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1. Introducción
Las migraciones siempre han sido un fenómeno que interesó a los estudiosos de
distintas disciplinas. Actualmente, la importancia de este tema en el contexto de un mundo
globalizado, donde las fronteras se atraviesan y las identidades intentan permanecer, hace
necesario el análisis y la interpretación de estos movimientos espaciales desde diferentes escalas
y desde distintas disciplinas, dentro de las cuales se encuentra la geografía.
La región patagónica ha recibido numerosos aportes migratorios que contribuyeron a su
poblamiento, especialmente en las ciudades, lo cual convierte a esta región en una interesante
área laboratorio donde estudiar las profundas transformaciones del territorio y de la sociedad
vinculadas con este fenómeno. La mayor parte de los estudios dedicados a las migraciones en la
Patagonia analizan dimensiones tales como la inserción de los migrantes en el mercado laboral,
el impacto en la composición demográfica, los procesos de movilidad social; pero poca atención
ha recibido el estudio de la dimensión socioespacial en cuanto a los patrones residenciales y las
dinámicas intraurbanas de estos migrantes en ciudades y, en particular, de jerarquía media. La
problemática central de este trabajo se aborda desde dos ejes. Por un lado se indaga acerca del
peso que la pertenencia a un grupo étnico, en este caso el chileno, tiene sobre la movilidad
espacial y la diferenciación de los espacios urbanos. Por el otro se estudia dicha temática de
manera empírica analizando, dentro de una ciudad patagónica, San Carlos de Bariloche, un
barrio reconocido como de migrantes chilenos, San Francisco II y III, donde se aplicó un
modelo de encuesta al azar. Asimismo, cabe aclarar que para conseguir un análisis en
perspectiva se procedió a incluir en este trabajo un marco espacio-temporal del grupo migrante
y una caracterización acerca de las principales complejidades socioespaciales que presenta el
territorio en cuestión.
3. Metodología
Ese barrio fue loteado entre los años 1979 y 1980 con fines residenciales, cuenta con 33
manzanas y una superficie aproximada de 400.000 m2. Emplazado en un sector periférico al
Sudeste de la ciudad, está limitado por el arroyo Ñireco y su barda (ver Figura 5). La mayoría de
sus habitantes son propietarios del terreno ya que durante su poblamiento, a principio de los
ochenta, este barrio, sin servicios ni infraestructura aun, ofrecía precios muy bajos para quienes
deseaban asentarse allí. La presencia de chilenos ha sido reconocida desde la formación de
dicho barrio, tanto por los mismos habitantes como por el resto de la población.
Conceptualmente se aborda el estudio utilizando el concepto de barrio comunidad para el
caso de barrios con población migrantes. Estebanez (1988: 523) lo define como aquel donde
“las personas desarrollan un sentido de colectividad y tienden a asociarse con sus vecinos mas
que con las personas que viven fuera del barrio”.
7.1 La experiencia del espacio en el barrio San Francisco II y III: las encuestas
El habitar urbano se refiere, a decir de Sassone, a las experiencias del espacio a través de
las prácticas espaciales de estos migrantes y sus familias. Este espacio es el que lleva las cargas
emotivas, las imágenes y los conceptos individuales, aunque es de esencia social pues forja la
representación del mundo sensible y le da sentido (Sassone, 2002: 105). Durante el mes de
agosto del 2002 se realizaron encuestas a un grupo de inmigrantes chilenos en el barrio, el
conjunto estuvo formado por 18 familias, sumando un total de 83 personas. En estas encuestas
se indagó sobre distintos aspectos del sujeto migrante para conocer: composición familiar, lugar
de origen, año de ingreso, movilidad territorial (regional e interurbana), frecuencia de los
retornos a Chile, participación en asociaciones de inmigrantes chilenos, uso del espacio urbano,
relaciones con la sociedad y con el espacio e identidad de grupo. A modo de síntesis se
seleccionaron algunos aspectos de dichos resultados.
7.2 Perfil de los migrantes chilenos
8
Cantidad de
inmigrantes
6
4
2
0
1960-1964 1965-1969 1970-1974 1975-1979 1980-1984 1985-1989
Años
El origen de los encuestados se encuentra principalmente en la X Región, llamada de
los Lagos, especialmente en las ciudades más populosas: Puerto Montt, Osorno y Valdivia. Con
respecto al momento en el cual arribaron a la Argentina, la figura 4 permite visualizar los
resultados para la población encuestada. Estos nos indican que los habitantes chilenos de este
barrio corresponden principalmente al grupo de los migrantes llegados a la ciudad durante las
dos últimas etapas de mayor importancia cuantitativa. Estas etapas tienen una directa relación
con los motivos por los cuales se produjeron las migraciones, como se ha visto en el punto 4.
La movilidad territorial no presenta una amplitud significativa dado que la mayoría de
los encuestados manifestó haber viajado directamente hacia San Carlos de Bariloche, sin
permanecer en asentamientos intermedios.
Para analizar el uso del espacio urbano de los migrantes chilenos en este barrio debemos
mencionar algunos aspectos relevantes que hacen a su accesibilidad y que tienen influencia en
la forma en la que el grupo se apropia de ese territorio.
El barrio San Francisco II y III se encuentra rodeado de barreras, algunas más flexibles
que otras, tanto físicas como simbólicas (ver Figura 5). El recorrido realizado por la única línea
de transporte colectivo que conecta al barrio y la presencia de puentes peatonales y vehiculares
expresan las limitaciones existentes en la movilidad de quienes se trasladan hacia o desde el
centro de la ciudad. El arroyo Ñireco limita la accesibilidad hacia el Oeste, alargando la
distancia a recorrer con vehículos para alcanzar la zona céntrica de la ciudad ya que el cruce por
este medio es posible únicamente a través del puente habilitado. De esta manera, a pesar de que
la distancia lineal entre el área nuclear de San Carlos de Bariloche y el barrio es corta, la barrera
física constituida por el arroyo y su barda, limitan notablemente la accesibilidad.
Por otro lado, la distancia a pie desde el barrio hacia el área central se encuentra más
próxima a la distancia lineal ya que existen varios puentes peatonales que favorecerían la
accesibilidad. Sin embargo, estos puentes peatonales atraviesan sectores peligrosos para los
habitantes del barrio ya que sobre la barda del Ñireco existen barrios percibidos como
inseguros; este hecho demuestra que este sector del arroyo Ñireco funciona además como una
barrera simbólica ya que los peatones eligen modificar su trayectoria debido a esta situación de
eventual riesgo.
Se debe mencionar que dentro de las barreras del barrio la calle Esandi cumple una
función doble: por un lado es una de las principales vías de comunicación con el área central
debido a su estado de consolidación, al carácter lineal y al acceso directo y seguro que
representa. Por otro lado funciona como barrera hacia el Este pues hacia dicho sector existen
terrenos desocupados que limitan, al menos a corto plazo, la potencial expansión urbana ya que
corresponden a terrenos fiscales. Hacia el Sur, a unos pocos kilómetros se emplaza el cerro
Carbón que simbólicamente funciona como límite para muchos habitantes del barrio.
FIGURA 5 Barrio San Francisco II y III, localización y accesibilidad
Estas características hacen del barrio un sector dentro del cual los inmigrantes chilenos
se sienten contenidos, un espacio dentro del cual se mueven con confianza y tranquilidad,
mostrando un aspecto interesante de la relación entre el migrante y el territorio. Una dialéctica
se hace visible mediante expresiones manifestadas durante las encuestas como “dentro y fuera”,
“salir y entrar”, “bajar y subir”. Esta búsqueda de proximidad espacial se refuerza analizando
los resultados obtenidos al estudiar el uso de espacio urbano. Los migrantes se dirigen al área
central de la ciudad exclusivamente para realizar algunas compras y trámites, y muchos de ellos
también por motivos laborales, a pesar de lo cual expresan su preferencia por permanecer dentro
del barrio.
8. Conclusiones
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