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género.”
Resumen
Los diferentes modelos y teorías explicativas acerca de la violencia hacia las mujeres, han
pasado desde las teorías psicológicas, las sociológicas con la perspectiva familiar y la
feminista, hasta los modelos multicausales, pretendiendo recoger una amplia gama de
factores explicativos sobre la violencia.
La violencia no puede seguir siendo planteada como una variable discreta (presente o
ausente), deberíamos considerarla como una variable siempre presente en mayor o menor
intensidad, con la que convivimos, y cuya función es la de dominio y control y sobre la que
se sustentan nuestras relaciones personales y sociales, nuestra afectividad, valores y
prioridades.
Las microviolencias que define Bonino son un instrumento que comienza como de baja
intensidad y que permite explicar la escalada progresiva y el factor presente en todos los
demás tipos de violencia ejercida hacia las mujeres.
“Análisis y relevancia de las violencias cotidianas en delitos de violencia de genero”.
Felicidad Muñoz Ruete
(Abril, 1999, Caño, 1995; Echeburúa y Corral, 1998; Medina, 1994; Pérez del Campo, 1995;
Sarasúa et al., 1994; Zubizarreta et al., 1994)
Son muchas y variadas las razones por las que las mujeres no denuncian o no informan
sobre la violencia que padecen a manos de sus parejas o ex parejas sentimentales y tienen
tanto origen social como individual:
- Los sentimientos de culpa o vergüenza por la creencia de que son ellas las que
han provocado la violencia (la existencia de algunos motivos justificaría la violencia:
desobedecer, fracasar, infidelidad )
- La tolerancia social hacia el agresor y/o la falta de respuesta del entorno de la victima
a este tipo de violencia.
- Por último, cabe añadir que esta forma de violencia incluye tanto agresiones
físicas como psicológicas o sexuales, aunque en ocasiones solo la violencia física
es explicitada, quedando las otras ocultas. Puede ser debido a múltiples factores:
falta de conciencia sobre ser victimas y aunque lo sean su entorno no lo considera
delito o tanto ellas como su entorno ve muy difícil demostrar estas agresiones.
He subrayado las razones que tienen más que ver con lo personal o individual, aunque
el abordaje psicológico debería incluirlos todos para poder entender las distintas
respuestas ante la violencia.
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“Análisis y relevancia de las violencias cotidianas en delitos de violencia de genero”.
Felicidad Muñoz Ruete
II. Teorías-
Para poder comprender mejor este tema, vamos a comenzar por los diferentes modelos y
teorías que han pretendido explicar las causas de la violencia contra las mujeres. En cada
una de ellas el acento o la relevancia se coloca en diferentes factores, causas, valores, etc.
1. Teorías psicológicas:
En el perpetrador:
Basándose en la psicopatología del maltratador (trastornos de la
personalidad, adicciones, celos...). Otros lo relacionan con
padecimientos en el lóbulo temporal, hipoglucemia o lesiones
cerebrales preexistentes.
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2. Teorías sociológicas:
b) Modelo ecológico. Teoría del aprendizaje social. Dutton (1988). Entiende que
contexto social se divide en:
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e) Teoría del intercambio. Gelles (1983). Se producirá siempre que los beneficios
que reporta su uso sean menores que el coste de ser violento (se produce en el
ámbito privado y la falta de sanciones sociales favorece que se siga produciendo).
f) Teoría del estrés. El estrés en la unidad familiar y el estrés social son las
causas de la violencia en la pareja. Farrington (1986). La violencia familiar ocurrirá
cuando una persona se encuentre bajo estrés y carezca de recursos personales y de
estrategias de afrontamiento para mitigar su impacto.
B) En la perspectiva feminista
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“Análisis y relevancia de las violencias cotidianas en delitos de violencia de genero”.
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Para terminar hay una cuestión acerca del tipo de datos empleados en las
investigaciones de las teorías sociológicas, básicamente no hay confianza en los
datos cuantitativos. Cada corriente profundiza en lo que busca. En la línea de la
violencia familiar sigue confirmándose la hipótesis inicial: comprobar la existencia
del “combate mutuo” y las feministas siguen profundizando en el análisis del
sistema patriarcal como causa última del maltrato.
a) Modelo propuesto por Sandra Stith y Karen Rosen (1992). Según este
modelo, los valores socioculturales relacionados con la violencia (aceptabilidad
social de la violencia) y con los roles sexuales (estatus subordinado de las
mujeres a los hombres, dando mayor valor a los hombres y a sus logros), inciden
en:
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Conclusiones
Todos los modelos anteriores no incluyen todos los intentos explicativos. Hemos visto
corrientes psicológicas, sociológicas y multicausales que han intentado explicar el maltrato
hacia las mujeres. También se han mencionado como las explicaciones han ido
evolucionando desde los aspectos individuales, sociales, multicausales, hasta enfoques
más estructurales para llegar a modelos explicativos ecológicos que han llegado a recoger
una amplia gama de factores, incluyendo entre los últimos elementos incorporados, algunos
de índole espiritual, que no religioso.
III. Propuesta
Para llegar a este punto tal vez nos podíamos haber ahorrado todo el capitulo anterior. Pero
era necesario para mostrar que las violencias cotidianas SI tienen, TODO que ver con esos
casos más graves en los que hay lesiones graves físicas y psicológicas, incluso muertes.
Para ello quiero mostrar la propuesta que Blanca Vázquez (1999) plantea:
Un cambio en la forma de mirar. En vez del estudio de los malostratos como una variable
discreta (numero finito de valores, existe o no existe) podemos verla como un continuo que
ocurre en menor o mayor medida en todas las familias, relaciones de pareja, relaciones
laborales, etc..
Esto NO SIGNIFICA que todas las familias o relaciones tengan que ser abusivas o
disfuncionales, SI SIGNIFICA que en la familia tradicional se refleja el sistema de poder
jerárquico, estructurado y patriarcal que es la sociedad actual.
Nos muestra como tenemos una FALSA PERCEPCIÓN acerca de lo mucho que la sociedad
ha cambiado tanto que ahora a nivel legal, la relación de pareja es entre dos personas
iguales en derechos y deberes (igualitarismo teórico) pero en la práctica esa igualdad no
está concretada, la relación jerárquica, no ha sido sustituida por una nueva forma de
establecer las relaciones.
Si aceptamos esta perspectiva solo nos faltaría DETERMINAR CUÁLES SON LOS
MECANISMOS QUE FRENAN O LIBERAN la manifestación de ese abuso en forma de
violencia psicológica, física y/o sexual, económica, etc.. O cuales son los factores que
impiden o que el abuso siga avanzando y se convierta convertirse en formas extremas de
agresión.
Uno de esos factores, que ya ha sido comprobado como importante por algunos estudios
realizados por teorías mencionadas anteriormente es: las creencias misóginas que
correlacionan con mayores niveles de masculinidad/feminidad tradicionales y que están
relacionados con los valores que nos han sido transmitidos.
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Por ello retomo su invitación por compartirla totalmente en la necesidad de defender lo que
llamo las tres uves: Valentía, verdad y voluntad.
VALENTIA en admitir que es algo con lo que convivimos, de forma muy cercana, enraizado
en nuestro tejido social y en nuestras vidas.
En honor a la VERDAD: No podemos seguir pensando que las causas sean un tema tan
difícil de comprender. Lo difícil es aceptar las contradicciones, en las que nos vemos
atrapadas, haciendo eso que tanto criticamos.
- Se habla de violencia psicológica cuando una persona adopta una serie de actitudes y
palabras destinadas a denigrar o negar la manera de ser de otra persona. La violencia
psicológica no es algo puntual, se trata de una forma de relacionarse. Es negar al
otro y considerarlo como un objeto. Estos modelos de proceder están destinados a
someter al otro, controlarlo y mantener el poder.
- Se trata de un maltrato muy sutil. Se trata sin un solo golpe, de lograr incomodar a la
otra persona, crear una tensión, aterrarla para demostrar el poder que uno tiene (se
produce un disfrute al dominar al otro).
agresor, así como por los testigos cercanos que no ven nada, lo que acrecienta las dudas
de la persona sobre sus sentimientos. Las amenazas y los actos destinados a aterrorizar
al otro son la última etapa antes de la agresión física. Pero en este estadio no se ve nada.
Proponen algunas estrategias de dominio que por separado son letales pero que
combinadas producen la devastación psicológica frente a la cual es difícil reaccionar sin
ayuda:
- Generar culpa, con conductas permanentemente demandantes y siempre con
atribución causal externa con lo cual evitan la responsabilidad de hacerse cargo.
- Generar confusión, a través de manipulaciones comunicacionales que ponen en
duda las correctas percepciones de la mujer.
- Generar depresión, socavando la autoestima de la mujer.
- Generar vergüenza, a través de críticas, descalificaciones y humillaciones
constantes, muchas veces en público.
- Generar temor mediante amenazas directas o indirectas.
- Generar sometimiento, mediante la manipulación de los tiempos, espacios, el
cuerpo y la conducta de la mujer.
Entre los mandatos que la cultura asigna a la feminidad tradicional: el ser para otros y
ser subordinada, llevan a las mujeres, entre otros comportamientos, a
autorresponsabilizarse y autoculparse por el bienestar/malestar en los vínculos de
las personas queridas y de ellas mismas.
Estos mandatos de género, también inhiben en las mujeres “el poder centrar su
atención” en posibles causas o razones externas y en las responsabilidades
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masculinas que pudieran originar sus malestares. Y por tanto, inhiben su agudeza
perceptiva, la denuncia y las estrategias de defensa personal hacia dichas
responsabilidades.
Toda psicoterapia con mujeres, violentadas o no, debe transformar y promover en
ellas:
El ser para sí (con otros pero no a disponibilidad permanente de los otros).
Aumentar su poder personal.
Desmontar su creencia en la realización personal principalmente a través de su
relación con los varones.
Las personas que trabajamos en Salud y sobre todo en el área afectivo-mental, debemos
ocuparnos de ellas. Dado su carácter “micro” el primer paso es detectarlas, como paso
previo para conseguir su desaparición.
En algún caso tenemos asociadas frases a diferentes autores, por ejemplo a Lorente la
que utiliza como título de su libro: “Mi marido me pega lo normal”, en el que una mujer
“normalizaba” su propio maltrato.
Son armas, trucos, tretas y trampas más frecuentes que los varones utilizan para ejercer
la violencia contra las mujeres. Son de uso reiterado aun en los varones “normales”,
incluso entre los mejor intencionados y aquellos que se perciben como poco dominantes.
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3. Clasificación
Según Bonino, los varones se sirven de diferentes microviolencias que clasifica en:
Con el tiempo se va creando una red, un clima más o menos “tóxico”, agobiante y que
va encerrando, coartando y desestabilizando a la mujer, atentando así contra su integridad
y autonomía personal.
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4. Sintomatología:
La presencia de estos síntomas suelen motivar consultas tanto en Centros de Salud y en
Salud mental. Pero con frecuencia no se relacionan estos malestares emocionales e
inseguridades femeninas como respuesta a microviolencias. Con el tiempo la
sintomatología es cada vez más grave:
- Falta de lucidez mental, crítica, acción eficaz y falta de un proyecto vital propio.
- Fatiga crónica y agotamiento de reservas emocionales y de energía para sí y para
poder desarrollar sus intereses vitales.
- Deterioro de la autoestima y de la autocredibilidad, al aumentar la inseguridad y la falta
de motivación.
- Disminución del poder y el desarrollo personales, limitación de la libertad y aumento de
actitudes defensivas.
- Malestar difuso, irritabilidad crónica y hartazgo sin motivo (incapaces de percibir que
se originan en las microviolencias).
Efectos negativos a largo plazo para los hombres por la situación generada:
- Al no sentirse responsables de lo que ocurre, hay un aumento de la desconfianza e
incomprensión hacia la mujer a la que nunca, aunque lo pretendan, pueden llegar a
controlar totalmente.
- Pueden llegar así a un aislamiento defensivo cada vez mayor porque el dominio no
asegura el afecto, sólo asegura obediencia y distancia.
- También provoca un vacío afectivo y un posterior descenso de la autoestima.
- De esta situación les va resultar difícil salir porque no se asumen responsabilidades
en las causas que los llevan a sentirse mal, proyectando las causas siempre fuera de
sí mismos.
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A) Microviolencias utilitarias
Tienen gran importancia porque son las más invisibilizadas, consideradas casi
naturales por mujeres y varones. Su daño se ejerce impunemente y son las que más
contribuyen a sostener la injusticia que caracteriza la distribución de poderes en las parejas
de los países desarrollados donde las mujeres “supuestamente” han conquistado amplios
espacios de libertad.
Esta no participación puede ser total o ser una seudoimplicación (“¿Te ayudo? o ¿qué
hay que hacer?) el hombre actúa sólo como “ayudante” de la mujer. Esto obliga a la mujer
a ejercer la responsabilidad, teniendo que organizar e indicar lo que se debe hacer en
casa.
A veces se justifica la no actuación, diciendo “que ellos trabajan fuera de casa“ pero es que
incluso ocurre, cuando son hombres vinculados a mujeres que también trabajan fuera de
casa, con lo cual éstas se ven sobrecargadas con una “doble jornada”.
Otra variante es implicarse solo en aquellas tareas que les resultan ventajosas.
B) Microviolencias encubiertas
Se caracterizan por su caracter dañino, encubierto y sutil, razón por la que son muy
efectivos. En ellas, el hombre oculta su objetivo, impone las “verdades” masculinas y
fuerza la disponibilidad de la mujer. Utilizan la confianza afectiva y la credibilidad femenina
depositadas en él, llevándola a coartar sus deseos, a hacer lo que no quiere y
conduciéndola en la dirección marcada por él. Utilizan para ello frecuentemente la
manipulación. Son especialmente devastadores con las mujeres muy dependientes de la
aprobación masculina. Entre ellos tenemos:
Silencio: es una maniobra de dominación que implica no solo callarse sino imponer
el silencio a la relación con la mujer. Permanecer en silencio no es sólo no poder
hablar, sino no sentir obligación de hablar ni de dar explicaciones y por tanto imponer
el no diálogo, lo que lleva a mayor dependencia y el aumento de fantasías
relacionadas con el abandono y la perdida.
Este silencio es diferente al impuesto, o al que nace del temor, o de aquel o aquella
que calla voluntariamente y es obligado por la falta de legitimidad.
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e) Paternalismo: Hacer sentir a la mujer como si fuera una niña que necesita cuidados.
C) Microviolencias coercitivas
Son las que usan la fuerza -no la física sino la moral, la psíquica, la económica o la de la
propia personalidad- de un modo “directo”, para intentar doblegar a la mujer, limitar su
libertad, expoliar su pensamiento, su tiempo o su espacio y restringir su capacidad de
decisión.
Uso expansivo del espacio físico: Invade con lo suyo, todos los espacios de la casa,
despacho, etc. Utiliza los mejores espacios o monopoliza su uso (mando TV.).
Control del dinero: Monopolizar el uso o las decisiones sobre el dinero, limitando el
acceso de ella o suponiendo que tiene mas derechos que ella. (No dar información
sobre el dinero común, controlar los gastos, exigir detalles, etc. retener dinero,
obligarle a ella a pedirlo o mentir sobre su destino. También negar el valor económico
del trabajo domestico).
Apelar a la “superioridad” de la lógica varonil. Es mas eficaz con mujeres que tiene
un modo perceptivo o intuitivo acerca de la realidad.
Intimidación: Maniobra atemorizante que es más eficaz cuanto mayor sea la fama de
abusivo o agresivo que tengas. Puede hacerse con la mirada, con la aproximación
física, con la mirada, el tono o modulación de voz, la postura, un gesto, etc..
Es necesario realizar periódicamente alguna muestra de poder abusivo que sirva de
recordatorio a la mujer de lo que puede pasar si no se somete.
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Toma repentina del mando: De una manera mas o menos sorpresiva: anular, no
tener en cuenta a la mujer en situaciones que le afectan y a las que es difícil negarse.
D) Microviolencias de crisis
Aquellas que los varones utilizan en algunos períodos para restablecer o afianzar el reparto
desigual de poder. Se utilizan cuando las relaciones entran en crisis y se desequilibran,
orientándose a una mayor igualdad, por ejemplo en el caso de un aumento de poder
personal en la mujer por cambios en su vida o también puede ocurrir cuando se produce
una perdida de poder en el hombre por razones físicas o laborales.
Darse tiempo: Postergar, dejarlo para más adelante porque no es el mejor momento,
situación, etc. para hacer lo que se demanda.
Hipercontrol: Extremar el control sobre la mujer para impedir que disminuya el poder
o la influencia que él ejerce sobre ella.
Prometer y hacer méritos: Hacer regalos, prometer ser bueno, ponerse seductor o
atento, hacer cambios superficiales sobre todo en amenazas de separación, sin
cuestionar o cambiar las causas o lo importante.
Victimismo:
A partir de aquí puede desarrollarse una inmunización por parte de las mujeres.
Tienen que estar dispuestos a una autocrítica sobre el ejercicio cotidiano del poder de
dominio y a reconocer el efecto negativo que tiene para las mujeres y para sí mismos.
Autocrítica que, no puede seguir excusándose en la idea que el ejercicio del poder no es
algo consciente, difícil de modificar o que se trata de un automatismo heredado.
En las estrategias de cambio, Bonino, enumerar algunos requisitos que son necesarios
para que terapeutas de diversa orientaciones puedan comenzar a enfrentarse eficazmente
a la tarea de transformación de estas prácticas:
En lo personal:
- Explorar sus prejuicios sexistas y desvelar sus puntos ciegos en relación
con su propia posición de género.
- Examinar sus ideas y comportamientos en relación con la reciprocidad
entre las personas, y la justicia y la democracia en los vínculos.
- Revisar sus propias creencias sobre la causalidad de los comportamientos
de dominación y sus eventuales justificaciones, y la propia reacción frente a
ellos.
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En lo teórico-técnico:
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