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Los episodios de psicosis inducida por sustancias son frecuentes en los servicios de
urgencias y los centros de crisis. Existen muchas sustancias desencadenantes, como
el alcohol, las anfetaminas, el cannabis, la cocaína, los alucinógenos, los opioides,
la fenciclidina (PCP) y algunos sedantes/hipnóticos. Para que sea considerada psicosis
inducida por sustancias, las alucinaciones y las ideas delirantes deben ser superiores a las
que normalmente acompañan una simple intoxicación o abstinencia de sustancias, aunque
el paciente también puede estar intoxicado o sufriendo la abstinencia.
Los síntomas psicóticos también pueden presentarse por la abstinencia de estas sustancias:
alcohol; sedantes, hipnóticos y ansiolíticos; y otras sustancias y desconocidas.
Básicamente, como se puede comprobar con las definiciones que aporta el DSM IV, las
diferencias que existen entre estos dos términos son evidentes, ya que la alucinación es
totalmente inventada por la mente, no es producto de la distorsión de ningún objeto
presente, se percibe algo sin tener en cuenta los estímulos externos. En cambio el delirio se
produce bajo la distorsión de un estímulo externo. Consiste en una creencia errónea de la
realidad sobre un hecho u objeto existente.
Ambos síntomas tienen en común, que los individuos quienes los padecen están
totalmente convencidos de que lo que perciben es totalmente real, y no admite
discusión. Dichos individuos, se suelen dar cuenta del problema al intentar compartir sus
experiencias perceptivas con quienes les rodean. Ambos son síntomas psicóticos
característicos de los trastornos mentales graves. No han de formar, necesariamente, parte
de una psiocopatología, pueden aparecer en situaciones de estrés, bajo déficits sensoriales,
o por causas externas, como intoxicaciones debidas a diferentes medicamentos y drogas.