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CORAZÓN

El corazón figurado. En la gran mayoría de los casos, la palabra “corazón” se usa en la Biblia en
sentido figurado. Se dice que representa “la parte central en general, el interior, y, por lo tanto, el
hombre interior tal como se manifiesta en todas sus diversas actividades, en sus deseos, afectos,
emociones, pasiones, propósitos, sus pensamientos, percepciones, imaginaciones, su sabiduría,
conocimiento, habilidad, sus creencias y sus razonamientos, su memoria y su consciencia”. (Journal
of the Society of Biblical Literature and Exegesis, 1882, pág. 67.)
De modo que en las Escrituras el corazón figurado no se circunscribe a ser el asiento de los
afectos y motivos, ni se limita al intelecto. “En el pueblo semita [...] se atribuía al corazón todo lo que
es propio del hombre, tanto en la esfera de los sentimientos como en la de la inteligencia y la
voluntad.” Era “la esencia del hombre interior en contraposición a la carne, que es el hombre exterior
y tangible”. (L’emploi metaphorique des noms de parties du corps en hébreu et en akkadien, de
E. Dhorme, París, 1923, págs. 113, 114, 128.)
Para Dios, quien examina los corazones, no cuenta la simple apariencia exterior, sino la clase de
persona que se es en realidad en el interior.
El término “corazón” se usa en la Biblia en diferentes ocasiones para referirse a las facultades del
pensamiento, pero sin aislarlas del resto de lo que compone la persona interior.
Tanto en las Escrituras Hebreas como en las Griegas, “corazón” se relaciona con conceptos
como “pensamiento” (Mt 9:4), “razonamiento” (Mr 2:6), “entendimiento” (1Re 3:12; Mr 6:52) y
“conocimiento” (Pr 15:14), lo que muestra que a veces esta palabra abarca el intelecto.
La motivación, la fuerza impelente que conforma nuestra conducta, es otro aspecto de la persona
interior representado por el “corazón”. Los que contribuyeron para la construcción del tabernáculo
“vinieron, todo aquel cuyo corazón lo impelió”. (Éx 35:21, 26, 29; 36:2.) El inicuo Hamán ‘se
envalentonó’ (literalmente, ‘lo llenó en cuanto a su corazón’) para conspirar contra los judíos. (Est
7:5, nota; Hch 5:3.) Hebreos 4:12 explica que la palabra de promesa de Dios, como si de una espada
aguda se tratara, puede “discernir pensamientos e intenciones del corazón”. Jesús también indicó
que del corazón procede la fuerza motivadora de nuestra conducta, ya sea buena o mala. (Mt 15:19;
Lu 6:45.) Con el fin de que cultivemos buenos motivos, la Biblia nos dice que nuestros tratos con
otros deben verse libres del deseo carnal de ganancia (Jud 16), y que ni el amor al dinero ni el ansia
por las riquezas deben determinar nuestro proceder en la vida. (1Ti 6:9, 10; Pr 23:4, 5.) Por el
contrario, nos anima a cultivar verdadero amor a Dios en el que basar nuestro servicio a Él (1Jn 5:3;
Dt 11:13) y un amor abnegado que guíe los tratos con nuestros compañeros de creencia (Jn
15:12, 13); también nos estimula a practicar el amor a otros como a nosotros mismos. (Lu 10:27-37;
Gál 6:10.) Es obvio que cultivar tales motivaciones implica el uso de las facultades del pensamiento.
(Sl 119:2, 24, 111.)
La condición de nuestro corazón figurado se refleja en nuestra disposición, nuestra actitud, ya sea
orgullosa o humilde. (Pr 16:5; Mt 11:29.) También son parte del hombre interior nuestros
sentimientos y emociones, entre los que se cuentan el amor (Dt 6:5; 1Pe 1:22), el gozo (Dt 28:47; Jn
16:22), el dolor, el desconsuelo (Ne 2:2; Ro 9:2) y el odio (Le 19:17). Así, el corazón puede estar
“ansioso” (Isa 35:4), “traspasado” por la aflicción (Sl 109:22) y ‘derretido’ por el temor (Dt 20:8).
Cuando en las Escrituras Griegas Cristianas se menciona a la mente junto con el corazón, la palabra
“mente” alude al intelecto, mientras que el término “corazón” se refiere a las emociones, deseos y
sentimientos de la persona interior.
Jesús mostró que los deseos, sentimientos y emociones de la persona han de revelar su amor a
Dios, si bien este también debe revelarse por el uso debido de las facultades mentales al adquirir
conocimiento de Dios y de Cristo. (Jn 17:3.)
Todas estas funciones, capacidades, emociones y cualidades no se atribuyen al órgano literal del
corazón, sino al corazón figurado, que representa la completa personalidad interior.
El corazón puede ser “traicionero”. Aunque Adán era un hombre perfecto, permitió que su
corazón fuera seducido; rechazó la verdad y se apartó de Dios. (Véase Snt 1:14, 15.) Como
consecuencia, todos los seres humanos, la descendencia del caído Adán, han sido concebidos en
pecado y dados a luz en error. (Sl 51:5.) Después del Diluvio, Dios dijo de la humanidad pecaminosa
en general: “La inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud”. (Gé 8:21.)
Dios le dijo a la nación rebelde de Judá: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y
es desesperado”. (Jer 17:9.) Esto constituye una advertencia seria para que todos aquellos que
quieren agradar a Dios no solo den atención a lo que otros seres humanos ven, sino a la clase de
persona que son en realidad, al hombre interior. Tal vez una persona haya sido cristiana por muchos
años, tenga un buen conocimiento de la Biblia y se sienta segura de ser capaz de enfrentarse a
cualquier situación que se le plantee. No obstante, aunque sepa perfectamente que una acción es
mala y que la ley de Dios la condena explícitamente, los pensamientos y deseos que ha acariciado
en secreto pueden seducirle a incurrir en una acción pecaminosa.
Por todo esto, aunque un cristiano conozca la verdad y pueda considerarse maduro, debe
recordar lo traicionero que puede ser el corazón y, en consecuencia, evitar por todos los medios
colocarse en el camino de la tentación. (Mt 6:13; 1Co 10:8-12.)
Servir con un “corazón completo”. El corazón literal ha de estar completo para funcionar con
normalidad, pero en el caso del corazón figurado cabe la posibilidad de que esté dividido. David pidió
a Jehová: “Unifica mi corazón para que tema tu nombre”, una prueba de que el corazón puede estar
dividido con respecto a sus afectos y temores. (Sl 86:11.) El corazón de una persona puede ser
“irresoluto”, de modo que esta adore a Dios con poco entusiasmo. (Sl 119:113; Rev 3:16.) También
es posible ser de “corazón doble” (literalmente, “con un corazón y un corazón”) e intentar servir a dos
amos, o decir engañosamente una cosa y pensar otra. (1Cr 12:33; Sl 12:2, nota.) Jesús denunció con
fuerza este tipo de hipocresía. (Mt 15:7, 8.)
No se debe intentar agradar a Dios ni de una manera irresoluta ni con un corazón doble, sino que
se le tiene que servir con un corazón completo. (1Cr 28:9.) Esto requiere esfuerzo diligente, pues el
corazón es desesperado y está inclinado a la maldad. (Jer 17:9, 10; Gé 8:21.) Ayudas para mantener
un corazón completo son: la oración sincera (Sl 119:145; Lam 3:41), el estudio regular de la Palabra
de Dios (Esd 7:10; Pr 15:28), la participación celosa en la predicación de las buenas nuevas
(compárese con Jer 20:9) y la asociación con otros cuyos corazones son completos para Jehová.
(Compárese con 2Re 10:15, 16.)
¿Qué significa ser “falto de corazón”?
Las Escrituras hablan varias veces de ser “falto de corazón”. La obra Lexicon in Veteris
Testamenti Libros (de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 470) dice que esta expresión
significa “sin inteligencia”. La obra A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, de William
Gesenius (traducción de E. Robinson, 1836, pág. 517), dice que tal persona está “vacía de
entendimiento”. El que es “falto de corazón” carece de buen juicio o discernimiento. Por ello, el ser
“falto de corazón” se contrasta con el “entendimiento” (Pr 10:13) y el “discernimiento”. (Pr 11:12;
15:21.) En otros casos al “falto de corazón” se le equipara con el “inexperto”, el “tonto”, el que
no tiene sabiduría. (Pr 7:7; 9:1-9, 16; 10:21.) Al usar el término “corazón”, esos versículos muestran
que algunas cualidades positivas que conforman la persona interior son deficientes.
El contexto de los pasajes en los que se usa la expresión “falto de corazón” muestra que esta
denota también carencia de buen juicio o discernimiento. En Proverbios 6:32 el sabio dice que aquel
que comete adulterio es “falto de corazón”. Otras traducciones leen: “mentecato” (CJ, NC), “falto de
entendimiento” (Val), “falto de buen sentido” (DK, Mod), “un hombre sin juicio” (NBE). El adúltero es
“falto de entendimiento” en vista del amargo fruto de su inmoralidad sexual. (Pr 1:2-4; 6:23-25; 7:7,
21-27.) Por fuera tal vez parezca una persona respetable, pero el hombre que es por dentro dista
mucho de estar desarrollado debidamente.
Otro proverbio dice: “Un hombre falto de corazón estrecha las manos, y sale pleno fiador delante
de su compañero”. (Pr 17:18.) Quizás movida por el sentimentalismo, esa persona llega a un
acuerdo que puede suponerle un serio revés económico. Aunque sus intenciones son buenas y
loables sus motivos, de todos modos manifiesta falta de buen juicio.
En contraposición a ser “falto de corazón”, los proverbios hablan también de “adquirir corazón”.
Proverbios 19:8 dice: “El que adquiere corazón ama su propia alma. El que guarda el discernimiento
va a hallar el bien”. La persona que actúa así concede gran importancia a lo que en realidad es en lo
más profundo de su ser. Usa la mente para adquirir conocimiento exacto de Dios y de sus caminos,
medita en esas cosas y se esfuerza por aplicarlas. Moldea con cuidado sus deseos, afectos,
emociones y metas en la vida en armonía con lo que sabe que Dios aprueba. De esa manera se
beneficia a sí misma y demuestra que “ama su propia alma”. Por desarrollar así la persona interior,
“guarda el discernimiento”, pues fortalece aquellos factores que influyen sensiblemente en su propia
capacidad de pensar con claridad y actuar con sabiduría.
El corazón de Dios. Como Jehová también tiene afectos y emociones, la Biblia habla de su
“corazón”. En el tiempo del Diluvio “se sintió herido en el corazón”, lamentando que los hombres
hubieran rechazado su dominio justo, por lo que se le hizo necesario dejar de ser su benefactor y
convertirse en su destructor. (Gé 6:6.) Por otra parte, el “corazón” de Dios se ‘regocija’ cuando sus
siervos se mantienen fieles. (Pr 27:11.) No obstante, nunca había subido a Su corazón ofrecer
cruelmente a humanos en sacrificios quemados, como hicieron algunos israelitas que se desviaron,
lo que demuestra que Jehová no admite el tormento eterno. (Jer 7:31; 19:5.)
El centro de una cosa. Ya que el corazón literal es un órgano central del cuerpo, en ocasiones el
término “corazón” también se aplica al centro o mitad de algo, tal como en las expresiones “corazón
de la tierra” (Mt 12:40), “corazón del mar” (Éx 15:8; Jon 2:3) y “corazón del árbol grande”. (2Sa
18:14.) La expresión “mitad del cielo”, de Deuteronomio 4:11, significa literalmente “el corazón de los
cielos”. (Véase NM, nota.)
Profético. En la profecía de Daniel 7:4 el término “corazón” se usa en sentido simbólico. En ese
pasaje se dice que a la bestia semejante a león, que representa al reino de Babilonia, se “le hizo
pararse sobre dos pies” y se le dio “el corazón de un hombre”, es decir, perdió el valeroso “corazón
del león”. (2Sa 17:10.) Después la derrotó el “oso” simbólico, Medo-Persia. (Da 7:5; véase BESTIAS
SIMBÓLICAS.)

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