo
que recibieron sus colegas.

Podemos inferir de esta parábola que la nivelación del dinero o la reasignación


de los recursos no es una preocupación moral apropiada. Los talentos
individuales y las materias primas que tenemos, cada uno, no son
inherentemente injustos; siempre existirán patentes desigualdades entre las
personas. Un sistema moral es aquel que reconoce esto y permite a cada
persona hacer uso de sus talentos al máximo. Todos tenemos la responsabilidad
de emplear las facultades con las cuales se nos ha dotado.

También podemos aplicar la lección de esta parábola a las políticas sociales de


Estados Unidos. En el sistema existente, el trabajo de los obreros es sujeto de
impuestos para proveer apoyo a muchos que no trabajan. Es común escuchar
que "no hay empleos" para los pobres. Pero siempre existe una tarea por
realizarse. Un hombre con dos manos hábiles puede encontrar qué hacer a
cambio de un dólar por hora. Toma la decisión de no trabajar. Lo que es más, el
sistema de bienestar lo disuade de trabajar. Crea el incentivo perverso de recaer
sobre las dádivas de gobierno al menos que le ofrezca un trabajo que pague por
lo menos el monto que le da el gobierno. Dios ordena a todas las personas que
usen los talentos que han recibido, pero en nombre de la caridad, el sistema
benefactor incita a las personas a que permitan que sus habilidades naturales
se atrofien, o los previene de descubrir sus talentos del todo.

De esta forma fomentamos el pecado. La Parábola de los Talentos implica que


la inactividad o el desperdicio del talento empresarial atraen la cólera de Dios.
Después de todo, el sirviente desdichado no ha desperdiciado el dinero del amo;
simplemente lo escondió en la tierra, algo que era permitido en la ley rabínica.
La rapidez de la reacción del amo es sorprendente. Lo llama "malo y holgazán"
y lo exilia para siempre. Aparentemente no es sólo la holgazanería del sirviente
la que ocasiona tal cólera en su contra. Tampoco muestra contrición, y culpa al

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amo por su timidez. Su excusa por no invertir el dinero es que estimó que el amo
era duro y exigente, a pesar de que recibió generosos recursos de él. El
académico de la Biblia, John Meir, comenta: "Por temor al fracaso, el rehúsa aún
tratar de tener éxito."

Esta parábola también nos dice algo respecto a la macroeconomía. El amo se


fue de viaje dejando atrás un total de ocho talentos; a su regreso se ha convertido
en quince.

La parábola no es la historia de una ganancia de suma cero. La ganancia de una


persona no fue a expensas de otra. La exitosa comercialización del primer
sirviente no interfiere con los prospectos del tercer criado. Esto es verdad
también en la economía de hoy. A diferencia de lo que tan seguido se predica
desde el púlpito, el éxito de los ricos hoy día no se genera a expensas de los
pobres.

El amo no habría halagado al sirviente más exitoso si al hacerse rico le hubiera


hecho daño a otros. Un sabio uso de los recursos en la inversión y en el ahorro
con interés no es únicamente correcto desde el punto de vista individual; ayuda
a otros en la economía también. Una marea alta eleva todos los barcos, como
decía John Kennedy. En forma similar, la riqueza del mundo desarrollado no
descansa sobre los hombros de las naciones en vías de desarrollo. La Parábola
de los Talentos implica una economía libre y abierta.

Los cristianos de izquierda comúnmente citan las palabras de Jesús: "Qué difícil
es entrar al Reino de Dios. Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una
aguja, que para un hombre rico entrar al Reino de Dios." Esta frase desconcertó
a los discípulos, ya que se preguntaban quiénes serían salvos de ser así. Jesús
calma sus temores: "Para el hombre es imposible, pero no para Dios." Esto no
quiere decir que nuestro éxito material nos impedirá ir al cielo, pero sí implica la
necesidad de ordenar nuestras vidas adecuadamente frente a nuestras
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preocupaciones materiales. Nuestra preocupación por Dios debe ser análoga al
cuidado que tuvieron los sirvientes de los intereses del amo cuando iban en pos
de la utilidad. Aún es cierto que, a pesar de todas nuestras acciones y bienes
mundanos, dependemos completamente de Dios para alcanzar la salvación.

Mas para la conducción de la economía, dependemos fuertemente de la


empresarialidad, la inversión, la toma de riesgos y la expansión de la riqueza y
la prosperidad. Debemos ver en forma crítica cómo trata nuestra cultura a la
empresarialidad. Las revistas de negocios portan historias del éxito empresarial
todo el tiempo. El héroe es, con frecuencia, un futurista, valiente y feliz
empresario, muy parecido al sirviente que recibió los cinco talentos. Pero al
mismo tiempo, la fe religiosa popular continúa resaltando y promoviendo un
comportamiento endémico al sirviente haragán que fue exiliado por el amo.

La Cristiandad es culpada frecuentemente por los fracasados proyectos


socialistas alrededor del mundo. Y en muchos casos, cristianos mal-informados
se han involucrado en la construcción de regímenes socialistas. La lección de la
Parábola de los Talentos necesita ser mejor comprendida. El sueño socialista no
es un sueño moral. Simplemente institucionaliza el comportamiento condenado
del sirviente inferior. Donde Dios ordena la acción creativa, el socialismo fomenta
la holgazanería. Donde El demanda fe y esperanza en el futuro, el socialismo
promete un nivel básico de seguridad. Donde la Parábola de los Talentos implica
la moralidad de la libertad y el comercio, la inversión y las ganancias, el
socialismo la niega.

Todas las personas de fe necesitan trabajar para cerrar el abismo que existe
entre la religión y el entendimiento económico. La parábola de Jesús es un buen
lugar para comenzar a incorporar la moralidad de la empresa y del libre mercado
a la ética cristiana.

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CONCLUSIÓN

Al llegar a la parte final de esta investigación, podemos concluir que es


válidamente posible una interpretación de la parábola desde la óptica del tercer
siervo. Así como ha sido posible leer alegóricamente la parábola por los siglos,
creemos que también que sea válido leerla en perspectiva histórica.
Consideramos que, por el hecho de haber predominado una lectura desde la
óptica del señor y los dos esclavos productivos, ello no desautoriza ni invalida
una lectura desde el tercer siervo. Por el contrario nos provoca, nos desafía y
nos pellizca.

En consecuencia de ello, este estudio de esta parábola de los talentos, Apuesta


por hacer una interpretación crítica, alternativa a tantas interpretaciones
alegóricas. Se trata de una lectura que busca ir a las fuentes históricas originales
en que surgió la parábola, para rescatar el elemento dialectico de las relaciones
económica que se daban en tiempos de Jesús, donde la acumulación, el
despojo, las deudas, los tributos y la usura caracterizaban la manera como los
ricos se hacían más ricos a costa de los pobres.

De esa manera, esta relectura bíblica de la parábola nos podrá aportar


elementos iluminadores para interpretar la realidad del sistema económico
neoliberal que se impone hoy. Una lectura que ayude a nuestras iglesias a
derribar el edificio alegórico, construido por siglos y siglos. Una lectura que nos
ayude a nuestras a recuperar el sentido y el valor de los análisis permanentes
de la realidad. Una lectura que nos inspire a denunciar los mecanismos de usura
perversa y diabólica que mueve a este sistema económico neoliberal. Una
lectura que ayude al campesinado a identificarse con el tercer siervo, develando
los mecanismos que hacen posible las millonarias de ganancias de los bancos y
las empresas de hoy, en sus lógicas de usura y exclusión. Una lectura que
desafié a leer los textos bíblicos entre líneas, removiendo, escarbando y

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recabando en ellos para encontrar otros mensajes, menos alienantes y
opresores.

La parábola nos tiene que llevar a un serio examen de todos los aspectos de
nuestra vida. Ningún ámbito se puede escapar a la crítica que la parábola hace
de la pasividad. Las posibilidades (talentos) que tenemos en el orden del ser son
inmensas. Hay que dedicar tiempo a descubrirlas, y sobre todo no hay que tener
miedo al riesgo de ponerlos a funcionar, es decir, a disposición de los demás. No
se trata de negociar con los talentos para el provecho propio. Se trata de
ponerlos al servicio de toda la comunidad.

Si nos quedamos en el orden de las cualidades, podíamos concluir que Dios es


injusto, porque ha dado más a unos que a otros. No es en ese ámbito donde está
la valoración. Lo que se juzga no son las cualidades, sino el uso que yo hago de
ellas. Tenga más o menos, lo que se me pide es que las ponga al servicio de mi
auténtico ser y, por tanto, al servicio de todos.

En el orden del ser, todos somos exactamente iguales. Cuando percibimos esas
diferencias es que estamos haciendo referencia a lo accidental. En el orden del
ser todos tenemos miles de talentos. Esos no dependen de las circunstancias ni
externas ni internas. Las bienaventuranzas lo dejan claro. La verdadera
salvación está al alcance de todos.

La parábola nos está hablando de una dinámica de progreso, de evolución


constante hacia lo no existente, mejor dicho, hacia lo no descubierto todavía. El
único pecado del hombre es negarse a profundizar, refugiarse en lo ya
conseguido y disfrutar cómodamente de lo ya descubierto. El ser humano tiene
que estar volcado hacia su interior para poder desplegar todas sus posibilidades.

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Todo el pasado del hombre (y de la vida) no es más que el punto de partida, la
rampa de lanzamiento hacia mayor plenitud. Claro que la tentación está en
querer asegurar lo que ya tengo, enterrar el talento. Tal actitud no demuestra
más que falta de fe (confianza) en uno mismo y en la vida, y por lo tanto, en Dios.
Es la tentación de todos los tiempos.

Los judíos del tiempo de Jesús prefirieron seguir confiando en el cumplimiento


de la Ley y en el templo, que abrirse a la novedad del amor.

Lo primero que tenemos que hacer es tomar conciencia de la riqueza que ya


tenemos. Unos no llegan a descubrirlos y otros los esconden. El resultado es el
mismo. No es nada fácil, porque nos han repetido hasta la saciedad, que
estamos en pecado desde antes de nacer, que no valemos para nada, que
estamos enfangados en el mal y que no podremos nunca salir de allí. La única
salvación posible tiene que venirnos de fuera.

Lo malo es que nos lo seguimos creyendo. El relato del camello que se negaba
a moverse porque se creía atado a la estaca, aunque no lo estaba, es el mejor
ejemplo de nuestra postura ante la religión. O el león que vivía con las ovejas
como un borrego más sin enterarse de lo que era.

Todo afán de seguridades, todo afán de instalarse en verdades absolutas y


normas de conducta inmutables, carecen de todo sentido cristiano. Ninguna
presencia de Dios es definitiva; hace siempre referencia a un más allá. Estamos
aquí para evolucio-nar, para que la vida nos atraviese y salga de nosotros
enriquecida.

El miedo no tiene sentido, porque la fuerza y la energía no la tenemos que poner


nosotros. No podemos convertir la religión en una valla de protección que me da
seguridades y me aísla de todo lo demás. Creer es confiar, perder todo miedo
incluso al fracaso. El miedo es lo más contrario a la fe.

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BIBLIOGRAFÍA

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Bauckham, Richard en Van Harn, Roger (editor), El leccionario comentario:


Exegesis teológica para el texto del domingo. Las Terceras Lecturas: Los
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Navarra: Verbo divino

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