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Muchísima gente empezó a seguir a Jesús. A donde quiera que fuese la gente lo
rodeaba y se sentaba a escuchar sus enseñanzas. Jesús enseñaba por medio de parábolas.
¿Por qué Jesús hablaba por medio de parábolas?
No podemos contestar esta pregunta si primero no ponemos en claro lo que es una
parábola...
Las parábolas son breves comparaciones tomadas de la vida cotidiana, que nos
llaman a reflexionar sobre cosas de nuestra propia vida. Son relatos o cuentos que nos
dejan una enseñanza. Jesús utilizaba situaciones cotidianas, sencillas, pero para expresar
otra realidad más profunda. ¿Qué parábolas conocen?
Esos son dos ejemplos de las muchas parábolas que podemos encontrar en la Biblia.
Pero: ¿Por qué Jesús hablaba por medio de parábolas? ¿Por qué no decía directamente lo
que tenía que decir y punto?
Los que seguían a Jesús eran gente sencilla, humilde, trabajadora. Entre ellos había
pescadores, mujeres, niños, enfermos, pecadores, prostitutas, marginados... Jesús siempre
les hablaba por medio de parábolas y ellos lo escuchaban fascinados. Les encantaba oír sus
cuentos y sus enseñanzas. Imagínense: si él se ponía a hablar en difícil no lo hubiesen
entendido. Y lo que él quería era llegar al corazón de las personas.
Además la verdad presentada de esta forma queda más grabada en la memoria que
una mera exposición, ninguna enseñanza acerca de la misericordia del Señor hacia los
pecadores arrepentidos habría producido el efecto de la parábola del hijo pródigo. Por otra
parte, cuando un profeta o predicador debía reprender a un personaje importante que no
fuera a aceptar su culpabilidad, podían usar una parábola habilidosa para cautivarlos e
iluminar su conciencia.
Los invito a que leamos la parábola del sembrador y dejemos que Jesús nos hable al
corazón...
El que mejor nos puede explicar una parábola es el mismo Jesús, y el que mejor la
entenderá, no es el que sepa más de teología, o que se haya leído la Biblia muchas veces.
No entenderán el evangelio los que viven seguros de poseer la verdad, sentados
cómodamente en el sillón de la fe, sin ningún compromiso con la justicia, sin interés por
amar a su prójimo, no lo van a entender aquellos que sólo escuchan lo que dé la razón a su
modo de vivir, lo que les convenga.
Los que escuchan y profundizan sus palabras y la atesoran en el corazón y la ponen
en practica, no la acomodan a su estilo de vida, sino que buscan vivir a semejanza de Jesús,
no solo las han entendido de oído, sino que de corazón y mente.
¿Qué dice?
Pero todavía nos queda una cosita más para aprender de esta parábola...
Podemos quedarnos con esta interpretación, que no está mal, esta interpretación que
es la que Jesús mismo explica unos versículos mas tarde. O podemos ir un poquito mas allá
y mirar esta palabra desde otro punto de vista...
¡El sembrador podemos ser nosotros!
Hoy, como hace 2000 años a tras, la gente necesita escuchar el mensaje de Jesús...
La invitación para todos es salir de casa y a predicar desde la barca a las multitudes que
están en la orilla. Es necesario que también nosotros sembremos.
El deseo de Dios es que su palabra llegue a los oídos de todos y cada una de las
personas que habitamos este mundo. Y ese es nuestro laburo. Tenemos que ser testimonios
con patas. Debemos transmitir a ese Dios que llevamos dentro, pero no solo con nuestra
boca, sino con todo nuestro cuerpo, con nuestra vida y con cada uno de nuestros actos.
|6.000 millones de personas habitan este mundo. Y 3.500 millones nunca oyeron la
palabra Jesús. Una Iglesia que no misiona, no sirve, porque no es la Iglesia que Cristo nos
dejó. Porque él, antes de volver junto a su padre, reunió a los apóstoles y les dijo: Vayan y
hagan que todas las personas sean mis discípulos.