Por fin, los colonos, que ocupaban pequeñas explotaciones alrededor de
los latifundios, eran personas jurídicamente libres. Casi siempre se trataba de antiguos pequeños propietarios que, por temor al fisco imperial, los bagaudas o los La desestructuración del Imperio carolingio, el final de una sociedad de tipo antiguo, la difusión de pautas culturales acuñadas o sancionadas por la Iglesia romana y los comienzos de la elaboración de una percepción que individualizaba a Europa, identificándola con la Cristiandad latina, constituían, a finales del siglo X, cuatro de los rasgos de la sociedad occidental. Esa fecha sirve de punto de arranque de este capítulo y de los dos siguientes. El de llegada de los tres (capítulos 6, 7 y 8) va a ser también el mismo: a finales del siglo XIII, una serie de síntomas que afectaban desde la demografía a los planteamientos intelectuales anunciarán cambios en el conjunto de la sociedad europea. Entre las dos fechas, finales del siglo X y finales del siglo XIII, el argumento fundamental fue el crecimiento global de la sociedad europea. El proceso se caracterizó por un dominio de los señores sobre tierras y hombres que se afianzó mediante la puesta en pie de células de encuadramiento social, desde la aldea al señorío y la ciudad, y que estimuló la creación de excedentes, lo que garantizó una división del trabajo que reanimó las actividades artesanales y mercantiles. Producto de todo ello fue, de un lado, la aparición de una sociedad que, junto a su peculiar jerarquía, puso en pie los marcos y los imaginarios de la organización social y mental que serán característicos hasta la desaparición del Antiguo Régimen; y, de otro, una cristalización de espacios políticos cada vez más territorializados..