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Tras la huella de los clásicos. La teoría


sociológica en la primera mitad del siglo XX

Book · January 2010

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Silvana Lado Federico Lorenc Valcarce


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Tras la huella de los clásicos
La teoría sociológica en la primera mitad del siglo XX

Silvana Inés Lado


Federico Lorenc Valcarce
Tras la huella de los clásicos
La teoría sociológica en la primera mitad del siglo XX

Silvana Inés Lado


Federico Lorenc Valcarce

con la colaboración de

Eduardo Moggia
Cristian Peláez
Índice

Introducción. El estudio de la teoría sociológica y sus usos

¿Cómo organizar un curso de teoría sociológica?


La teoría no es un fin en sí misma
La centralidad de los clásicos

I. La Sociología Interpretativa y la Fenomenología Social

Introducción
Introducción a la sociología comprensiva de Max Weber
Georg Simmel y las formas puras de socialización
Alfred Schütz, el encuentro entre sociología y fenomenología
Sobre Karl Mannheim y a propósito de “Ideología y Utopía”

II. La Escuela de Chicago y el Interaccionismo Simbólico

Introducción
La Escuela de Chicago: un programa investigativo
El campesino polaco: organización y desorganización social
Robert Park y la sociología urbana
El Interaccionismo Simbólico: persona, interacción, sociedad
Cooley, Mead y la formación de la persona
Herbert Blumer y el programa teórico-metodológico del Interaccionismo
Howard S. Becker y el estudio de las conductas desviadas

III. La Escuela Sociológica Francesa

Introducción
Marcel Mauss: morfología social, economía y derecho
Representaciones sociales, religión y memoria colectiva
IV. El Marxismo Hegeliano y la Teoría Crítica

Introducción
El pensamiento de Georg Lukács
Antonio Gramsci, pensamiento para el mañana, para siempre
La Teoría Crítica

V. El Funcionalismo y sus Críticos

Introducción
El estructural funcionalismo parsoniano
De la primera síntesis parsoniana al modelo trisistémico
El paradigma de las cuatro funciones (modelo AGIL)
Robert K. Merton, la teoría social como análisis funcional
La crítica radical
Las teorías del conflicto
A modo de cierre transitorio

Conclusiones
Introducción. El estudio de la teoría sociológica y sus usos

Por Federico Lorenc Valcarce

Los contenidos del presente manual están organizados en diferentes escuelas o


corrientes de la teoría sociológica, particularmente las que se desarrollaron en la
primera mitad del siglo XX, siguiendo el camino abierto por los clásicos: Karl Marx,
Émile Durkheim y Max Weber. Siguiendo un plan que combina el criterio cronológico
(sucesión temporal de las obras) con la unidad de ciertas escuelas (convergencia de
temas, problemas, métodos y, sobre todo, colaboración concreta entre autores), el
programa aborda la sociología comprensiva y su proyección en la fenomenología
social, el desarrollo de la microsociología norteamericana desde los clásicos de
finales del siglo XIX hasta el interaccionismo simbólico tardío, la proyección del
pensamiento durkheimiano en sus discípulos y predecesores del estructuralismo, las
diversas vertientes del marxismo occidental, el intento de síntesis del estructural
funcionalismo y su crisis. Este recorrido sirve como preámbulo de las contribuciones
recientes a la búsqueda de reconciliación de objetivismo y subjetivismo, acción y
estructura, individuo y sociedad que caracterizan a la teoría social contemporánea.
Las lecturas propuestas tienen dos características salientes. Por un lado, hemos
seleccionado materiales de los propios autores donde se abordan los problemas que
constituyen el núcleo de su aporte al debate dentro de una determinada tradición de
pensamiento. Por otro lado, hemos buscado combinar textos de cierta abstracción,
donde se plantean las líneas principales de una teoría, con textos de carácter más
empírico, donde las herramientas conceptuales aparecen puestas en uso en el
análisis concreto de fenómenos sociales. De esta manera, los estudiantes podrán
tener un conocimiento directo del pensamiento de los autores y podrán observar
cómo toda teoría es, además de un sistema de conceptos abstractos, una “caja de
herramientas” o un “programa de observación” para abordar el estudio de la realidad
social.

¿Cómo organizar un curso de teoría sociológica?

Cuando se revisa el modo en que los cursos y manuales de teoría sociológica


abordan su materia, se observa que existen dos alternativas principales: o bien se
opta por una organización cronológica de los diferentes autores o escuelas, o bien
se abordan diferentes problemas que articulan la mirada teórica de la sociología.
En el enfoque cronológico, los autores y las escuelas se suceden en una línea de
tiempo. Una de las variantes de este enfoque, que se concentra en “el autor y su
obra”, llama la atención sobre el contexto social y biográfico de una producción
intelectual (por ejemplo, Durkheim y la III República), las raíces intelectuales de su
pensamiento (por ejemplo, la influencia del positivismo comteano en Durkheim) y los
matices y evoluciones de una obra (así escucharemos hablar de “el último
Durkheim” o “las dos formas” de concebir las representaciones colectivas en
Durkheim). Sin dudas, esto permite un uso más reflexivo de sus conceptos y
herramientas intelectuales, en tanto nos hace sensibles a la manera en que el autor
forjó y utilizó sus propios instrumentos, evitando apropiaciones dogmáticas y
aplicaciones mecánicas. La otra gran variante, centrada en “escuelas”, permite
reconocer problemas y enfoques relativamente comunes a un conjunto de autores
ligados por relaciones más o menos sistemáticas y concretas. Las escuelas unifican
los campos de investigación y permiten un desarrollo acumulativo en el seno de una
tradición: la sociología comprensiva, la escuela durkheimiana, la escuela de
Chicago, el estructural funcionalismo y, más recientemente, los “bourdieusianos”
tuvieron una serie de premisas, problemas, métodos y objetos privilegiados de
conocimiento relativamente comunes a un conjunto de individuos, ligados en cierto
modo a un “paradigma” que les permitía hacer “ciencia normal”. Por ejemplo: el
interés por el sentido de la acción social y sus entrelazamientos, así como la
necesidad de interpretarla para poder dar cuenta de ella son elementos comunes a
Weber, Simmel, Schütz, pero también Garfinkel, Geertz y Giddens; Durkheim y sus
discípulos se interesaron por la composición de los grupos sociales (“morfología”) y
su relación con las representaciones sociales, los modos de integración y regulación
social, etc., siempre desde una perspectiva que – sea sobre la base de la estadística
o de la etnografía – buscaba las leyes que rigen el mundo social, considerado como
un ámbito objetivo, ajeno a la voluntad de los hombres y regido por el principio de
causalidad; Marx y sus seguidores se interesaron por la naturaleza del capitalismo,
la constitución de las clases y el papel del Estado, desde una perspectiva que
destaca el carácter orgánico (relacional) y contradictorio de lo real, y echa mano a la
historia como método fundamental de la ciencia de la sociedad. De este modo,
ninguno de estos autores puede ser pensado por fuera de una tradición con la que
dialoga, sobre la que se apoya, de la que recupera ciertos elementos, desechando
otros. Pero esta inscripción en la tradición nunca es puramente individual, sino que
influye a “generaciones”, “grupos”, “departamentos” o “centros de investigación”, que
se concentran en problemas comunes y desarrollan – cooperando o debatiendo
críticamente, poco importa – innovaciones teóricas y metodológicas, avances
empíricos, creaciones institucionales (programas de estudio, revistas, etc.).
El gran problema de los enfoques cronológicos es que nos hacen correr el riesgo de
pensar que la “historia” de la teoría sociológica es una sucesión de autores y
escuelas, que se engendran unas a otras de manera sucesiva, incluso cuando haya
críticas, balances y redefiniciones. Aflora allí el fantasma del enciclopedismo y de
una concepción no sociológica de la construcción de las teorías científicas: en el
caso de los enfoques del tipo “el autor y su obra” suele incurrirse en la visión
“heroica” de una producción intelectual que resulta de un esfuerzo individual y
aislado; en el caso del enfoque de las “escuelas”, los “ismos” amenazan con reducir,
simplificar y empobrecer obras que tienen una riqueza que sobrepasa las ortodoxias.
En ambos casos, la sociología puede ser confundida con una prolongación de la
filosofía y los cursos de sociología parecerse a esos viejos manuales de historia de
la filosofía que hasta los propios filósofos han abandonado hace tiempo.
En el enfoque temático de la teoría sociológica, los contenidos se organizan en
función de problemas, tales como la acción, el poder, las normas, la ideología, etc.
Esta mirada “sistemática” permite ver cómo distintos autores abordan un mismo
problema y prepara el terreno para una concepción de la teoría como herramienta
para construir objetos de investigación o de reflexión. Así, no interesa tanto un autor
o una escuela como un concepto que sirve para organizar nuestra representación de
lo real: por ejemplo, en el estudio de los fenómenos simbólicos se trata de poner de
relieve las similitudes y diferencias entre conceptos como ideología, representación
colectiva o imaginario social, cada uno de las cuales se especifica en su relación con
otros conceptos que son indisociables de ellos. En efecto, no hablamos
verdaderamente de “ideología” si no pensamos en su relación con una “base real”,
su articulación con las condiciones materiales de existencia, su inscripción en las
luchas de clases o el papel que el Estado juega en la imposición de las ideas de la
clase dominante; no hablamos verdaderamente de “representación colectiva” si no
tenemos en cuenta su relación con el sustrato morfológico, su función de integración
intelectual y moral de la sociedad. Lo mismo sucede con otros conceptos centrales
de la tradición sociológica, como el de Estado: la misma palabra remite a un objeto
que es aparentemente el mismo, pero las connotaciones llevan a considerar las
diferentes formulaciones como radicalmente distintas. Asi, la teoría marxista del
Estado llama la atención sobre el hecho de que el Estado sea una forma que
recubre las relaciones desiguales entre los hombres (en otras palabras, las luchas
de clases), un instrumento de la clase dominante que presenta sus intereses
particulares como generales, una expresión de la sociedad civil que refleja las
relaciones reales entre las clases; para Durkheim, al contrario, el Estado es el
órgano del pensamiento social, que organiza las funciones intelectuales de la
sociedad en vistas del bien común, orientando los asuntos públicos en función de
representaciones claras y reflexivas; para Weber, finalmente, la noción de Estado
está intrínsecamente ligada a la centralización de los medios de violencia y la
pretensión al monopolio de la fuerza física legítima por parte de un cuerpo
constituido de gobernantes, que ejercen su dominación sobre un territorio
determinado.
Nuestra perspectiva combina aspectos de ambos enfoques, organizando los
contenidos por “escuelas” que son casi contemporáneas aunque suponen ciertas
cronologías cortas: por ejemplo, el pasaje de Simmel a Schütz, o de Durkheim a
Mauss, o de Mead a Blumer. Pero las “escuelas” no deben ser confundidas con
espacios homogéneos y aislados de producción intelectual: hay divergencias entre
los diferentes autores y hay diálogo con otras tradiciones de pensamiento. A su vez,
la organización por “escuelas” es acompañada por una puesta de relieve de los
problemas conceptuales constitutivos que las caracterizan y los enfoques de
investigación que les son solidarios. Es decir, para cada escuela se reconocen ejes,
problemas, conceptos y enfoques investigativos relativamente comunes, que se
pretende inducir de los propios textos.

La teoría no es un fin en sí misma

Esta mirada acerca de la organización de los contenidos de la teoría sociológica va


acompañada por una idea clara del sentido último del aprendizaje de la teoría. En
efecto, la teoría sociológica no es un fin en sí mismo. El fin de la ciencia social es
comprender y/o explicar cómo funciona el mundo social, a través del estudio
riguroso y empírico de lo que allí sucede. La teoría es un instrumento fundamental
en esta tarea, pero no es una meta del conocimiento, ni un objeto en sí mismo. La
teoría debe ayudarnos a pensar mejor la realidad que nos rodea. Si no entendemos
esto, podemos caer en un teoricismo enciclopedista que considera a las teorías – y a
los libros en que se expresa – como objetos de contemplación, o “análisis”. Es decir,
trabajos sobre “el concepto de sistema en Parsons” o “la teoría de la personalidad en
Mead” que se agotan en sí mismos y, en muchos casos, no hacen más que
simplificar y resumir al autor del caso. Por más útil que eso pueda resultar de utilidad
en una etapa de la construcción de conocimiento, o en su transmisión escolar, no
puede ser la única tarea del sociólogo. Debemos evitar este tipo de relación con los
textos, las teorías, los autores, es decir, evitar el fetichismo teórico, las prácticas
enciclopedistas que paralizan la creación intelectual.
De allí se sigue que el estudio de las teorías sociológicas no debe ser abordado
como si se tratase de doctrinas filosóficas. Si bien es necesario conocer los
fundamentos filosóficos, los contextos históricos y la articulación conceptual de estas
teorías, no es en vistas de un tratamiento puramente erudito. En efecto, el uso crítico
de las teorías en el proceso de conocimiento sociológico requiere insistir sobre sus
modos de construcción, sobre las definiciones de los conceptos, su génesis
intelectual, pero también sobre la manera en que los autores movilizan sus
instrumentos teóricos para construir objetos de análisis y dar cuenta de la realidad
social. Nunca debemos olvidar que la teoría sociológica es un componente –
fundamental, claro está – en la práctica intelectual de nuestra disciplina. Su
aprendizaje forma parte de un plan de estudios en el que se ofrece una formación
integral para los futuros sociólogos. No tiene ningún sentido si no puede ser
integrada con las materias metodológicas, con las sociologías especiales, con las
investigaciones que realizarán en los seminarios. Deberá ser una herramienta
intelectual cuando, dentro de algunos años, los graduados ejerzan con rigor nuestra
profesión en ámbito universitario y científico, pero también en la consultoría, la
actuación política, la gestión pública, la actividad en una ONG o en la empresa
privada. En todos estos campos, con los matices que cada ámbito introduce,
podemos utilizar nuestra formación teórica para construir objetos de análisis y
proponer hipótesis interpretativas que vayan más allá del sentido común, que
permitan ver las cosas de otro modo.
En efecto, además de ser un sistema de conceptos articulados, toda teoría es un
programa de observación (lo que supone tomarse en serio la metáfora de la caja de
herramientas). Es decir, toda teoría contiene “mandatos” o “reglas” para la
construcción de objetos de análisis. En este sentido, no hay prácticamente autores
que hayan escrito solamente “teoría pura”. Las grandes contribuciones de los
autores clásicos son, salvo algunas excepciones, grandes obras de investigación
sociológica: El Suicidio y La Ética Protestante, por no señalar más que dos clásicos.
Pero esto se observa también en casi todos los textos de sociología que merecen la
pena. Y uno de los grandes desafíos de la formación del sociólogo es que aprenda a
reflexionar conceptualmente sobre problemas empíricos, y que a partir de la
observación de los hechos empíricos pueda abstraer problemas teóricos. En nuestro
caso, hemos seleccionado textos con proyecciones empíricas para las clases
prácticas: la intención es que allí se discutan rigurosamente esos materiales,
tratando de ver la articulación entre teorías y casos. Algunos de esos textos se
organizan en torno a dos cuestiones: la sociología de la música y de los músicos
(Schütz, Halbwachs, Becker); la sociología urbana en tanto capitulo de eso que
Durkheim llamaba la “morfología social” (Park, Halbwachs, Mauss). En otros casos,
como en los autores marxistas y funcionalistas, se trata de miradas más generales
sobre procesos sociales de vasto alcance. Esto viene en parte impuesto por el
propio estilo cognoscitivo que caracteriza a estas corrientes, más proclives a las
grandes visiones panorámicas que al registro minucioso de los detalles de la vida
social.
La centralidad de los clásicos

De esta concepción de la teoría se sigue un tipo particular de relación con los textos.
Cuando leemos hoy a Weber o a Simmel, no lo hacemos simplemente para
familiarizarnos con una obra del pasado, o para adquirir una erudición puramente
enciclopédica. Sus teorías de la acción social, sus análisis del sentido subjetivo que
los individuos le imputan a sus propios comportamientos o sus argumentaciones
acerca de la constitución de la sociedad a través del entrelazamiento de conductas
humanas conforman esquemas de pensamiento tan centrales como actuales de la
mirada sociológica. Los análisis weberianos sobre la racionalización de la religión,
sobre el funcionamiento de la burocracia o sobre la conformación de una ética
económica son tan ejemplares como los análisis simmelianos de la ciudad, el
secreto o la moda. Así, sus obras nos ofrecen instrumentos conceptuales, pero
también finas descripciones del mundo social, que se nos presentan como
herramientas para nuestra propia reflexión o como modelos para la construcción de
nuestros objetos de análisis. Lo mismo podría decirse de los estudios durkheimianos
sobre las representaciones colectivas, las investigaciones de los sociólogos de
Chicago sobre los procesos de desorganización y reorganización social, o las
hipótesis de inspiración marxista sobre la relación entre la lucha de clases y el
cambio social. En ningún caso se trata de piezas de museo: aun cuando la
transformación de la realidad social obligue a relativizar las respuestas ofrecidas por
estos autores, sus preguntas siguen siendo pertinentes. Nos ofrecen lentes con las
que podemos abordar críticamente el mundo que nos rodea.

Diversos autores, como Robert Nisbet y Jeffrey Alexander entre otros, han llamado
la atención sobre el hecho de que la sociología está permanentemente volviendo
hacia los clásicos. La relación que todo sociólogo tiene con los textos del pasado no
es meramente erudita, o revestida de un carácter enciclopédico, sino parte necesaria
de la elaboración teórica sistemática. Por lo tanto, la distinción entre historia del
pensamiento social y sistemática teórica carece de sentido.
Para los críticos de esta recurrencia, esto supone una mezcla injustificada de la
historia de la teoría sociológica y la sociología sistemática: el positivismo rechaza la
presencia de los clásicos desde una perspectiva naturalista, mientras que el
historicismo lo hace desde una perspectiva hermenéutica. Para los primeros, la
teoría no debe contaminarse con la historia de las doctrinas, sino conformarse con
codificar el conocimiento empírico y producir generalizaciones a partir de los hechos;
para los segundos, la historia de las doctrinas no debe contaminarse con nuestras
preocupaciones teóricas actuales. Alexander propone refutar ambas críticas y
reivindicar el lugar de los clásicos en una disciplina que no deja por ello de ser
científica.

Actividad 1. Una vez leído el artículo “La centralidad de los clásicos”, conteste
las siguientes preguntas:

1. ¿Qué razones esgrimen los positivistas y los historicistas para rechazar la


centralidad de los clásicos en las ciencias sociales?
2. ¿En qué consiste la critica post-positivista a la concepción positivista de la
ciencia? ¿En qué medida esta perspectiva permite comprender la centralidad
de los clásicos en nuestras disciplinas?
3. ¿Cuáles son las razones funcionales e intelectuales que explican la
centralidad de los clásicos?
4. ¿En qué sentido la lectura de los clásicos interviene en la producción actual
de teoría sociología? Reconozca los elementos de esta “reconstrucción
selectiva” en las disputas entre Talcott Parsons y sus críticos en torno a la
interpretación de la tradición clásica.
I. La Sociología Interpretativa y la Fenomenología Social

Por Silvana I. Lado, Federico Lorenc Valcarce y Cristian Peláez

Introducción

La sociología comprensiva, también conocida como sociología interpretativa, es una


corriente fuertemente arraigada en Alemania desde finales del siglo XIX. Tiene sus
orígenes en las obras de Simmel y Weber, proyectándose luego en la sociología
fenomenológica y en otras corrientes de las ciencias sociales que tienen vigencia
hasta nuestros días. El principal supuesto ontológico de esta corriente es que la
sociedad tiene como componente último a las acciones humanas provistas de
sentido y que los agregados sociales más complejos son el resultado del
entrelazamiento, siempre contingente, siempre precario, de esas acciones. Por lo
tanto, el sociólogo debe partir del estudio de lo que los actores hacen, de los motivos
que los mueven, de los fines que persiguen y del sentido que atribuyen a sus
comportamientos. La “comprensión” de las acciones humanas es el vértice del
método de la sociología interpretativa. El reconocimiento de esta particularidad del
objeto de la ciencia social aleja a los sociólogos interpretativos del paradigma de la
ciencia natural sobre el que se habían apoyado los sociólogos británicos y franceses
más conocidos, de Comte y Spencer a Durkheim. La sociología ya no es concebida
como una extensión de la ciencia natural a los hechos sociales, sino como un tipo de
conocimiento que tiene otros fundamentos y otros métodos, porque la naturaleza
misma de su objeto es radicalmente distinta: los individuos no son átomos, los
grupos no son células, las instituciones no son órganos, no hay leyes universales y
necesarias. Rompiendo con las visiones holistas dominantes en el pensamiento
social del siglo XIX, la sociología comprensiva rehabilita el lugar de la acción – y, por
lo tanto, del individuo que actúa, asigna sentido, persigue metas – en la producción
del orden social. Sin embargo, esta vuelta a la acción como componente último no
lleva a estos sociólogos a posiciones individualistas y voluntaristas, como las de los
filósofos contractualistas, los liberales del siglo XIX o los economistas neoclásicos.
Actuamos siempre en un mundo que ya está allí, preconstituido, un mundo que nos
ofrece conocimiento a la mano y recetas para la acción, al tiempo que limitan el
horizonte de nuestros comportamientos y pensamientos. La fenomenología de la
vida cotidiana ofrece aquí un complemento fundamental para la teoría sociológica de
la acción. La sociología del conocimiento es un corolario de esta problemática
“existencial”.

Unidad 1. La Sociología Interpretativa y la Fenomenología Social

Objetivos:
• Comprender los fundamentos de la sociología comprensiva y la construcción
del objeto de la sociología en tanto entrelazamiento de acciones humanas
provistas de sentido.
• Reconocer los aportes de la fenomenología a la sociología comprensiva, en
particular en su desarrollo de la teoría del sentido, la actitud natural y las
estructuras del mundo de la vida.

Contenidos:

1.1. Max Weber y la sociología comprensiva. La acción social como fundamento de


la sociedad. Comprender e interpretar el comportamiento humano.
1.2. Georg Simmel: del sentido de la acción social a las formas de socialización. La
vida y las formas.
1.3. Alfred Schütz: sociología interpretativa y fenomenología social. Vida cotidiana y
sentido común. Tipificaciones. Las estructuras del mundo social. Sociología del
conocimiento.

Bibliografía obligatoria:

ALEXANDER, Jeffrey C.: “La centralidad de los clásicos”, en Anthony Giddens,


Jonathan Turner y otros, comp., La teoría social, hoy, Madrid, Alianza, 1990, p. 22-
81.
1.1.
WEBER Max, Economía y sociedad: esbozo de sociología comprensiva, Madrid,
Fondo de Cultura Económica, 1992, capítulo 1: “Conceptos sociológicos
fundamentales”, p. 5-45.
1.2.
SIMMEL Georg, Sociología: estudios sobre las formas de socialización, Buenos Aires,
Espasa-Calpe Argentina, 1939, capítulo 1: “El problema de la sociología”, vol. 1, p. 9-
51.
SIMMEL Georg, Sociología: estudios sobre las formas de socialización, Buenos Aires,
Espasa-Calpe Argentina, 1939, capítulo 5: “El secreto y la sociedad secreta”, vol. 1, p.
331-392.
1.3.
SCHÜTZ Alfred, Estudios sobre teoría social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974,
capítulo 1: “El mundo social y la teoría de la acción social”, y capítulo 2: “Las
dimensiones del mundo social”, p. 17-69.
SCHÜTZ Alfred, Estudios sobre teoría social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974,
capítulo 7: “Don Quijote y el problema de la realidad”, p. 133-152.

Bibliografía complementaria:
1.2.
SIMMEL Georg, Sociología: estudios sobre las formas de socialización, Buenos Aires,
Espasa-Calpe Argentina, 1939, capítulo 9: “El espacio y la sociedad”, vol. 2, p. 207-
296.
1.3.
SCHÜTZ Alfred, El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974,
capítulo 9: “Sobre las realidades múltiples”, p. 197-238.
MANNHEIM Karl, Ideología y utopía: introducción a la sociología del conocimiento,
México, Fondo de Cultura Económica, 2004, capitulo 1.

Introducción a la sociología comprensiva de Max Weber


Por Silvana I. Lado

El sociólogo, jurista e historiador alemán Max Weber (Erfurt, 1864 – Múnich, 1920)
inaugura una nueva corriente sociológica apartándose de las tres vigentes hasta ese
momento: la positiva, la evolucionista y la marxista.
La sociología alemana se encontraba fuertemente influida por la tradición filosófica
del idealismo de Kant y Hegel, por lo que esta vinculación entre sociología y filosofía
se encontrará también en otros autores.
Entre los filósofos que han ejercido notable influencia sobre ciertos aspectos de la
sociología alemana en general y en el pensamiento de Weber en particular,
podemos citar a Wilhelm Dilthey. En su “Introducción al estudio las ciencias
humanas” (1883) rechaza la inclusión de la sociología dentro de la “ciencia de la
naturaleza” y la ubica entre las “ciencias del espíritu”. Las ciencias del espíritu, y por
lo tanto la sociología, no tendrían necesidad de conceptos abstractos pues su objeto
son los “estados vividos” que comprendemos intuitivamente sin necesidad de
explicarlos como lo hacen las ciencias de la naturaleza. Esta distinción vuelve a
aparecer en el neo-kantiano Heinrich Rickert, cuyo pensamiento influyó fuertemente
en Max Weber y que publicó en 1899 la obra “Ciencia natural y ciencia cultural”.
Finalmente, el filósofo existencialista Karl Jaspers, al mismo tiempo discípulo e
inspirador de Max Weber, opuso también las relaciones “comprensivas” que
nosotros captamos inmediatamente, y las relaciones de causalidad que pueden
desembocar en leyes, pero que no comprendemos verdaderamente. La sociología
comprensiva es la que trata, no ya de explicar causalmente por medio de leyes los
fenómenos sociales, sino de hacerlos comprensibles, mediante una especie de
intuición simpática que nos hace revivir los estados vividos en sociedad.
En su obra “Economía y sociedad” (1922), Max Weber define como “social” la
conducta en la que ‘la significación dada por uno o varios sujetos humanos está
relacionada con la conducta de otros, y cuyo desarrollo está orientado en ese
sentido”. La sociología será, pues, la ciencia que trata de comprender la acción
social, es decir, de captar no el sentido objetivo, sino el “sentido subjetivamente
pensado” por los que la realizan. Para ello, la sociología deberá construir tipos
ideales, conceptos elaborados haciendo abstracción de los caracteres que se juzgan
secundarios en un acto determinado. Estos tipos no corresponden rigurosamente a
la realidad empírica: son instrumentos lógicos que permiten destacar los rasgos
esenciales de la realidad social concreta.
Según Weber la realidad social como totalidad es inaprehensible. Por lo tanto el
investigador recorta un aspecto, un fragmento de esa realidad, de esa totalidad. La
realidad empírica, infinita, no puede ser abarcada en su totalidad por ninguna
ciencia. La ciencia es siempre una actividad de selección de hechos y construcción
de conceptos. Esta selección de un fragmento de la totalidad, el investigador la
realiza de acuerdo a sus intereses y valores (momento subjetivo del método
comprensivo), pero nunca es totalmente una valoración individual ya que el mismo
investigador lo realiza de acuerdo a los temas que tienen relevancia en el orden
cultural donde él está inmerso (porque comparte los mismos condicionamientos que
el resto de sus congéneres). Si lo social se manifiesta como un entramado de
relaciones encabalgadas y si el propósito de la sociología comprensiva es hacer
evidente la conexión de sentido que orienta los comportamientos de los individuos,
se nos presenta claramente la imposibilidad de abarcar la totalidad (es imposible
hacer evidente el sentido subjetivo, la orientación de los comportamientos en todas
las relaciones sociales y su multidireccionalidad).
La tarea del sociólogo consiste entonces, una vez recortado su objeto de estudio, en
organizar los hechos con vistas a una interpretación racional de las acciones de los
agentes sociales. Esta interpretación se hará gracias a la construcción de tipos
ideales forjados mediante la acumulación de los rasgos característicos de una
realidad histórica singular. Su teoría social trata de aprehender los elementos de la
realidad cultural excluyendo los juicios de valor del investigador (momento objetivo).
Weber define a la sociología como la “ciencia que pretende entender,
interpretándola, a la acción social, para de esa manera explicarla causalmente en su
desarrollo y efectos”. El objeto de la sociología es entonces la Acción social: toda
conducta humana referida a otros, a los demás, en la cual el actor menta un
contenido subjetivo. Toda acción con sentido es comprensible, y por lo tanto objeto
de investigación, el investigador debe conocer esta acción mediante la comprensión
del contenido subjetivo mentado por el actor. Esa comprensión debe ser
causalmente adecuada (también en la esfera de la significación), o sea que se
reitere siempre de la misma forma la secuencia de fenómenos. Entiende por relación
social a toda conducta humana con sentido subjetivo referido a otros en la cual se
espera un mínimo de reciprocidad, de respuesta, por lo tanto implica interacción.
Entonces el objetivo de la sociología weberiana es captar, comprender el sentido de
la acción social, conocer el sentido de la acción desde adentro. Comprensión de la
acción por sus motivos. La acción se vuelve adecuada en el sentido de la
significación cuando logramos hacer evidente el contenido subjetivo.
Como elemento metodológico (momento objetivo) emplea los tipos ideales o puros
que consisten en construcciones ideales de un fenómeno acentuando rasgos
característicos, como parámetros para ser confrontados con la realidad empírica
para ver en qué medida esa realidad se aproxima o se aleja del tipo ideal elaborado.
Los tipos puros no son ni verdaderos ni falsos sino más o menos útiles en la
investigación para la formulación de hipótesis y la construcción de analogías que
permitan luego realizar la imputación causal.
Se obtiene un tipo ideal acentuando unilateralmente uno o varios puntos
de vista y encadenando una multitud de fenómenos dados aisladamente,
difusos y separados, que se encuentran unas veces en gran número,
otras veces en pequeño número y, en algún punto, de ningún modo, que
se ordenan según los precedentes puntos de vista escogidos
unilateralmente, para formar un cuadro de pensamiento homogéneo. No
se encontrará en ninguna parte empíricamente tal cuadro en su pureza
conceptual: es una utopía. 1

El tipo ideal es un “esquema de interpretación”, una “utopía racional”, un “marco de


pensamiento”, diversas especificaciones que subrayan la distancia del concepto a lo
real, distancia que en cierto sentido es el fundamento mismo del tipo ideal. La
realidad concreta nunca resulta a imagen del tipo que la subsume: éste no tiene más
que un valor operativo.
Seleccionará los rasgos históricos y sociales que le parezcan importantes a partir de
su punto de vista, esto es, a partir del problema que se plantea y de la relación con
los valores que lo orienta. Por ello, se pondrán construir varios tipos ideales de una
misma serie de fenómenos. Los puntos de vista tienen una gran variabilidad.

Actividad 1. Luego de la lectura del Capítulo 1 de “Economía y Sociedad”,


conteste la siguiente guía de lectura:

1. ¿Qué entiende Weber por sociología? Desagregue la definición de sociología


y explique cada uno de los conceptos incluidos en ella. Reconstruya de esta
forma la metodología de Weber.
2. ¿Cuál es la diferencia entre acción y acción social? Defina acción social y
explique cuándo es social y cuándo no.
3. ¿Qué entiende Weber por comprensión y explicación? ¿Qué rol juega en esta
distinción el concepto de “motivo”?
4. ¿Para qué le sirve la comparación y cuando establece atribuciones causales?
5. ¿Cuándo una explicación es causalmente adecuada?
6. Diferencie la sociología comprensiva de la sociología organicista. ¿Qué
diferencia establece con las ciencias naturales y por lo tanto con la propuesta
de Durkheim?
7. ¿Qué diferencias establece con la historia y con la psicología?
8. ¿Cuáles son los tipos de acción social y cómo son caracterizados?
9. ¿Qué entiende por relación social?
10. ¿Cuándo existe un orden legítimo y qué es validez de ese orden?
11. ¿Cuáles son las características de la comunidad y cuáles las de la sociedad
(o asociación)? Identifique sus relaciones con los tipos de acción social.

1
Max Weber, Ensayos de metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1973, p. 79.
Georg Simmel y las formas puras de socialización 2
Por Silvana I. Lado y Federico Lorenc Valcarce

Georg Simmel (Berlín, 1858 – Estrasburgo, 1918) es considerado un autor “maldito”


de la sociología. Sin embargo, desde su posición poco reconocida en la academia
alemana, logró ser aceptado por la intelectualidad de la época y tuvo contactos
privilegiados con Émile Durkheim y René Worms (fundador de la primera revista
internacional de sociología), así como con Gabriel Tarde y con Marianne y Max
Weber. También con Rickert, Husserl, Rodin entre otros. Su influencia sobre la
primera generación de la Escuela de Chicago, en particular sobre Robert E. Park,
explica el interés de los primeros sociólogos norteamericanos en el estudio de las
interacciones cara a cara, los pequeños grupos y la ciudad como forma cultural
típica de la Modernidad. La teoría simmeliana de la Modernidad, que incluye también
un estudio sistemático de la economía monetaria, la tragedia de la cultura y la
cosificación de las sociedades modernas, tendrá una marcada influencia en autores
marxistas como Georg Lukács, Max Horkheimer y Theodor Adorno, proyectándose
luego hacia autores contemporáneos como Jürgen Habermas y Scott Lash, entre
otros.
Simmel propone una sociología formal o pura que procura describir, dentro del flujo
continuo de la vida social, las invariantes que en ella se ocultan y su objeto científico
son las acciones recíprocas entre individuos. Le interesan las invariantes
constitutivas de toda institución social, las disposiciones independientes de todo
contenido, a las que denomina formas de socialización. Es por eso el fundador del
formalismo en sociología. Desarrolla una concepción generalizada de la acción
recíproca.
Su obra distingue varios niveles de argumentación: un primer nivel epistemológico
sobre los modos de hacer ciencia y los modos de conocimiento; un segundo nivel en
el que analiza la actividad de investigación de la ciencia y el objeto de la mirada
sociológica (las formas de socialización como invariantes constitutivas de toda
institución social); y un tercer nivel en el que realiza interpretaciones del desarrollo
histórico de la vida social y las tendencias de la modernidad. En este último nivel
podemos incluir sus análisis sobre las grandes ciudades, en el que establece
relaciones entre la economía monetaria, el tiempo, el espacio, las nuevas relaciones
sociales y las técnicas de orientación y de presentación de los individuos, unos en
relación con los otros, que se desarrollan en las grandes ciudades.
La realidad, según Simmel, puede ser vista desde diferentes puntos de vista y por lo
tanto diferentes cortes y formalizaciones pueden ser aplicados, diferentes formas de
interpretar el mundo de acuerdo a diferentes formalizaciones, miradas y formas de
abordaje. En este sentido en Simmel encontramos lo que dice Poincaré y que citan
Bourdieu y otros: “el punto de vista crea al objeto”, el objeto científico se construye a
partir de la problematización que haga el investigador.
Simmel dice que la unidad formal bajo la cual el mundo social es constituido
caracteriza los diferentes campos disciplinares: no es la diferencia y el reparto de
objetos reales lo que establece el límite entre un campo disciplinar y el otro sino el
2
Una versión más completa puede verse en Silvana Inés Lado y Enrique Andriotti Romanín, La
Construcción Sociológica, Departamento de Sociología (Facultad de Humanidades-UNMdP), Mar del
Plata, Suárez-UNMdP, 2010.
recorte y la construcción, la diferente mirada que se aplique y la diferente forma de
establecer relaciones conceptuales entre problemas. Así dice Simmel que cada
disciplina recorta de la realidad caótica un fragmento para captarlo y tomarlo como
unidad (construida) que desde ese momento encuentra en sí misma su propio
sentido: por eso en cada campo encontramos la autoreferencia y la relativa
autonomía.
Los modos de relación de los individuos en la sociedad, la relación entre cultura
subjetiva y objetiva, son centrales en su concepción del desarrollo social. La vida se
expresa y al hacerlo, produce formas que tienden a distanciarse con el tiempo
respecto de las disposiciones y orientaciones o contenidos que le dieron origen. Por
eso Wattier dice que Simmel extiende al conjunto de la vida cultural el fetichismo que
Marx atribuía a la mercancía en el sistema capitalista.
El fetichismo no es más que un proceso más amplio de objetivación de las
disposiciones sociales de los individuos que se presentan en tensión con los
intereses particulares, con estas disposiciones individuales. Las disposiciones de los
individuos a asociarse en la esfera del trabajo generan ciertas misiones y
obligaciones que se sitúan como exteriores a los individuos y se depositan en la
cultura. Se objetiva la idea de asignarle valor al producto del trabajo humano. El
problema va a ser que este valor se instala en la cultura como algo objetivo y
termina contraponiéndose a la disposición de los individuos a apropiarse del
producto de su trabajo.
En las sociedades modernas, el individuo participa del sistema de relaciones
múltiples. De la afiliación dada por el azar del nacimiento se pasa a una afiliación por
elección de acuerdo a intereses. Esto no significa mayor independencia de los
grupos sino que la afiliación es voluntaria (por adquisición y asociación de intereses
diría Weber y no por adscripción como en los estamentos). Entonces es el lugar
predominante de intereses, deseos y necesidades de los miembros de un grupo.
En el mundo moderno la cultura y el conjunto total de sus diversos componentes
(incluida la economía monetaria) se expande y a medida que se expande, la
importancia del hombre particular decrece. Entonces a mayor sofisticación de la
tecnología industrial menor importancia tienen las capacidades y aptitudes del
trabajador (mayor control social), por lo que a mayor expansión de la cultura, mayor
insignificancia del individuo.
La modernidad exacerba fuertemente la pertenencia del individuo a múltiples grupos
entonces lo que va a potenciar también es la constitución de una cultura objetiva que
va a contraponerse cada vez más contra los intereses e ilusiones de tipo individual.
La tragedia de la cultura moderna es que en ella se sintetizan las disposiciones que
se elaboran a partir de formas que se objetivan, que entran cada vez más en tensión
con los intereses y la realización de las ilusiones individuales. La cultura tiende a
condensar procesos que se terminan independizando de las disposiciones que les
dieron origen.

Actividad 2. La lectura del capítulo 1 de “Sociología” de Simmel puede ser


orientado por las siguientes preguntas. Tras esa lectura, deberíamos estar en
condiciones de tener algunas respuestas a estas interrogaciones:
1. ¿En qué consiste el singular “punto de vista” que Simmel le imputa a la
perspectiva sociológica? ¿Cuál es, entonces, el objeto propio de la sociología
como ciencia del “hecho puro de la socialización”?
2. Partiendo de la idea de que “la sociedad existe allí donde varios individuos
entran en acción reciproca”, ¿qué dos significaciones del concepto de
sociedad distingue Simmel? ¿Qué significa que “no hay acción recíproca
absoluta, sino diversas clases de ellas, cuya aparición determina la existencia
de la sociedad, y que no son ni causa ni consecuencia de ésta, sino la propia
sociedad”?
3. ¿Cómo define Simmel al “contenido” y a la “forma” de la socialización? ¿Qué
quiere decir cuando afirma que las condiciones de la fecundidad analítica de
esta distinción están dadas por las diversas combinaciones de formas y
contenidos que se presentan en la realidad histórica?
4. ¿Qué posición toma Simmel en torno a la distinción entre la ciencia que
procura descubrir leyes y aquella que intenta comprender procesos
singulares? Determine el papel que juega en la perspectiva simmeliana la
formulación de los conceptos de manera “pura” y “abstracta”.
5. ¿Qué críticas realiza Simmel a la sociología que se ocupa fundamentalmente
de los grandes “órganos” y sistemas “macroscópicos”? ¿Cuál es la
significación de su propuesta de estudiar esas “síntesis poco extensas”, esos
“hilos delicados de las relaciones mínimas entre los hombres”?
6. ¿Cuáles son los tres fundamentos a priori de la sociedad que señala Simmel
en su digresión acerca de “cómo es posible la sociedad”?

Actividad 2 bis. En el capítulo 1, Simmel presenta su concepción de la ciencia


social y construye el objeto que corresponde a la sociología. Tras su lectura,
estamos en condiciones de observar el modo en que el propio autor utiliza
algunas de estas herramientas para el análisis de problemas o ejemplos
concretos. A tal fin, proponemos que pueda rastrearse esta utilización en el
capítulo sobre “El secreto y la sociedad secreta”:

7. ¿Cuáles son las características del conocimiento de los demás que nos
formamos en nuestra vida cotidiana? ¿Cuáles son los límites y los
rendimientos de este conocimiento?
8. ¿Qué elementos introducen la “mentira” y el “secreto” en las relaciones entre
las personas? Defina las ideas de confianza, asimetría del saber y grados de
conocimiento mutuo que propone Simmel.
9. ¿Cuál es el papel de la discreción en el mantenimiento de la distancia entre
las personas? ¿Qué consecuencias tienen la discreción, el honor y la
importancia sobre la preservación de la esfera íntima del individuo?
10. ¿Qué significa que entramos de manera más o menos intensa en una
relación? Ejemplifique con los casos extremos del matrimonio y la economía
monetaria.
11. ¿Cuáles son las condiciones sociales qué facilitan el secreto? Determine las
consecuencias sociales que Simmel asigna a la existencia de la forma
“secreto”.
12. ¿En qué sentido es el adorno lo opuesto del secreto? Defina las nociones
conexas de “aureola” y “estilo”.
13. ¿Cuáles son las propiedades sociológicas fundamentales de la sociedad
secreta? Identifique algunos de los ejemplos propuestos por Simmel e
introduzca en sus respuestas las nociones de confianza, protección,
organización consciente, cohesión y distinción.

Alfred Schütz, el encuentro entre sociología y fenomenología


Por Federico Lorenc Valcarce

En la primera etapa de su producción intelectual, Alfred Schütz (Viena, 1899 – New


York, 1959) se propone sintetizar las contribuciones de la sociología comprensiva de
Max Weber y Georg Simmel con la teoría del significado elaborada por el fundador
de la filosofía fenomenológica, Edmund Husserl y, en menor medida, el vitalismo del
filosofo francés Henri Bergson. La originalidad de la sociología fenomenológica
temprana de Schütz ha sido plasmada en su tesis doctoral de 1932, publicada como
libro con el título de “Der Sinnhafte Aufbau der Sozialen Welt” y editada en
castellano como “Fenomenología del mundo social”.
Allí, Schütz sostiene que el comportamiento humano provisto de sentido constituye
el punto de partida para el estudio del mundo social y que la tarea principal de la
sociología consiste en comprender la acción social. De este modo, repite la ya
conocida formula weberiana. Ahora bien, Schütz entiende que Weber no ha
explorado en profundidad el problema del sentido y que, además, existen ciertas
confusiones en su teoría.
En primer lugar, Weber no distingue entre el sentido subjetivo tal y como lo percibe
el actor, y el sentido que otros actores o un observador externo atribuyen a su
acción: para Schütz, el mundo social está constituido por diversas perspectivas y la
comprensión de la acción depende de la situación biográfica del sujeto que
comprende.
Por otra parte, Weber no percibe que el sentido introduce necesariamente una
dimensión temporal, es decir, que se trata de un tipo de relación que el individuo
establece retrospectivamente con sus propias vivencias. Para Schütz, sentido es
atribuir una unidad y un fundamento consciente a una serie de comportamientos que
hemos realizado, o que fantaseamos como si ya hubiésemos realizado.
Esto abre el camino a una tercera objeción, que consiste en reprochar a Weber el no
haber distinguido entre lo que Schütz llama “motivo-porque”, que constituye la razón
por la cual un individuo actúa, y el “motivo-para”, que representa el estado de cosas
que el agente procura realizar con su intervención en el mundo.
Finalmente, Schütz sostiene que la comprensión no es solamente un método de las
ciencias sociales, sino también una operación que todos realizamos en la vida
cotidiana: para actuar eficazmente en el mundo, debemos comprender a los otros y
a nosotros mismos. Así, el mundo social aparece como un ámbito ya interpretado
por los sujetos que lo habitan y los sociólogos no somos más que intérpretes de
segundo orden. Las “tipificaciones” que todos utilizamos en nuestra vida cotidiana
constituyen un instrumento práctico para la vida; los conceptos científicos
elaborados por el sociólogo también son “tipos”, pero tienen por fin el conocimiento
del mundo social y deben por ello adecuarse a una serie de postulados para la
construcción de tipos ideales.
A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, Alfred Schütz emigra a los Estados
Unidos y su formación intelectual se ve enriquecida por el descubrimiento del
pragmatismo de John Dewey y William James, así como por sus ramificaciones en la
sociología de William I. Thomas, Charles H. Cooley y George H. Mead. Nuestro
autor no abandona sus perspectivas básicas sobre la acción social y el problema del
significado tal como las había concebido bajo la influencia de Husserl y Weber. Pero
nuevos elementos vienen a complementar su mirada.
Así, por ejemplo, el mayor énfasis en la interacción cara a cara y el conocimiento de
sentido común, el análisis de las realidades múltiples en tanto sub-universos de
significado, la definición de la situación y la distribución social del conocimiento. Los
trabajos publicados por Schütz durante la segunda parte de su carrera han sido
compilados en los tres volúmenes de “Collected Papers”, publicados en castellano
bajo los títulos: “El problema de la realidad social” (Collected Papers 1), “Ensayos
sobre teoría social” (Collected Papers 2) y “Las estructuras del mundo social”
(Collected Papers 3).
Además de presentar elementos novedosos en el plano conceptual, esta etapa
encuentra a Schütz trabajando sobre las potenciales consecuencias analíticas de
sus teorías. Al igual que Simmel, no nos ofrece auténticas investigaciones empíricas
donde sus conceptos sean utilizados para la construcción de objetos de análisis,
sino más bien ensayos en los que la productividad de sus instrumentos teóricos se
muestra a través de ejemplos: así, vemos estudios sobre tipos personales como el
forastero, de acciones sociales como el regreso al hogar, de interacciones sociales
como la ejecución musical conjunta. También encontramos estudios de figuras
intelectuales como Santayana, compositores como Mozart y obras literarias como
Don Quijote.

Actividad 3. Hemos de leer los dos primeros capítulos del libro de “Ensayos
sobre teoría social”, que tratan acerca de la acción social y la estructura del
mundo social. Al leerlos, se deberá identificar las siguientes cuestiones y dar
una respuesta a lo que ellas plantean:

1. ¿Cómo plantea Schütz la tensión entre objetivismo y subjetivismo en la teoría


sociológica? Identifique las categorías analíticas vinculadas con cada uno de
estos puntos de vista.
2. ¿En qué consiste la diferencia entre conducta y acción? Determine el papel
que desempeñan en esta distinción los conceptos de proyecto, motivo-para y
motivo-porque.
3. ¿Cuál es la especificidad de la concepción científica del mundo social?
Identifique y defina los postulados que deben respetar los tipos ideales
elaborados por el sociólogo.
4. ¿Cuáles son las dimensiones del mundo social tal como emergen del
entrecruzamiento del tiempo y del espacio? ¿Qué diferencias plantean estas
estructuras en relación con el problema de la comprensión de la acción
social?
5. Caracterice la “orientación-tu” y la “relación cara a cara”, considerando la
manera en que comprendemos a nuestros “semejantes”.
6. ¿Cuál es el rol de las tipificaciones en la comprensión de mis
“contemporáneos”? ¿Qué variedades de “tipos” distingue Schütz en función
de su grado de anonimia?

Actividad 3 bis. Habiendo leído los dos ensayos de Schütz sobre la teoría de la
acción, se trata ahora de abordar un texto “aplicado”, que tiene por objeto la
manera en que Don Quijote de la Mancha construye su propia realidad social.
En ese trabajo, reaparecen algunas de las categorías teóricas ya presentadas,
junto con algunas que son introducidas aquí por primera vez:

7. ¿Cómo define Schütz la cuestión de las realidades múltiples? ¿En qué sentido
la realidad eminente de la vida cotidiana tiene preeminencia sobre los
diversos sub-universos finitos de sentido?
8. ¿Cuáles son los principales esquemas de interpretación de la realidad que
conviven en la obra de Cervantes? Considere especialmente el sub-universo
de la fantasía caballeresca de Don Quijote y el del sentido común de Sancho
Panza.
9. ¿Cómo caracteriza Schütz al universo de la vida cotidiana y qué entiende por
“acento de realidad”? Identifique el lugar de esta instancia de la vida en la
tragedia personal de Don Quijote.

Sobre Karl Mannheim y a propósito de “Ideología y Utopía”


Por Cristian Peláez

La vida y la obra más importante que produjo Karl Mannheim (Budapest, 1893 –
Londres, 1947) no se dejan someter fácilmente a las operaciones que implica el
comentario. Esta cuestión primera, que puede jugar de atenuante ante posibles
críticas que se levantarán contra estas líneas, no quieren ser más que una clara y
sincera advertencia a la hora de leer el presente texto, cuestión extensible a todo
trabajo que en cualquier tiempo y lugar intente simplificar en pocas líneas la vida de
un autor y domesticar la importancia y complejidad de un texto.
No obstante todas estas cuestiones (y fundamentalmente a pesar de ellas), a
continuación se exponen una serie de puntos sobre la vida de Karl Mannheim y a
propósito de su obra más importante: “Ideología y Utopía”. No me parece una
imprecisión o una hipérbole calificarlos de balbuceos.
Sólo para fijar un punto por el cual comenzar y con la única certeza de la relatividad
de este principio, podemos decir que Karl Mannheim nació un día del año 1893 y
que murió en otro día del año 1947. Siempre en un perpetuo exilio político (cuestión
que no dejará de incluir poderosamente en toda su producción científica) fue
profesor, consecutivamente, de las universidades de Budapest, Heidelberg,
Frankfurt y Londres.
Si bien no fue el mentor del término “sociología del conocimiento” (se ha podido
decir que se pelean por este privilegio Max Scheler y Wilhelm Jerusalem 3) nuestro
autor fue uno de los responsables para que comenzara a generalizarse su utilización
con la publicación en el año 1929 de “Ideología y Utopía” (Ideologie und Utopie),
texto proyectado y sostenido a partir de una crítica original a las ideas expuestas
oportunamente por Marx y Engels y de los desarrollos realizados por la corriente
fenomenológica.
Cercano al grupo de Georg Lukács cuando comenzó su carrera académica en
Budapest, estudió, luego de su primer exilio en Heidelberg, bajo la dirección de
Alfred Weber, de quien se iría paulatinamente distanciando a medida de que sus
diferencias intelectuales e ideológicas se fueran haciendo cada vez más evidentes.
Para nuestro autor, la tesis principal de la sociología del conocimiento es que hay
formas de pensamiento que no pueden comprenderse adecuadamente mientras sus
orígenes sociales permanezcan oscuros o velados. Sólo el individuo es capaz de
pensar, pero las ideas y sentimientos que lo mueven no pueden ser explicados
cabalmente sólo sobre la base de su propia experiencia vital.
Nuestro autor trata a las ideologías y las utopías como conceptos socio-psicológicos
colectivos fundamentales, que de alguna manera subyacen a la acción social.
A grandes rasgos podemos decir que las ideologías son construcciones
interpretativas que, consciente o inconscientemente, buscan justificar y estabilizar un
determinado orden social en beneficio de un grupo particular; su función reside en
ocultar la verdadera naturaleza de la desigualdad en una sociedad específica. Las
utopías son, en cambio, aquellas construcciones ideales que inspiran a la acción
colectiva de los grupos de oposición que intentan alcanzar una transformación
radical y total del mismo tipo de sociedad.
A partir de este punto de partida Mannheim distingue con un criterio sumamente
original y superando las discusiones bizantinas que eran moneda corriente en los
ámbitos del marxismo ortodoxo, las ideologías de las utopías.
Tradicionalmente se ha considerado a la utopía como un ideal que siendo a la vez
deseable es también, al propio tiempo, irrealizable. Pero el hecho de que toda utopía
se presente como una contraposición de imágenes entre una sociedad actual y una
más perfecta, pone en evidencia que el pensamiento utópico traduce un innegable
fondo de protesta: un anhelo y al mismo tiempo una expresa voluntad de reforma.
Puede afirmase entonces que toda utopía envuelve e implica una concepción
revolucionaria de la sociedad.
Es justamente en este aspecto donde se inserta y desarrolla el pensamiento de
Mannheim. Según nuestro autor, en todo orden social concreto y efectivo, resulta
posible diferenciar los sistemas de pensamiento y formas de experiencias
congruentes con ese orden y adecuados a él, de aquellas concepciones
incongruentes o inadecuadas. La ideología se muestra como una concepción
trascendente, inadecuada y deformante de una situación social concreta, que orienta

3
Cf. Salvador Cardús y Ros, “Notas para una lectura actualizada de Ideología y Utopía”, Revista
Española de Investigaciones Sociológicas, nº 62, abril-junio 1993, p. 124.
a la conducta en función de elementos que esa situación no contiene, pero que se
refiere exclusivamente a ella sin presuponer la destrucción del estado de cosas
existente ni su reemplazo por otro distinto. Mannheim se anima a afirmar que la
ideología es un orden de ideas que nunca consigue realizar los contenidos de la
actitud práctica que ella misma informa; pues aunque con frecuencia llega a
constituir una motivación bien intencionada en la conducta subjetiva del individuo, su
sentido es casi siempre falseado cuando es llevado a la práctica. 4 Distinto carácter
tiene para nuestro autor la utopía. Si bien ella constituye también, como la ideología,
una concepción trascendente y deformante de la realidad, difiere sustancialmente de
ésta en cuanto, informando el comportamiento humano, tiende a destruir, total o
parcialmente, mediante una actividad de oposición, un orden de vida históricamente
existente, transformándolo en una realidad histórica distinta, más congruente y
adecuada con sus propias concepciones. 5
Al comparar uno y otro tipo de pensamiento pudo expresar el propio Mannheim: “El
concepto de ideología refleja uno de los descubrimientos que han surgido del
conflicto político; es decir, que el pensamiento de los grupos dirigentes puede llegar
a estar tan profundamente ligado a una situación por sus mismos intereses, que ya
no sean capaces de ver ciertos hechos que harían vacilar su sentido de dominio.
Existe implícita en la palabra ideología la intelección de que, en determinadas
situaciones, el inconsciente colectivo de algunos grupos oscurece la situación real
de la sociedad para sí mismo y para otros; y, de este modo, la estabiliza.”
Más adelante prosigue nuestro autor: “el concepto de pensar utópico refleja el
descubrimiento opuesto de la lucha política; es decir, que ciertos grupos oprimidos,
están de modo intelectual, tan frecuentemente interesados en la destrucción y
transformación de determinada condición de la sociedad, que, sin saberlo, ven sólo
aquellos elementos de la situación que tienden a negarla (…) De ningún modo se
ocupan de lo que realmente existe; antes bien, intentan con su pensar cambiar la
situación existente. Su pensamiento jamás es un diagnóstico de la realidad; puede
ser usado solamente como para una guía para la acción. En la mentalidad utópica,
el inconsciente colectivo, guiado por una representación ardiente y por la voluntad
de la acción, oculta ciertos aspectos de la realidad. Vuelve la espalda a todo lo que
conmovería su creencia o paralizase su deseo de cambiar las cosas.” 6
Sostiene Mannheim que si bien desde el punto de vista de quienes ocupan el plano
social representativo del orden intelectual y político dominante, la utopía se muestra
en principio como un sistema de pensamiento irrealizable, esa irrealización es un
carácter aparente que a menudo se adscribe a la concepción utópica desde la
perspectiva parcial o incompleta de quienes la juzgan en el mismo centro y en el
mismo momento en que se produce un conflicto de ideas. Pero alguien que desde
un momento histórico posterior enjuiciara objetivamente ese conflicto, encontrará
que la realización de las concepciones utópicas es, en definitiva, el único criterio
adecuado para poder diferenciarlas de lo que fueron meras ideologías.
Así pues, las concepciones que con posterioridad no se realizaron y sólo resultaron
ser meras representaciones falsas de un orden social pasado o potencial, fueron

4
Karl Mannheim, Ideología y utopía: introducción a la sociología del conocimiento, Madrid, Aguilar,
1966, p. 264.
5
Karl Mannheim, op. cit, p. 260.
6
Karl Mannheim, op. cit, p. 89.
ideológicas, en tanto que aquellas que resultaron oportunamente realizadas en el
orden social subsiguiente, fueron utópicas. 7
Pese a la supuesta claridad teórica y el esfuerzo conceptual con que nuestro autor
expone su criterio de distinción en el texto comentado, que se exterioriza y traduce
en innumerables páginas dedicadas a este menester, la diferenciación no deja de
resultar a la postre oscura y confusa, como el propio Mannheim reconoce
implícitamente en su propio texto, al afirmar que en un caso determinado es una
tarea extremadamente difícil establecer concretamente qué es ideológico y qué es
utópico.

Actividad 4 (optativa). A partir de la lectura del capítulo 1 de “Ideología y


Utopía”, conteste las siguientes preguntas:

1. Exponga brevemente los desarrollos de Mannheim del concepto de ideología


y de utopía.
2. Aísle el pensamiento original del autor en relación a los conceptos referidos y
en especial compare con sus conocimientos previos la idea marxista de
utopía, los desarrollos “marxianos” con las ideas del propio Mannheim
expuesta en el material seleccionado.
3. Analice a partir del material suministrado el concepto de utopía en la obra de
Mannheim y compárelo con la idea vulgar que se tiene de este concepto.
4. ¿Qué significa el “pensar ideológico” y el “pensar utópico” para nuestro autor?
¿Cuál es la manera de diferenciarlos? ¿Cuál es el papel del intelectual en
este proceso?

7
Karl Mannheim, op. cit, p. 274.
II. La Escuela de Chicago y el Interaccionismo Simbólico

Por Silvana I. Lado y Federico Lorenc Valcarce

Introducción

La escuela de Chicago inaugura la primera página genuinamente americana de la


historia de la sociología. Alrededor de un grupo de profesores e investigadores del
Departamento de Sociología se desarrolla una empresa intelectual que tendrá
características que la diferencien de otras consideradas “clásicas” en el Viejo
Mundo. En primer lugar, se pone en funcionamiento una verdadera máquina
investigativa que produce conocimiento empírico de primera mano sobre una
sociedad que experimenta un profundo y veloz proceso de transformación. En
segundo lugar, se desarrolla una perspectiva teórico-metodológica – que hunde sus
raíces en la tradición del pragmatismo norteamericano y habrá de conocerse más
tarde como “interaccionismo simbólico” – que propone una concepción de la
persona, de la cultura y de la sociedad que no puede reducirse a ningunas de las
vertientes sociológicas europeas conocidas hasta ese momento. Este programa de
investigación y estos pilares teórico-metodológicos no son independientes de una
preocupación práctica que coloca a los sociólogos de Chicago en la avanzada del
reformismo social de su época, inaugurando un modelo de compromiso del
sociólogo que no se reduce ni a la intervención tecnocrática ni a la militancia política.

Unidad 2. La Escuela de Chicago y el Interaccionismo Simbólico

Objetivos:

• Comprender los fundamentos de la sociología interaccionista y de la


construcción de la persona en la relación con otros y con el mundo.
• Reconocer los lineamientos teóricos-metodológicos de la Escuela de Chicago
y su utilización en estudios empíricos ilustrativos de estos lineamientos.

Contenidos:

2.1. Los clásicos de la sociología americana: Charles H. Cooley, William I. Thomas y


Robert E. Park. Una sociología empírica y reformista. El grupo primario. La ciudad.
Organización y desorganización social. “El campesino polaco”: un ejemplo del
programa investigativo de la Escuela de Chicago.
2.2. George H. Mead y la psicología social. La construcción de la persona en la
interacción social. Espíritu, persona y sociedad. La sociedad como interacción
simbólica.
2.3. El interaccionismo simbólico: Herbert Blumer y Howard Becker. Interacciones
sociales y significados. Orden normativo y conductas desviadas. La construcción de
los problemas sociales. La identidad social y la interacción.

Bibliografía obligatoria:

2.1.
PARK Robert E., La ciudad y otros ensayos de ecología urbana, Barcelona,
Ediciones del Serbal, 1999, capítulo 1: “La ciudad. Sugerencias para la investigación
del comportamiento humano en el medio urbano”, p. 49-83.
THOMAS William, ZNANIECKI Florian, El campesino polaco en Europa y en
América, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2006, capítulo I:
Organización del grupo primario, p. 93-200.
2.2.
MEAD George Herbert, Espíritu, persona y sociedad: desde el punto de vista del
conductismo social, Paidós, Buenos Aires, 1972, Parte III: “La persona”, p. 167-248.
2.3.
BLUMER Herbert, El interaccionismo simbólico: perspectiva y método, Barcelona,
Hora, 1982, capítulo 1: “La posición metodológica del interaccionismo simbólico”, p.
1-44.
BECKER Howard, Los extraños: sociología de la desviación, Buenos Aires, Tiempo
Contemporáneo, 1971, capítulos 3 a 6.

Bibliografía complementaria:

2.1.
COOLEY Charles H., “El yo espejo”, Cuadernos de Información y Comunicación, n°
10, 2005, p. 13-26.
2.2.
JOAS Hans, “Interaccionismo simbólico”, en Anthony Giddens, Jonathan Turner y
otros, La teoría social, hoy, Madrid, Alianza, 1990, p. 112-154.
2.3.
GOFFMAN Erving, Estigma: la identidad deteriorada, Buenos Aires, Amorrortu,
1970.

La Escuela de Chicago: un programa investigativo

En Estados Unidos, al igual que en Europa, la sociología se abre un espacio como


disciplina tratando de dar respuesta a la nueva cuestión social. A los problemas
derivados de los procesos de industrialización y urbanización creciente, se suman en
este país la expansión de la frontera hacia el oeste y el triunfo en la Guerra de
Secesión del modelo de acumulación industrialista propiciado por el Norte.
Los primeros intentos de la sociología norteamericana estuvieron muy influenciados
por las ideas de Spencer y el darwinismo social. La sociología europea posterior a
Comte y Spencer no ingresa a los ámbitos académicos norteamericanos hasta bien
entrada la década del 30. Con excepción de Simmel, que se incorpora al debate
académico a través de Park, y una posible influencia de los cursos del profesor
Durkheim sobre el entonces estudiante polaco Florian Znaniecki, el resto de los
clásicos son ignorados en los primeros intentos sociológicos norteamericanos. En
términos generales, Durkheim y Weber son conocidos a partir de la reinterpretación
que hace Parsons de sus obras en 1937 y Marx recién hace su entrada de la mano
de los teóricos del conflicto en la década de 1960.
La ciudad de Chicago se construye en la avanzada hacia la frontera oeste y
rápidamente se transforma en una urbanización agrícola industrial. En 1871, un
incendio arrasa totalmente con la ciudad y su reconstrucción posibilita que se
empiecen a discutir propuestas de planeamiento urbano. En este contexto, los
sociólogos de Chicago estudian su propia ciudad sentando los antecedentes de los
estudios urbanos.
La Universidad de Chicago abre sus puertas en 1892 y en ese mismo año Albion
Small (Buckfield, 1834 – Chicago, 1926) funda el Departamento de Sociología. Si
bien la obra de Small no ha tenido trascendencia en los debates contemporáneos,
su papel ha sido central en la institucionalización de la sociología en Estados
Unidos. No sólo colabora en la publicación del primer Manual de Sociología en 1894
y crea el American Journal of Sociology en 1895, sino que logra darle un impulso al
Departamento de Sociología que llevó a que se convirtiera en el centro disciplinar
más importante de Estados Unidos hasta los años 30. En 1905, participa en la
fundación de la American Sociological Society, que sigue siendo la asociación
profesional predominante hasta nuestros días en Estados Unidos.
Desde sus inicios, el Departamento de Sociología presentó dos tendencias bien
definidas: una mirada más asociada a la filosofía social especulativa que teorizaba
sobre la sociedad humana y el progreso social; y un movimiento de investigación
social abocado a reunir datos sobre los aspectos indeseables de la sociedad
industrial en desarrollo. Ambas tendencias, influidas por la estrecha vinculación que
tenían muchos de los sociólogos del departamento con la religión o con círculos
filantrópicos, buscaban mejorar las condiciones de vida y corregir los efectos
negativos de la industrialización y la urbanización.

El campesino polaco: organización y desorganización social

La brecha entre ambas tendencias logra salvarse en la obra de William Isaac


Thomas (Virginia, 1863 – Berkeley, 1947). En 1918 aparece el primer volumen de El
campesino polaco en Europa y en América, firmado por William I. Thomas y Florian
Znaniecki (Świętniki, 1882 – Champaign, 1958), profesores del departamento de
sociología de la Universidad de Chicago. El trabajo ofrece una reconstrucción del
cambio drástico que se produce en la comunidad campesina polaca, tanto en el viejo
continente como en los grupos de inmigrantes que por ese entonces fluyen en gran
número hacia los Estados Unidos. Esta obra combina la necesidad de investigar
científicamente (empíricamente) las cuestiones sociológicas con la elaboración de
un cuerpo teórico y la incorporación de las técnicas de recolección de datos
utilizadas tradicionalmente por la etnografía en los estudios sociológicos. 8
El libro está organizado en cuatro partes. La primera de ellas ofrece una descripción
minuciosa del “grupo primario” formado por la comunidad campesina polaca. A partir
del análisis de la correspondencia epistolar entre familiares y amigos de uno y otro
lado del Atlántico, los autores describen las transformaciones de las relaciones
familiares y el significado del matrimonio, la aparición de una nueva mentalidad
económica que no se basa ya en la adquisición de la propiedad sino en el acceso a
puestos de trabajo bien remunerados y estables, el gusto por la instrucción y la
lectura. La segunda parte muestra el proceso de desorganización y la reorganización
de la vida social del campesino en Polonia: en un primer momento, la pérdida de
peso de las tradiciones, la familia y la religión, dan lugar a “una reducción de la
influencia de las reglas sociales de conducta existentes entre los miembros
individuales del grupo” (Thomas y Znaniecki, 2004 [1918]: 305); pero luego se
produce una recomposición de la vida social a partir de la influencia de la prensa, la
educación, las asociaciones cooperativas y la emergencia de un movimiento
nacionalista que se opone a la dominación rusa y alemana. La tercera parte aborda
la manera en que los inmigrantes polacos en Estados Unidos reorganizan su vida
social a partir de asociaciones, luego consolidadas bajo la forma de parroquias, en
las que logran constituir un medio social específico dentro de la sociedad americana.
Esta nueva organización social debe, sin embargo, enfrentar procesos de
desorganización generados por las presiones de la cultura norteamericana, en
particular, la socialización de las jóvenes generaciones en un marco individualista y
materialista, la pérdida de peso de las tradiciones de sus padres y abuelos, la
desmoralización que lleva al crimen. La cuarta parte reconstruye la historia de vida
de un inmigrante polaco en los Estados Unidos. Se trata de mostrar que la
reconstrucción biográfica es el mejor método para la comprensión de la vida social:
“debemos ponernos en la posición del sujeto que intenta encontrar su camino en
este mundo, y debemos recordar, sobre todo, que el entorno que le influye y al que
se adapta es su mundo, no el mundo objetivo de la ciencia: la naturaleza y la
sociedad son como él las ve y no como las ve el científico” (Thomas y Znaniecki,
2004 [1918]: 408). Encontramos aquí el mismo interés por la perspectiva de los
sujetos que veíamos en la sociología comprensiva. Pero, sobre todo, vemos que la
importancia atribuida a la interacción social y los significados que los sujetos
atribuyen a su situación abre ya las puertas a la formalización que conoceremos
como “interaccionismo simbólico”.

Actividad 1. Una vez leído el capítulo introductorio a “El campesino polaco en


Europa y en América”, resuelva los siguientes problemas:

1. En la introducción a su célebre trabajo, Thomas y Znaniecki sostienen que, en


el proceso de la evolución social, las formas tradicionales del control social de
la conducta ya no son suficientes para adaptarse a las nuevas condiciones.

8
Thomas es el primero en utilizar fuentes de datos diversas entre las que no dudó en incluir fuentes
biográficas (como documentos personales, cartas, material autobiográfico), archivos periodísticos,
documentos públicos, relatos de experiencias vividas y registros realizados por otros profesionales
(registros realizados por psiquiatras, trabajadores sociales y otros científicos sociales).
En efecto, muestran que en un primer momento los grupos humanos se
basaron en la autoridad (“ordenar y prohibir”) para lograr su organización y
estabilidad, mientras que más tarde recurrieron al conocimiento de sentido
común. El sentido común ofrece soluciones alternativas, fundadas en cierto
modo en los hechos, al problema de la organización de la conducta; pero los
autores consideran que el sentido común provee un conocimiento imperfecto
de la realidad social, por lo que es menester desarrollar una técnica racional
que debe basarse en la aplicación del método científico a los fenómenos
humanos. A partir de estas consideraciones, desarrolle brevemente cuáles
son las “falacias” del conocimiento sociológico de sentido común ¿En qué
sentido la sociología científica puede orientar racionalmente el cambio social?
2. Thomas y Znaniecki sostienen que la sociología debe ser una ciencia capaz
de dar cuenta racionalmente del funcionamiento de la vida social: ¿Cuál debe
ser para los autores el objeto de la sociología y con qué método debe
abordarse?
3. A partir del modo en que los autores plantean la relación entre el individuo y la
sociedad, entre los aspectos subjetivos y objetivos de la cultura:
a. Defina el concepto de “actitud”. ¿En qué consiste la diferencia entre la
psicología individual y la psicología social?
b. Defina el concepto de “valor social”. ¿Cómo distinguen los autores la
psicología social de la sociología?
c. Defina los conceptos de regla, institución y organización social.
d. ¿En qué sentido la sociología y la psicología social son los dos
elementos de una “teoría social”?
4. Para Thomas y Znaniecki, la teoría social debe buscar la explicación causal y
llegar a formular un “sistema de leyes del devenir social”. A partir de esta
idea:
a. ¿Cómo conciben los autores la explicación causal en la sociología?
b. Determine el lugar de los aspectos individuales y sociales en el
surgimiento de nuevas actitudes y nuevos valores sociales, ilustrando
con ejemplos de la investigación sobre el campesino polaco.
c. ¿Qué papel cumplen las excepciones en la determinación de las leyes?
Desarrolle la diferencia hay entre una ley general y una ley particular, e
ilustre con los ejemplos presentados por los autores.
d. ¿Cómo se establece la prueba de la validez de las leyes de la teoría
social?
5. ¿Cómo conciben los autores la situación práctica activa? Explique el papel
que desempeña la definición de la situación en la acción. Enumere los cuatros
deseos que constituyen las actitudes básicas de las personas.
6. ¿En qué se diferencian el método monográfico y el método de estudios de
problemas especiales? Enumere y defina brevemente los problemas
particulares que los autores extraen de su estudio sobre el campesino polaco.
7. A partir de la presentación de los resultados de la investigación, los autores
presentan una serie de descripciones que ilustran sus conceptos
fundamentales. Desarrolle brevemente los siguientes puntos:
a. La organización tradicional de la familia polaca.
b. Los formas de adaptación a las nuevas condiciones.
c. La organización tradicional de la economía y su crisis.
d. La organización de la economía individual y la búsqueda de la fortuna.
e. La organización de la economía cooperativa y su nueva moralidad.

Robert Park y la sociología urbana

Invitado por Thomas a incorporarse al departamento de sociología de Chicago,


Robert Ezra Park (Harveyville, 1864 – Nashville, 1944) era hasta entonces periodista
y como tal conocía bien las casas de juego, los fumaderos de opio, los prostíbulos y
otros rincones ocultos de la vida urbana. Como reportero de investigación rastrea las
causas del alcoholismo en la desintegración familiar y el desempleo e investiga la
fuente de una epidemia de tifus. Luego de estudiar durante dos años filosofía en
Harvard, viaja a Alemania donde toma cursos con Simmel. Se doctora en Heidelberg
en Psicología y Filosofía con una disertación sobre el comportamiento colectivo en la
que realiza una crítica al periodismo moderno identificándolo como uno de los
mecanismos de control social. Ya de regreso en Estados Unidos, colabora con la
Asociación de Reforma del Congo y luego trabaja como asesor de Boocker T.
Washington, uno de los políticos negros más importantes del momento. En la
fundación Tuskegee de B. Washington, realiza un estudio comparativo entre las
condiciones de vida de los negros del sur norteamericano y del campesinado
europeo. Es allí donde Thomas ha de encontrarlo en 1913: Park se incorpora al
departamento de sociología de la Universidad con 50 años de edad. Desde allí, su
trabajo continúa expresando su preocupación por las minorías combinada ahora con
sus estudios urbanos en los que comienza a considerar la ciudad de Chicago como
un laboratorio para las investigaciones sociológicas:

La ciudad y en particular la gran ciudad, en la que por todos lados las


relaciones humanas son probablemente impersonales y racionales,
regidas por el interés y el dinero, constituye en un sentido muy real un
laboratorio de investigación del conocimiento del comportamiento
colectivo.

Además de su programa de investigación, que va a orientar los trabajos de muchos


de los estudiantes de sociología y sociólogos del departamento, su importancia
radica en la incorporación de pensadores europeos en la sociología de Chicago
(Spengler y Simmel, entre otros). Su interés por el estudio de la acción y la
interacción y su formación como periodista lo llevan a insistir en el uso de la
observación participante en las investigaciones. Junto a Ernest Burgess escriben el
primer manual importante de sociología.
En La Ciudad (1915), Park logra articular el urbanismo a gran escala con
descripciones de los mínimos detalles. La ciudad era en la Historia Universal una
fuerza capaz de formar y liberar la naturaleza humana (idea que toma de Spengler).
Caracteriza a los barrios urbanos como mundos aislados o aglomeraciones
anónimas de individuos en movimiento y describe las zonas de vicio de acuerdo a
los usos que los individuos hacen de ellas. La organización social anterior basada en
el parentesco se destruye o modifica con la creciente división del trabajo en las
urbes, emergiendo entonces un nuevo tipo de hombre, racional y especializado, y
esta especialización da lugar a varios tipos de formas de vivir. En esa aglomeración
de individuos anónimos, lo que convierte al individuo en persona es el
reconocimiento de los otros. Los hombres luchan por preservar el respeto de sí y su
punto de vista, pero lo logran sólo ganándose el respeto y reconocimiento de los
otros. Es el otro, los otros, los que reconociéndolo, lo hacen persona y no individuo
anónimo. Pero en la ciudad, este reconocimiento se logra en relaciones
superficiales. La ciudad es descripta como un mosaico de pequeños mundos que se
tocan pero no se compenetran y los individuos pasan de un medio al otro, es decir,
de un mundo social con una forma moral determinada a otro mundo social con otra
forma moral.
Su alejamiento de Chicago (su interés por los problemas raciales lo llevan a dar
clases en la Universidad Fisk para negros), junto con la ida de Thomas, la muerte de
Mead y los embates desde otros centros académicos, hacen que Chicago pierda su
preeminencia en la sociología norteamericana a partir de los años 30.

Actividad 2. Una vez leído el capítulo “La Ciudad. Sugerencias para la


investigación del comportamiento humano en el medio urbano”, le
proponemos que rescate algunos ejes desarrollados por Robert E. Park en
esta introducción a su programa de investigación. Las siguientes preguntas
pueden ser consideradas una guía en la recuperación de los conceptos y la
reconstrucción de los ejes temáticos:

1. ¿Cómo conceptualiza Park la ciudad? ¿Qué fuerzas operan en la comunidad


urbana? A partir de las respuestas a estas cuestiones recupere el objeto de
estudio de la ecología humana, la metodología propuesta y los propósitos de
su programa de investigación.
2. Seleccione un párrafo del punto 1 “El plano de la ciudad y la organización
formal” en el que encuentre similitudes con el planteo de Simmel. Justifique
su selección.
3. Explique en sus palabras cómo, según Park, se produce el fenómeno de la
segregación espacial.
4. ¿Por qué el barrio se constituye en la base del control político? ¿Qué fuerzas
pueden operar en los barrios que atenten contra la estabilidad de la
población? ¿Qué entidades surgen para “elevar el tono moral de la población
segregada” y por qué le interesa su estudio? ¿Qué características particulares
asume el ghetto como vecindario segregado? ¿Qué es una región moral?
5. ¿Qué relación establece Park entre división del trabajo, especialización
creciente y tipos profesionales? Distinga y caracterice el tipo de solidaridad
propio de la sociedad basada en vínculos de parentesco y el tipo de
solidaridad que surge a partir de la división del trabajo y la especialización
creciente. ¿Qué relación establece con la movilidad social? ¿Dónde pueden
rastrearse los cambios en la organización industrial y en la distribución de la
población? Relacione con las formas de interacción predominantes (grupos
primarios/grupos secundarios).
6. ¿Por qué es importante el estudio del comportamiento colectivo? Establezca
la vinculación con el concepto de equilibrio inestable. ¿Cuándo comienza la
acción colectiva?
7. Relacione los conceptos de desintegración del orden moral, control social y
derecho. ¿A qué se debe la tendencia en el ámbito de la gestión urbana de
aumentar el poder ejecutivo a expensas del legislativo y qué mecanismos
creados o recreados en los partidos y organizaciones políticas identifica?
8. ¿Qué condiciones de atracción operan para que se produzca la movilización
(migración) de la población rural a las ciudades?
9. Finalmente, lea atentamente las preguntas que formula Park en cada acápite
e intente reunirlas en unas pocas preguntas que sinteticen los problemas de
investigación planteados.

El Interaccionismo Simbólico: persona, interacción, sociedad

Uno de los mayores legados de los sociólogos de Chicago ha sido la elaboración de


un corpus teórico original que posteriormente se conocerá como “interaccionismo
simbólico”. Esta corriente nace en la Universidad de Chicago durante los años 20 a
partir de la confluencia del pragmatismo filosófico de John Dewey, el conductismo
psicológico de John Watson y la sociología simmeliana. El interaccionismo simbólico
batalla en dos frentes, contra el reduccionismo psicologista y contra el determinismo
estructural, centrándose en las capacidades de los actores, la acción y la interacción
concebidas como procesos.
Los autores que se inscriben dentro del interaccionismo simbólico, más allá de las
diferencias que puedan plantearse al interior de esta corriente, consideran que el
hombre, a diferencia de los animales, tiene capacidad de pensamiento que se
modela en la interacción social. Es en la interacción social donde los hombres
aprenden los significados y los símbolos necesarios para el desarrollo de la
capacidad de pensamiento. Este universo simbólico aprendido en la interacción
permite a las personas actuar e interactuar y en esa acción e interacción las
personas son capaces de modificar o alterar los significados y símbolos que usan
basados en su interpretación de la situación. Esta posibilidad de introducir
modificaciones es posible debido a la capacidad humana de interactuar consigo
mismo y reflexionar sobre posibles cursos de acción para luego elegir alguno. Son
las pautas entretejidas de acción e interacción las que constituyen los grupos y las
sociedades.

Cooley, Mead y la formación de la persona


Dos de las figuras más importantes en los primeros años del interaccionismo
simbólico han sido Charles Horton Cooley (Ann Arbor, 1864 – Ann Arbor, 1929) y
George Herbert Mead (South Hadley, 1863 – Chicago, 1931).
Aunque no era docente del Departamento de Sociología de Chicago, las ideas de
Cooley, desarrolladas desde sus cursos en la Universidad de Michigan, eran afines a
lo que luego habría de llamarse interaccionismo simbólico. Al igual que Mead, recibe
influencias filosóficas del pragmatismo y del conductismo, y al igual que éste trata de
centrarse en los aspectos no observables del comportamiento humano. Le interesan
los aspectos socio-psicológicos de la vida social y por eso se preocupa por el
estudio de la conciencia – pero sin separarla del contexto social – la acción y la
interacción.
Uno de los aportes principales de Cooley es su concepto de “yo-espejo” o "self
especular”: las personas tienen conciencia y ésta se modela en la interacción social.
Es en el seno de los grupos primarios donde se desarrolla el ser social y el self
especular (conciencia de los demás y de sí mismo). Los grupos primarios son
grupos íntimos de relación cara a cara que vinculan al actor con el resto de la
sociedad (la familia, el grupo de pares). Lo que más se le ha cuestionado a Cooley
es su método de introspección simpática para analizar la conciencia.
Miembro de la misma generación que los fundadores de la Escuela de Chicago,
George Herbert Mead no formó parte del célebre Departamento de Sociología. Su
gran influencia sobre los sociólogos de Chicago fue ejercida desde su posición en el
Departamento de Filosofía y, en particular, desde su cátedra de psicología social.
Como gran parte de los pensadores de la escuela pragmatista (Charles S. Peirce,
John Dewey y William James), Mead se sitúa en el cruce entre la filosofía y la
ciencia. Destacado por sus trabajos en el dominio de la ética, la filosofía de la
historia y la filosofía de la ciencia, Mead nos interesa aquí por sus contribuciones a
la psicología social y, en particular, por dos ideas centrales para la corriente que
luego habría de denominarse “interaccionismo simbólico”: por un lado, que la
persona se forma en la interacción social; por otro lado, que su conducta es un
elemento parcial de un proceso general de actividad colectiva.
Mead caracteriza a su propia perspectiva como “conductismo social”, compartiendo
con los conductistas la idea de que deben observarse los aspectos externos y
visibles del comportamiento humano, aunque agregando que este comportamiento –
y la persona humana que lo realiza – es un aspecto indisociable del proceso general
más amplio que se produce por la interacción de los miembros de la sociedad. En
dicho marco, plantea la idea de que un individuo biológico se convierte en persona a
partir de que puede tomarse como objeto para sí mismo, es decir, a partir de una
operación reflexiva. El individuo “conversa” consigo mismo en un proceso de
comunicación entre dos aspectos de su persona. En los hechos, esta operación sólo
puede realizarse asumiendo el punto de vista de los otros y, por lo tanto, supone el
intercambio simbólico con otros. En este intercambio se reproduce el orden social, al
mismo tiempo que germina la posibilidad del cambio. Ambos procesos tienen su
fundamento y su expresión en las dos facetas de la persona humana: el “mi” y el
“yo”.
A partir de estas nociones generales, estamos en condiciones de abordar los
principales aspectos planteados en el pasaje que hemos seleccionado de la obra
póstuma de Mead, “Espíritu, persona y sociedad”.
Actividad 3. A partir de la lectura de la tercera parte de “Espíritu, persona y
sociedad”, debemos estar en condiciones de retener algunos conceptos
fundamentales de la psicología social de George H. Mead. He aquí algunas
preguntas que apuntan a su identificación:

14. ¿Qué es una persona y en qué se diferencia del mero organismo biológico?
Determine el papel de las nociones de reflexión, conversación consigo mismo
y significación.
15. A partir de la relación entre persona y proceso social, desarrolle las nociones
de “persona completa” y “personas elementales” propuestas por Mead.
16. ¿Cómo surge la persona según Mead? Considere el papel que allí
desempeñan el lenguaje, el juego y el deporte.
17. ¿Qué entiende Mead por “otro generalizado”? ¿Qué consecuencias directas
tiene esta instancia sobre el comportamiento de las personas y su actitud
hacia los problemas sociales?
18. Caracterice los conceptos de “yo” y “mi” propuestos por Mead. ¿Qué relación
tienen estas fases de la persona con lo que el autor denomina “control social”
y “cambio social”?

Herbert Blumer y el programa teórico-metodológico del Interaccionismo

En su juventud, Herbert Blumer (St. Louis, 1900 – Berkeley, 1987) fue estudiante y
discípulo de George H. Mead; más tarde, sería profesor y mentor de Howard Becker,
uno de los herederos de la tradición de Chicago (durante ambos periodos, fue
también jugador profesional de fútbol americano). A su pluma se debe el término
“interaccionismo simbólico”, con el que pretendía resumir la perspectiva teórico-
metodológica desarrollada en el Departamento de Sociología de Chicago y, sobre
todo, en la obra de Mead. También a él se debe la formulación sistemática de las
premisas de esta perspectiva sociológica típicamente norteamericana, que serviría
como punto de partida para el desarrollo de programas de investigación sumamente
fecundos en diversos campos de estudio.
Por otro lado, Blumer desarrolló él mismo una serie de trabajos que habrían de
contribuir singularmente a la sociología de los problemas públicos, en sintonía con
las investigaciones de Howard Becker y de otros autores como Joseph Gusfield,
quienes eran además animadores de la Society for the Study of Social Problems. En
dicha perspectiva, Blumer y estos otros autores utilizan las principales herramientas
del interaccionismo simbólico para analizar la manera en que la sociedad construye
definiciones acerca de los problemas que la afectan: esta perspectiva ha tenido
profundas influencias en la sociología de los movimientos sociales, sobre todo en
quienes tienden a resaltar la importancia de la acción colectiva en torno a ciertos
problemas para sensibilizar a la sociedad, a los medios y a las autoridades políticas;
en el mismo sentido, ha tenido gran impacto en el análisis de políticas públicas, en
particular sobre los estudios que abordan la construcción de la agenda pública y el
desarrollo de los debates en torno a las alternativas para abordar una determinada
cuestión. De esta manera, el interaccionismo simbólico trasciende la perspectiva
microsociológica que se le ha imputado con frecuencia, para ofrecer descripciones
globales del funcionamiento de la sociedad.

Actividad 4. A partir de la lectura del trabajo de Blumer sobre la posición


metodológica del interaccionismo simbólico, procuremos responder las
siguientes preguntas:

1. ¿Cuáles son las tres premisas del interaccionismo simbólico según Blumer?
Establezca la relación que esta perspectiva establece entre el significado, la
interacción social y el acto humano.
2. Enumere y caracterice las seis “imágenes radicales” que Blumer atribuye al
interaccionismo simbólico. Desarrolle los siguientes puntos fundamentales:
a. El uso de símbolos en la interacción social.
b. La definición y los tipos de objetos.
c. El desarrollo de la acción y la acción colectiva.

Aunque usted lo ha leído, no hemos de detenernos en la perspectiva del método


científico desarrollada por Blumer en la segunda parte de su artículo, que puede
enriquecer la comprensión general de su perspectiva y contribuir a las cuestiones
desarrolladas en la asignatura Teoría y Metodología de la Investigación Social.
Retomaremos el desarrollo de la perspectiva del autor a partir de la siguiente
sección y nos interesaremos en un aspecto específico del método propuesto por
Blumer:

3. ¿Cuáles son las cuatro consecuencias metodológicas que se siguen de la


perspectiva interaccionista? Señale sumariamente en qué medida esas
consecuencias se oponen a los enfoques dominantes en la sociología
norteamericana hacia mediados del siglo XX. Desarrolle especialmente los
dos puntos siguientes:
a. El agente como autor de su acción y la consideración de su punto de
vista por parte del sociólogo.
b. La aplicación de los principios del interaccionismo simbólico a las
grandes organizaciones sociales.

Howard S. Becker y el estudio de las conductas desviadas

Todavía con vida y en plena producción intelectual, Howard Becker (Chicago, 1928)
es uno de los últimos representantes directos de la Escuela de Chicago. La obra de
Howard Becker ha sido considerada como un modelo en diversos ámbitos de las
ciencias sociales. Por un lado, es una muestra sumamente viva de la tradición de
Chicago, tanto en sus aspectos teóricos como metodológicos: además de la
discusión sobre la formación de conceptos y modelos teóricos, Becker ha realizado
contribuciones notables en el dominio de la metodología de investigación de campo
y la escritura en ciencias sociales. Por otro lado, ha contribuido a distintas áreas de
investigación específica, sobre todo en el terreno de la criminología (con su
ampliamente citada “teoría del etiquetamiento”) y la sociología del arte.
Los trabajos de Becker expresan de manera ejemplar el enfoque teórico-
metodológico desarrollado en el seno de la Escuela de Chicago, integrando
preguntas abstractas de alcance general en investigaciones circunscriptas a casos
particulares. En dichos estudios, se analiza el comportamiento de los individuos en
función de sus interacciones con otros, las definiciones que ellos realizan de la
situación en que se hallan y la manera en que la conducta se adapta a los marcos
en que se desarrolla. Discípulo de Everett Hughes, Becker retoma gran parte de las
preocupaciones de aquél sobre las “carreras” en las distintas profesiones, la
constitución de culturas específicas en los grupos profesionales y la conformación de
prácticas laborales en la interacción con otras profesiones y con el público. Discípulo
también de Herbert Blumer, Becker logra en sus trabajos una fina articulación entre
problemas teóricos y análisis empíricos, mostrando la manera en que la definición y
la interpretación de los objetos desempeñan un papel central en la actividad
humana.
“Los extraños”, libro del que hemos extraído algunos capítulos para su lectura, es
uno de los clásicos de la sociología del siglo XX. Se trata de una obra en la que se
plantea el problema de la “desviación social” a partir del análisis de diversos
aspectos que contribuyen a la constitución de las conductas (socialmente definidas
como) desviadas. Para Becker, la desviación no es una característica del acto, sino
que surge de la relación entre ese acto y las reglas vigentes en un grupo o una
sociedad determinados. Por esa razón, el estudio del comportamiento desviado
requiere un análisis de las reglas que definen los criterios de normalidad, su génesis
y la manera en que son impuestas por ciertos grupos sociales. Una vez establecido
el carácter socialmente construido de estas reglas, es necesario describir y explicar
el apartamiento de las reglas que constituye la desviación.
En este punto, Becker propone un “modelo secuencial” del comportamiento desviado
que retoma la idea de carrera desarrollada inicialmente por Hughes (y también
utilizada por Erving Goffman en sus estudios sobre la desviación, sobre todo en sus
libros “Estigma” e “Internados”). Oponiéndose a los “análisis multivariados” que
deducen la conducta desviada de una serie de factores estructurales o
disposicionales, Becker desarrolla la idea de una carrera a través de la cual se van
originando los factores que han de producir el comportamiento desviado: una
situación favorable para una primera experiencia, el relajamiento de los mecanismos
de control social, una definición positiva del acto socialmente condenado y una
justificación de las propias normas frente a la sociedad general son algunos de los
aspectos analizados en las dos investigaciones de grupos desviados presentadas en
el libro (la que trata acerca de los fumadores de marihuana y la que explora el
mundo de los músicos de orquestas populares).

Actividad 5. La lectura de los capítulos 4 y 5 de “Los extraños” presenta un


análisis del mundo de los músicos profesionales de orquestas populares en
Estados Unidos en los años 50. En dicho estudio, basado en el trabajo de
campo que Becker pudo desarrollar en el marco de sus actividades como
pianista de esas orquestas, aparecen diversos problemas teóricos que nos
interesan particularmente en el desarrollo de nuestra asignatura:

1. ¿Qué definición del concepto de “cultura” retoma Becker y de qué manera lo


utiliza para el análisis de las concepciones y las conductas de los músicos
profesionales? Identifique la manera en que la noción de “interacción”
aparece en dicha caracterización.
2. Identifique los tres elementos de la cultura de los músicos profesionales en
tanto “grupo desviado” y la manera en que dichos elementos expresan su
rechazo de las convenciones de la sociedad general. Tenga en cuenta:
a. ¿Cómo clasifican a las personas y a sí mismos?
b. ¿Qué efectos tienen sus concepciones de la música sobre el tipo de
actividad que desarrollan?
c. ¿De qué maneras se aíslan los músicos de otros grupos sociales?
3. ¿De qué manera definen el éxito profesional los músicos de las orquestas
populares? Identifique los distintos niveles de la escala de prestigio.
4. ¿Cómo influyen las redes de contactos informales en el desarrollo de la
carrera de los músicos? ¿De qué manera el hecho de ser recomendado
influye sobre la seguridad laboral y el ascenso en la carrera?
5. ¿Cómo reaccionan los músicos frente a la tensión entre la autonomía del
artista y el éxito profesional? A partir de esta definición de la situación,
identifique las tres alternativas de conducta que siguen los individuos en el
desarrollo de sus carreras. ¿Qué rol juega allí la familia?
III. La Escuela Sociológica Francesa

Por Federico Lorenc Valcarce

Introducción

Ya sabemos que Émile Durkheim (Epinal, 1858 – París, 1917) fue el creador de una
perspectiva sociológica original que marca gran parte del desarrollo posterior de
nuestra disciplina a lo largo del siglo XX. Pero es menester destacar que nuestro
autor fue también el animador de una construcción institucional que constituye
todavía hoy un modelo: además de las diferentes cátedras de sociología y
pedagogía que ocupó en Burdeos y en París, Durkheim impulsó investigaciones que
fueron publicadas en la revista que coordinaba junto con sus colaboradores: L’Année
Sociologique. Marcel Mauss, Maurice Halbwachs, Celestin Bouglé, Henri Hubert,
François Simiand, Robert Hertz, Georges Davy y Paul Fauconnet, entre otros,
formaron un grupo que produjo una obra amplia y consistente, con numerosas
ramificaciones en diversas disciplinas. Mauss y Simiand son todavía hoy autores
clásicos en el dominio de los estudios sociales de la economía; Halbwachs es una
autor de referencia para quienes investigan la memoria colectiva, pero también para
quienes se interesan por las clases sociales. Aunque menos conocidos en nuestro
ámbito, Hubert es un autor de referencia en el estudio de la historia de las
civilizaciones y Hertz es crecientemente recuperado por los investigadores del
folklore europeo. Todos estos autores apuntalan, al mismo tiempo que prolongan, el
programa intelectual generalmente asociado a la figura de Durkheim: un programa
que sigue siendo de actualidad en el plano teórico y metodológico, no sólo por su
presencia en las currículas de todas las carreras de sociología del mundo, sino
también por sus periódicas recuperaciones por parte de los autores que llevan
adelante la discusión teórica en ciencias sociales. 9
En el curso de Introducción a la sociología, se ha tenido la ocasión de recorrer una
parte importante de la obra de Durkheim. Retomaremos dos elementos que resultan
particularmente relevantes para la comprensión de los contenidos de esta unidad de
nuestra propia asignatura: por un lado, la distinción entre hechos sociales
morfológicos y hechos sociales fisiológicos; por otro lado, los principios
metodológicos que orientan el abordaje por parte del sociólogo de hechos que se
presentan en sociedades primitivas o en sociedades del pasado.
En Las reglas del método sociológico (1895), Durkheim sostiene que los hechos
sociales constituyen el objeto de la sociología y los define como “modos de actuar,
de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y que están dotados de un poder de
coerción en virtud del cual se imponen”. 10 Es decir, son aquellos aspectos de
nuestra conducta, nuestros sentimientos o nuestros pensamientos que no podrían
existir si no perteneciésemos a un grupo social determinado. Es allí donde se
9
Valga como simple indicación la importancia de Durkheim y los durkheimianos en el trabajo teórico
de autores como Talcott Parsons, Claude Lévi-Strauss y Pierre Bourdieu, por citar sólo a los más
importantes.
10
Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias
sociales, Madrid, Alianza, 1988, p. 58.
originan diferencias de costumbres, representaciones y valores entre individuos que
son globalmente idénticos en sus características orgánico-psíquicas: lo social
introduce una diversidad que depende de la pertenencia diferencial a grupos
humanos.
Ahora bien, existe un tipo particular de hecho social, que se caracteriza por su grado
mayor de cristalización: es el “sustrato” material de la sociedad. Esta distinción
permite a Durkheim establecer una diferencia de grado, aunque no de naturaleza,
entre lo que él llama los hechos sociales fisiológicos – las modas, convenciones y
costumbres, los sistemas de creencias, las reglas del derecho, las prácticas
profesionales, religiosas o económicas – y los hechos sociales morfológicos – la
naturaleza y el número de las partes que constituyen la sociedad, el grado y tipo de
relación entre ellas, su distribución en el espacio, la forma de las viviendas y las vías
de comunicación.
Estos dos aspectos de la vida social abren el camino para dos líneas de
investigación que necesariamente han de ir vinculadas: gran parte de los trabajos de
la escuela durkheimiana ofrecen análisis de la relación entre la morfología de una
sociedad y sus representaciones – como es el caso de los trabajos sobre las formas
primitivas de clasificación o sobre las formas elementales de la vida religiosa, o el
análisis del efecto de las variaciones estacionales de la morfología de las
sociedades esquimales sobre su vida religiosa y jurídica. En ese sentido, ningún
estudio descuida ambas facetas de la constitución de la vida social. Por eso, el
hecho de que los textos de Mauss que hemos seleccionado aborden cuestiones
vinculadas con los hechos sociales “estructurales” – sobre todo la morfología, pero
también sobre los sistemas de intercambio económico – y los textos de Durkheim,
Hubert y Halbwachs traten de hechos sociales “representacionales”, no debe
hacernos olvidar que se trata simplemente de dos aspectos de la misma totalidad
social y dos dimensiones de todo análisis de inspiración durkheimiana.
El segundo punto que es menester abordar es más estrictamente metodológico.
Muchos han creído ver en los textos de Durkheim y sobre todo de Mauss una pura
antropología: los objetos empíricos a los que se refieren pertenecen efectivamente a
sociedades “primitivas” y, por lo tanto, su estudio no correspondería a la sociología.
Entender las cosas de este modo es desconocer la manera en que Durkheim y sus
colaboradores entendían a esta última. La sociología es una disciplina que estudia
los hechos sociales, intentando determinar su naturaleza y sus causas. 11 Así es
formulada esta premisa por el propio Durkheim en su presentación de una de las
ramas de la sociología:

La física de las costumbres y el derecho tiene por objeto el estudio de los


hechos morales y jurídicos. Estos hechos consisten en reglas de conducta
sancionada. El problema que se plantea la ciencia es investigar:
1° Cómo se han constituido históricamente estas reglas, es decir, cuáles
son las causas que las han suscitado y los fines útiles que cumplen.
2° La manera en que funcionan en la sociedad, es decir, el modo en que
son aplicadas por los individuos.
11
En ese sentido, los durkheimianos se interesan por los hechos sociales sin discriminar en función
del tipo de sociedad en que se presentan. Por otro lado, el presente es siempre prolongación de un
pasado que es necesario reconstruir.
En efecto, una cosa es preguntarse cómo se ha formado nuestra noción
actual de la propiedad y de dónde deriva, por consiguiente, que el robo
sea –según las condiciones fijadas por la ley– un crimen; otra cosa es
determinar cuáles son las condiciones que hacen que la regla que protege
el derecho de propiedad sea más o menos observada, es decir, cómo es
que las sociedades tienen más o menos ladrones (…) El problema de la
génesis y el problema del funcionamiento pertenecen a un mismo campo
de investigación. Por eso los instrumentos metodológicos que emplea la
física de las costumbres y el derecho son de dos tipos: por un lado, están
la historia y la etnografía comparadas que nos permiten acceder a la
génesis de la regla, que nos muestran sus elementos –elementos
inicialmente disociados que se han ido uniendo progresivamente–; en
segundo lugar, está la estadística comparada que permite medir el grado
de autoridad relativa del que está investida esta regla frente a las
conciencias individuales y descubrir las causas en función de las cuales
varía esta autoridad. Sin duda, no estamos actualmente en condiciones
de tratar cada problema moral desde ambos puntos de vista, porque no
contamos con la suficiente información estadística. Pero es importante
remarcar que una ciencia completa debe plantearse ambas cuestiones. 12

De esta manera, cuando el sociólogo aborda el estudio de la organización social en


los pueblos esquimales o en las tribus australianas, no lo hace con el ánimo de
reconstruir la forma de vida de esos grupos: se trata de buscar invariantes sociales a
partir del análisis de casos que permiten captar lo esencial de una institución
humana. Del mismo modo, cuando el sociólogo orienta su mirada hacia las
sociedades del pasado, no es con el ánimo de reconstruir los hechos tal como lo
hace el historiador, sino con la intención de encontrar observaciones empíricas que
permitan establecer una ley sociológica, o bien demostrar las causas que han
operado en el surgimiento y el desarrollo de una determinada institución. Por eso, el
estudio de Durkheim sobre la religión totémica australiana es un clásico de la
sociología de la religión, que pretende explicar la naturaleza de los hechos
religiosos, con independencia del terreno empírico en que se lleva adelante su
observación. Desde la perspectiva de la escuela durkheimiana, la sociología busca
descubrir las leyes que rigen el funcionamiento de la realidad social. En ese sentido,
todas las sociedades ofrecen un sucedáneo del laboratorio del científico natural, un
medio para poner en práctica un procedimiento cuasi-experimental a través del
método comparativo.

Unidad 3. La Escuela Sociológica Francesa

Objetivos:

12
Émile Durkheim, Lecciones de sociología: física de las costumbres y del derecho, Buenos
Aires/Madrid, Miño y Dávila, 2003, p. 65. Curso impartido entre 1890 y 1905, publicado en su versión
de 1900.
• Recuperar los elementos del análisis estructural durkheimiano en el estudio
de la morfología social y de las formas de intercambio.
• Reconocer la especificidad de la teoría durkheimiana de las representaciones
colectivas y su aporte a la comprensión de las categorías del entendimiento y
la memoria colectiva.

Contenidos:

3.1. El legado de Durkheim y los prolegómenos del estructuralismo francés.


Morfología social: el sustrato material de la vida social. Naturaleza, cantidad y
distribución espacial de las unidades sociales. Las variaciones estacionales de la
vida social. Prestaciones económicas y sistemas jurídicos: las formas primitivas del
intercambio. El hecho social total.

3.2. Las representaciones colectivas en la tradición durkheimiana. De la conciencia


colectiva a las formas primitivas de clasificación. El estudio sociológico de las
“categorías del entendimiento”: el tiempo y el espacio como construcciones sociales.
Representaciones sociales y organización social del tiempo. La religión. La memoria
colectiva.

Bibliografía obligatoria:

3.1.
MAUSS Marcel, “Ensayo sobre los dones: motivos y formas de intercambio en las
sociedades primitivas”, en Sociología y Antropología, Madrid, Tecnos, p.155-263.
MAUSS Marcel, BEAUCHAT Henri, “Ensayo sobre las variaciones estacionales en
las sociedades esquimales: un estudio de morfología social”, en Sociología y
Antropología, Madrid, Tecnos, p. 359-432.
3.2.
DURKHEIM Émile, Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Alianza,
2003, conclusión.
HALBWACHS Maurice, “La memoria colectiva entre los músicos”, La memoria
colectiva, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2010.

Bibliografía complementaria:

3.1.
HALBWACHS Maurice, Morfología social, México, América, 1944.
3.2.
DURKHEIM Émile y MAUSS Marcel, “Sobre algunas formas primitivas de
clasificación: contribución al estudio de las representaciones colectivas”, en Émile
Durkheim, Clasificaciones primitivas (y otros ensayos de antropología positiva),
Barcelona, Ariel, 1996, p. 23-103.
HUBERT Henri, “Estudio sumario sobre la representación del tiempo en la religión y
la magia”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n° 51, 1991, p. 177-
204.

Marcel Mauss: morfología social, economía y derecho

Marcel Mauss (Epinal, 1872 – Paris, 1950) es uno de los principales exponentes de
la escuela durkheimiana. La manera en que Mauss describe su propia actividad
intelectual releva hasta qué punto se trata de una verdadera “escuela”, un proyecto
colectivo de fundación de una ciencia empírica de lo social, que comparte una
perspectiva epistemológica y un conjunto de conceptos fundamentales, y busca
corroborarlos en diversos terrenos:

Es imposible separarme del trabajo de una escuela. Si existe alguna


individualidad aquí, se halla inmersa en un anonimato voluntario. Acaso lo
que caracterice mi carrera científica, quizás hoy todavía más que antes,
es el sentimiento de trabajar como parte de un grupo, y la convicción de
que la colaboración con otros es una fuerza que se opone al aislamiento y
a la pretendida búsqueda de originalidad.
Existen dos razones que explican mi comportamiento.
En primer lugar, una razón teórica. Como positivista, y creyendo sólo en
los hechos, me atrevo a mantener que las ciencias descriptivas, en el
caso de fenómenos que son complejos, han conseguido un grado de
certeza mayor que el de las ciencias teóricas. De esta manera, si yo
practico la ciencia teórica —y acaso razonablemente bien— creo que sólo
resultará de interés si, derivada de ciertos hechos, puede ésta ayudarnos
a observar los fenómenos, documentarlos y clasificarlos de diferentes
maneras. Y, por consiguiente, en tanto profundice la comprensión más
que la generalización, en cuanto se otorgue a sí misma contornos firmes y
en tanto se cargue con contenidos, en lugar de levantar vuelo hacia el
trazado de elaboradas construcciones a partir de hipótesis históricas o
ideas metafísicas. Pero este gran número de hechos sólo es posible
mediante la colaboración de numerosos especialistas. Privada como está
de la instancia del laboratorio, la sociología no carece, sin embargo, de
los medios para verificar sus hechos, dado que uno puede vincular sus
comparaciones con todos los fenómenos de la historia, tal como los
entienden los especialistas en cada una de sus ramas. Pero esta tarea,
para un solo individuo, es imposible. La única forma de que logre
resultados sólidos es que los estudiosos verifiquen mutuamente sus
respectivos trabajos, criticándose con severidad, y cada uno haciendo uso
de los hechos.
Segundo, por una razón fáctica. El progreso logrado por la sociología en
Francia durante los veinte años entre 1893 y 1914 hubiese resultado
imposible de no haber sido por un grupo que trabajó de manera
mancomunada. No formábamos una mera escuela de discípulos reunidos
ciegamente en torno a un maestro y a un filósofo. Desde ya, Durkheim
estaba repleto de ideas, y de vasto alcance. Pero lo que nos reunía
alrededor suyo era que lo considerábamos un estudioso cabal, que sus
métodos eran totalmente efectivos, que el espectro de su conocimiento
era vasto y que estaba escrupulosamente verificado. Los aspectos de su
mente que más nos seducían eran su cartesianismo, su búsqueda realista
y racionalista de los hechos, así como su habilidad para conocer y
aprehender los fenómenos en cuestión. Éstas fueron las cualidades que,
creo, he desarrollado consciente y concienzudamente en mí, en mis
colegas y en mis alumnos. Cada ciencia es producto del trabajo colectivo.
Hecha por individuos que participan juntos del mundo real, la ciencia
surge desde los hechos y las ideas que los individuos singulares llevan a
un mismo puerto. Y esto es lo que ha sucedido en nuestro esfuerzo por
crear la sociología. Necesitamos una enorme cantidad de datos y el
lenguaje preciso para documentarlos. Todo esto presupone un grupo y un
consenso acerca de ello. 13

Sobrino de Durkheim, Mauss colaboró estrechamente en muchos de las obras que


contribuyeron al renombre de su tío: fue artífice de gran parte del trabajo de archivo
y del procesamiento estadístico del material de El Suicidio (1897), así como autor
principal del célebre artículo Sobre algunas formas primitivas de clasificación (1901-
1902). Sin embargo, la propia reputación de Mauss está asociada a la idea del
“hecho social total”, ese complejo al mismo tiempo económico, jurídico, doméstico,
político, estético, morfológico, religioso y mágico que encontramos en las sociedades
“primitivas”.
A partir del estudio de esta mezcla de diversos aspectos en una misma institución,
Mauss insinúa una crítica a ciertas teorías clásicas acerca de la diferenciación de
esferas autónomas de valor o el surgimiento de ámbitos especializados de actividad
social. Aunque implícitamente, Mauss presenta sus dudas sobre la separación
radical entre economía y afectos, o entre economía y política, en nuestras propias
sociedades modernas. En este sentido, es precursor de gran parte de los trabajos
contemporáneos que los sociólogos económicos han propuesto para cuestionar la
idea de un mercado autorregulado, autónomo, separado de las relaciones sociales,
de los marcos simbólicos o de las estructuras políticas: los análisis acerca del
significado de la moneda o de la intromisión de aspectos no económicos en los
intercambios mercantiles constituyen líneas de investigación tributarios de los de
Mauss. En términos más generales, Claude Lévi-Strauss ha señalado el “carácter
revolucionario” del Ensayo sobre el don (1923-1924) insistiendo sobre la profunda
emoción que se siente al leer este texto: “un corazón batiente, la cabeza en

13
Marcel Mauss, "Un autorretrato intelectual", en Federico Bossert, Pablo Sendón y Diego Villar,
comp., De la función al significado: escritos de antropología social, Lima, Universidad nacional mayor
de San Marcos, 2001, p. 41.
ebullición y el espíritu invadido de una certeza todavía indefinida, pero imperiosa, de
quien asiste a un acontecimiento decisivo para la evolución científica”. 14
En otro sentido, su trabajo sobre las variaciones estacionales de la morfología de las
sociedades esquimales (1902) constituye tanto un modelo de investigación sobre
este tipo de objetos como una contribución al análisis de la relación entre el sustrato
material de un grupo y las formas de su vida religiosa y jurídica. De manera
ejemplar, muestra cuáles son los elementos a tener en cuenta para analizar el modo
de composición de una sociedad y demuestra con el uso del método comparativo –
en este caso, entre dos momentos de la misma sociedad – una hipótesis acerca del
efecto de los hechos morfológicos sobre los fisiológicos. En ese sentido, reafirma la
posición durkheimiana en torno a la naturaleza de la explicación sociológica:

Como los hechos de morfología social son de la misma naturaleza que los
fenómenos fisiológicos, deben explicarse según esta misma regla que
acabamos de enunciar. Sin embargo, de todo lo que hemos dicho hasta
ahora se sigue que desempeñan un papel preponderante en la vida
colectiva y, por consiguiente, en las explicaciones sociológicas. 15

En este sentido, los textos de Mauss expresan dos aspectos fundamentales de la


sociología durkheimiana, que tienden a condensarse en la cuestión del análisis de la
“estructura social”.

Actividad 1. A partir de la lectura del estudio de la morfología social de los


esquimales, responda las siguientes preguntas:

19. ¿Qué definición de la morfología social propone Mauss? Considere la manera


en que define el objeto de estudio en el caso particular del artículo aquí
considerado.
20. ¿Cuáles son los factores que le permiten a Mauss afirmar que los
“establecimientos” (o “asentamientos”) son la unidad básica de la sociedad
esquimal?
21. ¿Cuáles son las diferencias entre la morfología de invierno y la morfología de
verano? Considere en su respuesta la cuestión de la forma de la vivienda y la
composición del grupo doméstico que la habita en cada uno de los dos
momentos.
22. ¿Qué variaciones se dan en el plano de la vida religiosa? Detalle los rasgos
principales de la religión del invierno.
23. ¿Qué variaciones se producen en la vida jurídica de las sociedades
esquimales entre los dos momentos del año? Considere en su respuesta
tanto lo tocante al régimen de las personas como al régimen de las cosas.

14
Claude Lévi-Strauss, “Introducción a la obra de Marcel Mauss”, en Sociología y Antropología,
Madrid, Tecnos, p. 29.
15
Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico…, op. cit., p. 169.
24. ¿En qué sentido las variaciones estacionales expresan algo más que la mera
adaptación al movimiento de los animales que cazan los esquimales?
Introduzca en su respuesta las referencias a otras sociedades que se indican
en la conclusión del texto.
25. ¿Qué hipótesis formula Mauss sobre la relación entre el sustrato y las formas
de la vida social? Nombre los ejemplos que propone para ilustrar esta
hipótesis.

Actividad 2. A partir de la lectura del estudio sobre las formas del intercambio
en las sociedades primitivas, responda las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo define Mauss lo que propone llamar “hecho social total”?


2. ¿Cuáles son los rasgos comunes a los tres tipos de “prestaciones totales” que
el autor caracteriza en la introducción de su obra?
3. ¿En qué medida el elemento mágico y religioso aparece en los sistemas de
intercambio analizados? Considere especialmente la cuestión del hau y los
sacrificios que se hacen a los dioses.
4. Desarrolle la idea de la obligación de dar, recibir y devolver, característica
común de estas formas primitivas de cambio.
5. Explique la manera en que las nociones de honor y crédito (o plazo) aparecen
en el sistema de prestaciones totales agonístico conocido como potlatch.
6. ¿Cómo se establece en el derecho romano antiguo la separación entre los
derechos reales y los derechos personales? Determine su relación con el
surgimiento de la compra-venta y el desarrollo de los “mercados” en sentido
estricto.
7. ¿En qué medida la moral y la economía del don siguen presentes en nuestras
sociedades? Considere algunos de los ejemplos propuestos por Mauss.

Representaciones sociales, religión y memoria colectiva

El estudio de las representaciones colectivas es uno de los temas centrales de la


escuela durkheimiana. Ya conocemos la manera en que Durkheim aborda la
cuestión de la “conciencia colectiva” en su tesis doctoral sobre La división del trabajo
social (1893): “El conjunto de las creencias y los sentimientos comunes al término
medio de los miembros de una misma sociedad, constituye un sistema determinado
que tiene su vida propia, se le puede llamar conciencia colectiva o común". 16 Se
trata, pues, de maneras colectivas de pensar y de sentir comunes a los miembros de
un mismo grupo.
Hacia 1897, Durkheim reelabora la noción de conciencia colectiva y comienza a
hablar de “representaciones colectivas”, definiendo a estas últimas como “estados

16
Émile Durkheim, La división del trabajo social, Barcelona, Planeta-De Agostini, 1993, vol. 1, p. 104.
de la conciencia colectiva”. 17 Las representaciones colectivas – que lo son tanto en
su forma como en su contenido, es decir, son creencias colectivas sobre los propios
asuntos colectivos – son realidades sui generis que se forman a partir de la
asociación de los hombres pero que, una vez formadas, adquieren una lógica propia.
En este marco, Durkheim formula por primera vez una idea que habrá de retomar en
otras obras, la que afirma que las representaciones se autonomizan del sustrato que
les dio origen y que, por lo tanto, su visión de los hechos no debe confundirse con la
“concepción materialista de la historia”.
Ahora bien, la afirmación de que las representaciones colectivas juegan un papel
fundamental en la vida social y que expresan inicialmente el sustrato material para
volverse luego una realidad independiente, sintetiza la teoría sociológica
desarrollada por Durkheim durante la última década del siglo XIX. Pero de allí en
adelante, en parte gracias a la colaboración e influencia de Mauss, el propio
Durkheim comenzará a abordar las representaciones colectivas de un modo más
preciso y delimitado: su concepción de las formas primitivas de clasificación (1901-
1902) y su teoría sociológica de las categorías del entendimiento (1912) constituyen
dos capítulos fundamentales de la obra madura de Durkheim.
En el primer caso, se estudia la manera en que distintas sociedades clasifican los
objetos y las personas, mostrando que estas clasificaciones expresan el modo en
que la sociedad está organizada; una vez que la sociedad se clasifica a sí misma,
proyecta luego esta clasificación sobre los objetos del mundo, que están afectiva e
intelectualmente ligados con los individuos y los grupos que constituyen la
sociedad. 18
En el estudio de las formas elementales de la vida religiosa 19, Durkheim sostiene
que las categorías del entendimiento, y con ellas el pensamiento lógico y la ciencia
moderna, tienen su origen en el pensamiento religioso. En las sociedades primitivas,
la religión no ofrecía solamente prescripciones morales sino que también proveía a
los individuos sus principales conocimientos sobre el mundo: la explicación de los
hechos naturales y sociales en función de la actividad de los dioses o espíritus
ofrece un tipo de conocimiento que contribuye a organizar la experiencia y la acción.
Discutiendo la perspectiva racionalista de Kant y la perspectiva empirista de Hume,
Durkheim sostiene que las categorías del entendimiento no son innatas, pero
tampoco surgen de la experiencia individual, sino que tienen un origen social: son
los marcos generales del pensamiento compartidos por los miembros de una
sociedad. Esta teoría se apoya en una serie de pruebas empíricas, en las que
Durkheim muestra que el tiempo y el espacio, por ejemplo, son representados de
manera diferentes por distintas sociedades. Dice Durkheim sobre el tiempo:

Intentemos representarnos lo que sería la noción de tiempo si dejáramos


de lado los procedimientos a través de los cuales lo dividimos, lo
medimos, lo expresamos por medio de signos objetivos, un tiempo que no
sería una sucesión de años, meses, semanas, días, horas. Sería algo casi

17
Emile Durkheim, Las reglas…, op. cit., p. 43.
18
Émile Durkheim y Marcel Mauss, “Sobre algunas formas primitivas de clasificación: contribución al
estudio de las representaciones colectivas”, en Émile Durkheim, Clasificaciones primitivas (y otros
ensayos de antropología positiva), Barcelona, Ariel, 1996, p. 25-103.
19
Emile Durkheim, Les formes élémentaires de la vie religieuse : le système totémique en Australie,
Paris, Poche, 1991.
impensable. Sólo podemos concebir el tiempo distinguiendo momentos
diferentes. Ahora bien, ¿cuál es el origen de esta diferenciación? [...] La
observación establece que estos puntos de referencia indispensables con
relación a los cuales clasificamos temporalmente todas las cosas son
tomados de la vida social. Las divisiones en días, semanas, meses, años,
etc. corresponden a la periodicidad de los ritos, las fiestas, las ceremonias
públicas. Un calendario expresa el ritmo de la actividad colectiva al mismo
tiempo que tiene por función asegurar su regularidad. 20

Y más tarde agrega:

La convocatoria a una fiesta, a una caza, a una expedición militar, implica


que se fijen fechas convenidas y, por consiguiente, que se establezca un
tiempo común que todo el mundo concibe de la misma manera. 21

El mismo tipo de razonamiento vale para otras categorías, tales como espacio,
totalidad, causa, género, etc. Se trata de marcos intelectuales comunes que
expresan la uniformidad en las formas de representación de una sociedad, al mismo
tiempo que aseguran la posibilidad de que sus miembros actúen juntos.
En términos más generales, las maneras en que percibimos las cosas, el modo en
que organizamos nuestras experiencias, nuestra visión de nosotros mismos, se
apoyan sobre los puntos de vista de los grupos a los que pertenecemos. Las
nociones de tiempo y espacio son compartidas con otros. Pero también son
compartidas con otros ciertas ideas acerca de la belleza de un paisaje, el
conocimiento de la historia de una ciudad o el recuerdo de un acontecimiento o
vivencia. En este último caso, la “memoria” estará siempre compuesta por el
recuerdo que el grupo tenga del pasado, por representaciones colectivas de hechos
pretéritos: difícilmente podamos recordar solos, puesto que nuestra memoria
fisiológica carece de los recursos para ello; son nuestros amigos, familiares, colegas,
vecinos o compatriotas los que nos ayudarán a reconstruir el pasado, incluso el
pasado que cada uno de nosotros ha vivido.

Actividad 3. La lectura de la conclusión de “Las formas elementales de la vida


religiosa” (1912) debe permitir que se responda a una serie de preguntas
sencillas, que se entrelazan con lo que acabamos de desarrollar:

1. ¿Cómo define Durkheim a la religión? Explique en qué sentido la concepción


de la religión como sistema solidario de creencias y prácticas supone una
crítica de la visión intelectualista de la religión.
2. ¿En qué sentido la religión no puede ser ilusoria? Desarrolle la idea de que la
sociedad es el fundamento de la religión.

20
Ibidem, p. 54-55.
21
Ibidem, p. 734.
3. ¿En qué sentido la religión es el punto de partida para muchas de nuestras
instituciones sociales seculares? Explique la relación entre la religión y la
ciencia según Durkheim.
4. ¿Cómo define Durkheim a las categorías del entendimiento? Explique la
manera en que el autor trata específicamente las categorías de espacio y
tiempo.

Actividad 4. El texto de Halbwachs sobre la memoria colectiva entre los


músicos (1939) trata el problema de la rememoración común en el caso
particular de un grupo de hombres. En este caso, se trata de retener ciertas
cuestiones fundamentales:

1. ¿Qué diferencia existe entre las palabras y los sonidos en la manera que
tenemos de percibirlos y recordarlos?
2. ¿Cuál es el rol de los signos escritos (la partitura) en la conservación de la
memoria de las obras entre quienes saben leer música? Explicite el rol que el
grupo juega en la creación y la interpretación de estas convenciones.
3. ¿En qué sentido el ritmo no es algo presente en la naturaleza? Siendo un hecho
social, ¿qué diferencia hay entre el ritmo de la vida ordinaria y el ritmo del mundo
de los músicos?
4. ¿Con qué argumentos sostiene Halbwachs que no sólo la técnica de la música,
sino también los sentimientos e impresiones que los sonidos producen en
nosotros son sociales? Identifique los aspectos de la memoria de los músicos en
que se expresan estos dos elementos.
5. ¿Cuáles son las dos maneras fundamentales de apropiarse y apreciar la música?
En qué sentido una responde a la lógica interna del mundo de los músicos y la
otra se inscribe en otros aspectos de nuestra vida espiritual.
6. Dado que el objetivo principal del artículo es analizar el rol de los signos en la
memoria y que, por lo tanto, el caso de la memoria de los músicos y el lenguaje
musical son sólo ejemplos de una configuración más general, ¿en qué medida
existe un funcionamiento similar en otros grupos que utilizan otro lenguaje y
poseen otra memoria colectiva? Analice el caso de la Iglesia y el teatro como
medios sociales particulares. Señale en ese marco lo específico del lenguaje
musical.
IV. El Marxismo Hegeliano y la Teoría Crítica

Por Silvana I. Lado

Introducción

Diversas interpretaciones de los escritos de Marx y Engels han atribuido a su


pensamiento un determinismo de tipo económico. A pesar de intentos de Engels de
aclarar este aspecto (sobre todo en la correspondencia con otros intelectuales de la
época) y a pesar de que comprender la dialéctica implica justamente no quedarse en
esa interpretación economicista, es esa perspectiva del marxismo la que ha
permeado el ambiente intelectual europeo entre 1889 y 1914, coincidiendo con la
Segunda Internacional Socialista, y contra la cual han reaccionado tanto autores
dentro del mismo marxismo como quienes, inscriptos en otras corrientes, se
asentaron en esto para fundar sus crítica.
Dentro del propio marxismo, nuevas interpretaciones dieron lugar a otras lecturas de
la realidad sin perder de vista una dialéctica relacionada con la praxis política: una
dialéctica abierta y revolucionaria que no redujera la política, la cultura, las acciones
de los individuos y los colectivos a meros epifenómenos de la economía. La crítica
se centraba en la inacción que producía esta interpretación: ¿para qué movilizarse,
para qué actuar si las propias leyes inexorables de la historia (historia económica)
iban a llevar al derrumbe del capitalismo? En este marco y frente a esta
problematización de la realidad, algunos intelectuales volvieron a las raíces del
pensamiento marxista, e incorporando la dialéctica hegeliana intentaron superar la
oposición entre los aspectos subjetivos y objetivos de la vida social. El énfasis
puesto en recuperar los aspectos subjetivos sentaron las bases para el posterior
desarrollo de la Teoría Crítica. Ejemplo de esta reflexión orientada hacia las
posibilidades transformadoras de la acción humana es la respuesta de Lukács en
"¿Qué es marxismo ortodoxo?" frente a las posturas marxistas que ponían el acento
en las condiciones objetivas: si los hechos contradicen que ha llegado el momento
de la revolución, "peor para los hechos".
Entre los autores que se adentraron en este camino, nos centraremos en los aportes
de Georg Lukács y Antonio Gramsci. Algunos autores – como Perry Anderson y
Martin Jay – ubican a Gramsci y Lukács en el denominado Marxismo Occidental y en
un continuo con los posteriores desarrollos de la teoría crítica, como los primeros
intentos de trascender la distinción entre ciencia y ética en una dialéctica hegeliana
de conciencia de clase:

Los mejores tratamientos del Marxismo Occidental han tendido a trabajar


desde una pléyade de individuos. Así, Perry Anderson lista, en orden de
edad, Georg Lukács (n. 1885), Karl Korsch, Antonio Gramsci, Walter
Benjamin, Max Horkheimer, Galvano Della Volpe, Herbert Marcuse, Henri
Lefebvre, Theodor W. Adorno, Jean-Paul Sartre, Lucien Goldmann, Louis
Althusser, y Luciano Colletti (n. 1924). La frontera definicional fue,
primeramente, generacional. El Marxismo Occidental consistió en un
conjunto de teóricos madurando política y teóricamente sólo después de
la Primera Guerra Mundial, pero cuyas posiciones se consolidaron
después de la Segunda Guerra Mundial. Para Anderson, “la marca oculta
del Marxismo Occidental es la derrota”, una característica que es
inteligible sólo desde su, de algún modo especial, periodización. El
Marxismo Occidental también se contrasta con el trotskismo, del cual
Ernst Mandel es connotado como un contemporáneo teóricamente
eminente.
Martin Jay ve el Marxismo Occidental como “creado por un círculo
relajado que tomó su clave de Lukács y otros padres fundadores de la era
inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial. Antonio Gramsci,
Karl Kautsky y Ernst Bloch”. Después de Adorno, Benjamin, Horkheimer,
y Marcuse, él agrega a Leo Löwenthal (también de la Escuela de
Frankfurt) y a Maurice Merleau-Ponty, y señala que los siguientes “fueron
frecuentemente admitidos en sus filas: Berthol Brecht, Wilhelm Reich,
Erich Fromm, el Consejo de Comunistas en Holanda [Herman Gorter,
Anton Pannekoek y otros], el grupo Arguments en Francia [en los
cincuenta tardíos, Kostas Axelos, Edgar Morin y otros], y miembros de
segunda generación de la Escuela de Frankfurt como Jürgen Habermas y
Alfred Schmidt. Y aún otros como Alfred Sohn-Rethel, Leo Kofler, Franz
Jakubowsky, Claude Lefort y Cornelius Castoriadis.” Mientras señala que
el Marxismo Occidental había significado antes más bien Marxismo
Hegeliano, Jay básicamente acepta la definición más sociológica de
Anderson. 22

Al concebir el programa de la materia hemos adoptado esta visión que encuentra


una continuidad entre el denominado Marxismo Occidental y la Teoría Crítica o que
ubica a ésta última como una subdivisión de aquél. El término Marxismo Occidental
fue acuñado como construcción posterior a mediados de los 50 por Maurice
Merleau-Ponty 23 y en él incluía (y se incluía) una “pléyade de individuos” y obras
individuales que compartían un mismo “sentir intelectual” y que se inicia como
reacción de Europa Occidental a la Revolución de Octubre. Fundamentalmente
Merleau-Ponty indica el inicio de la corriente en “Historia y Conciencia de Clase” de
Lukács. Otro miembro considerado dentro de la primera generación de esta corriente
es Antonio Gramsci quien al analizar la Revolución de Octubre en su artículo “La
Revolución contra El Capital” 24 escribe: "La revolución de los bolcheviques se ha
materializado a partir de la ideología más que de los hechos... Esta es una
revolución contra El Capital de Karl Marx.”
En esta unidad trabajaremos sobre los intentos de reformulación del marxismo como
oposición a la cristalización del paradigma de la razón metódica y del discurso
hegemónico. Para ello tomaremos como antecedentes el marxismo de tipo
hegeliano presente en la obra de Gramsci y de Lukács para introducirnos en los

22
Goran Therborn, Dialécticas de la Modernidad: acerca de la Teoría Crítica y el Legado del
Marxismo del Siglo XX, Chicago y San Francisco, abril 1996 (http://www.geocities.com/
encuentroxxi/XXI_6/Dialectica_Modernidad.html).
23
En realidad la expresión la toma Merleau-Ponty de Karl Korsch quien con este término se refería
irónicamente a la crítica de la que él era objeto desde el marxismo soviético.
24
Artículo aparecido por primera vez el 24 de noviembre de 1917.
aportes de la Escuela de Frankfurt desde su formación en el Instituto de
Investigaciones Sociales.

Unidad 4. El Marxismo Hegeliano y la Teoría Crítica

Objetivos:

• Recuperar la perspectiva crítico-dialéctica de Lukács y el nuevo modelo de


marxismo.
• Comprender la propuesta epistemológica y metodológica de Gramsci como
oposición al discurso hegemónico y al paradigma iluminista.
• Introducir la crítica del iluminismo y la crítica de la cultura propuesta por la
Escuela de Frankfurt.

Contenidos:

4.1. Georg Lukács y el replanteo del marxismo. Apropiación crítica de Weber y


Simmel. La recuperación de la dialéctica contra el marxismo economicista. Crítica
ideológica y sociología.
4.2. Categorías fundamentales del pensamiento de Antonio Gramsci. El bloque
histórico. Propuesta epistemológica: la filosofía de la praxis. El concepto de
hegemonía como clave para la historicidad, la subjetividad y el cambio social.
4.3. La Escuela de Frankfurt. Critica de la razón iluminista. Capitalismo, alienación y
cultura. La critica cultural como reflexión sobre el sentido de la modernidad.
Reformulación de la relación entre teoría y praxis.

Bibliografía obligatoria:

4.1.
LUKÁCS Georg, Historia y consciencia de clase, México, Grijalbo, 1983, Prologo y
capítulos: “¿Qué es el marxismo ortodoxo?” y “Cosificación y conciencia de
proletariado” (Punto III: La posición del proletariado).
4.2.
GRAMSCI Antonio, “El príncipe moderno”, en Notas sobre Maquiavelo, sobre la
política y sobre el Estado moderno, Buenos Aires, Nueva Visión, 1998.
4.3.
ADORNO Theodor y HORKHEIMER Max, Dialéctica del iluminismo, Buenos Aires,
Sudamericana, 1969, “Prólogo” y “Concepto de Iluminismo”.
MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional: ensayo sobre la ideología de la
sociedad industrial avanzada, Editorial Joaquín Mortiz, México, 1968. Capítulo 1:
“Las nuevas formas de control”; capítulo 4: “El cierre del universo del discurso”.

Bibliografía complementaria:

JAY Martin, La imaginación dialéctica: historia de la escuela de Frankfurt y del


Instituto de investigación social, Madrid, Taurus, 1974. Selección de textos de
cátedra.
THERBORN Goran, Dialécticas de la Modernidad: acerca de la teoría crítica y el
legado del marxismo del Siglo XX, Chicago, abril 1996. En http://www.geocities.com/
encuentroxxi/XXI_6/Dialectica_Modernidad.html

El pensamiento de Georg Lukács

Interesado desde sus épocas de estudiante universitario en el pensamiento de


Dilthey y de Simmel, Georg Lukács (Budapest, 1885 – Budapest, 1971) comienza en
1906 a colaborar con la Sociedad Sociológica de Hungría. Al año siguiente conoce a
Simmel y se vuelve discípulo de él. En 1913 se encuentra con Max Weber con quien
traba amistad, pasando a formar parte del denominado “círculo weberiano”. Ha
establecido a lo largo de su vida vínculos con algunos de los principales intelectuales
del siglo veinte – además de los ya citados – con Thomas Mann, Ernst Bloch, Jean-
Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty y Lenin, entre otros. Su obra ha tenido influencia
sobre pensadores como Walter Benjamin, Peter Bürger o Fredric Jameson. La
originalidad de sus obras y su compromiso político han contribuido a mantener el
continuo debate sobre sus concepciones en los ambientes intelectuales.
Cuestiones como el método, las dialécticas sujeto-objeto y teoría-praxis, así como la
reincorporación de la esencia genérica de Marx son centrales en su producción
intelectual y son rescatadas en la relevancia que estos temas tienen para una
filosofía de la praxis. Entre sus obras se destacan: El alma y las formas, Teoría de la
novela, Historia y consciencia de clase, El joven Hegel y Ontología del ser social.
Sus principales aportes consisten en la vinculación que realiza entre el pensamiento
de Marx, Fichte, Hegel y Feuerbach para rastrear la génesis de la dialéctica en Marx
y relacionarla con una praxis política. Conmocionado por la amenaza de la Primera
Guerra Mundial se cuestiona la actitud contemplativa frente al desarrollo histórico.
Mirar el marxismo con anteojos hegelianos le permitió ver la unidad entre el
pensamiento y el ser.
En 1923 publica Historia y consciencia de clase, uno de sus escritos más polémicos
En esta obra retoma el concepto marxista de alienación en la relación hombre-
naturaleza. Es a través del trabajo – como apropiación consciente de la naturaleza
junto a otros hombres – que el hombre adquiere esa esencia genérica: el hombre es
un ser social porque produce en comunidad con otros hombres, pero a la vez porque
cada hombre contiene internalizada a la especie a través de su ser genérico
consciente. En la sociedad capitalista el hombre ha logrado dominar a la naturaleza
y es en esta sociedad donde el fenómeno de la alienación se presenta en una
segunda naturaleza que vuelve a la percepción del hombre extraña y violenta. La
alienación de la esencia genérica lleva directamente hacia una falsa oposición entre
individuo y sociedad, en la medida en que las relaciones entre uno y otra se dan a
partir de instituciones cosificadas (el Estado, la ley) que hacen a la percepción de la
realidad social como constituida por individuos yuxtapuestos conformando la
sociedad civil. Por eso Lukács opone la sociedad civil a la comunidad, como lugar de
desarrollo de un ethos colectivo posible sólo en la medida en que el hombre
recupere el ser genérico y perciba que la especie humana configura un ámbito que
le es propio. Esta relación se erige a partir de la mediación de la conciencia y la
realidad. Rescata de esta manera la dimensión subjetiva de la lucha de clases, el
humanismo marxista y la conciencia revolucionaria frente a las posiciones más
deterministas de las condiciones objetivas. Sólo es posible trascender el momento a
partir del despliegue del contenido histórico de la esperanza en la dialéctica teoría-
praxis. La obra es una propuesta para reflexionar acerca de las posibilidades de esa
comunidad, de la revolución y una exigencia de participar en su proceso de
construcción como premisa ético-política.
En esta obra Lukács pretende reconstruir la génesis de la conciencia del proletariado
presentando la génesis-estructura del proceso de trabajo-extrañador donde el obrero
se asimila al objeto producido expresando el mismo carácter fetichista que la
mercancía. Lukács ve en el fetichismo de la mercancía el momento determinante de
la totalidad misma del ser social por lo que la reificación se vuelve la categoría
universal que expresa el modo de ser de la sociedad capitalista y la actitud de los
hombres:

El carácter de fetiche de la mercancía no sólo ha transformado al sujeto


en cosa, sino que ha alterado también el proceso de civilización, el cual,
surgido como dominio sobre la naturaleza, conocía hasta la llegada del
capitalismo el predominio de las relaciones naturales en el enlace
orgánico con la naturaleza y en las formas del ser social. La reificación,
generada en el mismo proceso de trabajo dominado por la forma fetichista
de la mercancía, termina por subvertir, a su vez, la totalidad de la
sociedad burguesa. La cosificación gobierna la apariencia fenoménica
inmediata del mundo y de la conciencia. De aquí un modelo de análisis
que debe él mismo proceder a partir de la asunción del carácter, en cierto
sentido, originario de la forma fetichista de la mercancía que, mediante la
reificación impuesta por ella al proceso de trabajo y al sujeto productor,
envuelve el todo social como forma fenoménica de la sociedad capitalista.
La totalidad social se halla por completo parcializada y el sujeto no es ya
capaz de interactuar con el complejo social en su conjunto, sino sólo con
la parte de él con la que sucesivamente se enfrenta. La totalidad se
extravía y la interacción sujeto-objeto no sucede directamente, sino que
es mediada por el carácter fetichista de la mercancía. Los esquemas
adoptados en el proceso de producción industrial terminan por extenderse
hacia el todo social. El elemento dominante en el proceso de trabajo no es
ya la relación sujeto-objeto, que ha sido seccionada en operaciones
parciales particulares, sino la segmentación de tal relación. El sujeto
interactúa así con el proceso productivo segmentado, impuesto por el
carácter reificante del fetichismo de la mercancía, y no ya con el objeto.
La segmentación llega a ser un modo de vida, y no sólo de producción, de
ese mismo ser social. Dado que ésta se instaura en el proceso de trabajo
con el fin de aumentar la producción y producir, en consecuencia, más
mercancías, el mismo carácter fetichista de la mercancía se transforma no
sólo en el factor dominante de la producción, sino también en el elemento
con el cual el sujeto interactúa. El fetichismo de la mercancía se convierte
en la sociedad capitalista en factor dominante porque toda la sociedad
padece el dominio del momento avasallante de la economía. La totalidad
social se aparece ante el sujeto-trabajador bajo el velo del fetiche de la
mercancía. 25

En la sociedad capitalista los hombres perciben las mercancías por ellos producidas
y el mercado creado para éstas con una existencia objetiva e independiente de su
voluntad. Así el fetichismo de la mercancía concebido por Marx se vuelve el
fundamento del concepto de reificación de Lukács. El concepto de reificación es uno
de los conceptos centrales en el pensamiento de Lukács: con él extiende el alcance
del fetichismo a todos los sectores de la sociedad capitalista (el estado, el derecho,
la cultura, etc.). Los hombres llegan a creer que las estructuras sociales tienen vida
propia, como fenómeno natural ajeno a sí mismo, y que está sujeto a sus leyes
inexorables.
El otro concepto central es el de conciencia de clase. La conciencia de clase como
sistema de creencias que comparten los que ocupan la misma posición de clase en
la sociedad, es una propiedad de los agentes sociales. En el pensamiento de Lukács
hay una homología entre posición en el sistema productivo, conciencia de clase y
pensamientos psicológicos de los agentes sobre sus propias vidas. La falsa
conciencia es una “inconsciencia” condicionada por la propia condición económica y
sociohistórica y no tiene nada de arbitrario. En las sociedades precapitalistas era
muy improbable que alguna clase pudiera superar esa inconsciencia dado que no
había ninguna posición desde la cual se hiciera evidente la base económica de
todas las relaciones sociales. En el capitalismo la base económica se hace más
evidente y aunque las personas no puedan percibirlo claramente pueden sentir sus
efectos y llega un momento en que éstos se hacen conscientes. En ese momento la
sociedad se transforma en un escenario de lucha ideológica entre quienes pretenden
seguir ocultando la explotación y la sociedad de clase y quienes desean develar la
sociedad de clases. Es sólo el proletariado el que puede desarrollar una verdadera
conciencia de clase, ser agente creador de su propio destino y transformador del
sistema capitalista. Lukács recupera la relación dialéctica entre estructura
económica y sistema de creencias, pensamiento individual y acción, teoría y práctica
en una concepción dialéctica abierta y revolucionaria.

Actividad 1. A partir de la lectura de los capítulos de “Historia y Conciencia de


clase”, le proponemos que intente responder y comprender las siguientes
cuestiones:

25
Antonio Ianfranca, “Fenomenología y ontología en el marxismo de Lukács: de la Ontología del ser
social a Historia y conciencia de clase”, en Revista Herramienta, 2004. Disponible en
http://www.herramienta.com.ar.
1. Analice el siguiente párrafo del capítulo “¿Qué es la ortodoxia marxista?” y
explique los argumentos que llevan a Lukács a realizar tal afirmación.
Suponiendo – aunque no admitiendo – que la investigación reciente
hubiera probado indiscutiblemente la falsedad material de todas las
proposiciones sueltas de Marx, todo marxista “ortodoxo” serio podría
reconocer sin reservas todos esos nuevos resultados y rechazar sin
excepción todos las tesis sueltas de Marx, sin tener en cambio que
abandonar ni por un minuto su ortodoxia marxista. Así pues,
marxismo ortodoxo no significa reconocimiento acrítico de los
resultados de la investigación marxiana, ni “fe” en tal o cual tesis, ni
interpretación de una escritura “sagrada”. En cuestiones de
marxismo, la ortodoxia se refiere exclusivamente al método. Esa
ortodoxia es la convicción científica de que en el marxismo dialéctico
se ha descubierto el método de investigación correcto, que el
método no puede continuarse, ampliarse ni profundizarse más que
en el sentido de sus fundadores. Y que, en cambio, todos los
intentos de “superarlo” o de “corregirlo” han conducido y conducen
necesariamente a su deformación superficial, a la trivialidad, al
eclecticismo.
2. ¿Cuál es la crítica que le realiza al positivismo?
3. ¿Cómo recupera la totalidad? ¿Qué críticas realiza a las diferentes formas de
pensar la historia?
4. ¿Cómo describe el proceso de conocimiento del proletariado?

Antonio Gramsci, pensamiento para el mañana, para siempre

Antonio Gramsci (Ales, 1891 – Roma, 1937) nace en Cerdeña, isla administrada
desde Turín (Italia). Su infancia fue difícil (debe abandonar sus estudios para
trabajar cuando su padre es apresado, tiene problemas de salud) sin embargo fue
un estudiante destacado en la primaria y en la secundaria cuando pudo retomar sus
estudios. Gracias a la obtención de una beca de estudios ingresa en la Universidad
de Turín, pero debe abandonar los estudios por falta de recursos y problemas de
salud. Durante la Primera Guerra Mundial comienza su participación política en el
sindicato de la Confederación General del Trabajo en Turín y en el partido socialista.
Su trabajo como periodista y crítico de cine lo lleva a crear dos periódicos con el
objetivo de educar a la nueva clase obrera: el Ordine Nuevo y Unità. Turín era uno
de los centros industriales más importantes de Italia y Gramsci desde su tribuna
periodística abordaba la relación entra la organización científica del trabajo
(taylorismo y fordismo) y la organización científica de la educación y la formación
polemizando con los filósofos idealistas Croce y Gentile. Este último, como
Secretario de Educación del nuevo gobierno fascista, reforma en 1923 el sistema
escolar italiano separando la educación destinada a la preparación técnica y
profesional (para el trabajo), y la preparación cultural y científica para el desarrollo
"espiritual" y como preparación destinada a la dirección política del país. Gramsci no
estaba de acuerdo con la presunción idealista de la independencia de la vida
intelectual y cultural respecto de los condicionamientos económicos y políticos. Para
Gramsci, la distinción entre trabajo intelectual y manual es ideológica: aún en el
trabajo manual más mecánico hay un proceso intelectual por lo que consideraba que
no había separación entre el homo faber y el homo sapiens.
La Revolución Soviética de 1917 concentró la atención de los partidos socialistas
europeos y de los movimientos obreros. Gramsci escribe el ensayo “La Revolución
contra El Capital”, en la que elogiaba la “resurrección de la voluntad política contra el
determinismo económico de los que reducen el marxismo a las leyes históricas de la
obra más conocida de Marx”. Contra el determinismo de la vulgata marxista opinaba
que las masas debían actuar y llevar adelante la revolución social, para lo cual no
alcanzaba con los factores estructurales sino que debían desarrollar una ideología
revolucionaria. En este punto es central el papel de los intelectuales: como
generadores de ideas que luego se divulgan y son llevadas a la práctica por los
grupos sociales casi como un acto de fe.
En Italia, como en otros países, el posicionamiento dentro de las agrupaciones
socialistas osciló luego de la revolución soviética entre el reformismo y el
comunismo. Pero en Italia el partido socialista no sólo se dividió entre estas dos
facciones sino que dentro de los reformistas y nacionalistas que pasaron a formar
parte de la sección populista del partido fascista. En 1926, el gobierno fascista de
Mussolini disuelve el parlamento italiano y las organizaciones de la oposición,
prohíbe las publicaciones contrarias al gobierno y realiza una serie de detenciones
masivas. Antonio Gramsci, que había sido miembro del Parlamento y desde 1924
era secretario general del partido comunista italiano, es encarcelado a los 35 años
de edad. En la cárcel escribe una serie de artículos que se convertirían en el análisis
más importante sobre la hegemonía y sobre la manera en que la hegemonía de un
determinado grupo social se va extendiendo desde el núcleo del grupo hasta su
organización política. Es en este concepto donde se refleja la influencia hegeliana:
“el ingrediente esencial de la filosofía de la praxis más moderna es el concepto
histórico filosófico de hegemonía”. Así en el análisis del capitalismo es central
analizar la formación de los intelectuales, el liderazgo y organización de la cultura
para comprender el fenómeno de la dominación capitalista:

Si para el marxismo se trata no sólo de interpretar al mundo sino


fundamentalmente de transformarlo, en la política, en el diario accionar
por la modificación de la realidad existente, se expresa la concepción del
mundo, el sentido que cada uno de nosotros, hombres concretos en
circunstancias determinadas, otorga a las cosas de este mundo. Por ello
acierta Togliatti al señalar que "en la política está la sustancia de la
historia y para aquél que ha llegado a la conciencia crítica de la realidad y
de la tarea que le espera en la lucha por transformarla, está también la
sustancia de su vida moral. 26

Gramsci murió en 1937 en las cárceles del fascismo sin haber podido culminar su
obra. De sus escritos de la cárcel su cuñada Tatiana logra salvar treinta y tres
cuadernos sacándolos clandestinamente de Italia. Estos escritos, conocidos como
Cuadernos de la Cárcel, son compilados en 6 volúmenes y publicados entre 1947 y

26
José M. Aricó: Prólogo a Notas sobre Maquiavelo, sobre Política y sobre el Estado Moderno,
Córdoba, 1962. Disponible en www.gramsci.org.ar
1951 luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del
régimen fascista en Italia.

Actividad 2. Luego de la lectura de la selección de textos de Gramsci le


proponemos que resuelva las siguientes cuestiones identificando los párrafos
en las cuales se tratan:

1. Enumere las condiciones para que pueda suscitarse una voluntad colectiva.
2. Señale los grupos de elementos necesarios para la existencia de un partido.
3. ¿Cuál es el error en que se incurre frecuentemente en los análisis histórico-
políticos? ¿Qué dimensiones supone un verdadera análisis de las “relaciones
de fuerza” según Gramsci?
4. Identifique los momentos o grados que metodológicamente hay que distinguir
en la correlación de fuerzas.
5. Describa las formas que ha asumido el proceso de formación de los
intelectuales.
6. ¿Por qué para Gramsci si bien todos los hombres son intelectuales no todos
tienen la función de intelectuales en la sociedad?
7. Distinga entre los intelectuales como categoría orgánica de grupo social e
intelectuales como categoría social y explique las consecuencias que se
derivan de establecer esta distinción.
8. ¿Por qué en la “hegemonía” para Gramsci la fuerza aparece apoyada en el
consenso de la mayoría y en qué se manifiesta ese consenso?
9. ¿Por qué la “dirección” es condición para la “dominación” y como se ilustra en
el “transformismo” de los intelectuales?
10. ¿Qué relación establece entre los conceptos de estado, sociedad civil y
sociedad política?
11. ¿Qué críticas a la economía tradicional representa el concepto de “bloque
histórico”?

La Teoría Crítica

En el primer acápite hemos establecido brevemente la relación entre el pensamiento


de Lukács y de Gramsci con la teoría crítica. Luego hemos trabajado sobre los
conceptos de estos dos autores. En esta parte nos proponemos señalar los
principales aportes de la Escuela de Frankfurt como institución asociada a los
orígenes de la teoría crítica, teoría que luego se ha extendido más allá de los límites
del Instituto.
Más que una concepción teórica homogénea, la teoría crítica se compone de una
variedad de análisis respecto de la vida social e intelectual, no obstante lo cual
podemos identificar – dentro de la heterogeneidad de pensadores inscriptos en la
corriente – algunos criterios comunes. Partiendo de la crítica a las interpretaciones
mecanicistas y economicistas del marxismo porque habían olvidado analizar los
otros aspectos importantes de la vida social, extendieron su crítica al positivismo, a
la sociología, a la sociedad moderna y a la cultura.
La crítica al positivismo se fundamenta en que éste tiende a reificar lo social, a
ignorar o reducir a los actores a meros epifenómenos (en este punto coincide la
crítica al positivismo y al marxismo economicista), al intento de extender el método
de las ciencias naturales al estudio de los fenómenos sociales y a su planteo de
neutralidad científica.
Critica a la sociología en su incapacidad de ayudar a los sectores oprimidos y de
proponer alternativas a la sociedad existente, en su cientificismo que hace que la
sociología se vuelva conservadora del orden social existente.
Los creadores de la teoría crítica compartían con el análisis marxista la crítica a la
sociedad moderna pero sostenían que el locus de la dominación se había trasladado
desde la esfera económica a la esfera cultural y que la dominación se asociaba más
a elementos culturales que económicos. Criticaban la cultura moderna que orientada
por una racionalidad de tipo tecnocrático (medio-fin) servía a los fines de la
dominación y no a la emancipación de la humanidad. A este tipo de racionalidad
oponían la razón – o racionalidad sustantiva – que implica la valoración de los
medios de acuerdo a valores humanos de justicia, paz y felicidad (nótese la
influencia de la distinción weberiana de los tipos de racionalidad formal y sustantiva).
En este sentido es que se habla de la “irracionalidad de la racionalidad” tanto en la
sociedad capitalista como en la sociedad soviética:

Como señala Herbert Marcuse, aunque parece imbuida de racionalidad,


“esta sociedad es irracional en su conjunto” […] Es irracional el hecho de
que el mundo racional destruya a los individuos y a sus necesidades y
capacidades; que la paz se mantenga mediante la amenaza constante de
guerra y que, a pesar de la existencia de medios suficientes, sigan
existiendo personas pobres, reprimidas, explotadas e incapaces de
realizarse. 27

La crítica de la cultura es en realidad una crítica a la “industria cultural” que produce


una “cultura de masas” (cultura manipulada, falsa y que produce efectos
adormecedores, represores y embrutecedores) y a la “industria del conocimiento”
que desde su relativa autonomía intentan extender su influencia y su lógica al resto
de la sociedad.
Como señala Ritzer, quizás la contribución más importante de la Escuela de
Frankfurt y de la teoría crítica ha sido su esfuerzo por “reorientar la teoría marxista
en una dirección subjetiva”, la comprensión de los elementos subjetivos de la vida
social y la recuperación de la dialéctica entre la conciencia individual, la
superestructura cultural y la estructura económica continuando los esfuerzos de
Lukács y de Gramsci.

27
George Ritzer, Teoría Sociológica Moderna, Madrid, Mc Graw Hill, 2002, p. 574.
Actividad 3. Identifique y señale en los textos de Adorno, Horkheimer y
Marcuse las críticas y los principales aportes de la Teoría Crítica. Seleccione al
menos un párrafo para cada crítica y aporte.
V. El Funcionalismo y sus Críticos

Por Silvana I. Lado, Federico Lorenc Valcarce y Eduardo Moggia

Introducción

El estructural funcionalismo es la escuela sociológica más claramente vinculada con


la sociología norteamericana de la segunda mitad del siglo XX. Aunque sus
antecedentes pueden rastrearse en los clásicos de la sociología (Comte, Spencer,
Durkheim, Simmel), la primera formulación de este paradigma tiene lugar en la
antropología social británica de la mano de Radcliffe-Brown. Con su par de
conceptos “estructura” y “función” como clave para la construcción de una teoría
general de la sociedad, esta tradición reactualizará las visiones holistas y
organicistas propias del pensamiento social del siglo XIX combinándolas con los
desarrollos más modernos de la cibernética y la teoría de sistemas. Aun cuando la
formulación ofrecida por Talcott Parsons a mediados de la década del 50 haya
tomado la teoría weberiana de la acción como punto de partida, la constante de la
obra de este autor y sus colaboradores más cercanos es la idea de una sociedad
organizada en sistemas funcionalmente diferenciados, organizados en status y roles,
que se encargan de realizar las actividades necesarias para la perpetuación de la
vida social, con una tendencia intrínseca al equilibrio. Más allá de los distintos
modelos elaborados por Parsons o de las variantes que representan los aportes de
Robert K. Merton, el funcionalismo ha de afirmarse como una teoría de la sociedad
que concibe la primacía del todo sobre las partes y considera que la sociedad se
desenvuelve con independencia de la voluntad de los individuos que la componen.
En este sentido expresa más la visión de una ciencia social unificada bajo el modelo
de las ciencias naturales que una proyección de la filosofía liberal que había
alimentado algunas de las corrientes sociológicas anteriores en Estados Unidos o
incluso los fundamentos manifiestos de las primeras obras del propio Parsons.

Unidad 5. El funcionalismo y sus críticos

Objetivos:

• Comprender los lineamientos fundamentales de la perspectiva estructural-


funcionalista, así como su proyección en una teoría de los sistemas sociales.
• Analizar las críticas al funcionalismo parsoniano realizadas por los sociólogos
radicales y por los teóricos del conflicto.

Contenidos:
5.1. El estructural funcionalismo clásico: Talcott Parsons. El marco de referencia de
la acción y el problema del orden social. La teoría de los sistemas sociales: del
modelo trisistémico al esquema AGIL. Equilibrio, crisis y cambio social. El análisis
funcional.
5.2. La crítica radical: Charles Wright Mills y la crítica de “gran teoría”. La “artesanía
intelectual” como alternativa a la “gran teoría” y el “empirismo abstracto”. El poder.
5.3. Las “teorías del conflicto” y el cuestionamiento del consensualismo estructural
funcionalista. Las funciones sociales del conflicto. Las clases sociales.

Bibliografía obligatoria:

5.1.
ALEXANDER Jeffrey, Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra mundial:
análisis multidimensional, Gedisa, Barcelona, 1992, capítulos 2 al 7.
PARSONS Talcott, El sistema social, Madrid, Alianza, 1982, capítulo 1, p. 15-32.
PARSONS Talcott, La sociedad: perspectivas evolutivas y comparativas, México,
Trillas, 1974, capítulo 2, p. 15-49.
5.2.
WRIGHT MILLS Charles, La imaginación sociológica, México, Fondo de Cultura
Económica, 1986, capítulo 2: “La gran teoría”, p. 44-67.
5.3.
COSER Lewis, Las funciones del conflicto social, México, Fondo de Cultura
Económica, 1961, Prefacio, introducción y conclusión, p. 7-34 y p. 173-180.

Bibliografía complementaria:

5.1.
PARSONS Talcott, “Sistemas sociales”, en Enciclopedia Internacional de las
Ciencias Sociales, vol. IX, Madrid, Ediciones Aguilar, 1976.
MERTON Robert K., Teoría y estructura sociales, México, Fondo de Cultura
Económica, 1992, capítulo III: “Funciones manifiestas y latentes”.

5.3.
DAHRENDORF Ralph, Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial,
Madrid, Ediciones Rialp, 1962, capítulo 5: “Estructura social, intereses de clase y
conflicto social”, p. 206-263.
El estructural funcionalismo parsoniano
Por Silvana I. Lado y Federico Lorenc Valcarce

Talcott Parsons (Colorado Springs, 1902 – Múnich, 1979) estudió biología, con la
firme intención de proseguir luego una carrera en esa disciplina o convertirse en
médico. Recién al final de sus estudios de grado se volcó hacia las humanidades y,
apenas recibido de la Universidad de Massachusetts en Amherst, emigró hacia
Europa, para estudiar primero en la London School of Economics y luego en la
Universidad de Heidelberg. Allí profundizó sus estudios de ciencia económica y
descubrió la obra de Max Weber: desde entonces, su carrera intelectual estaría
marcada por el interés en la relación entre economía y sociología, presente también
en la obra del gran pensador alemán. Al regresar de Europa, Parsons se instaló
rápidamente en Harvard, donde habría de permanecer el resto de su vida, y
comenzó una larga carrera intelectual, que lo convertiría en la principal referencia
teórica de la sociología norteamericana de posguerra y en uno de los clásicos de
nuestra disciplina. 28

De la primera síntesis parsoniana al modelo trisistémico

No es extraño que la obra de Parsons ignore, o combata veladamente, la tradición


sociológica norteamericana anterior: por un lado, Parsons no era un producto de esa
tradición y, de hecho, apenas la conocía; por otro lado, su propia empresa teórica se
apoyaba en lo que había aprendido en Inglaterra y, sobre todo, en Alemania.
Al regresar de su estadía en el Viejo Continente, el joven Talcott Parsons introduce a
los clásicos europeos en los Estados Unidos y expone su propuesta de síntesis
teórica en La estructura de la acción social, grueso volumen publicado en 1937. Se
trata de construir una teoría que unifique las contribuciones de varios autores, como
los economistas Marshall y Pareto, pero sobre todo los sociólogos Weber y
Durkheim, insistiendo sobre la importancia de los aspectos normativos de la acción y
sobre el rol determinante del consenso de valores comunes en la constitución del
orden social. El concepto de “acto unidad”, central en este periodo, procura articular
los elementos voluntaristas y los condicionantes de la acción, sintetizando lo
subjetivo y lo objetivo. Para Parsons, la acción está constituida por “medios” y “fines”
vinculados de modo instrumental, “utilitario”, pero también por “normas” hacia las
que uno se siente moralmente obligado y “condiciones” que están fuera del control
de un individuo concreto dado, determinadas por el medio social; el “esfuerzo” del
agente une los distintos elementos estructurales de la acción. 29
A medida que Parsons profundiza su perspectiva sistémica, los problemas del
sentido y la orientación de la acción van siendo subordinados a las normas y
valores, que remiten a los patrones culturales. Como resultado de una serie de
ensayos que escribe entre 1937 y 1950, va desarrollando un “modelo” funcional y
sistémico de análisis de lo social. Esta perspectiva se expresa principalmente en el

28
Sobre la vida y obra de nuestro autor, cf. “La teoría de los sistemas sociales: una historia personal”,
en Talcott Parsons, Biografía intelectual, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, p. 7-79.
29
Talcott Parsons, La estructura de la acción social: estudio de teoría social, con referencia a un
grupo de recientes escritores europeos, Madrid, Guadarrama, 1968, p. 851 y ss.
libro más conocido de Parsons, El sistema social, y en una obra colectiva intitulada
Hacia una teoría general de la acción, ambos publicados en 1951 30.
Lo innovador en la construcción de su nuevo modelo es la incorporación de la teoría
freudiana del superyó para teorizar la relación entre sujeto y objeto, y la ampliación
del ámbito de aplicación de esta teoría a todas las relaciones de los actores respecto
de los objetos sociales. Así, en el acto, las condiciones son mediadas por las normas
que fueron internalizadas a partir de la identificación con el objeto de
amor/afecto/placer (catexia). Como los procesos de formación de la personalidad
(identificación, introyección e internalización) se producen desde la primera infancia,
cada elemento de la personalidad es social. Según Parsons y Shils, “los objetos, por
la significación y las catexias asociadas con ellos, se organizan dentro del sistema
de orientaciones del actor”. 31
La generalización y ampliación de la explicación freudiana le sirve de punto de
partida para desarrollar su modelo trisistémico de acción en el que pone en relación
los procesos de socialización con los objetos sociales por un lado, y con los valores
culturales, por el otro. El sistema de personalidad remite a las necesidades de la
persona y en él rescata a la persona individual en su identidad y singularidad,
producto de su inserción en la sociedad. El sistema social refiere a la interacción e
interdependencia entre personas y es el ámbito de la producción y distribución
(asignación de disponibilidades, de personal y de recompensas, en relación a los
medios) y de la integración (marco regulatorio, en relación a los fines), de la escasez
y de la organización. El sistema cultural alude al ámbito del sentido, a los patrones
simbólicos de sentido y de valor.
Estos tres sistemas constituyen distinciones analíticas que le permiten, a partir de la
distinción de las dimensiones de la vida social, apreciar la interpenetración – a veces
muy precaria – de los lazos entre individuos socializados, sociedades
“psicológicamente afectadas” y “culturas socializadas”.
En este punto es que se vuelve central la comprensión del sistema social como
compleja serie de roles sociales que constituyen un conjunto detallado de
obligaciones que, para llevarse a cabo adecuadamente, deben estar en
correspondencia con el desarrollo psicosexual de los actores que desempeñan esas
secuencias de papeles. La adecuación entre el sistema social y el sistema de
personalidad produce tensiones que serán mayores o menores de acuerdo a la
correspondencia que haya entre los roles que ofrece el sistema social y los caminos
de socialización posibles para los individuos de esa sociedad. La coordinación entre
secuencia de roles y disposición de necesidades de los individuos a la vez se facilita
si existen valores comunes difundidos y una cultura común. La compleja
coordinación necesaria entre los tres sistemas echa por tierra, según Parsons,
cualquier visión individualista del orden social.
Al pensar en la posibilidad efectiva de que la vida social funcione en perfecto
equilibrio, coordinación y cooperación, Parsons está presentando un modelo
abstracto que sirva para evaluar los reales requerimientos y evaluar qué es lo que
anda mal. El teorema de la complementariedad de expectativas, en el que plantea la
interacción bipersonal (díada) perfectamente coordinada, forma parte de este

30
A este período Jeffrey Alexander lo denomina “período intermedio” de la obra de Parsons.
31
Talcott Parsons y Edward Shils, Hacia una Teoría General de la Acción, citado en Alexander,
Jeffrey Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra mundial: análisis multidimensional, Gedisa,
Barcelona, 1992, p. 39.
modelo. En los análisis de las interacciones concretas, la contingencia hace que las
mismas se desarrollen de manera más abierta e impredecible, por lo que los
participantes continuamente realizan esfuerzos para mantener interacciones
satisfactorias tratando de adecuarlas a su disposición de necesidades, utilizando
sanciones y recompensas.
A partir del modelo de equilibrio, elabora su teoría del desvío y el conflicto como
posibilidad concreta de que las interacciones se alejen del equilibrio al no haber
correspondencia entre expectativa de roles (ofrecidos por el sistema social) y
disposición de necesidades (del sistema de personalidad).
A partir de 1950, quizás imbuido por el optimismo de postguerra reinante en EE.UU,
abandona paulatinamente la visión crítica de “Occidente” (representado en sus
ensayos por Alemania) para comenzar a hablar de la sociedad “moderna”
representada por un Estados Unidos triunfante, estable y con un fuerte desarrollo,
que había logrado rescatar ciertos patrones institucionales básicos y flexibilizar otros
como modelo de sociedad moderna y de progreso. Al tratar de generalizar el modelo
de la modernidad triunfante, su perspectiva del cambio social deja de tener en
cuenta todas las dimensiones.
Así, el teórico que había logrado identificar las presuposiciones generales, los
aprioris de la teoría social (acción y orden social) y que había presentado su teoría
como una teoría multidimensional, paulatinamente se va corriendo cada vez más
hacia una de las dimensiones, el polo idealista-cultural de la acción individual.

Actividad 1. A partir de la lectura del capítulo de “El sistema social”, le


proponemos que intente responder y comprender las siguientes cuestiones:
1. ¿Qué entiende Parsons por marco de referencia de la acción y qué elementos
fundamentales lo componen?
2. ¿Cómo describe la orientación motivacional y la orientación normativa de la
acción?
3. Defina cuáles son los tres aspectos de un sistema total concreto de acción
social y cómo se relacionan entre sí.
4. Explique la siguiente afirmación: “La base común no es la teoría del individuo
como unidad de la sociedad, sino la teoría de la acción como materia de que
se constituyen tanto los sistemas de la personalidad como los sistemas
sociales”
5. Explique los conceptos de función y mecanismo y su utilidad en la propuesta
parsoniana.

El paradigma de las cuatro funciones (modelo AGIL)

En la última etapa de su carrera, Parsons introduce una variante en su concepción


de los sistemas de acción. Por un lado, agrega una función que hasta entonces
había dejado de lado (la adaptación) y, por otro lado, introduce un modelo de
intercambio de tipo cibernético.
El modelo de intercambio parsoniano se apoya en la teoría de sistemas, lo que
supone la existencia de unidades interdependientes de partes que presentan
intercambios en su seno e intercambios con el entorno. Lo que se intercambia se
llama “insumos” y “productos”. Cada uno de los subsistemas de la acción se
diferencia por el desempeño de una “función”. El concepto de “función” refiere a la
dependencia del sistema con respecto a su ambiente (del organismo con respecto a
su medio físico, en el caso de los seres biológicos: la ausencia, escasez o exceso de
un “insumo” afecta al sistema receptor: v. gr. sin oxígeno, el organismo vivo se
asfixia). “En cualquier sistema de referencia los problemas funcionales son aquellos
que conciernen a las condiciones de mantenimiento y desarrollo de los intercambios
con los sistemas del entorno”. 32
En el libro “La sociedad”, Parsons aplica el “modelo de intercambio”, o modelo AGIL,
al sistema de acción en general y a un tipo particular de sistema social que él llama
“sociedad”. El sistema social es uno de los subsistemas de la acción, especializado
en la función de integración: pero el modelo AGIL es aplicable a cualquier otro de los
subsistemas de la acción.
Parsons propone un paradigma general que puede aplicarse a cualquier sistema de
acción:
(L) Mantenimiento de los patrones más elevados de control, o “gobierno” del
sistema.
(I) Integración interna del sistema.
(G) Orientación hacia el alcance de metas en relación con el ambiente.
(A) Adaptación a las condiciones del ambiente físico.

Cuando aplicamos este esquema al sistema de acción en general, las funciones


corresponden a cuatro subsistemas primarios: sistema cultural (L), sistema social (I),
sistema de la personalidad (G) y organismo conductual (A).
Para Parsons, el sociólogo se ocupa principalmente del sistema social,
encargándose los antropólogos del sistema cultural y los psicólogos del sistema de
la personalidad. Por eso, el resto del análisis se concentra en el nivel del sistema
social y, en particular, en ese tipo particular de sistema social que Parsons denomina
“sociedad”. A este nivel, las cuatro funciones son desempeñadas por los principales
subsistemas de la sociedad: el sistema de mantenimiento de patrones
institucionalizados (L), la comunidad societaria (I), la política (G) y la economía (A).
Cada uno de estos subsistemas de la sociedad se encarga de una función
específica, lo que supone un intercambio con los otros sistemas y con los ambientes
extrasociales (sistema cultural, personalidad y organismo conductual). En un tercer
momento, Parsons profundiza el análisis de la comunidad societaria, aplicando allí
también su esquema de las cuatro funciones.
La aplicación del modelo AGIL a estos tres niveles de análisis puede graficarse del
siguiente modo:

32
Talcott Parsons, “Sistemas sociales”, en Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, vol.
IX, Madrid, Ediciones Aguilar, 1976, p. 711.
Este esquema sirve para analizar el funcionamiento de la sociedad, pero también
sirve como parámetro para estudiar el desarrollo evolutivo de los distintos tipos de
sociedad. En efecto, Parsons piensa que su modelo puede servir para analizar las
sociedades en una perspectiva comparativa y evolutiva. Para Parsons, la evolución
social supone una creciente diferenciación: las funciones antes concentradas en las
mismas estructuras se van separando.
En las sociedades primitivas, todas las funciones estaban condensadas y la
organización era indiferenciada: no había separación entre la comunidad societaria
(colectividad organizada en papeles, en este caso en clanes) y el sistema simbólico
(las representaciones colectivas, en este caso, religiosas); por su parte, la economía
y la política constituían aspectos indiferenciados del funcionamiento de los
componentes de la comunidad societaria.
El pasaje de la sociedad primitiva a la fase siguiente está dado por la aparición del
lenguaje escrito. En las sociedades arcaicas (Egipto, Mesopotamia) y en los
imperios intermedios (China, India, Islam, Roma), se produce la separación entre
comunidad societaria y sistema de mantenimiento de patrones: la integración de la
sociedad deja de estar fusionada con los valores religiosos. Las representaciones se
autonomizan, ya no calcan la organización social; la organización social se vuelve
profana: con el derecho romano, surge un sistema normativo fundado racionalmente,
y no en la religión.
El pasaje a la sociedad moderna está dado por el surgimiento de un sistema
normativo impersonal y abstracto. En la sociedad moderna, se produce la
separación de los cuatros subsistemas primarios de la sociedad: cultura, política,
economía y comunidad societaria.
• En primer lugar, la Revolución Industrial promueve la separación de la
economía, permitiendo la generalización del sistema de mercados y el uso del
dinero como medio de control del proceso económico. Las empresas
económicas se autonomizan de las redes familiares y del poder político. Los
mercados trascienden el espacio local, despegándose de los viejos marcos
comunitarios de producción y consumo de bienes.
• En segundo lugar, la Revolución Democrática promueve la separación de la
política, con la formación de un gobierno constitucional independiente de la
autoridad familiar y de las clases dominantes. La ciudadanía es el principal
elemento de integración social; se introducen límites al poder del gobierno.
• En tercer lugar, la Revolución Educativa – con la generalización de la
educación primaria y secundaria, pero sobre todo con el surgimiento de las
universidades y la investigación científica – culmina con el proceso de
secularización iniciado por la Reforma protestante, promoviendo una
generalización aun mayor de los valores culturales.
En la medida en que los sistemas se diferencian y especializan, desarrollan medios
simbólicos de intercambio. Estos medios son lenguajes especializados, que
expresan y comunican un mensaje que tiene significado con referencia a un código,
es decir, a “una serie de reglas para el uso, la transformación y la combinación de
símbolos”. 33 En las sociedades modernas, ese código forma parte del sistema legal
que Parsons define como el “código normativo general que regula la acción de las
unidades miembros de una sociedad, definiendo las diversas situaciones”. 34 Los
cuatro principales medios de intercambio son:
• Dinero: El dinero es el medio de intercambio de las transacciones
económicas. El dinero es la capacidad de una unidad societaria para adquirir
recursos económicamente valiosos mediante procesos de intercambio. La
circulación del dinero es un envío de mensajes que dan al receptor la
capacidad de pedir bienes y servicios a través de los canales del mercado.
“Pagar en dinero es aceptar unas obligaciones económicas, definidas por la
disminución proporcional de la propia capacidad para adquirir valores
económicos en otros transacciones. Aceptar dinero en pago, por el contrario,
es conseguir el derecho a esperar que otros tengan bienes y servicios
económicamente valiosos disponibles en las fechas y lugares que uno elija,
dentro de los límites definidos por el nexo de mercado”. 35

Poder: “El poder es la capacidad para tomar decisiones que sean válidas
para la comunidad en cuestión y sus miembros”. 36 “El poder es el medio
generalizado de movilizar la capacidad de acción colectiva eficaz, utilizable
por los miembros de las colectividades para contribuir a vincular a éstas con
unos tipos determinados de acción, bien determinando bien participando en la

33
Ibídem, p. 715-6.
34
Talcott Parsons, El sistema de las sociedades modernas, México, Trillas, 1974, p. 29.
35
Talcott Parsons, “Sistemas sociales”, art cit., p. 715 y 719.
36
Talcott Parsons, El sistema de las sociedades modernas, op. cit., p. 29.
realización de objetivos políticos específicos”. “Se centra en el uso de la
autoridad discrecional en las organizaciones colectivas para tomar unas
decisiones que, en cuanto vinculan a toda la colectividad, exigen la actuación
de quienes están obligados a llevarlas a la práctica”. 37
• Influencia: La influencia es el instrumento simbólico generalizado de la
comunidad societaria. Consiste en la capacidad de producir consenso a
través de la persuasión, generando confianza en el otro. Es decir, yo puedo
hacer actuar al otro de una cierta manera, sin comprarlo ni obligarlo de
manera autoritaria, sino simplemente convenciéndolo o haciendo que mi
prestigio constituya un modelo para que él actúe de ese modo. “Consiste en
la capacidad de dar origen a las decisiones deseadas por parte de otras
unidades sociales, sin ofrecerles directamente un quid pro quo apropiado
como incentivo, o amenazándolas con consecuencias desagradables”. 38
• Vinculación: La vinculación o compromiso con determinados valores es el
instrumento generalizado relativo a la realización de los valores culturales. Se
trata de un apoyo a ciertos valores que no se basa en el cálculo o el interés,
que es vivido como una cuestión de honor o de consciencia, cuyo
incumplimiento genera deshonor o culpabilidad. Refiere primordialmente a la
moral, pero también puede remitir a valores estéticos, cognoscitivos o
religiosos.
En resumen, Parsons piensa que la sociedad moderna es una sociedad
funcionalmente diferenciada en subsistemas, dotada de un sistema cultural
generalizado que le permite adaptarse con mayor flexibilidad a los cambios del
ambiente.

Actividad 2. A partir de la lectura del capítulo 2 de “La sociedad”, le


proponemos que intente responder y comprender las siguientes cuestiones:

1. ¿Cómo define Parsons a la acción? Defina cuáles son sus subsistemas


primarios y describa brevemente cuáles son las cuatro funciones principales
que cumplen.
2. ¿Cómo define Parsons a la sociedad? Caracterice los criterios que sirven
para determinar la “autosuficiencia” de un sistema social.
3. ¿Qué relaciones establece la sociedad con sus ambientes intrasociales y
extrasociales?
4. ¿Cuáles son los componentes principales del proceso de cambio evolutivo?
Enumere brevemente las etapas planteadas por Parsons y las innovaciones
clave en el pasaje de una a otra.

Robert K. Merton, la teoría social como análisis funcional


Por Eduardo Luis Moggia

37
Talcott Parsons, “Sistemas sociales”, art cit., p. 716 y 719.
38
Talcott Parsons, El sistema de las sociedades modernas, op. cit., p. 24.
Robert K. Merton (Filadelfia, 1910 – New York, 2003) es uno de los principales
teóricos de la corriente funcionalista. Estudia en la Universidad de Temple y en
1931 se gradúa de Bachiller en Artes. En 1936 recibe los grados de Master en Artes
y Doctorando en Filosofía en la Universidad de Harvard. Fue discípulo y amigo
personal de Talcott Parsons, el gran teórico de la acción social, el sistema social y el
análisis funcional.
En 1939 es nombrado profesor en Tulane y luego pasa como catedrático a la
Universidad de Columbia en 1942. Robert Merton ha sido director adjunto del
Departamento de Investigación Social Aplicada y posteriormente presidente de la
American Sociological Society, a partir de 1980 dictó cursos en el Departamento de
Sociología de la Universidad Hebrea de Jerusalem.
Merton se siente deudor de Pitirim A. Sorokin en el análisis de la sociedad y lo
expresa así:

Sorokin me ayudó a escapar del provincianismo de creer que los estudios


eficaces de la sociedad confinados dentro de las fronteras
norteamericanas, y del provincianismo de barrio bajo de creer que la
materia primordial de la sociología se centraba en problemas tan
periféricos de la vida social como el divorcio y la delincuencia juvenil.
Reconozco alegremente esta honrada deuda, aún no pagada. 39

Uno de los méritos más notables de su aporte a un enfoque teórico de la sociología


fue buscar un diálogo de la teoría sociológica con su propia historia, ahondando en
los clásicos como Weber, Marx, Durkheim, Pareto, Simmel, Sumner, Cooley y otros,
a los que definió para generar un diálogo entre los vivos y los muertos, es decir, un
buen teórico de la sociología no puede desconocer a los clásicos de su ciencia. 40
Los aportes de Merton a la teoría sociológica fueron varios, desde la formulación de
la teoría de alcance intermedio para bajar de la abstracción hacia la realidad, un
paso hacia la historia y los datos empíricos, hasta sus estudios sobre estructura
social y anomia donde analiza las características de las estructuras sociales y
culturales teniendo en cuenta los objetivos, propósitos e intereses culturalmente
definidos.
En su obra aparece un análisis funcional pormenorizado de los tipos de adaptación
social dentro de la estructura social teniendo en cuenta las metas culturales y los
medios institucionales que hacen a la adaptación del individuo a la sociedad,
conformando una tipología en la cual señala los modos de adaptación que
corresponden al rol o papel social en determinados tipos específicos de situaciones,
esos modos son: conformidad frente a las metas culturales y medios institucionales,
innovación, ritualismo, retraimiento y rebelión.
Su estudio de la anomia lleva a la formulación de que las presiones del orden social
llevan a querer vencer a los competidores para obtener cada meta, y cuando la
importancia cultural pasa de las satisfacciones derivadas de la competencia misma a

39
Robert K. Merton, Teoría y estructura sociales, F.C.E, México, 1984, p. 13.
40
Ibídem, p. 53-54.
un interés casi exclusivo por el resultado, la tendencia resultante favorece la
destrucción de las estructuras reguladoras.
La ventaja personal y el miedo al castigo son los únicos reguladores, conduciendo
cada vez más a una acentuada anomia. Nos da cinco indicadores de anomia que
son: 1. La percepción de que los líderes de la comunidad son indiferentes a las
necesidades de uno; 2. La percepción de que es poco lo que puede lograrse en una
sociedad que es imprevisible y carente de orden; 3. La percepción de que los
objetivos de la vida se alejan en lugar de realizarse; 4. Una sensación de futilidad de
la vida y 5. Un convencimiento de que no puede contarse con socios o compañeros
personales para tener el apoyo social y psicológico.
En su obra principal Teoría y estructura sociales aparecen otros temas de análisis no
menos importantes que los anteriores: burocracia, estructura burocrática y
personalidad, grupos de pertenencia y grupos de referencia, además de estudios
sobre la sociología del conocimiento donde elabora una tipología de conocimiento.
Pero el aporte principal será su estudio sobre las funciones manifiestas y las
funciones latentes en el análisis funcional, las primeras serían las motivaciones
conscientes para la conducta social y sus consecuencias objetivas serían las
funciones latentes. Toma las categorías de “manifiesto” y “latente” de Freud, aunque
Francis Bacon había hablado de “proceso latente” y de “configuración latente” en
relación con los procesos que están por debajo del umbral de la observación
superficial. Autores como George H. Mead y Émile Durkheim, citados por Merton,
han distinguido entre categorías de disposición subjetiva (necesidades, intereses,
propósitos) y categorías de consecuencias funcionales reconocidas como objetivas
(ventajas únicas, consecuencia nunca conscientes, función no limitada a un
propósito explícito y consciente).
Merton señala que la razón para distinguir entre funciones manifiestas y funciones
latentes está dada en que las primeras son relativas a las consecuencias objetivas
para una unidad especificada (persona, grupo, subgrupo, sistema social o cultural)
que contribuyen a su ajuste o adaptación y se esperan así; las segundas son
relativas a las consecuencias inesperadas y no reconocidas del mismo orden.

Actividad 2 bis (optativa). A partir de la lectura del capítulo III: “Funciones


manifiestas y latentes” de la obra Teoría y estructura sociales de Robert K.
Merton proponemos que intente responder y comprender las siguientes
cuestiones:

1. ¿Cómo relaciona Merton la estructura social, la anomia y la adaptación


social?
2. ¿Cuáles son los cinco conceptos fundamentales de función?
3. Leer el siguiente párrafo e interpretar el mismo a la luz de la teoría
mertoniana: “Las funciones sociales son en su mayor parte racionalización de
prácticas consagradas: primero actuamos, después explicamos, actuamos
por razones personales y justificamos nuestra conducta con principios
sociales y éticos. En la medida en que las funciones de las instituciones
tienen una base real, deben enunciarse en relación con los procesos sociales
en que entran las gentes con el intento de satisfacer sus deseos. Las
funciones nacen de la interacción de seres humanos concretos y de
formalidades concretas”.
4. Construir una síntesis y explicar los postulados del funcionalismo universal.
5. ¿Cuáles son las lecturas ideológicas del análisis funcional?
6. Merton desarrolló cuatro lugares desde donde se podría realizar un análisis
funcional de la religión. Explíquelos.
7. Describa el análisis que Merton realiza del denominado “racket político”
norteamericano.

La crítica radical
Por Silvana I. Lado

El estructural funcionalismo fue desde 1930 y hasta principios de los 60, la teoría
sociológica indiscutida en Estados Unidos y con influencia en buena parte de la
sociología occidental. A partir de los 60, las críticas, que siempre existieron,
comenzaron a tomar más fuerza.
Desde los que levantaron sus críticas respecto de la incapacidad del estructural
funcionalismo para tratar cuestiones históricas, hasta los que le criticaron su
incapacidad para analizar el cambio social, el eje de las críticas oscilaron entre
quienes pusieron el centro de los embates más en los análisis de los que utilizaron la
teoría que en la teoría misma y quienes creyeron que los problemas están en la
teoría.
Según Turner y Maryanski 41, el estructural funcionalismo no debe necesariamente
ser ahistórico y puede analizar el cambio social como lo demuestra la obra de
Parsons al respecto. Han sido los análisis concretos lo que han dejado de lado estos
aspectos. Para estos autores, son los funcionalistas estructurales quienes no
privilegian el análisis del cambio y cuando deciden hacerlo lo hacen más en términos
de desarrollo que de revolución.
Para Percy Cohen 42, en cambio, el problema está en la teoría. La teoría estructural
funcionalista resulta más apropiada para analizar estructuras estáticas que
estructuras dinámicas. El hecho de que todos los elementos se refuercen entre sí y
refuercen el sistema en su conjunto dificulta el análisis sobre cómo esos elementos
pueden llevar al cambio social.
La crítica más difundida que se le ha realizado al estructural funcionalismo es que no
puede analizar la cuestión del conflicto. Para Alvin Gouldner, Parsons – desde un
sesgo conservador que acentuaba los aspectos positivos de las sociedades
desarrolladas – tendía a darle mayor importancia a las relaciones armónicas
descuidando en su perspectiva las relaciones conflictivas. En la misma línea
Abrahmson considera que el estructural funcionalismo, al exagerar el consenso y la
integración social, no deja mucho lugar para el conflicto, el desorden y el cambio

41
Jonathan Turner y A. Z. Maryanski, Funcionalism, Menlo Park, Benjamin Cummings, 1979. Citado
por George Ritzer, Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw Hill, Madrid, 2002, p. 140.
42
Percy Cohen, Modern Social Theory, Basic Books, Nueva York, 1968. Citado por George Ritzer,
Teoría Sociológica Moderna, Mac Graw Hill, Madrid, 2002, p. 140.
social. Para Irving Horowitz, en cambio, el estructural funcionalismo no tiene en
cuenta al conflicto porque lo considera destructivo y lo pone fuera de la sociedad.
Para este autor “la teoría del consenso (…) tiende a convertirse en una
representación metafísica de la matriz ideológica dominante”. 43
Una de las críticas más severas, que tiene en cuenta cuestiones tanto lógicas como
metodológicas, fue realizada por C. Wright Mills (Waco, 1916 – New York, 1962). Si
por algo se destacó Wright Mills fue por su esfuerzo por mantener la vigencia de la
tradición marxista dentro de la teoría sociológica, a pesar de no ser marxista y de no
haber leído a Marx hasta mediados de los 50 (como no leía alemán, debió esperar
las traducciones de la obra de Marx). Su interés en el marxismo y en los problemas
del Tercer Mundo lo llevaron a escribir un libro sobre la Revolución Cubana, Listen,
Yankee: The Revolution in Cuba (Yankee escucha: la Revolución cubana) y otro
sobre los marxistas, The Marxists. Por su crítica radical a la sociedad
norteamericana ocupó siempre una posición marginal dentro de la sociología de su
país. Su estilo confrontativo no ayudó a mejorar esta situación: no sólo se dedicó a
criticar al teórico más destacado de la sociología norteamericana (Talcott Parsons)
sino que también apuntó su crítica al metodólogo de mayor prestigio (Paul
Lazarsfeld). En La imaginación sociológica, realiza una aguda crítica a Talcott
Parsons y su pretensión de gran teoría. Además de criticar la ambigüedad
conceptual de la teoría, que lleva a que los autores estructural funcionalistas
prefieran el análisis de sistemas abstractos en vez de situaciones concretas,

Actividad 3. A partir de la lectura del capítulo 2 de La imaginación sociológica,


le proponemos que intente responder y comprender las siguientes cuestiones:

1. Señale cuáles son los peligros de la “gran teoría” para C. Wright Mills.
2. ¿En qué sentido habla el autor del “fetichismo del concepto”?
3. ¿Qué crítica le realiza a Parsons respecto del sistema de orientación de la
acción y la estructura normativa?
4. ¿Qué relación establece entre valores comunes, legitimación y coerción?
5. ¿Por qué la gran teoría no puede analizar efectivamente los fenómenos del
conflicto y el orden social?

Las teorías del conflicto


Por Federico Lorenc Valcarce

Las “teorías del conflicto” nacen principalmente en el contexto de una sociología


norteamericana dominada por el funcionalismo parsoniano. Su primer y principal
exponente es Lewis Coser (Berlín, 1913 – Cambridge, MA, 2003), discípulo de
Robert K. Merton, quien realiza una recuperación de la obra de Simmel,
complementada por una lectura de Weber distinta de la propuesta por Parsons y una
revalorización de ciertos aspectos de la obra de Marx. Para Coser, el funcionalismo
parsoniano pone demasiado énfasis en el carácter consensual del orden social,
43
Citado por George Ritzer, Ibídem.
enfatizando los aspectos disfuncionales del conflicto. Al interesarse principalmente
por las condiciones de conservación de ese orden, Parsons construye un conjunto
de herramientas conceptuales que le impiden pensar el cambio social. Recuperando
la sociología simmeliana, pero también las contribuciones de Marx, Weber y los
fundadores de la Escuela de Chicago, Coser considera que el conflicto es inherente
a la vida social y que tiene incluso funciones favorables para la constitución de los
vínculos sociales.
El libro de Coser propone retomar sistemáticamente el problema del conflicto a partir
del comentario de una serie de ideas formuladas por Simmel. En esta línea, se
plantea algunas cuestiones muy simples que suponen cuestionamientos al rechazo
del conflicto en la teoría parsoniana: ¿En qué condiciones sociales puede emerger el
conflicto? ¿Cuáles son los efectos de ese conflicto según las distintas
configuraciones sociales? ¿Puede el conflicto tener una función positiva para la
sociedad? Su respuesta general es que el conflicto puede tener funciones útiles, sea
porque alivia tensiones o porque unifica al grupo frente a un adversario exterior.
Pero el carácter positivo del conflicto depende de la manera en que se organiza ese
conflicto, y de la estructura del grupo en que el conflicto emerge y se desarrolla.
La obra de Coser no constituye una contribución original y aislada al debate en la
teoría sociológica de mediados del siglo XX, sino una expresión singularmente clara
del relativo descontento intelectual que por entonces generaba el desarrollo del
estructural funcionalismo. Otros autores participaron del mismo movimiento,
destacándose la contribución del sociólogo alemán Ralf Dahrendorf (Hamburgo,
1929 – Colonia, 2009). Este autor recupera las principales tesis marxistas,
readaptándolas a las formas expositivas y los criterios metodológicos de la
sociología académica: a partir de esta operación intelectual, propone una teoría de la
sociedad capitalista y de las relaciones entre las clases en las que el conflicto tiene
un papel central. En su crítica a Parsons, destaca el carácter conflictivo de la
sociedad y la importancia de las luchas de clases en la sociedad industrial: recupera
críticamente la teoría marxista de las clases – agregando a ello la discusión de los
problemas de “propiedad y control”, la pluralización de la estructura de clases, las
estrategias integrativas del Estado de Bienestar – y la teoría weberiana de la
dominación.
Para cerrar con esta perspectiva, John Rex (Port Elizabeth, 1925) reprocha a Coser
y Dahrendorf el no haber llevado la crítica suficientemente lejos. Según Rex,
Parsons está interesado en el orden, en la estabilidad, en el equilibrio y afirma que
este orden depende de la internalización de valores. Frente a esta posición, Rex
sostiene que la estabilidad no es una propiedad del sistema, sino el resultado de la
afirmación consciente del poder de un solo grupo, la clase dominante. En dicho
marco, propone atribuir mayor importancia a la “asignación” económica que a la
integración normativa y los valores compartidos. La estabilidad no es una cuestión
de valores, sino de interés y dominación. Esta propuesta se inscribe en una
perspectiva teórica que supone el carácter instrumental de la acción (cuando
Parsons habla más bien de una acción normativa) y el carácter coercitivo del orden
(cuando Parsons habla de un orden basado en la internalización de valores y el
consenso cultural).
Actividad 4. A partir de la lectura de ciertos pasajes de la obra de Coser, le
proponemos que intente responder y comprender las siguientes cuestiones:

El Prefacio y la Introducción del libro de Coser plantean una reconstrucción de la


discusión teórica en la sociología norteamericana de mediados del siglo XX. Hay allí
algunas argumentaciones teóricas, aunque en general predomina la reconstrucción
en términos de historia intelectual. En este caso, el debate conceptual y la
reconstrucción histórica sirven para introducir una mirada crítica con respecto al
estructural funcionalismo parsoniano. En este marco, nos parece necesario que
usted pueda retener algunos de los siguientes elementos:
1. ¿Qué definición provisoria del término “conflicto social” formula Coser y qué
objetivo se propone abordar en su libro?
2. Caracterice brevemente la posición que los primeros sociólogos
norteamericanos tomaron frente al problema del conflicto.
3. ¿Qué razones propone Coser para entender el progresivo abandono del
problema del conflicto social por parte de los sociólogos norteamericanos?
Considere las condiciones de producción de conocimiento sociológico en la
primera generación de sociólogos académicos y en los sociólogos
profesionalizados de mediados del siglo XX.
4. ¿Qué aspectos de la obra de Parsons critica Coser? Desarrolle especialmente
las tensiones señaladas en torno a las nociones de orden y conflicto.
5. ¿De qué manera propone Coser superar la visión puramente negativa del
conflicto? ¿Cómo justifica su opción por recuperar el pensamiento de
Simmel?

A partir del comentario crítico de las ideas de Simmel acerca del conflicto social,
Coser desarrolla una serie de proposiciones que abordaremos en nuestras clases. Al
recapitular estas ideas, y extraer las conclusiones generales, Coser vuelve a
plantear los ejes principales de su argumentación. En la conclusión de su obra,
debemos encontrar respuestas para las siguientes cuestiones:

1. ¿Qué relación establece Coser entre los tipos de conflicto, los tipos de
estructura social y las consecuencias del conflicto? Considere el papel del
consenso de valores comunes y las formas de institucionalización del
conflicto.
2. ¿Qué relación existe entre el grado de intimidad de una relación y el modo de
desarrollo de un conflicto? Considere la contraposición entre la naturaleza del
conflicto en un grupo íntimamente relacionado y en un grupo menos
cohesionado, teniendo en cuenta el problema de la represión y la expresión
del conflicto.
3. ¿Qué efectos tiene el “conflicto externo” sobre la estructura del grupo? ¿De
qué manera la flexibilidad y el pluralismo facilitan la expresión interna y
permanente de conflictos, evitando las “rupturas catastróficas”?
4. ¿Qué relaciones “positivas” atribuye Coser al conflicto en relación con las
normas, los equilibrios de poder, la formación de asociaciones o coaliciones y
la estructuración del medio social general?
5. ¿Cómo caracteriza Coser a las instituciones del tipo “válvula de seguridad”?
Desarrolle la oposición entre los conflictos realistas y los conflictos
imaginarios.

A modo de cierre transitorio

Talcott Parsons fue el principal autor de la teoría sociológica de los años 50 y 60.
Sus obras tuvieron influencia mucho más allá de la propia escuela funcionalista, y
transformaron el lenguaje y los enfoques utilizados por los sociólogos en general.
Su obra recibió la crítica de los sociólogos radicales y de los teóricos del conflicto,
que veían en su teoría un énfasis excesivo en los aspectos normativos y
consensuales del orden social. Ya hemos visto lo que autores como Coser,
Dahrendorf, Wright Mills, Rex y Gouldner reprochaban al estructural funcionalismo.
Pero no fue esta la única crítica de la que fue objeto. Ya hemos visto el ataque
explícito que Herbert Blumer le dirige en su recapitulación de las premisas del
interaccionismo simbólico: desde esta perspectiva, Parsons desconoce la
importancia del agente, su capacidad de interpretar la situación y actuar en
consecuencia. Por otro lado, esta crítica coincide con la que en los años 60 le habría
de dirigir la etnometodología, que deseaba combatir la idea de que la acción estaba
determinada por normas y valores, señalando que los agentes no eran “tontos
culturales” sin iniciativa, sino realizadores de su propio comportamiento. El
interaccionismo y la etnometodología coinciden en una crítica generalizada a la
teoría de los sistemas sociales, convocando a una recuperación del concepto de
acción y a una observación de la vida cotidiana. Esta línea será recuperada por
Anthony Giddens a partir de la década de 1970.
Pero no todo es crítica en lo que respecta al estructural funcionalismo. Autores como
Jürgen Habermas y Niklas Luhmann, centrales en la teoría social de los últimos 30
años, siguen reivindicando el valor de la contribución parsoniana. Su perspectiva
sistémica resulta para ellos uno de los logros principales y lo incorporan críticamente
en sus propias obras. El propio Jeffrey Alexander se reclama heredero de la
tradición parsoniana. Estos autores constituyen una página central de la teoría
sociológica contemporánea. Y exceden el marco del presente curso…
Conclusiones

Por Federico Lorenc Valcarce

En el breve manual que aquí concluye hemos procurado ofrecer a los estudiantes –
y, por qué no, a los lectores interesados por la teoría sociológica - un marco de
referencia para la lectura de una selección de textos fundamentales de la sociología
de la primera mitad del siglo XX. En las distintos capítulos que lo componen, y que
no tienen sentido sin la lectura a la que sirven de introducción, se ofrece un
panorama de las principales escuelas de la sociología europea y norteamericana
que marcan el periodo inmediatamente posterior al “momento fundacional” de la
sociología clásica.
En algunos casos, como en la sociología comprensiva, la sociología durkheimiana o
el marxismo occidental, la continuidad con los autores clásicos es evidente, y los
cambios de perspectiva no pueden ocultar la línea que une a estas corrientes con
los padres fundadores. En otros casos, como en la parábola que va de la Escuela de
Chicago al estructural funcionalismo, se hace justicia a un hito a menudo olvidado de
la sociología clásica – los autores norteamericanos de principios de siglo XX – y se
pone en su justo lugar a la empresa parsoniana que habría de devenir dominante en
la sociología mundial de los años 50 y 60.
Obviamente, no podemos hacer justicia a otras corrientes y autores cuyo aporte al
pensamiento sociológico es fundamental. Baste señalar la escasa atención prestada
a autores como Mannheim y Merton, la ausencia completa de algunas valiosas
contribuciones como las de Hans Freyer y Norbert Elias, o de autores
latinoamericanos de la calidad y la originalidad de José Carlos Mariátegui o Gino
Germani. Incluso en nuestra propia selección hemos debido ser breves y concisos,
tanto en lo que hace al material de lectura como a la presentación de las escuelas,
los autores y las obras.
Pero nuestra meta principal no es, lo repetimos, ofrecer un conocimiento
enciclopédico de las principales corrientes de la teoría sociológica, sino invitar a los
estudiantes a una lectura crítica, reflexiva, integradora y productiva de obras
relevantes en la materia. No nos interesa la exégesis docta de los textos, ni la
reconstrucción exhaustiva de la historia interna y externa de las tradiciones
sociológicas del periodo. Nos conformamos con que el lector pueda tener un visión
general del patrimonio intelectual de la sociología que se desarrolla tras la huella de
los clásicos y, sobre todo, que pueda tomarse en serio la tarea de leer a los autores
que marcaron la historia de nuestra disciplina, no ya para demostrar una inútil
erudición, sino para pensar mejor los problemas que nos plantea la realidad social.
De nada sirve repetir nociones muertas, o recitar nombres de autores también
muertos, si nuestra capacidad analítica no se despega casi del sentido común, del
discurso político o de la crónica periodística. Si la lectura teórica existe y ha sido
apropiada por el lector, entonces ha de notarse en sus análisis, y no solamente en
sus notas a pie de página.
Estas páginas no se pretenden definitivas. Revisiones futuras harán mayor justicia a
los contenidos que, en la medida de nuestras posibilidades actuales, hemos
abordado con los recursos que teníamos a mano. Sin embargo, creemos que el
material que aquí ofrecemos ha de resultar cuanto menos útil para el estudiante. Si
bien las pistas que ofrecemos para la lectura pueden estar sesgadas por nuestras
interpretaciones, se equivoca quien crea que los textos son transparentes y que una
guía para la lectura resulta inservible para la comprensión de lo que se lee. Si acaso
nos equivocamos en esta afirmación, rogamos al lector que sepa disculpar el
atrevimiento de haber querido hacer accesible el contenido de nuestro curso a los
lectores novatos que se lanzan a la aventura de la sociología.

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