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En esta porción la expresión YO SOY tiene una usanza similar a la que fue usada en Éxodo
3:13 - 14 אֶהְיֶה אֲׁשֶר אֶהְיֶה, (ehyeh asher ehyeh), (Yo soy el que seré) en un comentario se lee
de la siguiente manera: “El cuerpo del ser humano caído no está capacitado para soportar la
presencia de Dios. Por la bondad y la misericordia de Dios, y porque formaba parte de su plan,
aquel “Yo soy” no les costó la vida a los que venían en busca de Jesús para prenderlo”.
Sólo en el evangelio de Juan se menciona que fue Simón Pedro el que le cortó la oreja al
siervo del sumo sacerdote y que este se llamaba Malco. Se ha dicho que Pedro quizás quería
matar al siervo del sumo sacerdote en un acto desesperado, pero como era sólo un pescador y
no tenía experiencia con la espada y sólo le cortó la oreja al hombre.
Es interesante como desde tiempos de Jesús operaba en estratos como el religioso lo que
conocemos como nepotismo pues hay que notar que llevaron a Jesús con Anás quien era
suegro de Caifás, quien era sumo sacerdote en funciones, en estos pasajes se narra que es
Anás quien interroga a Jesús, una vez que concluye manda atado a Jesús con Caifás. Anás
también había sido sumo sacerdote.
También, es preciso mencionar que a diferencia de los evangelios sinópticos que muestran el
reino de Dios, en Juan se muestra la gloria de Jesús
El evangelio de Juan además responde a la situación que aparece en Mateo 28: 11 - 15.
Y a estas 3 posturas:
a. Contra la acusación de los judíos. En aquel tiempo ya hubo una división entre judíos y
cristianos. Los rabinos habían añadido una maldición de los `minim' (herejes) a la oración
diaria (el Sjemone-Esre); esta era razón suficiente para hacer un llamado a seguir confiando
en Jesús.
b. Contra los discípulos de Juan el Bautista. Durante este tiempo ya formaban una secta
que casi ensalzaba a Juan el Bautista. El evangelio de Juan muestra que el bautista mismo
no era la Luz (1:8) sino simplemente el testigo y mensajero de ella; y que el mismo se
gozaba en que la gente siguiera a Jesús (3:26 - 30).
c. Contra la secta de los gnósticos. La gnosis era una secta que se encontraba tanto en el
judaísmo como en el cristianismo temprano; esta secta menospreciaba la materia a
expensas del alma. Para ellos el cuerpo no era nada más que la cárcel del alma. Dicha
secta negaba que Jesús realmente hubiera tomado un cuerpo físico, sino sólo la apariencia
de un cuerpo. Contra 1 esta herejía, Juan recalca la encarnación de Jesús diciendo: "Y
aquel Verbo fue hecho carne (1:14).”