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Desde ya furiosos del Derecho, tengan presente que la resciliación es un acto jurídico
bilateral (a propósito, aprovechen de revisar otros ejemplos) o convención que no se
corresponde a un contrato. Por tanto, hablar de contrato de resciliación carece de precisión
jurídica.
Un punto importante a resaltar es que las obligaciones, o a lo menos una de ellas, deben
estar vigentes. Si todas están cumplidas no habría resciliación por que no existirían
obligaciones destinadas a extinguirse. Esto en la práctica no se cumple pues es común
encontrar más de alguna resciliación de contrato de compraventa cuyos efectos se han
cumplido de manera íntegra y aun así el Conservador de Bienes Raíces respectivo acepta su
inscripción registral sin objeción. La mayoría de los Conservadores, en el citado caso,
practica una nota marginal en la última inscripción, recobrando vigencia la inscripción
precedente, o sea, la del vendedor. Nuevamente, esta es una práctica habitual que el
legislador no contempla como necesaria en atención a lo establecido en el artículo 728 del
Código Civil.
RESCILIACIÓN DE CONTRATOS.
El mutuo disenso o resciliación en materia contractual es una aplicación del aforismo “las
cosas se deshacen de la misma manera como se hacen”. En armonía con esta institución, el
artículo 1545 del Código Civil establece que el contrato válidamente celebrado puede
“invalidarse” mediante consentimiento mutuo.
De manera excepcional, puede dejarse sin efecto un contrato por la voluntad de uno de los
contratantes. Los actos jurídicos utilizados en este caso son respectivamente revocación y
renuncia en el contrato de mandato (artículo 2163 números 3 y 4) y desahucio en el
contrato de arrendamiento (artículo 1951). Nota aparte es el artículo 26, letra e) de la Ley
numero 20.820 en relación al Acuerdo de Unión Civil que permite poner término al
contrato de manera unilateral mediante la voluntad de cualquiera de los convivientes
civiles.
REQUISITOS DE LA RESCILIACIÓN.
El legislador no establece el cumplimiento de requisitos especiales a fin de llevar a cabo el
mutuo disenso o resciliación. Entonces, debemos hacer aplicación de las normas generales,
es decir, el único requisito para que opere toda resciliación es la necesidad que ambas
partes sean capaces de otorgar la nueva convención que invalida la anterior y extinguir las
correspondientes obligaciones. Así, si el mutuo disenso o resciliación importa para el
acreedor la renuncia de un derecho, este debe ser capaz de disponer libremente de tal. Lo
mismo se puede decir para el caso que el contrato engendre derechos para ambos
contratantes.
ALCANCE DE LA RESCILIACIÓN.
Consecuencia del acuerdo de voluntades de las partes, las obligaciones derivadas del
contrato objeto de resciliación se tienen como no contraídas, incluso a juicio de algunos
incluso se entienden inexistentes, pero en ningún caso podemos decir que se dan por nulas,
siguiendo lo explicado en párrafos anteriores.
Entre las partes la resciliación o mutuo disenso si tiene efecto retroactivo, pues es objetivo
de los contratantes el volver al estado anterior del contrato resciliado. Para conseguir el
efecto esperado es que debemos aplicar las normas de las prestaciones mutuas respecto de
las partes. Nuevamente, utilizando el ejemplo de la compraventa de bienes inmuebles, el
comprador restituirá el bien raíz y el vendedor restituirá el precio pagado, procediendo
además la cancelación de la inscripción conservatoria vigente tal como lo señala nuestro
Código Civil en su artículo 728.
Orrego, Juan Andrés. Acto Jurídico. Año 2011. Información recuperada el 01 de noviembre
de 2017 desde sitio WEB del autor.