En 959 murió el emperador Constantino VII Porfirogeneta. Tras quince años
de intrigas palaciegas y asesinatos de emperadores, Basilio II, un nieto de aquél, fue proclamado como basileus en 976. Durante cincuenta años presidió un apogeo del Imperio desconocido desde tiempos de Justiniano. A su muerte, dos sobrinas suyas prolongaron la legitimidad durante otros treinta años, hasta que lamuerte de la segunda en 1056 sin descendencia puso fin a la dinastía Macedónica. En resumen, casi un siglo de éxitos militares y esplendor cultural en que Bizancio volvió a mostrarse activo en los tres frentes en que el Imperio tuvo comprometida permanentemente su existencia. • En el frente oriental, los enemigos eran los musulmanes. Frente a ellos, las acciones bizantinas se desarrollaron por mar y tierra. En 961 conquistaron la isla de Creta, a la que, cuatro años después, siguió la de Chipre. En 975, los bizantinos entraban en Damasco. Era la primera vez desde hacía más de tres siglos que lo conseguían. Su éxito duró muy poco. Con todo, el esfuerzo no fue inútil, ya que el Imperio consiguió frenar temporalmente las primeras penetraciones de turcos seldjúcidas. • En el frente occidental, Bizancio utilizó tanto la fuerza como, sobre todo, la diplomacia en sus negociaciones con el califa cordobés para enfrentarse a los piratas sarracenos y la flota fatimí y con el emperador alemán Otón I, cuyo resultado será la boda de Otón II con una princesa bizantina. Los acuerdos no impidieron nuevos intentos de penetración alemana en los territorios del sur de Italia ocupados por los bizantinos, pero proporcionaron a la zona una cierta estabilidad favorable a los intereses del Imperio oriental. A ella contribuyeron las alianzas entre Bizancio y las ciudades de Pisa y Venecia. En virtud de ellas, las repúblicas italianas aportaban su capacidadmarinera a las tropas bizantinas a cambio de importantes ventajas comerciales en los puertos del Imperio, según refrendó el tratado con los venecianos del año 992. En cambio, la pretensión bizantina por reinstalarse en la Siciliamusulmana no alcanzó sus objetivos, aunque contó en 1040 con la ayuda de una expedición de varegos al mando del rey noruego. La presencia de los nórdicos en la isla constituyó, sin embargo, una especie de anticipo del establecimiento de los normandos en ella.