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2.3.

LA EVOLUCIÓN CREADORA
Bergson es un evolucionista no cientifista.
En La evolución creadora 1907 trata este problema. Es un estudio sobre la
vida, comprendida dinámicamente, trabajada desde su interior en el
ambiento de la conciencia, que apunta a la materia aprehendida en su
profundidad, fundamentalmente como duración y con las limitaciones que
la materia le impone.
El impulso vital actúa como si una conciencia fuera inmanente a la vida.
Es la vida entrando en el mundo; primero como materia bruta en un mundo
de la necesidad que se ve irrumpido por la vida con su movimiento
imprevisible y con la libertad para elegir el tiempo gracias a la memoria,
que rompe el determinismo y marca el surgimiento de la conciencia. A
diferencia de la materia bruta y el mecanicismo, la conciencia toma de la
materia lo útil para acción.
La fuerza vital anima la evolución creadora que es el peculiar modo de ser
de un ente finito frente una materia ya dada que le opone resistencia y le
exige esfuerzo. Paradójicamente no hay diferencia irreducible de materia y
espíritu ya que todos los seres organizados participan de él; la materialidad
es ese movimiento, aunque inverso al espíritu.
La intuición nos permite percibir la unidad de movimiento, así como la
continuación humana de ese elan creador, cuya fuerza de diseminación se
nos aparece en forma de múltiples tendencias.
El elan vital constituye el núcleo más profundo de la realidad y se
desarrolla generando nuevas formas implican de iniciativa, elección y
continua creación.
La libertad que el elan vital inyecta en el universo material es indefinible
no porque coincide con el proceso de la vida consciente y postular que
pueda ser implica especializarla mediante el lenguaje transfiriéndola al
plano de los objetos físicos en el que no hay libertad sino determinismo
porque no hay duración real que es constitutiva de la conciencia. Es la
creación perpetua en la que consiste la realidad. Creación es crecimiento.
Cuando creamos hacemos todo lo posible para franquear las leyes
generales de la materia inerte.
Lo que diferencia la vida de un individuo de la naturaleza es la elección. La
vida no elige y no sigue una línea de evolución. La unidad de las distintas
direcciones de esta no obedece una finalidad establecida ya que la vida es
creación imprevisible posibilitando la pluralidad de las líneas de evolución.
Es un evolucionismo de carácter espiritualista que se identifica con la
duración de la conciencia. La evolución no es una serie de adaptaciones a
las circunstancias como pretende el mecanicismo. Considera Bergson el
evolucionismo cientifista no da cuenta de la formación de órganos
complicados. El todo es de la misma naturaleza que el tío es decir está en
gestación y no puede ser explicado mecánicamente.
Se sitúa también contra el finalismo radical por implicar que las cosas y los
seres se limitan a un programa trazado; si no hay nada imprevisto entonces
no hay invención y creación y el tiempo resultaría inútil. El finalismo es un
mecanicismo al revés, sustituyendo el impulso del pasado por la atracción
del futuro. La consecuencia de la misma la irrealidad del tiempo.
Las teorías de Darwin y Lamarck son visiones de la creencia de que todo
está dado y que no hay creación. Todos explican la vida como un conjunto
de procesos de adaptación. Y aún siendo innegable que la adaptación al
medio es necesaria para la evolución versión niega que la aceptación sea la
causa impulsora de la misma. El impulso no es una fuerza dormida que
espera a su desarrollo sino que es un impulso original, un empuje interno
que conduce a la vida pasando por formas cada vez más complejas. La vida
es un elan que se expresa en la duración del universo al que pertenece la
vida. La esencia de lo psíquico envuelve en una unidad la pluralidad de
términos que se interconectan. No es una sustancia y no se traspone ni el
espacio ni la inteligencia.
La conciencia es distinta del organismo que anima. Las acciones posibles
están contenidas en un estado de conciencia que reciben el comienzo de
ejecución. Distante; el cerebro subraya constantemente articulaciones
motoras de ese estado de conciencia y no se limita a la interdependencia de
la conciencia y el cerebro. Por eso la conciencia no queda ligada a la
materia de cerebro. Por eso es esencialmente libre; es la libertad misma.
Pero tiene sus limitaciones, porque no pueda atravesar la materia sin
adaptarse a ella; es adaptación es la intelectualidad y la inteligencia, a
volverse hacia la conciencia actuante la hace entrar en los marcos en los
que tiene costumbre de ver insertarse en la materia por lo que siempre
percibirá la libertad como necesaria.
El cerebro es la reunión de dispositivos que permitan al espíritu responder a
la orden de las cosas con reacciones motrices que sirven para insertarlo en
la realidad. Lo psíquico no es mero resultado de la actividad cerebral. El
Estado cerebral no es ni la causa ni el efecto de la percepción. La
percepción es nuestra nación virtual mientras que el Estado cerebral es
nuestra acción ya comenzada. Por eso distingue de manera radical
conciencia humana y animal. La cuestión cerebral no es una diferencia de
grado, sino de naturaleza.
En definitiva la conciencia no es idéntica al cerebro. La conciencia es la
potencia de elevación de la que dispone el viviente. En los animales no son
más que variaciones sobre el tema de la rutina, porque el animal expreso en
los hábitos de su especie. La superioridad del hombre reside en su cerebro
en su sociedad y en su lenguaje.
La humanidad es nuestra situación privilegiada pero esto no significa que la
conciencia humana sea superior a toda otra conciencia. En el hombre
distinto convive con la inteligencia. El instinto utilice construye
instrumentos orgánicos la inteligencia instrumentos artificiales. La
inteligencia es conocimiento de la forma y se dice la conciencia. Los
instintos son conocimiento de la materia y se orientan a la inconsciencia.
La inteligencia por tanto trata el devenir como una serie de estados
inmutables en una concepción cinematográfica del tiempo dejando escapar
lo que caracteriza la vida: el devenir continuo. El tiempo cuantitativo no
es el tiempo real sino una simple yuxtaposición de ahoras. El tiempo real
es en el que está instalado la conciencia, en el que se crea sin cesar la
imprevisible. Es la duración. Considerar cuantitativamente el tiempo
proviene de la interpretación. Es un tiempo por analogía con el espacio, es
un tiempo especializado artificialmente en el que es imposible comprender
la duración vital.
Es una incapacidad de la inteligencia frente a la vida de la que la ciencia
adolece. La ciencia es exitosa en la materia inerte en la que la duración real
de la conciencia es suplantada por el tiempo de instantes uniformes, que en
realidad es un tiempo especializado. El saber de la ciencia consiste en
prever y por eso avanza. Pero no comprende la vida que excede el
organismo porque están por todo el cosmos
La conciencia humana es inteligencia cuando renuncia a la intuición; es la
intuición la que dice la vida mientras que la inteligencia está regulada por
la materia. La humanidad debe desarrollar por completo ambas formas de
actividad consciente pero los enormes avances en la conquista de la materia
lo impiden porque exigen especialización de la inteligencia y porque la
conciencia debe adaptarse a los hábitos materiales.

2.4. EL ESPÍRITU EN EL CUERPO


Bergson reaccionan contra la visión de la conciencia como epifenómeno de
la materia que la relaciona con el cuerpo recurriendo paralelismos o
mónismos psico físicos.
En El evolucionismo espiritualista de Bergson no hay paralelismo porque
lo físico y lo psíquico son totalmente diferentes..
Frente a esto por Bergson concibe la naturaleza como una fuerza interna,
naturans, que se hace continuamente atravesada por un elan vital que le
impulsa a crear y a crecer como duración que evoluciona.
En Materia y Memoria analiza las relaciones entre cuerpo y espíritu. El
cuerpo es materia dirigida a la acción y el espíritu es memoria. Bergson
parte del cuerpo pero para mostrar que no puede explicarse por sí mismo.
Para comprenderlo es preciso hacer intervenir otra realidad; el espíritu,
cuyo testimonio es la memoria que nos introduce en el pasado siendo éste
la vida misma del espíritu evocado por un acto presente.
Bergson muestran este libro las dificultades de las explicaciones realistas e
idealistas acerca de la materia. Para el idealista la materia sería
representación y para el realista cosa. Idealistas y realistas incurren el
mismo equívoco: sólo tienen interés en la percepción y la reducen a puro
conocimiento olvidando su destino práctico. Ambas son posturas balísticas
que entiende la materia como infinitamente divisible negando la realidad.
Para Bergson en cambio la causa de la percepción no es la conciencia sino
la misma que suscita el encadenamiento de los elementos nerviosos con los
órganos y con la vida que expresen y de la potencia de actuar del viviente.
El cuerpo pertenece a la materia viva, el Centro de iniciativas y percepción
siendo esta última el sistema en el que las imágenes son puestas en relación
con el cuerpo que como el está destinada la acción y no el conocimiento
puro.
El cuerpo es una imagen de imágenes que las selecciona a partir de la
materia y la lleva la percepción de una imagen concreta proyectando la
percepción como una imagen privilegiada, como posible acción en el
mundo exterior. El cuerpo no es más que un instrumento que filtran las
informaciones ópticas recogidas del mundo exterior en función de las
necesidades del organismo. Sin cuerpo no hay imagen como representación
ni tampoco percepción.
Bergson enlaza percepción y movimiento; no enraíza lo percibido en las
sensaciones fisiológicas vitalmente entendidas. La realidad no es geometría
inmóvil que pueda ser tratada mecánicamente; es la nueva metafísica de
Bergson la que establece un paralelismo geométrico entre la mecánica
extensa y la realidad psíquica.
La solución no es identificar la materia con nuestro espíritu. El estado
cerebral sólo determina una parte de nuestro psiquismo que se traduce en
movimientos de locomoción. El resto del psiquismo se desarrolla en
pensamientos abstractos que imprimen en los cuerpos determinadas
actitudes. Una de esas imágenes es el cerebro, entendido por formar parte
del mundo material y no porque el universo se halla en el cerebro como
otra de las representaciones. El cerebro no es la condición de la imagen
total sino una parte de la misma. El cuerpo es otra imagen pero privilegiada
porque no lo conozco sólo desde fuera por percepciones sito sino también
de manera interna por afecciones, que son la mezcla del interior corporal
con la imagen de los cuerpos externos. La diferencia entre percepción y
sensación afectiva consiste en que éste es interior, subjetiva y las imágenes
percibidas son exteriores, objetivas.
La subjetividad corporal es la fuente de las afecciones, porque el cuerpo
absorbe algo de la acción externa de la que mana la afición, en la que se
mezcla el interior corporal con la imagen de los cuerpos externos. Es la
diferencia de la afección contra la percepción. La primera no es una nación
virtual a distancia, sin acción real, próxima, que se dibuja en el propio
cuerpo a diferencia de la percepción que se dibuja en los objetos.
La superficie de nuestro cuerpo es el límite no común del exterior y el
interior,. Es la única porción de la estación que es percibida y sentida al
mismo tiempo. Nuestro cuerpo se inscribe en el mundo en el acto mismo de
la reflexión y adelanta a la fenomenología el concepto de sinestesia, a las
sensaciones dobles o a la subjetividad-objetividad que se produce cuando
se estrechan las manos y ya no se sabe cuál de ellas es el sujeto tocante y
cuál el objeto tocado.
En las afecciones en la forma de sentimientos o sensaciones, la conciencia
asiste a todos mis iniciativas excepto a las que provienen de los hábitos o
las acciones automáticas realizadas. Todas las imágenes incluso del
cuerpo están en el exterior y forman el universo. Este es restituido como
fenómeno, no como cosas en sí ni como representación. Mi cuerpo es una
imagen más que actúa como ellas recibiendo y proporcionando
movimiento. Lo diferencia que es el único medio para actuar sobre ellas; no
sólo me suministra imágenes sino que es centro de acción destinado a
mover otros objetos y además condición de la percepción. El cuerpo es una
imagen que actúa como ellas. Lo adoptó como centro del universo y como
base física de mi personalidad porque a diferencia de las otras imágenes
elige la manera de producir lo que recibe.
Para Bergson el cuerpo es una imagen de imágenes. Es el punto central de
la acción, de la elección y es el centro de la indeterminación que proyecta
la percepción como una imagen privilegiada, como posible acción en el
mundo exterior. La inserción de la imagen que es mi cuerpo en el sistema
de las otras imágenes es lo que Bergson denomina percepción.
No es un simple receptor de estímulos ni una vía de transmisión de
información, sino que es concebido como un “filtro negro” (écran noir) que
refleja las informaciones ópticas del mundo exterior en función de las
necesidades de la existencia del organismo. El cuerpo actúa como filtro de
la actividad real de las cosas externas, las detiene y retiene. Estación virtual
de las cosas sobre nuestro cuerpo y de éste en aquellas es nuestra
percepción. Esta potenciación de iniciada en la percepción es continuada,
no realizada por el cerebro que no es ni causa ni efecto de la misma, como
tampoco es un contenedor de imágenes y recuerdos. Solamente es un
instrumento que permite traducir los recuerdos en movimientos y enlazar lo
psíquico con lo corporal, y en virtud de la relación con la conciencia
permite la continuidad entre sensación imagen y recuerdo. Gracias a ella el
presente— materialidad misma de la existencia—, es proyectado por el
proceso mental del movimiento hacia la imagen que va de la percepción a
los recuerdos y de éstos a las ideas de modo que la imagen actúa como un
medio entre dos mundos: el del ausente y lo presente. El recuerdo es el
punto de intersección entre espíritu y materia.
El espíritu es fundamentalmente memoria, pero el cuerpo es cuerpo vivido
el cuerpo objetivado a la vez, y lo que lo distingue de los otros cuerpos es
su motricidad querías instituirse como centro de los otros cuerpos
materiales. Esta capacidad motriz introduce la indeterminación en las
relaciones del cuerpo ante los otros cuerpos aunque no implica el concurso
de la subjetividad. El movimiento hacia la imagen permite entender el
recuerdo como un progreso del pasado al presente, no como regresión del
presente al pasado ya que venimos de un Estado virtual que se materializa
en una percepción actual y un estado presente y actuante. No podemos
localizar recuerdos porque existen virtualmente al igual que existe en las
cosas del espíritu. Los recuerdos se convierten imagen para entrar en
nuestro presente.
La percepción no sólo es un caso de rememoración porque también
tenemos la percepción pura, esto es, impresión retiniana en el que la
percepción coincide con el objeto percibido. Sólo en ella la percepción es
lo mismo que la materia. La percepción pura es el espíritu sin memoria.
Pero esta percepción apenas se da, porque lo normal es que esté orientada
por la memoria que es la síntesis del pasado y del presente en vista al
futuro. La percepción es esa imbricación del recuerdo puro y de la
percepción pura, esto es espíritu y materia que interviene la elección
realizada por el cuerpo con vistas a la acción.
Esta es la teoría de la percepción pura. La conciencia en la percepción se
limita a enlazar por el continuo hilo de la memoria una serie ininterrumpida
de visiones instantáneas. El cuerpo selecciona imágenes, que no son ni
ideas y cosas, en función de la vida. Las sensaciones pasadas perviven en
los recuerdos y se actualizan en la percepción. La materia no se acuerda de
su pasado porque está determinada por la necesidad. El pasado ya está en
su presente y sólo se puede dar con aquel estudiando la manera en la que se
ha depositado en el.
Lo propio del tiempo es fluir. El pasado es el tiempo que ya ha fluido y el
presente es el instante en el que fluye el tiempo. No es un instante
matemático, sino que lo puntual en el presente es una actitud que se
proyecta, que se solapa con el pasado y el futuro porque si hablo del
presente lo trato como ya pasado y tiende al futuro. Mi presente es
sensación y movimiento que consiste en la prolongación de la sensación en
la acción y lo que significa que mi presente es esencialmente sensorio
motor, es decir, consiste en la conciencia que tengo de mi cuerpo. El
presente atrae mi atención y me incita a actuar. El pasado es impotente
porque no actúa pero si pudiera hacerlo engendraría sensaciones
materializándose pero entonces ya no sería recuerdo sino cosa presente
actualmente vivida.
Lo que separa percepción y recuerdo es lo que separa al presente del
pasado. En la percepción la acción de nuestro cuerpo es posible. El cuerpo
preparaciones. Es una facultad que tenemos para operar cambios en las
cosas situándonos en el conjunto de las imágenes extensas en un universo
material. La acción irradia desde el centro que soy, y para que dicha acción
no sea azarosa, exige la conservación de las imágenes percibidas
vinculando memoria y percepción, conciencia y cosa, cuerpo y espíritu. La
percepción no es instantánea sino que tiene duración y necesita un esfuerzo
de la memoria que prolongue una impresión en otras.
La memoria recoge y conserva todos los aspectos de la existencia, el
cuerpo es el medio que permite recobrar los datos haciendo aflorar
recuerdos. El recuerdo es una reactivación del pasado en el presente
confiriéndole materialidad. El cuerpo sólo actúa como materia en la que se
posa el recuerdo. No somos fundamentalmente cuerpo sino memoria. La
memoria de Bergson no es una facultad sino el devenir espiritual mismo
que todo lo conserva en si y de este modo lo recrea.
Lo que ocurre es que el cerebro está preparado para rechazar la casi
totalidad del pasado inconsciente y conservar en la conciencia lo útil para
el presente permaneciendo nuestro pasado casi siempre escondido, inhibido
por las necesidades de la acción presente.
El pasado sirve de materia las acciones de la personalidad les imprime la
forma; relación sólo es realizable en la situación actual en el conjunto de
circunstancias que parten de una determinada posición del cuerpo en el
tiempoy en el espacio. Por eso la persona no puede pasar dos veces por lo
mismo; la persona cambia constantemente y las circunstancias no inciden
del mismo modo en ella.
Pero la memoria no es conservación íntegra del pasado en un inconsciente
mítico en el que la conciencia viviría desatendiendo la vida refugiándose en
el pasado. La memoria consiste en la subsistencia del pasado en el presente
en simultaneidad e identificación con la duración.
Por tanto, ni cuerpo ni percepción son puramente materia. La percepción
está impregnada de memoria que es la que da carácter subjetivo a la
percepción. Está constantemente mezclada con ella del mismo modo que el
espíritu lo está con el cuerpo.
Sin embargo la memoria es absolutamente independiente de la materia. Sus
contenidos son mucho más útiles que las percepciones actuales y nos
ayudan a esclarecer mejor nuestras decisiones. Así percibir termina siendo
una ocasión de recordar al menos en lo que hace referencia a lo que se
concibe como representación en el presente.
La distinción entre materia y memoria (espíritu) no es un dualismo porque
se interpenetran. La materia sería percepción pura (inusual). El recuerdo
puro sería el espíritu aislado. El cerebro por sí solo no puede engendrar ni
representación en mis recuerdos porque ambos son mezcla de conciencia y
materia. Aunque Bergson no elimina al dualismo; pero si que muestra su
error: distinguir el cuerpo del espíritu en función del espacio y no del
tiempo como hace el.
El espíritu es memoria en la percepción que se afirma como prolongación
del pasado en el presente. Esta concepción motriz y corporal de la
percepción la en la que interviene activa y creativamente la memoria supera
el dualismo cartesiano pero sin caer en el monismo al distinguir el espíritu
de la materia oyendo por tanto del esencialismo porque lo que le interesa es
su relación, esto es, el dato inmediato de la conciencia.
La vida espiritual va más allá del cuerpo limitado. El espíritu se sirve de la
materia cuando la duración de la conciencia sintetiza los momentos de la
materia para manifestarse por acciones que son la razón de ser de su unión
con el cuerpo. U. Este tiene un carácter puramente instrumental que queda
patente en la distinción de cuerpo y espíritu en función del tiempo no del
espacio. Sus cuerpos afincan el presente y en el pasado en la memoria
espiritual. Es un intento en definitiva de superar las explicaciones realistas
e idealistas del cuerpo y sus relaciones con el alma aunque incurre en un
nuevo organismo como espacio-tiempo, limitado e ilimitado, determinado
indeterminado, cerebral y mental y por último cuerpo material y espiritual.
La grandeza de Bergson estriba en haber comprendido que la percepción y
el movimiento no son capacidades separadas promoviendo la sensorio
motricidad. El cuerpo es materia y lo que lo diferencia de los otros cuerpos
es el tío que lo habita y que desencadena movimientos voluntarios. Es
convergencia de sus movimientos pero el cuerpo no es el yo. Está
confinado y lo que lo lleva más allá de si es la conciencia. El dualismo
sigue presente al asociar el cuerpo con la materia y espacio mientras que la
conciencia coliga a la memoria y al tiempo verdadero.
Mantiene la concepción de un cuerpo objeto animado por un espíritu pero
en 1912 se centra en expresar esa fuerza consciente que están nosotros no
que crea en el interior y en el exterior de si hasta afirmar que yo, el alma, el
espíritu creador…
El cuerpo es acción. Y la memoria pura la conservación de todos pasado
por obra del espíritu que se intensifica en la duración de la conciencia que
desborda la vida cerebral. Eso desborda el cuerpo por todos lados y crear
todos recreándose asimismo continuamente en el tío, que es el alma, que es
el espíritu.
No es de extrañar que versión afirma que las armas preexisten… Y lo
hacen en la materia, imprescindible para la intimidación de la vida; también
el alma lo es pero cada una en un arroyo uno de los muchos que forman el
gran río de la vida que discurre por el cuerpo de la humanidad. No el alma
espiritual se extiende más allá del tiempo y del espacio a diferencia del
cuerpo; el espíritu posibilite movimientos libres. Alma espíritu y yo no se
distinguen en versión siendo el más allá del cuerpo.
Su limitación es la de no reconocer el cuerpo como sujeto o la conciencia
encarnada.

2.5. UNA DUALIDAD QUE SE INSTALA EN LA


MEMORIA
Bergson entiende la memoria de un modo dual. Hay una
memoria útil para reconocer imágenes que podríamos denominar
memoria práctica cuya sede es el sistema nervioso en tanto que
órgano de la acción. Produce los “recuerdos-imágenes”. Es una
memoria de hábito, hora del esfuerzo y la repetición; es objeto de
estudio de los psicólogos, es voluntaria, orgánica y nos permite
adaptarnos a las situaciones de la manera más apropiada.
Por otro lado junto a ella opera otra memoria que designaremos
como memoria pura siendo una manifestación completamente
espiritual y dan lugar a puros recuerdos.
La memoria hábito produce actualizaciones automáticas de la
memoria pasadas en el presente gracias al ejercicio repetición; la
memoria recolectora desde el presente se vuelve al pasado para
explorarlo de modo desinteresado.
Por tanto el pasado sobrevive de dos formas:
en los mecanismos motores
en los recuerdos independientes
los primeros podían denominarse recuerdo voluntarios; el
aprendizaje de una lección, que requiere esfuerzo corporal.
Gracias a esta memoria se conservan hábitos motores; montar en
bici
el recuerdo involuntario no tiene las características del hábito.
La lectura de un poema no pretenden memorizarlo de golpe, sino
que va dejando huellas de su imagen. Involuntariamente algo
queda fijado como un acontecimiento vital. Su esencia radica en
que remite una fecha y no puede repetirse. Ulteriores lecturas
alterarán su naturaleza original.
Ambas memorias son conservadas por la conciencia y no en el
cerebro. El pasado puro que existe en sí conserva la totalidad de
todas las memorias en una sola conciencia virtual, cuya estructura
es la duración en la que las memorias particulares se encajan sin
yuxtaponerse. Sólo la percepción actual es presente todo lo otro
incluso el cuerpo es memoria, conciencia y duración.
Bergson distingue así pasado de presente. Dejan entender el
pasado, la memoria y el recuerdo puros como eso que ya no es y
pasa a comprenderlo como lo que ya no actúa, a diferencia del
presente que es lo que se hace. Desde su perspectiva lo
verdaderamente puros el pasado, porque el presente está en curso
el pasado puro es la experiencia vivida conservada en su
integridad. Este pasado nos trae la memoria pura completa el
presente proporcionando a la instantaniedad de la percepción pura
motivos para la actividad, actualizando esos recuerdos y hábitos
necesarios para el presente.
Bergson se refiere a la memoria pura, memoria de
representaciones que el cuerpo no podía almacenar porque él
mismo en una imagen. El cuerpo es el presente como la materia.
Es capaz de explicar la conciencia del pasado pero no el pasado y
si.
La memoria del cuerpo es una memoria base de la verdadera
memoria del pasado. No están separadas sino que la memoria del
cuerpo es la producida por este desde su presente por el que pasan
los movimientos recibidos y reenviados. El cuerpo es el punto de
unión de las cosas que actúan sobre mí y aquellas sobre las que
actuó son la base de los fenómenos sensoriomotores que se han
organizado en hábitos. La memoria del cuerpo es casi instantánea
y la memoria pura al ser filtrada por el cerebro para hacer posible
la acción presentando a los mecanismos sensoriomotores los
recuerdos capaces de guiarla en su tarea de dirigir la reacción
motora en el sentido sugerido por la experiencia; y a su vez los
aparatos sensoriomotores suministran a los recuerdos el medio de
tomar cuerpo y hacerse presentes.
El cerebro es el guardián del pasado porque inhibe la
actualización de las virtualidades de la memoria a través de la
influencia de la memoria en la conciencia perceptiva. Esta
llamada recuerdo de percepciones previas cuando se encuentra en
una situación que no es hábito. El pasado se contrae en el
encuentro con el presente; las memorias virtuales se actualizan en
la situación perceptiva presente. Para que recuerdo reaparezca
ante la conciencia es necesario que la memoria pura descienda al
punto en el que se cumple la acción. La llamada a la que el
recuerdo responde parte del presente.
Proust completamente convencido de este pasado encaminado al
futuro en la psicología de la acción de Bergson. Para actuar
hacemos uso del pasado ignorando gran parte del y por tanto
eludiendo una dimensión de nosotros mismos. Proust la rescata
buscando afinidades entre la duración y la memoria involuntaria.
Considera que la duración conjuga un pasado que clava en el
tiempo algo que no pasa, como si en el fondo del yo algo de la
duración de la impresión no hubiera madurado. Dado que la
duración reposa en una dinámica interna según la cual el pasado
se organiza en función del presente que se impregna de su sentido
podría identificarse con la memoria involuntaria. Para Proust la
duración Bergson y Ana es el presente continuo que va del tiempo
perdido al recobrado porque no hay ser fuera del tiempo llegando
concebir la memoria voluntaria como un producto intelectual que
detiene la duración vivida en representaciones y por tanto no nos
da el pasado puro.
Cuando actuamos hacemos uso de algo del pasado ignorando gran
parte de esa dimensión de nosotros mismos que es parte de la
esencia de nuestro tiempo esta es el pasado puro: no la conciencia
del pasado sino el pasado que se vive y que no lo encontramos en
el presente ni en el futuro sino unido a la reminiscencia emocional
que produjeron determinadas sensaciones y que sólo adviene
como un recuerdo involuntario.
Este recuerdo involuntario es parecido al pasado de Bergson pero
a diferencia del es el acceso al pasado tal y como es en sí no como
un recuerdo del que no podemos acordarnos. Hizo tal acceso es
impensable para Bergson porque toma el pasado como si sólo se
constituyera después de haber sido presente. Proust en cambio
desea aprehender la esencia del tiempo que nos sale al encuentro
por la memoria involuntaria de sus recuerdos, el pasado puro no
contenido en el presente.
Ese pasado en sí es inconcebible en Bergson en primer lugar
porque oscila entre la duración y la acción y en segundo lugar
porque lo absolutiza y acaba identificándose con el presente. Es
un pasado que parece un recurso para disociar la imaginación de
la memoria. Para Bergson de la memoria no es una parte de la
imaginación, sino que es la imaginación la que se nutre de la
memoria. No hay memoria sin pasado. El pasado es impotente si
pero eficaz el presente sin determinarlo completamente. Hay por
tanto una supervivencia integral del pasado de la que sólo
sabemos los casos en los que la conciencia se separa de la acción
presente y relaja su estado de alerta, en un breve lapso de tiempo
al puente acontece lo olvidado de su historia en el mismo orden
en que se produjo.
El recuerdo puro, el recuerdo-imagen y la percepción actúan
conjuntamente. La percepción no es contacto del objeto con el
espíritu sino que está llena de recuerdos imagen que la
contemplan interpretandola. El recuerdo-imagen participa del
recuerdo puro que comienza materializarse en él y de la
percepción la que tiende encarnarse. El recuerdo puro se va
plasmando en una imagen a medida que se actualiza. La imagen
pura no me remite por sí misma el pasado queriendo esto decir
que la memoria pura no está contaminada con imágenes.
Aun distinguiendo las funciones de la memoria y sus recuerdos
estas colaboran para asociar las ideas: la memoria que vuelve a
haber obedece a la memoria que repite, no habiendo entre ambas
discontinuidad, ya que la vida del flujo entre una y otra.
Estos dos estados extremos de una memoria contemplativa que
aprehende con su visión lo particular y el de otro memoria motora
que imprime a su acción lo general no se aíslan y no se
manifiestan plenamente más que en casos excepcionales. En la
vida normal se penetran íntimamente produciéndose la primera
por el recuerdo de las diferencias y la segunda por la percepción
de los parecidos: en su confluencia aparece la idea general.
Hay cosas que por esencia no pueden repetirse y eso es lo que nos
da la memoria que imagina, recuerdo espontáneo. Es tan perfecto
que el tiempo no puede añadirle nada sin desnaturalizarlo. En
cambio recuerdo prendido se convierte tira en impersonal saldrá
del tiempo y se alejara de nuestra vida pasada. La repetición es lo
que convierte al primer tipo de recuerdo en el segundo. En ese
sentido Bergson es dualista al admitir la existencia de dos tipos de
recuerdos.
La acción nace en el cerebro pero es impulsada por la memoria
por eso se precisa del cuerpo para que recuerdo-imagen puede
insertarse en el presente. El acto concreto por el que
reaprehendemos el pasado en el presente es el reconocimiento.
Éste consiste en asociar a una percepción presente las imágenes
dadas en contigüidad con ella, pero también implica evocación.
Reconocimiento es el acto concreto por el que aprehendemos el
pasado en el presente. Así el hábito de usar un objeto organiza un
conjunto de movimientos y percepciones de la conciencia los
movimientos que surgen seguir a la perfección como reflejos.
La memoria corporal nos da un reconocimiento casi automático y
la memoria espiritual produce un reconocimiento atento que exige
esfuerzo no es tanto motriz como anímico y atencional.
Siguiendo a MERLEAU-PONTY esto se debe a la relación entre cuerpo y
conciencia en la que se mueve Bergson. Este vaivén se reproduce en otro
que se sigue del dualismo de las memorias es decir de la memoria corporal
y de la memoria pura derivado de la concepción absoluta del cuerpo como
presente y del espíritu como memoria.
De nuevo, su ignorancia la conciencia intencional y ek-stática es la razón
de esta continua ondulación de su pensamiento. Seguramente él quería que
así fuera para mostrar el dato inmediato de la conciencia como elemento
continuo.
En esta sofisticada descripción es obligado reconocer aves son el mérito de
haber partido del cuerpo y de la naturaleza sensorio motora del presente
para mostrar que no es autosuficiente que no puede comprenderse por sí
misma.

2.6 INTUICIÓN Y FILOSOFÍA

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