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Dime nene, ¿qué vas a ser cuando seas grande?

¿Estrella de rock and


roll? ¿Presidente de la nación? ¿Dime nene qué vas a hacer cuando
alguien apriete el botón?

… vengo en representación del Instituto México de Mérida, pero más


bien, en este momento siento que represento a toda la juventud de
nuestro país. Sí, hablo en nombre de tantos adolescentes que
sufrimos y gozamos esta maravillosa y problemática etapa de la vida;
llena de contradicciones y extremos, voluble como el mismo espíritu
humano.

Este es mi tema precisamente: la adolescencia; especialmente esa


dicotomía que vivimos cada día pues somos al mismo tiempo
preocupación y esperanza, siempre con la mirada hacia el futuro,
hacia una independencia y madurez que nos permita vivir como
adultos plenos, capaces de ser felices y productivos. Pero al mismo
tiempo anclados en un pasado en el que nos sentíamos seguros y
protegidos, en el que bastaba con llamar a mamá cuando sentíamos
miedo para que desaparecieran nuestros temores.

Temores y esperanzas, así es nuestra vida, llena de riesgos que nos


acechan a cada momento: alcoholismo, drogadicción, inseguridad…
bueno, en realidad estos son problemas que atacan a todo el país; sin
embargo, por la vulnerabilidad propia de nuestra inexperiencia,
somos nosotros quienes corremos más riesgo de caer en esos vicios
que tanto nos lesionan a nosotros y nuestro país en general.

Oímos muchas veces en comentarios de gente adulta; en programas,


artículos, que la nuestra es una generación perdida, que así como
estamos los jóvenes hoy en día, qué futuro tan sombrío nos espera.
Nos recriminan nuestra falta de motivación, nos llaman apáticos y
flojos; critican nuestra forma de vestir, de hablar, de expresarnos,
nuestras diversiones… tal pareciera que fuéramos una raza ajena a la
que pertenecen los adultos.

¡Alto! ¡Si no nacimos así! No hemos crecido en una selva, hay adultos
que nos han formado como somos ahora: nuestros padres, nuestros
maestros, los que manejan los medios, nuestros gobernantes, la
sociedad en general. Nosotros somos el resultado de lo que han
puesto en nosotros, y no se trata de lavarnos las manos y
disculparnos de todo lo negativo que podamos ser; simplemente de
que acepten su responsabilidad y nos presenten mejores
oportunidades para ser mejores jóvenes hoy mejores adultos mañana.
Claro nosotros tenemos que poner de nuestra parte y esforzarnos
más, realmente comprometernos con nuestro futuro y no nada más
quejarnos de lo que nos han dejado; claro que es más cómodo
sentarse a quejarse y decir “no es mi culpa ser así”; pero con más
oportunidades estoy segura de que estaremos más motivados y
seremos una generación de la que podrán sentirse orgullosos.
Si, es verdad, en la adolescencia adquirimos muchos vicios: el primer
tabaco, el primer faje, la primera “peda”, el primer pasón, el primer
choque, la primera vez en el bote, el primer embarazo no deseado, el
primer aborto. Pero, ¿realmente somos todos los jóvenes los que
caemos en esos vicios como una lista de tareas a cumplir? Yo creo
que no, aunque desgraciadamente el número va en aumento. Pero
vuelvo a lo mismo, me explico:

Familias disfuncionales, maltrato intrafamiliar, violencia en todas sus


variedades, permisividad, falta de disciplina… no soy psicóloga, pero
creo que no son los ambientes propicios para una maduración sana.
Desafortunadamente el ritmo de la vida actual y las necesidades
obligan a nuestros padres a estar todo el tiempo ocupados; vivimos
en una falsa independencia, sentimos que podemos hacerlo todo y
merecemos todo, nos sentimos con poder, somos rebeldes y nos
atrevemos a más. Nuevamente, somos señalados y condenados.

Nosotros no creamos MTV y su programación, no nos preguntaron


como debían vestirse los de RBD, no diseñamos videojuegos
violentos, no componemos música “escandalosa o satánica”, no
fabricamos armas… desgraciadamente si consumimos toda esa “mala
influencia”, y la disfrutamos, no lo niego. Me da vergüenza admitir
que nuestra generación se ha alejado de formas de entretenimiento
más sano. No me malinterpreten, tampoco se trata de que sólo
escuchemos música clásica -que no tiene absolutamente nada de
malo, o que nos entretengamos solamente bordando o haciendo
figuras de origami. Muy al contrario, debemos aprovechar los medios
y la tecnología para abrir espacios de expresión genuina para
nosotros, y no nada más reproduzcamos estereotipos creados por los
adultos.

Compañeros, amigos míos, no crean que porque le he cantado sus


responsabilidades a los adultos, nosotros estamos libres de culpas.
Nosotros tenemos el gran reto de evadir ese camino fácil y seductor.
¿Qué necesidad tenemos de buscar complicaciones si ya de por sí la
tenemos complicada? Sí, la vida puede ser muy cruel y traicionera,
pero ¿porqué escapar con sustancias que sólo nos van a sumir en un
agujero más profundo del que es tan difícil salir? ¿Porqué tener
alucinaciones si podemos tener sueños? Es más fácil alcanzar
nuestros sueños si estamos concientes y despiertos, si hacemos algo
por ellos y no nos quedamos sentados a que alguien nos lo regale. Sí,
la soledad y el rechazo duele; pero no nada más el que nos orilla a
delinquir o prostituirnos es un “amigo”, al contrario, este individuo
que nos ofrece una salida sólo quiere su beneficio y nosotros somos el
instrumento.

Tenemos tanto a nuestro alcance, tenemos tantas cosas para ser


felices, ¡y no son de marca! ¿Quieres emociones fuertes? ¿Quieres
sentir la adrenalina fluir? ¡Caramba! ¡Pues practica un deporte! Fíjate
cuántas ventajas tiene: es sano, te ejercita, convives con gente como
tú, te olvidas de tus problemas por un rato, compites por algo que
vale la pena, te superas a ti mismo.

¿Quieres volar, sentirte en contacto con algo superior, encontrar tu yo


interno, huir de la realidad? ¡Pues crea! Pinta, haz música, dibuja,
escribe, canta, actúa… hay tantas formas de dejar huella y ser
reconocido, no un simple “llamar la atención”, sino realmente
trascender, volverte inmortal.

En vez de destruir, podemos ayudar, podemos construir un mundo


mejor; existen tantas personas que tienen más desventajas que
nosotros, pero existen también muchas formas de apoyarles. No
necesitas desprenderte más que de un poco de ese tiempo ocioso e
inútil; si sabes leer, enseña a alguien que no. Si te sientes solo,
acompaña a alguien que también lo esté: el enfermo, el anciano… no
tienes que ir muy lejos, seguro en tú familia hay alguien que en este
momento te está esperando. Tú que puedes caminar y moverte, tú
que puedes ver y oír, sí, a ti te hablo, hay muchos que no gozan de
ese privilegio… ellos sí tienen motivos para deprimirse, ellos sí sufren,
ellos sí tienen razón para llorar.

¿Por qué no haces algo tú por cambiar si tanto te molesta el mundo


en que vives? Dime nene, ¿qué vas a ser cuando seas grande?
Nuestros padres escucharon alguna vez esa canción, para muchos fue
un himno y la cantaban a todo pulmón. Díganme, ¿son estrellas de
rock and roll? ¿Son presidentes de la nación? No, son algo mejor: son
maestros, son padres de familia, ¡qué mejor ejemplo a seguir! Yo los
invito a convertirse en ese ejemplo que debemos seguir, yo les invito
amigos a que tomemos lo mejor de los adultos y evitemos caer en los
errores en los que hayan caído, somos humanos, no somos perfectos,
somos perfectibles. Recuerden que en unos años nosotros seremos
los adultos, y otra generación nos estará recamando. Gracias.

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