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Estado de podredumbre

Antonio Romero Reyes (*)

Me repele el desorden, me repele la injusticia, me repele


el hecho de que la derecha enorme y poderosa –que
controla casi todo, desde nuestros apetitos hasta
nuestras miradas— haya podido infundir la resignación y
haya podido realmente dominar la mente de la mayor
parte de los peruanos, haciéndoles creer que este
modelo, este modelo y no otro, es absolutamente
inexorable. Le han hecho creer a la gente que este no es
un modelo sino que es un destino, y es un destino fatal; y
no hay nada peor que creer eso.1

Todos los escándalos de corrupción que se vienen destapando en la últimas semanas,


mediante los audios difundidos por IDL Reporteros,2 que comprometen a jueces, fiscales
y magistrados en intercambio de favores y tráfico de influencias, han vuelto a destapar
la caja de pandora de la corrupción que afecta profundamente a todas las instancias del
Estado en el Perú.

Está claro que, desde los años 90 en adelante, las élites en el poder se dedicaron a los
pingües negociados parapetándose en sus discursos sobre el crecimiento y pontificando
sobre las "bondades" de su modelo económico. Todo el rollo sobre los mercados, la
libertad de empresa, las inversiones que generan empleo, las exportaciones y tantas
otras mentiras más, sirvieron de escudo ideológico (incluso el conflicto armado del
Estado peruano contra Sendero) para ocultar las fechorías, malversaciones y segundas
intenciones, con que los gobiernos neoliberales desde Fujimori hasta Kuczynski
apañaron con contratos-ley, decretos de urgencia y sucesivas addendas, para el
enriquecimiento individual y de grupo de quienes ejercieron desde las altas esferas esos
gobiernos.

Alrededor de tres décadas de neoliberalismo no han conducido a generar un Estado ni


un régimen político democrático en el país. A pesar de las tantas veces aludida
"democracia" (palabra tan manoseada por los políticos y altos funcionarios, ladrones y
sinvergüenzas), así como el invocado Estado de derecho y la independencia de
poderes, el neoliberalismo engendró más bien en los 90 un Estado mafioso, y a lo largo
de cuatro gobiernos "democráticos" (sin incluir al gobierno de transición de Paniagua:
los de Toledo, García II, Humala y Kuczynski) una república lobbysta. Ambos son
conceptos que están documentados en los trabajos publicados por el congresista
Manuel Dammert.3

Al lado de la retórica economicista del crecimiento, el progreso, el mercado y la


modernidad, la derecha política y empresarial desarrolló asimismo un discurso
canallesco, cínico y cargado de hipocresías que le sirviera al mismo tiempo a dos

1
Palabras del periodista César Hildebrandt en la presentación de su libro Una piedra en el zapato en la 32°
Feria de Libro Ricardo Palma (Lima, 22 de octubre del 2011), https://youtu.be/zQEZ8Jq9uxQ
2 IDL son las siglas del Instituto de Defensa Legal (https://idl-reporteros.pe/)
3 Fujimori-Montesinos: el Estado mafioso. El poder imagocrático en las sociedades globalizadas
(Lima: Ediciones El Virrey, 2001); La república lobbysta y la nación peruana bicentenaria: poder
económico, democracia y corrupción (Lima, 2010).
propósitos: acusar de "anti" a cualquier intento de oposición política (o de propuesta
alternativa) y demonizar toda expresión de protesta social contra las consecuencias del
modelo neoliberal en los territorios (regiones) del país. Hoy esta función del discurso
desde el poder, y a falta de argumentos consistentes, lo que persigue es desacreditar y
"terruquear" a opositoras y opositores.

La gran prensa (y la amarilla también) así como el resto de medios ha contribuido con
este estado de ocultamiento general (lo que ocurría realmente entre el poder político y
el poder económico al interior del Estado), cumpliendo una tarea de domesticación de
la opinión pública, e infundiendo también el miedo, para hacer creer -como decía
Hildebrandt- de que el modelo neoliberal es "absolutamente inexorable". ¿Lo será?

La crisis de la política que campea en el Perú nos viene desde hace mucho tiempo, y lo
que ha hecho la corrupción es potenciar esa crisis proyectándola como una crisis
sistémica ya que están comprometidos todos los poderes del Estado. El mismo
Hildebrandt advertía en una de sus columnas a comienzos de esta década (2011), sobre
el "empobrecimiento" de la política en el país. En su más reciente columna el periodista
se pregunta: "¿Por qué estamos tan podridos?", ubicando la explicación en los inicios
de la nueva república peruana:

"Los criollos, herederos de las 300 familias que dominaban la agricultura de la costa,
secuestraron la república en la que no habían creído y la hicieron bolsa, botín y
patrimonio".4

Pero las élites criollas no solamente "secuestraron" el Estado desde sus inicios. En
conjunción con lo anterior mostraron siempre su racismo y desprecio consuetudinario
hacia los de abajo. No solo prolongaron el colonialismo sino que ejercitaron también la
colonialidad del imaginario, así como de las expectativas y la subjetividad del pueblo
peruano, todo lo cual ha conformado un patrón de poder que se prolonga hasta el
presente. La violencia que se vivió en el Perú de los ochenta y noventa del siglo pasado
proviene de ese trasfondo histórico; es decir, de la violencia milenaria que siempre han
ejercido los poderosos para preservar sus intereses mezquinos, "en nombre de la
nación" y de los "intereses nacionales". ¿Ha cambiado algo de eso en el Perú del siglo
XXI?

Necesitamos transitar hacia una verdadera refundación del país y hacia una
regeneración de la política, antes de que la corrupción (ya de por sí aberrante e
indignante) haga del Perú un verdadero "Estado fallido", habiendo la necesidad de
reconocer que la "transición democrática" fracasó en toda la línea, y por ende fracasaron
todas las fuerzas y liderazgos políticos por la corrupción que no enfrentaron y más bien
apañaron durante su ejercicio del poder. Las reformas pueden ser necesarias para evitar
que el incendio se propague, pero se requiere la renovación de todo.

Para terminar, tal vez sea pertinente reproducir lo escrito hace 10 años, porque remite
después de todo a una cuestión de fondo:5

4César Hildebrandt, “Podre que viene de lejos”, Seminario Hildebrandt en sus Trece, N° 405, 13 de julio
2018, p. 12.
5 http://urpiconsultores.blogspot.com/2013/07/paginas-memorables-el-peru-dual-de-hoy.html
En nuestro país coexisten conflictivamente dos sociedades: una que pugna por nacer y
otra que la bloquea. La primera busca instalarse en base a principios de derechos,
inclusión, equidad en las relaciones de género, solidaridad económica y social,
sustentabilidad ambiental, pluralidad y diversidad étnica, justicia distributiva, en el marco
del Estado peruano actual. La segunda es aquella que los niega o pretende supeditar /
someter dichos derechos a los consensos del poder económico basados en “las leyes
infalibles del mercado”: propiedad privada, inversiones y crecimiento económico,
principalmente.

Ahora ya sabemos a qué se refieren los “consensos” cuando vienen impuestos desde
el poder, tomándolos como práctica realmente existente y de enmascaramiento de la
realpolitik en el Perú.

Lima, 16 de julio 2018

(*) Colaborador de ALAI desde el 2008. Integrante del Grupo de Trabajo: Economías Alternativas
y Buen Vivir, CLACSO. Investigador adherente del Seminario Economía Social, Solidaria y
Popular, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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