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Una quemadura es una lesión de los tejidos en la que se produce una

desnaturalización de las proteínas de la piel, edema y/o pérdida de líquido


intravascular. Dependiendo de la gravedad de la quemadura, también
puede afectar al tejido subcutáneo. El agente causante de estas lesiones
puede ser el calor (energía térmica), la radiación, los productos químicos
o la electricidad.

LA BARRERA CUTÁNEA

La piel actúa como barrera frente a agentes externos, protege al organismo


de posibles infecciones y además, tiene funciones de termorregulación y
sensibilidad. Cuando la piel se quema, se destruyen los lípidos y la
queratina del estrato córneo que evitan la evaporación del agua cutánea.
De esta manera, a través de la piel dañada no sólo se pierde agua sino
también calor corporal; además, esta piel está más desprotegida ante una
posible infección. Si la quemadura es superficial, la piel se recupera en
poco tiempo y normalmente no deja cicatriz. En cambio, si la quemadura
es más profunda, afecta a la dermis y, por tanto, la reepitelización llevará
más tiempo y puede que se desarrollen cicatrices deformantes. Si la
quemadura es grave, en la zona afectada se han coagulado los capilares
sanguíneos, de manera que el flujo de sangre no llega, con lo cual esta área
se encuentra sin mecanismos de defensa, por incapacidad de acceso de los
leucocitos, y la restauración de los tejidos dañados se realiza con
dificultad.

La mayoría de las quemaduras se deben a accidentes domésticos o


exposiciones excesivas a la radiación solar. Las quemaduras más graves
se suelen dar en niños y adolescentes.

TIPOS DE QUEMADURAS EN FUNCIÓN DEL AGENTE CAUSAL


Según el agente causal las quemaduras pueden clasificarse en:

Quemaduras térmicas

El organismo necesita cierta cantidad de calor para vivir, pero tanto el


exceso como el defecto de temperatura puede generar lesiones en el
cuerpo.

Calor

Se ha demostrado que a partir de 40º C la piel presenta alteraciones. A


medida que la temperatura se eleva, disminuye la resistencia tisular. Si la
temperatura alcanza 70º C, se produce destrucción del tejido epidérmico
con sólo una ligera exposición de aproximadamente un minuto.

Estas quemaduras se originan por fuentes de calor que elevan la


temperatura de la piel y de los tejidos subcutáneos. Tanto las llamas como
los líquidos o gases a altas temperaturas pueden dañar el organismo.

Frío

Temperaturas extremadamente bajas afectan al organismo de tal manera


que disminuyen la microcirculación, produciendo enrojecimiento,
ampollas, necrosis de la piel y del tejido subcutáneo, e incluso pérdida
irreversible de la zona dañada. En este artículo no se abordarán las lesiones
por frío.
Quemaduras por radiación

La radiación a la que nos exponemos diariamente es la radiación solar y


por ello la quemadura más frecuente es el eritema solar.

La quemadura solar se desarrolla en dos fases: la fase inicial comienza en


el momento de la exposición o hasta media hora después; la segunda fase
comienza entre las 2 y 5 horas después del baño de sol y puede durar hasta
4 días, que es cuando comienza la descamación de la piel.

Las cabinas de bronceado emiten principalmente radiación ultravioleta A


(UVA) y una exposición excesiva a esta radiación también puede provocar
quemaduras.

Quemaduras químicas

Existen muchas sustancias químicas capaces de producir quemadura,


como los álcalis o ácidos fuertes, los fenoles, el gas mostaza o el fósforo.
Dependiendo de la cantidad de producto y del tiempo de exposición, la
quemadura tendrá mayor o menor gravedad.

Quemaduras eléctricas

Estas quemaduras suelen afectar a la piel y a los tejidos subyacentes al


punto de contacto con la corriente eléctrica, ya que es en esta zona donde
se produce la mayor resistencia. Aunque la lesión eléctrica sea
aparentemente leve, debe ser atendida por un especialista, ya que puede
generar lesiones internas graves.

TIPOS DE QUEMADURAS EN FUNCIÓN DE SU GRAVEDAD

Para evaluar la gravedad de una quemadura no sólo se tiene en cuenta el


agente causal, sino también estos factores:

Extensión

Para calcular la extensión aproximada de la zona afectada se ha empleado


tradicionalmente la «regla de los 9 de Wallace», en virtud de la cual el
cuerpo se divide en zonas a las que, según la extensión que ocupan en
relación con la superficie corporal total, se les asigna el valor 9 o un
múltiplo de 9. En la figura 1 quedan reflejados los segmentos corporales y
el valor asignado. Este cálculo no es aplicable en niños.
Fig. 1. Regla de los 9

Se considera que una quemadura tiene repercusiones importantes si afecta


a un 10% de la superficie corporal de un niño o a más del 15% del
organismo de un adulto.

En personas en las que el área quemada supere del 15 al 30% del


organismo puede producirse un shock hipovolémico, debido a la elevada
pérdida de agua.

Profundidad
Las quemaduras se clasifican tradicionalmente en primer, segundo y tercer
grado según la profundidad que alcancen las lesiones.

Quemaduras de primer grado

Afectan a la capa más externa de la piel, la epidermis. La zona dañada


presenta enrojecimiento y sensación de dolor. Cura espontáneamente en
cuatro días con unos mínimos cuidados.

Quemaduras de segundo grado

Se clasifican, a su vez, en superficiales y profundas:

Superficiales. Estas quemaduras no implican lesión en la capa


regenerativa de la dermis, de manera que cicatrizan fácilmente con el
tratamiento adecuado. La zona está enrojecida y se produce una
acumulación de líquidos bajo las capas externas de la piel, que forman el
exudado y las ampollas. El dolor es intenso y continuado. La sensación
dolorosa aumenta con el tacto. La reepitelización tarda de 7 a 14 días, pero
no suele dejar cicatriz.

Profundas. Estas lesiones llegan a la capa regenerativa de la piel, en la


dermis. No afectan ni a los folículos pilosos ni a las glándulas sudoríparas.
Suelen manifestarse como manchas rojas punteadas sobre un fondo
blanquecino. La recuperación es más lenta y puede durar más de un mes.
Suelen dejar cicatrices hipertróficas.
Quemaduras de tercer grado

En estas quemadura se destruye toda la piel en profundidad e incluso


pueden afectar a tejidos subyacentes. Su color tiende a blanquecino y
coriáceo. No hay ampollas. Suelen ser insensibles y no producen dolor, ya
que la quemadura alcanza las terminaciones nerviosas. La reepitelización
se produce a partir de los bordes de la lesión

--de manera irregular, por tanto-- y suelen requerir tratamiento quirúrgico.


En la tabla I se resume la clasificación de las quemaduras por profundidad.

Si el farmacéutico aprecia claramente que el objeto de consulta es una


quemadura de primer grado en adulto sano, que no compromete órganos
críticos y afecta a un porcentaje de superficie corporal no superior al 1%,
podrá aconsejar un tratamiento desde la oficina de farmacia. En el resto de
casos derivará al paciente al servicio médico de urgencias más cercano.

Localización

La gravedad de una quemadura también queda determinada por la


ubicación de la lesión. Las áreas más críticas son: cara, ojos, orejas, cuello,
manos, pies y periné, ya que estas zonas cicatrizan más lentamente y de
manera problemática.

Edad

Es muy importante tener en cuenta la edad del paciente a la hora de


determinar la gravedad de la quemadura. Los niños menores de 6 años y
las personas mayores de 65 años presentan mayor riesgo. En estos grupos
de población, una quemadura con una extensión de 10% puede resultar
muy grave. En cambio se considera gran quemado a aquel que sufre
quemaduras en una extensión que sobrepasa el 15% de la superficie
corporal.

Estado general del paciente

Cuando se trata de determinar la gravedad de la quemadura, es muy


importante conocer aspectos del estado general del paciente. Si es mujer,
hay que saber si está embarazada o es madre lactante. Asimismo, es
importante conocer si el quemado es diabético, sufre alguna enfermedad
del sistema inmunológico (por ejemplo, sida) o si padece alguna patología
renal, cardíaca o pulmonar.

TRATAMIENTO

Como ya se ha señalado, en la oficina de farmacia se puede aconsejar el


tratamiento de las quemaduras leves que no afecten a más de 1% de la
superficie corporal (una extensión similar a la de la palma de la mano
extendida), no alcancen áreas críticas ni se den en pacientes de riesgo.

Los objetivos básicos que hay que tener en cuenta a la hora de tratar una
quemadura son: disminuir el dolor, proteger la zona dañada, prevenir la
deshidratación cutánea, favorecer la regeneración de la piel y evitar
posibles infecciones.

En el tratamiento de la quemadura hay que extremar las medidas


higiénicas y es necesario recordar al paciente la profilaxis antitetánica.

Tratamiento antiséptico tópico

Consiste en la aplicación de antisépticos de amplio espectro como


clorhexidina, povidona iodada y nitrofurazona, para prevenir posibles
infec- ciones:

La clorhexidina al 1% se aplicará dos veces al día. La quemadura tiene que


estar perfectamente limpia y sin materia orgánica, ya que ésta disminuye
la acción del antiséptico.

La povidona iodada es también un buen antiséptico, pero puede


enmascarar un poco el aspecto de la lesión. También pierde actividad en
presencia de materia orgánica. No se aconseja ni en embarazadas ni en
madres lactantes.
Nitrofurazona o nitrofural es un antiséptico y desinfectante. Aplicaciones
continuadas durante más de 5 días pueden producir sensibilidad en la zona
y generar resistencias.

Tratamiento antibacteriano tópico

Se realiza mediante sulfadiazina argéntica, un medicamento que precisa


receta médica para su dispensación. La sulfadiazina argéntica es
bactericida para bacterias grampositivas, gramnegativas y levaduras. No
se aconseja ni en embarazadas ni en niños. Si la quemadura no está muy
contaminada, se aplicará 2 veces al día; en cambio, en quemaduras muy
contaminadas se realizará 1 aplicación cada 4-6 horas.

Tratamiento con anestésicos tópicos

Se pueden emplear si el dolor es muy intenso y mientras la quemadura no


tenga herida abierta. En el mercado actual existen cremas y pomadas con
activos eficaces como pramocaína, lidocaína y benzocaína.

Tratamiento reepitelizante

Para favorecer la regeneración de la piel se pueden aplicar cremas con


sustancias regeneradoras y cicatrizantes como centella asiática, urea, ácido
láctico, óxido de cinc, aceite de silicona, hamamelis, aceite de almendra,
lanolina, colecalciferol, retinol, cera de abeja, vaselina, bálsamo del Perú,
etc.
Tratamiento analgésico y antiinflamatorio oral

Para aliviar el dolor y disminuir la inflamación en quemaduras leves o


eritema solar se aconsejará ibuprofeno, paracetamol o ácido
acetilsalicílico, dependiendo de cada paciente, edad y estado general.

Rehidratación oral

Para compensar la pérdida de agua, se recomendará beber mucho líquido.

CONCLUSIONES

Ante una quemadura doméstica o un eritema solar, el paciente rápidamente


suele acudir a pedir consejo a la oficina de farmacia. El farmacéutico
puede analizar la quemadura y determinar su gravedad, aconsejando el
tratamiento más idóneo si la quemadura es leve y no afecta a órganos
críticos y la superficie afectada no es mayor de un 1%, siendo el paciente
un adulto sano. En el resto de los casos aconsejará al paciente que vaya al
servicio médico de urgencias más cercano. *

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

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http://www.elsevier.es/es-revista-farmacia-profesional-3-articulo-
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