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Trabajo practico de

Teología
Sacramento “unción de los enfermos”

Profesor Carlos Scalzotto

Agustina Giordanino

Arianna Sanchez
“La iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe uno
especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad: la
unción de los enfermos” (CEC, 1511)

El sacramento de la unción de los enfermos o también conocido como


extrema unción es aquel con el que la Iglesia encomienda los fieles
gravemente enfermos al Señor doliente y glorificado, para que los alivie y salve.

La palabra extrema, etimológicamente, significa última (unión), sacramento


que abre las puertas al cielo.

ANTECEDENTES DEL SACRAMENTO.

En el Antiguo Testamento, el hombre experimenta en la enfermedad su propia


limitación y, al mismo tiempo, percibe que ésta se halla misteriosamente
vinculada al pecado. Los profetas intuyeron que la enfermedad podía tener
también un valor redentor de los pecados propios y ajenos. Así, la enfermedad
se vivía ante Dios, de quien el hombre imploraba la curación.

Citas de la Sagrada Escritura:

- “(…) y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo” (Mc.6,13).

- “(…) impondrán las manos sobre los enfermos, y los curarán”


(Mc.16,18).

- “Si alguno entre ustedes está enfermo, que llame a los presbíteros de la
Iglesia, para que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor.
La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si
tuviera pecados, le serán perdonados” (Sant.5,14-15).

- El concilio de Trento define: “si alguien dijese que la Extremaunción no


es verdadera y propia del sacramento instituido por Cristo nuestro señor
(Cfr. Mc 6:13) y promulgado por el Apóstol Santiago, sino solo un rito
recibido de los Padres o una invención humana: sea anatema.

En algunas regiones del oriente, la Iglesia primitiva, reconocía dos usos


diferentes de la unción con el oleo santo:

 Unción de carácter privado, que los fieles realizaban sobre sí mismos,


movidos por su devoción particular; donde acostumbraban a ofrecer
en las misas ampollas de aceite que el sacerdote bendecía y luego la
usaban para ungirse cuando se sentían aquejados de alguna dolencia
o dificultad, o bien para obtener la salud del cuerpo y la protección de
Dios contra las asechanzas del demonio.

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 Unción sacramental, realizada por un ministro sagrado.

La compasión de Jesús hacia los enfermos y las numerosas curaciones


realizadas por él son una clara señal de que con él había llegado el Reino de
Dios y, por tanto, la victoria sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte. Con su
pasión y muerte, Jesús da un nuevo sentido al sufrimiento, el cual, unido al de
Cristo, puede convertirse en medio de purificación y salvación, para nosotros y
para los demás.

La Unción de los enfermos es un sacramento instituido por Jesucristo,


insinuado como tal en el Evangelio de san Marcos (cfr. Mc 6,13), y
recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol Santiago: «Está enfermo
alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y
le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al
enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le
serán perdonados» (St 5,14-15).

La Sagrada Escritura indica una estrecha relación entre la enfermedad y la


muerte, y el pecado. Pero sería un error considerar la enfermedad misma como
un castigo por los propios pecados (cfr. Jn 9,3). El sentido del dolor inocente
sólo se alcanza a la luz de la fe, creyendo firmemente en la Bondad y Sabiduría
de Dios, en su Providencia amorosa y contemplando el misterio de la Pasión,
Muerte y Resurrección de Cristo, gracias al cual fue posible la Redención del
mundo. Cristo no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que hace suyas sus
miserias: “El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades” (Mt
8,17; cfr. Is 53,4). En la Cruz, Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal y quitó
el “pecado del mundo”, del que la enfermedad no es sino una consecuencia
(Catecismo, 1505).

Al mismo tiempo que el Señor nos enseñó el sentido positivo del dolor para
realizar la Redención, quiso curar a multitud de enfermos, manifestando su
poder sobre el dolor y la enfermedad y, sobre todo, su potestad para perdonar
los pecados (cfr. Mt 9,2-7). Después de la Resurrección envía a los Apóstoles:
«En mi nombre… impondrán las manos sobre los enfermos y se curarán» (Mc
16,17-18) (cfr. Catecismo, 1507). El dolor, por sí mismo, no salva, no redime.
Sólo la enfermedad vivida en la fe, en la esperanza y en el amor a Dios, sólo la
enfermedad vivida en unión con Cristo, purifica y redime. Cristo entonces nos
salva no del dolor, sino en el dolor, transformado en oración, en un “sacrificio
espiritual” (cfr. Rm 12,1; 1 Pt 2,4-5), que podemos ofrecer a Dios uniéndonos al
sacrificio Redentor de Cristo, actualizado en cada celebración de la Eucaristía
para que nosotros podamos participar en él.

¿Cuándo se recibe este sacramento?


La Unción se recibe cuando se comienza a estar en peligro de muerte por
causa de enfermedad o por la vejez. Si la enfermedad de agrava, el
sacramento se puede volver a recibir luego de unos meses. En caso de que se
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haya recibido por vejez, se puede volver a pedir a un sacerdote el sacramento
cada dos años.
La Iglesia recomienda que se de este sacramento al comienzo de la
enfermedad, para que la persona lo reciba con lucidez y fervor, porque la
unción ayuda también si así Dios lo quisiera, para curar la enfermedad.

Necesidad de este sacramento.


La recepción de la Unción de enfermos no es necesaria obligatoriamente
como medio para la salvación, pero no se debe prescindir voluntariamente de
este sacramento, si es posible recibirlo, porque sería tanto como rechazar un
auxilio de gran eficacia para la salvación. Privar a un enfermo de esta ayuda,
podría constituir un pecado grave.

Ministros:
Los sacerdotes, obispo o presbítero. Los presbíteros son hombres que han
recibido la tercera de las órdenes sacerdotales mayores que otorga la iglesia
católica, cuya función es administrar los distintos sacramentos.

¿Quién puede recibir el Sacramento?


El sacramento de la Unción de los enfermos lo puede recibir cualquier fiel
(persona bautizada) que comienza a encontrarse en peligro de muerte por
enfermedad o vejez.

Por tanto, la Unción de enfermos no es un sacramento para aquellos fieles


que simplemente han llegado a la llamada “tercera edad” (no es el sacramento
de los jubilados), ni tampoco es un sacramento sólo para los moribundos. En el
caso de una operación quirúrgica, la Unción de enfermos puede administrarse
cuando la enfermedad, que es motivo de la operación, pone de por sí en
peligro la vida del enfermo.

Puede reiterarse este sacramento si el enfermo, una vez recobrada la salud,


contrae de nuevo una enfermedad grave, o si, durante la misma enfermedad, el
peligro se hace más grave.

Debe administrarse este sacramento a los enfermos que, cuando estaban


en posesión de sus facultades, lo hayan pedido al menos de manera implícita.

No se le debe dar la unción de los enfermos a quienes persisten


obstinadamente en un pecado grave manifiesto.

Condiciones para recibir el sacramento


Para recibirlo, con fruto, se requiere que el enfermo este en estado de
gracia. De no ser así, debe recibir previamente el sacramento de la penitencia.
Si las circunstancias lo permiten, puede ir precedida del sacramento de la
Penitencia y seguida del sacramento de la eucaristía.

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Ritos:
1. Saludo

2. Petición de perdón: para recibir los frutos de este sacramento se


requiere en el sujeto la previa reconciliación con Dios y con la Iglesia, al
menos con el deseo, inseparablemente unido al arrepentimiento de los
propios pecados y a la intención de confesarlos, cuando sea posible, en
el sacramento de la Penitencia. Por esto la Iglesia prevé que, antes de la
Unción, se administre al enfermo el sacramento de la Penitencia y de la
Reconciliación. La celebración de este sacramento debe ir precedida, si
es posible, de la confesión individual del enfermo, recibiendo la santa
hostia.

El Viático es la Eucaristía recibida por quienes están por dejar esta vida terrena
y se preparan para el paso a la vida eterna. Recibida en el momento del
tránsito de este mundo al Padre, la Comunión del Cuerpo y de la Sangre de
Cristo muerto y resucitado, es semilla de vida eterna y poder de resurrección.

3. Lectura de la palabra de Dios

4. Letanías: eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se


rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran
dirigidas sólo a Dios (en súplicas) se añadieron con el tiempo
invocaciones a santos y sobre todo a la Virgen María (en intercesiones)
usadas a partir del siglo VII.

5. Imposición de manos

6. Unción de manos y frente

7. Oración final

8. Bendición

La celebración común de la unción de los enfermos para varios enfermos al


mismo tiempo, que estén debidamente preparados y rectamente dispuestos,
puede hacerse de acuerdo con las prescripciones del Obispo diocesano.

Signos:
Imposición de manos: El ministro ha de hacer las unciones con la mano, a
no ser que una razón grave aconseje el uso de un instrumento.

Cuando el sacerdote, después de las letanías de invocación, impone la


mano sobre la cabeza del enfermo está prolongando y haciendo visible la
fuerza salvadora de Cristo sobre un cristiano que necesita en esos momentos,
de modo particular, su apoyo y gracia.

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Unción con el aceite sagrado: La celebración del sacramento de la Unción
de los enfermos consiste esencialmente en la unción con óleo (el aceite de
oliva o, en caso de necesidad, otro aceite vegetal), bendecido si es posible por
el obispo o por un presbítero que tenga esta facultad, sobre la frente y las
manos del enfermo (en el rito romano, o también en otras partes del cuerpo en
otros ritos), acompañada de la oración del sacerdote, que implora la gracia
especial de este sacramento.

Se ungen las manos y la frente del enfermo.

Oración sobre el enfermo:

Las unciones han de hacerse cuidadosamente, con las palabras orden y


modo prescritos en los libros litúrgicos; sin embargo, en caso de necesidad,
basta una sola unción en la frente, o también en otra parte del cuerpo, diciendo
la fórmula completa.

La formula sacramental por la que en el rito latino se confiere la Unción de


los enfermos es la siguiente: «Per istam sanctam Unctionem et suam piissimam
misericordiam adiuvet te Dominus gratia Spiritus Sancti. Amen./ Ut a peccatis
liberatum te salvet atque propitius allevet. Amen.» (Por esta santa Unción, y por
su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo,
para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu
enfermedad. Amén).

Materia y Forma:

La forma de este sacramento son las palabras: “por esta santa unción, y por
su bondadosa misericordia te ayude el señor con la gracia del espíritu santo,
para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu
enfermedad”

La materia de este sacramento es la unción en la frente y en las manos del


enfermo, con oleo de oliva bendecido para este fin según el rito prescripto por
la iglesia, reforma hecha por Pablo VI; pero con anterioridad la materia era el
oleo bendecido por el obispo en la misa Crismal.

Gracia y Efectos del sacramento de la unción de enfermos

En cuanto verdadero y propio sacramento de la Nueva Ley, la Unción de los


enfermos ofrece al fiel cristiano la gracia santificante; además, la gracia
sacramental específica de la Unción de enfermos tiene como efectos:

— la unión más íntima con Cristo en su Pasión redentora, para su bien y el de


toda la Iglesia (cfr. Catecismo, 1521-1522; 1532); El sacramento de la Unción
confiere una gracia particular, que une más íntimamente al enfermo a la Pasión
de Cristo, por su bien y por el de toda la Iglesia.

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— Le otorga fortaleza, paz, ánimo, consuelo y también el perdón de los
pecados, si el enfermo no ha podido confesarse. Para así vencer las
dificultades y sufrimientos propios de la enfermedad grave o de la fragilidad de
la vejez (cfr. Catecismo, 1520; 1532);

— la curación de las reliquias del pecado y el perdón de los pecados veniales,


así como de los mortales en caso de que el enfermo estuviera arrepentido pero
no hubiera podido recibir el sacramento de la Penitencia (cfr. Catecismo, 1520);

— el restablecimiento de la salud corporal, si tal es la voluntad de Dios (cfr.


Concilio de Florencia: DS 1325; Catecismo, 1520);

— En todo caso, si esto no se restablece la salud corporal, la unción prepara al


enfermo para pasar a la Casa del Padre, es la preparación para el paso a la
vida eterna. En este sentido afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: «Esta
gracia [propia de la Unción de enfermos] es un don del Espíritu Santo que
renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del
maligno, especialmente la tentación de desaliento y de angustia ante la muerte
(cfr. Hb 2,15)» (Catecismo, 1520)

Conviene que los fieles tengan presente que en nuestro tiempo se tiende a
“aislar” la enfermedad y la muerte. En las clínicas y hospitales modernos los
enfermos graves frecuentemente mueren en la soledad, aunque se encuentren
rodeados por otras personas en una “unidad de cuidados intensivos”. Todos —
en particular los cristianos que trabajan en ambientes hospitalarios— deben
hacer un esfuerzo para que no falten a los enfermos internados los medios que
dan consuelo y alivian el cuerpo y el alma que sufre, y entre estos medios —
además del sacramento de la Penitencia y del Viático— se encuentra el
sacramento de la Unción de los enfermos.

Actualmente….

Para un cristiano la enfermedad y la muerte pueden y deben ser medios


para santificarse y redimir con Cristo. La Unción de los enfermos ayuda a vivir
estas realidades dolorosas de la vida humana con sentido cristiano: «En la
Unción de los enfermos, como ahora llaman a la Extrema Unción, asistimos a
una amorosa preparación del viaje, que terminará en la casa del Padre».

Además, conviene considerar que «entra dentro del plan providencial de


Dios que el hombre luche ardientemente contra cualquier enfermedad y busque
solícitamente la salud, para que pueda seguir desempeñando sus funciones en
la sociedad y en la Iglesia, con tal de que esté siempre dispuesto a completar lo
que falta a la Pasión de Cristo para la salvación del mundo, esperando la
liberación en la gloria de los hijos de Dios.

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En el Catecismo:
1501 La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí
mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede
también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que
no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la
enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.

1505 Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no sólo se deja tocar por los
enfermos, sino que hace suyas sus miserias: “El tomó nuestras flaquezas y
cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8,17; cf Is 53,4).

1511 La Iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe un
sacramento especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la
enfermedad: la Unción de los enfermos

Frases del Papa Francisco acerca de la Unción de los Enfermos:

Las personas no deben temer llamar al sacerdote para que la administre, ya


que con este sacramento se hace presente el mismo Cristo que nos toma de la
mano y nos muestra que ni la muerte ni el mal nos pueden separar de él.

Este sacramento se entiende con el relato bíblico del Buen Samaritano que
cuida al hombre que ha sido robado, golpeado y abandonado en medio del
camino, y que luego lleva a que sea cuidado en un albergue.

“El sacerdote viene para ayudar al enfermo o al anciano: por esto es tan
importante la visita del sacerdote a los enfermos. Llamarlo: ‘hay un enfermo,
venga, dele la unción, bendígalo’. Porque es Jesús que llega para aliviarlo,
para darle fuerza, para darle esperanza, para ayudarlo. También para
perdonarle los pecados. ¡Y esto es hermoso!”.

Frases del Papa Benedicto XVI sobre la Unción de los Enfermos:

El encuentro de Jesús con los diez leprosos, descrito en el Evangelio de san


Lucas (cf. Lc 17,11-19), y en particular las palabras que el Señor dirige a uno
de ellos: «¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado!» (v. 19), ayudan a tomar
conciencia de la importancia de la fe para quienes, agobiados por el sufrimiento
y la enfermedad, se acercan al Señor.

“Cristo dispensa su salvación mediante los sacramentos y de manera muy


especial, a los que sufren enfermedades o tienen una discapacidad, a través de
la gracia de la Unción de los Enfermos”

8
CONCLUSION:

Este trabajo nos hizo conscientes y sabias de la existencia de este


sacramento y de la ayuda que tiene hacia el sujeto en su necesidad. El
sacramento de la unción de los enfermos es importantísimo ya que es uno de
los caminos para llegar con nuestro tan amado padre.

Relacionándolo con nuestra carrera de psicología, podremos en sus debidas


condiciones, orientar o más bien informar de la existencia de este sacramento a
nuestros pacientes, si tanto a él como a alguien de su entorno se presenta una
situación como la que requiere este sacramento. Si después la persona accede
o no a él ya está en su poder, responsabilidad y voluntad.

9
BIBLIOGRAFIA:

Catecismo de la Iglesia católica- Segunda sección, capitulo segundo “Los


sacramentos de curación”, articulo 5 “La unción de los enfermos”.

Garcia Ibañez, Angel- “La unción de los enfermos”- material digital disponible
en: https://multimedia.opusdei.org/pdf/es/24-i.pdf

Noticia del diez de abril del año 2018- “¿Cuáles son os efectos de la Unción de
los Enfermos?-material digital disponible en:http://www.conectacec.com/cuales-
son-los-efectos-de-la-uncion-de-los-enfermos/

Padre Prado, Lucas- “Profundizando en nuestra fe”- Capitulo 7 “El sacramento


que abre las puertas del cielo”- Año:

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