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ADVIENTO.

NUESTRO COMPROMISO... SER SANTOS, FECUNDOS


PARA EL MUNDO

Se acerca un nuevo tiempo de gracia para vivir el acontecimiento


de la Encarnación del Hijo de Dios. Como todos los años por estas
fechas me hago presente con esta carta en todas las fraternidades
sacerdotales, siguiendo el ejemplo de mis predecesores en este
servicio de ser responsable. Este año no tenemos el encuentro
navideño, si bien muchas fraternidades se reunen para celebrar el
anviersario de la muerte del Hermano Carlos el día 1 de
Diciembre, y también en los días de fiestas de navidad. Os deseo
a todos vivir con intensidad estos días y rezar por los frutos de la
Asamblea mundial de todas las fraternidades sacerdotales que se
celebrará en el mes de Enero del próximo año.

Todo acontecimiento
importante requiere
prepararnos. Una fiesta de
cumpleaños nos exige que
preparemos un lugar adecuado,
elegir los invitados, prever la
comida y los elementos
festivos.

El Adviento es tiempo de preparación del cumpleaños de Jesús.

Pero en Navidad no solo celebramos un algo que ocurrió en el


pasado, sino que Jesús realmente se vuelve de nuevo a hacer
presente en nuestras vidas. Preparar en este Adviento nuestro
corazón a través de todos los elementos posibles: carteles y frases
que lo recuerden, oración, celebraciones, nos permitirá que nuestra
Navidad no sea una mas, como otras tantas, sino una más que se
hace experiencia configuradora de nuestra existencia.
Gracias al si incondicional de María de
Nazaret, al proyecto de amor de Dios
sobre ella, es portadora de la salvación
para el mundo. Un mundo que
necesitaba de su Señor en tiempos
difíciles, un mundo como el nuesto que
necesita recuperar la figura de una
mujer, para enseñarnos que el pecado no
tiene la última palabra.

María nos invita desde su sencillez a recuperar los valores


dormidos, a entrar en la dinámica salvadora de Dios, que nos hace
santos. Desterrar del camino de nuestra vida todo aquello que nos
aleja de la luz, de la reflexión, del compromiso con el ser humano,
de la construcción de un mundo mejor para todos. María es el
ejemplo en quien mirarse, ella es la Madre de Jesús, que asume su
maternidad universal para hacernos hijos y liberarnos de toda
sombra que quiera instalarse en nuestra vida.

La salvación ya ha tenido lugar, todos formamos parte de ella en la


medida que vamos transformando nuestro corazón de piedra en un
corazón comprometido con la vida, con el ser humano. Allí donde
el amor crece y se transforma en buenas acciones por los más
débiles, hay alguien que prepara el camino al Señor y allana los
senderos.
Si tienes mil razones para vivir, si has dejado de sentirte solo, si te
despiertas con ganas de cantar... ¡alégrate, porque el amor camina
contigo! Nada puede empeñar nuestra alegría porque el gozo que
nos produce la llegada del Salvador brilla por encima de cualquier
sombra que en este momento amenace la existencia. Nuestra
alegría brota de nuestra coherencia, de nuestro vivir de forma
comprometida poniendo en el centro de nuestra vida la misma
causa que movió a Jesús de Nazaret a dar su vida hasta la cruz: el
amor por todos los seres humanos, el amor por los más pobres y
frágiles de todo tiempo y lugar.

Es el rostro del Niño quien llena


de alegría y esperanza la faz de la
tierra. La alegría que inunda la
vida del creyente y se instala en
nuestra tierra, no la apaguemos,
permitámosle que se asome a
nuestra vida. El nos invita al
compromiso con los humildes, los
sencillos, los pobres de nuestro
mundo para que ellos también
reciban la buena noticia de la
salvación.

"El discernimiento no es un autoanálisis ensimismado, una


introspección egoísta, sino una verdadera salida de nosotros
mismos hacia el misterio de Dios, que nos ayuda a vivir la
misión a la cual nos ha llamado para el bien de los hermanos"
( Papa Francisco)

Os deseo a todos vosotros un feliz tiempo de Adviento.

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