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FACULTAD DE TEOLOGÍA
Curso 2016-2017
Ya en palabras del Papa Gregorio IX tenemos la aseveración de que los teólogos han de
ser expertos de Dios.
Después, nos tenemos que aproximar a la teología previa del Concilio Vaticano II,
donde Henri De Lubac abre un diálogo entre la teología y el Espíritu nuevamente.
Afirmamos pues que sin Espíritu Santo no hay teología, esto nos acontece en la Sagrada
Escritura, lo vemos en el Antiguo Testamento, en sus etapas, autores etc... es pues, la
experiencia del Espíritu en el pueblo de Israel.
En palabras de Ireneo de Lión, no podemos olvidar que "allí donde está la iglesia, está
el espíritu de Dios".
Cuanto más brilla el Espíritu, más vemos la sombra de lo que no hay. El Espíritu es
siempre amor, comunión; no hay Espíritu sin Jesús, (Jesús resucitado).
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Aun con la experiencia pneumatológica de nuestro segundo Concilio ecuménico
(Constantinopla 381); y el monacato con la influencia pneumatológica que da rostro a la
teología, el desplazamiento del Espíritu del que hablamos va a llevar a que se pierda de
vista al Espíritu. Se va gestando la idea de que la soteriología y la Cristología se hacen
al margen del Espíritu, lo cual es denunciado por los teólogos ortodoxos.
Debemos hacernos una pregunta; ¿De qué Espíritu estamos hablando? Ante esto
tenemos el primer problema con el Espíritu, puesto que es impersonal, abstracto, difuso,
no podemos concretarlo, siempre está rodeado de silencio y de misterio.
- Viento: Es el nombre más común del Espíritu, el soplo de vida que aleteaba sobre las
aguas, cuando todo era caos. Es el aliento de vida insuflado en el primer hombre que
hace de él un ser viviente; el murmullo de brisa en el que Elías descubre el paso de
Yahvé; el aliento vital del que Israel se olvida; el último suspiro de Jesús en la cruz que
preludia una nueva vida, a su vez, es el soplo de Jesús resucitado, nueva creación, que
da el poder de perdonar los pecados.
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- Agua: Nos referimos aquí al agua pura que Yahvé derramara sobre el pueblo, agua que
purificara de toda inmundicia e infundirá un espíritu nuevo. Es agua que brota del
templo hacia el oriente y desemboca en el mar. Todo lo sana y vivifica.
Nosotros somos de una tierra donde el agua es vida. A través del símbolo del agua se
significa que Dios quiere ofrecer una vida nueva a nuestros corazones de piedra,
transformar el mundo reseco y estéril en tierra viva. El agua quita la sed.
- Unción con el aceite: Lo tenemos en la unción de los Reyes como Saúl, David o
Salomón, reciben por ello el espíritu y son constituidos mesías. La unción por el espíritu
que tenemos en Isaías 61 es la que Jesús reconoce que se cumple en él en la sinagoga.
Es por tanto Jesús, el Cristo, el ungido, a quien Dios ungió con el Espíritu, pasando por
la vida haciendo el bien.
Los cristianos recibimos el Espíritu como maestro interior nuestro. Su fuerza nos
consagra para la misión, recibimos el Espíritu para continuar la función mesiánica en el
mundo, da fuerza al enfermo en los últimos días de vida.
- Nube: Guía al pueblo de Israel por el desierto; es la nube que envuelve al Sinaí; la
nube del Espíritu que cubre con su sombra el seno virginal de María para que concibiera
al Hijo de Dios, es por lo tanto, la nube que esconde a Jesús a los ojos de los discípulos
en la ascensión. Nube que revela la presencia de Dios de nuestra vida.
- Perfume: Es una evocación agradable; es la unción buena que perfuma toda la casa, el
buen olor de Cristo que debemos difundir los cristianos a través del testimonio discreto
de vida, pero que deja esa presencia amable, bella, agradable, presencia sutil que todo lo
penetra, y que se esparce por todas partes y evoca la elevación espiritual.
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- Abogado: Es el paráclito, defensor; estará junto a los discípulos, no quedarán
huérfanos; el Espíritu de la verdad que completa las enseñanzas de Cristo, que explica el
significado de los acontecimientos futuros y nos defenderá en el tribunal del Padre.
- Vino: que significa fiesta, alegría, el sello con el que se firma algo, que nos señala
hijos de Dios.
En todos los Símbolos el denominador común es que no tienen rostro, que orientan a
otro, con dinamismo propio y ese otro es Jesús. El espíritu no tiene otro contenido más
que Jesús.
Tenemos frases de algunos Padres que nos pueden guiar aquí: Todas las palabras de
dios en las escrituras están llenas el espíritu santo (Hilario)
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Esta creación culmina en la pascua de Jesús. Es la. Nueva creación. El espíritu de la
creación se derrama sobre los apóstoles en el atardecer del día de pascua.
- El espíritu profético: La acción del espíritu Santo en los profetas empieza con una
experiencia espiritual que acompaña al profeta toda su vida y le da fuerzas para
transformar la realidad. La palabra del profeta tiene la eficacia del espíritu. El profeta
quiere escapar pero el espíritu atrapa y retiene.
María, reunida con los apóstoles en el Cenáculo, invoca al Padre como en una gran
epíclesis pidiéndole que descienda el espíritu sobre la Iglesia naciente, el mismo espíritu
que en la anunciación la había cubierto con su sombra.
Para los Padres orientales, el fin de la encarnación es la comunicación del espíritu santo
a la humanidad, afirmando que Jesús es el gran precursor del espíritu. Atanasio dice que
el Verbo ha asumido la carne para que nosotros podamos recibir el Espíritu.
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Cuando Jesús enseña, cura, hace milagros, come con los pecadores, cuando se enfrenta
a escribas y fariseos, cuando se retira a orar, cuando expulsa demonios, todo lo hace
bajo la unción del Espíritu.
Los apóstoles esperaban que Jesús resucitado instaurara el reino de Dios como
restauración de la gloria de David. Pero Jesús, al despedirse, dice que no habrá tal
restauración sino que habrá una presencia activa del Espíritu, un bautismo con el
Espíritu que les hará capaces de ser sus testigos por el mundo.
El Espíritu actuará frente al mundo como acusador y fiscal y defenderá a los discípulos
en sus persecuciones y dificultades. Será Jesús quien envíe este espíritu para vencer al
mundo y participar de la victoria del Hijo.
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- Veamos ahora una síntesis paulina:
El Señor es el espíritu, y donde está el espíritu del Señor ahí está la libertad. Pablo tuvo
referencia de la encarnación y de la cruz. Pablo nos dice que le fue revelado el misterio
de Jesús gracias al Espíritu, y por Él reconoció a Jesús como Cristo y Señor. La línea
fundamental para Pablo es vivir según el Espíritu, que es haber recuperado la libertad
perdida en Adán, que ha sido posible gracias a la sangre de Cristo, nuevo Adán, espíritu
que da vida.
Pablo describe los frutos del Espíritu, el principal de los cuales es el amor. Pablo dice
que de este espíritu ya poseemos las arras. Es espíritu de filiación que ya poseemos y
que ha sido derramado en nuestros corazones, es el que nos hace exclamar Abba, Padre,
y gime en nuestro interior con gemidos inefables, esperando la redención definitiva.
También la creación gime con dolores de parto esperando la liberación definitiva, pues
tanto ella como nosotros poseemos ya en primicias el espíritu.
Para Pablo, la vida cristiana posee una novedad que viene de la antítesis-ley del
Espíritu, hombre viejo-hombre nuevo, frente a carne; espíritu y vida.
- Comienzos de la pneumatología:
Este espíritu al que nos hemos acercado, casi sin rostro y sin nombre, expresado a través
de símbolos, está íntimamente asociado a Jesús de Nazaret, el Hijo del Padre encarnado.
El espíritu prepara la misión de Jesús y Jesús nos confiere el espíritu. Esta doble
presencia salvífica en la historia se trata de dos misiones del Padre.
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2. El Hijo tiene nombre, Jesús el Nazareno. El Espíritu no tiene nombre, es anónimo. Le
nombramos como soplo, fuego, agua. Hay una cierta kénosis o vaciamiento del Espíritu.
5. El Hijo nace de la virgen María. El Espíritu hace que María sea la Madre de Jesús.
6. Jesús pasó haciendo el bien, murió y resucitó. El Espíritu guía la vida de Jesús, le
resucita, hace nacer a la Iglesia, la dirige a raves de la historia, está presente en la
historia de la humanidad.
7. Jesús anunció y prometió el Espíritu. El Espíritu es el don prometido que derrama sus
carismas sobre la iglesia, fecunda la historia y realiza el Reino.
La doctrina en los documentos del Vat. II con una visión trinitaria de la economía de la
creación y la gracia. La Iglesia fundada como comunidad de culto en Espíritu y en
verdad.
Tenemos pues una revalorización de las iglesias locales o particulares. Si la Iglesia total
aparece como una comunidad de iglesias, el Espíritu será el principio de esta comunión.
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Podemos decir que el Concilio posee una verdadera pneumatología, pero sólo
encontramos textos.
Hay que recuperar la mano del Espíritu que se derrama en todo el Nuevo Testamento de
forma nueva, en la encarnación con la concepción de Jesús. También en el bautismo con
la nueva misión de Cristo (anunciar la buena noticia, expulsar demonios).
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- El Espíritu versus Jesús:
Según nuestro autor, a la revelación del AT y a la del NT debe suceder una tercera edad
nueva. Y así, a cada una de las personas de la Trinidad se atribuye cada uno de los
estadios así distinguidos. Por ejemplo, el evangelio eterno o del reino sucede al
evangelio de Cristo predicado y celebrado hasta ahora. Cada una de las tres edades
comprende una primera elaboración y una especie de epifanía.
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