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La relación entre la ciencia biomédica y bioética

En el problema bioético lo que se discute es acerca del motivo y el ámbito preciso de una
fundamentación epistemológica de la bioética.

La biología y la medicina son ciencias experimentales, siguen un método preciso, el


experimental. Este itinerario metodológico tiene una validez intrínseca propia que permite la
acumulación orgánica y lineal de los conocimientos.

El método experimental tiene un límite intrínseco propio, debe apoyarse forzosamente en


hechos y datos de orden cuantitativo, susceptibles de ser observados, computarizados,
comparados, etc., por eso, el método experimental es reduccionista.

La exigencia de la reflexión bioética se plantea en el momento de la aplicación; se supone, que


la investigación experimental es en sí neutra, mientras que las aplicaciones requerirían un
análisis bioético previo sobre las consecuencias y los riesgos. Reconocer el papel de la bioética
y su justificación solo en el momento de la aplicación sería una limitación insuficiente.

Otros admiten una ética intrínseca a la investigación científica. Una ética semejante se
concretaría a ser escrupulosos en la metodología, a la exactitud de la comunicación de los
resultados, a la trasparencia de los procedimientos para que el mundo científico. Esta representa
una exigencia deontológica válida para todo tipo de ciencia y también para bioética que se
refiere a la investigación biomédica.

Este tipo de eticidad o no eticidad del proyecto presenta implicaciones para quienes colaboran
a nivel subterráneo: estas personas tienen derecho a conocer la finalidad del proyecto y
también, el derecho-deber de plantear una objeción de conciencia.

No basta con que haya una ética de los fines, sino que se requiere una eticidad de los medios y
de los métodos.

La justificación bioética no se refiere solo al momento de aplicación de la investigación sino


también al momento mismo de la investigación y al método de la investigación, de manera que
la Bioética se sitúa frente a la investigación biomédica como una visión integradora.

Diversos modelos bioéticos y cuestiones de meta-ética.

Modelos de bioética.
En el panorama de la bioética hay una pluralidad de criterios difícilmente conciliables entre sí.
Por eso, se ha vuelto primordial aclarar cuáles serían los valores y los principios en los que se
debe basar el juicio ético y afirmar una distinción justificativa de lo licito y de lo ilícito.

Meta-ética es el tipo de justificación fundamental, justificación racional de los valores, de los


principios y de las normas en el ámbito bioético. Es sobre la meta-ética sobre la que se construye
la meta-bioética. La cual debe razonar la opción axiológico-prescriptiva ofrecida a los agentes
sanitarios, a los científicos, pero también al hombre simplemente, en relación con los actos con
los que se interviene en la vida física.

Cognitivismo y no cognitivismo: la ley de Hume

Esta ley afirma que existe una gran división entre el ámbito de los hechos naturales y el de los
valores morales: los hechos se pueden conocer y describir con el verbo en indicativo y demostrar
científicamente; mientras los valores y las normas morales son simplemente supuestos y dan
lugar a juicios prescriptivos que no se pueden demostrar.

Los no cognitivos piensan que los valores no pueden ser objeto de conocimiento y de
afirmaciones calificables como verdaderas o falsas.

Por el contrario, los cognitivos buscan una fundamentación racional y objetiva de los valores y
de las normas morales.

Ética descriptiva y modelo socio biológico

Un primer intento de fundamentar la norma ética basándose en los hechos (en oposición de la
ley de Hume) que desemboca en la relativización de los valores y normas, lo representa la
orientación sociológico-historicista, una ética puramente descriptiva. Según esta, la sociedad en
su evolución produce y cambia valores y normas, que son funcionales para su desarrollo.

La ética desempeña la función de mantener el equilibrio evolutivo, el equilibrio de la mutación


de la adaptación y del ecosistema.

El modelo subjetivista o liberal-radical

La moral no se puede fundamentar ni en los hechos ni en los valores objetivos o trascendentes,


sino solo en la opción autónoma del sujeto. Se parte del no-cognitivismo, o sea de la
imposibilidad de conocer los valores.

El único fundamento de la actuación moral es la opción autónoma. El único límite es el de la


libertad ajena.
Se adopta la libertad como supremo y último punto de referencia: es licito lo que se quiere y
acepta como libremente querido y que no lesiona la libertad ajena.

Se trata de una libertad disminuida: es la libertad para algunos, para aquellos que pueden
hacerla valer y expresarla. Se trata de una libertad sin responsabilidad.

Todo acto libre supone en realidad la vida del hombre que lo lleva a cabo; la vida viene antes
que la libertad, porque quien no está vivo no puede ser libre; la libertad tiene un contenido, es
siempre un acto que aspira a algo o afecta a alguien, y este contenido es la libertad responsable.

Cuando la libertad se dirige contra la vida, se destruye a sí misma. Cuando hablamos de


responsabilidad, estamos hablando de la responsabilidad que nace dentro de la libertad y que
es apoyada por la razón, que evalúa los medio y los fines para un proyecto libremente elegido.

El modelo pragmático-utilitarista

El principio básico es el del cálculo de las consecuencias de la acción con base en la relación
costo/beneficio. Esta relación es válida cuando se refiere a un mismo valor y a una misma
persona en sentido homogéneo y subordinado: cuando no se adopta como principio último, sino
como factor de juicio referido a la persona humana y a sus valores.

Pero ese principio no puede ser aplicado de manera ultima y fundamental sopesando bienes no
homogéneos entre sí, como cuando se confrontan los costos en dinero con el valor de una vida
humana.

El viejo utilitarismo reducía el cálculo de los costos/beneficios a la evaluación


grata/desagradable del individuo en particular. El neo utilitarismo se reduce al triple precepto
de maximizar el placer, minimizar el dolor y ampliar la esfera de las libertades personales al
mayor número posible de personas.

Los conocidos principios de beneficencia, de no maleficencia, de autonomía y de justicia


requiere a su vez una fundamentación. Queda por precisar que es bueno o malo para un
paciente, y, además, es necesario que entre los mismos principios se establezca una jerarquía,
sobre todo entre el principio de autonomía y el de beneficencia: se requiere que el primero este
subordinado al segundo, ya que de otra manera no garantiza la autonomía de los sujetos,
especialmente cuando el enfermo no es capaz de ejercer la autodeterminación o cuando la
autonomía del médico y la del paciente se contradicen. Para conciliar el principio de autonomía
con el principio de beneficencia hay que hallar un punto de encuentro real en la búsqueda del
verdadero bien de la persona.
El modelo personalista.

Es el que consideramos más apropiado para resolver las antinomias de los modelos precedentes
y para fundamentar la objetividad de los valores y de las normas.

En el significado ontológico, se quiere subrayar que el fundamento de la misma subjetividad


estriba en una existencia y una esencia constituida en la unidad cuerpo-espíritu.

La persona es entendida como ente dotado de razón. El hombre es persona porque es el único
ser en el que la vida se hace capaz de reflexionar sobre sí misma, de auto determinarse. En cada
hombre se recapitula y sobra sentido el mundo entero, pero al mismo tiempo el cosmos es
superado y trascendido, la persona humana es una unidad, un todo y no solo parte de un todo.

La misma sociedad tiene como un punto de referencia a la persona humana; la persona es fin y
origen de la sociedad. Cada hombre en particular, es para la creyente imagen de Dios, hijo de
Dios y hermano de Jesucristo. Pero ante cualquier reflexión racional, la persona humana se
presenta como el punto de referencia, el fin y no el medio, la realidad que trasciende la
economía, el derecho y la historia misma.

Desde el momento de la concepción hasta la muerte, es la persona humana el punto de


referencia y la medida entre lo licito e ilícito.

El personalismo clásico de tipo realista y tomista (sin negar este componente existencia, o la
capacidad de elección) pretende afirmar también un estatuto objetivo y existencial (ontológico)
de la persona. La persona es ante todo un cuerpo espiritualizado, un espíritu encarnado, que
vale por lo que es y no solo por las opciones que lleva a cabo. En toda la elección la persona
empeña lo que ella es, su existencia y su esencia, su cuerpo y su espíritu; en una elección se da
no solo el ejercicio de la elección, la facultad de elegir, sino también un contexto de la elección,
es decir, un fin, unos medios y unos valores.

El valor ético de un acto deberá ser considerado bajo el perfil subjetivo de la intencionalidad,
pero también en su contenido objetivo y en las consecuencias.

En el momento del juicio intimo sobre lo realizado, prevalece la evaluación de la subjetividad;


pero en el momento normativo y deontológico, prevalece el valor objetivo al que hay que
adecuar cada vez más la actitud subjetiva.

El método de investigación en bioética

Se requiere de la exposición del hecho biomédico comprobando científicamente su consistencia


y exactitud. Se debe pasar a la profundización del significado antropológico, a analizar esos
valores que están en juego en relación con la vida, con la integridad y la dignidad de las personas
humanas. A partir de este examen se podrá determinar qué valores hay que defender y como
se deben normar la acción y los agentes en el plano individual y social; principios y normas de
conducta que deberán ser referidos a ese punto central constituido por el valor persona y por
los valores que se encuentren en la persona para ser armónicamente jerarquizados (la vida, la
salud, responsabilidad personal, etc.).

La solución de estos problemas éticos debe buscarse en relación con los conceptos y los valores
fundamentales de la persona humana. Los valores fundamentales de la persona deberán ser
protegidos no solo moralmente, sino también legalmente.

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