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Análisis de crónica: Los Diarios de Cristóbal Colón, primer y segundo

viaje.

Mucho interés nos ha provocado conocer un diario a bordo que narra los sucesos
anteriores a la llegada de Colón a América, por lo que hemos decidido usar dicha
crónica para el siguiente trabajo, enfocándonos solo en los dos primeros viajes que a
nuestro juicio son los más relevantes para este trabajo. Al ser el primero el más largo,
fue dividido entre Nilson Rivas y Sebastián Arancibia, dejando el segundo en manos de
Cristóbal Alcayaga. El análisis se enfoca a las observaciones del medio ambiente junto
con los nativos de Colón y su relevancia en la interpretación del Nuevo Mundo.
Se deben tener en cuenta las siguientes palabras clave al momento de leer este
trabajo: Naturaleza, salvaje, imaginario, preconceptos y misticismo.
Tras analizar los diarios de Colón no surge la siguiente interrogante ¿Qué rol
juega la naturaleza en el imaginario de Colón y por que es tan destacada durante sus
viajes? Existen diferentes tesis sobre sus motivaciones de viajar, por ejemplo Todorov
nos indica que fue por motivos religiosos y por demostrar que no se equivocaba en su
planteamiento[1], pero notros hemos decido acotarnos a descifrar el protagonismo que
tiene la naturaleza y el salvaje en sus escritos. La hipótesis que hemos formulado dice lo
siguiente: Colón necesitaba respaldar la decisión de su viaje y al no encontrar oro ni
especias en las cantidades deseadas se ve en la obligación de utilizar la naturaleza de las
Indias Orientales y mostrarlas como un paraíso terrenal con el fin de mostrar que su
empresa tendría muchos dividendos. Este como utiliza e interpreta los signos naturales
para justificar su aventura, como percibe el medioambiente de la Indias como manera de
justificar dividendos no obtenidos. El denominado “Diario a bordo” original escrito por
Cristóbal Colón durante su viaje en busca de la costa de Asia lamentablemente se
perdió, no se sabe exactamente si en manos de los Reyes Católicos o en el camino a
ellos, pero poseemos una relación compendiada por Fray Bartolomé de Las Casas[2]
que tiene un gran valor historiográfico. La narración del primer viaje, el cual se inicia el
3 de agosto de 1942 en el puerto de Palos, España[3], es el inicio de una empresa
fantástica que marcará la Historia de la Humanidad para siempre, siendo el
anteriormente mencionado diario, con sus complementarios tres viajes subsiguientes (en
el tercero se descubriría América propiamente tal), un pieza clave para entender los
pensamientos, intereses, inquietudes y esperanzas del principal actor del
descubrimiento: el Primer Almirante Cristóbal Colón.
Primera parte del análisis: Los arduos días de navegación.
Es sumamente complejo intentar saber que se cruza por la mente de una persona
que se encuentra en otras circunstancias, en otro contexto histórico y aun mas difícil
resulta esto teniendo conocimiento de que no era un hombre común para su época, al
menos no común desde el punto de vista de sus intenciones; en el libro La Conquista de
América: el problema del otro, Todorov explica que Colón era un hombre religioso que
tenía en mente retomar las cruzadas, algo que se consideraba medieval para su época[1].
Por lo mismo, él plantea que la idea de que Colón iba a las Indias Orientales por oro es
algo innegable, al menos viéndolo desde el punto de vista de lo que necesitaban sus
hombres, los reyes, Castilla y sus intenciones (según Todorov) de revivir la Guerra
Santa; pero resulta por lo menos intrigante el porque el Almirante destaca tanto la
naturaleza. ¿Admiración de los nuevos parajes? ¿Exageración premeditada? ¿Uso
inteligente de los medios disponibles para transmitir un mensaje? A nuestro juicio, es un
uso e interpretación de la naturaleza dependiendo de las circunstancias, a su favor,
obviamente.
Durante la navegación hacia las Indias Orientales no cabe duda de que Colón
tenía en mente las lecturas de Marco Polo, Plinio y otros, además de su viaje anterior a
Guinea[2]. Podemos tomar estos preconceptos formados en base a otros autores como
principal cimiento de lo que el Almirante relata y como esperaba encontrar lo mismo en
las tierras que pronto encontraría, historias ciertamente fantásticas sobre lugares
desconocidos que nos indican la razón del porque Colón hace observaciones de
fenómenos como el del 15 de setiembre donde escribe que ese día, al anochecer, vieron
caer del cielo un fuego portentoso que se hundió en el mar a una distancia de cuatro o
cinco leguas (…) párrafo sin duda redactado por inspiración de sus lecturas anteriores.
Esto sin duda provocaba temor en los tripulantes que claramente veían en situaciones
como la antes citada, señales negativas o de mal augurio debido probablemente a su
escasa educación o por una simple tradición popular y medio a lo desconocido; esto
tenía a Colón bastante preocupado, por lo que haya en dichas señales una forma de
calmar a sus hombres; con estos antecedentes cabe situarnos al inicio de su viaje, donde
podemos ver como justifica con el medioambiente que la tierra esta cerca: Vieron
mucha hierba y muy a menudo, y era hierba que juzgaba ser de peñas (17-09-
1942)[3]; Apareció a la parte del Norte una gran cerrazón, que es señal de estar sobre
tierra (18.9.1942)[4]; Vinieron unos lloviznos sin viento, lo que es señal cierta de tierra
(19.09.1492)[5]; Vinieron a la Nao dos alcatraces, y después otro, que fue señal de
estar cerca de tierra (20.09.1492)[6]; Vieron una ballena, que es señal que estaban
cerca de tierra, por que siempre andan cerca (21.09.1492)[7].
Al leer estas “señales” que Colón interpreta, es imposible no cuestionarnos la
credibilidad de sus escritos. Primero no existe la certeza de que sus interpretaciones
sean correctas (ciertamente no lo eran, puesto que aun quedaban cerca de 20 días para
llegar a tierra) y además cabe la enorme posibilidad de que dichas señales sean
totalmente falsas o creadas por el Almirante para calmar, como se indico anteriormente,
a una inquieta tripulación. Con las citas que nos proporciona la crónica podemos ver
que el uso de la naturaleza es esencial y además el único medio del cual se disponía en
el momento, la única herramienta a mano digamos. Por ejemplo, Colón utilizaba un
método árabe para navegar que consistía en guiarse por las estrellas, algo que para
nosotros podría parecer arcaico e innecesario, pero que para la época y para los
castellanos significaba algo desconocido[8].
El nerviosismo, recelo y posiblemente miedo que podían sentir los navegantes
que acompañaban a Colón no es difícil de imaginar, pues se embarcaban a un empresa
con incierto final; esto seguramente era de conocimiento del Almirante, quién con
mucha inteligencia no les comunicaba la totalidad de leguas que se recorrían por día,
con el fin de hacer sentir que no se avanzaba en vano[9]. Colón sabe que su empresa, ya
estando en el mar, depende solo de su firmeza de ánimo y de la manera en que maneje a
su tripulación. También cabe dentro de este análisis los preconceptos que se tienen de
la naturaleza. Colón indica el día 16 de septiembre que el aire es muy placido y era el
tiempo como por abril en Andalucía[10], esto no puede más que mostrarnos algo que se
repetiría constantemente durante la presencia de los hispanos en América: el
preconcepto. Mirar las cosas y compararlo con lo que se conoce en Castilla no era algo
que practicaban exclusivamente quienes no conocían las nuevas tierras y oían los
cuentos de los viajeros, si no que todos los que llegaban a las Indias Orientales tenía
este “vicio”. Es imposible no darnos cuenta al leer el diario de Colón, como este usa la
naturaleza a su favor; dentro de esta primera parte podemos apreciar diferentes tópicos
según lo anteriormente expuesto, como lo son las observaciones llenas de elogios, la
elaboración llena de juicios en relación a conceptos conocidos y por supuesto el énfasis
en los paisajes para sus lectores, cosa que veremos en el siguiente análisis. En esta breve
interpretación sobre el rol del medio ambiente durante la navegación previa a la llegada
a las Indias Orientales tuvo por propósito el mostrar como Colón toma los elementos a
su alrededor para justificar su empresa y de la misma manera calmar a los escépticos
tripulantes que lo acompañaban y que sin duda mas de una vez perdieron la fé en el.
(Por Nilson Rivas)
Segunda parte: El paraíso terrenal
La primera costa divisada por los navegantes provenientes de Europa fue
bautizada como San Salvador, dejando en evidencia la importancia de varios factores en
los nombre: primeramente religioso y luego monárquico (se llamaría la Isabela un
asentamiento posterior). En resumen, la llegada fue algo tranquilo, sumamente pacifico
ya que los indígenas que se acercaban, solo lo hacían para intercambiar objetos y
ofrecer agua junto con víveres.[11] Colón relataba estos encuentros de la siguiente
manera: Yo (…) por que nos tuviesen mucha amistad, por que conocí que era gente que
mejor se libraría y convertiría a la Santa Fé con amor que no con fuerza, les dí a
algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al
pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y
quedaron tanto nuestro que era maravilla[12]. Durante estos intercambios con los
nativos que se acercaban a las carabelas fue cuando notaron la presencia de oro. En
realidad eran pequeños adornos que ponían en sus narices, pues según relata Heers en su
libro, era su gusto oler oro pero por sobre todo cobre[13] o como relata Colón, quien
dice noté que algunos llevaban un trocito (de oro) enganchado a una perforación en la
nariz[14]. Colón nos relata que ponía especial atención en los implementos que traían
los indígenas, pero tenia especial recelo de no obligarlos a nada y mucho menos
robarles.
Hacemos referencia al oro puesto que su búsqueda lleva a los hispanos a
recorrer diferentes islas con falsas esperanzas de encontrar riquezas; al ir moviéndose de
aquí para allá en busca del preciado metal, Colón va dejando su huella y de alguna
manera colonizando todo simbólicamente en nombre de Castilla y el cristianismo. Heers
también nos relata como es este camino de islas rebautizadas: El 14 de octubre salió de
San Salvador (…), se dirigió hacia el sur o hacia el sudoeste y, en primer lugar, se
dedicó durante unos 15 días a explorar algunas islas del archipiélago: Santa María de
la Concepción (Rum Cay), la Fernandina (Long Island). A continuación Saomete
(Crooked Island) y que Colón bautizó con el nombre de la Isabela (…)[15]. Este afán de
rebautizar con nombres cristianos a las islas en las que iba desembarcando tenía
claramente por objeto, como se mencionó con anterioridad, colonizar simbólicamente
pero además intentaba hacer suyo nuevos parajes, romper el misterio y quizás el miedo
que tenían sus tripulantes. El reconocer estas islas con nombre cristiano las hacía parte
de Castilla, las hacia adquirir un valor mayor de cualquier otro descubrimiento. Colón
sin duda tenia al menos una minima percepción de su empresa y sus consecuencias a
futuro, pensando en que estas islas serían colonizadas para dar paso a la conquista de
tierra firme con la expansión del cristianismo y los territorios de Castilla.
Tras las expediciones y el resultado negativo, en primera instancia, del
encuentro de riquezas sublimes-, Colón se ve en la obligación de buscar una especie de
justificación. Primeramente, comenzó por culpar a los nativos, a los cuales
increíblemente creía todas sus historias (o al menos lo que el creía entender en una
extraña comunicación) sobre islas que tenían mas oro que tierra o El Dorado[16]. Colón
perdería la fé de a poco en sus interpretaciones de los nativos, puesto que está realmente
no llegaban a buen puerto y las muestras ya no eran suficientes. Por lo que al no resultar
esto como se esperaba, se posan los ojos sobre lo que abundaba en estos nuevos parajes:
la naturaleza. En este punto, los hispanos se encuentran con un mundo amable,
acogedor, el cual no era demasiado diferente a Castilla puesto que no habían ni
monstruos, ni climas inhóspitos ni ambientes amedrentadores. A continuación veremos
como Heers habla sobre el encanto que ejercen los parajes de Centroamérica sobre
Cristóbal Colón: El 19 de octubre, en la islita a la que da el nombre de Isabela, en
honor de la reina, desembarca cerca de un cabo tan bello, adornado con toda clase de
verdor, tan majestuoso, tan bien colocado en un marco de ensueño, que inmediatamente
lo bautizó Cabo Hermoso, aun cuando tenía a su disposición todo un catalogo con
nombres de santos, héroes y mártires de la fé. Este atractivo de lo bello, esta comunión
un poco pagana con la naturaleza, algo inspirada en ciertas corrientes místicas
cristianas (como la franciscana) lo arrebatan por encima de cualquier otra inspiración.
Es el hechizo de cosas bellísimas jamás vistas antes: una inmensa playa con orla de
arboles muy verdes; un golfo de curvatura perfecta, maravilloso diseño y gran
profundidad. Elevadas colinas se suman a esa belleza. Y el cofrecillo de joyas se cierra
en las aguas entre palmeras. Los reyes bien pueden creer (…) que es la mejor tierra del
mundo: llana, por lo tanto accesible; templada, por consiguiente habitable; fértil, plena
de promesas.[17] Esta extraordinaria descripción de los escritos de Colón que nos
proporciona Heers, no hace más que afianzar nuestra afirmación del ensalzamiento
premeditado de estás tierras. Si bien su belleza es innegable, este paraje no tenía el
mismo valor que el oro, pero sin duda servía como un método quizás encandilador que
permitiría al Almirante ganar tiempo y derechamente zafar de sus promesas de grandes
riqueza, cambiándola por riquezas naturales. También cabe destacar que, aparte de
justificar el no encontrar oro en las cantidades imaginadas, estos hermosos parajes de
verdad despertaron ciertas pasiones en el Almirante, algo que queda en evidencia solo
con mirar su escrito. El diario del primer viaje registra con claridad las reacciones del
cristiano frente a aquel mundo desconocido, extraño, jamás imaginado, pero asimismo
un mundo que, ya en los primeros días, piensa en dominar andando el tiempo. Se siente
la curiosidad constantemente al asecho y el cálculo de las posibilidades. El descubridor
capta y teme un mundo desconocido que despierta sospechas, pero al mismo tiempo se
asombra, se regocija, juzga y calcula las riquezas. Imagina lo que podrá ser su nueva
vida en esas nuevas tierras (Sebastián Arancibia)

Tercera Parte: El segundo viaje de Colón y la búsqueda de oro


Este informe es entregado a don Antonio de Torres, en la cuidad de Isabela, el
30 de enero 1499, para ser llevado en nombre de Cristóbal Colón a los Reyes Católicos.
El segundo viaje muestra la real intención de Colón en las Indias, la invasión y
asentamiento de las islas del Caribe, la idea de extracción de oro es recurrente y se aleja
bastante a la idea de cruzada del primer viaje, que se percibe en los Diarios de Cristóbal
Colón: Vuestras Altezas, como católicos cristianos, y Príncipes amadores de la santa fe
cristiana y acrecentadores de ella, y enemigos de la secta de Mahoma y todas sus
idolatrías y herejías, pensaron enviarme a mí, Cristóbal Colón, a dichas partidas de
Indias para ver a dichos príncipes, y los pueblos y tierras y la disposición de ella y todo
y la manera que se pudiera tener para la conversión de ellas para nuestra santa fe[18]
El elemento central percibido en el memorial del segundo viaje colombino, es el
discurso persuasivo utilizado por Cristóbal Colón a los Reyes Católicos. Trata de
convencer en todo instante, dando luces de lo viable que es la empresa en las Indias,
expresa la presencia y supone el exceso de oro. Las minas de oro, porque con solos dos
que fueron a descubrir cada uno por su parte, sin detenerse allá porque era poca gente,
se han descubierto tantos ríos tan poblados de oro que cualquier de los que lo vieron
cogieron solamente con las manos por muestra.[19] Después de comunicar la presencia
de oro en abundancia al parecer, solamente manifiesta el deseo de enviar algo más que
sólo muestra a los monarcas y justifica el por qué de la muestra diciendo: yo deseaba
mucho en esta armada poderles enviar mayor cantidad de oro del que acá se espera
poder coger.[20] Después de explicar la situación, se inicia la serie de escusas por parte
del Almirante, estos pretextos son diversos y apuntan a la hostilidad del ambiente y las
dificultades vividas por sus hombres.
Comienza a manifestar la imposibilidad de extracción de oro, acusa los
problemas que tiene en cuanto a infraestructura e inconvenientes de salud de sus
hombres. También está presente en el discurso, la desconfianza a la población nativa,
como se explica acá: non pareció que fuera buen consejo meter a riego y a ventura de
perderse esta gente y los mantenimiento, lo que un indio con un tizón podría hacer
poniendo fuego a las chozas, porque de noche van y vuelven.[21] Dentro las
dificultadores, nombra, la del Cacique Caonabó y al pueblo que identifica como caníbal:
cacique que llaman Caonabó, que es hombre, según relación de todos, muy malo y muy
más atrevido[22] junto con esto, existe un gran temor a la población nativa, la cual
puede en cualquier momento destruir o mermar a la población, que en palabras de
Colón se encuentra con enfermedades con estos pocos sanos que acá nos quedan, cada
día se entienden en cerrar la población y meterla en alguna defensa y los
mantenimientos en seguro.[23]
Menciona la necesidad de establecer y organizar nuevos asentamientos y procura
mantener a su gente contenta las causas de las dolencias tan general de todos es de
mudamiento de aguas y aires[24] le solicita a los monarcas, las garantías para poder
asegurar los abastecimientos necesarios para realizar la empresa. Estas garantías, serán
necesarias hasta que los asentamientos puedan ser autosuficientes. Y esta provisión ha
de durara hasta que acá se haya fecho cimiento de lo que acá se sembrare e plantare,
digo de trigos y cebadas e viñas[25]. Luego de las solicitudes, aparece la propaganda
del lugar, probablemente viendo la necesidad de más hombres, tentándolo a realizar el
viaje, porque es cierto que la hermosura de la tierra de estas islas, así de montes e
sierras y aguas, como de vegas donde hay ríos cobdales, es tal la vista que ninguna
otra tierra que el sol es caliente puede ser mejor al parecer tan famosa.[26] Por último,
es el enfrentamiento a un mundo nuevo y desconocido, lo que encuentra Colón. “acá no
hay lengua por medio de la cual a esta gente se pueda dar a entender nuestra santa
fé[27] es recién en este momento, donde aparece el motivo evangelizador de la empresa.
Pero en unos cuantas líneas más, se da a conocer la verdadera intención, y es la de
ocupar a esta gente como lenguas o traductores. También sugiere el comercio de
esclavo, con una doble intención. Por una parte deshacerse de unos enemigos o
potenciales enemigos y por otra generar alguna clase de utilidad con ellos. (Por
Cristóbal Alcayaga).
El doble discursó de Colón se encuentra en toda la misiva reflejándose
claramente y sin dobles lecturas, cuando quiere pagar con esclavos y como se refiere a
ellos gente tan fiera y dispuesta y bien proporcionada y de muy buen entendimiento, los
cuales, quitados de aquella inhumanidad, creemos serán los mejores que ningunos otros
esclavos cuando le conviene, esta gente puede ser los mejores esclavos y. una dualidad,
buenos y malos.
El segundo viaje es trascendental para la conquista de América, no es netamente
una expedición de reconocimiento. Forma las primeras bases del asentamiento y
aprovisionamiento hispano. No es casualidad que la conquista del conteniente se
realizase desde las islas de las caribeñas. (Cristóbal Alcayaga)

Conclusiones Finales
Muchos han sido los puntos de discusión en torno al tema del Descubrimiento de
América y seguramente dará mucho más que hablar en los próximos años. Sin duda la
colonización, búsqueda de riquezas y especias fueron el motor que impulso a los Reyes
Católicos para dar su autorización a Cristóbal Colón, pero cual era el motivo real de este
resulta muy complejo de indagar. Más allá de motivos religiosos, pasionales o
ideológicos, el oro juega sin lugar a dudas un papel sumamente preponderante dentro de
esta empresa. El oro motiva a los reyes pero también a los tripulantes que se atreven a
seguir a Colón, no con la convicción total de que encontrarían un nuevo pasaje a las
Indias, si no que con un respetable deseo de conseguir riquezas. El oro sin duda se
enmarca durante toda la estadía de los hispanos en el Nuevo Mundo, destacando por
motivos negativos que no corresponde analizar en este trabajo. Continuando con lo que
nos convoca, podemos apreciar tras leer el pequeño análisis anterior como se configura
una relación entre los aspectos tomados del primer viaje (dividido en dos) y el segundo
viaje. Se puede apreciar con claridad como en un principio Colón, hombre de inteligente
y con cierto grado de conocimientos, intenta imponerse a sus tripulantes por un medio
que ellos conocen y aceptan de mejor manera: la naturaleza. Imposible explicar a por
ejemplo a un simple marinero que no sabe leer ni escribir que la erupción de un volcán
no significa la presencia del demonio si no que es un fenómeno natural. También
apreciamos como usa los elementos naturales a su alrededor para dar confianza y
energía a los suyos, incentivándolos a seguir adelante por “señales” positivas. El
discurso persuasivo que tiene Colón también se encuentra con los principales lectores
de su diario, los Reyes Católicos, a los cuales intenta sorprender y maravillar con estás
tierras ricas en muchas cosas, quizás no en oro, pero si con muchas otras ventajas dignas
de destacar. Durante su estancia en las pequeñas islas del Nuevo Mundo, Colón se
maravilla por lo simple de los nativos, haciendo notar sin darse cuenta que se
encontraban frente a un buen salvaje, cosa que queda más clara al encontrarse con los
denominados “caribes” que se mezcla con misticismos exagerados y realidad
antropófaga – bélica. La idea del buen salvaje se forma al contraponer estos dos tipos
de naturales y su reacción frente al europeo, marcado obviamente por su forma natural
de ser; no iban a cambiar solo por que desconocidos llegaban.
Estos escritos iban en dirección a los reyes con un claro discurso marginal
oficial, puesto que tenían un fin determinado. Colón supo sin duda manejar con su
pluma muy bien lo que quería expresar y sobre todo transmitir, sabía que luego de los
reyes esto estaría en manos de todo aquel que supiera leer. Por lo mismo, y resulta
obvio decirlo, tenemos tantos puntos en común en las descripciones de los dos viajes.
Al ser esto algo completamente nuevo para Almirante y todos los que iban con el, tener
preconceptos formados y comparar lo que se veía con lo ya conocido es algo imposible
de evitar y criticar. Esto es sin duda un punto de partida para quien encuentra algo
nuevo. Las Indias se veían como el escenario ideal para recrear mitos y, por que no,
adquirir nuevos; y así fue en un conocimiento, pero esto sin duda se derrumbo con el
paso de los días y la gestión de Colón, siempre atento a interpretar los fenómenos
naturales a su favor. Por otra parte, el paganismo es un punto también notado por los
hispanos. Y es aquí donde de nuevo entra en juego nuestro tópico destacado: la
naturaleza. La relación entre la naturaleza y el indígena es considerado algo pagano
pues para los españoles ellos rendían culto al medio ambiente que los rodeaba, a las
piedras, a los arboles, a los peces. La relación con su medio ambiente fue notada pronto
por los españoles y podríamos decir que Colón se impregno un poco de esto, debido a
sus descripciones detalladas y casi edilicias de los paisajes.
Al principio de este trabajo nos hicimos la siguiente pregunta ¿Qué rol juega la
naturaleza en el imaginario de Colón y por que es tan destacada durante sus viajes? Y
una pequeña hipótesis que decía que Colón necesitaba respaldar la decisión de su viaje y
al no encontrar oro ni especias en las cantidades deseadas se ve en la obligación de
utilizar la naturaleza de las Indias Orientales y mostrarlas como un paraíso terrenal con
el fin de mostrar que su empresa tendría muchos dividendos. Esto, creemos nosotros, a
quedado claro que fue así. En los párrafos anteriores hemos destacado del diario a bordo
como Cristóbal Colón usa la naturaleza con el fin de maravillar a los reyes y prometer
mucha prosperidad para futuras colonias, pero el entusiasmo inicial se ve truncado por
el hallazgo de poco oro (el cual se alcanzaría más adelante, pero jamás llegando a los
niveles imaginados). Es indudable, volvemos a repetir, el valor del oro, pero es
importante destacar el valor de los recursos naturales como el palo Brasil o las
plantaciones de algodón y caña de azúcar, muy posteriores claro está. Este camino en
busca de oro y del paraíso terrenal fue muy complejo para Cristóbal Colón, quien
tristemente murió convencido de haber llegado a la India o tal vez necio de haber
descubierto un nuevo continente, aún firme de mantener su postura.
Por ultimo, es importante señalar que nuestra crónica es un caldo de cultivo para
muchísimos temas más, como por ejemplo el de la religión. Aunque es claro que Colón
honraba una identidad católica, los autores consultados por nosotros no están de acuerdo
en cuando a su religión. Por una parte Heers es cauteloso al referirse al tema, al igual
que su origen y prefiere centrarse en su labor como navegante; mientras que Todorov
menciona desde el principio la devoción católica del Almirante. Nos parece este un
tema que aun debe ser investigado.

BIBLIOGRAFÍA
- Colón, Cristóbal, Diarios, Editorial la Oveja Negra Ltda., 1996, Bogotá,
Colombia

- COLÓN, Cristóbal (1990) [1493] “Los cuatro viajes del Almirante y su


testamento”. Fuente en Biblioteca Cervantes Digital. Disponible en:
http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/79138363878579052532279/
p0000001.htm?marca=Vespucio#4, consultado 22/02/2011 a las 21:38 hrs.

- Heers, Jacques, Cristóbal Colón, Fondo de Cultura Económica, 1992, México


D.F
- Todorov, Tzvetan, La Conquista de América, el problema del otro, Editorial
Siglo Veintiuno, 2003, Buenos Aires, Argentina

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