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Ha sido mi posición constante que los actos jurídicos que conforman una elección
tienen a su favor, una presunción de validez que sólo puede destruirse cuando las
irregularidades se encuentren plenamente acreditadas, y afecten gravemente los
resultados de la elección. Lo anterior en observancia del histórico principio de
conservación de los actos válidamente celebrados.
Por ello, no puedo compartir el sentido del proyecto, si bien concuerdo con varias
partes, me explico:
1. Coincido con el proyecto de que las pruebas aportadas fueron insuficientes para
acreditar diversas irregularidades ya que:
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d) No existió el llamado “laboratorio electoral”
e) No se advierte en qué forma las actuaciones pasivas de las autoridades
electorales, perjudicaban al actor.
3. Sin embargo, quiero hacer énfasis en dos temas específicamente, y que son,
precisamente, a los que más se enfoca la propuesta:
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sancionada, carece de la suficiente trascendencia para generar la nulidad de la
elección, como se afirma en el proyecto, porque:
Ahora bien, este año, esta Sala ha confirmado los triunfos de diferentes
candidaturas por cuanto hace a Presidente de la República, Senadurías y
Diputaciones en esa misma entidad y respecto de los mismos distritos, a pesar de
los hechos indicados, por considerar que la nulidad de una elección sólo se da
cuando los actos de violencia trascienden al resultado de los comicios de manera
generalizada y grave.
Así, confirmamos por unanimidad1 la elección del distrito 12 electoral federal, porque
la violencia acreditada en 2.01 % del total de las casillas, (un porcentaje mayor al
que ahora resolvemos) con cabecera en Puebla, era insuficiente para calificarla
como generalizada y determinante. Igualmente, validamos elecciones en los
distritos 2 y 11 federales en Puebla por razones análogas.
1 SUP-REC-883/2018
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Pero todavía más trascendente, los hechos de violencia no evitaron que la
ciudadanía saliera a votar.
Máxime que hemos validado las elecciones federales y locales desarrolladas en los
mismos centros de votación que son materia del presente asunto en Puebla, por lo
que es claro que la violencia no afectó ni trascendió a los resultados de esta
elección, en esto coincido plenamente con el proyecto.
2 Yucatán 75.14%; Ciudad de México 70.42%; 3. Tabasco 70.07 %; Chiapas 67.91%; Puebla
67.65%; Morelos 66.34%; Jalisco 58.48%; Veracruz 56.72%, Guanajuato 52.53%.
3 4,500,580 millones de electores.
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II. La violación al principio de certeza por afectación a la cadena de custodia
de los paquetes electorales.
Antes de explicar por qué difiero, quiero manifestar que desde hace poco, a mi juicio,
novedosamente se nos ha propuesto aplicar la institución de cadena de custodia,
que es eminentemente penal e implica un sistema de control y registro que se usa
al indicio, evidencia, objeto, instrumento o producto del hecho delictivo,4 al Derecho
Electoral, especialmente, en el cúmulo de indicios relacionados con el cuidado,
manejo y resguardo de los paquetes electorales. Sin embargo, la aplicación de las
instituciones y principios penales al Derecho Electoral debe hacerse en atención a
los diferentes principios y valores que tutela esta materia particular.
Desde esa óptica, no comparto que los hechos sucedidos en el resguardo de los
paquetes electorales vulneren por sí mismos el principio de certeza, porque no hay
prueba alguna, ni siquiera indiciaria que permita considerar que lo ocurrido durante
la etapa de resguardo de los paquetes electorales los alterara o manipulara con
afectación de la elección.
Desde mi perspectiva, para concluir que la diligencia del nuevo escrutinio y cómputo
estaba viciada por la indebida custodia de los paquetes, y, por ende, su resultado,
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debía demostrarse que efectivamente hay pruebas claras que los paquetes fueron
manipulados, o por lo menos que existieran indicios, por ejemplo, respecto de que:
Por tanto, las pruebas que obran en el expediente apuntan precisamente en sentido
contrario a lo afirmado por el actor.
De hecho, los resultados del cómputo original y los resultados después del recuento
total se asemejan, por lo que lejos de demostrarse una anomalía, entre sí, se
fortalecen. Lo cual quiero enfatizar, genera una paradoja procesal, ya que si los
paquetes hubieran sido manipulados hipotéticamente lo habrían sido, pero en
contra de la coalición perdedora, que es quien en el recuento mejoró sus resultados.
5El resultado del cómputo original fue de 4.03%, y el resultado del nuevo escrutinio y cómputo fue
de 3.56%.
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Ello no sería racional de acuerdo con sus pretensiones finales, y genera un indicio
contrario a la idea de manipulación de los paquetes.
Por lo mismo, no hay pruebas que rompen el principio de conservación de los actos
válidamente celebrados, todo lo cual confirma la presunción a favor de la validez de
la elección.
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No se trata de una frase retórica afirmar que la nulidad es la sanción más grave para
una elección.
A falta de pruebas contundentes, a mi juicio, los jueces debemos preservar los más
de tres millones de votos depositados en Puebla, y los más de cien mil que hacen
la diferencia entre el primer y segundo lugar, pues estos, sólo pueden ser fuerte y
rotundamente derrotados, con evidencia reforzada, y sin la más mínima duda de
que las pruebas efectivamente acreditan que esos resultados fueron alterados o
manipulados.
Esta Sala Superior ha establecido que, para anular una elección, deben
considerarse tres cuestiones: 1) que las irregularidades tengan impacto
determinante en el resultado de la elección, 2) observar la presunción de validez de
los actos válidamente celebrados, y 3) tener un grado de motivación y
fundamentación reforzada.
Por eso, una sola conducta irregular aislada, como la ocurrida en la etapa de
resguardo de los paquetes electorales en la sede del instituto local, que no altera el
resultado, carece de fuerza para invalidar la elección.
Permitir que cualquier suceso ocasione la nulidad de una elección, menos aun
cuando, a mi juicio, resulte evidente que no trascendieron al resultado de la elección
o sólo con meras presunciones, sería, rebajar el valor supremo que posee el
derecho al voto de la ciudadanía.
Quisiera reflexionar con ustedes sobre el fenómeno del voto diferenciado. Es decir,
el hecho que la mayoría de los votos para la elección presidencial y senadurías
fuera para un partido diferente del ganador de la gubernatura.
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El fenómeno del voto diferenciado es cada vez más recurrente en la democracia
actual; no es exclusivo de Puebla en 2018, en este proceso electoral tanto en Jalisco
como en Yucatán así sucedió.
Anular por sólo ese hecho, en el mejor de los casos, sería poco razonable.
Es mi convicción que, anular una elección es una decisión que debe analizarse
con perspectiva integral, para evitar vacíos o argumentos sin fundamento en
nuestras resoluciones, sólo hasta probarse que los actos suscitados son realmente
graves, generalizados y determinantes, y ante la ausencia de otra opción, la nulidad
sólo en ese caso, será la última solución.
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