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Friedrich Katz

Compilador

Revuelta, rebelión y revolución


La lucha rural en México
del siglo XVI al siglo XX

Ulises Beltrán, Raymond Th. J. Buve, John H. Coatsworth,


Romana Falcón, John M. Hart, Evelyn Hu-DeHart, Friedrich
Katz, William K. Meyers, Enrique Montalvo Ortega, Herbert
J. Nickel, Leticia Reina, William B. Taylor, Hans Werner
Tobler, John Tutino, Eric Van Young, Arturo Warman

Tomo 1

Colección
Problemas de México
Patrocinado por el
)
Joint Committee on i n American Studies
del American Count 1 if Learned Societies
y el Social Sci' |'c Research Council Ediciones Era
<s
SOFÍA
-1 Tomo 1
Prefacio
Y i-ETRAS 1. Introducción: Las revueltas rurales en México
Friedrich Katz
PRIMERA PARTE
MÉXICO: ¿CENTRO EXCEPCIONAL
DE REBELIONES RURALES?
2. Patrones de rebelión rural en América Latina:
México en una perspectiva comparativa 27
John H. Coatsworth
SEGUNDA PARTE
¿FAX HISPÁNICA?
3. Las rebeliones rurales en el México precortesiano y colonial 65
Friedrich Katz
4. Cambio social agrario y rebelión campesina en el México
decimonónico: el caso de Chalco 94
John Tutino
5. Rebelión campesina en el noroeste: Los indios yaquis de
Sonora, 1740-1976 135
Evelyn Hu-DeHart
6. Hacia la insurrección: Orígenes agrarios de la rebelión de
Hidalgo en la región de Guadalajara 164
Eric Van Young
Primera edición en inglés: 1988
Título original: Riot, Rebeüion, and Revoluíion. Rural Social Conflict in México 7. Bandolerismo e insurrección: Agitación rural en el centro
Pririceton University Press de Jalisco, 1790-1816 187
© Social Science Research Council, Nueva York William B. Taylor
Traducción: Paloma Villegas
Primera edición en español: 1990 TERCERA PARTE
ISBN: 968411-277-7 Edición completa
ISBN: 968411-278-5 Tomo 1 DE LAS REBELIONES DE INDIOS
Derechos reservados en lengua española A LAS REVUELTAS CAMPESINAS
© 1990, Ediciones Era, S.A. de C.V. \e
8. La guerra de los campesinos del suroeste mexicano en los
Avena 102, 09810 México, D.F.
Impreso y hecho en México años 1840: Conflicto en una sociedad transicional 225
Prinled and Made in México John M. Hart
F-171958
9. La rebelión campesina de Sierra Gorda, 1847-1850 242 Prefacio
Leticia Reina
10. Revueltas y movilizaciones campesinas en Yucatán: Indios,
peones y campesinos de la Guerra de Castas a la Revolución 267
Enrique Montalvo Ortega
Notas 289
Este libro se propone examinar los levantamientos rurales en México, desde
Tomo 2 el siglo xvi hasta el XX, y compararlos en el tiempo y en el espacio. Su
eiaboración ha sido posible gracias a la generosa ayuda del Social Science
CUARTA PARTE Research Council, que patrocinó dos conferencias en las que un grupo de
CAMPESINOS Y PEONES EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA estudiosos de diversos países europeos, México y Estados Unidos se reunie-
11. La plataforma política del zapatismo ron para presentar y comparar sus hallazgos. En el primer encuentro, que
Arturo Warman
12. "¡Ni Carranza ni Zapata!": Ascenso y caída de un movimiento tuvo lugar en Ixtapa, México, cada participante presentó un estudio sobre
campesino que intentó enfrentarse a ambos: Tlaxcala, 1910-1919 24 un levantamiento campesino en un tiempo y un lugar diferente. En aquella
Raymond Th. J. Buve reunión se establecieron criterios comunes y se trazaron similitudes y dife-
13. Los trabajadores agrícolas en la Revolución Mexicana rencias. Los trabajos ya revisados se presentaron en una segunda conferen-
(1910-1940): Algunas hipótesis y datos sobre la participación
y la no-participación en los Altos de Puebla-Tlaxcala 54 cia, en la ciudad de Nueva York. El objetivo de estas conferencias era pro-
Herbert J. Nickel ducir una obra unitaria y no una simple recopilación de estudios.
14. Liderazgo y revolución: Movimientos campesinos tradicionales y Quiero agradecer a Enrique Florescano su participación en nuestra pri-
populares en el México del siglo XX 89
mera reunión y sus valiosos comentarios sobre los trabajos allí presentados.
Romana Falcón
15. La segunda División del Norte: formación y fragmentación En nombre de todos los participantes, quiero expresar mi gratitud al So-
del movimiento popular de La Laguna, 1910-1911 113 cial Science Research Council, a su Joint Committee on Latín American
William K. Meyers Síudies, a los colaboradores de ese comité y a Reid Andrews, Brooke Lar-
16. Los campesinos y la formación del Estado son y Joan Dassin por su gran ayuda en la organización de las conferencias y
revolucionario, 1910-1940 149
Hans Werner Tobler la elaboración de esta obra. También quiero dar las gracias a Robert Hol-
den y Dawn Fogle Deaton de la Universidad de Chicago por su contribu-
QUINTA PARTE ción a la integración del borrador final y a Susan Lundy por mecanografiar
LAS REVUELTAS DE LOS SIGLOS XIX Y XX EN PERSPECTIVA las diferentes versiones del manuscrito para este libro.
17. I^s rebeliones rurales a partir de 1810 177
Friedrich Katz Friedrich Katz
18. Fluctuaciones económicas e inquietud social en
Oaxaca, 1701-1794 214
Ulises Beltrán

Notas 225
Sobre los autores 261
INTRODUCCIÓN:
LAS REVUELTAS RURALES
EN MÉXICO

Friedrich Katz

A partir de la Revolución Mexicana de 1910-1920, el campesino revolucio-


nario mexicano ha sido tema no sólo de la historia sino de la literatura, el
cine y la pintura. Con su sombrero, su machete y su rifle marcha o cabalga
por innumerables películas hollywoodcnses y mexicanas, matando feroces
capataces, propietarios de haciendas, funcionarios corruptos y soldados fe-
derales. Algunos de los mayores pintores mexicanos, como Diego Rivera, lo
han retratado como una de las fuerzas motrices de la historia mexicana. ¿Es
así realmente? ¿O se trata de una leyenda forjada en el periodo posrevolu-
cionario y aplicada a la Revolución misma y a periodos anteriores de la
historia mexicana?
Esta fue una de las principales cuestiones que un grupo de historiadores,
especializados en las revueltas agrarias en México desde el periodo prccor-
tesiano hasta el siglo XX, han tratado de resolver. Un segundo problema, de
similar relevancia en los trabajos de investigación y en las discusiones entre
los participantes de la conferencia, era si en términos cuantitativos y cuali-
tativos México ocupa una posición única en América Latina. Sea cuaí fuere
la respuesta que damos a esta pregunta hay una característica exclusiva de
los levantamientos rurales de México: sus cercanos vínculos con las revolu-
ciones nacionales. La conquista de México fue la única vinculada a un gran
levantamiento popular contra la élite gobernante prehispánica; el movimien-
to de independencia mexicano, en contraste con sus contrapartidas sudame-
ricanas, constituyó a la vez una revolución nacional de independencia y un
levantamiento campesino, y la Revolución de 1910 parece haber estado ca-
racterizada por una participación rural más numerosa que la observada en
la mayoría de los demás movimientos sociales que se han desarrollado en
América Latina durante el siglo XX. ¿Existe alguna explicación de estas
especialísimas características de la historia mexicana?
El problema de los levantamientos rurales no es nuevo en la historiogra-
fía mexicana. Existen excelentes estudios (muchos de ellos escritos por los
participantes de esta conferencia) sobre este tema. Sin embargo, se refieren
a periodos limitados de tiempo y a un conjunto limitado de regiones.
Los ensayos que resultaron de esta conferencia y que se publican aquí
contienen a la vez un profundo análisis de los levantamientos agrarios y
datos hasta ahora generalmente desconocidos. En gran medida, se utiliza- del México central en tiempos aztecas con las revueltas que se produjeron
ron fuentes primarias completamente nuevas para describir los levantamien- en la otra sociedad comparable, densamente poblada y altamente estratifi-
tos rurales en todos los períodos de la historia mexicana y para responder a cada, de la América precolombina: el imperio inca. Hubo muchas menos
un conjunto común de preguntas relativas a la historia mexicana, desde la revueltas en tiempos de los incas y, a diferencia de Hernán Cortés en Méxi-
época azteca hasta la Revolución de 1910-1920. co, Francisco Pizarro en Perú no fue considerado un libertador por amplios
Los principales problemas en que se concentraron los participantes de la grupos de los subditos de los incas, ni la llegada de los españoles provocó
conferencia se pueden resumir en las siguientes cuestiones: un levantamiento a gran escala similar al de México.
1. ¿Quién se sublevó? Entre los muy heterogéneos grupos sociales del fEl modelo de levantamientos rurales en México cambió profundamente
campo, ¿cuáles tendían más a la revuelta? ¿Los habitantes de los pueblos del siglo XVI al XVIH, es decir, durante gran parte de la época colonial*Sin
comunales libres, los residentes de las haciendas, los rancheros o los traba- embargo, la ruptura no fue completa. La violencia rural era endémica en
jadores eventuales sin raíces firmes en la comunidad? ¿Eran los indios o los las áreas fronterizas de la Nueva España y el dominio español en México
no indios los más proclives a la revuelta? llegó a su fin de la misma forma en que había empezado: coincidiendo con
2. ¿Cuáles eran los motivos de la sublevación? ¿Qué tan importante era un levantamiento campesino masivo.
la cuestión de la tierra o los derechos de agua? ¿Cuánto pesaba la cuestión Sin embargo, | los siglos XVI y XVII (y en menor grado el siglo XVIH)
de la autonomía local y el nombramiento de funcionarios locales? ¿Qué parecen haber sido una etapa de menos revueltas rurales, comparativamen-
importancia tenía el problema de los impuestos? ¿Contra quiénes estaban te hablando, en el centro de México, que en cualquier etapa anterior o
dirigidas principalmente las revueltas: terratenientes, funcionarios locales, posterior de su historia. Este periodo constituye una excepción también en
clero o Estado? ¿Qué tipo de alianzas establecían los revolucionarios cam- otro sentido. Del siglo XVI al xviil, el campo mexicano fue mucho más
pesinos, y con qué grupos, cuándo y cómo adquirían tales movimientos un pacífico que regiones similares en otras partes del enorme imperio español
alcance regional o nacional? ¿Qué papel desempeñaron los factores étnicos en América. \Esto queda muy claro en el ensayo de John H. Coatsworth.
y religiosos? Este trabajo es el primero que no sólo compara los levantamientos rura-
3. ¿Existe alguna continuidad en el tiempo o en el espacio entre las les de México con los de otras partes del continente sino que intenta tam-
revueltas campesinas de México? bién contar y clasificar todas las sublevaciones de acuerdo con modelos
4. ¿Cuáles fueron los efectos a corto y largo plazo de estas sublevacio- regionales y temporales. (En cuanto a la época colonial, concluye Coats-
nes, tanto para los campesinos como para otros segmentos de la sociedad? worth que el número, el alcance y la intensidad de las revueltas rurales
¿Condujo siempre la derrota militar de los ejércitos campesinos a un desas- fueron mucho mayores en Perú que en México. (Coatsworth atribuye estas
tre político, social o económico para los revolucionarios rurales? diferencias a diversos factores: la profunda tradición del benigno gobierno
5. ¿Constituye México una excepción dentro de América Latina tanto inca, los impuestos mucho más onerosos y la mayor exigencia de trabajo
por el número como por el alcance de sus sublevaciones campesinas? forzado en Perú que en México, la ausencia de una lengua común o una
En el capítulo 3 examino la hipótesis de que los levantamientos rurales tradición común a los diversos grupos étnicos de México, como tenían los
ya eran endémicos durante toda la época de dominio azteca sobre la mayor peruanos, y la existencia de una nobleza india mucho más fuerte en Perú
parte de México, aunque su carácter quedaba en ocasiones oscurecido por que en México.
el hecho de que la mayoría de las revueltas rurales estaban dirigidas por la i ¿A qué se debe la pasividad rural en las regiones centrales de México
tradicional clase superior de los pueblos sometidos, que sufrían tanto el durante la época colonial? Éste es el tema de la primera parte del ensayo
dominio azteca como los campesinos. Sin embargo, también hay casos muy de John Tutino sobre los levantamientos campesinos en Chalco. \Tutino
claros de levantamientos campesinos encabezados por campesinos. El resul- considera que el éxito de la política colonial española a este respecto se
tado de este examen de los modelos prehispánicos de revuelta, fue un posi- debió a su deseo muy verdadero de conservar las comunidades como con-
ble paralelismo entre el periodo azteca y los siglos XIX y xx.tEn tiempos trapeso de los terratenientes españoles y mexicanos. La Corona y amplios
a/lecas, al igual que durante el periodo entre 1810 y 1934, las revueltas sectores del clero aliados a ella no sólo temían el poder de estos terrate-
rurales parecen haber sido más frecuentes e intensas en México que en nientes. También querían los ingresos resultantes de los tributos y el trabajo
olra.s parles del continente americano en que se ha desarrollado un campe- que proporcionaban los pueblos libres. La legislación española procura-
'.iiiüilo. \lisio parece cumplirse especialmente si comparamos las revueltas ba proteger las tierras comunales y tanto los tribunales españoles como el

MI 11
clero lograron en ocasiones impedir la expropiación de esas tierras. La Co- embargo, ese sometimiento final no fortaleció el dominio español en la
rona obtenía así una mayor legitimidad a los ojos de muchos campesinos, frontera norte de una manera significativa. Los indios subyugados o exter-
de manera que en general preferían recurrir a los tribunales antes que a la minados eran remplazados por un enemigo mucho más peligroso: los apa-
sublevación.^ ches, que, con caballos adquiridos de los españoles y que habían transfor-
¿Hasta qué punto estaban vinculadas las sublevaciones que sí se produje- mado completamente su forma de vida, empezaban a incursionar en las
ron en la época colonial con las fluctuaciones económicas? Para responder zonas controladas por los españoles para infligir ataques cada vez más san-
a esta pregunta, Ulises Beltrán aplica métodos cuantitativos para estudiar grientos contra los poblados.
los levantamientos campesinos de la Oaxaca colonial en el siglo XVIII. A diferencia de lo ocurrido en los siglos anteriores, la inestabilidad rural
Es dudoso que los esfuerzos de la Corona y el clero hubieran tenido en la frontera norte de México durante el siglo XVIH se vio acompañada
tanto éxito si otro factor no hubiera desempeñado un papel decisivo en el por una creciente efervescencia en las áreas centrales de la Nueva España.
primer periodo del dominio colonial español: la mortalidad masiva de los Esta inquietud se manifestaba a veces en el creciente número de pleitos y
indios. La reducción de la población indígena de alrededor de veinte millo- demandas de los pueblos indios, a veces con el estallido de revueltas locales
nes a aproximadamente dos millones hi/o relativamente fácil para los terra- y, frecuentemente, con un aumento del bandolerismo rural.
tenientes la tarea de apropiarse las tierras de los pueblos ahora deshabita- Varios autores se ocupan de esta inquietud, que anunciaba el fin de la
dos, sin encontrar una resistencia campesina importante. Además, la gran Fax Hispánica. Evelyn Hu-DeHart describe cómo los yaquis, hasta entonces
catástrofe demográfica que asoló a México destruyó la voluntad de resistir pasivos, se alzaron en 1740 a la vez contra los jesuítas y contra la adminis-
de muchas de las comunidades y acabó con gran parte de los líderes indíge- tración colonial española. Un levantamiento aún más sangriento se produjo
nas que podían haber dirigido los levantamientos. en el otro extremo de la Nueva España, en la península de Yucatán, con el
Un ejemplo notable del éxito que tuvieron las tácticas de la administra- alzamiento mesiánico de los mayas bajo la dirección de Jacinto Canek. En
ción colonial española para controlar a los indios, en la medida de lo posi- las partes más centrales de México, la inquietud social era menos violenta y
ble, por medios pacíficos, se encuentra en el ensayo de Evelyn Hu-DeHart, menos abrupta pero, con todo, muy notable. Tanto Eric Van Young como
que describe la historia de los yaquis de Sonora desde el periodo colonial William Taylor comprueban cómo esta inquietud se manifestaba entre los
hasta el siglo XX. Gracias a las tácticas aplicadas por los misioneros españo- indios de los pueblos de la región que rodea a la segunda ciudad de Méxi-
les, los yaquis (que en el siglo XIX y XX fueron considerados la tribu más co, Guadalajara. Van Young examina una manifestación del descontento de
guerrera de todo México) se sometieron pasivamente a los jesuítas desde el los indios: el creciente número de pleitos y quejas. Taylor se ocupa de
principio de la época colonial. formas más violentas de actividad: el aumento del bandolerismo en los últi-
Aunque la aceptación pasiva del dominio español por los yaquis coinci- mos años del dominio español, en la misma zona.
día con las actitudes de los indios de las regiones centrales de México, los ¿Cuáles eran las causas básicas de este sustancial aumento de la inquie-
yaquis constituyeron una excepción entre los habitantes de la frontera nor- tud social? Ambos autores consideran que no existe una explicación única.
te. Como muestro en "Las rebeliones rurales en el México precortesiano y Un factor importante, que menciona Van Young como especialmente rele-
colonial", gran parte de la población india llevó a cabo allí una sangrienta y, vante en la región de Guadalajara, fue el significativo aumento de la pobla-
a menudo, eficaz resistencia contra el dominio colonial español. Esta dife- ción. Hacia el siglo xvín, los indios Je la Nueva España se habían vuelto
rencia de actitudes entre los habitantes de la frontera y del México central prácticamente inmunes a algunas de las enfermedades que los habían arra-
se debe al hecho de que los norteños en general siempre habían vivido en sado el siglo anterior, y su número aumentaba. Pero las tierras que les
una sociedad más o menos sin clases y, a diferencia de sus contrapartes del habían sido asignadas por la Corona en la época en que eran pocos no
centro, nunca habían trabajado para una clase dominante. Como resultado, bastaban ahora para mantener a las comunidades, y esto producía nuevas
el dominio español era mucho más objetable a sus ojos. Además, muchos tensiones sociales. Estas tensiones se veían exacerbadas por el hecho de
de ellos tenían una existencia nómada, de manera que resultaba mucho más que no sólo los indios sino también la población mestiza y blanca de la
difícil para los españoles someterlos. Nueva España iba en aumento y los miembros de estos grupos empezaban
Los españoles necesitaron casi dos siglos —hasta principios del siglo a apoderarse de las tierras indias. Éste fue, según Evelyn Hu-DeHart, uno
xvni— para dominar, exterminar o marginar a indios como los tarahuma- de los principales factores que suscitaron el levantamiento yaqui de 1740.
ras de Chihuahua, que ofrecieron la mayor resistencia a su dominio. Sin Van Young muestra cómo el progresivo establecimiento de no indios en

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las comunidades indias también exacerbaba el resentimiento de éstas en la de los pueblos indios en el movimiento de Hidalgo ha sido una cuestión
región de Guadalajara. particularmente polémica.
En ese momento, los reyes de España, tras casi dos siglos de decadencia, Una de las principales razones por las cuales resulta dudosa la hipótesis
intentaban revitalizar la economía del país y convertir de nuevo a España de que los pueblos indígenas constituían la base social del movimiento de
en una gran potencia. Como resultado, las demandas económicas de Espa- Hidalgo es que el centro de la revuelta fue la región del Bajío, al noroeste
ña sobre sus colonias aumentaban y se traducían en más tributos y más de la ciudad de México, que es en muchos sentidos atípica en comparación
exigencias de trabajo forzado para las comunidades de los pueblos. con el resto de México. Tenía una población indígena relativamente peque-
Conforme aumentaba la presión de la Corona sobre las comunidades ña y la mayoría de sus habitantes eran mestizos o blancos. El número de
indias, sus esfuerzos mediadores y su aparente papel de protector de los comunidades libres era pequeño.
derechos de los indios empezaron a decrecer y su legitimidad a los ojos de El hecho de que esa región atípica constituyese el corazón de la revolu-
sus subditos indios entró en precipitada decadencia. No sólo la Corona se ción de 1810, así como la circunstancia de que se haya dedicado más inves-
vio afectada por esto, sino que la única institución que había cumplido un tigación al Bajío en 1810 que a cualquier otra parte de México, han dejado
papel similar a los ojos de los indios, la Iglesia católica, sufrió también una abierto el problema del grado de participación de las comunidades tradicio-
creciente pérdida de influencia. Una de las características más destacadas nales en las guerras de independencia de México. Una de las contribucio-
de todos los trabajos relativos a este último periodo del dominio colonial nes más importantes de los ensayos de Van Young y Taylor es que han
español en México es que muestran cómo la crisis del papel tradicional de examinado intensamente, por primera vez, una región de comunidades in-
la Iglesia católica contribuyó o incluso provocó los levantamientos campesi- dias que sí se sublevaron a escala masiva entre 1810 y 1815. Ambos consi-
nos. En la región yaqui, parte del excedente que los jesuítas extraían de los deran que los factores sociales, económicos y religiosos que transformaron
indios se había guardado siempre para abastecerse en épocas de hambruna. las comunidades de la región de Guadalajara a fines del siglo XVIH son
Cuando se presentó una hambruna grave en 1740, los jesuítas no tenían cruciales para explicar el estallido de la revuelta de 1810-1820. Taylor des-
grano para alimentar a los indios ya que habían enviado todo al norte, para cribe ampliamente la revuelta misma, su curso y la única victoria de los
colaborar en la creación de las misiones de California. En Yucatán, las campesinos, que conservaron durante casi tres años una isla del lago de
promesas incumplidas del obispo Pérez de poner fin al peonaje precipita- Chápala, sobre los españoles.
ron un levantamiento indio. En la región de Guadalajara el conflicto entre Una de las mejores maneras de entender por qué la gente se subleva es
las comunidades y la Iglesia en torno a los recursos que pertenecían a las comparar a aquellos que lo hacen con aquellos que, bajo circunstancias
cofradías religiosas provocó enfrentamientos con la Iglesia. Todas estas difi- parcialmente similares, no lo hacen. Taylor compara los pueblos que se
cultades se veían exacerbadas por los efectos de la comercialización. En la unieron a la revolución con otros pueblos de la misma zona que permane-
región de Guadalajara, los hacendados empezaron a restringir el alquiler de cieron tranquilos y con los indios de otra parte de México, Oaxaca, que no
tierras a los indios, ya que les resultaba cada vez más beneficioso cultivarlas se sublevaron en absoluto.
ellos mismos. La derrota de la insurrección popular de Hidalgo y Morelos y la toma
Estos factores constituyen gran parte de la respuesta a una de las cues- del poder tras la Independencia por los grupos más conservadores de Méxi-
tiones centrales que plantean tanto Taylor como Van Young en sus ensa- co, no constituyen el fin, sino el principio de una serie masiva de levanta-
yos: ¿por qué el régimen colonial español, que tan bien había logrado du- mientos campesinos en el México del siglo XIX, la cual culminó con la
rante tres siglos evitar las sublevaciones campesinas, finalmente provocó la Revolución Mexicana de 1910. ¿Por qué este súbito surgimiento de la vio-
mayor revuelta campesina del siglo Xix en América Latina? Un segundo lencia campesina? ¿Qué distingue a este periodo del anterior siglo xvm?
problema, igualmente importante, que plantean ambos autores y que du- La diferencia principal, que han señalado todos los autores que se ocupan
rante muchos años ha estado oscurecido por las leyendas populares y la del siglo XIX, es una profunda alteración del carácter del Estado respecto
tradición, se refiere al carácter de la insurrección popular que estalló en al periodo precedente. El Estado colonial era fuerte. El Estado mexicano,
1810. En innumerables corridos, murales y libros de texto, la revuelta de hasta la última etapa del siglo XIX, era débil y extremadamente inestable.
Hidalgo se describe como un alzamiento generalizado de casi todas las co- El Estado colonial había intentado contener a los hacendados a favor de
munidades indias de México contra el dominio español. Esta concepción los pueblos indios, así como mantener la integridad de estos últimos. Du-
ha sido impugnada por algunos historiadores y el tema de la participación rante la mayor parte del siglo XIX, los gobiernos mexicanos no estuvieron

U
dispuestos a hacer esto (sus vínculos con los hacendados eran extremada- rales como los conservadores intentaban movilizar a los campesinos en su
mente fuertes), pero aunque hubieran querido no habrían podido llevar a la provecho cuando luchaban contra un gobierno central dominado por un
práctica esa política, ya que no tenían ni la fuerza ni la longevidad suficien- grupo rival. John M. Hart describe la complejidad de una de las más nota-
bles alianzas de este tipo: la que se formó entre los campesinos rebeldes del
te para ello. estado de Guerrero y uno de los terratenientes más ricos del estado y su
Con muy pocas excepciones, no se produjeron luchas armadas entre los
miembros de la élite durante la época colonial. Tales conflictos constituye- caudillo liberal, Juan Álvarez. Por la naturaleza misma de las fuerzas impli-
ron una de las principales características del siglo XIX. Como resultado, cadas — terratenientes y campesinos —, estas alianzas eran riesgosas, inesta-
aparecieron muy diferentes motivos y modelos de revueltas campesinas en bles y contradictorias. Hart describe claramente las enormes dificultades
el siglo XIX. Los campesinos que tenían quejas contra los terratenientes que encontró Álvarez cuando intentó impedir que los campesinos convirtie-
podían considerar que ahora que el Estado estaba decisivamente debilitado ran su levantamiento defensivo en ofensivo.
había llegado el momento de saldar sus agravios mediante la fuerza arma- Aunque Álvarez logró en última instancia controlar a sus aliados, no
da. De manera similar, los terratenientes, que sabían que el Estado no in- puede decirse otro tanto de otros caudillos que intentaron similares movili-
tentaría ni podría detenerlos, podían considerar que había llegado el mo- zaciones de campesinos para sus propios fines.
mento de saldar por la fuerza sus cuentas con los campesinos y apoderarse Entre 1840 y 1870, las facciones rivales del estado norteño de Sonora,
de la tierra y el agua y eliminar los derechos adquiridos de los campesinos. que consistían alternativamente en liberales y conservadores, intentaron uti-
Por otra parte, algunos terratenientes que se sublevaban contra el Estado lizar a los indios yaquis, considerados entre los mejores guerreros del norte
central podían intentar aliarse con los campesinos y obtener ese apoyo ar- de México, en sus conflictos de facciones. Los yaquis respondieron al prin-
mado contra sus enemigos. De hecho, los numerosos trabajos que se refie- cipio con entusiasmo y aceptaron las armas y demás ayuda proporcionadas
ren a levantamientos en el siglo xix muestran que todos estos modelos se por las facciones mexicanas. Pero luego, como muestra Evelyn Hu-DeHart
cumplieron. John H. Coatsworth considera que en los primeros años del en la segunda parte de su ensayo, los yaquis, imbuidos de nuevo sentimien-
siglo XIX predominó el primer modelo. "Muchas de las revueltas de es- to de confianza, decidieron saltarse el control mexicano y utilizar las armas
ta época fueron agresivas, más que defensivas [...] Las revueltas posterio- recién adquiridas para sus propios fines, es decir, para recuperar la tierra
res a la Independencia solían consistir en invasiones de tierra cuidadosa- que consideraban suya.
mente calculadas para tomar desprevenidos a los hacendados y las Esta desastrosa experiencia de la élite sonorense no fue aprendida ni
autoridades, que no podrían expulsar a los invasores. Incluso en las revuel- asimilada por sus contrapartes de la periferia sur de México. En el estado
tas motivadas por una reacción defensiva ante una intrusión, los pueblos de Yucatán, una facción de la élite armó a los mayas para que la apoyaran
solían responder con ofensivas que iban mucho más allá de la solución del en su conflicto con un grupo rival de la propia élite. Él ensayo de Enrique
agravio inicial." Montalvo Ortega describe los resultados aún más desastrosos que tuvo esta
. El modelo que observamos en el ensayo de John Tutino, "Cambio social estrategia para la oligarquía de Yucatán. Desató una Guerra de Castas que
agrario y rebeliones campesinas en el México decimonónico: el caso de Chalco, casí condujo a la completa expulsión de todos los no indígenas de la penín-
1840-1870", es la contrapartida exacta del de John H, Coatsworth. Aquí, las sula. Aunque los indios rebeldes fracasaron en su intento, sí lograron crear
revueltas son suscitadas por los terratenientes, que empiezan apropiándose un Estado autónomo en el sur de Yucatán que conservó su independencia
los derechos de aguas que habían pertenecido tradicionalmente a los pueblos hasta 1902.
o que se compartían con ellos. Se trata de una lucha frontal contra los terra- La extrema diversidad de las alianzas que establecían los rebeldes cam-
tenientes aliados con el gobierno nacional. Los únicos aliados que encontraron pesinos fue especialmente notable en la Sierra Gorda. Leticia Reina descri-
los campesinos en el último levantamiento que protagonizaron fueron los be cómo en 1847 los campesinos rebeldes intentaron aliarse con los invaso-
intelectuales socialistas. En aquellas regiones del país que se encontraban más res norteamericanos contra la oligarquía de su región. Luego se aliaron con
lejos de la ciudad de México, parece haber predominado un tercer modelo. los conservadores y en ocasiones con los liberales.
Allí se desarrolló un patrón de alianzas temporales entre los campesinos y las Las demandas que inspiraban la rebelión eran tan diversas como los
élites para resistir el control del Estado central. aliados y enemigos de los rebeldes campesinos. En la región de Chalco, los
Lo que se puede concluir de todos estos estudios es que la ideología de derechos de aguas constituían el punto principal de disputa. En Guerrero,
los caudillos regionales no era de una importancia crucial. Tanto los libe- la tierra era el principal problema, mientras que en la Sierra Gorda la

lé 17
causa fundamental de conflicto era el acceso a la madera en terrenos públi- los científicos sociales han intentado con frecuencia colocarlos. Tal es el
cos y privados. sentido de la "provocación" de Arturo Warman al examinar la figura de
La mayoría de los rebeldes campesinos sufrieron derrotas militares. Hu- Emiliano Zapata como líder nacional. Warman discute la afirmación de
bo sin embargo excepciones notables. Las comunidades rebeldes de las ri- que un líder regional como Zapata sólo podía tener una perspectiva regio-
beras del lago de Chápala triunfaron militarmente en la sublevación de nal. Muestra que Zapata había elaborado políticas nacionales en torno a
1813-1815, según Taylor, y lograron mantener su autonomía. Ni los yaquis cuestiones que no afectaban directamente a la zona bajo su control, como
de Sonora ni los mayas de Yucatán fueron nunca decisivamente derrotados los problemas del capital extranjero y el trabajo industrial. ¿Fueron elabo-
en el siglo XIX. Incluso cuando los campesinos sufrían derrotas militares, rados esos programas exclusivamente por los pocos intelectuales de su mo-
sus levantamientos les procuraban algunas ventajas sociales, económicas y vimiento para el consumo externo? ¿Eran tan poco importantes para el
políticas. Gracias a la rebeldía de los campesinos de Chalco, la Ley Lerdo, zapatismo como muchos de los programas que elaboraron otros líderes en
que exigía la venta de sus tierras comunales, no se aplicó durante muchos otros lugares de México? Warman afirma que no hay tal. Examina cómo
anos. Zapata trató uno de los problemas más complejos que enfrentaron todas
Cuando a finales del siglo XIX, por primera vez desde tiempos coloniales, las facciones de la Revolución Mexicana y que ninguna logró resolver: la
surgió un Estado mexicano fuerte bajo la presidencia de Porfirio Díaz, el relación entre el poder civil y el militar. Los zapatistas fueron la única
número y los triunfos de las revueltas campesinas locales y regionales dismi- facción que logró limitar el poder de los militares estableciendo reglas cla-
nuyeron considerablemente. Esto se debió sobre todo a la fuerza recién ras para asegurar la supremacía de los civiles sobre los militares. En este
adquirida del gobierno mexicano y no a algún tipo de política negociadora sentido, Zapata fue el único dirigente militar importante de la revolución
o conciliadora por su parte. Por el contrario, a diferencia de sus predeceso- que exigió la subordinación de los militares a la sociedad civil en un mo-
res coloniales, el gobierno de Díaz propició a veces y en general toleró las mento en que los partidos políticos y las organizaciones políticas estaban
expropiaciones masivas de tierras campesinas, así como otras reducciones cada vez más dominados por los militares en la mayor parte de México
de los derechos de grandes sectores de la población rural. El Estado mexi- (Carranza que, de otra manera, también propugnaba la supremacía civil
cano no hizo esfuerzo alguno por preservar siquiera un control mínimo de sobre los militares, era un civil).
los pueblos sobre sus tierras y rara vez intentó mediar en las disputas entre Una característica esencial de todos los estudios dedicados a la Revolu-
campesinos y terratenientes, como habían hecho sus predecesores colonia- ción Mexicana es que no sólo señalan el tipo de alianzas que establecieron
les. Estas medidas contribuyeron considerablemente al estallido de la Revo- los campesinos con otros sectores de la sociedad sino que también intentan
lución nacional en 1910, en la cual la participación campesina fue decisiva. descubrir cuál era el socio dominante en tales alianzas y hasta qué grado
Ese carácter "nacional" no debe sin embargo enfatizarse demasiado. Du- lograron los campesinos obtener concesiones, demandas y otras ventajas
rante mucho tiempo, la Revolución Mexicana, bajo la influencia del estudio, merced a tales alianzas.
en general excelente, de Frank Tannenbaum, La Revolución agraria mexica- En la región de Tlaxcala, un levantamiento campesino que estalló en
na, se consideró como un levantamiento campesino generalizado según el 1910 y fue dirigido por los hermanos Arenas resulta similar en muchos
modelo del alzamiento de Morelos y sus alrededores, bajo la dirección de aspectos al de Zapata y durante mucho tiempo estuvo orgánicamente vincu-
Emiliano Zapata. lado a este último. Tras la victoria de Carranza los hermanos Arenas deci-
Como demuestran de manera convincente los trabajos reunidos en este dieron que se podía obtener más mediante la subordinación y la colabora-
volumen, hubo una enorme diversidad en las causas, patrones y alianzas de ción que continuando lo que consideraban una lucha sin esperanza.
los campesinos rebeldes durante la Revolución Mexicana de 1910-1920, que Hicieron la paz con Carranza y por ello fueron acusados de traidores por
corresponde a la similar diversidad que encontramos a principios del si- Zapata. (El principal dirigente del movimiento, Domingo Arenas, fue en
glo XIX. efecto más tarde asesinado por órdenes de Zapata.) Como condición para
La característica de los movimientos campesinos que subrayan muchos deponer sus armas y subordinarse al movimiento de Carranza, los hermanos
trabajos es su gran flexibilidad respecto a sus aliados. Los campesinos esta- Arenas exigían que se reconocieran todas las reformas agrarias que habían
ban dispuestos a aliarse con las fuerzas más diversas: la clase media revolu- realizado y se les permitiera continuarlas. Éste parece haber sido el único
cionaria, los hacendados revolucionarios, incluso los hacendados no revolu- movimiento campesino puro que se unió a Carranza. Raymond Buve estu-
cionarios, y los Estados Unidos. No cumplieron los rígidos moldes en que dia el desarrollo de esta alianza insólita tanto para los campesinos como

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para el gobierno e investiga si ambas partes tenían razón al suponer que sólo se vio perturbada por los movimientos patrocinados o avalados por los
aliándose con Carranza se mantendrían las reformas agrarias que habían gobiernos que surgieron como resultado de la Revolución.
realizado. En 1914, tras de que el general carrancista Pablo González abolió el
Para los indios yaquis de Sonora, la Revolución Mexicana constituyó un peonaje por deudas, algunos peones abandonaron las haciendas. Los sindi-
regreso a la vieja y conocida práctica de pelear en favor de los extraños con catos apoyados por el gobierno lograron hasta cierto punto organizar a los
la esperanza de que éstos los recompensaran con la recuperación de sus peones acasillados en las haciendas estudiadas por Nickel. En los años
tierras. Los yaquis, según observa Evelyn Hu-DeHart, proporcionaron a las treinta, algunos peones solicitaron al gobierno tierras de las haciendas en
diversas facciones una de las fuerzas de combate más eficaces y tenaces de que trabajaban. En conjunto, como comprueba con claridad Herbert J.
la revolución. Lo que realmente obtuvieron a cambio es el tema de la últi- Nickel, no existió nada que pudiera considerarse una revuelta de los peo-
ma parte del ensayo de Evelyn Hu-DeHart, que cubre dos siglos de historia nes en las grandes propiedades que tan minuciosamente examina, en la
de los yaquis. región de Puebla-Tlaxcala. La única excepción a este fenómeno generaliza-
En el estado de San Luis Potosí, tanto los hacendados revolucionarios do, el único momento en que un movimiento de peones llegó a constituir
como los campesinos se unieron a la revolución de Madero contra Porfirio una fuerza política importante durante la Revolución, fue en el estado de
Díaz y luego se volvieron unos contra otros. Romana Falcón describe la Yucatán. No fue obra de un levantamiento espontáneo. El movimiento de
larga y sangrienta confrontación que se produjo y en la que triunfó final- peones sólo surgió cuando un ejército revolucionario mexicano, al mando
mente la facción campesina, encabezada por los hermanos Cedillo. La reali- de Salvador Alvarado, entró en el estado de Yucatán para derrotar el movi-
dad que crearon no fue la sociedad igualitaria y comunal que Emiliano miento secesionista dirigido por algunos de los hacendados más ricos del
Zapata había soñado en el Sur, sino una sociedad militarizada y jerárquica estado. En esa coyuntura, los carrancistas organizaron a los peones como
que se fue volviendo cada vez más conservadora. contrapeso de los hacendados. Enrique Montalvo Ortega sostiene en su
En estos casos, la alianza entre campesinos y clases superiores era extre- ensayo que el movimiento de los peones pronto se liberó del control exte-
madamente tenue y se quebraba tras un breve lapso. En contraste, William rior y constituyó una fuerza política independiente, el Partido Socialista
J. Meyers nos muestra cómo surgió un modelo muy diferente en una de las del Sureste.
regiones agrícolas más ricas de México, la región de La Laguna, en los Acabada la fase más violenta de la Revolución, la utilización de los cam-
estados norteños de Coahuila y Durango. Ésta fue a la vez la cuna de uno pesinos por otros grupos de la sociedad no cesó, sino que hasta cierto
de los movimientos campesinos más radicales y de los hacendados revolu- punto quedó institucionalizada por los gobiernos posrevolucionarios. Hans
cionarios más ricos y poderosos de México. La naturaleza de este movi- Werner Tobler examina dos de las formas en que se desarrolló ese proceso.
miento campesino y su utilización, represión y cooptación por los "hacenda- Por una parte, el ejército revolucionario, constituido en su mayor parte por
dos revolucionarios" constituyen el tema del ensayo de Meyers. campesinos, se transformó y profesionalizó hasta el punto de que en los
En gran parte de la literatura popular, la Revolución Mexicana aparece años veinte se convirtió con frecuencia en instrumento de represión contra
como una "revolución de los peones", es decir, de los trabajadores residen- los movimientos agraristas en el campo. Por otra parte, los gobiernos pro-
tes en las haciendas, como punta de lanza de los levantamientos contra sus curaron utilizar a esos movimientos agraristas contra las facciones rebeldes
amos. Todos los datos encontrados hasta el momento muestran que los peones y los enemigos conservadores, como habían hecho los caudillos del siglo
no constituyeron una fuerza revolucionaria principal y que, en el mejor de los XIX. A diferencia de sus predecesores prerrevolucionarios, los gobiernos
casos, desempeñaron un papel secundario en los movimientos revoluciona- posrevolucionarios del siglo XX estaban dispuestos a hacer concesiones mu-
rios. Sin embargo, sí participaron en revoluciones bajo ciertas circunstancias. cho más sustanciosas, consistentes sobre todo en una redistribución de las
Dos autores, Herbert J. Nickel y Enrique Montalvo Ortega, examinan su tierras, a los campesinos que los seguían.
participación en dos diferentes regiones del país: la zona de Puebla-Tlaxca- ¿Qué conclusiones generales se pueden extraer de estos ensayos?
la y Yucatán. La región de Puebla-Tlaxcala fue escenario de fuertes alzamien- 1. No se puede decir que las revueltas rurales de México se centraran en
tos campesinos, muchos de ellos influidos por el movimiento zapatísta una única región ni que fuesen obra principalmente de un grupo social en
de Morelos. Hasta 1920, con muy escasas excepciones, los peones de las el campo. Las comunidades de los pueblos, mayoritariamente constituidos
haciendas estudiadas por Nickel se negaron a participar en ninguno de ta- por indios, parecen haberse situado en el centro de la mayoría de las re-
les levantamientos y se mantuvieron "leales" a los hacendados. Su "lealtad" vueltas locales, tanto en el periodo colonial como en el siglo XIX. También
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desempeñaron un papel importante en las revueltas regionales del siglo XIX obtuvieron, por lo menos a corto plazo, mucho más con sus levantamientos
y principios del XX. En contraste, algunos de los principales centros de de lo que generalmente se supone. Cierto que otros sectores de la sociedad
las revueltas nacionales en que participaron los habitantes del campo fue- fueron los principales beneficiarios de las revueltas campesinas, como los
ron aquellas regiones en que la importancia relativa de las comunidades criollos en 1820 y la nueva burguesía a partir de 1920. Pero, aunque los
aldeanas y de los indios era con frecuencia escasa. Los indios que sí partici- revolucionarios campesinos no alcanzaron el poder, sí obtuvieron beneficios
paban solían proceder de los sectores más asimilados de la población indí- sustanciosos a corto plazo.
gena. En general, los ensayos que se incluyen en esta obra son mucho más que
2. Las causas de las rebeliones campesinas varían considerablemente en estudios individuales de caso, puesto que nos presentan campesinos que
el tiempo y el espacio. En la época prehispánica, así como durante el domi- nos son categorías sociológicas o históricas abstractas, sino hombres de car-
nio colonial español, los impuestos, los tributos y las cuestiones de autono- ne y hueso. Los ensayos muestran cuan errónea es la idea de que todos los
mía focal y religión solían desempeñar un papel principal como motivos de alzamientos campesinos de la historia mexicana fueron obra de rústicos pri-
los alzamientos. En los siglos XIX y XX, tanto la tierra como los derechos de mitivos lanzados a una lucha sin esperanzas, con perspectivas limitadas a
aguas cobraron una importancia mucho mayor. sus pequeños pueblos. Esos levantamientos se produjeron, en efecto, pero
3. Estos ensayos muestran a la vez las continuidades y las agudas discon- en muchos otros, los campesinos probaron que eran astutos tácticos, capa-
tinuidades de la historia de las revueltas rurales en México. Sin duda exis- ces de crear las más diversas alianzas, dar forma a la política natural y
tieron, por una parte, ciertas continuidades que influían sobre los levanta- utilizar los conflictos y rivalidades de la clase superior.
mientos rurales desde los tiempos prehispánicos hasta el siglo XX: la ¿Son únicos los campesinos mexicanos dentro de América Latina en térmi-
naturaleza incierta de la agricultura mexicana de temporal y las crisis agrí- nos de su proclividad a la revuelta? Lo han sido sólo en épocas limitadas de
colas periódicas que producía, las malas comunicaciones naturales entre las la historia de México: tal vez los cinco siglos que precedieron a la conquista
diversas regiones del país, los casi dos mil años de intentos del Valle de española de México, los años que van de 1810 a 1820 y de 1840 a 1870. Lo que
México por dominar al resto del país y la resistencia de las áreas más ante todo distingue a los campesinos mexicanos no es tanto el número de sus
periféricas a esos esfuerzos centralizadores. Por otra parte, existen enormes levantamientos como su grado de participación en las revoluciones nacionales.
discontinuidades, entre las cuales tal vez la más aguda es la que existe entre El papel de los campesinos durante la Conquista, el movimiento de Inde-
la mayor pate del periodo colonial y las etapas anteriores y posteriores de pendencia o la Revolución de 1910-1920, que llevó al poder a una nueva
la historia mexicana. En todos los años de la historia mexicana documenta- burguesía y a importantes sectores de la clase medía, es único. Una de las
dos hasta ahora, el Estado central obtuvo sus mayores éxitos en los siglos principales contribuciones de estos ensayos a la historia de los levantamientos
xvi y xvii en cuanto a contener la inquietud rural y dominar el país. Mu- campesinos, tal vez no sólo en México sino en América Latina en general,
chos de los trabajos que presentamos han intentado explicar, creo que con consiste en revelar las complejas relaciones de los campesinos con otras clases
éxito, hasta qué punto los factores demográficos (por ejemplo, la tremenda de la sociedad. El papel de los factores étnicos y de las comunidades, los
mortalidad india en los siglos xvi y XVII) y hasta qué punto los esfuerzos vínculos de los campesinos con los hacendados y con los hombres fuertes
conscientes de la Corona española por impedir una excesiva acumulación regionales, el papel de la Iglesia, los efectos de la frontera y la enorme impor-
de poder por parte de la oligarquía local fueron responsables de esta situa- tancia de una serie de rasgos con frecuencia subsumidos bajo el nombre de
ción. "modernización" también se toman en cuenta en estos ensayos.
Uno de los aspectos más importantes de estos ensayos es el análisis de Con frecuencia los historiadores gustan de preguntarse (más en privado
por qué la Corona no logró mantener sus eficaces políticas a finales del que en público): "¿Qué habría pasado si...?" ¿Qué tipo de sociedad habría
siglo XViii y principios del XIX. Otro aspecto de gran originalidad en mu- surgido si los campesinos en vez de ser derrotados hubieran triunfado? La
chos de estos ensayos es, a la vez, el descubrimiento y la descripción de las respuesta que dan a esa pregunta estos ensayos es, poco sorprendentemen-
alianzas extremadamente distintas que los habitantes del campo establecie- te, ambigua. Por una parte, existe la visión de una sociedad nueva y diferen-
ron con otros sectores de la sociedad, que iban desde los caudillos tradicio- te creada por el mayor dirigente campesino que produjera México, Emilia-
nales hasta los intelectuales y las clases medias. no Zapata. Arturo Warman muestra claramente que esa visión no se
4. Una de las conclusiones más interesantes que se pueden extraer es limitaba en modo alguno a la devolución o la concesión de tierras a las
que, en conjunto, a pesar de la derrota militar, los habitantes del campo comunidades campesinas. Era un proyecto que iba mucho más lejos. Tal

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vez por primera vez en la historia de México, hubo un intento concreto de PRIMERA PARTE
implemcnlar un sistema en que el Estado y la burocracia estuvieran real-
mente controlados por la sociedad civil. Por otra parte, existen las experien- MÉXICO: ¿CENTRO
cias contrarias de otras sociedades en que los campesinos han triunfado,
han implementado profundas reformas agrarias y han producido sociedades EXCEPCIONAL DE REBELIONES
en que una nueva clase dominante surge y empieza a dominar la sociedad RURALES?
con medios similares a los que emplearan sus predecesores en el período
prerrevolucionario. Tal fue claramente lo ocurrido en el caso de Yucatán,
en el siglo XIX, una vez que los revolucionarios indios establecieron su do-
minio sobre la parte sur de la península y procrearon una nueva clase go-
bernante. También surgió una clase superior nueva en aquellas regiones de
Tlaxcala en que habían triunfado los revolucionarios agraristas, así como en
San Luis Potosí una vez que el líder del mayor levantamiento campesino de
la región, Saturnino Codillo, asumió el control del estado.
Estas dos tendencias no son más que un pequeño ejemplo de la variedad
que caracteriza los motivos, el desarrollo, la estrategia, la composición, los
aliados, los programas y los resultados de las revueltas campesinas de Méxi-
co. Estos ensayos reflejan esa heterogeneidad.

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PATRONES DE REBELIÓN RURAL
EN AMÉRICA LATINA: MÉXICO EN
UNA PERSPECTIVA COMPARATIVA

John H. Coatsworth

La incidencia, la magnitud, el ritmo, las causas y los efectos de la inquietud


social rural en América Latina han fascinado a los historiadores y científi-
cos sociales (así como a quienes diseñan estrategias políticas) durante más
de medio siglo. La investigación sobre México, como atestigua este volu-
men, ha sido especialmente intensa durante la última década. Esta literatu-
ra en continuo crecimiento presenta dos características notables. Primero,
consiste en gran parte en estudios de caso, con frecuencia publicados como
artículos basados en tesis doctorales. Segundo, ha empezado a mostrar las
posibilidades comparativas de la no tan "nueva historia social", aunque las
comparaciones se limitan generalmente a un solo periodo de tiempo en
una sola región. El limitado alcance de gran parte del trabajo en este
campo ha desalentado los esfuerzos por analizar los patrones de rebeliones
rurales en periodos largos y regiones amplias. Esto, a su vez, ha motivado
que resulte difícil para los historiadores situar los acontecimientos y proce-
sos particulares en su contexto general y medir la experiencia de un perio-
do o región respecto de fenómenos similares en otros lugares y épocas. Sin
embargo, los estudios de caso y las observaciones comparativas se han
acumulado hasta tal punto que, tomados en conjunto, constituyen una invi-
tación a realizar ese esfuerzo. El propósito de este ensayo es pues revisar
la literatura sobre rebeliones rurales en América Latina aproximadamente
a lo largo de dos siglos, desde fines del xvn hasta principios del xx, para
sugerir puntos de comparación entre la experiencia de México y la del
resto de la región.
Será útil ante todo referirnos a una serie de cuestiones de definición. El
propósito no es tanto elaborar un conjunto de términos y aislar sus signifi-
cados, cuanto introducir cierto número de cuestiones teóricas e historiográ-
ficas que plantea la literatura pertinente. Los términos "campesino" y "mo-
vimiento campesino" se utilizan generalmente para designar un estrato
social rural particular y su auto-organización voluntaria. Sin embargo, los
campesinos han sido tan diversamente identificados que aún está por esta-
blecerse una definición generalmente aceptada. A menudo, el término se
refiere a los productores rurales que poseen (aunque no necesariamente en
propiedad) los medios de producción de su propia subsistencia y de un

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excedente comercializare: es decir, pequeños propietarios, ocupantes de les, son pudientes) y políticamente subordinados (por oposición a los que
tierras ("paracaidistas"), miembros de pueblos indios comunales ("veci- poseen un acceso más eficaz y continuo al poder político). Pero el tema se
nos", "originarios"), arrendatarios que pagan con trabajo o en efectivo, limitará solamente a la acción colectiva ilegal o extra-legal. Dos supuestos
aparceros, medieros y demás. En este sentido, el término excluye a los informan esta poco habitual combinación de una amplia especificación de
esclavos, los trabajadores que viven permanentemente en las grandes pro- los tipos sociales a observar y un restringido foco sobre una estrecha gama
piedades (incluidos los peones por deudas), los vaqueros y gauchos, los de comportamientos ilegales. El primer supuesto es que los patrones de
migratorios y demás trabajadores asalariados, y el personal supervisor. comportamiento rebelde se pueden examinar de un modo útil a través de
También excluye a los propietarios de grandes fincas, los artesanos, los formaciones sociales y económicas muy variadas. El segundo es que la
intermediarios de diversos tipos, los miembros del clero, abogados, policías acción colectiva ilegal constituye un objeto de estudio separado analítica-
y otros sujetos sociales que se encuentran con frecuencia en las zonas mente fructífero. El segundo supuesto tiene sólidas bases teóricas e históri-
rurales. Esta basta distinción sirve bien a algunos fines analíticos, pero cas. Pero el primero impugna una antigua tradición historiográfica que
dado que muchas de esas clases y estratos rurales no campesinos también traza implícitamente una distinción tajante entre los conflictos sociales ru-
han sido participantes activos en los movimientos sociales agrarios, centrar- rales en las sociedades esclavistas y no esclavistas.5 Esa distinción es útil
se exclusivamente en los campesinos implicaría imponerle unos límites de- para los propósitos analíticos que la originaron, ya que los patrones de
masiado estrechos a cualquier tratamiento comparativo. conflicto social de las sociedades esclavistas diferían de un modo importan-
Se pueden definir los "movimientos" sociales rurales de modo que inclu- te de los de las regiones no esclavistas. Sin embargo, este ensayo incluye
yan cualquier comportamiento colectivo que tiene como motivo o efecto comparaciones entre levantamientos rurales en esas diversas formaciones
involuntario una alteración (o la preservación defensiva) de las condiciones sociales porque sirven para progresar en el análisis de la rebelión rural en
materiales, la organización social o la posición política de los participan- uno y otro ámbito.
tes. Una ventaja de una definición tan amplia es que se abstrae de las Más difícil de fundamentar tanto teórica como empíricamente es la
caracterizaciones particulares, circunstanciales y temporales de las acciones atención exclusiva presentada a los fenómenos rurales. Casi todos los con-
colectivas. Por ejemplo, un comportamiento colectivo considerado ilegal y flictos rurales analizados a continuación tuvieron contrapartidas urbanas.
rebelde en un momento o en un lugar puede representar estratagemas Los esclavos se sublevaban en las ciudades y poblaciones tanto como en las
normales, rutinarias y aceptables empleadas por los litigantes en disputas plantaciones; la mayoría de las grandes insurrecciones de esclavos en el
. por tierras o aguas en otro tiempo o lugar. El término "movimiento" tam- Brasil del siglo XIX, por ejemplo, estallaron en zonas urbanas más que en
bién hace abstracción de la problemática distinción entre la lucha diaria de el campo. Los patrones de resistencia y rebelión que ahora se asocian a
la población rural por sobrevivir y el desarrollo de un propósito o voluntad escenarios exclusivamente rurales eran comunes en las ciudades mineras y
colectivos. Lo que aparece, por ejemplo, como aceptación pacífica de la los centros administrativos de todo el imperio español, y siguieron siéndolo
autoridad externa en las comunidades rurales o la actitud normalmente mucho después de la Independencia. La separación entre campo y ciudad,
deferente de los arrendatarios y peones de una gran propiedad puede, si se rasgo central de la sociedad moderna, no tomó forma definitiva hasta fines
analiza, implicar una serie de confrontaciones colectivas así como indivi- del siglo XIX en la mayor parte de América Latina. Los patrones de revuel-
duales que sirven constantemente para modificar los términos de las rela- ta urbana, como motines por alimentos, protestas mineras y revueltas con-
ciones sociales sin alcanzar nunca el punto de la acción grupal abierta, tra los impuestos, mantuvieron sus vínculos, directos o indirectos, con las
consciente o extra-legal. La distinción nítida entre rebelión y sumisión pue- tradiciones de rebelión rural hasta bien entrado el siglo XX. El hecho de
de ser más importante para las remotas autoridades y los posteriores histo- excluir estos conflictos fuerza al historiador a omitir el tratamiento de
riadores que para los propios participantes. Sin embargo, una definición importantes continuidades en el desarrollo de los movimientos sociales de
tan amplia del tema exige que el historiador abandone el estudio de las las sociedades premodernas. En el caso de América Latina, esta omisión
tendencias y patrones más amplios para dominar datos antropológicos tan tiene en buena medida su origen en las lagunas de la investigación. A
intrincados que sólo el estudio de caso resulta manejable. excepción de las insurrecciones de esclavos brasileños en el siglo XIX, la
Este ensayo utilizará unos términos menos convencionales. Los estratos historia de las luchas sociales urbanas precapitalistas está aún por escribir-
sociales examinados incluirán a todos los pobladores rurales económica- se.
mcnle desposeídos (en contraste con aquellos que, según los criterios loca- Las dos primeras partes de este trabajo revisarán los principales patro-

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nes de rebelión rural y su distribución en el tiempo y a lo largo de las rios indígenas —el motín o levantamiento de un pueblo— sólo ha sido
sub-regiones de América Latina. La tercera sección se referirá al problema sistemáticamente estudiado en la última década. En el precursor trabajo de
de la causalidad, es decir, de los determinantes socio-culturales y políticos Taylor, se describen los levantamientos de pueblos del siglo XVIII en el
de la rebelión rural. La cuarta plantea una serie de cuestiones historiográ- centro de México y en Oaxaca como sucesos espontáneos, generalmente
ficas generales relacionadas con el papel de la revuelta agraria rural en la limitados a una sola comunidad y con frecuencia provocados por alguna
transición hacia sistemas sociales y políticos modernos, y sintetiza la com- arbitrariedad de un funcionario público.8 Se han estudiado recientemente
paración entre las rebeliones rurales en México con sus equivalentes de fenómenos similares en Guatemala, Ecuador, Bolivia y Perú con resultados
otras regiones de América Latina. similares.9 Las provocaciones económicas directas (nuevos impuestos, mo-
nopolios, ventas forzosas) parecen asociarse más a menudo a los levanta-
PATRONES DE REBELIÓN RURAL mientos de pueblos andinos que a los de México y Guatemala, donde los
ataques a la autonomía y el "estilo de vida" del pueblo (imposición de
Cualquier esquema clasificatorio puede ser impugnado. Lo que sigue es nuevos funcionarios municipales, cuarentenas, cambios de límites, prohibi-
una lista esquemática de los principales tipos o patrones de acción colecti- ción de fiestas) son la causa de un gran número de incidentes. Aunque
va ilegal empleados por la población rural de América Latina que han atribuidas a veces a la particular insularidad cultural de las comunidades
llamado la atención de los historiadores. La lista se dedujo mediante una indígenas en las Américas, las revueltas de los pueblos contra los impues-
revisión de las crónicas de cientos de conflictos (grandes y pequeños) en tos (y su tradición de amotinamiento contra los abusos de los funcionarios)
los dos siglos que van de 1700 a 1899. eran frecuentes en otras sociedades premodernas, como ha mostrado Tilly
para la Francia del siglo XVH.
1. Revueltas en que participaron pueblos indios mesoamericanos y andinos La guerra de castas se puede definir como una sublevación regional de
pueblos indígenas que se propone la expulsión o eliminación de la autori-
Se han asociado tres tipos principales de acciones colectivas ilegales a dad exterior (no indígena). En México, estas revueltas de gran envergadura
este tipo de organización socio-económica rural: las invasiones de tierras, quedan restringidas a la periferia norte y sur, mientras que en los Andes
los motines o levantamientos de pueblos y las guerras de "castas". De los las provincias centrales y más densamente pobladas de las tierras altas
tres, el primero puede haber sido el más común y es, claramente, el menos vivieron también tales acontecimientos.
documentado. Con frecuencia asunto exclusivo de la comunidad, las inva-
siones de tierras van desde la subrepticia colonización de tierras privadas 2. Levantamientos contra las haciendas
ociosas o abandonadas hasta la toma violenta acompañada del incendio de
los edificios existentes dentro de la propiedad, el robo de ganado y otras Las rebeliones rurales que incluyen ataques directos contra las hacien-
pertenencias e incluso el asesinato de los empicados, capataces y dueños. das (o fazendas en Brasil) fueron aparentemente escasas en la época colo-
En muchos casos, las invasiones de tierras implicaban la recuperación de nial, excepto cuando las revueltas generalizadas contra la autoridad espa-
tierras putativamente perdidas frente a las grandes fincas muchas genera- ñola (guerras de castas e incursiones de nómadas) ponían en peligro todas
ciones atrás. En otros, la pérdida era más reciente. En México, como en las empresas e instituciones europeas. Las disputas entre las comunidades
otras partes, las invasiones de tierras generalmente implicaban a pueblos indias y las haciendas vecinas rara vez provocaban guerras de castas. Tanto
enteros. Hay algunos indicios que sugieren que tales acontecimientos te- en Mesoamérica como en los Andes, el aparato judicial colonial, relativa-
nían menos posibilidades de ser definidos y tratados como rebeliones por mente independiente, daba cierto grado de protección a los derechos de
las autoridades coloniales que por los regímenes posteriores a la Inde- propiedad individuales y colectivos de los habitantes de los pueblos indios.
pendencia. Las invasiones de tierras de las haciendas no se asocian gene- Después de la Independencia, la autoridad política se vinculó más íntima-
ralmente a las rebeliones de pueblos hasta después de la Independencia, mente a las élites locales y regionales, con frecuencia dominadas por los
aunque las invasiones de tierras de los pueblos por las haciendas eran hacendados y sus aliados, mientras el aparato represivo del Estado se
frecuentes y generalmente suscitaban largos litigios (y ocasional resisten- debilitaba. Las rebeliones asociadas a invasiones de tierras y el pillaje con-
7 tra las haciendas (incluso cuando se presentaban como medios para otros
El segundo patrón de rebelión rural asociado con los pueblos comunita- fines) fueron frecuentes en México hacia 1840 y en los Andes hacia 1890.

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En ambas regiones, este cambio se produjo generalmente en el contexto de nacional, a través de alianzas con los caudillos "populares". En Brasil
revueltas a gran escala y multiclasistas, vinculadas a los caudillos regionales también surgieron movimientos "campesinos" con vínculos políticos suma-
y a los movimientos políticos nacionales.13 mente variables.18 En las regiones esclavistas de Brasil y el Caribe, sin
Fueron mucho más raros los levantamientos en el interior de las propias embargo, la propensión de los pequeños productores a sublevarse parece
haciendas. Excepto por una serie de revueltas de "culis" en Perú, en la haber sido considerablemente menor que en otros sitios,
década de 1890, entre los trabajadores chinos sometidos a condiciones
próximas a la esclavitud,14 las grandes haciendas hispano y lusoamerícanas 5. Revueltas con base en los esclavos
sufrieron relativamente pocos ataques de los trabajadores residentes o peo-
nes. Eran más comunes las protestas y rebeliones de los arrendatarios, Se asocian tres tipos de conflicto al esclavismo: los motines y levanta-
aparceros, vaqueros, inquilinos y trabajadores migratorios de temporada, mientos en las plantaciones, las insurrecciones de esclavos y las guerras de
pero aun así fueron relativamente escasas. Estas capas sociales sí participa- los cimarrones. Los levantamientos de las plantaciones solían ser provoca-
ban en la violencia rural, pero generalmente en las revueltas regionales dos por las arbitrariedades de los superiores (generalmente, propietarios y
multiclasistas, en las que rara vez atacaban las propiedades en que ellos capataces), y se limitaban a una sola hacienda o a algunas de las adyacen-
vivían. tes. Las revueltas en las plantaciones, como los motines de los pueblos de
Taylor, solían ser "reformistas": tenían como objetivo acabar con un abuso
3. Revueltas en las misiones e incursiones nómadas o mejorar algún aspecto de la vida, sin impugnar directamente el sistema
opresivo mismo.19 Las grandes insurrecciones de esclavos fueron mucho
En los remotos confínes de los asentamientos coloniales españoles y menos frecuentes que las revueltas en las plantaciones: como las guerras
portugueses, la Corona envió al clero de las órdenes regulares para que de castas, las grandes revueltas de esclavos generalmente se proponían la
creara misiones con el fin de pacificar a la población indígena. Estos es- expulsión o el exterminio de la élite europea. Las guerras de cimarrones se
fuerzos obtuvieron resultados desiguales. Fracasaron cuando los indios que vinculaban a los levantamientos en las plantaciones así como a las insurrec-
se habían establecido pacíficamente en las misiones se rebelaban, bien ciones de esclavos, pero más a menudo eran resultado de las operaciones
contra los padres mismos, bien contra las demandas de los colonizadores de búsqueda y destrucción montadas por las autoridades contra los campa-
privados que deseaban explotarlos como trabajadores en nuevas haciendas mentos cimarrones que constituían puntos de atracción para los fugitivos o
y empresas mineras.15 Además de estas revueltas "de las misiones", las bases de actividades de bandolerismo e incursiones contra las plantacio-
zonas fronterizas fueron con frecuencia objeto de ataques predatorios de nes.20
las "tribus" nómadas no pacificadas. En algunas zonas, como las pampas Estos patrones de rebelión rural no representan tipos rígidamente cerra-
argentinas, las incursiones de los indios formaban parte de un patrón mu- dos. Las revueltas en pequeña escala de pueblos y plantaciones son las que
cho más amplio de relaciones comerciales institucionalizadas.16 más tienden a representar acontecimientos cerrados y separables, pero in-
cluso en esos casos el historiador con frecuencia encuentra un potencial de
4. Revueltas regionales multiclasistas y "campesinas" transformación. Las guerras de castas y las insurrecciones de esclavos, re-
volucionarias en su significado, podían ser suscitadas por un motín peque-
En las áreas centrales del dominio español, las revueltas rurales más ño y aparentemente "reformista". Los mecanismos de "contagio" aparecen
amplias y prolongadas implicaban alianzas formales e informales entre di- bajo dos formas. Un pequeño incidente podía inspirar simultáneamente
versos estratos sociales y étnicos. Estas revueltas rara vez incluían a los protestas contra injusticias similares en las comunidades o plantaciones
peones de las haciendas (excepto como partidarios de los hacendados), vecinas y extenderse rápidamente hasta incluir a un gran número de rebel-
pero sí a los arrendatarios, los aparceros, los trabajadores migratorios y, a des y objetivos también más amplios.21 Alternativamente, una acumulación
veces, a los pequeños agricultores, además de los pueblos indios. Los vín- de pequeños incidentes podía preparar el terreno para conspiraciones con
culos entre los pueblos y otros estratos rebeldes varían considerablemente fines explícitamente revolucionarios.22 La clase dominante reconocía ambos
en los distintos periodos y regiones. Con frecuencia sus protestas eran peligros en toda América Latina. Sin embargo, los levantamientos a gran
diferentes y separadas. Tras la Independencia, las comunidades indias des- escala generalmente requerían condiciones especiales, que no se encuen-
cubrieron formas de insertar sus protestas en la política regional, e incluso tran en las circunstancias que provocaban alzamientos a pequeña escala.

32 33
Las rebeliones rurales más complejas eran las que implicaban a diversos Cuadro I
estratos de la población rural, cada uno con sus propias necesidades y sus
propios fines. Aunque incluso las comunidades indígenas más aisladas ela- MOTINES Y LEVANTAMIENTOS DE LOS PUEBLOS: 1700-1819
boraban complejos sistemas internos de relaciones de prestigio y propie-
dad, la heterogeneidad de las revueltas regionales multiclasistas (y multiét- Años México Guatemala Virreinato del Perú Ecuador Total
nicas), como los movimientos de Túpac Amaru e Hidalgo, plantea al
historiador difíciles problemas analíticos. Esos problemas se vuelven aún 1700-09 4 2 1 2 9
más arduos después de la Independencia, cuando los pueblos de toda 1710-19 7 1 2 - 10
Mesoamérica y los Andes aparecen como participantes muy activos en los 1720-29 6 2 6 - 14
conflictos políticos nacionales (e incluso internacionales) dirigidos por sec- 1730-39 9 2 16 2 29
tores y segmentos de las élites nacionales, pero con frecuencia logran in- 1740-49 9 4 7 - 20
sertar en estas luchas sus propios objetivos. Igualmente problemáticas son 1750-59 6 1 10 1 18
las grandes revueltas "campesinas" del interior de Brasil, donde suelen 1760-69 17 2 25 4 48
faltar datos precisos sobre los orígenes sociales de los participantes y don- 1770-79 18 2 62 5 87
de, en la mayoría de los casos, las revueltas están vinculadas a (o son 1780-89 19 7 Túpac Amaru 6 32
explotadas por) facciones regionales y nacionales de la élite. 1790-99 12 4 4 2 22
1800-09 23 10 1 2 36
ESPACIO, TIEMPO Y FRECUENCIA DE LAS REBELIONES 1810-19 71 5 2 3 17
La incidencia de rebeliones rurales en América Latina no se puede esta- Totales 137 42 136 27 343
blecer con precisión cuantitativa. El estudio sistemático de estos fenómenos
está todavía en la infancia. Existen sin embargo datos suficientes sobre los
diversos tipos de rebelión como para llevar a cabo una medición y genera- NOTA: [1] Esta década incluye el movimiento de Hidalgo en México; los levantamientos de
lización aproximalivas. Esta sección contiene los resultados de una revisión pueblos vinculados a ese movimiento han sido excluidos. Es probable que el número de
de la literatura secundaria sobre seis tipos de rebeldía rural: las rebeliones levantamientos sea mayor que el indicado.
de los pueblos indios, las guerras de castas, los levantamientos en planta- FUENTES: Para México, véase Taylor, Embriaguez, homicidio y rebelión, cap. 4 y Apéndice; véase
también Arturo Soberón Mora, "Motín de los indios de Ajacuba, 1744", Boletín del Archivo
ciones, las insurrecciones de esclavos, las guerras de cimarrones y las re- General de la Nación 3:1 (1979): 24-37. Para Guatemala y Ecuador, ver fuentes citadas en
vueltas regionales o "campesinas". Los datos disponibles para medir la la nota 9. Para Perú, la fuente principal es O'Phelan, Rebelions and Revoíts; el Apéndice de
incidencia de invasiones de tierras, revueltas en las misiones e incursiones esta obra describe brevemente cada rebelión. Los datos de O'Phelan se han revisado para
nómadas resultaron insuficientes para un análisis significativo.23 El bandole- eliminar los conflictos a gran escala así como las rebeliones urbanas, mineras y de obrajes.
Para el periodo 1765-79, Golte (Repartos y rebeliones, 141-46) ofrece breves descripciones
rismo, que no hemos mencionado hasta aquí, resultó imposible de medir, de 38 revueltas que no están incluidas en O'Phelan y que también se han sumado al cuadro.
no sólo por la falta de datos para la mayoría de las regiones y épocas, sino
también por las dificultades que tienen los historiadores para distinguir
entre el bandolerismo "social" y la variedad más claramente lucrativa.24 escala. Se excluyen del cuadro la mayoría de los levantamientos que incluyen
El Cuadro I resume los datos sobre motines y levantamientos de pueblos, participantes de más de cinco pueblos o que duraron más de un mes. En
en pequeña escala, en Mesoamérica y los Andes. Se apoya principalmente en Guatemala, los levantamientos de comunidades alcanzan un total de 42; en
el trabajo de Taylor sobre México,25 de Martínez Peláez sobre Guatemala,26 Ecuador hubo 27; y en el Virreinato del Perú (actuales Perú y Bolivia) hubo
O'Phelan Godoy y Golte para el Virreinato del Perú,27 y Moreno Yáñez sobre 136. Los datos peruanos también excluyen las revueltas locales vinculadas a la
la Audiencia de Quito en Ecuador.28 De 1700 a 1820, estas fuentes registran insurrección de Túpac Amaru en la década de 1780, mientras los datos mexi-
un total de 317 pequeños levantamientos de pueblos. La mayor parte tuvo canos excluyen las revueltas locales vinculadas al movimiento de Hidalgo.
lugar en México. Taylor registra un total de 142, aunque ésta y otras fuentes En todas estas regiones, el número de levantamientos de pueblos au-
registran en realidad alrededor de 137, sí se eliminan los movimientos a gran mentó luego del primer medio siglo. En Perú, Ecuador y México, el au-

34 35
mentó se produjo en la década de 1760. En México, la expulsión de los la Independencia. El Cuadro n sintetiza los datos relativos a la época
jesuítas en 1767 se relaciona con muchos levantamientos de esa década, tal independiente que va de 1820 a 1900. En este periodo de ocho décadas,
vez hasta diez de un total de diecisiete, aunque las fuentes no precisan este México se encuentra una vez más a la cabeza de las demás regiones en
punto. En Guatemala, donde las cantidades son en todo caso pequeñas, no cuanto al número de estos incidentes en pequeña escala. La literatura
hay ninguna modificación en los datos hasta la década de 1780. En Perú, a histórica registra 102 levantamientos de pueblos en México para este perio-
diferencia de los demás lugares, el número de levantamientos de pueblos do; en Perú y Bolivia el total es de 61. La investigación histórica sobre
alcanzó pronto la cúspide en la década de 1730, pero declinó a lo largo del Guatemala y Ecuador en el siglo XIX es mucho más escasa, de manera que
decenio de 1750. Como en México y Ecuador, las rebeliones de pueblos los datos sólo registran un corlo número de incidentes ocurridos en estos
aumentaron notablemente en la década de 1760, pero a diferencia de cual- países después de la Independencia; sin duda serán revisados en el futuro.
quier otra región, Perú vivió otro salto cuántico en la década de 1770, que En cuanto a México, la mayoría de los casos están registrados en la impor-
culminó en los movimientos de Túpac Amaru que se iniciaron en 1780 y tante obra de Reina; para Perú, Ecuador y América Central, las fuentes
continuaron, con revueltas regionales en toda la región andina, hasta 1784. son más diversas.30 En cualquier caso, los datos relativos a la época de la
En México, no hubo ninguna convulsión generalizada semejante hasta el Independencia sugieren importantes diferencias en el ritmo de alzamientos
Grito de Dolores, de Hidalgo, en 1810. El numero de rebeliones locales se de pueblos entre México y los Andes.
mantuvo en un nivel más alto que antes de 1760, pero no aumentó brusca- En los Andes, el número de levantamientos de este tipo descendió brusca-
mente en ninguna década antes de 1810, como ocurrió en Perú durante los mente tras la insurrección de Túpac Amaru y se mantuvo bajo durante un
diez años anteriores a Túpac Amaru. En Ecuador y Guatemala no se siglo. En México, por el contrario, el declive que siguió a la supresión del
produjeron revueltas a gran escala ni regionales ni de la colonia entera movimiento de Hidalgo duró menos de treinta años. Desde la década de 1840
hasta después de la Independencia.29 hasta la de 1870, México vivió no sólo un resurgimiento de las revueltas de los
El patrón de revueltas de pueblos cambió en ambas regiones después de pueblos, sino también un aumento sin precedentes de las guerras de castas a
gran escala y de las rebeliones regionales. Los datos sobre Guatemala y Ecua-
Cuadro II dor son demasiado escasos para permitir el análisis, pero los indicios existen-
tes sugieren un periodo de relativa calma similar al de Perú y Bolivia. Así pues,
MOTINES Y LEVANTAMIENTOS DE PUEBLOS: 1820-1899 los datos indican que la experiencia mexicana en las décadas centrales del siglo
XIX es resultado de circunstancias no compartidas por otras regiones. Esta
Años México Guatemala Perú y Bolivia Ecuador Total impresión se ve reforzada por el ritmo de las principales revueltas de esclavos
_ rurales en el siglo XIX, que terminaron en la década de 1830, cuando México
1820-29 4 1 . 5 se encontraba aún en una paz relativa (ver más abajo).
1830-39 4 - 1 1 6 Los levantamientos que tuvieron lugar en el siglo XIX, a diferencia de
1840-49 14 - - 1 15 sus antecedentes coloniales, rara vez estaban aislados de los acontecimien-
1850-59 30 - - 1 31 tos regionales y nacionales más amplios. El Cuadro III resume los datos
1860-69 8 . 2 2 12 sobre las revueltas a gran escala, no protagonizadas por esclavos, en la
1870-79 20 1 2 1 24 América Latina rural. El cuadro incluye las revueltas con base en los
1880-89 6 - 21 2 29 pueblos, así como las insurrecciones regionales multiclasistas y los levanta-
1890-99 16 1 35 4 56 mientos "campesinos". La mayoría de las revueltas a gran escaja con base
en los pueblos eran guerras de castas, cuyo propósito manifiesto era expul-
Totales 102 61 12 178 sar o exterminar a los gobernantes europeos o blancos. Sin embargo, algu-
nas se asemejaban a los levantamientos de pueblos en pequeña escala y
sólo buscaban corregir una falta reciente o protestar por un abuso de
FUENTES: Ver nota 30. Asimismo, Michael Gonzales, Plantation Agiculture and Social Control autoridad. Aparte de las revueltas de Túpae Amaru e Hidalgo, no puede
in Nonhem Perú, 1875-1933, University of Texas Press, 1985; Woodword, Social Revolution decirse que ninguna de las rebeliones coloniales a gran escala, excepto la
in Guatemala; y Contreras R., "Una rebelión en el Partido de Totonicapan". breve lucha guerrillera por la independencia en la región de Huánuco, en

36 37
1861 México Hidalgo Regional
Cuadro III 1865 Jamaica Campesina Morant Bay
1866-67 Perú Iluiincané Regional Encabezada por
GUERRAS REGIONALES, "CAMPESINAS" Y DE CASTAS, Juan Bustamante
.1700-1899 1868 México México Regional Encabezada por
Julio López
Años País o Región, Tipo Nombre 1869-70 México Chiapas Castas
colonia estado o dado al 1872-75 Argentina Jujuy Campesina
provincia hecho 1874-75 Brasil Noreste Campesina "Quebra-Quilo"
1871 Ecuador Chimborazo Pueblos
1712-13 México Chiapas Castas Revuelta tzeltai 1876 Barbados Campesina "Motines de la
1749-50 Perú Huarochirf Castas Federación"
1756 México Actopan Pueblos 1875-99 México Sonora Castas Rebelión yaqui
1761 México Yucatán Castas Revuelta de Canek 1877 México Sierra Gorda Regional
1769 México Tulancingo Castas Seguidores del 1877-83 México Huasteca Regional
"Nuevo Salvador" 1880 Brasil Campesina "Vintem"
1780-84 Perú Sur del Perú Regional Túpac Amaru 1883-84 Perú Huancayo Regional
1810-11 México Bajío Regional Movimiento de 1885 Perú Ancash Regional Rebelión de
Hidalgo Atusparia
1812 Perú Huánuco Regional Rebelión de 1888-89 Perú Huancayo Regional Federación de
independencia Comas
1825-33 México Sonora Castas Rebelión yaqui 1889 Bolivia Chayan ta Regional
encabezada por 1897 Brasil Canudos Campesina
Banderas 1899 Bolivia Regional Rebelión de
1832-40 Brasil Noreste Campesina Guerra de los Zarate
Cabanos 1899 Bolivia Chaya nía Regional
1833 El Salvador San Vicente Castas
1836-38 México Papa nt la Regional NOTAS: Se usa la palabra "castas" en el cuadro para referirse a los movimientos de los pueblos
1837 Guatemala Regional Caudillo Rafael indígenas cuyo objeto era expulsar o exterminar a los gobernantes blancos.
Carrera Se usa la palabra "pueblos" para referirse a las revueltas que, como los levantamientos
de pueblos en pequeña escala, tuvieron por objeto saldar un agravio particular.
1838-41 Brasil Marianhao Campesina "Balaida" Se utiliza el término "regional" cuando diversos grupos de pobres rurales, generalmente
1839 Ecuador Chimborazo Pueblos incluidos los habitantes de los pueblos indígenas, vinculan su revuelta a los movimientos
1842-43 México Guerrero Regional políticos regionales o nacionales y. así, a otros estratos de la población.
1844 México Guerrero Regional Se utiliza el término "campesina" cuando diversos estratos de pobres rurales se rebelan
1845 México Oaxaca Regional sin vínculos directos con movimientos políticos regionales o nacionales.
1845 México Puebla Regional FUENTES: Sobre México, véase Reina, Las rebeliones; Meyer, Revueltas agrarias; Wasserstrom,
1847-99 México Yucatán Castas Guerra de castas "Indian Uprisings under Spanish Colonialism: Southern México in 1712", en Power and
maya Protest in ihe Countryside, comp. por Weller y Guggenheim, 42-56; González Obregón, Rebe-
liones indígenas, 469-74; Taylor, op. cit., 124, 146; Rced, Guerra de castas; Hu-DeHart, Yaqui
1847-49 México Sierra Gorda Regional Resisiance and Survival, cap. 2. El movimiento de Hidalgo se discute en Hamill Jr., The
1847-48 México Veracruz Regional Hidalgo Revolt. Sobre Perú y Bolivia, ver notas 9, 30 y 31; también Spalding, Huarochirí, cap.
1849-50 México Oaxaca Pueblos 9; Stern, "The Age of Andean Insurrection"; Gonzales, Plantation Agriculture and Social
1849 México Guerrero Regional Control; y Condarco Morales, Zarate, el temible Willka. Para información sobre Túpac Amaru
1852 Brasil Pcrnambuco Campesina "Movimento dos véase nota 9. Para Ecuador véase Castillo Jácome, La provincia de Chimborazo, 141^42,
Marimbondos" 165-66; sobre América Central véase Domínguez Sosa, Ensayo histórico sobre las tribus
1852 Brasil Para iba Campesina "Ronco de Abeha" nonualcos; y Woodward, Social Revolution in Guatemala. Las fuentes para Brasil se hallan en
1855-73 México Nayarit Regional Caudillo tozada la nota 18. Para Argentina véase Duncan y Rutledge, Land and Labor in Latinameríca. Para
información sobre Jamaica véase Craton, Testing the Chains, 327-28; para Barbados véase
1858 Brasil Campesina "Carne sem Osso" Craton, Testing the Chains, 325, 329.

i 39
Perú, implicara alianzas interclasistas, y ninguna, aparte de esas tres, estuvo Cuadro IV
vinculada a figuras o movimientos políticos externos.31 SÍ incluimos a Túpac
CONFLICTOS DE ESCLAVOS Y CIMARRONES, 1700-1889
Amaru e Hidalgo, sólo ocho de las 49 grandes rebeliones no protagoniza-
das por esclavos tuvieron lugar en la época colonial: cinco en México y tres Años Guerras Insurrec- Total Levanta- Total de
en Perú. cimarronas ciones de mientos todos los
En el caso de México, tres de las grandes rebeliones coloniales fueron esclavos en plan- modelos
guerras de castas, y dos de ellas tuvieron lugar en el extremo sur de la taciones
colonia. La tercera (y mucho menor) tuvo lugar en los límites del altipla- _ _
no central, en el actual estada de Hidalgo.33 Las dos revueltas restantes 1700-09 - 2 2
subrayan las dificultades de combinar en un mismo cuadro todos los movi- 1710-19 - - . - -
mientos que atrajeron la adhesión de más de unos cuantos pueblos. Una 1720-29 1 1 2 4 6
1730-39 2 4 6 4 10
de ellas es, desde luego, la rebelión de Hidalgo, un acontecimiento nacio- 1740-49 - 1 1 5 6
nal de primerísima importancia. La otra es un levantamiento regional de 1750-59 1 3 4 1 5
pueblos del distrito de Actopan, en el actual estado de Hidalgo, que esta- 1760-69 3 3 6 8 14
lló en 1756 cuando los funcionarios del gobierno intentaron imponer una 1770-79 2 2 4 10 14
leva de trabajo forzado para llevar a los trabajadores de los pueblos de la 1780-89 1 - 1 1 2
zona a las minas de Pachuca."" Las tres revueltas peruanas, por otra parte, 1790-99 4 4 8 5 13
se produjeron en las zonas centrales y densamente pobladas del Virreina- 1800-09 1 - 1 4 5
to. El contraste entre México y Perú se observa aquí con claridad. Las 1810-19 - 2 2 3 5
autoridades mexicanas podían contar con una ausencia relativa de violencia 1820-29 - 2 2 14 16
1830-39 - 1 1 9 10
social a gran escala en las zonas centrales de población; las de Perú tenían - - -
1840-49 11 11
razones para temerla.36 1850-59 - - - 1 1
A partir de la Independencia, las revueltas regionales siguieron la misma 1860-69 - - - 4 4
tendencia que sugieren los datos sobre levantamientos de pueblos. En Mé- 1870-79 . . . 5 5
xico, las dieciocho rebeliones a gran escala tuvieron lugar entre 1825 y 1880-89 - - - 13 13
1883; diez de ellas ocurrieron en las décadas de 1840 y 1850.37 En América
del Sur, sólo tres alzamientos a gran escala, dos de ellos en Ecuador, se Totales 15 23 38 104 142
produjeron entre 1820 y 1880.38 Es posible sin duda que la ausencia de
FUENTES: Genovese, From Rebellion to Revolution; Toplin, "Upheaval, Viotence, and the Aboli-
revueltas con base en los pueblos en el siglo XIX, y especialmente de tíon of Slavery in BrazÜ", 639-55; Pescatello, ed., The African in Latín America. Para infor-
movimientos en pequeña escala en Perú y Bolivia, sea resultado de una mación sobre Brasil véase Reis, "A élite baiana face os movimentos sociais", 341-84 y Cle-
laguna en la investigación, más que de una auténtica pasividad. En cual- veland, "Slave Resislance and Abolitionism in Brazil", 182-93. La mejor fuente sobre
quier caso, durante las dos últimas décadas del siglo XIX, tanto los levanta- rebeliones de esclavos en las Antillas Británicas es Craton, Testingthe Chairis. Para el Cari-
be francés, véase Debien, "Le marronage aux Antilles Franceses au xviüémc siécle", 3-44.
mientos de pueblos localizados como los movimientos regionales más ex- Para Venezuela, véase Brito Figueroa, Las insurrecciones de los esclavos neffos en la socie-
plosivos abarcaron amplias regiones de los Andes.39 Sin embargo, en dad colonial venezolana; Arcaya, Insurrección de los negro? de ¡a Serranía de Coro; Cardot,
México las dos últimas décadas del siglo XIX fueron relativamente pacífi- La rebelión de Andrcsote {Valles del Yaracuy), 1730-33; y Lombardi, The Decline and Aboii-
cas. Excepto por la guerra permanente contra los yaquis de Sonora y los tion of Negro Slavciy in Venezuela, 1820-1854. Para las Guyanas, véase Rodway, Guiana:
British, Dutch, and Frenen; de Groot, "The Boni Maroon War, 1765-1793, Surinam and
mayas del interior de Yucatán, no se produjo ningún movimiento a gran Frenen Guiana", 30-48; y Schuler, "Ethnic Slave Rcbellions in the Caribbean and the Guia-
escala en México tras la pacificación de la región huasteca de San Luis nas", 374-85. Sobre Cuba, véase Corwin, Spain and the Abolition of Slavery, y Pérez de la
Potosí, en 1883. El Cuadro I muestra en efecto un aumento en el número Riva, La habitación rural en Cuba. Para Puerto Rico, Baralt, Esclavos rebeldes. Para Perú,
de pequeños alzamientos de pueblos en la década de 1890, pero once de Kapsoli, Suble\'acioncs de esclavos en el Perú, y Franco, "Maroons and Slave Rcbellions in
the Spanish Territories", en Pricc, Maroon Sociales, 35-48. La información sobre México es
los dieciséis registrados en esa década tuvieron lugar en Chihuahua, en el de Carroll, "Mandinga: The Evolution of a Mcxican Runaway Slave Community", 488-505.
extremo norte del país. Es posible que una investigación más amplia

40 41
ofrezca datos sobre una inquietud localizada más amplia, oculta bajo la cimarrones en pequeña escala, en que las aldeas cimarronas eran destrui-
fachada de la normalidad porfiriana. Por el momento, sin embargo, los das y dispersadas por las fuerzas de seguridad o la milicia de las plantacio-
historiadores tienden a aceptar la ¡dea de que el régimen de Díaz logró en nes, no se cuentan como "guerras" de cimarrones, aun si las comunidades
cierta medida mantener la paz rural hasta después del cambio de siglo. implicadas ofrecían alguna resistencia. En St. Dominique, como en otros
El patrón de movimientos de los esclavos y cimarrones en América lugares del Caribe, estos enfrentamíentos en pequeña escala parecen haber
Latina difiere considerablemente del de los conflictos en las regiones no sido más numerosos en las primeras décadas del siglo xvín, a diferencia
esclavistas. El Cuadro iv resume los datos al respecto. La mayoría de las de las guerras cimarronas prolongadas que fueron más comunes en la
revueltas que tuvieron lugar en las regiones esclavistas fueron levantamien- segunda mitad del siglo.
tos en pequeña escala en las plantaciones, en los que participaron una o
varias fincas esclavistas adyacentes. Desafortunadamente, la documentación Como lo indica el Cuadro IV, la incidencia registrada de violencia por
sobre estos hechos se ha retrasado respecto de la investigación sobre pe- parte de esclavos y cimarrones se distribuye más uniformemente en el
queños motines y rebeliones de pueblos en Mesoamérica y los Andes. En tiempo que las rebeliones rurales en las regiones no esclavistas. En parte
los dos siglos que van de 1700 a 1899, la literatura histórica ha documenta- esto se debe al desarrollo secuencial de las economías de plantación. En
do suficientemente un total de 111 levantamientos de plantaciones que se cualquier momento a lo largo del siglo XVIH y principios del XIX, el histo-
pueden incluir en el cuadro. La mayoría de los que se han podido estudiar riador encuentra un patrón diversificado, con algunas sociedades de plan-
en detalle tenían por objeto, como los motines de los pueblos, conseguir tación aún en la infancia, otras que operan con total madurez y otras más
metas limitadas. Otros, en cambio, implicaban huidas masivas hacia territo- en decadencia.
rios cimarrones, y algunos formaban parte de conspiraciones más amplias Aunque el patrón que se desprende del cuadro puede reflejar falta de
que nunca se materializaron. El mayor número, como muestra el cuadro, datos en el caso de los levantamientos en las plantaciones, no es tal el caso
corresponde a Brasil, pero más de la mitad de ellos (13 de 22) tuvieron en relación con las grandes guerras de cimarrones o las insurrecciones de
lugar en la década de 1880, en vísperas de la emancipación (ver Cuadro esclavos a gran escala. Aquí el cuadro indica una tajante diferencia entre
v). El segundo grupo en orden de importancia corresponde a Puerto los siglos xvín y XIX en cuanto a la intensidad de las revueltas rurales
Rico, y todos ellos tuvieron lugar tras 1810.42 Esta concentración debe más protagonizadas por esclavos. Todas menos una de las quince grandes gue-
a la diligencia en la investigación, aparentemente, que al ritmo real de rras de cimarrones ocurrieron en el siglo xvín, mientras que dieciocho de
resistencia esclava localizada. Los registros locales resultaron muy ricos en las veintitrés insurrecciones de esclavos rurales estallaron antes de 1800.
documentación en estos dos casos; cuando los investigadores penetren en Cierto que en Brasil se produjeron grandes revueltas de esclavos después
ese tipo de registros para épocas anteriores (en el caso de Brasil) y para de 1800, pero todas menos una fueron ante todo revueltas de esclavos
otras regiones, y más sistemáticamente, los historiadores podrán mejorar el urbanos y por tanto quedan excluidas del cuadro. El Cuadro V| enumera
análisis principalmente cualitativo que caracteriza este campo.43 todos los conflictos en que intervinieron cimarrones y esclavos, conforme a
La investigación histórica se ha concentrado en las insurrecciones de su fecha y localización.
esclavos y las guerras de cimarrones a gran escala. Como los levantamien- Según los datos, la región más violenta fue la costa caribeña de América
tos en las plantaciones, los conflictos cimarrones también pueden estar del Sur. De las 38 guerras de cimarrones e insurrecciones de esclavos
registrados de un modo deficiente en la literatura. Muchas comunidades de registradas entre 1700 y 1832, la mitad (diecinueve) se produjo en las
cimarrones duraron poco tiempo, antes de sucumbir a las divisiones inter- Guyanas, Surinam y Venezuela.'15 El resto se distribuye de un modo más o
nas y los ataques exteriores. Otras sobrevivieron, realizando pequeñas in- menos homogéneo por todas las islas del Caribe y la tierra firme. Sólo
cursiones para obtener provisiones, herramientas y nuevos reclutas (espe- Jamaica con cuatro y Granada con tres de esas explosiones sufrieron más
cialmente mujeres) durante largo tiempo, sin llegar a atraer la atención de de dos incidentes importantes. El total de 38 levantamientos refleja sin
los funcionarios superiores coloniales o nacionales. Incontables comunida- embargo alguna forma de doble cuenta. En aquellos casos (más comunes
des sobrevivieron sin duda en secreto, y su existencia quedó oculta tanto en las Guyanas y Surinam) en que las guerras de cimarrones provocaban
para las autoridades como para los historiadores. El cuadro, por lo tanto, una insurrección simultánea de los esclavos, el cuadro contabiliza dos
sólo contabiliza los principales conflictos, aquéllos en que los cimarrones acontecimientos. Pero aun sin contar dos veces, la costa norte de América
ofrecieron una resistencia eficaz durante un amplio lapso. Los conflictos del Sur se destaca. De 31 alzamientos independientes, trece tuvieron lugar

42 43
en esa región: siete de las quince guerras de cimarrones y doce de las
o veintitrés insurrecciones de esclavos.
H La distribución temporal de las principales sublevaciones de esclavos y
cimarrones difiere de la de los conflictos en las regiones no esclavistas. Ya
se ha mencionado la concentración de conflictos de esclavos y cimarrones
en el siglo XVIII (en contraste con la concentración decimonónica de gran-
O S £-5
des levantamientos de no esclavos). Además, el patrón de acontecimientos
í -s « „- en el siglo xvni es diferente. Las grandes convulsiones de cimarrones y
5 ES& esclavos se concentran desproporcionadamente en cuatro de las catorce
Cís décadas que van de 1700 a 1839. Las grandes revueltas de no esclavos se
distribuyen más uniformemente a lo largo de este periodo hasta la década
de 1830. Las dos más importantes revueltas de no esclavos tuvieron lugar
con treinta años de diferencia (Túpac Amaru en 1780 e Hidalgo en 1810).
Las revueltas de esclavos y cimarrones se concentran desproporcionada-
W mente en la década de 1730, fines de los 1750 y principios de los años
o
I—>
1760, y en la década de 1790. De 38 conflictos de este tipo, veinte ocurrie-
u ron en esos años. A partir de la Independencia, se produjeron regularmen-
—. fs) te insurrecciones de esclavos hasta la década de 1830. En las regiones no
O fS
esclavistas, los conflictos rurales importantes disminuyeron en la década de
•*l-p 1790, justo cuando las revueltas de esclavos y cimarrones alcanzaban su
cúspide, y (excepto por la de Hidalgo) no resurgieron hasta los años 1830
•o 211 en México y los años 1880 en los Andes.
03
3 ¡el Aunque los datos son demasiado esquemáticos para permitir un análisis
Z minucioso, existen pocos indicios de vinculación entre los levantamientos
u en las plantaciones y las insurrecciones de esclavos. La mayoría de los
sucesos en pequeña escala registrados en el Cuadro IV (65 de 111) ocurrie-
ron después de 1800, mientras que todas menos cinco de las insurrecciones
w (18 de 23) tuvieron lugar antes de 1800. Casi la mitad de los levantamien-
ON tos en las plantaciones (50 de 111) tuvieron lugar en zonas que nunca
presenciaron una gran insurrección de esclavos ni una guerra de cimarro-
nes. Sin embargo, unas cuantas insurrecciones se iniciaron como levanta-
<N <N —' r-i r"i > '<N mientos localizados en plantaciones, y adquirieron impulso al extenderse
w de un lugar a otro. Los vínculos entre las guerras cimarronas por una parte
y los levantamientos de plantaciones y las insurrecciones de esclavos por la
8 otra, son más difíciles de medir. Los vínculos fueron más estrechos en las
2
— O Guyanas, donde la mayoría de las grandes insurrecciones de esclavos y
varios de los pequeños alzamientos de plantaciones incluyeron cimarrones,
ffl ya fuera como catalizadores o como aliados. Pero en el resto de las Améri-
3ffl a.otí, «
D
<J cas esos vínculos fueron raros. Era más frecuente que las comunidades de
cimarrones atrajeran fugitivos a que inspirasen revueltas.
En contraste con las regiones no esclavistas, pues, las grandes revueltas
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de esclavos y las guerras cimarronas se concentraron en el siglo XVin. Las

. 45
Cuadro vi

GUERRAS CIMARRONAS E INSURRECCIONES DE ESCLAVOS, 1700-1839

Año Colonia o país Estado, región o provincia Modelo Comentario

1726 Surinam Zona del río Serámica Esclavos y


cimarrones
1731-39 Jamaica Cimarrones Primera Guerra
de Cimarrones
1731 Guyana holandesa Berbice, Essequibo Esclavos y
cimarrones
1731-33 Venezuela Región Yaracuy Esclavos
1733-34 St. John Esclavos
1735 México Orizaba, Córdoba Esclavos
1747 Venezuela Región Yare Esclavos
1757-58 Surinam Esclavos y
cimarrones
1759 St. John Esclavos
1759 St. Croix Esclavos
1760 Jamaica Esclavos Rebelión de Tackey
1763-64 Guyana holandesa Berbice Esclavos Rebelión de Cuffey
1765 Granada Esclavos y
cimarrones
1765-93 Surimam y Cimarrones Guerra de Boni
Guyana francesa
1769-73 St. Vincent Cimarrones Primera Guerra Caribe
1771-74 Venezuela Región Tuy Esclavos y
cimarrones

1774-75 Guyana holandesa Demerara Esclavos y


cimarrones
1785-90 Dominica Cimarrones Primera Guerra
de Cimarrones
1791-1804 Haití Esclavos
1795 Venezuela Serranía de Coro Esclavos
1795 Guyana holandesa Demerara Esclavos y
cimarrones
1795-96 St. Vincent Cimarrones Segunda Guerra Caribe
1795-96 Jamaica Cimarrones Segunda Guerra
de Cimarrones
1795-97 Granada Esclavos y Guerra de Eédon
cimarrones
1796-97 Santa Lucía Cimarrones Guerra de Brigand
1809-14 Dominica Cimarrones Segunda Guerra de
Cimarrones
1816 Barbados Esclavos Rebelión de Bussa
1816 Brasil Bahía Esclavos
1822 Surinam Esclavos
1823 Guyana Británica Esclavos
1831-32 Jamaica Esclavos Guerra de los Bautistas

FUENTES: Ver fuentes detalladas en el Cuadro IV.


guerras cimarronas fueron más frecuentes en las Guyanas y Surinam, pero frecuencia se hacen dos tipos distintos de planteamiento que a menudo se
escasas en los demás sitios hasta la década de 1790, cuando la guerra confunden. El primero se refiere a las condiciones o tendencias generales
internacional precipitó importantes luchas de los cimarrones, la mayoría de que pueden caracterizar a regiones enteras durante varias décadas (o in-
ellas estimuladas por agentes de la República Francesa en las Antillas cluso siglos). Los largos periodos de crecimiento económico (a menudo
Británicas. Las insurrecciones de esclavos fueron más abundantes en los identificados con el desarrollo del capitalismo) son generalmente conside-
años 1730 y 1790. La última gran guerra cimarrona, llamada Segunda Gue- rados, dentro de diversos patrones por lo demás contradictorios, más con-
rra de Cimarrones, en Dominica, terminó en 1814, mientras que importan- flictivos que las largas depresiones o estancamientos. Así, por ejemplo, se
tes insurrecciones de esclavos continuaron hasta la "Guerra Bautista" en citan tas condiciones de prosperidad derivadas de precios del azúcar más
Jamaica, en vísperas de la emancipación británica. Las grandes insurreccio- altos en los mercados mundiales y una creciente demanda de importación
nes de esclavos terminaban exactamente cuando se iniciaban en México las de esclavos como factores que produjeron rebeliones de esclavos. De
guerras regionales y de castas del siglo xix, pero medio siglo antes de que igual modo, la expansión de las haciendas a expensas de los pueblos libres
se reiniciara en los Andes una intensa violencia social rural. Las revueltas se considera asociada al crecimiento económico y al aumento de la pobla-
de las plantaciones, como los levantamientos de los pueblos, se distribuyen ción (especialmente urbana)/9 La comercialización de las propiedades
a lo largo de los dos siglos, y terminan a fines de la década de 1880 con las agrícolas a expensas de los acuerdos tradicionales con arrendatarios y
últimas emancipaciones en Brasil y las islas españolas. Pero al igual que los aparceros50 o la penetración de empresas privadas en las regiones fronteri-
levantamientos de pueblos, las revueltas de las plantaciones rara vez preci- zas pobladas por indios asociados a las misiones ! son otros tantos ejem-
pitaban grandes movimientos. La violencia de esclavos y cimarrones a gran plos de esta vinculación general entre condiciones económicas y conflicto
escala desapareció de las zonas rurales hacia los años 1830, mientras que rural. Incluso los casos en que el Estado desempeña un papel evidente, e
los levantamientos de plantaciones continuaron y tanto los levantamientos incluso precipitante, se pueden analizar en este contexto si se considera la
de pueblos como las grandes rebeliones en las regiones no esclavistas au- política estatal como derivada de tendencias económicas, como en el caso
mentaron en número y en intensidad. de las reformas borbónicas en España.52
También se citan en esta bibliografía histórica las tendencias demográficas,
CAUSAS DE LAS REBELIONES generalmente vinculadas al cambio económico. El crecimiento de la población
en la América española durante el siglo XVIH, por ejemplo, acrecentó la
La historiografía de los agentes y condiciones causales es tan diversa como presión sobre la tierra y engrosó las filas de los forasteros y trabajadores
las rebeldías que intenta explicar. Un tipo de patrones coloca la rebelión migratorios rebeldes. McNeill ha sugerido recientemente que los aumentos,
rural, especialmente las revueltas campesinas, en el contexto de los cam- acusados y sin precedentes, de las tasas de crecimiento demográfico en mu-
bios sistémicos que se producen en las estructuras socioeconómicas mun- chas partes del mundo, iniciados a mediados del siglo XVIH, contribuyen a
diales o regionales, o modos de producción. Se ha citado el inicio del explicar la ola, también sin precedentes, de grandes revueltas campesinas que
desarrollo del capitalismo comercial, la expansión del mercado mundial de estallaron a lo ancho y a lo largo de Europa y Asia, así como en América
productos agrícolas durante la revolución industrial y el gran incremento Latina, en esa época.53 En general, este tipo de planteamiento se refiere a una
de flujos internacionales de capital en la era del imperialismo como fenó- variable mundial o contextúa!. Los cambios a largo plazo en las condiciones
menos que crearon las condiciones estructurales que condujeron a la re- económicas (o demográficas) elevan o disminuyen la probabilidad de que se
vuelta rural en los últimos cuatro siglos. Gran parte de la historiografía produzcan conflictos sociales y políticos en el campo.
sobre el descontento rural se apoya en una u otra formulación de estas Un segundo tipo de modelo vincula las fluctuaciones económicas a corto
condiciones generales. Los progresos en el análisis comparativo, con fre- plazo con los conflictos rurales. Los historiadores han gradeado la inciden-
cuencia basado en estudios de caso que vinculan las tendencias generales, cia de conflictos rurales respecto a los ciclos agrícolas de buenas y malas
e incluso mundiales, a instancias particulares de comportamiento rebelde cosechas, o a los ciclos comerciales que producen agudas alteraciones en
han contribuido a integrar una creciente literatura teórica en los últimos los precios de los principales productos comerciales de exportación. El
años. énfasis en las fluctuaciones a corto plazo, sin embargo, no reduce necesa-
Así pues, la mayoría de los historiadores citan las variables económicas riamente la importancia de las tendencias a largo plazo. Por ejemplo, las
en sus listas de agentes causales de los conflictos sociales rurales. Con revueltas de esclavos y las rebeliones de los pueblos pueden ser más nume-

48 49
rosas durante los periodos de crecimiento económico y pueden agruparse, 102 levantamientos de pueblos que se produjeron en México después de
en los periodos de alza de los ciclos cortos, dentro de una tendencia más 1819, hay información sobre las causas precipitantes para 54 casos. Las
amplia. De hecho, tal puede haber sido el caso de las rebeliones de los quejas por los impuestos sólo fueron importantes en ocho casos, mientras
pueblos en el siglo xvm mexicano (como propone Beltrán),55 así como de que las disputas de tierras (protestas por usurpaciones, tomas violentas de
las conspiraciones y rebeliones de esclavos en el siglo XIX puertorriqueño, tierras y fenómenos semejantes) fueron importantes en cuarenta casos. En
como sugiere Baralt.S6 En su ensayo incluido en este volumen, Katz emplea contraste, Taylor informa que las disputas por tierras precipitaron sólo
una combinación similar de variables económicas a corto y largo plazo treinta de las 142 rebeliones que enumera para el siglo XVIH. Las disputas
para comparar las revoluciones de 1810 y 1910 en México, cada una de las relativas a la recaudación de impuestos y diezmos eclesiásticos y el com-
cuales fue consecutiva con dos o tres años de demora, a una prolongada portamiento abusivo de los funcionarios explican la inmensa mayoría de los
sequía y una reducción del crédito agrícola al final de un periodo de motines y sublevaciones del centro de México y Oaxaca en la época colo-
relativa prosperidad." nial.63 Curiosamente, los datos mexicanos no indican claramente el momen-
El vínculo entre tendencias económicas y política estatal parece espe- to de la transición de las disputas por los impuestos a las disputas por
cialmente importante al comparar los levantamientos de pueblos de los tierras. En los Andes, Gonzales y otros han sugerido que se puede encon-
Andes y Mesoamérica. El rápido aumento en el número de movimientos trar una demarcación clara alrededor del inicio del siglo XX. En México,
de este tipo que se inició en la década de 1760 en ambas regiones coincidió el cambio parece haberse asociado a la Independencia, casi un siglo antes.
con la época de las reformas borbónicas, cuando el Estado español estre- Los conflictos de tierras predominan en México desde la década de 1820 y
chó su administración de las colonias con el objeto de hacerlas más lucrati- en todas las décadas posteriores, hasta la legislación liberal sobre la tierra
vas para la Corona. Aunque no hay cálculos precisos para el Perú, los datos en la época de Juárez. Aunque muchos estados adoptaron la legislación
cualitativos sugieren que Perú era la más pobre de las dos regiones.58 El que eliminaba las tierras de los pueblos y otras formas de propiedad cor-
excedente que quedaba disponible para el tesoro real era menor y las presio- porativa, ni las revueltas a pequeña escala ni las más amplias constituyeron
nes para aumentar esos réditos se resintieron por ello con mayor intensidad. protestas contra estas medidas hasta fines de las décadas de 1860 y 1870.
En Perú, casi todos los levantamientos de pueblos de las décadas de 1760 y La legislación similar que se dictó en Perú y Bolivia hacia fines de siglo
1770 fueron íesultado del comportamiento predatorio de los corregidores puede haber estado más íntimamente relacionada tanto con los levanta-
que recogían los tributos e imponían los nuevos monopolios de la Corona y mientos en pequeña escala como con los más grandes que se produjeron
el repartimiento de mercancías. Estos mismos funcionarios eran responsables en los años 1880 y 1890, pero la mayoría parecen haber sido consecuencia
de reclutar trabajo forzado para la mita allí donde ésta se seguía practican- de los nuevos impuestos, más que de problemas de tierras, hasta después
do. En México, por el contrario, la mayoría de las revueltas estudiadas por del cambio de siglo. En México, la expropiación de tierras de los pueblos
Taylor tenían su origen en agravios puramente locales. Las protestas contra se generalizó hacia la década de 1870 y continuó durante toda la era
los nuevos impuestos o contra los abusos de los recaudadores fueron impor- porfiriana. En Perú y Bolivia, sin embargo, el proceso no parece haber
tantes en casi la mitad de los alzamientos de pueblos de México, pero otras empezado sino hasta el final del siglo, y no provocó amplias revueltas antes
provocaciones desempeñaron un papel más importante que en Perú.60 Ade- del siglo XX.65
más, los funcionarios reales de México podían permitirse una mayor flexibili- También se citan frecuentemente, en la bibliografía, los determinantes
dad en su respuesta a los levantamientos de pueblos porque el tesoro dependía sociales de los conflictos rurales. Las rebeliones rurales estaban determina-
menos de los impuestos que se extraían de la población indígena (y más de la das por las relaciones sociales que impugnaban, pero algunas relaciones
minería y el comercio) que en Perú.61 En los Andes, las rebeliones locales eran más inestables que otras. Este lugar común se puede ilustrar si com-
fueron uniformemente reprimidas en los casos en que existe información al paramos la hacienda con su contrapartida esclavista de Brasil y el Caribe.
respecto, y no hubo cambios en el sistema o en su personal hasta después de Como norma general, rara vez se produjeron sublevaciones de los trabaja-
la explosión de Túpac Amaru. dores residentes de las haciendas, mientras que las plantaciones esclavistas
Durante el siglo XIX, las disputas en torno a la tierra desempañaron un no estuvieron a salvo de ellas. Ni siquiera la comparación del peonaje por
papel más importante en los conflictos rurales de las regiones no esclavis- deudas (relativamente raro hacia el siglo xvm) con la esclavitud altera el
tas que en la época colonial, aunque los impuestos siguieron siendo una resultado. Los peones endeudados huían como individuos, al igual que los
causa importante de revueltas tanto en México como en los Andes. De los esclavos. Se encuentran cimarrones, para usar el término relativo a los

50 51
esclavos, en ambas instancias. Pero los peones rara vez se rebelaban contra ajenos a la mayor parte de la población rural. La extraordinaria cohesión
sus patrones, como lo hacían los esclavos. necesaria para la acción violenta descansaba en la percepción mutua de
Evidentemente, este contraste lo explican las diferencias irreductibles en estas diferencias entre los dominadores (o propietarios) y los dominados.
las relaciones sociales. Ahí donde la mano de obra rural estaba esclaviza- En las regiones esclavistas la unidad cultural de la población subordinada
da, la revuelta era endémica. Ahí donde los trabajadores conservaban su se basaba con frecuencia, cuando aparecía, en una experiencia común y
libertad, por muy sometidos que estuviesen a la jerarquía social, a las reciente en África, El modelo mediante el cual se juzgaba a los dominado-
distinciones jurídicas de estatus o a la necesidad económica, las relaciones res y se adquiría coraje era la experiencia de la libertad en una sociedad
(y la movilidad) patrón-cliente servían para atenuar las tensiones. En las diferente. El único paralelo de este fenómeno que encontramos en las
zonas no esclavistas el dominio de clase descansaba sobre los cimientos de regiones no esclavistas es la memoria colectiva de los indios de las misio-
un microcosmos social intrínsecamente estable; en las regiones esclavistas, nes, a quienes a veces les recordaban su pasado los cofrades que se habían
el orden rural nunca fue tan sólido. La lucha interna de las plantaciones negado a afincarse. La analogía con la imagen africana de la libertad, en
esclavistas persistió incluso después de la emancipación; en Cuba, por las regiones no esclavistas, era la universal visión campesina de una socie-
ejemplo, los esclavos liberados y los trabajadores de las plantaciones que- dad libre de la rapiña de los forasteros. Ambos ideales resultaron difíciles
maban los cañaverales y asaltaban los centrales (ingenios) en levantamien- de realizar en la práctica. Las comunidades cimarronas organizadas por los
tos que duraron hasta bien entrado el siglo XX. Un contraste similar esclavos fugitivos se veían forzadas a adaptarse a una ecología diferente de
caracteriza las relaciones entre las grandes propiedades y los pueblos li- la africana, un desequilibrio demográfico que no se podía alterar a corto
bres. Las rebeliones de los pueblos y las grandes guerras de castas tuvieron plazo y la necesidad de una estricta organización militar para defenderse
escaso impacto sobre los peones de las haciendas. Casi siempre, el hacen- de ataques, o llevarlos a cabo.*9 En el caso de los indios mesoamericanos y
dado podía confiar en la protección (y la intimidación local) por parte de andinos, la solidaridad cultural se refuerza adaptando los símbolos religio-
sus clientes-empleados. En contraste, las intrusiones armadas por parte de sos cristianos a las nuevas necesidades o, en el caso del Perú, recogiendo
los pueblos cimarrones con frecuencia desataban revueltas de esclavos. Los los símbolos de un pasado prehispánico idealizado. Los esclavos africanos
pueblos indios no constituían una amenaza para la organización social de no necesitaban generalmente hacer ese tipo de innovaciones. La solidari-
las grandes propiedades rurales; sí, en cambio, los pueblos cimarrones.67 dad y la subordinación no estaban para ellos tan inextricablemente mezcla-
Este contraste puede extenderse a fin de considerar a los pequeños das. Para las grandes revueltas en que se unían pueblos indios dispares (y
productores vinculados a las grandes propiedades, aun cuando la evidencia con frecuencia enemigos), era indispensable la sanción religiosa sincrética
al respecto no es tan buena. En las sociedades esclavistas, los inquilinos o purificada. El potencial para las revueltas de esclavos podía aumentar
libres, los aparceros y los pequeños propietarios con frecuencia "depen- merced a la simple importación de más esclavos de la misma región de
dían" de diversas maneras de las grandes propiedades esclavistas; a cambio África. Las revueltas indias estaban inspiradas en una transformación más
de ello servían en las milicias o en los ejércitos privados que vigilaban a los compleja de las creencias e instituciones que funcionaban normalmente
esclavos, atrapaban a los fugitivos o llevaban a cabo la defensa contra los para reforzar el orden y la estabilidad.
ataques cimarrones. En contraste, en las regiones no esclavistas estos estra- Los trabajos más recientes sobre movimientos rurales han seguido las
tos eran un aliado menos de fiar para el propietario y más proclive a corrientes historiográficas europeas que subrayan los determinantes políti-
reivindicar aspiraciones propias, aunque no fuera probable que participara cos de la rebelión en el campo. En el periodo formativo de las colonias de
en las sublevaciones de las comunidades indias o en las guerras de castas. esclavos, por ejemplo, la debilidad de los controles administrativos y milita-
Estos estratos pueden haber sido también más proclives al bandolerismo y res favoreció las revueltas de esclavos y cimarrones. El pronto y rápido
a participar como soldados rasos y seguidores de caudillos regionales (que desarrollo de las plantaciones de esclavos en las colonias azucareras de los
eran con frecuencia, pero no necesariamente, sus señores o patrones),68 imperios inglés, francés, holandés y danés extendió la capacidad del Estado
El influjo de factores como la solidaridad étnica y cultural en estos dos para proporcionarles vigilancia y protección a fines del siglo XVII y princi-
escenarios también proporciona datos contrastados, más que paralelismos. pios del xviii. La ineficacia de las campañas contra los cimarrones en
Este factor se vincula con frecuencia a las rebeliones de esclavos y a las Jamaica y otros lugares del Caribe a principios del siglo XVIII da la medida
revueltas de indios. Las autoridades estatales y los grandes terratenientes de esa debilidad. Las primeras plantaciones azucareras también desplaza-
de América Latina eran casi siempre étnica, cultural y lingüísticamente ron a los pequeños agricultores, que se incorporaban a las milicias oficiales

52 53
y no oficiales en Brasil y las islas españolas, donde la esclavitud se desarro- biiidad al socavar los privilegios y las exenciones corporativas. Los esclavos
lló más gradualmente. La cohesión de la clase esclavista en estas islas fue no pagaban impuestos mientras fueran esclavos; las protestas por los costos
sustancialmente menor en este primer estadio de desarrollo, problema exa- de la centralización eran asunto de los propietarios. Sin embargo, en tierra
cerbado por un frecuente ausentismo, especialmente en las islas británicas. firme, el aumento de los impuestos, junto con las reformas administrativas
En las colonias más antiguas de Portugal y España, fueron escasas las que minaban la autonomía de los pueblos indígenas, suscitaron revueltas
rebeliones de esclavos en el siglo xvm. desde el extremo sur de los Andes hasta el extremo norte de México.
En la época anterior a las reformas borbónicas iniciadas en los años Incluso la simpatía del sistema judicial español parece haber menguado; ya
1760, la administración pública de las colonias españolas de tierra firme en la década de 1730, como muestran los datos de Hernández sobre el
también era relativamente débil. ¿Por qué los indios de los Andes y Me- estado de Morelos, en México, las decisiones legales en las disputas de
soamérica no aprovecharon la oportunidad que les ofrecía este periodo? tierras entre pueblos y haciendas empezaron a decantarse notablemente
La respuesta a esta pregunta tiene por lo menos dos partes. La primera es contra los pueblos.71
que algunos indios sí la aprovecharon. Las revueltas que se produjeron en La Independencia modificó los determinantes políticos de la revuelta
la periferia del dominio español en Perú y en México, durante la primera rural. La mayoría de las regiones esclavistas (excepto Haití y Brasil) siguie-
mitad del siglo xvm, pueden haber estado relacionadas con la ineficacia en ron siendo colonias de potencias europeas. Los conflictos con los esclavos
la administración y ta vigilancia y con la incapacidad del Estado para y cimarrones continuaron a pesar de la represión y del fin de la contienda
mantener la relativa inmunidad de las repúblicas indias frente a la codicia internacional, pero las insurrecciones en gran escala terminaron en la déca-
privada de los intereses criollos. La segunda parte de la respuesta se refie- da de 1830. En las regiones no esclavistas, la Independencia no condujo
re a la relativa calma de las áreas centrales de Mesoamérica y los Andes. inmediatamente a nuevas rebeliones rurales. En los Andes, las convulsiones
La debilidad del Estado en este periodo no produjo una inestabilidad de las guerras de independencia estuvieron acompañadas por un retorno
visible en la cúspide. No hubo conflictos importantes, y ciertamente ningún parcial a las condiciones que habían producido una paz relativa antes de
choque violento, entre los colonos europeos y criollos o entre ellos y las las reformas borbónicas. Los gobiernos débiles eran ineficaces recaudado-
autoridades españolas. La debilidad de la administración pública se refleja- res de impuestos. La depresión económica aminoró el incentivo para la
ba más bien en la delegación de las funciones públicas en entidades corpo- usurpación de tierras comunales. El repartimiento de mercancías fue aboli-
rativas. Esto sirvió para apaciguar el descontento de los indios. Los pue- do al principio de la revuelta de Túpac Amaru, y la mita había desapareci-
blos eran entidades corporativas y la Corona les otorgaba un amplio do al producirse la independencia. Los regímenes independientes, a pesar
margen de autogobierno. Además, el sistema judicial español, a pesar de la de su tendencia conservadora y cenlralizadora, evitaron medidas que pu-
penetración de los notables criollos en él, mantuvo en la mayoría de las dieran reavivar las viejas animosidades. La autonomía de los pueblos so-
regiones la independencia suficiente respecto de las élites locales como brevivió y tal vez quedó reforzada, incluso, después de la Independencia.
para que las comunidades indias pudieran plantear ante sus tribunales sus En México prevalecían condiciones similares, pero, a diferencia de los
disputas de tierras con los intereses privados o corporativos rivales. Andes, la paz social en el campo fue poco duradera. Estallaron grandes
En la segunda mitad del siglo xvm esta dinámica contraria funcionó a revueltas rurales, con frecuencia aliadas a las facciones contendientes de la
la inversa. La centralización contuvo las revueltas de esclavos en el Caribe élite, en amplias zonas del altiplano central, en las décadas de 1840 y 1850.
y provocó la rebelión en las zonas no esclavistas de la tierra firme. En las En Perú y Bolívia, la inestabilidad política no produjo rebeliones rurales en
regiones esclavistas, las incursiones de los cimarrones parecen haber dismi- gran escala hasta las últimas dos décadas del siglo XIX.
nuido, al igual que las revueltas de esclavos. Unas y otras fueron frenadas En ambas regiones, a pesar de las diferencias de ritmo, el cacácter de la
por una vigilancia y una administración más eficaces. Entre las excepciones rebelión rural se modifico de una manera importante y similar. Primero en
a esta regla se encuentran las colonias holandesas de Guyana y Surinam, México, en los años 1840, y luego en los Andes, hacia fines de siglo, las
débilmente gobernadas. Las islas francesas e inglesas se apaciguaron, hasta revueltas rurales implicaban ahora generalmente ataques directos contra
que la Revolución Francesa subvirtió el gobierno de Haití y la guerra las haciendas así como contra la autoridad civil. Los gobiernos débiles
internacional que se inició en 1796 minó los regímenes estables de las islas ejercían una presión fiscal menor sobre las comunidades rurales, pero eran
británicas. En tierra firme, las reformas borbónicas tuvieron el efecto con- no menos incapaces de reprimir a los pueblos rebeldes cuando pasaban de
trario. En vez de estabilizar las condiciones sociales, disminuyeron la esta- las protestas contra los impuestos o los abusos de los funcionarios a la

54 55
toma (o recuperación) de tierras de las haciendas. En México, muchas de El contenido ideológico y programático de las rebeliones rurales, sobre
las revueltas de esta época fueron agresivas, más que defensivas. Las rebe- el cual se sabe mucho menos, parece haber sufrido por lo menos dos
liones de pueblos en tiempos de los Borbones eran una reacción a las grandes transformaciones en estos dos siglos. Genovese sostiene que la
intrusiones; las revueltas posteriores a la Independencia solían consistir en revolución haitiana cristalizó el descontento de los esclavos de todo el
invasiones de tierras cuidadosamente calculadas para tomar desprevenidos Nuevo Mundo. "A partir de entonces", afirma, "los esclavos buscaban cada
a los hacendados y a las autoridades, que no podrían expulsar a los invaso- vez más, no separarse de la sociedad dominante, sino participar en ella en
res. Incluso en las revueltas motivadas por una reacción defensiva ante una términos de igualdad".76 Genovese describe esta postura como "democráti-
intrusión, los pueblos solían responder con ofensivas que iban mucho más co-burguesa" en contraste con el "curso restauracionista" de las primeras
allá de la solución del agravio inicial. La debilidad y la fragmentación de la revueltas de esclavos, en las que los rebeldes buscaban principalmente
autoridad política y la desviación de los recursos militares hacia la guerra retirarse a comunidades de cimarrones basadas en los ideales particularis-
civil y los conflictos internacionales facilitaban la difusión de la revuelta tas del orden social que habían traído de África. En las regiones no escla-
rural. Las rebeliones de pueblos en el siglo XIX con frecuencia provocaban vistas del Nuevo Mundo se produjo una transformación igualmente funda-
o se mezclaban con movimientos regionales más amplios. Los conflictos mental en el siglo XIX. Primero en México, en los años 1840, y luego en
políticos de las élites favorecían el contagio. Las revueltas rurales posterio- los Andes, los pueblos indígenas planteaban demandas no muy diferen-
res a la Independencia frecuentemente establecían alianzas de conveniencia tes de las de los esclavos "burgueses" de Genovese. Pero mientras los
con intereses sociales y políticos no indios, incluidos los mestizos citadinos, esclavos buscaban liberarse de la servidumbre, la población rural de Méxi-
los caudillos locales, la Iglesia, los ejércitos invasores o defensores. En co y los Andes luchaba por objetivos que los historiadores no han podido
México, estas rebeliones disminuyeron aparentemente durante el porfiriato, identificar como tan claramente modernos. Las revueltas rurales del si-
sólo para revivir a partir de 1910. En el resto de América Latina, se glo XIX en estas regiones planteaban demandas de tierras comunales y
observan patrones semejantes, aunque el ritmo varía de un lugar a otro. preconizaban el autogobierno colectivo y la autonomía del pueblo indio
Los levantamientos de pueblos que llevaron al general Rafael Carrera a la colonial. Los indios se convertían en campesinos afirmando un modelo del
presidencia de Guatemala en 1837 y salvaron al Partido Liberal encabeza- pasado.
do por el general José Manuel "Tata" Pando, en Bolivia, en 1899, son dos
ejemplos destacados.72 CONCLUSIONES: MÉXICO DESDE UNA PERSPECTIVA COMPARATIVA
En toda América, el fenómeno desestabilizador más constante de todos
fue la guerra internacional.73 Las luchas entre las potencias europeas y, más La historia de las rebeliones rurales en México ofrece tanto notables simili-
tarde, entre las naciones independientes del Nuevo Mundo, contribuyeron tudes como significativos contrastes con sus equivalentes de otras regiones
de un modo importante a suscitar o proporcionar la oportunidad para que de América Latina. Aunque la desigualdad de las investigaciones sobre
se produjeran rebeliones rurales a gran escala tanto en las regiones escla- distintas épocas y diferentes zonas es demasiado grande para eliminar las
vistas como en las no esclavistas. Esto se aplica a las islas esclavistas del muchas ambigüedades de los datos, parece que la población rural de Méxi-
Caribe a lo largo de todo el siglo xvm, pero particularmente en la década co afirmó sus derechos y defendió sus intereses con una combatividad sin
de 1790. Después de la Independencia, la incidencia de grandes revueltas paralelo en los dos siglos que van de 1700 a 1900. Ninguna otra región de
regionales y de pueblos en México, desde los años 1840 hasta la década de América presenta al historiador una historiografía tan rica y variada sobre
1860, aumentó con la pérdida de Texas a fines de los años 1830, la guerra luchas rurales. El campo mexicano probablemente presenció más rebelio-
con Estados Unidos de 1846 a 1848 y la ocupación francesa de 1862 a nes grandes y pequeñas en estos dos siglos que ninguna otra región del
1867. El ensayo de Reina incluido en este volumen describe un notable hemisferio occidental, esclavista o no.
ejemplo de este fenómeno.74 En los Andes, la Guerra del Pacífico, que En el periodo colonial, México compartió con otras colonias densamen-
duró de 1879 a 1883 dio origen a una extendida actividad guerrillera y a te pobladas de la tierra firme un gran número de motines y sublevaciones
revueltas regionales.75 En algunos casos, las revueltas rurales tenían su ori- relativamente pequeños de los pueblos. Como en otras regiones, el número
gen en la resistencia contra el invasor extranjero. En otros, las revueltas se de estos acontecimientos aumentó a partir de 1760. Esta tendencia común
producían, indirectamente, como resultado de la intensificación de los con- sugiere que unas condiciones compartidas por todas las colonias españolas
flictos políticos internos que seguían a las humillaciones nacionales. de tierra firme actuaron para acrecentar el descontento y, específicamente,

56 57
para acrecentar la presión sobre las comunidades indígenas de Mesoaméri- amplias y premeditadas que explotaban la fragmentación política e ideoló-
ca y los Andes. Las tendencias económicas y demográficas que afectaban a gica de los gobernantes del país.79
toda la América española pueden haber desempeñado un papel. La centra- En cambio, en los Andes, los primeros pasos en esta dirección hubieron
lización y el celo fiscal de los reformadores borbónicos claramente aumen- de esperar hasta el final del siglo. La experiencia de Túpac Amaru no
taron las tensiones, al debilitar la autonomía corporativa de los pueblos y sirvió de guía para la inserción del descontento rural en los conflictos
nombrar funcionarios más proclives a intervenir e intensificar las presiones políticos que vivieron Perú y Bolivia después de la Independencia, aunque
fiscales. Sin embargo, en los Andes la relativa pobreza de la región puede los kurakas hispanizados desempeñaron brevemente un papel significativo
haber hecho más difícil para los pueblos sobrevivir a estas presiones y, en la movilización de unidades guerrilleras en favor del movimiento de
como el tesoro virreinal dependía de los tributos, los ingresos procedentes independencia de Perú. Como en México, el descontento rural parece ha-
de los repartimientos y otros impuestos que recaían directamente sobre la ber disminuido en los primeros años de independencia. En México, sin
población indígena, no era posible allí la flexibilidad que exhibieron los embargo, las lecciones de Hidalgo se vieron reforzadas por la movilización
funcionarios coloniales de la Nueva España. Contribuyeron a la resistencia en torno a las guerras internacionales, y en torno a las intensificadas con-
también la relativa unidad lingüística y cukural de la población indígena y tiendas civiles que aquéllas inspiraron. En los Andes, el proceso de ensayo
la supervivencia de los kurakas indios, una capa de líderes indígenas que y error mediante el cual las comunidades indígenas aprendieron a insertar-
casi había desaparecido en México. Las protestas de los pueblos fueron se en las luchas políticas requirió casi un siglo, tras la represión que siguió
más numerosas en el México colonial que en otras regiones, pero no se a Túpac Amaru. La guerra internacional no cristalizó este proceso sino
agruparon en una revuelta o insurrección a gran escala bajo un liderazgo hasta la década de 1880.
indígena. Mientras en los Andes estallaba, en 1780, la revuelta de Túpac Los conflictos de tierras, comunes en México ya en la década de 1840,
Amaru y sus aliados, México permaneció en relativa calma hasta el movi- no provocaron revueltas en los Andes hasta el final del siglo. En ese
miento de Hidalgo en 1810, encabezado por los criollos. momento, en vísperas de la Revolución Mexicana, las rebeliones rurales en
A diferencia de Túpac Amaru, el movimiento de Hidalgo representaba ambas regiones presentaban nuevas similitudes. En México, el crecimiento
una ruptura tajante con el pasado. Hidalgo exigía la independencia, mien- económico que se inició con la restauración de la República (1867-1876),
tras que Túpac Amaru no. La revuelta de Hidalgo fue el primer gran así como la represión de las rebeliones rurales que se volvió cada vez más
levantamiento que golpeó el corazón de México, en contraste con la de eficaz a partir del golpe de Estado porfiriano, se combinaban para propor-
Túpac Amaru, que tuvo varios antecedentes, aunque menores. Un rasgo cionar a la vez los incentivos y los medios para expropiar las tierras de los
más importante aún: el movimiento de Hidalgo demostró que el liderazgo pueblos libres durante las últimas dos décadas del siglo. También en Perú
criollo podía vincular el conflicto político de la élite con el descontento de y Bolivia esta tendencia adquirió fuerza en algunas regiones (a menudo,
las masas indígenas y, así, superar, a través de la política, la diversidad aquellas que primero quedaron vinculadas por el ferrocarril a los nuevos
lingüística y cultural que hacía de otro modo imposible una movilización a mercados, como ocurrió en México en las décadas de 1870 y 1880) a fines
gran escala en el México central. Aunque transcurrieron tres décadas antes del siglo XIX y en la primera década del XX.80 Sin embargo, en México la
de que la guerra de Texas y la invasión norteamericana crearan las condi- crisis política de 1910-1911 desencadenó un huracán, para el cual todo un
ciones para nuevas movilizaciones políticas, los cimientos ya se habían siglo de luchas había preparado ya a una gran parte de la población rural
echado. Los habitantes de los pueblos indios de México empezaron a del centro de México. No se produjeron movimientos de magnitud compa-
transformarse en campesinos al principio mismo de la vida independiente rable (aunque de impacto político menor a largo plazo) en Bolivia hasta
de su país. La diversidad misma que hacía imposible una gran revuelta los años cincuenta y en Perú hasta los sesenta.
rural en la época colonial facilitó la politización del México rural cuando Poco se ha escrito sobre los efectos de la revuelta rural en la transición
se hundió el Estado colonial, porque la política representaba el único me- hacia las modernas sociedades capitalistas en el siglo xix latinoamericano,
dio viable para unificar a la comunidad rural y los intereses de clase. De y no se ha prestado atención suficiente a la relación entre los movimientos
las revueltas de los pueblos contra los abusos de la autoridad estatal, los sociales rurales y el desarrollo de sistemas políticos modernos. En las re-
rebeldes rurales mexicanos pasaron a los ataques contra los derechos de giones esclavistas, los historiadores discuten si la resistencia de los esclavos
propiedad de la élite económica de la nueva nación. De los motines espon- desempeñó un papel importante como acelerador de la emancipación, pe-
táneos contra los intrusos, los pueblos mexicanos pasaron a las rebeliones ro, con la excepción de Cuba, donde los esclavos participaron en las luchas

58 59
de independencia y los antiguos esclavos se resistieron a la extensión de la tes y las clases comerciales (tanto nacionales como extranjeras); el éxito de
agricultura de plantación hasta la provincia de Oriente, después de la ocu- la represión de las rebeliones rurales en los Andes a principios del siglo
pación norteamericana, la historia política se escribe generalmente sin re- XX: todo ello contribuyó, en condiciones de dependencia externa, a dar
ferencia alguna a las luchas o rebeliones rurales.81 Un artículo reciente, que vitalidad a las soluciones autoritarias de los problemas de la modernización
procura corregir esta deficiencia en la historiografía peruana, concluye rea- capitalista.
firmándola.82 El reciente trabajo de Mallon sobre el '"nacionalismo" campe- Sin embargo, incluso a este respecto, la experiencia de México fue un
sino durante la ocupación chilena del Perú en la década de 1880, por otra tanto diferente. Las fincas rurales mexicanas nunca sufrieron rebeliones
parte, puede inspirar nuevos esfuerzos tendientes a explorar el papel de la internas, como les ocurrió a las plantaciones de esclavos de otros lugares,
mayoría indígena del país en la conformación y evolución de las modernas pero la agresividad de los rebeldes de los pueblos y su capacidad para
instituciones e ideologías políticas.83 insertarse en los conflictos políticos amenazaron a las haciendas desde
En México, se ha prestado escasa atención al papel decisivo de las afuera como nunca se habían visto amenazadas en la época colonial. En los
revueltas rurales que impidieron la consolidación de los regímenes conser- años 1840 y 1850, las rebeliones rurales contribuyeron a poner el sistema
vadores en la época independiente. Los intentos conservadores por impo- de propiedad agrícola al borde del colapso y la desintegración en muchas
ner regímenes centralistas y restaurar elementos del gobierno fiscal, regula- zonas de México.7 Las consecuencias políticas de este proceso fueron
dor y paternalista propio de la Colonia fracasaron, al menos en parte, considerables. Al debilitar las haciendas agrícolas, los rebeldes rurales me-
porque las rebeliones rurales impidieron la consolidación de un Estado xicanos socavaron el poder de la fragmentada élite terrateniente del país a
central fuerte. tal punto que una evolución más democrática de las instituciones políticas
También los regímenes liberales de México enfrentaron revueltas rura- del país se convirtió en una posibilidad real. De hecho, Cosío Villegas,
les. Los gobiernos estatales, a los que les incumbía el poder político y la citando otras causas, sostenía que la República Restaurada de fines de los
autoridad fiscal durante las administraciones liberales, tampoco lograron años 1860 y 1870 representaba la realización (así fuera por poco tiempo)
imponer estabilidad al campo. Sin embargo, la agitación rural favoreció a precisamente de esa opción histórica. Si bien la alianza porfiriana de
largo plazo a la causa liberal,64 y el apoyo rural en la guerra contra los capital extranjero y de una burguesía terrateniente y comercial restaurada
franceses puede haber sido clave en sellar la suerte de Maximiliano. En los cerró ese camino hacia el mundo moderno, la Revolución Mexicana abrió
Andes, donde el campo se mantenía relativamente tranquilo, los regímenes nuevas posibilidades. Semo ha contrastado la transición "revolucionaria" de
conservadores tuvieron más facilidades. Tanto en Perú como en Solivia, la México hacia el capitalismo, con sus violentas convulsiones de 1810, las
igualdad de los ciudadanos proclamada por Bolívar dejó paso después de décadas de 1850 y 1860, y 1911 a 1917, con la experiencia de otros países
la Independencia a un retorno al sistema colonial basado en "repúblicas" latinoamericanos, y sugerido que la participación campesina en estos con-
separadas. flictos ha tenido duraderos efectos sobre el desarrollo social, económico y
En contraste con la historiografía de otras regiones del mundo, donde político. En última instancia, las rebeliones rurales destruyeron a la oligar-
terratenientes y campesinos tienen todos un papel crucial en el desarrollo quía terrateniente del país, abrieron el camino a las reformas agrarias de
de los modernos sistemas políticos,85 la bibliografía latinoamericana se re- los años treinta y, con ello, promovieron un desarrollo industrial más rápi-
fiere generalmente a las élites y oligarquías terratenientes como si sólo sus do que el de otros países, donde las élites rurales resistieron las políticas
intereses, nunca impugnados por nadie, hubieran determinado tanto la es- que favorecían a la industria.89 Podemos concluir, en cualquier caso, que se
tructura como las estrategias de los regímenes modernizadores en el siglo sigue subestimando la importancia de las rebeliones rurales en la historia
XIX.86 Tampoco han logrado los científicos políticos, en sus debates sobre mexicana (y en la evolución histórica de otras regiones de América Lati-
los orígenes del autoritarismo contemporáneo, incorporar las confrontacio- na), aunque menos que en cualquier otro momento del pasado.
nes históricas de la sociedad rural como una de las condiciones que impi-
dieron el desarrollo democrático de la región. La derrota de los movimien-
tos rurales en vísperas de la modernización porfiriana, y su resurgimiento,
y nueva derrota, en la Revolución Mexicana de 1910; la ordenada, si bien
no enteramente pacífica, emancipación de los esclavos en Brasil, que acabó
con el imperio pero dejó intacta la alianza reaccionaria de los terratenien-

60 61
SEGUNDA PARTE

¿PAX HISPÁNICA?
'
LAS REBELIONES RURALES
EN EL MÉXICO PRECORTESIANO
Y COLONIAL

Friedrich Katz

IA ÉPOCA PREHISPÁNICA Y COLONIAL

Los campesinos de México han desempeñado un papel único en la historia


de América Latina. jMéxico es el único país del continente americano en
que todas las grandes transformaciones sociales han estado vinculadas a le-
vantamientos rurales.-
fMgunos arqueólogos consideran que la caída de las grandes civilizacio-
nes clásicas de Mesoamérica —la de los mayas, Teotihuacán y el imperio
lolteca— estuvieron íntimamente relacionadas con (aunque no exclusiva-
mente motivadas por) levantamientos rurales, río se ha formulado ninguna
hipótesis semejante para explicar la caída de las sociedades en la región
andina, esa otra gran cuna de la civilización latinoamericana. La excepcio-
nalidad de México también se manifiesta durante la conquista española.
Sólo en México pudieron los conquistadores españoles precipitar y subirse
en la ola de una revolución social —en la que la población rural desempeñó
un papel importante—, un movimiento dirigido contra los aztecas que go-
bernaban gran parte de lo que hoy día constituye México.! Ninguna gran
revuelta semejante a aquélía ayudó a los españoles en su conquista del
imperio inca o del Estado chibcha de Colombia.
¡Entre 1810 y 1820, en una serie de grandes guerras mediante las cuales
los países latinoamericanos obtuvieron su independencia de España, Méxi-
co de nuevo fue el único país en que esos movimientos estuvieron vincula-
dos a un gran levantamiento social en el campo. En 1910, México se convir-
tió en el primer país latinoamericano del siglo XX en que tendría lugar una
gran revolución campesina.
¿Qué explica ese papel excepcional de los campesinos en la historia de
México? ¿Se limita esa excepcionalidad a los grandes momentos decisivos de
la evolución de México o se extiende a las épocas que van de uno a otro?
¿Oculta la aparente estabilidad de algunas etapas de la época precolombina,
el tiempo del dominio español y el final del siglo XIX una continuidad más
profunda, en que las revueltas desconocidas o pequeñas, los levantamientos
campesinos y las constantes luchas en el campo continúan diferenciando a
México del resto del continente americano? ¿Qué consecuencias tuvieron para

65
los campesinos esas revueltas en pequeña escala y su participación masiva en DOnsiderar a esas fuerzas como ejércitos campesinos y en qué momento se
las grandes revoluciones sociales? t < invertían en otra cosa? ¿En qué momento se convertían los campesinos
Hay dos formas de responder a esta pregunta. Una es la que yo llamaría irhcldes en soldados profesionales o mercenarios? Aunque no existe una
la forma externa: una comparación entre los levantamientos rurales de Mé- irspuesta definitiva a estas preguntas, no es posible ignorarlas. Por lo tanto,
xico con los que han tenido lugar en el resto de América Latina. Tal es el lie incluido en este análisis de los levantamientos rurales todos los movi-
tema del ensayo de John H. Coatsworth incluido en este libro. Yo me con- mientos en que participaron organizaciones o entidades claramente identifi-
centraré aquí en lo que llamaré la forma interna: una comparación entre las Müs que representaban a las clases bajas del campo mexicano: las comu-
diversas revueltas rurales de México en el tiempo y en el espacio. nidades de los pueblos, las organizaciones tribales y las organizaciones
Este ensayo se ocupa principalmente de la época precolombina y colo- políticas compuestas por o que representaban a los habitantes rurales. Un
nial. Los rasgos sobresalientes de las posteriores revueltas, que se iniciaron (•lindo criterio consistió en que las demandas de los sublevados tuvieran
con la lucha por la independencia, se especificarán antes, para proporcio- i elación con las demandas sociales, económicas, políticas o religiosas de la
nar una base de comparación, pero el centro de atención se situará en el población rural. Esta definición puede resultar a veces confusa. Sin embar-
México anterior a 1810. Un segundo ensayo se ocupará del periodo poste- ro, la encuentro más útil que las definiciones que excluyen todo movimiento
rior a 1810, y propondrá algunas conclusiones generales sobre los modelos i ii que los campesinos se alineaban con o se subordinaban a otros sectores
de levantamiento rural a lo largo de toda la historia mexicana. En el actual la sociedad.
estado de la investigación, ese enfoque comparativo sólo puede llevarnos a Los historiadores que se ocupan de los levantamientos rurales prehispá-
la formulación de hipótesis para la investigación futura. nicos y coloniales en México se enfrentan a dos problemas principales. El
En este ensayo he utilizado el término de revuelta "rural" en vez de revuelta primero es la gran disparidad de las fuentes, especialmente para la época
"campesina" porque "rural" abarca una gama mayor. Incluye no sólo los hrehispánica. Aunque existen numerosos y bien conservados registros de la
levantamientos de los habitantes de los pueblos sino también las revueltas de rpnca colonial, no puede decirse otro tanto de los tiempos precolombinos,
los peones de las haciendas, así como de los trabajadores semi-rurales y l.ns registros escritos abarcan como máximo dos siglos antes de la llegada
semi-industriales. Una definición clara del término "revueltas rurales" plantea iU- los españoles y fueron en su mayoría escritos después de la Conquista,
dificultades considerables. Estas dificultades son menos graves por lo que l u n c n un alcance limitado y suelen delatar la influencia de los conceptos
respecta a la mayor parte del periodo colonial y del porfiriato, cuando existía i ".pañoles. Las épocas anteriores sólo se pueden documentar arqueológica-
un Estado fuerte en México. ¡Con la excepción de unos cuantos líderes que nu-nte. Otro problema, tal vez más grave, que tienen que enfrentar los his-
procedían de fuera de la sociedad rural, como intelectuales urbanos o sacer- toriadores que se ocupan de los levantamientos rurales tanto en la época
dotes, las revueltas de esos dos periodos en general quedan limitadas a las prehispánica como en la Colonia, es el enorme impacto ideológico, político
clases inferiores de la sociedad rural; las demandas sociales, económicas, y social de la Revolución Mexicana de 1910-1920. Aunque este impacto ha
políticas y religiosas que formulaban correspondían claramente a las de las generado algunos excelentes estudios sobre las revueltas agrarias de los si-
clases inferiores* Resulta mucho más difícil definir los levantamientos rurales l'lcs XIX y XX, también ha suscitado en ocasiones una proyección retrospec-
de la época del dominio azteca y de la mayor parte del siglo XIX. Durante esas tiva de este tipo de movimientos sociales, que no necesariamente son carac-
dos épocas, cuando el Estado central era mucho más débil y estaba menos terísticos de las épocas anteriores.
consolidado, los cabecillas regionales, los guerreros, caudillos y caciques —en Sin embargo, inversamente, los rasgos principales de los alzamientos ru-
su mayoría, ricos terratenientes— se sublevaban contra el gobierno central y rales de los siglos XIX y XX en México, descubiertos a raíz de los estudios
a menudo establecían alianzas con los campesinos y con los peones de sus suscitados por la Revolución Mexicana, se han convertido en un parámetro
tierras. ¿Hasta qué punto se pueden considerar estos movimientos como le- sumamente útil para el estudio comparativo de los movimientos revolucio-
vantamientos rurales?. narios rurales en México. ¿Son los ocho rasgos siguientes principalmente
El problema se vuelve aún más complejo en relación con las dos grandes Característicos de la historia mexicana "moderna" o forman parte tan indi-
revoluciones nacionales que sacudieron a México en 1810-1820 y en 1910- soluble de la evolución de México que se les puede encontrar también en
1920. Grandes masas de habitantes rurales de todos tipos se unieron a los las épocas prehispánica y colonial?
ejércitos revolucionarios, con frecuencia encabezados por personas que no 1] La frecuencia: Entre 1810 y 1910 (con la excepción de unos cuantos
eran campesinos. ¿Hasta qué punto y bajo qué circunstancias se puede años, en el momento culminante de la dictadura porfiriana), apenas trans-

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da de derechos sobre tierras, aguas y pastos suelen constituir los objetivos
currió un año sin que se produjera un levantamiento rural de algún tipo en principales de los levantamientos rurales a fines del siglo XIX y durante la
algún lugar dé México. Revolución Mexicana de 1910-1920, aunque las protestas por los impuestos
2] La magnitud: Dos de esos levantamientos tuvieron alcance nacional. En y por la reducción de la autonomía local también son importantes.
contraste con los levantamientos de independencia de América del Sur, enca- 7] Vínculos con la frontera: Aunque ia existencia de fronteras es una
bezados por Simón Bolívar y José de San Martín, los movimientos de inde- característica de la mayoría de los países del continente americano, México
pendencia mexicanos encabezados e inspirados por Miguel Hidalgo y José fue uno de los pocos en que la frontera no contribuyó a la estabilización del
María Morelos fueron grandes abrimientos rurales. En la Revolución Mexicana orden social existente, sino que por el contrario constituyó un importante
de 1910-1920, la participación campesina fue probablemente mayor que en centro de revolución social.
cualquier otra revolución social del siglo XX en América Latina, con la posible 8] Escasa influencia sobre los peones de las haciendas: Con algunas notables
excepción de Bolivia en los años 1950 y Nicaragua en los setenta. Incluso las excepciones, los habitantes permanentes de las haciendas, con frecuencia
revueltas regionales de base campesina, como la guerra de castas de Yucatán, llamados peones, rara vez se sublevaron. Las excepciones son la revolución de
son mucho más raras en otros países de América Latina. 1810-1820 y, en menor grado, la de 1910-1920, en que participó un número
3] Limitado impacto inmediato sobre la población rural: Aunque las re- importante (pero, con todo, una pequeña minoría) de los peones de México.
vueltas rurales han tenido profundas consecuencias para la evolución gene- Algunos peones se rebelaron contra sus amos y contra el gobierno. Otros
ral de México, tanto en el siglo XIX como en el XX, su efecto inmediato fueron movilizados por sus propios patrones, que en ocasiones los armaban y
sobre la situación de los campesinos y los miembros de las clases inferiores los conducían a la revolución. Suele resultar difícil considerar a estos peones
de la sociedad rural mexicana parece haber sido limitado, a corto plazo. como "revolucionarios". Eran principalmente criados armados que luchaban
Los ejércitos de Hidalgo y Morelos en la revolución de 1810-1820 y de por sus amos, y no hombres que intentaran alterar su situación social o eco-
Emiliano Zapata y Francisco Villa en la de 1910-1920 —ambos compuestos nómica sublevándose. Con algunos pocos casos excepcionales, aunque signi-
principalmente por campesinos y portavoces de fuertes demandas agra- ficativos, en que los gobiernos revolucionarios se opusieron a los hacendados
rias— fueron derrotados. Al final de la revolución de 1810-1820 y de la de durante la revolución de 1910-1920, fueron los gobiernos los que incitaron a
1910-1920, la hacienda seguía siendo la forma predominante de tenencia de los peones a desafiar a sus patrones.
la tierra en México. En el siglo XIX, el sistema de haciendas se vio incluso Estos rasgos característicos de las revueltas de los siglos xix y XX están
reforzado como resultado de la recién adquirida independencia de México. íntimamente relacionados con un contexto social y económico en rápida
La revolución de 1910-1920 debilitó considerablemente la hacienda, aunque transformación. A principios del siglo XIX, el control de la tierra estaba
este proceso sólo adquirió verdadera significación en los años 1934-1940, un predominantemente en manos de cuatro diferentes grupos o instituciones:
cuarto de siglo después de iniciada la revolución. La experiencia de México los grandes terratenientes, la Iglesia, el Estado (que poseía principalmente
difiere radicalmente de las grandes revoluciones sociales de otras partes de los terrenos públicos baldíos) y los habitantes de los pueblos libres, es de-
América Latina y de países como Francia, Rusia y Cuba, donde las grandes cir, los pueblos que poseían tierras comunales y disfrutaban de un cierto
propiedades tradicionales fueron parcial o enteramente destruidas a los po- grado de autonomía administrativa. Una pequeña parte de las tierras perte-
cos años del estallido de la revolución, lo que no significa que en todos los necía a campesinos individuales, generalmente denominados "rancheros".
casos sus tierras se repartieran entre los campesinos. Aparte de los hacendados y sus administradores, la población rural esta-
4] Contenido: No sólo las revueltas nacionales sino incluso las revueltas ba dividida en tres grupos. El primero estaba integrado por los habitantes
locales del siglo Xix y principios del xx tendían con frecuencia a impugnar la de los pueblos libres, que tenían diversos grados de riqueza e inde-
legitimidad del orden social existente y estaban con frecuencia dirigidas no pendencia económica. Algunos tenían tierra suficiente para vivir, mientras
sólo contra los funcionarios locales sino contra el gobierno federal como tal, que otros se veían forzados a trabajar parte del año en las grandes fincas o
5] Sistemas de alianzas: Las revueltas rurales con frecuencia se superponían en las minas y empresas urbanas. El segundo grupo era el de los residentes
a levantamientos de caciques regionales contra el gobierno central y en muchos de las haciendas, cuyas relaciones con éstas variaban enormemente. Algu-
casos ambas sublevaciones combinaban sus fuerzas. Generalmente, los caci- nos eran arrendatarios ricos o criados privilegiados; otros, peones endeuda-
ques empezaban por asumir la dirección, aunque no siempre lograban conser- dos que llevaban una existencia de esclavos. Había un tercer grupo, mucho
var el control del movimiento una vez que éste había cobrado fuerza. menor, de trabajadores Ubres y sin tierras, que migraban y trabajaban por
<>| Objetivos: Las protestas por las expropiaciones de tierras y la deman-
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temporadas en las grandes propiedades y que, con frecuencia, iban y venían tíos. Los habitantes de Zozola, al conocer el fin de sus vecinos, prefirieron
de sus empleos en las ciudades. Finalmente, los rancheros constituían una destruir su capital sín esperar una expedición punitiva semejante. Los pro-
pios habitantes de la ciudad quemaron Zozola hasta no dejar restos y huye-
fracción muy reducida de la población rural. ron a las montañas junto con la población del campo circundante. Los azte-
A finales del siglo XIX, la Iglesia, el Estado y los pueblos habían perdido
la mayor parte de sus posesiones en beneficio de los grandes terratenientes. cas no lograron encontrarlos y tuvieron que abandonar Zozola sin haber
Al mismo tiempo, el número de los trabajadores residentes en las haciendas cumplido su propósito.4
y el de los trabajadores sin tierras, eventuales y a veces semi-industriales, Otra revuelta igualmente característica se produjo en el sur de México. Una
había aumentado sustancialmente. Una gran parte de la población rural crónica azteca relata cómo las provincias de Tehuantepec, Xolotla y otras
seguía estando constituida por los habitantes de los pueblos, pero su situa-
ción económica y social se había modificado drásticamente. La mayoría de tan apartadas y remotas de la provincia mexicana y confiando en su gran-
ellos dependía ahora en un grado sin precedentes de las grandes fincas deza y multitud y fortaleza, fueron de parecer de atajar el paso a los de la
nación mexicana, para que no viniesen cada año, como venían, a desnatar
agrarias vecinas.3 y sacar la riqueza que de aquellas naciones sacaban con las golosinas y
¿Cómo se pueden relacionar las ocho características de los movimientos
rurales de los siglos XIX y XX antes anotadas y los modelos de tenencia de cosas bajas que traían, para volver con oro y joyas y plumas y otras cosas
la tierra de esta época con los periodos anteriores de la historia de México? ricas que llevaban, de que volvían cada año cargados.
Éste es el problema principal de que me ocuparé en este ensayo. Y eran tantos los que acudían que en todo el año no se vaciaban los
caminos de estos mercaderes y granjeadores. Porque no solamente se-
LEVANTAMIENTOS RURALES EN LA ÉPOCA PRECOLOMBINA
guían este camino meros mexicanos: seguíanlo, empero, tezcucanos, tepa-
necas, xuchimilcas, chalcas, tlauicas, tlaxcaltecas y cholultecas; finalmen-
En términos de cantidad de violencia interna, el final del siglo XV y el prin- te, de todas estas provincias cercanas y comarcanas al Volcán, y no uno
cipio del xvi constituyen la época más parecida al siglo XIX mexicano, si ni dos de cada ciudad, sino de ciento en ciento, cargados de cosas bajas,
consideramos solamente el periodo histórico sobre el que existen registros conviene a saber: de quesos que ellos hacen de la lama de la laguna,
tortillas de gusanillos, costales de huehuezuelos de moscas marinas, que
escritos. ellos llaman auautü, patos en barbacoa, y otras muchas golosinas de que
En esta época, por una parte, los aztecas intentaron y en gran medida
lograron conquistar la mayor parte del México central y, por la otra, hubo aquellas gentes carecen, y otras muchas maneras de juguetes que ellos
constantes rebeliones de los pueblos y estados sometidos, que se negaban a inventaban, para traer cacao, oro, plumas, piedras preciosas. Lo cual ad-
aceptar el dominio azteca. ¿Eran estas revueltas principalmente luchas por el virtiendo los de aquellas ciudades, habido sobre ello su consejo, determi-
poder entre estados rivales y señores guerreros, o eran semejantes a la mezcla naron de defender la saca tan ordinaria que de sus riquezas se hacia,
decimonónica de conflictos de élite y movimientos rurales con demandas para enriquecer las ciudades mexicanas y provincias, quedando ellos con
específicas vinculadas a los intereses de la población rural? Las fuentes aztecas solas aquellas golosinas y cosas de poco valor.
no dan una respuesta definida a esta pregunta y, a primera vista, estas revueltas Con este acuerdo, puesta gente de guarnición, empezaron a saltear los
no aparecen como movimientos rurales, sino como intentos de recuperar el caminos y a matar gente que de la nación mexicana y de todas las nacio-
poder por parte de las clases superiores tradicionales. nes acudía el trato dicho. Y primero que se viniese a saber en México,
Una revuelta característica de la época azteca se produjo en Yanhuitlán fue grande la matanza que de los mercaderes hicieron, que a cada paso
y Zozola en 1481. Estos estados de la región mixteca habían sido conquista- hallaban los caminos llenos de muertos y comidos de ficras^y de auras.
dos poco antes por los aztecas. Cuando los ejércitos aztecas fueron derrota- De lo cual, cobrando pavor y miedo, no osaban ya venir, ni seguir aquel
dos por un estado rival, Huexotzingo, los gobernantes de Yanhuitlán y de camino.5
Zozola pensaron que había llegado el momento de librarse del yugo mexi-
ca. Se equivocaron, y tuvieron que pagar un alto precio por su error. Los Aunque no hay duda de que los campesinos participaban en muy alto
aztecas enviaron una gran expedición punitiva que destruyó Yanhuitlán y grado en ellas, las crónicas aztecas no nos ofrecen prueba alguna de que las
llevó miles de prisioneros a Tenochtitlan, donde se les alineó frente a la demandas campesinas o las comunidades de los pueblos desempeñaran un
pirámide de Huitzilopochtli, el dios azteca de la guerra, para serle sacrifica- papel importante en el estallido de estas revueltas. Las crónicas aztecas no

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explican por qué se sublevaron Yanhuitlán y Zozola. La indignación de los calculado que en el México central, fuera de Tenochtitlan, vivían 6 948 000
gobernantes de Tehuantepec por las prácticas de los mercaderes aztecas no miembros de calpullís y 3 474 000 mayeques.
refleja necesariamente ni la indignación de los campesinos ni sus intereses. Como en el siglo XIX, la época azteca se caracterizaba por una mayor
Sin embargo, si observamos las estructuras sociales, políticas y económicas movilidad en la propiedad y el control de los recursos que las etapas ante-
que los aztecas imponían a los pueblos sometidos, y si se toman en cuenta riores de la historia. Los aztecas no sustituían a la aristocracia nativa con
las quejas que estos pueblos formulaban, así como los claros indicios de lo miembros de su propia nobleza, sino que sobreimponían su dominio al de
que podría llamarse conciencia de clase campesina, la situación adquiere la clase dominante tradicional. Así, el campesino de las regiones conquista-
das debía soportar una doble carga. Como consecuencia de la conquista
un aspecto diferente. azteca, se le expropiaba al campesinado de las regiones conquistadas gran
En muchos sentidos, el momento de mayor similitud con las condiciones
rurales del siglo xix y principios del XX en México se puede encontrar en la cantidad de tierra y el pueblo sometido se veía forzado a cultivar no sólo
última época prehispánica, en el siglo del dominio azteca que precedió a la las tierras reservadas a su propia clase superior, sino también las del Esta-
conquista española. Tres de las cuatro instituciones o clases sociales que do azteca y la nobleza azteca. Al mismo tiempo, se les exigían múltiples
poseían la mayor parte de la tierra en el siglo XIX también estaban presentes impuestos y diezmos de otros tipos. Estaban forzados a proporcionar ali-
en la época azteca. El equivalente de los hacendados eran en el siglo xv los mentos y otros productos a los ejércitos aztecas que pasaban por sus terri-
nobles indios, tanto del Valle de México como de los pueblos sometidos por torios, y estaban obligados a comerciar con los mercaderes aztecas en las
los aztecas. Muchos de estos nobles poseían grandes extensiones agrarias, condiciones y precios impuestos por éstos.
cuyos productos se vendían en el enorme mercado de Tlatelolco así como en Las quejas contra el dominio azteca que expresaban los gobernantes de
los grandes mercados de otras ciudades mexicanas. A diferencia de sus suce- los estados conquistados contienen muy claras demandas campesinas. Éstas
sores de los siglos Xix y xx, sin embargo, los nobles aztecas dependían mucho fueron claramente expresadas por el gobernante de la ciudad totonaca de
más del Estado. Gran parte de sus tierras les eran entregadas no como pro- Cempoala, cuando le contó a Hernán Cortés las extorsiones de los aztecas.
piedad privada sino como posesiones vinculadas a puestos oficiales, burocrá- Este gobernante, llamado por los españoles el "cacique gordo" (eran inca-
ticos. La pérdida de esos cargos significaba la pérdida del disfrute de la tierra paces de pronunciar su nombre), les dijo a los españoles (según el conquis-
asociada a ellos. Ni el cargo ni la tierra eran automáticamente hereditarios. tador Bernal Díaz del Castillo) "que cada año les demandaba muchos hijos
En la práctica, sin embargo, a menos que conspiraran contra su gobernante, e hijas para sacrificar, y otros para servir en sus casas y sementeras; y otras
muy pocos nobles eran relevados de su cargo y en realidad sus hijos solían muchas quejas, que fueron tantas, que ya no se me acuerda; y que los
heredar tanto los títulos como la riqueza de sus padres. recaudadores de Montezuma les tomaban sus mujeres e hijas si eran her-
Como la Iglesia mexicana del siglo xix, el clero indígena (tanto el de los mosas, y las forzaban; y que otro tanto hacían en toda aquella tierra de la
aztecas como el de los pueblos sometidos) poseía grandes extensiones de lengua totonaque, que eran más de treinta pueblos".
tierra. Como en las épocas posteriores de la historia mexicana, las comuni- Los estados rebeldes no sólo expresaban así las demandas campesinas
dades (conocidas como calpulüs en el centro de México) también disponían sino que la organización social de muchos de esos estados dominados por
de una gran parte de la tierra. El Estado era la única institución que de- los aztecas permitía que las clases inferiores aún tuvieran una fuerte in-
sempeñaba un papel diferente en la época azteca. El Estado azteca era fluencia en la toma de decisiones. Según uno de los más fiables y conocidos
mucho más poderoso y activo en términos económicos que sus sucesores de los cronistas españoles, Alonso de Zurita, que describe la organización
del siglo XIX y principios del XX. Poseía importantes extensiones de tierra, social de los matlatzincas, un estado sometido a los aztecas, los reyes "trata-
la cual alquilaba a los funcionarios o era cultivada directamente para el ban tan bien a su gente y vasallos que siempre los llaman padres, hermanos
propio Estado. También disponía de gran parte de las rentas de las tierras e hijos, según su edad, y tenían gran cuenta con su acrecentamiento, y cada
uno trabajaba de lo hacer mejor que su predecesor, porque el que se hacía
arrebatadas a los pueblos sometidos.6 tirano, ahora fuese de los supremos, o de los otros, era ley que le despo-
Las clases inferiores de la sociedad rural estaban compuestas esencial-
mente por miembros de las comunidades de los pueblos, designadas gene- seían y elegían otro en su lugar; y los que dan esta relación dicen que
ralmente como calpulüst y de siervos sin tierras llamados mayeques, que vieron uno desposeído porque gobernaba en daño de sus vasallos".9
trabajaban las tierras privadas o estatales. En muchos sentidos, los maye- Incluso en aquellos casos en que el dominio de la clase superior estaba
ques eran el equivalente de los peones del siglo XIX. Woodrow Borah ha más sólidamente entronizado, el precio que las clases inferiores de la socie-

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dad debían pagar si se levantaban contra los aztecas y eran derrotados era Tal vez la más clara expresión de la existencia de un profundo antagonismo
tan alto (todos serían sacrificados a los dioses en Tenochlitlan) que habría entre las clases bajas de la sociedad y la aristocracia la encontramos en la
sido muy difícil para los gobernantes provocar una sublevación sin estar ciudad de Cuetaxtla, que formaba parte del imperio azteca. Las clases inferiores
seguros del apoyo de esas clases. de Cuetaxlla eran tan hostiles a sus propios gobernantes que tomaron el partido
Aun cuando no hay instancias documentadas de rebeliones exclusiva- de los aztecas cuando la aristocracia de la ciudad se alzó en armas para poner
mente campesinas o de las clases bajas en tiempos aztecas, hay por lo me- fin al dominio de Tenochtitlan. Los plebeyos consideraban que la rebelión era
nos dos ejemplos de rebeldía de las clases inferiores, aunque no de rebelión inútil y que ellos tendrían que pagar el precio. Se disociaron de la nobleza y
abierta. Ambos casos expresan la resistencia a luchar por las clases altas de pidieron a los aztecas que les perdonaran la vida. Las palabras que utilizaron
la sociedad. Documentan claramente la existencia de algún tipo de concien- eran notablemente similares a la terminología de los revolucionarios campe-
cia popular de clase en el México prehispánico. sinos de muchas otras partes del mundo.
El primero de estos movimientos tuvo lugar en la propia Tenochtitlan.
En 1427, tras la muerte del gobernante de Atzcapotzalco, al que los aztecas ¿Por que os vengáis de nosotros, que no os hemos enojado, ni inju-
habían servido hasta entonces, la nobleza azteca decidió que había llegado riado, ni inquietado, y dejáis vivos a estos malditos ladrones de nues-
el momento de sacudirse el dominio de Atzcapotzalco y de asumir el poder tros principales y señores, que ellos son los que nos traen y acarrean la
en el Valle de México. La gente común (que eran entonces principalmente muerte?
campesinos) no quería este tipo de guerra y protestó. Finalmente, ambos Nosotros, ¿no os damos nuestros tributos? ¿Danlos por ventura ellos?
grupos llegaron a un acuerdo. La nobleza declaró ante los plebeyos: "Si no Todo sale de nuestro sudor y trabajo: si damos mantas, ¿danlas ellos o
saliéremos con nuestro intento, nos pondremos en vuestras manos para que íbanlas a tejerlas? Nosotros y nuestras mujeres, ¿no las hacemos? Si dan
nuestras carnes sean mantenimiento vuestro y allí os venguéis de nosotros y cacao, oro, piedras, plumas y pescado, ¿nosotros no lo damos y ofrece-
nos comáis en tiestos quebrados y sucios, para que en todo nosotros y mos a nuestro señor Motecuhzoma y a nuestros señores los mexicanos?
nuestras carnes sean infamemente tratadas". A cambio, los plebeyos decla- Cesad, mexicanos de nos herir y maltratar y dejadnos hablar y oíd lo que
raron: "Y así nosotros nos obligamos, si salís con vuestro intento, de os os queremos decir. [...]
servir y tributar y ser vuestros terrasgucros y de edificar vuestras casas y de Lo que queremos decir es que pedimos justicia contra nuestros seño-
os servir, como a verdaderos señores nuestros, y de os dar nuestras hijas y res, y queremos sean muertos y destruidos y castigados, pues ellos han
hermanas y sobrinas, para que os sirváis de ellas. Y cuando fuéredes a la sido causa de estos males.
guerra, de os llevar vuestras cargas y bastimentos y armas a cuestas y de os
servir por todos los caminos por donde fuéredes y, finalmente, vendemos y También decían que sus señores les habían tratado con la mayor feroci-
sujetamos nuestras personas y bienes en vuestro servicio para siempre". dad posible, que los habían tiranizado y cargado de tributos demasiado altos
La nobleza azteca triunfó y el resultado fue una mayor sujeción de los y "que todo su oficio era comer y beber a costa del común," jugar y holgar y
plebeyos, y nuevas tierras para los nobles en las ciudades recién conquistadas. placeres y pasatiempos muy ordinarios".1
En este caso, los aztecas mostraron una conciencia de clase por lo me-
A la gente común que en esta guerra se halló, como a hombres cobardes nos tan fuerte como la de los campesinos. Los comandantes militares azte-
y llenos de temor, que se habían juramentado de servir a los señores y cas, que generalmente no se tentaban el corazón a la hora de matar, repen-
vencedores, por animarlos y avergonzarlos de su poco corazón, no les tinamente mostraron una sorprendente resistencia. "No tenemos derecho a
quisieron dar tierras ni otra cosa ninguna, salvo a los que mostraron al- matar a nadie excepto en la batalla", declaró el jefe de las fuerzas de
gún corazón y brío y deseo de se mostrar. Y a todos los demás los echa- ocupación azteca en Cuetaxtla. "Ante todo, hay que pedir consejo a Mocte-
ron por ahí, como a gente de poco valor, lo cual no pocos sintieron y no zuma." Y Moctezuma, que había querido que fueran asesinados todos los
poco hizo al caso para lo de adelante.11 habitantes de Cuetaxtla, manifestó dudas y vacilaciones. En las discusiones
con su consejero, Tlacaelel, dijo que la ejecución de la nobleza de Cuetax-
Esta historia se puede considerar como un hecho real o como una cons- tla parecía problemática, "porque como eran señores y semejanza de los
trucción ideológica cuyo propósito sería justificar los privilegios de la nobleza dioses, [éstos tal vez] se ofenderían en ello, o cometerían algún sacrilegio".13
azteca. De un modo u otro, refleja la tajante división social de Tenochtillan. Esta actitud se parece mucho a la de los posteriores gobiernos mexicanos,

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que con frecuencia eran más indulgentes con los caciques que encabezaban masiva, éstos se concentraron principalmente en la periferia de la Nueva
una rebelión que con los campesinos que los seguían. España. Las áreas centrales del país se mantuvieron mucho más estables y
En general, aunque faltan datos directos semejantes a los que documen- tranquilas que nunca antes o después del dominio colonial.
tan el siglo XIX, creo que muchas de las revueltas contra el dominio azteca Los conflictos armados que se produjeron en el campo durante la Colonia
se asemejan a las alianzas del siglo XIX, entre campesinos y caudillos regio- se pueden dividir en tres tipos, cada uno de ellos específico de cierta región.
nales, contra el dominio del gobierno federal con centro en el mismo valle Primero, están las rebeliones locales que tenían por objeto corregir agravios
de México, tal como en la época prehispánica. específicos de la administración colonial, más que proponerse derrocar el
Los conquistadores aztecas expropiaban en gran escala las tierras comu- sistema colonial in toto. Este tipo de movimientos se encuentran en las regiones
nales o el trabajo comunitario. A veces, los señores aztecas se apropiaban centrales y el sur. Segundo, están los movimientos de los pueblos no conquis-
de tierras de los nobles o de los campesinos locales, de la misma manera tados, que se resistían a los intentos de colonización de los españoles. Éstos
que lo harían sus equivalentes de los siglos XIX y XX. Otras veces, el Estado quedan confinados sobre todo a la frontera norte de México. Finalmente,
azteca, aunque nominalmcnte dejaba la tierra en posesión de sus dueños tenemos los levantamientos a gran escala, contra el sistema colonial en su
originales, los forzaba a trabajarla para el estado y a entregar sus cosechas conjunto, de grupos que sólo habían aceptado superficialmente las normas
a Tenochtitlan. Como la mayoría de los gobiernos del siglo XIX, los aztecas españolas y la religión cristiana, y que buscaban restaurar algunos elementos
nunca lograron legitimidad a los ojos de muchos de sus subditos. Las re- de lo que ellos consideraban que había sido el orden social, económico y
vueltas eran frecuentes y, como en el siglo XIX, a menudo las sublevaciones religioso prehispánico. Éstos solían producirse principalmente en la periferia
de los caciques regionales se confundían con los movimientos campesinos. sur del país.
De la misma manera que las revueltas del siglo XIX y principios del XX El tipo de revueltas relativamente locales y de objetivos restringidos que
culminaron finalmente en la Revolución de 1910, las frecuentes revueltas caracterizó a las regiones centrales de México es objeto de un capítulo de la
contra los aztecas culminaron finalmente en la rebelión nacional que se notable monografía de William B. Taylor, Embriaguez, homicidio y rebelión en
produjo en conjunción con la conquista española de México. las poblaciones coloniales mexicanas.' Como indica el título, este libro se centra
Según muchos investigadores, cuyas opiniones siguen siendo controverti- en la marginaüdad y la inquietud sociales entre los habitantes de los pueblos
das, las rebeliones rurales prehispánicas no se limitaron al periodo azteca. libres. Lo que se puede concluir del examen de las insurrecciones ocurridas
J. Eric Thompson sugiere que los levantamientos campesinos pueden ha- en 142 pueblos que hace Taylor es que eran de pequeña magnitud, general-
berle dado el golpe de muerte a la civilización maya clásica, en los siglos mente confinadas a la comunidad de un pueblo en particular, y sólo raras veces
vin, ix y X. Otros consideran que las revueltas rurales pueden haber teni- estaban encabezadas por forasteros. Solían ser muy espontáneas y suscitadas
do similares consecuencias para la civilización teotihuacana.15 Las revueltas por diversas cuestiones de índole muy local. Sólo ocasionalmente se referían
de los pueblos fronterizos hasta entonces subyugados probablemente contri- a disputas por tierras, y no estaban vinculadas de una manera evidente a los
buyeron a la caída de Tula. Los datos principalmente arqueológicos que cíelos agrícolas o a crisis económicas más generales. El estudio de Taylor se
existen no permiten ninguna conclusión definitiva a este respecto, y los ha- refiere principalmente al siglo xviii; los trabajos de otros autores indican que
llazgos son polémicos. Lo significativo es que Mesoamérica (que abarcaba los levantamientos fueron mucho menos frecuentes en las regiones centrales
en la época prehispánica el centro y el sur de México, así como parte de de la Nueva España durante los dos siglos precedentes.1
Centroamérica) es la única región de América Latina donde los alzamien- ¿Cuáles son las causas principales de los dos siglos y medio de relativa
tos rurales son una posible fuerza motriz en este periodo histórico. No se pasividad rural en el México central, durante los cuales las sublevaciones se
ha planteado seriamente ninguna hipótesis semejante para otras civilizacio- limitan casi siempre a pequeños estallidos? Hay que tratar por separado dos
nes prehispánicas del continente americano. problemas. El primero se refiere a las causas de la ausencia de una resistencia
armada contra los conquistadores españoles y de la relativa facilidad con que
LAS REVUELTAS RURALES DURANTE EL DOMINIO ESPAÑOL establecieron su dominio en el centro de México tras la caída de Tenochtitlan.
El segundo se refiere a las causas de la prolongada pasividad del campo bajo
La única época que aparece como una excepción en cuanto a la cantidad, la el dominio español.
magnitud y la importancia de las sublevaciones rurales es la época colonial. La primera pregunta es un tanto más fácil de responder que la segunda.
Aunque sí se produjeron levantamientos rurales, incluso a veces a escala Una vez que la nobleza azteca se hubo rendido a Cortés, los nobles de la

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mayoría de los estados centrales de México, incluidos los del poderoso im- Los conflictos del segundo tipo — entre los pueblos y otras fuerzas de la
perio tarasco, que tan eficazmente se había resistido a los aztecas, hicieron sociedad (terratenientes, Iglesia, Estado, funcionarios locales, etcétera) — fue-
otro tanto. Esta aceptación del dominio español fue resultado de la apáren- ron frecuentes durante la época colonial y, al final, muchos pueblos perdieron
le superioridad militar española, y de que los españoles aseguraron a la las tierras y derechos tradicionales que habían conservado durante largo tiem-
nobleza local que podría conservar sus privilegios e incluso gran parte de su po. El hecho de que estos acontecimientos produjeran pocas confrontaciones,
poder y de sus tierras. En los primeros años después de la Conquista, esto sólo localmente significativas, en el México central, se debe a ciertas caracte-
no fue una promesa vacía. Debido a su número relativamente pequeño, los rísticas especiales de la administración colonial española y ciertos efectos
españoles necesitaban aliados para mantener su poder en el centro de Mé- singulares del dominio español sobre la sociedad indígena.
xico. Si los campesinos hubieran querido levantarse contra los españoles, La época colonial puede haber sido la única época de la historia de
habrían tenido que enfrentarse también a sus jefes tradicionales, muchos de México, antes de la revolución de 1910, en que e! Estado llevó a cabo un
los cuales habían encabezado en otro tiempo revueltas rurales contra los esfuerzo consciente para proteger a las comunidades de los pueblos. Estos
aztecas, pero eran ahora aliados de los conquistadores. En cualquier caso, esfuerzos, en que participaron importantes sectores de la Iglesia, reflejan el
no hay indicios de que los campesinos se sintieran inclinados a sublevarse temor común tanto de la Iglesia como del Estado a que la nobleza local
contra los españoles, ya que éstos fueron percibidos al principio como libe- española se volviera demasiado fuerte y por tanto demasiado inde-
radores del yugo azteca, que muchos campesinos consideraban extremada- pendiente. Tal vez otro factor todavía más importante fue el hecho de que
mente oneroso. Estaban acostumbrados a pagar tributo a una clase domi- los pueblos Ubres proporcionaban importantes ingresos fiscales tanto a la
nante, de manera que las exigencias de tributo de los españoles fueron Corona como a la Iglesia.10
aceptadas. Los españoles habían vencido y por tanto se consideraba que sus Como resultado, los indios podían buscar y, en ocasiones, obtener ayuda
dioses eran superiores, y la conversión al cristianismo se convirtió en un tanto del sistema judicial español como del clero. Tal vez sea aún más
fenómeno de masas, tanto más fácil de aceptar cuanto que la Iglesia estaba importante la legitimidad que adquirieron la Corona y la Iglesia a los ojos
dispuesta a tolerar un alto grado de sincretismo religioso. Las autoridades de muchos indios gracias a sus esfuerzos por contener a los hacendados y
coloniales, al principio por lo menos, declararon que aceptarían las estruc- encomenderos. Durante largo tiempo, esta legitimidad constituyó un pode-
turas de propiedad existentes; sólo aquellas tierras y propiedades pertene- roso obstáculo para cualquier ataque profundo contia el sistema colonial
cientes a los gobernantes aztecas serían confiscadas por los españoles. La español. La mayoría de las rebeliones estaban dirigidas contra los funciona-
carga tributaria sería similar a la que pedían los aztecas. rios locales, y generalmente los indios estaban convencidos de que, si la
Pronto quedó claro que los encomenderos españoles no estaban dispues- Corona conocía sus problemas, los remediaría.
tos a aceptar las limitaciones en cuanto al servicio de los indios que les En el primer siglo de dominación española, los esfuerzos de la Corona por
imponía la Corona, y el nivel de tributos se volvió mucho más oneroso que mantener la integridad de las comunidades de los pueblos pueden haber tenido
en tiempos aztecas, tal como observaron funcionarios españoles como el consecuencias más radicales. Estos esfuerzos condujeron a una especie de
oidor Alonso de Zurita.19 Sin embargo, los crecientes excesos de los con- reforma agraria instituida por las autoridades españolas. Durante el dominio
quistadores no produjeron grandes estallidos de descontento campesino si- azteca, entre el treinta y el cincuenta por ciento de la población rural del centro
no hasta el siglo xvm y, sobre todo, el XIX. de México no tenía al parecer tierra propia y vivía fuera de las tradicionales
Hemos visto ya que dos tipos de conflictos estaban íntimamente vincula- comunidades-pueblos. Estos campesinos sin tierras eran esclavos, siervos o
dos a los levantamientos rurales en el periodo azteca y en los siglos XIX y arrendatarios, que trabajaban para la nobleza o el Estado. Su número tendió
XX: aquellos en que las élites luchaban entre sí movilizando a los campesi- a disminuir en el primer siglo de dominio español y, gradualmente, muchos de
nos consigo, y aquellos en que las comunidades de los pueblos chocaban ellos fueron trasladados a los pueblos por los españoles, que les otorgaron
con otras fuerzas. ¿Estuvieron presentes estos dos tipos de conflictos en la todos los derechos de propiedad comunal de la tierra.21
era colonial? Pero el factor más importante que inhibió cualquier tipo de sublevación
A diferencia de otras partes del imperio español, como Perú, no se pro- masiva de los indios fue la catástrofe demográfica, enorme y sin precedentes,
dujeron importantes conflictos armados entre la élite de la Nueva España que sufrieron los indios del centro de México. Woodrow Borah ha calculado
hiisla los últimos tiempos del dominio español. El análisis de las causas de que, en un lapso relativamente corto, la población india del centro de México
esta "armonía" nos llevaría fuera del tema de este trabajo. disminuyó de cerca de veinte, a menos de dos millones de habitantes.22 Aunque

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existen estimaciones más conservadoras, es evidente que a corto plazo muchos mos llamar marginales. Durante la época colonial, los residentes de las ha-
resistentes potenciales murieron. Los que sobrevivieron estaban desorganiza- ciendas, o peones, como solía llamárseles, parecen haber consistido en dos
dos — su organización social tradicional había sido destruida— y desmorali- amplias categorías: los que vivían en fincas donde la mayor parte del traba-
zados por la catástrofe. En contraste con la época azteca, y con los siglos XIX jo era realizado por residentes permanentes y los que vivían en fincas don-
y XX, la confiscación a gran escala de tierras comunales de los pueblos podía de esos peones residentes sólo constituían una especie de estructura míni-
ahora realizarse de forma "indolora", porque sus habitantes estaban muertos. ma. El primer tipo de finca, que durante largo tiempo se creyó
La presión demográfica al final de los tiempos aztecas había conducido al erróneamente que era el predominante en México, se concentraba en reali-
cultivo de tierras marginales, cuyo rendimiento era con frecuencia bajo y estaba dad a lo largo de la frontera norte.2"1 En el resto del país, la mayor parte del
sujeto a extremas fluctuaciones. Como resultado de la desaparición de la mayor trabajo de las haciendas era realizado por trabajadores eventuales que vi-
parte de la población rural azteca, se manifestaron dos tendencias contradic- vían en los pueblos adyacentes o por trabajadores migratorios, generalmen-
torias: por una parte, la presión sobre los campesinos restantes para que te empleados solamente durante las temporadas de siembra o de cosecha.25
produjeran más y trabajaran más intensamente puede haber aumentado; por Con frecuencia se ha supuesto que la mayoría de los peones eran peones
otra parte, la escasez de mano de obra aumentó su valor y el tratamiento que endeudados, y que la deuda era simplemente un medio que utilizaba el
recibía la población rura!, así como su nivel de vida, pueden haber mejorado. hacendado para atar el peón a su finca. Sin duda, así era en ocasiones.
Además, como resultado de la disminución de la población indígena, ésta se Pero en otros casos, la deuda representaba algo muy distinto: una especie
concentró en las mejores tierras y ya no dependía tanto del cultivo de terrenos de bonificación que ofrecía un hacendado para atraerse trabajadores en
marginales. épocas de escasez de mano de obra. En este último caso, la deuda era un
La consecuencia a largo plazo de ese colapso demográfico fue que, con- privilegio. El estatus de los peones podía por tanto variar desde el de cria-
forme la población india se fue recuperando de la catástrofe y aumentando, dos privilegiados hasta el de casi esclavos. En las regiones centrales del
en el siglo xvm, las tierras otorgadas a los pueblos en los siglos XVI y XVH país, muchos peones pueden haber constituido una minoría mejor retribui-
resultaron a menudo insuficientes para mantener a una población ahora da que los trabajadores eventuales de los pueblos cercanos.26 Tenían asegu-
numerosa. No había otras tierras disponibles para ellos, debido a la tremen- rada la ayuda de las haciendas en tiempos de hambruna u otras catástrofes
da expansión de las haciendas y de las posesiones de la Iglesia que había naturales, y subsidios o préstamos de los propietarios de la hacienda para
tenido lugar entre tanto. " Esta nueva presión sobre la tierra, aunque sólo sus ceremonias como bodas, bautizos, etcétera. En otros momentos y otras
fue uno entre muchos factores, explica en parte el aumento del número de regiones, especialmente en el sureste de México, los peones vivían mucho
alzamientos rurales que culminaron en las guerras de independencia, a peor que los habitantes de los pueblos libres que habían conservado am-
principios del siglo XIX. Una creciente inquietud rural se manifestaba'en plias extensiones de tierras fértiles. En ambos casos, no puede sorprender-
todas las regiones indias del continente americano. Sin embargo, era menos nos que los peones de las haciendas fueran menos proclives a la revuelta
acentuada en el México del siglo xvm, por ejemplo, que en Perú, donde que los habitantes de los pueblos del centro de México. Por lo que toca a
estalló la mayor revuelta india de la historia en la segunda mitad del siglo los criados privilegiados, los motivos de su actitud son evidentes. A los
xvm. Dos de los principales factores que tal vez impidieron que los levan- otros los aislaban y controlaban eficazmente los propietarios de las fincas.
tamientos mayorit ariamente indios, como ése, se extendieran y se volvieran Tampoco hay pruebas de que los peones tuvieran más tendencia a rebe-
regionales o incluso nacionales en México fueron 1] la diversidad cultural, larse en el norte de México. En las fincas situadas en la frontera india,
lingüística y tribal de la población indígena y 2] las rivalidades que existían donde los peones residentes constituían el grueso de los trabajadores de la
entre esos grupos diferentes. Los nahuas nunca ocuparon en México la hacienda, no eran una minoría privilegiada respecto de otros sectores de la
posición preponderante que ocupaban los quechuas en Perú. Además, la población rural del norte. Sin embargo, el hacendado tenía otra forma de
naturaleza del imperio azteca había sido tal que nunca pudo generar mitos asegurarse el control sobre ellos: dependían de las fuerzas armadas de la
sobre un pasado glorioso, como los que tanto inspiraban a los revoluciona- finca para que los protegieran de los indios nómadas. A pesar del salvajis-
rios peruanos cuando pensaban en los tiempos incas. mo y la frecuencia de los ataques apaches, los Sánchez Navarro, que po-
Además de los habitantes de los pueblos, cuyos movimientos sociales ha seían uno de los más grandes complejos agrícolas del norte, no armaban a
estudiado Taylor, hubo otros dos grupos en el campo que han sido objeto sus peones. Contaban con la protección de una fuerza especial creada por
de mucho menos estudios: los residentes de las haciendas y los que podría- los terratenientes. Esto, evidentemente, disminuía de un modo significativo

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su potencial de revuelta. En muchas haciendas del norte, en regiones como Al avanzar por el norte del país, los españoles solían encontrar una empeci-
Zacatecas, que no estaban amenazadas por los indios nómadas, las condi- nada resistencia. Las tribus del norte nunca habían sido conquistadas por
ciones laborales de los residentes parecen haber sido más favorables que en los aztecas u otros forasteros, ni estaban acostumbradas a pagar tributo a
el centro y el sur del país. Esto puede haberse debido tanto a la escasez de una clase dominante. Nunca habían conocido nada comparable a la nobleza
mano de obra como a la necesidad de atraer trabajadores de otras regiones de Tenochtitlan. Su existencia nómada les permitía soportar mejor las ma-
de México. Sin embargo, a fines del siglo XVIII, un número creciente de tanzas españolas y renovar su resistencia incluso tras una aparente derrota.
residentes de las haciendas del norte parecen haber desarrollado un nuevo Así ocurrió en las espectaculares guerras chichimecas, entre 1550 y 1600,
tipo de conciencia. Así lo atestiguan no tanto las rebeliones violentas como que constituyeron una grave amenaza al control colonial de la Nueva Espa-
el número cada vez mayor de peticiones presentadas ante las autoridades ña.32 La causa española no se vio favorecida por la escasez de colonos
coloniales. En esas peticiones, solicitaban su reconocimiento como pueblos españoles que quisieran dejar las zonas bien pobladas y ricas del centro de
libres y pedían al gobierno español que les otorgara tierras propias, con México y ocupar los territorios recién conquistados, a la manera de los
frecuencia pertenecientes a las fincas en que estaban trabajando. angloamericanos que colonizaron Norteamérica al norte del Río Bravo.
Otro grupo social que también merece más atención de la que ha recibi- Los esfuerzos iniciales de los españoles por vencer la resistencia de los
do hasta ahora es el de los llamados marginales. Se trata de mestizos e indios del norte se distinguieron por una excepcional brutalidad. Las for-
indios que dejaban sus pueblos, sobre todo en el siglo xvm, cuando como mas tradicionales de sometimiento, como la encomienda y el repartimiento,
resultado del aumento de población muchos no podían recibir tierras de sus fueron sustituidas por la esclavitud a gran escala, y por la deportación de
comunidades. Aunque algunos abandonaban definitivamente el campo y se muchos indios para su venta en otras partes del país. Pero en el curso del
instalaban en las ciudades, otros vagaban hacia el norte. Algunos de ellos siglo XVII, reconociendo el fracaso de estas estrategias, los españoles adop-
constituyeron un proletariado semiurbano que se desarrolló principalmente taron una táctica nueva. Ésta se basaba en el uso de misioneros españoles,
en la región del Bajío. Estos hombres trabajaban parte del tiempo en las que habían tenido mucho éxito en la implantación del dominio español en
ciudades y parte del tiempo en las grandes fincas, como trabajadores tem- el centro de México. Habían sido enviados allí para preparar el terreno
porales.29 Otros llegaron más al norte y recibieron tierras como colonos en para el dominio secular español y el control de los indios por los encomen-
las colonias militares de la frontera escasamente poblada de México. deros. Los jesuítas y los franciscanos eran estudiosos, sacerdotes, maestros
No hay datos de que estos dos grupos marginales participaran en el tipo y administradores. Aprendieron la lengua de los indios, los convirtieron al
de pequeñas insurrecciones de pueblos que Taylor describe. Pero los mine- cristianismo, les enseñaron los métodos de cultivo y las artesanías europeas
ros y los trabajadores temporales del Bajío llevaron a cabo amotinamientos e introdujeron nuevos animales en los pueblos. Intentaron ganarse la lealtad
masivos, como el de 1767, que tuvo mucho en común con el alzamiento de y la confianza de las élites tradicionales de los pueblos, y designaron a
1810. Estos trabajadores semiindustriales iban a constituir uno de los ele- miembros de éstas para ocupar cargos en las aldeas. Los indios no tenían
mentos centrales de las revoluciones nacionales que sacudieron México tan- que pagar tributos, sino sólo mantener a los misioneros. Tras un periodo
to en 1810 como en 1910.30 Los marginales del Bajío se levantaron en 1810, inicial de por lo menos diez años, una vez que los indios "mísíonizados" se
pero los colonos militares del norte permanecieron pasivos o incluso leales consideraban pacificados y habían aprendido los rudimentos del cristianis-
a la Corona española. Un siglo más tarde, los hombres de la frontera norte mo y la civilización española, los misioneros del centro de México, muy a su
conformarían el núcleo de la revuelta en el norte de México, mientras los pesar, tuvieron que dejar paso a las autoridades civiles y el clero regular.
del Bajío permanecían en general pasivos. En la frontera norte, la estrategia misionera hubo de cambiar y adaptarse
Hasta aquí nos hemos ocupado de las rebeliones locales destinadas a a circunstancias completamente nuevas. Estaba claro para los jesuítas, los
corregir agravios particulares y, como tales, confinadas principalmente a la franciscanos y finalmente las autoridades españolas, que en el norte las misiones
región central. El segundo tipo de inquietud rural fue un movimiento de no podrían ser una etapa pasajera como habían sido en la región central. Los
resistencia, que encontramos principalmente en el norte y que surgió en el indios del norte nunca se someterían a las autoridades seculares españolas.
curso de los intentos españoles por ampliar y consolidar su dominio. Los Los cambios que los misioneros tendrían que introducir en el estilo de vida
conflictos y las luchas que se produjeron en la frontera norte de México de los indios del norte serían mucho mayores que los que habían efectuado
seguían un modelo diferente, eran de una magnitud distinta y evolucionaron en el México central para consolidar el control sobre sus pupilos. En el centro
en una escala de tiempo enteramente distinta que los del México central. del país, donde los indios eran sedentarios y residían en pueblos más grandes,

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los misioneros no tuvieron que realizar traslados de población tan radicales li/ada era la organización social de los indios, más probable era que los
como en el norte, aunque en la época de la mayor mortandad de los indios, misioneros pudieran encontrar aliados que les ayudasen a ejercer un control
los habitantes que quedaban en los diezmados pueblos podían ser concentrados social efectivo. Un tercer factor era el grado en que los misioneros lograban
en una sola comunidad. Los indios del norte eran nómadas y vivían en grupos proteger a sus pupilos del dominio de las autoridades seculares españolas y
pequeños. Los misioneros pensaban que sólo podrían controlarlos si los con- del flujo de colonos españoles. Un cuarto factor era la incidencia de enferme-
gregaban en grandes poblaciones. Tras la conversión, ésta era la primera dades y epidemias. Al congregar a los indios de caseríos muy distantes en
exigencia que plantearon los misioneros a sus pupilos: que vivieran en las grandes poblaciones, los misioneros a menudo contribuían a la difusión de las
misiones bajo la supervisión de un sacerdote jesuíta o franciscano. A conti- enfermedades.35 Finalmente, estaban las consecuencias económicas de la in-
icrvención de los misioneros.
nuación, los misioneros procuraron modificar el modelo de subsistencia de los
indios. Allí donde los indios habían vivido de la caza y la recolección, se La actuación de los misioneros entre los yaquis y los tarahumaras ilustra
introdujo la agricultura. Incluso para aquellas tribus que ya habían practicado muy bien la importancia de estos factores. Los yaquis vivían en el norte de
la agricultura, la vida cambió radicalmente. Se promovieron nuevos instrumen- México, en la zona que penetraron los jesuítas a mediados del siglo xvii.
tos como el arado, y nuevos cultivos. Los misioneros llevaron ganado y animales Tras breves luchas, a principios de siglo, con las tropas españolas, los pro-
que los indios americanos precoloniales no conocían: vacas, caballos, cerdos, pios jefes yaquis llamaron a los misioneros y durante más de un siglo se
etcétera. Cada familia recibió una parcela de tierra suficientemente grande sometieron completamente a su control. Aceptaron fácilmente las indicacio-
para alimentarse y se les permitía trabajarla durante cierto número de días nes de los jesuítas para concentrar su población, dispersa en varios cientos
(tres días a la semana entre los indios yaquis de Sonora). A diferencia de los de las llamadas rancherías, en ocho poblaciones compactas. Aceptaron un
indios del México central, los pupilos de las misiones no tenían que trabajar nuevo y complejo sistema de organización tribal. Los jesuítas implementaron
para terratenientes o autoridades españoles. Pero los misioneros sí les exigían nuevos métodos de agricultura intensiva y ios yaquis adoptaron animales do-
que trabajaran las tierras comunales durante una cantidad específica de tiempo. mésticos. Se sublevaron sólo una vez durante la época colonial española, en
Los rendimientos de estas tierras se usaban para muy diferentes propósitos: ¡740, y su revuelta fue de una duración e intensidad limitadas. De hecho
para sostener a los misioneros, para mantener a la población india en tiempos permitieron que los misioneros abandonaran vivos el territorio yaqui y que
volvieran una vez acabada la revuelta.
de escasez y hambrunas, y para financiar las actividades de las órdenes religiosas
en otras partes del país o incluso en otras partes del mundo. No puede decirse otro tanto de la actividad de los misioneros entre
En el México central, tanto los misioneros como la Corona española los tarahumaras, que produjo algunos de los alzamientos indios más san-
habían intentado debilitar y desmantelar cualquier autoridad india por enci- grientos de la historia colonial española: en 1646, 1650, 1684 y de nuevo
ma del nivel del pueblo. En el norte, donde no habían existido tales autori- en 1698. Muchos de los misioneros perecieron. Los campamentos fueron
dades, eran ¡os misioneros quienes a menudo instauraron por primera vez desmantelados. Después del último de estos levantamientos, los tarahuma-
autoridades indias para los pueblos, o incluso tribales. Estas autoridades se ras simplemente se desvanecieron en las montañas prácticamente inaccesi-
convirtieron en el medio a través del cual los misioneros procuraban gober- bles de la Sierra Madre. Sólo una minoría mantuvo los vínculos con los
misioneros.
nar a sus pupilos.
En ocasiones, la estrategia de los misioneros obtuvo éxitos espectacula- La primera diferencia entre las dos tribus fue su modelo de poblamiento.
res, a veces fracasos abyectos. En general, funcionó mejor que las anteriores Ambas habían vivido en rancherías muy dispersas, antes de la llegada de los
estrategias españolas de colonización del norte. Varios factores se pueden misioneros; pero las rancherías yaquis eran relativamente grandes y consta-
considerar fundamentales para el éxito de los misioneros. El primero era el ban de varias familias, a veces hasta de varios cientos de personas. Las de
grado de movilidad y dispersión geográfica de los indios que los misioneros los tarahumaras rara vez trascendían los límites de una sola familia. La con-
intentaban colonizar. Cuanto más nómadas y dispersos los indios, menos éxi- centración que los jesuítas trataron de imponer fue por tanto mucho más
to tenían ¡os misioneros. Ni los jesuítas ni los franciscanos se acercaron si- extraña para los tarahumaras que para los yaquis.36
quiera a "misionizar" a los apaches o los comanches. La eficacia del control Ambas tribus tenían una forma relativamente igualitaria de organización
dependía de que se lograra concentrar a la tribu en un número limitado social y ninguna había estado expuesta a ningún tipo de autoridad central.
de lugares. El segundo factor era el grado de estratificación y centralización Pero a diferencia de los tarahumaras, los yaquis habían conocido por lo
social dentro de las comunidades o tribus. Cuanto más estratificada y centra- menos los rudimentos de una organización centralizada durante las épocas

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de guerra con los vecinos indios mayos. Así, también la centralización era ya fuera indio o blanco, recibiría tierra y ayuda de la administración colonial.38
más fácil de aceptar para los yaquis que para los tarahumaras. A cambio, debía permanecer por lo menos diez años en el campamento y estar
Todavía más importantes fueron los beneficios económicos que propor- dispuesto a pelear contra los apaches. Así, se abría el camino para que muchos
cionaban los misioneros. Aquí, las diferencias ecológicas tuvieron una im- indios obtuvieran los plenos derechos de los españoles en la frontera norte y
portancia decisiva. A lo largo de las riberas del río Yaqui, los misioneros quedaran exonerados de los tradicionales trabajos forzados. El resultado de
organizaron un sistema de agricultura intensiva mucho más productivo que estas medidas fue la creación en la frontera norte de un nuevo campesinado
el que tenían antes los yaquis. Los nuevos cultivos y los animales domésti- libre, compuesto por blancos, mestizos e indios. Estos campesinos libres debían
cos parecen haber mejorado significativamente el nivel de vida de los ya- sus tierras a las autoridades españolas y colaboraban con ellas en la lucha
quis. Entre los tarahumaras, las mejoras fueron mucho más modestas, si es contra los apaches. Cuando en la década de 1780, debido a un cambio en la
que existieron. Debido a la topografía montañosa de gran parte de la re- estrategia española, la administración colonial compró literalmente a los apa-
gión, las posibilidades de realizar una agricultura intensiva eran mucho me- ches, otorgándoles grandes subsidios en alimentos y ganado y pacificó así
nores, y la introducción de ganado por los españoles, lo mismo que algunos grandes sectores de la frontera, los vínculos entre los campesinos libres del
nuevos cultivos, no compensaban a los indios por la pérdida de su tradicio- norte y la administración colonial se hicieron aún más fuertes. Por tanto, no
nal modo de vida nómada. resulta sorprendente que, con algunas excepciones, estos campesinos no par-
Pero lo más importante es que los misioneros sólo lograron proteger a ticiparan en las guerras de Independencia contra los españoles, a principios
los yaquis de los ataques de los empresarios españoles. En cuanto los jesuí- del siglo XIX. Por el contrario, muchos de ellos pelearon en el ejército español
tas hubieron concentrado a los tarahumaras en grandes poblaciones, los contra los revolucionarios.39
españoles forzaron a muchos de ellos a trabajar en las minas. Los jesuítas El tercer tipo de conflicto rural, propio de la periferia sur de México durante
intentaron oponerse a estos intentos, pero carecían de poder para ello. Los la época colonial, los alzamientos mayoritariamente indios de Chiapas y Yuca-
yaquis fueron más afortunados que los tarahumaras, ya que no se descu- tán, generalmente impugnaban el sistema colonial en su conjunto, incluida su
brieron minas en su región hasta principios del siglo xvm. Como resultado, base religiosa, aunque su número fue mucho menor que en el centro o el norte
al principio las poblaciones yaquis no se vieron muy afectadas por la llega- de México. Los motines locales por objetivos más limitados no se producían
da de los pobladores y colonos españoles, y hasta el siglo XVHI los yaquis tan frecuentemente en la periferia sur de México como en el centro.
no fueron forzados a trabajar para ellos.37 De hecho, cuando los españoles Una de la razones de su reticencia a recurrir a la lucha armada era que los
finalmente se establecieron en la región yaqui e intentaron imponer a los indios del sur tenían una alternativa que los del México central no tenían.
indios del noroeste el mismo tipo de trabajo forzado que habían impuesto a Podían retirarse a las remotas regiones selváticas, donde los españoles no
los tarahumaras, los yaquis también se sublevaron. ejercían ningún control. No había tales santuarios potenciales en el México
Hacia el siglo XVIH muchas tribus, como la de los conchos en Chihuahua, central. Las revueltas que sí estallaron en el sur producían mucho más temor
habían sido exterminadas. Otras, como los tarahumaras, se habían retirado a entre los españoles que los motines localizados del centro. Aquellos movimien-
la espesura de las montañas de la Sierra Madre. Pero algunas hicieron final- tos eran más amplios en su alcance que los del centro, y la conciencia tribal y
mente la paz con los españoles. Esto se debió en buena medida a los ince- étnica desempeñaba un papel más centra). Una de las instancias más dramáticas
santes ataques de los indios nómadas conocidos como apaches y comanches de este tipo de revuelta fue la Rebelión Tzeltal de 1712, en Chiapas. La
contra los grupos indios más sedentarios y los españoles por igual. Los ata- disidencia religiosa había empezado a manifestarse entre los indios tzeltalcs
ques de los nómadas servían por una parte para impedir nuevos progresos en 1708, cuando empezaron a venerar a un ermitaño que las autoridades
de los españoles hacia el norte y, por la otra, inducían a los españoles a españolas consideraban demente. Ese año, el clero trasladó al ermitaño a un
hacer ciertas concesiones a los grupos sedentarios para que éstos hicieran monasterio; pero volvió solo dos años después y su influencia creció aún más.
frente común contra los nómadas. En 1778, Teodoro de Croix, el intendente Cientos de indios acudían a escuchar sus sermones. Esta vez, tanto la Iglesia
español que administraba la gran provincia fronteriza de Nueva Vizcaya, como las autoridades civiles decidieron deportarlo definitivamente. La depor-
estableció una serie de colonias militares que se convertirían en baluartes tación fue realmente terminante, porque el ermitaño murió (nunca se han
contra los ataques apaches. Estos campamentos se basaban en un tipo de aclarado las razones) al partir de Chiapas. Su muerte no puso fin a la disidencia
igualdad racial desconocido hasta entonces en la Nueva España. Según el religiosa; por el contrario, surgió un movimiento mílenarista nuevo y mucho
decreto de De Croix, cualquiera que deseara establecerse en estas colonias, más fuerte. En 1712, una niña de trece años, María Candelaria, declaró que

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había visto a la Virgen y que ésta le había hablado. Los indios del pueblo de más tarde conocida como Honduras Británica, vendrían en su ayuda, y decía
Cancuc, en donde vivía María Candelaria, levantaron un altar en el lugar donde, a los indios: "Muchos de vosotros moriréis en la batalla; no debéis temer vuestra
según la muchachita, se le había aparecido la Virgen. Primero cientos y luego muerte eterna porque al ungiros con estos óleos que tengo y diciendo en el
miles de indios acudieron a orar ante el altar, y sus seguidores pidieron al clero momento de la unción, 'Dios el Padre, Dios el hijo, Dios el Espíritu Santo',
español que reconociera su legitimidad. Los frailes dominicos, que eran la encontraréis abiertas las puertas del paraíso".4* El gobernador consideró el
orden religiosa más influyente de Chiapas, se negaron a satisfacer estas soli- levantamiento de Canek como parte de un plan más general en que muchos
citudes. Considerando el altar como signo de herejía, intentaron destruirlo, sirvientes y peones indios de las fincas participaban para expulsar a los espa-
pero se vieron enfrentados a abiertas amenazas de rebelión y retrocedieron. ñoles de Yucatán.
Sin embargo, su actitud había sembrado las simientes de la revuelta. Bajo el Otros historiadores consideran estas versiones como enormemente exa-
lidcrazgo de uno de los caciques tzeltales, Sebastián Gómez, que más tarde geradas. Para ellos, el mencionado plan era en buena medida una mentira
añadió el título "de la Gloria" a su nombre, el nuevo culto de la Virgen desafió del gobernador español para encubrir su propia ineptitud. Todo habría em-
tanto la supremacía religiosa del catolicismo como la autoridad secular de pezado, según una versión muy distinta, cuando, durante una pelea de bo-
España. Gómez convocaba abiertamente a una guerra de exterminio contra rrachos, los indios de Cisteií mataron a un comerciante español e intimida-
los españoles. Los ancianos del consejo de Cancuc proclamaban un nuevo ron a un sacerdote. Este último exageró los hechos fuera de toda
culto, afirmando que ahora no había ni Dios ni rey y que sólo debían adorar proporción, y una expedición punitiva acudió a Cisteií. Los catorce jinetes
y creer y obedecer a la Virgen que había bajado del cielo al pueblo de Cancuc españoles que entraron en la ciudad para castigar a los supuestos rebeldes
ordenándoles expresamente matar a todos los sacerdotes y curas, así como a estaban tan borrachos que atacaron indiscriminadamente a la población ci-
todos los españoles, mestizos, negros y mulatos, para que sólo los indios vil y, a su vez, fueron asesinados por los indignados indios. Según los defen-
quedaran en estas tierras, en libertad de conciencia, sin pagar tributos reales sores de esta tesis, el gobernador (para ocultar su ineptitud) inventó la
ni diezmos eclesiásticos, y para extinguir totalmente la religión católica y el historia de un alzamiento planeado por los mayas contra los españoles.43
dominio del rey. Cualesquiera que fuesen los orígenes de la rebelión, una vez que estalló
Al principio, los indios rebeldes, que llegaron a sumar más de seis mil asumió dimensiones mucho mayores que las de los motines similares en el
hombres en el momento culminante de la revuelta, tomaron por sorpresa a México central y, a diferencia de lo que ocurría en el centro, inmediata-
los españoles. Pero su éxito duró poco. Dos meses después llegaron a Chia- mente adquirió una dimensión religiosa y étnica. En este sentido, se aseme-
pas tropas españolas de Guatemala y del centro de México, aplastaron el jaba al alzamiento de los tzeltales.
levantamiento y ejecutaron a los cabecillas. Es más fácil explicar las características de estas rebeliones que averiguar
En 1761, se produjo entre los indios mayas de Yucatán una revuelta de. por qué ocurrieron cuando ocurrieron. Una de las principales razones por
menores proporciones que la de los tzeltales. Entre mil y mil quinientos las que las rebeliones del sur tendían a ser de un carácter a la vez más
mayas encabezados por un profeta errante llamado Jacinto Canek se levan- indígena y más religioso era que en el sur se habían establecido muchos
taron contra los españoles en la ciudad de Cisteií. La sublevación nunca menos españoles que en el centro, ya que aquí no había minas. Debido al
traspuso los confines de Cisteií y fue reprimida por los españoles en pocas escaso número de colonos españoles, el clero y los caciques indios ejercían
semanas. Canek fue capturado por las autoridades coloniales y sometido un grado mucho mayor de control sobre los indios que en otras partes de la
al castigo más cruel que éstos conocían: fue ejecutado en una plaza pública Nueva España. Dado que los indios de la periferia sur de México, a dife-
y desmembrado antes de morir. Esta revuelta sigue siendo tema de controver- rencia de los de la frontera norte, siempre habían constituido una sociedad
sias. Incluso el nombre de Canek ha suscitado diferentes interpretaciones. altamente estratificada cuyas clases bajas estaban acostumbradas a trabajar
Algunos lo consideran como su nombre real, otros como un sobrenombre para una clase dominante, el clero ponía menos limitaciones a la demanda
real itzá, autoadjudicado. Como tal, se había coronado rey en la iglesia de de mano de obra india que en el norte del país. En consecuencia, el clero
Cisteií. Según el informe oficial del gobernador español, Canr.k llamaba a los suscitaba una hostilidad mucho mayor por parte de los indios que en otras
mayas a la revuelta alegando el comportamiento corrupto de los sacer- partes de México. En Yucatán, la tradición de autonomía religiosa también
dotes cristianos, la tiranía de los españoles, el trabajo forzado y los pesados estaba reforzada por el hecho de que, hasta fines del siglo XVII, algunos
impuestos y tributos, así como los azotes y encarcelamientos que sufrían los indios mayas del remoto Peten habían logrado conservar tanto su inde-
indios. Prometía que varios miles de ingleses, que habían ocupado la región pendencia política como su identidad religiosa. En Chiapas, asimismo, algu-

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nos indios habían logrado escapar al dominio español y conservar su cultu- En vista de la debilidad del dominio español en el norte y de su propia
ra, su religión y su autonomía huyendo a regiones remotas. La disidencia Iradición de independencia, las tribus norteñas que se sublevaban creían
social y religiosa también tendía a coincidir en el sur, debido al pequeño que tenían buenas oportunidades de triunfar. En general, también estaban
número de inmigrantes españoles. Por esta razón, la Iglesia solía asumir un en lo correcto. Los tarahumaras, cuyas revueltas fueron las más importantes
papel más cercano a las autoridades seculares, a los ojos de la población de la frontera norte, fueron repetidamente vencidos por el ejército español.
rural, que en muchas otras partes del país. Como resultado, los conflictos Sin embargo, la mayoría de ellos sí lograron eludir el control tanto de las
económicos y sociales conducían fácilmente a una confrontación con la autoridades españolas seculares como de los misioneros y siguieron llevan-
Iglesia, y con frecuencia se traducían en una disidencia religiosa. do una vida apartada e independiente en las montañas de la Sierra Madre.
Resulta menos fácil explicar por qué se produjeron las revueltas de los No había una base objetiva semejante para que los rebeldes de Chiapas
tzchales y de Canek en el momento en que se produjeron. En ambos casos, confiaran en triunfar, en 1712. En Yucatán, Canck tal vez tuviese más espe-
algunos autores han supuesto que las revueltas se debieron a la sustitución ranzas debido a la posible intervención británica. Pero las promesas británi-
de obispos que habían sido hasta cierto punto sensibles a las demandas de cas, si fueron formuladas, serían vagas, y no existía ningún precedente en la
los indios por otros menos comprensivos. región maya de ningún éxito obtenido con la ayuda de los ingleses contra
Otros autores consideran que operaban fuerzas a más largo plazo. En los españoles. Pero aunque hubieran existido condiciones objetivas para al-
Chiapas, las epidemias estaban diezmando a la población y reduciendo el gún tipo de reconciliación con las autoridades coloniales, tanto los rebeldes
número de contribuyentes a finales del siglo xvil. Como resultado, recaían tzeltales como Canek acabaron con ellas al crear una nueva religión y hacer
nuevas cargas en la población india restante.44 En Yucatán, las tendencias así irrevocable su ruptura con los españoles. Las expectativas y los cálculos
económicas a largo plazo pueden haber constituido la base de la rebelión. de tipo religioso tomaron el lugar de las expectativas y los cálculos basados
No existen sin embargo indicios claros de que la ciudad de Cisteil sufriera en la correlación de fuerzas. En Chiapas, los tzeltales creían que la Virgen
restricciones de ese tipo en el momento en que se produjo la sublevación. de la Candelaria los llevaría a la victoria, mientras que en Yucatán Canek
Los terratenientes españoles, cuyos intereses en la región habían sido hasta proclamaba que cualquier maya asesinado por los españoles en la batalla
entonces limitados, crearon grandes fincas azucareras en la parte sur de la entraría en el paraíso.
península durante el siglo XVIII y, por tanto, el tradicional acceso a tierras y
aguas para las comunidades de los pueblos se vio limitado.4 En el México CONCLUSIÓN: LOS ALZAMIENTOS RURALES EN EL
central, estos ataques a las tierras indias habían sido hasta cierto punto MÉXICO PRECOLOMBINO Y COLONIAL
"indoloros", porque se habían producido cuando la población india estaba
diezmada. Pero no era ése el caso en el Yucatán del siglo XVIII, de manera En general y hasta fines del siglo xvn, la administración colonial española
que la oposición que engendraron estas medidas fue mucho mayor. Tal vez logró conquistar y dominar México mucho más eficazmente que los aztecas.
un factor adicional que impulsó a Canek a sublevarse cuando lo hizo fue el Llevaron su dominio hasta el extremo norte y el extremo sur de México,
posible apoyo de los británicos. En 1761, Inglaterra estaba en guerra con cosa que los aztecas nunca lograron, y su gobierno fue menos impugnado en
España yf como ya hemos dicho, los contrabandistas británicos de la vecina el México central que el de Tenochtitlan. El hecho de que los españoles
Honduras Británica proporcionaron armas a Canek. tuvieran mejores armas, medios de comunicación más modernos, caballos,
Una de las diferencias más significativas entre los tres tipos de rebelión ganado y una tecnología agrícola más diversificada y en muchos aspectos
característicos del sur, el norte y el centro de México es que las del sur más productiva no tuvo una importancia decisiva a este respecto. En el siglo
tenían muchas menos posibilidades de éxito que las del norte y el centro. XIX, el Estado mexicano tenía parecidas ventajas y, sin embargo, el grado de
Los habitantes de los pueblos del México central que llevaban a cabo un control que ejercía sobre la mayor parte de México era mucho más débil
alzamiento o un motín para protestar por los abusos de las autoridades que el de sus predecesores españoles.
coloniales podían muy bien estar convencidos, sobre la base de otros casos Varios factores explican la debilidad de la potencial resistencia india contra
similares, de que, mientras reconocieran la legitimidad del dominio español, España. El más destacado es la masiva mortalidad de los indios en los siglos
las autoridades españolas podían ceder a sus exigencias. En general, así era. XVI y XVII; una vez que la población india empezó a aumentar, en el siglo XVIII,
En la mayoría de los casos, como señala Taylor, las represalias eran escasas el número de revueltas también aumentó. Además, los españoles, a diferencia
y los abusos se corregían. de los aztecas, hicieron serios esfuerzos por indoctrinar a toda la población

«X) 91
de sus colonias. Los gobernantes de Tenochtitlan nunca intentaron difundir puso en práctica en la segunda mitad del siglo XVIH limitaban la autonomía de
su religión en toda Mesoamérica. Los españoles, desde el primer día en que que habían gozado muchas provincias de la Nueva España. En los últimos años
desembarcaron en México, estaban decididos a convertir a la población al de su dominio, tanto las autoridades españolas como los gobernantes de
catolicismo y tuvieron un gran éxito en su intento. Teaochtitlan aumentaron significativamente la carga fiscal de sus subditos.
A diferencia de los aztecas, la administración colonial española logró Además de estas medidas, tanto los aztecas como la Corona española parecen
adquirir legitimidad a los ojos de las clases inferiores de la sociedad al haberse enemistado en sus últimos años con amplios sectores de la élite
proporcionarles cierta protección frente a la nobleza y sus propios funcio- mexicana al limitar su movilidad ascendente. Moctezuma decretó que los
narios. Al mismo tiempo, hasta fines del siglo XVIII, los españoles nunca guerreros que realizaran hazañas inusitadas en la batalla, y que tradicionalmen-
tuvieron que hacer frente al tipo de oposición de clase alta que sufrieron te podían ascender a los rangos de la clase superior, ya no podrían hacerlo. La
los aztecas por parte de la nobleza de los pueblos sometidos. En México, a Corona española limitaba el acceso de los criollos mexicanos a los puestos de
diferencia de Perú, una parte muy grande de la nobleza indígena había poder en la Nueva España. Tanto los gobernantes de Tenochtitlan como los de
muerto durante las epidemias y la Conquista, o había sido desplazada por España se habían legitimado con el apoyo religioso. En los últimos años de sus
los españoles y sustituida por nobles de origen peninsular. Así, las relacio- respectivos imperios, este apoyo (laqueó: en el México precolonial, con la
nes entre la clase alta colonial española y mexicana no estuvieron al princi- aparición de una nueva religión en Texcoco, y en la Nueva España, con los
pio caracterizadas por el tipo de conflicto étnico que caracteriza a las rela- crecientes conflictos con parte de la Iglesia y con la expulsión de los jesuítas.
ciones de los aztecas con los gobernantes sometidos. Además, hasta fines En ambos casos, los factores demográficos exacerbaron las crisis de los respec-
del siglo XVIH, la Corona española dio a sus nobles —en la práctica, aun- tivos regímenes, aunque no de modo idéntico. El aumento de la población
que no en la teoría— mucha libertad de acción política y económica. probablemente se aunó a las hambrunas que azotaron México al final de los
En conjunto, el patrón que siguen las revueltas prehispánicas, especial- tiempos aztecas. En la Nueva España, el crecimiento de la población india, para
mente en tiempos de los aztecas, se asemeja mucho más al de los siglos Xix la cual no había tierras comunales disponibles, precipitó la rebeldía rural.
y XX que las convulsiones sociales de la época colonial. Como sus equiva- Cuando estas crisis internas se combinaron con ataques desde el exterior
lentes de los siglos XIX y XX, las revueltas contra los aztecas fueron frecuen- — la invasión de México por Cortés y la invasión de España por Napoleón — ,
tes y de amplio alcance. Los campesinos se aliaban con los caciques regio- los dos imperios sucumbieron bajo el peso de una sublevación general en la
nales. Las revueltas impugnaban la legitimidad del dominio azteca a la vez que la población rural desempeño un papel decisivo.
que se oponían a las expropiaciones de tierras y las exigencias de tributo
por parte de los aztecas.
Durante la mayor parte de la época colonial, hasta el final del siglo XVIH,
se produjeron relativamente pocas sublevaciones en las áreas centrales de la
Nueva España. Éstas fueron extremadamente limitadas en su tamaño y su
alcance, y rara vez impugnaron la legitimidad del dominio español.
En los últimos años de la época colonial, las relaciones de España con su
colonia mexicana se deterioraron drásticamente, ya que las políticas adoptadas
por la Corona suscitaron un grado de oposición sin precedentes, tanto entre las
clases inferiores de la sociedad como en importantes sectores de su élite. En
los últimos años del dominio azteca se había producido una evolución en
muchos sentidos similar. Como los aztecas en vísperas de la conquista española,
la Corona intentó en sus últimos años aumentar sus ingresos imponiendo una
mayor presión financiera sobre sus subditos. Como sus predecesores aztecas,
intentó afirmar su autoridad sobre sus subditos y reducir considerablemente el
grado de autonomía que éstos disfrutaban. Moctezuma trató de imponer su
autoridad en la vecina Texcoco, que hasta entonces había sido una aliada en
buena medida autónoma. Las reformas borbónicas que la Corona española

93
CAMBIO SOCIAL AGRARIO Y REBELIÓN co era una región de haciendas, pertenecientes a la élite, que proporciona-
CAMPESINA EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO: ban maíz y otros productos a los mercados de la ciudad de México. Estas
fincas compartían la región con numerosas comunidades campesinas que
EL CASO DE CHALCO constituían la mayoría de la población local. Las haciendas y las comunida-
des campesinas se disputaban los limitados recursos de tierras y aguas de la
región. Sin embargo, estaban vinculadas por relaciones de trabajo esenciales
para la supervivencia de ambas partes: las haciendas necesitaban trabajado-
John Tutino res campesinos eventuales para plantar y cosechar los cultivos; los campesi-
nos necesitaban ese trabajo para complementar el magro producto del culti-
¿Por qué se rebelan los campesinos mexicanos? ¿Por qué personas que de- vo de las tierras comunales. Esta estructura agraria era típica de las
dican sus vidas a cubrir las necesidades de su supervivencia eligen un mo- condiciones reinantes en los valles del altiplano central que rodean a la ciu-
mento histórico determinado para arriesgarse a morir desafiando a quienes dad de México. Además, Chalco sufrió épocas de inquietud campesina a
gobiernan? En última instancia, los campesinos rara vez vencen. Ni se con- partir de los últimos años de la década de 1840, como muchas otras regiones
vierten en la élite dominante ni fuerzan a las élites existentes a gobernar en centrales de México. El análisis del cambio social agrario y la rebeldía cam-
su beneficio. Sin embargo, aun sabiendo que la victoria es casi imposible, los pesina en Chalco puede sugerir explicaciones útiles para entender los desa-
campesinos mexicanos se han alzado en rebeldía repetidamente. Y desde las rrollos generales del altiplano central de México.
décadas excepcionalmente violentas y revolucionarias de principios del siglo Esta investigación es posible gracias a la supervivencia y accesibilidad del
XX, los investigadores han buscado explicaciones para las rebeliones campe- archivo de Mariano Riva Palacio. Desde 1830 hasta 1870, era dueño de va-
sinas en México. rias haciendas de Chalco. Era también la figura política dominante en la
Los análisis más recientes de la historia agraria mexicana se han concen- región. Desde esa base local, Riva Palacio ascendió hasta convertirse en go-
trado en la época colonial. Los agraristas radicales de la época revoluciona- bernador del estado de México en varias ocasiones. También destacó en la
ria consideraban, generalmente, que su tarea consistía en destruir el cruel convención que redactó la constitución liberal mexicana de 1857. Gracias a
legado del dominio colonial. Los investigadores modernos han seguido esta los intereses económicos a la vez que políticos que tenía Riva Palacio en
idea y han producido numerosos y excelentes estudios sobre la sociedad Chalco, su archivo cubre casi todos los aspectos de la vida en esa región
agraria colonial. Estos análisis han revelado una sociedad colonial en que durante las décadas medianeras del siglo XIX. Falta información cuantitativa
las élites españolas gobernaban a los campesinos mexicanos por diversos sobre la población y la producción. Pero esas décadas de cartas de los admi-
medios y con variados niveles de coerción. Predominaba, con frecuencia ex- nistradores de las fincas, aliados y enemigos políticos, solicitantes de favores
trema, la desigualdad. Sin embargo, a lo largo de los siglos coloniales hubo y ciudadanos descontentos constituyen un retrato excepcionalmente detalla-
escasa violencia campesina en el México central, más allá de estallidos bre- do de una sociedad que atravesaba difíciles tiempos de cambio.3
ves y localizados.2 Se desprenden de ello dos conclusiones: primero, la Con- Los papeles de Riva Palacio también incluyen informes de funcionarios
quista, ía coerción y la desigualdad —incluso la crueldad— no bastan para locales y de administradores de fincas preocupados por la rebelión campesi-
explicar la rebeldía de los campesinos en México. La explotación de los na que estalló en Chalco en 1868. Estos informes se complementan con ma-
campesinos por las élites es un rasgo constante y deplorable de la historia teriales, recientemente publicados, del Archivo de la Secretaría de la Defen-
mexicana; las rebeliones campesinas han sido mucho menos constantes. Y sa Nacional.4 Gracias a ello, es posible analizar las relaciones entre el
segunda: la relativa estabilidad de la era colonial indica que la búsqueda de cambio social agrario y la rebelión campesina de Chalco. Este análisis debe
los orígenes históricos de las modernas rebeliones campesinas debería con- sugerir nuevas perspectivas sobre cuestiones importantes y en general desa-
centrarse más en el siglo XIX. Las décadas que van de 1810 a 1930 aparecen tendidas de la historia agraria del siglo XIX.
colmadas de violencia campesina, especialmente si se las compara con la era
colonial. ¿Qué cambió durante el siglo XIX para producir este notable au- EL LEGADO COLONIAL
mento en el nivel de violencia entre las élites y los campesinos mexicanos?
El estudio de la región de Chalco, situada un poco al sureste de la ciudad El desarrollo que tuvo lugar en el terreno social agrario durante el siglo xix
de México, puede ayudar a encontrar las respuestas a estas preguntas. Chal- en el centro de México no continúa o intensifica simplemente procesos ya

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eliminar los servicios laborales periódicos. Simultáneamente, trabajaron con
iniciados durante el periodo colonial. La época inmediatamente posterior a la
el clero para concentrar en pueblos compactos a los campesinos supervivientes,
Independencia llevó nuevas presiones a la vida rural, y suscitó nuevas adapta- tjue vivían muy dispersos en el campo. El objetivo declarado de esa reubicación
ciones en las estructuras agrarias heredadas de los tiempos coloniales. El n a una justicia más efectiva por parte de los funcionarios de la Corona y una
conocimiento de esa época anterior no explica los problemas del siglo XIX. cristianización más eficaz por parte del clero local. Pero pocos entre los
Pero tal conocimiento es un punto de partida esencial. luncionarios de la Iglesia y del Estado lamentaban la consecuente restructu-
La Conquista fue el punto de partida de las relaciones hispano-indias en i;ic¡ón de la tenencia rural de la tierra. Los campesinos trasladados debían
México. Un grupo de guerreros-empresarios españoles utilizaron una com- conservar sus tierras tradicionales si éstas se encontraban en los alrededores,
binación de violencia, diplomacia, traición y buena fortuna (buena para o recibir nuevas parcelas cerca de los pueblos. Al reducir las tierras dispersas
ellos, ya que las enfermedades del Viejo Mundo devastaron a los indios, i\c los campesinos a parcelas contiguas, las autoridades coloniales forzaron el
faltos de inmunidad) para explotar las divisiones inherentes a la estructura
nhandono de grandes extensiones. Estas pudieron ser otorgadas por el Estado
política mexicana y para establecerse como gobernantes coloniales. La Con- ¡i los españoles de pro: encomenderos, comerciantes y funcionarios (o sus
quista subordinó a los señores mexicanos y sus gobiernos al dominio de los liarientes). La concentración de las comunidades campesinas se inició en la
españoles. No ofreció a los españoles oportunidades inmediatas de dominar
tlccada de 1550 y continuó hasta principios del siglo xvii.6 La concesión de
a la masa de campesinos mexicanos. Durante las primeras décadas posterio- las tierras así desocupadas a tos españoles se aceleró en la década de 1570 y
res a la Conquista, los españoles gobernaron y medraron en México, princi- continuó hasta aproximadamente 1630.
palmente, aprovechando en su beneficio un sistema de exacción de tributos Así las élites españolas pudieron empezar a organizar la producción co-
que heredaron de los aztecas y de otros gobernantes prehíspánicos. Los se- mercial de las fincas para abastecer a las ciudades mineras del Norte y a la
ñores nativos continuaron recaudando tributos en especie y trabajo periódi- capital colonial en expansión, la ciudad de México.7 Entre tanto, la pobla-
co de los campesinos dependientes, transfiriendo ahora a los conquistadores ción campesina continuó disminuyendo, y alcanzó su punto más bajo alrede-
españoles la mayor parte de lo que obtenían. El derecho que obtenían los dor de los años 1620. El resultado fue la creación relativamente fácil de
españoles de recaudar esos tributos recibió el nombre de encomienda, nom- lincas comerciales, pero una grave escasez de trabajadores potenciales.
bre español de una duradera forma mexicana de dominio. Chalco fue una de las muchas regiones del altiplano central que a principios
Así pues, el sistema dejaeiicomieiida dejó, al principio del dominio colonial, del siglo XVI albergaban numerosas fincas dedicadas a lucrar vendiendo
la tierra y el control de la mayor parte de la producción en manos de las familias maíz y otros productos a la ciudad de México que tenían constantes dificul-
campesinas. Ponía el poder de mediar entre los campesinos y los españoles en lades en reclutar a los campesinos locales supervivientes para que realizaran
manos de los señores mexicanos. Permitía a los españoles prosperar y gobernar
el trabajo. Antes de 1630, elJEstado intentó exigir y regulaj-el Irabajo even-
con una mínima alteración de la estructura social existente. Pero para desdicha
t ual de los-campesinos mexicanos mediante éT sistema llamado repartimien-
de los conquistadores y sus herederos, esa estructura inicial de poder colonial
lu. Pero más o menos en esa época, los campesinos tfe~ios'pueblos de Cnál-
no podía sobrevivir. La Corona española temía esta forma de dominio colonial co y otras zonas simplemente se negaron a proporcionar los trabajadores
basada en las encomiendas, porque éstas daban demasiado poder inde- t|ue se les exigían.
pendiente a los colonos españoles. Con todo, no logró reducir el poder de los Así pues, hacia mediados del siglo xvn, el Estado, a través de su supervi-
conquistadores sino hasta que la continua despoblación causada por la viruela sión de las concentraciones de campesinos y de sus concesiones de tierras a
y otras enfermedades redujo drásticamente la población mexicana. Las enco- los españoles, había creado una estructura social rural en que las fincas pri-
miendas daban a los españoles una porción de! producto y el trabajo de los vadas poseían gran parte de la tierra, mientras que las comunidades campe-
campesinos, vinculando la riqueza española directamente a la población me- sinas conservaban parcelas generalmente suficientes para la subsistencia de
xicana. A mediados del siglo XVI, esta población se había reducido a la mitad
su reducida población. Pero-eLEsladajio había logrado.contr-elar la relación
y los colonos españoles se quejaban de la declinación económica. Las enfer- fundamental entre las fincas y las comunidades campesinas: el abastecimien-
medades que devastaron la sociedad indígena crearon una crisis económica
lo de. mano de obra eventual/Ante este problema que presentaba complejas
para los conquistadores españoles. variaciones regionales y locales, el Estado retrocedió, y permitió que las ha-
El debilitamiento de la élite colonial dio a los representantes de la Corona
ciendas y las comunidades campesinas negociaran a nivel local para organi-
la oportunidad de establecer el poder estatal. A partir de la década de 1550,
/ar sus relaciones laborales. Pero el Estado conservó un papel mediador
los administradores empezaron a regular los tributos de las encomiendas y a
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fundamental, ya que sus tribunales arbitraban en las disputas entre las élites sólo podía favorecer la expansión de la producción y de los beneficios de los
terratenientes y los campesinos. hacendados. También volvía aún más crucial el poder de los notables loca-
Los dirigentes de las comunidades campesinas, notables locales que ha- les. Dado que controlaban gran parte de la tierra comunal, así como las
bían heredado su estatus de las tradiciones prehispánicas, sobrevivieron co- relaciones laborales con las haciendas, los notables también se beneficiaban
mo mediadores esenciales entre sus comunidades, las haciendas y el Estado con las presiones demográficas, aunque a una escala obviamente reducida.
colonial. A falta de una burocracia capaz de implementar la concentración La mayoría de los campesinos sólo lograban seguir sobreviviendo. Y sobre-
de las comunidades campesinas, el Estado había actuado a través de los vivían menos mediante el cultivo directo de sus parcelas familiares dentro de
notables sobrevivientes. Se les permitió a éstos organizar la concentración y las comunidades, y más trabajando por un salario y comprando en los mer-
se les dieron amplios derechos sobre tierras y privilegios políticos exclusivos cados locales. La estructura rural del México colonial permitió la progresiva
en las nuevas repúblicas de indios. La propiedad campesina fue depositada comercialización de la vida campesina, sin cambios sociales abruptos. Los
en esas comunidades restructuradas, aunque las familias campesinas cultiva- campesinos podían seguir residiendo en sus comunidades, sometidos a los
ran parcelas individuales que transmitían por herencia. Los notables locales notables tradicionales, mientras dependían cada vez más de la economía co-
conservaron así, bajo el dominio español, el poder dentro de las comunida- mercial de los españoles.
des campesinas. Gracias a que amortiguó de esta manera el cambio, la estructura rural
Utilizaron ese poder para ocupar el papel fundamental de tratantes de colonial sobrevivió hasta el siglo XIX. A pesar de las desigualdades obvias y
mano de obra, que controlaban la oferta de trabajadores campesinos para en general crecientes, reveló una notable estabilidad, evidenciada por la es-
las fincas cercanas. Los hacendados sólo podían plantar, cultivar y cosechar casez y brevedad de las explosiones violentas. La estructura colonial de po-
con trabajadores obtenidos a través de los notables de las comunidades der sobrevivió porque era una estructura de explotación simbiótica. Los es-
campesinas. Esta mediación consolidó aún más el poder local de los nota- pañoles gobernaban y se beneficiaban mientras los campesinos trabajaban y
bles. Y también reforzó a la comunidad como institución fundamental de la servían. Pero dentro de la estructura social prevaleciente, ni unos ni otros
vida campesina. Las fincas comerciales y las comunidades campesinas si- podían funcionar por su cuenta. Los españoles no podían lucrar sin la mano
guieron conviviendo entremezcladas a todo lo largo y ancho del México cen- de obra eventual barata que les proporcionaban las comunidades campesi-
tral, tal vez disputándose las tierras locales, pero inextricablemente unidas nas. Y, conforme crecía la población campesina, los campesinos no podían
por relaciones laborales esenciales para ambas partes y mediadas por los subsistir sin los ingresos que les proporcionaba el trabajo en las haciendas.
notables locales. Si el administrador de una finca quería buscar rápidas ganancias recla-
Esta estructura rural en que las haciendas sancionadas por el Estado y mando las tierras de una comunidad, pronto tendría que enfrentarse a los
controladas por las élites españolas compartían el campo con las comunida- notables locales, que le negarían trabajadores para plantar y cosechar. Pare-
des campesinas, a su vez sancionadas por el Estado y encabezadas por nota- cida importancia tiene el hecho de que a la mayoría de las haciendas no les
bles locales, resultó suficientemente adaptable para sobrevivir a la triplica- interesaba reducir las tierras de las comunidades campesinas: necesitaban
ción de la población campesina durante el último siglo de dominio colonial. campesinos que trabajaran sólo eventualmente y, por tanto, las tierras de la
La estructura agraria colonial se había consolidado durante una época" de comunidad debían sostener a su fuerza de trabajo, sin ningún costo para la
baja población, favoreciendo los intereses de los campesinos. Pero conforme hacienda, durante el resto del año. Cuando, a pesar de tales consideracio-
empezó a crecer el número de éstos, a partir de 1650, las comunidades po- nes, estallaban disputas periódicas entre las haciendas y las comunidades,
dían obtener muy pocas tierras nuevas. Los campesinos inevitablemente em- los notables locales rápidamente acudían a los tribunales coloniales en busca
pezaron a sufrir de escasez de tierra en relación con el crecimiento demo- de arbitraje. El frecuente recurso de los notables al Estado español sugiere
gráfico. Las tierras comunales resultaban cada vez más insuficientes para que consideraban a los tribunales coloniales como eficaces mediadores en-
proporcionar sustento a los campesinos. Entre tanto, las haciendas cercanas tre los intereses desiguales de las haciendas y sus comunidades.
podían cultivar las tierras excedentes para producir más alimentos. Y los Desde la Conquista, los funcionarios coloniales habían temido el poder
campesinos sin tierra apenas tenían más opción que la de trabajar más en independiente de las élites coloniales. Y un medio eficaz para limitar ese
las fincas para producir esos alimentos excedentes y luego utilizar su salario poder consistía en proteger el de las comunidades campesinas dotadas de
para comprarlos. tierras, pues servían de contrapeso. Los tribunales coloniales generalmente
Dentro de esa estructura rural, el crecimiento de la población campesina defendían el derecho de las comunidades campesinas, por lo menos, a culti-

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var parcelas de subsistencia y a una mínima autonomía local. La estructura I A INDEPENDENCIA: COLAPSO DEL ESTADO Y CRISIS DE LA ÉLITE
agraria resultante incorporaba a las haciendas y las comunidades que, simul-
táneamente, se enfrentaban y complementaban, y el Estado mediador man- I ,a estructura de poder que mantenía la estabilidad de la sociedad agraria
tenía el equilibrio. Ni las élites terratenientes, ni los notables de las comuni- i olonial en el México central se hundió a partir de la obtención de la Inde-
dades ni los funcionarios del Estado tenían ganas de romper ese equilibrio pendencia en 1821. Quien finalmente logró proclamar la Independencia de
hasta el final de la época colonial. México no fue un reformador como Hidalgo, sino Agustín de Iturbide, un
El punto de vista de la mayoría campesina es menos evidente. Sabemos ollcial del ejército conocido por sus éxitos en la lucha contra los grupos
que rara vez intentaron la rebelión abierta. ¿Indicaba esto una mínima satis- icbeldes. Iturbide encabezó un movimiento que representaba a las élites, las
facción con la situación colonial? ¿Se habían resignado simplemente los cuales querían obtener la independencia nacional sin alterar la estructura social
campesinos a la imposibilidad de una situación mejor? ¿O se indignaban i-slablecida. Este objetivo, alcanzar la autonomía política sin sacrificar el poder
con frecuencia, pero estaban convencidos de que la protesta y, especialmen- económico existente —obviamente atractivo para las élites mexicanas—, re-
te, la rebelión sólo podía conducir a la represión y a condiciones de vida sultó irredimiblemente contradictorio.
aún peores? La escasez de estudios sobre la estructura interna de las comu- El Estado colonial era fundamental en la estructura social colonial, ya
nidades campesinas mexicanas impide cualquier respuesta fundamentada, y (jue mediaba entre las élites terratenientes y las comunidades campesinas.
sigue siendo el hueco principal en nuestro conocimiento de la historia social
agraria de México. Una conclusión parece razonable: la estructura agraria Pero la eliminación del Estado colonial no condujo a la creación de un Es-
tado nacional capaz de mediar con efectos similares. Desde la perspectiva
colonial obviamente favorecía a tas élites españolas frente a los campesinos del Estado, la Independencia mexicana fue principalmente un proceso de
mexicanos. Pero esa misma estructura y ese Estado se preocupaban también disolución. A partir de 1821, México no tuvo ningún sistema judicial capaz
claramente por la supervivencia mínima de las comunidades campesinas do- de mediar eficazmente entre élites y campesinos. Los nuevos gobiernos na-
tadas de tierras. El Estado colonial mediador subsanaba los conflictos entre cionales fueron, en general, de breve duración, y les interesaba más repre-
élites y campesinos, manteniendo el poder de las élites para lucrar y la capa- sentar los intereses de la élite que mediar entre terratenientes y comunida-
cidad de los campesinos para subsistir. El éxito del Estado se revela, tal vez des campesinas. Los conflictos políticos y las guerras de las décadas
mejor que en ningún otro hecho, en su capacidad para conservar la paz posteriores a la Independencia constituían principalmente disputas sobre
social enmedio de obvias desigualdades, sin mantener grandes fuerzas arma- cuáles élites controlarían el nuevo Estado. Un Estado nuevo, débil, disputa-
das durante más de dos siglos. do y concebido por las élites como un representante de sí mismas, no podía
El último medio siglo de dominio colonial trajo un creciente aumento de asumir el poder mediador del Estado colonial.12
la población, la comercialización y la dependencia de los campesinos res- Entre tanto, las élites mexicanas sufrían una crisis económica cada vez
pecto del trabajo en las haciendas, y las tensiones se acrecentaron. Tanto los más grave. Durante los siglos coloniales, las élites terratenientes habían
pleitos ante los tribunales como los levantamientos locales se hicieron cada aceptado la mediación del Estado en sus relaciones con las comunidades
vez más frecuentes en el altiplano central. Pero incluso allí donde estalló la campesinas en parte porque el funcionamiento de las fincas era en general
violencia, la mediación de los tribunales prevaleció en última instancia. La rentable. Después de la Independencia, las ganancias se volvieron escasas, y
estructura de explotación simbiótica resultó capaz de absorber la prolifera- las bancarrotas y subastas cada vez más frecuentes. Al mismo tiempo que el
ción de conflictos, evitando que se desarrollara ninguna impugnación franca Estado no lograba mediar eficazmente, las élites terratenientes mexicanas
de la estructura agraria colonial.10 Incluso cuando el padre Miguel Hidalgo y atravesaban dificultades económicas que las llevaban a buscar nuevas formas
miles de rebeldes entraron en el altiplano central, en 1810, pidiendo inde- de lucrar. A partir de la década de 1820, las éliles mexicanas Iralaron de
pendencia y reformas sociales, la estructura se mantuvo. La mayoría de los alterar las relaciones sociales y económicas agrarias, no porque se sintieran
campesinos se quedaron en sus casas, mientras los notables publicaban no- fuertes, sino por debilidad.13
tas en la prensa de la ciudad de México proclamando la lealtad de sus co- Para entender el origen de tales acciones —tan visibles en las tensiones
munidades al régimen colonial.11 Las disputas en trámite entre haciendas y que sufrió Chalco después de la Independencia— resultará reveladora una
comunidades permanecieron en los tribunales. Todavía en 1810, la rebelión breve revisión de la economía de la élite anics y después de la Inde-
violenta tenía escaso atractivo para las comunidades campesinas del altipla- pendencia. Desde fines del siglo XVI hasta el xvm, las élites mexicanas se
no central de México. beneficiaron de una continua mezcla de actividades agrícolas y comerciales.
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La riqueza acumulada en el comercio y la minería solía invertirse en fincas pura sustituir a los españoles que habían partido eran principalmente ingle-
agrícolas. El comercio y la minería eran más lucrativos, pero también nota- ses, europeos o estadounidenses. Tenían escaso interés en casarse con las
blemente riesgosos. Los comerciantes y mineros de éxito, conscientes de los hijas de las familias de la élite mexicana. Al mismo tiempo, las minas de
riesgos, buscaban fincas agrícolas comerciales para preservar su riqueza, y plata inundadas fueron alquiladas a las compañías británicas que tenían ac-
así proteger la posición de su familia dentro de la élite colonial. La adminis- ceso a la tecnología de bombas de vapor y el capital necesario para traerlas
tración de las haciendas no creaba y probablemente no podía crear riqueza u México. Como resultado, después de la Independencia, el capital comer-
para las élites coloniales. En cambio, las haciendas eran inversiones que te- cial y minero empezó a fluir hacia fuera de México, más que a los cofres de
nían por objeto obtener unos beneficios modestos y constantes, para soste- las familias mexicanas de élite. Quienes sí ingresaron en la élite terratenien-
ner a una familia de la élite. Ic después de 1821 generalmente lo hicieron mediante el éxito político y
Esa constante inversión de capital en el sector agrícola de la economía militar. Se incorporaban a la élite aportando un gran interés por los asuntos
fue crucial para el buen funcionamiento de las fincas. Las haciendas mexica- de Estado, pero escasas riquezas. Tales recienvenidos intentaban utilizar las
nas generalmente no obtenían beneficios abasteciendo regularmente los fincas para crear riqueza, más que para sostener las riquezas previamente
mercados urbanos, sino almacenando las cosechas de los años buenos hasta amasadas. Esto contradecía el papel económico ya establecido de las ha-
que las heladas o sequías periódicas creaban escasez y hacían subir los pre- ciendas e incrementaba la demanda de capital entre la élite terrateniente.
cios. Entonces se obtenían amplios beneficios si el dueño de la finca tenía Las instituciones crediticias de la Iglesia habían colaborado tradicional-
capital suficiente para mantener el funcionamiento de la hacienda mientras mente con el capital comercial en el financiamiento de la élite terrateniente
esperaba el aumento de los precios. Los hacendados coloniales que tuvieron de México. Pero la situación económica de la Iglesia también empeoró con
éxito lucraron porque financiaban sus operaciones con capital familiar. Y los desórdenes y la rapiña de la Independencia. La recaudación de diezmos
mantuvieron el capital familiar mediante generaciones de matrimonios con disminuyó, y los deudores con frecuencia fallaban en sus pagos. Los presta-
las herederas de la riqueza comercial. La continua fusión colonial del capital mistas eclesiásticos se enfrentaban a demandas de capital crecientes con
comercial y terrateniente daba seguridad, y por tanto estatus, dentro de la fondos cada vez más exiguos.14 Como era de esperar, los hacendados empe-
élite a los especuladores de nueva riqueza, y proporcionaba el capital que zaron, en la década de 1820, a lamentarse de que el capital fuese tan escaso
permitía a las familias terratenientes establecidas mantener en operación ha- y tan caro. Y muchos no encontraron más alternativa que recurrir a los due-
ciendas lucrativas. ños de molinos, panificadoras y otros comercios urbanos de grano en busca
Este proceso social de reforzamiento de la élite se quebró durante las de los fondos para financiar el funcionamiento de las fincas. Estos negocian-
luchas de Independencia. Los comerciantes más destacados y exitosos de tes estaban dispuestos a dar financiamiento pero, generalmente, mediante
finales de la Colonia eran inmigrantes españoles. Ante las insurrecciones contratos que suponían la entrega inmediata de las cosechas a un precio
proclamadas contra España y los españoles nativos, muchos comerciantes prefijado. Los dueños de las haciendas ya no podían acaparar sus cosechas
dejaron México y se llevaron consigo su capital. Pocos españoles vinieron a en espera de un alza de precios. Los beneficios descendieron vertiginosa-
México a partir de 1810 con intención de enriquecerse en el comercio. La mente — o fueron transferidos a los comerciantes urbanos —, y las bancarro-
fuente tradicional de capital para la élite se redujo así, drásticamente, con la tas se sucedían con desdichada frecuencia.
Independencia mexicana. Pero los disturbios de la Independencia-aumenta- La Independencia no impugnó los derechos de propiedad de las hacien-
ron simultáneamente la necesidad de capital de las élites terratenientes. das. Ningún gobierno intentó cambiar la estructura agraria- que prevalecía
Las guerras de Independencia dañaron gravemente el comercio y la mi- en el país. Pero los cambios que suscitó la Independencia en la economía de
nería durante una década. La producción de plata, que había encabezado la la élite, reforzados por las guerras civiles y las alteraciones ás\,
floreciente economía mexicana durante el final del siglo xvm, prácticamente dejaron a las familias de élite enfrentadas a un grave declive económico
se hundió. Y muchas fincas sufrieron la rapiña de la guerra civil, mientras durante las primeras décadas de la nueva vida de la nación.
otras se deterioraban como resultado del desorden en la producción y el Esas familias no podían revertir los cambios que habían minado su rique-
comercio. A partir de 1821, los hacendados necesitaron más capital para za; eran inherentes al proceso de indcpendización. Por tanto, buscaron otras
reconstruir la economía de las haciendas comerciales. Pero el capital estaba soluciones. Recurrieron al nuevo Estado nacional en busca de ayuda y se
cada ve?, más escaso. volvieron contra las comunidades campesinas locales para obtener nuevos
Los comerciantes que vinieron a México después de la Independencia recursos y trabajadores más sumisos. Las élites mexicanas intentaron cuns-

Id.' 103
truir un Estado nacional que sirviera directamente a sus intereses. Pero tu- salarios habían ascendido a un máximo de tres reales diarios, a partir del
vieron un éxito muy limitado, en gran parte debido a la debilidad de la eco- máximo colonial de dos reales. Y los campesinos de Chalco insistían en atender
nomía- comercial y la consecuente reducción de la recaudación fiscal. Y a primero sus propios cultivos, y trabajar en las haciendas sólo cuando tenían
pesar de su debilidad financiera o tal vez debido a ella, las élites terratenien- tiempo. A los ojos de los administradores de las fincas tales condiciones
tes también empezaron, después de la Independencia, a desafiar a las comu- representaban un grave problema que se perpetuó a lo largo de la década de
nidades campesinas para procurarse tierras, agua y trabajadores más trata- 1840. El administrador de la hacienda de Axalco escribía en 1841 sobre los
bles. De nuevo su éxito fue mínimo. Y de nuevo fracasaron, en buena "indios desagradables" que ponían obstáculos a la rentabilidad de la hacienda.
medida, debido a sus propios problemas financieros. Pero con ambos inten- Consideraba perversos a los campesinos de Chalco, porque no trabajaban si
tos -controlar el Estado nacional y atacar a las comunidades campesinas-, no recibían su pago semanal en efectivo. Su hacienda padecía escasez de
las élites terratenientes acrecentaron las tensiones existentes en la sociedad efectivo y por tanto no lograba acabar el trabajo necesario, mientras los pocos
mexicana y llevaron al país por el camino de una violencia creciente. campesinos disponibles trabajaban en otros sitios. En 1844, la siembra de
primavera se retrasó en esa misma hacienda debido a la persistente escasez
La Independencia también produjo cambios en la estructura de las comuni- de mano de obra, mientras que una hacienda vecina empleaba a todos los
dades campesinas, tercer protagonista de la estructura de poder agrario de trabajadores disponibles pagando sueldos superiores a la tarifa corriente. En
la Colonia. Desafortunadamente, se ha estudiado poco la organización inter- 1849, la cosecha se retrasó en la hacienda de la Asunción, de Mariano Riva
na de las comunidades campesinas en los años anteriores o inmediatamente Palacio, porque los campesinos de Temamatla y otras comunidades cercanas
posteriores a la Independencia. Sabemos que después de la Independencia no quisieron trabajar hasta acabar de cosechar sus propios productos.16
las distinciones legales basadas en categorías raciales y étnicas fueron aboli- Los campesinos de Chalco conservaron ese poder de negociación porque
das. Las repúblicas de indios y los notables locales que las gobernaban per- se mantuvieron unidos bajo la dirección de sus élites locales, mientras los
dieron pues sus privilegios legales exclusivos. También sabemos que el esta- hacendados sufrían dificultades financieras. Por otra parte, los datos demo-
do de México, incluido Chalco y otras regiones del altiplano central, sólo gráficos disponibles sugieren que el crecimiento de la población que caracterizó
daban la categoría de municipios a las poblaciones de más de cuatro mil al siglo xvín decayó a principios del XIX.17 El limitado crecimiento de la
habitantes. Muchas comunidades campesinas perdieron así el derecho a te- población en Chalco y otras localidades del altiplano central reduciría las
ner ayuntamientos locales independientes y empezaron a depender de las presiones sobre los recursos de las comunidades, y disminuiría por tanto la
poblaciones cercanas más grandes. presión que forzaba a los campesinos a trabajar en las haciendas.
Desconocemos qué efectos tuvieron estos cambios legales, ¿Procedían Después de la Independencia, las enfermedades continuaron diezmando
como siempre los notables locales, ignorando los cambios legislados por re- periódicamente la población mexicana. El cólera llegó a Chalco en 1833 y
gímenes débiles e inestables? ¿O tal vez el fin del estatus privilegiado de los de nuevo en 1850, y redujo la población campesina. En 1850, el administra-
notables abrió las comunidades a una competencia más política, conducién- dor de la Asunción afirmaba que ocho residentes de la hacienda habían
dolas quizás a una mayor inestabilidad local? Lo único que puede afirmarse caído enfermos y dos habían muerto. En la comunidad vecina de Zula, en la
con certeza es que las comunidades campesinas no se vieron decisivamente que la Asunción reclutaba muchos trabajadores, cincuenta cayeron enfer-
debilitadas corno consecuencia inmediata de la Independencia. Hasta la dé- mos y por lo menos siete murieron. Hay registro de efectos similares en
cada de 1860, las de Chalco y de otros lugares demostraron repetidamente otras haciendas y comunidades de Chalco y de otros lugares del Altiplano.
su capacidad para actuar, dirigidas por sus líderes locales, a fin de impugnar Cuando tales enfermedades atacaban, las haciendas no podían rcclutar sufi-
las acciones de las élites terratenientes y los funcionarios del Estado. Parece cientes trabajadores para el cultivo, con lo que sus campos quedaban invadi-
que las comunidades campesinas sobrevivieron a las dificultades de la Inde- dos de malas hierbas que reducían el rendimiento.18 Los residentes de Chal-
pendencia mejor que las élites terratenientes y que el Estado. co vivían en la triste paradoja de la vida campesina: el sufrimiento y la
Con el Estado dividido y debilitado y los terratenientes acosados por sus muerte por las epidemias reducían el número de campesinos y así ayudaban
dificultades financieras, mientras las comunidades campesinas se mantenían a mantener el poder de negociación de los campesinos frente a las élites y
rclalivamenle fuertes, el conflicto empezó a desarrollarse. Después de la In- sus haciendas.
dependencia, los hacendados de Chalco consideraban que los campesinos Hasta la mitad del siglo xix, las élites de Chalco atravesaron graves difi-
l.u.iles obstaculizaban perversamente la rentabilidad de las haciendas. Los cultades económicas. Achacaban sus problemas en buena medida a la ¡n-

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transigencia de los campesinos locales. No eran suficientemente diligentes, conjunto, estos experimentos con la selección de semillas, los fertilizantes y
dóciles y baratos. Los campesinos de Chalco no eran la causa de los proble- el uso de nuevos implementos revelaba la voluntad de innovar de las élites
mas económicos de los hacendados, pero gracias a que conservaron una de Chalco, en vista de la crisis económica.
sólida organización comunal, mientras las élites se debilitaban financiera- Además, desde finales de la década de 1840, por lo menos seis haciendas
mente, los campesinos constituían una espina clavada en el costado de los de Chalco empezaron a dedicarse a la producción de leche. Compraron re-
terratenientes. Y como las élites no podían resolver los problemas que cau- baños de vacas y sembraron pastos de alfalfa, que a su vez requerían riego y
saban sus dificultades, se volvían contra los campesinos. abono intensivo. El atractivo de la producción de leche residía en que ser-
vía para superar rápidamente la escasez de capital disponible. La leche se
LA OFENSIVA DE LAS HACIENDAS, 1849-1856 vendía diariamente y, por tanto, generaba ingresos regulares que podían re-
ducir la necesidad de créditos escasos y caros.2*
La derrota de México en la guerra contra Estados Unidos forzó a las élites Las ganancias esperadas no siempre se hacían realidad. Para 1857, tantas
mexicanas a encarar la debilidad de su economía y la cuasi impotencia de su haciendas de Chalco estaban produciendo leche que habían saturado el
Estado nacional. Después del desastre bélico, quienes pretendían gobernar mercado. Gran parte de la producción local de leche no se podía vender.25
México escribieron numerosos tratados buscando las causas de la debilidad Tal vez aún más preocupante para los innovadores era el hecho de que la
nacional.19 Los datos relativos a Chalco revelan que durante ese mismo pe- producción de leche aumentaba su necesidad de mano de obra. La planta-
riodo de 1849 a 1856 las élites intentaron realizar importantes innovaciones ción y el abono de grandes pastizales de alfalfa aumentaban el número de
en la agricultura de las haciendas. Así experimentaron con nuevos productos trabajadores necesarios en un momento en que seguía siendo difícil reclutar
y nuevas técnicas de producción, tratando de beneficiarse de los tiempos de campesinos en Chalco.26
crisis. Las innovaciones en la agricultura de las haciendas de Chalco tuvieron un
Los experimentos se realizaban sobre dos frentes. Uno buscaba medios resultado adicional: los hacendados emprendieron acciones para acrecentar
más baratos de producir el maíz, el trigo y otros cultivos tradicionales de su control sobre el abastecimiento de agua de la región. Cuando la hacienda
Chalco. El otro intentaba producir leche con pastos de alfalfa de nueva irri- de la Asunción empezó a producir leche en 1849, también construyó una
gación. Ambas estrategias buscaban mejorar los rendimientos y generar nue- nueva presa y diques de riego. En la hacienda de Buenavista se realizaron
vos ingresos. Ambas condujeron a un empeoramiento de los conflictos con obras semejantes.7 En la hacienda llamada Zoquiapan, la introducción de
las comunidades campesinas de Chalco. las vacas hizo necesaria la construcción de un nuevo y complicado sistema
La experimentación con variedades de semillas pocas veces había tentado de riego. Un ingeniero extranjero llamado míster Alan diseñó y dirigió la
a los agrónomos de las haciendas coloniales. Cada año sembraban simple- construcción de una serie de cisternas de captación en los cerros que domi-
mente semillas de la cosecha anterior. Pero desde fines de la década de naban la hacienda, junto con canales para llevar las aguas captadas a los
1840, las haciendas de Chalco empezaron a intentar sembrar trigo, maíz y campos de la hacienda.28
verduras con semillas o plantones traídos de otras regiones que producían Las haciendas de la Asunción y González incluso experimentaron con la
altos rendimientos.20 La fertilización con abono tampoco tuvo importancia perforación de pozos artesianos. Otro extranjero llamado Bener fue contratado
para la agricultura de las haciendas durante los años coloniales. Un visitante para buscar aguas subterráneas. Pero no conocía la distribución local del agua
inglés informaba, poco después de la Independencia, que los agrónomos y Riva Palacio y otros hacendados de Chalco ignoraban el alto costo de esas
mexicanos parecían curiosamente indiferentes al abono. Sin embargo, a innovaciones técnicas. El resultado fue un prolongado pleito contractual y un
principios de la década de 1850, el abono se convirtió en una obsesión entre éxito solamente parcial en la búsqueda de nuevos caudales de agua.29
los administradores de las haciendas de Chalco. Acrecentaron los rebaños Debido a sus continuos problemas financieros a partir de la Inde-
de ovejas para obtener más estiércol y experimentaron diversas mezclas de pendencia, a fines de la década de 1840 los terratenientes de Chalco empe-
rastrojo de maíz para acrecentar el volumen de fertilizantes.21 Simultánea- zaron a pensar en hacer innovaciones para obtener mayores rendimientos.
mente, las haciendas de Chalco empezaron a experimentar con nuevos im- Pero esas innovaciones aumentaron su necesidad de mano de obra, con lo
plementos. Se hicieron frecuentes los arados importados que removían la que recrudecieron uno de sus problemas. Y la mayor demanda de agua ins-
tierra más profunda y algunas haciendas invirtieron en nuevas aventadoras piró proyectos de construcción que suscitaron nuevos conflictos con las co-
para separar el grano de la paja (y reducir la mano de obra necesaria). En munidades campesinas.

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el Mezquital, situado al norte de la ciudad de México, alrededor de Otumba
LA CONTRAOFENSIVA CAMPESINA, 1849-1856 y San Juan Teotihuacán hacia el este, y desde cerca de Xochimilco hacia el
sur, los campesinos amenazaban o empleaban la violencia en las disputas
Las comunidades campesinas de Chalco no aceptaron pasivamente los pasos
por la tierra, el agua, los impuestos y el control de los puestos oficiales
que daban las haciendas para adquirir un mayor control sobre los recursos locales.33 Los campesinos del centro de México consideraban que esos años
locales de agua y tierras. Los líderes locales impugnaban esas acciones ante de posguerra eran el momento preciso para protestar por la serie de limita-
los tribunaíes. Y cuando las decisiones de los tribunales no les eran favora- ciones impuestas a sus recursos y a su autonomía local.
bles, llevaban a los miembros de sus comunidades a los campos para obsta-
Las tierras bajas que rodean Cuernavaca y Cuautla, al sur de Chalco,
culizar directamente los proyectos de las haciendas. A partir de 1849, Chal- fueron escenario de conflictos relativamente intensos a partir de 1849. En
co fue escenario de conflictos cada vez más graves entre las haciendas y las esa región azucarera, los campesinos se alzaron varias veces para reclamar
comunidades campesinas. Sin embargo, antes de examinar esos conflictos los recursos que las haciendas se apropiaban. En ocasiones, los que protes-
será útil situarlos en el contexto de una serie más amplia de protestas cam- taban contaban con el apoyo de los comerciantes e incluso de la milicia
pesinas no coordinadas entre sí, que surgieron simultáneamente en gran local, la cual por ende fue rápidamente desarmada y desbandada. La región
parte del centro y el sur de México. que se convertiría en corazón de la revolución agrarista encabezada por
Es conocida la guerra de castas de Yucatán que enfrentó a los mayas de Emiliano Zapata en 1910 ya rebosaba de violencia campesina en 1850.w Pe-
las tierras interiores con las élites políticas, los terratenientes y prácticamen- ro ese descontento siguió siendo localizado y esporádico, carente de organi-
te toda la población hispánica de la península a partir de 1847. También lo zación u orientación política.
son los simultáneos enfrentamicntos que originaron violencia en la Sierra Desde el punto de vista de destacados políticos terratenientes como An-
Gorda y el istmo de Tehuantepec. Todas esas insurrecciones se produjeron drés Quintana Roo y Francisco Pimentcl, los años que siguieron a 1848 fue-
en regiones periféricas, mientras los gobernantes de México y sus ejércitos ron sumamente inquietantes. Los campesinos amenazaban a la élite legítima
estaban ocupados luchando contra el invasor extranjero. La relación entre y al poder del Estado. Escribieron que los campesinos ignoraban las deci-
violencia campesina y debilidad del Estado rara vez resulta tan clara. siones de los tribunaíes, negándose a respetar los títulos de propiedad san-
En las estribaciones sureñas del estado de México (el actual estado de
cionados por el Estado, se olvidaban de pagar los alquileres y trabajaban
Guerrero), las protestas campesinas se iniciaron en 1842 y continuaron du-
mal si acaso trabajaban para las élites. Tales escritos revelan el desarrollo
rante una década. Allí, la competencia política entre Nicolás Bravo y Juan
de una sensación de sitio entre las élites terratenientes de México. Veían
Álvarez presentó a las comunidades campesinas una división en la estructu- a los campesinos insubordinados impugnar sus derechos de propiedad y su
ra de poder y una oportunidad clara para protestar. Álvarez respondió, es- poder.
pecialmente en las regiones que constituían la base de poder de Bravo, in- Esta era de protesta campesina merece un análisis general y detallado.
tentando mediar entre los terratenientes y las comunidades campesinas. Por el momento, el análisis de su desarrollo en Chalco puede proporcionar
Como el Estado colonial, Álvarez terminó las hostilidades con una demos- algunos indicios iniciales. A partir de 1849, los campesinos de esa región se
tración de fuerza, prometió un examen justo de las quejas e hizo por lo enfrentaron en diversas ocasiones a las pretensiones de propiedad de las
menos algunas concesiones a los campesinos. Esa mediación le ganó a Álva- haciendas locales.
rez la enemistad de la mayor parte de las élites mexicanas. Por lo menos un conflicto de Chalco se inició como respuesta a las noti-
En las cuencas del altiplano central que rodean la ciudad de México, a cias sobre la victoria campesina en el Valle de Toluca. En 1851, los dirigen-
fines de la década de 1840 y principios de 1850 también se produjo una
tes de la población de Amecameca reabrieron un viejo pleito por tierras con
explosión de descontento campesino que en algunos momentos llegó a ser
la esperanza de obtener una sentencia más favorable. A continuación se
violenta. Las causas no siempre están claras. Muchos campesinos que pro-
produjeron amagos de violencia y la controversia continuó hasta 1855, pero
testaron y muchos terratenientes airados citaban el famoso precedente de
el resultado no queda claro en los documentos.36 Sin embargo, la mayoría de
una victoria legal obtenida por varias comunidades del Valle de Toluca en
las protestas campesinas que prolíferaron en Chalco a partir de 1849 res-
una disputa de tierras con los condes de Santiago, una de las familias más
pondían más directamente a la reciente ofensiva de las haciendas. En la
viejas y ricas de la élite mexicana.32 Ahora no sabemos cuan importante fue medida en que los operadores de las haciendas buscaban mejorar la produc-
el conocimiento de esa victoria y cuan importante era la evidente debilidad ción y, con ello, los beneficios, construyendo nuevos sistemas de riego, no
de un Estado que acababa de perder una guerra. Pero a partir de 1848, en
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podían evitar menoscabar el control de la comunidad sobre los recursos. A fines de 1849, la comunidad contrató a un abogado de la ciudad de
Las comunidades, a su vez, reaccionaban con demandas judiciales y con una México llamado Luis María Aguilar para que la representara en los tribuna-
obstrucción física que en ocasiones condujo a confrontaciones violentas. En les. El abogado visitó Acuautla a principios de octubre. Seguramente para
Chalco, la decisión de los terratenientes de iniciar una nueva ofensiva contra protegerse políticamente de las consecuencias que podía tener para él re-
los recursos de las comunidades, en un momento de dificultades económicas presentar a una comunidad campesina de Chalco, Aguilar escribió sobre su
y evidente debilidad del Estado, provocó conflictos cada vez mayores. visita a Riva Palacio. Su carta nos dice mucho sobre la visión de un liberal
Cuando Riva Palacio construyó la nueva presa para mejorar el riego de la mexicano del XIX acerca de los campesinos.
Asunción en 1849, tierras campesinas de fas jurisdicciones tanto de Chalco Aguilar se horrorizaba de la recepción que le habían hecho en el pueblo,
como de Temamatla resultaron inundadas. Los campesinos amenazaron pú- donde fue saludado con música y cchetería. En esas actitudes sólo veía una
blicamente con destruir la presa y un funcionario local escribió a Riva Pala- autodenigración que él achacaba a la larga influencia de los sacerdotes rura-
cio sugiriendo que negociara, porque era imposible controlar a los campesi- les que, en su opinión, trataban a los campesinos como "'bestias de carga".
nos. Cuando el proyecto quedó terminado, se hizo evidente que las aguas así Aguilar pensaba que la solución al problema estaba en la eliminación de la
retenidas serían muy útiles para regar las tierras de los campesinos de Cui- distinción entre la "gente de razón" y los indios. Aguilar proclamaba que
cingo. La hacienda reclamo esas tierras y los campesinos se amotinaron. todos los seres humanos, incluso los indios, compartían las facultades de la
Riva Palacio intentó aplacar ese descontento utilizando su influencia política razón. Y, por tanto, podían dárseles apellidos españoles, que les serían úti-
para persuadir a la población de Temamatla de que proporcionara tierras a les en la firma de contratos y en los censos para el reclutamiento de la
los campesinos que él había desposeído. Persistió un descontento suficiente milicia y para los impuestos,39
como para que un grupo de campesinos construyera un dique improvisado A los campesinos de Acuautía les habría gustado saber que su abogado
que bloqueó el río más arriba del nuevo sistema de riego de Riva Palacio. creía que ellos tenían uso de razón. Su interés por los impuestos y por el
Por su parte, los funcionarios locales se mostraban reacios a ejecutar la or- reclutamiento militar les habría parecido más molesto. Y con seguridad ha-
den judicial que dictaba la destrucción del dique de los campesinos, porque brían sonreído ante su presunción de que la deferente recepción que le
temían un estallido de violencia. De nuevo, los detalles de la resolución final ofrecieron revelaba autodenigración. Cuando el abogado fracasó en los tri-
se desconocen, pero en junio de 1850 la hacienda de la Asunción ya estaba bunales, los campesinos de Acuautla demostraron que tenían abundantes
cultivando los campos de riego de Cuicingo. reservas de auioestima y valor.
Otras disputas similares estallaron en otros lugares de Chalco conforme A principios de 1850, el tribunal falló en favor de la hacienda. Una pe-
las haciendas que buscaban más agua para regar más tierras obstaculizaban queña fracción de las tierras en disputa fue otorgada a Acuautla, y la ha-
el acceso de los campesinos a ese escaso y esencial recurso. El cultivo de los cienda obtuvo el resto. La decisión del tribunal debía implementarse me-
pastos irrigados de alfalfa en Tomacoco, hacia mediados de la década de diante un deslinde judicial de los campos en disputa. El dueño de la
1850, llevó a la hacienda a usurpar aguas de riego que antes compartía con hacienda informa sobre la consiguiente confrontación a Riva Palacio:
los campesinos. Las comunidades presentaron queja ante los tribunales y
ganaron.38 En la mañana no ocurrió novedad; y aunque el pueblo se presentó en
La disputa más intensa, duradera y violenta de Chalco, a mediados del masa a reclamar que se les debía medir doble terreno del que se declara
siglo XIX, enfrentó a los campesinos de San Francisco Acuautla con la ha- pertenecerles; el juez les dijo: que estando presente su apoderado, no
cienda de Zoquiapan. La hacienda era propiedad de la familia Villaurrutia, tenían que esponer: que lo hiciera por medio de aquel. Así pasó la cosa y
herederos del colonial marqués de Castañiza. Cuando en 1849 los terrate- continuando la medida a vista del personero suyo.
nientes decidieron construir un elaborado sistema de riego destinado a cap- Más en la tarde, se presentó el auxiliar a intimar al juez que si llevaba
tar el agua de los montes que dominan Chalco y canalizarla hacia los cam- adelante la diligencia, no respondería de las resultas, por la efervescencia
pos de la hacienda, suscitaron un conflicto con Acuautla. Esta comunidad en que estaba el pueblo. El juez contestó: que no estaba en su arbitrio
estaba situada en las montañas, al este de Chalco, y gran parte de la nueva suspender la medida, que se hacía en ejecución del bando. Apenas había
construcción se situaba en tierras que sus habitantes utilizaban normalmen- dado esta respuesta, cuando fue avanzando todo el pueblo en pelotón y
te. Los campesinos de Acuautla perdieron tierras de cultivo, pastizales y armado de palos y piedras. El juez que con los de la comitiva no tenía
bosques en beneficio del sistema de riego de la hacienda. armas, creyó prudente retirarse para Chalco, y suspender la diligencia.

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Este alentado dejó a los indios dueños del campo, y ha puesto en el [tundieron con armas de fuego y lograron contener a los campesinos hasta
peor predicamento la autoridad que les infundía algún respeto. Yo creo <|uc llegó un contingente mayor de la milicia hacia la medianoche, y forzó a
que el juez pedirá auxilio para llevar adelante su providencia, y hacerse los campesinos a regresar a Acuautla. A la mañana siguiente cincuenta
respetar con la fuerza armada: único recurso que nos quede. miembros de la Guardia Nacional de Chalco —integrada principalmente
Como Ud. tiene ya los antecedentes de este asunto y conoce a los de por empleados de las haciendas— fueron directamente a Acuautla y captu-
Acuautla, escuso referirle oficialmente otros ejemplares del estado de in- raron a uno de los dos cabecillas y a otros treinta y cinco de los campesinos
subordinación en que están, y de lo mucho que les sufre la hacienda. i|ue protestaban.
Pero Ud. convendrá en que es preciso poner algún coto a sus continuos El breve conflicto armado terminó antes de que la compañía de caballe-
desmanes; y por esto le suplico se sirva tomar alguna providencia para ría llegara desde la ciudad de México. Pero el dueño de Zoquiapan seguía
que de Texcoco se franqucce la fuerza competente; y si es posible vaye el teniendo miedo. Los campesinso de Acuantia se habían vuelto cada vez más
mismo Prefecto con ella, a fin de imponer respeto a los indios, y que vean atrevidos y sólo habían sido sometidos mediante la movilización de la Guar-
que hay quienes los sujete y contenga, como es necesario para que no dia Nacional, proceso que requería tiempo y que transformaba el funciona-
acaben con los demás. miento de las haciendas en todo Chalco. Escribió de nuevo a Riva Palacio,
pidiéndole un pronto y severo castigo para los "rebeldes" y la creación de
A principios de marzo de 1850, quince hombres armados enviados por el una importante fuerza de policía para proteger a las haciendas.
prefecto de Texcoco montaron guardia e impusieron la realización del des- Dos semanas después de esa confrontación violenta, los campesinos re-
linde. Pero la disputa no terminó ahí. Los campesinos volvieron a los tribu- anudaron sus amenazas contra la hacienda. Entonces el propietario présen-
nales y, a principios de 1851, obtuvieron un fallo ligeramente más favorable. lo su solución final. Pagaría a la comunidad por las tierras que reclamaban,
Se les asignaron dos caballerías (alrededor de 85 hectáreas) más de tierra. siempre y cuando los residentes accedieran a utilizar el dinero para trasla-
Sin embargo, su indignación no se desvaneció, y tal vez se sintieron estimu- darse a otro lugar del estado.45 ¿Revelaba esa oferta una desconfianza sobre
lados por la inclinación del tribunal a su favor. Para llevar a efecto el segun- el derecho de la hacienda a quedarse con las tierras, a pesar de las victorias
do fallo se necesitaron treinta guardias armados. Los campesinos atacaron a obtenidas en los tribunales? ¿O reflejaba dudas respecto de la capacidad del
quienes realizaban el deslinde, de nuevo armados con piedras y palos, pero Estado para ejecutar las decisiones de los tribunales? Ciertamente revelaba
no pudieron impedir que se llevara a cabo. El comandante de la guardia ignorancia sobre los valores de los campesinos. Un pago en efectivo y un
concluyó que los campesinos de Acuautla "sin duda no se conformarán ja- traslado a otro lugar no podían seguramente compensarlos por la pérdida
más con determinación alguna que no sea de su gusto".*12 del control de la comunidad sobre sus posesiones tradicionales.
La disputa continuó. Después del segundo deslinde, se reanudó la cons- A continuación, la disputa desaparece de los documentos. Pero cuando
trucción de las obras de riego. Los campesinos respondieron obstruyendo a estalló en Chalco un levantamiento más generalizado, en 1868, los campesinos
los trabajadores y apoderándose de las herramientas. De nuevo se necesita- de Acuautla encabezaron a sus vecinos en el ataque contra las haciendas.
ron guardias armados para recuperar las herramientas y permitir que el tra-
bajo continuara. En mayo de 1851, el conflicto llegó a una culminación vio- LA SOLUCIÓN DE LA ÉLITE: LA POLICÍA RURAL
lenta. Los campesinos habían continuado obstaculizando el trabajo y
recogiendo leña y llevando a pastar a sus animales en las tierras en disputa. Con el hundimiento del Estado mediador colonial, el recrudecimiento de las
La hacienda empezó a apoderarse del ganado de los campesinos. Las ten- dificultades financieras de las élites terratenientes y sus intentos por con-
siones aumentaron, y llevaron al dueño de la hacienda a utilizar su influen- vertir al Estado nacional en agente de sus intereses, las tensiones entre élite
cia para persuadir al ministro de Defensa, Mariano Arista, de que enviara y campesinos crecieron a lo largo de las décadas posteriores a la Inde-
tropas y aplastara el persistente "motín de indios".43 pendencia, y culminaron en los conflictos que se inician a fines de los años
A continuación, el propietario acudió a su hacienda, dos días antes de la 1840. Las élites, en Chalco y en otros lugares, provocaban a los campesinos
llegada de las tropas. Cuando llegó, dos principales de Acuautla estaban con no desde posiciones de fuerza, sino en un intento por superar su debilidad.
el administrador, exigiéndole la devolución del ganado. Cuando el adminis- Sólo un Estado fuerte podía lograr que tales intentos triunfaran. Y aunque
trador se rehusó, estalló una pelea en la que resultó herido de varios golpes la mayoría de los gobiernos mexicanos posteriores a la Independencia traba-
de machete. Algo más tarde, murió. Otros empleados de la hacienda res- jaron principalmente en interés de la élite, pocos fueron duraderos o fuer-

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tes. Con la violencia de finales de la década de 1840, las élites vieron en el Así pues, la policía tuvo en Chalco y probablemente en el resto del Méxi-
fortalecimiento del Estado la única solución. Los gobernadores de numero- co central, una eficacia limitada en los primeros años. Pero el claro giro de
sos estados mexicanos recurrieron a la creación de fuerzas de policía rural.46 la táctica de las élites terratenientes y los gobernantes aliados a ellas, al
El estado de México decretó la creación de la policía rural en octubre de recurrir a la fuerza de la policía para resolver los conflictos con los campesi-
1849. En diciembre, el subprefecto de Chalco convocó una reunión de ha- nos, implicaba un cambio radical en las relaciones sociales agrarias. Con los
cendados y administradores para implementar localmente la legislación. La gobiernos posteriores a la Independencia, que no deseaban ni podían de-
alianza de las élites terratenientes y el Estado no podía ser más clara.47 Para sempeñar el papel de mediadores entre las élites y los campesinos, los con-
principios de 1850, existía en Chalco una pequeña fuerza policiaca, aunque llictos crecieron. Al no haber mediador, los gobernantes no veían más solu-
muy inferior a la deseada. Dadas las dificultades financieras de los hacenda- ción que la represión armada de los campesinos. El mensaje era claro: el
dos, los ingresos fiscales eran bajos y las autoridades no podían conseguir equilibrio de poder violento determinaría cada vez más las relaciones socia-
fondos para el deseado cuerpo policiaco. Más tarde, en 1850, el cuerpo que- les agrarias en México.
dó armado con cincuenta rifles enviados por el Ministerio de Defensa, y se
convocó una nueva "junta de propietarios" para reunir fondos para un cuer- I A SOLUCIÓN DE LOS LIBERALES: LA ABOLICIÓN DE LA
po de policía más numeroso. Entre tanto, se creó una reserva de policías l'KOPIEDAD COMUNAL
en Chalco mediante el procedimiento de enviar a los "dependientes arma-
dos" de los principales terratenientes locales. De nuevo, la policía aparecía LM desarrollo de fuerzas policiacas era considerado como una forma de for-
claramente como instrumento de los intereses de la élite. Sin embargo, las talecer la capacidad del Estado para proteger a las élites contra la contrao-
dificultades financieras que atravesaba esta última mantuvieron a las nuevas fensiva campesina de mediados del siglo XIX. Sin embargo, el sector liberal
fuerzas policiacas por debajo de su plena fuerza. Más tarde, en diciembre de la élite mexicana tenía planes más ambiciosos para minar la capacidad de
de 1851, en otra reunión de propietarios se intentó reunir fondos para cons- las comunidades campesinas para resistir al acoso económico y político. Los
tituir una fuerza policiaca completa en Chalco.49 liberales proponían la abolición de los derechos de propiedad comunal. No
En junio de 1855, nuevos disturbios locales llevaron al subprefecto a in- privarían a los campesinos de sus tierras, sino sólo de la forma comunal de
tentar una vez más fortalecer el cuerpo de policía. Él consideraba que una propiedad: el fundamento de la solidaridad de la comunidad. Los campesi-
patrulla montada sería más efectiva, pero sus fondos no bastaban para man- nos indios con sus pequeñas parcelas habrían de enfrentarse solos a los ha-
tener una fuerza de ese tipo. De manera que recurrió de nuevo a los hacen- cendados y a los funcionarios del gobierno, y no como grupos comunitarios
dados locales, pidiéndoles que contribuyeran con caballos o con el dinero con derechos de propiedad conjuntos.
para comprarlos. Les agradó la propuesta, pero muchos alegaron escasez de Apenas cabe duda de que la destrucción de la fuerza de las comunidades
fondos y no cumplieron con sus cuotas. A principios de 1856, la patrulla campesinas era un objetivo principal de la Ley Lerdo de 1856, pieza central
montada estaba sólo parcialmente dotada de recursos y hombres, y el sub- de las famosas reformas liberales, formulada por el ministro de Hacienda,
prefecto amenazaba con multar a los que no contribuyeran. Miguel Lerdo de Tejada. Las discusiones políticas que siguieron a la procla-
Desde finales de la década de 1840, el estado de México aceptó las solici' mación de la ley, así como los subsecuentes debates de los estudiosos, se han
tudes de los hacendados para policía rural para proteger las haciendas de centrado en su aplicación a las propiedades de la Iglesia. La amenaza contra
los ataques de campesinos. Sin embargo, debido a las persistentes dificulta- las comunidades campesinas ha aparecido como un resultado involuntario de
des económicas de los hacendados, escaseaba el dinero necesario para sos- la oposición de los liberales a la riqueza de la Iglesia y de su creencia en el
tener esos cuerpos de policía. Las élites de Chalco no podían sufragar el individualismo económico. Pero un examen cuidadoso del largo desarrollo del
gasto anual de 4 800 pesos necesario para mantener veinte hombres monta- pensamiento liberal y de los conflictos sociales del siglo XIX indica que el
dos.50 La ironía es clara. Las élites de Chalco deseaban un Estado aliado, ataque a la propiedad comunal era intencional y claramente destinado a liberar
con una policía rural eficaz, para protegerlos contra campesinos cada vez a los terratenientes mexicanos de la resistencia campesina.
más dispuestos a impugnar su adquisición de tierras y agua. Pero los proble- La ideología del liberalismo mexicano procedía de la Ilustración españo-
mas de rentabilidad de las haciendas, en parte creados y perpetuados por la la, encabezada por hombres como Pedro Rodríguez de Campomanes y Gas-
oposición de los campesinos, impedían la creación de una policía eficaz. El par Melchor de Jovellanos, que proponían la abolición de la propiedad
problema hacía imposible su propia solución. agraria de las comunidades campesinas. La constitución liberal española de

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1812 dictaba la división de las tierras comunales. El asunto se debatió en las la Ley del 25 de Junio último, y de quitar por la fuerza algunos terrenos a
convenciones constituyentes de la nueva nación mexicana y de varios estados las haciendas".59 A principios de septiembre, el administrador de la hacien-
en la década de 1820. Y aunque las primeras constituciones nacionales evi- da de la Asunción escribía lo siguiente a Riva Palacio:
taron atacar la propiedad comunal, esa precaución reflejaba más el temor a
los disturbios sociales que los intereses liberales. Anoche que estuve en Temantla me dijeron como cosa muy reservada lo
Sin embargo, a fines de la década de 1820, doce estados mexicanos ha- siguiente: que D. Francisco de Sales en algunas noches, cuando ya los
bían aprobado leyes que ponían fin a la propiedad agraria de las comunida- vecinos están recogidos en sus casas y no hay nadie que pueda observar
des, incluidos los estados del altiplano central de México, Puebla y Michoa- sus operaciones, reúne en su casa gentes de Chalco, Zula, Cocotitlán, San
cán.52 Sin embargo, gobiernos estatales nuevos, débiles y políticamente Gregorio, Tlapala, Chimalpa, etc., con el fin de tratar sobre la guerra de
divididos no podían impíementat tan radicales cambios en la propiedad castas; [...] a fin de que una de estas noches a una hora dada se echan
campesina de la tierra. A fines de la década de 1840, cuando aumentaron sobre las familias de razón de los pueblos y las haciendas.
las protestas de los campesinos y, durante un tiempo, parecieron amenazar
el dominio de la élite, numerosos estados legislaron de nuevo la abolición de La conspiración se había iniciado casi seis semanas atrás, y el levantamiento
la propiedad agraria de las comunidades. Una íntima correlación entre el planeado sólo aguardaba la compra de armas. El administrador pedía a Riva
desarrollo de las protestas campesinas y la aprobación de leyes contra la Palacio rifles para proteger la hacienda. Por otra parte, las noticias le parecían
propiedad agraria de las comunidades subyace en la intención de esa legis- (an alarmantes que prefería no decir nada a los empleados de la hacienda, que
lación." Pero, de nuevo, a fines de la década de 1840 el poder estatal era serían quienes sufrirían las consecuencias de cualquier ataque.60
insuficiente para poner en práctica cambios tan radicales. Sin una burocra- La amenaza liberal de abolir la propiedad comunal que era la base de la
cia eficaz y con fuerzas policiacas mínimas, los funcionarios del Estado no solidaridad campesina y del poder de los dirigentes locales, suscitó planes
tenían más opción que pedir a los dirigentes comunitarios que les informa- de rebelión. Al sentirse amenazados no ya por las haciendas locales sino por
ran cuáles eran sus tierras para poder dividirlas. Los dirigentes locales po- el gobierno nacional, las comunidades campesinas buscaron fortalecerse me-
dían simplemente negarse a colaborar, con lo que la legislación inejecutable diante la coordinación regional. Así, procuraron armarse con algo más que
solamente declaró la oposición liberal contra los derechos de propiedad de piedras y palos y sus tradicionales machetes. El ataque de los liberales a las
las comunidades campesinas.511 Otra legislación similar, también incumplida, comunidades campesinas acrecentó claramente la escala y la intensidad de
que propuso el último régimen conservador de Santa Anna sugiere que en- las protestas campesinas en Chalco.
tre la élite había consenso en esa oposición a la propiedad comunitaria. 5 Las amenazas de violencia nunca llegaron a cumplirse en Chalco. Pero
La Ley Lerdo del 25 de junio de 1856 era por tanto la culminación, a los indicios sugieren que la amenaza misma favoreció los intereses de los
nivel nacional, de tendencias que se habían desarrollado desde hacía mucho campesinos. Aun cuando unas pocas propiedades que se habían alquilado
tiempo en la vida política de México. La ley de los liberales decretaba que para sostener al gobierno municipal de Chalco pasaron a sus arrendatarios
todas las "propiedades rurales y urbanas" que estuviesen en manos de cor- en 1856, no hubo un intento general de aplicar la Ley Lerdo a las tierras de
poraciones civiles y eclesiásticas se "adjudicaban en propiedad a sus arren- subsistencia de los campesinos en esa región. Los campesinos no reclama-
datarios". La ley daba a los arrendatarios u otros ocupantes tres meses para ban sus parcelas en propiedad privada, y pocos forasteros sintieron deseos
reclamar las propiedades. A partir de ese plazo, estarían a disposición del de denunciar las propiedades comunales una vez transcurrido el plazo de
público. El eobierno recibiría el 5 por ciento como impuesto sobre cada Ircs meses. Chalco rara vez se menciona en las listas de propiedades enaje-
transacción. A partir de la proclamación de la ley, numerosas decisiones nadas en el estado de México durante los últimos seis meses de 1856.61
judiciales dejaron bien claro que los liberales tenían toda la intención de La oposición campesina y las amenazas de violencia no se limitaban a
acabar con la propiedad comunal de las tierras campesinas. Chalco. En octubre de 1856, Lerdo tenía ya conciencia de que, en general,
Por su parte, los campesinos percibieron rápidamente esa intención. En los campesinos hacían caso omiso de la Ley de Reforma. Creía que se les
Chalco, el descontento inspiró la formación de una organización secreta pa- inducía a engaño. Pero también reconocía que la mayoría de los campesinos
ra iniciar las protestas. El 19 de agosto de 1856, el subprefecto informaba no podían pagar los costos de deslinde, las escrituras y el impuesto debido
que tanto en Amecameca como en San Gregorio, "hay reuniones clandesti- al gobierno. Por tanto, publicó una normativa de implementación revisada,
nas de Yndígenas, según parece con el fin de oponerse al cumplimiento de otorgando automáticamente a sus ocupantes las tierras valuadas en menos

Ilí. 117
de doscientos pesos, sin impuestos, sin deslinde y sin escrituras. Declaró que importancia para los dirigentes políticos. Sugiere, más bien, que la enajena-
su objetivo era servir a "la paz pública, el bienestar de las clases más desti- ción de las propiedades comunales era una reforma que merecía consenso
tuidas y a la implementación y el desarrollo de las normas dictadas para la político. Pocos dirigentes políticos estaban dispuestos a hablar en defensa
de la propiedad comunal campesina. La ideología liberal del individualismo
movilización de la propiedad".63
La nueva normativa eliminaba la necesidad de una implementación activa económico se complementaba perfectamente con la necesidad de las élites
de la Ley Lerdo en lo que se refería a la propiedad campesina de tierras terratenientes de México de debilitar las comunidades campesinas. La ena-
comunales. Los liberales podían simplemente anunciar que la reforma se jenación de las tierras comunales era una política liberal esencial, destinada
había llevado a cabo. Y las comunidades campesinas podían continuar ¡ocal- a fortalecer el poder del Estado y a aliviar los problemas económicos de las
mente como hasta entonces, ignorando en realidad la nueva ley de propie- élites terratenientes al socavar la base material de la fuerza de las comuni-
dad. Tenían que surgir problemas en el futuro. Los campesinos seguirían dades campesinas.66
teniendo sus parcelas. Pero el Estado las consideraría propiedad privada y Los anteriores esfuerzos de los distintos estados mexicanos por eliminar
se negaría a reconocer los títulos comunitarios. Y los campesinos no ten- la propiedad comunal, a lo largo del siglo XIX, habían fracasado. Los refor-
madores liberales de 1856 y 1857 se proponían lograr que esas medidas fue-
drían escrituras de las parcelas individuales.
La normativa promulgada por Lerdo en octubre es también, tal vez, la ran más efectivas imponiéndolas a nivel nacional. Hasta entonces, también,
más clara declaración de la intención liberal de acabar con la propiedad los estados habían intentado imponer los intereses de la élite creando una
comunal. No querían despojar a los campesinos de sus tierras. Pero querían policía rural, pero con escaso éxito. Los reformadores liberales de los años
forzar la "movilización de la propiedad". Para un liberal, esa movilización 1850 también consideraban que la policía rural era esencial para imponer el
favorecería la expansión económica. Pero para los campesinos, la propiedad poder del Estado en el campo, y emprendieron la creación de una fuerza
inmóvil había servido durante mucho tiempo para proteger una base mínima rural nacional. Los liberales convirtieron en política nacional la oposición a
de subsistencia que amortiguaba su creciente participación en la economía la propiedad comunal y el uso de la fuerza armada para contener las inevita-
comercial. La movilización de la propiedad y la acelerada comercialización bles protestas campesinas
de la vida rural apresurarían la extinción de la cultura campesina, y de la Pero también los gobernantes liberales que dirigieron el país a partir de
capacidad de los campesinos para resistir a la potencia expansionista del 1856 tuvieron grandes dificultades para implementar sus reformas agrarias y
Estado nacional y de las élites terratenientes. Los campesinos de Chalco y crear una policía eficaz. La oposición de las élites conservadoras y sus alia-
de otros sitios no se equivocaban en su oposición a la Ley Lerdo. dos eclesiásticos a la parte anticlerical de las reformas condujo a una déca-
Lo que las élites terratenientes esperaban de la ley se revela en la carta da de guerra civil. Y esto ofreció a los campesinos del centro de México un
enviada a Riva Palacio por otro hacendado de Chalco en abril de 1857. Se respiro en la aplicación de las leyes de Reforma, a la vez que nuevas prue-
quejaba de que las tierras comunales de allí no se habían dividido y lo pre- bas de la debilidad del Estado nacional dividido.
sionaba para que interviniera pronto. Afirmaba que sólo el fin de los dere-
chos de propiedad comunal podía eliminar los futuros conflictos entre co- CONVULSIONES POLÍTICAS Y NUEVA CRISIS DE LA ÉLITE, 1857-1867
munidades y terratenientes.64 El hacendado podía escribir privadamente lo
que las leyes y las ideologías no proclamarían públicamente: las familias La alianza de conservadores y clericales opuestos a las reformas liberales
campesinas con pequeñas parcelas privadas seguirían necesitando trabajar produjo una sangrienta guerra civil que se inició en 1857 y terminó con otra
en las haciendas, pero ya no podrían mantener la cohesión de la comunidad victoria liberal en 1859: a principios de la década de 1860, los conservado-
que había representado tantos problemas para los terratenientes. res, ante el riesgo de quedar eliminados de la vida política mexicana, hicie-
La Ley Lerdo se incorporó a la Constitución Liberal de 1857, que Maria- ron un último intento desesperado por conservar el poder aliándose con las
no Riva Palacio y su hijo Vicente colaboraron a redactar, con escaso debate (ropas francesas y la monarquía títere de Maximiliano de Habsburgo. Así,
y una aplastante mayoría de 76 a 3.6 La oposición que suscitó ese nuevo desde 1857 hasta la caída del régimen de Maximiliano en 1867, volvió a
estatuto se refería principalmente a las medidas que minaban el poder eco- (altar en México un Estado único y eficaz. Los campesinos tuvieron pruebas
nómico de la Iglesia. Apenas si hubo discusión política en torno a la enaje- de ello con la reanudación de la guerra civil y el surgimiento de un bandole-
nación de las tierras comunales de los campesinos. La escasez de debate no rismo endémico que ninguna fuerza política podía controlar ni contener. La
debe sin embargo entenderse como indicio de que tales medidas carecían de iinplementación de la Ley Lerdo en las comunidades campesinas se hizo

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imposible. La mayoría de los campesinos de Chalco permanecieron en paz, lamente a manos de los acreedores. Los campesinos de Acuautla sin duda
contentándose aparentemente con contemplar cómo peleaban entre sí, con disfrutaron con los problemas de su reciente enemigo.
mortíferos resultados, los ejércitos rivales y los bandidos. Aunque los disturbios económicos generados por las convulsiones políti-
Al principio de la guerra civil de 1857, las élites de Chalco consideraron cas reducían los beneficios de las haciendas, los partidos en contienda con-
que el conflicto sería útil para el control social local. En una reunión de los sideraban a esas haciendas como los principales contribuyentes. Para soste-
"vecinos más honrados y mejor acomodados" se redactó "una lista de los ner a los ejércitos en el campo de batalla y para intentar constituir nuevos
más perniciosos" de la región con el fin de reclutarlos para el ejército libe- regímenes, los liberales, los conservadores y los franceses exigían de las ha-
ral. Pero pronto la guerra civil resultó incontrolable. Conforme el frente se ciendas impuestos, contribuciones especiales y préstamos forzosos. Durante
acercaba a Chalco, los terratenientes, funcionarios y administradores de las 1860, por ejemplo, los liberales exigieron en Chalco dos préstamos forzosos
haciendas, así como los comerciantes urbanos, huyeron de la región para que podían costar a un hacendado casi mil pesos.711 Muchos no podían o no
refugiarse en la ciudad de México.69 Los campesinos se quedaron solos. querían pagar, según que los demandantes fueran enemigos o amigos políti-
Cuando los liberales asumieron de nuevo el gobierno nacional, a princi- cos. Por lo menos una finca de Chalco fue embargada por un comandante
pios de 1859, el bandolerismo seguía asolando Chalco y gran parte del cen- liberal por el impago de quinientos pesos de impuestos.7
tro de México. La principal respuesta del gobierno, encabezado entonces Dos ejemplos de la crisis familiar de la élite pueden ilustrar los proble-
por Benito Juárez, consistió en constituir una fuerza policiaca rural nacio- mas generales de esa década turbulenta. Tres jóvenes hermanas apellidadas
nal. Simultáneamente, los terratenientes de Chalco procuraron restablecer la Garrido habían heredado en 1855 la hacienda de Atoyac, en Chalco. La
paz fortaleciendo su policía local. Pero, una vez más, debido a sus dificulta- propiedad fue alquilada, pero cuando el contrato terminó en 1859, el arren-
des económicas, contaban con escasos fondos para mantener una policía datario se negó a continuar, arguyendo falta de rentabilidad. Riva Palacio,
eficaz.70 representante de los intereses de las hermanas, buscó un nuevo arrendata-
A principios de 1862, los franceses invadieron México, con lo que se ini- rio. Al no encontrarlo, alquiló la hacienda a su propio hijo. Esto sólo sirvió
ció otro año de guerra civil y el campo quedó de nuevo a merced de los para llevar los problemas financieros a la familia del propio albacea, y para
bandidos. Cuando los franceses obtuvieron la victoria militar en 1863, consi- forzar a Riva Palacio a entrar en sociedad financiera con el administrador
deraron, ellos también, que la policía era la única solución a la inquietud de la hacienda en 1860. Tampoco esto solucionó las cosas. Los informes
rural. Incluso siguieron el precedente liberal mexicano: organizar fuerzas financieros que nos han llegado revelan por qué. En 1855,1859,1861, 1862 y
policiacas locales convocando a los principales terratenientes para pedirles 1864, los gastos de la hacienda se vieron acrecentados en un promedio anual
de nuevo que pagaran el equipo y los salarios de la policía.71 Tal vez el único de mil pesos de impuestos especiales, préstamos forzosos y redención de
tema en que había consenso entre todos los partidos durante los conflictos hipotecas eclesiásticas. Con tan pesada carga adicional, en tiempos de incer-
políticos de 1857 a 1867 era la idea de que la represión policiaca era la tidumbre económica, Riva Palacio no vio más solución que vender la hacien-
única respuesta a la inquietud rural endémica. La violencia había alcanzado da, en 1864. Sólo apareció un comprador, y obtuvo la hacienda por el módi-
un papel central en las relaciones sociales mexicanas. No sólo el control co precio de 40 mil pesos.76
social del Estado se disputaba en el campo de batalla sino que ei control era Atilano Sánchez sufrió problemas similares. Durante las décadas poste-
cuestión de acción policiaca. El poder mediador del Estado colonial, un riores a la Independencia, había servido como Notario Mayor del Juzgado
Estado que gobernaba sin policía y con escasos enfrentamientos abiertos, ya de Capellanías, el banco hipotecario de la Catedral de la ciudad de México.
no era en 1860 más que un distante y vago recuerdo. Gracias a ese acceso privilegiado al capital, invirtió en bienes inmuebles.
Si bien las élites recurrían cada vez más a la violencia como medio princi- Durante los años 1830, había sido propietario de la hacienda del Moral, en
pal de lograr control social, sus problemas económicos eran cada vez más Chalco, y había ayudado a financiar otras fincas de la región.
graves. En octubre de 1857, las deudas del propietario de la hacienda de A fines de la década de 1830, vendió el Moral e invirtió en la hacienda de
Tomacoco llegaron al punto de forzarlo a vender la finca. Pero como eran Buenavista, cerca de Apan, al noreste de la ciudad de México. En la espe-
tiempos difíciles no apareció ningún comprador, por lo que tuvo que ofre- ranza de mejorar la hacienda, gastó cerca de diez mil pesos en reformas
cerles a los propietarios de las haciendas vecinas que compraran partes de durante los años 1850. Pero había obtenido el capital mediante préstamos
sus tierras.7 En junio de 1858, el clan Villaurrutia se vio forzado por los que le resultó imposible pagar debido a los disturbios económicos y políticos
acreedores a alquilar la hacienda de Zoquiapan, cuyo alquiler pasaba direc- de la época. Intentó vender la finca, valorada en 125 mil pesos, pero no

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recibió ninguna oferta superior a los 115 míl pesos. Aguantó, esperando que cicnda perdía poco, ya que la carga había sido traspasada al arrendatario. Y
la intervención francesa le procuraría estabilidad y beneficios. Pero los dis- si la cosecha era buena, la hacienda obtenía la mitad, a cambio de unos gastos
turbios continuaron y perdía siete mil pesos anuales. Tuvo que vender gana- casi nulos. Desde luego, la hacienda sacrificaba considerables beneficios po-
do y herramientas para pagar los gastos de funcionamiento. Finalmente ven- tenciales. Pero las dificultades financieras propias del medio siglo ya habían
dió la hacienda en 1866, a un Martínez de la Torre, por 103 mil pesos. hecho que tales beneficios fueran poco frecuentes. Las haciendas de Chalco
Sánchez consideraba que esa venta había sido un robo forzado por la difi- y de otros lugares estaban pues dispuestas a compartir parte de los beneficios
cultad de los tiempos. potenciales a cambio de traspasar los riesgos de las pérdidas y la carga del
El banquero y hacendado antaño eminente tuvo que conformarse con reclutamiento de mano de obra a los aparceros.
vivir de los pagos de 330 pesos mensuales que recibía del nuevo propietario. Los campesinos de Chalco aceptaron la aparcería por diferentes razones.
Entre tanto, Sánchez debía 180 pesos mensuales de anteriores deudas. Se La mayoría seguían dependiendo de los salarios de las haciendas cercanas
lamentaba de verse reducido a vivir con 150 pesos al mes. No era un caso para complementar su producción de subsistencia. SÍ una hacienda dejaba de
de miseria. La mayoría de los mexicanos del campo no ganaban ni la mitad ofrecer trabajo eventual y, en cambio, sólo ofrecía aparcerías, muchos campe-
de esos 150 pesos al año. Pero Sánchez había perdido su puesto en la élite sinos no tenían más opción que aceptar. Además, los aparceros adquirían
terrateniente. cierto control sobre la producción y recibían a cambio de sus esfuerzos pro-
Mientras algunos terratenientes de Chalco y de regiones similares del ductos de primera necesidad. El paso a la aparcería reflejaba claramente la
centro de México perdieron sus haciendas entre 1857 y 1867, todos los de- debilidad económica de los hacendados de Chalco, y tal vez fuera considerada
más tenían también graves problemas financieros. La persistente disputa en como una modesta ganancia por los campesinos locales.
torno a la composición y el control del Estado mexicano impedía que se Un inventario de la hacienda de la Asunción realizado en 1868 indica que
llevaran a cabo las reformas económicas y dejaba toda la carga financiera a la cuarta parte del maíz de la hacienda estaba siendo cultivado por aparce-
los hacendados. La crisis de la élite mexicana continuó, y tal vez se hizo más ros. Estos arrendatarios habían plantado anteriormente casi la mitad de los
profunda, durante esa década de turbulencias. cultivos de la hacienda, pero como se les habían asignado las tierras menos
fértiles y no irrigadas, habían sufrido graves pérdidas con la sequía. Entre
LA ADAPTACIÓN AGRARIA A LA CRISIS: LA APARCERÍA tanto, los aparceros cultivaban todo el frijol y el alverjón de la hacienda. Un
indicio de la duradera cohesión de las comunidades de Chalco es que los
A lo largo de la década de 1860, los beneficios de las haciendas de Chalco contratos de aparcería de la Asunción no se hacían con campesinos indivi-
siguieron siendo escasos. Las élites terratenientes siguieron lamentándose de duales, sino con las comunidades y sus dirigentes.80
la imposibilidad de conseguir trabajadores baratos cuando los necesitaban. Su Apenas contamos con información más detallada sobre la aparcería en
reacción consistió en recurrir cada vez más a la aparcería. Los aparceros podían Chalco. Pero el material relativo a las haciendas de Jalpa, situadas al norte
aliviar algunos de los problemas más acuciantes de los hacendados. Pero de la ciudad de México en una región similar a la de Chalcoi nos proporcio-
también podían acrecentar los conflictos entre las élites y los campesinos. na útiles datos. En 1864, el 58% del maíz de Jalpa era cultivado por aparce-
La aparcería no era frecuente en el altiplano central mexicano en las ros. En 1866, el porcentaje había aumentado a un 72%. El administrador
últimas décadas coloniales y las primeras posteriores a la Independencia.78 explicaba esta adopción del sistema de aparcería señalando que debido a los
Las primeras referencias a ese sistema datan, en Chalco, de 1856, cuando el tumultuosos tiempos, escaseaban tanto los trabajadores como el dinero para
administrador de la Asunción señala que parte del maíz de la hacienda y pagarles.81
todos los frijoles y alverjón, cultivos de trabajo intensivo, eran producidos En Jalpa, los contratos de aparcería se hacían con individuos y no con
por aparceros. En 1858, el administrador de la hacienda Buenavista pudo comunidades. También conocemos los detalles de los contratos: la hacienda
evitar que sus contrincantes políticos lo capturaran haciéndose pasar por un proporcionaba la tierra, las semillas, una yunta y el agua de riego (si la ha-
aparcero. bía), y el aparcero era responsable únicamente del trabajo. La hacienda y el
Está claro por qué las haciendas recurrieron a la aparcería. Con ella podía arrendatario se dividían la cosecha a partes iguales, y la hacienda tomaba de
evitarse la escasez de líquido que dificultaba el reclutamiento de mano de obra. la parte que le correspondía la semilla para la siguiente siembra. En el caso
Los arrendatarios se hacían responsables de realizar el trabajo. Si la cosecha de los pocos aparceros que podían emplear su propia yunta, la hacienda
falhiba, como ocurría periódicamente en el clima del México central, la ha- pagaba la mitad del costo de la cosecha. Tales acuerdos eran relativamente

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favorables para los aparceros e indican de nuevo los problemas económicos 1870. Una de las primeras rebeliones contra el restablecido régimen liberal
que atravesaban los hacendados del centro de México. luvo lugar en Chalco en 1868.
La aparcería fue una adaptación de las relaciones sociales agrarias, resultado Cuando los liberales recuperaron el poder nacional, seguían convencidos
del declinante poder económico de las haciendas. Los campesinos tal vez se de la necesidad de sus leyes de Reforma, incluida la enajenación de las tierras
beneficiaban al aumentar su control directo sobre los cultivos. Sin embargo, comunales de los campesinos. Y siguieron creyendo firmemente que las pro-
la aparcería también elevó el potencial conflictivo entre campesinos y hacen- testas contra sus reformas debían resolverse mediante la fuerza policiaca.83
dados. Desde el siglo xvi, cuando los campesinos del centro de México culti- Pero la implementación de las reformas y la creación de una policía eficaz
vaban productos de subsistencia, lo habían hecho principalmente en las tierras requerían un régimen unificado y bien financiado. Después de 1867, la unidad
que les correspondían como miembros de las comunidades. Su dependencia del gobierno empezó a consolidarse. Pero el Estado liberal siguió siendo
económica respecto de las haciendas se limitaba generalmente al trabajo económicamente débil, como reflejo de las persistentes dificultades de la
eventual. En esa división tradicional del trabajo campesino, las cosechas que economía de las haciendas. Poco después de tomar el poder en 1867, Juárez
fracasaban periódicamente solían considerarse como actos de una naturaleza exigió a los hacendados un nuevo préstamo forzoso y de nuevo tuvo que afrontar
incontrolable. Y los campesinos a menudo recibían salarios por su trabajo en los reparos y la incapacidad de pagar de las élites.84 El nuevo Estado liberal
las haciendas, aunque más tarde se perdiera la cosecha. El desarrollo de la estaba firmemente asentado en el poder, pero falto de fondos.
aparcería a mediados del siglo XIX produjo cambios que acrecentarían el En ese contexto se desarrolló la rebelión campesina de Chalco en 1868.
resentimiento de los campesinos contra las haciendas en épocas de crisis Los liberales propugnaban la rápida implementación de la ley para enajenar
climatológicas. Por primera vez, los campesinos cultivaban las tierras de la las tierras comunales en un momento de continuas dificultades en la econo-
hacienda por cuenta propia. Si la cosecha era buena, la hacienda podría mía de las haciendas. Tal vez el paso a la aparcería también había servido
aparecer como benefactora. Pero cuando las cosechas se perdían, y así ocurría para acrecentar las tensiones. Las conspiraciones se iniciaron en Acuautfa
por lo menos una vez cada diez años en el centro de México, la hambruna antes de febrero de 1868. Las primeras discusiones tuvieron lugar en la casa
resultante ya no parecía un acto de la naturaleza sino una imposición de los de Viviano Amaya, el dirigente local a quien se creía responsable de la
terratenientes, que les daban a los campesinos sólo las tierras marginales sin muerte del administrador de Zoquiapan diez años antes.85 La continuidad
riego, mientras los campos de riego de la hacienda florecían allí cerca. Y, desde con las anteriores protestas está clara. Pero un elemento nuevo en 1868 era
luego, el trabajo de los campesinos en las cosechas compartidas que se perdían la presencia de Julio López, antiguo empleado de una hacienda de los alre-
nunca era remunerado. Así, la aparcería podía hacer que el hambre apareciera dedores de Texcoco, antiguo soldado de los ejércitos liberales y antiguo dis-
más como un problema social que como un problema climatológico. Los cípulo del activista radical Plotino Rhodakanaty.86 López proporcionó el li-
campesinos podían sensibilizarse a las soluciones sociales. derazgo organizativo e ideológico para unir a los campesinos de diferentes
comunidades en una sola rebelión.
LA REBELIÓN CAMPESINA DE CHALCO, 1868 El 2 de febrero de 1868, López lanzó su primera proclama. Se declaraba
verdadero liberal y patriota, y subrayaba sus recientes esfuerzos en favor de
En junio de 1867, los ejércitos liberales ocuparon de nuevo la ciudad de la causa liberal. No denunciaba agravio alguno del régimen liberal y llamaba
México, seguidos muy pronto por el presidente Benito Juárez. Terminaba a la rebelión sólo contra los propietarios de las haciendas de Chalco. Sin
así una década de guerra civil. Durante lo que quedaba del siglo, los conflic- duda, López esperaba suavi/ar la reacción del Estado ante su rebelión pero,
tos políticos se darían en el seno de los liberales y, en general, causarían simultáneamente, ofrecía a los liberales la oportunidad de adoptar un papel
menos desórdenes. Pero, para Juárez y los liberales, ocupar el gobierno na- mediador. El Estado podía mediar entre terratenientes y campesinos, en vez
cional no equivalía a gobernar México. El establecimiento de un Estado na- de simplemente respaldar las aspiraciones de las élites. Un informe dirigido
cional efectivo que ejerciera el poder en las zonas urbanas y rurales todavía el 4 de febrero a Riva Palacio habla de un grupo de "terroristas" encabeza-
sería un proceso largo y difícil. dos por López y constituido por sesenta o setenta hombres. En él se decía
Entre 1867 y 1870, el régimen de Juárez soportó un bandolerismo endé- que el levantamiento tenía el apoyo de los campesinos de los pueblos, desde
mico, numerosos levantamientos campesinos dispersos y múltiples revueltas Coatepec hasta Huexoculco, en los montes situados al este de la llanura de
regionales. En el altiplano central que rodea a la capital, estallaron a finales Chalco. El núcleo principal de rebeldes venía de Acuautla. El informe con-
de 1869 varios levantamientos campesinos simultáneos que duraron hasta cluía señalando la sorprendente ausencia de pillaje y violencia.

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Para el 18 de febrero, el régimen liberal había decidido no mediar, sino probaría. Y proponían que se estableciera un tribunal superior especial para
enviar cincuenta soldados a perseguir a los rebeldes.89 El 22 de febrero, el ii-visar los títulos de propiedad de Chalco. Insistían en que las haciendas
administrador de la hacienda de la Compañía informaba que, como rebeldes presentaran antes sus títulos y en que, durante la revisión, ninguna de las
activos, sólo quedaba una pequeña banda de cabecillas y unos cuantos bandi- partes pudieran utilizar las tierras en disputa.93 Los campesinos estaban una
dos. La "gente de a pie" —los campesinos comunes que iban a pie— no se vi-/ más pidiendo que el Estado asumiera el papel de mediador.
había incorporado en número importante. Esto limitaba el número de rebeldes, López confirmaba esta postura en su declaración del 7 de marzo. Se au-
pero permitía una movilidad que resultaba frustrante para los soldados. ludcnominaba "representante por unanimidad" de los pueblos de Chalco. E
El 23 de febrero, López procuró reclutar más rebeldes lanzando una nue- insistía en que la rebelión se había hecho necesaria sólo porque los jueces
va proclama. Llamaba a la unidad entre las comunidades campesinas para locales actuaban como agentes de los terratenientes. La supuesta elección
recuperar las tierras usurpadas por las élites. Argumentaba que la costum- ilc López como dirigente puede ser genuina, porque había reunido a dos
bre de apelar a los tribunales en casos de abuso sólo les servía a los campe- n-presentantes de cada una de las comunidades de Chalco el 4 de marzo.94
sinos para obtener promesas incumplidas y para perder tiempo y dinero. Se produjeron varias escaramuzas entre rebeldes y soldados, con escasas
El mismo día, López envió un mensaje a las tropas, ordenándoles abando- bajas por ambas partes. El 12 de marzo, el general Rafael Cuéllar se encon-
nar la región o atenerse a terribles consecuencias. También hizo circular en tró con López y le ofreció garantías si los rebeldes deponían las armas. Lo-
los pueblos y haciendas de Chalco panfletos en los que ofrecía tierras a pe/: pidió doce horas para considerar la propuesta. Luego, a la hora señala-
quienes se unieran a su alzamiento o le procurasen sustento y amenazaba de da, marchó hacia Tlalmanalco con una fuerza de 150 rebeldes armados. Las
muerte a quienes se le opusieran. El administrador de la Compañía informa- I ropas de Cuéllar respondieron con fuego y la mayoría de los campesinos
ba que los peones de la hacienda se fingían enfermos o simplemente se mar- huyeron en retirada, disparando al azar, mientras se dispersaban por los
chaban. No veía más salida, para defenderse, que traer más tropas. montes. Los campesinos de Chalco estaban aparentemente dispuestos a
Con los soldados patrullando Chalco, López encontró muchos simpati- apoyar a los rebeldes de muchas formas, pero no estaban entrenados para el
zantes, pero pocos dispuestos a tomar las armas. Su banda se redujo a me- combate y se resistían a arriesgar la vida en una confrontación abierta con
nos de veinte hombres durante la última semana de febrero. Confiando en las tropas del gobierno. La guerra de guerrillas continuaría, y seguiría estan-
que el levantamiento se estaba desvaneciendo, las tropas abandonaron Chal- do organizada y bien abastecida por los campesinos locales. Pero no se pro-
co. Esto hizo que los primeros días de marzo fuesen muy intranquilos para duciría una movilización masiva de campesinos en Chalco.96
los administradores de las haciendas y oirás personas vinculadas a las élites Ya evidente su debilidad ante las tropas gubernamentales, el 14 de marzo
terratenientes de Chalco. Había rumores de que el general Miguel Negrete López insistía de nuevo en que no tenía ningún agravio contra el Estado,
dirigía a los rebeldes, pero no había pruebas reales. Una vez que los solda- sino sólo contra las élites terratenientes. Pero el gobierno no reconoció esa
dos se fueron, el número de rebeldes aumentó de nuevo en respuesta al distinción. No quiso mediar entre campesinos y terratenientes. A falta de
ofrecimiento de tierras arrebatadas a las haciendas. Y los sublevados conti- espacio de maniobra, López y veinticinco de sus rebeldes se rindieron el 19
nuaron comportándose como rebeldes modelo, sin cometer ningún acto de de marzo, recibieron salvoconductos y volvieron a casa.97
vandalismo ni de violencia incontrolada. Esto preocupaba a los administra- Inmediatamente después de la rendición, los dirigentes de varias comuni-
dores de las haciendas, porque significaba que los rebeldes recibían su sus- dades de Chalco enviaron al gobierno, el 22 de marzo, su explicación de las
tento de las comunidades campesinas. causas de la inquietud local. Acusaban a López y a su núcleo de rebeldes de
A principios de marzo, el gobierno volvió a enviar tropas al mando del haber iniciado los problemas, pero creían que su éxito en la obtención de
general Rafael Cuéllar. El día 6, los dirigentes de Acuautla lanzaron una apoyo se debía a la "miseria y las desgracias" causados por:
proclama en la que enumeraban sus agravios y proponían soluciones. Cita-
ban su larga lucha con Zoquiapan: una y otra vez habían presentado sus el gran número de ambiciosos hacendados que poseen los terrenos de los
títulos de propiedad ante los tribunales, pero "la justicia siempre le ha he- pueblos en que vimos la luz primera, las aguas de ese común, y los mon-
cho al poderoso". Hacía poco, en 1862, durante el breve gobierno liberal, tes y pastales que nos pertenecen.
cuatro dirigentes de los pueblos que llevaban reclamaciones a los tribunales
fueron sumariamente arrestados y reclutados para el ejército liberal. Esta- A continuación, sugerían que, durante demasiado tiempo, "la tolerancia o
ban seguros de que sí el presidente Juárez conociera tales hechos los desa- falta de ilustración de nuestros padres y abuelos", que se agotaban luchando

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a través de los canales legales, controlados por los terratenientes, había faci- dos. En las anteriores escaramuzas, los rebeldes podían perder, dejar atrás a
litado el camino a la codicia de éstos. unos cuantos heridos y escapar a los cerros. Pero el 17 de junio, cincuenta
Los dirigentes de las comunidades insistían en que se oponían a la rebe- insurgentes fueron capturados en las cercanías de Acuautla. López escapó
lión, pero argüían que el único medio de evitar la violencia era que el go- tic nuevo, pero la fuerza principal de los rebeldes fue aplastada.1
bierno llevara a cabo un examen imparcial de los títulos de propiedad y Los campesinos de Acuautla procuraron de inmediato obtener un trata-
luego un deslinde de las propiedades de Chalco. De nuevo, el Estado me- miento indulgente. El 26 de junio, los habitantes de Acuautla, Coatepec y
diador era la solución a los ojos de los dirigentes comunitarios. San Pablo —todas ellas comunidades rebeldes— se proclamaron "hombres
Chalco permaneció en calma durante abril y mayo. Los funcionarios loca- pacíficos y trabajadores" que tenían un litigio con la hacienda de Zoquia-
les y los administradores de las haciendas pensaban que las tropas habían pan. Argumentaban que habían sido atacados por las tropas del gobierno,
asustado definitivamente a los campesinos. Un funcionario visitó las comuni- líl gobierno ignoró el alegato. Los campesinos capturados que parecían se-
dades rebeldes para reprenderlos. Algunos comerciantes locales incluso em- guidores de los rebeldes fueron incorporados al ejército. Los que parecían
pezaron a denunciar tierras comunales según lo fijado en la Ley Lerdo. Lo dirigentes locales fueron condenados al destierro en Yucatán.104
que terratenientes, funcionarios y comerciantes no percibieron fue que los El 7 de julio fue capturado Julio López. Tras rápidas consultas con el
campesinos habían aprovechado la oferta de rendición del gobierno para ministro de Defensa, Ignacio Mejía, López fue sumariamente ejecutado.
sembrar sus campos. Entre los campesinos, la subsistencia es lo primero. Dos semanas más tarde, sufrió el mismo castigo el segundo en el mando, un
Cuando terminó la siembra, se reanudó la rebelión. López se alzó de l al Adelaido Amaro. Se presentaron numerosas apelaciones contra las sen-
nuevo el 29 de mayo. El gobierno de la ciudad de México se vio muy pronto 1 encías de incorporación al ejército y de destierro a Yucatán, incluida una
inundado con las súplicas de los hacendados, administradores y funcionarios contra una mujer rebelde, pero la mayoría fueron finalmente aprobadas por
locales de Chalco, que pedían tropas.100 Buscando nuevos apoyos para este i-l presidente Juárez. A principios de octubre de 1868, los desterrados a
segundo alzamiento, López volvió su atención a las comunidades de la llanu- Yucatán partieron de Veracruz. ^
ra de Chalco. Sus habitantes vivían rodeados por las haciendas y dependían Una superioridad militar aplastante acabó con el segundo estallido de
de ellas en grado sumo. No se habían sublevado hasta entonces. Esta vez, rebelión campesina en Chalco en el verano de 1868. Los campesinos no
los campesinos de Zula, cerca de la Asunción, y de San Gregorio Cuautzin- podían oponerse a tal fuerza. Simultáneamente, en el verano de 1868 hubo
go, cerca de la Compañía, se unieron a los rebeldes. Y los administradores una gravísima sequía. Los inventarios de las haciendas de Chalco revelan
de esas haciendas recibieron mensajes de López en que declaraba que los graves pérdidas concentradas en las tierras correspondientes a los aparce-
pastos y los bosques eran propiedad comunal, por la que los campesinos no ros.1 La proximidad de la escasez seguramente acrecentó el descontento
pagarían alquiler. campesino. Pero la pérdida de la cosecha también minaba la capacidad de
Hacia el 4 de junio de 1868, la fuerza rebelde sumaba de nuevo cerca de los campesinos para sostener una rebelión. La combinación de tropas y se-
setenta hombres, cuarenta de ellos a caballo. Funcionarios y administrado- quía hizo que la mayoría de los campesinos de Chalco se dedicaran a las
res estaban seguros de que los rebeldes recibían apoyo de la mayoría de las preocupaciones más inmediatas de la supervivencia familiar.
comunidades campesinas de la región. Muchos hacendados y administrado- Para no correr riesgos, el gobierno dejó las tropas en Chalco hasta el
res se sintieron tan amenazados que empacaron sus objetos de valor y aban- final del año. A principios de 1869, los campesinos de San Gregorio Cuaut-
donaron la región.102 El 7 de junio, los gobiernos estatal y nacional empeza- /ingo se sublevaron para reclamar tierras que estaban en posesión de la
ron de nuevo a enviar tropas a Chalco. Esta vez no corrieron riesgos. Para el hacienda de la Compañía. Sin embargo, los pueblos vecinos no los siguieron
día 13, había cuatrocientos soldados en Chalco y otros 150 en camino. Des- y fueron fácilmente derrotados. Les costó seis meses, pero los liberales de-
de el 9 hasta el 18, las fuerzas del gobierno persiguieron a los rebeldes, que rrotaron totalmente el primer alzamiento campesino importante que impug-
se movían con facilidad por las abruptas montañas volcánicas que separan nara su gobierno desde la partida de los franceses. Negándose a mediar, el
Chalco de la depresión de Puebla, situada al este. Estado triunfó mediante la fuerza armada, y luego intentó de nuevo crear un
Al principio, el aumento de la fuerza gubernamental acrecentó aparente- cuerpo de policía capaz de evitar futuros disturbios.106
mente el número de rebeldes que peleaban con López. El 12 de junio se Como se podía esperar, Chalco permaneció en calma cuando, en el otoño
decía que lo seguían cien hombres. Pero finalmente los rebeldes quedaron tic 1869, estallaron rebeliones campesinas en varias regiones vecinas del alti-
rodeados en los montes por un número muy superior de soldados entrena- plano central. En los valles de Morelos, al sur, Puebla, al este, y el Mezqui-

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tal, al norte, los campesinos se sublevaron a partir de septiembre de 1869 y tiramiento de las dificultades económicas por las que atravesaban los terra-
atacaron las haciendas más próximas. En estos levantamientos también sur- Iniientes. Durante los años posteriores al conflicto, varios hacendados en
gieron dirigentes ideológicos como Francisco Islas, que proclamó su "Plan luncarrota tuvieron que ofrecer sus haciendas en venta. Muchos no encon-
de Comunismo" en el Mezquital.109 Se produjeron numerosas escaramuzas, h.iron a nadie deseoso o capaz de comprar haciendas enteras y ofrecieron
pero las tropas del gobierno triunfaron de nuevo en enero de 1870. MIS propiedades en parcelas, y aun así siguieron sin encontrar compradores.
Los levantamientos de 1869 se extendieron a una zona más amplía que los I ,os terratenientes que no podían pagar los impuestos vieron cómo el Esta-
de Chalco el año anterior, lo que sugiere que recogían un descontento más tln (¡uc había luchado para proteger sus aspiraciones embargaba sus hacien-
generalizado. Pero sus objetivos eran similares a los de los rebeldes de Chalco. das. Por su parte, el Estado encontró pocos compradores dispuestos a pujar
La diferencia principal parece residir en el ritmo de ciclo agrícola, tan impor- por las propiedades de Chalco a principios de los años 1870. El levanta-
tante en la vida campesina. Hemos visto cómo la sequía de 1868 ayudó a miento campesino de 1868 había prolongado y profundizado la crisis que
suprimir la sublevación de Chalco. Los campesinos de Morelos, Puebla y el MI!ría la élite terrateniente desde la Independencia.111
Mezquital esperaron en cambio hasta el otoño de 1869. Entonces estaba Resulta notable, en ese contexto, el colapso del poder local de la familia
madurando la primera buena cosecha después de un año de escasez. Los meses líiva Palacio. Con deudas cada vez mayores y escasos ingresos, el anciano
de hambre sin duda habían llevado a su culminación el descontento campesino; Mariano Riva Palacio vendió las haciendas que tenían por centro la Asun-
la abundancia de alimento hizo posible sostener una rebelión.110 rión antes de terminar el año 1870. El comprador fue Felipe Berriozábal,
Sólo podemos especular sobre los resultados que habría tenido la rebe- antiguo administrador de las fincas. Berriozábal, que contaba con poco capi-
lión si los campesinos de Chalco se hubieran unido a sus vecinos en 1869. El l.il, se hizo con las haciendas de la Asunción pagando solamente cuatro mil
régimen liberal se habría visto en aprietos más graves. ¿Habría respondido pisos, además de asumir 78 mil pesos que se le debían a Riva Palacio, más
aceptando el poder de mediación que los rebeldes campesinos le seguían otros 38 míl que Riva Palacio le debía a la familia Garrido. El nuevo propie-
ofreciendo? ¿O simplemente Juárez y sus aliados habrían luchado durante lario asumió una deuda enorme junto con todos los riesgos de funciona-
más tiempo, para suprimir finalmente esa rebelión más amplia? Tal como miento de una hacienda en Chalco.
ocurrió históricamente, los levantamientos campesinos del centro de México A principios de 1871, informaba a Riva Palacio que sus reducidos benefi-
que se produjeron a fines de la década de 1860 quedaron regionalmente cios no eran suficientes para cubrir sus deudas con él y con los Garrido. Se
aislados unos de otros. Al romper en dos olas separadas, sin duda, los go- I1 nejaba de su insostenible posición. Berriozábal aguantó hasta 1873, año en
bernantes liberales pudieron aplastar más fácilmente la rebelión. Y la supre- (|uc dejó de pagar a Riva Palacio. Los tribunales tendrían que subastar la
sión violenta de la protesta campesina fue un paso importante en la consoli- hacienda. Pero si las ofertas eran pocas y demasiado bajas para cubrir las
dación de un Estado nacional por los liberales; lo que es tal vez su principal principales deudas —como pensaba Berriozábal — , las propiedades volve-
contribución a la historia de México. rían a Riva Palacio, que no quería recuperar tales responsabilidades finan-
cieras. Berriozábal suplicaba una negociación para evitar ese resultado.112
LOS RESULTADOS DE LA REBELIÓN DE CHALCO lista es la última referencia a las haciendas de Chalco que encontramos en
los papeles de Riva Palacio. Lo que ocurrió con Berriozábal no está claro.
Considerada como conflicto militar, la rebelión de 1868 en Chalco acabó con Sin embargo, en 1890 todas las propiedades que habían pertenecido a Riva
la derrota de los campesinos. Pero si se toman en consideración las conse- Palacio en Chalco pertenecían a un tal Fermín Galarza. Galarza pertenecía
cuencias sociales más amplias del levantamiento, sus resultados parecerán más aparentemente a una nueva generación de hacendados de Chalco que ha-
ambiguos. El poder militar de un Estado decidido a sostener a la élite terra- bían comprado las propiedades a bajo precio, en los años 1870, y luego ha-
teniente no permitió que los campesinos de Chalco obtuvieran más tierras. El bían tenido éxitos financieros durante la paz impuesta por Porfirio Díaz.11
Estado no contemplaba el dejar de representar los intereses de la élite. Pero Los campesinos de Chalco, sin duda, se habrían sentido satisfechos con la
los campesinos rebeldes sí lograron infligir graves pérdidas económicas a los expulsión económica de la familia Riva Palacio. Pero su principal victoria
propietarios y los administradores de las haciendas de Chalco. Y la posibilidad fue menos visible. Un deslinde de las propiedades de Chalco realizado en
de que los campesinos recurrieran a la violencia aminoró en general los ataques 1890 revela dos grandes victorias campesinas. Primero, las haciendas deslin-
contra las tierras comunales por parte de las élites y del Estado liberal. dadas habían ganado muy pocas tierras en el curso del siglo XIX. Y segundo,
La victoria más clara obtenida por los campesinos de Chalco fue el recru- easi todas limitaban con tierras que figuraban como pertenecientes a las co-

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i
munidades campesinas. Desde luego, la legislación liberal aún estaba en vi- Imllar soluciones en la innovación agrícola. Pero tales soluciones amenaza-
gor y tales tierras eran posesión, legalmente, de familias individuales. Pero l'.m el ancestral control de los campesinos de Chalco sobre los recursos. Los
los deslindadores reconocían que la realidad predominante era la continui- i.unpesinos respondieron con demandas ante los tribunales, obstaculización
dad de la propiedad comunal.14 iKica y cierto grado de violencia. Las élites terratenientes y el Estado res-
Los campesinos de Chalco no pudieron derrotar al Estado mexicano ni pondieron a la oposición de los campesinos intentando crear una policía
eliminar a las élites terratenientes. La victoria de los campesinos no consis- nual, pero no lograron plenamente el intento.
tió en ganar, sino en demorar su propia derrota. Los campesinos mexicanos El enfrentamiento entre campesinos y terratenientes iba en ascenso cuan-
han revelado repetidamente que prefieren seguir siendo campesinos: vivir en ilo los liberales obtuvieron el poder nacional en 1856. Los nuevos gobernan-
comunidades campesinas, producir en la medida de lo posible sus propios ii'.s intentaron resolver ese conflicto decretando la abolición de la propiedad
productos de subsistencia, y entrar sólo mínimamente en la economía co- comunal campesina. Tales reformas tenían por finalidad menoscabar la fuer-
mercial.115 El triunfo de los campesinos de Chalco y de otras regiones del /;i de las comunidades campesinas, a la vez que obtener el apoyo de los
Altiplano central consistió en frenar, aunque no detener, los intentos de te- Iriratenientcs para la causa liberal. Sólo lograron malquistar aún más a los
rratenientes y liberales por menoscabar la base material de la vida de la i ¡impesínos. Los aspectos anticlericales de las reformas liberales pronto sus-
comunidad campesina. Estos triunfos dilatorios eran el máximo a que los cilaron una guerra civil seguida de una intervención extranjera. La década
campesinos podían aspirar, en el México del siglo XIX. tk- guerras civiles que terminó en 1867 impidió cualquier ataque concertado
En el último cuarto de siglo, bajo el gobierno de Porfirio Díaz, el Estado contra la propiedad comunal campesina. Sin embargo, cuando los liberales
mexicano se volvería más fuerte y los terratenientes más ricos, mientras la volvieron al poder, bajo el gobierno de Juárez, retomaron su política de
población campesina crecía y la comercialización general de la economía enajenación de las tierras comunales y creación de una policía rural. Las
amenazaba de nuevo la vida campesina. Incluso allí donde los campesinos legiones en que los conflictos agrarios habían producido esporádicos brotes
conservaban sus tierras, cada vez eran más los que dependían de los salarios Je violencia a fines de la década de 1840 y principios de la de 1850, estalla-
para sostener a sus familias. Los procesos demográficos, económicos y po- ron en importantes rebeliones en 1868 y 1869.
líticos del final del siglo XIX ejercían presión sobre la vida campesina para Ante las experimentadas tropas del Estado liberal unificado, los campesi-
llevarla a la extinción. La victoria de los rebeldes de Chalco en 1868 consis- nos fueron militarmente derrotados. Obtuvieron sin embargo ciertos triunfos
tió en demorar esa extinción por lo menos una generación más. Para quie- limitados al infligir nuevas pérdidas económicas a los terratenientes y con-
nes se proponen gobernar, esa victoria parece pequeña; para los campesi- vencer, tanto al Estado como a éstos, del costo que tendría cualquier ataque
nos, cuyo objetivo era simplemente seguir siéndolo, lo significaba casi todo. contra las tierras comunales de los campesinos. Gracias a su rebelión, los
campesinos de Chalco obtuvieron la posibilidad de vivir como campesinos
CONCLUSIÓN: LA VIOLENCIA CAMPESINA Y LA POLÍTICA NACIONAL durante unas décadas más.
A través de esta evolución social agraria, la violencia surgió como el ras-
La frecuente afirmación de que la Independencia mexicana produjo escasos f-o principal de las relaciones entre campesinos y élite en el centro de Méxi-
cambios sociales no concuerda con los datos sobre Chalco y las vecinas re- co. Un gobierno que utilizaba la transacción como instrumento, el Estado
giones del Altiplano central. Los gobernantes de la naciente nación mexica- mediador colonial, se vio sustituido a mediados del siglo XIX por un Estado
na nunca fueron reformadores decididos a beneficiar a los campesinos mexi- nacional que defendía los intereses de la élite mediante la violencia, cuando
canos. Pero los cambios estructurales que suscitó la Independencia nacional óstos eran impugnados por los campesinos.
dispararon una cadena de procesos que cambiaron la sociedad agraria mexi- Entre tanto, los campesinos de Chalco y de otros lugares se volvían cada
cana de una manera sustancial. Las relaciones sociales rurales pasaron de la vez más receptivos a los dirigentes de orientación política y compromiso
explotación estable y simbiótica al enfrentamiento violento. El poder media- ideológico. En los primeros años de la década de 1850, las protestas y rebeliones
dor del Estado colonial quedó eliminado, mientras las élites terratenientes campesinas en el Altiplano central de México siguieron siendo claramente
enfrentaban la ruina financiera. El resultado fue un Estado nacional débil y locales en su origen y perspectivas. Sin embargo, conforme el Estado nacional
a menudo dividido, que intentaba servir como representante de las empo- liberal se unía a las élites terratenientes con el fin de atacar a las comunidades
brecidas élites terratenientes. Incapaces de resolver los problemas políticos campesinas, los campesinos empezaron a considerar sus dificultades dentro
y económicos de la nación, a finales de 1840 las élites de Chafco creyeron de un contexto social y político más amplio. Los dirigentes como Julio López

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apenas estaban aprendiendo a organizar la inquietud campesina con llnelj KI-KELIÓN CAMPESINA EN EL
políticos nacionales, a finales de la década de 1860. Con todo, el paso haciij
la orientación ideológica y la organización política está claro. NOROESTE: LOS INDIOS YAQUIS
Los levantamientos campesinos de fines de la década de 1860 fueron mal1 DE SONORA, 1740-1976
amplios y sostenidos que los que los precedieron en el Altiplano central dtj
México. Sin embargo, en comparación con las luchas que se iniciaron oHÍ
1910, las del siglo XIX fueron breves y regionalmente aisladas. Con todo, lof
motivos del descontento campesino cambiaron muy poco. Las protestas .sfl» Hu-DeHart
guían centrándose en las limitaciones que las élites terratenientes, respalda*!
das por los estados, imponían a la autonomía de la comunidad. Tal vez l|j I, u ii.u-ión yaqui, en el estadoi noroccidental
expansión de las actividades comerciales agudizó cada vez más ese deseo* • i i - de Sonora,
. . ha dc^a/.»/!»
^'-Mdcduo e „n iia
l i i M u i u mexicana por su prolongada y eficaz resistencia a la aculturación v
tentó conforme progresaba el siglo XIX. Pero la expansión de la violencia] "» ..... Lición en la sociedad mexicana. Desde que los europeos "descubrieron"
campesina también se relacionaba directamente con sus cambiantes relacio*j •. Im viKjuis en 1533,j« éstos han defendido su identidad tribal ñor . ; ;
i i * , f-Jtji ciiviniíi QC
nes con la vida política nacional. Con los alzamientos de fines de la décadlj Mulo, y han emprendido numerosas guerras para no perder sus comunidades
de 1860, los campesinos del centro de México mostraron que tenían con- •u-, hcrras y su modo de vida propio en el fértil valle del río Yaqui Han
ciencia de los acontecimientos políticos nacionales ai plantear una y otra vol| Hiiinii-iiido firmemente alguna forma de organización y gobierno tribales du-
sus reivindicaciones en los momentos en que las élites nacionales estabaí ntiiir más de cuatro siglos. Existen barrios de exiliados yaquis f ue ra del valle
visiblemente debilitadas o divididas. Pero ni los campesinos de Chalco ni loft| fh K'. tildes ciudades de Sonora y Arizona. Debido a que su identidad como
de otros lugares participaron en los conflictos políticos nacionales. Percibíi yuquis está firmemente arraigada en la tierra, han seguido siendo princinal-
claramente las guerras civiles de 1857 y 1867 como un asunto de las élite*] niriiu- un pueblo agrícola, aunque durante largas épocas de su historia en los
Sin embargo, por haber esperado que se resolvieran esos conflictos políticoll »ltflt»s xix y xx, se les ha impedido extraer todas sus subsistencias de la tierra
antes de rebelarse, se encontraron con un Estado unificado. Tal vez la prin- ilr MI disputada patria; de hecho, muchos se convirtieron en asalariados tem-
cipal lección que aprendieron los campesinos en sus derrotados levanta»! (iin.ilrsen las haciendas, las minas y los ferrocarriles de Sonora y Arizona
mientes de 1868 y 1869 fue que no podían luchar mucho tiempo contra lo* A •diferencia de algunas otras comunidades indias de la frontpr u ««J»:
y - _ i i • f , . r r . tA id a , id pdx ll-
ejércitos de un Estado unificado, aunque ese Estado y sus aliados de la éliW] ilp.ición de los yaquis en una economía mas amplia, iniciada ya a mediados
atravesaran graves dificultades económicas. ilrl siglo xviii, no tuvo por resultado su asimilación permanente Inclust
Para 1910, los campesinos del centro de México estaban listos para poned uuindo trabajaban por un salario, luchaban por preservar sus propias comu-
sus objetivos de reforma agraria y su capacidad para mantener una rebelión niil.idcs autónomas, física, política y culturalmente separadas del resto de la
violenta en el centro de los conflictos de la élite política. Y las élites, profun- Miricdad. Esta característica dual de separatismo por una parte e inteera
damente divididas, estaban dispuestas a cortejar el apoyo campesino, aun* vtfm parcial por la otra es el origen de la fuerza de los yaquis y Ia clave de
que sólo fuera con fines políticos. El resultado fue un largo periodo de lu- MI supervivencia. Pueblo agrícola e indígena, no llevaron una vida de subsis
cha revolucionaria violenta. Una vez más, los campesinos no pudieron Inicia aislada, totalmente apartados de la corriente principal de la sociedad
ganar. Nunca alcanzaron el control del Estado nacional. Pero forzaron a loi |)i uñero colonial y luego mexicana; esto los distingue de la mayoría de las
dirigentes políticos a negociar con los intereses campesinos. El Estado auto- ¡ Oonnmidades indígenas de México. Pero tuvieron que pagar un alto precio
ritario resultante sí tuvo que mediar entre las élites terratenientes y los cam- I u ti su supervivencia cultural: una postura de rebeldía casi permanente des-
pesinos para fortalecer su propio poder. La participación campesina en las' de mediados del siglo xvm en adelante.
luchas de principios del siglo XX infligió una grave derrota a las élites terra- liste ensayo examina las revueltas y la resistencia yaquis a lo largo de casi
tenientes y les devolvió a muchos campesinos la posibilidad de sobrevivir iiiiiiro siglos. Está dividido en cuatro partes: la era colonial (1533-1820) el
como campesinos durante una generación más. En un mundo de lisiado* «H'»> XIX desde la Independencia hasta principios del Porfiriato (1821-1887^
fuertes y economías comercializadas, ésta era la máxima victoria posible pa- del final del Porfiriato a la Revolución Mexicana (1887-1920) y la éooca
ra los campesinos. La destrucción de la vida campesina en el centro de Mé« |HiM evolucionaría (1920-1980). Cada periodo se caracteriza po¿ una o más
acó quedó pospuesta hasta mediados del siglo xx. revueltas importantes y se distingue por una forma diferente de resistencia

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EL PERIODO COLONIAL Y LA REVUELTA YAQUI DE 1740*
totalidad, utilizándolo para fundar nuevas misiones, para comerciar con lim
pocos colonos locales y, ocasionalmente, para aliviar la escasez de alimcnloH
La frontera noroccidental de la Nueva España era una región escasamente j de la propia misión yaqui. Además de establecer nuevos calendarios de Iru-
poblada. Desatendida por los Habsburgos tras algunas exploraciones iniciales ! Itajo, los jesuítas acrecentaron la productividad introduciendo nuevos culti-
debido a su lejanía y a la hostilidad de las tribus indias (incluidos los yaquis), ¡ vos (trigo, algodón), nuevas herramientas y tecnología (el arado y el riego
se convirtió en el centro del imperio jesuíta de México. Libres de cualquier controlado), nuevos oficios (textiles para las mujeres), así como caballos y
competencia secular importante durante un siglo y medio, los jesuítas organi- ganado para la nueva economía granjera. Durante doscientos años, los ya-
zaron en misiones meticulosamente a todos los pueblos nativos hasta la Pimería J quis accedieron a estos cambios dirigidos.
Alta (Arizona), reorganizando social y económicamente a cada grupo lingüis- Pero en 1740, los yaquis, a la cabeza de varias tribus vecinas, emprendieron
tico-cultural en nítidos centros-misiones, dentro de sus territorios originales. ; la sublevación más importante dentro del dominio misionero. La enconada
La indisputada hegemonía jesuíta sobre esta frontera tuvo por resultado una ¡ lucha, en la que intervino la escasa población española de la región así como
paz jesuíta que duró hasta que los borbones llegaron al poder en el siglo XVHI. los yaquis y los jesuítas, formó parte de una ola de rebeliones fronterizas que
Para revitalízar la Nueva España y abrir nuevas fuentes de ingresos para los marcó el fin de la hegemonía de los jesuítas. Sólo podremos situar esta primera
cofres imperiales, los borbones estimularon el desarrollo económico de la revuelta yaqui en la perspectiva histórica adecuada si resumimos la historia de
frontera, basado en la minería y totalmente dependiente del acceso a la po- ! los yaquis desde esa revuelta hasta el final de la Colonia. A partir de 1740, los
blación indígena organizada en misiones para la obtención de mano de obra. yaquis no se sublevaron más mientras gobernaron los españoles, A diferencia
La resistencia de los jesuítas a esta intromisión en sus dominios culminó con de la mayoría de las comunidades misioneras del noroeste, no se desintegraron
su expulsión de la Nueva España en 1767. Una vez apartado este considerable Iras la partida de sus protectores jesuítas en 1767, sino que en realidad se
obstáculo, el desarrollo económico de los borbones continuó en el noroeste aseguraron su propia supervivencia al convertirse en una fuente indispensable
hasta que fue interrumpido por el movimiento de Independencia, que no de mano de obra para la floreciente economía minera. Al mismo tiempo,
encontró prácticamente seguidores en ningún sector —indios, blancos o mes- conservaron sus pueblos, ex-misiones, que (como pueblos libres) siguieron
tizos— de esta sociedad fronteriza. existiendo casi como en tiempos de los jesuítas, con una notable excepción: ya
Dentro del imperio mexicano de los jesuítas, la misión yaqui era el ejem- no produjeron su gran excedente. Desde luego, el Estado borbónico podría
plo y la piedra de toque. Con una población de 30 mil habitantes, era la habérselo exigido —y de hecho intentó varías veces, sin éxito, obtener tributo
mayor nación indígena del noroeste y culturalmente la más avanzada, ya que de los yaquis —, pero aceptó en cambio su mano de obra para las minas, que
había llegado a una existencia sedentaria más dependiente de la agricultura los yaquis se mostraron dispuestos a proporcionar.
que de la recolección. Originalmente distribuidos entre unas ochenta ran- ¿Por qué los yaquis se sublevaron en 1740 tras haber convivido con los
cherías o aldeas dispersas, cada una política y económicamente autónoma jesuítas durante más de un siglo? ¿Quiénes participaron y quién encabezó la
—ya que se unían sólo para la defensa territorial contra los invasores — , a rebelión?
principios del siglo XVII estos primitivos agricultores fueron reorganizados Tres conflictos interrefacionados llegaron a su culminación en la frontera
por dos misioneros jesuítas en una sola misión con ocho comunidades bien para producir la revuelta de 1740. Primero, conforme sus perspectivas de
estructuradas, en las riberas del río Yaqui. Esta consolidación permitía una desarrollo florecían, a fines del siglo xvn, los propietarios de las minas y los
supervisión más estrecha de los jesuítas y un sistema más racional de pro- hacendados intensificaron su demanda de productos agrícolas de los indios
ducción que muy pronto rindió excedentes. La reorganización también acre- y, especialmente, de mano de obra de los indios de las misiones. Segundo,
centó el sentido de unidad cultural y política de los yaquis; significativamen- las autoridades civiles y militares locales, recientemente nombradas por los
te, su mito de la creación se inicia con estos ocho pueblos de la misión. borbones, afirmaron más fuertemente su jurisdicción sobre los asuntos tem-
Bajo el mandato de los jesuítas, pues, la misión yaqui se convirtió en la porales de las misiones, autoridad que los funcionarios de los Habsburgos
más cohesionada, productiva, segura, estable y dócil de todas las misiones habían concedido implícitamente a los jesuítas. Tercero, los propios yaquis
jesuítas. Dentro de los pueblos, las familias cultivaban alimentos en tierras empezaron por primera vez a presionar para obtener ciertos cambios funda-
asignadas para su propia subsistencia durante tres días a la semana. Durante mentales en el sistema misionero, aunque, como veremos, no para acabar
otros tres días los hombres trabajaban en las parcelas y ranchos comunales, definitivamente con ese sistema, que les había proporcionado considerables
para producir el excedente de la misión, que los jesuítas se apropiaban en su beneficios y protección.

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El problema específico era la secularización de las misiones. Los vecinos importante de yaquis demasiado aculturados y demasiado susceptibles a la
(o colonos españoles) y las autoridades coloniales argumentaban que ya era influencia española para el gusto de los jesuítas. Estos yaquis ladinos empc-
tiempo de que las misiones fueran traspasadas a curas seculares y de que los /aron a quebrantar el aislamiento de los indios que los padres tan cuidadosa-
indios se integraran a la sociedad colonial y sirvieran a sus necesidades; des- mente habían conseguido y tan celosamente habían salvaguardado. Como podía
pués de todo, el ideal misionero original les daba a los misioneros diez, esperarse, los líderes de la revuelta de 1740 fueron precisamente esos yaquis
máximo veinte años, para pacificar, civilizar y preparar a las tribus de la latinizados. Éstos no sólo no tenían miedo de hablar y de expresar ideas
frontera para su integración social. Los jesuítas por su parte argüían que las heréticas sino que se mostraban muy dispuestos a llevar sus quejas ante las
peculiaridades de la frontera y de sus culturas indígenas requerían la pospo- autoridades civiles, saltándose así a los misioneros, que se consideraban tra-
sición indefinida de la secularización. En realidad, desde luego, perpetuaron ciicionalmente como intermediarios y representantes de negocios de los indios
deliberadamente su paternalista gobierno sobre sus pupilos indios para justi- en toda su comunicación con el mundo español. Este pensamiento y esta
ficar su propia permanencia en la frontera. En el centro de esta disputa conducta independientes minaban la autoridad de los jesuitas y facilitaban el
ideológica y política se encontraban los yaquis que, según se verá, no perma- tránsito hacia la secularización. Incapaces de aceptar el hecho de que sus
necieron simplemente como víctimas pasivas, sino que reaccionaron para propias acciones habían en cierto modo alej ado a los yaquis y los habían llevado
influir en el curso de los acontecimientos. Al parecer no preferían ni inte- a buscar justicia fuera de la misión, los jesuitas acusaban al gobernador y a sus
grarse plenamente en la sociedad colonial ni mantener una continua e in- subordinados de incitar a los indios a la rebelión.
cuestionada lealtad hacia la misión. En cuanto al gobernador Huidobro, en vez de negar que había intentado
Cada una de las tres partes implicadas ofreció distintas explicaciones so- interferir en los asuntos de la misión, argumentaba que era su deber defen-
bre el levantamiento. Significativamente, todos insistían en que las raíces del der la "jurisdicción real" y los intereses de la Corona sobre los de la orden
conflicto eran antiguas y minimizaban las causas inmediatas de la rebelión de los jesuitas, lo que significaba debilitar el sistema de las misiones. El y
de 1740: inundaciones que provocaron una hambruna y el subsecuente sa- sus colegas vecinos, propietarios de minas y terratenientes, tenían que en-
queo de los graneros de la misión, los ranchos españoles y los reales de frentarse con los misioneros cuando intentaban reclutar el número autoriza-
minas por los yaquis y otros indios que buscaban comida. do de trabajadores de las misiones, según el sistema laboral del repartimien-
En su informe oficial sobre la revuelta, los jesuitas acusaban a las autori- to. Sín esa mano de obra, las minas no podrían funcionar, la economía no
dades locales, en particular al gobernador Manuel Bernal de Huidobro y al florecería y los cofres reales no se enriquecerían. En 1736, un grupo de veci-
alcalde mayor Miguel Quiroz, de un intento de invasión de las tierras indias nos argumentaba en una carta dirigida al virrey que debido a que los jesui-
que había causado a los indios "enorme dolor" y los había llevado a la rebe- tas explotaban a los yaquis para cosechar beneficios anuales de dos a tres
lión, según concluían los jesuítas. De hecho, no hay muchos datos que con- mil pesos, los indios querían verse libres de esa tutela y pagar tributo a la
firmen esta afirmación. Lo que más debe haber preocupado a los jesuitas Corona. Huidobro también sostenía que las misiones prosperarían y progre-
son los planes anunciados por el gobernador Huidobro, cuando fue nombra- sarían si estuvieran administradas por clérigos o frailes "no dados a adquirir
do gobernador vitalicio del noroeste en 1734, para reformar el sistema de tanto poder o a controlarlo todo". En realidad, Huidobro y los vecinos pro-
misiones. Aunque no se llevó a cabo en aquel momento, las propuestas con- bablemente no habrían presionado con todas sus fuerzas en favor de la se-
tenían un plan apenas disimulado para la gradual secularización de la mi- cularización en aquel momento si la orden hubiera colaborado más con las
sión. El gobernador sugería que se diera a los indios una mayor autonomía rotaciones quincenales de mano de obra para las minas. Pero al aconsejar a
económica, se les fijara el pago de un tributo, y que inspectores forasteros los yaquis que ignoraran las órdenes de trabajo, los jesuitas estimularon la
vigilaran la conducta de los jesuitas dentro de la misión. Estas reformas ha- falta de respeto hacia la Corona, dañaron su autoridad y credibilidad y con-
brían menoscabado en efecto la autoridad de los jesuitas, que hasta enton- tribuyeron directamente al estallido de la rebelión de 1740.
ces había sido absoluta. La tercera parte en este conflicto eran los yaquis. Por primera vez desde
Con ese miedo al inexorable movimiento hacia la secularización se relaciona que gobernaban los jesuítas, había aparecido una dirección yaqui articulada
también el contacto cada vez más frecuente entre indios y españoles, a través e independiente. Juan Ignacio Usacamea, mejor conocido como El Muni,
de las minas y de las milicias fronterizas que incluían a un gran número de era un capitán de la milicia y gobernador del pueblo Ráum; su colaborador
indios reclutados legalmente en las misiones. De estas limitadas experiencias Bernabé era gobernador de los huírivis. Ya en marzo de 1736, presentaron
con el mundo español exterior a la misión, surgió un grupo pequeño pero ante las autoridades civiles sus quejas, relativas sobre todo a los abusos co-

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metidos por algunos jesuítas residentes y sus ayudantes, que incluían no sólo Los jesuítas consideraron este paso de Huidobro como hostil a sus intereses
a los magistrados yaquis elegidos para esos cargos, como el capitán general y como una incitación a la revuelta. A lo largo de 1738 y 1739, y hasta el estallido
Curróla, sino a algunos forasteros —mestizos, mulatos e incluso otros in- mismo de la rebelión a principios de 1740, continuaron advirtiendo a las
dios— traídos por los misioneros. Algunos meses después, para exhibir y autoridades locales de los signos de rebelión que percibían en los pueblos
aislar a estos disidentes, los sacerdotes llamaron al lugarteniente del gober- yaquis, advertencias que Huidobro y sus subordinados desdeñaban como "fal-
nador, Manuel de Mena (que encabezaba entonces el gobierno local en au- sas alarmas" que no merecían atención. Para entonces, los misioneros podían
sencia del gobernador), quien los atendió de inmediato ordenando el arres- considerar cualquier acto de insubordinación como un signo seguro de la
to del Muñí, Bernabé y algunos más, acusados de conspirar para fomentar próxima revuelta. Incluso empezaron a retirar los ornamentos más valiosos de
un levantamiento. Para gran alarma de Mena y los jesuítas, el arresto provo- las iglesias de las misiones para guardarlos en California, medida que los yaquis
có una inmediata protesta frente a la cárcel de Pótam: unos dos mil yaquis añadirían más tarde a su creciente lista de agravios. Entre tanto, cuando lo
armados exigieron y obtuvieron la liberación del Muni, Bernabé y los demás. presionaban para que enviara más indios a las minas, el padre Nápoli decía
El espontáneo motín era apenas una pequeña demostración de la amplia simplemente que no tenía yaquis disponibles para los vecinos.
base de apoyo de que disfrutaban El Muni y Bernabé. Mientras las tensiones crecían en la región yaqui, El Muni y Bernabé
Pero en vez de tomar este pequeño amotinamiento como una indicación obtuvieron su audiencia privada con el virrey, en julio de 1739. La petición
de que debían responder a las quejas de los yaquis, los jesuítas simplemente que presentaron es uno de los pocos documentos originales de los yaquis
retiraron a dos polémicos sacerdotes desacreditados por el incidente y los que existen. Circuló ampliamente entre los altos funcionarios de la ciudad
sustituyeron, en noviembre de 1736, por el padre Nápoli, todavía más rígido. de México y también entre la jerarquía de los jesuítas. Contra los peores
Decidido a disciplinar a Muni y Bernabé de una vez por todas, los destituyó Icmores de los jesuítas, la declaración no constituía una vehemente súplica
de sus respectivos cargos en Ráum y Huírivis, alegando su insubordinación de secularización. Por lo demás, era claramente crítica respecto de algunos
en insolencia. sacerdotes y, sobre todo, de ciertas prácticas misioneras ya antiguas, críticas
El Muni y Bernabé apelaron a diversos funcionarios locales para que les firmemente fundamentadas en las diarias interacciones entre jesuítas e in-
hicieran justicia, pero ninguno se atrevió a enfrentarse a los poderosos jesuí- dios. Respecto de los agravios específicos de origen más reciente, los yaquis
tas excepto el gobernador Huidobro que, a su regreso en julio de 1738, rea- pedían la destitución de los padres Nápoli y González, así como de los fun-
lizó una investigación concienzuda del caso. Escuchó las acusaciones del pa- cionarios nativos y forasteros que éstos habían impuesto a los yaquis. Tam-
dre Nápoli contra El Muni y Bernabé: se habían apropiado de todos los bién pedían una indemnización del sustituto del gobernador, Mena, por los
bienes comunales de sus pueblos, sin dejar nada para los sacerdotes, y mu- "perjuicios" que les había causado con los injustificados arrestos de Pótam.
chos yaquis ya adoraban de rodillas al Muni como si fuera un dios. El Muni El Muñí pedía la restitución de sus tierras, que según decía le había arreba-
y Bernabé, decía Nápoli, tienen la audacia de "hombrearse", es decir, la tado el padre González como castigo por una supuesta ofensa. Los yaquis
presunción de actuar como adultos civilizados, llamarse a sí mismos "señor", pedían también otro sacerdote residente para que acompañara al único mi-
circular con una guardia armada y vestirse en general como españoles, con sionero que quedaba para los cuatro pueblos de Huíviris, Ráum, Pótam y
rifles, espadas y demás. Del Muni y Bernabé, el gobernador escuchó quejas Belem, solicitud que habrá consolado a los jesuítas en su desesperación por
sobre la excesiva carga de trabajo que se les exigía a ellos, sus mujeres y sus el contenido general del documento.
niños, especialmente para la producción y el transporte de mercancías y ga- Otras secciones de la petición probablemente causaron mayor preocupación
nado de California. Sus ranchos comunales carecían de ganado porque los a los jesuítas. El Muni y Bernabé pedían al virrey que otorgara a su pueblo el
jesuítas habían enviado más de seiscientas cabezas a California y habían ven- derecho de portar sus armas tradicionales, es decir, arcos y flechas; que no se
dido doscientas a Los Álamos y doscientas más a la Villa de Sinaloa (pobla- les forzara a trabajar gratis en la misión; que los padres no les quitaran sus
ciones españolas). Pero los yaquis no habían visto ni disfrutado los benefi- tierras para destinarlas a otros usos; que se les permitiera elegir a sus propios
cios de la venta de sus excedentes. La respuesta de Huidobro a estas quejas funcionarios sin interferencias de los misioneros; que el Provincial de los
consistió en enviar al Muni y Bernabé a la ciudad de México a dar testimo- jesuítas protegiese a los indios de las excesivas cargas de trabajo en los pueblos,
nio personalmente ante el virrey y arzobispo Vizarrón. El arzobispo, que no especialmente en las fiestas y en el transporte de provisiones a California; que
tenía particular simpatía por los jesuítas, envió una invitación a los yaquis se les permitiera vender parte de sus productos a quienes ellos quisieran, y
para que lo visitaran. que los padres no les impidieran trabajar en la minas. Finalmente, solicitaban

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el nombramiento del antiguo alcalde mayor Quiroz como "protector de los Imalmente accedió a venderles una miserable cantidad de maíz, les pidió un
indios". No conocemos la respuesta del virrey. precio exorbitante que muy pocos pudieron pagar.
Sin duda, los jesuitas tenían motivos para alarmarse, porque estas pro- Otra posible explicación de la insensibilidad de Nápoli podría ser que los
puestas tocaban la base misma de su poder absoluto en la misión y de su nutro pueblos directamente sujetos a su cuidado — los cuatro pueblos abajeños
función como reguladores de las interacciones de los yaquis con el mundo ni( re los que se contaban los del Muni y Bernabé, Ráum y Huírivis — se vieron
español exterior. Pero de igual modo que los vecinos se habrían conformado mrnos afectados por el desbordamiento del río. El hecho de que Nápoli había
a mediados del siglo xvm con una flexibilízación del control de los jesuitas rsiado en California antes de ser trasladado a la región yaqui también podría
sobre la población de la misión, sin llegar a la plena secularización, los ya- explicar por qué ponía las necesidades de sus antiguos pupilos por encima de
quis ladinizados parecían pedir una flexibilidad semejante en el control je- las de los yaquis. Sin embargo, la dureza del padre Nápoli forzó a muchas
suita, que lo hiciera menos autocrático y menos paternalista. En ningún mo- personas hambrientas a saquear y robar, y confirmó la validez de las quejas
mento de su larga declaración pedían los dirigentes yaquis que se cerrara la ili-l Muni y Bernabé sobre su falta de autoridad para disponer del excedente.
misión. Tampoco se hacían eco de la afirmación de los vecinos (incluida en El pueblo más duramente afectado fue Bácum, situado en la mitad supe-
una carta de 1736 al virrey, como mencionamos más arriba) de que desea- rior del río Yaqui. Según uno de los testigos, las aguas desbordadas destru-
ban pagar tributo a la Corona, ni de la otra pretensión de los vecinos: que yeron "todo el ganado y las cosechas [...] y por esta razón ellos [los yaquis]
preferían sacerdotes seculares en vez de los padres jesuitas. La sublevación liuycron a lo alto de una colina, y desde allí empezaron a saquear; porque el
se inició durante la ausencia del Muni y Bernabé, y cuando ambos regresa- padre Fentanes los castigó, se indignaron y lo echaron de la misión".5 Para
ron a casa la revuelta había superado su fase más activa y violenta. Al vol- lebrero de 1740, el saqueo ya generalizado se había convertido en el princi-
ver, aceptaron inmediatamente colaborar en la pacificación de los rebeldes, pio de un levantamiento masivo. Los vecinos de las localidades aisladas
pero los jesuitas insistieron sin embargo en identificar al Muni y Bernabé ahandonaron sus minas y hogares para refugiarse en las poblaciones y ha-
como instigadores, por sus ideas sediciosas. Sin embargo, en apariencia, la riendas más grandes. En abril, el río Yaqui estaba lleno de "tambores y
sublevación misma tenía poco que ver con los agravios del Muni y Bernabé, Hechas"; hacia fines de mayo, grupos de indios mayos, Tuértenos, guaymeños
porque lo que la precipitó fueron las inundaciones y la hambruna. y pimas bajos habían tomado las armas y se entregaban también al saqueo.
A finales de 1739 y principios de 1740, surgió en la región yaqui un fenó- Desde fines de mayo hasta su rendición a mediados de octubre, y a excep-
meno totalmente extraño al lugar: los indios hambrientos y dispuestos al eión de un puñado de prisioneros que conservaron en la región yaqui, los
saqueo. Pronto estos individuos desesperados empezaron a asaltar los gra- rebeldes despejaron una zona de más de cien leguas, desde el río Fuerte al
neros de la misión, donde se guardaban los excedentes, y los ranchos y ha- sur hasta la Pimería Alta al norte, de todos los yoris: españoles, vecinos y
ciendas españoles más cercanos, en busca de comida. La forma en que los misioneros por igual. La mayoría de éstos huyeron a Alamos o a poblacio-
misioneros manejaron el problema del hambre fue radicalmente distinta de nes más seguras, hacia el sur. Una vez paralizado el funcionamiento de to-
la tradición que habían establecido sus predecesores. Muy pocas veces o das las minas y cortadas todas las comunicaciones, los rebeldes controlaban
nunca durante el dominio jesuíta habían tenido los yaquis que recurrir a la defacto toda la región.
recolección de alimentos silvestres o al bandolerismo para sobrevivir, por- El gobernador Huidobro calculaba que las fuerzas rebeldes sumaban de
que los misioneros siempre habían logrado alimentarlos suficientemente, doce a catorce mil hombres, organizados en unidades de choque de hasta
echando mano de las reservas de la misión. Por ejemplo, durante la hambru- tres o cuatrocientos. Los jesuítas consideraban que estas cifras eran exagera-
na de 1655, mientras los jesuitas de algunas misiones menos prósperas con- das, señalando que se basaban en el falso supuesto de que todos los indios
taban que habían seguido a sus pupilos a las montañas en busca de alimen- del noroeste habían tomado las armas. Lejos de ser una "guerra de castas"
tos, los que se encargaban de los yaquis sacaron una cantidad prodigiosa de que se propusiera el aniquilamiento de todos los blancos, como pensaban
alimento de los graneros comunales, cerca de seis mil raciones diarias du- algunos vecinos asustados, los rebeldes dirigían su violencia principalmente
rante cuatro meses.'1 Pero en 1739, Nápoli y sus colegas decidieron que en- eontra las propiedades españolas. Quemaban y saqueaban las casas, los al-
viarían el excedente a California, como de costumbre, decisión incomprensi- macenes, las minas y las capillas de los vecinos. Tomaron algo más de cien
ble que los yaquis sólo podían interpretar como un deseo de venganza. prisioneros, en su mayoría mujeres y niños; pero sorprendentemente mata-
Cuando los indios de las misiones vecinas se acercaron a la próspera misión ron a muy pocos. Sólo en un informe sobre un ataque de los rebeldes se
yaqui para obtener ayuda, Nápoli los despidió con las manos vacías. Cuando habla de cinco muertos.

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Aparte de asaltar los graneros de la misión en busca de provisiones que ruso grupo de yaquis destacados y con 103 prisioneros españoles a cuestas.
ellos consideraban de cualquier forma suyas, los rebeldes respetaron en ge- Murante los días subsiguientes fueron llegando, para rendirse, nuevos grupos
neral las propiedades de la misión. De hecho, muchos se indignaron cuando ili indios arrepentidos.
el padre Nápoli despojó las iglesias de la misión de sus adornos más valiosos Cuando Huidobro salió finalmente de su santuario en noviembre, no fue
para enviarlos a California. La mayor parte de los hechos violentos tuvieron (¡mío para encabezar una campaña militar activa como para consolidar la
lugar fuera de los pueblos indios, y los vecinos fueron quienes sufrieron casi |«t/, tras la capitulación de los rebeldes. En diciembre de 1740 y enero de
todos los daños y pérdidas de vidas y propiedades. Ni un solo misionero I/-11, acompañado de Bernabé y El Muñí, recorrió los pueblos yaquis, le-
murió a manos de los rebeldes, aunque un anciano sacerdote falleció a con- vanló el censo, confiscó y quemó las armas y devolvió las propiedades y el
secuencia del terror y la fatiga, al huir de los mayos. limado robados. Observó que muchos yaquis ya habían partido hacia las
La forma en que el gobernador Huidobro manejó la crisis provocó al minas de Sonora y Vizcaya para trabajar, mientras otros estaban otra vez
principio discusiones con los misioneros, pero conforme la revuelta conti- •basteciendo los barcos de provisiones para California o cuidando de sus
nuaba, también los vecinos mostraron su desacuerdo. Tras los primeros ata- r.uiipos y su ganado. En resumen, parecía que la mayoría de los yaquis ha-
ques a propiedades españolas, envió pequeños contingentes de diez a doce bían reemprendido sus actividades habituales. El gobernador también siguió
soldados de su guarnición, para perseguir a los asaltantes. Cuando estas re- Lis instrucciones del virrey en cuanto a nombrar al Muñí capitán general de
presalias demostraron su ineficacia, intentó "modos suaves" o métodos blan- lus yaquis y a Bernabé alférez (capitán), ambos con permiso para portar
dos de pacificación, con ofertas conciliadoras. Dada su crítica escasez de ¡ninas. Estos nombramientos fueron, aparentemente, las únicas concesiones
hombres y provisiones, el gobernador se defendía argumentando que una que los yaquis obtuvieron del virrey.
campaña militar en forma estaba sencillamente fuera de cuestión. En conse- El destino del propio gobernador no fue afortunado. Como resultado de
cuencia, cuando vio que no podía controlar la rebelión, Huidobro se retiró los muchos cargos de cobardía e incompetencia que habían presentado con-
hacia el sur y, finalmente, a la ciudad fortificada de Álamos. La mayoría de tra él los vecinos y especialmente los jesuítas, fue relevado de su cargo y
los aterrados vecinos y misioneros lo siguieron. Durante la retirada y luego llamado a la ciudad de México para defenderse. El capitán Vildósola se
varias veces desde Álamos, el gobernador apeló al virrey en demanda de convirtió en el nuevo gobernador, mientras llegaban grupos enteramente
refuerzos de Nueva Vizcaya y las guarniciones del norte. nuevos de misioneros jesuítas para encargarse de las poblaciones situadas a
Durante esta fase activa y violenta de la rebelión, los indios no parecen lo largo de los ríos Yaqui y Mayo.
haber tenido ningún liderazgo claro. Surgieron algunos cabecillas, la mayo- AI principio, los jesuitas apoyaron con entusiasmo el nombramiento de
ría yaquis, que asumían brevemente el mando sin alcanzar nunca el control Vildósola y aplaudieron algunas de sus primeras decisiones, especialmente
general de todas las bandas rebeldes. Huidobro informó que la revuelta pa- la captura del Muñí y Bernabé en junio de 1741, junto con el arresto de
recía consistir en varias bandas rebeldes de diverso tamaño, cada una de las t-uarenta y tres de sus seguidores, entre ellos, el jefe rebelde Calixto.7 Proba-
cuales actuaba por su cuenta. No parecía haber una coordinación o una blemente se sentían menos cómodos con las guarniciones destacadas en el
estrategia generales. Valle del Yaqui y otros puntos estratégicos de la zona recorrida por los
En julio y agosto, dos grupos llegaron al extremo norte del territorio su- rebeldes, debido a que estos soldados estaban muy próximos a los indios de
blevado, en tierras de los pimas. Allí se encontraron por primera vez con su las misiones, aun cuando fuera con el propósito de conservar la paz. Pero,
primer adversario importante, el capitán de la milicia Agustín de Vildósola, sobre todo, la luna de miel duró poco porque resutó que Vildósola tenía
que rechazó dos ataques masivos sobre la ciudad de Tecoripa e infligió lautos deseos de promover los intereses seculares como su desafortunado
grandes pérdidas a los rebeldes. Estas derrotas marcaron un momento deci- predecesor. En cuanto asumió su cargo, visitó los reales y haciendas más
sivo y produjeron el tan necesario héroe en torno al cual pudieran agruparse importantes de la zona rebelde para persuadir a los vecinos y mineros de
los desmoralizados vecinos y misioneros. Con otros importantes triunfos de que volvieran y pusieran en marcha sus empresas, prometiéndoles una ade-
los españoles en el sur, la llegada a fines de agosto de algunos refuerzos y el cuada protección armada. A mediados de 1742, cuando volvió a inspeccio-
retorno de Bernabé ese mismo mes, parecía que la victoria española estaba nar los pueblos yaquis, exhortó a los indios para que fueran leales a la Coro-
al alcance de la mano. El 7 de septiembre, Huidobro despachó a Bernabé a na y trabajaran en las minas y haciendas españolas.8 Poco después, los
la región yaqui, donde los jefes rebeldes habían sondeado las posibilidades jesuitas empezaron a quejarse de Vildósola con tanta vehemencia como an-
de pactar la paz. El 13 de octubre, Bernabé volvió a Álamos con un nume- tes se quejaban de Huidobro. En realidad, la tensión entre los intereses se-

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culares y los jesuítas, que existía antes de la revuelta, seguía sin resolverse e dores, intentaban generalmente conseguir el apoyo militar de los yaquis,
incluso aumentaba con el tiempo. ;i pelando a ellos no tanto en términos ideológicos sino con promesas de
En sus seis meses de duración, la revuelta de 1740, encabezada por la i ierras y autonomía. Pero en realidad casi todos los mexicanos de Sonora
nación yaqui pero seguida por muchos otros indios de la región, presentó las ijuenan integrar políticamente a los yaquis en la sociedad mexicana, ya que
características de una clásica rebelión campesina a gran escala. Los agravios ¡ilribuían un alto valor tanto a la mano de obra como a las tierras yaquis.
eran profundos, tenían su origen en una excesiva expropiación del exceden- Aunque conservó gran parte de la estructura social y política constituida
te, en este caso por los misioneros jesuítas más que por terratenientes priva- e 11 tiempos de los jesuítas, la sociedad yaqui sufrió algunos cambios fundamen-
dos o por el Estado. Además, los indios de las misiones habían reaccionado lales tras la expulsión de los jesuitas y con la independencia de México. A
ante la insensibilidad y los abusos de algunos de los clérigos, y en particular diferencia de la mayoría de las comunidades misioneras de! noroeste, los
ante su incapacidad para socorrer a los hambrientos con el abundante exce- pueblos yaquis no se desintegraron con la expulsión de sus protectores jesuitas,
dente de la misión. No surgió ningún mando claro y general durante la re- m parte porque habían empezado a afirmar su independencia a partir de la
vuelta; por el contrario, el levantamiento que, según un informe, reunió a rebelión de 1740 y en parte gracias a la forma en que se habían adaptado a la
más de diez mil rebeldes, estaba integrado por muchas bandas localizadas, economía colonial. Dado que no contamos con información suficiente y sólida
cada una con un cabecilla. sobre el periodo posjesuita, resulta difícil describir la sociedad yaqui a prin-
El movimiento de protesta del Muñí y Bernabé que precedió a la fase cipios del siglo XIX o señalar los cambios que tuvieron lugar.
armada no condujo directamente a la violencia, pero indicó el creciente ale- Sin embargo, los datos disponibles nos permiten extraer fas siguientes
jamiento entre jesuítas y yaquis y, en segundo lugar, la creciente atracción o eonclusiones. Los ocho pueblos ex-misioneros se convirtieron en ocho pue-
"jalón" de las minas como alternativa a las misiones. Tras su rendición, los hlos libres, cada uno de los cuales conservó su identidad individual, a la vez
yaquis que no volvieron a los campos optaron por las minas. La presencia que compartían un creciente sentido de su "yaquidad" común. Una cosa es
de esta alternativa, y la forma en que los yaquis la aprovecharon, hace que segura: ya no producían el gran excedente que los misioneros habían dirigi-
la situación de este pueblo resulte única. Dado que el "jalón" de las minas, do y expropiado.9 Cuando ello era posible, los yaquis complementaban la
tanto como (si no más que) el "empujón" de la misión, dio movilidad a los agricultura y ganadería de subsistencia que practicaban en los pueblos con
yaquis, los indios no perdían sus tierras ni se veían forzados a trabajar por el trabajo asalariado fuera de éstos. Cuando la Independencia acabó abrup-
un salario. En realidad, en esta frontera escasamente poblada, falta de mano I amenté con el resurgimiento minero de los Borbones, las posibilidades de
de obra y en rápido desarrollo, si los yaquis no se hubieran adaptado volun- trabajo asalariado se redujeron drásticamente, y algunos yaquis sobrevivie-
tariamente a las necesidades de la economía secular española, habría sido ron, en parte, saqueando las propiedades mexicanas. De hecho, tales actos
necesaria alguna forma de coerción, incluido el uso de la fuerza, para sacar- de pillaje pronto se hicieron indistinguibles de las revueltas yaquis.
los de sus tierras. El Muni y Bernabé parecen haberse dado cuenta de la Dado que los yaquis no producían un excedente, su estructura social si-
necesidad de alcanzar un equilibrio entre la defensa de sus propias comuni- guió siendo igualitaria y carente de diferencias de clase. Ningún grupo de
dades y la cooperación con la sociedad y la economía yoris. yaquis ascendió para ocupar el lugar de los jesuitas cuando éstos se fueron,
fin cambio se desarrolló un tipo de liderazgo militar. A partir de la rebelión
EL SIGLO XIX: LA INDEPENDENCIA Y EL PRINCIPIO DEL PORFIRIATO de 1740, y luego durante los últimos tiempos borbónicos, cuando los yaquis
se defendían de los indios merodeadores de la frontera (en su mayoría seris
Si en todo el periodo colonial sólo se produjo una gran rebelión yaqui, el y pimas, más que apaches que no penetraban en el territorio yaqui), y final-
siglo XIX se distingue por revueltas yaquis casi continuas que tomaron diver- mente durante las décadas de levantamientos casi continuos, en el siglo XIX,
sas formas. Algunas eran sublevaciones autónomas de los indios, es decir, la sociedad yaqui se volvió decididamente militarista. Como podía esperarse,
estaban dirigidas e integradas por yaquis, frecuentemente aliados con otros el capitán general llegó a ser la figura dirigente dominante: un individuo que
indios, especialmente los mayos del sur. Otras veces, los yaquis se aliaban alcanzaba esta posición por sus atributos personales y no por herencia. A
con movimientos mexicanos o incluso extranjeros más amplios, como las di- sus órdenes servían las milicias yaquis y los oficiales correspondientes, cuyos
versas facciones conservadoras y los imperialistas franceses. eargos fueron creados por José de Calvez, visitador general de los Borbones
Las muchas facciones políticas que se disputaban el control del Estado, y Ministro de las Indias. Las posiciones electivas tradicionales, como las de
primero como federalistas y centralistas y luego como liberales y conserva- los gobernadores de los pueblos, siguieron existiendo, pero perdieron im-

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portancia. Sin embargo, no puede decirse que los elementos militares consti- iumbién un dirigente con sentido práctico, que logró guiar a su pueblo en la
tuían alguna forma de clase dominante. resistencia contra las reformas políticas que perjudicaban sus intereses. Un
Otra consecuencia de la expulsión de los jesuítas fue la continua declina- decreto de 1828 daba la supervisión sobre los pueblos yaquis a la cercana
ción de la influencia de la Iglesia y del clero. Sólo algún sacerdote entraba ciudad mexicana de Buenavista. Un segundo decreto promovía la inmigra-
ocasionalmente en los pueblos yaquis e intentaba ejercer alguna influencia rión blanca y la colonización de las tierras yaquis e indicaba que los propios
sobre ellos, generalmente con discutibles resultados. indios debían presentarse para recibir títulos de propiedad de parcelas indi-
Conforme avanzaba el siglo XIX, crecía la división de los propios yaquis y viduales. El gobierno recordaba a los yaquis que eran ciudadanos de pleno
sus aliados tradicionales, como los mayos, entre quienes querían continuar derecho bajo el Estado y la Constitución federal, lo que significaba que de-
luchando y los que preferían acabar con las guerras. Las divisiones se pro- bían votar en las elecciones nacionales y acceder a ser reclutados en las
ducían generalmente por pueblos más que por personas. El faccionalismo se milicias del Estado. El cargo de capitán general debía abolirse, ya que no
debía en parte al deseo de paz de muchos de los yaquis; en parte, era esti- era necesario mantener unas fuerzas militares yaquis separadas.
mulado por los deliberados esfuerzos de los mexicanos por dividirlos y con- La rebelión de Banderas consistió en ignorar estos pronunciamientos.
quistarlos. Al mismo tiempo, todos los yaquis se mantenían siempre fieles a Continuó asumiendo el título de capitán general y gobernando los pueblos
su innegociable principio de autonomía, que implicaba la residencia exclusi- yaquis "sin más ley que su propia discreción". La tierra siguió indivisa y los
vamente yaqui y el control colectivo de sus tierras tradicionales a ambos (¡lulos de propiedad no fueron reclamados. En 1831, el gobierno aminoró la
lados del río Yaqui. La autonomía también implicaba una clara separación presión sobre la cuestión de que los yaquis eligieran a sus funcionarios tra-
entre su propio gobierno tribal y el gobierno mexicano. Pero esta afirmación dicionales de pueblos y tribu, e incluso cedió en cuanto al capitán general.
del principio de la separación cultural y política nunca implicó un aislamien- Pero cuando intentó utilizar las elecciones de julio para borrar a Banderas
to total ni la no interacción con la sociedad mexicana en su conjunto. Por el tic la escena, éste respondió inmediatamente. En agosto, Banderas celebró
contrario, como ya hemos subrayado, los yaquis trabajaban siempre que les un plebiscito en el pueblo de Bácum; se volvió a nombrar capitán general y
era posible en la economía exterior y participaban en un limitado comercio declaró las elecciones nulas e inválidas,12 Ni cuando las bandas armadas de
con el mundo externo. Banderas recorrían todo el estado y sembraban el terror en el campo, ni en
La reacción de los yaquis ante lo que percibían como una amenaza exte- el momento culminante de su poder, intentó tomar ninguna población mexi-
rior a su autonomía y su integridad territorial era la previsible. Generalmen- cana. No se opuso a que los yaquis siguieran trabajando en las haciendas y
te respondían rápidamente, antes de que la situación se deteriorara más allá de hecho utilizó a los trabajadores de las fincas, sus "espías", como los lla-
de las posibilidades de recuperación. Su resistencia adoptaba formas flexi- maba. Al mismo tiempo, alentó a los yaquis a cultivar sus propias tierras y
bles e innovadoras. Se adaptaban rápidamente y lo mejor que podían a las producir sus propios alimentos.13 La fuerza de su personalidad y sus dotes
circunstancias cambiantes tanto dentro de sus propias comunidades como de dirigente fueron lan definitivas para la rebelión que ésta terminó en efec-
respecto del medio ambiente más amplio, como se ilustrará más adelante. to con su captura y ejecución, en 1833.
Además, los yaquis se daban cuenta de que su resistencia y su ocasional Durante los treinta años siguientes, los yaquis contribuyeron a la inestabi-
alianza con las facciones políticas en lucha ayudaban a perpetuar el caos, la lidad general de Sonora aliándose con diversas facciones políticas mexica-
división y la impotencia del gobierno del estado, lo que constituía una venta- nas, particularmente con los grupos opuestos a aquellos que amenazaban
ja para ellos, porque un gobierno débil no podía implementar eficazmente con destruir sus comunidades autónomas y colonizar sus tierras. Así, pelea-
las profundas reformas políticas necesarias para integrar a los yaquis en la ron encarnizadamente contra los liberales de Juárez, dirigidos por el último
sociedad mexicana. caudillo de Sonora, Ignacio Pesqueira, hasta el punto de apoyar incluso a los
La primera rebelión yaqui después de la Independencia mexicana estuvo imperialistas franceses, invitados a México por los conservadores*.
dirigida por el capitán general Juan Banderas y duró de 1828 a 1833. Era un Los sucesivos gobiernos de las décadas de 1830 a 1850 intentaron revivir
líder carismático, suficientemente ladino o hispanizado para hacer referen- los frustrados decretos de 1828 sobre la división y colonización del territorio
cias al padre Hidalgo, la Virgen de Guadalupe, Moctezuma y el imperio yaqui. En varios casos bien documentados, los yaquis se opusieron vigorosa-
azteca. Hablaba públicamente de unir a todos los pueblos indios del noroes- mente a la usurpación mexicana de sus tierras. Los inconformes general-
te en una sola confederación india y conjuraba así el espectro de una "gue- mente apelaban primero al gobierno del estado para que detuviera la inva-
rra de castas" regional para exterminar a todos los blancos. Banderas era sión. Si esto fallaba, actuaban por su cuenta, asesinando o destituyendo a los

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funcionarios yaquis que se habían vendido, a la vez que se alzaban en ar- porfiriato, la resistencia yaqui cambió de forma bajo el mando de un nuevo
mas.14 Pero hacia mediados del siglo, si bien la ocupación mexicana de las dirigente: Cajeme. Éste era un yaqui que había pasado su adolescencia fuera
tierras yaquis aun no había alcanzado proporciones críticas, los yaquis esta- de las comunidades yaquis y se había distinguido en el servicio del ejército
ban ciertamente conscientes de que los yoris —blancos— estaban cercando liberal de Pesqueira. Volvió al río Yaqui cuando el caudillo lo recompensó
sus fronteras. Según el censo de 1849, la población del estado había crecido, con el nombramiento de alcalde mayor de los yaquis en 1873, confiando sin
de 80 mil justo después de la Independencia, a 137 mil habitantes. Muchas tluda en que Cajeme domaría el espíritu rebelde de los indios. Cajeme sor-
haciendas, ranchos y minas rodeaban la región yaqui. Sobre todo, la Villa de prendió a los mexicanos y probablemente también a los yaquis organizando
Salvación, antes Buenavista, la ciudad más cercana a los pueblos yaquis des- una nueva rebelión.17
de el norte, había llegado a los 3 200 habitantes, convirtiéndose así en la Con Cajeme, la resistencia de los yaquis frente a los mexicanos adquirió
mayor población del estado después de Hermosillo, Álamos, Horcasitas y una forma nueva y la sociedad yaqui sufrió cambios significativos. Ante todo,
Ures. La colonización mexicana de los pueblos yaquis seguía siendo mínima. 1.1 mayoría de los yaquis regresaron al río para reconstruir sus antiguas comu-
Probablemente debido a su proximidad a Salvación, Cócorit tenía 150 fami- nidades. Utilizando una combinación de tradiciones yaquis y lo que había
lias yoris; los otros siete, tenían de cero a seis familias yoris. aprendido de los mexicanos, Cajeme disciplinó a su pueblo para que confiaran
También a mediados de siglo, los yaquis se dividían casi en partes iguales en sus propios recursos, su iniciativa y sus líderes, en vez de trabajar para los
entre los que vivían en los pueblos y los que vivían fuera del territorio. Muchos forasteros, robarlos o aliarse con ellos. Desde tiempos de los jesuítas no habían
trabajaban en las minas y haciendas de los distritos de Hermosillo, Buenavista estado los yaquis tan estrictamente organizados ni habían sido económicamente
y Álamos. Los peones indios, entre los que se contaban algunos mayos y ópatas lan autosuficientes ni militarmente tan preparados. El objetivo de Cajeme no
además de una mayoría de yaquis, obtenían un salario mensual de cinco a ocho era llevar la hegemonía yaqui más allá de los confines de su territorio, sino
pesos y raciones semanales de alimentos que consistían en dos almudas de fortalecer y preservar la autonomía que ellos siempre habían reclamado. Aun-
maíz. Al parecer, esto no bastaba para vivir, ya que la mayoría de los peones que en ocasiones buscó el apoyo de los mayos, se resistía a moverse o demorarse
adquirían deudas para cinco o seis meses. Sin embargo, los yaquis lograban más allá del río Yaqui, y rara vez llevó a los yaquis armados más allá de sus
escapar de la "servidumbre" del peonaje por deudas porque, como observaba propios límites. Nunca atacó las poblaciones mexicanas.
un testigo de la época, siempre podían huir a los "inmensos bosques de los Para alcanzar la autosuficiencia y producir beneficios, Cajeme revivió la
yaquis" donde resultaba imposible encontrarlos o prenderlos.1 vieja práctica jesuítica de las parcelas comunales, que cada pueblo cultivaba
Cuando Pesqueira llegó al poder en 1854, estaba decidido a pacificar a con una rotación de trabajadores. Ésta fue quizás la primera vez, desde el
los yaquis de una vez por todas y a colonizar sus tierras. Para afirmar el dominio de los jesuítas, que los yaquis produjeron un excedente importante.
control político sobre las comunidades yaquis, su gobierno sustituyó a los La mayor parte de ese excedente se almacenaba, aunque una parte se em-
ocho gobernadores tradicionales por un juez de paz mexicano. También in- pleaba en el trueque. El comercio recibió un impulso importante bajo el
tentó suprimir la organización militar yaqui eliminando el cargo de capitán régimen de Cajeme; producía beneficios y continuaba la tradición yaqui de
general y otros rangos militares, disolviendo las compañías milicianas yaquis no aislarse totalmente del mundo exterior, a la vez que mantenía la autono-
y destruyendo sus armas de fuego, su pólvora y otros materiales incendia- mía. Los mayores rendimientos también permitieron a Cajeme reunir una
rios. Finalmente, Pesqueira instaló dentro del territorio yaqui un contingente buena reserva de armas.
de guardias nacionales estatales, entre los que se contaban unos cuantos Otra de las recuperaciones de Cajeme consistió en devolver su importan-
yaquis. El elaborado plan de colonización del gobernador exigía la repatria- cia a los tradicionales gobernadores de los pueblos, convirtiéndolos en sus
ción y el repoblamiento de los sonorenses que no habían tenido éxito en la principales asistentes administrativos y subordinándoles a los capitanes mili-
fiebre del oro de California. Él esperaba que estos mexicanos pacificarían a tares. El cargo religioso de iemastian o sacristán, creado por los jesuítas,
los yaquis "civilizándolos". También esperaba que la colonización "aumenta- adquirió una nueva importancia. Los sacristanes quedaron encargados de
ría la producción agrícola de Sonora y daría un fuerte impulso a la riqueza organizar las fiestas y ceremonias yaquis. Finalmente, Cajeme reactivó los
pública y privada del estado". Además, el plan incluía la construcción de consejos yaquis, institución que databa de tiempos anteriores a los jesuítas.
una gran presa para riego.16 Cuando Pesqueira fue derrocado en 1877 y los Aunque era indiscutiblemente el líder supremo, Cajeme intentó también re-
porfiristas llegaron al poder, ninguno de estos planes se había realizado. vitalizar el tradicional gobierno tribal, como parte de un plan general para
Durante los últimos años del régimen de Pesqueira y los primeros del fortalecer las bases de la cultura yaqui.

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Como era de esperar, la anomalía de un "Estado indio dentro del Estado" El Supremo Gobierno de la República nunca ha pretendido despojarlos
era inaceptable para el gobierno mexicano. Cuando los porfiristas llegaron al de aquellas tierras que les pertenecen legítimamente a ustedes en el río
poder en Sonora, en 1879, lanzaron una doble ofensiva: una campaña militar Yaqui [...] Este mismo gobierno, para mejor asegurar sus propiedades, ha
para aplastar la "república" yaqui de Cajeme y un desarrollo a gran escala del ordenado que la tierra les sea repartida a ustedes [...]
territorio yaqui. En la década de 1880, los apaches fueron finalmente pacifi- Ni ahora ni nunca ha deseado el gobierno el exterminio de su raza,
cados y se contruyeron los primeros ferrocarriles sonorenses, mientras las porque no hemos hecho la guerra [...] con la idea de destruirlos, sino sólo
nuevas leyes sobre minería y el relajamiento de las restricciones producían un de obligarlos a someterse a las leyes [...] Les ofrezco todas las garantías
auge minero. Los norteamericanos proporcionaron casi todo el capital, la de la ley que se ofrecen a los buenos ciudadanos, así como la tierra que
tecnología y el mercado. Los ferrocarriles y las minas, a su vez, estimularon sean capaces de arar con sus arados [...]
una mayor actividad comercial, ampliaron el mercado interno y contribuyeron Aquí entre nosotros, como parte de la gran familia mexicana, está su
al crecimiento de las ciudades y de la población en general. futuro y el de sus hijos. '
Como podía esperarse, el desarrollo y la colonización del Valle del Yaqui
presentaba grandes dificultades para el gobierno de Díaz. En cambio, el En suma, el general exhortaba a los yaquis a integrarse en la sociedad
Valle del Mayo sucumbió mucho más fácilmente al control mexicano, y va- mexicana en su conjunto, a ser buenos ciudadanos en el sentido mexicano y
rios de los pueblos fueron elevados a la categoría de municipios o ciuda- a reclamar solamente la cantidad de tierra que pudieran cultivar, con la
des. Tal vez por esta razón, Cajeme nunca se planteó seriamente dominar implicación, por supuesto, de que el resto de la tierra sería destinado a
a los mayos; aceptó la alianza con ellos cuando se la ofrecieron, pero no la otros fines por otras personas. Si cualquier yaqui prefería no establecerse
buscó activamente. Incluso se resistía a enviar refuerzos yaquis para ayudar cu un pueblo yaqui con una parcela privada junto a otros colonos, el gobier-
a los rebeldes mayos que intentaban recuperar sus comunidades perdidas. no le daba la opción de trabajar como asalariado en una de las diversas y
Tras varias campañas intensas y brutales, el ejército mexicano aplastó a florecientes empresas del estado. El porfirista sonorense Ramón Corral ex-
Cajeme en 1887.20 Su estrategia de guerra defensiva, basada en una serie de presaba estas ideas con la mayor claridad: "Al formar una masa común con
fortificaciones distribuidas por todo el territorio yaqui, fracasó porque la el resto de la población, el contacto con los blancos extinguirá poco a
voluntad de resistencia de los yaquis era insuficiente para contener al ejérci- poco su odio racial, los civilizará y creará ciertas necesidades que no po-
to federal más numeroso y mucho mejor equipado. La derrota significaba drán satisfacer más que mediante el trabajo dentro de los confines de la
que los yaquis tendrían que modificar su forma de resistencia una vez más. sociedad".22
Al enfrentarse a Cajeme, el gobierno federal asumió por primera vez la Con pocas excepciones, la mayoría de los yaquis rechazaron la posibili-
responsabilidad principal de la pacificación yaqui. Los yaquis dejaban de ser dad de permanecer en su tierra como colonos, y eligieron en cambio la al-
un problema local para convertirse en un problema nacional, un motivo de icrnativa de trabajar fuera del territorio yaqui. El éxodo masivo de los ya-
vergüenza para el programa de integración social nacional del presidente quis después de la derrota de Cajeme equivalía a un exilio autoimpuesto
Díaz y un obstáculo para sus metas de desarrollo nacional. El gobierno de que habría sido aceptable para el gobierno como solución final del proble-
Díaz heredó el mismo dilema que había acosado a todos los gobiernos ante- ma yaqui si no hubiera tenido otras consecuencias. Al optar por el trabajo
riores: cómo forzar a los yaquis a una sumisión permanente sin tener que asalariado, los yaquis no se proponían en modo alguno abandonar su lucha
exterminarlos. En el momento en que México "despegaba" económicamen- histórica. Más bien se adaptaban, una vez más, a un conjunto de circunstan-
te, los yaquis eran más necesarios que nunca como mano de obra barata. El cias cambiantes. Así, mientras la mayoría de los yaquis encontraban empleo
propio Díaz vetó a fines de los años 1880 tanto la solución militar de aplas- en las minas, los ferrocarriles y las haciendas, y en las poblaciones de ambos
tarlos como la deportación. lados de la frontera, un núcleo compacto de broncos o guerrilleros conserva-
ron sus armas y su espíritu rebelde. Bajo su nuevo líder, Tetabiate, convirtie-
LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL PORFIRIATO Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA ron los asaltos y los ataques sorpresivos que habían caracterizado a la rebe-
lión yaqui en una especie de guerra de guerrillas. Fundamental para el éxito
El llamado que dirigió el general Marcos Carrillo a los yaquis en 1891 sim- de esta forma de resistencia era la base social compuesta por la población
boliza la política del porfiríato en relación con los yaquis, tal como lo ilus- habajadora yaqui, ampliamente dispersa, que proporcionaba a las guerri-
tran los párrafos siguientes: llas apoyo material y moral. Los mexicanos necesitaron más de dos décadas

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— hasta la víspera de la Revolución Mexicana— para aprender a controlar (pe recuerda el momento culminante de Cajeme y que nos indica h.r 1.1 ipic
esta forma de revuelta nueva e infinitamente más problemática. El gobierno punto los yaquis deseaban volver a casa, con esto el total de yaquis n-Milrn
de Díaz experimentó todos los medios posibles de represión antes de llegar les se elevó a más de siete mil, alrededor del doble de la población u-su Un
a lo inevitable: la deportación masiva. Esta política resultó eficaz, pero a un le yori. Casi todos los yaquis se establecieron en los pueblos abandonólos
costo político y económico considerable. tic Bácum y Vícam; unos pocos se instalaron en las colonias mixtas como
Como antes, cuando la forma de resistencia cambió, la estructura social Cócorit, donde los yoris eran mayoría.26
interna de los yaquis también tuvo que adaptarse. Durante la larga etapa de Cuando los pueblos recuperados y casi exclusivamente yaquis de Báeum y
la guerra de guerrillas, los pueblos yaquis que habían sido reconstruidos Vícam tomaron de nuevo las armas en 1899, expusieron claramente sus ra-
durante el régimen de Cajeme se desintegraron una vez más. Los yaquis mones ante el general Torres: "Lo que queremos es que los blancos y los
mantuvieron vivo el ideal de una comunidad autónoma y totalmente yaqui soldados se vayan. Si se van voluntariamente, tendrán paz; si no, declarare-
siempre que se reunía un número suficiente de ellos, en poblaciones como mos la guerra, porque la paz que firmamos en Ortiz tenía por condición que
Hermosillo y Guaymas, y al otro lado de la frontera de Estados Unidos, en -se fueran los blancos y los soldados, y esto no se ha cumplido". Los rebeldes
Tucson, Arizona: pueblos en el exilio, donde elegían a sus tradicionales empezaron por tratar de asesinar a Loreto Villa, un yaqui que había estado
gobernadores, celebraban reuniones del consejo y realizaban sus fiestas y colaborando íntimamente con las autoridades mexicanas. Villa mantuvo su
ceremonias. lealtad al gobierno, y Tetabiaíe pronto se unió a los rebeldes. Este levanta-
Una y otra vez fracasaron los intentos del gobierno por distinguir entre miento armado, de escasa duración que tenía por objeto expulsar a los colo-
las guerrillas y los pacíficos o trabajadores, lo mismo que sus esfuerzos por nos no yaquis y a los soldados, terminó con la trágica masacre de Mazocoba,
controlar el flujo de armas y municiones hacia las fuerzas rebeldes. Ade- en enero de 1900.27 Pero, fieles a sí mismos, los yaquis se negaron a renuirse.
más, debido a que los trabajadores yaquis eran muy apreciados en aquella lin cambio, recurrieron a tácticas guerrilleras pero en una forma distinta.
economía floreciente pero falta de mano de obra, el gobierno descubrió muy Tras la muerte de Tetabiate en Mazocoba, el renovado movimiento gue-
pronto que muchos empleadores de los yaquis sentían escaso entusiasmo rrillero no lo sustituyó por otro jefe supremo. En cambio, se dividió en va-
por las operaciones de búsqueda y captura en sus propiedades, e incluso las rias bandas guerrilleras, prácticamente independientes, cada una a las órde-
obstaculizaban. Tenían miedo de perdr-r a peones buenos e irremplazables. ned de un cabecilla. Esta vez, el gobierno de Díaz adoptó la única solución
De hecho, algunos patrones consideraban que la persecución de los yaquis segura y permanente: la deportación. Se daba cuenta de que sólo secando su
por el gobierno exacerbaba la situación ya inestable de la fuerza de trabajo. liase social de apoyo, la amplia población de pacíficos del campo, podría
El problema, como reconocía un general, se había vuelto social además de destruir a la inapresable e invisible guerrilla.
militar: "Los intereses de los hombres de negocios, grandes y pequeños, que La deportación de hombres, mujeres y niños yaquis sin excepciones hacia
necesitan trabajadores yaquis, se han amalgamado fuertemente con los inte- el centro y el sur de México, fue adoptada como política en 1902-1903. En-
reses de los yaquis, que prestan su mano de obra a esos empresarios, ha- tre 1903 y 1907, el gobernador Rafael Izábal informó que había deportado
ciéndose verdaderamente útiles".211 Los yaquis, sin estos empleadores por personalmente a unos dos mil yaquis. En 1908, la depo":vión llegó a su
todo el estado y al otro lado de la frontera, simplemente no habrían podido culminación.2*
sostener el movimiento guerrillero. Así, entre los yaquis y sus patrones exis- En mayo, el general Torres hizo un llamado a las guerrillas: "Por última
tía una relación de mutua dependencia y mutuo beneficio. vez les comunicamos que [...] si no devuelven todas las armas y municiones
En 1897, el gobernador, general Luis Torres, negoció un acuerdo de paz inmediatamente, la guerra volverá y continuará la deportación de yaquis a
con el jefe Tetabiate y los guerrilleros. Dos años después la inestable paz Yucatán. Deben entender que ustedes son la causa de la muerte de su pue-
obtenida se vio rota por una nueva revuelta yaqui, porque ninguno de los blo, y que el gobierno [...] está dispuesto a exterminarlos a todos si conti-
dos bandos estaba dispuesto a conceder ni un ápice en sus respectivas posi- núan rebelándose"." Aun así, las guerrillas se mantuvieron.
ciones. Como dijo Torres a los yaquis: "No faltan tierras que cultivar; tienen La deportación generalizada equivalía a una guerra sin cuartel, una solu-
ustedes todo lo que necesitan. Pero ahora, al ver que apenas son capaces de ción equiparable al "exterminio", según palabras del general Torres. Para
cultivar la décima parte de lo que poseen, deberían estar satisfechos de te- los yaquis, la deportación fue la forma de ataque que estuvo más cerca de
ner más de lo que les hace falta para cubrir sus necesidades"." De hecho, quebrar su indomable espíritu. Para el gobierno, la deportación logró el re-
después de la Paz de Ortíz, unos seis mil yaquis volvieron al río, repatriación sultado deseado: agostar la base de apoyo de las guerrillas y, con ello, inca-

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pautarlas para seguir luchando. En enero de 1909, al no tener dónde recu-
rrir en busca de ayuda moral o material y al ver la frontera de Arizona
" lil. SIGLO XX

estrictamente patrullada, como nunca lo había estado, debido a la recesión SÍ es sorprendente la historia de continua rebeldía de los yaquis en el siglo
en Estados Unidos, una facción de las guerrillas, comandada por Luis Bule, xix, no resulta menos notable la ausencia de cualquier revuelta armada im-
se rindió. Otras facciones continuaron resistiendo. portante a partir de 1920, salvo por un breve levantamiento de poca impor-
A diferencia de lo que habían hecho durante sus periodos de exilio vo- tancia contra Obregón, en 1926. Así, dado que hemos intentado responder a
luntario en Sonora y Arizona, los deportados yaquis en Yucatán y otros lu- la pregunta de por qué se rebelaban los yaquis, es hora de invertir la cues-
gares del sur de México no pudieron crear comunidades de exiliados para tión: ¿por qué no han vuelto a movilizarse desde la Revolución?
mantener vivas su cultura y su identidad. Finalmente, lo que los salvó de una La confrontación con el presidente Obregón en la estación de Vícam, en
probable extinción cultural fue la Revolución Mexicana de 1910. En cuanto el interior del territorio yaqui, tuvo lugar cuando varios dirigentes le pregun-
los yaquis deportados supieron que Díaz había sido derrocado, la mayoría taron por qué ciertas reformas que se les habían prometido en 1920 no se
volvió a Sonora, donde se unieron a las filas revolucionarias de generales habían implementado. Se quejaban de que demasiados yoris estaban vivien-
norteños como Villa, Maytorena y Obregón. Esta decisión de incorporarse a do y explotando tierras en su territorio y de que el gobierno no estaba pa-
un movimiento político mexicano más amplio nos recuerda sus alianzas de gando regularmente a las fuerzas yaquis de mantenimiento de la paz; asi-
mediados del siglo XIX. Los motivos que tenían para establecer estas alian- mismo, les preocupaban los rumores sobre la construcción de una nueva
zas eran básicamente los mismos: la defensa de sus propios objetivos. Como fortificación militar cerca del río Yaqui. La respuesta de Obregón ante la
antes, negociaron la devolución y el uso exclusivo de todas las tierras de su exaltada multitud yaqui consistió en llamar a sus tropas, que procedieron a
disputada patria, así como la integridad de sus pueblos tradicionales. Lo que masacrar a un número considerable de yaquis. Tras este acto de brutalidad,
los yaquis no calcularon al principio de la Revolución fue que ningún diri- el gobierno llevó 20 mil soldados federales y varios aviones para bombardear
gente revolucionario accedería a sus demandas de autonomía y separatismo, a los yaquis. (Muchos huyeron a la cercana Sierra de Bacatete, y el ejército
que eran contrarias a la idea de una nación moderna e integrada. Además, necesitó un año para sacarlos de allí.) En 1927, la mayoría de ellos habían
mientras descubrían qué representaba cada una de las distintas facciones descendido de la sierra, sólo para ser rápidamente reclutados en el ejército
revolucionarias, los yaquis acabaron peleando entre sí. Por otra parte, una federal y enviados fuera del estado. El comandante militar dejó un destaca-
pequeña facción guerrillera, al mando de Luis Espinosa, se negó a rendirse mento permanente en el Valle del Yaqui, una fuerza de ocupación que in-
al general Torres en 1909 y se negó también firmemente a pelear junto a cluía una fuerza auxiliar yaqui llamada el "batallón manso".31
ningún ejército mexicano durante la Revolución. Los yaquis de Espinosa Con razón, los yaquis interpretan el levantamiento de 1926 como resulta-
desempeñaron por tanto el importante papel de mantener inquebrantable la do de una provocación planeada por Obregón para justificar otra campaña
tradición yaqui de resistencia. Por dos veces, antes de 1920, Obregón y algu- de pacificación y una nueva deportación de yaquis fuera del estado, a fin de
no de sus generales emprendieron violentas campañas contra estas guerri- que los mexicanos pudieran entrar con mayor facilidad todavía a explotar
llas, pero no lograron derrotarlas. sus tierras. Probablemente sabían que Obregón había comprado tierras en
En 1920, el presidente Adolfo de la Huerta, nativo de Sonora, acabó fi- el valle, al sur del río Yaqui, una zona elegida por el gobierno federal para
nalmente con la larga hostilidad entre el Estado mexicano y los rebeldes un desarrollo a gran escala. En 1926, el presidente Plutarco Elias Calles,
yaquis. Les prometió la repatriación y la repoblación de sus pueblos, así también sonorense, y Obregón idearon la nacionalización de la Richardson
como ayuda para la reconstrucción de sus hogares. En algunos casos, esto Company, importante terrateniente y pionera en el desarrollo de terrenos y
implicó evacuar y trasladar a los yoris que se habían instalado cerca de las obras de riego en el Valle del Yaqui. Ese mismo año, se creó el Banco
antiguas poblaciones yaquis, como Bácum, Torin, Pótam y Cócorit. De Nacional de Crédito Agrícola para hacerse cargo de toda la red de peque-
la Huerta también accedió a negociar con los funcionarios yaquis tradiciona- ños diques y canales. Estos canales llevaban agua del río a unas treinta mi-
les de los ocho pueblos, como autoridades reconocidas de todo el pueblo llas río arriba, desde Cócorit al valle, para beneficio de los nuevos terrate-
yaqui. Con esta política, pues, los yaquis obtuvieron la oportunidad de nientes mexicanos, entre los que se encontraban las familias de Calles y
reemprender su propia forma de vida, aunque a cambio tuvieron que acep- Obregón. Los yaquis no recibieron agua de este proyecto. También en 1926,
tar la superioridad del Estado mexicano y la convivencia con los colonos no se fundó la población de Cajeme, rebautizada Ciudad Obregón cuando co-
yaquis."30 bró importancia como centro comercial del floreciente valle. De modo que

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cuando los yaquis se enfrentaron a Obregón, en 1926, estaban plenamente Sus sucesores en la presidencia, aprovechando la reserva de buena volunlad y
conscientes de la invasión federalmente patrocinada y financiada de sus tie- viabilidad rural creada por la reforma agraria, redirigieron las prioridades de
rras y de la expropiación de su agua. Los planes de Obregón-Calles también la nación hacia un rápido crecimiento económico a cualquier costo. Este
implicaban el fin de las políticas de De la Huerta, que ofrecían importantes cambio de política afectó seriamente el futuro de los yaquis.
concesiones a la cultura y los intereses de los yaquis. La presa de la Angostura y la de Obregón, terminadas en 1952, tuvieron
Cuando el presidente Lázaro Cárdenas expulsó del poder a la capilla consecuencias más profundas para ios yaquis que todos los conflictos anterio-
sonorense, en 1934, los yaquis le pidieron repetidamente que enmendara sus res. Estos grandes sistemas de riego representaban la moderna tecnología que
agravios. A fines de 1937, respondió con un programa que superaba el de li;t permitido al Estado posrevolucionario mexicano forzar a los yaquis a aceptar
De la Huerta. Primero creó la Zona Indígena (reserva yaqui), que abarcaba cambios impuestos que un siglo de presiones políticas y militares no habían
gran parte de las tierras tradicionalmente yaquis, aunque no todas. Expropió logrado. Las obras de riego, patrocinadas y financiadas por el Estado, consti-
ilegalmente grandes posesiones privadas en el valle, y repartió estas tierras a luían la base de un nuevo orden agrícola comercial instaurado por la iniciativa
los campesinos en forma de ejidos. La Zona yaqui estaba concebida como privada en grandes fincas, mismo que los regímenes posteriores a Cárdenas
un solo gran ejido, por cierto único, ya que ningún otro pueblo indígena de impulsaron a expensas de los ejidos campesinos y las comunidades indias.
México obtuvo una concesión semejante. Desarrollada a través de los experimentos de la "revolución verde", la nueva
Además de la reforma agraria, Cárdenas reconoció el derecho de los ya- iccnología era extremadamente costosa y funcionaba mejor a gran escaía. No
quis a reconstruir, en nuevas localidades, los tradicionales pueblos yaquis era de trabajo intensivo, de manera que por primera vez los yaquis dejaron de
que les habían sido irrevocablemente arrebatados por los colonos blancos. ser indispensables como mano de obra barata. Así, perdieron su baza más
Les prometió agua de las nuevas presas que el gobierno se proponía cons- valiosa en la negociación: la demanda de su mano de obra.
truir, junto con ayuda federal para la educación, la sanidad, el transporte y Con las presas, el gobierno federal ejercía el control tota! sobre el agua,
las comunicaciones. El presidente populista invitó a todos los yaquis de So- sin la cual no se fertiliza el semiárido Valle del Yaqui. La presa Obregón
nora, México y Estados Unidos a que volvieran a su tierra. desvió toda el agua al sur del valle, con lo que acabó con los naturales des-
Durante una década a partir de las reformas de Cárdenas, los yaquis bordamientos del río que tan cruciales habían sido para la agricultura de
reconstruyeron calladamente sus comunidades y emprendieron sus cultivos subsistencia de los yaquis. A partir de entonces, los yaquis, junto con otros
tradicionales o de subsistencia. Con una parcela de buena tierra y el agua de ejidatarios y propietarios privados, tendrían que comprarle el agua a la de-
las inundaciones de temporada, un yaqui con seis hectáreas podía cultivar pendencia federal de Recursos Hidráulicos. El gobierno que había otorgado
alimento suficiente para mantener a su familia durante todo el año. General- al pueblo yaqui una reserva de tierras propias, les quitó más tarde el agua
mente tenía sus propias muías y su arado, que eran los únicos implementos que hacía productivas esas tierras.
que necesitaba. Habitualmente plantaba maíz, frijoles, melones y algunas hor- Tras privar a los yaquis del riego natural, el gobierno tenía dos opciones:
talizas para el consumo familiar, además de algo de trigo que vendía para dejar a los yaquis secarse literalmente o ayudarles a conseguir agua. Al op-
obtener dinero en efectivo destinado a los gastos ceremoniales. Su único gasto lar por lo segundo, el organismo de crédito rural (Banco Ejidal) abrió crédi-
inicial era el dinero para las semillas, que también podía obtener a crédito los para que los yaquis, carentes de capital, compraran agua. Pero, dado
sobre la cosecha. Contaba con que la tierra y el agua eran gratuitas, como que este banco se interesaba principalmente en cobrar dividendos sobre sus
siempre habían sido. También de acuerdo con el pasado, no pagaba impuestos préstamos con un mínimo de pérdidas, insistía en que sus deudores yaquis
al gobierno estatal o federal. Para un yaqui, que no ganaba estatus dentro de cultivaran sólo productos vendibles y los comercializaran a través del Banco,
su comunidad mediante la acumulación material, sino por la estricta obser- dado que estos productos eran los únicos que podían hacer rendir la inver-
vancia de los deberes ceremoniales, el cultivo tradicional de subsistencia pro- sión. Al elegir este camino para ayudar a los yaquis, el Banco logró también
porcionaba el tipo de actividad económica más flexible y estable con el que integrar a los campesinos yaquis en el sistema económico mexicano, intensa-
mantener a su familia y satisfacer sus necesidades ceremoniales. mente competitivo e individualista, contradiciendo así los valores básicos de
Aunque las concesiones de Cárdenas no cumplían todas las demandas por los yaquis, de vida comunal (más de "conspicuo dar" que de "consumo
las que habían luchado, los yaquis estaban aprendiendo a aceptarlas, e incluso conspicuo"): compartir la riqueza excedente en vez de acumularla privada-
a coexistir con ios yoris. Desafortunadamente para los yaquis, la situación en mente para el ascenso personal."
el río y el Valle del Yaqui cambió drásticamente después de la era de Cárdenas. Los ocho gobiernos de los pueblos intentaron salvaguardar las tradiciones

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i alculaba que para plantar una hectárea de un producto comercial se requerían
yaquis a través de los profundos cambios de los años cincuenta. Durante el
unos 1 400 pesos, una suma claramente fuera del alcance de cualquier cam-
tiempo de paz, como siempre había ocurrido, cada pueblo era teóricamente
pesino yaqui.37
autónomo; no reconocían todos juntos un jefe tribal específico. Los gobiernos
Para los yaquis, tal vez la consecuencia más profunda de la agricultura
de los pueblos estaban integrados por un gobernador con cinco asistentes,
moderna fue el hecho de que absorbía gran cantidad de capital y tecnología,
asesorados por un consejo de ancianos y servidos por varios funcionarios, entre
pero no era de trabajo intensivo, y menos que cualquier otra cosa requería el
ellos el recién creado secretario bilingüe (español-yaqui) para enfrentar la
lipo de mano de obra no calificada que los yaquis habían desarrollado tradi-
avalancha de nuevos organismos federales que acompañó a la reforma agraria.
donalmente. Así, aunque en teoría los miembros de una sociedad de crédito
Las principales responsabilidades de estos magistrados nativos estaban clara-
mente definidas: decidían quién era yaqui y quién, por tanto, tenía derecho a yaqui podían trabajar en sus propias cooperativas por un sueldo que se dedu-
tierras dentro de la Zona; a continuación otorgaban tierras de los pueblos a ciría de su parte en las ganancias anuales, de hecho tenían muy poco trabajo,
los solicitantes yaquis. Daban permisos y fijaban cuotas para los forasteros que lil trabajo no calificado relacionado con la siembra, la siega y la limpieza de
querían explotar recursos naturales dentro de la Zona. Nombraban funciona- canales y diques de riego, la escarda y la cosecha, no requería en total más de
un mes de trabajo en todo el año. Pocos yaquis estaban adecuadamente
rios nativos y negociaban como representantes oficiales del pueblo yaqui con
adiestrados para trabajos más calificados, como la conducción de los tractores,
los funcionarios del gobierno mexicano. Por último, servían como arbitros
que generalmente se contrataba con mexicanos y se pagaba con los beneficios
finales en las disputas civiles entre yaquis.3 Aunque formalmente estos gobier-
de la sociedad. Tras las deducciones para pagar al Banco la larga lista de
nos de los pueblos han sobrevivido hasta los años ochenta, al igual que la
préstamos y gastos, la parte de beneficios de los yaquis constituía una magra
agricultura tradicional, se han visto también debilitados por la integración de
suma. No es sorprendente que algunos yaquis amargados y desmoralizados
los yaquis en el sistema económico mexicano. A pesar de la incorporación del llegaran a considerar al Banco como un nuevo patrón expoliador, peor incluso
secretario, para muchos gobernadores la agricultura moderna sigue estando (jue los de antes de la Revolución. La irónica conclusión es que la agricultura
más allá del alcance de su entendimiento.
moderna ha empobrecido a los yaquis y los ha reducido a la impotencia, dado
El Banco Ejidal no sólo insistía en que los yaquis cultivaran productos
que ya no pueden tomar decisiones importantes, como la de qué cultivo plantar.
comercializables, sino que exigía también que se organizaran colectivamente
para producir. Los demás ejidos del Valle del Yaqui eran colectivos desde La agricultura comercial ha hecho a los yaquis totalmente dependientes del
sus inicios, porque la idea de Cárdenas era que si trabajaban la tierra como dinero en efectivo para su supervivencia, otro cambio profundo en su cultura.
una sola gran parcela, los ejidatarios probarían que "las ventajas del trabajo Todos los artículos de primera necesidad, desde los alimentos hasta la ropa,
a gran escala en los distritos de riego no se perderían con la reforma agra- se tienen que comprar en tiendas. Irónicamente, los yaquis, que en teoría
ria". Pero los regímenes poscardenistas, que favorecieron a los terratenien- poseen tierras ricas y de riego, no pueden cultivar sus propios alimentos. Desde
tes privados frente a los ejidos, rompieron estos colectivos más o menos en los años sesenta, los yaquis han optado cada vez más por dividir sus sociedades
la misma época en que se construyó la presa Obregón, pues los conside- ile crédito en parcelas individuales, pero se encuentran con recursos financieros
raban una amenaza para las privadas y muy mal llamadas "pequeñas propie- insuficientes para cultivar por sí solos, ante lo cual les quedan dos opciones:
dades".36 Así, resultaba irónico que los colectivos yaquis, llamados socieda- pueden alquilar la parcela a los terratenientes mexicanos, acto ilegal amplia-
des de crédito se formaran en el momento en que los ejidos colectivos del mente practicado por otros ejidatarios del valle y aparentemente permitido
valle estaban siendo desmantelados. Ante todo, el Banco no consideraba por el gobierno, y, en algunos casos, trabajar al mismo tiempo por un salario.
O — los más afortunados — pueden encontrar un socio mexicano, generalmente
que los colectivos yaquis pudieran constituir una competencia importante
algún comerciante local, que les adelante el dinero para las semillas, el agua,
para los terratenientes privados. En segundo lugar, la nueva tecnología que
los alimentos para la familia y el alquiler del tractor, y comercialice sus pro-
introducía el Banco sólo podía funcionar en el cultivo a gran escala.
Al parecer, poco podían hacer los yaquis para oponerse al programa del ductos, con la futura cosecha como garantía.38
Banco. Para fines de los cincuentas, el 98 por ciento de las tierras de riego de Otra adaptación a la pobreza que los yaquis han tenido que hacer consis-
la Zona estaban dedicadas a la agricultura comercial y por tanto sometidas al le en depender más de los yoris en cuanto al financiamiento de sus fiestas.
control del Banco. Además de dar préstamos para el agua a las sociedades de Además, desde fines de los años cincuenta, ha habido una notable reducción
crédito yaquis, el Banco también les prestaba dinero para insecticidas, pesti- en la duración y el número de las ceremonias que se celebran en los pue-
cidas, maquinaria y trabajadores calificados, como choferes de tractor. Se blos. Esto no sólo se debe a que las políticas del Banco han debilitado su

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independencia económica, sino a que el Banco ha procurado minar ta tradi- que se celebraban en los pueblos yaquis y en cualquier lugar donde los ya-
ción yaqui deliberadamente. Si bien antes obtenía la ayuda de los goberna- quis se congregaran fuera del Valle del Yaqui. Históricamente, la agricultu-
dores para crear las sociedades de crédito, empezó a saltarse a estos diri- ra de susbsistencia, el "conspicuo dar" o la falta de interés por la produc-
gentes nativos en la toma de decisiones relativas a la Zona, argumentando ción excedente individual y por la acumulación habían mantenido una
que los yaquis debían aprender como otros mexicanos, a atenerse a las leyes sociedad igualitaria, con una distribución relativamente equitativa de la ri-
y costumbres mexicanas, obedecer los contratos mexicanos y, en pocas pala- queza y sin importantes diferenciaciones sociales. En los años ochenta, con-
bras, abandonar sus leyes y sanciones comunales.39 ünúa disminuyendo el Ínteres por la observancia ceremonial que ya se ob-
servaba en los años cincuenta; al mismo tiempo, la brecha entre yaquis
CONCLUSIÓN pobres y yaquis ricos — otro fenómeno reciente en su sociedad — también se
ha hecho más notable, aunque todavía ni remotamente tan pronunciada co-
Durante tres siglos, los yaquis resistieron eficazmente a los cambios cultura- mo en el conjunto de la sociedad mexicana. Existe además alguna correla-
les dirigidos por los estados seculares y lograron movilizarse cuando sentían ción entre el enriquecimiento de algunos yaquis —que por tanto tienen más
amenazada su integridad territorial y su particular modo de vida. AI mismo éxito según las normas mexicanas— y el menor interés por la cultura vaquí.
tiempo, a diferencia de otras comunidades indias o campesinas, nunca se Es decir que cuantos más yaquis trabajan entre mexicanos en la economía
aislaron completamente del mundo exterior. Aunque constantemente se mexicana, más crece el interés por acumular riquezas y disminuye la tenden-
opusieron a la población y colonización yoris de las tierras yaquis, desde el cia a dar conspicuamente. Esto es especialmente notable entre los yaquis
inicio de la época de los jesuítas también trabajaron voluntariamente a cam- más jóvenes, que tienen más probabilidades de trabajar fuera de la Zona.
bio de un salario, fuera de sus comunidades. Resistencia armada contra in- También aquellos que han logrado adquirir alguna riqueza son menos pro-
vasores y empresarios dentro del Valle del Yaqui y participación en la eco- clives a volver a los pueblos y a atenerse a los valores tradicionales.
nomía fuera del Valle sin una concurrente integración en la estructura social En suma, la necesidad de interactuar con los mexicanos en una economía
yori: esta doble estrategia le;; aseguró la supervivencia como pueblo yaqui monetaria ha debilitado considerablemente las instituciones tradicionales de
hasta el siglo XX. Así, cuando ya no pudieron contener el ritmo de la coloni- la particular cultura de las riberas del río Yaqui. Tener éxito según las nor-
zación y el desarrollo de su tierra natal y cuando su mano de obra ya no fue mas mexicanas significa rechazar la tradición yaqui. Incluso con la Zona
indispensable para la moderna economía agrícola, su supervivencia cultural Indígena garantizada por la reforma agraria mexicana, incluso con la auto-
también se hizo precaria. nomía política nominal que representan los gobiernos de los pueblos, la pér-
El punto decisivo de la historia yaqui es la reforma agraria de Cárdenas dida de la independencia económica continuará empobreciendo y marginan-
en 1937: a la vez que hacía justicia social al pueblo yaqui, también sentaba do a los yaquis. La progresiva erosión cultural explica por qué los yaquis no
las bases para su integración en el sistema económico y social mexicano. El han podido movilizarse para actuar políticamente en el último medio siglo.
agente principal de este cambio dirigido fue el Banco Ejidal que, mediante Desde la reforma agraria y los proyectos de riego de los años treinta,
el control del crédito, forzó a los yaquis a abandonar su agricultura tradicio- cuarenta y cincuenta, la situación social en la región yaqui se ha vuelto mucho
nal en favor de la agricultura moderna, a remplazar su agricultura inde- más compleja. Aproximadamente quince mil yaquis se disputan la tierra y el
pendiente de subsistencia por el cultivo de productos comerciales. En la agua, dentro o cerca de la Zona, junto con miles de ejidatarios y campesinos
transición, los pueblos libres de los yaquis perdieron todo poder sobre las sin tierras — muchos de ellos originalmente trabajadores migratorios del centro
decisiones agrícolas. Tuvieron que cambiar su independencia económica y y el sur de México— y el poderoso grupo de mal llamados "pequeños propie-
su autonomía tradicionales por el control externo, la dependencia y la po- tarios", que son en realidad grandes latifundistas y forman la columna vertebral
breza. En vez de elevar su nivel de vida, la integración en la sociedad mexi- de la lucrativa agricultura comercial del Valle. En los dramáticos aconteci-
cana los ha puesto en una situación peor que la de cualquier otro grupo del mientos de noviembre de 1976, cuando e! presidente saliente Luis Echeverría
noroeste, incluidos los demás ejidatarios y los mayos. confiscó cerca de 106 666 hectáreas de tierras de cultivo y pastos para distri-
La consecuencia más profunda de la dependencia económica es la ero- buirlas entre más de ocho mil campesinos sin tierras, las peticiones de los
sión de la identidad de los yaquis, su sentido de la comunidad y su cohesión yaquis para que se reconocieran sus derechos fueron virtualmente ignoradas,
cultural. Este fenómeno puede medirse por la forma en que disminuye la mientras invasores campesinos bien organizados y bien dirigidos, los poderosos
dedicación y observancia de las tradiciones yaquis: las ceremonias y fiestas terratenientes y el Estado mexicano se enfrentaban entre sí.40

162 163
HACIA LA INSURRECCIÓN: ORÍGENES AGRARIOS Hidalgo en 1810-1811 y la continua actividad insurgente que se mantuvo
DE LA REBELIÓN DE HIDALGO durante los siguientes diez años tienen ciertos rasgos claramente exclusivos
EN LA REGIÓN DE GUADALAJARA que las distinguen (particularmente en la primera fase del movimiento) de los
levantamientos anteriores y posteriores. Primero, el carácter duradero del
movimiento, por lo menos desde el punto de vista organizativo, fue una cosa
poco habitual. Aunque es cierto que los ejércitos insurgentes y las bandas
Eric Van Young guerrilleras compartían cierto atributo evanescente, y aunque también es cierto
que el gobierno realista logró virtualmente pacificar la mayor parte de Nueva
EL CONTEXTO DE LA REVUELTA CAMPESINA EN MÉXICO, 1810-1816
España a partir de 1816, hay que señalar que el movimiento de independencia
permaneció vivo hasta 1821. En la medida en que fue así, y en la medida en
Además de cualquier otra cosa que haya sido, la rebelión proclamada y dirigida que los campesinos y otros habitantes del campo continuaron participando
por el padre Miguel Hidalgo en septiembre de 1810 fue también una revuelta activamente en actividades insurrectas, se puede hablar de cierto grado de
campesina masiva. Por lo menos desde Lucas Alamán, los observadores e continuidad en la rebelión como movimiento campesino. Segundo, la magnitud
historiadores del periodo 1810-1821 han reconocido umversalmente el desta- del movimiento, tanto en términos geográficos como en cuanto al número de
cado papel de la población rural en los ejércitos y las bandas insurgentes participantes, lo distingue de las demás revueltas hasta la Revolución de 1910.
(gavillas) que pelearon contra las fuerzas realistas por el dominio de la Nueva En su momento de máximo empuje, la fase inicial, el movimiento de insurrec-
España. Esto no resulta sorprendente, si tomamos en cuenta el carácter ción llegó a contar con ejércitos verdaderamente enormes para aquel tiempo
apíastantemente rural y pre-industrial de México a principios del siglo XIX. El y lugar, compuestos en su mayoría por población rural. A fines de 1810, cuando
carácter notablemente rural del movimiento puede perderse de vista en oca- las fuerzas de Hidalgo marcharon sobre la capital virreinal, sus filas alcanzaron,
siones, en la medida en que los escritores que tratan el tema con frecuencia según se calcula, los 80 mil hombres. En enero de 1811, cuando los rebeldes
se refieren al resultado político de las guerras de independencia, el cual al se preparaban para enfrentarse al ejército realista en lo que sería la decisiva
parecer poco o nada tuvo que ver con las aspiraciones populares, o al surgi- batalla de Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, las fuerzas insurgentes,
miento de elementos de la llamada "guerra de castas", la cual enfrentaba gracias a las nuevas tropas que se habían incorporado a los restos de las fuerzas
abiertamente a los blancos y los no blancos. Pero si se observa con cuidado la originales, llegaron a sumar 100 mil hombres, mal organizados y escasamente
participación campesina en las guerras de independencia surge una larga serie armados. El tamaño de estos ejércitos rebasa claramente cualquier cosa que
de preguntas sobre su origen, su magnitud, su desarrollo en el tiempo, sus pudiéramos llamar rebelión campesina en la época colonial, y también a las
motivos, objetivos e importancia. Es propósito de este trabajo cuartear la fuerzas que subsecuentemente participarían en las guerrillas durante la lucha
fachada simple de la rebelión campesina planteando algunas de esas preguntas de liberación de Nueva España, a partir de 1811. Tercero, el hecho de que el
con referencia específica a uno de los principales focos de la rebelión de movimiento insurgente tuviera objetivos obviamente políticos, aunque éstos tal
1810-1811, la región de Guadalajara en el México central occidental. La parte vez no estaban claramente articulados por los dirigentes al inicio, lo distingue
principal de este estudio se refiere al desarrollo económico y social de la región de otros movimientos de sabor predominantemente campesino. Ese programa
de Guadalajara durante el siglo anterior a la erupción del movimiento de político, tal como era, se volvió más claro cuando la rebelión llegó a su cénit,
Hidalgo, y tiene por eje un intento de describir las precondiciones para la a principios de 1811, y se puede resumir bajo la rúbrica de independencia
revuelta rural que se dieron allí. Las respuestas a algunas de las preguntas política respecto de España. Finalmente, y vinculado al tercer punto, está el
planteadas se relacionan, en consecuencia, no tanto con la naturaleza y el curso hecho de que el escenario o alcance de los objetivos políticos del movimiento,
de la rebelión misma sino con las condiciones que la produjeron y los modos fue considerablemente más amplio que los de las anteriores rebeliones contra
característicos de protesta popular que podían derivarse de esas condiciones. la autoridad constituida. Los objetivos visibles del movimiento, conforme su
Ciertamente, la acción viólenla a gran escala por parte de la población rural ideología empezó a cristalizar bajo la presión militar realista y la propaganda
contra la autoridad constituida no era nueva ni poco habitual en el México contrainsurgente, no se limitaban a una crítica reformista de malas prácticas
colonial, ni habría de desaparecer durante el siglo que va de 1810 al estallido burocráticas, sino que implicaba una ofensiva total y frontal contra la legitimi-
de la Revolución de 1910. Pero como levantamientos rurales, la rebelión de dad del pacto colonial en su conjunto. No se trataba de una rebelión contra
un impuesto en particular (aunque la abolición del tributo de los indios y de
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,
las castas ocupaba un lugar importante en los pronunciamientos públicos de razones, ésta no parece una explicación verosímil de la masiva participación
Hidalgo) o contra un magistrado local que había traspasado los límites de la ilc la población rural en la lucha armada (sobre la cual hablaremos más
probidad en su trato con los pueblos, sino una lucha por la independencia adelante). La crisis política de los años 1808 y siguientes y la ideología y las
política y la creación de un nuevo Estado-nación. consignas que tenían por objeto tanto movilizar como justificar la protesta
Estas características singulares de la rebelión de Hidalgo, especialmente popular empiezan a aparecer así como una causa inmediata de la rebelión,
por lo que se refiere a la ideología y los objetivos políticos, nos alejan mu- más que como su causa última.
cho de lo que se considera que son las preocupaciones particulares de los Esto nos lleva al papel de la ideología en los movimientos populares y a
campesinos que se rebelan: la propiedad de la tierra, el destino de los exce- la segunda dificultad que se presenta al intentar caracterizar el componente
dentes económicos, la integridad de las comunidades de los pueblos, el campesino de una forma significativa. La verdad es que hasta ahora no sa-
equilibrio de poder en los distritos locales, etcétera. De hecho, se acumulan hcmos mucho en realidad sobre las aspiraciones campesinas o sobre lo que
las dificultades cuando se intenta tomar esas características como las únicas la población rural creía que estaba haciendo al tomar las armas, particular-
características de la violencia prolongada y principalmente rural que sacudió mente en los años 1810-1816. Especialmente en sus primeras fases, el movi-
a México en los años 1810-1821. En primer lugar, existe el problema de la miento fue tan breve y tan poco programático que resulta difícil saber lo
diversidad regional dentro del movimiento, no sólo por la forma en que se que cualquiera de los participantes pensaba que estaba haciendo. Una posi-
desarrolló la guerra en cada región, dentro de la Nueva España, sino tam- hilidad —la de que las masas rurales se tomaran en serio la situación políti-
bién en términos de qué regiones respondieron al llamado de las armas y ca y las consignas y programas de la directiva criolla de la rebelión— la
cuáles no. Los dos focos principales de la primera fase de la rebelión, el hemos desechado por el momento como improbable. Una segunda posibili-
principal en el Bajío y el segundo en la región de Guadalajara, habían sido dad — la de que la crisis política de la Nueva España y el "Grito" del padre
hasta entonces muy diferentes entre sí en cuanto a su estructura social y Hidalgo proporcionaran simplemente un pretexto para que los campesinos y
económica.5 En particular, y aunque las dos zonas estaban sufriendo trans- Irabajadores rurales, hartos y resentidos, se embarcaran en una orgía de
formaciones bajo el impacto de una agricultura cada vez más comercial, en saqueos, violaciones y asesinatos— tampoco parece muy verosímil. Esta con-
la región de Guadalajara los que sufrieron más por esta tendencia fueron cepción otorga al papel de las ideas en el sector campesino del movimiento
sobre todo los pueblos indios que poseían tierras, mientras en el Bajío el poca o ninguna importancia, y supone que Hidalgo y sus lugartenientes crio-
peso de la transformación recayó sobre una población más heterogénea de llos habrían de alguna manera "levantado" unos sentimientos y unas iras
arrendatarios, aparceros y trabajadores residentes de las haciendas, la mayo- populares que después no pudieron controlar: el padre Hidalgo cabalgando
ría de los cuales no eran indios. Si las características étnicas, sociales y eco- sobre el tigre. Pero el hecho es que la mayoría de la gente razonablemente
nómicas de las masas rurales en estas dos regiones fundamentales eran, de bien socializada, incluso cuando asume la peculiar psicología de las multitu-
hecho, diferentes entre sí y si la mayor parte de la población rural de la des, parece detestar la idea de desafiar a la autoridad en forma grave y
región de Guadalajara se puede describir como clásicamente "campesina", ciertamente la de asesinar a otras personas o destruir propiedades. Pode-
es razonable suponer que la población rural de estas dos regiones se levantó mos sospechar que los contemporáneos, como Lucas Alamán que deja un
en armas por razones diferentes. Cualquier intento de hacer generalizacio- relato un tanto sensacionalista de la toma de la Alhóndiga de Guanajuato en
nes sobre los "campesinos sublevados" para el periodo 1810-1821 ofrecerá 1810 y de la carnicería que tuvo lugar a continuación en la ciudad, estaban
todavía mayores dificultades si se toman en cuenta las características diver- dispuestos por sus propias razones a encontrar ese salvaje comportamiento
gentes de otras zonas: el Valle de México, Michoacán y Guerrero, por ejem- en el "populacho", y lo encontraron.6 Sin embargo, los insurgentes cometie-
plo. Afirmar que estallaron grandes revueltas campesinas en aquellas zonas ron muchos actos de salvajismo contra sus víctimas, incluso antas de que la
de México que estaban sufriendo una transformación social y económica política férrea y sangrienta de Calleja, Cruz y otros comandantes realistas
rápida es decir mucho y muy poco al mismo tiempo. La imagen que surge dejara claro que los rebeldes nada tenían que perder. Pero la magnitud y la
de tales consideraciones es un rompecabezas de diferencias regionales que naturaleza de esa violencia no sugieren alguna barbarie inherente por parte
desmiente cualquier noción de un movimiento campesino monolítico en es- de los campesinos y otros habitantes rurales, ni alguna laguna irremediable
tos años, a menos que uno se tome al pie de la letra las afirmaciones de las en el superego, sino la idea fundamental de que algo iba mal en el mundo y
proclamas y la propaganda insurgentes, según las cuales los fines del movi- de que las realidades externas ya no se conformaban al orden moral de la
miento eran enteramente políticos y además bastante simples. Por diversas gente del campo. Lo que quiero sugerir es que las consideraciones ideológi-

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cas sí desempeñaron de hecho un papel muy importante en la movilización mezcla de presión demográfica en el campo y de creciente necesidad de
de los campesinos en particular, pero que tenían su origen en un sustrato (ierras para el sector agrícola comercial creó lo que los pueblos indios de-
moral que es improbable que conmovieran directamente las ideas o consig- ben haber percibido como un ataque a su estatus de campesinos inde-
nas políticas más estrechas. pendientes. Además, dado que el pueblo comunal aún tenía un control con-
La tercera dificultad para caracterizar la revuelta de Hidalgo y las subsi- siderable, aunque en absoluto total, sobre los medios de producción dentro
guientes actividades insurgentes como rebeliones campesinas consiste en dis- de la economía campesina, el locus de la vida económica campesina era el
tinguir los elementos de conflicto étnico de los de clase, como motivos de la mismo que el de su identidad personal y cultural. El proceso de proletariza-
revuelta. Sabemos ciertamente que la raza y la clase no fueron categorías ción a que se vio sometido el campesinado indio en algunas partes de Méxi-
perfectamente congruentes durante el último periodo colonial. Ciertamente, co durante el siglo fue, por tanto, simultáneamente, un proceso de descultu-
también, lo que sabemos hasta ahora sobre la composición social de las fuerzas ralización. Ciertamente, la conjunción de "indianidad" y "campesinidad" no
insurgentes sugiere que eran notablemente heterogéneas (esto variaría, desde lúe el único elemento que pesó en la movilización de la población rural
luego, según el tiempo y el lugar) y que abarcaban toda la jerarquía socio-racial, cuando le proporcionaron los pretextos políticos adecuados, pero fue un
desde los indios en la base hasta los miembros de la élite criolla, en la cima. elemento vital, especialmente en la región de Guadalajara.10
Pero los indicios de que la raza y los antagonismos raciales desempeñaron un Llegamos así, directamente, a la cuestión de los motivos que tuvo la pobla-
papel importante en las estructuras mentales del conflicto son suficientemente ción rural para unirse a la insurrección, ya fuera en la fase inicial de confron-
abundantes. La cuestión de la abolición del tributo, que ciertamente era una tación armada masiva o en las fases posteriores de actividad guerrillera. Si es
marca de estatus social inferior firmemente basada en criterios raciales, con- cierto que la transformación agraria que se produjo al final de la época colonial
firma este punto de vista, lo mismo que las pruebas de que las diversas masacres creó las precondiciones para un levantamiento masivo, y si también es cierto
de españoles europeos (Guanajuato, Valladolid, Guadalajara, etcétera) se que esos cambios se refirieron principalmente al uso y la propiedad de la tierra,
realizaron, al menos en parte, como resultado de un sentimiento popular que cabría esperar que nos fuera posible caracterizar el componente campesino
reinaba entre las oscuras huestes de Hidalgo.8 Ciertamente la propaganda de las rebeliones de independencia como revueltas por la tierra o, por lo menos,
realista utilizó hábilmente el temor de los blancos a los indios amotinados para ver en él importantes elementos de este tipo de demanda clásicamente cam-
minar el potencial apoyo criollo al movimiento. Pero, ¿cómo reconciliaremos pesina. Pero, en conjunto, no parece ser así. Es cierto que la naturaleza no
estas líneas de datos contradictorios? Para plantear de otro modo la cuestión, programática de la fase inicial del levantamiento, bajo la dirección de Hidalgo,
¿fue el componente popular de la rebelión de Hidalgo y de los levantamientos puede oscurecer tales demandas, aunque estuvieran presentes. También es
dispersos que le siguieron un movimiento indio o un movimiento campesino? cierto que Hidalgo y los líderes posteriores sí se refirieron ocasionalmente a
Tal vez, en realidad, no sea posible responder de forma clara e inequívoca a la cuestión de la tierra, aunque pocas veces de una manera sistemática. El
la pregunta de si las guerras de independencia fueron guerras raciales o guerras famoso decreto de Hidalgo del 5 de diciembre de 1810, en el que se cancelaban
de clase, pero la respuesta implicaría una enorme diferencia en nuestra inter- los alquileres de tierras comunales indias a los no indios y se devolvía la
pretación de la historia del último periodo colonial y de la naturaleza de la explotación efectiva de estas tierras a las comunidades que eran sus propieta-
época independiente, como sintomática de las tensiones que marcaron el fin rias, era por lo menos un débil intento por resolver el complicado problema
de la era colonial. de la escasez de tierras de los pueblos del México central occidental.1 Además,
Yo sugeriría, por lo que respecta a grandes zonas de México y a los prin- en el nivel de la expresión popular espontánea —tomar medidas con el cañón
cipales grupos de gentes que participaron activamente en conflictos arma- de un fusil — , las tomas de tierras no indias, particularmente de las haciendas,
dos durante las guerras de independencia, que las categorías "indio" y parecen haberse producido con alguna frecuencia durante el periodo 1810-
"campesino" sí coincidían de una manera importante. Además, la intensidad 1821. En 1812, por ejemplo, un ejército de cuatro mil "indios" tomó, según se
del enfrentamiento se debió precisamente a esa congruencia y se originó en dijo, una importante propiedad rural perteneciente a la condesa de Regla en
las circunstancias de transformación agraria que predominaban en el último la zona de Tulancíngo.1 Pero una toma no es necesariamente una expropiación
periodo colonial. Bajo esas circunstancias, particularmente en la región de y menos aún implica la división y la propiedad permanente de la tierra. En
Guadalajara, el crecimiento de la agricultura comercial fue la base de de- conjunto, la tierra no parece haber constituido un asunto explícitamente im-
mandas crecientes sobre la economía rural tradicional, en la que los pueblos portante para la participación campesina en estas rebeliones.
de indios dueños de tierras comunales ocupaban un lugar destacado. Una La ausencia de la tierra como problema importante en la formulación de

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programas, pronunciamientos públicos y elaboraciones ideológicas no significa u na cosmología coherente que tenía al pueblo comunal como su entidad central.
necesariamente que no fuera uno de los factores que llevaron a los campesinos lln cualquier caso, será necesario examinar el papel de la ideología y el
a tomar las armas.13 ¿Cómo resolver entonces este rompecabezas en el que la simbolismo populares a la luz de alguna formulación de ese tipo, si queremos
transformación agraria probablemente produjo un hambre de tierras en la captar el significado de la participación campesina en las rebeliones de la
tradicional economía campesina pero en el que las protestas violentas presen- t-poca de la Independencia.
tan escasos signos de que la tierra fuera una cuestión importante? ¿Acaso la Para concluir estas observaciones generales sería útil establecer tres hipó-
cuestión de la tierra se transmutó durante las guerras de independencia en lesis simples y muy preliminares sobre los movimientos de independencia
otra cuestión, capaz de movilizar a las masas rurales a la acción violenta bajo que tuvieron lugar durante los años 1810-1816 aproximadamente. Primero,
la fachada de una protesta política? Yo sugeriría que esto fue en efecto lo que se trata de movimientos en varias capas, que abarcaban diferentes grupos
sucedió, aunque los motivos no están todavía claros. No es necesario aceptar sociales y diferentes objetivos, y no estaban particularmente bien integrados.
una hipótesis de reacción refleja sobre la relación entre las condiciones agrarias Segundo, gran parte del impulso de estas protestas era de origen local y
y la protesta violenta, ni parece que eso sea posible en este caso. Una posibilidad Icnía más que ver con las condiciones sociales y económicas dentro de la
que podría explicar la falta de una relación causal simple es que, en su conjunto, colonia mexicana que con acontecimientos políticos fortuitos ocurridos en el
los tribunales coloniales funcionaban bastante bien en cuanto a la solución de mundo exterior, aunque estos últimos puedan haber servido de detonador.
conflictos sobre la propiedad de la tierra y que los campesinos, en su mayoría, Tercero, el contenido de los movimientos de protesta, por lo menos en la
aceptaban la legitimidad del sistema de tenencia de la tierra y demostraban base, entre los grupos que no eran de élite, era más social que político, y la
cierta contención en sus demandas, aunque sufrían, en ciertas zonas del país, energía fue en última instancia canalizada hacia fines políticos.
una considerable presión demográfica sobre los recursos productivos. Además, Aunque la región de Guadalajara fue uno de los primeros focos impor-
sólo se puede considerar la cuestión de la tierra como motivo de la rebelión lantes de la rebelión, aparentemente con un fuerte elemento campesino, no
si empezamos a pensar en términos de las variables que intervinieron, en vez hay muchos estudios de historia social del movimiento relativos a esa re-
de formular una simple reacción refleja. Aquí la idea del "compromiso con la gión.16 La importancia de la ciudad y la región en la última fase de la revuel-
comunidad" como motivo de la insurrección campesina puede ser útil, espe- ta de Hidalgo se debe a varios factores. La ciudad ya había sido capturada
cialmente allí donde la posición de clase y la identidad étnica y cultural eran por José Antonio Torres en noviembre de 1811, y por tanto constituía un
muy congruentes. La resistencia histórica de la comunidad campesina en lugar ideal para que Hidalgo reagrupara a su casi desbaratado ejército des-
México sugiere que la conservación de la identidad y la autonomía del pueblo pués de la derrota de Acúleo, que tuvo lugar a principios del mes. Además,
es un factor clave para entender la historia de la sociedad rural en este país. con su audiencia, su burocracia y su considerable riqueza, la ciudad era un
Esta resistencia, cuando se expresaba en términos políticos, como en las guerras objetivo militar evidente para los rebeldes y sirvió de sede al gobierno insur-
de independencia, podía a veces asumir un sabor a la vez xenófobo y reaccio- gente de Hidalgo, de tan corta vida. Finalmente, Hidalgo y sus seguidores
nario, frente a la usurpación de su territorio por los forasteros, incluido el parecen haberse dado cuenta de que en esa región podía reclutarse un ejér-
Estado. Y no faltó la expresión de tales sentimientos durante las fases iniciales cito potencialmente numeroso. Parece probable que otros factores de signi-
del movimiento de independencia, aunque queda abierta la cuestión de su ficación más profunda y duradera que la simple presencia de Hidalgo en la
frecuencia. Dos miembros del cabildo indio de Tlaxcala, por ejemplo, fueron región o sus esfuerzos propagandísticos explicarían la tumultuosa bienvenida
acusados de intentar fomentar la insurrección entre los indios de la región que le ofreció la ciudad y el entusiasmo con que sus habitantes se acogieron
predicando un regreso a la total autonomía política "como en los viejos tiem- a su bandera a fines de Í810 y principios de 1811. ¿Cuáles eran las condicio-
pos".14 El antropólogo George Foster, entre otros, ha sugerido que los pueblos nes locales que volvían tan socialmcnte explosiva aquella región?
comunales indios (y los pueblos comunales en general) producen una particular
formación cognitiva campesina que tiende a considerar el mundo social — las LA TRANSFORMACIÓN AGRARIA DE LA REGIÓN
relaciones existentes dentro de las comunidades, así como entre ellas y con los DE GUADALAJARA EN EL SIGLO XVIII
forasteros — en términos muy definidos, con el pueblo en el centro y el universo
como una especie de juego de suma-cero.1 Cabe pensar, pues, que la lucha Durante el siglo borbónico, Guadalajara y las tierras circundantes se inte-
por mantener intacta la identidad del pueblo podía absorber la cuestión de la graron progresivamente en una economía regional cuyo motor de desarrollo
tierra, en la medida en que esta cuestión se relacionaba inextricablemente con era el crecimiento de la propia ciudad. La necesidad creciente de carne,

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iic independencia. Los complicados mecanismos reguladores establecidos
granos y otros alimentos para la ciudad, así como de otras materias primas
por el gobierno municipal para el comercio del grano y de la carne —el
para su procesamiento industrial, impulsó la comercialización de la econo-
abasto de carne, el pósito y la alhóndiga para el maíz, y diversos proyectos
mía agrícola en la zona circundante y amplió los límites de la economía
similares para el trigo— funcionaron con mayor o menor eficacia hasta alre-
monetaria regional, hasta abarcar grupos y lugares que estaban relativamen-
dedor de 1770 para asegurar que la oferta correspondiera aproximadamente
te aislados todavía en 1700. Los principales elementos de este sistema ya
ü la demanda y, además, como medio para que la élite terrateniente de la
existían en el siglo XVII, e incluso en el XVI, pero durante las últimas déca-
región (que también desempeñaba un papel dominante en el gobierno de la
das del dominio colonial el tradicional equilibrio económico que reinaba en
ciudad) controlara el acceso al mayor mercado regional. En las últimas dé-
el campo se modificó drásticamente en favor de las grandes haciendas y a
cadas del siglo, sin embargo, dado que la demanda crecía rápidamente tanto
expensas de los campesinos de los pueblos indios.
en la ciudad como en la creciente población rural, los mecanismos más anti-
La ciudad de Guadalajara pasó de ser una población polvorienta y ador-
guos empezaron a mostrar signos de fatiga, los precios empezaron a subir y
milada de alrededor de cinco mil habitantes, a principios del siglo XVIII, a el margen hasta entonces amplio entre oferta y demanda empezó a encoger-
convertirse en una vibrante ciudad de unos 40 mil, en 1820. Además, el se. Al parecer, los patrones de consumo de Guadalajara estaban alterándo-
crecimiento de la ciudad durante ese siglo fue mucho más rápido que durante
se, y la ciudad se volvía más consumidora de granos que de carne. Con el
el siglo precedente, y alcanzó su punto máximo durante las décadas de 1793-
aumento de la demanda, especialmente de granos, la zona de abastecimien-
1813, cuando la población urbana creció en más del 50%. Para 1793, Guada- to de la ciudad se amplió para abarcar una extensión cada vez mayor duran-
lajara era probablemente la cuarta ciudad de la Nueva España, tras la capital,
te las últimas décadas del periodo colonial, y la zona de Los Altos, en espe-
Puebla y Guanajuato.18 La ciudad recibió un constante flujo de inmigración
cial, se convirtió en una importante productora de maíz.23 Si bien la
del campo durante los últimos años de la Colonia, lo mismo que después,
economía agrícola regional, en su conjunto, lograba abastecer las necesida-
durante las primeras décadas del periodo nacional.1 Este importante creci-
des básicas de Guadalajara, la terrible hambruna de 1785-1786 indicaba sin
miento urbano estuvo reforzado por el papel de Guadalajara como capital
embargo que la línea vital de la ciudad era un hilo muy delgado que apenas
administrativa de la expansión de Nueva Galicia, como emporio comercial de
la salvaba de caer en el abismo maltusiano."'
gran parte del occidente y el noroeste de México, como banquero de la región
La creciente demanda de la población urbana regional se satisfacía prin-
y como proveedor de productos manufacturados para una extensa zona. Para
cipalmente mediante la expansión de la agricultura comercial de las hacien-
los primeros años del siglo XIX, Guadalajara y su Intendencia habían crecido
das. Pero los niveles más altos de producción no se lograron mediante mejo-
hasta convertirse en una importante región productora de textiles, que casi
ras tecnológicas, como las que habían revolucionado la agricultura europea
rivalizaba con Puebla en la producción de algodones/ La población regional
durante los siglos XVII y XVIH, sino mediante una aplicación más intensiva
también creció poderosamente durante el siglo XVHI, impulsada al principio de la tecnología disponible y una recombinación de los principales factores
por la recuperación de la población india desde su sima alrededor de 1650, y
de la producción: la tierra, el trabajo y el capital.25 La Nueva Agricultura
más tarde por el aumento en los grupos mestizos.
que tanto impresionaba a los observadores contemporáneos en Europa sim-
Junto con el movimiento de gente, productos, créditos y decisiones políti-
plemente no era aplicable a las condiciones humanas y geográficas del Mé-
cas, entraba y salía de la ciudad un creciente flujo de alimentos para abaste- xico de fines de la Colonia. Pero si la tecnología no cambió apreciablemen-
cer a la población urbana. Aunque es difícil obtener cifras continuas y preci-
te, el grado de explotación de la organización productiva tradicional sí lo
sas sobre el consumo de carne en Guadalajara, parece que el consumo de
hizo, y el principal beneficiario de estos cambios fue el latifundio. Reforzada
res aumentó ligeramente a partir de 1750, a pesar del alza en los precios, y
por la fuerte demanda del mercado, el abundante capital procedente de los
que también se siguió consumiendo gran número de borregos. El consumo
sectores minero, manufacturero y comercial que estaban en expansión en la
de maíz, alimento de primera necesidad en la dieta de los pobres urbanos y
economía regional, y la creciente fuerza de trabajo rural, la producción agrí-
de la población trabajadora, se duplicó aproximadamente, pasando de alre-
cola de las haciendas aumentó, y produjo a su vez toda una serie de profun-
dedor de 45 mil fanegas al año a mediados de siglo a alrededor de 80 mil en
dos cambios en la organización económica y social del campo.
las primeras décadas del siglo XIX.22 Es interesante señalar que el consumo
En cuanto a la producción de las haciendas, el cambio principal que tuvo
de trigo y harina de la ciudad, aunque permaneció muy por detrás del maíz
lugar durante el siglo xvm fue el paso de la economía tradicional extensiva
en importancia absoluta, aumentó mucho más rápido durante el siglo XVIH,
y ganadera a un régimen de producción de cereales más de trabajo intensi-
multiplicándose en siete u ocho veces entre 1750 y el estallido de las guerras
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vo. Bajo el viejo sistema, las principales salidas para las reses y demás ani- jara se debió más a la inversión de capitales por parte de los propietarios,
males criados en la región de Guadalajara estaban fuera del propio occiden- en coincidencia con una oferta creciente de mano de obra, que a las presio-
te mexicano, en las zonas más prósperas y populosas de la Nueva España nes inflacionarias o a la adquisición de nuevas tierras.30 La inversión de ca-
central y sur. Entre 1700 y 1800, el nivel anual de la exportación de reses de pital en las haciendas, en el último periodo colonial, solía producirse en
la Nueva Galicia en su conjunto (entidad mucho mayor que la región de edificios, almacenes, cercas y obras de riego, en gran parte como resultado
Guadalajara) descendió de alrededor de 20 mil cabezas a alrededor de 10 de la intensificación de la producción de cereales. Los inventarios y libros
mil, y el total de exportaciones de animales siguió aproximadamente la mis- de contabilidad de las haciendas de este periodo muestran, muy uniforme-
ma tendencia descendente, aunque estuvo sujeto a considerables fluctuacio- mente, una reducción en el número de cabezas de ganado criadas para la
nes y variaciones cíclicas.26 Además, en Nueva Galicia tuvo lugar una reo- venta, un aumento en el número de animales de faena, un descenso general
rientación interna de la industria ganadera, en la que a los distritos más en el tamaño de los rebaños y, con frecuencia, un aumento de la extensión
alejados de la capital provincial les correspondió la parte del león del co- eultivada y de cercas para proteger las tierras de cultivo.31 Para no citar más
mercio exportador que quedó, y casi agotando el comercio en las zonas más que un ejemplo notable de este proceso, la gran hacienda productora de
cercanas a la ciudad. Esto sugiere que el propio mercado urbano estaba grano de Hucjotitán, situada cerca del lago de Chápala y propiedad durante
absorbiendo ganado, especialmente reses, que antes se exportaban fuera de la mayor parte del siglo XVHI de la familia Villaseñor, sufrió una inversión
la región y también, tal vez, que la tierra se estaba dedicando cada vez más a casi total en la estructura de su capital social durante las últimas décadas
otros fines económicos, principalmente a la producción de cereales. del siglo. En 1759, el valor del ganado de la hacienda representaba el 61%
El estudio de los patrones de valor e inversión en la agricultura de las de su capital total, y las obras de riego, cercas y tierras cultivadas el 21%.
haciendas durante el curso de! siglo XVIII tiende a confirmar la hipótesis de En 1808 la proporción casi se había invertido exactamente, ya que el ganado
una sustitución de la producción de ganado por cereales para el consumo representaba el 22% del capital total y las obras de riego, las cercas y los
urbano.27 Todavía a mediados del siglo XVHI, la tierra era considerada en la cultivos, el 55%. La antigua predilección por la producción ganadera se
región de Guadalajara como un factor de producción relativamente abundante debía, por supuesto, no sólo a la limitada demanda local de productos agrí-
y barato, en la agricultura. Durante las primeras décadas del siglo XVHI, la colas, sino también a la escasez de mano de obra, fenómeno que sólo repre-
tierra agrícola de primera en la región de Guadalajara valía tal vez diez veces sentaba el otro lado de la misma moneda.
menos que tierras semejantes en la región de Puebla-Tlaxca!a, y aun en los La mayor demanda de mano de obra que tuvo por resultado la producción
años 1760 la tierra cultivable cercana a la ciudad de México era todavía de grano, fue más fácil de satisfacer una vez que la población regional, y
desproporcionadamente más cara que las tierras cercanas a la capital de Nueva especialmente la población de los pueblos indios que aportaba la mayor parte
Galicia.28 Todo esto cambió hacia finales de siglo. La propiedad inmueble en de la mano de obra de las haciendas, hubo llegado a su sima a mediados del
general y el valor de las grandes propiedades rurales en particular aumentaron siglo XVII y empezó a crecer de nuevo. La gran hacienda de Toluquilla,
de manera sustancial y en algunos casos espectacularmente, en especial cuando propiedad de los jesuítas, situada en un fértil valle al sur de Guadatajara, no
el dueño podía disponer de capital abundante para invertir. Las propiedades pudo producir grano rentablemente durante gran parte del siglo XVII debido
que hasta entonces estaban menos desarrolladas y se encontraban en zonas a la escasez de mano de obra. A mediados de siglo, el administrador de la
favorecidas pero todavía marginales experimentaron en general el mayor au- hacienda observaba que "si no fuera por las muías, el ganado y los caballos
mento relativo de valor durante este periodo. La magnífica hacienda de El vendidos, el Colegio [propietario de la hacienda] no se podría sostener, porque
Cabezón-La Vega, en el Valle de Ameca, al oeste de Guadalajara, por ejemplo, el cultivo del trigo requiere un trabajo intolerable y es tan caro que no se puede
quintuplicó su valor en los treinta años que van de 1763 a 1793, mientras creer el poco beneficio que rinde.33 Para cuando la hacienda llegó a manos del
perteneció al acaudalado ex-minero del Rosario, Manuel Calixto Cañedo, y barón de la plata Francisco Javier Vizcarra, primer Marqués de Panuco, en
sus herederos.29 En general, el caso de crecimiento más espectacular de toda las últimas décadas del siglo xvni, el principal componente de su renta era la
la región en cuanto a valor parece haber sido el de la Hacienda de Atequiza, venta de granos, especialmente el trigo. "* El cultivo del maíz también aumentó
cerca del lago de Chápala, que aumentó su valor en un 800% entre 1725 y enormemente en las haciendas rurales, pero en términos de la proporción de
1821, pero no eran en absoluto infrecuentes aumentos del orden de varios tierras dedicadas al cultivo, el trigo parece haber ocupado el primer lugar por
cientos por ciento en unas pocas décadas. su tasa de expansión. Además, el trigo tendía a desplazar ai maíz en las tierras
El aumento de valor de las propiedades rurales en la región de Guadala- de cultivo más favorecidas, y el maíz a su vez desplazaba probablemente al

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pastoreo hacia zonas más periféricas y de calidad marginal. Finalmente, la propiedad de tierras de cultivo de primera, sino el uso de tierras marginales
estructura de la renta de las haciendas siguió patrones de inversión y uso de i|iic apenas unas décadas atrás habían tenido muy poco interés tanto para los
la tierra. Los beneficios de la producción de cereales representaban una campesinos como para los agricultores comerciales. Conforme crecía la po-
proporción cada vez mayor de ¡a renta en la agricultura de las haciendas, hlación de la región, durante el curso del siglo xvm, estos recurso marginales
mientras el componente representado por las ventas de ganado tendía a dis- se volvieron cada vez más importantes para las actividades económicas inters-
minuir. En conjunto, el cultivo directo por los terratenientes, mediante mano ticiales a pequeña escala, que llegaron a tener gran importancia en la economía
de obra contratada, de lo que podrían llamarse granjas solariegas, rendía una campesina —actividades como la recoleción de leña, la fabricación de adobes
proporción mayor de ingresos en la mayoría de las grandes propiedades que y loza, las canteras, la fabricación de carbón, etcétera — , lo mismo que las
el alquiler de tierras o la aparcería.35 (¡erras de cultivo adicionales. Por su parte, los hacendados necesitaban las
La abundancia de tierra y mano de obra hizo posible la expansión de la mismas tierras para algunos de los mismos propósitos, para el pastoreo del
agricultura comercial a fines del siglo xvm. En lo que se refiere a la tierra, el ganado o como reservas generales. Los grandes terratenientes y los rancheros
proceso de trabajo durante ese siglo no parece haber sido tanto de expropiación medianos también peleaban entre sí por estos recursos. Un ejemplo importante
de tierras desocupadas o campesinas, sino de una mise en valeur de tierras que y gráfico de este tipo de conflicto enfrentó a la Hacienda de Cuisillos, situada
ya estaban dentro de la órbita de la agricultura de las haciendas. De hecho, la cerca de Tala, al oeste de Guadalajara, con varías haciendas vecinas, en la
gran era de la expansión física de las haciendas no fue el siglo XVIII, sino el primera mitad del siglo. Los dueños de Cuisillos querían, entre otras cosas,
XVII.36 La mayoría de las haciendas parecen haber tenido aproximadamente r acionalizar su producción agrícola y ganadera limitando los derechos comunes
el mismo tamaño en 1700 que en 1800. Es cierto que durante este siglo se de pastoreo al rastrojo de los campos de la hacienda y, finalmente, lograron
hicieron pequeños cambios en la extensión de las propiedades para redondear eliminar esos derechos tradicionales hacia 1760.37 No fue el pastoreo, sino el
parcelas, racionalizar el uso de la tierra y, en algunos casos, para obtener dinero derecho a recoger leña gratuitamente, lo que causó el pleito entre el hacendado
cuando los propietarios se veían financieramente presionados. Sin embargo, y magnate de la destilería José Prudencio Cuervo y el pueblo indio de Tequila,
existen escasos indicios de que los grandes terratenientes progresaran signifi- casi al final del siglo. Con el simultáneo crecimiento de la industria destiladora
cativamente en términos de la cantidad real de tierra que poseían, ya fuese local y de la población indígena, el derecho a recoger leña en las faldas del
mediante la compra, la apropiación o la usurpación ilegal. Esto no significa, cerro de Tequila se convirtió en una cuestión de importancia vital a fines del
sin embargo, que el desarrollo de la agricultura comercial no aplicase una gran .siglo xviii, y las partes en disputa le dedicaron una absoluta entrega, empren-
presión sobre los patrones tradicionales de tenencia de la tierra en el campo, diendo una batalla judicial que duró cinco años. Finalmente el conflicto se
tanto en términos de uso de la tierra como de control efectivo sobre los recursos. resolvió (por lo menos temporalmente) de manera amistosa, pero lo importante
Por el contrario, al poner cada vez más tierras bajo el arado y marginar el no es tanto la solución como las fuerzas que produjeron el conflicto original-
ganado se llegó a una situación en que la tierra que ya se había tenido por mente. Los conflictos por la propiedad y el uso de la tierra, a menudo en
algún tiempo con escrituras putativamente legales se utilizaba de una forma lomo a cuestiones muy semejantes a las de los casos antes citados, eran
nueva; una forma que chocaba con nociones más antiguas de los derechos endémicos también entre los pueblos indios, y estaban ocasionalmente pun-
prescriptivos de uso, tanto por parte de los campesinos indios como de otros luados por la violencia.39
propietarios. La frecuencia y la acritud de los conflictos judiciales y extrajudi- Aunque la agricultura comercial agresivamente expansionisía fue respon-
ciales por la tierra parece haber aumentado a lo largo del siglo XVIII. Muchos sable en gran medida de la presión sobre la tierra durante los últimos años
de estos conflictos tomaron la forma de pleitos por tierras entre las comuni- del siglo xvm, también había presiones procedentes del interior del sector
dades indígenas y las haciendas, que a veces se demoraban en los tribunales campesino de la economía rural, principalmente bajo la forma del creci-
coloniales durante años, pero de ninguna manera se limitaban los conflictos a miento demográfico. Los pueblos indios que se habían extinguido durante el
la lucha por los recursos entre campesinos y sectores agrícolas comerciales de siglo XVII, o que se habían mezclado con otras poblaciones, empezaron a
la economía rural. En términos de conflictos por los recursos productivos, la revivir a lo largo del siglo XVIII y exigían que se les restituyeran sus antiguas
región de Guadalajara fue a fines del siglo XVII un mundo hobbesiano en el licrras y sus títulos de propiedad.40 En el siglo xvm aparecieron unas nuevas
que ni la solidaridad racial ni la de clase podían atemperar la guerra de todos poblaciones y barrios indios, y ellos también buscaban un estatus y tierras
contra todos. independientes. Finalmente, los pueblos indios ya bien establecidos y anti-
Muy a menudo lo que estaba en disputa en estos conflictos no era la guos se quejaban continuamente, en las últimas décadas del siglo, de que

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sus tierras eran insuficientes para mantener a su población, cada vez mayor, licndas de raya, un componente importante de deuda en la estructura sala-
El pueblo indio de Tizapanito, por ejemplo, situado justo al oeste del lago rial y condiciones de explotación laboral atemperadas hasta cierto punto por
de Chápala, sufrió una permanente escasez de tierras durante el siglo xvm. relaciones sociales patriarcales y por las ventajas emocionales de vivir en
A mediados de siglo, con una población de alrededor de mil personas, el una comunidad sustitutiva.4 El nivel de salarios era generalmente bajo y, en
pueblo ya estaba peligrosamente falto de tierras cultivables. Para 1819, con i calidad, con el aumento de los precios y la virtual estabilidad de los salarios
una población de casi el doble, Tizapanito todavía tenía las mismas tierras y nominales a todo lo largo del siglo, los salarios reales en la agricultura ten-
se encontraba por ello en un "estado miserable". Otros pueblos indios dían a disminuir.44 Aparentemente, la deuda de los trabajadores como fuer-
compartían este problema, especialmente en las zonas más adecuadas para za principal para reclutarlos o conservarlos en las haciendas había perdido
la agricultura comercial, como las márgenes norte del lago de Chápala, los importancia hacia fines del siglo XVIII, ya que los niveles de deuda per cápi-
valles al sur y al oeste de Guadalajara, y el valle de Ameca-Cocula, al oeste la tendían a descender junto con los salarios reales. En el siglo XVII y princi-
de la ciudad. pios del XVIII, en una economía con escasez de mano de obra, los adelantos
Un efecto palpable de esta presión demográfica sobre la economía cam- en forma de efectivo, raciones y productos eran considerados indispensables
pesina indígena de la región fue que muchos indios se retiraron del mercado para atraer a los trabajadores. Un observador contemporáneo, al referirse a
urbano como vendedores de grano, particularmente de maíz, y reingresaron la situación de reclutamiento de mano de obra a mediados de siglo, decía:
en la economía regional como vendedores de mano de obra y de artesanías "Es tan imposible que los trabajadores trabajen sin adelantos como capturar
y productos agrícolas de trabajo intensivo. Hasta los años 1780 parece que una estrella con la mano".4 Pero en la situación de abundancia de mano de
los pueblos indios controlaban una cantidad suficiente de tierras como para ubra de finales del siglo XVíii, los hacendados perdieron interés en perse-
que los agricultores indios pudieran, en cualquier año dado, contribuir de guir a los trabajadores que se marchaban sin saldar sus deudas. La razón
manera importante al abastecimiento de grano de la ciudad. A mediados de más obvia es que la función misma de la deuda —asegurarse una mano de
siglo, el maíz que llevaban al mercado urbano los productores indios repre- obra confiable y permanente para la hacienda— había sido asumida en gran
sentaba un muy respetable 25% del total. Para 1780, esta cifra había descen- medida por la presión demográfica rural. Además, el trabajo asalariado
dido a aproximadamente un 5% y, desde 1810, al 1%.42 La pérdida de tie- eventual, procedente en su mayor parte de los pueblos independientes dota-
rras por parte de los indios no fue absoluta, sino relativa, y bajo las dos de tierras que tenían mano de obra excedente, colaboraba a menoscabar
condiciones imperantes a fines de siglo los agricultores indios se veían forza- la posición de los trabajadores asalariados en el mercado y se volvió cada
dos a conservar para su propio consumo el grano que antes habían podido vez más importante durante las últimas décadas del siglo XVIH.
comercializar en la ciudad. Con el excedente de mano de obra en el sector Es difícil hablar con precisión de un descenso general en el nivel de vida
campesino de la economía, la recolección y las artesanías, la horticultura y de la población rural, incluidos campesinos y proletarios, durante los últi-
el trabajo asalariado asumieron una importancia fundamental. mos años del siglo, pero la mayoría de los datos, sin duda fragmentarios,
Así, aunque la tierra se había convertido en un recurso cada vez más apuntan en esa dirección. En cuanto a los asalariados rurales, especialmente
escaso a fines del siglo xvm, no ocurría otro tanto con la mano de obra los que vivían permanentemente en las haciendas, los salarios reales parecen
como factor de la producción en la agricultura comercial. De hecho, la exis- haber descendido y, con ellos, los niveles de deuda per cepita, lo cual indica
tencia de una fuerza de trabajo amplia y mal pagada fue uno de los princi- un poder de negociación menor frente a los empleadores. En cuanto a la
pales elementos de la prosperidad de la agricultura comercial al final del población campesina de los pueblos, mayoritariamente indígena, los bajos
periodo colonia!. Como en otras partes de la región central de México, la salarios que obtenían cuando vendían su fuerza de trabajo y la insuficiencia
sucesión de sistemas de trabajo —encomienda, repartimiento y trabajo asa- de las tierras de cultivo familiar hablan de una situación muy semejante.
lariado con un fuerte ingrediente de peonaje por deudas— coincidió en el Además, el nivel de consumo de bienes manufacturados y de ciertos artícu-
tiempo y estuvo íntimamente vinculada al declive demográfico inicial y la los de lujo parece haberse mantenido estable en el campo, frente al aumen-
subsecuente y rápida recuperación de la población rural. Hacia finales del lo de la población, o haber disminuido un tanto en ciertas poblaciones. Esta
siglo xvm, los peones que residían permanentemente en las fincas rurales situación se refleja en las cifras registradas en la alcabala (impuestos reales
constituían el grueso de la fuerza de trabajo rural en la región. Los elemen- sobre ventas) relativas a los productos vendidos en las ciudades provinciales
tos asociados al sistema clásico de trabajo en las haciendas y en otras partes en las últimas décadas del siglo.46
de México esiaban presentes aquí también: salarios en forma de raciones, Las presiones que sobre las comunidades campesinas producía la expan-

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sión de la agricultura comercial, por una parte, y el crecimiento demográfico sacerdotes y terratenientes. Es imposible indagar hasta qué punto este tipo de
por la otra, se vieron reforzados durante el siglo xvm por una creciente lechonas por parte de los notables indios eran generalmente conocidas o si
diferenciación social y económica dentro de la sociedad pueblerina. La ten- protestaba contra ellas la masa de campesinos habitantes de los pueblos, pero
dencia hacia la concentración de la riqueza dentro de esa sociedad era ya existen datos que indican que eran explícitamente señaladas y causaban muchas
antigua, aunque difícil de documentar con precisión.4 Esa concentración, Icnsiones dentro de la sociedad pueblerina.52
especialmente de tierras, caracterizaba también a las poblaciones no in- Atacado tanto desde fuera como desde dentro, el pueblo indio con propie-
dias.48 La tendencia a la monetarización de la economía rural, cada vez más dades comunales demostró una notable resistencia, manteniendo su identidad
clara durante el último periodo colonial, proporcionaba oportunidad de ad- social y económica durante todo el periodo colonial y hasta bien entrado el
quirir riqueza, mientras las condiciones de la mayoría de los habitantes del siglo XIX. Un importante factor de esta resistencia era la función integradora
campo parecen haber empeorado apreciablemente. En esas condiciones, ilel conflicto mismo para la comunidad. Hoy día, es un lugar común de la
surgió una contradicción entre el creciente grado de desigualdad social y .sociología la idea de que el conflicto entre grupos puede tener el efecto de
económica dentro de los pueblos, y los supuestos cosmológicos en que se solidificar las lealtades guípales.53 En el caso que nos ocupa, los conflictos por
basaba la integración y la continuidad de esas sociedades. tierras, ya se produjesen en situaciones extralegales formales o informales,
La riqueza de algunas familias indias, ya fuesen plebeyas o miembros de podrían haber servido para aumentar la solidaridad en el interior del pueblo.
las élites, se basaba en su mayor parte en la propiedad de tierras adquiridas I -os motivos pragmáticos de esta defensa de los recursos agrarios del pueblo
mediante la compra privada. Las autoridades virreinales intentaron repeti- son también, desde luego, evidentes. Los miembros de la sociedad pueblerina,
damente prohibir o por lo menos regular tales operaciones, pero al parecer a todos los niveles de la jerarquía social, dependían en algún grado de los
tuvieron escaso éxito.49 Un ejemplo de fortuna personal dentro de un pue- derechos tradicionales de uso común y prescriptivo de las tierras, a pesar de
blo, entre los muchos que podríamos citar, es el de Francisco Miguel, un la generalizada tendencia a la propiedad privada al final de la época colonial,
indio del pueblo de Santa Cruz, en el distrito de Tlajomulco. En el momento l.as luchas judiciales o extrajudiciales por las tierras con los elementos exte-
de su muerte, en 1743, Miguel había reunido unas propiedades personales riores al pueblo también deben haber servido para expresar y airear las endé-
importantes, casi enteramente mediante su propio trabajo (había heredado micas tensiones raciales y sociales que caracterizaban la vida rural.54
muy poco y su mujer había aportado una dote muy pequeña), que incluían Pero esos conflictos con los forasteros también pueden haber cumplido la
dieciocho parcelas de tierra cultivable (la mayoría de las cuales las había lunción de desviar las tensiones sociales generadas dentro de la sociedad
comprado a otros indios del lugar), varios centenares de cabezas de ganado, pueblerina por la creciente tendencia a la diferenciación social y económica.
herramientas agrícolas y dos casas pequeñas. Aunque probablemente ma- La furia y la frustración colectivas del pueblo, especialmente las provocadas
yor que el promedio, la fortuna de Francisco Miguel era bastante repre- por un comportamiento de la élite que se podía percibir como ilegítimo, se
sentativa, en términos de su composición, del tipo de riqueza que los indios dirigía contra elementos exteriores, en vez de dirigirse hacia objetivos socia-
solían adquirir. Es imposible determinar exactamente qué proporción de la les más próximos. Por este mecanismo, las conductas que violaban las nor-
población de los pueblos alcanzaba este nivel de riqueza, pero se puede mas tradicionales y que ponían en peligro el tradicional equilibrio económi-
calcular que difícilmente podía exceder del cinco o el diez por ciento, inclui- co y social dentro del pueblo, se proyectaban sobre los forasteros, y el
dos los deíentadores del poder dentro de la sociedad india: los caciques, conflicto interno potencialmente destructivo se atemperaba, cuando no que-
principales y alcaldes indios. daba completamente neutralizado. Todos los miembros de la comunidad
La riqueza de las élites de los pueblos indios se distinguía menos por su se beneficiaban de este acto de prestidigitación moral. El grueso de la po-
naturaleza que por los medios de su adquisición, ya que además de obtener blación campesina podía permanecer dentro del medio económico del pue-
propiedades mediante los mecanismos comunes de la herencia, el matrimonio blo que, aunque imperfecto, les ofrecía por lo menos el simulacro de una
o la compra, un notable de pueblo podía también utilizar el poder de su cargo, autonomía campesina. Por su parte, las élites pueblerinas podían mantener
el prestigio de su posición social y sus conexiones con personas poderosas en su privilegiado acceso a los recursos políticos y económicos de la comuni-
el exterior. La expropiación directa de tierras comunales, la formación de una dad, mediante cuyo uso con frecuencia buscaban mejorar su estatus en el
clientela deniro del pueblo y la manipulación de los recursos de éste para el mundo exterior al pueblo. Así, ambos grupos utilizaban la continuada exis-
enriquecimiento personal eran prácticas bastante comunes. Los notables de tencia de la comunidad pueblerina para fines opuestos: la masa de campesi-
los pueblos también actuaban coludidos con forasteros: funcionarios blancos, nos, para lograr inmovilidad social, y las élites, para lograr movilidad social.

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LA REBELIÓN EN LA REGIÓN DE GUADALAJARA: las.56 También eran frecuentes, al parecer, los casos en que un gran número
DE LAS PRECONDICIONES A LOS LEVANTAMIENTOS ile habitantes de un pueblo participaban en conspiraciones para rebelarse, y
en efecto se alzaban en armas todos juntos o invadían y saqueaban las ha-
En las páginas precedentes hemos procurado describir las "precondiciones" ciendas locales asesinando a sus habitantes." Ocasionalmente, podemos en-
de un levantamiento popular masivo de la población rural en favor del vago I rever los motivos que empujaron a la población rural a la rebelión (o por lo
programa político de Miguel Hidalgo, en uno de los principales focos de la menos, el punto de vista de los observadores contemporáneos no campesi-
rebelión de 1810-1811 y de las sublevaciones subsecuentes en la Nueva Es- nos sobre esos motivos), o los símbolos que los movilizaron. Por ejemplo,
paña. Estas precondiciones consistían en una serie de cambios —o tal vez, varios insurgentes campesinos indios, capturados cerca de Yurirapúndaro
"intensificaciones" sería un término más preciso — que, tomados en conjun- cu 1810, declararon que los caciques de sus pueblos les habían ordenado
to, actuaron como poderosos solventes del orden social tradicional del cam- unirse a las fuerzas de Allende, "por orden del Rey".58 Por otra parte, algu-
po, particularmente por lo que toca a los campesinos. Se pueden resumir nos rebeldes de la zona de Jocotepec intentaron sublevar a los indios del
como una presión demográfica en el sector campesino de la economía; un lugar en agosto de 1811 diciéndoles que el padre Hidalgo aún estaba vivo y
descenso en el nivel de vida de amplios grupos de habitantes rurales, tanto dispuesto a encabezar una insurgencia resucitada." Ocasionalmente, al co-
campesinos como trabajadores; una creciente proletarización de la pobla- mentar la rebelión rural, los observadores contemporáneos hacen intrigantes
ción rural; tensiones y conflictos sociales generalizados, con frecuencia en pero veladas afirmaciones, que sólo sirven para enturbiar más las cosas. Tal
torno a la propiedad y/o el control de la tierra; y las amenazas contra una es el caso, por ejemplo, del oficial realista que observaba que los indios
forma tradicional de vida y su símbolo, el pueblo campesino, procedentes de rebeldes de Tlaltenango habían sido "llevados a los principios de la Insu-
la propia comunidad. Pero si la descripción de estas precondiciones ha de rrección por las oscuras ideas que cubrían a muchos individuos (y en parti-
tener alguna utilidad para explicar el comportamiento colectivo en este caso cular a los indios) [...]".
y si, al emplear la idea de precondiciones, no queremos caer en la falacia Pero para cada caso que parece caer dentro del claro paradigma de pre-
post hoc ergo propter hoc, habremos de cumplir dos requisitos. Primero, de- condiciones igual a rebelión, encontramos muchos otros que no caben en
bemos poder probar que la población rural específica que sufría esas condi- esc modelo. Por ejemplo, las actividades delictuosas parecen haber sido fre-
ciones participó directamente en ese comportamiento colectivo en número cuentes durante los periodos de rebelión, y eran difíciles de distinguir de las
significativo y que esa participación era expresión de la percepción de esas protestas de base ideológica. Los delincuentes habituales con frecuencia se
condiciones o de agravios conscientes. Segundo, debemos poder construir unían a las bandas insurgentes y los rebeldes a veces liberaban a los ladro-
un esquema explicativo creíble que vincule la naturaleza específica de la nes de las cárceles de las poblaciones capturadas. Muchos insurgentes,
participación masiva en la protesta violenta con la naturaleza y el desarrollo particularmente los de origen rural y más alejados de los círculos internos
del movimiento mismo. del movimiento, afirmaban, al ser capturados, que habían sido forzados a
Por ahora, es imposible cumplir el primer requisito, porque simplemente incorporarse a las fuerzas rebeldes bajo amenazas de castigos o de muerte.62
no sabemos lo bastante sobre la composición social de las diferentes rebelio- lista excusa era tan frecuente, particularmente en los rebeldes putativos
nes y los distintos focos guerrilleros para vincularlos con las precondiciones capturados después de la batalla de Puente de Calderón, a principios de
concretas que he descrito antes, y que otros han descrito para la región del 1811, que si hemos de creer, pocas personas se unieron voluntariamente a
Bajío. Por la naturaleza de tales movimientos, difícilmente cabe esperar ex- las fuerzas insurgentes. Algunos habitantes rurales acusados de insurgencia
presiones explícitas y homogéneas de los insurgentes rurales sobre sus moti- simplemente se vieron arrebatados por la atmósfera de histeria que predo-
vos para rebelarse. Los datos que conozco sugieren una amplia gama de minó en amplias zonas del país durante 1810 y 1811 y que se alimentaba de
circunstancias para la participación en la rebelión, la mayoría de las cuales talsas acusaciones, rumores, declaraciones presumiblemente sediciosas, cap-
eran decididamente no ideológicas. Sin embargo, los registros militares y turas de personas en el campo abierto por las redadas militares, etcétera.*4
judiciales de la época detallan numerosas instancias de habitantes rurales Algunos eran espectadores inocentes de los acontecimientos y algunos, sim-
presumiblemente pobres, y en particular campesinos indígenas, que partici- ples tontos. Tal era el caso, por ejemplo, del hombre capturado como espía
paron en actos de rebelión tanto en la región de Guadalajara como fuera de por los soldados en las afueras de la ciudad de Guadalajara, en 1811, por
ella. Por ejemplo, hay muchos casos claros de campesinos indios acusados intentar cruzar uno de los ríos locales cerca del puente de Huentitán. Al
de ser miembros de bandas insurgentes y de los asesinatos atribuidos a és- final resultó que no se trataba de ningún espía, síno que simplemente había

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presumido ante sus amigos de que podía cruzar el río sin que lo capturaran sistema un tanto benigno. La destrucción de la legitimidad de la monarquía
los guardias.65 Lo que todo esto quiere decir no es, desde luego, que la española, como resultado de los acontecimientos políticos que se produjeron
participación de la población rural se debió al azar ni que no tenía sus cau- en Europa y América entre 1808 y 1821, condujo a la ruptura final del vínculo
sas en las condiciones sociales y económicas, sino más bien que la insurgen- y a la liberación de la desafecta colonia mediante un movimiento armado que
cia fue un hecho humano complejo, acerca del cual probablemente será difí- gozó de amplio apoyo en gran parte de la sociedad mexicana.
cil hacer generalizaciones sociológicas convincentes. El problema con estos dos esquemas es que no responden a muchas pre-
En cuanto al segundo requisito, no tenemos todavía un contexto explicatorio guntas, especialmente en lo que se refiere al componente rural del movi-
o interpretativo enteramente creíble sobre los movimientos insurgentes que miento de independencia. Por lo que toca al esquema de lucha de clases, el
tuvieron por resultado la Independencia nacional de México. Existen, me problema de que nos hemos ocupado más arriba, el del grado de congruen-
parece (a riesgo de simplificar demasiado), dos principales esquemas o mo- cia entre raza y clase en la época colonial, hace que la simple interpretación
delos de pensamiento que intentan resolver esto. La noción de que las condi- de una división por clases parezca poco congruente con la realidad. ¿Consti-
ciones sociales y económicas predisponían a ciertas zonas rurales de Nueva tuían los campesinos indios una clase, posiblemente una clase de baja "clasi-
España a la protesta violenta concuerda mejor (aunque en absoluto de un dad"? El segundo problema que presenta esta interpretación es que algunas
modo perfecto) con el primero de estos esquemas, según el cual la lucha por de las zonas oprimidas no se alzaron en armas en 1810, sino que permane-
la independencia, especialmente en sus primeras fases, fue una "guerra de cieron tranquilas y, al parecer, inmunes al contagio revolucionario, de modo
clases" suscitada por la opresión económica y social de las masas trabajadoras semejante a lo que sucedería en 1910. En lo que se refiere a la directiva
y de piel oscura del país. Esta interpretación consideraría la insurgencia, por criolla del movimiento, ya es hoy día un cliché, basado en recientes investi-
tanto, en términos de una ruptura o unas rupturas horizontales en el tejido de gaciones sobre la historia social del último periodo colonial, que las élites
la sociedad colonial mexicana.66 Esta teoría no puede ofrecer una interpreta- criolla y gachupina estaban tan íntimamente unidas por vínculos de interés,
ción unitaria, desde luego, ya que debe explicar las acciones de por lo menos parentesco y matrimonio que resultaban indistinguibles entre sí.68 La expli-
dos grupos: las élites blancas y las masas de piel oscura. En el caso de la cación de la protesta política todavía resulta menos eficaz si se aplica a la
directiva criolla del movimiento, esta teoría vería la rebelión como un intento participación de las masas rurales en la insurgencia. La capacidad de los
de una clase media (o tal vez una "sub-élite") por apoderarse del poder político reclamos políticos e ideológicos para movilizar a la población rural y parti-
y el estatus social de la élite "gachupina", favorecida por altos cargos reales y cularmente a los campesinos tiene que haber sido muy limitada. Miles de
aliados en el comercio, la Iglesia, etcétera. Aplicada a la participación popular estas personas, podemos imaginar, tienen que haber vivido muy aisladas (si
en el movimiento de Independencia, especialmente por parte de la población no totalmente) en el campo, y haber sido en su mayoría analfabetos, aleja-
rural, esta teoría consideraría el levantamiento en armas como una especie de dos del acceso al poder político o de las preocupaciones políticas. Hay que
reflejo condicionado a la opresión social y económica, más que como una hacer un auténtico esfuerzo de credulidad para pensar que estas personas se
jacqueñe en el sentido europeo clásico. preocupaban por el vínculo colonial, o que las consideraciones sobre la legi-
El esquema de interpretación alternativo, que podríamos llamar teoría de timidad monárquica pueden haber tocado sus vidas, excepto en la medida
la protesta política, considera al movimiento de Independencia como una en que el parentesco era el símbolo de la autoridad y de un orden compren-
ruptura vertical en el tejido de la sociedad colonial, entre España y la Nueva sible del mundo. Que Godoy, por ejemplo, fuera o no el amante de la reina
España, en la que la élite gachupina representa a los agentes inmediatos de la seguramente tenía importancia para el destino de España, pero sospecha-
dominación política española.67 Esta interpretación se basa en la idea de que mos que no le importaba mucho a un campesino mexicano de 1810.
existía un vínculo colonial entre Nueva España y su madre patria, en el que la Tanto la teoría de la guerra de clases como la de la protesta política
ineficacia o indiferencia de los Habsburgos y los primeros Borbones permitie- pueden tener cierta medida de validez, pero ninguna de ellas llega a expli-
ron un alto grado de autonomía política y económica de la colonia, al mismo carnos la naturaleza y las causas de la participación de la población rural en
tiempo que lograban extraer por lo menos algunos recurso de ella. Según esta la insurgencia de 1810 y los años que siguieron. Las explicaciones más con-
teoría, los esfuerzos de los últimos Borbones por recolonizar la colonia (a vincentes serán las que tomen en consideración tanto las tendencias secula-
través de una serie de reformas que tuvieron el contradictorio efecto de res de cambio social y económico, los efectos de las causas inmediatas de la
estimular la prosperidad económica al mismo tiempo que cerraban el paso rebelión, posiblemente en la esfera política, y los efectos raovilizadores y
políticamente a la élite criolla) produjeron una tensión creciente sobre este radicalizadores de la rebelión misma para, una vez empezada, suscitar movi-

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mientos secundarios. La investigación de estas cuestiones también debe pre- BANDOLERISMO E INSURRECCIÓN:
guntarse por la posible importancia de variables intermedias entre la protes- AGITACIÓN RURAL EN EL CENTRO
ta, la pobreza y la política. Los historiadores deben también investigar el
papel de los símbolos y la ideología populares en la movilización de la rebe- DE JALISCO, 1790-1816
lión masiva. En relación con esto, por ejemplo, ¿cuál fue el papel de los
sacerdotes en los alzamientos campesinos? Los sacerdotes ciertamente se
destacaron en las guerras de independencia, no sólo en la cúspide de la William B. Taylor
dirección insurgente (Hidalgo, Morelos), sino también en los niveles más
bajos de actividad política y militar. Sospechamos que los motivos van más
allá de una protesta defensiva por parte de la Iglesia contra las iniciativas Como deja muy claro la introducción del profesor Katz, sabemos ahora
favorables a la supremacía del Estado de los últimos Borbones. Además, que los levantamientos campesinos han sido endémicos en la historia mexi-
¿qué nos explica la aparente debilidad y dispersión de las formulaciones cana. Sin embargo, la inmensa mayoría eran alzamientos locales de un solo
ideológicas populares en estos movimientos? ¿Por qué hay tan poca esca- pueblo; durante el periodo colonial, pocos de ellos se transformaron en in-
tología o mitos revolucionarios y no hay ningún dato sobre elementos mile- surrecciones regionales o plantearon una amenaza contra el Estado. Este
naristas entre los participantes rurales? Éstas y otras preguntas sólo se po- ensayo va más aitá de mi anterior trabajo sobre estos dramáticos aconteci-
drán contestar cuando contemos con una historia social de la insurgencia mientos locales en Oaxaca y el México central, para ocuparse de una inquie-
popular de 1810 y los años siguientes, y esa historia aún está por escribirse. tud rural de carácter diferente en un lugar diferente: el centro de Jalisco
antes y durante la primera guerra de Independencia (1810-16), cuando las
insurrecciones armadas en gran escala, pero todavía de una duración relati-
vamente corta, hicieron olvidar los alzamientos locales de la ya madura colo-
nia en varios sitios del corazón de México. Mi propósito es documentar las
principales formas de inquietud rural en esta región de 1790 a 1821 y eva-
luarlas en términos de valores sociales y de una economía, un gobierno y
una sociedad pueblerina cambiantes. En un grado modesto, el propósito es
también comparativo: comprender por qué el bandolerismo y la insurrec-
ción se desarrollaron en el centro de Jalisco a principios del siglo XIX mien-
tras que la mayor parte de Oaxaca siguió siendo una zona de revueltas de
pueblos. Finalmente, para atemperar cualesquiera conclusiones fáciles sobre
la insurrección rural en el occidente mexicano, he tomado en cuenta dos
comunidades del centro de Jalisco que no participaron en los movimientos
regionales de 1810-11 y 1811-16.
Nuestro escenario es una zona aproximadamente rectangular de ciento doce
kilómetros de longitud y setenta y dos de ancho, que tiene su centro en el lago
de Chápala. Se extiende desde Tala, en el extremo nororiental, hasta La Barca,
en el sureste, y hasta Sayula en el suroeste. La mayor parte de esta zona se
sitúa dentro de la cuenca de los ríos Lerma y Santiago e incluye una serie de
lagos poco profundos que rodean al lago de Chápala. Está dentro de la órbita
inmediata de Guadalajara, la ciudad dominante del occidente mexicano a fines
del siglo XVHI. Dentro de esla zona, había grandes fincas privadas que estaban
aumentando su producción de granos para el mercado urbano en expansión
al final del período colonial. También era la zona de mayor densidad de
población rural de Nueva Galicia y era el corazón de los pueblos indios de la

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región en el momento de la conquista española. Aproximadamente la mitad había viajado ampliamente dentro de la provincia. En la mayoría de los casos,
de la población estaba clasificada, todavía en 1800, como indios, y algunas de no formaba parte de una banda de ladrones organizada y duradera.
las comunidades más grandes, así como muchas de las pequeñas, mantenían La mayoría de los salteadores compartían un pasado de falta de raíces y
la categoría de pueblos indios dotados de tierras. vagabundeo. Muchos no tenían vínculos con una tierra, una mujer o una
familia y muchos habían viajado como trabajadores sin tierras, miembros de
EL ASCENSO DEL BANDOLERISMO, 1790-1821 la milicia, comerciantes o muleros. Muchos otros eran fugitivos y exiliados;
se les buscaba por los delitos de asalto, robo y contrabando, abandonaban
Las pandillas de bandidos no eran nuevas en Nueva Galicia a fines de la sus ciudades por actividades sexuales ilícitas, y eran escapados de la cárcel o
época colonial, pero hay datos que muestran que el bandolerismo como for- desertores del ejército. Otros habían sido recientemente liberados de la pri-
ma de actividad delictiva y de protesta rural se volvió endémico allí sólo a sión. Casi todos los casos judiciales indican que los salteadores tenían ante-
partir de finales de la década 1780,1 después de la gran hambruna y la epi- cedentes penales anteriores o una reputación como ladrones. No sabemos
demia de 1785-86. El intendente Jacobo Ugarte y Loyola, al informar sobre cuántos de los salteadores se habían fugado recientemente, pero los regis-
este ascenso del bandolerismo, enumeraba cuarenta y un ladrones famosos y tros carcelarios de Nueva Galicia en 1807 indican que el 18% del total de
sospechosos de pertenecer a las bandas de asaltantes que se encontraban en los hombres arrestados durante los primeros seis meses de ese año se ha-
las prisiones de Nueva Galicia por robo en los caminos y secuestro de gana- bían escapado para el primero de julio. Las severas sentencias dictadas con-
do, en marzo de 1795. Las actas judiciales confirman a partir de los años tra estos fugitivos in absenúa les dejaban muy pocas opciones aparte de la
1790 que los asaltos en los caminos se habían vuelto frecuentes.3 El inten- de continuar huyendo.
dente José Fernández Abascal, que ocupó su cargo el 10 de febrero de 1800, Los salteadores no parecen haber sido mayoritariamente de origen rural
consideraba que los asaltantes de caminos eran un problema grave y persis- o de origen urbano. En una muestra de 136 salteadores, sólo poco más de la
tente en Nueva Galicia, pero no amenazaban al gobierno español de la colo- mitad procedían de zonas rurales (52%). Existen pocas pruebas de que los
nia. No le impresionaban ni le entusiasmaban las breves pausas en la activi- salteadores de origen rural fueran campesinos desplazados que hubieran
dad de los bandidos. En un informe del 30 de septiembre de 1802, perdido recientemente sus tierras. Dado que los asaltos camineros tenían
comentaba, "cuando llegué a esta provincia, estaba libre de esas temidas lugar en el campo o, por lo menos, fuera de las ciudades y poblaciones,
bandas de ladrones, pero los restos de las antiguas bandas e incluso algunas cabría suponer que hubiera un porcentaje mayor de bandidos rurales. Al
nuevas ya levantaban la cabeza".'1 Al año siguiente, con informes sobre las parecer, no es así, aunque muchos de los residentes de las ciudades arresta-
gavillas de nuevo en efervescencia, el gobierno ejecutó a varios salteadores dos como salteadores pueden en realidad haber sido recién llegados del
famosos que tenía en custodia, como escarmiento para sus compañeros. campo: hombres inquietos incapaces de encontrar empleo en la ciudad. El
Una nueva ronda de asaltos camineros y arrestos se produjo a partir de desempleo y el subempleo en las poblaciones y ciudades también pueden
1805-1807. Los informes sumariales para este periodo no se han localizado, haber impulsado a los hombres impacientes a "buscar su destino" como la-
pero se han encontrado veinte juicios (once de 1805, cuatro de 1806 y cinco drones, como decía uno de ellos.
de 1807). Proceden de toda la provincia, pero los núcleos de actividad se Una similitud en la ocupación relaciona a casi todos los salteadores: ocu-
sitúan en el centro de Jalisco, desde Zapotlán el Grande hasta Sayula, en los paban los rangos inferiores de toda la escala económica. Todos menos tres
distritos del lago de Chápala, La Barca y Jocotepec, en los caminos cerca- de los 136 salteadores cuya ocupación conocemos procedían de los grupos
nos a Guadalajara y en los Altos, cerca de Tepatitlán. Precisamente en esa socioeconómicos más pobres, ya fuesen urbanos o rurales. Los salteadores
época se informaba que muchos delincuentes y desertores de las milicias rurales eran trabajadores sin tierras: jornaleros, sirvientes, peones; los sal-
coloniales se estaban reuniendo en Guadalajara. teadores urbanos eran empleados explotados en las fábricas, artesanos semi-
Por las actas judiciales y los informes carcelarios, podemos establecer calificados, trabajadores no calificados o desempleados. Como decía uno de
aproximadamente el origen social, la organización y las operaciones de los ellos, intentaban "salir de pobres".8 A algunos, la desesperación los llevaba a
bandoleros. El salteador habitual tenía poco menos o poco más de treinta años, robar, como el trabajador sin tierras con cinco niños pequeños cuya casa
pertenecía a un origen socioeconómico bajo, era analfabeta y se le podía acababa de ser destruida por un terremoto. Otros, menos vinculados al ho-
clasificar racialmente como español o como indio. Tenía antecedentes penales, gar y la familia, se lanzaban a los caminos simplemente en busca de oportu-
posiblemente se había escapado de la cárcel poco después de su arresto y nidades: "Vamos a ver lo que Dios nos da".

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Antes de la Independencia, las bandas de salteadores estaban escasamen- dos de delitos graves. El licenciado había desertado del ejército realista y el
te organizadas. Generalmente había un pequeño núcleo de dos o trec pa- ranchero estaba acusado de asesinato.
rientes o compadres que formaban una gavilla más grande para atacar a una Las bandas que operaban en el campo de Nueva Galicia se dividían entre
víctima en particular —un rancho o un viajero rico que sabían que estaba en las que robaban en los caminos principales, despojando a sus víctimas de
camino— o simplemente para ver qué salía.10 Pero el grupo grande se reu- todas sus pertenencias y dejándolas desnudas, atadas y con los ojos venda-
nía de manera espontánea y rápida, y la mayoría de los miembros no se dos en algún paraje desolado, y las que se especializaban en el robo de
conocían directamente entre sí. A menudo se les aceptaba en el grupo por ganado de los ranchos y poblaciones. Los animales robados eran fáciles de
recomendación de un conocido de algún otro miembro de la gavilla. Los rastrear localmente, de modo que los cuatreros tenían que trasladarlos rápi-
grupos más grandes solían formarse en la prisión, entre los desempleados damente a alguna población lejana o matarlos ellos mismos. Los cuatreros a
que vivían en la misma vecindad o el mismo barrio, o entre conocidos casua- veces robaban a los viajeros a la vez que el ganado, pero el robo de animales
les y vagabundos que se encontraban en las apuestas ilegales, las ferias, las a gran escala era un trabajo especializado y requería intermediarios confia-
fiestas o las cantinas.11 Ocasionalmente, se sumaban a las gavillas los presos bles. No era actividad para un ladrón casual. Los cuatreros a veces partici-
liberados de las cárceles de las poblaciones pequeñas. Pocas de las gavillas paban en el asalto de alguna diligencia, pero los salteadores transitorios ge-
que llegaban a contar con cinco miembros permanecían unidas durante más neralmente no robaban ganado, aparte de algún caballo o muía. Las bandas
de uno o dos asaltos. Los integrantes variaban y los salteadores tenían cui- de ladrones también atacaban las rancherías aisladas y las tiendas de las
dado de no ser vistos juntos, y con frecuencia acordaban encontrarse clan- poblaciones pequeñas. Algunas gavillas se preciaban de no hacer daño a sus
destinamente en el lugar del ataque. Don Manuel Antonio de Santa María, víctimas, aunque la amenaza de daños físicos estaba siempre presente; otras
juez general de la Acordada, comentaba esta forma de organización flexible se resistían menos a herir y matar. En trece casos, la víctima del robo fue
cuando escribía el 12 de mayo de 1795: "No han permanecido fixos en una asesinada; en otros cuatro, las mujeres fueron violadas además de robadas.
misma quadrilla sino que se han pasado de unas a otras, y los que han sido Los cuatreros generalmente operaban desde poblaciones pequeñas y ran-
compañeros en unos robos se han juntado, parte con los mismos compañe- chos aislados. Necesitaban un lugar remoto donde esconder los animales
ros y parte con otros para nuevos latrocinios y maldades". temporalmente o matarlos sin atraer la atención. Los asaltantes de caminos
Había algunos grupos estrechamente unidos, especialmente en la región de también necesitaban refugio. Lo encontraban en algún rancho apartado, en
los Altos y en varios pueblos de indios, cuyos habitantes hacían presa de los las montañas, no lejos del camino real, o en el anonimato de la capital pro-
comerciantes en los caminos cercanos. Ocasionalmente, también, entraban en vincial de Guadalajara.
Nueva Galicia bandas más sólidamente constituidas procedentes de otras Resulta notable la coincidencia entre los asaltos en los caminos y el creci-
partes de México. Por ejemplo, Agustín Marroquín, un famoso delincuente de miento de Guadalajara al final del periodo colonial. El aumento del comer-
Tulancingo, entró en Nueva Galicia en 1805, para asistir a la feria de San Juan cio, la industria, el gobierno y otras formas de riqueza en Guadalajara a
de los Lagos y visitar Guadalajara en su camino hacia el norte. Trajo consigo partir de 1750 atrajo a una amplia gama de inmigrantes en busca de nuevas
a su amante y a por lo menos cinco amigos íntimos y parientes. oportunidades. Un informe de 1805 señala que la inmigración incluía a mu-
Es difícil discernir a partir de los datos escritos quien dirigía la banda, en chos vagabundos, desertores y delincuentes, una verdadera "inundación de
parte porque las gavillas estaban organizadas de un modo flexible y tal vez malhechores".13 Según el Intendente Ugarte y Loyola, en 1795 Guadalajara
no requerían dirección alguna, pero también porque los jefes probables rara era un buen caldo de cultivo para las bandas de ladrones: "esta ciudad y sus
vez eran arrestados y, cuando caían, probablemente disimulaban su impor- inmediatas jurisdicciones son populosas, la gente humilde muy inclinada a
tancia para evitar una sentencia más severa. A juzgar por quién dividía el las raterías acaso porque carece de artes y fábricas en que ocuparse, y de
botín y quién se decía que había planeado el asalto y llevaba las armas de persecución y castigos nacen las cuadrillas que vagan, fomentadas por uno u
fuego, los jefes reconocidos eran generalmente aquellos que tenían más ex- oíro de rnaior osadía que las govierna"." Algunos asaltos eran cometidos sin
periencia, estancias más largas en la cárcel y una mayor reputación como planes previos por grupos de jóvenes rurales que iban hacia Guadalajara en
bandidos. Si la gavilla incluía criollos, uno de ellos solía ser el jefe. En tres busca de trabajo. Más frecuentemente, las gavillas se organizaban en la ciu-
casos, las gavillas estaban capitaneadas por "ladrones caballeros", uno de dad y la utilizaban como base. Todos los caminos de la provincia conducían
ellos, un licenciado criollo, el segundo un doctor criollo y el tercero un ran- ahora a Guadalajara, capital y centro del comercio. Guadaiajara era el cen-
chero criollo. En dos casos, estos criollos eran claramente fugitivos, acusa- tro de información sobre quién iba de viaje y cuándo se harían los envíos

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importantes de mercancías. También era un buen lugar para que los ladro- Vallejo, del Rancho del Carretero, cerca de ta Reducción de las Cañadas;
nes se escondieran, se encontraran con sus cómplices y vendieran los bienes Juan Pérez del Río, del Salto; Pedro Cedillo, del Rancho las Tunas; Antonio
robados. Anastasio, Domingo de Huerta, del Rancho del Ojo de Agua, y don Juan
En estas bandas de ladrones del centro de Jalisco, es difícil distinguir Casillas, vinculado con el cura de la hacienda del Húmedo. 8 Todos habían
claramente entre los bandidos sociales que ha descrito Eric Hobsbawm en nacido y crecido en los ranchos o haciendas de la región y desafiaban a los
Rebeldes primitivos y en Bandidos y los ladrones de la variedad más domésti- luncionarios reales a intervenir en sus actividades. Por ejemplo, Pérez y Ce-
ca, que robaban para su beneficio personal. Hay escasas pruebas de que la illllo vivían en auténticas fortalezas: habían construido sus casas "en figura
gente común de Nueva Galicia, antes de 1810, mantuviera a los asaltantes de de baluarte con muchas claravollas en su circunferencia para escudarse me-
caminos de su tiempo. Los salteadores obtenían a veces la protección de los jor y disparar las armas de fuego que tienen acopiadas y las que portan a los
funcionarios locales (existe el ejemplo de don Juan Vigil, subdelegado del que intenten invadirles".
Real del Rosario, que protegía al ladrón de cuadrilla José María Peña). Las pequeñas bandas de ladrones de la jurisdicción de Tepatitlán tienen
Por otra parte, en los juicios hay muchos ejemplos de campesinos y habitan- algunas de las características de los bandidos sociales, pero no son modéli-
tes del campo que tomaban la iniciativa de arrestar a los bandidos conoci- cos Robin Hoods. Como los bandidos sociales, fas gavillas de Tepatitlán no
dos y advertir a los funcionarios de la Corona sobre los personajes sospe- robaban a su propia gente; robaban ganado de las haciendas y cofradías
chosos — con frecuencia los arrestaban por simples sospechas de mala principalmente. Eran hombres del pueblo: trabajadores de los ranchos o
conducta y los grupos de forasteros bien armados y con buenos caballos dueños ellos mismos de ranchos pequeños. Las familias rancheras de los
eran sospechosos de por sí—, y de salteadores que robaban a pobres y ricos Altos se habían casado entre sí durante muchas generaciones, y los bandidos
por igual y cometían indiscriminadamente actos brutales, secuestros, viola- tenían parientes en toda la región, dedicados a todo tipo de oficios. Lo que
ciones y asesinatos. Poco había de admirable en hombres como Domingo es más importante: estas familias extensas parecían apoyar, si no aplaudir
Elias, famoso ladrón de caminos reales de Teocuitatlán que violaba a las abiertamente, las acciones de sus atrevidos primos, como los aldeanos del
jóvenes de su población y vagaba por los caminos asaltando a los viajeros y sur de España y Sicilia cantaban las hazañas y creían en la nobleza de sus
las granjas. Era el principal sospechoso y la última persona que vio vivo a "nobles bandoleros". Por miedo o por admiración, los indios de los pueblos,
uno de sus cómplices, que apareció asesinado. La mayoría de los salteado- los animales de cuya cofradía eran a veces robados por estos bandidos, pa-
res investigados o arrestados antes de la Independencia ni siquiera eran ori- recían tomar su partido más que el de los funcionarios del distrito. Presenta-
ginarios del lugar. Eran más bien, como Ignacio Carrillo, un antiguo lobo ban quejas contra los subdelegados y tenientes pero rara vez denunciaban a
solitario, de treinta y cinco años, nacido en Teocaltíche y residente en Gua- los bandoleros. Los pequeños grupos de bandoleros de Tepatitlán eran difí-
dalajara, que confesó una serie de por lo menos quince asaltos y asesinatos ciles de capturar porque la población rural los escondía, se negaba a colabo-
en los caminos, en todas direcciones desde la capital, entre 1808 y 1813. rar con las autoridades reales contra ellos y, sobre todo, les facilitaba los
Tal vez sólo en algunos casos de los Altos de Jalisco forman los bandidos asaltos comprando y vendiendo los productos robados. Probablemente era
sociales una parte importante del aparente florecimiento del bandolerismo cierto, como decía un subdelegado, que los bandidos de Tepatitlán tenían
que se produjo en Nueva Galicia hacia fines del siglo XVIH. En esa época, el "avazallados con su altanería y desembarazo a todos estos avitadores".20
bandolerismo practicado por los nativos del lugar parece haber tenido raíces A juzgar por las actas, el problema ya crónico de las bandas de salteado-
más profundas en los Altos, especialmente en la jurisdicción de Tepatitlán, res aumentó tras el estallido de la guerra de Independencia. A partir de
que en otras partes de la provincia. Los informes del subdelegado de Tepa- 1810, empezaron a operar más abiertamente y con impunidad grupos móvi-
titlán y sus lugartenientes, antes de la Independencia, hablan de pequeñas les de bandoleros, en un campo más amplio fuera del distrito y de los ceñ-
bandas de cuatreros y asaltantes de caminos "viviendo dispersos en los ce- iros de población. Con frecuencia vinculadas a una causa política, las gavi-
rros y barrancas".17 En 1807, el subdelegado, don Luis de Quirós y Prado, llas del periodo de la Independencia parecen haber aumentado en número y
señalaba la dificultad de cazar "a la multitud de bandidos que actualmente lamaño en toda la provincia. Había varias bandas grandes, pero hasta 1821
infestan ese distrito y amenazan a los viajeros". las gavillas seguían siendo en general pequeñas. De las setenta y ocho gavi-
Los funcionarios reales conocían muy bien a los jefes de los bandidos de llas cuyo número de miembros está documentado para el periodo 1790-1821,
Tepatitlán, pero rara vez podían someterlos a juicio. Los informes oficiales cincuenta tenían cinco o menos miembros. Se tienen datos de siete gavillas
de 1805-1811 identifican a los famosos jefes bandoleros como don Diego anteriores a 1810 con veinte o más miembros (cuarenta, treinta, treinta,

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veinte, veinte, veinte, "más de 20"). El tamaño de las gavillas y el número de de 1810-1821. Toda la región se vio afectada, desde Zapopan hasta San Cris-
éstas que contaban con más de diez miembros aumentaron en la década de lóbal de la Barranca, Ameca, Tequila, Cocula, San Martín de la Cal, Sayula,
la guerra. El tamaño promedio de las cuarenta y cinco gavillas identificadas Teocuitatlán, Tlajomulco, Poncitlán, Tonalá, Tlaquepaque, Jocotepec, Zapo-
de 1811 a 1821 fue de más de 13.5 miembros; el tamaño promedio para la llán del Rey y los alrededores de Guadalajara. La mayoría eran pequeñas
década anterior (1800-1810) era de 5.6 en el caso de treinta y tres gavillas. A gavillas de oportunistas organizadas en Guadalajara o grupos móviles de indios
partir de 1810, hay registro de por lo menos catorce bandas con diez o más y mulatos desplazados. Algunas eran de ya antiguos "ladrones famosos", pero
miembros (doscientos, cincuenta, cuarenta, veinticinco, veinte, veinte, veinte, por lo menos seis gavillas que todavía operaban en 1816 estaban íntimamente
veinte, veinte, doce, diez, diez, "más de diez" y "muchos"). vinculadas a la insurgencia y organizadas bajo el mando de comandantes
Ninguna parte de la provincia estaba libre de bandidos. Las bandas de rebeldes: el indio José Felipe —"caudillo de gavilla", cerca de Sayula—, el
insurgentes y ladrones rondaban Colima y otras partes de la tierra caliente "cabecilla González", con cincuenta hombres armados, cerca de Toluquilla, y
costera a partir de 1811-1812.21 Para 1814, los realistas no estaban muy preo- Vicente Cárdenas, con veinticino hombres; Juan Bernardino con veinte, y "el
cupados por la posibilidad de una insurrección importante en la costa, ya cabecilla Monroy", con por lo menos doscientos hombres montados, los cuatro
que los habitantes de los pueblos de la zona no se incorporaban a estas localizados en la ribera sur del Lago de Chápala.33
bandas. Como decía un funcionario, "pues aquellos naturales más bien han Aunque pocas veces es posible distinguir con claridad entre o dentro de
querido dar su dinero y caballos a los rebeldes que sus personas". También las gavillas de la época de la Independencia, a fin de identificar movimientos
en los márgenes de Nueva Galicia, supuestos bandidos atacaron las hacien- políticos, bandidos sociales y delincuentes comunes, sospecho que a partir
das y los ranchos, destruyeron virtualmente la economía agrícola de algunos de 1810 hubo más bandas que trascendían ia actividad delictiva ordinaria
distritos e interrumpieron el comercio, cerca de la Sierra de Pinos y a lo para vengar ofensas, si no es que para servir a una causa política bien medi-
largo de la frontera con Michoacán al sur y al este de Guadalajara, durante lada. Las incesantes exigencias realistas sobre la población rural proporcio-
todo el periodo de la Independencia.23 naban un nuevo incentivo, si faltaban otros. En Zapotlanejo, en 1813, por
En los Altos, los grupos de bandoleros proliferaron y con frecuencia se ejemplo, la guarnición realista exigía contribuciones y servicios laborales a la
mezclaron a la insurgencia. Pedro Moreno, que tenía su base en el distrito población local e intentó reclutar hombres de los ranchos de la zona. La
de los Lagos, cerca del Bajío, fue el famoso insurgente de la zona, y se decía coerción condujo a deserciones del ejército realista y a una creciente oposi-
que los ranchos de todo el distrito cercano a Villa Encarnación eran en 1815 ción local a los defensores de la Corona.34 Como resultado, probablemente a
y 1816 escondites de insurgentes y forajidos por igual; 4 pero también parece partir de 1810 las gavillas recibían más ayuda y protección de la población
haber habido más violencia organizada en los Altos y en el distrito de Cu- rural cuando empezaron a saquear las riquezas de los gachupines y de algu-
quío, cerca de Guadalajara que la registrada en otras partes. Bandas de nos criollos ricos, durante la primera guerra de Independencia. Los habitan-
criollos e indios de la jurisdicción de Tepatitlán y Nochistlán operaban bajo tes de los pueblos que tenían algún agravio que vengar o se veían forzados a
la dirección de los curas rebeldes Francisco Álvarez, "Ramos" y "Martínez", tomar partido en la guerra también estarían más dispuestos a considerar a
en 1810 y 1811. Otros, originarios de Yahualica, luchaban a las órdenes del los bandoleros en términos políticos.35 Pero los datos escritos no nos permi-
jefe bandolero Jesús Barajas.26 Hay datos de que Jalostotitlán fue ocupado ten decir cuántos de los proliferantes actos de bandolerismo, robo de gana-
en 1810 por Ramón Gutiérrez y Marcos Díaz, que incorporaron indios del do y asaltos en los caminos estuvieron políticamente motivados a partir de
lugar en sus bandas.27 Aparentemente, incluso hubo una importante batalla 1810. Ciertamente, algunos eran simples robos que se producían en la favo-
en esa zona antes de mayo de 1811, "la Batalla de Tepatitlán". rable confusión de la guerra o la continuación de protestas localizadas e
Muchos de los que luchaban en estas primeras bandas insurgentes de los individuales de unos pocos hombres bien armados escondidos en ranchos
Altos eran rancheros y trabajadores de los ranchos procedentes de los cam- abandonados, fenómeno bastante común en los Altos antes de 1810. De los
pos de Tepatitlán, Yahualica y el Puesto del Húmedo, zona de mucha activi- cuarenta y un juicios de miembros de gavillas celebrados en Nueva Galicia
dad bandolera a fines de la Colonia.29 Todos estos famosos insurgentes eran entre 1811 y 1821 que hemos estudiado, sólo siete estaban claramente vincu-
salteadores y cuatreros conocidos antes de la guerra.30 Algunos se incorpo- lados a la actividad insurgente. Muchos de los demás delitos se asemejan al
raron cuando las fuerzas insurgentes los liberaron de la cárcel. parecer a las actividades de los pequeños grupos de bandoleros que hacían
El centro de Jalisco, más cerca de Guadalajara, también se vio asolado por presa de los viajeros antes de 1810. El origen social de los bandidos era el
las bandas errantes de ladrones, con o sin vinculaciones insurgentes, a partir mismo —eran hombres de origen humilde con antecedentes carcelarios— y

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muchos eran vagabundos, desertores, fugitivos y recién llegados a Guadala- i 1 u el saqueo que tuvo lugar después de la batalla. Los soldados indios que
jara que se habían puesto en contacto con sus cómplices sólo hacía poco encontraron relojes en los cadáveres de sus víctimas supuestamente los hicieron
tiempo.36 Incluso en los casos en que los bandidos parecen mezclarse con pedazos al escuchar el tic-tac, diciendo que estas máquinas debían tener el
los movimientos insurgentes, los testigos observaban que los bandidos no diablo en su interior.'1
eran más que compañeros de viaje que le vendían ganado robado a los in- No sabemos cuántos de los hombres que combatieron con Torres en Za-
surgentes y tal vez colaboraban con ellos en una o dos acciones. coalco eran indios del lugar, pero no cabe duda de las simpatías de muchos
de los indios de Zacoalco. Muchos de los lugareños agradecieron esta opor-
LOS PUEBLOS INDIOS EN I .A PRIMERA GUERRA I unidad de atacar a los gachupines y golpear a sus enemigos coloniales. Cin-
DE INDEPENDENCIA co jefes indios de Zacoalco, armados con armas de fuego y lanzas, fueron
más tarde acusados de forzar a los residentes españoles y criollos a perma-
La primera guerra de Independencia, 1810-1815, que se considera general- necer en el pueblo como rehenes durante la batalla y de amenazarlos luego
mente dotada de los elementos de una revolución social, además de consti- con utilizarlos como carne de cañón si los realistas volvían a atacar Zacoal-
tuir un movimiento de independencia, encontró apoyo en el centro rural de co. El 31 de octubre, cuatro días antes de la batalla, unos pocos residentes
Jalisco. La zona que participó más activamente se situaba al sur y al oeste criollos y el teniente de cura fueron identificados por Torres como indios y,
de Guadalajara, desde Zacoalco hasta las comunidades rurales cercanas al por tanto, se salvaron de la venganza que siguió: una notable inversión de la
lago de Chápala. astucia judicial que permitía a los mestizos pasar por españoles bajo el régi-
Fue a través de esta zona por donde marcharon José Antonio Torres y sus men colonial.45 Los testigos dicen que los indios no hacían más que insultar
tropas en su camino a Guadalajara, en octubre y noviembre de 1810. Torres a los españoles de Zacoalco, y que con frecuencia se referían a ellos como
era un capataz mestizo de una hacienda de cerca de Irapuato (Guanajuato), ese "montón de picaros". Los comerciantes peninsulares al parecer recibie-
que se unió al movimiento de Hidalgo en sus inicios, en septiembre de 1810. ron un trato distinto. De acuerdo con José Ramírez Flores, nueve comer-
Encabezó el ala occidental del movimiento, que tenía por objetivo capturar ciantes de Sayula, uno de Zacoalco y uno de Tapalpa fueron asesinados en
Guadalajara. Esa marcha le llevó a través de la parte nororiental de Michoacán, los actos de violencia suscitados por la marcha de Torres sobre Guadalajara.
hasta Zamora, sobre las colinas más allá de Mazamitla hasta Teocuitatlán y Después de la batalla, los indios de Zacoalco saquearon supuestamente las
Sayula, y luego hasta Guadalajara vía Zacoalco. Las fuerzas de Torres cre- haciendas en el camino hacia Guadalajara. Hasta 20 mil hombres, algunos
cieron por el camino, engrosadas por los indios de los pueblos y los trabajadores de ellos reclutados por el camino, marcharon sobre la ciudad con Torres (él
sin tierras armados de palos, lanzas y hondas. En Sayula recibió a los repre- llegó vía Mexicalcingo, el 11 de noviembre, con su harapiento ejército en
sentantes de los pueblos indios —entre los que destacaba Zacoalco — , los muy buen orden). Pocas semanas más tarde algunos insurgentes de Za-
cuales le ofrecieron su apoyo.39 Zacoalco se convirtió en el sangriento campo coalco regresaron a casa con la cabeza de un gachupín ejecutado. Otros
de batalla de la conquista del centro de Jalisco por Torres. Cuando a fines de permanecieron en Guadalajara y estuvieron con Hidalgo (que llegó a Gua-
octubre llegó a Guadalajara la noticia de que Torres había ocupado Zacoalco, dalajara el 26 de noviembre y se quedó allí hasta el 14 de enero de 1811) en
los realistas armaron a "la flor de la juventud de Guadalajara" y marcharon hi malhadada batalla de Calderón y su fuga hacia el norte.
hacia alia, bajo el mando del hacendado criollo Tomás Ignacio Villaseñor, No está totalmente claro en qué medida la insurgencia activa y la guerra
esperando que los indios se dispersaran al divisar a sus disciplinadas tropas. social se difundieron desde Zacoalco hacia otras poblaciones y pueblos de
Los realistas subestimaban a su enemigo, que según un informe basado en la región. Supuestamente, el ruido de la batalla de Zacoalco atrajo gente de
testimonios presenciales, estaba constituido sobre todo por los indios de Za- los pueblos vecinos y muchos se quedaron para unirse a las fuerzas de To-
coalco armados con palos y hondas y una pequeña fuerza de caballería inte- rres. Algunos residentes de San Antonio, Ajijic, San Juan y Jocotepec, cua-
grada por rancheros con lanzas y palos.41 Los dos bandos chocaron en las 1ro pueblos indios de la orilla noroccidental del lago de Chápala, aceptaron
llanuras salinas de las afueras de Zacoalco, en la mañana del 4 de noviembre, el perdón, el 6 de febrero de 1811, por su participación en la insurrección y,
y los realistas fueron aplastados por el ataque en masa de los mal armados por lo tanto, deben haberse unido a la marcha de Torres sobre Guadalajara
insurgentes, que sólo se sirvieron de sus piedras y del combate cuerpo a o utilizado ese momento de confusión para atacar a los residentes españo-
cuerpo.42 Según los testigos, 257 realistas murieron sólo en este enfrcntamiento. les. Cinco agricultores indios de Chápala fueron acusados por el cura de la
El carácter rústico de las fuerzas de Torres en Zacoalco quedó simbolizado parroquia de haberse unido a Torres y haber regresado solamente después

1% 197
de la batalla de Calderón."9 En otros pueblos del lago surgieron jefes rebel- lo durante estos meses pero, de nuevo, no todos, ni siquiera la mayoría de
des desde los primeros meses de la insurrección. El más famoso fue Encar- los indios, tomaron parte. Don Manuel Gutiérrez, un noble y comerciante
nación Rosas, de Mezcala, que había derrotado a un grupo de realistas en indio de Zacoalco, pudo probar más tarde con testigos españoles que había
La Barca, en noviembre de 1810. - permanecido fiel a la Corona y había sido perseguido por los partidarios de
Los dos meses de la ocupación de Guadalajara por Torres e Hidalgo Torres. Sin duda, hubo otros en el mismo caso.
fueron una especie de reino del terror en la zona de Zacoalco y el resto de Tras la desastrosa batalla de Calderón, el 17 de enero de 1811, y la huida
las poblaciones del lago. Los saqueos eran frecuentes. Las casas de los ricos ilc los insurgentes de Guadalajara, el dominio rebelde también cedió en la
fueron vaciadas y los caballos robados. El capitán indio Antonio Trinidad /«na de Zacoalco. En el mes que siguió a la batalla de Calderón, los jefes
Vargas de San Pedro Tesistán, un pueblo nuevo cerca de Jocotepec, se de- indios y otros insurgentes de la zona de Zacoalco y San Pedro Tesistán in-
dicó con especial intensidad al pillaje y a las actividades antiespañolas en los tentaron un nuevo alzamiento en Zacoalco. Fracasaron y huyeron hacia el
primeron meses de la insurrección. l Los españoles que pasaban por la re- sur, a Zapotlán el Grande, saqueando por el camino.58 En Zapotlán, Sayula
gión en esta época de disturbios arriesgaban la vida. Los indios de los pue- y seis pueblos de indios, tuvo lugar otra breve revuelta que amenazó la vida
blos que ayudaron a Zacoalco en 1810 y 1811 recogieron la consigna de del subdelegado. Para fines de marzo de 1811, sin embargo, el gobierno real
"mueran los gachupines" y la aplicaron. Los indios de Atemajac, por ejem- había recuperado el control nominal con una expedición punitiva al mando
plo, bajo la dirección de su gobernador y su alcalde, mantuvieron una empa- de Rosendo Porlier, que llamaba a sus adversarios "esos ridículos insurgen-
lizada en las afueras de la población y a principios de 1811 arrestaron y tes indios". Las calles de Zacoalco y otras poblaciones del distrito estaban
robaron a "uno de razón" (uno que no era indio), un hombre de Colima que patrulladas por fuerzas realistas al mando del teniente del distrito. Los in-
pasaba por ahí. El gobernador ordenó a cinco lugareños que lo ejecutaran surgentes indios del lugar habían huido de sus casas y los líderes indios y
fuera de la ciudad, con su propia lanza y espada, "porque decían que era un criollos de Zacoalco, Atemajac, Sayula y San Pedro Tesistán fueron arresta-
gachupín".52 En su juicio, celebrado en marzo de 1811, el gobernador indio dos, sumariamente juzgados y ejecutados por Porlier en Sayula o por la Jun-
dio escasas explicaciones de la ejecución, aparte de que estaba ebrio en la de Seguridad en Guadalajara; sus cabezas cortadas fueron exhibidas en
aquel momento y de que actuaba por órdenes de José Antonio Torres. El las plazas de sus pueblos de origen como sombrío recordatorio del destino
gobernador fue también acusado de enviar diez hombres armados a partici- que esperaba a los rebeldes capturados.60
par en la revolución. Esto puede ser una prueba del reclutamiento de solda- Los días de Zacoalco como centro de la insurgencia pasaron tan rápido
dos indios por Torres, que recuerda los antiguos repartimientos, la gleba de como habían venido. Pero el recuerdo del levantamiento perduró y los anti-
trabajo en las comunidades indias, frecuente en esta zona durante el siglo guos dirigentes maduraban nuevos planes de rebelión. En mayo de 1811, dos
xvii y principios del xvm.53 indios fueron arrestados por formar una compañía de hombres armados pa-
La batalla de Zacoalco y la ocupación de Guadalajara por Torres no ra matar al cura de la parroquia, al alguacil, a otros españoles y a los miem-
implican una separación clara entre los rebeldes indios por una parte y los bros de una facción de indios contraria. Para obtener apoyo popular habían
españoles por otra. Los criollos se encontraron con frecuencia entre ambos apelado al viejo sueño campesino de soberanía local, diciendo a la gente del
bandos, y algunos, como los jinetes rancheros, apoyaron la insurrección. La pueblo que no debían obedecer a ningún juez del rey.61 Con el retorno de
mayoría de los criollos de Zacoalco fueron retenidos como rehenes, pero los realistas, los indios de Zacoalco quedaron profundamente divididos en
algunos tomaron las armas a favor de Torres.54 Las circunstancias situaron sus lealtades políticas y sus planes para el futuro. Los rebeldes locales esta-
repentinamente a otros criollos en cargos políticos, bajo el gobierno insur- ban ahora aislados, sin muchos partidarios dispuestos a arriesgar sus vidas,
gente. Don José Francisco Huerta, por ejemplo, estaba en Teocuitatlán con lil cura peninsular Manuel Arteaga volvió a su puesto y en junio de 1813
un encargo real en el momento de la entrada de Torres. Los indios y no lanzó un agresivo discurso en que se regocijaba por la restauración de la
indios de la población lo eligieron juez y cumplió esa tarea, afirmaría des- monarquía española y fulminaba a los pocos "enemigos de la paz" que que-
pués, sin colaborar con la guerra." Mientras algunos criollos del centro ru- daban en la población.62 Pero, como sabía el nuevo gobernador indio de
ral de Jalisco apoyaron la insurgencia activa o tácticamente, la mayoría no lo mayo de 1811, los acontecimientos del último periodo colonial habían pro-
hizo así, y los criollos acomodados de Guadalajara probablemente se identi- ducido "una generación de rebeldes" en Zacoalco.63
ficaban en su mayoría con la élite peninsular y el gobierno real.6 Los nobles La resistencia más larga e importante del centro de Jalisco se produjo en
y pueblos indios parecen haberse encontrado en el corazón del levantamien- los pueblos que rodean el lago de Chápala, entre octubre de 1811 y noviem-

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bre de 1816. Se inició con los esfuerzos realistas por borrar del mapa a las ambicioso, con cuatro barcos traídos por tierra desde San Blas, cada uno
pequeñas bandas que quedaban en unos cuantos pueblos, desde tiempos de con un mortero de 24, otros cinco navios y seiscientos hombres.71 Una y otra
Torres. El blanco principal era Encarnación Rosas, el capitán indio de Tla- vez, los realistas fueron rechazados con grandes pérdidas de hombres y ar-
chichilco que había encabezado ataques contra Atolonilco, Mezcala y Chá- mas.72 Para entonces la isla era un verdadero bastión, con nuevas barricadas
pala y estaba escondido en Mezcala con sesenta o setenta seguidores mal de piedra y un muro de rocas. Según un oficial rebelde capturado en febre-
armados.M Las tropas realistas atacaron Mezcala en octubre de 1811 y fue- ro de 1814, había allí hasta mil hombres, equipados con cien canoas, tres-
ron rechazadas por los indios. Sesenta realistas murieron y sus armas pasa- cientos mosquetes y catorce cañones.73 En julio de 1813, Cruz decidió que
ron a manos de los indios. El 1° de noviembre, más de doscientos soldados no podía ganar una batalla decisiva y decidió sitiar la isla y matar de hambre
realistas, bajo el mando de José Antonio Serrato, atacaron a Rosas y cerca a los insurgentes.74 Ocupó todos los embarcaderos practicables alrededor
de cien de sus seguidores en San Pedro Ericán» Esla vez Rosas fue expulsa- del lago y esperó: una larga espera, porque los rebeldes sólo accedieron a
do y la ciudad fue incendiada como represalia por la ayuda prestada a los pactar una tregua el 25 de noviembre de 1816. Durante esos cuarenta meses
rebeldes. Esta derrota puede haber constituido el momento decisivo para hubo escaramuzas en la ribera casi todos los días.5 Santa Anna y otros hom-
los rebeldes campesinos, ya que al parecer los indios del lugar estaban in- bres lograron llegar a la orilla para atacar Ocotlán, Ajijic y San Juan, y a los
dignados por la destrucción de la ciudad y la resistencia obtuvo ahora cien- destacamentos realistas cerca de Chápala, así como la ranchería la Columba
tos de nuevos seguidores y otro notable dirigente indio, José Santa Anna.66 y la hacienda de Tizapán.76 Las bandas de insurgentes de tierra firme tam-
Los ataques de los realistas contra otras villas y pueblos, incluidos Jocotepec bién atacaban continuamente a los destacamentos realistas. La única victoria
y Tizapán, las ejecuciones indiscriminadas de sospechosos de rebeldía y la realista importante sobre los rebeldes se produjo el 16 de abril de 1814,
brutal ocupación de Poncitlán por el padre Alvarez, "el cura chicharronero" cuando los isleños que habían atacado Ajijic fueron empujados hasta la ori-
(que ganó este apodo por quemar vivos a los rebeldes y sus simpatizantes), lla, en Tuxcueca. Muchos escaparon, pero se supone que cada bando perdió
en los meses siguientes, sirvieron para suscitar una mayor oposición campe- alrededor de 100 hombres
sina, más que para quebrantar la moral de los pueblos. Cruz ofreció un indulto incondicional a los rebeldes de la isla en noviem-
Tres días después de la derrota de San Pedro, Rosas reapareció con cua- bre de 1814, pero no fue aceptado. En 1816, prestó a la insurrección de
trocientos hombres para castigar a los realistas y de nuevo mató a muchos y Mezcala prácticamente toda su atención, asignando al general José Narváez,
expulsó al resto del lugar.68 En diciembre de 1811, el intendente y comandante con ocho mil soldados, para mantener el bloqueo y patrullar las poblaciones
militar José de la Cruz ordenó a una importante fuerza de Guadalajara que de la ribera. De nuevo en octubre de 1816 Cruz ofreció un indulto general.
atacara a Rosas y a otros rebeldes de la ribera norte del lago. Con la ayuda Fue rechazado pero, en noviembre, Santa Anna y Castellanos se reunieron
del padre Marcos Castellanos, el vicario de Ocotlán, Rosas y Santa Anna y con Cruz en Tlachichilco y firmaron una tregua. Además de la amnistía,
alrededor de seiscientos hombres de Mezcala, Tlachichilco y San Pedro Ixicán Cruz accedió a reconstruir todas las poblaciones arrasadas, proporcionar a
se refugiaron en la isla de Mezcala, un islote situado a cerca de kilómetro y los pueblos de la ribera bueyes, tierras y semillas y exentarlos del pago de
medio de la costa y del pueblo de Mezcala. Con una superficie de unas 140 impuestos. Castellanos obtuvo varias capellanías y la parroquia de Ajijic.
hectáreas y 30 metros por encima del nivel del agua, la isla se había utilizado Santa Anna fue nombrado gobernador de la isla.
como cárcel real y presidio en el siglo xvm y estaba ya razonablemente ¿Cómo lograron los rebeldes mantenerse tanto tiempo en ese islote roco-
fortificada con una sólida prisión de piedra y murallas. También había sido un so y desnudo? Pérez Verdía guarda silencio sobre esta cuestión, pero una
lugar sagrado para los indios de la ribera. Al principio de la Colonia, según la investigación contemporánea y retazos de las pruebas judiciales nos propor-
creencia local, un ermitaño solitario llevaba allí una vida ejemplar. Sólo era cionan los elementos para una respuesta. Los rebeldes de la isla no podrían
visitado por los indios del lugar, que le llevaban hortalizas de vez en cuando.09 haber soportado sin la ayuda de los pueblos y de bandas de partidarios que
Durante un breve período, en 1812, el jefe oficial de los rebeldes de la isla fue operaran desde la orilla. Los isleños a veces atacaban las poblaciones de la
don Luis Macías, propietario de la hacienda de los Reyes. Le seguía Josef costa para aprovisionarse, pero al principio la mayoría de las provisiones
Leonardo (Real Sargento), "un tal Vargas" y el Comandante Morillo, pero venían de Tizapán, al otro lado del lago (hasta que esa población fue des-
continuaban siendo jefes Castellanos y Santa Anna. truida por los realistas en 1812). Varios criollos de Tizapán participaron
Los realistas atacaron la isla tres veces, en 1812 y 1813, pero no pudieron activamente: don Javier Celis fue acusado de espiar para los isleños y el
tomarla. El tercer asalto, que tuvo lugar el 29 de junio de 1813, fue el más administrador de la hacienda de Tizapán de proporcionarles armas y ali-

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mentüs. A partir de entonces, las provisiones procedían de colaboradores proporcionaba Josef María Mireles de Tizapán y fabricaban balas de cañón
más distantes, como el capitán José María Vargas, de cerca de San Gabriel con las rocas del lugar. Los mayores enemigos de los rebeldes de la isla
y Zacoalco. Las bandas de rebeldes y asaltantes del lado sur del lago pare- fueron la crónica escasez de alimentos y las enfermedades, que los golpea-
cen haber tenido particular importancia por sus ataques contra las guarni- ron muy duramente en 1816, en los meses anteriores a la firma de la tregua.
ciones realistas y en el transporte de provisiones. Hasta quinientos hombres Es notable el hecho de que no circulara ningún manifiesto para hacer
combatían al mando de "Chávez", de Cuyacapan, José María Gutiérrez y públicos los objetivos de los rebeldes (o por lo menos, los historiadores no
Salvador Lázaro, de Tuxcueca.78 A veces eran enviados desde la isla grupos conocen ninguno). Sin duda, estaban indignados por la destrucción de los
de hombres para traer nuevos reclutas y dejar provisiones para los habitan- pueblos en 1811, pero probablemente en esta insurrección había algo más
tes de la isla en puntos aislados de la ribera. Uno de los capitanes de tierra <|ue el deseo de venganza. Todo lo que podemos saber sobre sus objetivos a
que mantenía íntimos vínculos con la isla era Eusebio María Rodríguez, un Iravés de la documentación escrita está contenido en los términos de la tre-
agricultor indio de cuarenta años y trabajador de un obraje de Santa Cruz. gua, que garantizaba a los habitantes de los pueblos tierras, semillas y bue-
Tras servir a las órdenes de Rosas en las primeras batallas de tierra firme y yes, así como la reconstrucción de los pueblos. Aunque parecen haber teni-
unirse a la retirada hacia la isla, Rodríguez volvió a los pueblos de la costa a do escaso contacto con el movimiento de Morelos, su reivindicación del
principios de 1812 para dirigir una pequeña gavilla cerca de Tizapán. Sirvió ilcrecho a sobrevivir como agricultores con tierras los acercaba al programa
bajo las órdenes del comandante José María Gutiérrez y su banda de alre- político de éste.
dedor de trescientos hombres, armados con siete mosquetes, quince lanzas y
algunos machetes y hondas. Se comunicaba con la isla mediante señales de I AS CONDICIONES DE LA INQUIETUD RURAL EN EL
humo, para advertir de un ataque inminente o para señalar la situación de UiNTRO DE JALISCO
las provisiones dejadas para los isleños.79 En 1813, Rodríguez estuvo breve-
mente en contacto con el movimiento de Ignacio López Rayón y Morelos en Kl ascenso del bandolerismo y la insurgencia durante la época de la Inde-
Uruapan. López Rayón nombró al comandante de la isla gobernador militar pendencia en el centro de Jalisco fue resultado de cambios sustanciales en
de nueve poblaciones del lago, pero no hay todavía otros indicios de que la las condiciones materiales de la región en el siglo XVIIL Estos cambios, rela-
insurrección de Mezcala estuviera íntimamente vinculada al movimiento de livos sobre todo al crecimiento de la población, la agricultura comercial y la
Morelos, o fuera auxiliada por éste. presión sobre la tierra, han sido abundantemente documentados y estudia-
Hacia el final, la mayoría de las fuerzas de la isla procedían de los siete dos recientemente por Eric Van Young.82 Los pueblos de indios, que consti-
pueblos de la ribera norte: San Pedro Ixicán, Santa Cruz, Santa María, San luían alrededor de la mitad de la población rural en el Jalisco central, cre-
Sebastián, San Miguel, Jamay y Mezcala, y de la cercana población de Pon- cieron notablemente en el siglo xviii, duplicándose y a veces triplicándose y
citlán.80 El apoyo duradero a una prolongada rebelión en la que participa- cuadruplicándose con los nuevos residentes mestizos y españoles, así como
ban muchos pueblos campesinos era poco frecuente, y ciertamente la rebe- por el aumento natural del grupo indígena en el último siglo del dominio
lión de la isla de Mezcala es el primer ejemplo jalisciense antes de 1821. Las español. Después de 1780, sus tierras cultivables ya no eran suficientes para
rebeliones rara vez arrastraban a todo el mundo, y el apoyo a los rebeldes permitir más que a unas pocas comunidades continuar vendiendo maíz y
de la isla no fue, desde luego, universal entre los pueblos del lago. Algunos trigo en Guadalajara. La mayoría de las poblaciones que todavía producían
lugareños que tomaron parte en el movimiento de Torres volvieron a casa algo de grano para vender estaban situadas en el corredor que dio apoyo a
en 1811 indultados como subditos modélicos de la Corona, y no pocas veces Torres en su marcha sobre Guadalajara en noviembre de 1810: Zacoalco,
los nuevos reclutas abandonaban la insurrección y apelaban a los curas de Jocotepec, Tizapanito, Acallan y Tlajomulco. Pero la mayoría de los pueblos
sus parroquias para obtener el perdón. ya no producían suficiente maíz ni siquiera para cubrir sus necesidades de
El movimiento perduró en parte gracias a las bandas de merodeadores subsistencia. Guadalajara creció notablemente a partir de 1750, como centro
que lo apoyaban y aprovisionaban desde la ribera norte y al amplío apoyo activo del comercio, el gobierno y algunas industrias, en una provincia que
de los pueblos de esa zona, que habían sido destruidos por los realistas, y en disfrutaba una nueva prosperidad. El crecimiento de la población de la ciu-
parte gracias a que tenían una base bien defendida y autosuficiente rodeada dad con frecuencia alcanzaba el diez por ciento anual y atraía a muchos
de agua. Además de la fortaleza que encontraron ya hecha, los isleños po- inmigrantes de los distritos rurales cercanos a la ciudad. Ese crecimiento de
dían producir sus propias municiones: hacían pólvora con el salitre que les la ciudad significaba un aumento de su demanda de alimentos, y especial-

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mente de grano. Esto, a su vez, promovía la agricultura comercial, la conver- llado para abastecer el mercado de Guadalajara. La población de los pue-
sión de pastos en tierras de cultivo y la inversión de capital en instalaciones blos campesinos aumentó sustancialmente en el siglo XVIII; las grandes pro-
de riego y almacenamiento para las grandes fincas situadas dentro del radio piedades se consolidaron y se transmitieron vinculadas, y virtualmente todos
de fácil acceso a la ciudad. Los principales beneficiarios de la nueva deman- los límites de tierras entre una hacienda y un pueblo fueron disputados en
da de productos agrícolas eran los terratenientes. Algunas de las haciendas los tribunales durante la segunda mitad del siglo. La mayoría de los pueblos
del centro de Jalisco que databan del siglo XVII habían consolidado recien- perdieron esos larguísimos pleitos. Zacoalco fue el mayor perdedor, ya que
temente propiedades más grandes. Ampliaban sus cultivos, aumentaban su no logró obtener un veredicto favorable en ninguno de los seis puntos que
fuerza de trabajo residente, se disputaban las tierras que rodeaban sus lími- Icnía en litigio. La escasez de tierra en esta región se vio acentuada por el
tes y reclamaban como realengas las tierras vecinas, ocupadas por los indios arrendamiento a largo plazo de tierras indias a las haciendas vecinas y en
de los pueblos sin títulos de propiedad. Las herencias eran vinculadas y la algunos casos incluso su venta.84 Los hacendados de los alrededores del lago
propiedad de estas grandes haciendas se hizo notablemente más estable a de Chápala alcanzaron también el poder en la política del distrito, además
partir de 1770. La economía rural se estaba monetarizando cada vez más; la de obtener las tierras con escrituras poco claras. En 1798, el propietario de
escasez de tierras y el aumento de la población en los pueblos desequilibra- la hacienda de los Cedros fue nombrado teniente del alcalde mayor de Chá-
ba el mercado de mano de obra agrícola en favor del comprador, y muchos pala y los pueblos que rodean el lago, cuando se decidió que los centros
habitantes de los pueblos empezaron a dejar sus casas en busca de empleo. administrativos de Zacoalco y Sayula estaban demasiado lejos para realizar
El resultado fue un recrudecimiento de los conflictos dentro de los pueblos, una administración eficaz.
y entre los pueblos y las haciendas, a partir de 1760. Como observa Van Los pueblos de esta zona estaban sufriendo las presiones de la escasez de
Young, "los conflictos solían airearse dentro del sistema judicial": las ha- lierra, la presión de las haciendas y el crecimiento demográfico; pero tam-
ciendas y los pueblos emprendieron costosas disputas legales en torno a sus bién hay que señalar que los pueblos en que tuvieron lugar las insurreccio-
lindes y a los acuerdos de arrendamiento, que generalmente sustituían al nes de Torres y de Mczcala estaban entre los más prósperos de los que
enfrentamiento armado. Las haciendas obtenían generalmente el apoyo de tenían una mayoría indígena. Los rebeldes no eran en modo alguno vaga-
los tribunales cuando había alguna duda razonable sobre los títulos de pro- bundos sin tierra ni jornaleros. La mayoría eran propietarios de algunas tie-
piedad de los indios. rras y ganado o pescaban, o fabricaban zapatos, jabón y otros artículos de
Todos estos cambios hacia la economía monetaria, hacia la abundancia fabricación casera para venderlos. Tal vez resintieron los cambios de finales
de mano de obra y la bancarrota de las estrategias de supervivencia en los del siglo xviii de forma más aguda que otras comunidades porque tenían
pueblos rurales que ya habían privatizado la mayor parte de sus tierras co- más que perder.
munales, tenían menos cohesión como comunidades y estaban menos vincu- Zacoalco también tuvo una historia política turbulenta a finales del perio-
lados a la agricultura que los campesinos del centro y el sur de México, do colonial que puede haberlo convertido en una comunidad especialmente
afectarían a las familias e individuos de desigual manera en esas comunida- vulnerable a la rebelión y la insurrección. Zacoalco y los pueblos sujetos a él
des.83 Algunas familias se beneficiaron al consolidar sus propiedades, con- fueron el centro de prolongados litigios por tierras con las haciendas vecinas
trolar el uso de la propiedad comunal o establecer pequeños negocios y a fines del siglo xvm. Los pueblos más pequeños, de una legua cuadrada de
talleres, pero la mayoría contemplaban la declinación de los recursos y un extensión, estaban escasos de tierras cultivables, pero la gran cabecera de
futuro incierto. El resultado de estos cambios, junto con una larga historia Zacoalco se consideraba que tenía más de las que podía utilizar: la legua,
de actividad regular de los habitantes de los pueblos fuera de la comunidad, ocho "sitios de ganado mayor" y más de diecisiete "caballerías" de tierra
hacía crecer las tensiones internas y debilitaba las instituciones de los pue- cultivable. En realidad, la comunidad indígena tenía mucho más -otras se-
blos, que tal vez eran más vulnerables a la súbita crisis que podía provocar senta caballerías y dos leguas cuadradas-, pero estas tierras estaban alquila-
una hambruna, las enfermedades o la inquietud política. La presión sólo se das a personas no indias que vivían en Zacoalco, o rentadas en aparcería.87
aliviaba parcialmente a través de la emigración. Los lindes estuvieron permanentemente en litigio de 1754 a 1806, a pesar de
La zona en que tuvieron lugar las insurrecciones campesinas en el centro los veredictos finales de 1777 y 1784, que concedían a los indios una parte
de Jalisco había seguido ese tipo de desarrollo. El área que va desde Za- muy pequeña de las tierras que reclamaban. El veredicto de 1777 inició tres
coalco hasta Santa Ana Acallan y los lagos que rodean el lago de Chápala décadas de pequeños levantamientos e invasión de límites por los descon-
está en el centro del cinturón cerealero de haciendas que se había desarro- tentos indios de Zacoalco. El teniente temía en 1783 que la insolencia de

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estos indios llegara a constituir una amenaza verdaderamente seria para la En una región de grandes propiedades agrícolas privadas, Zacoalco era un
paz del distrito. lugar donde la lengua india, la propiedad privada y la fidelidad a la agricul-
En realidad, Zacoalco tenía una especie de tradición de revuelta comuni- tura estaban desapareciendo rápidamente, y donde se hallaban ya bien asen-
taria en defensa de los derechos del pueblo, que recuerda el ejemplo de tados el trabajo asalariado y de talleres, las pequeñas industrias de zapatos y
Tlacochahuaya en el Valle de Oaxaca y el distrito de Metepec en el centro jabón y otros rasgos de la economía monetaria.
de México. En 1756, los indios de dos barrios de Zacoalco se levantaron Las diferencias entre el descontento rural del centro de Jalisco y el de las
contra el cura y el magistrado, que les exigían que se registraran en un nue- partes de Oaxaca que yo he estudiado sugieren algunos rasgos distintivos del
vo censo.89 Más que nada, los indios se resistían a pagar la tarifa de un real bandolerismo y los levantamientos de principios del siglo XIX en las cerca-
que el teniente les exigía a todos los que se registraban. En el breve motín, nías de Guadalajara. Oaxaca tuvo numerosas rebeliones de pueblos en el
los hombres gritaron que no eran borregos y no querían ser contados, y dos siglo XVIH, pero muy escaso bandolerismo y sólo un modesto apoyo campe-
mujeres indias llamaron al teniente "teniente de mierda", en su cara. En sino a la revolución que intentó llevarse a cabo con la primera guerra de
1795, los indios de Zacoalco se tomaron de nuevo la ley por su mano cuan- Independencia. En cambio, en el centro de Jalisco las revueltas de los pue-
do se les ordenó que abandonaran sus dispersas chozas y se reinstalaran en blos fueron menos comunes, el bandolerismo estaba más extendido en los
viviendas compactas, en el centro de la población.90 La rebeldía de los indios años anteriores a 1810 y una importante zona de pueblos con tierras tomó
en esta comunidad se vio azuzada también por funcionarios reales corruptos parte en las primeras etapas de la lucha de independencia. Puede argumen-
y disputas entre el creciente número de criollos que se instalaron en la po- tarse que la lucha por la independencia en Jalisco y Oaxaca no se puede
blación durante los años de prosperidad, a partir de 1730. En 1746, la recién comparar, porque Oaxaca estaba aislada al sur mientras que Jalisco está
establecida cofradía española de Zacoalco se dividió en facciones sobre la cerca del Bajío, el centro de la insurrección de Hidalgo, desde donde el
cuestión de quién debía ser elegido mayordomo. Como resultado hubo va- movimiento de masas podía difundirse fácilmente, como ocurrió con José
rios años de invectivas públicas y litigio formal. Por debajo de todo eso ha- Antonio Torres. Pero la lucha armada y la promesa de una revolución rural
bía una lucha de influencias entre el cura secular de Sayula y los francisca- llegaron también a Oaxaca con Morclos, cuyas fuerzas arrasaron, a través de
nos de Zacoalco.91 El cura y el magistrado de Zacoalco se atacaban con la Mixteca, hasta el Valle de Oaxaca en 1812 y ocuparon Antequera (la
frecuencia disputándose sus jurisdicciones, privilegios y deberes, y los fun- ciudad de Oaxaca) durante un breve periodo. Excepto en los lindes de la
cionarios indios presentaron quejas formales contra el teniente del lugar en Mixteca, su llegada desató muy poca de la furia campesina que se manifestó
1769 y 1795, por aceptar sobornos, obtener contribuciones mediante la ex- en el centro de Jalisco.
torsión y apoderarse de propiedades privadas.92 Los abusos de 1795 fueron En Oaxaca, las numerosas revueltas de los pueblos en la época colonial
tan claros que el teniente peninsular, Gregorio Bringas, fue acusado y sen- tuvieron lugar en comunidades que poseían bastantes tierras y unas institu-
tenciado a cuatro años de presidio. ciones y tradiciones comunitarias fuertes. Estos pueblos tuvieron dificultades
Así pues, Zacoalco era una comunidad con repetidas manifestaciones de materiales debido al crecimiento de la población, la demanda colonial de
descontento indígena a propósito de las tierras y los abusos de autoridad impuestos y trabajo, y la comercialización de la agricultura al final de la
real de los funcionarios del distrito. A diferencia de los pueblos del centro época colonial; pero no se trataba del tipo de amenaza de invasión y dislo-
de México y de Oaxaca, que tenían quejas semejantes y utilizaron revueltas cación de su forma de vida que podía debilitar los vínculos locales, promo-
limitadas para manifestar su insatisfacción y expresar su solidaridad como ver el concepto de la lucha entre indios y españoles y unir a los habitantes
miembros del pueblo, en 1800 Zacoalco era una comunidad en transición, de los pueblos en sublevaciones regionales. Las condiciones de la revuelta
con un pie apoyado inestablemente en cada uno de los dos mundos: los en Oaxaca se relacionaban más con pueblos aislados y cerrados en sí mis-
agricultores y rancheros indios habían conservado las costumbres y senti- mos y pequeños distritos que sufrían extorsiones bajo la forma de tarifas e
mientos locales más tiempo que muchos indios de los pueblos del centro de impuestos superiores a los acostumbrados, las disputas de límites, las de-
Jalisco, pero Zacoalco era a la vez una población más grande y más abierta mandas exageradas de trabajo, los abusos de los funcionarios reales o el
con una importante población de no indios. Un censo realizado en vísperas arresto de notables locales. En la mayoría de los casos, estas revueltas eran
de las guerras de independencia, en septiembre de 1810, registraba 2 364 respuestas defensivas a actos de los funcionarios reales que amenazaban con
indios y 2 033 españoles y "castas" en la ciudad y las cercanías de Zacoalco. modificar las relaciones existentes o eran el resultado de rivalidades entre
El centro de la población estaba ocupado principalmente por los no indios. pueblos indios o facciones por el acceso al poder local. A pesar del impre-

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sionante nivel de violencia de algunos levantamientos en Oaxaca, pocos de menos confiables que en los valles centrales de Oaxaca) y mayores contactos
ellos son ejemplo de una total ruptura del sistema de adaptación que vincu- de las familias y los individuos fuera del pueblo. Los campesinos de Oaxaca
laba a los gobernantes coloniales y los subditos de los pueblos. Sólo en las se consideraban a sí mismos, ante todo, como miembros de la comunidad
relaciones entre el pueblo y el alcalde mayor local, el teniente, el cura o el — "el pueblo de Mítla", etcétera — , y menos como miembros de una tribu o
recaudador de impuestos se puede hablar de que esa adaptación cediera el un grupo lingüístico (como los zapotecas o mixtecas) o como "indios". Los
sitio al enfrentamiento violento. Generalmente los campesinos mantenían de los pueblos del centro de Jalisco tendían más a identificarse como indios
abierta la posibilidad de negociar con las autoridades superiores, que gene- y a compartir este sentido de su identidad con personas de otras comunida-
ralmente eran todavía aceptadas como legítimas, aunque distantes. Los habi- des rurales. Había muy pocas rivalidades encarnizadas entre los pueblos del
tantes de los pueblos de Oaxaca no se consideraban una clase despojada centro de Jalisco, en parte porque pocos pueblos compartían lindes. Casi
que podía unirse contra un opresor común. Para la mayoría, los enemigos lodos quedaron rodeados por propiedades españolas en el siglo xviii, y era
eran los pueblos vecinos, así como los funcionarios o curas locales abusivos, con estas haciendas que surgían los problemas por las mojoneras y las inva-
no las autoridades superiores, responsables en última instancia de la carga siones. En conjunto, estas condiciones hacían que los habitantes de los pue-
de impuestos y servicios. Esta unidad política local y esta miopía militante blos del centro de Jalisco fueran más receptivos a la idea de una insurrec-
hicieron de los campesinos oaxaqueños buenos rebeldes a nivel del pueblo ción de indios contra los gobernantes y terratenientes españoles.
pero deficientes revolucionarios. Irónicamente, estos habitantes del centro de Jalisco que se consideraban a
Las comunidades "indias" de Jalisco, que contribuyeron al bandolerismo y sí mismos como indios eran mucho menos "indios", o nativos de América en
a la lucha de independencia tenían algunas tierras, pero estaban menos atadas el sentido antropológico, que los habitantes de la Oaxaca rural. El motivo es
a ellas y su punto de vista no era tan localista. Como dijo el teniente de que la idea misma de una identidad "india" fue una invención europea, que
Atotonilco el Alto en 1789, "aunque se dice que no son todos indios, su color agrupaba a los indios americanos en una categoría social y legal subordinada.
a lo menos es de indios".93 Sus comunidades tenían una estructura menos Aquellos que trataban con más frecuencia con las instituciones formales del
cohesionada y una forma de vida más protomexicana. Tenían mayor tendencia gobierno español, habían perdido sus lenguas nativas y estaban perdiendo sus
a apelar a la autoridad exterior ante los pequeños problemas políticos internos, fuertes vínculos comunitarios y la ilusión de una autonomía del pueblo, eran
y sus habitantes estaban más acostumbrados a ganarse la vida lejos de su hogar. precisamente aquellos que se conocían a sí mismos como indios.
Las tierras de los pueblos habían quedado divididas en parcelas privadas desde Hay algunos otros factores, además del cambio económico, relacionados
hacía ya tiempo y los bienes de la comunidad (especialmente la tierra), aparte lambién con los patrones de inquietud e insurrección en el centro de Jalisco,
de los de las cofradías, eran relativamente poco importantes. Los habitantes particularmente los cambios en la Iglesia católica, la religión popular y la
de los pueblos rara vez colaboraban en tareas comunes o en el trabajo común política de ios Borbones, que debilitaron los vínculos tradicionales entre los
y parecían menos vinculados al pueblo. Las tierras de cultivo no eran tan buenas pueblos y el Estado y enfrentaron a algunos de los pueblos con los curas de
y la cría de animales era una actividad económica más importante que en sus parroquias.
Oaxaca. Esa debilidad de los vínculos comunitarios tenía relación con una Los pueblos de esta región que se unieron a la insurrección habían sido
orientación más exterior, y más tendencia a salir del pueblo en busca de empleo, catequizados por las misiones franciscanas en los primeros tiempos de la
comercio y aventuras, lo que en tiempos de disturbios permitía a los movi- Colonia. Los franciscanos fueron algo más que líderes espirituales: fueron
mientos políticos llegar a las familias campesinas más directamente que en lambién promotores de instituciones comunales con contenido religioso.
Oaxaca. Fueron ellos quienes inspiraron el establecimiento de los hospitales de in-
Es notable el hecho de que Morelos lograra atraerse apoyo campesino en dios y las capillas de hospitales de los pueblos, que estaban bajo su direc-
su camino a Antequera sobre todo en la parte de la Mixteca rural que se ción a principios del siglo XVII, y organizaron cofradías laicas dedicadas a la
había convertido en una zona de producción comercial en los últimos años Virgen María de la Inmaculada Concepción, las cuales adquirieron tierras y
— cochinilla en este caso — , un tanto como los cambios que había sufrido ganado para mantener los hospitales. Estos hospitales indios y las cofradías
Jalisco a finales del siglo xvm. Estos reductos de pueblos oaxaqueños pue- que los mantenían tuvieron una importancia excepcional en el centro de
den haber experimentado el impacto diferencial de la agricultura comercial Jalisco, por lo menos en comparación con las partes de Oaxaca y del centro
sobre las familias campesinas que tenían tierras marginales (tierras menos de México que yo he estudiado. Conforme declinaban otras instituciones
profundas y más susceptibles a la erosión, y las lluvias en la Mixteca son comunitarias —las tierras comunales se dividían, se vendían o se alquilaban

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I
a forasteros, y las arcas de comunidad de los pueblos indios del centro de Dos transformaciones en la historia de los franciscanos y los hospitales
Jalisco estaban generalmente vacías desde mediados del siglo XVII—, esto» indios de la zona del lago de Chápala, ocurridas en el siglo xvm, pueden
hospitales y cofradías se convirtieron en lugares e instituciones que servían haber colaborado a preparar el camino hacía la insurrección. Primero, a
de núcleo a la lealtad y la propiedad comunitarias. Por lo general, el hospi- partir de 1750, la mayoría de las parroquias franciscanas fueron seculariza-
tal y su capilla se mantenían en buenas condiciones y el culto a la Virgen das, es decir, los franciscanos fueron retirados y sustituidos por curas segla-
prosperaba con el sostén de los ranchos de las cofradías, mientras la iglesia res. El resultado fue una menor continuidad en la administración de la pa-
parroquial se convertía en ruinas. Debido a los terremotos y al cuidado que rroquia, ya que los vicarios y tenientes de curas llegaban y se marchaban
se dedicaba al mantenimiento del hospital y su capilla (el trabajo comunal cada pocos años en sustitución de los propietarios (párrocos que disfrutaban
habitual en estas comunidades se destinaba durante el siglo XVIII a esas co- del equivalente a una plaza fija) ausentes o inválidos. Los habitantes de los
fradías y capillas), en ciertos momentos la capilla sirvió como iglesia parro- pueblos no siempre habían reverenciado y obedecido a sus padres francisca-
quial durante años, en estos lugares. La capilla se convirtió en el centro del nos, pero el número de quejas de y contra los curas seculares de estas pa-
sentimiento comunitario, y servía como lugar de reunión clandestino o para rroquias del centro de Jalisco hacia finales del siglo XVIH sugiere que el
las fiestas populares, en los años inmediatamente anteriores a 1810. acuerdo tácito de lealtad y colaboración entre el párroco y sus parroquianos
La insurrección de Hidalgo, con la Virgen de Guadalupe como emblema, indios ya no se podía dar por supuesto. En algunos casos, como el de Oco-
ofrecía un puente natural hacia la rebelión a los pueblos indios del centro tlán en los últimos años de la Colonia, el solitario párroco se identificaba
de Jalisco, con sus importantes cultos locales a la Virgen de la Inmaculada solamente con los españoles que vivían en los alrededores y estaba muy ale-
Concepción. Sabemos que los combatientes indios de la batalla de Zacoalco jado de sus feligreses indios, a los que consideraba idiotas y viciosos, "son
adornaron sus sombreros con su imagen.94 Hidalgo mismo, un párroco rural unos tracalístas y drogueros de profesión".97 Este alejamiento tuvo implica-
en 1810, eligió sabiamente a la patrona de la Independencia al elegir a la ciones políticas, porque el párroco era, después de todo, un vínculo crucial
Virgen de Guadalupe, que era algo más que un abstracto símbolo de piel entre el Estado colonial y sus subditos de los pueblos. Para los habitantes de
oscura del nacionalismo mexicano. Era una representación de la Virgen de los pueblos que rara vez veían funcionarios reales, y eso principalmente
la Concepción, patrona de los hospitales indios y de sus cofradías, una ima- cuando tenían que pagar impuestos, el párroco y sus vicarios eran la encar-
gen rica en significados que tenían como eje la idea de que los indios de los nación moral del sistema colonial. Al cuestionar al párroco, dieron un paso
pueblos eran gente elegida, y puede afirmarse que era el símbolo religioso hacia la ruptura con las autoridades superiores.98
más poderoso del campo mexicano. Tal vez los antiguos feligreses de los franciscanos se alejaron de sus nue-
Los pueblos de Zacoalco y de la región del lago también tenían una especie vos curas seculares y la posición del párroco perdió fuerza en general, aquí
de tradición popular de las cruces milagrosas, que se convirtió en culto regional y en otros lugares, bajo los últimos Borbones, pero los pueblos rurales toda-
y puede haber facilitado la unión entre los intereses y rivalidades locales y la vía querían tener su propio cura, que pudiera merecer su respeto y mediar
insurrección regional, al producirse un súbito quebrantamiento de la situación. aquí y en el más allá. Todavía existía la posibilidad de que un reverenciado
Un caso documentado tuvo lugar en 1720, cuando un principal indio de sacerdote —como Marcos Castellanos— dirigiera la actividad política de
Jocotepec apareció con una rama de árbol en forma de cruz en la que se sus feligreses una vez que estallara la guerra, aunque para otros debe haber
percibía vagamente una imagen, supuestamente natural, de un hombre. El sido cada vez más difícil mantener la credibilidad local si habían apoyado a
principal recorrió las poblaciones vecinas con este Cristo supuestamente mi- los realistas en 1810-1811.
lagroso para recaudar limosnas y construirle una capilla especial en las afueras Segundo, la riqueza de las cofradías en tierras y ganado era un punto
de Jocotepec. Sus peregrinaciones suscitaron al parecer mucho movimiento doloroso en estos pueblos, a finales del siglo xviil, conforme la población
en los pueblos indios del distrito, y especialmente en Tlajomulco, San Agustín crecía y la comida y la tierra cultivable se hacían escasas. En cierto sentido,
y Santa Cruz, y se vendían a mansalva los trozos de la cruz, como reliquias "las ovejas se estaban comiendo a los hombres" como había ocurrido en la
sagradas. Hasta que el principal y sus socios fueron arrestados y silenciados, España del siglo XVI. Las cofradías de los pueblos tenían cientos de vacas y
los indios de las poblaciones vecinas siguieron acudiendo en tropel a la rústica borregos y los llevaban a pastar en sus propios ranchos o en una porción de
capilla para ver el milagroso artefacto. Según dijo el párroco de Jocotepec que las tierras del pueblo destinada a ese fin. Como resultado, en cualquier caso,
presentó los cargos contra el falso culto, "la gente común es aficionada a las aumentaba la presión sobre las tierras ya limitadas de los indios. ¿Eran bie-
novedades" en esta región. nes de comunidad las propiedades de la cofradía? Los funcionarios de los

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pueblos, a fines de la época colonial, actuaban a menudo como si lo fueran, la posición tradicional de la Iglesia al secularizar las parroquias y exigir a los
ya que vendían animales de la cofradía para pagar los tributos y sufragar los curas que oficiaran sólo en español y la consolidación de vales (la ley de
litigios por tierras, los mataron para alimentarse en la hambruna de 1785- Consolidación, de 1804, por la que el gobierno real exigía los vales — derechos
1786 y cultivaban partes de los ranchos de la cofradía. La Iglesia discutía ese de retención — que tenía la Iglesia sobre propiedades reales) y la sustitución
uso de las propiedades de la cofradía para fines mundanos, argumentando del cura como maestro por maestros laicos en las nuevas escuelas primarias
ante los tribunales que eran propiedades eclesiásticas inalienables, que sólo - parte de una serie de medidas generales para reforzar el poder de la Coro-
se podían utilizar con fines religiosos a menos que el obispo permitiera es- na — pueden en realidad haber debilitado la legitimidad del Estado a los ojos
pecíficamente otros usos. Los litigios entre pueblos y curas por la adminis- de los campesinos al destrozar las expectativas locales y acostumbradas res-
tración y el uso de los bienes de la cofradía en el centro de Jalisco fueron pecto del párroco y amenazar con retirarlo del centro de la vida comunitaria.
encarnizados y no tuvieron fácil solución, a fines del siglo XVIII. A pesar de Otras innovaciones de los Borbones, y en especial los nuevos y mayores im-
las objeciones de los sacerdotes, algunos pueblos continuaron utilizando las puestos y las contribuciones extraordinarias, fueron considerados por los ha-
propiedades de las cofradías sin el beneplácito del obispo. Para 1810, las bitantes de los pueblos como violaciones de la costumbre y una extorsión
propiedades de las cofradías de muchos pueblos se habían reducido mucho inescrupulosa por parte de los representantes de la Corona.
y los pleitos sobre el derecho a disponer de ellas continuaron mucho tiempo Finalmente, los acontecimientos exteriores también están relacionados
después de lograda la Independencia en 1821. con los levantamientos y con la sostenida participación de muchos indios de
Las reformas políticas de los Borbones también contribuyeron, a partir la zona de Zacoalco y de los pueblos del lago en la insurgencia, a partir de
de 1750, en Nueva Galicia, al clima de cambio e incertidumbre que puede 1810. La marcha de las fuerzas de Torres a través de Zacoalco precipitó esa
haber debilitado las tradicionales instituciones de justicia y las formas acos- participación y, como hemos visto, mereció también algún apoyo campesino
tumbradas de resolver los problemas dentro de la ley colonial. Hubo una en los pueblos del lago. La estrategia de tierra quemada que emplearon los
tendencia a militarizar la administración política de la provincia, especial- españoles para aplastar la actividad insurgente alrededor del lago de Chápa-
mente a partir de 1790. Los subdelegados y sus tenientes eran, con más la llevó a cientos de personas, tal vez a pueblos enteros, a la insurgencia en
frecuencia que hasta entonces, oficíales militares españoles, inclinados a uti- la isla de Mezcala. La cruel represión de los españoles en diversos pueblos
lizar la fuerza antes que la persuasión. Los hacendados estaban, a fines de la empujó a sus habitantes al campo insurgente y colaboró a incorporarlos a la
Colonia, armando a sus trabajadores de confianza para defenderse de las resistencia guerrillera, que duró casi cinco años.
invasiones de tierras y de los bandidos. La formación de una Acordada in-
dependiente para controlar el bandolerismo a partir de 1790 también amplió EXCEPCIONES
la actividad de nuevas instituciones de fuerza en la vida pública, lo mismo
que la movilización de un pequeño ejército permanente y un nuevo progra- Es importante reconocer que la inquietud rural que se centró en la zona de
ma de reclutamiento de hombres aptos que no fueran indios, para integrar Zacoalco-lago de Chápala no abarcaba todo el centro de Jalisco ni todas las
nuevas unidades de la milicia. comunidades predominantemente indígenas que gozaban de una situación
El sentimiento provinciano por el que Guadalajara y Jalisco son bien co- relativamente próspera. La insurgencia no arrastró consigo a todas las po-
nocidos floreció en el siglo xviii y provocó que una amplia gama de sus blaciones indias importantes ni a todas las antiguas parroquias franciscanas
habitantes, desde los magistrados hasta los obispos, comerciantes, artesanos y cercanas que estaban sufriendo presión demográfica, escasez de tierras, co-
vaqueros, se sintieran más susceptibles ante los dictados arbitrarios y las mercialización de la agricultura, juntas secretas y divisiones internas seme-
innovaciones de los virreyes de la ciudad de México y de los burócratas de jantes. El contagio y la epidemia fueron las metáforas que empleaban los
España. Regiones como el centro de Jalisco pueden haber sido muy suscepti- realistas para expresar sus temores y planificar su respuesta a la insurgencia,
bles a las inconscientes violaciones que cometían los Borbones contra lo que como si pudiera lograrse la cuarentena de las zonas infectadas y ello pudiera
John Phelan llamaba la "constitución no escrita" de unas relaciones delicada- detener la propagación de la sedición. Pero Tlajomulco y Tonalá, dos de las
mente equilibradas por la costumbre entre soberano y subdito. Si ya no se comunidades con mayoría india más grandes y en varios sentidos más abier-
podía confiar en las antiguas normas y leyes, los jueces y los sacerdotes em- las de toda la región, poco tuvieron que ver con la causa de la inde-
pezarían a aparecer más como venales intrusos que como defensores de la pendencia y con la guerra contra los "gachupines" y los estafadores citadi-
justicia ante sus subditos de los pueblos. Los ataques de los Borbones contra nos. A finales del siglo XVH, Tlajomulco era un distrito agrícola próspero

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compuesto por nueve comunidades indias, una hacienda, seis labores y una también eran una manifestación de la creciente tensión dentro de la comuni-
población de 2 287.100 Los indios superaban a los españoles y castas por dad de Tlajomulco al final de la Colonia. Las disputas entre facciones loca-
doce a uno. Aunque los indios hacían trabajo eventual en las ricas tierras y les en torno a las elecciones anuales del cabildo llegaban ahora hasta el
los ranchos de los españoles, conservaban buenas tierras propias. Los hábi- registro de la Audiencia.107 El subdelegado se lamentaba de que un bando
tos comunales no se habían desvanecido. En ocho de los nueve pueblos, de estos indios era tan malo como el otro —todos eran borrachos irrespon-
había hospitales indios bien atendidos y capillas, mantenidos por cofradías sables, decía— y habían empezado a celebrar reuniones secretas en las que
acaudaladas, dedicadas a María Inmaculada. Algunas tierras de las cofra- planeaban vengarse.106
días todavía se trabajaban en común, para beneficio de los hospitales, y los Dado que estamos en vísperas de la ocupación de Guadalajara por To-
indios seguían hablando una versión local del náhuatl. rres, esta inquietud que domina Tlajomulco parece ominosa, especialmente
Como las poblaciones captadas por la insurrección a partir de 1810, Tla- porque el pueblo se encuentra cerca del camino de la marcha de Torres
jomulco estaba en el corazón del cinturón cerealero, rodeado por grandes desde Zacoalco a la ciudad y tiene viejos contactos con Jocotepec y los pue-
haciendas que producían para vender en Guadalajara. Tlajomulco siguió blos de la ribera norte. Sin embargo, la actividad insurgente fue notablemen-
siendo un lugar relativamente próspero para los indios; pero durante el cur- te escasa en Tlajomulco durante la guerra de independencia. Unos cuantos
so del siglo XVIII, las tierras comunales y las de las cofradías se alquilaron a tejedores del pueblo se unieron a Torres en la batalla de Calderón (y dije-
las haciendas vecinas o a recién llegados de otras poblaciones del centro de ron más tarde que habían sido reclutados y llevados contra su voluntad),
Jalisco que venían a vivir en las afueras de la población. Los rebaños de pero aparentemente no hubo un apoyo masivo, ni salieron importantes gru-
las cofradías se mantuvieron casi iguales hasta la década de 1760 y luego pos de insurgentes de Tlajomulco en 1810-11.1 A partir de 1812, los funcio-
empezaron a decrecer, especialmente tras la hambruna de 1785-86. Ya en narios reales tenían miedo de que el movimiento de Mezcala se extendiera
1775, tres de las cofradías de Tlajomulco (sin contar la del hospital) sólo hasta Tlajomulco. Unas cuantas bandas rebeldes sí llegaron a operar en las
tenían cincuenta cabezas de ganado entre todas.103 Las actividades de las montañas vecinas pero, una vez más, no hubo un movimiento masivo de
cofradías, incluidos los hospitales, declinaron junto con sus posesiones. La apoyo a los insurgentes. Varios indios de San Juan, dentro de la jurisdicción
población del distrito de Tlajomulco se cuadruplicó a 10 598 habitantes en de Tlajomulco, se unieron brevemente a los ribereños de San Luis, en no-
1821,104 los no indios aumentaron como proporción de la población total viembre de 1814, después de que un capitán de la isla de Mezcala asaltó la
para constituir alrededor del 30% y la lengua india cayó en desuso. Pero no cercana hacienda de San Lucas, pero desertaron antes del ataque planeado
hay que exagerar la importancia de los cambios demográficos. El propio contra Jocotepec. Este incidente y el caso de once hombres de San Lucas
Tlajomulco creció solamente un 27% entre 1767 y 1813 (1 678 a 2 126) y la que fueron indultados por el general realista Félix María Calleja son los
proporción de indios disminuyó sólo ligeramente, del setenta y nueve por únicos ejemplos claros que tenemos de indios del lugar que se unieron a la
ciento en 1767 al setenta y seis por ciento en 1813. insurgencia. 10
El crecimiento demográfico en este distrito sí significaba que la tierra, Los funcionarios reales y los vecinos españoles de Tlajomulco informaron
que había sido abundante para los pueblos indios de un siglo atrás, ahora que los indios profesaban lealtad a la Corona, aunque no servían de mucho
era escasa. Tlajomulco todavía producía algún maíz para vender, así como para defender el distrito contra los insurgentes. Pero en conjunto, no eran
para el consumo local, pero cada vez más hombres se dedicaban a los ofi- tampoco defensores activos de la insurgencia. Los tenientes y curas de Tlajo-
cios — Tlajomulco era un centro textil al final de la Colonia, con un comer- mulco todavía pensaban, durante la guerra, que los habitantes del lugar eran
cio regular con la cercana Guadalajara— o al trabajo como jornaleros en las "indios inquietos", pero incluso después de 1810 los indios siguieron absortos
prósperas fincas privadas. Otros, incluidos los ayuntamientos, llevaban sus en sus asuntos locales y continuaron resolviendo sus muchos conflictos a la
quejas ante los tribunales, alegando que sus límites habían sido invadidos y manera tradicional, es decir, siguieron llevando a los tibunales sus desacuerdos
sus campos dañados por el ganado de los ranchos vecinos, quejándose por en torno a las tierras, las elecciones, las tarifas ilegales y los funcionarios
el alquiler de sus tierras y alegando que las propiedades de la cofradía eran españoles abusivos. Durante un pleito por tierras en 1817, la gente de Tlajo-
del pueblo más que de la Iglesia.105 Llegaban tantos pleitos de Tlajomulco a mulco afirmó que sus títulos y privilegios se remontaban a Ñuño de Guzmán.
los tribunales reales en las últimas décadas de la Colonia que los terrate- que los había recompensado por sus leales servicios durante la Conquista.11
nientes españoles se quejaban de la naturaleza litigante de estos indios: "el La solicitud recordaba a continuación a los antiguos jefes de la comunidad
carácter de los indios de Tlajomulco es dado a las disputas". Esos pleitos que habían luchado junto a Guzmán. Tal vez porque recordaban la parte que

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tuvieron sus ancestros en la Conquista y se consideraban a sí mismos como Pero en varios sentidos, Tonalá era diferente de Tlajomulco. Los no in-
una comunidad con derecho a privilegios especiales bajo la ley española, dios eran mantenidos a una mayor distancia: sólo cinco españoles — princi-
siguieron prefiriendo operar dentro del sistema colonial de justicia incluso palmente tenderos- vivían en la población en 1792, según los registros.115
cuando se les presentaron otras formas de enderezar entuertos, en 1810. Lo Su considerable riqueza no provenía tanto de la agricultura como de su fa-
más cerca que llegó a estar Tlajomulco de un tumulto durante la época de la mosa alfarería ("la mejor que el reino puede ofrecer", decía el doctor José
Independencia fue el 3 de octubre de 1815, cuando la comunidad india llevó Menéndez Valdez en 1792)116 que se comercializaba en todo el Virreinato.
a cabo una alegre manifestación de masas en apoyo a su párroco que acababa Solamente la alfarería se calculaba que rendía una renta de 30 mil pesos al
de volver de Guadalajara con una sentencia en su favor en una caldeada disputa año para los alfareros y comerciantes de Tonalá. Como comentaba con ad-
con el subdelegado. El cura, doctor José Francisco Dávila, que se oponía a la miración Menéndez Valdez, "teniendo esta industria debía haber sido la
insurgencía a pesar de sus propios problemas con los funcionarios del distrito, más feliz [población] de la Intendencia". No lo era, según él, porque los
tenía al parecer excelentes relaciones con la mayoría de sus feligreses indios. indios eran adictos a la bebida y el juego. Muchos indios de Tonalá tenían
Él puede haber sido particularmente importante para persuadirlos de que no liacia el final de la Colonia recuas de muías y se dedicaban al comercio al
se metieran en líos.11 mayoreo, y a la manufactura de su alfarería.11 Hasta la década de 1770, los
Tonalá siguió siendo el pueblo con más conciencia indígena del centro de indios de Tonalá disfrutaron también de abundantes tierras de cultivo, a
Jalisco durante el siglo XVIII. También era el más litigante: el cabildo y los pesar de las disputas de límites con las fincas vecinas e incluso después de
indios disputaban con toda formalidad anle los tribunales sobre los no in- entregar parte de sus tierras excedentes a Salatitán en 1707 y de que sus
dios que vivían entre ellos, sobre los abusos de autoridad del cura y el sub- límites fueran revisados en 1757.118 Otros pueblos del distrito que carecían
delegado y sus tenientes, sobre ¡as apuestas ilegales; la cabecera disputaba de una artesanía lucrativa fueron menos afortunados y sus dificultades llega-
con los sujetos (comunidades sometidas a la cabecera del distrito) sobre sus ron a crearle problemas a Tonalá. En 1775, la Audiencia decidió que Tonalá
derechos políticos y autonomía, y había litigios sobre la jurisdicción de la lenía, más allá de su legua, hacia el norte y el oeste, tierras excedentes que
parroquia, sobre límites de tierras, sobre disputas internas y rivalidades en- sumaban un total de 28 5/8 caballerías, las cuales debían ser asignadas a
tre los funcionarios locales y sobre una serie de faltas reales e imaginarias al Salatitán, un pueblo agrícola que no tenía campos suficientes.119 En 1778,
honor personal por parle de los funcionarios reales y los notables indios. Tonalá volvió a los tribunales para reclamar que algunas de sus gentes no
Tonaíá presenció algunos de los más tormentosos juicios de residencia (in- tenían tierras suficientes y que gran parte de la tierra de la comunidad era
vestigaciones judiciales sobre la conducta de los funcionarios reales, en este "pedregosa y estéril". Tonalá no ganó este pleito y es posible que esa
caso, los magistrados de distrito y sus tenientes) registrados en la etapa final reclamación estuviera inspirada por el deseo de recuperar parte de lo que
de la Colonia. se había perdido en 1775, más que por una auténtica escasez de la pobla-
En ciertos sentidos, la situación de Tonalá en el siglo XVIII se asemeja a ción de Tonalá. Es cierto que algunas familias ya no cultivaban la tierra,
la de Tlajomulco. Era un distrito con buenas tierras y agua de riego, cercano pero puede haberse tratado de alfareros y comerciantes que preferían no
a Guadalajara, con un racimo de pueblos de indios (once en total) y fincas hacerlo.
privadas (tres haciendas, seis ranchos y una estancia). Tonalá sufría escasez Incluso con la insurrección de Independencia a su alrededor, los indios
de tierras como resultado del crecimiento de la población, y fue uno de los de Tonalá parecen haberse dedicado a sus asuntos como siempre. Hubo
primeros distritos que experimentaron la expansión de la agricultura comer- conflictos, pero no muy diferentes de las monótonas disputas y pleitos que
cial, lo que sumó nuevas presiones sobre la tierra y el agua y requirió el caracterizaban a la población desde hacía generaciones. Y se resolvieron de
reclutamiento de mano de obra de los pueblos para trabajar en las hacien- la manera habitual: con injurias contra el subdelegado, un breve tumulto y
das. Como en Tlajomulco, los indios superaban en número a los españoles nuevos litigios. La pequeña montaña de pleitos iniciados por hombres y mu-
del distrito por cinco o seis por uno. Ambas cabeceras eran consideradas jeres del lugar siguió creciendo entre 1811 y 1821.
por los españoles como focos de insubordinación contra los representantes En ningún otro pueblo del centro de Jalisco hubo tan encarnizados y
reales, y potenciales centros de rebelión. Tonalá se ganó esta reputación en prolongados contenciosos con los subdelegados y sus tenientes. La contro-
un tumulto que se produjo en 1791 y con una larga historia de multitudes vertida residencia del subdelegado, que empezó en 1809, se prolongó hasta
amenazantes."11 Ambas comunidades sufrían la presencia de facciones políti- 1811. Se presentaron demandas contra los indios por insultar al subdelegado
cas enfrentadas. y contrademandas contra él por abuso del cargo.m Los funcionarios indios

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de Tonalá siguieron siendo muy susceptibles respecto de su dignidad. En dos tenían abundantes tierras de cultivo, una artesanía lucrativa y pocos re-
1817, el alcalde de segundo voto indio acusó al escribano del subdelegado sidentes no indios. Dado que ambos se encontraban cerca de Guadalajara,
de insultarlo, y le advirtió que "si no se castiga como deve este delito, ningu- tenían fácil acceso a la gama de tribunales coloniales desde el alcalde mayor
no aceptará en lo subsesivo ningún cargo de República".1" El cabildo indio hasta la Audiencia, y los utilizaban con frecuencia como arena en que resol-
exigió en 1818 y 1819 un juicio de residencia anticipado para el subdelegado ver las disputas locales. Finalmente, los habitantes de ambas comunidades se
Tomás Sandi y su teniente, Gervasio Acosta, alegando que este último abu- consideraban indígenas, recordaban con orgullo a los ancestros prehispáni-
saba de su autoridad, hacía azotar a los indios sin razón alguna y cobraba cos de sus pueblos y se identificaban a sí mismos menos que otros pueblos
contribuciones y multas ilegales. Sandi se defendió a sí mismo y a su tenien- del centro de Jalisco como "indios" en el sentido colonial de la palabra. Su
te contradenunciando que los indios eran rebeldes e ingratos, borrachos y violencia política durante la época de la Independencia se parece mucho a
"adictos a la insurrección". La letanía de quejas de Sandi se refería princi- los tumultos locales de los pueblos de Oaxaca: estallidos dramáticos para
palmente al alcalde indio, Toribio Covarrubias, a quien acusaba de encabe- llamar la atención de las autoridades coloniales, como una declaración de la
zar un tumulto contra el teniente el día de Corpus de 1818, liberar a sus autonomía del pueblo.
amigos de la cárcel, desafiar la autoridad real, faltar al respeto a los repre-
sentantes del rey (específicamente, de empujar e insultar al teniente) y ame- CONCLUSIÓN
nazar con expulsar de Tonalá a todos los que no eran indios.123 Toribio re-
plicó que estos cargos contra él eran mentiras y presentó al párroco como La inquietud en el campo del centro de Jalisco aumentó de 1790 a 1821,
su testigo estrella. El párroco juró que Toribio era un buen cristiano, el más primero bajo la forma de bandolerismo, luego como insurrección en la pri-
devoto de todos los indios del lugar, un líder que entregaba su riqueza y su mera guerra de Independencia. La guerra de Independencia constituyó aquí
trabajo para la mayor gloria de las obras de Dios y un severo y recio gober- una insurrección limitada. Se centró en varias de las antiguas comunidades
nante de su pueblo, diligente en la implementación de un nuevo plan para "indias" más prósperas, con un apoyo importante de las gavillas de bandole-
asegurar el orden público en Tonalá.1'" Al parecer, los cargos más graves ros y de unos pocos criollos pero, excepto durante el breve periodo de To-
planteados por ambas partes eran hipérboles inspiradas por el espíritu de rres, no fue un levantamiento general por la independencia nacional o la
venganza. En particular, la acusación de simpatía con los insurgentes carecía revolución social. En la mayoría de las comunidades que quedaron atrapa-
de fundamento, según la opinión del procurador de la Audiencia. Al reco- das por la explosión política a partir de septiembre de 1810, se trató de un
mendar que a ambas partes se les ordenara respetar la ley y la autoridad conflicto local alimentado por agravios locales.
real, el funcionario parecía expresar su indignación por el exagerado orgullo El centro de Jalisco y las poblaciones que proporcionaron un importante
y el revanchismo que dominaban en las disputas políticas en Tonalá. A par- apoyo local a la insurgencia contra los españoles y el gobierno español a partir
tir de entonces, parece haber desatendido rutinariamente los pleitos y con- de 1810 compartían las circunstancias propias de la insurrección campesina
trapleitos contra los subdelegados y los indios de Tonalá por "ultrajes, inju- propuestas por Joel Migdal y otros: pueblos campesinos libres y dotados de
rias e irrespectos" que continuaron apareciendo sobre la mesa del alto tierras, situados cerca de un centro urbano en rápida expansión, en un escenario
tribunal.125 La agitación y la insolencia de los lugareños frente a los funcio- rural en que se estaba produciendo un crecimiento demográfico, una agricul-
narios de la Corona distinguen la vida política de Tonalá antes y durante la tura comercial y una reciente expansión de la economía de mercado con rasgos
época de la Independencia, pero resulta notable que los agravios y el des- capitalistas, y que sufrían un repentino desequilibrio en sus patrones sociales
contento no se desbordaran y se tradujeran en apoyo a la insurgencia que normales.1 Al sumarse, estos hechos acentuaban la escasez de tierra de los
tenía lugar allí cerca, en los Altos y en el lago de Chápala. La gente de campesinos y la nueva diferenciación social y económica dentro de los pueblos;
Tonalá parece inmersa en sus propios asuntos locales y los montones de contribuían a un mayor debilitamiento de los vínculos comunitarios que habían
demandas formales que llevaban a la Audiencia indican, a pesar de las que- frenado la movilidad; requerían ajustes en las formas tradicionales de vivir y
jas, una sólida lealtad hacia este sistema legal y hacia la Corona española. de ganarse la vida, y volvían a los campesinos más receptivos ante nuevos tipos
A pesar de las diferencias, Tonalá y Tlajomulco tenían en 1810 rasgos de acción política.
comunes, que pueden explicar su ausencia en la lucha que se desarrollaría El ascenso del bandolerismo en la región a partir de 1785 puede ser un
entre 1810 y 1816. Eran distritos indios populosos y prósperos, menos per- indicio temprano de los efectos sociales de estos cambios económicos del siglo
turbados por los cambios económicos y políticos de fines del siglo XVIIL Los XVIH: nuevas riquezas derivadas del comercio y la expansión de la economía

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de mercado de Guadalajara, aunadas al rápido crecimiento de la población Jalisco que estaban experimentando los perturbadores cambios descritos
de los pueblos, cada vez más escasos de alimentos y oportunidades para las aquí cuando sonó el detonador: la llegada de las fuerzas de José Antonio
generaciones más jóvenes. Este bandolerismo parece haber tenido menos que Torres. De hecho, dos de las mayores comunidades indias semejantes a Za-
ver con la primitiva protesta social planteada por Eric Hobsbawm en condi- coalco no tuvieron parte importante en la guerra. En muchos otros lugares,
ciones similares que con la existencia de algunos jóvenes inquietos que enfren- incluido Zacoalco y algunas poblaciones de la ribera del lago, tomaron parte
taban un futuro incierto como agricultores sin tierras o miembros de pueblos individuos y grupos, más que comunidades enteras: el apoyo local a Torres
cada vez más presionados por el crecimiento demográfico y la escasez de antes de que llegara a Guadalajara procedía sobre todo de los habitantes de
tierras, y que buscaban una forma rápida y segura de participar de la nueva los pueblos, pero no fue una acción colectiva de pueblos enteros. Los senti-
riqueza que veían pasar por los caminos, hacia Guadalajara. La inmigración mientos de injusticia parecen haberse centrado menos en la identidad del
y el bandolerismo se debían probablemente a fenómenos de rechazo y atrac- pueblo que en Oaxaca. Así, las difundidas metáforas biológicas del contagio
ción: gente forzada a salir de los pueblos por el aumento de la población y la y el cáncer que se apodera de las comunidades a su paso tienen un escaso
escasez de tierras por un lado, y las expectativas de empleo y de una vida mejor valor descriptivo de la dinámica insurreccional, aunque las insurrecciones
en las florecientes poblaciones o en los caminos, por el otro. Después de la incluían claramente gente que venía de lugares donde no se inició la violen-
explosión política de septiembre de 1810, el bandolerismo aumentó y a veces cia. Las poblaciones de la ribera, por ejemplo, apenas si fueron tocadas por
se confundió con los movimientos políticos y sociales, pero no constituyó el el movimiento de Torres, y se unieron a él más bien individuos que barrios o
corazón de la insurrección. Las grandes bandas de ladrones conectadas, aunque comunidades enteros. En 1811 la persistencia de algunas bandas rebeldes en
no estrechamente, con los movimientos de Independencia y el bandolerismo la zona del lago llevó a los realistas a intentar erradicarlos mediante la polí-
social se presentaron con mayor frecuencia, a partir de 1810, en la jurisdicción lica de tierra quemada, lo que a su vez produjo una nueva insurrección que
de Tepatillán, en los Altos, donde la sociedad rural se componía principalmente se podía haber evitado mediante un programa real de pacificación más blan-
de rancheros, grandes propiedades y agricultores, y donde las principales do. Aún había espacio para que un respetado párroco lograra que sus feli-
actividades económicas eran la cría de ganado y el comercio. Las insurrecciones greses se mantuvieran neutrales, si no realistas (como en Tlajomulco), o los
tenían su centro en los pueblos "indios" transicionales en la región sur de impulsara a la acción (como los párrocos que mandaban fuerzas locales, en
Guadalajara. las tropas de Hidalgo y Morelos, durante la primera guerra de Inde-
Pero la insurrección no se debió simplemente a que los pueblos indios pendencia).
más abiertos y en proceso de desintegración, situados cerca de un centro Para constituir la insurrección campesina del centro de Jalisco se reque-
urbano importante, emprendieran el camino de la guerra. Los pueblos del ría algo más que resolución, orientación hacia el exterior, dislocamiento eco-
centro de Jalisco no habían alcanzado un estadio de crisis económica tan nómico, sentimiento de injusticia, debilitados vínculos con el Estado, nuevos
agudo que pudiera explicar definitivamente el torbellino que se desató en impuestos, repentinos desequilibrios y surgimiento de cabecillas. Se reque-
1810-1816. Había un núcleo de resentimiento en los pueblos, sentimientos rían armas, suministros, comunicaciones y un lugar seguro para reagruparse
de injusticia y una identidad revivalist encarnada por los hospitales indios, la si no era posible derrotar rápidamente al enemigo. La única insurrección de
Virgen de la Inmaculada Concepción, el retiro de los franciscanos de las los habitantes de los pueblos del centro de Jalisco que se sostuvo durante
parroquias, la lucha por el control de las propiedades de las cofradías, los más de unos pocos meses tuvo lugar en la zona del lago de Chápala. Los
prolongados y costosos litigios por tierras que resultaron negativos para los pueblos de la ribera no fueron rebeldes destacados en los primeros meses
indios del distrito de Zacoalco, y cambios en la administración colonial de de la guerra, pero una vez empujados a la sublevación por la severa repre-
esta región a finales del siglo xvm que contribuyeron a la inquietud política sión de los realistas, lograron combinar sus esfuerzos y rechazar al enemigo
y al debilitamiento de los vínculos de lealtad hacia el Estado y la Iglesia durante años. El escenario del lago parece haber contribuido grandemente a
coloniales. su éxito. Las comunicaciones y el envío de suministros por agua eran más
La insurrección fue lo suficientemente rara y dispersa en su distribución, rápidos y fáciles que por tierra. La isla de Mezcala, una colonia penitencia-
en el centro de Jalisco, para que la estricta explicación materialista deba ria que simbolizaba la coerción española sobre los habitantes de los pueblos,
someterse a la influencia de las idiosincrasias de los lugares, personas y he- era una base defensiva. Ya antes verdadera fortaleza, era un terreno neutral
chos particulares. En modo alguno se sumaron a la guerra de Inde- e incluso sagrado para ellos. Tras arrebatársela a las autoridades del penal,
pendencia todos los pueblos importantes con mayoría india del centro de pudieron reunirse allí sin sentir que se trataba del terreno de ninguno de los

220 221
pueblos en particular. Tenía una perfecta visibilidad de la ribera y de las TERCERA PARTE
colinas circundantes, que permitía a los isleños prever con tiempo cualquier
ataque y contactar con sus aliados en tierra mediante señales de humo. DE LAS REBELIONES
Mientras esos amigos que permanecían en la ribera les enviaran suministros, DE INDIOS A LAS
los isleños podían resistir indefinidamente a los realistas, que intentaron to-
mar la isla una y otra vez sin lograrlo. REVUELTAS CAMPESINAS

222
I LA GUERRA DE LOS CAMPESINOS DEL SUROESTE
MEXICANO EN LOS AÑOS 1840: CONFLICTO EN UNA
SOCIEDAD TRANSICIONAL

John M. Hart

Los hombres hacen su propia historia, pero no la


hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias ele-
gidas por ellos mismos, sino bajo aquellas cir-
cunstancias con que se encuentran directamente,
que existen y transmite el pasado. La tradición
de todas las generaciones muertas oprime como
una pesadilla el cerebro de los vivos.

Karl Marx, El dieciocho brumario de Luis Bo-


naparte

Entre 1842 y 1845 el suroeste de México se vio barrido por diversos levanta-
mientos peasant con base en pueblos que, en el curso de su desarrollo y su
supresión, revelan las contradicciones culturales, políticas y económicas de
la sociedad mexicana.1 La zona en que se produjeron los disturbios abarca
parte de los actuales estados de Oaxaca, Guerrero, Puebla, Morelos, Méxi-
co, Chiapas y Michoacán. El crecimiento de la agricultura comercial y ex-
portadora, la competencia entre facciones rivales de las élites, los múltiples
agravios de los campesinos y el estado de acuartelamiento del gobierno na-
cional colaboraron de manera importante al surgimiento, el desarrollo y, por
último, la supresión de la rebelión. Durante el resto del siglo XIX, el conti-
nuado avance hacia el norte del desarrollo de la agricultura comercial y la
industria orientada a la exportación produjo olas de violencia repetidas y
similares, que recorrerían las zonas afectadas del país hasta desembocar en
la conflagración generalizada de 1910.
Los cuatro años que duró la oleada de disturbios y sus resonancias poste-
riores, igualmente prolongadas, hasta 1849, se caracterizaron por condicio-
nes claramente identificables de los diferentes regímenes implicados en la
revuelta y por contradicciones sociales universales que no sólo trascendían
la enorme zona geográfica implicada, sino a la población participante. Esta
rebelión, como la mayoría de las que se produjeron en el centro de México
entre 1810 y 1910, fue "moderna" en sus motivaciones económicas. Fue re-
sultado de los dislocamientos económicos y sociales producidos por el desa-
rrollo de las fincas agrícolas privadas y por el uso comercial de la tierra, que

225
despojaban de ella a los pueblos. Los rebeldes compartían algunas de lai
aspiraciones más avanzadas y los más altos valores del orden social liberal,
como la autodeterminación, el libre comercio y la abolición de los tributos y MICHOACÁN

diezmos. Sin embargo, su rebelión también tenía su origen en una defensa


de la economía, el gobierno y la forma de vida tradicionales y relativamente
autónomos de los pueblos libres. En ella se combinaban el levantamiento
peasant autodefinido y autodirigido y la crisis de una élite paralítica tanto en
el nivel local como en el nacional. La rebelión se convirtió en una reacción
conspiratoria y anarquizante frente a las intrusiones del exterior, que ideali-
zaba el mayor grado de autonomía económica y política que se había disfru-
MÉXICO
tado en el pasado.
Las sublevaciones empezaron en la zona de transformación económica
situada entre la frontera norte de Oaxaca y Acapulco, donde la economía de
los pueblos estaba siendo sustituida por la agricultura de latifundio con pro-
pietarios ausentistas. La chispa que las encendió fue una crisis de la élite
que paralizó los mecanismos represivos del Estado y puso en movimiento a MORELOS

los descontentos peasants medios, en este caso los jefes tradicionales de los
pueblos náhuatl, yopes y tlapanecas. La crisis de la élite suscitó luego una
lucha mucho más profunda entre el campesinado indígena sitiado, que se
esforzaba por salvaguardar su forma de vida, y un México europeizado e
intruso, con su lengua, sus costumbres y su economía forasteras. En cada
uno de los amplios sectores de mayor violencia y disturbios, la Costa Chica,
Tlapa, Puebla, la cuenca del río Balsas al norte de Guerrero y al sur de
Michoacán, y a lo largo de la carretera transístmica de Tehuantepec, la agri-
cultura comercial se hallaba en pleno desarrollo. El latifundio era su modo
de organización. Un nivel significativamente menor de violencia se desarro-
lló en el centro de la zona rebelde, a lo largo de la costa de Oaxaca, donde
algunos elementos de las jerarquías de los pueblos participaron en el desa-
rrollo del cultivo cafetalero a pequeña escala.2
Dada la rapidez con que se transformaba la tenencia de la tierra en la
región y el choque resultante del crecimiento de la agricultura latifundista,
lo que estaba en juego era la supervivencia misma de los pueblos. Progresi-
vamente despojados de su base económica, los habitantes de los pueblos no
tenían en realidad la alternativa de una huida geográfica hacia los centros
urbanos, tan frecuente en la posterior cultura campesina. Dado que la revo-
lución industrial mexicana todavía no había empezado, las culturas campesi-
na e indígena eran todavía distintas de las ciudades de influencia europea, y
la asimilación migratoria urbana a gran escala estaba fuera de cuestión.
En 1842 el municipio de Tecoanapa, al sur del actual estado de Guerre-
ro, y los pueblos y poblados de alrededor se enfrentaban a un desesperado CHIAPAS

problema de asfixia, debido a las invasiones de tierras llevadas a cabo por la LÍMITES Y PUNTOS FOCALES DE AGITACIÓN DURANTE LOS LEVANTAMIENTOS DI I A
expansionista hacienda de San Marcos. Para sus dueños, la hacienda era una DÉCADA DE 1840

226 i! I
combinación altamente rentable en minería, madera, ganado y agricultura. intervinieron los regidores de la ciudad de México, la Audiencia devolvió la
Era representativa de la agricultura comercial-capitalista que estaba trans- hacienda a sus antiguos dueños.5 Entre 1800 y 1810, la hacienda naufragó,
formando parte del centro y el sur de México en términos de tenencia y uso sitiada por la sequía, la inquietud laboral en Sultepec y la pérdida del co-
de la tierra, comercio exterior, cultura y relaciones de clase, en un momento mercio de los galeones. Luego vino la revolución. Las muías de Sultepec, a
del siglo XIX que generalmente se describe como de "estancamiento econó- las que la hacienda suministraba madera, carne, sal y productos agrícolas,
mico". La relación que existe entre la actividad agrícola crecientemente ca- cerraron. El envío de ganado a la ciudad de México era imposible. Los ad-
pitalista, los cambios en la tenencia de la tierra y la inquietud agraria en el ministradores de la hacienda huyeron y las instalaciones cayeron en desuso.
sur de México, desde Yucatán hasta Michoacán, exige que rechacemos la Los pueblos vecinos empezaron a trabajar las tierras más cercanas, que ha-
teoría del "estancamiento" en lo que se refiere a la parte suroeste del país. bían reclamado históricamente, pero sobre las cuales la hacienda también
La hacienda de San Marcos era el resultado del impulso empresarial, a tenía escrituras.6
principios del siglo xvin, de Jacinto del Castillo y Merlo y del más tarde Una vez alcanzada la independencia nacional, lahacienda, con nuevos
coronel Juan Eusebio Gallo, de la guarnición de Acapulco. En los años dueños y tras recuperar sus mercados urbanos, empezó a consolidarse de
1740, Gallo consolidó una porción considerable de las posesiones principa- nuevo. Pero su tamaño se había reducido mucho. Su frontera sur iba desde
les de la hacienda y produjo rentablemente algodón en el valle del río Nex- el océano, a lo largo del río Cópala, hasta Mexcaltepec, setenta kilómetros
pa, vendía carnadas a la Manilla Noa y algodón, cacao, sal, madera, vacas, al norte de su frontera anterior. En el interior, los pueblos de la región de
borregos, toros de lidia y otros productos a Acapulco, las florecientes minas Tecoanapa, Nazintla y Tixtla no habían sufrido la administración activa de la
de Sultepec y los crecientes mercados urbanos de Cuernavaca y la ciudad de hacienda de San Marcos desde hacía casi veinte años.7
México. Gallo creó las bases de una vasta finca comercial de exportación De jure, las tierras de la hacienda aún abarcaban desde el Papagayo hasta
semejante a algunas otras que poseía cerca de Guadalajara, en Jalisco, y el Cópala y, hacia adentro, hasta Nazintla, con propiedades dispersas más al
Ciudad Victoria, Tamaulipas. Su familia tenía espíritu de empresa. Su her- norte. A fines de la década de 1820, el propietario empezó a consolidar sus
mano, alto funcionario en la Catedral Nacional, dirigía una red similar de posesiones, y a actuar contra la cofradía y las comunas de los pueblos den-
huertos alrededor de la ciudad de México. En 1765 sus herederos vendieron tro de los límites de la hacienda. A través de una serie de tomas de tierras
San Marcos por 22 mil pesos a don Francisco Palacio y Castillo. posibilitadas por la periódica y complicada legislación estatal sobre tenencia
Durante los siguientes veinticinco años, la hacienda prosperó, junto con la de la tierra emitida a partir de 1824, el resto de los peasants de los pueblos
dinámica economía de la Nueva España del siglo XVIII. En 1778, su poderoso libres de la región de Tecoanapa, al igual que todos los de la mayor parte de
propietario, don José Antonio Palacio del Castillo, de la ciudad de México, y la región suroeste que estudiamos aquí, tuvieron que enfrentarse a la alter-
su esposa doña Teresa Suárez del Rosal tenían propiedades que iban desde nativa de compartir el destino de muchos de sus vecinos como trabajadores
el municipio de Cuajinicuilapa en la costa, junto a la frontera oaxaqueña, hacia residentes en las grandes haciendas, trabajando unas tierras que conside-
el interior hasta Ometepec, y muy adentro del actual estado de Guerrero hasta raban suyas, o emigrar.8
Nazintla y el río Omitían. Por el norte, sus propiedades se extendían a lo largo Los habitantes de los pueblos del sur de Guerrero, los mulatos y zambos
del río Papagayo, por el antiguo Cacahuatepec, hasta Chacalapa y la costa. La de la costa, los mestizos de los valles y los indígenas de la sierra se habían
hacienda incluía también algunas propiedades dispersas entre el río Omitían sublevado en 1832-1833 contra el renovado proceso de toma de tierras y los
y Tixtla de Guerrero, en el camino entre Chüpancingo y Chilapa. La transfor- nuevos impuestos. En esa ocasión, se unieron a los campesinos, hacia el sur,
mación de la tenencia de la tierra había convertido las parcelas de subsistencia hasta el istmo de Tehuantepec, en una rebelión que pretendía expulsar a los
de \ospeasants en grandes latifundios de agricultura comercial yexportadora, que ellos consideraban gobiernos extranjeros de la ciudad de México, Aca-
propiedad de forasteros capitalistas. pulco y Chüpancingo, y para eliminar lo que constituía intromisiones cultu-
Desde 1780 hasta los primeros años del siglo XIX, la hacienda sufrió gran- rales y expropiación de su productividad. Como me dijo una vez un dirigen-
des pérdidas. Primero, el administrador Manuel García Herreros y Sanz de- te de un pueblo: "¿Por qué los campesinos, los que producimos los
fraudó a la joven heredera María Antonia Palacio del Castillo, y finalmente alimentos, tenemos que alimentar a las ciudades y no sacar a cambio lo
la convenció de vender en 1790 por sólo 122 928 pesos. Seis años más tarde, suficiente para mantenernos?" Ese levantamiento fue sometido mediante el
el nuevo marido de María Antonia, el comerciante español don Antonio uso combinado de la fuerza armada y la mediación del hombre fuerte de
Fernández de la Muria, le puso pleito. En 1799, tras una lucha en la que Acapulco, el general liberal Juan Álvarez. Para 1842, la hacienda de San

228 229
Marcos había recuperado gran parte de su antigua grandeza, reclamando las miento. Recordaron a la gente de Tecoanapa el apoyo que habían prestado
propiedades perdidas y utilizando las leyes de denuncia de tierras promulga- los liberales a los derechos políticos del municipio y a la "justicia agraria". En
das en 1828 para hacer juicios hipotecarios a las antiguas posesiones recla- una arenga pública, Alvarez invitó a los peasants de Tecoanapa a prepararse
madas por los pueblos en toda la región. En 1842, la hacienda comprendía para luchar si era necesario y defender sus derechos políticos tradicionales y
más de 200 mil hectáreas.9 sus tierras. Quedó claro, por su comportamiento tras el inicio de la sublevación,
Fue entonces cuando una crisis de la élite, cuyas preocupaciones estaban que los dirigentes liberales de la región querían provocar la violencia campesina
más allá de los horizontes políticos de los peasants, hizo estallar uno de los para bloquear a Santa Anna. Pero no podían imaginarse la amplísima conmo-
motivos de preocupación más aterradores y violentos para la élite mexicana: ción social, de base clasista, que estaba a punto de estallar.1
la guerra peasant. En 1841, el nuevo, conservador y frecuente presidente de Cuando se fueron los políticos liberales, una oleada de miedo barrió las
México, Antonio López de Santa Anna, aceptó un plan para crear un nuevo poblaciones cercanas a Tecoanapa. Los hombres de las rancherías, poblados
estado con el territorio del departamento de México, que actualmente ocu- y pueblos del distrito se reunieron en una ladera fuera del municipio y, en
pa el estado de Guerrero. Una asamblea de "notables" acordó los límites su pánico, decidieron que estaban a punto de perderlo todo. La vecina ha-
del nuevo departamento y seleccionó Chilpancingo como su capital. El caci- cienda de San Marcos, con su opulento, culto y odiado propietario, el doc-
que de Chilpancingo, Nicolás Bravo, como aliado conservador del presiden- lor Gutiérrez Martínez, cayó víctima del ataque de los peasants. La casa fue
te, comandante en jefe del Ejército del Sur y él mismo futuro presidente, incendiada, las cosechas robadas y las mojoneras de los lindes trasladadas
convocó la reunión, y estaba claro que dominaría política y militarmente el para devolver a los campesinos las tierras en disputa.13
nuevo departamento,10 Para alarma de los propietarios y mayordomos locales, muy conscientes
Pero Alvarez y los hombres fuertes locales, liberales, controlaban tradicio- de las diferencias raciales, los trabajadores afro-mexicanos de las haciendas
nalmente gran parte de la región costera del futuro departamento, incluida la que tenían agravios por tomas de tierras desempeñaron un papel destacado
zona de Acapulco y el distrito de la Costa Chica, en el inmediato sur, que en las acciones violentas. Éstas se contagiaron a continuación a las propie-
incluía Tecoanapa. Alvarez era un inquebrantable rival y enemigo de Santa dades vecinas. La ambivalencia inicial de los arrendatarios de las haciendas
Anna y Bravo. La reorganización del departamento de México amenazaba con frente a la revolución pronto fue sustituida por un nivel de intensidad com-
situar zonas de la Costa Chica, hasta entonces pertenecientes al departamento parable a la de la participación de los tarascos en la Independencia, que al
de Puebla, con su lejana administración, bajo la égida de Bravo en la cercana principio vacilaron y luego convirtieron Michoacán en un escenario san-
Chilpancingo. En las condiciones existentes, Alvarez dominaba las zonas del griento. Muchas de las haciendas eran de conservadores ausentistas que re-
Pacífico del departamento de Puebla y tenía desde hacía mucho tiempo in- sidían en la ciudad de México y en Acapulco. Las unidades militares locales
fluencia sobre territorios que llegaban hasta Tlapa, donde poseía algunas del Ejército del Sur estaban al mando de Alvarez, el caudillo liberal de Aca-
haciendas. Los cambios propuestos ponían todos esos territorios bajo la juris- pulco. Éste demoró varios días el cumplimiento de las órdenes de aplastar
dicción de Bravo, su odiado rival. Los liberales se oponían a la propuesta de la revuelta que le dieron desde la ciudad de México. El gobierno del depar-
incluir Tecoanapa, la Costa Chica y la región de Tlapa hacia el noreste en el lamento de Puebla se negó abiertamente a cumplir la orden del gobierno
departamento de Puebla.11 La reorganización habría minado la posición ya nacional de reprimir el levantamiento, porque al principio los dirigentes po-
fuerte de los liberales frente a los conservadores en el suroeste de México. blanos consideraron erróneamente que la insurgencia apoyaba la petición de
En febrero de 1842, Santa Anna tomó medidas para reforzar su posición la región costera de ser incorporada a su jurisdicción,
política nacional y la de sus aliados conservadores, los terratenientes priva- Al principio, las autoridades liberales de la costa no se dieron cuenta ni
dos. Autorizó a los hacendados a mantener unidades de caballería con la de la gravedad de la violencia ni del ataque contra la agricultura,comercial y
aprobación de los gobernadores de los departamentos y fijó nuevos impues- la propiedad privada que la sublevación representaba. Pero cuando la rebe-
tos de un real per cápita al mes para los habitantes de los pueblos. lión amenazó las haciendas de los aliados liberales del general Alvarez, éstos
En marzo se aprobó el plan para incorporar la región costera al nuevo reprimieron brutalmente, aniquilando virtualmente Tecoanapa para evitar el
departamento controlado por el cacique conservador de Chilpancingo. Deses- contagio antes de que se extendiera. Se restauró la "paz" en la región el 18
perados, el caudillo liberal de la Costa Chica y su cabecilla de Acapulco de abril, pero las autoridades habían llegado demasiado tarde.14
recorrieron sus territorios llamando a la gente a unirse a ellos para manifestar Cuando los dragones liberales castigaron a los que habían ido demasiado
su oposición al nuevo trazado de límites, los nuevos impuestos y el recluta- lejos en Tecoanapa, los rebeldes campesinos se dispersaron por el campo,

230 231
hacia el sureste y el noroeste, en lo que se estaba volviendo una revolución Al final de la época prehispánica, Ayahualulco era una poderosa cabece-
de tierra quemada, en una zona de 100 mil kilómetros cuadrados. A las dos ra de lengua náhuatl de un distrito que iba desde la zona de la actual Tixtla
semanas, los peasants encolerizados de los pueblos, mezclados con trabaja- por el oeste, hasta la zona yope que rodea Atlixtac por el este. De norte a
dores de las haciendas, se entregaban a actos de violencia contra los terrate- sur, gobernaba desde el distrito de Zitlala hasta Quechultenango. En 1480,
nientes en una zona que iba desde el norte de Oaxaca hasta los valles situa- triunfó en una guerra que abarcó toda la zona. Más tarde, encabezó la pro-
dosjusto al sur de Chilapa.15 longada resistencia contra los intrusos españoles en la región. Durante los
Alvarez fue acusado por las autoridades de haber provocado en parte la tres siglos de colonia española, el pueblo siguió siendo cabecera y centro de
sublevación de la población de Quechultenango al entrar en ella con 2 mil la resistencia indígena, encabezando a los peasants en periódicas rebeliones
campesinos e invitar a los ciudadanos, según entendieron los peasants, a to- contra los encomenderos españoles, los herederos de Montezuma y sus caci-
mar las tierras que les habían sido arrebatadas. Los pueblos y poblados del ques acuartelados en Chilapa.18
municipio de Chilapa se aliaron a los de Quechultenango en la toma de Durante toda la época colonial y el siglo XIX, los dirigentes de los pue-
tierras, la quema de haciendas y la expulsión de los mayordomos y emplea- blos de Ayahualulco procuraron defender la cultura indígena, mantener la
dos leales, ocuparon las tierras que habían perdido trasladando las mojone- lengua "mexicana" y conservar las tierras de los pueblos de su distrito. Un
ras que, según decían, habían sido movidas por los terratenientes. Los pea- aspecto de estos esfuerzos es que los pueblos del antiguo distrito de Aya-
sants de la región se sublevaron bajo la dirección del comisario electo hualulco, a diferencia de algunas partes de México, habían evitado la adop-
encargado del comité de defensa del pueblo de Ayahualulco, José de Abar- ción de nombres cristianos. La defensa de la economía y el gobierno indíge-
ca. Los Abarca eran una de las principales familias de la ex-cabecera. Uno nas llevó a Ayahualulco a repetidas confrontaciones con la orden de los
de los hermanos de José, Manuel, era un general de las fuerzas liberales de agustinos, que construyeron un monasterio en la montaña, Payanatzin, y te-
Juan Alvarez. La mayoría de los terratenientes afectados vivían en las ciuda- nían grandes propiedades que iban hasta Apantanizingo y ocupaban gran
des de Chilapa y Chilpancingo, pero las mayores propiedades pertenecían a parte del territorio prehispánico de Ayahualulco. Los mayordomos de los
los herederos del emperador azteca. En mayo, las fuerzas enviadas por Ni- Montezuma, acuartelados en Chilapa, utilizaron la fuerza armada y los sub-
colás Bravo, el caudillo conservador de Chilpancingo, lograron contener terfugios legales para obtener propiedades cada vez mayores. También tu-
temporalmente a los peasants del sur de Chilapa, pero no sin que antes, en vieron enfrentamientos violentos con los ayahualulqueños. Durante la lucha
su desesperada lucha, redujeran a escombros las casas grandes, quemaran de Independencia, Ayahualulco y la gente del valle apoyaron materialmente
los campos, destruyeran las máquinas y murieran por cientos, y que los emi- y participaron en el ejército insurrecto del sur.19
sarios de la revolución campesina llegaran por el campo hasta Zitlala en el Después de 1821, la alianza entre los herederos de Montezuma y Nicolás
norte, Tixtla en el oeste y Atlixtac en el este: la frontera oriental de la zona Bravo de Chilpancingo tuvo por resultado que la cabecera de distrito fuera
de lengua náhuatl con los yopes, en esa parte de Guerrero. A partir de ese trasladada del comunal Ayahualulco a Chilapa, más pequña y menos prós-
momento, el violento enfrentamiento entre élites y peasants se hizo más en- pera, pero predominantemente mestiza y privada. Tras la pérdida de su ca-
carnizado, constituyendo una guerra casi sin cuartel. Para entonces, el libe' tegoría de jure como cabecera de distrito, Ayahualulco fue perdiendo su
ral Alvarez estaba colaborando con el gobierno en sus intentos de parlamen- fuerza económica y demográfica, pero conservó su papel de "mata de la
tar con los rebeldes. indígena", encabezando a los pueblos de los alrededores en una desespera-
Las tierras en disputa eran lastimosamente pobres, pero la resistencia da resistencia contra los forasteros intrusos.20
peasant se mantenía al sur del distrito de Chilapa debido a la crisis política Desde las guerras de independencia hasta los años 1840, la lucha en Gue-
que había surgido entre el pueblo montañés de Ayahualulco y los caciques del rrero consistió principalmente en unidades y combates locales, basados en
municipio de Chilapa. El conflicto político nacional que paralizaba al gobierno un pueblo en armas. Los insurgentes peasant con frecuencia tomaban y re-
en su intento de aplastar rápidamente la revuelta se combinaba con las con- distribuían las propiedades cuando se aflojaba la disciplina impuesta por el
tradicciones locales entre sectores antiguos y nuevos de la élite, vinculados a gobierno nacional o regional. Los peasants del sur de Chilapa luchaban por
la nueva economía y a la nacionalidad independiente, favoreciendo así la guerra el control de los medios de producción y por su forma de vida. Sólo en
peasant. La experiencia de Ayahualulco en el conflicto con Chilapa, la pérdida Guerrero, más de cien pueblos, rancherías y poblados, con una historia de
de tierras, el sometimiento y la resistencia es común a la población campesina disputas por la tenencia de la tierra, o disputas políticas y culturales simila-
de toda la región, pero la historia de su liderazgo es excepcional. res a las de Ayahualulco, participaron en el levantamiento de 1842.31

232 233
Entre 1828 y 1831, las primeras leyes agrarias se aplicaron a los valles del la ley y el orden de la élite en el territorio que rodea Ayahualulco y hasla la
sur de Chilapa y muchos empresarios de la ciudad de México, Chilapa y devastada hacienda de Nanzintla, veinticinco kilómetros al sur, los contin-
Chilpancingo, incluidos los herederos de Montezuma, se beneficiaron de la gentes depeasants armados ya habían dejado la región llevando la subleva-
redistribución de las tierras. "Casi todos los estados comenzaron el reparto ción en todas direcciones. Fueron hacia el norte, más allá del municipio de
de las tierras de las comunidades antes de la Reforma." Durante las siguien- /itlala hasta Sultepec y Cuernavaca. Pronto los pueblos yopes de alrededor
tes tomas de tierras, el valle situado bajo Ayahualulco estuvo intensamente ilc Atlixtac participaron en el levantamiento, incluido San Feliciano de Pe-
patrullado por soldados y hombres armados bajo la dirección del mayordo- latlán, que había perdido las tierras originalmente otorgadas por la Corona
mo de los Montezuma, "el Gigante" Martín Salmerón. La&peasants negocia- en 1537 y confirmadas por la Audiencia el 19 de junio de 1774. La rebelión
ron lo mejor que pudieron, pero sufrieron grandes pérdidas. Algunos pue- pronto se extendió más allá, hasta las zonas tlapanecas, tanto al sur como al
blos quedaron reducidos a una mínima parcela de medio kilómetro norte de Tlapa, a través del distrito de Huamuxtitlán, para invadir finalmen-
cuadrado inmediatamente adyacente a una zona poblada. Otros pueblos o le el departamento de Puebla. Los ejecutores locales de la ley fueron expul-
caseríos más pequeños aún salieron peor librados. Si no tenían la documen- sados del campo y buscaron refugio en Tlapa, que los insurgentes rodearon
tación adecuada, hasta las zonas pobladas quedaban condenadas. Aquellos y sitiaron en forma. Entre tanto, otro contingente se encaminaba hacia el
poblados que se dispersaban linealmente sobre la ladera de una colina eran oeste, siguiendo la cuenca del río Balsas hacia Michoacán.25
especialmente vulnerables, y algunos simplemente se desintegraron. Pero el contingente que salió del valle situado bajo Ayahualulco y partió
La gente de Ayahualulco perdió sus últimas tierras como resultado de las hacia Tlapa era el que constituiría la amenaza más grave para el gobierno. En
disputas de la década de 1830, pero pudieron evitar convertirse en jornale- 1843, a pesar de haber sido derrotado por los dragones de Hueycaltenango,
ros de las haciendas comerciales gracias a que lograron llegar a un acuerdo llevó su influencia hasta los yopcs, que lomaron y redistribuyeron tierras,
con los propietarios de un monte cercano, la familia Montezuma. A cambio quemaron haciendas y confiscaron las cosechas. La revuelta pronto se extendió
de limpiar la cumbre del monte y entregar la madera a los propietarios, al distrito de Tlapa, envolviendo a esa población con sus muchos "españoles".26
Ayahualulco tenía derecho a comprar la tierra así desmontada a un precio La zona, poblada por tepanccas, nahuas y mixtéeos, era una comarca
razonable. En 1833 tuvo lugar un enfrentamiento armado entre el pueblo y agrícola que contenía nuevas plantaciones de tabaco, azúcar, trapiches y
los Montezuma por la cantidad y el costo de la tierra que éstos debían ce- plantaciones de algodón "experimentales", así como haciendas ganaderas,
der. La lucha se intensificó y se confundió con el levantamiento peasant ge- listaba sufriendo una rápida transformación de la propiedad peasant y tradi-
neral que barrió Guerrero ese año. La intervención del ejército en el distrito cional de^ los pueblos a empresas orientadas industrial y comercialmente. El
logró que la tierra quedara en manos de los Montezuma. Ayahualulco con- general Álvarez era dueño de varias de las haciendas comerciales, incluida
servaba la categoría de pueblo pero se convirtió en lo que había tratado de la de La Providencia. La zona en transformación iba desde Matamoros, en
evitar: una comunidad de agricultores arrendatarios. En los trece años el actual estado de Puebla, hasta la xana de Tlaxiaco, en Oaxaca, por el este.
transcurridos desde la independencia nacional, había perdido la categoría El levantamiento se extendió por las zonas sin que al parecer lo limitaran las
de cabecera, gran parte de su población y virtualmente todas sus tierras. barreras étnicas. Los pueblos de Oztocingo, Ocotequila, Potuicha, Patucha,
En 1842, una nueva generación de ayahualulqueños que recordaban las Zapotillán, Tablas, Cuautololo, Copantoyac y Talquitzalapa tenían antiguas
humillaciones de 1832, recibieron a los emisarios revolucionarios de Tecoanapa dotaciones de tierras. En 1758, durante las primeras usurpaciones graves, los
y lucharon de nuevo, como harían en varios levantamientospajíaíjí posteriores pueblos hicieron autentificar sus escrituras. Entre 1818 y 1828, repitieron el
a lo largo del siglo XIX hasta unirse a Zapata en 1910 y, aún más tarde, a procedimiento. "Con fecha 5 de febrero de 1827 [...] el Juez de Primera
Genaro Vázquez, Lucio Cabanas y movilizaciones que llegan hasta 1978. Instancia procedió [...] [al] deslinde y amojonamiento de las tierras de di-
En 1842, el pueblo todavía se identificaba con un calpulli y con la lengua chos naturales." En 1830 y 1835, los pueblos de Tlapa se rebelaron. En 1843,
"mexicana", lo que indicaba un vínculo consciente con su linaje de élite pre- la lucha llegó a su culminación. Durante alrededor de dos semanas varios
colombina. Ha servido durante más de quinientos años como punto de reu- miles de peasants mal armados y apenas organizados intentaron tomar Tla-
nión a la gente del distrito en la defensa de la cultura indígena, el gobierno pa, y el ejército federal no pudo romper el cerco y levantar el sitio h^ita el
autónomo del pueblo y la economía peasant^ contra los invasores forasteros 10 de mayo. Entre tanto, un contingente del ejército que iba hacia el sur,
y la agricultura comercial.24 desde Puebla, para ayudar a romper el sitio de Tlapa fue interceptado al
Mientras la caballería de Bravo procedente de Chilpancingo restablecía sureste de Puebla por insurgentes campesinos y sufrió graves pérdidas.

234 235
La lucha continuó en la zona de Tlapa-Tlaxiaco hasta 1849. El levanta- en medio de la zona conflictiva de la frontera entre Michoacán y Guerrero,
miento de 1843 fue suprimido por las fuerzas aliadas de Bravo y Álvarez en informaba que las tierras en disputa habían pertenecido "durante más de un
1844. Sin embargo, estalló pocos meses después, cuando el gobierno anunció siglo a un propietario privado". Estos pueblos se rebelaron por primera vez
nuevos impuestos para todos los cabezas de familia. Álvarez, encargado por en 1843-1844 y de nuevo en 1845, cuando se anunció el nuevo impuesto.31
el gobierno de reinstaurar el orden en la zona, recurrió simultáneamente a Los pueblos de Sultepec llevaron a cabo una prolongada resistencia legal
la defensa verbal de la abolición del impuesto, la devolución de la tierra a a la toma de madera, agua y otros recursos por los propietarios de las cerca-
los pueblos y la revocación del nuevo impuesto sobre el tabaco, y a la repre- nas minas y latifundios, que constituían la infraestructura de la industria mi-
sión contra los que continuaban sublevados. nera, y llevaron a cabo varios levantamientos. En 1829, Texcaltitlán "expresó
La rebelión se extendió desde Tlapa, hacia el norte, hasta Huamuxtitlán y agravios" contra la hacienda en expansión de La Gavia y el ex conde de
Cuálac, y por último a los distritos de los alrededores de Chiautla, Actlán e Regla. "Que la hacienda no les permite sembrar las tienas que sembraron el
Izúcar, al suroeste de la actual Puebla. Esa zona, étnicamente compuesta año pasado (1828)." La tierra había pertenecido al pueblo desde la conce-
por mixtéeos y mestizos, había sufrido una notable consolidación agraria du- sión de doce sitios de ganado mayor en 1529. Los disturbios, que podían
rante la última mitad del siglo xvm que provocó un gran levantamiento de convertirse en violentas huelgas de tipo industrial que incluían el sabotaje y
indios en 1780. El proceso de crecimiento de la agricultura comercial conti- el asesinato, fueron constantes a partir de los años 1770. Los pueblos situa-
nuó durante el hiato de diez años que produjeron las guerras de Inde- dos al este del distrito de Sultepec se resistieron a la usurpación de sus
pendencia. Para los años 1840, casi todo el distrito de Tlapa estaba dentro tierras por la hacienda en expansión de Puente de Ixtla. Al suroeste de Mo-
de los límites de unos siete latifundios. Parte de la producción de éstos esta- relos florecía la producción azucarera entre las quejas de los campesinos
ba orientada a una nueva mina de cobre, mientras otra parte se destinaba a inmigrantes oaxaqueños de que no les habían dado las tierras que les pro-
Puebla y a la ciudad de México. La respuesta de los campesinos, además de metieron a cambio de establecerse en las haciendas, unos veinte años antes.
la participación en los levantamientos de 1780, 1810-1821, 1830 y 1835, con- Antiguos pueblos reclamaban por la usurpación de sus propiedades. La re-
sistió en un intenso bandolerismo social que reivindicaba la legendaria tradi- belión de las rancherías y pueblos que rodeaban las haciendas de Puente de
ción de "robar a los ricos para dar a los pobres". Ixtla y Temixco duró poco, porque las autoridades tenían fácil acceso a esta
Hacia 1843, las disputas de tierras en la zona de Tlapa, Tlaxiaco e Izúcar, zona a través del camino México-Acapulco.32
tras la consolidación de la agricultura comercial, se vieron complementadas A lo largo de la costa de Oaxaca, disputas locales que habían durado
por los desesperados esfuerzos de los campesinos por preservar la vida cul- siglos enfrentaban a las cabeceras de distrito de Jicayán y Pochutla, con sus
tural indígena y obtener unos salarios menos "raquíticos". Los rebeldes, emprendedores caciques, contra sus sujetos comunales. Después de la Inde-
aunque todavía pre-ideológicos, proclamaron varios planes para protestar pendencia surgieron élites políticas y económicas locales, con sus fincas,
por los impuestos y exigir autonomía municipal, la devolución de las tierras grandes y altamente rentables, de café, a expensas de las tierras comunales
y salarios más altos de las haciendas en las que trabajaban. Entre los pue- que reclamaban los sujetos de sus distritos. En 1842-1843, los campesinos de
blos más agraviados se contaban Ahuatepec, Acatzingo, Xalpatlahuac y Tla- los pueblos comunales adyacentes a Jicayán y Pochutla, cuyas antiguas tie-
quilzingo. Este último había perdido tierras frenta a la finca de la Mesa rras estaban ahora dedicadas al cultivo de café, se unieron a la revuelta que
Ahuacatitla. La lucha en Tlapa, el sur de la actual Puebla y el noroeste de se extendía hacia el sur desde Tecoanapa. En el municipio de Azoyú, el
Oaxaca continuó intermitentemente hasta 1849; conflicto derivaba de los esfuerzos de la cacica local por obtener tierras
La zona norte de la rebelión iba desde el sur de Morelos, alrededor de para la producción de café. "[...] En el año pasado de 1833, por queja que
Tlaquiltenango, Xochicalco y Miacatlán, al oeste, hasta los distritos de Ocui- promovió el pueblo de Huehuetán y su cacica, doña Ambrosia de Vargas,
lán, Sultepec, Texcaltitlán y Tlataya, en el estado de México. Más al oeste, la contra el común [...] de Azoyú [...] sucediéndose las desgracias y los horro-
rebelión se extendió desde la zona de Cutzamala y Zirandero, en la cuenca res de la guerra hasta la fecha 1835 [...]" Pero surgieron nuevas disputas en
del Balsas que corresponde a Guerrero, hacia el norte, hasta Aquililla en 1841, en relación con la "Ley del 8 de febrero de 1832". Estaba sn marcha
Michoacán. El sector Michoacán-Guerrero era la sede de las nuevas y ex- un proceso de consolidación agraria para ampliar las posesiones de la ha-
tensas huertas de frutas tropicales y cítricos que dejaban al campesino sin cienda de Cópala, enfrentando a la ambiciosa cacica mestiza con las comu-
nada para plantar "porque los latifundistas no nos dan un palmo de tierra nidades indias. Las propiedades de Ambrosia de Vargas se extendían desde
para saciar nuestras necesidades". En 1933, el pueblo de El Carmen, situado el territorio de Azoyú hasta el de San Nicolás Cuajinicuilapa. Estas pobla-

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dones están a cuarenta kilómetros una de otra. Los enfrentamientos violen- te grande para demorar el reparto de la tierra durante los dos últimos man-
tos se hicieron habituales en la región. Incluso hoy día continúan las dispu- datos presidenciales mediante amparos, a pesar de las órdenes de Jos presi-
tas de tierras que surgieron tras la Independencia entre Azoyú y San Nicolás dentes de que se llevara a cabo la "dotación". Los propietarios son miem-
Cuajínicuilapa. La Secretaría de Reforma Agraria registró 134 campesinos bros destacados de la sociedad mexicana. Sus nombres y otros registros de
muertos a manos de los vaqueros de la hacienda, entre 1919 y 1925.33 la hacienda no son accesibles en este momento a través de las dependencias
La rebelión del sur más importante se centró en el extremo del Istmo de gubernamentales.36
Tehuantepec que da al Pacífico, en el sureste de Oaxaca y el norte de Gua-
pas.34 Allí, Esteban Marueo, propietario y administrador de la enorme ha- CONCLUSIÓN
cienda de La Marquesana, vendía café, algodón, cacao, tabaco y otros pro-
ductos comerciales. La hacienda formaba parte originalmente del El crecimiento de la agricultura comercial a través de la expansión de los
Marquesado del Valle. Durante los levantamientos de principios de la déca- grandes latifundios y las rivalidades políticas entre las élites regionales y el
da de 1830, Tlalixtac defendió sus derechos como pueblo con solicitudes gobierno nacional provocaron la guerra peasaní del suroeste en la década de
fechadas en 1832 y 1835. Tomaltepcc apeló a la Suprema Corte en 1823. 1840. Las rebeldes élites regionales, encabezadas por el caudillo liberal de
La hacienda tenía su origen en un "sitio de ganado mayor" dado en 1584. Acapulco, Juan Alvarez, pidieron y recibieron el apoyo de los dirigentes de
En 1707, Ixtepec peleó con los "tranagresores" de la hacienda por sus tie- los pueblos en una amplia zona del sur y el centro-sur de Guerrero, gracias
rras. Pero ya estaba rodeado por otras fincas y por las tierras de otros pue- a las contradicciones económicas y políticas locales que se propagaban a las
blos. En 1828, 1829, 1834 y 1835, Tomaltepec solicitó la devolución de las zonas adyacentes. La incapacidad del gobierno para gobernar se debía a la
tierras arrebatadas: "nuestro pueblo desde tiempo inmemorial [...] hemos división de la élite y a un nivel muy restringido de participación política.
[...] posesión de un sitio de ganado menor y un merced". Se produjeron Como resultado de las divisiones en la élite, ésta perdió su superioridad
estallidos de violencia en la región en 1811, 1813 y 1830. Marueo explotó las militar local y los peasanls sólo pudieron ser derrotados tras la importación
diferencias entre los pueblos para obtener tierras, en los años inmediata- de tropas desde puntos muy remotos del país, numerosas muertes y priva-
mente posteriores a la Independencia, 1821-1832, auxiliado por la legislación ciones extremas, durante los muchos años de lucha. El papel crucial de la
aprobada en 1828 que así lo permitía. Los pueblos se defendieron, pero parálisis de la élite puede comprobarse en el hecho de que la restauración
fueron derrotados. del orden sólo progresó cuando el presidente Antonio López de Santa Anna
El 23 y 24 de mayo de 1842, el juez del cercano Juchítán "celebró" las obtuvo la colaboración del caudillo de Acapulco. Sólo pudo obtcnr esa ayu-
nuevas posiciones de las mojoneras que señalaban los límites entre la ha- da porque los peasanls amenazaban las propiedades de Álvarez y de sus
cienda y los pueblos zapotecas de Tlalixtac, Ixtepec, Ixtaltepec y Chihuitán, aliados y por las concesiones políticas de Nicolás Bravo, caudillo de Chil-
entre otros. Para entonces, la hacienda ocupaba por lo menos sesenta kiló- pancingo, y del gobierno nacional.
metros de la carretera transíslmica. Se extendía más de cien kilómetros ha- Las fuerzas que obstaculizan el proceso revolucionario de los pcasants
cia el sur, en el estado de Chiapas, y había rodeado completamente la cabe- aparecen de nuevo como universales. La limitación de sus horizontes los
cera de Santa María Chimalapa y otras. Algunas poblaciones, ya reducidas llevaba a una violencia fragmentaría y descoordinada. El gran temor frente
de facto a la categoría de rancherías, continuaban reclamando sus derechos al nuevo trazado de las fronteras estatales los llevó a perseguir sólo objetivos
como pueblos. Entre 1842 y 1844, estalló una verdadera guerra que terminó limitados y localmente realizables. Los peasanls se desmovilizaban inmedia-
con la derrota tola! de los pueblos por el ejército mexicano. Marueo amplió tamente después de cada acuerdo de los pueblos individuales con la hacien-
aún más sus dominios, y redujo todavía más las tierras de ios pueblos rebel- da con la que disputaban. Otros contingentes de rebeldes se conformaban
des. Para 1862, la mayoría habían quedado reducidos a los territorios resi- con promesas sobre las controvertidas jurisdicciones políticas y con ajustes
denciales y un pequeño campo adyacente. salariales mínimos. A veces, la simple promesa de arbitraje los hacía aban-
Sólo las fuerzas macroeconómicas del mercado internacional del café pa- donar las armas. La falta de comunicaciones y las diferencias geográficas y
recían tener efecto sobre esta familia de hacendados. En 1904, Julián Marueo etnoculturales aislaban a cada zona de las adyacentes, por lo que la noticia
vendió 21 964 hectáreas a un consorcio de "pequeños propietarios", a pesar de la rebelión a menudo llegaba a las poblaciones vecinas, más allá de la
de las protestas de la residual pero aún resistente comunidad de Almoloya. vasta desolación de las sierras de Guerrero, sólo cuando ya se había resta-
En 1980, el poder del propietario de esta hacienda es aún suficientemen- blecido la paz en el punto de origen. La pobreza del armamento y la escasez

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logística, combinadas con la necesidad de plantar y cosechar, exigían campa- movimiento hacia el norte, de Tehuantepec hacia Yucatán, de la agricultura
ñas cortas, con pausas, y creaban un patrón de rebeliones aparentemente comercial, la ganadería y la producción minera controladas desde el exte-
recurrentes. Un ejemplo de la naturaleza esporádica de la guerra peasaní rior, durante el siglo XIX. Los nuevos capitalistas externos y los gobiernos
fue el retraso y la ingenuidad con que Ayahualulco se dio cuenta de que los nacionales cada vez más intervencionistas con frecuencia desplazaban a las
hacendados habían roto sus promesas de tierras. ólítes locales del poder político y económico, a la vez que privaban a los
La represión gubernamental fue como siempre maravillosamente eficaz campesinos de las que ellos consideraban sus tierras.
en la supresión de la rebelión. Pero los esfuerzos del gobierno se veían inhi- Cuando Alvarez, el principal aliado de los peasants pueblerinos dentro de
bidos por la habilidad militar de Alvarez y sus alianzas con disidentes libera* la élite provinciana, advirtió a los habitantes de Tecoanapa o Ayahualulco que
les. Esto exigió a Santa Anna y Bravo un tratamiento diplomático para aca- estaban a punto de perder su patrimonio, ellos se sublevaron. Alvarez era un
bar con la guerra civil. Aun así, Alvarez sólo intervino decisivamente en U hacendado, pero era su hacendado, defensor ocasional de los derechos tradi-
lucha cuando los peasants amenazaron sus propiedades y las de sus aliados. cionales de los pueblos. En zonas como Sultepec, el sur de Morelos, la costa
Durante la invasión estadounidense de 1847, consolidó todavía más su posi- oaxaqueña, el Istmo de Tehuantepec y la cuenca del río Balsas, donde faltó el
ción militar contra el régimen nacional. apoyo de la élite regional, la derrota peasant fue definitiva. Pueblos enteros,
La derrota de México en la guerra con los estadounidenses fue otro deto- incluidas poblaciones prehispánicas como Xochicalco, se disolvieron y los
nador clásico de la revolución. Con un gobierno nacional debilitado, la posi- supervivientes del suroeste quedaron desmoralizados e intimidados.
ción de Alvarez en la periferia costeña se volvió estratégica. En 1853 enca-
bezó la exitosa revolución de Ayutla que derrocó al régimen nacional.
Ayutla, la antigua cabecera llapaneca de la Costa Chica, estaba en el cora-
zón de la zona rebelde de Tecoanapa en 1842. Con su versión de un gobier-
no descentralizado que ofrecía el federalismo y las libertades civiles del libe-
ralismo, Alvarez logró muchos seguidores.37
En 1842-1845, la población rural del sur se vio invadida por un sentimien-
to de privación y desesperación. Había luchado mucho y encarnizadamente
durante la guerra de Independencia para lograr un orden nuevo y más justo.
Pero se iniciaba una era de dominio de los terratenientes, tras diez años de
guerra y ejércitos merodeadores. La economía doméstica se estancó durante
años mientras los latifundios comerciales que se dedicaban a la agricultura
de exportación, ya fuera al extranjero o a remotas ciudades se recuperaban
de las pérdidas sufridas con los levantamientos de los pueblos durante la
guerra de Independencia. Se realizaban reorganizaciones políticas en detri-
mento de las cabeceras indígenas y en beneficio de las élites europeizadas
conectadas con la ciudad de México. Luego empezaron las usurpaciones de
tierras, permitidas por las legislaciones estatales. Los pueblos buscaban alia-
dos allí donde pudieran encontrarlos.
Las élites provincianas de México se desarrollaron durante largo tiempo
hasta constiiuir grupos políticos semi-autónomos. Una y otra vez, a lo largo
del siglo XIX, se resistieron a los intentos de ias autoridades de la ciudad de
México por imponer la centralización del poder. La disidencia de la élite
local fue un elemento importante en los disturbios del Bajío y el suroeste en
la década de 1810, de nuevo en el suroeste y Yucatán en las décadas de
1830 y 1840, en el oeste y el norte inmediato en las décadas de 1850 y 1870,
y en el extremo norte a partir de 1900. La resistencia se mantuvo paralela al

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LA REBELIÓN CAMPESINA tieron a la región durante el siglo XIX en el escenario político de todo aquel
DE SIERRA GORDA (1847-1850) individuo que estaba contra el orden establecido. Así, fue guarida de bandi-
dos, de militares desertores, de caciques en pugna con el poder federal y de
socialistas que impugnaban al sistema político. Ahí se dirimieron muchas de
las luchas en pro y en contra del gobierno, teniendo como telón de fondo las
luchas campesinas.
Leticia Reina
LOS PRIMEROS POBLADORES DE SIERRA GORDA

La rebelión de Sierra Gorda de 1847 a 1850 es un movimiento que presenta En el periodo llamado preclásico superior, aproximadamente de 800 a 200
particularidades que lo hacen diferente de los movimientos del centro y sur a.C., los grupos humanos asentados en la Sierra Gorda practicaban la mine-
del país. ría. Desde esta época, su explotación era tanto de recolección a flor de tie-
Su escenario es una región poco conocida, localizada en la colindancia de rra como de excavaciones subterráneas, lo que supone un desarrollo de las
los estados de Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí. La historiografía técnicas y utensilios necesarios para este trabajo.
de la zona es escasa, parcial y fraccionada; y aunque existen algunas investi- Por los objetos encontrados que datan de esa época, podemos suponer
gaciones sobre estos diferentes estados, dichos estudios no hacen mención a que fueron pueblos itinerantes que alternaron de manera estacional la agri-
esa parte remota de su centro rector. Por otra parte, tampoco hay estudios cultura y la minería. Esta última adquirió importancia porque a la vez de
que contemplen a la Sierra Gorda como una región en sí, con una ecología utilizarla para consumo interno les permitió comerciar con los olmecas,
definida y una historia con características propias. Por ello, para introducir- quienes a su vez hacían llegar el cinabrio de Sierra Gorda hasta Tabasco.
nos al estudio del movimiento campesino que se dio en la región, es necesa- La gran variedad y especialización de utensilios para la obtención de mi-
rio describir antes algunos aspectos de su proceso regional. nerales encontrados en la zona parecen estar asociados a centros o cons-
trucciones ceremoniales. Se ha descubierto que muchas de las entradas a las
LA RIQUEZA NATURAL Y LOS MOVIMIENTOS minas sirvieron como cementerios; en las tumbas, al lado de los restos mor-
tuorios, se han encontrado ofrendas de cinabrio y mercurio natural.
En la actualidad, la Sierra Gorda es una región despoblada, árida y pacífica. El cinabrio estaría relacionado, por analogía, dado su color rojo, con la
Otrora sus montañas ofrecían una riqueza natural muy abundante, que atra- sangre y por ello, con la vida. Hste elemento podía guardarse en recipientes
jo a gran cantidad de personas, estimulando una importante actividad eco- o utilizarse como decoración corporal. En cambio, no se sabe qué pudo
nómica, lo que la convirtió en una zona muy conflictiva. simbolizar el mercurio, ese mineral líquido y pesado "cuya superficie libre
Sus bosques eran pródigos en una gran variedad de maderas, tanto finas puede formar los más perfectos y efímeros espejos".2
como comunes: el encino colorado y negro, el escobillo encino, el roble, el Toda la actividad minera y los pueblos que de ella vivieron parecen haber
pino huayamel, el cedro canil, el quirámboro, el granadino, el palo coral, el desaparecido por completo hacia el siglo X de nuestra era. Si bien se desco-
cedro de La Habana, el nogal, la mora, el palo de Brasil y muchas otras. Las nocen las causas, el hecho podría atribuirse a los constantes ataques de
cascadas y los ríos permitían que en los valles y en las llanuras crecieran otros grupos chichimecas nómadas que habrían obligado a estas comunida-
árboles frutales propios de los climas frío, templado y caliente. Por otro des a abandonar sus tierras pródigas y a buscar refugio entre "pueblos civili-
lado, las tierras eran fértiles y en ellas pudo desarrollarse una agricultura zados" de Mesoamcrica. Según la historiografía de la época colonial, emi-
abundante y variada. graron hacia el sur, en donde encontraron culturas que los sometieron y
En las áreas escarpadas abundaban los minerales de plata, oro, estaño, dominaron con facilidad.
las canteras y el granito, y otra serie de minerales complementarios que ser-¡ Los grupos chichimecas atacantes posiblemente repoblaron esta región
vían para el beneficio de los minerales preciosos, como el azogue o mercu-; de Sierra Gorda, manteniéndose como cazadores y recolectores en su condi-
rio, el cinabrio magistral, el carbonato de cobre argentífero, el plomo argen- ción de seminómadas que circulaban libremente por el territorio y que, a su
tífero y el almagre, que suele emplearse en la pintura. vez, iniciaron un cierto tipo de extracción minera, ya más evidente hacia
Lo escabroso del terreno y la riqueza natural de estas montañas convir- principios del siglo XVI.

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LA CONQUISTA

' Quadateáxar
Gracias a la ayuda del indio Conín, bautizado como don Fernando de Tapia,
la conquista española pudo avanzar hacia el norte, en donde hoy se encuentra
la ciudad de Querétaro. Este cacique indígena logró el sometimiento de algunos Ciudad d*l Mate
pueblos otomíes mediante la alianza que hizo con los caciques de Tula y de \M POTOS)
Tepeji, quienes estaban apoyados en las huestes tarascas y huachichiles. \
Recién lograda la conquista, los españoles introdujeron a los misioneros
agustinos para realizar su labor evangelizadora complementaria. A partir del -•. Rio V«rd*
siglo XVII los españoles se apropiaron de las minas y comenzaron a explotar- --i Santa Haría
/ d«IRk>*
las organizadamente. Asimismo, se fundaron alcaldías como Cadereyta, To-
limán y Escancia.
Los pames y jonases que vivían en la Sierra Gorda a principios del siglo
XVI eran pueblos dedicados para ese entonces a la minería con fines princi-
palmente rituales. No se conoce el destino de su excedente, del que posible-
mente comercializaban una parte mientras otra se destinaba al tributo que
daban a los aztecas.3 También practicaban la agricultura —en torno a la cual Tierra Blanca
QUANAJUATO
desarrollaron toda una serie de rituales—, la que complementaban con la , * San Jo»* Iturbide
recolección de frutos que la diversidad de climas les brindaba. San MlaMaU
d« JUand* /
\^ /
La poca población que había en la región y la posible subsistencia de /
formas de organización propias de pueblos recolectores, incidieron en el
hecho de que estos grupos étnicos no fueran totalmente sedentarios. Por lo QUERÍTARO
tanto, su cohesión no estaba determinada por la posesión y distribución de
la tierra, sino por el sentimiento de pertenencia a un territorio en el que se
desplazaban libremente, alternando los lugares donde aplicaban su trabajo. \^>
Los grupos étnicos que habitaban la región opusieron fuerte resistencia a PACHUCA
la dominación española; solamente los pames y jonases terminaron some-
tiéndose, mientras que la mayoría de los otros grupos de chichimecas fueron
exterminados. Sin embargo, a pesar de su aparente sometimiento, los jona-
ses continuaron luchando durante los siglos XVIII y XIX, si ya no por su MAPA DE SIERRA GORDA.
territorio por lo menos por la libre explotación de los bosques.
A principios del siglo XVIII se pensaba que la región ya estaba pacificada, El virrey Juan Francisco Güemes y Horcasitas —primer conde de Revi-
pero un historiador regional afirma, con respecto a las minas y alcaldías, llagigedo, cuadragésimo primer virrey de la Nueva España, quien gobernó
que en 1704 "vino la gran rebelión indígena y todos estos establecimientos del 9 de julio de 1746 al 9 de noviembre de 1755— dispuso que se fundaran
fueron arrasados [...] la barbarie recuperaba cada día terreno a costa de la sesenta misiones en la Sierra Gorda, dando tres al Colegio d§ Pachuca y
civilización".'1 cincuenta y siete al de San Fernando en México. De estas últimas se nombró
A esta rebelión siguió una serie de campañas militares que fracasaron. como presidente a Fray Junípero Serra, franciscano español más tarde co-
Finalmente los pueblos de la Sierra Gorda de Ouerétaro fueron derrotados nocido como el "apóstol de California".
y sometidos por José Escandón, coronel del Regimiento de Ouerétaro y pri- A partir de este momento, Escandón y Fray Junípero trabajaron juntos
mer conde de Sierra Gorda. La necesidad de represión militar evidenció el introduciendo cambios importantes en la forma de conquista y colonización.
fracaso de la tarea misionera de los agustinos en la Sierra, y entonces fueron Fundaron las misiones de Santiago Jalpan — lugar que se convirtió en centro
sustituidos por los franciscanos. de operaciones — ,5 San Francisco de Tilaco, Nuestra Señora de la Luz de

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Tancoyol, San Miguel de Landa y Nuestra Señora de Agua de Comea. La Hacia mediados del siglo XIX, el gobierno del estado de Guanajuato pi-
originalidad de su plan consistió en fundar congregaciones productivas en dió el establecimiento de un presidio para castigar a los criminales.10 En
torno a las iglesias, con fines de autoabastecimiento y para que fueran la realidad era un pretexto para obtener el permiso de explotación de azogue o
base de futuros pueblos. mercurio y aprovechar la mano de obra de los presidiarios. Cabe aclarar
Fray Junípero solamente permaneció doce años en la región —de 1750 a que durante la época de la Colonia se había prohibido la explotación de este
1762— y después continuó su misión rumbo a Baja California. Había reali- mineral, indispensable en el beneficio de los minerales preciosos.
zado una buena labor cuando abandonó la zona: se decía que "[...] estaban La existencia de estos minerales imprimió un sello característico a las
satisfechos sus congregantes y llegó a tener cinco mil fanegas de maíz [375 luchas populares de esta región. Las rebeliones estuvieron determinadas por
mil kilos] en sus bodegas y se habían erigido cinco iglesias". la lucha entre dos grupos de poder económicamente importantes: el de los
El noroeste de la Sierra, que hoy comprende el noreste de Guanajuato y criollos y el de los peninsulares. Los primeros deseaban explotar el mercurio
el sureste de San Luis Potosí, fue pacificado por el coronel Juan Antonio pero finalmente tuvieron que someterse a la voluntad de la metrópoli, que
del Castillo y Llata, conde de Sierra Gorda, quien fundó la misión de la consistía en prohibir la explotación de lodo aquello que España podía pro-
Purísima Concepción. Aunque él ayudó económicamente para que se remo- ducir, como el mismo azogue, el vino y la lana, que eran artículos que ha-
delaran algunos templos y se construyera el convento de los capuchinos en bían llegado a tener gran importancia en el hoy estado de Querétaro. Con
Salvatierra, su interés fundamental fue la explotación de los minerales de un decreto, la Corona se reservó el derecho exclusivo de seguir extrayendo
Xichú, Arteaga, Río Blanco y del Piñal.7 ;izogue y venderlo a altos precios en sus colonias.
Con el desarrollo minero se fundaron haciendas y con ellas comenzaron Por lo anterior, las minas de la Sierra Gorda tuvieron una alta produc-
las quejas de los indígenas. No solamente se les quitó su territorio, sino que ción de oro, plata, mármol y jadeíta, pero no así de azogue o mercurio,
además se les sometió a un sistema diferente de vida y de organización. En plomo, hierro y cinabrio. Sin embargo, algunas crisis en la metrópoli permi-
1794 los indios de Xichú se quejaron de que las haciendas de Salitre y de licron su explotación temporal. Por ejemplo, durante algún tiempo España
Palmillas les impedían practicar sus costumbres tradicionales, tales como permitió la producción de azogue en México en función de la guerra de
cortar leña y madera, quemar carbón, tallar lechuguilla, raspar magueyes España con Inglaterra; Fernando VII (quizá presionado por las circunstan-
(indispensable para ellos porque el aguamiel sustituía al agua y servía como cias) decretó a este producto como de "libre comercio; exento de todo dere-
medicina), cortar tunas y otros frutos silvestres y pastorear sus ganados en cho, incluso del quinto, o de la parte que el minero debiere contribuir".11 A
los montes. pesar de esto, el azogue mexicano nunca pudo competir en el mercado con
Entre los métodos que los conquistadores empleaban para alcanzar sus el de las minas de Almadén, España.
fines estaban el de llevar a los indígenas prisioneros a sus haciendas, donde En el México independiente, la lucha por la producción de azogue conti-
eran azotados y les embargaban sus ganados, que sólo devolvían después de nuó, ya no con la metrópoli, pero sí con los monopolios comerciales, que
que pagaban un elevado rescate. A esos males se unió el imponerles a un querían seguir asegurando para sí la introducción del mineral español en las
severo mulato como su máxima autoridad. Además "[...] las dificultades con- cxcolonias productoras de materias primas. En 1844 la Junta de Fomento de
tinuaron porque varios párrocos cobraban los derechos parroquiales sin Minería de México puso a trabajar las minas de Guadalupe y Victoria, pero
prestarles los servicios correspondientes". ocho meses después fueron abandonadas por falta de fondos.12

LA RIQUEZA DE LA SIERRA GORDA FUE SU RUINA CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS Y DEMOGRÁFICAS DE LA REGIÓN

Durante la Colonia se fundaron misiones y retenes militares en Sierra Gorda Sierra Gorda está formada por una cadena montañosa con diferentes climas
bajo el pretexto de pacificar a los rebeldes y poner un muro de contención a que van desde el frío en los picos de 3 350 metros de altura sobre el nivel
los ataques bárbaros. Era conocida la riqueza que sus montañas guardaban: del mar, hasta el cálido en los valles y llanuras. Esta diversidad climatológica
simplemente la mina de San Juan Nepomuceno, en el mineral del Doctor, permitió el desarrollo de la agricultura y ganadería, pero siempre como acti-
distrito de Cadereyta, se afirma que representó para el gobierno virreinal vidades que giraban en torno a la minería.
más de 18 millones de pesos durante el tiempo que la explotaron los espa- Los bosques y el agua de cascadas y ríos eran abundantes. Estos recursos
ñoles, y esto sólo por concepto de derechos de "quinto". naturales fueron indispensables para el desarrollo de la minería, que impul-

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so también la artesanía y un comercio considerable, en función de su situa- formas prehispánicas propias de los grupos seminómadas. Por tanto, en esta
ción estratégica. Existe una especie de corredor natural hacia Tampico, lo región la actividad y productos del bosque eran la actividad fundamental de
que hace suponer que los comerciantes de la región intentaron el estableci- reproducción de grupo.
miento de nuevas rutas comerciales que evitaran el paso por las tradiciona- Ante la restricción de sembrar, los pames y jonases (del grupo de chichi-
les de Puebla y Veracruz, y con ello sustraerse a la acción fiscal y proteccio- mecas que sobrevivieron) vivían de explotar el bosque y tenían que vender
nista de los monopolios comerciales. sus productos para obtener dinero. Con éste pagaban el alquiler de las tie-
La minería de la Sierra Gorda aparentemente no produjo conflictos o rras que sembraban para obtener productos agrícolas, y así cerraban el ciclo
movimientos de los trabajadores relacionados directamente con la extrac- de la economía familiar campesina.
ción del mineral.13 Entre los años de 1847 y 1857, en que se desarrolla la Los ranchos constituían el asentamiento más numeroso señalado en los
rebelión de Sierra Gorda en Guanajuato y Querétaro, se registró un auge en registros de finales del siglo pasado. A éstos, en orden de importancia, les
la explotación de minerales preciosos. A manera de hipótesis, podría decirse seguían los minerales, las haciendas, las congregaciones y, al final, los pue-
que ésta sería la causa de la no participación de los trabajadores de la mina blos. Estos últimos tienen un porcentaje mínimo y nulo en algunos munici-
en el movimiento del 1847-50. pios porque la población, antes de la llegada de los españoles, no esta-
La economía de la región implicaba la explotación de los bosques como ba asentada en pueblos agricultores sedentarios, como ocurrió en
una actividad indispensable. La madera que los pobladores vendían era ne- Mesoamérica.
cesaria para la minería, la curtiduría y la construcción. Por otra parte, en las Hasta el momento no se han reconstruido las estadísticas de población de
zonas frías también la usaban para cocinar y calentarse. Sierra Gorda para la cuarta década del siglo pasado. Sin embargo, a manera
El padrón de 1847 del mineral de Santa Ana demuestra que de trece de hipótesis se podría afirmar que había más o menos el mismo número de
diferentes oficios registrados, cuatro dependían directamente del bosque. A arrendatarios que de peones, pues aunque fuera mayor la cantidad de ran-
saber: carboneros, leñadores, madereros y curtidores, que representaban las chos, éstos debieron tener poca población y patrones de asentamiento dis-
dos terceras partes de la población total. perso. En las haciendas sucedía lo contrario porque gracias a que consti-
De 1824 data un manuscrito de los carboneros, madereros y leñadores, tuían unidades productivas ligadas a la minería concentraban poblaciones
en el que se quejaban de los hacendados "propietarios de parte de la Sie- importantes de peones.
rra", porque les exigían pensión por "el corte de leña y fabricación de car- A medida que uno se aleja de lo que es el corazón de la Sierra — Xichú
bón", siendo que en 1802 ellos habían pedido adjudicación "de parte de la en Guanajuato y Jalpan en Querétaro, zonas serranas con gran participación
Sierra que hay sin dueño particular". Asimismo pedían que se buscaran los en las dos grandes rebeliones del siglo XIX — , hacia el sur el tipo de asenta-
documentos de 1742 con los cuales quedaban amparados, ya que ahí consta miento varía. Aquí hubo una concentración de población y de tierra por el
el permiso de cortar libremente la madera que "es necesaria para proveer al gran número de haciendas que ahí se desarrollaron, aunque los grupos indí-
mineral y mantener el ganado". genas de nahuas y otomíes sobrevivieron como tales con sus tierras de co-
La demanda por la libre explotación de los bosques fue constante duran- munidad. Por otra parte, la producción agrícola y ganadera de las haciendas
te la primera mitad del siglo pasado. La cohesión y la lucha de los serranos no sólo era para el consumo de las minas sino que1*" también se comerciali-
se dio en torno a ella. A diferencia de las luchas campesinas del centro y sur zaba hacia los centros artesanales y fabriles de las ciudades más importantes
del país, ellos no pidieron la restitución de tierras. En el manuscrito de de Guanajuato y Querétaro.
1824, aceptan que en 1742 les fue prohibido sembrar a menos que lo hicie- Hacia el norte de la Sierra Gorda, las inclemencias del clima no permitie-
ran "por convenio particular con los dueños de la Sierra". Esta situación ron gran crecimiento de población. Había pocas haciendas que concentra-
hizo que la gente que no trabajaba en las minas o haciendas se convirtiera ran extensiones importantes de tierra, y de alguna forma las comunidades
en arrendataria.15 indígenas pudieron sobrevivir.
Ahora bien, aunque muchas comunidades indígenas del país también lu-
charon por defender sus bosques, en la Sierra Gorda la lucha por defender ANTECEDENTES DE LA REBELIÓN DE SIERRA GORDA
la libre explotación de éstos era una cuestión medular, puesto que los serra-
nos siempre habían vivido de ellos, se reproducían y organizaban en torno En 1844, los campesinos de Río Grande, Xichú, se levantaron en contra de
este habitat. Hacia el siglo XIX todavía existían remanentes culturales las autoridades protestando por la leva y por las contribuciones directas que

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les habían impuesto ese año y el anterior para sostener la guerra de Texas. grupos políticos que representaba la oposición al gobierno de la República y
Al año siguiente, ocurrió otro motín con las mismas características. que supo canalizar los levantamientos que se sucedían día tras día en los
A raíz de la guerra de intervención norteamericana, comenzaron a aflorar alrededores de la Sierra.
las contradicciones entre los grupos de poder. Los golpes de estado se suce- Tomás Mejía, militar originario de Querétaro que había participado unos
dieron uno a otro; cuerpos del ejército desertaban, y los jefes militares a los meses atrás en la defensa de Monterrey contra los norteamericanos y que
que no se les permitía participar en la defensa del territorio nacional se dieciséis años después lucharía en favor del imperio de Maximiliano, agluti-
convertían en militares disidentes. Éste fue el escenario que creó las condi- nó y dio alternativa de lucha tanto al descontento indígena como a los mili-
ciones políticas para que se desarrollara y extendiera la rebelión campesina tares y autoridades civiles de una amplia región del país que discrepaban
de 1847-1850. políticamente del gobierno de la República: el norte de Querétaro y una
La guerra contra los Estados Unidos de Norteamérica generó a partir de parte de los estados de San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla.21
1846 un tráfico ininterrumpido de armas por toda la cordillera de la Sierra El 4 de junio de 1848 se empezó a organizar el movimiento en el Real de
hasta la costa. Los norteamericanos que ocupaban Tampico vendían armas a San José de los Amóles, Jalpan, perteneciente a Querétaro. En este punto
bajos precios a los serranos que se levantaban cada día en mayor número, a se reunieron capitanes, sargentos, cabos y soldados con alcaldes y síndicos
raíz de los efectos que la invasión empezó a tener en el agro.17 procuradores. Los primeros eran representantes del grupo del ejército disi-
Para sostener la guerra, los gobiernos de los estados de Querétaro, Pue- dente y los últimos estaban como representantes de las autoridades civiles
bla y México decretaron la ocupación de bienes en manos muertas. Es decir regionales. Conjuntamente con los campesinos, firmaron un acta y un plan
que el gobierno quedaba facultado para poner a la venta las tierras de las que los consolidó como grupo.
corporaciones, entre ellas las de las comunidades indígenas. La ley de enero El plan decía:
de 1847 concedió al gobierno del estado de Querétaro la facultad para dis-
poner hasta de 15 millones de pesos sobre dichos bienes.18 Los pueblos oto- Movido por las prudentes consideraciones que demandan los intereses de
míes del sur de Sierra Gorda reaccionaron concentrándose en la capital del los pueblos |...] por esta causa me he propuesto invitar a tan honrados
estado para protestar. En "masas considerables" atacaron a la guardia prin- señores a proclamar una salvación que ofrezca sacarnos del estado de
cipal del gobierno con puñales, garrotes, piedras y algunas armas de fuego. abatimiento en que nos han puesto las recargadas gabelas y contribucio-
Después de tres horas de pelea fueron dispersados con cierta faciüdad, de- nes de todas clases, que rigurosamente se nos exigen.
bido a que tanto el gobernador como el comandante general de Querétaro
se encontraban preparados, pues preveían que ésta iba a ser la reacción de Y tomando como estandarte el de "libertad y guerra al invasor", declaraban:
los indígenas ante la nueva diposición.19 desconocimiento al gobierno en funciones; guerra sin tregua al invasor ame-
El gobierno de la República, previendo que el ejército no tenía hombres ricano mientras pisara suelo mexicano; castigo y expropiación a los que se
ni recursos para reprimir las protestas, pidió al del estado de Querétaro que opusieran al plan; y nulificación de todas las contribuciones impuestas. Éstos
convenciera a los otomíes de la "justicia" con que se había dictado la ley, fueron los puntos más importantes del acta, que hicieron posible una alianza
tomando en cuenta que el Estado requería del dinero para sostener las tro- coyuntural de clases frenlc al poder central del gobierno en turno.
pas que combatían a los norteamericanos y que la única forma de conseguir- Si bien Tomás Mejía y el grupo firmante —entre los que se dice había
lo era a través de la venta de tierras comunales a los particulares. campesinos— no se comprometieron por escrito frente al problema agrario,
En el grupo dominante del estado de Querétaro había cierto consenso, es muy probable que lo hayan hecho de palabra durante sus recorridos por
que permitió el intento de convencer a la población con el argumento de las partes bajas y por los alrededores de la Sierra Gorda. De otra manera no
que el Supremo Congreso había dictado la ley "por el gran compromiso en se explicaría el apoyo que encontraron en los pueblos indígenas de San Luis
que se hallaba la Nación para sostener una guerra con los Estados Unidos Potosí, los de la sierra de Hidalgo y de Puebla.
de Norteamérica para conservar el inestimable bien de la Independencia". El 13 de julio del mismo año, los pueblos indígenas del norte del estado
La estrategia no prosperó, y comenzaron a surgir brotes de violencia por de Hidalgo iniciaron su levantamiento y se unieron a la rebelión a pesar de
todas partes. Según el gobierno, la ley fue incomprendida. los esfuerzos que el ejército federal hizo por evitarlo. En otras zonas aleda-
Las protestas de otomíes, nahuas y grupos totonacas de la Huasteca vera- ñas se dio el mismo fenómeno, extendiéndose el movimiento hasta Huauchí-
cruzana que se incorporaron al movimiento, encontraron eco en uno de los nango en Puebla, Tamazunchale en San Luis Potosí y Huejutla en Hidalgo.

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El hecho de que la fuerza social de apoyo del grupo de oposición estuvie- Don Miguel estaba abrumado por las pérdidas en el ramo del tabaco y
ra constituida fundamentalmente por los indígenas de las comunidades oto- por los elevados impuestos que ya no podía seguir pagando, lo que provoca-
míes, nahuas y totonacas que luchaban por la recuperación de sus tierras, ría el embargo de sus propiedades. Descontento además de que hubieran
hizo que el movimiento desbordara los objetivos de Tomás Mejía. Sin pro- terminado con la impunidad con que él y sus hijos se habían movido durante
ponérselo, estos indígenas estaban defendiendo el territorio nacional con la años, reunió hombres para liberar a su hijo. Entre estos hombres se encon-
defensa de sus tierras, tal como lo propuso Melchor Ocampo y como se hizo traba Quiroz, quien se dedicó, a partir de septiembre de ese año, a atacar a
en los estados de Veracruz, Morelos y Guerrero. los alcaldes de la zona y a robar a los comerciantes.
El presidente de la República, José Joaquín Herrera, concedió a los mili- Los sesenta hombres que formaban el grupo de los Chaire habían sido
tares disidentes el indulto el 13 de agosto de 1848, que se hizo extensivo a reclutados entre los soldados auxiliares a las órdenes de don Miguel y los
las comunidades rebeldes.2'1 Muchos acudieron al llamado y las zonas indíge- peones que trabajaban en sus propiedades. El grupo creció con la gente que
nas se pacificaron. Por su parte, Tomás Mejía también pidió indulto y ga- sacaron de la cárcel, a la que armaron con los fusiles que quitaron a las
rantía a su empleo. Herrera facultó al gobernador de Querétaro para resol- autoridades. Con esta fuerza, don Miguel y sus hijos se pronunciaron en
ver el caso y éste lo turnó a las autoridades militares, ya que se trataba de favor de los norteamericanos. Enviaron una circular en la que se invitaba a
un oficial del ejército permanente. El indulto fue concedido y Mejía reapa- todos los habitantes de la Sierra a una insurrección para apoyar a los invaso-
reció al año siguiente en el corazón de Sierra Gorda para reprimir el movi- res. Su situación de decadencia les hacía enfrentar al gobierno nacional y
miento que se desarrolló ahí en torno a la figura de Eleuterio Quiroz. crear alianzas con las tropas extranjeras y con los "indios", a quienes —co-
mo irónicamente dijo la prensa— "siempre habían despreciado por su color
ORIGEN DE UN LÍDER y costumbres".
Los Chaire, no teniendo ya nada que perder ante la inminente pérdida y
Eleuterio Quiroz surgió como líder entre los serranos como consecuencia de embargo de sus propiedades, ofrecieron a los peones, soldados y expresidia-
las injusticias del sistema que él mismo había sufrido, lo que lo opuso a la rios que se fes unieron,
autoridad; las circunstancias lo fueron radicalizando hasta convertirlo en el
líder de los oprimidos. el uso libre de los terrenos baldíos y de las maderas de la Sierra, y a
Siendo cargador de atajo de la hacienda de Tapanco, jurisdicción de Río todos en masa la división de las haciendas, la exención de todo género de
Verde en San Luis Potosí, Eleuterio tuvo un enfrentamiento personal con el contribuciones, la abolición de los contingentes de sangre [leva], la extin-
hacendado, quien lo puso en el cepo. Renuente a concluir su castigo, se ción de los derechos parroquiales y la expropiación [de los bienes] a to-
escapó y en la huida se robó a una mujer. Se ocultó en Arteaga y al poco dos los adictos al gobierno.
tiempo fue reclutado como soldado en el "4o. batallón de ligeros", que era
uno de los cuerpos militares permanentes de la República. Formando parte Con semejante oferta obtuvieron la fuerza social para levantarse en favor
de este cuerpo y estando en campaña contra los Estados Unidos de Nortea- de los norteamericanos. Un periodista comentó: "Ése fue el día de desgra-
mérica, Quiroz desertó del ejército. Temeroso de ser perseguido, se refugió cia para Xichú y éste el principio de tantas otras que han llorado amarga-
en la sierra de Xichú, sitio ideal para esconderse por lo escabroso de la mente centenares de familias en los estados de Guanajuato, San Luis Potosí
región, ya que entre los quiebres de la montaña se encuentran abismos de y Querétaro".26
800 a 1000 metros de profundidad. El gobierno de Guanajuato inmediatamente ofreció indulto a los habitan-
Don Miguel Chaire, hacendado y comandante auxiliar del mineral de Xi- tes de la Sierra para pacificarlos. Pero mientras los Chaire se acogieron a
chú — quien después se pronunció en favor de los norteamericanos — , pro- este indulto, para Eleuterio Quiroz dicho indulto no procedió por ser un
tegió a Quiroz y lo puso a trabajar como mozo en una de sus fincas. desertor. Posiblemente había otros en la misma situación, pues inmediata-
En agosto de 1847, llegó la leva a Xichú para organizar la Guardia Nacio- mente se formó una gavilla al mando de un hombre de apellido Alvarado,
nal, de la que escapó Francisco Chaire, hijo de don Miguel. Las autoridades quien se separó al poco tiempo, heredando Quiroz el mando de este grupo
de San Luis de la Paz pidieron al alcalde de Xichú que detuviera al desertor de hombres, en quienes encontró la fuerza que necesitaba para defenderse
y que lo remitiera a esa ciudad. Fue aprehendido para pagar por esto y por de las autoridades que lo perseguían. Para algunos serranos representó la
delitos cometidos con anterioridad. alternativa de venganza.

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Mientras algunos grupos de hacendados se pronunciaban en favor de los tra los norteamericanos. La proposición fue rechazada por el gobierno, tal
norteamericanos, otros hacendados, en alianza con grupos civiles y militares, vez por considerar que su fuerza era insignificante.
tomaron la posición contraria. Para sostener la guerra con los Estados Unidoi Desde este momento, Quiroz se convirtió en el jefe de un grupo de ban-
de Norteamérica, algunos hacendados de San Luis Potosí semanariamente didos que en diciembre de 1847 inició una carrera de crímenes, robos e
enviaban granos que se almacenaban en una albóndiga para alimentar a las incendios contra la clase dominante en la región. Comenzaron con el asesi-
tropas. Unos más —como Pablo Verástegui, dueño de la hacienda de San nato del coronel Villa y siguieron con el del alcalde y preceptor de Arteaga,
Diego y otras fincas de campo del distrito de Río Verde, en pleno desarrollo y con los alcaldes de Palmillos, Nogalito y otros. Al hacendado Fernando
y expansión— organizaron cuerpos de voluntarios a los que se les invitó a Pérez lo hicieron presenciar la violación de sus hijas. A Alejo Urías, hacen-
formar guerrillas para la defensa del territorio contra los invasores. Verástegui dado también, le cortaron los brazos antes de matarlo. Eran crímenes pro-
ducto del odio, la injusticia y la opresión.
ofreció su persona y parte de sus bienes. A los que se alistaran se les Ninguna fuerza fue capaz de detenerlos, pues se movían en el corazón de
condonaría la renta de su casa y animales, por todo el tiempo de la gue- Sierra Gorda (Xichú en Guanajuato y Jalpan en Querétaro) que, como ya
rra, y a sus familias daría semanariamente para su manutención dos al- dijimos, es sin duda el lugar que ofrece mayores y más frecuentes irregulari-
mudes de maíz y un cuarterón de frijol; al que pusiera caballo, silla y dades en el suelo, erizado de montañas escarpadas que esconden sus cimas
armas, pagaría el valor de cualquiera de estas cosas que perdiera en el entre nieblas perpetuas o que se ven coronadas de nieve en invierno. Esto
servicio; a la familia de los inutilizados o muertos en acción, se asignaría fue la guarida de los bandidos que se hacían justicia por su propia mano.
una pensión arreglada a las circunstancias; y a todo aquel que se distin-
guiera por su valor y actividad en grado heroico le concedería una re- MOVIMIENTO POPULAR
compensa vitalicia en bueyes y tierra de sembradura, para asegurarle e)
merecido descanso. Lo que en un principio fue un grupo de bandidos sociales, pronto se convir-
tió en un movimiento de amplia base. Eleuterio Quiroz y sus hombres en-
Esto significaba la incorporación voluntaria de los campesinos a la defen- contraron simpatía y apoyo entre la gente que vivía presa de las contribucio-
sa del país. nes, alcabalas, derechos parroquiales, estancos de tabaco y levas. El líder,
El 7 de junio de 1847, por recomendación del gobernador y hacendado como peón y mozo que fue, conocía bien la situación de los trabajadores de
Ramón Adame, la legislatura del estado de San Luis había enviado una car- las haciendas y de los arrendatarios de los ranchos, a quienes ofreció quitar
ta al gobierno federal exigiendo que no se abandonara la causa nacional. las faenas, reglamentar las rentas, eliminar el sistema de distribución de tie-
También se rras a partido y también hacerlos propietarios.
Los primeros en unírseles fueron los arrendatarios de las haciendas de
protestó contra cualquier tratado de paz que no asegurara la inde- Albercas, que estaban a disgusto con José González Cosío, originario de
pendencia, la integridad del territorio, el honor de la nación y de sus Querétaro, quien imponía modalidades de control cada día más gravosas. A
armas. Asimismo, se advirtió que sí cualquier poder o autoridad de la éstos, siguieron otros trabajadores de ranchos y haciendas.
nación firmaba algún tratado de paz, el acto se reprobaría y se combatiría Las fuerzas federales que habían quedado en San Luis de la Paz, Guana-
contra ellos y contra el extranjero. juato, y la Guardia Nacional del estado de San Luis Potosí que actuaba en
Río Verde, sólo pudieron defender las ciudades más importantes y en el
Entre tanto, la deserción obligaba a Eleuterio Quiroz a mantener una lucha resto de la región observar los movimientos rebeldes e informar sobre
11 »
abierta y constante en contra de toda autoridad que quisiera arrebatarle su ellos.
impunidad. De Quiroz se decía que era un hombre ignorante y de modales Durante el periodo de intervención, las contradicciones dentro de los
bruscos, pero mañoso y atrevido por el rencor que guardaba. Cada día se vio grupos de poder regionales y/o nacionales se agudizaron en tal forma que se
más obligado a buscar formas de defensa. Su alternativa fue la acción colectiva inició una serie de golpes de Estado, presidentes que entraban y salían, pro-
y pronto se fortaleció con el apoyo de la gente de la Sierra de la cual era nativo. nunciamientos militares en donde diferentes fracciones de las clases domi-
Sin embargo, todavía un poco antes de firmarse los Tratados de Paz, Qui- nantes apoyaban a uno o a otro general frente al conflicto con los Estados
roz envió una embajada a México ofreciendo sus servicios para pelear con- Unidos.

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En 1847, el gobierno de la República se trasladó a Querétaro, porque la atacaban las haciendas de Saucedo y Noria de Alday, siguiendo hasta Chi-
ciudad de México había sido tomada el 14 de septiembre por las tropas chimequillas, Buenavista y Jofre. Enmedio de la represión, algunos niüitarcs
norteamericanas.30 La alternativa del gobierno, ante el auge del movimiento de Paredes marcharon a Guanajuato, donde unos se pronunciaron con un
campesino extendido por todo el país, derivado de las contradicciones inter- I al padre Jarauta y otros en favor de los serranos.34
nas y de los efectos de la guerra, fue acelerar las negociaciones de paz antes Eleuterio Quiroz conocía el manejo de las armas, conocía el terreno y
de perder su carácter de clase propietaria. tenía ascendiente sobre la gente que lo seguía. Reorganizó a su gente en
Al celebrarse los tratados de Guadalupe Hidalgo, diversas fracciones del forma de guerrillas y así presentaron resistencia.
poder se declararon en contra. Hombres del gobierno protestaron y milita- El general Anastasio Bustamantc ordenó al capitán Tomás Mcjía que re-
res importantes se sublevaron; algunos de ellos en Sierra Gorda. Un ejem- primiera el movimiento. Parecía el hombre para el caso, ya que un año atrás
plo fue la iniciativa del gobernador de San Luis Potosí para desconocer al Mejía había aglutinado y encabezado el levantamiento de las zonas indíge-
gobierno general por haber firmado ia paz sin que "las fuerzas enemigas nas aledañas a la Sierra."5
desocuparan previamente el territorio invadido". Por tal motivo, el 6 de fe- Las fuerzas federales no pudieron controlar la rebelión porque tuvieron
brero de 1848, el gobernador y el vicegobernador quedaron suspendidos del que dividir sus recursos: unos contra los campesinos serranos y otros contra
ejercicio y de sus empleos y se nombró a Julián de los Reyes como goberna- el pronunciamiento del entonces general Leonardo Márquez. Este militar
dor provisional.31 aprovechó las tropas que estaban bajo su mando y las dirigió en contra del
Otro caso fue el del general Mariano Paredes y Arrillaga, quien en 1846 gobierno constitucional.36 El 11 de febrero de 1849 había firmado un acta en
había sido presidente. Tras un tiempo de exilio regresó al país para ofrecer favor de Santa Anna y contra José Joaquín Herrera (el sexto presidente de
sus servicios como militar contra la intervención. El gobierno no sólo no lo este periodo) quien estaba llevando a cabo una serie de reformas de carác-
aceptó sino que intentó detenerlo, impidiéndole regresar al extranjero. ter liberal. La situación terminó de complicarse cuando los empleados de
Cercado de esta manera, el general Paredes llamó al levantamiento arma- gobierno del estado de San Luis Potosí se quejaron porque de tiempo atrás
do. Los rebeldes de la Sierra entablaron pláticas con él para adherírsele y el gran parte de su sueldo se destinaba a sostener las fuerzas que reprimían a
15 de octubre de 1848 apareció en Xichú una proclama firmada por el "Ex- los rebeldes. A falta de dinero, el gobierno de esa entidad pidió a la autori-
celentísimo Señor General en Jefe de la Primera Sección del Ejército Rege- dad militar que retirara las tropas de la sierra. Entonces las autoridades del
nerador de la Libertad e Independencia Constitucional Don Mariano Pare- departamento de Río Verde solicitaron ayuda de manera angustiosa a los
des y Arrillaga, o por el que secunda su voz, General Don Eleuterio hacendados, comerciantes y fabricantes para manlener un regimiento activo
Quiroz". La proclama tuvo doce artículos en los que se proponía lo siguien- que protegiera el lugar, porque se sabía que Quiroz y su gente deseaban
te: oposición a los Tratados de Paz de Guadalupe Hidalgo, sostenimiento de llegar a ese punto.38
la religión católica, no a la venta del territorio y confiscación de bienes al Mientras lanío, los campesinos continuaron avanzando y derrotaron a las
que apoyara dicha venta, defensa del sistema federal, condecoración a los fuerzas federales en la hacienda del Jabalí, con lo que pudieron entrar a
que defendieron el plan, no obligar a los desposeídos a prestar recursos, Ciudad Fernández. Los jefes del ejército, como Valentín Cruz, que partici-
respeto a las autoridades que se fueran nombrando, pasar por las armas al paron en el combate, aseguraron que la derrota se debió, no a la supe-
que se dejara sobornar, respeto a la propiedad privada y prohibición a los rioridad numérica de los campesinos, sino a la falla de precaución y vigilan-
jefes de tener comunicación entre sí.33 cia de sus tropas.39
Este plan significó la alianza de un grupo de militares disidentes con los Y tenían cierta razón: los campesinos triunfaban gracias a la táctica de
serranos que luchaban contra su aprehensión. Esta alianza tuvo corta dura- guerrillas; se movían en lugares montañosos y en muchos casos en sierras
ción, ya que el plan representaba solamente los intereses de una fracción de inexpugnables; atacaban por sorpresa o esperaban a que los soldados se
la clase dominante; se clamaba respeto a la propiedad privada al tiempo que desesperaran de guardar el sitio, siendo fácil provocarlos a salir; en los mo-
se dejaba de lado las reivindicaciones por las que los peones, jornaleros y mentos en que el ejército se desorganizaba, ellos bajaban simultáneamente
arrendatarios se habían levantado. por distintos lados, atacaban y volvían a dispersarse por la sierra.40
El momento de la ruptura lo marcó el propio Paredes y Arrillaga al in- De esta manera los rebeldes fueron avanzando hacia la ciudad de Río Verde.
formar que se separaba de los grupos indígenas porque era imposible con- Esto preocupó mucho a las autoridades: "Río Verde es una de las principales
trolar militarmente a esa "chusma". Mientras tanto, estos grupos indígenas poblaciones del estado, está rodeada de haciendas bastante pobladas y el

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número de sediciosos puede aumentar muchísimo". La observación era acer- Pocos días después de proclamado el Plan del Ejército Regenerador, los
tada, pues a pesar de que la legislatura del estado de Guanajuato había campesinos atacaron haciendas y tomaron pueblos, hasta llegar a Santa Ma-
concedido amnistía general a los sublevados como medida política para esta- ría del Río, ciudad que tomaron.
blecer la paz, los rebeldes no respondieron y en cambio tomaron Río Verde, La intención de los rebeldes era llegar hasta la ciudad de San Luis Poto-
San Luis Potosí, donde se les unieron los huastecos de la zona.1" sí, pero ya fuera de su terreno y de su zona natural de refugio comenzaron a
El 14 de marzo de 1849 Eleuterio Quiroz proclamó el "Plan Político y sufrir una sucesión de derrotas. Cabe aclarar que meses antes de que el
Eminentemente Social del Ejército Regenerador de la Sierra Gorda".12 Los movimiento empezara a perder fuerza, el gobierno había dictado las prime-
postulados del plan significaban la alianza de los campesinos y de un grupo ras medidas para pacificar la rebelión, temiendo que ésta se uniera al movi-
de poder regional. Por otra parte se quería dar solución al problema campe- miento de los pueblos indígenas de la Huasteca.
sino transformando las haciendas de más de 1 500 habitantes en pueblos,
reduciendo los pagos a los arrendatarios, repartiendo tierras incultas y dero- MEDIDAS TOMADAS POR EL ESTADO PARA LA PACIFICACIÓN
gando la renta de bienes naturales comunales; se pretendía abolir el trabajo
empleado por los propietarios, la contribución directa o indirecta y el pago El gobierno recurrió a diferentes métodos para controlar la región de Sierra
de obvenciones parroquiales. Por otra parte, se pedían las restituciones del Gorda. Tanto los movimientos políticos como los sociales tuvieron que en-
gobernador y vicegobernador del estado de San Luis Potosí, quienes habían frentar a las fuerzas represivas, tales como las Guardias Nacionales propor-
sido retirados de sus cargos por pronunciarse contra los Tratados de Paz. cionadas por los estados de Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Zaca-
Ellos representaban a un grupo de poder local en el que se encontraban tecas y Jalisco, y al mismo ejército federal que coordinaba la acción de las
otras autoridades políticas destituidas por la misma razón y que habían ac- primeras.
tuado conjuntamente con algunos hacendados. Por otra parte, y como uno de los recursos de más rápido efecto para
Entre los políticos que se intentaba reivindicar se encontraba Manuel Ve- someter a los grupos de oposición, se empleó el indulto. Sin embargo no
rástegui, sobrino de Pablo Verástegui. Como se recordará, este último con- todos los rebeldes se acogieron a él, ya fuera porque preferían seguir lu-
tribuyó con recursos y hombres de su hacienda para sostener la guerra con- chando hasta lograr sus objetivos o porque por ser desertores del ejército la
tra los Estados Unidos de Norteamérica. Manuel había sido suspendido de medida no los incluía. Esta situación radicalizó la rebelión e hizo aumentar
las funciones de prefecto provincial de Río Verde y entró en contacto con su contingente.
Eieuterio Quiroz a través de relaciones familiares y de Valentín Camargo, En abril de 1849, los jefes militares dispusieron, como medida pacificado-
secretario del líder. Desde ese momento, Manuel se convirtió en el dirigente ra, la suspensión del cobro de derechos de alcabalas en Tierra Blanca y
inteíectual del movimiento, redactó el plan e introdujo toda una serie de Xichú. E) gobierno del estado de Guanajuato aprobó el precepto, pero no
demandas de carácter político. De esta forma se involucró a los campesinos pudo ponerlo en práctica porque éste estaba sujeto a la resolución del Con-
en la lucha por el poder. Desde el lado campesino, se incorporó la idea de greso, que aún no lo había votado.*1
fragmentar las grandes haciendas, quizá por los conflictos que Manuel Ve- En la prensa nacional se polemizó en torno a la situación de Sierra Gor-
rástegui tenía con su tío Pablo, poseedor de grandes unidades productivas. , da. Se argumentaba que el movimiento no se había podido controlar por la
El plan tomó partido por la línea de los liberales del gobierno de la República poca importancia que en un principio le dieron las autoridades locales y que
que en ese momento tenían el poder y estaban representados en la figura del después esto había sido aprovechado para los fines personales de algunos
presidente Herrera. Sin embargo, el movimiento realmente no tenía posibili- grupos de poder local, que "queriendo estar en buenos términos" con el
dades de lograr sus objetivos, pues al apoyarse en las fuerzas populares y gobierno de la República, le ocultaron a éste la creciente gravedad de los
atentar contra las formas de propiedad existentes, estaba condenado a la acontecimientos.
represión. Y en efecto, los gobiernos de los estados de Querétaro, Guanajuato Los periódicos proponían desde la negociación hasta la resolución de los
y San Luis Potosí celebraron un pacto para pacificar Sierra Gorda. problemas que provocaba la rebelión. A pesar de que la miseria en que se
Además de la actuación conjunta de las Guardias Nacionales, el general encontraban los arrendatarios, peones y jornaleros era el resultado de un
Bustamante del Ejército Federal dio una serie de órdenes al jefe de la sec- sistema de relaciones de explotación, la prensa insistía en que la forma de
ción de operaciones de la zona para cubrir los puntos en donde había suble- tenencia de la tierra era la causa del movimiento y que por lo tanto se tenía
vación de campesinos. que proceder al reparto aunque hubiera que indemnizar a los propietarios.

258 2.S')
En tanto que la situación se hacía incontrolable en la región y el gobierno Luis Potosí, donde empezaron a ser derrotados. Muertos unos, encarcelados
temía otra "guerra de castas", el 11 de abril de 1849 se divulgó un documen- e indultados otros rnás. el 3 de octubre del mismo año Eleuíerio Quiroz fue
to titulado "Bases para la pacificación de la Sierra"." En él, "el Gobierno aprehendido y dos meses más tarde fue fusilado.49
Supremo de la Unión" propuso como primer punto que se dictaran leyes Antes de la derrota final, en la región se habían dictado también medidas
especiales para remediar "las miserias de la gente del campo [...], arrancan- para controlar a la población. Prácticamente todo estaba prohibido: reunio-
do así de raíz el fundamento y la causa de sus .quejas". Los siguientes puntos nes, venta de licores espirituosos, portación de armas, sacar a los prisioneros
trataban del indulto (en esia ocasión no importaba que fueran desertores de la cárcel —aun bajo custodia— para trabajar en obras públicas.50
del ejército) y del nombramiento de Quiroz como comándame de la Guar- Asimismo, se empezó a practicar la deportación, como en otros momen-
dia Nacional de Xíchú. tos se hiciera con los yaquis, mayas y chamulas. En esta ocasión, una vez
Parece que Eleuterio Quiroz había establecido cierto tipo de negociacio- fusilado el líder principal, en el mes de diciembre del mismo año, los prisio-
nes con el Ejercito Federal, y éste adjuntó al anterior documento otro con el neros de la Sierra fueron llevados a Durango, Chihuahua, Tamaulipas y
título de "Sumamente reservado". "Bases que secretamente ;,c fijan para la Coahuila. La deportación implicaba el desarraigo de la población, la pérdi-
pacificación de la Sierra Gorda", en donde en primer término se aseguraba da de la identidad y asimismo evitar que los vecinos, por relaciones de pa-
la cantidad de 10 mil pesos a Eleuterio Quiroz para que pudiera "estable- rentesco, los rescataran de las cárceles, como muchas veces antes ocurrió,
cerse comprando tierras sin necesidad del sueldo que pide". A continuación para reorganizar el movimiento.
se asignaban 5 m:l pesos a cada uno de los cabecillas "que sean influyentes y A las masas populares se les sometió. Sin embargo, había que hacer con-
considerados necesarios". También se reconocía que a Verástegui no se le cesiones a la oligarquía local para que la paz fuera efectiva. En el mismo
había indemnizado por los perjuicios provocados por la rebelión. Como mes de diciembre el gobierno de Guanajuato decretó la erección de un nue-
punto final, se anunciaba que iba a procurarse "repartir tierras de comuni- vo departamento en Sierra Gorda: al pueblo de Xichú se le elevó al título de
dad que hubiere". villa, desde entonces conocida como Villa Victoria: "contaría con ayunta-
Es interesante hacer notar que lo que en el primer documento aparece miento siempre que ajuicio del gobierno hubiera un número competente de
como fundamental —"remediar las miserias de la gente del campo" — , en el personas idóneas para el desempeño de cargos consejiles".52
segundo quedó en último término y con posibilidades nulas de cumplirse ya Un poco antes de emitir este decreto, el gobierno del presidente Herrera
que en la región no existían las tierras de comunidad;47 hay que recordar tuvo que hacer concesiones a las fuerzas represivas. A los representantes del
que esta región había estado poblada por grupos semínómadas que no te- Ejercito Federal les dio un pago extra considerable por la labor que desem-
nían ni el mismo patrón de asentamiento ni la misma forma de tenencia de peñaron, y a las Guardias Nacionales de los estados las favoreció con la creación
la tierra que las poblaciones de Mcsoamérica. de tres colonias militares con concesión para cuatro sitios de ganado mayor.
Los documentos fueron enviados a la Sierra para ser discutidos entre Al mismo tiempo "se hacía sentir el poder de las leyes" a la población.53
algunos hacendados importantes y el representante del Ejército Federal en La posesión de la tierra no era una demanda tradicional entre los pames y
la zona. El acuerdo al que llegaron el 15 de mayo de 1849 consistió en los jonases (arrendatarios) de Sierra Gorda, sino la libre explotación de los
entregar 3 mil pesos a Quiroz para que los repartiera enlre los jefes de sus bosques, objetivo que en las proclamas de 1847 se expresó en la demanda por
fuerzas como él lo creyera conveniente, y 6 mil pesos en partidas parciales el mejoramiento de las condiciones de vida y por el relajamiento de las formas
para indemnizar a los que entregaran sus armas. de control y represión, a diferencia de los pueblos otomíes y nahuas de los
Los acuerdos para resolver el conflicto se fueron desvirtuando y las canti- entornos de la Sierra Gorda que se habían levantado defendiendo sus tierras
dades de dinero destinadas a comprar a los líderes fueron disminuyendo en de comunidad. En el transcurso de la lucha y por las diferentes Alianzas que
el paso por las diferentes instancias de poder. Hasta el momento se desco- formaron, las demandas se fueron transformando. Así, al término de la rebelión,
noce si estos acuerdos fueron implementados o si los rebeldes no aceptaron tanto el líder del movimiento como los aparatos de Estado decidieron que la
las proposiciones. El caso es que la pacificación de la región no se logró. causa de la miseria de miles de pobladores de la Sierra era la concentración
A medida que los rebeldes se alejaban de su sierra, el movimiento cobra- de la tierra en pocas manos, por lo que Quiroz pidió en el "Plan Regenerador"
ba mayor fuerza social, debido a los campesinos que se incorporaban a su que las haciendas de más de mil quinientos peones se convirtieran en pueblos,
paso, pero por carecer ya de sus refugios naturales se hacía militarmente y la prensa y la Junta Directiva del Ramo de Colonización presionaron para
más vulnerable. Prueba de ello es su intento por tomar la ciudad de San que se repartiera la tierra a los campesinos. 4

260 2M
En un proyecto elaborado por la Junta se decía: nos no encontraron ninguna alternativa económica que hiciera menos difícil
su situación. La opresión y el odio empezaron a reflejarse en un incremento
El reparto de tierras con que se invita a los nuevos pobladores, brindándo- considerable del fenómeno social conocido como bandidaje. Esto coincidió
selas por concesiones liberales, se asemejaría al sarcasmo, si al mismo con la aparición del fantasma del anarquismo y del comunismo en la Sierra
tiempo la gente indígena no mereciese, extraña en su propio suelo, las Gorda, hacia los años cincuenta. 9
miradas de la consideración del gobierno. La población antigua también
debe ser atendida, para que se multiplique y prospere; y su prosperidad no RESUMEN Y CONCLUSIONES
puede esperarse sin remedios fáciles y abundantes de alimentarse, que para
los habitantes del campo no son posibles sin tierra productiva que labrar. La organización social de los grupos indígenas que habitaban la Sierra Gor-
da en el momento de la conquista, así como el tipo de colonización, impri-
En otra parte del proyecto se hace referencia a las concesiones otorgadas mieron características específicas a las luchas de los campesinos durante el
a los grupos de "alzados" cuando hay pronunciamientos, alegando que de- siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX.
bería darse igual tratamiento que a los campesinos: "¿Por qué no se habría La población sometida por la acción del ejército y por la de los misione-
de proceder así con una clase numerosa que sólo por serlo merece grandes ros durante la Colonia estuvo constituida por diferentes grupos étnicos con
miramientos?" un gran margen de movilidad dentro de un mismo territorio. La conforma-
El gobierno de la República retomó estas sugerencias y dispuso que con ción del terreno, el cambio de estaciones y la diversidad de actividades eco-
la creación de colonias militares se beneficiaran también los desertores del nómicas que ahí se desarrollaban exigían este desplazamiento.
ejército y los campesinos. Asimismo, se autorizó al gobierno del estado de Puesto que la región estaba poco poblada, la colonización se hizo con el
Guanajuato para que comprase terrenos a particulares para otorgar a los apoyo de otros grupos otomíes y nahuas que fueron desarraigados de sus
"pobladores mercedes de terrenos realengos de la sierra" y con esto formar comunidades de origen para llevarlos a la Sierra y aculturar a los pueblos
poblaciones. autóctonos de pames y jonases. El origen seminomádico de estos últimos
A estas medidas siguieron otras en el transcurso de los meses, para bene- grupos hizo difícil la existencia de asentamientos indígenas con las caracte-
ficio de hacendados, rancheros y propietarios en general. Se dispensó a los rísticas que se conocen en el resto del país, sobre todo en lo que concierne a
propietarios de fincas rústicas y urbanas del pago de contribuciones por es- la posesión de tierras de comunidad.
pacio de dos años, al comprobar que habían "sufrido por los sublevados de Esta situación propició una forma de tenencia de la tierra aparentemente
la Sierra Gorda menoscabo de sus intereses". sencilla: por un lado estaba la propiedad privada en donde se encontraban
De la misma manera se liberaba por un lapso similar "a los habitantes de las minas, haciendas y ranchos; y por otro, las tierras baldías de la nación,
las poblaciones que fueron invadidas, del pago de la pensión sobre objetos en las que en un principio se permitió a los grupos indígenas la Ubre explo-
de lujo, ejercicios lucrativos, derechos de patente y cualquier otro impuesto tación de los bosques.
o contribución directa correspondiente al estado".6 En el transcurso de la Colonia y en la primera mitad del siglo XIX, la
Estas concesiones a la oligarquía regional propiciaron una relativa estabi- propiedad privada fue aumentando y consecuentemente los bosques de nadie
lidad política en la región, aunque en el estado de Guanajuato subsistieron o de todos empezaron a disminuir. Paralelamente se fue reglamentando su
las fricciones entre el poder ejecutivo y el poder legislativo en torno a dife- explotación, hasta que llegó el momento en que se tenía que pagar por un
rentes concepciones sobre la forma de tenencia de la tierra que debía preva- pedazo de tierra para poder sembrar y complementar su actividad en el bosque.
lecer. El Ejecutivo titubeaba ante la necesidad de fraccionar las propiedades La expansión de la propiedad privada provocó la pérdida del derecho de
y la imposibilidad de crear "poblaciones" y fábricas en la Sierra. En el fondo uso de los recursos naturales de los indígenas de la Sierra. Este elemento
se jugaba con ta posibilidad de echar a funcionar antiguos proyectos: la constituyó la causa fundamental y tradicional de las luchas de los serranos
creación de un presidio y el estímulo a los capitales para fomentar la mine- hasta la primera mitad del siglo Xix.
ría, "aunque sólo pudieran explotar plata y ya no cinabrio"57 como siempre La explotación de los bosques era indispensable para la economía renio
se había deseado. nal y para la reproducción de la economía familiar campesina. La nimli-ni
En cuanto a los bosques, se expidieron varios decretos, todos ellos ten- requerida por la minería, curtiduría y construcción era suministrada por muí
dientes a seguir protegiendo a los terratenientes. Por lo tanto los campesi- serie de trabajadores libres llamados carboneros, madereros y Icnmloic*.,

262 ,'M
quienes vivían en la Sierra. Éstos vendían madera para poder pagar el alqui- cúndanles a la Sierra Gorda, que se les unieron bajo promesa de qur
ler de las tierras en las que sembraban; la otra la utilizaban como leña para defendidas las tierras comunales que estaban en peligro. Después se iipoyii
su propio consumo. ron en el descontento de una serie de trabajadores del campo ubicado* rn
Así que los campesinos que vivían fundamentalmente del corte de la ma- la Sierra: pames y jonases que eran carboneros y/o arrendatarios, peonen,
dera constituyeron grandes masas de arrendatarios. Éste fue el sector diná- soldados desertores y bandidos que huían de la "justicia"; todos ellos, ni
mico de la población que luchó siempre por el libre uso de los bosques. bien tenían diferentes condiciones de vida y de trabajo, compartían dirccUi o
Tanto en momentos de crisis como de auge del movimiento campesino, ellos indirectamente los efectos de un mismo sistema de explotación.
fueron los protagonistas de la rebelión, aunque más tarde se les unieron La guerra de intervención norteamericana, a causa del saqueo y devasta
peones, soldados desertores y bandidos que huían de la "justicia". cíón que hacían las tropas en las poblaciones, además de distraer al campe-
La lucha de los campesinos en muchas ocasiones y en diferentes épocas sino del cultivo de la tierra para defender el territorio, provocó una crisis
fue utilizada por los grupos de poder regionales, como un instrumento tácti- económica en el campo; no así en la minería, sector que curiosamente regis-
co de apoyo a sus propias luchas frente a las estructuras que impedían o tra un auge importante en esos años. La falta de cosechas vino a empeorar
bien su desarrollo económico o bien su participación política a nivel nacio- las condiciones de vida de los campesinos, de por sí deterioradas por el
nal. Durante el siglo XIX la Sierra Gorda fue el escenario de importantes aumento de los impuestos.
conflictos de poder. La crisis económica, y fundamentalmente la crisis de poder que había en
En la minería se expresó el choque de intereses entre colonia y metrópo- la región y en el país, crearon una coyuntura favorable para que diferentes
li; la Corona impedía a ios dueños de las minas la explotación de minerales tipos de trabajadores del campo se levantaran a lo largo de la Sierra. Aje-
que abundaban en la Sierra y que eran necesarios para el beneficio de los nos totalmente a la lucha por el poder, pero motivados por la esperanza de
metales preciosos. Así se preservaba una situación de dependencia. En fun- mejorar su situación, crearon alianzas temporales con sectores oligárquicos
ción de las relaciones coloniales, esta situación en la minería se hizo extensi- — militares y/o hacendados — , formando de esta manera la fuerza social de
va a otras actividades económicas. En el México independiente, la lucha de apoyo de los grupos de poder en pugna.
los dueños de minerales continuó por la misma causa, pero en esta época se Estas alianzas hechas por los campesinos tenían como único fin la con-
dio en contra de los grupos monopólicos, quienes por razones comerciales quista de sus propias demandas; tal vez por ello fueron efímeras. En la diná-
se las arreglaron para seguir importando una serie de artículos que ya se mica de sus levantamientos lograron coyunturalmente la autonomía, tanto en
podían producir en México. objetivos de clase como en liderazgo, y siempre rebasaron las proclamas de
Hacia la década de los cuarenta, la crisis política del país era insostenible hacendados y militares, convirtiéndose en una rebelión incontrolable.
y se vio agudizada por la intervención norteamericana. La lucha del poder El que se volvió líder campesino, Eleuterio Quiroz, había sufrido en car-
regional frente al nacional se expresó en la Sierra Gorda en torno al conflic- ne propia las injusticias del sistema, y al caer en la "ilegalidad" pasó a ser
to internacional, lo que provocó una agudización de las contradicciones so- bandido. Sus acciones al principio no iban más allá de hacerse justicia por
ciales locales. Los grupos de poder regional que participaron de manera mano propia, pero poco a poco las circunstancias lo fueron radicalizando
más activa en esta guerra fueron los hacendados y los militares, quienes a su hasta convertirlo en el líder de un movimiento popular.
vez detentaban los cargos públicos. La composición social de este movimiento campesino en su última etapa
De entre los hacendados, unos se pronunciaron en favor de los norteame- era la siguiente: arrendatarios que eran trabajadores libres con una larga
ricanos y otros en contra. La fuerza social de apoyo en ambos casos fue tradición de lucha, y los mcdieros, jornaleros y peones de la hacienda.
sobre todo la de los peones de sus propias haciendas, a quienes armaban y La demanda primordial de los arrendatarios era la libre explotación de
convencían de la necesidad de combatir, prometiéndoles mejorar su situa- los bosques, y la de los otros trabajadores del campo era mejorar sus condi-
ción laboral. ciones de vida y de trabajo. Sin embargo, en el momento en que su Ifdfi
En el caso de los militares, en gran parte se pronunciaron contra el poder entró en contacto con alguien que obedecía a otros intereses de clase y qnr
central y en algunos casos contra los tratados de paz firmados por el gobier- estaba interesado en capitalizar el movimiento, incorporó la demanda ilr
no mexicano con el país del norte. El momento y lugar en donde se movili- convertir en pueblos ¡as haciendas de más de mil quinientos peones.
zaron fue determinante para que contaran con una base de apoyo. Primero La liga del movimiento con intereses políticos diferentes a los de los i mu
encontraron eco entre las comunidades otomíes y nahuas de las zonas cir- pesinos lo llevó al fracaso. El movimiento prosperó mientras se inuvlrt t l tt MI

264
territorio, organizado en guerrillas y protegido por la orografía del lugar; 10 REVUELTAS Y MOVILIZACIONES CAMPESINAS EN
pero una vez que salió de su sierra y con fines políticos diferentes y atacó . YUCAT^J: INDIOS, PEONES Y CAMPESINOS DE LA
nuevas ciudades, sufrió una derrota militar, la muerte de su líder y el fin del GUERRA DE CASTAS A LA REVOLUCIÓN
propio movimiento.
Aparejadas a la última etapa del movimiento vinieron las medidas del
gobierno para pacificar la región; unas dirigidas a las clases populares y
otras a los grupos de poder. Pasado el conflicto internacional, el gobierno Enrique Montalvo Ortega
de la República para consolidarse tuvo que hacer concesiones al grupo do-
minante de la región. Los militares resultaron los más beneficiados, pues se
les dieron fueros y sitios de ganado mayor para establecerse. A los hacenda- INTRODUCCIÓN
dos se le redujeron los impuestos, aunque por un tiempo tuvieron la amena-
za de ver reducidas sus propiedades (aun mediante indemnización) para re- En el siglo XIX se desarrolló en Yucatán una de las rebeliones campesinas
partirlas entre los campesinos. Los dueños de minerales no lograron más importantes de América Latina, conocida con el nombre de Guerra de
conseguir el permiso para extraer cualquier tipo de mineral y debieron con- Castas. A raíz de la Revolución Mexicana se desencadenó allí mismo un
formarse con invertir más capitales para la explotación de la plata. movimiento social en el que los trabajadores agrícolas participaron activa-
Aunque a los campesinos les redujeron algunos impuestos, sus condiciones mente, y que culminó con el intento de implantar una sociedad socialista a
de vida no mejoraron. Además, con la formación de colonias militares, la través de un partido de sólida raigambre popular, que contaba con una am-
reglamentación para la explotación de los bosques se hizo más estricta, pro- plia base campesina.
vocando cambios en la estructura ocupacionaí. Por otra parte, a pesar de la Ambos movimientos mostraron, en su momento, capacidad para transfor-
presión que el ejecutivo ejerció para que el gobierno estatal repartiera la tierra mar y enfrentar las condiciones opresivas imperantes y en ambos es percep-
a los campesinos —causa fundamental de la miseria y de la rebelión—, los tible la manifestación de una fuerte inconformidad y espíritu de rebelión
propietarios de la región coludidos con las autoridades políticas siempre contra dichas condiciones y quienes las encarnaban.
encontraron los mecanismos para no llevar a efecto, ni siquiera parcialmente, Entre el inicio de cada uno de estos movimientos media poco más de
esta disposición. medio siglo, en el cual se modificó sustancialmente la estructura económica
Finalmente, los campesinos fueron pacificados por la coalición de fuerzas y social de la región: no sólo cambiaron las formas de producción sino que
de los grupos de poder de diferentes estados de la República. Sin embargo, se desarrolló una nueva economía con base en la* generalización de la siem-
las causas de la rebelión quedaron latentes en cada uno de ellos, y volverían bra del henequén a costa del maíz y de otros productos de autoconsumo; se
a manifestarse con formas diferentes en nuevos momentos de crisis de poder. vivió un periodo de auge económico para la oligarquía dominante y se reor-
Los intentos parciales de reparto agrario empezaron a crear cambios en ganizó y reforzó la dominación política.
la forma de tenencia de la tierra. Comenzaron a formarse pueblos y en ellos Nos hallamos frente a dos formas de organización y movilización que re-
nuevas formas de organización social que llevaron a los campesinos de la sultan de estructuras y relaciones sociales sumamente diferentes, pero cuyo
región a tener expectativas sobre un pedazo de tierra y a luchar años más análisis comparativo puede ilustrar notablemente tanto sobre los alcances
tarde por obtenerla. transformadores de los mismos, como sobre la manera en que determinado
tipo de trabajador agrícola (peón de hacienda, campesino libre o miembro
de comunidad) puede manifestar en ciertas condiciones su capacidad de
rebelión o actuar en conformidad con las normas sociales prevalecientes.
Por otra parte, una comparación de este tipo permitirá vislumbrar algunas
de las maneras en que el elemento racial o étnico se entrelaza con el clasis-
ta, dando por resultado determinadas manifestaciones políticas, o cierto tipo
de transformaciones ideológicas.
Para realizar un estudio comparativo de los referidos movimientos —ob-
jetivo fundamental de este ensayo — , es necesario pasar inicialmente por una

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revisión de los procesos históricos que constituyeron las estructuras y los limítrofes con las dominadas. Zonas libres y zonas colonizadas, campesinos
grupos sociales en la región. libres e indios encomendados, sirvientes y peones, tal era la realidad colonial
Considerando, por otra parte, que la denominación misma que se ha da- en América, por lo que hablando en rigor sólo pueden ser considerados como
do a ta rebelión del siglo XIX en cuestión, "Guerra de Castas", connota su indios, con toda la connotación que hemos atribuido al término, los pertene-
definición predominantemente como enfrentamiento racial o interétnico, bo- cientes a las zonas colonizadas, o los que fueron sometidos al poder dominante,
rrando un conjunto de determinaciones no menos importantes, se impone mientras que los otros deberían ser llamados naturales o (por su forma de
comenzar con una precisión conceptual que permita historizar y relativizar reproducción social y económica predominante) campesinos. Sin embargo el
el sentido del término "indio", diferenciándolo del de "campesino", lo cual lenguaje usual les impuso el apelativo común de indios, por extensión, a todos
posibilitará a su vez la comprensión de las diferentes categorías sociales pre- los habitantes de América, quizá con base en la idea de que los no sometidos
sentes entre los explotados u oprimidos en Yucatán en el siglo XIX. algún día llegarían a serlo.
La distinción a que nos hemos referido, entre campesinos e indios, resul-
EL INDIO COMO PRODUCTO HISTÓRICO Y ta fundamental para comprender el proceso social que se dio en Yucatán a
SU DELIMITACIÓN REGIONAL EN YUCATÁN lo largo del siglo XIX y las primeras tres décadas del XX, así como la vida de
los trabajadores del campo. Más aún, la definición clara del concepto de
La conquista de América por parte de los españoles dio como resultado la indio en su sentido socioeconómico hace posible trasponer las explicaciones
constitución de una nueva categoría social: el indio. Éste es, sin duda, una que reducen la dominación social a sus aspectos raciales, despojándola de
creación colonial perpetrada para convertir al habitante de las regiones con- sus otras determinaciones. La matriz colonial produjo una profunda diferen-
quistadas en ciación, la cual se manifestó en los diversos niveles de la vida social y econó-
mica de la región, entre los campesinos libres que habitaban el oriente de la
un tipo de trabajador con creencias y costumbres adecuadas para contro- península y aquellos indios que manteniendo o no la producción campesina,
larlo y explotarlo sistemáticamente y en forma segura; un trabajador dócil, fueron sometidos a la égida colonial, ya a través del tributo o el repartimien-
con su capacidad de violencia inhibida bajo el peso de la vigilancia religiosa to de mercancía, ya como siervos o trabajadores encomendados. Tal tipo de
y de creencias amansadoras; un trabajador más productivo, pero no para sometimiento tuvo por puntales básicos la dominación ideológico-religiosa y
su bienestar propio, sino para el enriquecimiento de diversos amos que el control militar.
tenían perfectamente controlada la canalización del plusproducto.1 Al momento de la Independencia se hallaban ya delimitadas en Yucatán
dos regiones diferenciadas económica y socialmente: la zona sur-oriental,
Si bien ésta fue la intención predominante y generalizada entre los coloni- poblada por campesinos libres, entre los cuales los lazos coloniales no habían
zadores, sus logros no fueron perfectos, como lo muestran las continuas rebe- logrado expandirse con fuerza suficiente; y la región occidental en la que los
liones que se sucedieron en la colonia. Asimismo, diversas regiones no alcan- naturales habían sido sometidos y en donde se hallaba ya en movimiento una
zaron a ser controladas por aquéllos, lo cual dio lugar al mantenimiento de tendencia hacia nuevas formas de explotación, como el endeudamiento de los
zonas libres o relativamente libres en las que en buena medida se mantuvieron trabajadores a las nacientes haciendas maicero-ganaderas, derivadas en mu-
las formas de reproducción propias de ios indígenas prehispánicos. Si nos chos casos de las estancias. Lo que distinguía a estos dos tipos de trabajadores
atenemos a lo dicho anteriormente, la mayoría de los nativos que vivían en era por un lado su sujeción o no a las clases dominantes de la colonia y por el
América sí fueron transformados en indios, en cuanto siervos al servicio de la otro el tipo de trabajo y la manera de desarrollarlo. La Independencia conmovió
colonia y de sus agentes locales, pero otros permanecieron al margen de tal el conjunto de la sociedad, facilitó el desarrollo de nuevas ramas productivas
dominación. Los primeros fueron explotados de las más diversas maneras, que y dificultó o de lleno anuló el de otras, a la vez que agudizó las contradicciones
van desde la esclavitud (empleada en algunas regiones en tiempos tempranos en el seno de las clases dominantes, que trataban de reacomodarse.
de la conquista y en otras incluso posteriormente), hasta la encomienda,
pasando por el repartimiento, la servidumbre, etcétera. Los segundos mantu- LA GUERRA DE CASTAS Y SUS ANTECEDENTES
vieron sus formas de producción previas; en la mayoría de los casos reprodu-
jeron la producción campesina de autosubsistencia, aunque en ocasiones fue- El conjunto de transformaciones que se presentaron después de la Inde-
ron impelidos a prestar cierto tipo de servicios, sobre todo en las zonas pendencia, el desarrollo de nuevas contradicciones y la agudización de otras

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anteriores se manifestaron en el levantamiento que dio lugar a la Guerra de contribución personal de doce reales que obligaba a todos (indios y no in-
Castas, iniciada en el año de 1847. Tal guerra duró, en sus diversas fases y dios), excepto a quienes tuvieran impedimento para trabajar, los soldados o
con intervalos y transformaciones en su magnitud y su carácter, hasta princi- sargentos, los franciscanos y los esclavos. Ese mismo año se restituyeron las
pios del siglo actual. En su intensidad y duración evidencia la capacidad de repúblicas indígenas, con el objetivo de recaudar eficientemente las contri-
resistencia campesina a los intentos de sometimiento y destrucción de sus buciones de los indígenas.
formas de vida y de producción por parte de los sectores dominantes de una Los hacendados, quienes debían pagar el tributo para que los indígenas
naciente economía hacendaría productora de cultivos tendientes a la comer- trabajasen en sus haciendas, luchaban por suprimirlo. El grupo político de
cialización. los "Sanjuanistas", enarbolando la bandera de la defensa de los derechos de
los indígenas, colaboró en la erosión del poder clerical.
Independencia y explotación del indígena Como resultado de estas condiciones y de la modificación de relaciones
establecidas en la Colonia, el clero vio sustancialmente melladas sus bases
Para comprender cabalmente el carácter de este levantamiento es nece- de poder. Ello no dio lugar, sin embargo, a un avance correlativo de los
sario partir de la explotación predominante entre los trabajadores del cam- derechos de los indígenas, pues si bien desaparecieron algunas formas de
po, así como los movimientos políticos que se presentaron. Tal explotación explotación, aparecieron otras nuevas como el trabajo endeudado, además
se concretó en la encomienda, los tributos y obvenciones para el clero, re- de que en muchos casos se procedió a despojar de su tierra a los indígenas.
partimientos, y en cierta forma de servidumbre de trabajo, muchas veces Así sucedió con la enajenación de terrenos de cofradías, decretada el 22 de
basada en las deudas. Aunque la Independencia, cumo antes dijimos, con- enero de 1821 y la ley de enajenación de terrenos baldíos, del 3 de abril de
movió a toda la sociedad yucateca, no eliminó las condiciones discriminato- 1841. Más aún, no bastó la creación de nuevas formas de explotación del
rias al indígena, ni mucho menos otorgó a éste la categoría de ciudadano indígena, sino que éste fue utilizado para combatir en las pugnas internas de
con iguales derechos. Por el contrario, en cierta manera acentuó su explota- la clase dominante, específicamente para dirimir las diferencias entre los
ción y favoreció los intentos de expansión de la economía hacendaría y co- grupos de poder de Mérida y Campeche y entre los de Yucatán y el gobier-
mercial sobre la campesina. Un historiador yucateco del siglo XIX señala, no de la República, en torno al problema del federalismo.5 En 1842 se ofre-
con marcado aire romántico, cómo ció a quienes defendieran con las armas el Estado, "además de su prest, un
cuarto de legua cuadrada" de baldíos y a quienes se distinguieran se les
la Independencia hubiera debido imitar la conducta de los liberales espa- entregarían una "porción de baldíos en proporción a sus servicios y grado
ñoles, desembarazando desde luego al indio de las cargas injustas que militar". En 1843 se decretó que a quienes hubieran defendido con armas
pesaban sobre él, y poniendo los medios para educarle a fin de nivelar en propias a Yucatán se les exceptuaría de las contribuciones civiles y religio-
una época no remota, a las demás razas que habitan el país. Pero intere- sas. La mayoría de estas promesas nunca se cumplieron.
ses bastardos se opusieron a este pensamiento [...] fuera del tributo aboli- En resumen, con la Independencia no finalizó la explotación de los indí-
do por Iturbide, se dejaron subsistir las obvenciones, el trabajo personal genas. Las clases dominantes se encargaron de reafirmar el lugar de clase
obligatorio, las vejaciones de las autoridades civiles y eclesiásticas, y otros explotada que desde la colonia se les había impuesto. Nuevas formas de
muchos abusos sancionados por la costumbre. El indio ciudadano siguió explotación surgieron y acentuaron aún más su posición subalterna. Las tra-
viendo en el descendiente del conquistador al autor de su miseria.3 dicionales formas de defensa de los indígenas fueron atacadas, la explota-
ción se vio redoblada; al desaparecer de la escena política la Corona, que se
De lo anterior no puede interpretarse que no hubo cambios en la estruc- encargaba de vigilar los límites de la explotación de los indígenas, marcados
tura económica de Yucatán. Sin duda a raíz de la independencia las contra- siempre por las revueltas mismas, las clases explotadoras autóctonas se lan-
dicciones entre las clases se agudizaron. Con base en las leyes de las Cortes zaron en contra de todo lo que frenaba sus intereses. Primero actuaron con-
de Cádiz en 1812 se obligó a la Iglesia a dejar de cobrar las obvenciones a tra el clero, para evitar el pago de las obvenciones de sus trabajadores, y
los indígenas. La Iglesia sin embargo logró presionar suficientemente al go- luego redoblaron su lucha por la acumulación de tierras y por apropiarse de
bierno para que, apoyado por el desconocimiento de la Constitución de Cá- los centros de abastecimiento de agua. Estas dos últimas pretensiones se
diz en España, en 1814 restituyera las obvenciones. No fue sino hasta 1822 hallan fuertemente vinculadas a la transformación de la economía regional y
cuando definitivamente fue abolido el tributo y sustituido por un decreto de al surgimiento de nuevos tipos de producción. Tal fue el caso del cultivo de

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la caña de azúcar, cuya expansión sobre las zonas de campesinos libres jugó enfrentamientos, asaltos de poblaciones, fusilamientos de indios, muchos de
un papel de primera importancia entre los elementos que provocaron la lla- ellos inocentes.
mada Guerra de Castas. No es el caso entrar aquí en los detalles de las batallas. Los periódicos y
crónicas de la época se hallan salpicados con los sangrientos relatos sobre la
Rebelión y enfrentamientos saña de los contendientes. Resulta de importancia, sin embargo, destacar
cómo la represión se encaminó de manera acentuada en contra de los caci-
Con lo anterior se abrieron las puertas a la Guerra de Castas, verdadero ques de las poblaciones. A la mayoría se les persiguió y se les apresó en
movimiento de resistencia de los indígenas en contra de la intensificación de Campeche. Al cacique de Tixpehual se le torturó colgándolo de las orejas y
la explotación y de la penetración de extraños en sus terrenos. azotándolo; él mismo denunció que en Tixkokob la sangre de los indios azo-
En su forma más intensa, la Guerra de Castas duró alrededor de siete tados llegó a formar un lago.11
años (1847-1854), aunque se prolongó hasta 1901 como guerrilla de resisten- En su mayoría los caciques mayas eran "indios principales y gobernado-
cia. A lo largo de todo este tiempo el enfrentamiento entre los contrincantes res pasados que hacen vida en común, como los demás, siguen ejerciendo la
cobró reiteradas y extraordinarias formas de violencia y en ocasiones ambos agricultura por sí o por medio de operarios voluntarios a quienes pagan el
se plantearon como objetivo el exterminio total del enemigo. Entre los diri- jornal corriente. No hacen vejaciones a los demás ni les exigen algún servicio
gentes mayas había tres tendencias: la de Cecilio Chi, quien que no sea pagado. Son respetados por los demás indios".1 Asimismo,

era sin disputa alguna el más sanguinario de todos [...] Su programa con- a mediados del siglo XIX no se advierte en el interior del estamento indio
sistía en exterminar a todos los individuos que no perteneciesen a la raza una aguda lucha de clases. Los caciques fácilmente prestaban dinero a
indígena pura, con el objetivo de que los descendientes de los mayas se los demás, pagaban muy bien a sus trabajadores, en plata o en especie,
quedasen dueños absolutos del país de sus mayores. Manuel Antonio Ay guiados por la máxima "Éste es sudor de mis hermanos y no es justo que
creía que no se necesitaba derramar tanta sangre para alcanzar el mismo coman sobre caro". De hecho, caciques y macehuales vivían de igual mo-
objetivo, y opinaba que los indios podían desembarazarse de sus enemi- do, casi sin diferencia alguna. Por todas estas razones, los caciques eran
gos, expulsándolos a todos de la península. Las aspiraciones de Jacinto respetados por sus subordinados.13
Pat eran menos innobles, porque aunque aspiraba al dominio de su raza
sobre las demás, no era con el objeto de exterminarlas o de expatriarlas, Tal forma de relación social entre dirigentes y dirigidos tuvo importantes
sino con el objeto de sustituir a los blancos en el gobierno del país. efectos en la organización interna de los mayas y en las acciones emprendi-
das en la Guerra de Castas.
Para iniciar la rebelión los dirigentes indígenas tramaron una conspira- La guerra prosiguió con un inusitado avance de los rebeldes, quienes para
ción, la cual fue descubierta, y como primera medida se ejecutó al cacique fines de mayo de 1848 ocupaban ya las cuatro quintas partes de la península
Ay el 26 de julio de 1847, en virtud de que se le encontró una misiva de de Yucatán. Por su parte los blancos se habían refugiado en Mcrida y Campeche
Cecilio Chi.8 Dicha ejecución se realizó en un ambiente sumamente tenso, y y en algunos pueblos del Camino Real que vinculaba estas dos ciudades. Ante
a ella siguieron nuevos actos de violencia; la gravedad de la situación y la amenaza de un devastador ataque de los
rebeldes, el gobernador se disponía entonces a huir a Campeche y el obispo
en la madrugada del 30 de julio, cuando todos los habitantes de Tepich a La Habana. Se decidió evacuar Mérída pero la falla de papel hizo imposible
parecían entregados al sueño, los indios se arrojaron repentinamente so- la impresión y circulación del decreto correspondiente.
bre las casas de todos los vecinos que no pertenecían a su raza, y cum- El esperado ataque de los mayas rebeldes se detuvo cuando éstos se ha-
pliendo con las órdenes de su sanguinario jefe [Chi], asesinaron sin pie- llaban a seis leguas de Mérida y a una de Campeche. Entonces comenzaron
dad a blancos, mestizos y mulatos, perdonando solamente a algunas a emprender la retirada, lo cual resulta por demás desconcertante si se con-
mujeres para saciar su concupiscencia [...] Un solo individuo [...] pudo sidera que tenían todas las posibilidades de triunfar. Existen ante este hecho
escaparse de la matanza [...].10 diversas hipótesis. Según González Navarro —quien coincide con Reed so-
bre este punto—, el ataque final no se dio
A este acto siguió una guerra abierta entre indígenas y blancos: continuos

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I
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porque la guerra fue iniciada e impulsada por los mayas de la frontera, No tardaron en delimitarse grupos y sus objetivos políticos y militares
los huits, y por quienes sólo recientemente habían dejado de pertenecer a entre los rebeldes: "Al finalizar 1853 la población indígena se dividió en tres
esa categoría. Los mayas occidentales, en cambio, por largo tiempo acos- grupos principales: 1] en el sur, independientes, pero pacíficos; 2] en el
tumbrados al peonaje, acabaron por unirse a los blancos en su lucha con- oriente, independientes y rebeldes; 3] la restante mayoría, dependientes y
tra los de su raza, porque tal como lo había observado Stephens, habían fieles".8 Ante esta situación se fue definiendo —ya desde 1849 — , una estra-
transferido su lealtad del pueblo a la hacienda, cosa que no ocurrió con tegia para aislar a los rebeldes de la región oriental del Estado. 9 Así, des-
los orientales. En efecto, hasta entonces conforme avanzaban los rebeldes pués de las derrotas de 1855, el sector de los blancos
se les incorporaban los indios de los lugares conquistados, pero ya no
ocurrió así en Tunkás, Izamal, Ticul, etcétera. Los de este último pueblo, decidió sencillamente que la rebelión llamada Guerra de Castas había
al mando de su cacique, abandonaron el lugar junto con las tropas del terminado [...] No había habido victoria, y quedaban años por pelear. Pe-
gobierno al aproximarse los rebeldes.15
ro después de 1855 se consideró que era otra cosa: no una rebelión ni
una Guerra de Castas sino más bien una contienda entre dos potencias
Según otra hipótesis, fue el ciclo del cultivo del maíz lo que determinó la soberanas: México y Chan Santa Cruz. De todas las rebeldías de los indí-
retirada. Dado que el ejército atacante estaba compuesto de campesinos, genas, desde que los araguacos dispararon sus Hechas contra los marinos
era para ellos primordial la siembra para su sobrevivencia, por lo cual deci- de Colón, ésta era la única que había tenido éxito. Y si no podía impedir-
dieron regresar a sus tierras para sembrar antes de que se iniciara el perio- se, el orgullo yucateco decretó que debía ignorarse.
do de lluvias. Puede proponerse otra interpretación bastante más simple: los
mayas no atacaron Mérida porque no les interesaba. El carácter de defensa Ante esta situación los rebeldes se replegaron y constituyeron una espe-
territorial que definía su lucha les imponía como objetivo central lograr la cie de comunidad religiosa en Chan Santa Cruz, dando lugar a los llamados
soberanía sobre un espacio determinado y no la conquista de otros o el cruzob. De ahí en adelante la defensa de su territorio pasaría por una lucha
exterminio de los blancos.
similar a una guerra de guerrillas, a través de la cual defendieran su territo-
Cualquiera que haya sido la causa de la retirada de los rebeldes, el hecho rio mientras organizaban esporádicos ataques a regiones enemigas. Así
es que para entonces la situación económica de Yucatán era caótica: los transcurrieron y sobrevivieron lo que restó del siglo XIX, hasta que el gobier-
ingresos provenientes de contribuyentes no se recaudaban y no era posible no federal, junto con fuerzas locales, dio el último golpe sobre Chan Santa
enderezarla, ya que los rebeldes eran alrededor de 60 mil y los fíeles Cruz en 1901. "Para los cruzob, había sido un desastre. Reducido su número
18 mil.16
por las bajas, las epidemias y ahora por el hambre, separados de las armas y
Poco después fueron apareciendo divisiones entre los rebeldes. El 13 de las municiones inglesas, incapaces de resistir al poderío dzui, habían retroce-
diciembre de 1848, Cecilio Chi fue asesinado por su secretario, el amante de
su esposa. Florentino Chan, sucesor de Ay en la zona oriental y Venancio dido desesperados y rabiosos ante el avance".21
Según Leticia Reina, como Yucatán se estaba quedando sin fuerza de
Pee, jefe de un grupo de indios del sur, desconocieron a Jacinto Pat el 13 de
septiembre de 1849, y trabajo debido a la guerra con los indígenas, en 1851 se pasó de una guerra
de exterminio a una de sometimiento. Se fundamenta para ello en la necesi-
dad de mano de obra expresada por Sierra O'Reilly y sobre todo en las
ordenaron su muerle porque había establecido la pena de azotes y el
instrucciones presidenciales enviadas al nuevo comandante comisionado a
servicio de semaneros, es decir, aquello por lo cual se habían alzado con-
Yucatán entonces:
tra los blancos: "no es eso lo que desearnos; libertad es lo que quere-
mos". En lo sucesivo no habría contribuciones, azotes, "compra de mon-
El gobierno espera, que pagándose las tropas con regularidad, no ten-
tes para labrar", ni se recogería a las tropas el bolín de guerra.
Finalmente Pee asesinó a Jacinto Pat a cinco leguas de Bacalar. Con la drán que acudir a despojar a los indios de sus provisiones, acosándolos y
obligándolos a que se refugien en los montes, y cree que debería procu-
muerte de Pat se fragmentó la autoridad de los rebeldes y por lo pronto
rarse que el estado les concediera la amnistía para que sabedores de que
quedaron como jefes principales Chan en el norte y Pee en el sur. Como
se les da cuartel, de que no se entregan al saqueo de sus sementeras,
resultado de esto, los indios perdieron cada vez más la iniciativa en las
acciones militares e incluso se debilitó su defensa.17 vuelvan a vivir en sociedad. Con este fin, después de arregladas las fuer-
zas en el orden que se previene en estas instrucciones y de que se haya
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previsto la subsislencia de las tropas, se impedirá que éstas tomen nada tivos similares no coincidía con la del acuerdo, que no respetaba la idea de
de los indios, y podrán comisionarse algunos curas u otros padres para una integración territorial aparte para los rebeldes. Esta idea de la inde-
que los induzcan a volver a la vida civilizada.22 pendencia maya se encuentra en la comunicación oficial enviada al gobierno
de Yucatán por John Francourt, superintendente de Belice, sobre una reu-
Más allá de las intenciones del presidente los hechos muestran que éstas nión que tuvo con indígenas comandados por el líder Venancio Pee en no-
no se realizaron, al menos en el corto plazo. Las negociaciones del sacerdo- viembre de 1849. En ella afirma que éstos sostuvieron que "ningún arreglo
te Canuto Vela, representante de los blancos y mediador en el conflicto, les sería satisfactorio siempre que no se les asegurase un gobierno inde-
encontraron continuos obstáculos, pues no se respetaba la mayoría de las pendiente: que deseaban que se les dejase una parte del país; trazándose
veces los convenios acordados, debido a continuas violaciones que de ellos una línea desde Bacalar hacia el norte hasta el golfo de México, y quedar
hacía el ejército. libres del pago de contribuciones al gobierno del Estado".25 Ahí mismo se
La presencia de las clases dominantes en la vida de los mayas, sus accio- manifestaban dispuestos a reducir sus pretensiones territoriales pero se ne-
nes y sus intentos de intromisión crearon y exacerbaron un conjunto de ten- gaban a aceptar el gobierno de los blancos, antes emigrarían a otra región,
siones que se desencadenaron en la Guerra de Castas. Es por ello que el como la misma Honduras Británica. Poco después, en enero de 1850, el
análisis de dicho enfrentamiento permite desarrollar una especie de anato- mismo Venancio Pee y otros indígenas se entrevistaron con la Comisión
mía de la sociedad yucateca de la época, a la vez que descubrir tanto los Eclesiástica de Valladolid y solicitaron, como condición para la paz, que no
mecanismos de explotación de la sociedad criolla sobre los naturales (con se les recogieran sus armas; "que se nos deje este pedazo de tierra para
sus respectivas implicaciones ideológicas), como los múltiples mecanismos estar, porque no acertamos a estar entre los españoles"; y solicitan también
de resistencia creados para defenderse de la agresión de aquélla. que los indígenas controlen los pueblos. Respecto a la propiedad y uso de la
A lo largo de su lucha los rebeldes dejaron ver el contenido de sus de- tierra destacan:
mandas. En los tratados de Tzucacab, acordados en abril de 1848, se propo-
nía que quedara abolida para siempre la contribución personal, y que por el no es necesario que yo pida monte alguno para ningún pueblo: en firman-
derecho de bautismo se pagaran tres reales y diez por el casamiento. Por do el Sr. Gobernador este papel, cada uno sabe su pueblo; si tiene com-
otra parte, . prados algunos montes, éstos cogerán para hacer sus milpas, sea cual-
quiera, sea español, sea indio, aunque venga entre ustedes, siendo así que
se establece el que puedan gozar los montes para que establezcan sus estamos en mutuo amor.
sementeras, o para que formen sus ranchos en los ejidos de los pueblos, Todos los montes del Rey que están por el Norte o por el Oriente, ni
en las tierras llamadas de comunidad, y en las baldías, sin que se pague en manos del indio está el venderlo ni el español; que quedan para que
arrendamiento, y que desde ahora y lo sucesivo, no se vuelva a enajenar hagan milpa los pobres; eso está sabido por al antiguo Mapa.2í>
ningún retazo de dichas tierras. Aquellas que estén denunciadas y mensu-
radas, cuya escritura no este otorgada por el gobierno, quedarán sin es- Como se desprende de lo anterior, el centro de las demandas de los re-
crituras para que los pueblos tengan ese recurso de subsistencia; siendo a beldes lo constituían el problema de la propiedad y uso de la tierra, y el de
cargo del gobierno restituir el valor que hubiese recibido por cuenta de las contribuciones. El líder más allegado a los blancos, Pat, quien además
estas susodichas tierras. tenía diversos compromisos con el gobernador Barbachano, quería lograr la
realización de dichas demandas por medio de un acuerdo pacífico. Otros
Se demandaba además la devolución de los 2 500 fusiles que el gobierno grupos indígenas, al parecer los mayoritarios, querían alcanzarla^ a través de
había recogido a los indios y que "todos los sirvientes adeudados quedan la constitución de un territorio autónomo, una especie de reino o república
dispensados de sus deudas".2 indígena, al margen del dominio de los blancos.
El anterior tratado, firmado entre el representante del gobernador Bar- Es sabido que el grueso de los rebeldes surgió en zonas en las que el
bachano, el sacerdote Canuto Vela, y Jacinto Pal y sus allegados por parte control colonial, tanto económico, como militar y religioso (lo cual puede
de los rebeldes no fue aceptado por los demás líderes indígenas ya que constatarse por medio del número de parroquias y sacerdotes que ahí se
nombraba gobernador vitalicio de Yucatán a Barbachano y de los indígenas instalaron) había sido más débil. Fueron los habitantes de las zonas de más
a Pat, además de que la vía planteada por oíros líderes para conseguir obje- reciente explotación por parte de los grupos dominantes regionales los que

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constituyeron los ejércitos rebeldes. En la medida en que se fueron aden- vían en pueblos alejados del control material y espiritual de los blancos,
trando en las regiones más próximas a Marida y Campeche, los indios some- manteniendo fuertes formas de reproducción comunitaria, al margen de re-
tidos a los grupos dominantes les fueron hostiles. laciones que como el peonaje o el correspondiente endeudamiento tienden
Aunque es imposible saber el componente social preciso de los rebeldes, a limitar la lucha a la liberación individual. Por consiguiente la liberación de
puede suponerse que provenían mayoritariamente de quienes vivían de la los males que comenzaban a sufrir por causa de las clases dominantes sólo
milpa y a los que en tiempos recientes se les había tratado de imponer con- podía darse, y esto era visible para los rebeldes, a través de la retirada de
tribuciones; o (dada la necesidad de mano de obra para nuevos cultivos, los "invasores". El hecho de vivir la etnia y la producción, y de sólo poder
como la caña de azúcar) bien se les había intentado despojar de su tierra, vivirla libremente, a través del control político autónomo de un territorio,
sus cosechas o del agua, a través de la aplicación de las leyes sobre baldíos, fue lo que proporcionó su extraordinaria fuerza a la Guerra de Castas de
con el objeto de imponerles la necesidad de trabajar para las nacientes uni- Yucatán.
dades productivas. El caso de los mayas de Yucatán es, como diría Womack de los campesi-
Ciertamente fueron muchos los factores que influyeron en la explosión nos de Morelos, el de quienes "no querían cambiar y que, por eso mismo,
que dio lugar a la Guerra de Castas. Se conjugaron, entre otros, la división hicieron una revolución".27
entre las clases dominantes que condujo a la utilización militar de los indí-
genas, realizada las más de las veces a través del contacto establecido por LOS CAMBIOS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
los líderes militares blancos con los caciques indios de las legiones donde se
desenvolvía el conflicto; y también la acentuación de los intentos de sobreex- Me he centrado hasta aquí en el análisis de la Guerra de Castas y de sus
plotación tributaria y de imponer nuevas formas de explotación del trabajo, condiciones fundamentales. Muchas de éstas, sin embargo, fueron modifi-
sobre quienes no había existido anteriormente tal forma de sometimiento, cándose después de que se conjuró el peligro de una victoria de los rebeldes
En tales circunstancias, la rebelión cobró la forma de una lucha de resis- y de una consiguiente invasión sobre la región occidental de Yucatán. En-
tencia, ya que la forma de producir y reproducir las condiciones de exis- tonces fue perfilándose una nueva y próspera economía, basada en el cultivo
tencia (producción campesina indígena) de los mayas libres exigía la pose- del henequén, lo cual dio lugar a la formulación del sistema de dominación
sión y dominio autónomo de un territorio y la posibilidad de establecer una que perduraría hasta la Revolución Mexicana.
relación con la tierra mediada por múltiples elementos de carácter ideológi- El levantamiento indígena frenó la expansión de la economía yucateca,
co-cultural, entre los que destacaba la unidad integradora que otorgaba el destruyó buena parte de las fuerzas productivas existentes y restauró el control
simbolismo racial. La vivencia de la etnia, de lo maya frente a lo blanco, no de ciertas regiones a los naturales. Con ello, los grupos dominantes <fe Yucatán
podía darse dentro de una región subordinada al dominio de los blancos, se vieron obligados a abandonar las tierras más fértiles del sur y a reorganizar
menos aún cuando éstos requerían utilizar a los mayas como mano de obra la producción agrícola, restringiéndose a la zona occidental, aledaña a la capital
en sus haciendas y plantaciones e incipientes manufacturas. Era indispensa- (Mérida). Diversos elementos (créditos, demanda del mercado internacional,
ble por lo tanto para los mayas un territorio soberano, que garantizara la factibilidad técnica, condiciones ecológicas del territorio) se conjugaron para
continuación de las formas de reproducción simple propias de la produc- que se desarrollara allí una creciente producción de henequén.
ción campesina, junto con la reafirmación del papel racial o étnico. Incluso Con el auge del henequén la economía yucateca fue abandonando otras
la creación y articulación de una serie de mitos y rituales mágicos, como el posibles fuentes productivas, hasta desembocar en el monocultivo. Así, de
de la cruz parlante, respondieron a este anhelo que se concretó en la idea abarcar el 13.7% del total de las exportaciones de 1845 (y el 2.3% del total de
de la nación o reino maya. la producción), pasó en 1902 a alcanzar el 96.8% del total de exportaciones.28
El escaso desarrollo de la diferenciación socioeconómica dentro de los Paralelamente se fue abandonando también la producción de maíz y otros
grupos rebeldes es un elemento que permite una fuerte identificación entre productos de autoconsumo, a la vez que se incrementaba su importación.
los caciques y los habitantes bajo su égida, frente al enemigo común consti- Se constata entonces que, entre otras consecuencias, la Guerra de Castas
tuido por los blancos. La posibilidad de una rebelión con demandas autóno- produjo la reorganización de la dominación y su restricción al área occidental,
mas e independientes en buena parte residió en que las relaciones funda- basándose en la población sometida previamente. Lo anterior se expresa
mentales con las formas de reproducción de la vida material escapaban al claramente en la constitución y consolidación de la hacienda henequenera
control de las clases dominantes. Los núcleos centrales de los rebeldes vi- como unidad productiva que dominó crecientemente el panorama de Yucatán.

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Fueron la hacienda y el sistema de peonaje que desarrolló la forma que biente que entonces privaba en la vida política peninsular. Según uno de sus
adoptó el creciente sometimiento de la fuerza de trabajo. Sólo entre los años principales líderes, Miguel Ruz, la participación tanto de peones de hacien-
de 1885 y 1900 los peones de campo aumentaron de 26 553 a 80 216, en Yucatán. da, como de campesinos y de indígenas de los pueblos, fue amplia y notable;
La hacienda henequcnera condensó la reorganización política y económi- destaca por ello
ca posterior a 1850. Su expansión marca la vía seguida por los sectores do-
minantes para, ante la imposibilidad de expandirse a otras regiones a través la participación tan abundante y al parecer tan espontánea y pronta, que
de otros cultivos, como el de la caña de azúcar, incorporar la mano de obra tomaron en ella los indios de las haciendas de las poblaciones y de los
hasta entonces libre en la región occidental a su explotación como peones. campos, según el tenor de las noticias recibidas del lugar de los sucesos,
Puede entonces sintetizarse el proceso seguido por Yucatán en el siglo desde a poco de haberse iniciado, hasta el fin de los mismos [...] El día
Xix de la siguiente manera: un intento de expansión de la dominación basa- cuatro [de julio] en la mañana me dirigí por oficio a las autoridades mili-
do en la ampliación de las fronteras del territorio "colonizado", intento inte- tares de los pueblos, ordenando se presentaran con las armas y fuerzas
rrumpido violentamente por la Guerra de Castas y continuado posterior- de su mando, cosa que verificaron en el acto, con la gente que de mo-
mente en la segunda mitad del siglo, sólo que de manera diferente, a través mento pudieron reunir; la demás no tardaba en presentarse voluntaria-
de la hacienda henequcnera que, expandiéndose y multiplicándose dentro mente. Lo propio hicieron los indios de las rancherías y haciendas comar-
de la zona occidental, se constituyó en el centro de absorción y peonización canas, invitados unos, y otros sin este requisito.
de los productores libres de la región. A su llegada les manifestaba en breves palabras el objeto de la revolu-
El establecimiento y expansión de la hacienda marchan como parte del ción, ofreciéndoles, de ser nuestro el triunfo, que cesarían los trabajos
proceso de integración de Yucatán al mercado mundial capitalista, primero, forzados y gratuitos y prometiéndoles las garantías, según los artículos
y posteriormente a la supeditación a formas de dominación imperialistas en respectivos de nuestra constitución.30
la comercialización del henequén.
La economía hcnequenera produjo un extraordinario auge económico A raíz de dicha rebelión en varias haciendas se verificaron movilizaciones
que llegó a su culminación hacia finales del siglo XIX, y que se manifestó en de los peones, como en las de Kuiché, Sahcalzin, Kehmás y Tzamá. En
la formación de bancos, construcción de ferrocarriles, la instalación de la Ichmul los peones se atrincheraron para enfrentar a las fuerzas del gobierno
red de telégrafos, el teléfono, etcétera. y en varias haciendas de Espita se rebelaron/1
Dicho auge, sin embargo, se basaba en la explotación del creciente núme- No toda la movilización respondía, sin embargo, a la inconformidad de
ro de peones que se incorporaban a las florecientes haciendas. Al iniciar el los peones, ya que buena parte de ella era soliviantada por los hacendados
imperialismo operaciones para disminuir los precios de exportación del he- progresistas, inconformes con las alianzas establecidas entre el ministro de
nequén, la tendencia generalizada fue a intensificar la explotación de los fomento del gobierno de Díaz, Olegario Molina, su yerno Avelino Montes y
peones, con lo cual se fueron estableciendo formas de explotación semies- un reducido grupo de grandes hacendados yucatecos, por un lado, y por el
clavistas o esclavistas de tipo moderno que tendían a incrementar la extrac- otro la compañía norteamericana International Harvestcr, que desde 1902,
ción de plusvalía absoluta." año de su constitución, inició maniobras para disminuir el precio del hene-
quén, otorgando a cambio privilegios al reducido grupo de referencia.
LA REVOLUCIÓN MEXICANA EN YUCATÁN Las pugnas entre los hacendados tuvieron mucho que ver con la moviliza-
ción de los peones y les dieron también la posibilidad de cobrar conciencia
Al iniciarse la Revolución Mexicana la dominación dentro de la hacienda de su situación. En Yucatán el enfrcnlamiento entre porfiristas y anli-reelec-
tendía a basarse cada vez más en la coerción y en el control directo sobre cionistas no dejaba de expresar los enfrentamientos entre sectores o estratos
los peones, y no sobre su fidelidad a la hacienda. La exigencia de intensifi- de la oligarquía y no dejaba tampoco de expresarse entre los trabajadores
car la explotación había ido sustituyendo el viejo paternalismo por formas de las haciendas. Al criticar las actividades del anti-reeleccionista Delio Mo-
más rígidas cíe control. reno Cantón, un porfirista apunta cómo "estos agitadores prometieron la
En esas condiciones las bases para la rebelión, o al menos para que se subrogación de impuestos, el perdón de las deudas de los sirvientes del
multiplicaran los intentos de huir de las haciendas, estaban dadas. La rebe- campo y otros absurdos que halagaban a analfabetas".32
lión política que se realizó en Valladolid, en junio de 1910, ilustra el am- Los conflictos internos de los hacendados no bastaron para que se destruyera

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el sistema hacendarlo, sólidamente organizado y defendido por todos los Por su parte los antiguos rebeldes refugiados en Quintana Roo, aunque
hacendados, que en él tenían la clave de su existencia y reproducción en cuanto no tuvieron participación en las movilizaciones de la Revolución, sin embar-
tales. No fue, por tanto, sino hasta 1915 cuando se alcanzó la liberación de los go entraron en negociaciones con el gobierno constitucionalista, el cual les
peones de las haciendas, gracias a la intervención del general Salvador Alva- devolvió Santa Cruz, les reconoció veinte mil hectáreas de territorio y los
rado, enviado por el gobierno constitucionalista como jefe en el sureste. eximió del pago de impuestos.33 Aunque muchos continuaron una economía
Una enorme transformación en las condiciones de los trabajadores del de auíoconsumo, otros comenzaron a trabajar para las compañías chicleras
campo se realizó poco después de la llegada de Alvarado, ya que su gobierno, que se asentaron en la región. De hecho desde la escisión de Quintana Roo
para hacer cumplir la liberación de la mano de obra, formó un conjunto de de Yucatán a principios de siglo, poco tuvieron que ver ya con este último
agentes políticos a los que llamó propagandistas. Eran líderes regionales con- estado los rebeldes.
tratados por el mismo gobierno para enseñar la Constitución a los trabajadores, Durante el gobierno de Alvarado se inició en Yucatán la organización de
darles a conocer sus derechos, ayudarles a defenderse y, en fin, politizarlos y partidos políticos. Se fundó el Partido Socialista Obrero, antecedente del
organizarlos en torno al proyecto liberal que se intentaba instaurar. Partido Socialista del Sureste (PSSE), organización que logró posteriormente
Gracias a la acción de los propagandistas, reclutados de entre profesores, incluir en su seno a importantes y cuantiosos sectores de los trabajadores
líderes políticos, jóvenes inquietos — en su mayoría de origen urbano —, los rurales.
trabajadores agrícolas comenzaron a organizarse en contra de los abusos de Si bien, como hemos señalado, en las movilizaciones que siguieron a la
los hacendados, exigiendo, entre otras cosas, que se hiciera valer su derecho Revolución se perdió parcialmente el carácter campesino de la lucha, por
a trabajar en la hacienda que quisieran, a cobrar un salario por su trabajo, a cuanto lo central, a nivel de trabajo, fue imponer formas de intercambio
tener límites en la jornada de trabajo, un día de descanso a la semana, etcétera. salarial, poco después el movimiento recobró su carácter campesino.
Este conjunto de reformas se hallaba estrechamente ligado a un nuevo En la lucha que encabezó el PSSE la participación de los trabajadores del
proyecto reformista, procapitalista y antimperialista impulsado por el go- campo se extendió a casi todas las regiones de Yucatán y fue englobada
bierno de Alvarado, en alianza con trabajadores de la ciudad y del campo y dentro de un proyecto político fuertemente anticapitalista.34
con algunos hacendados progresistas. No se trataba ya de luchar sólo contra los hacendados para romper las
El papel de los trabajadores del campo resultó fundamental para contri- formas precapitalistas, ni tampoco, como en la Guerra de Castas, de consti-
buir a someter a los hacendados a la política modernizadora del nuevo go- tuir un territorio aparte de los blancos; se pretendía reorganizar toda la so-
bierno. Su potencial de acción se canalizó hacia una acción modernizadora ciedad a partir de una movilización que, como gustaba decir el líder socialis-
de la sociedad en su conjunto, que los conducía a transformarse en asalaria- ta Carrillo Puerto, iba del campo a la ciudad. A partir de las llamadas ligas
dos de las unidades productivas. Este paso constituye una ruptura con la de resistencia como centros organizativos, se trataba de crear un poder en la
previa negación de la libertad en que vivían; de ahí la identificación que sociedad capaz de transformar las relaciones de producción y la estructura
mostraron con el nuevo gobierno. de clases.
La nueva situación en que se vieron envueltos los trabajadores rurales de Lo anterior pasaba a través de la recuperación de las formas materiales y
Yucatán constituyó una forma inédita de participación política, inicios de culturales propias del campesinado, lo cual llevaba a recuperar y reconsti-
una transformación radical en su forma de explotación (paso a condición de tuir formas de producción y organización comunal, así como a privilegiar la
asalariados) e inicios también de su participación en el marco de un proyec- producción típica de los mayas, el maíz, junto con otros cultivos de subsis-
to global de tipo corporativo y modernizante. Se trataba de una alianza con tencia, frente a la producción de exportación que había sido impuesta por
el Estado para modernizar la sociedad y liquidar las bases de la antigua los hacendados. Para esto se emprendió una redistribución de la tierra entre
explotación. los campesinos, que se constituyeron así en el principal apoyo del gobierno
Puede decirse que en el lapso de pocos años los trabajadores del campo socialista y entraron en un proceso de recampesinización.
en Yucatán transformaron virtualmente sus condiciones de trabajo. En la Durante el auge henequenero la expropiación de tierras en favor de los
zona henequenera se abolieron las formas de explotación precapitalistas y se hacendados, que se había interrumpido con la Guerra de Castas, prosiguió,
impuso el trabajo asalariado. Ante la perspectiva de liberación y aprove- en detrimento de ejidos y tierras comunales de los pueblos. La reconstitu-
chando la reforma agraria, muchos peones abandonaron las haciendas y se ción de tales tierras y la inclusión de múltiples formas de comunalismo,, fue-
dedicaron a la producción para el autoconsumo. ron algunos de los elementos que explican el éxito político del PSSE.

282 283
En el periodo que va de 1918 a 1923, los trabajadores del campo comen- autónoma) de los hacendados, no se incorporaron a la rebelión; más aún,
zaron a reconstituir, sobre nuevas bases y en condiciones diferentes, algunos muchos defendieron, bajo la promesa de mejorar sus condiciones de vida, el
de los elementos centrales del proyecto de los mayas rebeldes de la Guerra sistema de las haciendas.
de Castas. Se trataba de romper con la dependencia que el henequén man- Lo anterior demuestra el carácter predominantemente territorial de la
tenía respecto del comercio internacional y de crear condiciones que permi- lucha, por encima de sus interpretaciones en términos raciales.
tieran la autosubsistencia de la población y que por consiguiente proporcio- Al momento de la Revolución Mexicana, los rebeldes habían sido ya con-
naran un marco de autonomía suficiente para transformar las relaciones de finados y prácticamente derrotados y había desaparecido el problema terri-
producción.
torial nacional emplazado medio siglo antes. Lo que entonces comenzaba a
Hacia fines de la segunda década de este siglo la lucha se presentaba surgir como problemática eran las condiciones de vida dentro de la hacien-
entre socialistas y liberales. La inmensa mayoría de los campesinos y traba- da, esto es, la contradicción —crecientemente perceptible en la medida en
jadores rurales se sumaron al PSSE, que representaba sus intereses, mientras que el paternalismo iba cediendo a formas cada vez más despóticas y a con-
que los propietarios, comerciantes y una minoría de peones que permane- diciones críticas de sobrevivencia dentro de la hacienda, como consecuencia
cían fíeles a las haciendas formaban el contingente liberal. de la violenta disminución del precio del henequén iniciada en 1903— entre
hacendados y peones. De la lucha por la constitución de un espacio autóno-
DE LA GUERRA DE CASTAS A LA REVOLUCIÓN MEXICANA. LAS mo, que llevó a la Guerra de Castas como contradicción de dos principios
REVUELTAS CAMPESINAS EN SU PERSPECTIVA HISTÓRICA de organización social contrapuestos, se pasó a la contradicción propia de
un sistema de explotación (que no dejaba sin embargo de contener en su
Desde la Guerra de Castas hasta el movimiento socialista de los años veinte seno el interés de muchos peones por recuperar su autonomía).
en Yucatán, las luchas campesinas se manifestaron de manera diversa y he- Por otra parte la contradicción entre tierras comunes y tierras de la hacienda
terogénea.
(la cual había venido expandiéndose) planteaba el enfrentamiento entre los
La Guerra de Castas constituyó fundamentalmente la rebelión de un gru- campesinos habitantes de los diversos poblados y las haciendas aledañas.
po delimitado regional, cultural, económica y políticamente con respecto al Los sujetos potenciales de la rebelión eran entonces los peones y los
conjunto de habitantes de la zona. La identidad de dicho grupo se definía a campesinos que aún quedaban en la zona henequenera. Las condiciones so-
partir de un complejo entrecruzamicnto de elementos histórico-sociales, de ciales y de organización y control territorial de las haciendas dificultaban la
los cuales hemos tratado de dar cuenta. rebelión de los peones. Éstos se hallaban estrictamente en las haciendas,
El hecho es que cohesionados de esa manera los rebeldes se movilizaron aislados entre sí, sin posibilidad de circular libremente, e incluso en caso de
contra la expansión de las clases dominantes y a favor de la constitución de poder escapar las condiciones del territorio les dificultaban enormemente
su propio territorio como entidad autónoma. En tales condiciones la lucha sobrevivir. La inconformidad se manifestaba entonces en explosiones aisla-
cobra la forma de una guerra de fronteras y la movilización o rebelión ex- das, relativamente fáciles de sofocar. Su única participación se daba en fun-
presa la resistencia a la penetración extranjera. El elemento étnico, conside- ción de las pugnas entre los hacendados (porfiristas y anli-rccleccionistas).
rado por muchos investigadores, y quizá también por los actores mismos del La liberación de los peones de la sujeción a la hacienda se dio a raíz de la
enfrentamiento, como elemento central, no es sino la forma en que ideológi- instauración del gobierno revolucionario de Alvarado y tuvo por consecuencia
camente se vivían las condiciones materiales de existencia que expresaban la que muchos peones prefirieran entonces su autonomía frente a la alternativa
exigencia de una vivencia territorial o nacional. de mantenerse como trabajadores asalariados de la hacienda. Prueba de ello
El sujeto de esta rebelión lo constituía el campesino libre identificado con es la escasez de mano de obra que se hizo patente ante la liberación de los
su territorio, capaz por ello de identificarse con una experiencia nacional. peones y las continuas quejas de los hacendados al respecto.
Los peones, a pesar de tener el mismo origen étnico o racial, no eran Llegado este punto es importante analizar en qué medida las élites políti-
capaces de identificarse con la posesión de un territorio y se identificaban ca y económica actuaron o influyeron en las rebeliones. En la Guerra de
con la hacienda como unidad productiva que podía proporcionarles los me- Castas, los enfrcntamientos políticos entre los sectores dominantes resulta-
dios de sustento incluso en tiempos de crisis o escasez y que establecía una ron fundamentales para el enfrentamiento posterior, en la medida en que al
relación paternalista con ellos. En la medida en que los peones se consti- reclutar a los campesinos para dirimir sus diferencias les otorgaron entrena-
tuían como sujetos políticos con base en su experiencia dependiente (y no miento y conocimientos militares, a la vez que les permitieron cobrar con-
284
285
ciencia de su propia fuerza. El elemento determinante del conflicto lo cons-
tituyó sin embargo su intento de expandirse a costa del territorio y la organi- radical para avanzar en la integración del movimiento campesino de Yuca-
zación de los mayas libres. tán como base de apoyo al Estado nacional en construcción. La constitución
En el caso de la Revolución, el ejército constitucionalista resultó determi- del ejido colectivo durante el cardenismo vino a consumar esta tendencia.
nante en los cambios que se dieron. Aunque el enfrentamiento entre los Los resultados finales pueden verse hasta hoy día en la constitución de un
hacendados y las consecuentes luchas contra el porfirismo exigieron la in- ejército de misérrimos asalariados por un Estado-patrón.
corporación eventual de peones a la contienda, ésta no llegó a niveles álgi- Parece que el destino final de las rebeliones o movilizaciones campesinas
dos. No bastó con que las condiciones de explotación y opresión se acentua- regionales en México ha dependido, en última instancia, de las directrices y
ran tan marcadamente, como sucedió, para que los peones se rebelaran. La correlaciones de fuerza nacionales. La rebelión del siglo pasado fue derrota-
modificación de la situación imperante se dio desde arriba. da porque la fuerte ayuda militar proporcionada por el país lo permitió. Los
Aunque el nuevo grupo dirigente, encabezado por el general Alvarado, peones de las haciendas henequeneras pudieron liberarse porque la Revolu-
logró considerable éxito en sus objetivos políticos, el movimiento de los tra- ción triunfante impuso su dominio en Yucatán. El movimiento del PSSE no
bajadores agrícolas, una vez liberado de las relaciones de peonaje y de la pudo sustraerse a las tendencias dominantes en el Estado mexicano y acabó
dominación de la vieja oligarquía, mostró su iniciativa y evidenció su capaci- integrándose al PNR y modificando el carácter radical de su lucha.
dad para plantear problemas y demandas que, en su radicalismo, rebasaron El elemento que podemos encontrar como una constante en los movi-
el proyecto político del gobierno constitucionalista. mientos aquí referidos es el de la lucha por la autonomía propia del modo
Así se desarrolló un movimiento de carácter autóctono que tendía a recu- de vida campesino. Tal autonomía se halla en la base de la preocupación de
perar la dimensión campesina que afloraba en las demandas de los trabaja- los rebeldes del siglo pasado y es también el principal factor movilizador de
dores agrarios. los campesinos del PSSE. Pero si bien la defensa de las formas de vida cam-
Salvador Alvarado fue expulsado del partido que había fundado e impul- pesina constituye una fuerza explosiva y revolucionaria, constituye también
sado anteriormente y un nuevo grupo dirigente, de origen regional y en bue- su mayor debilidad en el largo y mediano plazo, ya que se contrapone fron-
na parte campesino, se hizo cargo del Partido Socialista del Sureste. El nú- talmente a las tendencias integradoras de un Estado en formación (siglo
cleo político básico de organización y participación lo constituyeron las ligas XIX) o en proceso de consolidación (posrevolucionario), así como a las ten-
de resistencia, que se extendieron a todo el estado. dencias expansivas del mercado.
El PSSE en un principio, y el gobierno del estado posteriormente (al alcanzar
dicho partido el poder), modificaron su estrategia política en el campo. No se
trataba ya sólo o principalmente de negociar las condiciones de trabajo en la
hacienda, sino de recobrar la autonomía de los trabajadores agrícolas respecto
a la hacienda y los hacendados. Lo anterior implicaba la formulación de un
proyecto de desarrollo totalmente diferente, fundado básicamente en la pro-
ducción de bienes de consumo y en cierta forma de recampesinización, y no
ya en la producción de artículos de exportación (henequén).
De una estructura de liderazgo principalmente urbana se pasó a otra pre-
dominantemente rural. Uno de los fundadores del Partido Socialista señala
esta tendencia: "Se empieza a desarrollar durante la presidencia de Carrillo
Puerto doctrinas, más que socialistas, agrarias y de adaptación a los modos
políticos del momento".35 Marte R. Gómez apunta por su parte cómo en
1921 la política agrarista del gobierno de Yucatán constituía una excepción
en el contexto nacional.36
La movilización campesina encabezada por el PSSE no pudo marginarse
del contexto nacional. El movimiento delahuertista asesinó a sus principales
líderes y el obregonismo se encargó de contribuir a liquidar a su ala más
286
287
Notas

Capítulo 2
1. El autor desea agradecer a los siguientes investigadores por dedicar generosa-
mente su tiempo a comentar los primeros borradores de este capítulo: Friedrich
Katz, John Monteiro, Scarlett O'Phelan Godoy, Rebecca Scott, William B. Taylor y
John Tutino. Agradezco también el apoyo del Social Sciences Divisional Research
Fund de la Universidad de Chicago.
2. Ver, por ejemplo, Henry A. Landsberger, "The Role of Peasant Movements and
Revolts in Development", en Rural Prótesis: Peasant Movement and Social Change,
compilado por Landsberger, Macmillan, Londres, 1974, pp. 1-8, para el tratamiento de
estas cuestiones. Para un debate más reciente, ver Harry E. Vanden, "Marxism and the
Peasantry in Latin America: Marginalization and Movilizalion", Latín American Pers-
pectives, 9:4,1982, pp. 38-60; Timothy F. Harding, "Critique of Vanden's Marxism and
the Peasantry", Latin American Perspectives, 9:4, 1982, pp. 99-106.
3. Landsberger, "The Role of Peasant Movements", cit., pp. 8-22; ver también
Richard K. Horner, "Agradan Movements and Their Historical Conditions", Peasant
$tudies,8:l, 1979: 1-16.
4. Ver Tneda Skocpol, "What Makes Peasants Revolutionary?", en Power and
Protest in the Couníryside: Studies of Rural Unrest in Asia, Europe and Latin America,
Robert P. Weller y Scott E. Guggenneim, comps,, Duke University Press, Durham,
1982, pp. 157-79.
5. Ninguna de las obras citadas a continuación se ocupa a la vez de las revueltas
de esclavos y de no esclavos.
6. Ver Chester L. Guthrie, "Riots in Seventeenth Century México City: A Study
of Social and Economic Conditions", en Adele Ogden y Engel Sluiter, comps., Crea-
ter America: Essays in Honor of Herbert Eugene Bollón, University of California
Press, Bcrkeley, 1945, pp. 243-58; Alan Probert, "The Pachuca Papers: The Real del
Monte Partido Riots, 1776", Journal of the West, 12:1, 1973, pp. 85-125; Torcuato di
Telia, "Las clases peligrosas a comienzos del siglo xrx en México", Desarrollo econó-
mico, 12:48, 1972, pp. 761-91. Para un ejemplo de motín urbano del siglo xx que
siguió de cerca el modelo descrilo por William B. Taylor en Drinfdng, Homicide and
Rebellion in Colonial Mexican ViHages, Stanford University Press, Stanford, 1979,
cap. 4 (ed. en español: Embriaguez, homicidio y rebelión en las poblaciones coloniales
mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 1984); sobre los amotinamientos
de pueblos indios en el siglo xvin, ver el relato que hace Rodney Anderson de los
hechos ocurridos en la población minera de Cuencamé, en 1909, en Oufcasts in Their
Own Lana: Mexican Industrial Workers, 1906-1911, Northern Illinois University
Press, DeKalb, 1976, p. 227.

289
7. Para ejemplos recientes y una síntesis de la investigación histérica, ver Eríc 17. Entre los casos más notables se encuentran el de Rafael Oirrmí en
Hobsbawm, "Peasant Land Occupations", Past and Presera, 64, 1974, pp. 72-93. Para la; Juan Álvarez, Manuel Lozada y Miguel Negrete en México; Andrés (Ylaim ni
ejemplos históricos, ver Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México (1819- Perú; y José Manuel Pando en Bolivia. Sobre Carrera, véase Ralph I.ee Wixitlwuiil,
1906), Siglo XXI, México, 1980, pp. 136, 143, 151-52, 157-60, 187-88, 231, 259, 277, Jr., Social Revolution in Guatemala: The Carrera Revolt, Tulane Universiiy 1'irs.H,
341, 427-28, 432, y Scarlett O'Phelan Godoy, "Tierras comunales y revuelta social: Nueva Orleans, 1971; sobre Álvarez, ver Fernando Díaz y Díaz, Caudillos y cacit¡ttcs-
Perú y Solivia en el s. xvín", Allpanchis, 19:22, 1983, pp. 75-91. Antonio López de Santa Arma y Juan Álvarez, Colegio de México, México, 1972; so-
8. Ver Taylor, Drinfáng, cit., cap. 4. bre Negrete, ver John M. Hart, "Miguel Negrete: La epopeya de un revolucinario",
9. Severo Martínez Pe!áez, "Los motines de indios en el periodo colonial guate- Historia Mexicana, 24:1, 1974, pp. 70-93; sobre Lozada, ver Jean Meyer, "El ocas».)
malteco", Estudios sociales latinoamericanos, 2:5, 1973, pp. 201-28; ver también J. de Manuel Lozada", Historia Mexicana, 18:3, 1969, pp. 535-68; sobre Cáceres, ver
Daniel Contreras R., Una rebelión indígena en el Partido de Totonicapan en 1820: el Florencia E. Mallon, The Defense ofCommunity in Peru's Central Htghlands: Peasanl
indio y la independencia, Imprenta Universitaria, Guatemala, 1951; Francisco de So- Struggle and Capitalist Transition, 1860-1940, Princeton University Press, Princeton,
lano, Los mayas del siglo xvín: pervivencta y transformación de la sociedad indígena 1983, cap. 3; sobre Pando, ver Ramiro Condarco Morales, Zarate, el temible Willka:
guatemalteca durante la administración borbónica, Ediciones de Cultura Hispánica, historia de una rebelión indígena en 1899, La Paz, 1965.
Madrid, 1974, pp. 129, 145. Sobre Ecuador, ver Segundo Moreno Yáñez, Sublevacio- 18. Ver Manuel Correira de Andrade, "The Social and Ethnic Significance of the
nes indígenas en la Audiencia de Quito, desde comienzos del siglo xvni hasta finales War of the Cabanos", en Protest and Resislance in Angola and Brazíl: Comparative
de la Colonia, Bonner Amerikanístische Studien, Bonn, Bas 5, 1976. Sobre el Virrei- Studies, compilado por Ronald II. Chilcote, University of California Press, Berkeley,
nato de! Perú, ver Scarlett O'Phelan Godoy, Rebellions and Revolts in Eighíeenth 1972; Roderick J. Barman, "The Braziiian Peasantry Re-examined: The Implications
Ceníury Perú and Upper Perú, Lateinamerikafiische Forschungen 14, BOhlau Verlag, of the Quebra-Quilo Revolt, 1874-75", Hispanic American Historical Revíew, 57:3,
Colonia, 1985, y de la misma autora, "Túpac Amaru y las sublevaciones del siglo 1977, pp. 401-24, y Bernard J. Seiget, "The Contestado Rebellion, 1912-16: A Case
xvín", en Alberto Flores Galindo (comp.), Túpac Amaru, 1780: sociedad colonial y Study of Braziiian Messianism and Regional Dynamics", Journal of Anthropological
sublevaciones populares, Retablo de Papel Ediciones, Lima, 1976, pp. 67-81 y, de la Research, 33,1977, pp. 202-13.
misma autora, "El Norte y los movimientos anti-fiscales del siglo xvín", Histórica, 19. Sobre un caso típico, notable solamente porque los esclavos rebeldes escapa-
1:2, 1977, pp. 190-222; ver también Osear Cornblitt, "Society and Mass Rebellion in ron, establecieron un quilombo improvisado y luego propusieron términos de nego-
Eighteenth Century Perú and Bolivia", en Latín American Affairs, St. Anthony's Pa- ciación a la plantación y a las autoridades, ver Stuart B. Schwartz, "Resistance and
pers, n. 22, editado por Raymond Carr, Oxford üniversity Press, Londres, 1970, pp. Accommodation in Eighteemh-Century Brazil: The Slaves' View of Slavery", Hispa-
9-44, y Jürgen Golte, Repartos y rebeliones: Túpac Amaru y las contradicciones de la nic American Historical Review, 57:1,1977, pp. 69-81.
economía colonial. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1980. 20. Para una útil antología de los trabajos sobre el tema, ver Richard Price,
10. Charles Tilly, "Routine Conflicts and Peasant Rebellions in Seventeenth-Cen- comp.,Maroon Societies, Anchor, Carden City, 1973.
tury France", en Weller y Guggenheim (comps.), Power and Protest, cit., pp. 13-41. 21. Eso parece ser lo que pasó en Jamaica, cuando una rebelión en pequeña
11. La obra clásica sobre México es Nelson Reed, La guerra de castas de Yucatán, escala se convirtió en la "guerra de los Bautistas". Ver Michael Craton, Testing the
Ediciones Era, México, 1987. Ver también el ensayo de Enrique Montalvo menciona- Chains, Cornell University Press, Ithaca, 1982, pp. 291-321.
do más adelante. 22. Tal fue evidentemente el caso en los Andes, donde la acumulación de rebelio-
12. Ver infra, pp. 36-40. nes aldeanas a pequeña escala preparó el camino a la revuelta de Túpac Amaru. Ver
13. Ver infra, pp. 40-42. O'Phelan, "Túpac Amaru", cit., pp. 67-71.
14. Ver Wilfredo Kapsoli, "La crisis de la sociedad peruana en el contexto de la 23. Todos estos "tipos" de comportamiento rebelde se presentaron generalmente
Guerra", en Jorge Basadre, et al., Reflexiones en tomo a la guerra de 1879, Francisco como acontecimientos de pequeña magnitud. Pero las revueltas en las misiones con
Campodonico F. y Centro de Investigación y Capacitación, Lima, 1979, pp. 339ss. frecuencia alcanzaron proporciones formidables; la bibliografía contiene datos sobre
15. Para una explicación de lo que llamo "rebeliones en las misiones", ver Evelyn varios de estos levantamientos a gran escala en el norte de México, durante la época
Hu-DeHart, Mtssionaries, Miners and Indians: Spanish Contacf with íhe Yoqui Nation colonial, mientras que sólo uno, la revuelta de la región Campa, tuvo lugar en Perú.
of Northwestern New Spain, 1533-1820, Üniversity of Arizona Press, Tucson, 1981, Ver el ensayo de Hu-DeHart mencionado más adelante sobre la mayor revuelta de
caps. 2-3, y su ensayo mencionado más adelante. las misiones mexicanas. Sobre la rebelión de Campa, ver Jay Lehnertz, "Juan Santos,
16. Sobre las incursiones de los nómadas, ver el análisis sobre la frontera de la primitive rebel on the campa frontier (1742-52)", Actas y Memorias, XXXDÍ Congreso
pampa en Kristine Jones, "Conflicts and Adaptation in the Argentine Pampas, 1750- Internacional de Americanistas, vol. 4, 1962, m-25; Mario Castro Arenas, La rebelión
1880" (tesis inédita, University of Chicago, 1984). Sobre el México colonial, ver José de Juan Santos, Milla Batres, Lima, 1973; Stefano Várese, La sal de los cerros: notas
Luis Mirafuentes Gatván, Movimientos de resistencia y rebeliones de indígenas en el etnográficas e históricas sobre los Campa de la selva del Perú, Universidad Peruana
none de México (1680-1821), Archivo General de la Nación, México, 1975. de Ciencias y Tecnología, Lima, 1968, cap. 3.

290 291
24. Ver Peter Singelman, "Political Structure and Social Banditry in Northeast
Brazil", Journal of Latín American Studies, 7:1, 1975, pp. 59-83, y Linda Lewin, "The Gráficos de la Editorial Progreso, Riobamba, 1942; Rodolfo Maldonado y Basabe,
Oligarchical Limiíations of Social Banditry in Brazil: The Case of the 'Good Thief Monografía de la Provincia del Chimborazo, Librería e Imprenta Nacional, Riobam-
Antonio Silvino", Past and Present, 82, 1979, pp. 116-46. Sobre México, ver Paul 3. ba, 1930; sobre América Central (El Salvador), ver Julio Alberto Domínguez Sosa,
Vanderwood, Disoraer and Progress: Bandits, Pólice and Afexican Development, Uni- Ensayo histórico sobre las tribus nonualcos y su caudillo Anastasio Aquíno, Ministerio
versity of Nebraska Press, Lincoln, 1981, cap. 1 (ed. en español: Desorden y progreso. de Educación, San Salvador, 1964.
Bandidos, policías y desarrollo mexicano, Siglo XXI, México, 1986). 31. Sobre Túpac Amaru, ver fuentes citadas en la nota 9. Sobre las guerrillas de
25. Taylor, Drintóng, cit.t cap. 4; ver también Arturo Soberón Mora, "Motín de los Huánuco, ver Joelle Chassin y Marline Dauzier, "La parlicipation des indiens au
indios de Ayacuba, 11'44", Boletín del Archivo General de la Nación, 7:3, 1979,24-37; mouvement d'indépendence; le soulevement de Huánuco, Pérou, en 1812", Cahiers
Miraflores Calvan, Movimientos, 50, y Luís González Obregón, Rebeliones indígenas des Amengües Latines, 23 (1981): 7-45. Cabe suponer que unidades guerrilleras o
y precursores de la independencia mexicana en los siglos xvi, xvn y xvm, 2*. ed., Edi- montoneras dirigidas por los kurakas indios entre 1820 y 1824 podrían incluirse en
ciones Fuente Cultural, México, 1952.
26. Ver nota 9. esta lista. Ver sin embargo la opinión de Bonilla y Spalding al respecto en "La inde-
27. Ver nota 9. pendencia en el Perú: las palabras y los hechos", en Ella Dunbar Temple (comp.), La
28. Ver nota 9. independencia en el Perú, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1981, pp. 70-114.
32. Sobre los tzeltales, ver Robert Wasserstrom, "Indian Uprisings under Spanish
29. El Virreinato de Nueva Granada, que incluía el actual Ecuador y Colombia, Colonialism: Southern México in 1712", en Power and Protest in the Countryside,
sufrió una gran rebelión regional, la Revuelta de los Comuneros, en 1781. Los datos compilado por Weller y Guggenheim, cit., pp. 42-56; Herbert Klein, "Peasant Com-
antes mencionados se refieren sólo a la Audiencia de Quito en el actual Ecuador. En munities in Revolt: The Tzeltal Republic of 1712", Pacific Historical Review, 35:3,
las regiones comuneras de Colombia, las revueltas locales entre la población predo- 1966, pp. 247-64; sobre la guerra de castas encabezada por Canek en Yucatán, en
minantemente europea y mestiza precedieron a la violenta sublevación de 1781. A 1761, ver González Obregón, Rebeliones indígenas, cit., pp. 469-74.
diferencia del Virreinato del Perú, ta población indígena era escasa y sólo desempeñó 33. Taylor, Drinldng, cit., pp. 124, 146, dice que en 1769 los seguidores del "nuevo
un papel menor en dichos sucesos. Véase Anthony McFarlane, "Civil Disorders and salvador" de la región de Tulancingo sumaban "varios miles", y perseguían la muerte
Popular Protests in late Colonial New Grenada", Hispanic American Historical Re- para los españoles y el establecimiento de un nuevo orden teocrático con sacerdotes
view, 64:1, 1984, pp. 17-54. Sobre la Revuelta de los Comuneros, ver John L. Phelan, indios.
The Peopíe and the King: The Comunero Revohition in Colombia, 1781, University of 34. Ibid., pp. 125, 140.
Wisconsin Press, Madison, 1978,
35. Sobre Túpac Amaru, ver nota 9; sobre Huarochirf, ver Karen Spalding, Hua-
30. Reina, Las rebeliones, cit. Ver también Leticia Reina, "Las luchas campesinas: rochirí, An Andean Society Under Inca and Spanish Rule, Stanford University Press,
1820:1901", en Reina et al., Las luchas populares en México en el siglo XIX, Cuader- 1948, cap. 9; sobre el movimiento de 1812 en la región de Huánuco, ver nota 30.
nos de la Casa Chala, Secretaría de Educación Pública, México, 1983, pp. 13-171, y 36. En los datos que aparecen en el Cuadro ni, no se incluyen dos importantes
Jean Meyer, Problemas campesinos y revueltas agrarias (1821-1910), Sep-Setentas, conflictos. La revuelta que tuvo lugar en la frontera campa y que se derramó final-
México, 1973. Sobre Perú, ver Peter Blanchard, "Indian Unrest in the Peruvian Sie- mente hacia las provincias de la sierra, duró desde 1742 hasta después de 1752. Su
rra in the Late Nineteenth Century", TheAmericas, 38:4, 1982, pp. 449-62; Wilfredo líder, Juan Santos Atahualpa, logró un número considerable de seguidores en las
Kapsoli, et al., Los movimientos de campesinos en el Perú: 1879-1965, Delva Editores, tierras altas, pero a excepción de la breve ocupación de Andamarca en 1752, no logró
Lima, 1977; Mallon, Defense ofCommunity, cit.; Michael González, "Neocolonialism inspirar una gran sublevación. A ello se debe que se excluya esta revuelta, como un
and Indian Unrest in Southern Perú, 1867-1898" (trabajo inédito presentado ante la caso discutible de levantamiento en una misión. Para un examen del significado de la
Conferencia del SSRC sobre "Resistance and Rebellion in the Andean World, Eigh- revuelta de Atahualpa, ver Steve J. Stern, "The Age of Andean Insurrection, 1742-
teenth and Nineteenth Centuries", University of Wisconsin, abril de 1984); Rosalind 82: A Reappraisal" (inédito, presentado ante la Conferencia del SSRC, cit.). El ensa-
C. Gow, "Land and Revolution: Indian Resistance to Latifundio Expansión and yo de Stern también subraya la continua amenaza de insurrección que sufrieron las
Modernization in the Southern Andes, 1880-1968" (trabajo inédito presentado ante autoridades peruanas en esta época.
la Conferencia del SSRC, cit.); Emilio Vásquez, La rebelión de Juan Bustamante, 37. Para las fuentes sobre México, ver nota 30 y Reed, La guerra de cosías, cit.; Jean
Editorial Juan Mejfa Baca, Lima, 1976; sobre Bolivia, ver Condarco Morales, Zarate, Meyer, "El Reynode Lozada en Tepic (1856-1873)", Actes duXIMe Congrés Interna-
el temible Willka, cit.; Tristan Platt, "Andean Rebellion and the Rise of the Liberal tional des Americanistes, vol. 3, Societé des Americanistes, París, 1978, pp. 95-107;
Party: The Origins of the Anti-Constitutionalist Allíance during the Bolivian Revolu- E\Q\ynHü-Delian,YaqiíiResisíancearidSun'ivaÍ:TheStniggleforLandandAutonomy,
tion of 1899" (inédito, presentado ante la Conferencia del SSRC, cil.); sobre Ecua- 1821-1910, University of Wisconsin Press, Madison, 1984, cap. 2; Marie-France Hou-
dor, ver Oswaldo Albornoz P., Las luchas indígenas en Ecuador, Editorial Claridad, dart-Morizot, "Du Bon Usage des Mouvements Indiens: rebelles et rebellions de la
Guayaquil, s.f.; Julio Castillo Jácome, La provincia del Chimborazo en 1942, Talleres Sierra Gorda, Mexique (1847-1849)", Cahiers des Amériques Latines, 23, 1981, pp.
47-100, y los trabajos de Hart, Hu-DeHart, Tutino y Reina que aparecen en esta obra.
292
293
Sobre el movimiento de Hidalgo, Hugh M. Hamill, Jr., The Hidalgo Revolt: Prelude ío
Mexican Independence, University of Florida Press, Gainesville, 1966. York, 1975; Joel S- Migdal, Peasants, Politics and Revolution: Presswes Toward Political
38. Castillo Jácome, La provincia de Chimborazo, cit., pp. 141-42, 165-66; Vás- and Social Change in the Third World, Princeton University Press, 1974.
quez, La rebelión de Juan Bustamante, cit. 48. Ver Orlando Patterson, "Slavery and Slave Revolts: A Sociohistorical Analysis
39. Ver las fuentes citadas en la nota 30. of the First Maroon War, 1665-1740", en Price, comp., Maroon Societies, cit., pp.
40. Reina, Las rebeliones, cit., p. 359; Meyer, Revueltas agrarias, cit., pp. 24-25; 281-89, y Baralt, Esclavos rebeldes, cit., pp. 171-72. Baralt considera que los levanta-
comunicación personal de Friedrich Katz, abril de 1984. mientos en las plantaciones de Puerto Rico se relacionaban con el auge de las déca-
41. Ver Donald Cleveland, "Slave Resistance and Abolitionism in Brazil: The Cam- das 1810 y 1820, y el descenso de los precios que forzó a los plantadores a aumentar
pista Case, 1879-88", Luso-Braziüan Review, 13, 1976, p. 99; Robert Brent Toplin, rápidamente la producción en los años 1840.
"Upheaval, Violence and the Abolition of Slavery in Brazil: The Case of SSo Paulo", 49. Ver John H. Coatsworth, "Railroads, Landholding and Agradan Protest in the
Híspante American Histórica! Review, 49:4,1969, pp. 639-55; Ann M. Pescatello, "Preto Early Porfiriato", Híspame American Hisiorical Review, 54:1,1974, pp. 48-71.
Power, Braziüan Style", en Pescatello (comp.), The African in Latin America, Knopf, 50. Para ejemplos de este proceso ver David A. Brading, "La estructura de la
Nueva York, 1975, pp. 216-20; Joáo José Reís, "A élite baiana face os movimentos producción agrícola en el Bajío de 1700 a 1850", Historia Mexicana, 23:2, 1973, pp.
sociais, Babia: 1824-1840", Revista de Historia, 54-108, 1976, pp. 341-84. 32-35.
42. Guillermo A. Baralt, Esclavos rebeldes: conspiraciones y sublevaciones de es- 51. Ver el ensayo de DeHart incluido en esta obra.
clavos en Puerto Rico (1795-1873), Huracán, Río Piedras, 1981. 52. Ver p. 50
43. La mejor fuente sobre las rebeliones de esclavos en las Antillas británicas es 53. William McNeill, The Great Frontíer: Freedom and Hierarchy in Modem Ti-
Craton, Testing íhe Chaina, cit.; sobre Venezuela, ver Federico Brito Figueroa, Las mes, Princeton University Press, Princeton, 1983, pp. 31-39; sin embargo, en México
insurrecciones de los esclavos negros en la sociedad colonial venezolana, Cantaclaro, las investigaciones recientes indican que el crecimiento de la población disminuyó a
Caracas, 1961; John V. Lombardi, The Decline and Abolition of Negro Slavery in partir de 1750. Ver Cecilia Rabel, "La población novohispana a la luz de los registros
Venezuela, 1820-1854, Greenwood, Westport, 1971; sobre las Guayanas, ver James parroquiales: avances y perspectivas de investigación", inédito, México, 1984.
Rodway, Guiana: British, Dutch and Frenen, T. Ficher Unwin, Londres, 1912; Moni- 54. Migdal extrapola este tipo de argumento cuando afirma: "La relación entre la
ca Schuler, "Ethnic Slave Rebellions iri the Caribbean and the Guianas", Journal of difusión del capitalismo desde la Europa noroccidental hasta los remotos confines del
Social Hisíory, 3:4, 1870, pp. 374-85; sobre Cuba, ver Arthur F. Corwin, Spain and globo y la concurrencia de rebeliones campesinas deben entenderse en el contexto de
theAboüition of Slavery in Cuba, 1817-1884, University of Texas Press, Austin, 1967; un severo y repentino debilitamiento de las organizaciones sociales que ejercían el
Francisco Pérez de la Riva, La habitación ntral en Cuba, Lex, La Habana, 1952; control social sobre los campesinos", en Joel S. Migdal, "Capitalist Penetration in the
sobre Perú, ver Wilfredo Kapsoli, Sublevaciones de esclavos en el Peni: siglo xvili, Nineteenth Century: Creating Conditions for New Patterns of Social Control", en
Universidad Ricardo Palma, Lima, 1973; José L. Franco, "Maroons and Slave Re- Weller y Guggenheim, comps., Power and Protest, cit., p. 58. Para un modelo más
bellions in the Spanish Territories", en Price, Maroon Societies, cit., pp. 35-48; so- determinista de revuelta agraria, ver Gülte, Rebelión y repartos, cit.; para una crítica
bre México, ver Patrick J. Carroll, "Mandinga; The Evolution of a Mexican Ru- de la argumentación de Gülte, ver Sterne, "The Age of Ándean Insurrection", cit., y
naway Slave Communiíy", Comparative Studies in Socieíy and Hisíory, 19:4, 1977, O'Phelan, Rebellions and Revolís, cit., caps. 2-3
pp. 488-505. 55. Ver el trabajo de Beltrán incluido en esta obra.
44. Ver Gabriel Debien, "Le marronage aux Aníilles Franceses au xvméme sié- 56. Baralt, Esclavos rebeldes, pp. 81-83.
cle", Caribbean Studies, 6:3, 1966, pp. 3-44. 57. Ver el trabajo de Katz en esta obra. Este modelo sigue trabajos anteriores que
45. Ver fuentes citadas arriba y Silvia W. de Groot, "The Boni Maroon War, subrayan las condiciones psicológicas (o psiquiátricas) en que se producía el compor-
1765-1793, Surinam and French Guiana", Boletín de Estudios Latinoamericanos y del tamiento rebelde. Ver, por ejemplo, James C. Davies, "The J-Curve of Rising and
Caribe, 18,1975, pp. 30-48; Pedro M. Arcaya, Insurrección de los negros de la Serranía Declining Satisfactions as a Cause of Some Great Revolutions and a Contained Re-
de Coro, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Caracas, 1949; Carlos Felice bellion", en T. R. Gurr y H. D. Graham, comps., Violence in America, Signet, Nueva
Cardo!, la rebelión de Andresote (Valles del Yaracuy), 1730-33, ABC, Bogotá, 1957. York, 1969, pp. 671-709.
46. Ver los ensayos de Debien y Fra;ico en Price, Maroon Societies, cit. 58. Sobre estimaciones del PIB de México a principios del siglo xix,»ver John H.
47. Ver por ejemplo, Juan Martínez-Alíer, Haciendas, Planlations and Colleclive Coatsworth, "Obstacles to Economic Growth in Nineteenth Century México", Ameri-
Farms; Agrarian Class Societies in Cuba and Perú, Frank Cass, Londres, 1977; Kenneth can Histórica! Review, 83:1, 1978, pp. 80-100. El Virreinato del Perú producía menos
Duncan e Jan Rutledge, comps., Land and Labor in Latin America: Essays on the plata y oro en esa época y los ingresos fiscales del Estado colonial eran sustancial-
Developmew ofAgrarian Capitalism in íhe Nineteenth and Twentieth Centuries, Cam- mente menores que en México. Ver John Fisher, Government and Society in Colo-
bridge University Press, Cambridge, 1977; Jeffrey M. Pa\ge,Agrarían Revolution: Social nial Peni: The Intendení System, 1784-1814, Athlone, Londres, 1970; Herbert Klein y
Movements and Export Economies in the Underdeveloped World, Free Press, Nueva John U. TePaske, The Royal Treasuríes of the Spanish Empire in America, vol. i,
Perú, y vol. u, Upper Perú (Solivia), Duke University Press, Durham, 1982. Para un
294
295
examen de esta cuestión, ver Hans Jürgen Puhle y Nils Jocobsen, "Introduction", en intervenciones militares internacionales son las formas más factibles puní ili t u » nt • i
The Economíes of Meneo and Perú During the Late Colonial Period, 1760-2820, Col- poder estatal existente, y para abrir el camino ya sea a las revueltas cani|H'piliiiw m i i n
loquium Verlag, Berlín, 1986, pp. 1-25. nomas o a que los revolucionarios organizados convoquen el apoyo de IIM UUM|H M
59. Ver Golte, Rebelión y repartos, cit.; O'Phelan, "Túpac Amaru" y "El norte y nos en el campo", en "What Makes Peasants Revolutionaries?", en Wcllcr y (iii^i n
los movimientos anti-fiscaies", cit. heim, Power and Protest, cit., p. 172.
60. Taylor, Drinking, cit., pp. 134-43. 74. Ver Reina, cap. 9 de esta obra.
61. Sobre el Virreinato del Perú, ver los datos fiscales recogidos en Klein y TePas- 75. Blanchard, "Indian Unrest in the Peruvian Sierra", y Florencia Mallon, "Ñu
ke, The Royal Treasuries, cit., vois. I y II. Sobre México, ver John J. TePaske et ai., La tionalist and Anti-State Coalition in the War of the Pacific: Junfn and Cajummni,
real hacienda de Nueva España: la real caja de México, Instituto Nacional de Antro- 1879-1900" (trabajo inédito presentado ante la Conferencia del SSRC, cit.).
pología e Historia, México, 1976. 76. Genovese, From Rebellion to Revolution, cit., xvill-xx.
62. Ver Reina, Las rebeliones, cit., passim. 77. Como decía Womack al describir a los elementos rurales del movimiento yji
63. Taylor, Drinking, cit., pp. 134-38. palista, eran "campesinos que no querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron
64. González, "Neocolonialism and Indian Unrest", 3; ver también Karen una revolución", John Womack, Jr., Zapata y la revolución mexicana, Siglo XXI, Mé-
Spalding, "Class Structures in the Southern Peruvian Andes", en Lana and Power xico, 1969, p. XI.
in Latín America, Benjamín Orlove y Glynn Custred (comps.), Holms & Meier, 78. Sin embargo, esta afirmación se basa en los datos presentados en los anterio-
Nueva York, 1981, pp. 71-91, y Ñus Jacobson, "Desarrollo económico y relacio- res cuadros. Es necesario advertir que hay que tomarlos con precaución, porque las
nes de clase en el sur andino (1780-1920): una réplica a Karen Spalding", Análisis, lagunas de la investigación pueden hacer que algunas zonas y épocas resulten subre-
1978, p. 18. presentadas. Lo más notable es la falta de investigación sobre rebeliones de los pue-
65. Sobre la expansión de las haciendas a fines del siglo xix, en Perú, ver Alberto blos andinos entre los años 1790 y 1880, sobre revueltas de las plantaciones en Brasil
Flores Galindo, Arequipa y el sitr andino: ensayo de historia regional (siglos xvm-XK), y el Caribe en casi todas las épocas, y sobre los movimientos rurales de pequeña
Editorial Horizonte, Lima, 1977, cap. 2. Ver también Mallon, Defense of Comnutnity, magnitud durante el porfiriato, en México.
cit., caps. 2-4, sobre los altos centrales, donde la tendencia hacia la concentración de 79. También vale la pena señalar que la proporción de mestizos y de indios de habla
la propiedad de la tierra hacia los años 1860 y 1870 se vio truncada por la Guerra del española en México era mayor que en Perú durante toda esta época. Esto puede ayudar
Pacífico. a explicar también la precoz politización de los conflictos rurales en México.
66. Ver Rebecca Scott, Slave Emanciparon in Cuba: The Transition to Free La- 80. Ver Coatsworth, "Railroads, Landholding and Agrarian Protest", cit.; Flores
bor, 1860-1899, Princeton University Press, Princelon, 1985, cap. 12; Lauren Derby, Galindo, Arequipa y el sur andino, cit., y ver Rory Miller, "Railways and Economic
"Peasants, Politics and Plantations: A Revisionist Inlerpretation of Popular Resistan- Development in Central Perú, 1890-1930", en Rory Miller, Clifford T. Smith y John
ce in Cuba, 1887-1917", tesis de maestría inédila, Universidad de Chicago, 1986. Fisher, comps., Social and Economic Change in Modern Peni, Center for Latin Ame-
67. Ver las fuentes antes citadas sobre cimarrones y pueblos. rican Studies, Universidad de Liverpool, Liverpool, serie monográfica, n. 6, s.f., pp.
68. Ver el ensayo de Reina incluido en esta obra. 27-52.
69. Ver Richard Price, "Introduction", Maroon Socieíies, cit., pp. 5-19. 81. Ver Corwin, Spain and the Abotition of Slavery, cit., caps. 12-16; Louis A.
70. Esto no debe llevarnos a subestimar el papel de la ideología religiosa en las Pérez, Jr., " 'La Chambelona': Political Protest, Sugar, and Social Banditry in Cuba",
revueltas de esclavos (la religión islámica, por ejemplo, en las revueltas principalmen- Inter-American Economic Affairs, 31,1978, pp. 3-28.
te urbanas de Bahía, en el siglo xix). Tampoco queremos sugerir que los esclavos 82. Jean Piel, "The Place of the Peasantry in the National Life of Perú in the
fueran adaptadores y sintetizadores menos creativos de las diversas tradiciones cultu- Nineteenih Century", Past and Present, 46,1970, pp. 108-33.
rales que traían consigo y que aplicaron en el Nuevo Mundo. Lo importante es que 83. Mallon, "Nationalists and Anti-State Coaliations", cit.
la esclavitud provocó con frecuencia revueltas en que tales innovaciones estaban au- 84. Esto se debe a que los programas conservadores de centralización de la auto-
sentes o tenían una importancia menor. En cambio las guerras de castas de los indios ridad política y la restauración de un Estado activo e intervencionista dependían críti-
requerían una expresión ideológica que explicara y justificara el nuevo mundo que camente de la estabilidad social y política. Los programas liberales subrayaban la ne-
deseaban crear. Las insurrecciones de esclavos, como ha dicho Genovese, derivaban cesidad de eliminar los obstáculos institucionales a la actividad económica, un
sus objetivos del deseo de escapar o de la (posterior) igualdad. Ver Genovese, From objetivo que podía resultar favorecido (si bien sólo en parte) por los disturbios que
RebeÜion to Revoluüon, cit., xvin-xx. impedían un control central efectivo por parte del gobierno.
71. Alicia Hernández Olive, "Haciendas y pueblos en el estado de Morelos, 1535, 85. Ver, por ejemplo, Barrington Moore, Social Orígins of Dictatorship and De-
1810", tesis de maestría inédita, El Colegio de México, 1973. mocracy: Lord and Peasaní in the Making of the Modern World, Beacon Press, Bos-
72. Ver nota 16. ton, 1966 (ed. en español: Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia,
73. Como observara Skocpol recientemente, "[...] las derrotas en las guerras y las Península, Barcelona, 1973).

296 297
86. Sobre una excepción a esta regla, ver Leopoldo Allub, Orígenes del autoritaris- 15. Nalda, "México preshispánico", cit., pp. 108-09.
16. William B. Taylor, Drinking, HomicideandRebeüion in Colonial Mexican Villajes,
mo en América Latina, Katún, México, 1983. Stanford, 1979, pp. 113-52 (ed. en español: Embriaguez, homicidio y rebelión en las
87. Ver Brading, "La estructura", cil., pp. 197-237; Jan Bazant, "The División of poblaciones coloniales mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 1984).
Some Mexican Haciendas During the Liberal Revolution, 1856-1862", Journal of La- 17. En su impresionante y enorme obra, The Aztecs Under Spanish Rule: A Ilis-
tín American Studies, 3:1,1971, pp. 25-37. íory ofthe Indians ofíhe Valley of México, 1519-1810, Stanford, 1964 (ed. en español,
88. Daniel Cosío Villegas, Historia moderna de México, La República restaurada, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, Siglo XXI, México, 1967), Charles
La vida política, Kermes, México, 1955. Ver también Charles A. Hale, "The Liberal Gibson describe solamente dos motines por alimentos de los indios de la ciudad de
Impulse: Daniel Cosío Villegas and the Historia moderna de México", Híspante Ame-
rican Histórica! Review, 54:3, 1974, pp. 479-498. México. No menciona revueltas rurales en el Valle de México.
18. Ibid., pp. 196, 264. Ver también Alonso de Zurita, Breve y sumaria relación,
89. Enrique Semo, "Las revoluciones en la historia de México", Historia y Socie-
dad, 8, 1975, pp. 49-61 (también en Historia mexicana. Economía y lucha de clases, cit., p. 154.
Era, México, 1985, pp. 279-98). 19. Zurita, op. cit., p. 154.
20. Enrique Semo, "Conquista y colonia", pp. 213-31, en Enrique Semo, comp.,
México, cit.
21. Gibson, The Aztecs, cit., pp. 280-88.
Capítulo 3 22. Woodrow Borah y Sherburne F. Cook, "The Aboriginal Population", cit.
23. Eric Van Young, Hacienda and Market in Eighteenth Century México: The
1. Ver Enrique Nalda, "México prehispánico: Origen y formación de las clases Rural Economy of the Guadalajara Región, Berkeley, 1981, pp. 249-50.
rurales", en Enrique Semo, comp., México, un pueblo en la historia, México, 1981, 24. Franqois Chevalicr, Land and Society ín Colonial México, Berkeley, 1966, pp.
pp. 108-109, y J. Eric Thompson, Tfie Rise and Fall of Maya CiviUzation, Norman, 149-84 (ed. en español: La formación de los latifundios en México, México, 1976).
Oklahoma, 1956, pp. 105-06 (ed. en español: Grandeza y decadencia de los mayas, 25. Ver Gibson, The Aztecs, cit., pp, 246-49.
Fondo de Cultura Económica, México, 1959). 26. James D. Riley, "Crown Law and Rural Labor in New Spain: The Status of
2. Fernando de Alva Ixtlilxóchítl, Obras históricas, México, 1891-92; Diego Duran, Gañanes During the Eighteenth Century", Hispanic American Hísiorical Review, vol.
Historia de las Indias de Nueva España y Tierra Firme, México, 1867-1880; Fernando
Alvarado Tezozómoc, Crónica Mexicana, México, 1945. 64, n. 2, mayo de 1984, pp. 259-63.
27. Charles H. Harris III, American Family Empire: Tlie Latifundio ofthe Sánchez
3. Andrés Molina Enrfquez, Los grandes problemas nacionales, México, 1909; Franck Navarro Family, 1765-1867, Austin, 1975, p. 196.
Tannenbaum, The Mexican Agrarian Revolution, Handem, Connecticut, 1929, cap. 1. 28. Francpis Chevalicr, "Survivances Scigneuriales et Présages de la Revolution
Aunque las estadísticas de Tannenbaum han suscitado frecuentes controversias, los Agraire dans le Nord du Mcxique", Revue Historique, París, julio de 1959.
estudios recientes tienden a confirmar su opinión de que en México se había producido 29. Eric R. Wolf, "The Mexican Bajío in the Eighteenth Century", Synopiic Stu-
un amplio proceso de concentración de tierra, principalmente durante la era porfiriana dies of Mexican Culture, n. 17, Nueva Orleans, 1957. Ver también John Tutino, From
(ver Alan Knight, The Mexican Revolution, Cambridge, 1986, vol. I, pp. 78-111). Insurrecüon to Revolution: Social Bases of Agrarian Violente in México, 1750-1940,
4. Fray Juan de Torquemada, Monarquía Indiana, México, 1943-44, vol. I, p. 208.
5. Duran, Historia de las Indias, vol. I, p. 368. Princeton University Press, 1986.
30. Ver Wolf, Tutino y el ensayo de William Meyers incluido en esta obra.
6. Friedrich Katz, Las relaciones socio-económicas de los aztecas en los siglos xvy 31. Friedrich Katz, La guerra secreta en México, Era, México, 1982, cap. 1.
XV!, México, 1966, pp. 28-29. 32. Ver Philip W. Powell, La guerra chichimeca, México, 1977.
7. Woodrow Borah y Sherburne F. Cook, "The Aboriginal Population of Central 33. Edward H. Spicer, Cycles of Conquest, Tucson, 1974, p. 292.
México on the Eve of the Spanish Conquest", en Ibero-Americana 45, Berkeley y Los
Ángeles, 1963. 34. Ibid., pp. 290-92.
35. Linda A. Newson, "Indian Population Patterns in Colonial Spanish America",
8. Berna! Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Latín American Research Review, vol, xx, n. 3, 1985, pp. 58-60.
México, 1972, p. 91.
9. Alonso de Zurita, Breve y sumaria relación de los señores de la Nueva España, 36. Spicer, Cycles, cit., pp. 55-56.
37. Ver el ensayo de Evelyn Ilu-Dellart incluido en esta obra.
México, 1941, p. 199. 38. Proclamación del Caballero de Croix, 15 de noviembre de 1778. Esta procla-
10. Duran, Historia de las Indias, vol. I: p. 75. ma fue reimpresa en 1895 por el representante legal de los campesinos de Namiqul-
11. Ibid., p. 97. pa, Tomás Dozal y Hermosilto. Este texto se encuentra en el Departamento Agnirlo,
12. Ibid., pp. 202 et seq.
13. Ibid. Sección de Terrenos Nacionales, Chihuahua, Cruces 1.29 (06)45.
39. Fernando Jordán, Crónica de un país bárbaro, Chihuahua, México, 1975, p. 211.
14. Thompson, The Rise and Fall, cit., pp. 105-06.
J4N
298
40. Herbert S. Klein, "Peasant Communities in Revolt: The Tzeltal Republic of las formas de extracción del excedente: época prehispánicay colonial", ambos de Enrique
1712", Pacific Histórica! Review, 1966, pp. 247-64. Ver también Henri Favre, Chan- Florescano, comp., Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina,
gement ei Continuité chez les Mayas du Mexíque, Parts, 1971, p. 43; Robert Wassers- 1500-1975, Fondo de Cultura Económica, México, 1979, pp. 15-33 y 54-92.
trom, Class and Society in Central Chiapas, Berkeley, 1983, cap. IV, pp. 69-106; Anto- 6. Peter Gerhard, "Congregaciones de indios en la Nueva España antes de 1570",
nio García de León, Resistencia y utopía, Era, México, 1985, vol. i, pp. 78-87; Victoria Historia Mexicana, 26,1977, pp. 347-95.
R. Bricker, The IndUm Chríst, The Indian King Austin, 1981, pp. 55-69. 7. Ver Richard Boyer, "México in the Seventeenth Century: Transition of a Colo-
41. Ver Moisés González Navarro, Raza y tierra: La guerra de castas y el hene- nial Society", Híspanle American Histórica! Review, 57:3,1977, pp. 455-78.
quén, México, 1970, pp. 34-37; Nancy M. Farriss, Maya Society Under Colonial Rule: 8. Esta interpretación de la estructura de poder colonial resume el análisis más
The Cotlectíve Enterprise ofSurvival, Princeton, 1984, pp. 66-72.
42. Bricker, The Indian Chríst, cit., p. 74. detallado que se encuentra en Tutino, "Creóle México", cit.
43. Ibid, pp. 74-76. 9. La noción de explotación simbiótica está desarrollada por primera vez en Tutino,
44. Wasserstrom, Class and Society, cit,, cap. IV. ibid. Una perspectiva similar aparece en Ángel Palerm, "Sobre la formación del sistema
colonial: apuntes para una discusión", en Florescano, comp., Ensayos, cit., pp. 93-126.
45. Nancy Farriss, Maya Society, cit., pp. 366-75. Farriss, que ha analizado estas 10. Ver Taylor, Drínking, cit.
tendenciasdea Canek.
tamiento largo plazo, no afirma que hubiese ningún vínculo entre ellas y el levan- 11. Lucas Alamán, Historia de Méjico, vol. 1, Editorial Jus, México, 1972, pp.
255-56.
12. Ver Michael Costeloe, La primera república federal de México, 1824-1835,
Capítulo 4 Fondo de Cultura Económica, México, 1975, y Carlos San Juan Victoria y Salvador
Velázquez Ramírez, "La formación del Estado y las políticas económicas, 1821-
1880", en Ciro Cardoso, comp., México en el siglo XK, 1821-1910, Nueva Imagen,
1. Ver, por ejemplo, Silvio Zavala, La encomienda indiana, Centro de Estudios México, 1980, pp. 66-76.
Históricos, Madrid, 1935; Lesley Byrd Simpson, The Encomienda in New Spain, edición 13. El resto de esta sección sintetiza y reinterpreta mi anterior ensayo, "Hacienda
revisada, Úniversity of California Press, Berkeley, 1966; Francois Chevalier, La forma- Social Relations ¡n México: The Chalco Región in the Era of Independence", Hispa-
ción de hsgrandes latifundios en México, Fondo de Cultura Económica, México, 1976; nic American Historical Review, 55:3, 1975, pp. 496-528.
Charles Gibson, The Aztecs Under Spanish Rule, Stanford Úniversity Press, Stanford, 14. Asunción Lavrin, "Problems and Policies in the Adminístration of Nunneries
1964 (ed. en espaflol: Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, Siglo XXI, México, in México, 1800-1835", Tfie Americas, 28:1, 1971, pp. 55-77; Michael Costeloe,
1967); William Taylor, Landlord and Peasant in Colonial Oaxaca, Stanford Úniversity Church Wealth in México, Cambridge Úniversity Press, Cambridge, 1967.
Press, Síanford, 1972; Eric Van Young, Hacienda and Market in Eighteenth-Centwy 15. Peter Gerhard, "La evolución del pueblo rural mexicano, 1519-1975", Historia
México, Úniversity of California Press, Berkeley, 1981; y Cheryl Martin, Rural Society Mexicana, 24, 1975, pp. 576-77.
in Colonial Morelos, Úniversity of New México Press, Albuquerque, 1985. 16. Mariano Riva Palacio, papeles (citado a partir de aquí como MRP), 1171, 11
2. William Taylor, Drinfdng, Homicide and Rebellion in Colonial Menean Víüages, de octubre de 1841; 1180, 24 de octubre de 1841; 1447, 30 de mayo de 1844; 2447,
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rebelión en las poblaciones coloniales mexicanas, FCE, México, 1984), y John Tutino, 17. Gloria Pedrero Nieto, "Un estudio regional: Chalco", en Enrique Semo,
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sity Press, New Haven, 1968 (ed. en español: El liberalismo mexicano en la época de
xico,4. 1980,
Leticia
pp.Reina,
64-82.Las rebeliones campesinas en México, 1819-1906, Siglo XXI, Mé- Mora (1821-1853), Siglo xxi, 1968); Moisés González Navarro, Anatomía del poder
en México, 1848-1853, El Colegio de México, México, 1977.
5. Esta interpretación de la estructura agraria colonial refleja mi análisis en proceso 20. MRP, 5915 c, 4 de junio de 1856; 7079, 12 de octubre de 1857.
para una obra titulada "Peasants and Patriarchs: Agrarian Society in Central México, 21. W. Bullock, Six Months' Residence and Trovéis in México, 1824, reimpresión
1500-1800". Aquí cito solamente algunas de las obras generales más importantes: en Kennicat Press, Port Washington, N. Y., 1971, p. 227 (cd. en español: Seis meses
Simpson, The Encomienda, cit.; Gibson, The Aztecs, cit.; Peggy K. Liss, México Under de residencia y viajes en México, Banco de México, México, 1983); MRP, 5871, 10 de
Spain, 1521-1556, Úniversity of Chicago Press, Chicago, 1975; Pedro Carrasco, "La marzo de 1856; 5915h, 13 de julio de 1856; 5915k, 19 de agosto de 1856; 59l5n, 9 de
economía prehispánica de México", y Johanna Brodd, "Las comunidades indígenas y septiembre de 1856.
300
301
22. MRP, 5915i, 5 de agosto de 1856; Jorge Basave Kunhardt, "Algunos aspecto* 49. MRP, 5207, 2 de junio de 1851; 5543, 27 de diciembre de 1851,
de la técnica agrícola en las haciendas", en Semo, comp., Siete ensayos, cít., pp, 241-42. 50. MRP, 5701, 15 de junio de 1855; 5807, 2 de octubre de 1855; 5869, 6 de
23. MRP, 5915L, 26 de agosto de 1856; 8019A, s.f.; 7113, 27 de octubre de 1857. marzo de 1856; 5870,8 de marzo de 1856; 7255a, 10 de enero de 1859.
24. MRP, 3254, 9 de octubre de 1849; 3334, 23 de octubre de 1849; 3446, 12 de 51. Hale, Menean Liberatism, cit., pp. 225-31; Donald J. Fraser, "La política de
noviembre de 1849; 3507, 28 de noviembre de 1849; 3540, 4 de diciembre de J849; desamortización en las comunidades indígenas, 1856-1872", Historia Mexicana, 21:4
3801, 30 de enero de 1850; 3912, 5 de marzo de 1850; 4254, 5 de junio e 1850; 4285, 1972, pp. 618-19.
10 de junio de 1850; 7445, febrero-marzo de 1862.
25. MRP, 5915L, 26 de agosto de 1857. 52. González Navarro, Anatomía, cit., pp. '142-43; Fraser, "La política", cit., pp.
622-23.
26. MRP, 3091, 20 de agosio de 1849; 5915b, 20 de mayo de 1856; 5915c, 4 de
junio de 1856; 5915g, 6 de julio de 1856. 53. González Navarro, ibid., p. 143; Fraser, ibid., pp. 625-26.
54. Margarita Menegus Bornemann, "Ocoyoacac: Una comunidad agraria en el
27. MRP, 3080, 31 de julio de 1849; 3417, 6 de noviembre de 1849; 3546, 4 de
siglo XIX", Estudios Políticos, 5:18-19, 1979, p. 91.
diciembre de 1849; 3912, 5 de marzo de 1850; 4254, 5 de junio de 1850; 6446, 26 de 55. Fraser, "La política", cit., p. 627; Antonio Huítrón H., Bienes comunales en el
abril de 1857.
28. MRP, 5015, 6 de febrero de 1851; 5177, 13 de mayo de 1851. estado de México, Gobierno del Estado de México, Toluca, 1972, pp. 92-94.
56. Miguel Lerdo de Tejada, Memoria de la Secretaría de Hacienda..., México,
29. MRP, 5683, 15 de marzo de 1855; 5685, 27 de marzo de 1855; 6556, 12 de 1857, México, 1857, pp. 3-6.
mayo de 1856, 6627, 4 de junio de 1857.
57. Ibid., pp. 4-5, 25, 70-71, 324-89; Fraser, "La política", cit., pp. 632-34; T. G.
30. Ver Nelson Reed, La guerra de castas de Yucatán, Ed. Era, México, 1985; Powell, El liberalismo y el campesinado en el centro de México, 1850-1876, Secretaría
Moisés González Navarro, Raza y tierra, El Colegio de México, México, 1970; John de Educación Pública, México, 1974, p. 140.
Tutino, "Rebelión indígena en Tehuantepec", Cuadernos Políticos, 24, 1980, pp. 89- 58. Ver Powell, ibid., pp. 83-84.
101, y Reina, Rebeliones, cit., pp. 233-34, 240-42, 291-302.
59. MRP, 5915k, 19 de agosto de 1856.
31. Fernando Díaz Dfaz, Caudillos y caciques, El Colegio de México, 1972, pp. 96 60. MRP, 5915m, 2 de septiembre de 1856.
171-75; Reina, Rebeliones, cít., pp. 85-120, 169.
32. González Navarro, Anatomía, cit., pp. 165-66. 61. Powell, El liberalismo, cit., p. 76; Pedrero, "Chalco", cit., p. 110, Lerdo, Memo-
ria, 1957, pp. 324-89.
33. MRP, 3986, 18 de marzo de 1850; 4091, 29 de abril de 1850; Reina, Rebelio- 62. Lerdo, op. cit., pp. 113-16; 156-61.
nes, cit., pp. 61,63, 123.
34. Ibid., pp. 157-70. 63. Ibid., pp. 58-59.
64. MRP, 6421, 13 de abril de 1857.
35. González Navarro, Anatomía, cit., pp. 162-65; Francisco Pimentel, Memoria 65. Powell, El liberalismo, p. 82.
sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígena de México y
medios de remediarla, Imprenta de Andrade y Escalante, 1864, pp. 203-04. 66. Ibid., pp. 87-89; Fraser, "La política", cit., p. 627; MRP, 6350, 28 de marzo de
36. MRP, 5484, 16 de octubre de 1851; 5683,15 de marzo de 1855. 1857; 6435, 18 de abril de 1857; 6458, 24 de abril de 1857.
67. Sobre el desarrollo de la política rural nacional, ver Paul Vanderwood, Disor-
37. MRP, 3046,5 de marzo de 1849; 3080,31 de julio de 1849; 3721,13 de julio de der and Progress: Bandits, Pólice and Mexican Development, University of Nebraska
1849; 3723, 14 de enero de 1850; 3912, 5 de marzo de 1850; 4254,5 de junio de 1850. Press, Lincoln, 1981 (ed. en español: Desorden y progreso. Bandidos, policías y desa-
38. MRP, 7113, 27 de octubre de 1857.
39. MRP, 3270, 11 de octubre de 1857. rrollo mexicano, Siglo XXI, México, 1986).
40. MRP, 3804, 31 de enero de 1850. 68. MRP, 6473, 27 de abril de 1857.
41. MRP, 3902, 4 de marzo de 1850. 69. MRP, 6718, 4 de julio de 1857; 7007, 23 de septiembre de 1857; 7079, 12 de
42. MRP, 4955, 10 de enero de 1851. MRP, 5015,6 de febrero de 1851. octubre de 1857; 7098, 19 de octubre de 1857; 7102, 21 de octubre de 1857; 7108,
24 de octubre de 1857; 7113, 27 de octubre de 1857; 7175, 4 de enero de 1858;
1851. 5023, 8 de febrero de 1851; 5172, 10 de mayo de 1851; 5178, 13 de mayo de
43.
7228, 2 de septiembre de 1858; 7232, 3 de noviembre de 1858; 7237, 12 de noviem-
44. MRP, 5177, 13 de mayo de 1851; 5178, 13 de mayo de 1851; 5023, 31 de bre de 1858; 7241, 2 de diciembre de 1858; 7242, 3 de diciembre de 1858; 7243, 6 de
mayo de 1851; 5207, 2de junio de 1851. diciembre de 1858; 7246, 18 de diciembre de 1858; 7248, 31 de diciembre de 1858;
45. MRP, 5189, 23 de mayo de 1851. 7252, 8 de enero de 1859; 7253, 8 de enero de 1859; 7254, 9 de enero de 1859; 7255,
46. González Navarro, Anatomía, cit., pp. 123-24. 7256, 10 de enero de 1859.
47. MRP, 3575, 10 de diciembre de 1849. 70. MRP, 7255a, 10 de enero de 1859; 7256, 10 de enero de 1859; 7260, 16 de
enero de 1859; 7262, 21 de enero de 1859; 7265, 22 de enero de 1859; 7288, 16 de
48. MRP, 3902, 4 de marzo de 1850; 4452, 13 de julio de 1850; 4718, 10 de
octubre de 1850; 4815, 29 de octubre de 1850. mayo de 1859; 7306, 22 de diciembre de 1859; 7307, diciembre de 1859; 7402, 25 de
mayo de 1861; 7419, 12 de agosto de 1861; 7422, 3 de septiembre de 1861; 7441, 22
302
303
de enero de 1862; 7457, 21 de abril de Í862; ver también Vanderwood, Disorder and 101. MRP, 7887, 2 de junio de 1868; 7888, 3 de junio de 1868.
Progress, cit. 102. MRP, 7889,4 de junio de 1868.
71. MRP, 7526, 5 de febrero de 1863; 7527, 7 de febrero de 1863; 7538, 10 de 103. MRP, 7892, 7 de junio de 1868; 7893, 9 de junio de 1868; 7896, 9 de junio
febrero de 1863; 7531, 25 de febrero de 1863; 7533, 11 de marzo de 1863; 7543, 25 de 1868; 7898, 12 de junio de 1868; 7899, 13 de junio de 1868; 7900, 14 de junio de
de marzo de 1863; 7555, 13 de mayo de 1863; 7558, 24 de mayo de 1863; 7559, 25 1868; 7901, 14 de junio de 1868; 7904, 19 de junio de 1868; Reina, Rebeliones, cit.,
de mayo de 1863; 7597, 16 de agosto de 1864; 7605, 2 de diciembre de 1864; 7613, pp. 67-68.
27 de enero de 1865; 7679, 6 de julio de 1866. 104. MRP, 7904, 19 de junio de 1868; Reina, Rebeliones, cit., pp. 77-78.
72. MRP, 7113, 27 de octubre de 1857. 105. Reina, ibid., pp. 69-70,80-81.
73. MRP, 7212, 8 de junio de 1858; 7217,19 de julio de 1858. 106. Enrique Florescano, comp., Análisis histórico de las sequías en México, Comi-
74. MRP, 7331, 22 de junio de 1860; 7336, 11 de julio de 1860; 7352, 30 de sión del Plan Nacional Hidráulico, México, 1980, pp. 106-07.
noviembre de 1860. 107. MRP, 7290, 1868.
75. MRP, 7440, 21 de enero de 1862; 7712, 4 de enero de 1867; 7712Z, 5 de 108. MRP, 7911, 7 de julio de 1868; 7916, 27 de julio de 1868; 7921, 4 de agosto
enero de 1867; 7712B, 6 de enero de 1867. de 1868; 7935, 10 de septiembre de 1868; 7973, 3 de enero de 1869; 7990, 3 de
76. MRP, 7313, 1°. de marzo de 1860; 8019A, s.f. febrero de 1869; 7994, 16 de febrero de 1869; 79%, 22 de febrero de 1869.
77. MRP, 7682, 20 de julio de 1866. 109. MRP, 8048, 5 de septiembre de 1869; 8065, 26 de septiembre de 1869; 8109,
78. Ver Tutino, "Creóle México", cit., y "Hacienda Social Relations", cit. 12 de octubre de 1869; 8111, 12 de octubre de 1869; 8150, 17 de octubre de 1869;
79. MRP, 5915a, 5 de mayo de 1856; 5915c, 4 de junio de 1856; 5915d, 10 de 8154, 18 de octubre de 1869; 8181, 24 de octubre de 1869; 8347, 24 de diciembre de
junio de 1856; 7175, 5 de enero de 1858. 1869; 8331, 21 de diciembre de 1869; Reina, Rebeliones, cit., pp. 132-35.
80. MRP, 7290, 1868. 110. Se observa un desarrollo temporal semejante en los orígenes de la revuelta
81. MRP, 7595, 23 de mayo a 18 de junio de 1864; 7595c, 21 de junio de 1864; de Hidalgo en 1810.
7612, 8 de enero de 1865; 7615, 9 de febrero de 1865; 7670, 28 de mayo de 1866; 111. MRP, 8150, 17 de octubre de 1869; 8844, 19 de septiembre de 1870; 8979,
"Ynventario de los enseres y muebles de la Hacienda de Jalpa... agosto de 1866", 13 de diciembre de 1870; 9115, 14 de febrero de 1871; 9195, 1 de mayo de 1871;
Papeles de los Condes de Regla, Washington State University Archives, Pullman, 9540, 3 de octubre de 1871; 9754, 1 de diciembre de 1871.
Washington. 112. MRP, 9007,2 de enero de 1871; 9990, 19 de febrero de 1873.
82. "Ynventario", cit., p. 47. 113. Pedrero, "Chalco", cit., pp. 127, 128, 132, 135.
83. Powell, El liberalismo, cit., pp. 131-32; Fraser, "La política", cit., p. 652. 114. Ibid., pp. 106, 111,127-50.
84. MRP, 7721, 28 de marzo de 1867, 7723,15 de abril de 1867. 115. Ver especialmente Arturo Warman,... Y venimos a contradecir, Ediciones de
85. Reina, Rebeliones, cit., pp. 81-82. la Casa Chata, México, 1976.
86. John Hart, Anarchism and the Menean Working Class, 1860-1931, The Uni- 116. Menegus Bornemann, "Ocoyoacac", cit., pp. 92-112.
versity of Texas Press, Austin, 1978, pp. 19-20, 32 (ed. en espafiol: El anarquismo y la
clase obrera mexicana, 1860-1931, Siglo XXI, México, 1978).
87. Reina, Rebeliones, cit., p. 71.
88. MRP, 7824, 4 de febrero de 1868. Capítulo 5
89. Reina, Rebeliones, cit., p. 66. 1. El planteamiento de esta sección se basa en mi monografía: Míssions, Mines
90. Ibid., p. 72. and Indians; Histoty of Spanish Contact with the Yaqui Nation of Northwestern New
91. MRP, 7836, 24 de febrero de 1868. Spain, 1533-1820, University of Arizona Press, Tucson, 1981. Cuando sea necesario o
92. MRP, 7840, 1 de marzo de 1868; Hart, Anarchistn, cit., p. 34. de particular interés, citaré los documentos o fuentes específicos.
93. Reina, Rebeliones, cit., pp. 72-74. 2. Durante todo el periodo jesuíta, mientras los yaquis permanecieron bajo el
94. Ibid., pp. 74-75. sistema de las misiones, no estuvieron sujetos a tributo para el Eslado secular. A
95. MRP, 7852, 13 de marzo de 1868. partir de 1767, los Borbones intentaron recaudar tributos de los yaquis, pero nunca
96. Ibid. lo lograron, y finalmente abandonaron el intento.
97. Reina, Rebeliones, cit., pp. 66-67. 3. La Pastells Cottection de Roma, que se encuentran en microfilm en la Knights
98. Ibid., pp. 75-76. of Columbus Vatican Film Library de la Universidad de St. Louis (St. Louis, Missou-
99. MRP, 7855, 17 de marzo de 1868; 7859, 19 de marzo de 1868; 7872 24 de ri), ha reunido la mayoría de los documentos relativos a la rebelión yaqui de 1740. El
abril de 1868; 7873, 25 de abril de 1868. documento más importante de la colección es en realidad una recopilación de copias
100. Reina, Rebeliones, cit., p. 67; MRP, 7886, 2 de junio de 1868. de todos los documentos importantes del caso. En junio de 1744, el virrey Conde de

304 305
Fuenclara sometió a la Corona el informe final y definitivo sobre la rebelión. Además en que los jesuítas trataban de mostrar lo que ocurriría sin duda cuando ellos, los
de su propia carta introductoria, bastante breve, presentó cientos de páginas de docu-
guardianes morales, fueran retirados de las comunidades indias; es decir, una adver-
mentos copiados de todas tas partes en conflicto, que en total abarcaban un período
de unos diez afíos. La carta del virrey Conde de Fuenclara a Su Majestad, 25 de tencia no demasiado sutil contra la secularización.
7. El propio Calixto da testimonio de que se sublevó porque corría el rumor de
junio de 1744, Pasteüs 32:323-712 (citada en adelante como Fuenclara 1744). A me- que El Muni y Bernabé habían muerto, y porque el padre Nápoli confirmó los infor-
nos que se indique lo contrario, todos los datos sobre la revuelta de 1740 se encuen-
mes; ver Fuenclara 1744, cit., p. 400.
tran en este documento. 8. Varias cartas de Vildósola al Virrey se refieren a estos hechos: 7 de mayo de
El documento jesuíta más importante sobre !a revuelta de 1740 fue redactado por
1741, 11 de julio de 1741, 1 de agosto de 1741, Pasteüs, 30:364-72, 379-96, 406.
el padre Mateo Ansaldo, y titulado "El P. Mateo Ansaldo Rector de! Colegio de San 9. El Estado borbónico intentó al principio extraer un excedente agrícola de los
Pedro y San Pablo de Méjico sobre la sublevación de los indios presenta este escrito yaquis, bajo la forma del pago de tributos, pero ante la resistencia de los yaquis, se
contra las injurias que el gobernador Huidobro pone en los autos que a los R. P. conformó con su trabajo excedente que los yaquis daban de buen grado.
entregaron", 5 de diciembre de 1743, en Pasteüs, 18:91-104. Como apéndice de este 10. Juan Banderas, proclamas, en Archivo de la Defensa Nacional de México
documento hay un informe anónimo titulado: "Hecho de la Rafe, Causas y Progre- (ADW) 272:63-64; 274; 215. Estas declaraciones no tienen fecha, pero el contenido
sos, hasta su conclusión, de la rebelión de los Indios Hiaquis, Maios y convezinos en
indica claramente que fueron escritas en el periodo 1825-26.
la Gobernación de Sinaloa en el arto de 1740, siendo Gobernador Vitalicio Don Ma- 11. Estado de Occidente, decretos no. 41,44, 88, 89, 92, Álamos, enero, febrero y
nuel Bernal de Huidobro", Pastetts, 18:72-90. El historiador jesuíta del siglo xx, Ge-
septiembre de 1828, Instituto Nacional de Antropología e Historia, fondo de Micrope-
rardo Decorme, considera que el autor de este informe anónimo no era otro que el
polémico padre Diego González de la misión yaqui; ver Gerardo Decorme, La obra lículas, Sonora (en adelante, INAH Son). Poco después de la independencia, los esta-
de los jesuítas mexicanos durante la época colonial, 1572-1767, vol. 2, LAS misiones, dos de Sonora y Sinaloa se unieron en uno llamado Occidente.
Antigua Librería Robredo de J. Porrúa e Hijos, México, 1941, p. 333. ¡2. "Síndicos y alcaldes del partido Yaqui", al Gobernador, Cócorit, 28 de mayo
4. "Apologético defensorio y puntual manifiesto que los padres de la Compañía de de 1828; padre Herreros, carta, 27 de julio de 1828; José Ma. Madrid a Herreros, 25
Jesús, misioneros de las Provincias de Zinaloa y Zonora, ofrecen por noviembre de este de julio de 1828; el Gobernador Triarte al alcalde de Echojoa, 17 de julio de 1828;
año de 1657, el Rectísimo Tribunal y Senado Justísimo de la Razón, de la Equidad y, Gobernador Iriarte al Ayuntamiento de Buenavista, 26 de julio de 1828; estado de
de la Justicia, contra las antiguas, presentes y futuras calumnias, que les ha forjado la Sonora, decreto n. 16, Hermosillo, 1 de junio de 1831, todo en INAH Son, 23, Juan
envidia, les fabrica la malevolencia y cada día les está maquinando la iniquidad",/Irr/i,i'.'> M. Riesgo y Antonio J. Valdés, "Descripción de las principales poblaciones de Sono-
General de la Nación de México, Ramo de Historia, vol. 316, pp, 459-425; reproducido ra en 1827", Memoria Estadística del Estado de Occidente, 1828, Imprenta de C. L.
en gran parte en Pablo Herrera Castillo, "Sinaloa a mediados del siglo xvn", Congreso Alatorres, Guadalajara, 1828, INAH Son 2. Toledo al Gobernador, 22 de mayo de
Mexicano de Historia, Memorias y Revistas, México, 1960, pp. 145-74. 1831; Escalante, órdenes a! comandante de Buenavista, 28 de septiembre de 1831,
5. Testimonio del coyote Juan Frías, tomado por Huidobro, er, Fuenclara 1744, INAH Son 14. Diego Tavares al Gobernador, 31 de agosto de 1831, Patronato de la
pp. 391-92. Fuenclara 1744 contiene varios resúmenes de los acontecimientos más Historia de Sonora, México, D.F. (PUS), vol. 1, p. 119; Anastasio Flores y José Igna-
importantes que condujeron al estallido de la revuelta en 1740. Uno de los mejores cio Valenzuela, testimonias a Tavares, 12 de septiembre de 1831, PUS 1:115-16. (Al
es el informe del Auditor de Guerra Márquez de Ailamira, México, 12 de junio de parecer, las autoridades mexicanas locales confiaban en los informantes yaquis sobre
1743; él coincide en que la revuelta se inició con los asaltos, precipitados a su vez por lo que estaba ocurriendo dentro del valle, lo que sugiere que se resistían a penetrar
los difíciles tiempos de los años recientes. ellos misinos en el Yaqui.)
6. El informe sobre los cinco muertos se encuentra en los testimonios contrarios a 13. Regidor de Santa Cruz a Almada (sin fecha, pero el contenido indica febrero
Huidobro reunidos por su rival y sucesor, Agustín de Vildósola; ver Vecinos de Ála- de 1832); Ayuntamiento de Buenavista, informe al Congreso del estado, 25 de abril
mos, testimonios, Álamos, 13 de febrero de 1743, Pastells, 34:385-438. Al huir de de 1832; Almada al Gobernador, 25 de febrero de 1832; Escalante al Congreso del
Ostimuri, estos vecinos testimoniaron que habían dejado tras de sí cinco muertos. Al estado, 5 de marzo de 1832; Ayuntamiento de Buenavista al Gobernador, 27 de
huir de Cedros, los vecinos informaron que los rebeldes habían matado a "unos po- febrero de 1832; Ramón Morales al Gobernador, 27 de marzo de 1832; José Ignacio
cos" y habían tomado prisioneros a setenta mujeres y niños. Uno de los muchos Bustamante (indio opata), testimonio ante el Ayuntamiento de Buenavista, 24 de
mitos que puede haber originado esta revuelta se refiere al gran número de españo- abril de 1832, todo en INAH Son 15. Esíer Otero a Banderas y al capitán general
les muertos. También, parece irónico que los jesuítas hayan dado las versiones más Cuchacame, 7 de abril de 1832, PUS, 1:146.
sensación alistas sobre la brutalidad y la violencia de los yaquis. Según ellos, por ejem- 14. José María Armenta, diversos informes al gobernador, Cócorit, 12 de marzo,
plo, los rebeldes violaron mujeres blancas —esposas de vecinos destacados— y luego 31 de marzo, 4 de abril de 1842, INAH Son 15; Pedro de Aguayo, para ampliar el
las arrastraron desnudas hasta el río Yaqui, junto con varios niños inocentes. Los decreto estatal n. 89, Ures, 17 de mayo de 1842, INAH Son 10; Urrea al ministro de
motivos de estas exageraciones no están claros, pero parece haber sido ésa la manera Relaciones, 20 de febrero de 1843, INAH Son 15; estado de Sonora, Congreso, Re-
solución, Ures, 30 de abril de 1852, en El Sonorense, 1 de mayo de 1852, INAH Son

306
307
11; Gobernador a Manuel ífligo y Compañía, Guaymas, 24 de junio de 1843, INAH 21. General Carrillo a los rebeldes yaquis, Tórin, 15 de febrero de 1891, PUS 7:97-99.
Son 10; fñigo al Gobernador, Guaymas, 22 de junio de 1843, INAH Son 10; Gober- 22. Ramón Corral, informe a la legislatura del estado, Hermosülo, 1886, INAH
nador al prefecto de Guaymas Ures, 11 de marzo de 1854, INAH Son Id Son 12.
15. José de Aguilar, Informe al Congreso, Ures, 20 de marzo de 1850, INAH Son 23. Diversas crónicas en La Constitución: 9 de agosto de 1889, 7 de marzo de
í 1. Otra crónica decía simplemente: "Se supone que en el Rfo hay una población de 1890, 18 de abril de 1890, INAH Son 8; Del Paso y Troncoso, Guerras, cit., p. 108.
unos 30 mil indios", en "Noticias del Rfo Yaqui", Sociedad Mexicana de Geografía y Diversos informes sobre los ataques de los rebeldes en abril-noviembre de 1889,
Estadística, Boletín, época 1, vol. 2, 1850, p. 69; José Agustfn de Escudero, Noticias PHS, 6:285-334 passim. General Carrillo a Corral, Tórin, 15 de junio de 1890, PUS
estadísticas de Sonora y Sinaloa, Tip. de Rafael, México, 1849, pp. 39, 86. 7: 53; estado de Sonora, circulares, 14 y 18 de junio de 1890, PHS 7:44-45, 55-58.
16. "Emigración para Sonora. Junta Promovedora de la Emigración Hispano- 24. Luis Torres al Secretario de la Guerra, 3 de octubre de 1895, ADN, 14669;
Americana sobre Sonora", Los Ángeles, 20 de octubre de 1858; Ignacio Pesqueira al 138-41.
Gobernador Federal sobre la colonización del Yaqui, Hermosillo, 12 de octubre de 25. Coronel Manuel Gil, "Diario", en Fortunato Hernández, Las razas indígenas
1859, Estrella de Occidente, 21 de octubre de 1859; Pesqueira sobre la formación de de Sonora y las guerras del yaqui, Casa Edit. J. de Elizalde, México, 1902, pp. 161-63;
la "Compañía Explotadora de los terrenos del Rfo Yaqui", Hermosillo, 30 de agosto Del Paso y Troncoso, Guerras, cit., pp. 233-34, ADN 14658:21.
de 1859, Estrella de Occidente, 9 de septiembre de 1859, todo en INAH Son 4. Pes- 26. Gil, "Diario", en Hernández, Razas indígenas, cit., pp. 162-63; Ángel García
queira sobre el proyecto de reserva yaqui, Hermosillo, 12 de octubre de 1859, Estre- Pefla, informe sobre los yaquis, 26 de mayo de 1900, en Troncoso, Guerras, cit., pp.
lla de Occidente, 21 de octubre de 1859, ¡NAH Son 16. Laureano Calvo Berber, 269-72.
Nociones de la historia de Sonora, Librería de M. Porrúa, México, 1958, p. 208. 27. Gil, "Diario", en Hernández, Razas indígenas, cit., pp. 168-71; informes oficiales
17. José T. Otero, Discurso ante la Primera Sesión del Séptimo Congreso Consti- de la campaña de 1899,ju!io-dicíembrede 1899, en Del Paso y Troncoso, Guerras, cit.,
tucional, La Constitución, 18 de septiembre de 1879, INAH Son 7. Ramón Corral, pp. 240-60; Lorenzo Torres a Luis Torres, informe, 21 de enero de 1900, en Del Paso
"Bibliografía de José María Leyva Cajeme", Obras Completas, vol. 1. Esta biografía, y Troncoso, Guerras, cit., pp. 284-88; diversas crónicas en La Constitución: 15, 24, 26
que se publicó por primera vez en 1886 y cuyo autor era uno de los más destacados de noviembre de 1899, 9 de diciembre de 1899, 2 de febrero de 1900, INAH Son 8.
portlristas de Sonora, es tal vez la más autorizada e informativa sobre Cajeme. Curio- 28. No se ha encontrado ningún cómputo del total de yaquis deportados. Jtíhn
samente, todos los documentos para el periodo que cubre esta biografía faltan en los Kenneth Turner, en México bárbaro, calcula quince mil, sobre la base de las preten-
archivos del estado, que abundan en documentos relativos a otras épocas. ciosas afirmaciones de un funcionario encargado de la deportación. Esto parece exa-
18. General José Montijo, crónica, Estrella de Occidente, 21 de enero de 1876; crónica gerado, ya que la población tota! de yaquis era de entre veinte y treinta mil.
sobre Carlos Conant, Estrella de Occidente, lOde octubre de \873JNAHSon6. Corral, 29. Para un examen detallado de la magnitud y el mecanismo, así como de las
"Cajeme", cit., pp. 155-57. Legislatura del estado al Secretario de la Guerra, 12 de consecuencias políticas y económicas de la deportación, ver Evelyn Hu-DeHart, "De-
octubre de 1881, en Francisco del Paso y Troncoso, Las guerras con las tribus yaqui y velopment and Rural Rebellion: Pacification of the Yaquis in the Late Porfiriato",
mayo del estado de Sonora, Tip. Depto. Estado Mayor, México, 1905, pp. 70-71. Hispanic American Histórica! Review 54, febrero de 1974, pp. 72-93.
19. Informe sobre los ferrocarriles, La Constitución, 17 de febrero de 1881; infor- 30. Edward Spicer, The Yaquis: A Cultural History, University of Arizona Press,
me sobre la minería, La Constitución, 30 de junio de 1881; estado de Sonora, decreto Tucson, 1980.
n. 107, Hermosillo, 7 de julio de 1881, La Constitución, 21 de julio de 1881, INAH 31. Hay más detalles sobre el incidente en Claudio Dcbdoub, Historia de El Valle
Son 1. Varios casos documentados ilustran en qué forma los pimas y los pápagos no del Yoqui, Lib. de Manuel Porrúa, México, 1964, p. 222, y en Edward Spicer, Potam,
pudieron impedir la enajenación de sus tierras comunales. A principios de 1880, los A Yaqui Vtllage in Sonora, American Anthropologist, vol. 56, n. 4, pt. 2, memoir n.
pimas de Onavas se quejaban ante el gobierno del estado de que, contra lo que 77, agoslo de 1954, pp. 34-35.
dictaba la ley, no se les había dado ni siquiera la tierra que les tocaba. Acusaban al 32. Parte de las comunicaciones entre los yaquis y el presidente Cárdenas, y los
prefecto de Ures de vender indiscriminadamente sus tierras a los hacendados y los propios decretos de reforma agraria de Cárdenas, se encuentran reproducidos en
especuladores; ver Municipio de Onavas, solicitud al gobernador, Ures, 20 de marzo Alfonso Fábila, Las tribus yaquis de Sonora. Su cultura y anhelada autodetermina-
de 1880, PUS, 2:140. ción, Departamento de Asuntos Indígenas, México, 1940, pp. 295-313.
20. Varias crónicas de La Constitución; 19 de febrero de 1886, 26 de marzo de 33. Charles J. Erasmus, "Cultural Change in Northwest México", en Julián I I .
5886, 2 de abril de 1886, 21 de mayo de 1886, 25 de junio de 1886, 2, 6 y 9 de julio Steward, comp., Coníemporary Change in Traditional Societies, voL III. Mexícnn nml
de 1886, 21 y 23 de mayo de 1886; 18 de junio de 1886, todo en INAH Son 8. Corral, Peruvian Societies, University of Illinois Press, Urbana, Illinois, 1967, pp. 33-34; (iillxn i
"Cnjcmc", cit., 167-91; General Ángel Martínez al Secretario de la Guerra, crónicas, D. Bartell, "Directed Culture Change Among the Sonoran Yaquis", tesis de dix-lnrmlo,
6, 9, 12 y 13 de mayo de 1886, en Del Paso y Troncoso, Guerras, cit., pp. 124-29; University of Arizona, 1965, pp. 206-207; Cynthia Hewitt de Alcántara, í.n mmlnin
ibid., pp. 148-49; presidente Díaz al general Martínez, México, 18 de noviembre de zación de la agricultura mexicana, 1940-1970, Siglo XXI, México, 1978, pp ,M 1 -I'-
1886, PUS, 6:139-40. 34. Este término fue acuñado por Erasmus, probablemente como i-oMliii|»min iirl

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término frecuente "consumo conspicuo" de las culturas de orientación más material; do ninguna historia social sistemática de las primeras fases del movimiento. Dos esti-
ver Erasmus, "Cultural Change". mulantes avances preliminares en esa dirección son el trabajo de William Taylor in-
35. Thomas R, McGuire, "Politics, Economic Dependence, and Ethnicity in the cluido en este volumen, "Bandolerismo e insurrección: agitación moral en el centro
Yaqui Valley, Sonora", tesis de doctorado, University of Arizona, 1979, p. 54. de Jalisco, 1790-1816", y el ensayo inédito de John Tutino, antes citado. Los términos
36. Hewitt, La modernización, cit., p. 173 ss. Ver pp. 163 ss. para un examen de "rural" y "campesino" no se utilizan intercambiablemente en este ensayo, pero la
los ejidos colectivos en el Valle del Yaqui. Los capítulos 1 a 4 de este excelente distinción entre ellos parecerá más clara conforme avance el análisis, mejor que en
estudio examinan el desarrollo de la agricultura comercial en Sonora, con especial una serie de definiciones formales al principio. El presente ensayo es un paso prelimi-
atención al efecto de la "Revolución verde". nar para un estudio más amplio y detallado de la historia social del movimiento mexi-
37. McGuire, "Politics", pp. 194-99. cano de independencia de 1810 a 1916. Quiero agradecer el apoyo prestado a esta
38. Hewitt, La modernización, cit., pp. 257-58; Erasmus, "Cultural Change", pp. investigación por la Andrew W. Mellon Foundation y el Instituto de Estudios Lati-
75-77; McGuire, "Politics", cit., pp. 202-10. noamericanos, de la Universidad de Texas, en Austin, por una beca de investigación
39. Hewitt, La modernización, cit., p. 248 ss; Erasmus, "Cultural Change", cit., pp. de verano, y del Dora Bonham Fund del Departamento de Historia de la misma
30-31; McGuire, "Politics", cit., pp. 213-14; Bartell, "Directed Change", p. 217. universidad.
40. La invasión de tierras de noviembre de 1976 está narrada en los siguientes 2. Sobre la época colonial, ver el precursor estudio de William B. Taylor, Embria-
artículos periodísticos norteamericanos: New York Times, 20 de noviembre de 1976,4 guez, homicidio y rebelión en las poblaciones coloniales mexicanas, México, 1987, y
de diciembre de 1976, 12 de diciembre de 1976; Los Angeles Times, 20 de noviembre sobre el siglo XIX ver Jean Meyer, Problemas campesinos y revueltas agrarias (1821-
de 1976, 22 de noviembre de 1976, 1° de diciembre de 1976, 5 de diciembre de 1976, 1910), México, 1973, y Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México, 1819-
25 de diciembre de 1976. Estos artículos se encuentran en Information Ser\'ices on 1906, México, 1980.
Latín America, vol. 15, n. 5 y 6, 1976. El gobierno de Echeverría afirmaba que unas 3. Hamiil, The Hidalgo revolt, cit., pp. 149-50.
setenta familias tenían concentrada de hecho la tierra del Valle del Yaqui. Éste tipo 4. Archivo General de la Nación (México), Operaciones de Guerra (de aquí en
de práctica —registrar la cantidad máxima que permite la ley en nombre de los adelante AGN-OG), vol. 171, p. 88, Calleja a Venegas, 17 de enero de 1811. Este es
miembros de una familia amplia y a veces incluso de personas sin parentesco algu- el informe inicial del mariscal Félix Calleja al virrey Venegas sobre la batalla de Cal-
no— era una forma frecuente de eludir las leyes mexicanas diseñadas para evitar el derón, y aunque Calleja cambió ligeramente las cifras en sus versiones posteriores,
resurgimiento del latifundismo. En algunas de estas familias, las propiedades exceden siguió manteniendo bastante su cálculo de casi 100 mil. Para citas de otras fuentes y
de las mil hectáreas. un examen completo de la controversia en torno a estos cálculos, ver Alma Rosa
Un libro recientemente publicado también se ocupa de esta confrontación en el Barcenas Díaz, Pítente de Calderón: reconstrucción histórico-geográfica de una batalla
contexto de la política seguida por el presidente Echeverría. Véase Steven E. Sander- (1811), tesis para la licenciatura en historia, UNAM, 1980, pp. 58-64. Hamill, The
son, Agrarian Populism and the Mexican State: The Stniggle for Lana in Sonora, Uni- Hidalgo revolí, cit., pp. 197-98, cita la cifra de 80 mil hombres en relación con las
versity of California Press, Berkeley, 1981, pp. 186-202. fuerzas rebeldes en Calderón.
5. Sobre la región de Guadalajara, ver Eric Van Young, Hacienda and Market in
Eighíeenth-Centitry México: The Rural Economy of the Guadalajara Región, 1675-
Capítulo 6 1820, Berkeley, 1981, y "Rural Life in Eighteenth-Century México: The Guadalajara
Región, 1675-1820" (tesis de doctorado, U. C. Berkeley, 1978); y sobre el Bajío,
1. Lucas Alamán, Historia de Méjico, México, 1968, vol. 1, pp. 244-46. Entre los entre oíros, Wolf, "El Bajío", cit.; David A. Brading, Haciendas and Ranchos in the
autores modernos, ver, por ejemplo, Hugh Hamill, The Hidalgo Revolt: ftelude to Mexican Bajío: León, 1700-1860, Cambridge, 1978, y Tutino, "Agrarian Insurgency",
Mexican Independence, Gainesville, 1966, especialmente, pp. 89ss; Eric R. Wolf, "El cit. Podría argumentarse que la región de Guadalajara quedó inmersa en la rebelión
Bajío en el siglo XVIII. Un análisis de integración cultural", en David Barkin, conip., de Hidalgo a través de un proceso de contagio insurrecciona! desde el Bajío, combi-
Los beneficiarios del desarrollo regional, México, 1972, pp. 63-95; Brian R. Hamnctt, nado con la reacción loca! ante las brutales tácticas realistas de contrainsurgencia.
"The Economic and Social Dimensión of the Revolution of Independence in México, Pero la rebelión de partes de la región de Guadalajara fue tan amplia y Sostenida que
1800-1824", ¡bero-Amerikanisches Archiv., nueva serie, vol. 6, n. 1, 1980, pp. 1-27; parece razonable suponer que allí también imperaban consideraciones "estructura-
Torcuato S. Di Telia, "I.as clases peligrosas en la independencia de México", en Tulio les" a más largo plazo que predispusieron a la revuelta a importantes grupos de la
Halperin-Dongni, comp., El ocaso del orden colonial en la América Latina, Buenos población regional.
Aires, 1975; John M. Tutino, "Agrarian Insurgcncy: Social Origins of the Hidalgo 6. Alamán, Historia de Méjico, t. 1, pp. 278-81.
Movement", manuscrito inédito, 1980. De hecho, como reconocerá cualquier estu- 7. Ver, por ejemplo, John K. Chance, Race and Class in Colonial Oaxaca, Stan-
dioso del problema, iodo juicio sobre la composición social de las fuerzas insurgentes ford, 1978 (ed. en español: Razas y clases en la Oaxaca colonial, Instituto Nacional
debe mantener un carácter muy tentativo, dado que hasta la fecha no se ha publica- Indigenista, México, 1982).

310 311
8. Sobre este punto, ver Hamü!, The Hidalgo revolí, cit., p. 183 y passim. Intendencia de Guadalajara a principios del siglo XIX", en Instituto Nacional de An-
9. La formulación de esta cuestión depende desde luego de que se establezca la tropología e Historia, Lecturas históricas sobre Jalisco antes de la Independencia,
distinción válida entre indios y campesinos (cosa que los latinoamericanistas a veces se Guadalajara, 1976, p. 202; Luis Páez Brotchie, Guadalajara, Jalisco, México: su creci-
olvidan de hacer) y de que se utilice la categoría de "campesino" en un sentido económico miento, división y nomenclatura durante la época colonial, 1542-1821, Guadalajara,
y tal vez social, sin ninguna carga étnica o racial, como teóricamente "pura". 1951, p. 185. La cifra relativa a 1820 es en realidad un cálculo basado en distintas
10. Sobre el proceso de prolelarización en la región de Guadalajara a finales del fuentes divergentes; para un examen de dichas fuentes y de la tendencia demográfica
siglo xvín, ver Van Young, Hacienda and Market, cit., passim, pero especialmente de la ciudad y su región durante la época colonial, ver Van Young, Hacienda and
pp. 343-57, y sobre los conflictos por tierras y la identidad de los pueblos indios, Eric Market, cit., pp. 28-39. Para una historia general de la ciudad, ver también Héléne
Van Young, "Conflict and Solidarity in Indian Village Life: The Guadalajara Región Riviére d'Arc, Guadalajara y su región: influencias y dificultades de una metrópoli
in the Late Colonial Period", Hispanic American Historical Review, 64, febrero de mexicana, México, 1973.
1984, pp. 55-79. Para una interpretación de los cambios en la región del Bajío que 18. Alexander von Humboldt, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España,
toma en cuenta elementos similares, ver Tutino, "Agradan Insurgency", cit. ed. por Juan A. Ortega y Medina, México, 1966, p. 38; AHMG, caja 15, 1973.
11. Colección de acuerdos, órdenes y decretos sobre tierras, casas y solares de los 19. Sherburne F. Cook, "Las migraciones en la historia de la población mexicana:
indígenas. Bienes de sus comunidades y fundos legales de los pueblos del estado de Datos modelo del occidente del centro de México", en Bernardo García Martínez,
Jalisco (Guadalajara, 1849-1882), vol. 2, p. 5; y ver también Van Young, Hacienda comp., Historia y sociedad en el mundo de habla española; homenaje a José Miranda,
andMarket, cit., p. 292. México, 1970, pp. 365-67.
12. AGN-OG, vol. 17, exp. 1, 1812, y para un incidente similar en la zona de 20. Serrera Contreras, "Estado económico", p. 203; Robert A. Potash, El Banco
Atotonilco el Grande, ver Archivo General de la Nación (México), Infidencias (de de Avío de México, México, 1959, p. 18; Humboldt, Ensayo político, cit., p. 451.
aquf en adelante, AGN, Infidencias), vol. 2, exp. 7, 1811. El alzamiento del pueblo 21. Sobre los patrones de consumo de carne y las prácticas comerciales, así como
indio de Teocaltiche en los Altos de Jalisco y su adhesión en masa a la causa rebelde, sobre el monopolio municipal de la carne (abasto de comes) y sus problemas, ver
parecen haber estado relacionados también con problemas de falta de tierras; ver Van Young, Hacienda and Market, cit., pp. 44-58.
AGN, Infidencias, vol. 13, exp. 6, 1816. 22. AHMG, diversas cajas. Sobre el comercio del grano en la Guadalajara de fines
13. Es posible que conforme progrese la historia social de la rebelión esta cuestión de la Colonia, que incluía tanto el maíz como el trigo, ver Van Young, Hacienda and
se aclare y aparezcan más datos sobre ia cuestión de la tierra. Market, cit,, pp. 59-103.
14. AGN, Infidencias, vol. 5, exp. 4, 1810. Sobre la naturaleza e importancia de la 23. AHMG, diversas cajas, libros de la alhóndiga.
identidad de los pueblos indios en México, ver Taylor, Embriaguez, cit., y Van Young, 24. Sobre el fracaso de la cosecha y la hambruna de 1785-1786 en la región de
"Conflict and Solidarity", cit. Guadalajara, ver Van Young, Hacienda and Market, cit., pp. 94-103; sobre la Nueva
15. George M. Foster, "Peasant Society and the Image of Limited Good", en Jack España en su conjunto, ver Enrique Florescano, Precios del maíz y crisis agrícolas en
M. Potter, May N. Díaz y George M. Foster, comps., Peasant and Society: A Reader, México (1708-1810), México, 1969, pp. 159-163 y passim; Charles Gibson, TheAztecs
Boston, 1967, pp. 300-23; y para un punto de vista un tanto diferente sobre muchas UnderSpanish Rule: A History ofthelndians ofihe Valley of México, 1519-1810, Stanford,
de estas cuestiones, ver Eric R. Wolf, "Closed Corporate Peasant Communities 1964, pp. 316-17(ed. en español: Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810), Siglo
in Mesoamerica and Central Java", Soulhwestem Journal of Anthropology, vol. 13, XXI, México, 1967), y David A. Brading y Celia Wu, "Population Growth and Crisis:
1957. León, 1720-1816", Journal of Latín American Studies, 5,1973, pp. 32-36.
16. Las historias convencionales de la ciudad de Guadalajara o del estado de Jalis- 25. Sobre el atraso general de la tecnología agrícola en el México de fines de la
co suelen dedicar un espacio considerable a la época de la Independencia; ver, por Colonia, ver Enrique Florescano, Estructuras y problemas agrarios de México (1500-
ejemplo, Luis Pérez Verdía, Historia particular del estado de Jalisco, Guadalajara, 1821), México, 1971, pp. I28ss, y Humboldt, Ensayo político, cit., p. 256. Sobre las
1951, y José María Muriá, ed., Historia de Jalisco, Guadalajara, 1980. Entre los eslu- mejoras tecnológicas en la agricultura europea, ver B. H. Slicher Van Batn, The
dios más especializados, que contienen mucha información pero no profundizan en la Agrarían History of Wesíem Europe, A. D. 500-1850, Londres, 1963, y Jerome Blum,
composición o los orígenes sociales del movimiento, se encuentran José Ramírez Flo- The End ofihe Oíd Order in Rural Europe, Princeton, 1978.
res, El gobierno insurgente en Guadalajara, 1810-1811, Guadalajara, 1969; Barcenas 26. Archivo de Instrumentos Públicos de Guadalajara, Libros de Gobierno de la
Díaz, Puente de Calderón, cit., y Luis Pérez Verdfa, Apuntes históricos sobre la Gue- Audiencia de la Nueva Galicia (de aquí en adelante AIPG-LG), diversos aflos. Para
rra de Independencia en Jalisco, Guadalajara, 1886. un examen detallado del comercio ganadero a larga distancia fuera de la región de
17. Jean-Pierre Berthe, "Introduction á l'histoire de Guadalajara et de sa región", Guadalajara, ver Van Young, Hacienda and Market, pp. 193-207; y para una visión
en Centre National de la Reserche Scientifique, Viues et régions en Amengüe Latine, diferente de la tendencia secular en la economía regional —que las exportaciones de
París, 1970, p. 71; Archivo Histórico Municipal de Guadalajara (de aquf en adelante ganado estaban aumentando en importancia al final de la época colonial, y no dismi-
AHMG), caja 41, 1813; Ramón María Serrera Contreras, "Estado económico de la nuyendo— ver Ramón María Serrera Contreras, Guadalajara ganadera: Estudio re-

312 313
gional novohispano, 1760-1805, Sevilla, 1977. 35. Van Young, Hacienda and Market, cit., pp. 224-35. La situación en las grandes
27. David A. Brading describe en buena medida el mismo desarrollo para el Bajfo fincas del Bajfo presentaba cierto contraste, ya que allí la aparcería y el arrendamien-
en el siglo xvm, en "Hacienda Profits and Tenant Farming in the Mexican Bajfo", to eran más importantes en la estructura de la renta de las haciendas, y la producción
manuscrito inédito, 1972; "La estructura de la producción agrícola en el Bajfo de propia lo era menos; ver Brading, Haciendas and Ranchos in the Mexican Bajío, cit.,
1700 a 1850", Historia Mexicana, 23, 1972, pp. 197-237, y Haciendas and Ranchos in passim.
the Mexican Bajío, cit. 36. Para estudios paralelos a los míos en torno a este punto, sobre otras regiones
28. Isabel González Sánchez, Haciendas y ranchos de Tlaxcala en 1712, México, de México, ver Francpis Chevalier, La formación de los latifundios en México, Méxi-
1969, cuadro en la página opuesta a la p. 80; Archivo de Instrumentos Públicos de co, 1976, passim; Gibson, Los aztecas, The Aztecas, cit., p. 289; William B. Taylor,
Guadalajara, Protocolos de notarios públicos (en adelante, AIPG, prot.), Manuel de Landlord and Peasani in Colonial Oaxaca, Stanford, 1972, pp. 280-81; pero contrás-
Mena (el viejo), 14:78v-82v; Archivo de Instrumentos Públicos de Guadalajara, Ra- tese la concepción de Florescano, Estructuras y problemas agrarios, cit., p. 44, 140-48,
mo de Tierras y Aguas (en adelante AIPG, Tierras), leg. 33, exp. 38. 189-90, que da a entender claramente que la gran expansión de las haciendas se
29. Sobre la carrera de Cañedo y sus propiedades, ver Van Young, Hacienda and prolongó a lo largo del siglo xvm, principalmente por medios extralegales. Para un
Market, cit., pp. 161-64, 212-13, 311-12; ver también Richard B. Lindley, Haciendas examen detallado de! tamaño de las haciendas, su expansión y estabilidad, ver Van
and Economic Development: Guadalajara, México, at ¡ndependence, Austin, 1983 Young, Hacienda and Market, cit., 294-314.
(ed. en español: Las haciendas y el desarrollo económico. Guadalajara, México, en 37. AIPG, Tierras, leg. 71, exp. 30, 1761; ieg. 33, exp. 3, 1765; leg. 51, exp. 2,
la época de la Independencia, Fondo de Cultura Económica, México, 1987); Jorge 1644-1805; leg. 25, exps. 13,14 y 19, 1805-1816.
Palomino y Cañedo, La casa y mayorazgo de Cañedo de Nueva Galicia, México, 38. AIPG, Tierras, Ieg. 40, exp. 22, 1799.
1947; Manuel Romero de Terreros, Antiguas haciendas de México, México, 1956, 39. E. g., Jocotepec vs. San Cristóbal Zapotitlán —AIPG, Tierras, leg. 78. exps.
y Ricardo Lancaster-Jones, Haciendas de Jalisco y aledaños, 1506-1821, Guadalaja- 3-12, 1767.
ra, 1974. 40. P. ej., el pueblo de San Nicolás, cerca de Jalostotitlán en los Altos de Jalisco
30. Aparte del capital privadamente acumulado a partir de la riqueza minera, —AIPG, Tierras, leg. 27, exp. 12, 1802.
manufacturera, comercial o incluso también agrícola, era posible invertir gracias a 41. AIPG, Tierras, leg. 62, exps., 24 y 25; leg. 27, exp. 7.
grandes préstamos de la Iglesia. El punto de vista convencional sobre este punto es 42. AHMG, diversas cajas, y ver también Van Young, Hacienda and Market, cit.,
• pp. 236-69.
que el dinero prestado por agencias eclesiásticas no se destinaba a fines productivos,
sino sólo a mantener el estado de vida y el consumo manifiesto de los terratenientes; 43. Para un examen más completo de estos puntos, ver Van Young, ibid., pp. 84-88.
ver, por ejemplo, Florescano, Estructuras y problemas agrarios, cit., pp. 162-78. Pero 44. Ibid., pp. 250-51.
los datos sobre la región de Guadalajara indican que, por el contrario, los préstamos 45. BPE-BD, leg. 94, exp. 7.
de la Iglesia a la agricultura sí servían para aumentar la producción a fines de la 46. Biblioteca Pública del Estado (Guadalajara), Archivo Fiscal de la Audiencia
Colonia; ver Van Young, Hacienda and Market, cit., pp. 182-91, y, también sobre la de Nueva Galicia, diversos libros de alcabalas.
región de Guadalajara, ver Linda Greenow, Credií and Socíoeconomic Change in 47. Sobre esta tendencia y sus implicaciones, ver Van Young, "Conflict and Solí-
Colonial México: Loans and Mortagages in Guadalajara, 1720-1820, Boulder, 1983. darity", cit.
Sobre toda la cuestión de los préstamos eclesiásticos en México, ver Michael P. Cos- 48. Por ejemplo, ver los deslindes catastrales de la importante población agrícola
teloe, Church Wealth in México: A Study ofthe "Juzgado de Capellanías" in theArch- de Cocula, al oeste de Guadalajara, que indican que la distribución de la propiedad
bishopric of México, 1800-1856, Cambridge, 1967, y para la América Española, Ar- se volvió cada vez más desigual entre 1650 y 1800; AIPG, Tierras, 14. 51, exp. 1.
nold J. Bauer, "The Church and Spanish American Agrarian Structure, 1765-1865", 49. AIPG, Tierras, leg. 41, exp. 20; Colección de acuerdos sobre tierras,' vol. 2, pp.
TheAmericas, 28 (1971), pp. 78-98. 287-89; Van Young, "Rural life in Eighteenth-Century México", cit., pp. 584-85.
31. Ver Van Young, Hacienda and Market, cit., pp. 207-220. 50. AIPG, prot. Tlajomulco, vol. 2, sin n. de página, 1743.
32. Biblioteca Pública del Estado (Guadalajara), Archivo del Juzgado General de 51. AIPG, Tierras, leg. 14, exp. 7, 1800; leg. 27, exp. 4, 1789; Ieg. 40, exp. 11, 1798.
Bienes de Difuntos (en adelante BPE-BD), leg. 106, exp. 3, 1759; leg. 180, s. n. de 52. AIPG, Tierras, leg. 27, exps. 4 y 5; leg. 78, exps. 3-12; AIPG, prot. Berroa, 22:
exped., 1808. 95v, Jocotepec, década de 1790.
33. Archivo General de la Nación (México), Jesuítas, vol. 1, exp. 12. Una trans- 53. Ver, por ejemplo, Lewis Coser, The Functions of Social Conflict, Glencoe, 1956,
cripción de éste y otros documentos relacionados con Toluquilla me fue generosa- y Max Gluckman, Cnstom and Conflict in África, Oxford, 1966. Específicamente para
mente prestada por el difunto profesor Salvador Reynoso, de Guadalajara. este aspecto de las relaciones agrarias en México, ver Eric R. Wolf, "Aspects of Group
34. AHMG, caja 35, 1780; caja 11, exp. 2, 1786; AIPG, Tierras, leg. 33, exp. 18, Relations in a Complex Society: México", en Teodor Shanin, ed., Peasants and Peasant
1809; Biblioteca Pública del Estado (Guadalajara), Archivo Judicial de la Audiencia Socielies: Selected Readings, Harmondsworth, 1971, pp. 50-68, (en español: Campesinos
de Nueva Galicia (en adelante BPE-AJA), 138:9:1489,1796-1797. y sociedades campesinas, Fondo de Cultura Económica, México, 1979).

314 315
54. Ver Van Young, Hacienda and Market, cit., pp. 318-22; y también Eric Van Capítulo 7
Young, "Un homicidio colonial", Boletín del Archivo Histórico de Jalisco, 3, 1979,
pp.2-4. La investigación para este ensayo fue posible gracias a las generosas becas de la John
55. Esta construcción explícitamente especulativa de materiales históricos encuen- Simón Guggenheim Memoria! Foundation y el Social Science Research Council.
tra apoyo teórico en las ideas de George Foster, aunque la aplicabilidad de tales ideas 1. Archivo General de Indias (Sevilla), Audiencia de Guadalajara (en adelante
no es tan general como Foster pretendía originalmente; ver Foster, "Peasant Society AGÍ Guadalajara), legajo 120, 1753, campaña contra los salteadores de caminos, y
and the Image of Limited God", cit. diversos juicios de mediados del siglo xvm en el Archivo Judicial de la Audiencia de
56. Biblioteca Pública del Estado (Guadalajara), Criminal (en adelante BPE, Cri- la Nueva Galicia, Biblioteca del Estado de Jalisco, Guadalajara, fondos especiales (en
minal), exp. 13, Aullan, 1813; exp. 16, Guadalajara, 1813. Estos documentos estaban adelante AJANG). Se puede encontrar un examen más detallado del bandolerismo
sin catalogar hasta hace poco. en Nueva Galicia a fines de ia época colonial en mi artículo, "Bandit Gangs in Late
57. BPE, Criminal, exp. 82, Zacoalco, 1811; AGN, Infidencias, vol. 17, exps. 6-9, Colonial Times: Rural Jalisco, México, 1794-1821", Bibliotheca Americana I: 2, no-
Chícontepec, 1810; vol. 2, exp. 7, Atotonilco el Grande, 1811. viembre de 1982, pp. 29-58.
58. AGN, Infidencias, vol. 5, exp. 8, 1810. 2. AGÍ, Guadalajara, legajo 306.
59. BPE, Criminal, exp. 65, 1811. 3. Además de los distritos ya enumerados, las actas de un juicio de 1796 hablan
60. BPE, Criminal, exp. 43, Tlaltenango, 1812. de bandas de "mala gente" en las barrancas del Real de San Pedro Analco, AJANG
61. AGN-OG, vol. 15, exp. 10, Río Frío, 1810; BPE, Criminal, exp. 1, Juchipila, Criminal, legajo sin número (la etiqueta dice "1719-1787), legajo 1").
1817; exp. 80, Apatzingán, 1815; exp. 31, Tepatitlán, 1812-1813. Definir la rebelión 4. AGÍ, Guadalajara, legajo 306.
política como delito es, por supuesto, una técnica antiquísima por parte de las autori- 5. AJANG Criminal, legajo sin número (la etiqueta dice "1805-07-09").
dades establecidas, que les permite evitar la cuestión de la impugnación de su legiti- 6. Ocasionalmente, aparecen mujeres como miembros de las gavillas. Agustín Ma-
midad política mientras aplican castigos draconianos a los rebeldes capturados (ban- rroquín tenía dos mujeres en su grupo, y dos de los cuarenta y un sospechosos de
didos) que caen en sus manos. bandolerismo que se encontraban en la cárcel en 1795 eran mujeres. Estas mujeres
62. AGN, Infidencias, vol. 5, exp. 8, Yurirapúndaro, 1810. se describen como amantes de miembros de la banda y no está claro si Ilevabana
63. BPE, Criminal, exps. 7, 8, 41,54, 63, 64,67, 84, 94, 104, 119,1811. armas y tomaban parte en los asaltos.
64. BPE, Criminal, exp. 2, 1812, y diversos expedientes. 7. AJANG Criminal, legajo 74 ("1800-1807").
65. BPE, Crimina!, exp. 26, Guadalajara, 1811. 8. AJANG Criminal, legajo 141 ("1817 legajo 2").
66. En esta escuela de pensamiento entrarían aproximadamente, por ejemplo, el 9. AJANG Criminal, legajo 141 ("1817 legajo 2"). La mayoría de los miembros de
trabajo de Wolf, "El Bajío", cit, y el de Di Telia, "Las ciases peligrosas", cit. las gavillas de Nueva Galicia no caben en la caracterización de Eric Hobsbawm sobre
67. Bajo esta rúbrica quedaría la obra de Hamill, The Hidalgo revolt, cit., y gran las bandas ordinarias de bandidos como miembros de una casta criminal, "delincuen-
parte de la historiografía tradicional sobre esa época. En realidad, por supuesto, rara tes por herencia" o de "un mundo subterráneo", Bandidos, Barcelona, 1976, p. 40.
vez se encuentra en esta bibliografía un representante puro de la interpretación de la Aunque no es probable que muchos de los gavilleros de Nueva Galicia calilfiquen
guerra de clases o de la protesta política, sino que encontramos más bien un énfasis tampoco como "bandidos sociales" según los términos de Hobsbawm, el origen social
mayor en un aspecto o en el otro. de estos bandidos de antes de la Independencia generalmente cabe en el perfil de
68. Ver, por ejemplo, David A. Brading, Mineros y comerciantes en el México "hombres marginales" que Hobsbawm propone para los bandidos sociales: hombres
borbónico (1763-1810), México, 1985; Doris Ladd, La nobleza mexicana al sobre\'e- jóvenes y sin vínculos, con antecedentes penales, desertores, vaqueros, muleros, con-
nir la independencia, 1780-1826, México, 1984; John Kicza, Empresarios coloniales. trabandistas y agricultores sin tierras, Bandidos, pp. 31ss.
Familias y negocios en la dudad de México durante los Barbones, México; y Lindley, 10. AJANG Criminal, Legajo 74 ("1806-1807").
Kinship and Credit, cit. 11. La campaña contra los asaltos de gavillas incluía en 1795 nuevos esfuerzos por
69. La única excepción ampliamente conocida a esta norma parece haber sido el controlar el juego y el alcohol, AGÍ Guadalajara, legajo 306.
uso de la morena Virgen de Guadalupe como símbolo popular y emblema de los 12. AGÍ Guadalajara, iejago 306.
insurgentes, a menudo encarando a la blanca Virgen de los Remedios en los campos 13. AJANG Criminal, legajo 91 ("1808"); legajo 217 ("1809"); caja 2, legajo 3,
de batalla revolucionarios. La Virgen de Guadalupe era ciertamente objeto de vene- exp. 5 (los documentos de clasificación "Criminal", identificados por el número de
ración popular (y especialmente campesina) antes del estallido de la rebelión en caja, están guardados en cajas de la sala principal de los fondos especiales; los que
1810, pero su elección como instrumento del movimiento parece haber sido obra de llevan número de legajo están atados en paquetes y se encuentran actualmente alma-
Hidalgo. El grado en que representaba la visión del mundo, los agravios y las aspira- cenados en una sala separada con el grupo de "Miscelánea").
ciones populares está todavía por demostrar. 14. AGÍ Guadalajara, legajo 306.
15. Ibid.

316 317
16. AJANO Crimina], legajo 91 ("1808 legajo 48"), arrestado el 28 de agosto de 44. AJANG Criminal, legajo 39 ("1811 legajo 1"), juicio del 23 de marzo de 1811.
1808. 45. Ramírez Flores, pp. 24-25, describe este decreto de "las calidades de los in-
17. AJANO Criminal, legajo 6 ("1808 legajo 2"). dios", y en p. 38 enumera los comerciantes asesinados.
18. AJANO Crimina], caja 2 (Casillas); legajo 76 ("1807 legajo 1") (Pérez Cedi- 46. Pérez Verdfa, pp. 22-24; Hernández y Dávalos, n, 203. Indios de Cuquío al
I!o); legajo 6 ("1808 legajo 2") (Anastasio y Huerta). mando del coronel Miguel Gómez Portugal y el teniente de cura de Tacotlán se
19. AJANO Criminal, legajo 76 ("1807 legajo 1"). unieron, según los informes, a Torres en Guadalajara, en noviembre de 1810, y mar-
20. AJANO Criminal, legajo 76 ("1807 legajo 1"). charon al sur a través de Zapopan, Ramírez Flores, op, cit., p. 52. Más tarde, un
21. AJANO Criminal, legajo sin número (Etiqueta "1803"). contingente de arqueros indios de Colotlán también se unieron a las fuerzas de To-
22. AJANO Criminal, caja 3, leg. 1, exp. 6, diciembre de 1814. rres antes de la batalla de Calderón, en enero de 1811; Pérez Verdfa, Historia parti-
23. AGÍ Guadalajara, 563, febrero de 1815, informe del obispo sobre la frontera cular del estado de Jalisco, 2a. ed., Guadalajara, 1951, II, 82.
de Michoacán; Archivo de la Catedral del Arzobispado de Guadalajara (en adelante 47. Hernández y Dávalos, op. cit., H, 203.
CAO), caja sin número de manuscritos sobre la parroquia de Tlajomulco (Sierra de 48. AJANG Criminal, caja 5.
Pinos, abril de 1815). 49. AJANG Criminal, caja 1.
24. AJANO Criminal, caja 3. 50. Pérez Verdfa, op. cit., p. 103. Ramírez Flores, p. 26, cita a indios de Cocula,
25. AJANO Criminal, cajas 3 y 13. Tizapanito, San Pedro Tesistán y Atoyac que respondieron al llamado de Torres a las
26. AJANO Criminal, caja 3. armas.
27. AJANO Criminal, legajo 105 ("1818"). 51. AJANG Criminal, caja 5.
28. AJANO Criminal, caja 13. 52. AJANG Criminal, legajo 173 ("1811 legajo 2").
29. AJANO Criminal, cajas 2 y 14. 53. Moisés González Navarro, Repartimiento de indios en Nueva Galicia, México,
30. Basado en información anterior a abril de 1812 sobre ocho rebeldes en la 1953. Otra crónica contemporánea dice que Torres utilizó este tipo de reclutamiento
jurisdicción de Tepatitlán en AJANO Criminal, caja 13; AJANO Criminal, caja 2 de los pueblos del centro de Jalisco durante su estancia en Guadalajara; AJANG
sobre una banda de doce a veinte hombres bajo el mando de Villarreal; AJANO Criminal, caja 12, legajo 124 registra los casos de Pedro José Mandujano (un indio
Criminal, legajo 141 ("1817"), tres criollos en la jurisdicción de Tepatitlán, abril de peón soltero de San Martín de la Cal) y cinco tejedores indios de Tlajomulco que
1817; legajo 105, dos indios del distrito de Jalostotitlán, mayo de 1818; legajo 67 afirmaban que habían sido reclutados de esa manera.
("1818"), dos criollos, pueslo Tepame, julio de 1811; caja 5, ocho criollos y mulatos, 54. Hay ejemplos en AJANG Criminal, legajo 39 ("1811 legajo 1").
distrito de Tepatitlán, febrero de 1812. 55. AJANG Criminal, caja 9.
31. AJANO Criminal, caja 13. 56. Richard B. Lindley, "Kinship and Credit in the Structure of Guadalajara's
32. Por ejemplo, indios de la jurisdicción de Zapopan en 1811, AJANO Criminal, Oligarchy, 1800-1830", tesis de doclorado, Universidad de Texas, 1876, demuestra los
caja 5. Esta acta registra otras bandas similares que operaban en la zona. estrechos vínculos y los intereses comunes de la élite peninsular y criolla de la ciudad.
33. AJANO Criminal, caja 3. 57. AJANG Civil, caja 255, doc. 10-3427 (en adelante, las citas de este documento
34. AJANO Criminal, caja 5, legajo 2, exp. 5. aparecen de la siguiente forma: 255-10-3427).
35. AJANO, caja 5. 58. AJANG Criminal, legajo 39 ("1811 legajo 1"). La documentación sobre la
36. Por ejemplo, el asalto del 23 de mayo de 1812 en el camino cerca de Ameca expedición punitiva de los realistas a Zacoalco y al sur en febrero y marzo de 1811 se
por tres hombres armados, AJANO Criminal, legajo 34 ("1820, legajo 7"). encuentra en Hernández y Dávalos, op. cit., m, 223-338.
37. AJANO Criminal, caja 14, 1815-1817, jurisdicción de Cuquíb. 59. Hernández y Dávalos, ni, 224.
38. Luis Pérez Verdía, Apuntes para la historia de la Independencia en Jalisco, 60. AJANG Criminal, legajo 173 ("1811 legajo 2"), legajo 39 ("1811 legajo 1"),
Guadalajara, 1953, p. 18; José Ramírez Flores, El gobierno insurgente en Guadalaja- Hernández y Dávalos, op. cit., III, 227-28.
ra, 1810-1811, Guadalajara, 1980, p. 13. 61. Su ataque estaba planeado para el Viernes Santo, AJANG Criminal, caja 9,
39. Ramírez Flores, p. 17. legajo 2, exp. 21.
40. Pérez Verdía, p. 20; J. E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos 62. AGÍ México 1482. Hernández y Dávalos, op. cit., III, 226 habla de Arteaga
para la historia de la Independencia de México de 1808 a 1821, México, 1878, II, como un "europeo".
202-03. 63. AJANG Criminal, caja 9.
41. Hernández y Dávalos, u, 202. 64. Pérez Verdfa, p. 103; AJANG Criminal, caja 1.
42. Pérez Verdfa, p. 20, y AJANO Criminal, caja 9. Ramírez Flores, pp. 28-29 65. Pérez Verdfa, p. 103 dice que los indios sólo tenían seis fusiles y no sabfan
describe el campo de batalla. manejar armas de fuego.
43. Pérez Verdía, cit., p. 21. 66. Pérez Verdfa, op. cit., pp. 103-04.

318 319
67. Pérez Verdía, op. cit., p. 106; AJANG Criminal, caja 1. obispado de Autlan, Colima, 1962, pp. 186-87). En la mayoría de los casos, era dema-
68. Pérez Verdfa, p. 104. siado tarde para reclamar tierras usadas desde tiempo atrás pero nunca confirmadas
69. Fray Antonio Tello, Crónica de Xaüsco, Guadalajara, 1945, IV, 79. por escrito, dado que las escrituras de los pueblos del siglo XVIH eran por el terreno
70. Pérez Verdfa menciona a Macfas sólo al principio de la ocupación de la isla y urbano de una legua cuadrada y poco más. Durante esa misma época, otros pueblos
no dice lo que pasó con él (Apuntes, pp. 105-17). Pérez Verdfa se pregunta por la se quejaron de que sus escrituras habían sido robadas o confiscadas por las autorida-
desaparición de Rosas de los registros de esta época a partir de 1812. Según uno de des reales.
los oficiales de Rosas que fue capturado en febrero de 1814, Rosas murió en la isla 85. AJANG Civil, 169-17-1877.
al principio de la ocupación (AJANG Criminal, caja 1). La afirmación de Pérez Ver- 86. AJANG Criminal, legajo 104 ("1790-99, leg. 12").
dfa de que el Padre Castellanos era el jefe, ingeniero y oficial de artillería en 1812 no 87. AJANG Civil, 127-1-1360.
parece coincidir con los testimonios contemporáneos, según ios cuales Leonardo, 88. AJANG Civil, 155^-1736.
Vargas y Morillo eran los comandantes de la isla en los primeros meses de 1814. 89. AJANG Civil, 59-9-753.
71. Biblioteca del Estado de Jalisco (BEJ), fondos especiales, Colección Miscelá- 90. AJANG Criminal, legajo 104 ("1790-99, leg. 12").
nea, vol. 506, n. 21. 91. CAG, documentos de la cofradía, caja 1, queja contra d. Juan de Echagarai.
72. Pérez Verdía, pp. 109-11; Hernández y Dávalos, op. cit., m, 864-65. 92. AJANG Civil, 59-11-755 y 82-7-918; Criminal, legajo 121 ("1780-89, leg. 14").
73. AJANG Criminal, caja 1. 93. AJANG Civil, 117-4-1249.
74. Pérez Verdfa, op. cit., p. 12. 94. Hernández y Dávalos, cit., t. II, 202.
75. Pérez Verdfa, op. til., p. 113. 95. El poderoso vínculo entre la Virgen de la Inmaculada Concepción como pa-
76. Pérez Verdfa, op. cit., pp. 115-17; AJANG Criminal, caja 2. trona de las comunidades, la Virgen de Guadalupe y la guerra entre indios y españo-
77. Pérez Verdfa, op. cit., pp. 123, 127. les todavfa es recordado en los pueblos de la región del lago de Chápala hoy día. Se
78. AJANG Criminal, caja 1; algunas bandas operaban en la ribera norte del lago ha documentado recientemente en el diálogo de la danza de la conquista de la pobla-
también, especialmente los indios que atacaron Chápala en 1813, AJANG Criminal, ción de Mezcala, representación de la conquista de México por los españoles en
caja 2. 1519-1521, publicado por Francisco Talavera S., "Cuaderno de la danza de la con-
79. AJANG Criminal, caja 1. Rodríguez fue arrestado en febrero de 1814, tras quista", Revista Jalisco, n. 12, julio-septiembre de 1980, pp. 46-62. La gente de Mez-
reclutar jóvenes de Chápala y Santa Cruz. Él y tres ayudantes fueron sumariamente cala, cuya patrona es la Virgen de la Inmaculada Concepción, lleva a cabo esta danza
juzgados y ejecutados. de la Conquista el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe. El diálogo entre
80. Pérez Verdfa, op. cit., p. 129, cita a Castellanos sobre San Pedro, Santa Cruz, los soldados españoles y los jefes indios —particularmente entre Cortés y el rey in-
Santa María, San Sebastián y San Miguel. También menciona Mezcala; y Jamay está dio— está lleno de alusiones militantes a la Virgen María. Cortés y sus soldados
documentado en AJANG Civil, legajo 109. Un número menor de hombres procedían invocan repetidamente la protección de la Virgen y amenazan de guerra a los indios
de Chápala y Tlachichilco. para imponer el culto de la "sagrada Virgen María". En un momento la llaman "ma-
81. AJANG Criminal, caja 1, cura de Chápala sobre los cinco indios; caja 3, ejem- dre del consumado poder". Más adelante, se convierte específicamente en la Virgen
plos de capitanes bandoleros que venían a buscar el indulto en julio de 1816. de Guadalupe y el rey indio invoca su protección contra los soldados españoles. Fi-
82. Eric Van Young, "Rural Life in Eighteenth-Century México: The Guadalajara nalmente, esta versión de la danza de la conquista la recuerda como símbolo de
Región, 1675-1820", tesis de doctorado, Universidad de California, Berkeley, 1978. México y su protectora en la guerra de Independencia, una guerra que en la memo-
83. Joel S. Migdal, Peasants, Politics, and Revohition: Pressitres Toward Political ria colectiva de Mezcala está implícitamente relacionada con la Conquista como otra
and Social Change in the Third World, Princeton, 1974, cap. 1, relaciona esos cam- guerra de indios contra españoles:
bios con la insurrección y la revolución campesinas. En cuanto a Jocotepec en 1800 y
Zacoalco en 1794, hay datos de que unos pocos dirigentes indios habían logrado ¡Oh bandera mexicana!
adquirir fincas relativamente grandes a expensas de otros miembros de su comuni- ¡Oh pendón tricolor!
dad, algunos de los cuales se habían quedado sin tierras, AJANG Civil 216-24-2746 y ¡Oh Virgen de Guadalupe!
BEJ fondos especiales, Archivo Fiscal de la Real Audiencia de Nueva Galicia Tus hijos saben quererte.
(AFRANG), vol. 570.
Mucho prefiero la muerte
84. AJANG Civil legajo 174 (la etiqueta reza "1806-1807"), Civil 1271-1-1360, Que mirarte avasallada
AFRANG, vol. 570 contiene ejemplos relativos a Zacoalco; AJANG Civil 178-14- Por las huestes extranjeras
2003 para Cajilitlán en 1792. Los títulos de propiedad de muchos pueblos indios del Que pretenden conquistarnos.
centro de Jalisco y la vecina provincia de Avalos datan de este periodo de la presión
de las haciendas después de 1770 (por ejemplo, Crescenciano Brambila, El nuevo
96. CAG, documentos de la cofradía, caja 1, 1721 "autos pertenecientes a la co-

320 321
fradía del Santo Cristo de la Expiración del pueblo de Jocotepec". que los indios todavía estaban escasos de tierras y no podían alimentarlo. Un número
97. AJANO Civil, 231-1-3008. cada vez mayor de ellos se veían forzados a subsistir trabajando en las haciendas
98. La oposición de la Iglesia declinaba también en otros sentidos. Ver Nelson vecinas y cultivando sus pequeños huertos. Debido a la epidemia de 1786, 183 indios
Reed, La Aterra de castas en Yucatán, Ed. Era, 1971, p. 197; mi Embriaguez, homici- murieron y sólo se añadieron 147 por nacimientos e inmigración entre 1785 y 1790.
dio y rebelión en las poblaciones coloniales mexicanas, México, 1984; y Nancy M. La población de Salatitán en 1790 seguía siendo de 463. CAG, caja de los registros
Farriss, Crown and Clergy in Colonial México, 1750-1821, The Crisis of Ecclesiastícal de la parroquia de Tlajomulco.
Privilege, Londres, 1968. 121. AJANG Criminal, legajo 80 ("1815-1833"), legajo 42 ("1813-1812 leg. 3").
99. Esta tensión entre pueblo y párroco y la especial importancia de los hospitales 122. AJANG Criminal, legajo 63 ("1818 leg. 4").
y cofradías indios está ricamente documentada en el archivo de la catedral de Guada- 123. AJANG Criminal, legajo 89 ("1818 leg. 2").
lajara. Ramón Serrera C., Guadalajara ganadera, Sevilla, 1978, pp. 339-75, contiene 124. Ibid.
la valiosa información sobre las propiedades de las cofradías de Nueva Galicia toma- 125. AJANG Criminal, legajo 54 ("1821 leg. 2").
da del Archivo General de Indias. 126. Migdal, Peasants, cit., cap 1 y pp. 254-60; Enrique Semo, Historia mexicana:
100. CAG, Relación escrita por Fr. Francisco Barrena, OFM, en 1689. Economía y lucha de clases, México, 1978, pp. 189-99.
101. CAG, documentos de la cofradía, caja 2, 1769, "sobre las tierras de Moyu-
tlán Cañada del Platanar"
102. Van Young, Rural Life, cit., p. 575; AJANO Civil, 197-24-2404; CAG docu- Capítulo 8
mentos de la cofradía, caja 2, 1758; "sobre el rancho de Nuestra Señora de Guadalu-
pe, 1767 bienes de cofradías de la parroquia", 1776, "sobre que las cofradías de 1. Definimos al peasant en este estudio como alguien que tiene el poder para
Tlaxomulco se unan en la del Sanüssimo Sacramento", 1810, "liquidación de reales determinar el producid de una parcela relativamente pequeña de tierra cultivada ya
pertenecientes a los arriendos del sitio de Cacaluta". sea individualmente o en común a través del consenso del pueblo. El término campe-
103. CAG, 1775-1776, "bienes de cofradías de la parroquia". sino es más general y se aplica tanto a los trabajadores agrícolas como a los peasants.
104. CAG, 1821, "inventario de la parroquia de Tlajomulco". Los peasants medios son una élite de los pueblos y tienen propiedades; disfrutan de
105. AJANO Civil, 197-24-2404. un estatus más alto que quienes cultivan la tierra. Las élites regionales y provinciales
106. Van Young, Rural Life, cit., p. 644. son aquellas cuyo poder económico y alto nivel social les hace aspirar a gobernar en
107. AJANG Civil, 223-20-2908 y 267-17-3656. la periferia, en los estados geográficamente aislados de la ciudad de México, y por
108. AJANG Civil, 267-17-3656. tanto están acostumbrados a gozar en la práctica de un poder semi-autónomo.
109. AJANG Criminal, caja 12. 2. Para una descripción del levantamiento ver José María Tornel, secretario de
110. Ibid. Guerra y Marina, Memoria del Ministerio, México, 11 de enero de 1844, pp. 54-60;
111. AJANG Civil, legajo 92 ("1806-1828"). ver también Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México (1819-1906), Siglo
112. AJANG Civil, legajo 110 ("1800-1809"). XXI Editores, México, 1980, pp. 85-120,157-64, 233-39 y 245-46; Jean Meyer, Proble-
113. Especialmente el inventario de registros incorporado al archivo de Tonalá mas campesinos y revueltas agrarias (1821-1910), México, 1973, p. 10, y Documentos
para 1788-1796 en AJANG Civil, 200-13-2464. y apuntes históricos del Estado de Guerrero, México, junio de 1946, vol. 7, p. 295.
114. AJANO Civil, 171-14-1901. 3. Archivo General de la Nación (en adelante citado como AGN), Ramo Tierras,
115. AGÍ, Guadalajara, 250. volúmenes 1212-1213. Especialmente el vol. 1212, fojas 1-667. Sobre la venta de la finca
116. Ibid. ver vol. 1213, f. 43. Sobre la formación de la finca ver Tierras, vol. 154, expediente 5, f.
117. CAG, 1765, informe de Fr. Cecilio Antonio Caio, OFM. Van Young, Rural 170; vol. 462, exp. 1, f. 320; vol. 910, exp. 2, fs. 5-53; vol. 2735-1A, exp. 17, fs. 12-14;
Life, cit., pp. 545-46, documenta solamente que cuatro del pueblo les vendían a los vol. 2763, exp. 26, f. 27, y vol. 3668, exp. 5, y AGN, Mercedes, vol. 5, f. 156.
muleros en 1739. El comercio parece haberse ampliado considerablemente a partir de 4. AGN, Tierras, vol. 1213, fs. 1-64.
1760. 5. Ibid.
118. CAG, papeles de la parroquia sin clasificar, 1776, disputa de tierras entre 6. Ibid.
Tonalá y Salatitán; Van Young, Rural Life, cit., p. 577. 7. Archivo Histórico de la Secretaría de Reforma Agraria (en adelante, AHSRA),
119. Ibid. San Marcos, Municipio de San Marcos, ejidal, 23:126 (723.6), 4 paquetes; San Juan
120. AJANG Civil, 83-1-1920. Ni siquiera la dotación de 1775 ofrecía al parecer a Colotlipa, Muni. Quechultenango, ejidal, 25:1206 (723.6), 8 paquetes, y Nazintla,
Salatitán un margen de seguridad en cuanto a alimentos y producción para vender. Muni. Quechultenango, comunal, 276.1/35 (723.6), 7 paquetes, y Tecoanapa, Muni.
El párroco de Salatitán dijo en julio de 1790 que no había recibido cuotas clericales Tecoanapa, ejidal, 23:13772 (723.6), 3 paquetes.
de sus parroquianos desde la epidemia y el fracaso de la cosecha de 1785-86. Decía 8. Ibid. y Lamatzkula, Muni, Chilapa, ejidal, 23:10228 (723.6), 6 paquetes.

322 323
9. Ibid., Noticias históricas sobre los pueblos de Ajuchitlán. Cayuca. Cutzmaia, Social History of the Mexican Peasant Wars, 1810-1910.
Coahuayuíla, Petatlán, Tecpan, Atoyac, Ed. Vargas Rea, México, 1947, pp. 1-34, y 22. Para el examen de las leyes agrarias estatales ver Meyer, Problemas campesi-
Miguel Domínguez, La erección del estado de Guerrero: antecedentes históricos, Mé- nos, cit., pp. 116-19. En Jalisco, datan de 1825, 1828, 1830, 1831, 1832, 1833-1841,
xico, 1949, pp. 20-47. etcétera; entrevista Mendoza, 2 de agosto de 1980; Domínguez, Erección del estado,
10. Domínguez, Erección del estado, cit., pp. 20-47; Noticias históricas sobre los cit., pp. 20-23, 27-28; Guevara Ramírez, Noticias históricas sobre los pueblos, cit., pp.
pueblos, cit., pp. 1-34, y Luis Guevara Ramírez, Síntesis histórica del estado de Gue- 12-34; Reina, Rebeliones campesinas, cit., pp. 85-88, y AHSRA, Ayahualulco, muni.
rrero, Colección de Estudios Históricos Guerrerenses, 1959, pp. 70-113. Chilapa, ejidal, 21:702 (723.6), seis paquetes, y Nazintla, muni. Quechultenango, co-
11. Ibid. munal, 276.1/35 (723.6), siete paquetes.
12. Ibid., La voz de Michoacán, 27 de febrera, 5, 6, 24, 28 de abril, 1, 5, 22 y 26 23. Entrevista, Mendoza, 2 de agosto de 1980, y AHSRA.. Ayahualulco, muni.
de mayo, 1842. Chilapa, ejidal, 21:702 (723.6), seis paquetes, y Nazintla, muni. Quechultenango, co-
13. Tornel, Memoria de guerra, pp. 54-55; Reina, Rebeliones campesinas, cit., pp. munal, 276.1/35 (723.6), siete paquetes.
85-120; Domínguez, Erección del estado, cit., pp. 23-30; Guevara Ramírez, Síntesis 24. Ibid.
histórica del estado de Guerrero, cit., pp. 70-113. 25. Tornel, Memoria de guerra, cit., pp. 56-59; Documentos históricos de Guerrero,
14. Tornel, Memoria de guerra, cit., pp. 54-55; Reina, Rebeliones campesinas, cit., cit.,vol.7,p.295,y AHSRA, Petatlán, muni. Atlixtac, comunal, 276.1:720, siete paquetes.
pp. 85-120; Domínguez, Erección del estado, cit., pp. 23-30, y Guevara Ramírez, Sín- 26. Tornel, Memoria de guerra^ cit., pp. 56-59, y Documentos históricos de Guerre-
tesis histórica del estado de Guerrero, cit., p. 71. ro, cit., vol. 7, p. 295.
15. Reina, Rebeliones campesinas, cit., pp. 85-120, 157-64, 233-39 y 245-46; Tor- 27. Tornel, Memoria de guerra, cit., p. 57; El Siglo XK, México, n. 139, 23 de
nel, Memoria de guerra, cit., pp. 55-60, Domínguez, Erección del estado, cit., pp. 43- febrero de 1843; Juzgado de Letras de Tlapa, 24 de abril de 1843, paquete 3, Archi-
47; Guevara Ramírez, Síntesis histórica del estado de Guerrero, cit., pp. 70-113, Noti~ vo Judicial, Puebla; Documentos históricos de Guerrero, cit., vol. 7, p. 295, y AHSRA,
das históricas sobre los pueblos, cit., pp. 7-34. Tlapa, muni. Tlapa, ejidal, 23:10203 (723.6), ocho paquetes; Tlaquilzingo, muni. Tla-
16. Tornel, Memoria de guerra, c¡t., pp. 55-57; Reina, Rebeliones campesinas, cit., pa, ejidal, 23:18593 (723.6), cuatro paquetes; Copantoyac, muni. Copantoyac, comu-
pp. 85-120; entrevista Hart con Ignacio Mendoza, comisario y presidente de varios nal, 276.1:2346, un paquete. Los datos relativos a los pueblos mencionados se en-
trabajos en el pueblo, Ayahualulco, 2 de agosto de 1980. cuentran sobre todo en el paquete de Copantoyac. Los trapiches de la zona de
17. Entrevista, Mendoza; 2 de agosto de 1980, y AHSRA, Ayahualulco, Municipio Tlaxiaco datan de 1715. AHSRA, Tlaxiaco, muni. Tlaxiaco, comunal, 276.1/1149
de Chilapa, ejidal, 21:702 (723.6), seis paquetes; Nazinlla, municipio de Quechultenan- (723.7), 11 paquetes. Para la cita sobre el cambio de lugar de las mojoneras ver San
go, comunal, 276.1/35 (723.6); San Juan, Colotlipa, municipio de Quechultenango, Miguel Chiepetlan, muni. napa, comunal, 276.1/2241 (723.7), dos paquetes.
ejidal, 25:1206 (723.6), seis paquetes; Lamatzintla, municipio de Chilapa, ejidal 23:10228 28. Ibid.
(723.6), seis paquetes; Quechultenango, mismo municipio, ejidal 23:1322 (783.6), seis 29. Ibid.; Reina Cruz Valdés, "Levantamientos populares en Tlapa en los años
paquetes; Tlanicuilufco, muni. Quechultenango, ejidal 23:11880 (723.6), dos paquetes; 1842-1849", trabajo inédito, Seminarios de Investigación, Puebla, 1978; Entrevista
Juxtlahuaca, muni. Quechultenango, 23:9761 (723.6), siete paquetes; Xiloxuxican, muni. Hart con licenciado Eric M. A. Jasso Herrera, consejo agrario, Secretaría de Refor-
Chilapa, ejidal 23:1291 (723.6), cinco paquetes; Atzacualoya y anexos, muni. Chilapa, ma Agraria, Oaxaca, 7-8 de agosto de 1980. La finca más importante del municipio
comunal, 276.1/531 (723.6), cinco paquetes; San Jerónimo Palantla, muñí. Chilapa, de Huamuxtitlán era San Narciso. En el vecino municipio de Cualac, una concesión
comunal, 276.1/531 (723.6), tres paquetes; Acalco, muni. Chilapa, ejidaI23:1292 (723.6), de Mercedes se pudo defender en 1758 y 1767 pero se perdió antes de 1835. AHS-
tres paquetes; San Ángel, muni. Chilapa, ejidai 23:1293 (723.6), seis paquetes; Vista RA, Cualac, muni. Cualac, ejidal y comunal, 25:23198, dos paquetes. Las grandes
Hermosa, muni. Chilapa, ejida! 23:1376 (723.6), cinco paquetes, y Acallan, muni. fincas de la zona de Tlaxiaco son las haciendas de La Concepción y San José. Sobre
Chilapa, comunal 267.1/107 (723.6), ocho paquetes. las condiciones socioeconómicas ver AHSRA, Tlaxiaco, muni. Tlaxiaco, comunal,
18. Entrevista, Mendoza, 2 de agosto de 1980, y AHSRA, Ayahualulco, muni. 276.1/1149 (723.7), once paquetes; San Agustín Tlacotepec (sobre San Bartolo y
Chilapa, ejidal 21:702 (723.6), seis paquetes; Lamatzintla, muni. Chilapa, ejidal otros centros de inquietud), muni. Tlacotepec, comunal 276.1/544 (723.7), catorce
23:10228 (723.6), seis paquetes; Colotlipa, muni. Quechultenango, ejidal 25:1206 paquetes, y Santiago Juxtlahuaca, muni. Juxtlahuaca, comunal, 276.1/10002, catorce
(723.6), ocho paquetes, y Nazintla, muni. Quechultenango, comunal, 276.1/35 (723.6), paquetes. Los caciques de este último pueblo perdieron sus documentos durante la
siete paquetes. revolución de 1811.
19. Ibid. 30. Ibid.
20. Ibid. Mata de la Indígena, significa patria de los indígenas. 31. AHSRA, San Lucas, muni. San Lucas, ejidal, 25:2811 (723.5), cinco paquetes;
21. Entrevista, Mendoza, 2 de agosto de 1980; Tornel, Memoria de guerra, cit., pp. El Carmen, muni. Huetamo de Núñez, ejidal, 23:13202 (723.5), dos paquetes, Hue-
55-56, y Reina, Rebeliones catnpesinas, cit., pp. 85-120. La revolución de inde- tamo de Núñez, muni. Huetamo de Núñez, ejidal, 23:2810 (723.5), dos paquetes;
pendencia en Guerrero será examinada en detalle en el próximo estudio del autor: A Tornel, op. cit., p. 58; Reina, op. cit., pp. 85-120, y Meyer, op. cit., p. 10.

324 325
32. Ibid., AHSRA, Sultepec, muñí. Sultepec, ejidal, 25:13996 (725.27), cuatro pa- 3. Rafael Roa Torres, Historia del Mineral de San Joaquín Ranas, Imprenta del
quetes; Zacualpan, muni. Zacualpan, comunal, 276.1 (2738), un paquete; Santiago Estado de Querétaro, Querétaro, 1979. Francisco Pimentel, Obras completas, t. n,
Texcatitlán, muni. Texcatitlán, ejidal, 25 y 23:2489 (725.2), cinco paquetes; Almoloya Tipográfico Económico, México, 1903, p. 415. Pimentel afirma lo siguiente: los "[...]
de Alquisiras, muni. Almoloya de Alquisiras, ejidal, 24:11032 (725.2), dos paquetes; pames antiguamente adoraban mucho a Moctezuma, a cuyo dominio estuvieron su-
Xochitepec, muni. el mismo, ejidal, 23:3001 (724.10), seis paquetes, y Santa Rosa jetos muchos años, venerándole por deidad". De esto se infiere que posiblemente
Treinta (Los Treinta), muni. Tlaltizapan, ejidal, 23:2988 (724.10), cinco paquetes. La tributaran a los aztecas.
SRA decidió que este pueblo había perdido todas sus tierras antes de 1856. Ver 4. Fernando Díaz Ramírez, Historia del Estado de Querétaro, Ediciones del Esta-
también AGN, Junta Protectora de las Gases Menesterosas, tomo 4, fs. 147-49, 2 de do, tomo I, Querétaro, 1979.
junio de 1866, San Bartolomé Atlacholoya. "... Este pueblo se halla despojado de sus 5. Posiblemente Jalpan es lo que en 1740 se denominó Gobierno de Sierra Gorda.
tierras y aguas en gran parte, desde algunos años a esta fecha, por las haciendas de Guadalupe Ramírez Álvarez, Cien años atrás; sitio de Querétaro y triunfo de la Repú-
Treinta Pesos, Chiconcuac y del Puente [...] citaremos un decreto del año de 1846 blica, Querétaro, 1967.
[...] los de la hacienda de Chiconcuac con un tiroteo matando tres hombres", y f. 151, 6. Fernando Díaz Ramírez, op. cit.
Alpuyeca y Xochitepec: "desde por principios del siglo décimo sexto (...] les ha traído 7. El coronel Juan Antonio del Castillo y Llata, Conde de Sierra Gorda, nació en
muchos males sufriendo sus pueblos [...] muchos despojos [...] sin poderles resistir España en 1764. Llegó a México, en donde comenzó a trabajar con su hermano
por la carencia de los títulos [...]". Francisco como comerciante. Aflos más tarde se estableció en la Sierra Gorda para
33. Tornel, Memoria de guerra, cit., p. 55; Reina, Rebeliones campesinas, cit., pp. explotar los minerales en son de conquista y devastación. Un historiador queretano y
85-120 y 233-34, y AHSRA, Sala Estatal, Chilpancingo, Guerrero, Azoyú, muni. Azo- posiblemente descendiente suyo afirma lo siguiente: "Fue incomprendido por los in-
yú, ejidal, 23:10139 (723.6), 9 paquetes. dígenas, quienes lo maltrataron y apedrearon". Murió en 1817. Manuel M. de la
34. Reina, Rebeliones campesinas, cit., pp. 233-34, y Meyer, Problemas campesi- Llata, Personajes de la historia queretana, Manuscrito s/f.
nos, cit., pp. 10-11. 8. Moisés González Navarro, Anatomía del poder político en México (1848-1853),
35. AHSRA, Sala Estatal, Oaxaca, Ixtaltepec, muni. el mismo, comunal, 276.1/776, El Colegio de México, México, 1977, p. 39.
cinco paquetes; Almoloya, muni. El Barrio de la Soledad, comunal, 276.1/1959, dos 9. Arturo Domínguez Paulfn, Querétaro en la conquista de las Californias, México,
paquetes; Santo Domingo Chihuitán, muni. el mismo, comunal, 276.1/298, cinco pa- 1966, pp. 75-76.
quetes; Ixtepec, muni. el mismo, comunal, 276.1/298 (723.7), dos paquetes; Santiago 10. Expediente instruido sobre el establecimiento de un presidio en Arteaga, para el
Ixtaltepec, muni. Ixtaltepec, comunal, 276.1/215,1 paquete; Santo Domingo Tomálte- laborío de minas de azogue proyectado por el gobierno del Estado de Guanajuato,
pec, comunal y ejidal, 276.1/216, ocho paquetes, y San Pedro Pochutla, muni. Pulla de Tipografía de Criarte, Guanajuato, 1848.
Guerrero, comunal, 276.1/2328, nueve paquetes. 11. Ibid., p. 35.
36. Entrevista, Jasso Herrera, 7-8 de agosto de 1980. 12. Ibid. y García Cubas, vol. 3-4, p. 172.
37. Para el examen de Álvarez y su relación con las comunidades campesinas ver 13. A reserva de que se haga un estudio específico de los trabajadores de la mina,
Meyer, Problemas campesinos, pp. 59-61 y 120-124; Miguel Mejfa Fernández, Políti- hasta la fecha no se han encontrado quejas, demandas o protestas de este tipo de
ca agraria en México y el siglo XK, México, 1979, pp. 130-34, y Reina, Rebeliones trabajadores.
campesinas, cit., pp. 90-92. 14. Archivo Histórico de Guanajuato de la Universidad de Guanajuato (de aquí
en adelante AHG-UG), Padrón de todos los hombres vecinos del mineral de Santa
Ana, con los ranchos pertenecientes a su jurisdicción, 1847.
Capítulo 9 Ocupación y número de personas de cada uno:
zapatero 2 curtidor 36 herrero 2
1. La descripción geográfica de la región está tomada de García Cubas, Dicciona- operario 61 calero 40 arriero 9
rio geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, Antigua im- comerciante 7 jornalero 7 carbonero 119
prenta de Murguía, México, 1889. artesano 2 albañil 2 maderero 10
2. Adolfo Langenscheidt y Carlos Tan Lay, "La minería prehispánica en la Sierra leflador 60
Gorda", en Problemas del desarrollo histórico de Qiierétaro 1531-1981, Querétaro, La suma del censo arroja un total de 357 habitantes, de los cuales 225 dependen
1981. Los autores dicen: "Manifestamos nuestra idea de que las explotaciones mine- del bosque.
ras en la Sierra Gorda fueron promovidas inicialmente por los olmecas por el siglo iv 15. AHG-UG, Legajo Sierra de Guanajuato, Documento manuscrito de los leña-
a.C. y posteriormente por pueblos de filiación cultural teotihuacana y de Veracruz dores, carboneros y madereros enviado al gobierno del estado de Guanajuato, firma-
Central para recibir después, posiblemente, alguna influencia de pueblos de filiación do en 1824.
tolteca y huasteca". 16. La zona de Cadereyta tenía altos rendimientos de granos para la época. Curio-

326 327
sámente la producción agrícola hacia la década de los ochenta del siglo pasado era 35. AHSDN, Exp. XI/481.3/2855. HN, El Monitor Republicano, México, 5 de ene-
mayor que la que actualmente tiene. Hoy está considerada como zona árida cuyos ro de 1849. HN, El Siglo XK, México, 26 de febrero de 1849.
rendimientos no llegan a niveles de autosubsistencia. Garcfa Cubas, op. cit., y Proble- 36. HN, El Monitor Republicano, México, 5 de enero de 1849. HN, El Siglo XK,
mas del desarrollo histórico de Querétaro, cit. México, 26 de febrero de 1849.
17. Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (de aquí en adelante 37. Boletín de la Secretaría de Gobernación, México, 1952, pp. 438-39.
AHESLP), Sección: Secretaría General de Gobierno, Ramo: Poder Legislativo, De- 38. HN, El Siglo XK, México, 6 de marzo de 1849.
creto del Congreso del Estado, 6 de febrero de 1848. 39. HN, El Siglo XK, México, 19 de marzo de 1849.
18. Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (de aquf en adelan- 40. AHSDN, xi/481.3/2855, Tomado de una serie de partes militares de marzo de
te AHSDN), Exp. XI/481.3/2337, Cartas del Comandante General de Querétaro, 1849.
enero de 1847. 41. HN, "Xichú", El Siglo XK, México, 10 de marzo y 22 de marzo de 1849.
19. Ibid. 42. HN, "Plan político y eminentemente social", El Siglo XK, México, 30 de marzo
20. Ibid. de 1849. Gastón Garcfa Cantú, El socialismo en México, Siglo xix, Ed. Era, México,
21. AHSDN, Exp. Xl/481.3/2830. 1969, pp. 55 y 56. Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México (1819-1906),
22. AHSDN, Exp. XI/481.3/2827. El acta se encuentra publicada en su totalidad Siglo XXI. México, 1980, pp. 300-02.
en: Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México (1819-1906), Siglo XXI, Méxi- 43. AHSDN, xi/481.3/2855.
co, 1980, pp. 292-93. 44. HN, "Alcabala:, El Siglo XK, México, 27 de abril de 1849. El Monitor Republi-
23. Ibid. cano, México, 28 de abril de 1849.
24. "Informe del general José Joaquín Herrera, presidente de México en 1848", 45. AHSDN, XI/481.3/3092, "Bases para la pacificación de la Sierra Gorda elabo-
en Los presidentes de México ante la Nación 1821-1966, Ed. por la Cámara de Dipu- rado por el Supremo Gobierno de la Unión", 11 de abril de 1849.
tados, México, 1966, p. 359. 46. AHSDN, xi/481.3/3092, Documento elaborado en la Secretaría de Guerra y
25. AHSDN, Exp. Xl/481.3/2855. Marina, sin firma y con la misma fecha del 11 de abril de 1849.
26. Hemeroteca Nacional (de aquí en adelante HN), "remitido", El Siglo XDí, 47. En 1848 al estado de Querétaro le correspondían 35 630 caballerías distribui-
México, 12 de mayo de 1849. Los datos biográficos de Eleuterio Ouiroz y su partici- das de la siguiente manera:
pación en el pronunciamiento de los Chaire están tomados de este periódico. A 124 haciendas y a 398 ranchos les tocan 14 042 caballerías
27. AHESLP, Sección: Secretaría General de Gobierno, Ramo: Gobernación, Fundos de poblaciones 205 caballerías
Cartas del mes de noviembre de 1847. Primo Feliciano Velázquez, Historias de San Tieras del común 820 caballerías
Luis Potosí, Sociedad Mexicana de Estadística, 4v., México, 1946. Tierras en caminos, ríos y arroyos 6 850 caballerías
28. Ibid., p. 224. Baldíos nacionales resultan 14 396 caballerías
29. AHESLP, Sección: Secretaría de Gobierno, Ramo: Guerra, Cartas del Inspec- Tomado de Notas estadísticas del departamento de Querétaro, Imprenta de José
tor General de Guardia Nacional de San Luis Potosí, de los meses de enero, febrero, Mariano Lara, México, 1848. Por lo tanto, el porcentaje de tierras de comunidad era
marzo, abril, mayo, junio y julio describiendo todos los movimientos y ataques de los mínimo y lo más seguro es que estuvieran concentradas en el sur del estado, donde
serranos. estaban localizadas las comunidades otomfes.
30. Fernando Díaz Reyes Retana, Vida militar y política del Sr. Gral. de División 48. AHSDN, XI/481.3/3092, Secretaría de la División Bustamante, "Artículos adi-
Don Leonardo Márquez Araujo, Querélaro, 1978, p. 21, HN, "remitido", El Siglo XK, cionales, reservados al convenio de la paz", firmado en Hacienda de la Noria de
México, 12 de mayo de 1849. Charcas por José González de Cosío (hacendado de la sierra en Guanajuato con
31. AHESLP, Sección: Secretaría General de Gobierno, Ramo: Poder Legislativo, quien los peones tuvieron enfrcntamientos y posiblemente pariente de Francisco
Decreto del Congreso del Estado, 6 de febrero de 1848. González de Cosío, gobernador de Querétaro en 1882) y Luis Robles Verástegui
32. Fernando Dfaz Reyes Retana, op. cit. (político de familia de hacendados y que escribió el Plan de Quiroz). Estos artículos
33. AHESLP, Sección: Secretaría General de Gobierno, Ramo: Guerra, Proclama fueron ratificados por Anastasio Bustamante, general a cuyo cargo estuvo toda la
del General Mariano Paredes y Arrillaga y Eleuterio Ouiroz, firmada en Xichú el 15 organización de las diferentes fuerzas para la pacificación de la sierra y a quien se
de octubre de 1848. La proclama también se encuentra publicada en Nereo Rodrí- dieron $15 000.00 "por los gastos que esto ocasionó", 11 de abril de 1849.
guez Barragán, El canónigo Mauricio Zavala, apóstol del agrarismo en el Valle del 49. Moisés González Navarro, op. cit., p. 41.
Maíz, Sociedad Potosina de Estudios Históricos, San Luis Potosí, 1972, pp. 18-19. 50. AHESLP, Sección: Secretaría General de Gobierno, Ramo: Guerra, Cartas
34. Ibid., p. 20. HN, El Monitor Republicano, México, 17 y 22 de enero de 1849. del Inspector General de la Guardia Nacional, firmadas el mes de abril de 1848. HN,
HN, El Siglo XK, México, 17, 18,19, 20 y 22 de febrero de 1849; en este periódico se El Siglo xix, México, "San Luis Potosí11,17 de abril de 1849.
encuentran varias noticias de levantamientos de diferentes poblaciones. 51. AHSDN, xi/481.3/3092, Partes militares sobre deportados, diciembre de 1849.

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Moisés González Navarro, op. cit., p. 42. indígena durante la Colonia, el caso de CaUmaya y Tepemaxalco, INAH, mimeo.
52. Ibid., p. 42. 5. "En la revolución de 1840, D. Santiago Imán, su principal caudillo, llamó en su
53. AHSDN, Exp. xi/481.3/4780, Decreto para establecer colonias militares. Los auxilio a los indios: les ofreció exonerarlos de las obvenciones si contribuían a su
presidentes de Meneo ante la nación, 1821-1966, op. cit., p. 382, empresa, y por primera vez se pusieron en sus manos armas de fuego para combatir
54. En la prensa nacional a los sublevados se les denominó labradores injustamen- contra las tropas blancas que defendían al gobierno.
te oprimidos e incluso se propuso la división de las propiedades para solucionar el "[...] La cadena de guerras y motines que desde 1840 se sucedieron sin intermi-
conflicto. Pero también hubo periódicos, como el oficial de San Luis Potosí, que sión en la península, obligaron a los partidos a apelar con frecuencia al elemento
calificaron a los rebeldes de malhechores, bandidos y criminales. El proyecto de la indígena, halagándole con promesas irrealizables y haciéndole comprender cada día
Junta Directiva del Ramo de Colonización está tomado de la obra de Francisco Gon- más su importancia.
zález Cosío, Historia de la tenencia y explotación del campo desde la época precorte- "Cuando las fuerzas mexicanas invadieron la península durante la dictadura de
siana hasta las leyes del 6 de enero de 1915, Talleres Gráficos de la Nación, México, Santa Arma, el gobernador Barbachano expidió varios decretos, llamando a los indios
1957, pp. 151-59. a las armas [...].
55. Moisés González Navarro, op. cit., pp. 42-43. "[...] nuevas convulsiones intestinas volvieron a agitar a la península en el año de
56. HN, El Universal, México, "San Luis Potosí", 5 de octubre de 1850. 1846, dando ocasión a que los indios empuñaran de nuevo las armas, en defensa de
57. Informe de Gobierno de Arellano Lorenzo, Guanajuato, 1851, pp. 21-25. principios que no comprendían [...]." E. Ancona, op. cit., pp. 11, 12 y 13.
58. Ibid. 6. González Navarro, op. cit., p. 71.
59. AHSDN, Exp. XI/481.3/3092, Partes militares. 7. Ancona, op. cit., p. 19.
8. La carta iba en los siguientes términos:
"Muy señor mi amigo, hágame usté favor de decirme gatos pueblos hay avisados
Capítulo 10 para el caso, para que usté me diga gando —ítem quiero que usté me diga si es mejoro
mi intento, es atracar a Tihosuco para que tengamos toda provisión, ha si aguardo la
1. Severo Martínez Peláez, Racismo y análisis histórico en la definición del indio respuesta para mi gobierno, me dice usté o me señala usté el día en que usté ha de
guatemalteco, Ed. del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Uni- venir acá conmigo, por que acá me están siguiendo el bulto, por eso se lo digo a usté,
versidad de San Carlos, de Guatemala, s/f, p. 93. me arusté el favor deavisar me dos o tres días antes, no dejusté de contestarme no soy
2. Ver Robert Patcn, Lafonnación de estancias y haciendas en Yucatán durante la yo más que su amigo que lestima." Citada por Ancona, op. cit., p. 21.
Colonia, Boletín de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Yu- 9. "Un gran número de indios de las inmediaciones concurrieron a presenciarla, y
catán, año 4, n. 19. D. Eulogio Rosado se vio en la necesidad de poner sobre las armas a toda la frente
3. Eligió Ancona, Historia de Yucatán, Imprenta de M. Heredia Arguelles, Méri- de la guarnición, por el temor de que aquella multitud, excitada con el espectáculo
da, 1880, t. iv, La guerra social, p. 10. González Navarro tiende a confirmar esta del suplicio, intentase cometer algún desorden o trastorno. El cadáver del ajusticiado
hipótesis: "La amplia legislación sobre el trabajo agrícola muestra que la estructura fue conducido a Chichimilá, donde puesto a la expectación pública por término de
social de la Colonia se mantuvo intacta, pese a la independencia de España y a la veinticuatro horas, pudo ser contemplado por todos los vecinos de la población, que
igualdad formal del liberalismo". Moisés González Navarro, Raza y Tierra, El Colegio estaban vivamente excitados desde el momento en que tuvieron noticias de la senten-
de México, 1970, p. 61. cia de muerte. Esta excitación alarmó de tal manera a las pocas familias blancas de
4. Recientes estudios sobre el papel de la comunidad indígena han mostrado có- Chichimilá, que todos, incluso el juez de paz D. Antonio Rajón, se pusieron en mar-
mo la cofradía se constituyó en una forma de defensa de las comunidades frente al cha para Valladolid, al abrigo de la escolta que había conducido los despojos del
afán mostrado por comerciantes y terratenientes para apropiarse de sus tierras. Con- cacique. Eran los primeros preludios de la formidable lucha en que iba a verse en-
tradictoriamente, una forma de propiedad que servía al enriquecimiento del clero, vuelta la península." Ibid., p. 23.
servía a la vez a los miembros de la comunidad para conservar en comunidad la 10. Ibid., p. 26.
tierra, a costa de hacer la tierra propiedad de la cofradía y de aportar parte de la 11. Cf. Ancona, op. cit., t. iv, p. 31; Serapio Baqueiro, Ensayo histórico sobre las
producción a la celebración de fiestas religiosas. Además, tal institución funcionaba revoluciones de Yucatán desde el año de 1840 hasta 1904, Imprenta Manuel Heredia,
como un mecanismo de redistribución entre los miembros de la comunidad. En el Mérida, 1878, 1879, pp. 255-56; González Navarro, op. cit., pp. 79 y 80.
caso de Yucatán esto no fue posible debido a la enajenación de las tierras de la 12. Bartolomé del Granado y Abeza, citado por José Luis Domínguez, Las luchas
cofradía. Más aún, la enajenación de terrenos baldíos originó multitud de despojos de campesinas en Yaxcaba, tesis de licenciatura en Antropología, Universidad de Yuca-
tierras indígenas y la apropiación, ejercida muchas veces por parte de los terratenien- tán, p. 76.
tes, del agua, la cual utilizaron para controlar la mano de obra y obligarla a trabajar 13. González Navarro, op. cit., p. 76.
en sus tierras. Puede verse al respecto Margarita Loera, La economía campesina 14. Cf. Ibid., p. 86.

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15. Ibid., p. 87. más que ilustra sobre la participación de los peones en dicha revuelta es que la mayo-
16. Cf. Ibid., p. 90. ría de los 168 rebeldes hechos prisioneros después de la derrota del movimiento eran
17. Ibid., pp. 91 y 92. "pobres indígenas jornaleros de fincas de campo". Ibid., p. 161.
18. Ibid., p. 100. 31. Cf. ibid, pp. 27 y 99.
19. "En febrero de 1849 había salido ya un artículo en El Fénix, el periódico de 32. Alfonso López, El verdadero Yucatán, ed. del autor, s/f, p. 233.
Campeche, en el que se proponía que dejaran a los rebeldes pudrirse allá en las 33. Cf. Miguel A. Bartolomé y Alicia Barabas, La resistencia maya, INAH, México,
soledades, que nunca podrían civilizarse y que los ladinos dedicaran sus esfuerzos a 1977.
occidente. La idea se extendió y ganó adeptos porque el presupuesto militar seguía 34. Véase al respecto, Francisco Paoli, Enrique Montalvo, El socialismo olvidado
paralizando al Estado. El coronel Rosado, después de lo que había visto en las entra- de Yucatán, Siglo XXI, México, 1977.
das .primaverales de 1852, participó que la guerra había terminado y que todos los 35. Ramón Espadas, Fundación del Partido Socialista Obrero, Mérida, Yuc., 1972,
esfuerzos debían aplicarse a la restauración y la reconstrucción. La mayor parte de p. 15.
los mayas que primero habían tomado las armas estaban ahora domeñados, incluso 36. Cf. Historia de ¡a Comisión Nacional Agraria, México, CIAS-SAC, 1975.
muchos millares de tribeños huits orientales y sus familias los habían establecido en
nuevos poblados de 60 o 70 chozas, cada uno con su encargado ladino y con su
iglesia." Nelson Reed, op. cit., p. 149.
20. Ibid, pp. 157 y 158.
21. "Los pueblos por donde pasaba el avance de Bravo (Tabi, Nohpop, Sabache y
el mismo Chan Santa Cruz) —agrega Reed— eran evacuados y los refugiados huían
al norte o al sur, para volver a huir cuando llegaban las patrullas, y muchos se enca-
minaban al seguro de la Corona inglesa. Felipe May, que al parecer era el general de
la plaza, fue una víctima postrera del partido de la guerra y cayó asesinado en abril
por sus subordinados militares. Los generales supervivientes Pal y Ek sólo dirigían
pequeñas bandas y no tenían autoridad central; estaban desmoralizados y desespe-
ranzados. Contra los fusiles de un solo tiro que se cargaban por la boca podían em-
plearse el machete, si uno estaba dispuesto a aceptar muchas bajas, pero contra los
rifles de repetición, era suicidarse. No podían pelear pero no querían rendirse, y se
ocultaron en los lugares más inaccesibles, en los pantanos, sin dejar huellas que lleva-
ran al lugar donde se asentaban; mataban a los gallos para que no los descubriese su
canto. Acorralados y desesperados, pero todavía peligrosos, oraban a Dios y a su
Cruz refugiada." Ibid., p. 237.
22. Citado en Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México, Siglo XXI, 1980,
p. 378.
23. Reproducidos en Ancona, op. cit., t. ¡v, p. xi del apéndice.
24. Ibid, p. xii.
25. Leticia Reina, op. cit., p. 371. *
26. Carta de Florentino Chan y Venancio Pee a la Comisión Eclesiástica de Valla-
dolid, en Ancona, op. cit, t. iv, pp. xxi y xxu del apéndice.
27. John Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, Siglo XXI, México, 1969, p. XI.
28. Para un estudio detallado del proceso de transformación de la economía de
Yucatán en ese periodo puede verse mi artículo "La hacienda henequenera, la transi-
ción al capitalismo y la penetración imperialista en Yucatán, 1850-1914", en Revista
Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, n. 91, UNAM, 1978.
29. Cf. Enrique Montalvo, Imperialismo y henequén, estudio de las clases sociales
en Yucatán entre 1900y 1919, Universidad Iberoamericana, 1976.
30. Reproducción en Carlos Menéndez, La primera chispa de ¡a Revolución Mexi-
cana, Imprenta de La Revista de Yucatán, Mérida, Yuc, 1919, p. 145. Un hecho

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