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Datos de contexto:

1810 – 1931 Provincias Unidas del Rio de la Plata


1931 Pacto Federal
Confederación Argentina
 1835 - 1852 Juan Manuel de Rosas
 1852 - 1852 Vicente López y Planes
 1852 – 1854 Justo José de Urquiza
Presidentes constitucionales de la Nación Argentina
 1854- 1860 Justo José de Urquiza
 1860- 1861 Santiago Derqui
 1861- 1861 Juan Esteban Pedernera
 1862-1868 Bartolomé Mitre
 1868-1874 Domingo Faustino Sarmiento
 1874-1880 Nicolás Avellaneda

1810- 1831 Provincias Unidas del Rio de la Plata o Provincias Unidas en Sud América es el
nombre utilizado por el estado que suplantó al Virreinato del Río de la Plata tras el triunfo de
la Revolución de Mayo ocurrida el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires. El estado surgió en el
marco de la Invasion Napoleónica a España, cuando una asamblea del Cabildo de Buenos Aires
destituyó definitivamente al virrey Hidalgo de Cisneros y lo remplazó por una Junta de Gobierno. Los
revolucionarios sostenían que estando Fernando VII despojado de su trono, la cadena burocrática del
Imperio Español había dejado ser legítima, al no responder a nadie, volviendo al pueblo la soberanía
popular. Las nuevas autoridades afirmaban gobernar legítimamente en nombre de Fernando VII.
Esto se conoció como la Máscara de Fernando VII, ya que en 1816 este estado se declaró
independiente "del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli".

Entre 1810 y 1820 se vive un clima de gran inestabilidad política. Se suceden los gobiernos (Primera
Junta (1810), Junta Grande (1811), Triunviratos (1811-1814) y el Directorio (1814-1820) que no
pueden consolidar su poder y deben hacer frente a la guerra contra España. En esta lucha se
destacarán Manuel Belgrano, José de San Martín y Martín Miguel de Güemes. Las campañas
sanmartinianas terminarán, tras liberar a Chile, con el centro del poder español de Lima. El 9 de julio
de 1816 un congreso de diputados de las Provincias Unidas proclamó la independencia y en 1819
dictó una constitución centralista que despertó el enojo de las provincias, celosas de su autonomía.

Unitarios y federales
A partir de 1819 en el país se fueron definiendo claramente dos tendencias políticas: los federales,
partidarios de las autonomías provinciales, y los unitarios, partidarios del poder central de Buenos
Aires. Estas disputas políticas desembocaron en una larga guerra civil cuyo primer episodio fue la
batalla de Cepeda en febrero de 1820, cuando los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López,
y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, derrocaron al directorio. A partir de entonces, cada provincia se
gobernará por su cuenta. La principal beneficiada por la situación será Buenos Aires, la provincia
más rica, que retendrá para sí las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.
Este debate entre dos formas de organizar el país que había nacido en 1810-16 fundamentalmente
representadas por los partidos Unitario y Federal. Los Unitarios proclamaban que la Soberanía
residía en la Nación, que la había recibido de los Reyes de España cuando la monarquía había caído
y, por lo tanto, el estado naciente no debía reconocer otra división: solo existía la nación y así
propugnaban un estado consolidado en la Unidad de Régimen, con un gobierno central que
representando a la Nación y su soberanía impusiera el orden en todo el país. Los federales en
cambio decían que la Soberanía se había retrovertido a las Provincias y que en ausencia de un
gobierno central, las provincias tenían autonomía y soberanía en sus territorios, creían en la
Organización de un Gobierno Federal, con autoridad sobre todo el país pero respetando las
autonomías provinciales.

1826-1827 Rivadavia Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cargo creado por
ley del Congreso el 8 de febrero de 1826. Comienza a debatirse la forma de Estado que deben
adoptar las provincias y empieza a perfilarse la antinomia entre federales y unitarios. La Constitución,
denominada de la República Argentina, es aprobada en 1826 y adopta la forma de gobierno
Representativa, Republicana y Unitaria, supeditando las autonomías provinciales al gobierno central.

1827-1827 Vicente Lopez y Planes Pte. provisional tras la renuncia de Rivadavia de las Provincias
Unidas del Rio de la Plata.

1831 El Pacto Federal fue un tratado suscrito en la ciudad de Santa Fe por las provincias de Buenos
Aires, Entre Ríos y Santa Fe, integrantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en el que se
constituyó una alianza ofensiva y defensiva entre esas provincias federales para hacer frente a la
Liga Unitaria formada poco antes. Por razones de renuncia de su representante la provincia de
Corrientes, que participó en las discusiones preliminares, adhirió al pacto posteriormente. El Pacto
Federal es considerado como el punto de arranque del período de transición, finalizado con el
regreso de Juan Manuel de Rosas al gobierno de Buenos Aires en 1835, entre los períodos históricos
de la organización de la República Argentina denominados Provincias Unidas del Río de la Plata y
Confederación Argentina.

1835 – 1852 Confederación Argentina. Fue una confederación de 14 provincias que existió durante
la organización de la actual República Argentina. Las provincias formaron una confederación de
estados soberanos que delegaban la representación exterior y algunos otros poderes en el gobierno
de una de ellas. En 1835 se delega estas funciones en Juan Manuel de Rosas, gobernador de la
Provincia de Buenos Aires.

1851 Pronunciamiento de Urquiza. Fue una proclamación formulada el 1 de mayo de 1851 en la


ciudad de Concepción del Uruguay por el general Justo José de Urquiza. Por aquel entonces el
gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, tenía la suma del poder público
y ejercía las relaciones exteriores de las provincias de la Confederación Argentina. Cada año Rosas
presentaba la renuncia al cargo, a sabiendas de que ésta sería rechazada. El pronunciamiento de
Urquiza consistió en la efectiva aceptación de la renuncia de Rosas por parte de la Provincia de
Entre Ríos, que reasumía su capacidad de conducir su comercio y relaciones exteriores con otras
naciones hasta tanto no se formalizara la constitución de una República.

1852 Batalla de Caseros, derrota de Rosas En la Batalla de Caseros, ocurrida el 3 de febrero de


1852, el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas, fue derrotado
por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas del Brasil, el Uruguay y las provincias de Entre Ríos y
Corrientes, liderado por el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, quien se había
sublevado contra Rosas en el llamado Pronunciamiento de Urquiza.
La batalla culminó con la victoria del Ejército Grande y la derrota de Rosas, que el mismo día
renunció al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Se inició un proceso de institucionalización del
país, que conservó el nombre de Confederación Argentina.

Una vez terminada la Batalla de Caseros, el vencedor Urquiza, designó a Vicente López y Planes
como gobernador de Buenos Aires. Debido al todavía vigente Pacto Federal, el Poder Ejecutivo
Nacional y las Relaciones Exteriores del país todavía recaían en el gobernador de aquélla provincia,
en este caso, López y Planes.

Cuando López y Planes renunció, Urquiza determinó que fuera el gobernador de Entre Ríos quien
ejerciera las Relaciones Exteriores de la Nación Argentina, que en ese momento era él mismo, sin
pactos mediante, acción que fue mal vista por Buenos Aires, que inició el proceso de separación.

En vista de ello, el 31 de mayo de 1852, las provincias firmaron el Acuerdo de San Nicolás que
establecía:

• La reunión de un Congreso Constituyente cuya misión sería redactar una Constitución para la
Confederación, algo que finalmente ocurrió en mayo de 1853.

• Urquiza sería director provisorio de la Confederación Argentina, recayendo en él el Poder


Ejecutivo y las Relaciones Exteriores hasta 1854, año donde se llevarían a cabo elecciones
presidenciales.

1853 Sanción Constitución Argentina. Se establece la Forma de Gobierno: Representativa,


Republicana y Federal.
-Es Representativa porque gobiernan los representantes del pueblo.
-Es Republicana porque los representantes son elegidos por el pueblo a través del sufragio y existe
la división de poderes (Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial) y se adopta
una Constitución escrita.
-Es Federal porque los Estados Provinciales conservan su autonomía, a pesar de estar reunidos
bajo un gobierno común (Gobierno Nacional).
Los tres Poderes se controlan unos a otros para garantizar la descentralización del poder.
Posee un régimen democrático y sistema de gobierno presidencialista.

Surgimiento del

1852- 1861 Secesión de Buenos Aires. Aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta
porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina, dieron un golpe de estado,
conocido como la "Revolución del 11 de Septiembre de 1852". La Provincia de Buenos Aires se negó
a participar en el nuevo estado, separándose con el nombre de Estado de Buenos Aires. Su
separación se debió a que la élite comercial en Buenos Aires no aceptaba el gobierno nacional en
manos de un líder federal del interior -el presidente Urquiza- ni firmar una Constitución que obligara a
repartir con las provincias los recursos aduaneros, que hasta entonces detentaba solamente la
ciudad de Buenos Aires. El régimen establecido en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, retiró
sus representantes del Congreso Constituyente, antes de que éste adoptara la Constitución.
Igualmente, se negó a tomar parte en la elección de las autoridades nacionales ni aceptar su
autoridad. A partir de entonces, el país quedó por casi diez años dividido en dos hasta que en
septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en Pavón y unificó al país
bajo la tutela porteña.
1952-1961 País partido en dos estados: Confederación Argentina y Buenos Aires. Alberdi lleva la
Constitución de 1953 a europa y consigue el reconocimiento. Los enviados de Buenos Aires van en
busca de lo mismo pero no tienen papeles, sino que su apoyo está en ser el primer centro financiero.
Y con este peso son reconocidos luego por las potencias.
Durante los años de división la Confederación Argentina se encontrará carente de recursos a
diferencia de Buenos Aires.
Mecanismos de Urquiza para someter a Bs.As:
- Ley de derecho diferencial Baja de aranceles de aduanas a la Confederación para afectar a
Buenos Aires intentando captar comercio exterior. Fracasó.
- “Batalla de Cepeda” 1959 Tropas de Mitre en guerra con las de Urquiza. Ganan esta última.
El ejército porteño fue derrotado y tras varias negociaciones, se llegó a una transacción a
través del Pacto de San José de Flores, que reincorporaba la provincia de Buenos Aires a la
República Argentina. Urquiza hubiera podido entrar a Buenos Aires por la fuerza, pero
acampó en las afueras, en el pueblo de San José de Flores. Desde allí presionó al
gobernador Alsina; algunos de su partido creyeron ver que Urquiza estaba dispuesto a todo a
cambio de la paz, siempre y cuando Buenos Aires se reincorporara a la Confederación. Alsina
decidió no aceptar ninguna negociación, pero sus aliados lo dejaron solo y debió renunciar. La
batalla y el Pacto reincorporaron de derecho la provincia de Buenos Aires a la República
Argentina.

1860 Reforma de la Constitución. El medio negociado fue la revisión de la Constitución por una
convención porteña. Redactadas hábilmente en tono moderado, fueron rápidamente aceptadas por la
Convención Nacional. En la práctica, la reforma garantizaba a Buenos Aires la continuidad de las
rentas de su aduana por seis años, y cierto control económico sobre el resto del país. Además,
algunas de sus instituciones, como el Banco de la Provincia de Buenos Aires, quedaban
perpetuamente libres de impuestos nacionales. Muchos observadores notaron que los porteños no
cedían mucho, y pensaron que iban a buscar cualquier excusa para no reincorporarse a la República,
a menos que se pudieran asegurar el control real sobre todo el país. No faltaban quienes estaban
indignados con Urquiza, que, según Ricardo López Jordán, «había llegado a Buenos Aires como
vencedor, y negociado como derrotado».
Eso fue lo que ocurrió: los porteños se aseguraron una serie de alianzas con algunos gobernadores
del interior, intrigaron entre Urquiza y su sucesor Santiago Derqui. En 1860, Mitre fue elegido
gobernador de la provincia de Buenos Aires, con el encargo de terminar el proceso de incorporación
de la provincia en la Nación. Presionó sobre el presidente Santiago Derqui y obtuvo una modificación
de las cláusulas del Pacto de San José de Flores, en junio de 1860, por el que Buenos Aires
conservaba el manejo de la Aduana por un tiempo determinado, pero se comprometía a entregar 1
500 000 pesos mensuales a la Confederación. Derqui mantuvo relaciones muy cordiales con el
gobernador porteño, e incluso incorporó dos de los ministros de éste –incluido el de Hacienda, clave
en las circunstancias que atravesaba su gobierno– a su gabinete nacional.19 Incluso prometió a
Mitre permitir a Buenos Aires la elección de sus diputados nacionales de acuerdo a la ley porteña, y
no de acuerdo a la Constitución y la ley nacional. También otorgó a Mitre el grado de general de la
Nación. Se fortalecieron económica y militarmente, y finalmente rechazaron su incorporación al resto
del país con excusas. Eso llevaría a la batalla de Pavón (17 de septiembre de 1861).
1861 Batalla de Pavón. Buenos Aires entra en guerra con la Confederación. El triunfo de Buenos
Aires significó el fin de la Confederación, la reunificación nacional —a costa de las autonomías
federales provinciales— hegemonizada por la élite liberal instalada en la ciudad de Buenos Aires y la
aplicación de la Constitución de 1853 en todo el territorio.

El Partido Autonomista fue un partido político liberal argentino surgido tras la división del Partido
Unitario. Fue creado en 1862 por Adolfo Alsina a causa de su oposición a la federalización de la
ciudad de Buenos Aires, propuesta impulsada por Bartolomé Mitre.

Partido Autonomista Luego del tratamiento de la propuesta de federalización de Buenos Aires en


la Cámara de Diputados de la provincia, Alsina anuncia la creación del partido en el cual se agrupan
todos los unitarios que estaban en contra de la federalización.

En 1874, tras unas elecciones legislativas en las que el Partido Nacional recibe un gran apoyo,
Alsina decide rescindir su candidatura a la presidencia y propone una coalición con este; así, el 15 de
marzo, se conforma el Partido Autonomista Nacional que llevaría a la presidencia a Nicolás
Avellaneda.

El Partido Nacional  tuvo el sólo objetivo de impulsar la candidatura presidencial de Nicolás


Avellaneda, una candidatura considerada en ese momento sorpresiva, frente a las dos figuras fuertes en
que se encontraba polarizada la política argentina a causa de la decisión de federalizar la Ciudad de
Buenos Aires: Adolfo Alsina (Partido Autonomista) yBartolomé Mitre (Partido Nacionalista).

En el proceso electoral, Avellaneda y Alsina realizaron una alianza que permitió la elección del primero
como Presidente de la Nación Argentina, para el período 1874-1880, siendo Alsina su Ministro de Guerra.

Obtenida la elección de Avellaneda el Partido Nacional dejó de existir.

El Partido Autonomista Nacional (PAN) fue un partido político liberal


conservador argentino, que tuvo preeminencia durante el período 1874-1916, conocido en la
historiografía moderna como régimen conservador u oligárquico. El PAN fue creado el 15 de
marzo de 1874 por la unión de los partidos Autonomista de Adolfo
Alsina y Nacional de Nicolás Avellaneda.
Los candidatos del PAN triunfaron en todas las elecciones presidenciales realizadas entre
1874 y 1910 a través de mecanismos de corrupción —compra de votos— y fraude electoral.
El período coincidió con una fuerte expansión económica en el marco delmodelo
agroexportador y la consolidación de las instituciones del Estado federal.

Fueron electos presidentes por el PAN:

 en 1874, el Dr. Nicolás Avellaneda;


 en 1880, el Gral. Julio A. Roca;
 en 1886 el Dr. Miguel Juárez Celman;
 en 1890 completó su período el Dr. Carlos Pellegrini;
 en 1892 el Dr. Luis Sáenz Peña;
 en 1894 el Dr. José Evaristo Uriburu, por renuncia del primer magistrado;
 en 1898 por segunda vez el Gral. Julio A. Roca

Luego de la Revolución de 1890 apareció dentro del PAN una corriente disconforme con el
liderazgo nacional del partido, que se conoció como línea modernista, con el objeto primigenio de
combatir el fraude electoral que estaba establecido en el sistema político del país, tanto por el
gobierno como por la oposición, mediante la manipulación del voto cantado. Pese al fracaso inicial de
esa corriente, a principios del siglo XX se multiplicaron las vertientes opositoras a la llamada Política
del Acuerdo, que llevaba adelante especialmente el general Roca. Entre los dirigentes opositores
más destacados se contaron Roque Sáenz Peña, Carlos Pellegrini, José Figueroa Alcorta, Indalecio
Gómez, Ramón J. Cárcano y Francisco Bernabé Madero, entre otros.

Una alianza de estos grupos, con el nombre de Unión Nacional, obtuvo en 1910 la victoria electoral
del presidente Roque Sáenz Peña, bajo cuyo impulso fue sancionada el 10 de febrero de 1912 la Ley
8.871 o Ley Sáenz Peña, también llamada ley General de Elecciones; la misma estableció el sufragio
universal, secreto y obligatorio, sobre la base de un padrón electoral permanente, para todos los
varones mayores de 18 años, argentinos nativos y naturalizados.
Tras la derrota electoral de 1916, el PAN dejó definitivamente de existir, y durante un tiempo no hubo
ningún partido conservador de proyección nacional; únicamente subsistieron partidos conservadores
provinciales.
Halperin Donghi: “Una nación para el desierto argentino” (1846-1880)

Debate que se da entre dos proyectos de país entre Sarmiento y Alberdi en la etapa de la historia
que se abre en 1952.

Si se abre con la conquista de Buenos Aires como desenlace de una guerra civil, se cierra casi
treinta años después con otra conquista de Buenos Aires; en ese breve espacio de tiempo caben
otros dos choques armados entre el país y su primera provincia, dos alzamientos de importancia en
el interior, algunos esbozos adicionales de guerra civil y la más larga y costosa guerra internacional
nunca afrontada por el país.

El supuesto consenso nunca existió y las luchas que enfrentaron esos 30 años expresaron
enfrentamientos radicales en la definición del futuro nacional.

Ya en 1880 la etapa de creación de una realidad nueva puede considerarse cerrada, no porque sea
evidente a todos que la nueva nación ha sido edificada, o que la tentativa de construirla ha fracasado
irremisiblemente, sino porque ha culminado la instauración de ese Estado nacional que se suponía
preexistente.

 LA HERENCIA DE LA GENERACIÓN DE 1837

Hacia mediados de la década de 1830 varios jóvenes intelectuales de las elites porteñas o
provincianas dieron vida a un movimiento político y literario llamado por los historiadores Generación
de 1837. Ellos se autodenominarán “La Nueva Generación”. Entre sus figuras más destacadas
estaban el tucumano Juan Bautista Alberdi, el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento y los
porteños Juan María Gutiérrez, José Mármol, Vicente Fidel López y Esteban Echevarría (el autor de
El Matadero). Estos jóvenes aspiraban a convertirse en una alternativa política que superara la
división recurrente entre unitarios y federales. Se reunían en el Salón Literario que creó Marcos
Sastre en una librería de su propiedad para debatir sus ideas y brindar conferencias en torno de la
situación cultural, económica y social del país. En 1838, Rosas clausuró este espacio de intercambio
cultural y político. Acto seguido, Echeverría fundó una sociedad secrete llamada la Joven
Argentina que se pronunció abiertamente en contra de la política del Restaurador.
Todos ellos se pronunciaron en contra de las políticas de Rosas y respecto de su política
contra las potencias extranjeras, especialmente de Francia. Entre 1839 y 1841 algunos miembros de
la Joven Argentina encabezaron rebeliones contra Rosas, pero fueron derrotados. Todos ellos
fueron perseguidos por la Mazorca, brazo armado de la Sociedad Popular Restauradora y terminaron
por exiliarse. La gran mayoría pasó a Montevideo. Otros, como Domingo Faustino Sarmiento,
emigraron a Santiago de Chile.
Su pensamiento se identificaba con la clase política que había protagonizado el proceso
independentista hasta la catastrófica organización unitaria de 1824-27 y adhería a las ideas
del romanticismo europeo y la democracia liberal.
Promueven la hegemonía de los letrados que se justifica por su posesión de ideas y
soluciones que pueden darle una orientación eficaz a una sociedad que ven esencialmente pasiva.
Ellos propiciaron una organización nacional mixta, la modificación de las costumbres sociales y la
necesidad de contar con una literatura nacional.
Tanto sus ideas como sus acciones tuvieron una gran influencia en la organización nacional y
el proceso constitucional posterior a la caída de Rosas. Algunos historiadores revisionistas los
acusan de considerar todo lo europeo superior a lo americano o español, de querer trasplantar
Europa a América sin considerar a los americanos, y de aliarse a los enemigos extranjeros de su
gobierno traicionándolo.

 Las transformaciones de la realidad argentina.


A juicio de Alberdi (que publica en 1847 desde su exilio chileno) y Domingo F. Sarmiento en
la tercera parte de su Facundo (1845) proyecta un cuadro de futuro: la estabilidad política alcanzada
gracias a la victoria de Rosas no sólo ha hecho posible una prosperidad que desmiente los
pronósticos sombríos adelantados por sus enemigos, sino ha puesto finalmente las bases
indispensables para cualquier institucionalización del orden político.
La diferencia capital entre el Sarmiento del 45 y el Alberdi del 47 debe buscarse en la imagen
que uno y otro se forma de la etapa rosista. Para Sarmiento, ésta debe aportar algo más que la
creación de hábitos de obediencia que Alberdi juzga como lo más valioso de su herencia. La
institucionalización del orden existente, es capaz para Sarmiento de cobijar progresos muy reales
pero no tan rápidos como juzga necesario. Su interés está puesto en acelerar el ritmo del progreso.
El hastío de la guerra civil y su secuela de sangre y penuria permitirán a la Argentina
posrosista vivir en paz sin necesidad de contar con un régimen político que conserve celosamente,
envuelta en decorosa cobertura constitucional, la formidable concentración de poder alcanzada por
Rosas en un cuarto de siglo de lucha tenaz. Rosas representa el último obstáculo para el definitivo
advenimiento de esa etapa de paz y progreso, nacido de la revolución, su supervivencia puede darse
únicamente en el marco de tensiones que morirían solas si el dictador no se viera obligado a
alimentarlas para sobrevivir.
En Sarmiento, también en Alberdi, Ascasubi y Varela, se va dibujado una imagen más precisa
de la Argentina que la alcanzada por la generación del 37. Ello no se debe tan sólo a su superior
sagacidad; es sobre todo trasunto de los cambios que el país ha vivido en la etapa de madurez del
rosismo, y en cuya línea deben darse los que en el futuro harían de la Argentina un país distinto y
MEJOR.

 La Argentina es un mundo que se transforma.

Los cambios cada vez más acelerados de la economía mundial no ofrecen sólo oportunidades
nuevas para la Argentina; suponen también riesgos más agudos que en el pasado.
Sarmiento observa que las zonas templadas de Hispanoamérica tienen razones adicionales
para temer las consecuencias del rápido desarrollo de Europa y EEUU, que son necesariamente
competidoras en el mercado mundial. Hay dos alternativas igualmente temibles: si se permite que
continué el estancamiento en qué sé hallan, deberán afrontar una decadencia económica
constantemente agravada; si se introduce en ellas un ritmo de progreso más acelerado mediante la
mera apertura de su territorio al juego de fuerzas económicas exteriores, el estilo de desarrollo así
hecho posible concentrará sus beneficios entre los INMIGRANTES –cuya presencia es de todos
modos indispensable- en perjuicio de la población nativa, en un país de rápido progreso, seguirá
sufriendo las consecuencias de esa degradación económica que se trataba precisamente de evitar.
Sólo un ESTADO más activo puede esquivar ambos peligros. En los años finales de la
década del 40, el área de actividad por excelencia que Sarmiento le asigna es la EDUCACIÓN
POPULAR: sólo mediante ella podrá la masa de hijos del país salvarse de una paulatina marginación
económica y social en su propia tierra.
En Sarmiento se buscará en vano cualquier recusación a la teoría de la división internacional
del trabajo, es indudable que sus alarmas no tendrían sentido si creyese en efecto que ella garantiza
el triunfo de la solución económica más favorable para todas y cada una de las áreas en proceso de
plena incorporación al mercado mercantil.

 Un proyecto nacional en el período posrosista

Propuestas que se visualizaban con más fuerza tras la caída de Rosas en 1852, pero que se
fueron gestando con anterioridad:
 EN BUSCA DE UNA ALTERNATIVA NUEVA: AUTORITARISMO PROGRESISTA
ALBERDI
Alberdi había visto como principal mérito de Rosas, su reconstrucción de la autoridad política,
y a futuro, la institucionalización de ese poder.
Alberdi verá como valor el desenlace autoritario de Francia ante la crisis revolucionaria de
1848.
Para Alberdi la creación de una sociedad más compleja que la moldeada por siglos de atraso
colonial, deberá ser el punto de llegada del proceso de creación de una nueva economía. Está será
forjada bajo la férrea dirección de una elite política y económica consolidada por la paz de Rosas y
heredera de los medios de coerción por él perfeccionados. Esa elite contará con la guía de una elite
letrada, dispuesta a aceptar su nuevo y más modesto papel de definidora y formuladora de
programas capaces de asegurar la permanente hegemonía y creciente prosperidad de quienes
tienen ya el poder.
Crecimiento económico significa para Alberdi crecimiento acelerado de la producción, sin
ningún elemento redistributivo. Quienes no pertenezcan a esas elites no recibirán alicientes en esos
cambios. Su pasiva subordinación es aspecto esencial del legado rosista que Alberdi invita a
atesorar. Por via autoritaria se los obligará a prescindir de las prevenciones frente a las novedades
del siglo.
Que el avance de la nueva economía no podría tener sino consecuencias benéficas, es algo,
que para Alberdi no admite duda, y esta convicción es correlato teórico de su decisión de unir el
destino de la elite letrada, al que confiesa pertenecer, con el de una elite económica-política cuya
figura representativa es el vencedor de Rosas, ese todopoderoso gobernador de Entre Ríos, gran
hacendado y exportador, Urquiza, que ha hecho la Guerra para abrir del todo a su provincia al
acceso del mercado ultramarino. El mercado para la acrecida producción Argentina ha de
encontrarse sobre todo en el extranjero.
El proyecto que propone lo describe como la “República posible”. Alberdi dictamina que por el
momento Hispanoamérica necesita monarquías que puedan pasar por repúblicas. Ésta republica tan
poco republicana está destinada a dar paso a la “república verdadera”. Ésta será posible cuando el
país haya adquirido una estructura económica y social comparable a las naciones que han creado y
son capaces de conservar ese sistema institucional.Alberdi admite así el carácter provisional del
orden político que propone. Alberdi espera del cambio económico que haga nacer a una sociedad, a
una política nuevas cuando éste se haya consumado.
Sólo en un marco de jurídico definido rigurosamente de antemano , mediante un sistema de
normas que el poder renuncie a modificar a su capricho, se decidirán los capitalistas y trabajadores
extranjeros a integrarse a la compañía argentina. Para Alberdi la apelación al trabajo y al capital
extranjero constituyen el mejor instrumento para el cambio económico acelerado que la
Argentina requiere.
El país necesita población, su vida económica necesita también protagonistas dispuestos de
antemano a guiar su conducta en los modos que la nueva economía exige.
No es necesaria, asegura Alberdi, una instrucción formal muy completa para poder participar
como fuerza de trabajo en la nueva economía; la mejor instrucción la ofrece el ejemplo de destreza y
diligencia que aportarán los inmigrantes europeos. Y por otra parte, la difusión excesiva de la
instrucción corre el riesgo de propagar en los pobres nuevas aspiraciones. Un exceso de instrucción
formal atenta contra la disciplina necesaria de los pobres.

 PROGRESO SOCIO-CULTURAL COMO REQUISITO DEL PROGRESO ECONÓMICO


SARMIENTO
Aunque París no le proporciona a Sarmiento una experiencia directa del orden industrial, le
permitía percibir la presencia de tensiones latente y constante demasiado patentes. Así proclamará,
ante la crisis político-social del 48, la insuficiencia del modelo francés y la necesidad de un modelo
alternativo. Para entonces creyó encontrarlo en EEUU.
El busca rastrear la clave de la originalidad norteamericana: el surgimiento de una sociedad y
una nueva civilización basadas en la plena integración al mercado nacional.
La importancia de la palabra escrita en una sociedad que se organiza en torno a un mercado
nacional se aparece de inmediato como decisiva: ese mercado sólo podría estructurarse mediante la
comunicación escrita con un público potencial muy vasto y disperso. El aviso comercial aparece
ahora no solo como indispensable en esa articulación, sino como confirmación de su énfasis en la
educación popular.
El ve que si la sociedad de EEUU requiere una masa letrada, es porque requiere una vasta
masa de consumidores; para crearla no basta la difusión del alfabeto, es necesaria la del bienestar y
de las aspiraciones a la mejora económica a partes de cada vez más amplias de la población
nacional. Para esa distribución del bienestar es necesaria la distribución de la tierra. No obstante
variará según la coyuntura su crítica a la posesión latifundista de la tierra en Argentina y Chile.
El ejemplo de EEUU persuadió a Sarmiento de que la pobreza del pobre no tenía nada de
necesario. Lo persuadió también de algo más: que la capacidad de distribuir bienestar a sectores
cada vez más amplios no era tan solo una consecuencia socialmente positiva del orden económico
que surgía en los EEUU, sino una condición necesaria para la viabilidad económica.
Busca una postura intermedia entre una difusión masiva y prematura de ideologías igualitarias
(que había señalado en el Facundo como una de las causas del drama político argentino) y ese
mantenimiento de la plebe en la feliz ignorancia que promovía Alberdi.
Sarmiento veía en la educación popular un instrumento de conservación social. La
ALFABETIZACIÓN enseñará a las clases populares a desempeñar un nuevo papel en el nuevo
orden, pero ese papel habrá sido preestablecido por quienes han tomado a su cargo dirigir el
complejo esfuerzo de transformación a la vez económica, social y cultural, de la realidad nacional.
Sarmiento postula un poder político con suficiente independencia de ese grupo dominante
para imponer por sí rumbos y límites a ese aluvión de nuevas energías económicas que habrá
contribuido a desencadenar sobre el país ¿Quiénes han de ejercer ese poder político y en que se
apoyará para ejercerlo? Sarmiento nunca se planteó la segunda pregunta; pero en cuanto a la
primera es la elite letrada de la cual se declara orgulloso integrante la que tendrá a su cargo la
dirección directiva.
Sólo paulatinamente, tras la acumulación de varios desengaños políticos, lo convenció de que
esa élite letrada no estaba más interesada que otros sectores de la sociedad en favorecer el interés
de la nación y que estaban deplorablemente carentes de espíritu público. Pero Sarmiento no
descubre ningún sector habilitado para sumir la tarea política, y se resigna a que su carrera política
se transforme en una aventura estrictamente individual; sólo puede contar sobre sí mismo para
realizar cierta idea de la Argentina.
.
 TREINTA AÑOS DE DISCORDIA

Alberdi verá en Urquiza al heredero para erigir un sistema de poder. Al juicio de Sarmiento,
Urquiza no estará dispuesto a poner su poder al servicio de una política de rápido progreso como la
que él y Alberdi proponen. La convicción de que así estaban las cosas había llevado a Sarmiento a
retornar a Chile y marginarse de la política Argentina (había regresado para pelear en el Ejército
Grande al mando de Urquiza) Lo que lo devuelve a ella es el descubrimiento de que Urquiza no ha
sabido hacerse el heredero de Rosas. No hay una autoridad irrecusable, hay nuevos bandos rivales
en combate.
Como temía Alberdi, un periodismo formado en el clima de guerra civil que acompañó la
etapa rosista se esfuerza por mantenerlo vivo. Las lealtades heredadas de la etapa que cerró
Caseros cumplen sin duda aún una función en cuanto ofrecen solidaridades a los nuevos
protagonistas de las luchas.
La apelación apasionada a una tradición facciosa refleja la convicción de que esa tradición
está perdiendo su imperio.

Junio de 1952 nace el PARTIDO DE LA LIBERTAD. La legislatura de la provincia de Buenos Aires


rechaza los términos del tratado de San Nicolás, por el que las provincias le otorgan a Urquiza la
dirección de los asuntos nacionales durante la etapa constituyente. Los portavoces de esas jornadas
serán Vicente Fidel López y Bartolomé Mitre.
Revolución 11 de Septiembre de 1852. Alzamiento de Buenos Aires movilizado por los dirigentes
surgidos de Junio. Se expulsa el último gobernador impuesto por Urquiza a Buenos Aires y esta
provincia asume su autonomía. Junto a ellos se levantan los titulares del aparato militar creado por
Rosas en la frontera India; unos y otros reciben de inmediato el apoyo de las clases propietarias de
ciudad y campaña. Pero la causa de Buenos Aires no es idéntica para todos. La nueva opinión
urbana identifica la causa de Buenos Aires con la libertad que se propone imponer con violenta
pedagogía a las demás provincias. Para las clases propietarias, ella significa la resistencia a
incorporarse a un sistema político y fiscal que los intereses porteños no controlan; para el aparato
militar exrosista la negativa a aceptar la hegemonía entrerriana sobre la primera provincia argentina.
Cuando, vencedor el movimiento de Buenos Aires busca expandirse al interior amenazando
inaugurar un nuevo ciclo de guerras civiles, ese aparato militar se alza, expresando así la fatiga de
guerra de la entera campaña.
No logran derrocar de inmediato el gobierno de la ciudad y Urquiza hace un bloqueo naval de la
ciudad disidente. Buenos Aires supera la prueba, gracias en parte al uso del soborno, y Urquiza lo
retira.
Mitre y Sarmiento han comenzado su vida pública como seguidores de la generación de 1837, pero
los sobrevivientes del grupo fundador ( Alberdi, Vicente Fidel Lopez, Juan M. Gutierrez) se han
identificado con la Confederación urquicista.

·
EL CONSENSO DESPUÉS DE LA DISCORDIA.

Lo que había separado a Alberdi de Sarmiento no era, en efecto, una diferencia de opinión
sobre la necesidad de acudir a la inmigración o la inversión extranjera, o la de fomentar los avances
del transporte y los de la educación, sino precisamente sobre el modo en que esos factores debían
ser integrados en proyectos de transformación global.
LA EDUCACION. Aún Sarmiento, que se había identificado con él como ninguno, no le presta
mucha atención entre 1862 y 1880, como lo había hecho antes y como consagraría sus años
finales. Su gobierno impone sin duda una reorientación seria del esfuerzo del Estado hacia la
educación primaria y popular.
La INMIGRACIÓN despierta reacciones más matizadas, que sin embargo tampoco alcanzan
a poner en duda la validez de esa meta, ni aun a someter el proceso inmigratorio, tal como se
desenvuelve, al juicio severo que Sarmiento sólo emprenderá a partir de 1882.
Sólo ocasional y tardíamente se discutirá entonces la APERTURA sistemática al CAPITAL y
la iniciativa económica EXTRANJEROS, con mayor frecuencia se oirán protestas ante la supuesta
timidez con la que se implementan. En 1857 Sarmiento ha subrayado que el único modo de acelerar
la creación de la red ferroviaria es dejarla a cargo de la iniciativa extranjera, que debe ser atraída
mediante generosas concesiones de esa riqueza que el país posee en abundancia y no puede por el
momento utilizar: la tierra, condenada a permanecer insuficientemente explotada mientras falten
medios de comunicación.
Para Sarmiento el ejemplo de Chivilcoy es una prueba viviente de la justeza de su punto de
vista; algunos gauchos antes vagos, junto con una masa heterogénea de inmigrantes, han creado
una réplica austral de la democracia rural norteamericana.
Alberdi había recomendado, en efecto, una transformación de la relación del Estado y la
economía y las sociedades rurales que no debía ser menos radical que la propuesta de Sarmiento. Si
quienes tomaban a su cargo planear el futuro de la nación debían, según Alberdi, ponerse sin
reticencias al servicio de las clases propietarias, su servicio específico sería revelar a esas clases
qué les convenía.

· Balances de una Época.

En 1879 fue conquistado el territorio indio, esa presencia que había acompañado la entera
historia española e independiente de las comarcas platenses se desvanecía por fin. Al año siguiente
el conquistador del desierto era presidente de la nación, tras doblegar la suprema resistencia armada
de Buenos Aires, que veía así perdido el último resto de su pasada primacía entre las provincias
argentinas. La victoria de las armas nacionales hizo posible separar de la provincia a su capital, cuyo
territorio era federalizado.
La moraleja era propuesta por un Avellaneda que concluía sobre ese trasfondo marcial una
presidencia colocada bajo el signo de la conciliación: nada quedaba en efecto en la nación que fuese
superior a la nación misma. La trayectoria de su sucesor iluminaba mejor sobre el sentido que en tal
contexto era rotundo, el triunfo de Roca era el del Estado Central, que desde tan pronto se habían
revelado difícilmente controlable, sea por las facciones políticas que lo habían fortificado para mejor
utilizarlo, sea por quienes dominaban la sociedad civil. Su emergencia en el puesto más alto del
sistema político argentino había sido lenta y sabiamente preparada a lo largo de una carrera que lo
había revelado servidor eficacísimo de este Estado en los campos de la guerra externa y la lucha
civil, y a la vez agente igualmente eficaz de los sucesivos presidentes en el laberinto de una política
provinciana cada vez más afectada por su progresivo entrelazamiento con la nacional.
La Argentina es al fin una, porque ese Estado nacional, lanzado desde Buenos Aires a la
conquista del país, en dicinueve años ha coronado esa conquista con la de Buenos Aires.
No obstante Sarmiento observa que ciertos progresos alcanzan también a África e India. O
sea Sarmiento de alguna manera reconoce que Alberdi tenía razón: los cambios vividos en la
Argentina no son más que el resultado de las sabias decisiones de sus gobernantes posrosistas, el
del avance ciego y avasallador de un orden capitalista que se apresta a dominar todo el planeta.
Y ese progreso material necesariamente marcado por desigualdades y contradicciones, en
que nada se siente estable y seguro, es menos problemático que la situación política. Es ésta la que
verdaderamente “da que pensar”.
Pero si Sarmiento lleva luto por el gran esfuerzo frustrado de autorregeneración de un país, la
mayor parte de los testigos del surgimiento del régimen roquista parecen hasta haber olvidado que
alguna vez se lo afrontó. No es sorprendente que ninguna evocación enfadosa de las desaforadas
esperanzas de treinta años antes turbe la serenidad de Roca al tomar posesión de la presidencia.
Con su triunfo se han resulto para siempre “los problemas que venían retardando hasta el presente la
definitiva organización nacional, el imperium de la Nación establecido sobre el imperium de la
provincia, después de sesenta años de lucha.” Lo que queda atrás es mas que una etapa de
construcción cuyas obras requieren ser justipreciadas aunque Roca no deja de evocar los “rápidos
progresos y las conquistas en medio siglo de vida nacional”.
Mientras la Argentina parece haber encontrado finalmente el camino que le había señalado
Alberdi, y haberse constituido en república posible, hay un aspecto de la previsión alberdiana que se
cumple mal: el Estado no ha resultado ser el instrumento pasivo de una edite económica cuyos
objetivos de largo plazo sin duda comparte, pero con la cual no ha alcanzado ninguna coincidencia
puntual de intereses e inspiraciones.
El sistema representativo tal como funciona en la Argentina, ha permitido la emergencia de
una clase política integrada por “aspirantes que principian la vida, bajo los escozores de la pobreza,
buscado abrirse camino por donde se pueda, en cambio de los suspirados representantes de la
riqueza y saber de las provincias. El resultado es la mala administración y el derroche.
Si los extranjeros se integraran en al ciudadanía, contribuirán a formar “una mayoría de
votantes respetables y respetada”, capaz de imponer “ideas de orden, honradez y economía”.
La Argentina de 1880 no se parece a ninguna de las naciones que debían construirse, nuevas
desde sus cimientos, en el desierto pampeano; al preocuparse por ello, Sarmiento se muestra de
nuevo escasamente representativo del ánimo que domina ese momento argentino. Pero tampoco se
parece a la que asistió a la derrota y fuga de Rosas, es a su modo una nación moderna.

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