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Helenismo en Peleo

Sociedad ateniense.

La práctica más extendida se inscribe en el sistema de intercambios que los


antropólogos denominan como el de dote-por-dote. Es decir, que si el esposo
«compra» a su esposa al padre de esta, esta «compra» no se puede reducir a una
transacción del tipo «una mujer por tantas cabezas de ganado». El padre de la joven
puede escoger a su futuro yerno por otras razones que las puramente materiales, y si
bien es cierto que entre varios pretendientes escogerá a aquel que ofrezca los hedna
(regalos de boda) más valiosos, puede sentirse tentado también de entregar a su hija
sin hedna a un hombre cuyo prestigio y honor repercutirán sobre su descendencia. El
ejemplo de una joven prometida sin hedna que con más frecuencia se menciona es el
ofrecimiento que hace Agamenón a Aquiles, para que vuelva a combatir, no
solamente de trébedes, relucientes objetos de oro, caballos, cautivas, sino también de
una de las tres hijas que le había dado Clitemnestra: «Que se lleve la que quiera, y sin
necesidad de dotarla, a la casa de Peleo[2]».
Es evidente que el carácter excepcional de Aquiles, unido a las circunstancias no
menos excepcionales del combate, explica en esta ocasión la donación gratuita que
hace Agamenón de su hija. Y aunque en un contexto diferente, es asimismo el
carácter un tanto excepcional del reino de Alcínoo, a medio camino entre el mundo
real y el mundo bárbaro de los «relatos», el que explica a su vez que este pueda
pensar en entregar a su hija Nausícaa al héroe, despojado de todo, varado en su
orilla[3]. Esta anomalía se justifica también a causa, por un lado, de la grandeza y la
fama de Ulises, y por otro, de la dificultad de encontrar en el mismo lugar un esposo
digno de la hija del rey. Sin embargo, aunque es justo subrayar, como lo han hecho
M. I. Finley y J. P. Vernant, que el matrimonio no es signo de una compra pura y
simple y que «… se inscribe en un circuito de prestaciones entre dos familias», estas
prestaciones, ofrecidas como hedna por el futuro yerno a su futuro suegro, no dejan
de ser la forma «normal» en que se manifiestan las prácticas matrimoniales.
Recordemos a este respecto, aunque en otro plano presenta un carácter un tanto
peculiar sobre el que volveremos, el ejemplo de Penélope: si Telémaco, una vez
confirmada la muerte de Ulises, entra en posesión de su patrimonio, y si Penélope
acepta volver a casa de su padre, es a este a quien los pretendientes se dirigirán para
conseguirla «… a cambio de regalos. Después, Penélope se casará con aquel que más
haya ofrecido

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