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Presentación:
VII.- Testimonios
IX.- Agradecimientos.
PRESENTACIÓN:
I.- Primeros recuerdos.
El 1º. de noviembre de 1905 vio la primera luz uno de los hombres más distinguidos del
municipio de Matamoros y uno de los educadores más ilustres que el Estado de Coahuila ha
dado a nuestro País: El Profr. José Santos Valdés García de León, educador, escritor y
luchador social. Vino a este mundo con el soplo turbulento que anunciaba una revolución;
los nombres de Enrique y Ricardo Flores Magón construyendo el Partido Liberal Mexicano
sonaban como proféticas premoniciones del cambio y unos años más tarde sonaría también
el nombre de Francisco I. Madero ligado a la construcción de los clubes antirreleccionistas
que fueron el parteaguas de una nueva era en la política mexicana.
Nació en el Rancho Camargo que era una pequeña propiedad perteneciente a uno de los
lotes del histórico “Cuadro de Matamoros” repartido por el presidente Benito Juárez en
1864, hoy el Rancho Camargo sigue llevando este nombre y colinda con el Ejido “Flor de
Mayo” que se encuentra a escaso medio kilómetro y con la pequeña propiedad “El Edén”
que pertenece al Sr. Guadalupe Ramírez, sobrino segundo del Profr. José Santos Valdés.
Su madre, Doña Cristina García de León, también originaria de Matamoros, fue una mujer
sencilla y campesina heredera de una parte del Rancho El Edén en el cual vivían con la
estrechez de su tiempo.
Del matrimonio de Don Pedro y Doña Cristina nacieron 6 hijos: Ismael, José Santos,
Adelina, Consuelo, María Luisa y Pedro.
“El recuerdo más lejano que tengo de mi infancia se remonta a los días —que sumaron
meses y años— que vivimos en la Villa de Viesca, Coahuila. Tal vez el recuerdo
corresponde al año de 1908. Me veo caminando por la orilla de una acequia, con agua, con
una varita en la mano y vistiendo un ‘camisón’ que me caía más abajo de las rodillas […]
… El segundo recuerdo —por lo lejano— corresponde a una palabra: Perote, palabra que
servía para nombrar un lugar ubicado en las orillas de la ciudad de Parras de la Fuente,
Coahuila. Tengo grabada una escena: mi madre —a cuyo lado estaba— le compraba
aguamiel a un hombre que la llevaba en dos ollas de barro que pendían —cada una— del
extremo de un palo largo que descansaba sobre los hombros del vendedor.”(1)
“De Perote nos fuimos a vivir a las casas de la cuadra de los peones de la Hacienda de El
Rosario. Vivíamos exactamente enfrente de una gasolinera que ahora (10 de noviembre de
1973) está a la entrada de la ciudad”(2)
“Vivimos en Ojuelos, rancho cercano a Parras, sobre la vía del ferrocarril que va a Saltillo.
Nunca –mientras viva― olvidaré ese nombre, ni el lugar, ni algunas de las peripecias por
las que allí pasé. Vivíamos en la casa grande. El dueño —hijo natural de Don Evaristo
Grande— huyó a Monterrey por la Revolución y mi padre fue a cuidarle su propiedad.”(3)
“Me veo en el patio de la Escuela Modelo parado junto a un hombre al que veía como a un
gigante. Me acompañaba mi hermano Ismael, alumno de cuarto grado de dicha escuela. No
recuerdo el timbre de la voz del hombre que me parecía gigante y que era el director de la
escuela: Don Enrique Pérez Rul. Lo que recuerdo es que le dijo a mi hermano —el mayor
de la familia─ que me llevara a mi casa, que todavía no podía aprender, que no tenía edad.”
(5)
“Cuando murió Don Evaristo Madero Grande, Ismael me llevó de la mano entre la multitud
que acompañó el cadáver hasta el Panteón de los Cipreses. Fuimos de los últimos en llegar
hasta el túmulo donde se veían flores, muchas flores y grandes coronas. Una de ellas se me
antojó enorme, era de color blanco tan reluciente que me hipnotizó. Mi hermano lo notó y
dijo: ésa corona es de pura plata. Se la mandó Don Porfirio Díaz.” (6)
En el año de 1911, el niño José Santos estudió parte del primer grado en la Escuela
Primaria Modelo de Parras de la Fuente, Coah., bajo la dirección del maestro Enrique Pérez
Rul que más tarde fuera secretario particular del Gral. Francisco Villa; se cambió luego a la
Escuela Primaria Rural de la hacienda de San Lorenzo del mismo municipio y luego su
padre que trabajaba en Parras en la hacienda de Don Evaristo Madero, fue movilizado al
rancho de San Manuel del municipio de Viesca, Coah., donde volvió a iniciar el primer
grado de primaria en 1912. (8)
(8) Autobiografía
José Santos Valdés
Información para el periodista Mario Gil
Saucillo, Chih. 18 de abril de 1970
“Cuánto tiempo estuvimos en Gilita viviendo, no lo sé. Recuerdo sí, que de ahí nos fuimos
a vivir a San Manuel, poblado próximo hacia el este de Gilita porque en San Manuel, ‘El
Chino’ Benjamín González y otros más, habían sembrado algodón y los créditos los había
dado uno de los hermanos de Madero, tío del Apóstol de la Democracia. Era 1912. De
nuestra vida en San Manuel guardo muchos recuerdos: un día nos llevó mi padre con una
mujer que se antojó blanca, baja de estatura, regordeta y chapeada. Hacía de maestra de
escuela y Don Pedro nos llevó a Adelina y a mí para que estudiáramos con ella […]… nos
sentábamos en cajones, sobre piso de tierra. No había pizarrón. Trabajábamos sobre
pizarras chicas, medianas y grandes, y escribíamos con pizarrines redondos y alargados.
Muy económicos: borrábamos con saliva y un trapito lo hecho y volvíamos a escribir y
hacer cuentas […]… San Manuel era un rancho polvoriento que además de tener una
casona con dos piezas en alto, como segundo piso, —como decimos por acá—, le llamaban
Hacienda de San Manuel. El nombre era muy pomposo pero así le llamaban. Nuestra
llegada alteró la vida entera de San Manuel. Detrás de nosotros llegaron docenas de
familias procedentes del municipio de Parras. Hacia el lado izquierdo, había un llanito que
colindaba con el espeso bosque de mezquites que se juntaba con el cerro, no muy alto, pero
cerro grande. En ese llanito fueron a hacer sus casas los parreños. A esas casas los
laguneros de San Manuel las bautizaron con el nombre de TUZAS. ¿A dónde vas? A las
Tuzas. ¿De dónde vienes? De las Tuzas […]… Según ellos las casas y jacales del rancho
eran palacios comparados con la Tuzas. Cada “Tuza” consistía en una excavación casi
cuadrada de poco más de un metro de profundidad. La oquedad era cubierta con un techo
pequeño de dos aguas y le dejaban una abertura por la que entraban y salían. La puerta era
el frente descubierto de la excavación y tapado sólo con un costal o con un pedazo de tela;
por una rampa pequeña se penetraba a esta ‘pieza’ en la que cada familia dormía y tenía sus
pertenencias. De lo que resultaba, que para que no se llenara de agua la excavación
―durante las escasas lluvias―, con la tierra excavada, la rodeaban con un pequeño bordo”.
(9)
“De este San Manuel, ahora Ejido del Municipio de Viesca, guardo recuerdos —los
únicos— de mi abuelo paterno, Don Gregorio Valdés: bajo de estatura, muy delgado, con
sombrero grande y pantalones charros. Era originario de Peñón Blanco, Durango. Él y su
hermano Inocente Lara, fueron soldados de La República, ambos pelearon en Querétaro.
(10)
“De San Manuel era frecuente que fuéramos a Matamoros, a Santa Isabel, a Camargo —el
rancho todavía de mis abuelos paternos— o a la Flor de Mayo, donde vivía mi tía Isabel
Rosales, hermana de mi abuela Camila, mamá de mi papá y muerta en 1906. Mi tía Isabel
estaba casada con Pedro Vásquez, papá de Heladio, Isabel y Beatriz Vásquez Rosales,
primos de mi papá Pedro y que ahora viven en Matamoros, Coahuila. En Matamoros
visitábamos a mi tía Elena —hermana de Doña Cristina— casada con Aurelio Lavenant,
hijo de Teodoro, un soldado de la intervención que se quedó por acá. Igual hacíamos con
una hermana de mi padre —Doña Micaela— cuyo esposo era un campesino de nombre
Valentín Salas”. (12)
En ese mismo año de 1912, el niño José Santos se cambió a la Escuela Primaria Municipal
de Matamoros, Coah., esta vez bajo la dirección del Profr. Justo Castro que se levantó en
armas contra Victoriano Huerta, y luego estudió también por unos cuantos meses en una
escuela primaria oficial de Torreón. Por necesidades de trabajo su padre fue de nuevo
cambiado para trabajar en la Hacienda de Menfis, propiedad de un hermano de Don
Francisco I. Madero, en San Pedro de la Colonias, Coah., ahí reinició otra vez sus primeros
estudios en la Escuela Primaria Centenario en la cual terminó el quinto grado en junio de
1920. (13)
“Fui evocando mi niñez escolar y recuerdo que para llegar al 5to. grado, tuve que pasar 9
años de mi vida en la escuela primaria. Me volvía a ver como desertor temporal, trabajando
y volviendo a la escuela según las altas y bajas de nuestra pobre economía”. (14)
“Yo no pensaba ser maestro, pensaba ser agrónomo, pero mi padre era un campesino y no
había manera; me concedieron una beca y me fui a la Normal […]… Cuando establecí
contacto con el maestro Apolonio M. Avilés, se despertó en mí la gran dignidad que hay en
ser maestro de escuela […]… Nunca he negado que mi vocación por la docencia se la debo
a Don Apolonio”. (15)
En el año de 1923, por motivos de salud tuvo que abandonar sus estudios y regresar a su
hogar en San Pedro de las Colonias, bajo la prescripción médica de descanso y una buena
alimentación, que quedaron prácticamente fuera de su alcance, razón por la cual consiguió
un trabajo como maestro rural en la Escuela de San Marcos, del municipio de San Pedro de
las Colonias, Coah., hacienda perteneciente a la Casa Purcell, de propietarios ingleses. Ahí
impartió clases a 2do. y 3er. grados en el ciclo escolar 1923-1924. En septiembre de ese
mismo año reanudó sus estudios en la Escuela Normal para Profesores de Saltillo, Coah.,
donde se tituló el 17 de junio de 1926.
“De mi paso por la Escuela Rural Municipal de San Marcos, obtuve varias experiencias:
[…]… el absentismo latifundista se me reveló de manera material. En otras haciendas
donde trabajé de niño, estaban ahí los dueños o hacían visitas semanarias. En las de la Casa
Purcell nadie los conocía y la única visita a San Marcos, la hicieron en un carro especial del
ferrocarril que llegó hasta la hacienda y para que no los ensuciara la arena y el polvo del
suelo, se comentaba cómo les pusieron unas mantas largas de ixtle (por entonces se usaban
mucho en la Laguna para poner sobre ellas colchonetas y colchones y dormir en el suelo)
desde la espuela de la vía férrea hasta la Casa Grande. Nunca más los volvieron a ver. Este
absentismo se me había ocultado en la Haciendas de Bolívar, de los alemanes Ritter o en
las del Perímetro de Santa Teresa, de gachupines, pero allí lo aprecié de manera material
[…]… Aprendí en ese año escolar algo muy valioso: lo que educa no es lo que se dice, sino
lo que se hace”. (18)
“Habiéndome titulado en junio de 1926, quise trabajar en San Pedro, pero mis propios
maestros de la Escuela Primaria, entre ellos el más querido, me aconsejaron que no lo
hiciera: sal a trabajar fuera de aquí, me aconsejaron… Esto y el que me ofrecieron plaza de
maestro con ochenta pesos mensuales, los que casi había ganado como no titulado, hizo que
me fuera al Estado de Sonora.” (19)
(18) Ibid.
(19) Ibid.
Título profesional expedido por la Escuela Normal del Estado en 1926 (LV)
José Santos Valdés 1927 (RT)
III.- Historia Laboral
“Llegué a Hermosillo, el Director de Educación del Estado era Don Benjamín Muñoz, al
que con una huelga que iniciamos y capitaneamos los de segundo grado, el 4 de abril de
1922, habíamos sacado de la Dirección de la Escuela Normal de Coahuila. La huelga no fue
en su contra, sino del gobernador del Estado, General Arnulfo González, que había cesado
al maestro Don Apolonio M. Avilés, al que nosotros queríamos apasionadamente y que, al
morir, en 1930, fue consagrado por la Legislatura y opinión unánime de los coahuilenses,
como el Benemérito de la Educación en Coahuila. Los coahuilenses contemporáneos en la
Normal habían llegado antes que yo. Don Benjamín sabía quienes éramos y qué habíamos
hecho. Sin embargo, así como el año anterior había incorporado al servicio a mis dos
amigos que eran Manuel García Rodríguez y Alejandro V. Soberón, me incorporó a mí ”.
(20)
(20) Autobiografía
José Santos Valdés
Información para el periodista Mario Gil
Saucillo, Chih. 18 de abril de 1970
De cacería en Sonora (RT)
“Un día el gobierno callista de Sonora no soportó que hubiera organizado una Escuela
Nocturna para jóvenes obreros porque —los jóvenes trabajadores— quisieron que
publicáramos un periódico y lo hicimos. Se llamó Rutas Nuevas y combatió la
intervención gubernamental en la vida sindical y machacó sobre la idea de que Sonora no
progresaría hasta que no se repartiera la última hectárea del último latifundio. Tampoco
aguantó que muchos grupos primarios desfilaran —esto ocurrió el 1 de mayo de 1932, en
Nogales, Sonora— con uniforme rojinegro y menos todavía que a nombre de todos los
sindicatos de la CROM, dijera un discurso que fue calificado de subversivo e incendiario.
Me expulsaron del Estado. Fui a refugiarme a la ciudad de México y de allí a la Escuela
Central Agrícola de Tamaulipas”. (21)
“Cuando de Sonora me expulsaron por comunista y no sabía que era eso. Mis amigos
Mazatlecos y el empleado de Hacienda (que era marxista), no me lo habían explicado. No
sabía que en México había un partido llamado así […]… Me relacioné con otros miembros
del PCM pero no pude ingresar al partido, era muy difícil hacerlo, debía probar mi
consistencia en el trabajo diario. Me fui a Tamatán, Tamps., cerca de Ciudad Victoria.
Llevaba contactos, pero qué difícil fue entonces (julio de 1932) ligarse con ellos, pero al fin
conseguí lo que deseaba […]… me bebí los libros y folletos básicos y además me incliné
por las reflexiones de tipo filosófico. Aprendí (arriesgando la libertad y tal vez la vida), lo
que cuenta la disciplina. Empecé a ver con claridad y a orientarme en la maraña de los
hechos sociales. Creo que esos años (Julio de 1932 a septiembre de 1934) fueron decisivos
en mi dirección ideológica, y desde luego, en mi futuro”. (23)
Esta rica experiencia de Tamatán se la llevó a la Escuela Central Agrícola de Santa Lucía
(Hoy Guadalupe Aguilera, Dgo.) a donde llegó en septiembre de 1934. A partir de enero de
1935, asciende a la categoría de Jefe de Enseñanza de Materias Pedagógicas de Enseñanza
Normal y con este carácter asume interinamente la dirección de la escuela que, por órdenes
de la SEP, le toca transformar de Central Agrícola a Escuela Regional Campesina. Es en
este período cuando escribió su folleto: Motivos Socialistas de la Educación en plena
época de aplicación de la Educación Socialista elevada a Ley a principios del sexenio
cardenista. En mayo de 1935 los cristeros de Durango se levantan en armas y durante las
negociaciones para su pacificación, exigen la salida del director de la Escuela Regional
Campesina de Santa Lucía, Dgo., fue así como la SEP lo comisionó como Jefe de la Misión
Cultural No. 18 en el Estado de Querétaro.
“Sufrí tres agresiones de marcado sello político. La última por haberme hecho oír en una
asamblea campesina, en el entonces viejo teatro de Ciudad Victoria, al explicar a los
asistentes el profundo contenido de clase que tenía la entonces llamada escuela socialista.
Preferí poner tierra de por medio y la SEP aceptó enviarme a la Escuela Central Agrícola de
Durango”. (24)
“Me fui como maestro de planta de Aguilera, que era Central Agrícola, en septiembre de
1934, y en diciembre del mismo año, el señor ingeniero Molina, —que era el director— se
fue y la Secretaría me encargó la dirección de la escuela y además me nombró Jefe de
Enseñanza Normal, y con ese carácter me ordenó convertir a la Central Agrícola en
Regional Campesina […]… entonces se levantaron en armas los cristeros, me cogieron
como blanco de ataque y cuando se pacificaron exigieron, para tal pacificación, que yo
saliera de allí, porque era comunista y había hecho la celebración del primero de mayo, por
primera vez en la escuela. La Secretaría me ‘doró la píldora’ y me ascendió como Jefe de
Misión Cultural…” (25)
“El 1 de julio de 1936 pisamos tierra tabasqueña, y el trabajo de la 18 fue tan eficaz
socialmente que un político de lo peor que en mi vida he conocido (Fernández Manero) me
expulsó del Estado en compañía de Claudio Cortés, por la vía aérea”. (*)
“Ya no eran solamente apóstoles los misioneros, eran y el calificativo era justo: agitadores,
porque además de mejorar profesionalmente a los maestros y de servir a las comunidades,
‘nos iban abriendo los ojos’ —como dijo reiteradas veces un campesino— enseñándonos
los derechos y deberes que el hombre de México había alcanzado con la Revolución
Mexicana y la justicia social que la misma encierra, así como las maniobras realizadas para
desviarla… de aquí nació el gran conflicto: Misiones Vs. Caciques regionales.”(27)
“Las Misiones Culturales fueron disueltas en el año de 1938. La razón era sencilla —como
lo veremos después— pues al convertirse en agitadoras de conciencias y organizadoras de
las luchas populares, crearon tal alarma que la presión en su contra no la pudo resistir el
régimen cardenista. Después volverían a organizarse bajo la dirección del ilustre maestro
Guillermo Bonilla y Segura y se convertirían en sedentarias, aumentarían en número, serían
motorizadas algunas de ellas y se las orientaría más que todo al trabajo artesanal”. (28)
Fue en Galeana donde por primera vez puso en práctica su Modelo de Educación
Democrática que concibió a la escuela como una Comunidad Escolar gobernada por un
Consejo Paritario (formado por maestros y alumnos) y regida por un Código Disciplinario
con un tabulador de faltas con valores en puntos, aplicables a todos los miembros de esa
comunidad. La autoridad máxima era la Asamblea de Comunidad Escolar de la que
derivaban diversos comités como el de Honor y justicia, Raciones, Deportes, Biblioteca y
otros. Este modelo fue aplicado con éxito también en Comitancillo, Oax., y en Ayotzinapa,
Gro. Desde Galeana escribe su folleto La Religión y la Escuela Socialista (1938) dirigida a
los maestros rurales de la región.
“Me sacaron de aquí de La laguna, fue una lucha por un lado pintoresca, por el otro lado
marcó la entrada de la corrupción al ejido lagunero, que bajó desde el Banco, el Banco de
Crédito Ejidal. A consecuencia de esa lucha salí y fui a dar a Galeana, Nuevo León, pero
cuando llegué allí ya me habían boletinado y peor aún, amenazado con que no podía entrar
a la escuela. No obstante entré…” (29)
En enero de 1939 se trasladó a la Cd. de México por haber sido designado por sus
compañeros, dirigente del Sindicato Único de Trabajadores de la Enseñanza Superior
Campesina, (SUTESC), que fue el grupo sindical más combativo y revolucionario del
magisterio, formado por los trabajadores de las Misiones Culturales y los maestros de las
Escuelas Regionales Campesinas, grupo en el que había luchado desde 1933 y desde el cual
participó para la fundación del SNTE en 1943. De 1939 a 1940, trabajó también como
catedrático de Civismo en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, Mex., donde
elaboró el programa educativo y el libro de texto para impartir esa materia recién
incorporada al plan de estudios.
José Santos Valdés Director de la Escuela Normal Rural Con su esposa “Tulita” en Jaumave, Tamps. (LV)
de Xicontepec, Ver., Acompañado de maestros y alumnos.
(RT)
Por discrepancias con Don Alfonso Caso, pidió a Don Jaime Torres Bodet lo regresara a
Misiones Culturales donde fue ascendido a la categoría de Inspector, llegando a ocupar en
1945 la plaza que dejó Don Rafael Ramírez al jubilarse.
En 1946 publicó su libro Democracia y Disciplina Escolar
En 1955 fue director de la Escuela Normal Rural del Mexe, Hgo., y en ese mismo año se
desempeñó como visitador del Sistema de Enseñanza Agrícola de la SEP hasta 1958, en
estos años publicó en la Revista Provincia de Saltillo, Coah., sus cuentos El Alfabetizado
(1956) y El Fugitivo (1958). Fue también director de la Escuela Normal Urbana y
Preparatoria de Cd. Victoria, Tamps., de 1959 a 1960.
Se retiró por jubilación en noviembre de 1965, pero en marzo de 1967, por acuerdo
presidencial, fue llamado nuevamente por la SEP para comisionarlo como Supervisor
Especial de Enseñanza Normal en todo el País, puesto que desempeñó hasta 1970.
En este período publica sus libros: Interpretación de los Programas para la Escuela
Primaria (1967), La Enseñanza de la Lectura y la Escritura (1967), Educación
Democrática (1968), Madera (1968), Reprobación y Deserción Escolar (1969)
Federico Berrueto, apuntes para una biografía (1969) y su Autobiografía: información
para el periodista Mario Gil (1970), redactada en la Escuela Normal Rural de Saucillo,
Chih.
Portada de sus Obras Completas (VRQ) Busto en el Instituto de Estudios Superiores de Educación
Normal en Lerdo, Dgo. (VRQ)
En 1971 se retira definitivamente del servicio activo dedicándose por entero a escribir en su
casita de la calle Rayón Poniente No. 143 de Cd. Lerdo, Dgo., rodeado por el calor de su
familia que tantas veces extrañó su presencia.
Fue en Sonora en 1929 cuando se ligó por primera vez a las luchas sindicales de los
maestros, en ese tiempo los movimientos sindicales de trabajadores eran cromianos, no
escapando de ello las primeras organizaciones sindicales de los maestros, se luchaba por
mejorar los sueldos que en promedio andaban en los $60.00 pesos mensuales, pero había de
$30.00 y hasta de $10.00 pesos mensuales a quienes no tenían estudios normalistas que
eran la mayoría. Los titulados que eran los menos, podían ganar hasta $200.00 en puestos
de dirección o de supervisión. Pero también se luchaba por obtener algunas prestaciones
entre ellas la más elemental: la del servicio médico.
“Ni a mí se me ocurrió, ni nadie me lo hizo ver, que la unidad del gremio para la defensa de
nuestros intereses de servidores de la educación, era necesario. Nos reuníamos una vez al
mes para ver clases modelo, para escuchar disertaciones y polémicas pedagógicas, para oír
música, poesías y canto, pero de lo que ahora llamamos derechos laborales, ni una
palabra… Por principio, era verdad que nosotros éramos científicos, intelectuales,
forjadores de almas, constructores de la grandeza de la Patria, etc. Nada teníamos que
hacer que se pareciera a lo que ya andaban haciendo por acá algunos “revoltosos” que
hablaban de uniones y sindicatos; intentarlo, siquiera decirlo, era oprobioso para un maestro
que se respetara. Nosotros teníamos nuestro lugar y nuestra propia, muy propia dignidad…
Con esa mentalidad salí de la Escuela Normal […]… la vida me empezó a enseñar lo que
significa el pago retrasado de sueldos y el verse forzado a vender los recibos a los
agiotistas […]… aprendí lo que significa la inseguridad en el empleo […]… la estabilidad
del trabajo en el mismo lugar […]... Por eso un día en Hermosillo, (fue tal vez en 1929)
asistí alborozado a una reunión de maestros donde se planteó la unidad de los maestros no
sólo para fines de carácter profesional, sino para la defensa de los derechos que como
humanos y trabajadores teníamos”. (30)
El segundo contacto con la lucha sindical magisterial fue en Tamaulipas donde conoció de
cerca a los maestros misioneros que habían formado ya una alianza para la defensa de sus
intereses y supo del esfuerzo nacional que se hacía para formar un solo frente único de
trabajadores de la educación, fue así como apareció la CMM Confederación Mexicana de
Maestros “de claros tintes oficialistas”.
“En diciembre de 1935 y enero de 1936, nos reunimos como todos los años la totalidad de
los maestros misioneros en la ciudad de México. Respondiendo a una campaña bien
planeada y realizada, los maestros de las Escuelas Regionales Campesinas, enviaron sus
delegaciones a la misma ciudad y después de una serie de reuniones previas, se realizó un
congreso cuyo fruto fue el Sindicato Único de Trabajadores de la Enseñanza Superior
Campesina SUTESC, que agrupó a todos los trabajadores misioneros y a los de las ERC de
todo el País. Fue el primer sindicato vertical que hubo en la SEP y en él había médicos,
agrónomos, profesores normalistas, enfermeras, cocineras, lavanderas, galopinas,
carpinteros, músicos, albañiles, mecánicos, panaderos, peritos agrícolas, y peones de
campo. Era el magisterio de base mejor pagado por la SEP, el más combativo y calificado
dentro de la Educación Rural. En lo nacional el SUTESC nació bajo las banderas de la
CNTE y de la ITE en lo internacional”. (32)
En un nuevo esfuerzo por lograr la Unidad Nacional del magisterio, en febrero de 1937 se
convocó a un nuevo Congreso que tuvo como sede el Teatro de la República en la ciudad
de Querétaro en el cual nació la Federación Mexicana de Trabajadores de la Enseñanza
FMTE que organizó los Estados por Secciones Sindicales y las Zonas Escolares y algunos
Centros de Trabajo importantes por Delegaciones Sindicales.
Llegó como Secretario de Educación un gran mexicano: Jaime Torres Bodet. El cambio en
la SEP permitió que en la ciudad de México tuviera lugar en diciembre de 1943, un
auténtico congreso de unidad magisterial cuyo resultado fue la creación de la nueva central
de los educadores mexicanos: Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación SNTE,
que es el actual […]… al parecer cesaron las luchas intergremiales, pero no fue así: los
viejos líderes en las regiones y en los Estados se combatían ferozmente. Esa división
originó —como fruto de muy diversas circunstancias que se conjugaron— la muerte del
sindicalismo revolucionario […] A fines de 1947 me reincorporé a las escuelas Normales
Rurales ―me había refugiado en 1944 en Misiones Culturales, huyendo de don Alfonso
Caso y de Eliseo Bandala― y me enviaron a San Marcos, Zacatecas. Formé parte del
Partido Obrero Campesino. Poco a poco dejé que me absorbiera total, y completamente, el
trabajo educativo y acabé convertido en lo que todavía soy: francotirador. Nunca más volví
a participar en las luchas sindicales del magisterio.”(34)
“Elementos Descalificados que, de repente y —sin que nadie sepa cómo le hicieron—,
aparecen haciendo ostentación de nuevos nombramientos que les significan mejoría en sus
circunstancias familiares o de sus sueldos o de sus condiciones anteriores de trabajo. Eso
ha pasado siempre, dirán por ahí. Sí, es verdad, siempre, en todos los países del mundo y en
todos los tiempos, los malvados consiguen, a veces, ganarles la pelea a los bien
intencionados. Pero entre nuestro magisterio aterra esto no sólo por la frecuencia, sino por
la variedad de los campos en los cuales el fenómeno se produce. La SEP le echa la culpa al
sindicato; el sindicato a su vez inculpa a la SEP y en este arrojarse la pelota de unas manos
a otras, nadie sabe dónde quedó la bolita”. (36)
El Profr. José Santos Valdés García de León, fue una figura de primerísima importancia en
la vida educativa nacional de su tiempo, un educador que aportó un modelo de educación
democrática aplicado con éxito en las Escuelas Regionales Campesinas y Normales Rurales
del País, un maestro rural que enseñó a sus alumnos con el ejemplo, convencido de que “lo
que educa no es lo que se dice, sino lo que se hace”.
“Comencé a experimentar sobre este problema desde hace muchos años, más de treinta.
Pero convertí en sistemático y científico mi trabajo, sobre el particular desde 1943. Razón
por la que, todo lo que aquí va a leer, no es sólo copia de libros, sino producto de la
experiencia. Me sirvieron —fundamentalmente— de guía dos textos: La Enseñanza de la
Lectura, del ilustre desaparecido maestro Don Rafael Ramírez y la Psicología de las
materias de Enseñanza, del estadounidense del norte Homer B. Reed.”(38)
Con respecto a la enseñanza de la escritura, baste decir que en los 7 años que estuvo como
director de la Escuela Normal Rural de San Marcos, Zac., logró establecer como modelo de
enseñanza de la escritura, la llamada letra palmer que fue orgullo de todos los egresados
de esa escuela aun mucho tiempo después de que el maestro estuvo allí.
“El maestro mexicano es muy a pesar de todo lo que se diga en contrario, una de las
reservas mejores con que la Patria cuenta. El clima de ahora no le es propicio. La
corrupción sembrada por los falsos revolucionarios y que han nacido en las más altas
cumbres del poder, ha alcanzado a los campesinos, a los obreros, a los comerciantes, a los
burócratas y, no podían escapar de ella tampoco los maestros. Pero a pesar de ello —y lo
demuestran— cada vez que tienen enfrente a un hombre limpio, leal a la causa de la
educación, los maestros mexicanos reaccionan de manera positiva, vuelve a surgir de nuevo
el maestro enamorado de su trabajo, el maestro con sentido creador, el maestro que pone
encima de sus problemas personales, el porvenir de la niñez y de la juventud. Lo hemos
comprobado en estos últimos años. Ha sido para nosotros una estimulante inyección de
vida, la comprobación de que la inmensa mayoría del magisterio conserva intactas sus
cualidades morales y ello ha mantenido nuestra fe en el hombre y, por lo mismo, la
redoblada esperanza de que un día, México volverá a surgir como auténtico campeón de la
educación del hombre”. (41)
1.- Revista Partenón, del grupo de primer año de la Escuela Normal de Coahuila …. 1921
2.- Revista Pallas Atenea de la Sociedad de Alumnos de la Normal (Fue director)….
3.- Revista Juventud de Navojoa, Sonora (Fue fundador)……………………………. 1926
4.- Revista Ariel de Hermosillo, Sonora (Fue uno de los fundadores)..……………… 1927
5.- Periódico Quincenal Escolar Rutas Nuevas de Nogales, Sonora (fundador)…….. 1931
6.- Diversos periódicos y revistas de Sonora, Sinaloa y Tamaulipas.(colaborador) 926-34
7.- Revista Educación, Revista El Maestro Rural ……………….. (colaborador)
8.- Revista Tesis, Revista Todo…………………………………… (colaborador)
9.-Revista Siempre……………………………………………….. (colaborador) 1958-68
10.- Diario La Opinión y El Siglo de Torreón, Coah…. (colaborador por un año)
11.- Diario del Aire de la XEQ………………… (colaborador por varios años)
12.- Diario El Porvenir de Monterrey…………… (Editorialista por varios años)
13.- Cadena de periódicos El Mundo de Tampico y El Heraldo de San Luis Potosí,
Aguascalientes, Zacatecas, Irapuato y León, Gto. (colaborador por 18 años)
14.- Diario La Voz de Michoacán……………. (colaborador por mas de 20 años)
15.- Diario El Día de México, D.F………………….. (colaborador desde 1962)
LIBROS:
FOLLETOS:
CUENTOS:
ENSAYOS:
APENDICES:
Ya jubilado y dedicado en su casa a la entera tarea de escribir, fue publicando los siguientes
libros y ensayos:
Su labor como escritor y periodista es gigantesca, pues dejó un legado de libros, ensayos,
folletos y artículos que enriquecen el saber de los maestros de nuestro tiempo y dejan
constancia de su conducta valerosa, siempre intachable y siempre puesta al servicio de los
niños, de los jóvenes y de su pueblo.
El Profr. José Santos Valdés es uno de los grandes maestros mexicanos del siglo
XX.
Nuestro original sistema de educación rural de las décadas de los veintes y los
treintas de ese siglo, fue lo que nos dio prestigio en el mundo. Las instituciones que
formaron ese sistema de educación rural fueron: la Escuela Rural, la Misión Cultural y la
Escuela Normal Rural.
El mejor ensayo de educación democrática fue el que hizo en San Marcos, Zac.,
durante los 7 años que la dirigió. La educación democrática como la entendió el Profr.
Valdés, es mucho más de lo que hoy sólo en teoría son las escuelas de calidad. Con
claridad, sencillez y precisión, señaló las características que debería tener una escuela
democrática. Entre otras cosas, dijo: “Una educación democrática no podrá realizarse
jamás con independencia del trabajo” (con las manos)... “Una escuela democrática tiene
que dar a sus alumnos el conocimiento más amplio del pasado histórico de su pueblo”...
“Una educación democrática no puede realizarse con independencia del pueblo.”
Una de sus grandes virtudes fue la de haber sido congruente, en grado muy elevado,
entre el pensar, el decir y el hacer. Uno de sus mejores discípulos, el Profr. Misael Macías
Velázquez, dijo: el Profr. Valdés, “dice lo que piensa y hace lo que dice.” Fue un educador
que educó con su propio ejemplo.
No sólo fue un educador, también fue un maestro del periodismo. Desde las páginas
de periódicos y revistas, con su pluma, defendió las mejores causas del pueblo: la libertad,
la justicia, la igualdad, la democracia, la independencia económica y política del país, la
soberanía nacional, la justicia social, la no intervención y autodeterminación de los pueblos,
la reforma agraria, la organización sindical, la educación pública, la paz, etc. Y sin
contemplaciones fustigó a los hambreadores del pueblo, a los vendepatrias, a los políticos
demagogos, a los simuladores, a los pillos, a los traficantes, a los prevaricadores, a los
ganapanes, a los “villanos de la pedagogía”.
En fin, don José Santos Valdés fue un extraordinario maestro, un periodista valiente,
un luchador social, un prolífico escritor y poeta, un ciudadano ejemplar, pero, ante todo, fue
un Hombre, así con mayúscula.
“Murió pobre, como debe morir un hombre que como él, fue un profesor salido del
pueblo”. “Murió envuelto en el manto sagrado de la pobreza”.
La obra del maestro JOSE SANTOS VALDÉS, fue y es muy conocida en el ámbito
magisterial y social, porque muchos docentes hemos leído sus escritos completos y nos
hemos dado a la tarea de aplicar sus teorías y experiencias con magníficos resultados; pero
también su pensamiento y su obra ha sido valorada en el campo social, particularmente en
la clase campesina y obrera quienes recibieron, no únicamente la orientación y el
asesoramiento, sino también el apoyo y la gestoría a sus problemas en los diferentes lugares
donde tenía presencia Don JOSE SANTOS VALDÉS.
“Mi papá le mandó a mi abuelita un dinero para que compraran una huerta en Lerdo y ahí
vivimos un tiempo, ellos, —mis abuelitos— en una esquina y nosotros en la otra esquina,
era un terreno muy grande, equivalente a una manzana, pero empezamos a tener muchos
problemas, porque la gente se brincaba por la barda para robarse la fruta. Entonces mi
padre decidió que se comprara un tercio de manzana que se encontraba en venta por López
Rayón, frente a la plazuela Juárez y este fue nuestro domicilio definitivo. Era una vieja casa
que perteneció a un General que criaba allí gallos de pelea; por muchos años fuimos
reparando y acondicionando la vivienda para hacerla más habitable, porque en un principio
mi abuelito le tuvo que hacer a mi mamá un fogón en el suelo para que cocinara. Mi papá
siempre trabajó lejos de nosotros, el único tiempo que todos nosotros como familia vivimos
con él, fue cuando trabajó en la Escuela Normal Rural de Tenería, Mex., ahí sucedió uno de
los golpes más fuertes para la familia: Silvia, la bebé más pequeña, enfermó de difteria y el
progreso de la enfermedad le afectó las meninges antes de que recibiera la atención médica
adecuada. Mi padre decidió que la familia se mantuviera en Lerdo, Dgo., donde podían
conseguirse mejores servicios de salud; mientras él andaba trabajando por todo el País.
Nuestro abuelito Pedro era el que nos llevaba a la Escuela y al cine. Gozamos a nuestro
padre en vacaciones, cuando las de él coincidían con las nuestras porque antes había dos
calendarios escolares; cuando crecimos, yo recuerdo que corríamos a verlo a San Marcos,
Zac., que era donde él trabajaba y allí nos pasábamos dos meses con él. Aún estaba en la
Escuela Normal Rural de San Marcos, Zac., cuando sucedió otro golpe muy grande para él
y para nosotros. Nuestro hermanito el pequeño —José Santos— se accidentó jugando en el
patio, se le vino encima una plataforma y murió. Esto sucedió en octubre de 1955.
Nuestro padre sufrió mucho y decidió conseguir su trabajo más cerca de la familia; quienes
lo gozaron más como padre, fueron Paty la más pequeña y Silvia que siempre estuvo en la
casa con mamá. A pesar de haber andado siempre trabajando tan lejos de nosotros o —tal
vez por ello— él siempre tuvo un amor inmenso para nosotros que no lo comprendimos
plenamente hasta que fuimos mayores y sus formas de expresar este amor eran muy
peculiares, a veces nos tocaba la cara abarcándola con su mano abierta y eso era el
equivalente de mil formas de expresión de su amor, pero su amor más grande fue siempre
para mamá Tulita, cuando a ella le dio el primer infarto y su salud empezó a venirse abajo,
mi padre también empezó a derrumbarse. Cuando la vio en silla de ruedas, con medio
cuerpo paralizado, y enfermeras que entraban y salían de su habitación para atenderla, mi
padre ya no quiso vivir, —nos hizo huelga de hambre— como dijera el maestro Andrés
Silva Zavala. Fue como si el amor hubiera sido la fuerza que lo mantenía de pie en este
mundo.”
Todo lo expuesto hasta aquí son suficientes motivos para merecer que la Secretaría de
Educación y Cultura del Estado de Coahuila, haya dedicado este número de la serie
“Forjadores” al Profr. José Santos Valdés García de León, que dio contenido y relieve a la
educación rural del México posrevolucionario.
Hoy ya no existe el Profr. José Santos Valdés, pero viven aún sus hijos y familiares, viven
sus alumnos, sus discípulos y seguidores que son depositarios de valiosos recuerdos y
testimonios de su andar por el mundo. Su nombre no es desconocido en el Estado de
Coahuila que tanto amó y por el que tanto luchó, tampoco es desconocido a nivel nacional
donde se le considera una figura educativa prominente al lado de Enrique Corona, Rafael
Ramírez y Moisés Sáenz, que contribuyeron a forjar los cimientos del Sistema Educativo
Nacional de nuestro tiempo. Su semblanza biográfica ayudará a comprender a los jóvenes
maestros de hoy y a las nuevas generaciones el valor que tuvieron las acciones del relevante
maestro coahuilense que nos ha heredado la dignidad de ser maestros.
IX.- Agradecimientos:
- Para los Profrs. Ruperto Ortiz Gámez, y Antonio Valtierra Limones quienes
accedieron a aportar un testimonio sobre la vida del maestro.
Recopilación de datos y
Redacción de textos:
Profr. Vicente Rodríguez Quiroz