Professional Documents
Culture Documents
Waligore
Baker
Ética de la hospitalidad: Jacques Derrida argumeta que este tipo de ética es “lo que se abre
a la cara, es decir, la unicidad e irremplazabilidad: del Otro, la acogida de la hospitalidad es
el momento ético mismo. El rostro como aquello que es irreductible a un tema ––
resistencia al esfuerzo totalizador para reducir al Otro al mismo–– es la cualidad que le da
a la cara del otro un “aura espectral”. Dado que el invitado, así descrito, es el extraño, en
toda su extrañeza, la verdadera hospitalidad, en la lectura de Derrida, es necesariamente
incondicional. La violencia domesticada, la violencia del anfitrión, característica de la
hospitalidad condicional, mancilla el espíritu de hospitalidad pura o ilimitada del Otro. La
hospitalidad condicional asimila, reduciendo la diferencia a la identidad; la
hospitalidad incondicional habla más bien de una acogida del Otro en toda su alteridad,
en reconocimiento de su trascendencia de cualquier tema. En este registro hiperbólico,
la hospitalidad incondicional de Derrida, que le debe mucho a Emmanuel Levinas, implica
que el anfitrión ceda el lugar al invitado, tal que el anfitirón es, paradójicamente, el huésped
del invitado, incluso su rehén.”(pág.26). Derrida en Fuerza de ley nos dice: “Lo haría
justamente a causa de esta infinidad, así como a causa de la relación heterónoma con el
otro, con el otro rostro del otro que me ordena, del otro cuya infinidad no puedo tematizar
y de quien soy rehén”(pág.59). Aquí, la idea de la hospitalidad como concepto
contradictorio es que, por un lado, puede ser necesario la idea de una ética de hospitalidad
ilimitada, en la que nuestra puerta nunca se cierra al otro, para ese otro que nos interpela,
sin embargo, la hospitalidad no puede ser solo de ese otro porque una condición ineludible
para que la puerta se abrá o se mantenga abierta para el Otro es un hogar con un anfitrión,
es decir, del soberano del hogar. “La soberanía se vuelve tan necesaria para la ética de la
hospitalidad como irreductible a ella”(pág.26). La hospitalidad, es decir, la bienvenida no
puede sobrevivir de algún modo en la forma de hospitalidad ilimitada, de ahí que tengamos
una concepción contradictoria. En otras palabras, la bienvenida no es nada menos que la
deconstrucción del hogar en el que depende. La bienvenida hacia el otro es un tipo de
usurpación, un aspecto necesario, pero a la vez, violento de ser. Esta idea de que el anfitrión
se pone en lugar del otro, y este otro, el invitado, se convierte en el anfitrión (idea del
anfitrión como rehén).