Professional Documents
Culture Documents
1. Partes Integrantes.
Ennecerus[1] sostiene que las partes integrantes son aquellos elementos que,
referidos a un bien principal, dependen de éste y no pueden ser separados sin
destruirlo, deteriorarlo o alterarlo. Por ejemplo la máquina unida al edificio de una
fábrica es parte integrante del mismo cuando no puede ser retirada sin destruirla
o destruir el edificio, o sin que se perjudique gravemente o cuando la máquina
haya sido construida ex profeso para adaptarse al edificio o cuando el edificio
está construido adaptándose a la máquina, de modo que la máquina o la casa
perderían por la separación, la utilidad conforme a su destino. En cambio, el
anillo o la piedra rara vez son integrantes esenciales de la sortija, pues casi
siempre será posible su separación sin destrucción o alteración del anillo de la
piedra. Lo mismo podrá decirse del marco y del cuadro, a menos que el marco
solo sea utilizable precisamente para ese cuadro.[2]
Barassi[3] sostiene que las partes integrantes son aquellas que conciernen a la
esencia del bien principal. En tal sentido la máquina no es una parte integrante
del edificio, salvo que estuviera estrechamente incorporada al mismo. En cambio
el motor es parte integrante del automóvil, el buey del arado y no remiten al suelo,
sino a las labores agrícolas en él realizadas o realizables. Y así, en tanto que
podemos concebir al edificio o al terreno sin la máquina o sin el buey, no
conciliamos la casa sin las llaves, habiendo cerradura, ni al automóvil sin su
motor.
Igualmente los derechos pueden ser parte integrante de un bien. Ello sucede,
por ejemplo, con la servidumbre que no puede ser separada del inmueble al que
se encuentre vinculada sin que sufra una alteración valorativa.
2. Partes Accesorias.-
Arias sostiene que las partes accesorias son aquellos elementos que, sin ser
integrantes del bien principal, están destinados a servir permanentemente a su
fin económico u ornamental. Resalta de esta definición la diferencia que existe
entre las partes accesorias integrantes. Estas están supeditadas a una relación
de orden estructural, mientras que aquéllas, se basan en la conexión económica
u ornamental.
La relación que exige el artículo bajo comentario, cuando señala que deberá
corresponder al fin económico u ornamental, significa que la parte accesoria
debe estar ya en condiciones que permitan su correspondencia con el bien
principal. Así, en el caso de un tractor adquirido por un agricultor para el trabajo
de sus campos, se requiere, para convertirse en parte accesoria, que haya
llegado al fundo y que, por consiguiente, sea ya susceptible de uso.
Cita ejemplos de Ennecerus como el de las lanchas del estanque arrendado con
la finca en que se halla instalado el restaurante, sirven para el uso de los clientes,
son pertenencias de la finca. Las máquinas y utensilios de una imprenta son
pertenencia del edificio. Los caballos son pertenencias de una finca destinada y
dedicada al acarreo. El piano y los demás instrumentos musicales que no
pertenecen a los profesores y que están instalados en un salón de baile son
partes accesorias del inmueble. Igualmente lo son las camionetas al servicio de
los hoteles, los omnibuses de los colegios, etc.
El segundo párrafo del artículo 888° CC señala que la afectación solo puede
realizarla el propietario del bien principal o quien tenga derecho a disponer de él,
respetándose los derechos adquiridos por terceros. Esta regla, que no existía en
el CC de 1936, está destinada a proteger a los propietarios, habida cuenta de la
facilidad con que puede producirse la afectación en materia de bienes muebles.
Empero, el mismo precepto respeta los derechos adquiridos por terceros.
Arias Schereiber[6] sostiene que la vinculación que tienen las partes integrantes
y las accesorias con el bien principal determina la existencia de una unidad
valorativamente considerada. Interesa particularmente que esta unidad no se
rompa fraccionándose sus elementos constituyentes y por eso la ley lo impide al
consagrar el principio según el cual las partes integrantes y las accesorias siguen
la condición jurídica del bien principal: accesorium sequitur principale.
La unidad de las partes integrantes y las partes accesorias con el bien principal
es la regla. Ella admite, como es lógico, la excepción, debiendo ser esta expresa
y teniendo como fuente la ley o el acuerdo de voluntades. Una excepción es la
que existe en la propiedad horizontal y vertical, pues cada uno de los pisos de
un edificio constituye parte integrante del mismo y sin embargo gozan de
independencia jurídica y están sujetos a un dominio particular.
4.- Los que hubieran empleado dolo o violencia para impedir al causante
que otorgue testamento o para obligarle a hacerlo, o para que revoque total
o parcialmente el otorgado.
6.- Los que hubieran sido sancionados con sentencia firme en más de una
oportunidad en un proceso de violencia familiar en agravio del causante.
Lohmann[2] señala que la indignidad es una institución que implica una sanción
privativa de derecho sucesorio. Asimismo, analiza sus características:
Sus efectos pueden alcanzar tanto a legatarios como a herederos, sin importar
que éstos últimos hayan sido designados testamentariamente o tengan vocación
legal. Debe entenderse que alcanza también al donatario, pues el donante puede
revocar expresamente la donación por las mismas causales de indignidad para
suceder y de desheredación (artículo 1637 del CC). Empero no alcanza a la
donación que hubiese recibido el sucesor antes de cometer el acto causante de
indignidad.
Ferrero[3] apunta que “el Código Civil de 1936 normaba las causales de
indignidad en un título denominado “De las incapacidades para suceder”,
tratándolas conjuntamente a casos muy diversos como la incompatibilidad de
algunas personas para suceder en la sucesión testamentaria y la original figura
prevista en el artículo 670, que trataba de la exclusión del hijo legítimo de la
herencia de su padre, por reconocimiento de su filiación por un tercero. Señala
“que estando la capacidad referida a la existencia, y siendo por tanto todas las
personas capaces de suceder, referirse a la incapacidad como el género y a la
indignidad como la especie, es un error (…) En el derecho actual, no resulta
adecuado hablar de incapacidad para heredar. Esta figura tenía sustento cuando
a algunas personas en razón de su raza, condición de esclavo, profesión
religiosa o condena, se les excluía de suceder (…)”.
Se hace mención a que el artículo 748 del Código Civil establece que no pueden
ser excluidos por herencia por indignidad los incapaces menores de edad y los
incapaces mayores de edad que por cualquier causa se encuentren privados de
discernimiento, de los cuales nos ocuparemos más adelante en la exégesis del
referido numeral.
Las causales de indignidad, según el artículo 667 del Código Sustantivo son:
Por ejemplo, la pérdida del derecho a la herencia del que fue víctima del delito
contra la vida, sólo procede cuando en el juicio penal respectivo queda probada
la culpabilidad del acusado.
2.- Los que hubieran sido condenados por delito doloso cometido en
agravio del causante o de alguna de las personas a las que se refiere el
inciso anterior.
Guzman[8] señala que, éste inciso se refiere a los que hubieran denunciado al
causante por delitos penados con prisión, proviene del inciso 3) del artículo 665
del Código Civil de 1936, inciso que ha sido completado con la expresión de tres
conceptos que eliminan los problemas de interpretación que éste presentaba y
facilitan su aplicación. El primero consiste en expresar, en cuanto a la gravedad
de los delitos denunciados, que son aquéllos a los que la ley señala pena
privativa de la libertad u otras de mayor gravedad. El segundo concepto es el de
exceptuar al denunciante si éste fuere víctima del delito (…) El tercer concepto
es el de limitar el alcance de esta causal sólo a la denuncia calumniosa … “.
4.- Los que hubieran empleado dolo o violencia para impedir al causante
que otorgue testamento o para obligarle a hacerlo, o para que revoque total
o parcialmente el otorgado.
Guzmán Ferrer[12] señala que “este inciso desarrolla con mayor amplitud la
causal contenida en el artículo 665 inciso 4 del Código Civil de 1936, que
consideraba incapaz de suceder por indignidad al “que coactó la voluntad del
causante para que otorgara o no testamento o para que alterara sus
disposiciones testamentarias. El dolo y la violencia, como vicios de la voluntad
son causales de anulabilidad del testamento y, además, son causales de
exclusión por indignidad del heredero o legatario que incurre en ellas, con
respecto a los actos comprendidos en este inciso. De tal manera que si se
probase la comisión de estos actos correspondería a anular el testamento
otorgado bajo su influencia y, en la sucesión legal, excluir por indigno al heredero
o legatario que los cometió.
Este inciso refiere solo a la utilización del dolo y violencia en sentido de que el
testador revoque total o parcialmente el testamento (no precisa si
necesariamente es el último otorgado), sin embargo, omite la hipótesis en la que
se use el vicio de voluntad a fin de que no revoque algunas cláusulas del
testamento o a éste en su conjunto.
5.- Los que destruyan, oculten, falsifiquen o alteren el testamento de la
persona de cuya sucesión se trata y quienes, a sabiendas, hagan uso de
un testamento falsificado.
Guzmán Ferrer [14]apunta que “el inciso 5 (…) comprende los casos en que el
heredero o legatario no han actuado sobre el testador, sino sobre el testamento
otorgado por el causante, destruyéndolo y ocultándolo, falsificándolo o
alterándolo y comprende también a quienes hagan uso de un testamento
falsificado. La destrucción u ocultación puede ocurrir con respecto al testamento
ológrafo y al cerrado, y la falsificación o alteración podría producirse en el pliego
interno del testamento cerrado o en el testamento ológrafo, razones por las
cuales estos testamentos ofrecen menos garantías que el otorgado por escritura
pública”.
6.- Los que hubieran sido sancionados con sentencia firme en más de una
oportunidad en un proceso de violencia familiar en agravio del causante.
c. La que sea perpetrada o tolerada por los agentes del estado, donde quiera
que ocurra.
a. las mujeres durante todo su ciclo de vida: niña, adolescente, joven, adulta y
adulta mayor.
b. los miembros del grupo familiar. entiéndase como tales, a los cónyuges,
excónyuges, convivientes, exconvivientes; padrastros, madrastras;
ascendientes y descendientes; los parientes colaterales de los cónyuges y
convivientes hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad; y
a quienes, sin tener cualquiera de las condiciones antes señaladas, habitan en
el mismo hogar, siempre que no medien relaciones contractuales o laborales; y
quienes hayan procreado hijos en común, independientemente que convivan o
no, al momento de producirse la violencia.
Por otro lado de acuerdo al artículo 8 de la Ley N° 30364 son tipos de violencia
contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar son:
5. Las medidas que los gobiernos locales o comunidades del domicilio habitual
de la víctima y del agresor deben adoptar, para garantizar el cumplimiento de las
medidas de protección, salvo que hayan sido confirmadas en instancia
especializada.
Los incisos 6 y 7 del Artículo 667° del Código Civil fueron incluidos por virtud de
la segunda de las disposiciones complementarias y modificatorias de la Ley N°
30364 cuyo literal d) del artículo 8° refiere a la violencia económica o patrimonial
como aquella acción u omisión que se dirige a ocasionar un menoscabo en los
recursos económicos o patrimoniales de cualquier persona, a través de:
1. La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes;
En materia de indignidad, los derechos que el indigno pierde pasan solo a sus
descendientes, excluyendo la norma al cónyuge y a los ascendientes.
Supóngase por ejemplo, que el indigno es hijo y por tanto heredero forzoso. Por
efecto de la indignidad queda privado de sus derechos, pero ocurre que está
casado y no tiene hijos ¿Es atendible que su cónyuge quede excluido de la
herencia del suegro, pese a que este cónyuge es tan heredero forzoso del
indigno como lo serían sus descendientes, si los tuviera?
El mismo autor señala que la segunda parte del artículo contiene un doble
supuesto:
[1] HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Procesos Judiciales derivados del derecho sucesorio.
Primera Edición. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. Setiembre 2006. p. 51.
[2] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Causales de Indignidad. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. pp. 44 y 45.
[3] FERRERO COSTA, Augusto. Ob. Cit. p. 210.
[4] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Causales de Indignidad. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 46.
[5] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 18.
[6] FERRERO COSTA, Augusto. Ob. Cit. p. 215 y 223.
[7] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Causales de Indignidad. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 46.
[8] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 19.
[9] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Ob. Cit. p. 47.
[10] Nótese que, en la práctica, el término se encuentra mal empleado, pues se tiene la calidad
de causante cuando éste ha fallecido y su efecto es la apertura de la sucesión, por tanto, al
momento de la interposición de la denuncia, el de cujus aún se encuentra vivo y aún no tiene
calidad de causante.
[11] Código Penal del Perú, aprobado por Decreto Legislativo N° 635. Año 1991.
Artículo 130.- Injuria
El que ofende o ultraja a una persona con palabras, gestos o vías de hecho, será reprimido con
prestación de servicio comunitario de diez a cuarenta jornadas o con sesenta a noventa días-
multa.
Artículo 131.- Calumnia
El que atribuye falsamente a otro un delito, será reprimido con noventa a ciento veinte días-multa.
Artículo 132.- Difamación
El que, ante varias personas, reunidas o separadas, pero de manera que pueda difundirse la
noticia, atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una conducta que pueda perjudicar su
honor o reputación, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años y con
treinta a ciento veinte días-multa.
Si la difamación se refiere al hecho previsto en el artículo 131, la pena será privativa de libertad
no menor de uno ni mayor de dos años y con noventa a ciento veinte días-multa.
Si el delito se comete por medio del libro, la prensa u otro medio de comunicación social, la pena
será privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años y de ciento veinte a trescientos
sesenticinco días-multa
[12] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 19.
[13] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Causales de Indignidad. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 48.
[14] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 19.
[15] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Causales de Indignidad. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. pp. 48 y 49.
[16] FERRERO COSTA, Augusto. Ob. Cit. pp. 239 y 240.
[17] Al respecto, Lohmann concuerda con Ferrero al señalar que los acreedores de algunos
sucesores también pueden solicitar la indignidad de otro sucesor si como consecuencia de la
exclusión del indigno su deudor incrementa su cuota y por ende tendrá más patrimonio con el
cual los acreedores puedan hacer su cobro, siendo de aplicación el inciso 4) del artículo 1219
del CC, sin que pueda alegarse la existencia de derechos personalísimos afectados, ni
prohibición legal. LOHMANN LUCA DE TENA, ob. cit. p. 52.
[18] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 20.
[19] Al respecto BORDA señala que el Fisco tampoco puede demandar la indignidad. Su derecho
no es propiamente el de un heredero, sino que, cuando nadie se presenta, adquiere los bienes
del difunto por el derecho que le compete sobre todas las cosas sin dueño (…) Tampoco gozan
de las acción los acreedores de la sucesión. Ellos ni siquiera pueden invocar un interés
económico, pues cualquiera que sea el heredero, lo mismo cobrarán su crédito. Y si la insolvencia
del indigno les parece dudosa, tienen a su disposición el recurso de pedir la separación de
patrimonios. (…) Se ha discutido si los acreedores del heredero que vendría a ocupar el lugar
del indigno pueden, por vía de acción subrogatoria, intentar la demanda (…) Es verdad que los
acreedores tienen un interés patrimonial evidente en la declaración de indignidad. Pero en esta
materia pesan consideraciones más importantes que las simplemente pecuniarias. Se trata de
evitar que miserias disimuladas en el seno de la familia; de impedir el escándalo que significa
dar a publicidad el mal proceder de un pariente muy allegado al causante. El derecho de intentar
una acción de indignidad, por todas las implicancias que supone, deben reputarse inherente a la
persona; escapa por tanto a la acción oblícua” (BORDA. Tratado de derecho civil: Sucesiones I.
1980 p. 105-108).
[20] HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Ob. Cit. p. 59.
[21] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Proceso Judicial de Indignidad. Plazo de
prescripción. En “Código Civil comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones.
Tomo IV. Primera Edición. Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. pp. 50 y 51.
[22] FERRERO COSTA, Augusto. Ob. Cit. pp. 240 y 241.
[23] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Desheredación por Indignidad y perdón del indigno.
En “Código Civil comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV.
Primera Edición. Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 55.
[24] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 21.
[25] FERRERO COSTA, Augusto. Ob. Cit. pp. 236 y 237.
[26] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Desheredación por Indignidad y perdón del indigno.
En “Código Civil comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV.
Primera Edición. Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 56.
[27] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Carácter personal de la indignidad. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición. Ed.
Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 61.
[28] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Ob. cit. pp. 62 y 63.
Introducción
Los Derechos Reales son el ejercicio de un poder jurídico que tiene un titular
(sujeto de derecho) sobre un bien (objeto de derecho). En nuestro Código Civil
Peruano de 1984, el legislador ha creído conveniente ubicarlo sistemáticamente
en el Libro V, clasificándolos en Derechos Reales Principales (posesión,
propiedad, usufructo, uso y habitación, servidumbre y superficie) y en Derechos
Reales de Garantía (Hipoteca, Anticresis, Derecho de Retención y la actual Ley
de la Garantía Mobiliaria). El presente artículo desarrolla las disposiciones
generales previas a la división antes señalada, es decir desde el artículo 881 al
884 donde importa mencionar la características de numerus clausus que adopta
nuestra codificación así como el análisis del principio de prohibición de cláusulas
de inalienabilidad de los bienes y el régimen de las propiedades incorporales.
Art. 881.- Derechos Reales. Numerus Clausus.
Max Arias Schereiber[3] sostiene que la importancia que tienen los derechos
reales en la economía, la política y lo social en general, determinó que desde
antiguo se limitasen y estuviesen condicionados a su creación legislativa, de
modo que no pudiesen existir otros que no se hallaren regulados por la ley.
Existe, en esta área, una excepción a la clásica amplitud de los actos jurídicos.
Se ha considerado válidamente que si se permitiese que por voluntad de las
partes se creasen toda suerte de derechos reales la consecuencia sería
particularmente negativa para la seguridad y tranquilidad económico-social. Por
consiguiente, está prohibida la constitución por acto jurídico de un derecho real
que no sea de los contemplados por las leyes. Esto es lo que en doctrina se
conoce como “numerus clausus” o principio de legalidad.
Art. 883.- Los derechos reales sobre predios rústicos se rigen por la
legislación de la materia (*).
(*) Derogado por el segundo párrafo de la Primera Disposición Final del D. Leg.
N° 653 del 01-08-1991, Ley de Promoción de las Inversiones en el Sector
Agrario.
Los Derechos de Autor concierne a todas las obras o producciones del ingenio
humano, en el ámbito literario o artístico, cualquiera sea su género, forma de
expresión, mérito o finalidad y comporta atributos de orden intelectual, moral y
patrimonial y que, mientras el aspecto intelectual y moral son permanentes e
inalienables, el patrimonial permite la explotación de la obra o producción por el
tiempo y en las formas señaladas en el D. Leg. N° 822. Por otra parte, el derecho
de autor es independiente de la propiedad del objeto corpóreo en el que consta
la creación, de modo que la adquisición de este objeto no le otorga al adquiriente
ninguno de los derechos que no le hubiesen sido transferidos.
El radio de acción de la ley es muy amplio, pues ampara por igual a los autores
peruanos y extranjeros domiciliados en el Perú, en tanto que los no domiciliados
están protegidos en virtud de convenios bilaterales o las convenciones
internacionales suscritos y ratificados por el Perú. En defecto de tales, se aplicará
el principio de reciprocidad, en todo cuanto no se oponga a las disposiciones del
D. Leg. N° 822. Al referirse a los del derecho de autor, la ley distingue entre el
derecho moral, en cuya virtud se puede reivindicar la paternidad de la obra y
oponerse a toda deformación, mutilación o modificación de las mismas, como de
exigir que se mencione su nombre o seudónimo conocido cada vez que la obra
sea utilizada. El restante atributo es de carácter patrimonial, lo que determina
que el autor sea considerado propietario de sus obras con todos los goces y
facultades que son inherentes a este derecho, tanto en su forma original como
derivada y que pueda disponer de ese derecho a otros, a cualquier título
(oneroso o gratuito) así como transmitirlo por causa de fallecimiento. Existe
también el Registro de Derechos de Autor, que es solo facultativo y que produce
el efecto de presumir que son ciertos los derechos, actos, contratos y
documentos inscritos, con la reserva de que pueda decidir en definitiva el Poder
Judicial. De la misma manera, los actos y contratos de quien aparezca con
derecho a ellos en el Registro no pueden ser anulados ni modificados en perjuicio
de terceros que hayan actuado de buena fe, salvando el derecho de quienes
pudieran resultar perjudicados, para iniciar contra el responsable las acciones
que sean pertinentes. Existe una presunción “juris tantum” según la cual se
entiende que actúan de buena fe quienes contratan a mérito de las inscripciones
de Registro, salvo prueba en contrario.
[1] GUZMÁN FERRER, Fernando. Código Civil. Tomo II. Segunda Edición. Editorial Científica
SRL. Lima – Perú. 1996. p. 154.
[2] VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Derechos Reales: Numerus Clausus. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo V. Primera Edición. Ed.
Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. pp. 19-21.
[3] ARIAS SCHEREIBER PEZET, Max. Exégesis del Código Civil Peruano de 1984. Tomo II.
Derechos Reales y Registros Públicos. Primera Edición. Edit. Gaceta Jurídica. Lima – Perú.
2006. pp. 37-38.
[4] ALBALADEJO, Manuel. Derecho Civil III. Tomo III. Derecho de Bienes. Volumen I y II. Librería
Bosch. Quinta Edición. Barcelona – España. 1983. p. 28.
[5] Esto es lo que el mismo ALBALADEJO llama derechos reales atípicos, porque la ley no los
regula en particular. En el Perú, Jorge Eugenio Castañeda, en su obra “Los Derechos Reales”
(Talleres Gráficos P.L. Ed. Villanueva S.A., Lima, 1973, pp. 16-17) al interpretar la norma del art.
852 del CC de 1936, sostenía de que por legislación posterior al Código sí podrían crearse
nuevos derechos reales, manteniendo su posición de numerus clausus.
[6] BULLAR GONZÁLES, Alfredo. Principio de libertad de disposición de los bienes. En “Código
Civil comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo V. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. pp. 22-24.
[7] Ley General de Sociedades: Art. 101.- Limitaciones y prohibiciones aplicables a las
accciones.
Las limitaciones a la transferencia, al gravamen o a la afectación de acciones no pueden significar
la prohibición absoluta de transferir, gravar o afectar.
Las limitaciones a la libre transmisibilidad de las acciones son de observancia obligatoria para la
sociedad cuando estén contempladas en el pacto social, en el estatuto o se originen en convenios
entre accionistas o entre accionistas o terceros, que hayan sido notificados a la sociedad. Las
limitaciones se anotarán en la matrícula de acciones y en el respectivo certificado.
Cuando así lo establezca el pacto social o el estatuto lo convenga, el titular de las acciones
correspondientes, es válida la prohibición temporal de transferir, gravar o de otra manera afectar
acciones.
Igualmente, es válida la prohibición temporal de transferir, gravar o afectar acciones, adoptada
mediante acuerdo de la junta general, en cuyo caso sólo alcanza a las acciones de quienes han
votado a favor del acuerdo, debiendo en el mismo acto separarse dichas acciones en una o más
clases, sin que rijan en este caso los requisitos de la ley o del estatuto para la modificación del
estatuto.
La prohibición debe ser por plazo determinado o determinable y no podrá exceder de diez años
prorrogables antes del vencimiento por períodos no mayores. Los términos y condiciones de la
prohibición temporal deben ser anotados en la matrícula de las acciones y en los certificados,
anotaciones en cuenta o en el documento que evidencie la titularidad de la respectiva acción.
[8] Res. N° 515-2005-SUNARP-TR-L. En Data 30,000 Jurisprudencias. Gaceta Jurídica.
[9] ARIAS SCHEREIBER PEZET, Max. ob. Cit. pp. 44-46
[10] DIEZ-PICAZO, Luis y GULLON, Antonio. “Sistema de Derecho Civil”. Volumen III. 5ta
Edición. 4ta Reimpresión. Editorial TECNOS S.A. Madrid - España. 1995. pág. 280.
La sucesión se abre por la muerte física o por la muerte presunta, la cual rige en
caso de desaparición y ausencia, o de muerte, cuando no es habido o reconocido
el cadáver. Se descarta así la muerte civil, que se imponía antiguamente a las
personas como consecuencia de su profesión religiosa o del cumplimiento de
ciertas condenas[2].
1.1.1.1. Muerte.
“La muerte pone fin a la persona. Se considera ausencia de vida al cese definitivo
de la actividad cerebral, independientemente de que algunos de sus órganos o
tejidos mantengan actividad biológica y puedan ser usados con fines de
trasplante, injerto o cultivo.
1.- Cuando hayan transcurrido diez años desde las últimas noticias del
desaparecido o cinco si éste tuviere más de ochenta años de edad.
3.- Cuando exista certeza de la muerte, sin que el cadáver sea encontrado o
reconocido.”
1.1.3. Conmorencia.-
Estando a lo dispuesto por el artículo 660 del Código Civil que establece que
"desde el momento de la muerte de una persona, los bienes, derechos y
obligaciones que constituyen la herencia se transfieren a sus sucesores", por lo
que no hay necesidad de más documento que el testamento o declaratoria
judicial de herederos, para que todos los bienes que eran de titularidad del
causante al momento de su deceso, sean transferidos a favor de sus herederos.
En tal sentido, debe entenderse, que la sucesión no es una entidad jurídica, sino
un estado legal de condominio sujeto a normas específicas, por lo que, por
ejemplo, resultaría improcedente demandar a una sucesión sin indicar quienes
son los herederos que la integran.
Este precepto conserva, en su primera parte lo dispuesto por el artículo 658 del
Código Civil de 1936 según “El cual el heredero sólo responde las deudas y
cargas de la herencia hasta donde alcancen los bienes de ésta”. Pero esta
fórmula es solamente declarativa (...) Enuncia el sistema de la responsabilidad
intra vires hereditatis por la deuda de un causante, que fue acertadamente
adoptado por los autores del Código de 1936, pero no completa tal declaración
con las disposiciones necesarias para el buen funcionamiento del sistema. Ello
es debido a que en la Comisión respectiva predominó el concepto según el cual
bastaba esta norma y no era necesario vincularla con las referentes al beneficio
de inventario. Pero, en realidad se trata precisamente del beneficio de inventario,
aunque dentro de este sistema no funciona como una modalidad de la
aceptación de la herencia por el heredero, sino como presunción legal que lo
ampara, pero cuyo buen funcionamiento requiere algunas disposiciones
complementarias. Por tal motivo, en la segunda parte de este artículo se dispone
que para acogerse a este beneficio, al heredero de formar inventario judicial de
los bienes, deudas, cargas de la herencia, dentro del término que al efecto se
indica[11].
Ferrero expresa su posición frente al inventario judicial señalando que “El Código
Civil de 1984, si bien consagra la responsabilidad intra vires hereditatis al
expresar en su artículo 661 que el heredero responde de las deudas y cargas de
la herencia solo hasta donde alcancen los bienes de ésta, agrega el enunciado
que incumbe al heredero la prueba del exceso, salvo cuando exista inventario
judicial. La eliminación de la obligación del inventario judicial nos parece muy
adecuada, así como pertinente atribuir al heredero la carga de la prueba a que
se contrae el artículo 661 (…) las deudas a que se refiere este artículo son
únicamente las transmisibles, pues las personalísimas no son objeto de
transmisión. Las deudas difieren de las cargas en que éstas son obligaciones
nacidas después de la muerte, como los gastos del funeral o de incineración, de
habitación y alimentación de sus dependientes y el caso que erróneamente
califica el Código como tales: los gastos de la última enfermedad del causante
(artículo 869)[13].
Finalmente, Ferrero[19] concluye que tres son las situaciones respecto a los
herederos, con consecuencias distintas:
[1] El efecto del fallecimiento de la persona natural es regulado en el artículo 61° del Código Civil,
que señala “La muerte pone fin a la persona”. La muerte es el hecho biológico cuya
consecuencia jurídica es la de extinguir los derechos y las obligaciones personalísimas de su
titular. Da origen a la sucesión. Comúnmente, se cree que la muerte se produce cuando las
funciones vitales (respiración y circulación, expresadas por el latido cardíaco) se detienen. Sin
embargo, jurídicamente, se acepta el concepto de muerte cerebral, referido al cese definitivo e
irreversible de la actividad cerebral (Art. 21 del D.S. 014-88-SA). Tal hecho se acredita con la
inscripción de la partida de defunción (art. 73 del Código Civil).
[2] Según Borda, “la antigua figura de la muerte civil existió en algunos países hasta mediados
del siglo XIX por la que los condenados por ciertos delitos graves a deportación era reputados,
a manera de condena condicional, como civilmente muertos, siendo de recordar las duras frases
que pronunciaba el juez, en el Derecho Germánico, al condenar a una persona por esta pena.
“Tú quedarás fuera del decho. Viuda es tu mujer; sin padre tus hijos. Tu cuerpo y tus carnes son
consagrados a las fieras de los bosques, a los pájaros del aire, a los peces de las aguas. Los
cuatro caminos del mundo se abren ante ti para que vayas errante por ellos; donde todos tienen
paz, tú no la tendrás”. (Borda, Guillermo A. Manual de Derecho Civil. Parte general. 14° edición.
Editorial Perrot. Buenos Aires-Argentina. 1989. Págs. 153-154)
[3] CARDENAS KRENZ, Ronald. Fin de la Persona. En “Código Civil comentado por los 100
mejores especialistas”. Derecho de las Personas. Tomo I. Primera Edición. Editorial Gaceta
Jurídica. Lima – Perú. Marzo 2003. Pág. 354.
[4] Un sector de la doctrina nacional está en desacuerdo con el término usado por el art. 61 CC
pues refiere específicamente a la “persona” y no al “ser humano”, concepto, éste último, más
amplio y que engloba tanto al concebido como a la persona natural.
[5] Si bien la muerte pone fin al ser humano en tanto sujeto de derecho, la ley le otorga a los
herederos el poder para que puedan exigir el respeto a la memoria y a la confidencialidad de
los actos realizados en vida por el causante.
[6] La exigencia de la ejecutoriedad de la sentencia que declara la muerte presunta se requiere
tanto ante el registro personal en caso de los Registros Públicos como del registro de
Identificación y Estado Civil.
“Art. 2031 Código Civil.-
Para las inscripciones previstas en el art. 2030, las resoluciones judiciales deberán estar
ejecutoriadas, …”
“Art. 55 Ley 26497 Ley Orgánica del Registro de Identificación y Estado Civil.-
Las inscripciones de resoluciones judiciales se efectuarán únicamente en caso que éstas se
encuentren ejecutoriadas, salvo disposición legal en contrario. Para dichos efectos, los jueces
dispondrán, bajo responsabilidad, se pasen los respectivos partes al registro para su inscripción
dentro de los quince (15) días siguientes a la fecha en que quedó ejecutoriada la resolución”
[7] El Derecho Romano estableció que si un hijo y su padre y su madre hubieran muerto en un
mismo accidente, se presumirá que el hijo habría muerto primero, si fuera impúber y el último si
fuera púber.
[8] OLAVARRIA VIVIAN, Juan Alejandro. “La vocación sucesoria de los muertos”. En: Diálogo
con la Jurisprudencia. Sección: Análisis y crítica jurisprudencial. Tomo 11. Ed. Gaceta Jurídica
Agosto 1999.
[9] En Diálogo Con La Jurisprudencia. Tomo 30. Especial De Jurisprudencia. Sucesiones. I.
Transmisión Sucesoria. Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. Marzo 2001. Versión Digital.
[10] Exp. N° 231-99 del 14/04/1999. En: Cuadernos Jurisprudenciales N° 19. Ed. Gaceta Jurídica.
Lima - Perú. Enero. 2003. p. 58.
[11] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 09.
[12] Idem anterior.
[13] FERRERO COSTA, Augusto. Responsabilidad ilimitada o intra vires hereditatis. En “Código
Civil comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 25.
[14] GUZMÁN FERRER, Fernando. Código Civil. Tomo II. Segunda Edición. Editorial Científica
SRL. Lima – Perú. 1996. p. 10.
[15] FERRERO COSTA, Augusto. “Derecho de Sucesiones”. En Tratado de Derecho Civil. Tomo
V. Volumen I. Ed. Universidad de Lima. Lima – Perú. 1994. p. 175.
[16] Idem anterior.
[17] FERRERO COSTA, Augusto. Ob. Cit. pp. 173 y 174.
[18] DE GÁSPERI, Luis. “Tratado de Derecho Hereditario”. Tomo I. parte General. Tipográfica
Editora. Buenos Aires – Argentina. 1953.
[19] FERRERO COSTA, Augusto. Responsabilidad ilimitada o ultra vires hereditatis. En “Código
Civil comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición.
Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 26.
[20] Exp. N° 616-87-Callao. Normas Legales N° 161. p. 393.
[21] GUZMÁN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 11.
[22] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Juez competente en los procesos de Sucesiones.
En “Código Civil comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV.
Primera Edición. Ed. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 27.
[23] LANATA, Rómulo E. “Proyectos y anteproyectos de la reforma del Código Civil”. Tomo I.
Lima – Perú. pág. 688.
PETICIÓN DE HERENCIA
El primer párrafo del artículo 664° del Código Sustantivo refiere que la pretensión
de petición de herencia se concede al heredero, quien no obstante que desde la
muerte del causante le han sido transmitidas de pleno derecho la propiedad y la
posesión de los bienes que constituyen la herencia, no puede entrar en posesión
de éstos porque se encuentran en poder de otros herederos, verdaderos o
aparentes, o de quienes poseen sin título, o de los causahabientes a título
gratuito de cualquiera de estas personas; que la mencionada norma permite
acumular a aquélla la pretensión de declaratoria de herederos.
Al respecto, Guzmán señala que “el artículo incluye (…) entre aquellos contra
quienes procede esta acción, no solo a quienes poseen “pro haerede”, sino
también a los poseedores “pro posessore” y a los adquirientes a título gratuito de
unos y otros. Esta amplitud de la acción proviene de la que tuvo la “haereditatis
petitio” en el derecho romano, (…). La referida acción procede contra los
coherederos para concurrir con ellos a la posesión efectiva de la herencia, y
contra los herederos aparentes y los poseedores a título gratuito de unos u otros
para excluirlos de la posesión que detentan. Es heredero aparente y por lo tanto
poseedor de buena fe, el que ha entrado en la posesión de los bienes
hereditarios creyendo por error que era heredero, debido a que no conocía el
mejor título del demandante, en la sucesión legal, como pariente más próximo,
o en la testamentaria como heredero legitimario con título preferente”[2].
Del mismo modo, en las cuestiones sucesorias, todos los sujetos llamados a
heredar tienen legítimo interés en lo que respecta a la herencia, por lo que si es
omitido uno o algunos de ellos, el proceso deviene nulo. Por lo tanto, el heredero
preterido puede ejercer su derecho de petición de herencia, en virtud del cual
puede pedir que se le declare heredero, y que se le permita el acceso a los
bienes de la herencia, excluyendo a quien los tuviera en su poder o concurriendo
en la posesión.
a) Contra el tercero que, sin buena fe, adquiere los bienes hereditarios por
efectos de contratos a título oneroso celebrados por el heredero aparente
que entró en posesión de ellos. Respecto de los actos onerosos, se protege al
tercero de buena fe que los haya adquirido de quien registralmente tenía inscrito
título sucesorio. Y agrega el artículo 665: sin que hubiera anotada demanda ni
medida precautoria que afecte los derechos inscritos”. Por lo tanto, no cabe
acción reivindicatoria contra cualquier adquiriente a título oneroso y de buena fe.
A la inversa si deberá prosperar contra el adquiriente oneroso de mala fe.
b) Contra quien posee los bienes hereditarios a título gratuito o sin título. En
el primer caso la acción reivindicatoria debe prosperar pues el adquiriente no ha
entregado contraprestación alguna y es obvio que, por mucha buena fe que haya
tenido, entre empobrecimiento del heredero y adquisición sin costo por el tercero
debe prevalecer lo primero, sin otra prueba que acreditar la gratuidad de la
transmisión y el título de heredero del reclamante. En el segundo caso, no
requiere explicación pues el precario no puede alegar defensa en su favor y la
justificación de la norma salta a la vista.
Lohmann señala que el precepto del artículo 666° del Código Civil solo tiene
sentido si la acción reivindicatoria no procede, por haberse transferido el bien a
un tercero a título oneroso y de buena fe, pues en los otros casos procede la
reivindicación y por tanto la recuperación del bien. Sólo cuando el bien no es
recuperable tiene lógica disciplinar legalmente no la restitución del bien, sino la
compensación del precio recibido por él[11].
Por su parte, Guzmán refiere que “este artículo (…) está inspirado en el párrafo
segundo del artículo 535 del Código Italiano que se refiere al caso en que el
transfiriente sea poseedor de buena fe” quien está obligado a restituir su precio
al heredero y si se le adeudara, se trasmitirá a este último el derecho de
cobrarlo. “Este artículo refiere, además, expresamente, al caso del poseedor de
mala fe, para declarar que está obligado no sólo a la restitución del bien, sino al
reintegro de sus frutos, pues lo poseyó indebidamente, y a la indemnización de
los perjuicios que hubiera ocasionado. En cuanto a la devolución de frutos, este
artículo aplica las disposiciones generales según las cuales el poseedor de
buena fe hace suyo los frutos y el de mala fe está obligado a restituirlos”[12].
Que el poseedor de buena fe se creyera con derecho sobre el bien por título
diferente al sucesorio. En este caso es de aplicación las normas generales de
derecho real.
En uno u otro caso, como la recuperación del bien ya no procede por haberlo
adquirido un tercero de buena fe y a título oneroso, la ley impone al enajenante
la obligación de restituir al verdadero heredero con un monto equivalente al del
enriquecimiento del primero, que no necesariamente equivale al
empobrecimiento del segundo, puesto que la norma habla de precio de
transferencia, no de valor del bien.
MODELO DE DEMANDA DE
PETICION DE HERENCIA
Expediente Nº
Especialista:
Cuaderno: Principal
Escrito Nº 1
Sumilla: Interpone demanda de Petición de Herencia y Sucesión Intestada.
AL JUZGADO CIVIL DE …
II. COMPETENCIA.
- Porque, conforme se desprende del tercer párrafo del art. 663º CC corresponde
al juez del lugar donde el causante tuvo su último domicilio en el país, conocer
de los procedimientos no contenciosos y de los juicios relativos a la sucesión.
SEGUNDO: La (El) suscrita (o), conforme lo acredito con la partida de nacimiento emitida por
XXXXX que acompaño, también es hija (o) del causante, situación que además es conocida
por las (los) demandadas (os). (ANEXO 1-__)
CUARTO: Así las cosas, iniciamos los trámites para las rectificaciones, pero por razones que
desconozco las demandadas paralelamente se buscaron a otro abogado y comenzaron a
hacer todo de nuevo, sin que yo tuviera participación y menos conocimiento de ello. Este
hecho lo acredito con el Testimonio Notarial de la Sucesión Intestada tramitada ante la Notaría
xxxxxxx, donde consta que se declara como herederas universales a xxxxxxxxxxxx,
xxxxxxxxxxxxx y xxxxxxxxxxxxx.(ANEXO 1-___)
QUINTO: Que, recién con fecha … de … de ….; y a raíz de que vendieron un inmueble a
Don (ña) xxxxxxxx , bien que forma parte de la masa hereditaria he tomado conocimiento que
las demandadas han sido declaradas herederas universales de mi padre
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx, dejándome excluida tanto de dicha sucesión, así como de los
demás derechos que como heredera también me asisten legalmente, como es el de estar o
no de acuerdo con la compra venta de algún bien que forma parte de la masa hereditaria.
Este hecho lo acredito con el mérito de la copia literal del Registro de Propiedad Inmueble del
Registro de Predios de la Oficina de Registros Públicos, donde consta la transferencia del
inmueble que forma parte de la masa hereditaria a favor de un tercero. (ANEXO 1-___)
V.FUNDAMENTOS DE DERECHO.
Art. 664º del Código Civil Que señala que el Derecho de Petición de Herencia corresponde
al heredero que no posee los bienes que considere que le pertenecen, y se dirige contra
quien los posea en todo o en parte a título sucesorio, para excluirlo o para concurrir con él.
Art. 424º y 425º del Código Procesal Civil referidos a los requisitos de la demanda.
Art. 475º del Código Procesal Civil referido a la Vía Procedimental en que se tramita la
presente Pretensión, la misma que deberá ser tramitada en proceso de conocimiento.
4) Copia Literal del Registro de Sucesión Intestada de la Oficina de Registros Públicos, así
como de los bienes inmuebles que poseía el causante.
5) Copia Literal del Registro de Propiedad Inmueble del Registro de Predios de la Oficina de
Registros Públicos, donde consta la transferencia del inmueble que forma parte de la masa
hereditaria a favor de un tercero.
VII. ANEXOS.
1-E Copia Literal del Registro de Propiedad Inmueble del Registro de Predios de la Oficina
de Registros Públicos, donde consta la transferencia del inmueble que forma parte de la masa
hereditaria a favor de un tercero.
POR TANTO:
Ciudad ….
[1] Artículo vigente según a la modificación establecida por la Primera Disposición Modificatoria
del TUO del Código Procesal Civil, aprobado por Resolución Ministerial Nº 10-93-JUS, publicada
el 23-04-93.
[2] GUZMÁN FERRER, Fernando. Código Civil. Tomo II. Segunda Edición. Editorial Científica
SRL. Lima – Perú. 1996. Ob. Cit. p. 12
[3] Debe recordarse que, pese a que el tercer párrafo del artículo 326 del Código Civil dispone
que la unión de hecho termina por muerte, no le otorga a la conviviente vocación sucesoria. No
obstante, estando a que el concubinato debe estar reconocido judicialmente, a efectos de la
transmisión de la masa hereditaria a los hijos del causante debe, previamente, debe liquidarse
el patrimonio de la sociedad de gananciales.
[4] C.A.S. 985-98-Cajamarca del 17/11/1998. “La petición de herencia – a pesar de no haber sido
declarado heredero”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 11. Gaceta Jurídica. Lima.
Agosto. 1999.
[5] GUZMAN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 12
[6] Rectificado por Fe de Erratas publicado el 24-07-84
[7] Código Civil del Perú aprobado por Decreto Legislativo N° 295. 1984.
Artículo 927.-
“La acción reivindicatoria es imprescriptible. No procede contra aquél que adquirió el bien por
prescripción.”
[8] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Acción reivindicatoria. En “Código Civil comentado
por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición. Ed. Gaceta
Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 436 y 37.
[9] Exp. 46-98. Resolución del 08/06/98. Tercera Sala de Procesos Abreviados y de
Conocimiento de la Corte Superior de Lima. En: Código Civil. Colección de Códigos 2007.
Primera Edición. Gaceta Jurídica. Lima – Perú. Enero. 2007. p. 106.
[10] Exp. N° 1664-91-Loreto. Jurisprudencia citada por ZÁRATE DEL PINO, Juan. Curso de
Derecho de Sucesiones. Palestra Editores. 1998. Lima – Perú. p. 304.
[11] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Acción restitutoria e indemnizatoria. En “Código Civil
comentado por los 100 mejores juristas”. Derecho de Sucesiones. Tomo IV. Primera Edición. Ed.
Gaceta Jurídica. Lima – Perú. 2003. p. 40.
[12] GUZMAN FERRER, Fernando. Ob. Cit. p. 17.
[13] LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Ob. Cit. pp. 40 y 41.
[14] CAS. N° 793-99. En: “El Código Civil a través de la Jurisprudencia Casatoria”. Ed. Gaceta
Jurídica. Lima – Perú. p. 240.