La instalación de los pueblos germanos en el Imperio de Occidente nomodificó
sus estructuras. Salvo en el caso de los vándalos y, enmenormedida, de los anglos y sajones, que arrasaron las precedentes, los recién llegados se adaptaron a las circunstancias de las regiones ocupadas y se dispusieron a heredar el poder del Imperio en ellas. La frágil pervivencia de las ciudades fue, sin duda, uno de los rasgos de los reinos que sucedieron al Imperio romano. Desde el siglo III, las ciudades habían ido perdiendo población en beneficio del campo. Y, con la población, perdieron sus funciones. El viejo sistema que combinaba urbs ordenadora y territorium ordenado desde ella, que había constituido uno de los pilares de la organización social del espacio en época imperial, entró decididamente en crisis. En su lugar, apenas semantuvieron unas cuantas ciudades, rodeadas por la muralla e invadidas por campos cultivados y pequeños rebaños de ovejas y cabras, que servían de asiento a algunas sedes episcopales y que anunciaban el modelo de ciudad altomedieval. La disminución de la actividadmercantil fue consecuencia de la desaparición de las antiguas concentraciones urbanas. Las rutas del comercio subsistieron, tanto las terrestres, aunque las viejas calzadas se fueron deteriorando por falta de uso, como las marítimas. Éstas conocieron una revitalización a mediados del siglo VI cuando los bizantinos de Justiniano ocuparon el norte de África, el sur de España y la mitad meridional de Italia. Los negotiatores judíos, sirios y griegos se encargaban de abastecer a los nuevos ricos de Occidente: las aristocracias, tanto laicas como eclesiásticas. Si la actividad mercantil del ámbito mediterráneo experimentó una cierta decadencia, la de la costa atlántica, hasta ahora, muy débil, comenzó a animarse. En especial, en dos áreas: los estuarios ingleses y, sobre todo, los wyk de Frisia, donde, a finales del siglo VII, los núcleos de Quentovic y Duurstedt alcanzaron un cierto carácter urbano.