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Somos más malagradecidos

de lo que pensamos
Por Jennifer Schuessler

Es una de las primeras cosas que nos enseñan ya sean nuestros padres, los libros infantiles o
al aprender un nuevo idioma: di gracias.

Pero se ha descubierto que los humanos agradecemos con menor frecuencia que la que nos
podríamos imaginar. Un nuevo estudio sobre el uso del lenguaje cotidiano en todo el
mundo descubrió que, en escenarios informales, la gente casi siempre respondía a
solicitudes de ayuda o para dar un servicio. Sin embargo, rara vez recibieron muestras de
agradecimiento a cambio de sus esfuerzos: de hecho, solo en una de cada veinte ocasiones.

Este podría ser un veredicto condenatorio sobre la naturaleza humana o la prueba de una
pandemia mundial de falta de buenos modales. No obstante, para los investigadores, son
buenas noticias.

“Nuestra actitud básica es la reciprocidad”, comentó Nick Enfield, lingüista de la


Universidad de Sídney que dirigió el estudio. “Cuando les pedimos a los demás que nos
ayuden, damos por hecho que lo harán”.

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El estudio, publicado en la revista Royal Society Open Science, es parte de un esfuerzo más
amplio para analizar el lenguaje como una herramienta que se basa principalmente en la
interacción social más que tratarse de una manera para expresar ideas.

Por ejemplo, en un ensayo anterior, Enfield y sus colegas examinaron la palabra “¿Eh?”,
que usamos cuando necesitamos aclarar información. Encontraron variantes similares en 31
idiomas que usualmente tienen patrones fonéticos muy variados, lo cual sugiere que “¿Eh?”
es un ejemplo extraño de una palabra universal.

En algunos idiomas, dar las gracias se reserva para favores verdaderamente trascendentales,
como salvarle la vida a alguien. En otros, agradecer con frecuencia puede parecer extraño o
incluso insultante.

En el nuevo ensayo, titulado “Universals and Cultural Diversity in the Expression of


Gratitude” (Lo universal y la diversidad cultural en las expresiones de gratitud), un equipo
analizó interacciones en ocho idiomas en cinco continentes: inglés, italiano, polaco, ruso,
laosiano, cha’palaa —que se habla en Ecuador—, murrinhpatha —una lengua aborigen
australiana— y siwu —que se habla en Ghana—.

Los investigadores no estudiaron escenarios institucionales ni comerciales, en los que las


expresiones de agradecimiento podrían ser más comunes, sino que se centraron en las
interacciones casuales diarias entre gente que se conocía entre sí, estudiadas por medio de
cámaras escondidas en hogares o áreas comunes. Toda expresión verbal de gratitud (incluso
frases como “Bien hecho” o “Vale”) fue tabulada como una expresión de agradecimiento.

Los humanos indicamos la necesidad de ser asistidos con frecuencia —casi cada minuto y
medio, según las muestras de los investigadores— y, en general, obtenemos la ayuda: la
recibimos siete veces más que las que no.

Sin embargo, rara vez se agradeció a aquellos que cooperaron, aunque estos tampoco
parecían esperarlo. Cuando no se dieron las gracias, la omisión casi nunca se comentó. En
cambio, cuando la gente se negó a atender una solicitud, por lo común explicó por qué.

“Es totalmente asimétrico”, comentó Enfield. “En general, la gente no da razones para
otorgar ayuda. Esto solo subraya el hecho de que la cooperación es el modo
predeterminado”.

Aunque el estudio parece ser el primero en obtener datos interculturales tan extensos sobre
la frecuencia con la que la gente agradece (en lugar de la frecuencia con la que piensan que
lo hacen), la baja frecuencia del agradecimiento no sorprende mucho a algunos
investigadores que estudian el comportamiento recíproco desde un punto de vista evolutivo.
“Esperamos ayuda de los que son cercanos a nosotros, nuestros familiares y amigos, pero
particularmente de la familia”, dijo Robin Dunbar, antropólogo de Oxford que no participó
en el estudio. “Resulta verdaderamente interesante que demos por hecho esa ayuda, porque
existe el riesgo de tensar esas relaciones”.

Muchos idiomas (incluido uno que fue parte del estudio) carecen de un equivalente directo
de la expresión “Gracias”. Aunque no existen datos confiables, Enfield comentó que ese
probablemente es el caso de gran parte de los seis mil a siete mil idiomas que se hablan
actualmente en el mundo, la mayoría de los cuales se hablan en pequeñas comunidades
donde es probable que los hablantes se conozcan entre sí.

Las implicaciones sociales de agradecer también varían entre culturas. En algunos idiomas,
la frase que podría traducirse como “Gracias” se reserva para favores verdaderamente
trascendentales, como salvarle la vida a alguien. En otras lenguas, agradecer con frecuencia
puede parecer extraño o incluso insultante, como en el caso de algunos idiomas del sur de
Asia.

Enfield, también autor del libro de reciente publicación How We Talk: The Inner
Workings of Conversation, manifestó que el estudio del agradecimiento pone en claro la
brecha frecuente entre cómo pensamos que usamos el lenguaje y las formas en las que lo
hacemos en la práctica. Sin embargo, enfatizó que esto no significa que debamos dejar
de enseñar a los niños a decir gracias.

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