Técnicas derivadas del condicionamiento clásico: Exposición al
estímulo, flooding, exposición graduada y prevención de la
respuesta.
Al aplicar el paradigma de condicionamiento clásico a las fobias humanas surgen
algunos inconvenientes; entre ellos: No todas las fobias humanas tienen un origen traumático, más de un 50% no aparecieron luego de un episodio de condicionamiento. Muchas fobias humanas se constituyen gradualmente, el temor aumenta con cada encuentro con el objeto fóbico hasta trepar a un nivel que imposibilita a la persona de afrontar. En las fobias humanas, no suele producirse la extinción por ausencia de un reforzador aversivo. Esto es, si a un animal que aprendió a salivar ante un estímulo condicionado (sonido de metrónomo), se lo expone muchas veces al estímulo condicionado sin que éste se vuelva a asociar con un estímulo incondicionado (comida), entonces la respuesta condicionada (salivación) ante el estímulo condicionado (sonido de metrónomo) se extingue (desaparece). Contrariamente, en las fobias humanas, casi nunca hay ensayos reforzados. Por ejemplo, una persona fue asaltada en un restaurante y a partir de ese momento desarrolla una fobia a los mismos. Aunque nunca más vuelve a ser asaltada, el miedo se mantiene. Es decir, nunca más el estímulo condicionado “restaurante” se asocia con el estímulo incondicionado “asalto”, sin embargo se mantiene la respuesta condicionada de miedo, en otras palabras, la extinción no se produce.
La teoría de la incubación de la ansiedad, de Hans Eysenck, propone un conjunto de
hipótesis para sortear los obstáculos anteriores. Sus hipótesis principales son:
* La ansiedad es una emoción y un impulso.
Al ser un impulso, la ansiedad no sólo provoca en el organismo un estado subjetivamente aversivo, sino que también constituye un motor para la acción orientada a poner fin a ese impulso. * Las acciones son conductas de evitación y/o escape. Esto significa entonces que las fobias humanas deben estudiarse dentro del paradigma del condicionamiento del miedo, un paradigma que a diferencia del ejemplificado con la comida, es aversivo.
* La hipótesis central de la teoría de la incubación afirma que la ansiedad aumenta
(se incuba) como consecuencia de dos condiciones: 1. La intensidad de la respuesta condicionada (ansiedad) es alta. 2. La duración de la exposición al estímulo condicionado (objeto fobígeno) es breve. De este modo, cuando la persona fóbica entra en contacto con el estímulo condicionado (objeto fóbico) y permanece expuesto un tiempo breve; el condicionamiento se perpetúa pues la misma experiencia de exposición al estímulo condicionado es desagradable a raíz de la ansiedad alta que se experimenta. Aunque no aparezca ningún estímulo incondicionado aversivo, la misma respuesta de ansiedad juega un tal papel, el de estímulo incondicionado, y por lo tanto termina por mantener el condicionamiento. Si la respuesta de ansiedad es baja, entonces el estado de activación del organismo no es lo suficientemente aversivo como para volver a reforzar al estímulo condicionado y sostener el condicionamiento. Esta es la lógica con la cual operaría la Desensibilización Sistemática. Si el tiempo de exposición es largo, la respuesta de ansiedad alcanza su pico máximo y comienza a descender, de suerte tal que con el paso del tiempo, nuevamente la ansiedad no tiene un poder lo suficientemente aversivo como para reforzar al estímulo condicionado y prolongar el condicionamiento. Esta es la lógica con la cual operaría la exposición y prevención de la respuesta (EPR).
La teoría de la incubación es subsidiaria de la teoría de los dos procesos o bifactorial de
Mowrer quien postuló que: 1. Las fobias se adquieren por condicionamiento clásico. 2. Las fobias se mantienen por condicionamiento operante. Esto se debe al rol crítico que tienen las conductas de evitación y escape, que se mantienen por condicionamiento operante. Mowrer postula que una vez producido el condicionamiento clásico del miedo, en el cual quedan asociados determinados estímulos condicionados con la respuesta de ansiedad, la misma respuesta de ansiedad constituirá una señal que ponga en marcha comportamientos de evitación y escape de esos estímulos condicionados. Las conductas de evitación y escape serán a su vez reforzadas negativamente por la disminución de la ansiedad, en otras palabras, por la reducción del estado motivacionalmente aversivo que la ansiedad alta convoca. Finalmente, el establecimiento de un patrón de conducta de evitación y escape de los estímulos condicionados aversivos lleva a que la persona no se exponga un período lo suficientemente prolongado, generando así las condiciones para la incubación de la ansiedad y con ello, el sostenimiento a largo plazo del condicionamiento.
La técnica Exposición y Prevención de la Respuesta, tal como fue planteada en su
versión científica contemporánea por Isaac Marks, consiste en: 1. Persuadir al paciente que entre y permanezca en una situación fóbica hasta que subjetivamente no siente ansiedad. 2. Repetir esta acción hasta que llegue a ser tan rutinaria que no le produzca ningún tipo de miedo. La exposición prolongada a la situación fóbica conducirá a un aumento inicial de la ansiedad y el malestar emocional en general; tal respuesta llegará a un pico máximo y comenzará luego a descender. Con cada nueva sesión de exposición, el punto máximo de ansiedad será menor y el tiempo de retorno a la línea basal será más corto. Hacia el final del protocolo de exposición, la respuesta de ansiedad habrá desaparecido o disminuido mucho; se habrá producido entonces la habituación a los estímulos condicionados.
La Exposición y Prevención de la Respuesta es la técnica más citada por las
guías de tratamiento psicológicos eficaces. Su ámbito principal de aplicación es el de la ansiedad patológica. Posee muchas variantes y formas según las particularidades del trastorno que se trate. Su mecanismo de efectividad terapéutica radica en el proceso de habituación que genera en los estímulos condicionados de ansiedad.
Algunas de las condiciones que potencian la efectividad de la Exposición y Prevención
de la Respuesta son: 1. Las sesiones de exposición deben ser largas, al menos deben durar hasta que el malestar del paciente haya decrecido sustancialmente respecto de su pico máximo. 2. Los intervalos entre sesiones deben ser cortos; en algunos casos como los de T.O.C. severos, se requieren dos o tres sesiones diarias. 3. Es preciso que el paciente mantenga su atención sobre los estímulos evocadores de ansiedad, sin distraerse, sin hacer evitación conductual ni cognitiva. 4. El consumo de alcohol y benzodiacepinas dificulta mucho el mecanismo de habituación, pudiendo incluso impedirlo. Por lo tanto, no es conveniente el consumo de estas sustancias cuando los pacientes se encuentran en protocolo de exposición y prevención de la respuesta. 5. El protagonismo del paciente tiende a aumentar la autoeficacia y con ello, la motivación para la realización de las tareas de exposición. 6. El jerarquizar las tareas de acuerdo con el nivel de malestar también facilita que el paciente se comprometa más activamente con el tratamiento.