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Los textos que integran este corpus abordan la problemática vinculada con la Ley 26.150
de Educación Sexual Integral (ESI), sancionada y promulgada en el año 2006. Dicha Ley
establece en su artículo primero que “(...) todos los educandos tienen derecho a recibir
educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal
y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires y municipal.”. La sanción de la misma y su aplicación efectiva son reivindicaciones
históricas tanto por quienes luchan por la educación pública como por políticas de género
tales como prevención de abusos desde temprana edad o los cuidados necesarios para
evitar el embarazo en la adolescencia.
Sin embargo, transcurridos doce años de su aprobación, la ESI sigue sin aplicarse en la
mayoría de las escuelas de nuestro país. Con el reciente debate tratado en la legislatura
sobre la legalización del aborto, la ley ha tomado protagonismo como objeto de discusión.
Mientras se continúa reclamando por su efectiva aplicación, un sector de la sociedad con
representación en ciertos bloques de la política en el último tiempo ha cuestionado esta
ley. Asociaciones civiles, entidades religiosas y grupos de padres se han manifestado con
consignas como “Con mis hijos no te metas”, “No a la ideología de género en las
escuelas” y “No al adoctrinamiento político en las escuelas”. Así, se han publicado una
serie de artículos que en general cuestionan si la ESI es una imposición política de un
sector determinado o si se trata de una necesidad y responsabilidad del Estado que
trasciende las ideologías.
Para profundizar sobre este tema, sugerimos la lectura o el visionado de los siguientes
textos o videos:
Textos:
Videos
TEXTO 1:
Adrián Berón*
En esta dialéctica entre lo instituido y lo instituyente, los núcleos de poder conservadores anti
ESI están asumiendo la defensa de lo establecido con una lógica de guerra sucia, ya que
asumen posición mintiendo, manipulando y desvirtuando el discurso antagónico. Se oponen a
la ESI acusándola de pornografía, asociando esta perspectiva educativa con prácticas
ideológicas que atentan contra la integridad moral y física de la población estudiantil y con
otros tipos de perversidades fantaseadas que solo tienen por propósito producir rechazo en
sectores de la población que por ahora permanecen más expectantes que actuantes.
Estos grupos conservadores, en su cruzada anti ESI, apelan a la manufactura emocional más
que a la deliberación racional. El biólogo chileno Humberto Maturana, dice que “las
emociones son disposiciones corporales que determinan o especifican dominios de acciones”.
Justamente, una de las estrategias de estos sectores es la producción social de miedo o de
odio para acrecentar y fortalecer las reacciones anti derechos, aunque esas reacciones no
puedan ser fundamentadas racionalmente por los propios agentes reaccionarios o se
sostengan con mitos construidos a esos fines. En relación a la ESI, en la provincia abundan
los relatos sobre “malas praxis” educativas que se suceden en las escuelas, relatos que
cuentan aberraciones pedagógicas que solo pueden ser condenables. Son puestos en
circulación y repetidos por mucha gente asustada ante estos “hechos” que seguramente no
sucedieron, fueron tergiversados o al menos nadie se encarga de confirmar veracidades. Con
estas estrategias discursivas de guerra sucia se va generando en las escuelas un creciente
rechazo hacia los materiales pedagógicos de ESI por parte de mucha gente que no los conoce,
nunca los leyó ni los analizó. El problema, en este estado de cosas, es que conocer algo ya no
es necesario para rechazarlo y/o temerle; solo basta un acto de identificación con un sector
que rechace algo para sumarse al rechazo.
Habría que recordar un conocido proverbio africano; para educar a un niño hace falta una
tribu entera. Los niños y niñas no son objetos de propiedad de sus progenitores, son sujetos
de derechos y para que puedan crecer en esa condición se requiere de una comunidad
organizada y solidaria y de un Estado que los garantice.
Quienes hoy tenemos edad adulta, durante nuestra niñez hemos sido despojados del derecho a
saber sobre nuestra propia sexualidad, la sociedad adulta en la que nos criamos nos “dejó
librados a nuestros propios recursos”, fuimos desamparados en un silencio condenatorio que
cubría de culpa toda inquietud, que sancionaba toda pregunta, que mutilaba todo deseo de
saber sobre aquello que nos iba constituyendo en nuestra mismidad y en nuestra pertenencia
social. Ante el oscurantismo angustiante en el que crecimos, nuestras generaciones
precedentes nos arrojaron a los chistes de Jaimito que se volvían fuente de información y vía
de acceso al conocimiento sobre sexualidad, nos encomendaron a los amigos/as, primos/as
mayores que igual de reprimidos/as que nosotros nos transferían sus mitos desinformantes.
La sociedad no quiso – no quiere- asumir la responsabilidad por un mundo que abusa de sus
niños y niñas, que educa para la violencia machista, que forma para naturalizar la cosificación
de los sujetos, no asume responsabilidad en un mundo que hace de los cuerpos objetos de
consumo, fuerza de trabajo alienada y objetos de explotación.
Si nosotros/as sociedad expectante, nos corremos del lugar de consumidores de discursos con
carga de cercanía, nos desperezamos y tomamos los materiales de ESI con un mínimo de
apertura a la escucha, sabríamos que la Educación sexual que se propone en esos materiales
pedagógicos, tiene un arduo trabajo interdisciplinar para lograr abordajes pertinentes con
cada nivel educativo, que todos los enunciados son epistemológicamente sólidos.
Comprobaríamos que con esos materiales se busca generar situaciones educativas para
efectivizar el derecho a saber, para que el crecimiento de cada uno y de cada una no sea
vivido en la angustia de lo que no se entiende, para que los vínculos escolares y sociales
vayan siendo más amables y afectivos, para que los varones crezcamos en una cultura del
cariño, en contextos donde el expresarnos cariñosos no signifique una amenaza a nuestra
identidad de machos, para aprender a reconocer las diferencias y vivir en ellas, para ir
creando una cultura ética y del respeto inquebrantable a la voluntad del otro y de la otra, de
respeto y cuidado al propio cuerpo y a los otros cuerpos.
Solía decir Freire que la escuela no puede todo, pero puede algo. Nuestra pregunta es ¿Qué
puede hoy la escuela ante estas realidades acuciantes? O ¿Qué queremos que la escuela pueda
y qué estamos dispuestos/as a hacer para que la escuela pueda?
Texto 2
Leandro Cahn*
El tratamiento del proyecto legislativo para mejorar la ESI genera nuevas discusiones
sociales. "Desde el rechazo a la ley de aborto los grupos antiderechos se envalentonaron",
reconoce Leandro Cahn. Por eso comparte esta lista de explicaciones científicas y políticas
para dar debate en ascensores, aulas o asados ante argumentos falaces. Y defender una de las
normas más coherentes y necesarias de nuestra época.
Cuando se inició el debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo parecía haber un
acuerdo unánime acerca de la importancia de brindar mejor educación sexual en las escuelas.
Pero ya entonces alertábamos que muchos (no todos) de quienes se oponían a la legalización
del aborto antes se habían opuesto sistemáticamente al tratamiento y aprobación de otras
leyes que otorgaron derechos. O a campañas que promueven el uso del preservativo o de
otros métodos anticonceptivos. Y que es en ese marco que se dificulta el acceso a la ESI en
muchas escuelas del país.
Después del rechazo del Senado los grupos antiderechos se envalentonaron. Y entonces
empezamos a escuchar de su boca términos que nunca antes habíamos escuchado, como
“ideología de género”, o “#conmishijosnotemetas (así, en formato hashtag). Como
entendemos que no todo aquel que está en contra del derecho al aborto está en contra de la
educación sexual, también tenemos que tener la templanza y la paciencia para explicar por
qué es necesario que el Estado, que la escuela, se metan con tus hijos. Con la misma
templanza y paciencia que debemos hacer explícito que no se enseña a masturbarse con
clases prácticas grupales o que no sólo no se avala la pedofilia sino que se la considera un
delito aberrante.
Tenemos que explicar por qué ni madres ni padres pueden decidir si sus hijas e hijos reciben
o no educación sexual en la escuela. Porque los niños y las niñas son sujetos de derecho y
porque el Estado es el garante. Y que, además, esto está reconocido en convenciones
internacionales ratificadas en la Constitución Nacional y en leyes nacionales como la 26.601
(de derechos de niños, niñas y adolescentes) o la ley de Educación Nacional.
Tenemos que explicar, también, que la educación sexual es inevitable. Que no existe la
posibilidad de no educar sexualmente, que educamos con lo que hacemos, con lo que
decimos y con lo que callamos. Y es a partir de la disparidad de la educación sexual que cada
niño, niña o adolescente recibe en su familia y entorno, que el Estado ofrece los contenidos
mínimos necesarios para garantizar un piso equitativo entre las infancias y adolescencias de
todo el país.
Tenemos que explicar, además, que el 70% de los abusos infantiles se da dentro de la familia.
Y que los abusadores no necesitaron una ley de educación sexual para perpetrar esos abusos.
Entre otros temas, la ESI enseña a niñas, niños y adolescentes que entre sus derechos está que
no acepten que nadie les toque sin su consentimiento, que puedan diferenciar una caricia de
un abuso.
Tenemos que explicarles que, aunque hayan elegido una escuela confesional, la educación en
la Argentina es pública y se rige por una misma ley (Ley 26.206), indistintamente de la forma
de gestión, que puede ser pública o privada, confesional o no. Y que más allá de las diferentes
opiniones respecto de la ESI de las diferentes iglesias, todas deben adecuarse a las leyes
nacionales y a los Lineamientos Curriculares propuestos por el Ministerio de Educación de la
Nación en 2008.
Tenemos que ser capaces de explicar que nadie plantea que las familias no sepamos qué se les
enseña a nuestros hijas e hijos. Porque, para el beneficio del programa, la ley prevé la
necesidad de vincular más estrechamente la escuela y la familia. Las familias deben estar
incluidas, y para ello el Programa Nacional de ESI ya generó materiales específicos.
Otro de los términos nuevos que nos trajo la discusión de la ESI post aborto (¿será este el real
síndrome post-aborto?) es la “ideología de género”. Pues bien, tenemos que explicarles que
no existe la ideología de género. Existe el enfoque de igualdad de género basado en el respeto
y la igualdad entre los géneros, las identidades de género y las orientaciones sexuales. El
término “ideología de género” fue acuñado por quienes se oponen a los derechos de las
mujeres, las personas con orientaciones sexuales distintas de la heterosexual, y aquellas con
identidades de género distintas a su sexo biológico. Es decir, fue inventado por quienes creen
que existe un sistema de roles binario (varón o mujer) y predeterminado según el sexo, y que
establece la superioridad del varón por sobre la mujer. También, que las relaciones entre
hombre y mujer son el único modelo de relación sexual y afectiva válido. Tenemos que
explicarles entonces que la implementación del enfoque con perspectiva de género es
prioridad y obligación del Estado. Y que fue asumida mediante la firma de compromisos
globales hace décadas, y de acuerdo a las leyes vigentes en nuestro país.
***
Tenemos que explicarles el punto central por el que se propone reformar la ley de ESI. En los
12 años que transcurrieron desde su aprobación, han nacido otras leyes cuyo sustento debe
incluirse en los contenidos de educación sexual: Trata, Parto Respetado, Protección Integral
contra la Violencia hacia las mujeres, Matrimonio Igualitario, Identidad de Género.
Además, existe un consenso casi unánime en que su implementación es dispar en las distintas
escuelas de las provincias del país. Tenemos que explicarles que, según los datos del último
operativo de evaluación “Aprender”, de 2017, 8 de cada 10 chicas y chicos del último año del
secundario dijeron que educación sexual y violencia de género son temas que la escuela
debería abordar y no lo hace.
- Declarar la ley de orden público. Hasta ahora cada Provincia debía adherir, y muchas no lo
han hecho luego de 12 años. Ello genera que en dichas provincias se cercene el derecho a
alumnas y alumnos a acceder a la educación sexual.
- Eliminar del texto la posibilidad de que los establecimientos educativos adapten la ESI a “su
ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”. Los contenidos mínimos
curriculares de ESI (desarrollados por el Ministerio de Educación de la nación) serán de
aplicación obligatoria en todas las instituciones educativas de la República Argentina, sean de
gestión estatal o privada. Por ejemplo, las escuelas confesionales podrán, como parte de su
ideario, recomendar la abstinencia como forma de evitar embarazos no planificados o
infecciones de transmisión sexual, pero no cercenar el derecho de sus alumnos a conocerlos y
saber de su eficacia ni de otras alternativas.
- Establecer que los contenidos podrán brindarse en forma transversal –como dice la ley–
pero también en espacios curriculares específicos, es decir, en talleres semanales o materias
de ESI.
Tenemos que explicarles -porque parece que no se dieron cuenta-, que vivimos un cambio de
época. Nos estamos deconstruyendo todo el tiempo. Y bienvenida sea esa deconstrucción. Es
momento de amigarnos con la idea de tener más preguntas que respuestas, de poder repensar
situaciones que teníamos naturalizadas y que no, no son naturales. ¿Nos hacen ruido los
baños mixtos? Esta iniciativa surge como una de las respuestas institucionales para reducir el
bullyinghacia las personas con identidades de género no hegemónicas, incluyendo en la
discusión de la propuesta a docentes, no docentes, estudiantes y familias para que toda la
comunidad educativa sea parte de las transformaciones institucionales en el marco de los
derechos humanos. Tenemos que explicarles, de nuevo, que esto no significa que todos los
baños deban ser mixtos, sino que es conveniente que las entidades educativas comiencen a
dar respuesta a situaciones de transición de género de alumnas y alumnos.
En el debate por la ley de interrupción voluntaria del embarazo se nos presentaba a aquellos
que apoyábamos la ley como “promotores del aborto”. Tuvimos que explicarles, hasta el
cansancio, que nadie promueve el aborto, que es una práctica excepcional en el marco de un
paquete de políticas vinculadas a los derechos sexuales y reproductivos. Que, como dice
desde hace 13 años el lema de la Campaña, queremos educación sexual para decidir,
anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Hay quienes creen que el aborto,
y la ESI, no se debaten, se combaten. Por si no nos habíamos dado cuenta, lo escribieron en la
fachada de Fundación Huésped. Sin embargo, nosotros apostamos a seguir explicando, seguir
haciendo docencia, seguir participando de los debates en el Congreso, y en cada café, asado o
aula.
Tenemos que explicarles porque queremos tender puentes, dar argumentos y acompañar el
avance en la deconstrucción que estamos viviendo como sociedad.
TEXTO 3
Editorial*
Muchos proyectos no respetan el deber y el derecho de los padres de educar a sus hijos según
las propias convicciones y el espíritu de los colegios que eligen
Como reverberaciones del tratamiento de la ley de legalización del aborto, tanto en el ámbito
nacional como en varios distritos han cobrado fuerza proyectos de normas sobre educación
sexual en un esfuerzo por encauzar situaciones evitables desde la experiencia, la información
y el conocimiento. Sin embargo, a caballo de estas buenas iniciativas se montan algunos
contenidos controvertidos y que deberían razonablemente atravesar el sano debate que
imponen cuestiones tan serias y delicadas. Muchos de los proyectos en estudio no respetan el
deber y el derecho de los padres de educar a sus hijos según las propias convicciones y el
espíritu de las instituciones elegidas por ellos.
En junio pasado, sin despacho de comisión y sobre tablas, impulsada por el legislador
Guillermo Kane, del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, diputados bonaerenses
aprobaron la inclusión de la educación sexual integral, obligatoria “científica, laica y con
perspectiva de género” en establecimientos de gestión estatal y privada, con espacio
curricular propio y contenidos transversales en las distintas asignaturas, en todos los niveles y
modalidades. El proyecto ya tomó también estado parlamentario en el Senado bonaerense.
Propone un abordaje “laico, científico y crítico de toda perspectiva religiosa, oscurantista,
opresora, discriminadora y coercitiva”. Por cierto, los adjetivos elegidos son elocuentes y
reflejan el espíritu de la norma. Coincidimos en la necesidad de laicismo en tanto apartado de
creencias religiosas, pero hemos de exigir que no sea contrario a los dictados de la única ley
que no se puede violentar: la ley natural.
El proyecto propone crear un organismo de aplicación de la ley que integrarían, además de
funcionarios de la Dirección General de Cultural y Educación, lo cual sería en principio
apropiado, los “centros de estudiantes, sindicatos docentes, representantes de las
organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres, de la diversidad sexual y de
género”, lo cual resulta irrazonable. Se nos ocurre proponer numerosos candidatos a integrar
dicho organismo mucho más calificados que los previstos en el proyecto, pero lo que más
asombra es la falta de toda mención sobre la comunidad educativa, formada por padres y
maestros, considerados los más idóneos para decidir sobre la educación de los chicos en edad
escolar. Es en ese ámbito donde mancomunadamente ambos deben trabajar en educación
sexual y evitar así una de las principales consecuencias de la falta de información: los
embarazos no deseados. Desde luego, contando con el asesoramiento de médicos, psicólogos,
psicopedagogos, guías espirituales de los cultos que correspondan o profesores de ética que
contribuyan a las mejores decisiones en la materia, sin que por ello deba tildárselas de caer en
actitudes discriminatorias, aun cuando no debieran limitarse a instituciones con claro sesgo
en cuestiones de ideología de género y reproducción.
Que las normas dejen de lado principios discriminatorios no debe obligar a converger en
postulados reñidos con las propias convicciones. El respeto debe garantizar la convivencia.
Los denominados “nuevos colectivos” no pueden imponerse violentando a aquellos
miembros de esa misma sociedad que no los acepta como modelos para sus hijos. Una vez
más, pareciera que ciertos grupos intentan imponer ideologías disfrazadas de progresismo,
amparándose en una pseudodefensa de la de la diversidad y, al hacerlo, precisamente
vulneran la diversidad de pensamientos.
La ley ESI de 2006 puede considerarse razonable, prudente y respetuosa. Se la diseñó como
obligatoria, pero de aplicación gradual y progresiva, con respeto a las modalidades de cada
jurisdicción y con intervención de la comunidad educativa. En particular, dispone que estas
deberán contemplar la “adaptación a las propuestas de su realidad sociocultural, en el
contexto de su ideario institucional, y las convicciones de sus miembros”.
Los proyectos en análisis reflejan estar más preocupados por difundir una toma de posición
sobre la “opresión, explotación y violencia entre las personas” que por brindar conocimientos
y herramientas tan necesarios como útiles a los jóvenes. Alguno incluso manifiesta un
totalitarismo ideológico al proponer “quitar la posibilidad de adaptar los contenidos de
adaptación a la realidad sociocultural, al ideario institucional y a las convicciones de los
miembros de las instituciones educativas”. Además, torna obligatoria la incorporación de los
contenidos curriculares a todas las jurisdicciones lo cual modifica lo dispuesto por la ley ESI.
La educación sexual no debiera ser nunca una excusa para el adoctrinamiento ideológico,
sino un complemento indispensable de la educación general, que contemple muy
especialmente el conocimiento, el respeto y la capacidad de defensa del propio cuerpo y su
intimidad.
No debieran caber distinciones respecto de la enseñanza del principio de que nadie tiene
derechos sobre el propio cuerpo de los educandos, sin eufemismo ni disfraces de ninguna
naturaleza, creando conciencia sobre la amenaza de que alguien pretenda vulnerar esa
dignidad de alguna condenable forma.
Una ley en esa materia no se logra con discursos o contenidos ideológicos. Los jóvenes
deberían recibir todas las herramientas de las que pueden disponer para que libremente y a
conciencia puedan vivir su sexualidad de manera responsable, integrando para ello su
afectividad y los valores que el respeto por el propio cuerpo recomiendan y merece.
“Legislar para una educación sexual integral”. En: La Nación. Buenos Aires, 11 de
septiembre de 2018. Disponible en https://www.lanacion.com.ar/2170764-legislar-educacion-
sexual-integral (última entrada 19/11/2018)
TEXTO 4
Mariano Obarrio*
La ley de ESI (26.150), de 2006, es completamente apta para enseñarles a los niños a cuidar
su salud sexual, a tener relaciones sexuales con responsabilidad, evitar el embarazo no
deseado sin aborto, las enfermedades de transmisión sexual, los abusos y la violencia contra
la mujer. Y para formarlos en el crecimiento armónico, el respeto al cuerpo de los dos y en la
afectividad familiar.
Según esta definición, se les enseñaría a los niños que la sexualidad es la vivencia del género
tal como cada persona la siente y la autopercibe sin importar el sexo de nacimiento y ello
puede conllevar modificaciones corporales con tratamientos médicos, farmacológicos o
quirúrgicos que son en muchos casos irreversibles. También cambios en la vestimenta, modo
de hablar y modales.
La pregunta que surge de inmediato es la siguiente: ¿Por qué los legisladores y los gobiernos
sucesivos ponen tanto énfasis, recursos y energía, y hasta reciben fondos internacionales, en
introducir la ESI con la IDG en la educación? ¿Por qué Macri anunció como una gran hazaña
en su discurso del Congreso el 1ro de marzo y ante el W-20 el 3 de octubre que su gobierno
impulsaba la ideología de género y el aborto como preludio a la cumbre del G-20?
Antes deberían probar suerte destinando recursos y energía a la enseñanza de las materias
útiles para el futuro de los chicos para que puedan valerse de ellos mismos en el futuro. Pero
no… lo importante es la manipulación sexual. ¿A quién se favorece? ¿Por qué llegan tantos
recursos? Habrá que buscar en aquellos organismos internacionales y en aquellas ONGs
mundiales y en las grandes cadenas de intereses farmacéuticos y laboratorios. Que quieren
anestesiar y “deconstruir” al hombre, para que sea cada vez menos humano y más esclavo,
dependiente y consumidor.