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Las técnicas de cambio cognitivo a menudo son consideradas incompatibles con las terapias
basadas en mindfulness y aceptación. En esos abordajes, se alienta a los pacientes a
distanciarse de los pensamientos que enganchan, en lugar de cambiar su forma y contenido.
Aunque no hay dudas de que las técnicas terapéuticas utilizadas en los abordajes de
mindfulness y aceptación son distintas de las técnicas de terapia cognitivo conductual
tradicional, vale la pena mirar más de cerca lo que los terapeutas hacen para promover
distancia de los pensamientos. Cuando los terapeutas invitan a los pacientes a mirar sus
pensamientos como si fueran nubes en el cielo, o a dar un paso atrás de esos pensamientos,
¿no están acaso alentando a los pacientes a pensar diferente respecto de sus pensamientos?
La Teoría de Marco Relacional (RFT, por las siglas en inglés), es un abordaje contextual-
conductual del lenguaje y la cognición que permite a los terapeutas integrar estrategias de
cambio cognitivo en abordajes basados en mindfulness y aceptación. Desde una perspectiva
RFT, hay cuatro principios centrales a seguir para ayudar a los pacientes a modificar su
forma de pensar, evitando simultáneamente los peligros de las técnicas de cambio cognitivo
tradicionales (vg. efectos paradójicos de supresión de pensamiento, debates inútiles acerca
de la realidad, patologizar ciertos pensamientos y sus pensadores, etc.). Estos son los cuatro
principios:
Pensar es una conducta, y como otras conductas, se puede moldear. Para eso, es crucial
entender que la conducta no es una cosa concreta que se pueda alterar directamente, sino
una interacción entre un organismo y un ambiente. Necesitan enfocarse en los antecedentes
y consecuencias de la conducta que están tratando de moldear.
Imaginen una paciente a la que le falta motivación para llevar a cabo acciones que podrían
mejorar su vida; podría estar pensando “soy muy perezosa para hacerlo”. El terapeuta
podría incrementar su motivación por medio de moldear su habilidad de conectar la acción
a algún propósito significativo. Podría preguntar, por ejemplo, “Cuando te imaginás
volviendo la próxima semana y diciéndome cómo fue la semana pasada, ¿qué querrías
decirme que has podido lograr? ¿Qué sería significativo, viendo la semana que ha
transcurrido?” En este ejemplo, el terapeuta utiliza un antecedente (la pregunta) que hace
más probable que se piense en términos de un propósito significativo.
Por esto, al moldear (shaping) el pensamiento de los pacientes, asuman que lo que están
pensando ahora nunca va a desaparecer del todo. Abandonen la estrategia de remover o
sustituir pensamientos y en lugar de eso aborden el cambio cognitivo como un proceso
aditivo e integrativo. Pregúntense: ¿qué pensamientos útiles podrían ser agregados al
repertorio del paciente? ¿Qué pensamientos podrían darle sentido a pensamientos menos
útiles al tiempo que abran al paciente a nuevas perspectivas y respuestas más flexibles?. Un
ejemplo típico de estrategia integrativa para cambiar cognición es hacer que los pacientes
reformulen un pensamiento por medio de decir “Tengo el pensamiento…”. Hacer eso pone
el pensamiento original en un contexto más amplio y crea distancia con su contenido, lo
que socava la influencia de ese pensamiento sobre la conducta del paciente.
Imaginen a un paciente diciendo “Soy la persona más tímida del mundo. Nunca voy a poder
hacer amigos, no tiene sentido siquiera intentarlo”. Aun cuando este pensamiento suene
como una exageración, cuestionar su precisión en términos de verdad objetiva
probablemente resulte invalidante e incremente la creencia del paciente en que es
verdadero. En cambio, enfocarse en la utilidad de este pensamiento en el contexto de querer
hacer amigos redirigirá la atención del paciente hacia lo que puede hacer para mejorar su
vida. El terapeuta puede preguntar “cuando tenés este pensamiento, qué haces a
continuación? ¿Y qué pasa entonces?¿te lleva más cerca de hacer amigos, o te aleja?”.
Otra forma de darle sentido funcional puede consistir en normalizar respuestas, como por
ejemplo estableciendo a las emociones como reacciones normales, o comprendiendo que
las respuestas inefectivas han sido seleccionadas por contingencias pasadas.
Si pueden observar lo que hacen y registrar los antecedentes y las consecuencias de lo que
hacen, pueden ajustar sus respuestas momento a momento de la manera más adaptativa.
Entonces, en lugar de decirles a los pacientes qué hacer o qué observar, los terapeutas
experienciales prefieren evocar observación de una variedad de experiencias. Hacen un
montón de preguntas que orientan al paciente a contingencias útiles (Antecedentes-
conductas-consecuencias), tales como “¿Qué estabas sintiendo en ese momento?” “¿Qué
hiciste a continuación?”, “¿Qué sucedió luego?”.
Al moldear las cogniciones de los pacientes, creen un contexto que evoque observación de
su parte y aliéntenlos a sacar sus propias conclusiones. Hagan preguntas que los lleven a
explorar diversas maneras de pensar. Incluso si creen saber la respuesta, consideren la
posibilidad de que el paciente pueda alcanzar una conclusión diferente que sería tan válida
como la de ustedes, o incluso más.