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Artrosis
(Artritis degenerativa; artrosis; osteoartrosis)
Por Roy D. Altman, MD, Professor of Medicine, Division of Rheumatology and
Immunology, David Geffen School of Medicine at UCLA
La artritis causada por la afectación del cartílago articular y los tejidos circundantes se
vuelve muy frecuente con el envejecimiento.
Son habituales el dolor, la hinchazón y el excesivo crecimiento óseo, así como rigidez
al despertarse o tras un periodo de inactividad, que desaparece al cabo de 30 minutos,
sobre todo si se mueve la articulación.
El tratamiento incluye ejercicios y otras medidas físicas, fármacos que alivian el dolor
y mejoran la función y, para alteraciones muy graves de la articulación, sustitución
articular u otro tipo de intervención quirúrgica.
Secundaria
Una infección
Un traumatismo
Presentan un riesgo especial de artrosis algunas personas que fuerzan repetidamente una
articulación o un grupo de articulaciones, como los obreros de fundición, los granjeros, los
mineros del carbón y los conductores de autobús. El principal factor de riesgo para la
artrosis de rodilla es dedicarse a una ocupación que implique flexionar con frecuencia la
articulación. Curiosamente, los corredores de larga distancia no tienen un riesgo mayor de
desarrollar este trastorno, sin embargo, cuando la artrosis ya se ha desarrollado, este tipo
de ejercicio la empeora con frecuencia. La obesidad puede ser uno de los principales
factores en el desarrollo de la artrosis, en particular en la rodilla y especialmente en las
mujeres.
La artrosis sí que se hace más frecuente con el envejecimiento. Por ejemplo, a medida que las personas
envejecen, aparecen los siguientes cambios:
Las superficies de una articulación pueden no deslizarse una sobre otra tan bien como lo hacían
antes.
Sin embargo, la artrosis no es un componente inevitable del envejecimiento. No está causada simplemente
por el desgaste que se produce con los años de uso articular. Otros factores que influyen en su aparición
pueden ser un traumatismo único o repetitivo, una movilidad anormal, enfermedades metabólicas, una
infección de la articulación u otro trastorno articular.
La afectación de los ligamentos también es común en el envejecimiento. Los ligamentos, que unen las
articulaciones, pierden elasticidad a medida que la persona envejece, haciendo que las articulaciones se
vuelvan tensas o rígidas. Esta alteración se debe a cambios químicos en las proteínas que constituyen los
ligamentos. En consecuencia, la mayoría de las personas se vuelven menos flexibles a medida que envejecen.
Los ligamentos suelen desgarrarse con mayor facilidad, y, cuando lo hacen, se curan más lentamente. Las
personas mayores deben hacer revisar su plan de ejercicios a un entrenador o a un médico para evitar los
ejercicios que puedan desgarrar los ligamentos.
A veces, el dolor causado por la artrosis no se puede aliviar con un simple analgésico, como el paracetamol
(acetaminofeno). Pueden ser necesarios analgésicos más potentes, tales como tramadol o, en raras ocasiones,
opiáceos. Sin embargo, estos medicamentos pueden causar confusión en las personas mayores. Los
antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que se aplican con un ligero masaje sobre la piel de la articulación
afectada pueden ser una mejor opción para las personas mayores. Se absorbe menos cantidad de AINE, lo
que minimiza el riesgo de efectos secundarios.
Causas de la artrosis
Normalmente, las articulaciones tienen un grado de fricción tan bajo que están protegidas
del desgaste incluso después de años de uso habitual, de sobreutilización o de traumatismo.
La artrosis se produce con mayor frecuencia por un daño tisular. En un intento del
organismo por reparar una articulación dañada, se acumulan sustancias químicas en la
articulación y aumenta la producción de los componentes del cartílago, como el colágeno
(una proteína resistente y fibrosa del tejido conjuntivo) y los proteoglicanos (sustancias que
proporcionan elasticidad). A continuación, el cartílago se hincha debido a la retención de
líquido, con lo que se ablanda y se producen grietas en su superficie. Se forman pequeñas
cavidades en el hueso situado debajo del cartílago, debilitándolo.
Artrosis de la rodilla
Síntomas de la artrosis
Por lo general, los síntomas de artrosis se desarrollan gradualmente y al principio afectan
solo a una o pocas articulaciones. Las articulaciones de los dedos, la base de los pulgares, el
cuello, la zona lumbar, el dedo gordo del pie, la cadera y las rodillas se ven afectados
habitualmente.
El dolor, con frecuencia descrito como intenso y profundo, es el primer síntoma y, cuando
se presenta en las articulaciones de carga, suele empeorar con las actividades que implican
soportar el peso corporal (como permanecer de pie). En algunas personas, la articulación
puede estar rígida después de dormir o de cualquier otro periodo de inactividad, aunque la
rigidez suele desaparecer pasados 30 minutos, especialmente si la articulación se moviliza.
La artrosis puede permanecer estable durante muchos años o bien evolucionar muy
rápidamente, aunque lo más frecuente es que progrese de forma lenta después de la
aparición de los síntomas. Muchas personas presentan algún grado de invalidez.
Los sujetos que tienen episodios de enrojecimiento, calor e inflamación articular deben ser
evaluados por un médico debido a que estos episodios no pueden estar producidos por la
artrosis y podrían ser el resultado de una infección o de gota.
Diagnóstico de la artrosis
Evaluación por un médico
Radiografía
La resonancia magnética nuclear (RMN) puede revelar cambios precoces en los cartílagos,
pero rara vez es necesaria para establecer el diagnóstico.
Tratamiento de la artrosis
Fisioterapia y terapia ocupacional
Fármacos o sustancias
Cirugía
Terapias suplementarias
Aliviar el dolor
Medidas físicas
Ejercicios apropiados, entre los que se incluyen los de estiramiento, los de fortalecimiento y
los posturales, ayudan a mantener los cartílagos en buen estado, a aumentar la amplitud de
movilidad de la articulación y a fortalecer los músculos circundantes para que puedan
absorber mejor las cargas sobre la articulación. El ejercicio, a veces, consigue detener o
revertir la artrosis de la cadera y la rodilla. Los médicos recomiendan la realización de los
ejercicios en el agua (como en una piscina) porque el agua evita la carga sobre las
articulaciones.
El ejercicio debe equilibrarse con el reposo de las articulaciones doloridas durante unos
minutos (cada 4 a 6 horas a lo largo del día), aunque la inmovilización de una articulación
es probable que empeore la artrosis en vez de mejorarla.
Los síntomas empeoran con el uso de sillas, tumbonas, colchones y asientos de automóvil
demasiado blandos.
Debe evitarse también poner almohadas debajo de las rodillas al reclinarse, ya que hacerlo
puede provocar tirantez en los músculos de la cadera y de la rodilla. (Esta recomendación
contrasta con la recomendación de que las personas con dolor lumbar y ciática se pongan
una almohada entre las rodillas. En estas personas, el uso de la almohada alivia la tensión
localizada en la zona lumbar y en la cadera ver ¿En qué consiste la ciática?).
Con frecuencia se recomienda a las personas afectadas adelantar el asiento del automóvil,
utilizar sillas de respaldo recto con asientos relativamente altos (como las de cocina o las de
comedor), dormir en colchones firmes y con tableros en la cama (disponibles en muchas
tiendas de antigüedades) y calzar zapatos con buen apoyo o zapatillas deportivas.
Los elevadores del asiento del inodoro pueden facilitar ponerse de pie y hacer que sea
menos incómodo en personas que tienen artrosis dolorosa de las rodillas o las caderas,
sobre todo si tienen los músculos débiles.
¿SABÍAS QUE...?
Las personas que tienen artrosis que afecta a la parte posterior no deben poner almohadas debajo de
sus rodillas cuando estén descansando, ya que hacerlo puede causar rigidez de los músculos de la
cadera y de la rodilla.
Los ejercicios específicos para la artrosis de la columna vertebral son útiles y, cuando el
dolor es intenso, pueden requerirse corsés ortopédicos para la espalda. Entre los ejercicios
hay que incluir tanto ejercicios para el fortalecimiento muscular como ejercicios aeróbicos
de bajo impacto (como caminar, nadar y montar en bicicleta). En la medida de lo posible,
las personas afectadas han de mantener su vida cotidiana y realizar sus actividades
habituales, tanto de ocio como laborales. Sin embargo, hay que adaptar la actividad física,
evitando tener que agacharse, lo que agravaría el dolor artrósico.
Aplicar una almohadilla caliente o una toalla tibia y húmeda sobre las articulaciones afectadas.
Evitar ganar peso en exceso (con el fin de no aumentar la carga sobre las articulaciones), o perderlo si
se tiene sobrepeso.
Utilizar dispositivos especiales siempre que sea necesario (por ejemplo, bastón, muletas, andador,
collarín para el cuello o soporte elástico de rodilla para proteger las articulaciones del sobreesfuerzo,
o la colocación de un asiento bien sujeto y seguro en la bañera para evitar un exceso de esfuerzo
durante el baño).
Fármacos
A veces, sin embargo, puede requerirse un analgésico más potente, como el tramadol o, en
raras ocasiones, opiáceos.
A veces son necesarios otros analgésicos. Por ejemplo, puede aplicarse directamente en la
piel sobre la articulación una crema hecha a partir de pimienta roja (o pimienta de cayena),
cuyo principio activo es la capsaicina. La duloxetina, un tipo de antidepresivo tomado por
vía oral, reduce el dolor causado por la artrosis.
Los relajantes musculares (normalmente a dosis bajas) alivian en algunos casos el dolor
debido a la distensión muscular que se produce al intentar sostener las articulaciones
afectadas por la artrosis. En las personas mayores, sin embargo, suelen causar más efectos
secundarios que alivio.
Si una articulación se inflama, se hincha y duele de repente, puede ser necesario extraer la
mayoría del líquido del interior de la articulación e inyectar una formulación especial de
cortisona directamente en el espacio articular. Este tratamiento proporciona a algunas
personas un alivio temporal del dolor y un aumento de la flexibilidad de la articulación;
pero no deben realizarse inyecciones de cortisona demasiado a menudo, ya que la
articulación podría dañarse.
¿Sabías que...?
Cirugía
Cuando todos los demás tratamientos no han sido eficaces para aliviar el dolor o mejorar la
función articular, puede recurrirse al tratamiento quirúrgico. Algunas articulaciones, sobre
todo la cadera (ver figura Reparación de una cadera fracturada) y la rodilla (ver figura
Sustitución de rodilla), pueden ser sustituidas por una prótesis articular. La sustitución
suele dar buenos resultados, mejorando casi siempre la movilidad y la función y
disminuyendo el dolor de forma espectacular. Por ello, debe plantearse la sustitución de la
articulación por una prótesis cuando el dolor es intratable y la función articular queda
limitada. Como la prótesis articular no dura para siempre, en las personas jóvenes la
sustitución articular se pospone con frecuencia el mayor tiempo posible para minimizar el
riesgo de tener que repetir las sustituciones. Si ningún otro tratamiento ha resultado eficaz,
pueden llevarse a cabo procedimientos quirúrgicos para ayudar a aliviar los síntomas de la
artrosis en la espalda o en el cuello, sobre todo la compresión del nervio.
Se han utilizado una gran variedad de métodos en personas jóvenes con artrosis (con
frecuencia debida a un traumatismo) para restablecer las células dentro del cartílago y
ayudar así a curar pequeños defectos del mismo. Sin embargo, todavía no se ha
comprobado la eficacia de estos métodos cuando los defectos del cartílago son extensos,
como suele ocurrir en las personas mayores.
Sustitución de rodilla
La articulación de una rodilla dañada por artrosis puede ser sustituida por una prótesis
articular. Después de administrar anestesia general, el cirujano hace una incisión sobre la
rodilla dañada. La rótula puede ser retirada, y los extremos del fémur y de la tibia se
suavizan para que las partes de la articulación artificial (prótesis) se puedan unir más
fácilmente. Una parte de la prótesis articular se introduce en el fémur y otra en la tibia, y
luego se cimentan en su sitio.
Terapias suplementarias
También pueden aplicarse medidas adicionales para aliviar el dolor. Entre estos factores se
incluyen los siguientes:
Masajes
Almohadillas térmicas
Acupuntura
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