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Introducción 3
Capítulo 1: La ley de la extensión sensorial de la comunicación 7
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Las diez leyes de la información
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Introducción
Bibliografía 195
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Introducción
Este texto explica diez grandes leyes de la Teoría de la Información. Estas leyes
provienen de tres grandes teorías: los llamados axiomas comunicacionales formu-
lados por los teóricos de la comunicación de la Escuela de Palo Alto, Watzlawick,
Beavin y Jackson, y de la tétrada de leyes de los medios que Marshall Mc Luhan
enunció junto a su hijo Eric en los años 80. A estas dos grandes construcciones
teóricas se añade la ley de la carga informativa desarrollada por primera vez por
George Miller en el nivel de estudio de la comunicación intrapersonal. Este texto,
para enriquecer y completar estas bases categoriales, se nutre de formulaciones de
estos diez principios realizadas por Gregory Bateson, por los teóricos de la psico-
logía Gestalt y otros autores y escuelas de gran importancia en las teorías de la
información y la comunicación.
Hasta ahora nadie había unificado los axiomas comunicacionales de Watz-
lawick, con las leyes de los medios de Marshall Mc Luhan y la ley de la carga de
Miller. Sin embargo, tienen una relación clara. En los tres casos estamos ante
categorías que nos permiten contemplar la comunicación desde una perspectiva
teórica que abarca la profundidad de los enigmas de este campo. Además, tratán-
dose de ideas de gran capacidad, nos permiten ver la comunicación desde una
altura teórica pero conectada con los elementos concretos, con las evoluciones de
los medios y de los hábitos de información humanos, con los fenómenos más
peculiares de la comunicación. Aquí se realiza una fusión creativa de tres esque-
mas de categorías que sirven para pensar más en profundidad los fenómenos de la
comunicación.
Hemos llamado leyes de la información a las diez formulaciones que se deri-
van de unificar las 4 leyes de los medios de Marshall y Eric Mc Luhan, con los
cinco axiomas comunicacionales de Paul Watzlawick, Janet Beavin y Don Jack-
son, y añadiendo la ley de la carga o del número mágico enunciada por George
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Las diez leyes de la información
Miller en los años 50 del siglo XX. Algunas de las formulaciones que aquí se
explican tienen una relación más literal y cercana con las iniciales realizadas por
estos autores fundadores de las disciplinas de la teoría de la comunicación y de la
información. En otros casos, se trata de formulaciones más abstractas, como le
ocurre a la denominada ley de la naturaleza proyectiva de la comunicación. En
absolutamente todos los casos, la dimensión informativa aparece como parte o
base de la ley.
El texto se basa en el principio que los autores de Palo Alto establecieron, a
saber, que los axiomas comunicacionales eran aplicables como categorías al estu-
dio de la comunicación en niveles diversos, siendo de utilidad en distintos contex-
tos o tipos de análisis. Así, la enunciación de cada ley adquiere diversas formas y
se aplica al menos a alguno de cada uno de los niveles de estudio de la comunica-
ción, que son cuatro: la comunicación intrapersonal –fenómenos asociados a la
comunicación interna del individuo, es decir, a la percepción, el pensamiento y la
construcción de cogniciones y programaciones del comportamiento dentro del
individuo-, la comunicación interpersonal –la interacción a pequeña escala entre
individuos, en los grupos primarios y en pequeños sistemas de conducta, siempre
en dimensiones cara a cara o persona a persona-, la comunicación masiva o grupal
masiva, que tiene lugar en espacios públicos comunes, con grandes conjuntos de
individuos- y la comunicación mediada de tipo profesional y realizada a través de
tecnologías o medios masivos-. Cada una de las leyes de la información se aplica
y se muestra en estos distintos niveles de estudio de la comunicación.
Puede apreciarse que las tres bases de teoría pertenecen respectivamente cada
una a un nivel de estudio diferente de la comunicación. Así, las denominadas
leyes de los medios analizan medios de comunicación, pertenecen al nivel de
análisis de este género comunicativo. Los axiomas comunicacionales son funda-
mentalmente categorías del análisis de la comunicación interpersonal, no media-
da. Y la ley de la carga informativa se generó en el nivel de estudio intrapersonal
de la comunicación. Se trata de las teorías que son el punto de partida, y que, al
provenir de estos diferentes niveles de análisis de la comunicación, podemos
aprovechar su fusión para mostrar la complementariedad de sus puntos de vista.
Hoy en día la comunicación mezcla estos distintos niveles de análisis y tene-
mos categorías nuevas que surgen de la influencia de las nuevas tecnologías. Así,
nos encontramos con comunicaciones interpersonales múltiples y masivas, que
son posibles mediante la red de Internet y sus desarrollos sociales. La categoría de
la comunicación de masas como tal ha pasado a ser menos frecuente, porque hoy
en día hay procesos que son dirigidos a grupos numerosos pero no masivos, o que
se difunden de persona a persona, mediados interpersonalmente, pero a un núme-
ro masivo de individuos. La comunicación intrapersonal se encuentra ahora con
extensiones y herramientas nunca vistas, y ve potenciado su ámbito enormemente
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Introducción
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Las diez leyes de la información
debe darse en los estudios universitarios, ésa es una de sus funciones más sagra-
das, porque regala al estudiante un impulso hacia la reflexión teórica que para
siempre le acompañará, y cambiará su manera de afrontar la vida profesional, las
situaciones comunicativas que le esperen e incluso su más general visión del sen-
tido de la existencia. Las teorías, las visiones profundas e impersonales sobre los
elementos más densos de nuestra existencia, son necesarias para la vida. Quien
accede a la universidad, y entra en contacto con ellas, recibe un regalo que crece
indefinidamente en su consciencia
Las leyes de los medios de Marshall y Eric Mc Luhan, y los axiomas comuni-
cacionales de los autores de Palo Alto permanecen demasiado a menudo olvida-
dos para los propios científicos y dados por obvios y sabidos por parte de los in-
novadores en el campo de la comunicación y la información. Son incluso
desconocidos, por ser ya antiguos, para muchos autores que consideran que las
teorías no tienen relación directa con la realidad. Sin embargo, entenderemos
mucho mejor la comunicación, y la desarrollaremos más en profundidad, si po-
nemos nuevamente estas leyes teóricas encima de la mesa de las reflexiones ac-
tuales, y comprobamos que son ideas fértiles, que contienen múltiples sugerencias
y significados que enriquecen nuestra idea de la comunicación. Una vez que em-
pezamos a trabajar con ellas, se abre un universo de posibilidades de comprensión
de los nuevos fenómenos de la vida humana, o de los eternos aspectos de nuestras
experiencias, que las hace enormemente útiles e interesantes. Como todas las
grandes teorías, son necesarias para la vida, tal y como afirmaba el gran filósofo
de la historia Osvald Spengler. Es fundamental seguir jugando con ellas en nues-
tras reflexiones.
La estructura del libro viene constituida por diez capítulos que desarrollan ca-
da una de las diez leyes, partiendo de sus definiciones originales en los autores
citados, y extendiendo en espiral sus aplicaciones a los distintos niveles de la
comunicación. Hemos procurado que de cada ley haya una aplicación y discusión
para cada uno de los niveles de análisis de la comunicación, del intrapersonal al
masivo mediado, pasando por el interpersonal y por el aspecto profesional. En
algunos casos el aspecto profesional es muy específicamente el del periodismo y
su actividad, los medios de comunicación de masas o los efectos y fenómenos
asociados a ellos.
En algunas de estas leyes es imposible abarcar todos los aspectos que despier-
tan en nuestras reflexiones, tal es su carácter axiomático. En otras, que están re-
lacionadas genealógicamente con las anteriores, el desarrollo es menor, porque se
trata de subleyes, de derivaciones de las leyes principales. No obstante, hemos
distinguido y diferenciado diez de estos grandes constructos teóricos porque su
carácter es bien claro y sus efectos y aplicaciones merecen una consideración
aislada en cada uno de los casos. Al final del texto hemos agrupado la Bibliogra-
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Introducción
fía de todos los capítulos, con la intención de que pueda trabajarse si se precisa,
en cada caso concreto de ley.
Algunas de estas leyes han sido reformuladas por los teóricos de la comunica-
ción y de la información con distintos nombres y bajo distintas disciplinas cientí-
ficas. Es fácil entender que estos autores desarrollaron en un nivel concreto del
estudio de la comunicación una teoría específica. Dado que la Teoría de la Infor-
mación es un compendio de teorías, y su objetivo es precisamente organizar y
aglutinar, bajo un único eje, las muy diferentes teorías, escuelas y autores, Las
diez leyes de la información es un texto que encaja en la tradición de aportaciones
de los autores de esta disciplina.
Esperamos que este texto aclare, interese y enseñe a los estudiantes y a los in-
vestigadores los contenidos en torno a la Teoría de la Información, y les anime a
pensar la teoría como una base fundamental del desarrollo humano más vanguar-
dista e innovador.
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La ley de la extensión sensorial de
la comunicación
La primera ley que vamos a explicar está entre las leyes enunciadas por Marshall
McLuhan en su texto Las leyes de los medios (1998, 2009), quien con su hijo Eric
categorizó una tétrada de principios aplicables a los medios de comunicación,
entendiendo por tales todos los artefactos, facultades o sistemas que permiten
transmitir contenidos, y por tanto, aplicables a todos los fenómenos de comunica-
ción.
McLuhan, perfilando definitivamente junto a su hijo, su aporte más profundo
a los estudios de comunicación, presentó en un libro póstumo la idea de que todos
los medios, entendiendo por tales todos los sistemas y facultades humanos de
contacto con el entorno, cumplen y son resultado de 4 procesos distintos, que
enunció con frases completas, y que se resumieron posteriormente en estos cuatro
conceptos:
De acuerdo con estas cuatro leyes, todo medio supone una extensión de un
sentido o facultad humanos, ya sean físicos o psicológicos. Con esta ley McLuhan
había trabajado toda su vida, y de hecho tuvo una formulación muchos años atrás,
en su libro Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del hombre
(1964, 2009). La idea de contemplar toda la cultura humana como un proceso de
extensión sensorial fue probablemente el rasgo más genial del pensador canadien-
se.
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Las diez leyes de la información
Las siguientes leyes vinieron a perfeccionar esta idea con los procesos opues-
tos o complementarios. Así, la ley de la atrofia matiza cómo todo medio que ex-
tiende un sentido o facultad, al mismo tiempo hace obsoleto o reduce, atrofia o
sustituye, a otro medio anterior establecido en la cultura humana. Cuando
McLuhan apreció el crecimiento y decrecimiento de los diversos medios en los
procesos de expansión y de atrofia, pudo diseñar una visión genealógica, evoluti-
va, de la vida de los medios de comunicación.
La ley de la recuperación es resultado de una importante sutileza a la hora de
estudiar los medios en la disciplina que comenzó a crearse en torno a las investi-
gaciones de McLuhan: todo medio es parcialmente una recuperación, o como ha
formulado David Bolter, una re-mediación de otro anterior, que había quedado
obsoleto en procesos previos de evolución mediática. Así, la puerta para investi-
gar a los distintos medios en clave cultural, rastreando su arqueología como dis-
positivos que reproducen y hacen revivir formas culturales previas, quedó abierta.
McLuhan iba a enlazar con el análisis de las grandes evoluciones formales de la
cultura que autores de la filosofía de la historia o del estudio del arte acometían
desde hacía décadas. Es una lástima que nuestro autor no pudiera desarrollar esta
historia de los medios a partir de la idea de la ley de recuperación. Sí lo han hecho
posteriormente diversos de sus discípulos, como Bolter ó Ong.
La última ley establece que todo medio, cuando su extensión es excesiva, re-
vierte su efecto hasta constituir una atrofia o pérdida de sus propias utilidades
como tal. Esta ley es una combinación de las dos primeras, y nos explica un as-
pecto crucial de la comunicación humana y de los procesos naturales relacionados
con la misma. La comunicación y sus medios, del arte al armamento, de los me-
dios mecánicos a los cognitivos, están todos ellos sometidos a la ley de la carga,
al fenómeno de la reversión, por el cual, un uso abusivo genera justamente el
opuesto de lo que queríamos producir. Esta ley, que afecta con enorme intensidad
a las facultades sensoriales humanas, explica ni más ni menos que el funciona-
miento de la sensibilidad, y enlaza directamente con el mundo del refinamiento de
la misma que culturalmente se ha dado en otros entornos diferentes al occidental,
en algunos aspectos. McLuhan sí desarrolló a su modo reflexiones en torno a la
relación entre la estética, como fenómeno cultural diverso en diferentes áreas del
mundo, y la teoría comunicativa. No obstante, queda todavía por analizar a fondo,
y por explicar, la muy compleja relación entre la evolución mediática y la evolu-
ción cultural humana a partir de la clave de la sensibilidad.
Las cuatro Leyes de los medios, por tanto, habían sido parcialmente desarro-
lladas por McLuhan en su célebre texto Comprender los medios de comunicación.
Las extensiones del hombre (1964, 2009), texto en el que el autor había explicado
su idea de que la civilización humana es un conjunto de extensiones de facultades
y sentidos humanos mediante artefactos y todo tipo de sistemas, tanto materiales
como abstractos o inmateriales. Si un medio es literalmente la extensión de un
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La ley de la extensión sensorial de la comunicación
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Las diez leyes de la información
libro, la pintura, el arte musical. Todos estos objetos o dispositivos nos permiten
incrementar nuestra inteligencia, imaginación, memoria o empatía. En gran medi-
da las extensiones humanas cumplen las dos funciones, pues en realidad cogni-
ción y percepción sensorial, y acción consecuente, son dos caras de un mismo y
único fenómeno de comunicación intrapersonal.
El ser humano surge de una interconexión genética y biológica, que tiene lu-
gar cuando es concebido por sus progenitores, y su desarrollo es también el resul-
tado de su extensión celular y fisiológica, en primer momento, y de la extensión e
interconexión que tiene lugar al nacer, con el entorno y con otros organismos
humanos o con otros no humanos. La extensión es en realidad la forma que cobra
el avance de la vida, que siempre resulta de un ensamblaje, sea entre células, sea
entre seres vivos en simbiosis, sea entre macro-organismos como ocurre en la
biosfera. De unas extensiones surgen otras: la evolución es una extensión de co-
nexiones previas que van desarrollándose en aspectos no solamente fisiológicos.
Así, del surgimiento del lenguaje proviene la posterior extensión del conocimien-
to científico, y de éste, interactuando con el desarrollo de herramientas, la tecno-
logía avanzada. Es posible contemplar la historia humana como un conjunto de
extensiones consecutivas que surgen unas de otras, y cuyo núcleo central es la
comunicación.
Podemos analizar así la morfogénesis de los medios, también llamada media-
morfosis, que es la genealogía por la que unos medios extienden facultades o sen-
tidos y con los cambios que ellos generan en el ser humano, producen a su vez
otros medios nuevos, requeridos para continuar la acelerada evolución de las ca-
pacidades humanas de comunicación con el entorno. Pongamos un ejemplo. Un
medio como la reproducción de imagen mediante imprenta, que extiende la capa-
cidad de reflejar una imagen producida manualmente, a múltiples copias exactas,
genera una mediamorfosis que va desarrollando los sistemas de reproducción
icónicos cada vez más eficaces y perfectos en su iconicidad, como las litografías,
estampaciones, fotografías, fotografía digital, imagen digital, holográfica, y así
sucesivamente. El proceso es una extensión, en primer lugar, porque la capacidad
de producir imágenes humanas a sistemas rápidos, distribuidos y automatizados
en los que ya no es precisa la tarea manual inicial y es cada vez más perfecta la
fidelidad al original –o debería serlo, aunque debemos tomar en cuenta las otras
leyes de los medios para juzgar con claridad-. Pero además cada nuevo paso en la
evolución de los sistemas de reproducción viene sugerido por el medio anterior,
que hace posible su ideación. Cada nuevo medio extiende además la capacidad de
los anteriores, y va desarrollando las potencialidades planteadas por ellos.
La historia de un medio como el cine es resultado de una extensión de medios
previa, que han participado en el desarrollo de esta técnica: la representación de la
imagen mediante proyecciones de sombras en la pared fue el ancestro más curio-
so, responsable de los efectos teatrales que animaban las religiones mistéricas
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En su núcleo, la ley de la extensión indica, como afirma Alva Noé muy reciente-
mente (2010), que somos seres expandidos y distribuidos desde nuestro más pro-
fundo núcleo: desde que nacemos formamos sistemas ensamblados de interacción
para alimentarnos y sobrevivir, y ellos nos conforman de manera que el desarrollo
de nuestro pensamiento, como estudió Jean Piaget, no es sino el desarrollo de los
esquemas de movimiento y relación que experimentamos en comunicación con el
entorno o con los demás, que se interiorizan, adaptan y dan lugar a las conexiones
abstractas (Piaget 1931) en procesos más complejos.
Las extensiones sensoriales y cognitivas forman a cada individuo, desde que
nace y se vincula a su madre o a su padre, hasta que incorpora conocimientos,
símbolos, experiencias descritas en los sistemas culturales, o el lenguaje mismo,
que le permite desarrollar su propio pensamiento al ensamblarse y generar un
mecanismo creativo de interacción con el entorno. Todo cuanto el hombre ha
creado son sistemas de comunicación y extensiones que le permiten superar sus
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table. Por ello mismo, admite el crecimiento indefinido, la educación más allá de
sus circunstancias físicas o contextuales.
Si Alva Noé afirma que los hábitos son herramientas o tecnologías cognitivas
para aumentar y extender nuestra conciencia a otros sectores de atención, las he-
rramientas y tecnologías creadas por el hombre son la demostración de que po-
demos extender nuestras capacidades a objetos o entornos no humanos, externali-
zarlos, trasvasarlos y posteriormente ensamblarnos con ellos para aumentar
nuestra capacidad de experiencia. Así lo ha estudiado Bruno Latour (2001:252).
Latour afirma que las herramientas son extensiones de nuestras capacidades a
objetos o seres no humanos. Somos capaces de crear máquinas, instituciones o
conceptos que tienen depositada, más allá de la agencia humana, la capacidad
para actuar en el entorno humano, para revelar información, almacenarla o ins-
trumentarla ante nosotros. Son herramientas y sistemas de ensamblaje a disposi-
ción de la humanidad, que pueden ser incorporados y aplicados según nuestra
necesidad de ellos. Así, por ejemplo, “la Ley” es una extensión cognitiva que se
halla ya externalizada, reificada en instituciones, libros o plataformas, y que actúa
contra o a favor de los individuos, se traslada de unos a otros, y supera en pervi-
vencia al humano. Igual ocurre con universos externalizados y reificados como es
“el Estado” o “la Ciencia”, tal y como estudió unos años atrás la corriente de la
fenomenología social de los autores Peter Berger y Thomas Luckman (1986).
Las herramientas humanas, del hacha de sílex a la tableta electrónica, del as-
pirador al libro de poemas, de la ciencia a los idiomas, son un inmenso conjunto
de extensiones materiales o simbólicas que permiten al ser humano ahorrar ener-
gía, disponer y canalizarla de manera más eficaz, trasplantarla directamente, y
ampliar sus facultades y sentidos de manera casi infinita. Las máquinas y herra-
mientas se crean a partir de una idea de extensión: el avión para poder volar, el
automóvil para poder ir lejos y de prisa, el satélite para poder comunicar con ma-
yor eficacia y amplitud. Todas ellas nacen en conexión con un sentido o facultad,
y son un desarrollo humano que refleja los modos naturales de experiencia en el
individuo. Toda herramienta es un medio de comunicación porque facilita o mejo-
ra una conexión con el entorno, que a su vez, es la clave de su desarrollo. Las
herramientas y tecnologías son creaciones humanas resultado de la interacción
con el entorno en dos sentidos: primero, porque surgen como algo que pide esa
relación previa. Segundo, porque una vez que se interponen, cambian la relación
del individuo con el entorno haciéndolo co-evolucionar con él, como veremos.
Es necesario pensar que toda la civilización humana, y la evolución de nuestra
especie, así como la de las demás, es el resultado de un entrelazamiento de facto-
res que se condicionan y se vuelven a condicionar circularmente. En nuestro uni-
verso, no hay fenómenos aislados con causas aisladas. Aquel elemento que causa
un determinado estado de cosas viene en parte generado por dicho estado, porque
en su origen existe ya una conexión previa. La reflexión de los científicos cuánti-
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cos nos muestra claramente este hecho. Todos los elementos que forman parte de
la realidad están entrelazados en procesos de interacción o en sistemas que se
mantienen en constante cambio e influencia. La co-evolución es el proceso que
hace interactuar al individuo con su entorno, de manera que ambos mutuamente
se condicionan, y es difícil saber cuál es el factor más determinante o qué es pri-
mero en la evolución generada.
Una parte fascinante de la extensión humana es la sensorial. Los seres huma-
nos podemos acoplar extensiones creadas como prótesis, y reaccionar en ellas
como sistemas ensamblados del mismo tipo a los que se crean en la familia o en
el conjunto madre-bebé. Estos sistemas ensamblados son tan naturales y a la vez
tan especializados que han dado lugar al concepto de mente extendida, es decir,
una exteriorización de la mente humana que ensamblada con un sistema tecnoló-
gico o de herramientas, da lugar a un complejo sistema que pone en cuestión lo
que podemos llamar los límites de la conciencia humana.
Han sido dos filósofos, Andy Clark y David Chalmers, los que han trabajado
sobre la idea de que la mente humana está extendida (2011). Cuando vemos a un
individuo interactuando con un ordenador estamos viendo un sistema de cogni-
ción extendida, en el que una tecnología que constituye una extensión de memoria
y otras facultades intelectuales, se ensambla con las facultades de ese individuo
en particular. Como dicen estos autores, es difícil saber dónde termina ese indivi-
duo y dónde comienza la máquina. Es complejo saber, sobre todo cuando las he-
rramientas tecnológicas digitales se ensamblan a la mente humana en sistemas de
interacción como los que se producen en las prótesis electrónicas o en dispositi-
vos que interactúan con el sistema nervioso directamente, cuál es el límite de la
identidad humana, y dónde llegaremos en este sentido.
La clave más esencial de este fenómeno radica en el hecho de que una vez que
se forma un sistema ensamblado y el hombre interactúa con una tecnología o he-
rramienta, aunque sea inmaterial, se produce una co-evolución (Chalmers y Clark
2011: 17). La influencia recíproca entre la plasticidad de nuestra mente y el en-
torno hace que haya un condicionamiento recíproco que moldee el conjunto y lo
haga evolucionar de una manera concreta.
La evolución de la especie con el uso de herramientas y la preparación de
alimentos cocinados y cocidos dio lugar a una menor necesidad de uso de las
mandíbulas como herramientas de fuerza, y a un mayor desarrollo de la capacidad
craneal como consecuencia de la menor necesidad de espacio mandibular. La co-
evolución que se desarrolló con la cultura de la alimentación más blanda dio lugar
a un ser humano de cráneo más grande y menor mandíbula. Este ser humano pudo
desarrollar por ello el pensamiento en mayor medida. Este es un ejemplo de cómo
el uso de una herramienta genera un condicionamiento que afecta al desarrollo
humano. El proceso sin embargo es más complejo, pues es el desarrollo intelec-
tual el que causa el mayor uso de herramientas e instrumentos agrarios que final-
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corporan, practican e innovan con cada hablante que asume la herramienta lin-
güística. Ésta es a la vez interna y externa, y precisamente por ello, permite el
desarrollo y la expansión de la experiencia humana, tanto la del individuo como la
de la especie en su conjunto, mediante la creación lingüística.
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gos, y en los colectivos en los que una multitud de individuos reaccionan de ma-
nera extendida, es decir, mediante contagios fílicos o fóbicos, es decir, en formas
orgánicas colectivas. Los fenómenos estésicos, (explicaremos algunos más ade-
lante) en los que las sensaciones se colectivizan o se producen reacciones masivas
de un grupo a estímulos emocionales o sensoriales, no podrían darse sin la ley de
la extensión sensorial. Múltiples situaciones de sincronización de las emociones,
sensaciones, ritmos biológicos, de sueño, etc., se deben a la capacidad extensiva
de la mente humana que esta ley resume.
No es extraño que la empatía y la sensibilidad grupal se estén viendo acrecen-
tadas cada vez más en nuestra especie. Es parte del desarrollo de extensiones sen-
soriales que las tecnologías digitales están impulsando enormemente. Las mentes
extendidas en herramientas tecnológicas también se extienden a otras mentes
conectadas a las mismas, generado lo que ha sido denominado “inteligencia co-
nectiva” (De Kerckhove, 1999b). La tendencia a la conexión e interconexión
también afecta a los individuos, y genera formas de vida colaborativas, más en-
sambladas y sociales.
La ley de la extensión sensorial y cognitiva de la comunicación nos ilumina
sobre cómo el ser humano toma y devuelve al entorno la energía que genera las
formas en que se desarrolla, y esas formas son medios de comunicación. Con esta
ley vemos cómo el ciclo de energía que va del individuo al entorno se completa y
va generando la evolución humana y de todos los seres vivos.
Un último ejemplo para entender hasta qué punto es vital la extensión humana
es recordar que McLuhan, en los años 60, vislumbró cómo un día la humanidad
dispondría de una red eléctrica lo suficientemente extendida como para que por
ella circulara la información a todos los hogares. Lo que el fundador de la Escuela
de Toronto previó fue la gigantesca extensión cognitiva, tecnológicamente creada,
de Internet.
Internet, como han afirmado los seguidores de McLuhan, es una externaliza-
ción de los sistemas nerviosos e intelectuales humanos, como si le hubiéramos
dado la vuelta, como a un guante, a la mente humana, y hubiéramos hecho exter-
nos todos los cerebros, cuyas interconexiones fácilmente se ensamblan con las
conexiones de los otros cerebros. Si vemos bien esta metáfora, efectivamente la
red de redes se establece por una confluencia de extensiones.
En primer lugar, los ordenadores son extensiones de la memoria y del pensa-
miento humano. Cuando se conectan entre sí y mediante cable telefónico, satélite
y fibra óptica, las conexiones de estos sistemas multiplican las potencialidades de
coordinación de los datos. Desde el punto de vista de los lenguajes y codificacio-
nes, aparece la idea de ensamblar y de protocolizar los códigos de manera que
sean fácilmente compartibles, así como la de uniformizar el flujo de informacio-
nes. Para que todo el gigantesco ensamblaje de tecnología y lenguajes pueda ser
útil a los usuarios, surgen interfaces, lenguajes y programas que están creados
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La ley de la proyección comunica-
tiva
Hemos visto una primera ley relativa a los medios, tecnologías y sistemas de co-
municación. La ley de la extensión nos instruye sobre la capacidad de extrover-
sión humana y nuestra esencia y libertad profunda, en contacto con el mundo que
nos rodea. Ahora vamos a tratar una ley que versa sobre la acción profunda, in-
trovertida, intrapersonal, de la comunicación en la mente. Esta es una ley que
señala el poder de la información. Este poder es el de definir y formar la realidad.
Llamamos proyección a la capacidad de un mensaje, señal o forma, de cobrar
autonomía en la vida humana. Una proyección es una creación humana que se
independiza de la conciencia del individuo que la genera y le afecta como un fac-
tor externo, a dicha persona o a los demás. En principio, se trata de una actividad
mental humana. Los hombres somos capaces de proyectar cogniciones de manera
que les otorgamos autonomía y capacidad de organizar nuestra vida.
Esta ley aparece por primera vez en las formulaciones de los psicólogos estu-
diosos de las patologías mentales relacionadas con la incapacidad de distinguir
entre ficción y realidad, y la fijación de imágenes o conceptos obsesivos en la
mente humana. Fueron los antecesores de las teorías psicoanalíticas y del condi-
cionamiento, los primeros teóricos que mencionaron el proceso de proyección
mental. Según estos primeros autores, la mente humana puede otorgar autonomía
a imágenes creadas por ella misma, reaccionando ante ellas como si no fueran
tales.
Una vez que el psicoanálisis freudiano estableció con claridad el fenómeno de
proyección en la mente enferma, el proceso se fue estudiando hasta constatarse
que la mente no enferma también realizaba constantemente proyecciones e identi-
ficaciones proyectivas, de modo que otorgaba carta de naturaleza a representacio-
nes mentales y a su vez las generaba a partir de experiencias naturales o emocio-
nes.
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Las diez leyes de la información
Por poner un ejemplo sencillo, todos nos guiamos por el sistema de la hora
para medir el tiempo en la sociedad. El sistema horario es una gran proyección
aceptada y extendida a toda la vida social, autónoma con respecto a los individuos
particulares, y que se generó por la mente humana para estructurar el tiempo. Es
una imaginación creada para dividir el tiempo, proyectándolo en un recorrido
espacial o en un continuo numérico. Es una proyección psicosocial que se ha con-
vertido en compartida y aceptada. Hasta tal punto es autónoma de nuestra con-
ciencia individual, que nos constriñe y presiona y, aunque la hayamos imaginado
y proyectado los humanos, se convierte en algo ajeno e impuesto (por ejemplo
cuando llegamos tarde a una cita). Hay proyecciones en todos los niveles, indivi-
duales, grupales, masivas, e interpersonales también.
Esta ley admite otra formulación más sencilla que tiene que ver con la naturaleza
de la comunicación: todo mensaje y toda señal genera su propio contexto. Cuan-
do una señal de comunicación, o un mensaje informativo se transmiten, automáti-
camente configuran una estructura en la que ordenan las partes de la realidad que
van a interactuar en torno, y el poder que la comunicación y la información tienen
en este sentido está basado en muchas dimensiones de los procesos comunicativos
a la vez. Cuando un mensaje o señal genera su contexto adquiere autonomía, se
convierte en un todo. Se ha proyectado en una o más mentes humanas.
Imaginemos que un titular de periódico dice “El populismo ha vuelto”. Esta
frase tiene un poder proyectivo en los lectores. A este poder se le ha denominado,
en las teorías profesionales del periodismo, “poder factitivo”, poder de generar los
hechos de los que se informa. Automáticamente genera un estado de opinión en
los lectores, que asumen su veracidad y el contexto que crea dicho mensaje, ac-
tuando en consecuencia. Aun cuando la frase original fuera falsa, el poder proyec-
tivo que tiene, al ser leída, incide sobre lo real. Muchas veces grandes falsedades
se hacen verdad por la simple propagación de las mismas. Ése es el poder proyec-
tivo de la información.
Los autores de la Escuela de Palo Alto, reflexionando sobre la extensión del
poder proyectivo de la comunicación, enunciaron el axioma “Es imposible no
comunicar”, para expresar parte de este fenómeno. Todo cuando hacemos o de-
cimos se proyecta en nuestras mentes generando imágenes o cogniciones autóno-
mas. No existe ni una sola acción humana que no sea proyectiva. Aunque estos
autores no desarrollaron más el fenómeno, sí mostraron por primera vez la com-
plejidad enorme de la realidad comunicativa.
Vamos a estudiar paso a paso esta ley, que afecta, de los niveles masivos a los
niveles intrapersonales y sensoriales, a todos los sistemas informativos.
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La ley de la proyección comunicativa
Si llevamos hasta el final el razonamiento que esta ley nos indica, veremos que la
información es el ladrillo fundamental que construye la realidad. Lo que esta ley
indica es que toda señal, todo mensaje, toda expresión, se proyecta, es decir, ge-
nera un contexto o campo de significados asociado a su presencia. Cuando esto
ocurre, se condiciona la situación y se determina su desarrollo futuro, porque las
proyecciones son autónomas con respecto a los individuos. Vamos a ver algunas
ideas de la física y de la filosofía que han trabajado en esta ley.
En las dimensiones microscópicas, este fenómeno ha sido demostrado por las
teorías cuánticas de la Física, que analizaron en la misma época que la teoría ges-
talt el universo como un orden en el que la implicación de los componentes de
que consta llega a modificarlo radicalmente. El poder proyectivo de la interacción
de los elementos que constituyen la realidad es inevitable, está en la naturaleza
misma del universo, igual que en la configuración misma de nuestra percepción
sensorial.
La cuántica se fundamenta en el principio de indeterminación de la realidad,
establecido por W. Heisenberg en 1926. La realidad es en su observación más
concreta una manifestación multiprobable de estados simultáneos y excluyentes
entre sí, que sin embargo, son determinados por la acción de quien la observa. La
física puso en el centro de la esencia del universo un proceso de comunicación, el
del observador y la realidad observada. La interacción de estos dos componentes
es la que inclina la naturaleza del universo en un sentido determinado, en una
compleja serie de niveles de influencia recíproca.
El universo en el que vivimos es una gigantesca proyección comunicativa. Es
decir, se forma por la combinación de diferentes componentes que interactúan y
dan así forma al mundo en que vivimos. Como proyección comunicativa, el uni-
verso es cambiante, moldeable, y está sujeto a la influencia de cada ser que en él
existe.
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en él permanece cada vez de una manera más profunda. Cada vez más, vivimos
en un mundo virtual que nos envuelve y nos conduce hacia la realización personal
dentro de él. El mundo material se va volviendo más fluido y moldeable como
influido por el imaginario colectivo.
Actualmente se está generando, por la acción de las tecnologías digitales, un
inmenso proceso de fusión de imaginarios que, a su vez, alimenta la fusión de
medios materiales, géneros de comunicación, y tecnologías y códigos adaptados a
un universo transmedia. Las interacciones entre géneros, formatos, soportes, tras-
cienden ya las categorías tradicionales y nos muestran un universo donde el ima-
ginario es la base de los medios informativos, y las redes permiten la convergen-
cia de estilos, lenguajes y retóricas que provienen de los antiguos compartimentos
de la cultura de masas del siglo XX.
Todos los procesos de la comunicación de masas generan formas o conectan
con formas del imaginario. La fusión, las interacciones entre formas del imagina-
rio, son cada vez más frecuentes, llevando la cultura de masas hacia un mayor
sincretismo, mayor mezcla e hibridación de formas. La fusión de formas en el
imaginario, que siempre fue posible, es uno de los motores que impulsa las trans-
formaciones de las tecnologías digitales, guiadas por los principios de variabili-
dad, trascodificación, re-mediación y recombinación de elementos. El fabuloso
mundo digital proyectado de Internet es el colmo del desarrollo de las formas
imaginarias, convertidas ya en medio ambiente de la actividad comunicativa, y en
interfaz de acceso a la misma.
Para materializar un poco más esta explicación, pasamos a una dimensión más
cercana al periodismo para ver en acción la proyectividad comunicativa. En ese
mundo igualmente la información construye la realidad, genera su contexto, en
este caso mediante la interacción de profesionales, instituciones y estructuras de
poder.
Esta ley ha sido muy estudiada en el mundo de la comunicación informativa,
y en el periodismo profesional bajo la denominación, que citábamos anteriormen-
te, del principio de la facticidad de la información en las dimensiones periodística
y de medios de la comunicación de masas en los pasados siglos (Fishman, 1983).
Se denomina así a la capacidad de una noticia para instituirse en hecho social.
Las noticias que se convierten en hechos se apoyan en el poder factitivo, el poder
de dominar la realidad, de las instituciones sociales que dominan la organización
humana y que generan noticias. Pero a su vez, los periodistas hacen fáctico ese
poder con su propia difusión de la información, colaborando con él y retroalimen-
tando el circuito. Cuando aparece Internet y nuevas formas de información circu-
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lan desde centros informativos nuevos, el poder factitivo de las noticias decae en
parte. Las redes sociales empiezan a ser decisivas sobre lo que hay y es importan-
te, introduciendo nuevos temas en las agendas temáticas de la vida social, y for-
zando a nuevos modos de establecimiento de la facticidad de la información.
El poder factitivo obedece a la ley proyectiva, según la cual la información
proyectada genera realidad. Si no existiera una interacción entre los distintos acto-
res de la vida social, no se generaría este poder, ni proyectaría una imagen del
mundo, que tiene consecuencias en cómo lo vemos y lo que decidimos hacer en
él.
Por ejemplo, un periodista recibe una información de una fuente con poder
político. Cuando el periodista escribe la noticia, se apoya en el poder de su fuente
para justificar la publicación y su enfoque. A su vez, la fuente de poder político,
que necesita del periodista, se consagra gracias a la publicidad y difusión que el
periodista le proporciona. En el entrelazamiento de capacidades de ambos, el po-
der factitivo surte su efecto. Lo que los periodistas al servicio del poder nos rela-
tan es más real que la realidad misma, aunque en su origen, fuera falso.
No nos hacemos idea del dramatismo que este hecho tan simple implica. Si la
interacción que proyecta la información en la vida social no estuviera controlada
por el poder, la idea de la vida social, y la justicia en este mundo, serían muy dife-
rentes. Porque las ilusiones proyectivas cierran la posibilidad de cambiar el mun-
do cuando impiden que en él interactúen informativamente hablando los que no
tienen poder definidor de lo real.
Aquello que no es noticia no existe en la conciencia colectiva. Y la informa-
ción solamente proviene de quienes son atendidos por los periodistas. Si los in-
formadores no tratan a fuentes alternativas al poder, sea político, económico o
cultural, darán una visión terriblemente parcial de cuanto existe. Y así es. En la
denominada “industria de la conciencia” de los medios las tres cuartas partes del
mundo real no existen literalmente.
No hay nada más terrible que ser aniquilado comunicativamente, porque eso
implica la incapacidad de futuro, de un cambio del sistema, de una interacción
creativa y de verdadera comunicación global. Si queremos entender por qué hay
tanto sufrimiento, por qué existe tanta injusticia y desigualdad social, debemos
darnos cuenta de que no hay consciencia ni comunicación sobre otra posibilidad,
y eso determina la incapacidad para cambiar. Una verdadera implicación y poder
de participación de todos en la comunicación cambiaría radicalmente el universo.
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efectos drásticos en la vida social, demostrando que cuando las masas sociales
ejercen su poder comunicativo de influencia proyectiva pueden conformar la vida
de las personas con mayor fuerza que si hicieran una presión física o material
sobre las mismas. Este poder proyectivo, que para él tenía la forma de una profe-
cía que se cumple a sí misma, es el mismo del clima de opinión, agigantado por
los efectos encadenados de su aplicación a un gran número de individuos.
Los individuos en dimensiones grupales tienden a sincronizar sus emociones,
sus opiniones, y a conformar macro-organismos por lo menos ocasionalmente,
cuando la cohesión es grande y el grupo es homofílico (es decir, muy homogéneo
en sus opiniones y forma de ser, (Rogers 1983) y uniforme. En estas situaciones
surgen contagios emocionales, proyecciones psico-patológicas de diversos estilos
–fóbicas, de pánico, de odio y cólera, o fílicas, de efusión amorosa, empatía, me-
lancolía-, que afectan a las multitudes de manera muy drástica, porque en ellas se
impone la “mentalidad grupal” (Janis) y los individuos no captan la esencia crea-
da, proyectiva, de lo que sienten o piensan. Estos contagios son responsables de
las escaladas bélicas y de violencia, y de las revoluciones emocionales que llevan
a cambios muy importantes también. (Dayan 2000).
La proyectividad actúa de un modo drástico en el nivel grupal. Puede llevar al
fanatismo, a la cólera o al pánico, o a la efusividad desbordada en duelos o en
euforias masivas, que vemos a lo largo de la historia humana moderna. Es difícil
oponerse a ella, y el individuo que se enfrente a una masa dominada por una pro-
yección emocional es como si se enfrentara a un animal furioso, su vida corre
peligro absoluto. Las proyecciones masivas pueden dominar durante siglos a una
cultura, y salir de ellas requiere todo un cambio evolutivo y pasos adelante en los
sistemas de información y de educación de esa sociedad.
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yecciones, es decir, en las imágenes mentales, a las que las personas otorgan po-
der de dirigir su comportamiento.
Se trata del mismo efecto de las otras dimensiones de la comunicación. Un
individuo que trabaja en su mente, construyendo o reforzando determinadas re-
presentaciones, cogniciones e imágenes, produce efectos en su disposición física,
y en su actitud frente al entorno, efectos que a su vez generan cambios y corres-
pondencias en el entorno o en los otros seres humanos. El efecto determinante de
la interacción proyectiva puede producir, guiado por una energía comunicativa
bien concentrada, efectos psicosomáticos, sociales, culturales, enormes. Y puede,
por supuesto, contrarrestar otras proyecciones colectivas o masivas que buscan
socavarlo. Pensemos en la capacidad de un líder espiritual como Gandhi para
sostener su opinión y conseguir imponerla, utilizando solamente su capacidad
proyectiva –su insistencia, paciencia y coherencia de toda su conducta en ella-.
Por ello mismo, la ley proyectiva debe estar siempre presente en la vida humana,
pues nos indica que tenemos literalmente el futuro en nuestra capacidad de comu-
nicación y de información.
De nuevo volvemos a hablar aquí del entrelazamiento que desencadenar el
poder proyectivo auto-controlado puede generar con el entorno. Las personas que
aprenden a controlar las propias proyecciones intrapersonales –conociendo las
representaciones mentales que tienen en sus mentes, analizándolas, observando
sus conexiones emocionales y sus consecuencias en los comportamientos propios-
emiten hacia el entorno una serie de señales proyectivas que, a su vez, generan
automáticamente respuesta en los otros. Este proceso puede cambiar las actitudes
de los demás hacia uno mismo, y con ello, las respuestas que nos dan a cuanto
deseamos o queremos con ellos. No se trata de ningún tipo de poder más allá de
las condiciones psicológicas y físicas de las que todo ser humano está dotado.
Simplemente ser consciente de que cada señal que emitimos, aun cuando sea diri-
gida hacia nosotros mismos, y permanezca secreta, proyecta y determina nuestro
estado general y por ello es notada por los demás y genera efectos. De las sutile-
zas de la capacidad proyectiva de la información todavía tenemos que conocer e
investigar muchísimo más.
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cia de los medios
Esta ley, que hemos ubicado en tercer lugar, es la segunda de las que enunciaron
los McLuhan en su célebre tétrada de los estudios de los medios. Podemos definir
esta ley como la ley de la sensibilidad. Así como hemos visto que la ley de la
extensión nos ilustra el potencial de la mente a la hora de asumir una herramienta
o tecnología, y de extenderse en los sistemas de cognición de la cultura o de la
civilización, y la ley de la proyección nos habla de la potencia imaginativa y crea-
tiva de las construcciones mentales humanas, la ley de la atrofia u obsolescencia,
complementaria a la primera, nos habla de fenómenos que podemos ver cada día
ejemplificados en nuestra propia sensibilidad.
Esta ley indica que todo medio, a la vez que extiende o potencia un sentido o
facultad humanos, atrofia o hace obsoleto otro que se utilizaba previamente
(McLuhan 2009). Esta ley ilustra el desequilibrio que se introduce en las faculta-
des o sentidos humanos con la aparición de una extensión. Toda extensión en un
sentido implica la atrofia de otro, tal y como expresa otra redacción de esta misma
ley.
La extensión y avance en un sentido genera o implica la atrofia o limitación
en otro. Por ejemplo, para leer, debemos permanecer inmóviles. Debemos con-
centrarnos en la visión de las letras y no distraernos con percepciones acústicas o
táctiles. Debemos aminorar voluntariamente nuestra atención lateral a otros estí-
mulos. Cuando vamos al cine, y vemos allí potenciada la sensibilidad o la percep-
ción psicológica, debemos permanecer a oscuras y sentados para que se den estas
condiciones óptimas de potenciación de la comprensión de la película. Un medio
que potencia un sentido o facultad siempre implica una atrofia de otro.
Grandes capacidades adquiridas mediante una herramienta extensiva atrofian
otras capacidades. El ejemplo característico en estos casos es el de la invención de
las armas, herramientas que hacen enorme la capacidad de aniquilación humana,
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Esta ley fue desarrollada por muchos pensadores antes de ser formulada para los
medios de comunicación. Diderot, el célebre filósofo francés del siglo XVIII,
habló de su paradoja (1999), centrada en el mundo del comediante, pero que po-
demos cifrar en un ejemplo de sensibilidad muy sencillo, el del ciego y su bastón:
según la paradoja, la extensión de la sensibilidad del ciego, a la punta de su bas-
tón, conlleva necesariamente que no sienta su mano empuñando el mismo. Dide-
rot estudió el hecho paradójico de que una extensión o asimilación en un proceso
comunicativo requiere necesariamente anular algunas partes integrantes del mis-
mo, para que no sean autónomas e impidan la extensión sensorial.
Diderot analiza el mundo del teatro, donde se sabe que un actor, para repre-
sentar a fondo su papel, debe asimilarse completamente a él y convertirse en un
cauce para la total expresión del personaje literario, anulando su propia personali-
dad. Muchas extensiones de tipo físico encajan exactamente con el proceso que
Diderot describe, y es necesario por decir así “suprimir” una parte sensorial o
facultad para generar la correspondiente extensión: pensamos en la incorporación
de aparatos ensamblados al cuerpo humano que nos protegen al precio de eliminar
movilidad, sensibilidad, precisión de movimientos, etc.
Lo contradictorio del fenómeno que estudia Diderot radica en el hecho de que
en muchos casos los actores, que llevan a cabo una completa extensión de sus
capacidades expresivas al interpretar a grandes autores de la literatura dramática,
llegan a pensar que su personalidad es el fenómeno extensivo que viven cuando
encarnan papeles teatrales, y ello les induce a desarrollar una falsa idea de sí
mismos. No ser más que una herramienta al servicio de un texto puede conducir
al error de pensar que hemos generado nosotros mismos el proceso, en un claro
mecanismo proyectivo erróneo. Así, los actores, o en general los artistas, de ser
simples mediadores en un proceso creativo que los supera, pueden llegar a pensar
que son el origen y el centro del mismo. Este paradójico engaño es el responsable,
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en cualquier facultad o sentido humanos. Así, saber que por ejemplo la sensibili-
dad no es mayor cuando se excita o estimula más, sino cuando se combina con su
opuesto, es un tipo de sabiduría que muchas civilizaciones han alcanzado. Sócra-
tes lo expresaba en el diálogo de Platón Fedón o de la inmortalidad del alma:
para sentir una determinada sensación, por ejemplo una sensación de saciedad, a
menudo debemos cultivar la sensación opuesta, es decir el hambre, de modo que
en el juego de contraste y en el ritmo de evolución de ambos extremos podamos
definir con riqueza lo que supone el placer en la comida.
Este criterio nada tiene que ver con el que sería simplemente extensivo, y que
se basaría, en nuestro ejemplo, en la satisfacción cada vez mayor del deseo de
comer, que nos conduciría a la constante sensación de hartazgo, por la ley de la
atrofia. Incluso, comer platos crecientemente refinados nos llevaría a perder el
placer de la comida sencilla, y del gusto que produce cuando se tiene suficiente
hambre, y apetito, como para disfrutar de ella como si se tratara del más fastuoso
de los banquetes.
El juego sutil de los opuestos genera un umbral de carga en el mundo del pla-
cer gastronómico que es necesario conocer y sobre todo practicar. Igualmente
ocurre con cualquier otro campo de la sensibilidad humana, en el que solamente
experimentamos la plenitud sensorial o cognitiva cuando no perdemos de vista la
carencia total en ese dominio. Debemos mantener bien abiertos los umbrales de
carga, con el conocimiento o la sensación de los opuestos, para poder definir en
detalle cada sensación. Muchas formas de sabiduría oriental han trabajado con
esta ley de la sensorialidad, como hace el yoga, por ejemplo.
El conocimiento de la dualidad de los opuestos como umbral para alcanzar
una unidad superior es una de las nociones en las que las civilizaciones tradicio-
nales han insistido más. Las culturas donde los opuestos unidos forman una uni-
dad superior –sean el ying y el yang, o la vida y la muerte, o el día y la noche, o
la deficiencia y la saciedad- nos hablan de la necesidad de considerar que el único
modo de extender las capacidades humanas es mediante la superación de la para-
doja de la atrofia, es decir, mediante la integración de las facultades y sentidos en
una evolución equilibrada. En dicha evolución, lo cualitativo aparece como algo
superior a lo cuantitativo. En el mundo de los medios y las facultades y sentidos
humanos, lo extremo nos lleva al desequilibrio. Se puede ahondar o elevar más el
desarrollo en estos planos con el ajuste de los contrarios u opuestos en un sistema
sensible a ambos. El desarrollo en profundidad de un sistema de extensiones
siempre ha de basarse en un equilibrio constante con las privaciones que incre-
mentan su valor.
¿Qué queremos decir? Del mismo modo que el cuerpo humano puede aprove-
char la riqueza de los nutrientes cuando experimenta su carencia hasta cierto lími-
te, mediante una dieta sobria e incluso basada en la carencia más que en la abun-
dancia, así el cultivo de otras facultades y sentidos se basa en no perder de vista el
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públicos, que ahora hacen circular la información, pues su papel se está entremez-
clando con el de las propias fuentes informativas.
Este vuelco hacia los públicos se pone de manifiesto en algunos de los nuevos
periódicos digitales, que aunque prestan una atención desmedida hacia la infor-
mación que llega por las redes, se distinguen claramente de ellas por la calidad
con la que abordan los mismos asuntos. Estos medios digitales empiezan a ade-
lantarse a las redes en la difusión de los asuntos. Y ofrecen su propio producto sin
confusión ni estrategias de marqueting forzadas que han llevado a algunos medios
de masas a introducir forzosamente contenidos en las redes, que son rechazados
por los públicos cuando se capta que se trata exclusivamente de publicidad de un
medio o de intentos de captación de nuevos públicos emulando los consejos inter-
personales que se dan en esta nueva dimensión de la comunicación social.
Lo que se nos presenta en el periodismo y los medios informativos, con este
gigantesco proceso de obsolescencia, es también la oportunidad de renovar la
profesión periodística desprendiéndola de una visión estática, de gran negocio,
asentada e inmovilista que dominó la profesión en la segunda parte del siglo XX.
Hoy en día el periodismo recupera funciones ciudadanas que deben distinguirlo
de otras actividades informativas en la red. Es una profesión dura, en un entorno
muy competitivo, lo que obliga a refundar constantemente su base y a trabajar en
los criterios de calidad, de manera que en un mismo plano de igualdad frente a las
redes sociales pueda elegirse la visión profesional de los asuntos de interés porque
es la más independiente, seria y fiable. Es una profesión que debe aceptar el di-
namismo de las innovaciones tecnológicas constantes en su campo, con una men-
talidad artística, de modo que ya no habrá fórmulas fijas, trabajo rutinario ni tec-
nologías seculares para trabajar en este oficio.
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Así como las leyes de la proyección, la atrofia o la ley del orden son leyes intuiti-
vas, que cualquiera puede adivinar en los procesos comunicativos, la ley de la
carga informativa es más especializada y desconocida. Pero por ello mismo es
una ley fundamental si queremos especializarnos y profundizar en los fenómenos
de la comunicación y de la información.
Esta ley establece que en información, la carga o cantidad de elementos afecta
al resultado del proceso comunicativo. La información es relativa a la carga.
Quiere esto decir que no existe la información en términos absolutos, sino que la
información es siempre relativa a un umbral, es decir, a unas cantidades mínima y
máxima, entre las cuales constituye su existencia, se define como tal.
Para entenderlo muy sencillamente, sabemos que lo que para una persona es
completamente novedoso, para otra persona puede ser ya conocido. Si un indivi-
duo posee una cantidad grande de información sobre un tema, será difícil darle a
conocer algo nuevo para él. En cambio, una persona con pocos datos en un tema
determinado encontrará novedoso e informativo muchos más elementos, o tam-
bién puede ocurrir, si no posee nada de información, que su ignorancia le haga no
captar nada de las señales que se le están ofreciendo. Lo que para cada una de
estas dos personas es información, es diferente. Según sus conocimientos previos,
así será la información a la que puedan acceder. La información es algo que de-
pende de la cantidad de elementos de que disponemos.
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los sabores que podemos gustar a través de las papilas en la lengua. Estos recepto-
res sensoriales están capacitados para captar umbrales de sabores, es decir, dife-
renciales que distinguen sabores de mayor a menor dulzura, de mayor a menor
gusto salado, de mayor a menor acidez o de mayor a menor amargor.
Obsérvese que en todo el ámbito sensorial el concepto de umbral de carga es
clave para la organización de la experiencia. Un proceso perceptivo que comienza
distingue básicamente entre un mínimo de dos elementos: luz y oscuridad, silen-
cio y sonido, frío y calor, malestar y bienestar, son algunos de los elementos que
conforman diversos umbrales de percepción.
Una vez que estos umbrales definen los límites de un proceso comunicativo,
surge entre dichos límites el juego informacional de combinaciones y gradaciones
posibles entre los elementos discernibles: ritmos sonoros, figuras en la gama de
los grises, sensaciones térmicas de tibieza, frescor, calidez, o sensaciones genera-
les de tranquilidad, inquietud, vitalidad, relajación. Cada situación va conforman-
do una determinación de las múltiples combinaciones que los umbrales abren a la
percepción o sensación.
Los humanos, los animales, y probablemente otros seres vivos, disponemos
de todo tipo de umbrales, perceptivos y cognitivos, que vienen señalados por
nuestras condiciones biológicas, pero también son establecidos por las circunstan-
cias evolutivas, por las condiciones culturales o por los procesos y experiencias
vitales.
Los umbrales de carga informativa caracterizan a cada especie. Así, hay espe-
cies cuyos umbrales de carga son extensísimos y muy desarrollados para un de-
terminado sentido perceptivo (por ejemplo, el sentido del olfato hiper-
desarrollado que tienen los perros y lobos, o el sentido de la vista y la capacidad
de percepción visual de las corrientes térmicas que tienen las aves rapaces). Hay
umbrales cognitivos animales más amplios que los humanos también: por ejem-
plo, la capacidad de orientación de aves o mamíferos como las ballenas, e incluso,
se sabe que determinadas especies pueden tener un más amplio umbral de tole-
rancia a la percepción numérica automática (es decir, determinados animales cap-
tan de un golpe de vista un conjunto numeroso de elementos, sin necesidad de
reducir su carga con el conteo lineal, con más capacidad que los humanos).
Muchos de estos umbrales sin duda han evolucionado con las especies. Mar-
can su desarrollo y al mismo tiempo, condicionan su evolución en el entorno. Es
el caso del umbral de tolerancia a alimentos vegetales que los perros tienen frente
a los lobos, su antepasado genético. Los perros toleran y digieren bien alimentos
provenientes de cereales, vegetales y demás, en tanto los lobos no digieren bien
estos alimentos y su dieta es principalmente carnívora. Los perros se hicieron
omnívoros probablemente en contacto con el ser humano, cuando empezaron a
rondar a las poblaciones humanas buscando alimento.
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Las diez leyes de la información
En la compleja interacción que dio lugar al surgimiento del perro como espe-
cie, su adaptación a la alimentación humana, y el consiguiente cambio de hábito
marcó la simbiosis que se dio con la especie humana. Este cambio se muestra
también en el cambio y ampliación del umbral de digestión de alimentos, relacio-
nado directamente con la “alianza” entre los hombres y los perros, que dio lugar a
las nuevas funciones que los lobos empezaron a ocupar en los poblados humanos.
Este ejemplo anterior nos sirve para introducir un tema apasionante como es
el trabajo con los umbrales cognitivos, sensoriales y culturales.
Los umbrales informativos por lo general son dúctiles, pueden ser más exten-
sos o reducirse, e incluso los más marcados genética o biológicamente admiten el
trabajo y la ampliación de sus límites.
Esto implica también que con los cambios en los umbrales cambia la capaci-
dad para captar información, pudiendo notar mucha más y más allá de los límites
convencionales de carga para otros individuos.
Un individuo puede ampliar los límites de sus umbrales de carga cuando se
somete a un proceso comunicativo frecuente, que ensancha, valga la metáfora, su
capacidad de percepción de señales que llegan en infracarga o en sobrecarga.
El conocimiento en profundidad de un campo conlleva la capacidad de captar
sutiles diferencias en datos de dicho contexto, es decir, una mayor capacidad de
captar información en infracarga, de carácter muy reducido o cantidad pequeña, e
igualmente, a una persona con umbrales de carga muy trabajados es difícil sobre-
cargarla de información, puede tolerar ingentes cantidades de datos o desenmara-
ñar la complejidad de los mismos.
Los umbrales de la información, en el proceso que sea que estemos analizan-
do, son porosos. Esto quiere decir que admiten la interacción con sus límites, y
que en esa interacción consiguen crecer, o ampliarse, dando lugar a extensiones
de sentidos y facultades.
La frecuencia de información en un campo o sector permite ensanchar los
umbrales de infra y sobrecarga de manera que la información que a menudo llega
subliminalmente, es decir, pasa desapercibida para la mente focalizada y atenta,
puede recuperarse y usarse una vez que se generan apertura de los umbrales me-
diante las iluminaciones creativas, y por el carácter más poroso hacia esas cáma-
ras no conscientes de acceso a la información que tienen las personas que están
muy atentas y familiarizadas con un tema o campo de conocimiento. Es el típico
caso del desarrollo de la capacidad para resolver enigmas o cuestiones desconoci-
das –infra o sobrecargas informativas- que una mente detectivesca o superdotada
puede tener para apreciar, organizar o sintetizar la información clave en un asun-
to.
Cuando hablábamos del modo artístico de solventar las atrofias sensitivas en
el capítulo anterior, hacíamos notar que también la proporción y el juego con los
opuestos permite superar las atrofias. La razón es que las infracargas definen um-
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brales de sensibilidad y los amplían cuando éstos se hayan atrofiados por efecto
de la sobrecarga: poníamos el ejemplo del ayuno que potencia el placer de comer
posterior a él. Ayunar es infracargar el proceso sensorial del gusto, es ampliar o
redefinir su umbral de carga, para que se genere información con él. Información
y umbral de carga son por tanto dos entidades funcionalmente interdependientes.
Los umbrales de carga, por tanto, también pueden encogerse o empequeñecer
en sus límites, de modo que se produzca una pérdida de capacidad de procesa-
miento informativo, sensorial o cognitivo. Vamos a poner diversos ejemplos para
mostrar hasta qué punto esta ley nos da una impresión bien diferente de los proce-
sos de comunicación y sus efectos en los individuos y especies.
Cuando no leemos, tendemos a entender menos ideas y cada vez nos resulta
más difícil acceder a información que mantenga los umbrales de carga con buena
capacidad de captación de información. La sensibilidad cultivada mediante el
acceso a las obras de arte, que genera por ejemplo una educación en un país desa-
rrollado, permite a las personas disfrutar de la cultura y generar experiencias ma-
ravillosas en su vida. Cuando no hay acceso frecuente a la cultura, los individuos
tienden a despreciarla, y por ello mismo, cierran sus umbrales a las experiencias
de la sensibilidad cultural. Parecido es el caso que se da en la sensibilidad epi-
dérmica a determinados estímulos, aunque en este caso vemos en acción una re-
ducción de la capacidad sensorial por sobrecarga de estímulos: cuando nos gol-
peamos la piel durante un buen rato, terminamos por no sentir nada en ella. Esta
hiper-estimulación o sobrecarga sensorial genera un vacío absoluto. Los umbra-
les, aun cuando tiendan a modificarse, tienen sus límites claros.
Los umbrales también son cognitivos, o culturales, decimos. Para un estudian-
te de inglés de nivel Proficiency, hay un umbral de comprensión textual de la
lengua inglesa muy diferente al que existe para un estudiante de nivel básico A.1.
Un lector habitual de periódicos capta las palabras clave y comprende los asuntos
de manera más rápida y amplia que un lector ocasional, y por tanto sus umbrales
de sobrecarga e infracarga son distintos: el lector experto entenderá más cosas
complejas (menor nivel de sobrecarga) y también detectará datos que a alguien no
experto le parecerán irrelevantes (mayor capacidad en infracarga). Sus umbrales
cognitivos en la lectura de información serán más amplios.
Fue el psicólogo George A. Miller el que en su artículo “The Magical Num-
ber 7+-2. Some Limits in Our Capacity of Processing Information”, publicado en
1956, estableció por primera vez de modo científico la existencia de los umbrales
de carga informativa. Miller, que trabajaba sobre algunas ideas de psicólogos
anteriores, estableció de manera muy ilustrativa que en nuestro procesamiento
mental de las percepciones hay umbrales, es decir, límites cuantitativos, que anu-
lan o por el contrario hacen eficaz la información.
Ello quiere decir que informativamente hablando, un mensaje depende de los
umbrales de carga de su receptor, para transmitir realmente información. Para un
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nidos por sistema, puede ayudar a un alumno con problemas de atención, pero
tiene el efecto contrario para el alumno que busca una carga cognitiva idónea a su
interés. Otra gran parte del fracaso de la enseñanza en los sistemas actuales radica
en su tendencia a la redundancia.
Podemos considerar la redundancia como un veneno informativo muy nocivo,
que tiende a desmotivar, a aburrir y a generar menor energía en la comunicación
en que aparezca. La redundancia es lo que mata la creatividad en muchos sectores
académicos, así como en la educación de los niños. Nuestra tendencia a habituar-
nos a la información, y a estabilizarnos en procesos repetitivos, nos aporta mucha
seguridad, pero desde el punto de vista comunicativo destruye la capacidad de
contacto con la realidad. Si trasladamos al mundo de la comunicación de pareja
esta ley, veremos como ocurre precisamente eso: las relaciones sentimentales
humanas mueren por efecto de redundancias que literalmente impiden renovar y
refrescar la relación comunicativa.
Uno de los modos de manipulación de la información más seculares es el
mantenimiento de la infracarga informacional para toda una sociedad. Vemos que
democracias consolidadas revierten sus libertades, e incluso no son conscientes de
ello, después de años de manipulación, censura e infracarga generada desde un
poder autoritario que controla los medios de comunicación.
La sobrecarga puede generarse a la hora de exponer o expresar un mensaje in-
formativo, arruinando su contenido. Es el caso de oradores monótonos o lentos, o
de expositores de presentaciones en las que la redundancia se adueña del conjun-
to. Mucho del fracaso del arte moderno es la infracarga o la redundancia semánti-
ca en la que se han embarcado algunos supuestos creadores. La falta de sentido es
clave a la hora de impedir el mantenimiento de cualquier modo de actividad hu-
mana.
Infracarga y sobrecarga son acciones muy importantes en los umbrales, sea de
un individuo, sea de grupos o de masas humanas. Los umbrales informativos son
moldeables, pueden ensancharse, como ocurre cuando nos volvemos expertos y
sensibles en un tema, o encogerse, cuando ni accedemos a información de un
tema y cada vez notamos menos su existencia. Los umbrales pueden trabajarse
para poder acceder a informaciones más sutiles (infracarga) y para poder dominar
situaciones más complejas y amplias (sobrecarga), así que un umbral de carga
informativa permite trabajarlo de modo que se amplía su radio de acción de ma-
nera indefinida.
El simple acceso constante a información en un sector amplía los umbrales de
carga sistemáticamente, decimos, porque va abriendo a mayores sutilezas la cap-
tación de información. Por eso, los lectores habituales de periódicos llegan a adi-
vinar gran parte del contenido de las noticias sin tener que leer todo, pues la habi-
tuación les permite desarrollar la captación de mucha información con pocas
señales –dominio de la infracarga-.
65
Las diez leyes de la información
No podemos olvidar a los detectives privados, que con su mente indicial, son
capaces de detectar información muy rica que llega en infracarga –detalles nimios
para los demás, gestos, rastros o residuos insignificantes, que se convierten en
claves para conocer lo que ha pasado-. Tampoco debemos de olvidar cómo ese
mismo detective puede, al final del caso, explicar muy gráficamente lo ocurrido
sin necesidad de que todos accedamos al complejo proceso de investigación que
ha llevado, porque es capaz de producir también simplicidad expositiva a partir de
lo complejo.
Todos los canales informativos tienen la naturaleza de umbral, es decir, cons-
tituyen un conjunto diferencial de significados o señales que son perceptibles, en
sus diversas combinaciones y contrastes. Es precisamente el juego entre las posi-
bles diferencias perceptivas o semánticas que pueden captarse lo que genera la
información.
Dentro de cada umbral hay una infinidad de matices cuya combinación y jue-
go permite hacer crecer la información y producir diferencias perceptibles. Los
umbrales no solamente pueden ensancharse, sino también, profundizar en ellos y
lograr mayores sutilezas en el dominio de la información que contienen. El culti-
vo del gusto estético, por ejemplo, es una profundización de los umbrales de la
sensibilidad, hasta captar los matices más refinados.
Más allá de los umbrales de carga, la información que llega al cerebro humano
entra en el denominado inconsciente cognitivo, es decir, es procesada o almace-
nada en esas otras cámaras cerebrales que han sido reconocidas desde siempre por
las teorías psicológicas, y que cada vez tienen más importancia en la considera-
ción de los expertos en la ciencia cognitiva. El inconsciente cognitivo (Claxton
2006: 2) son todos aquellos procesos y registros que se producen más allá de la
focalización consciente de la información. La amplitud, capacidad y potencia de
los procesos emprendidos desde estas cámaras mentales son cada vez más noto-
rias para los investigadores, pese a la dificultad de su análisis experimental.
El inconsciente cognitivo deriva del inconsciente perceptivo que es aquella
facultad de captación sensorial de datos más allá de los umbrales de carga senso-
riales. Se sabe experimentalmente que la captación de señales perceptivas se pro-
duce más allá de los límites sensoriales de carga, es la denominada percepción
subliminal. Cuando se comprueba que no solamente nuestros sentidos captan
información en infracarga, sino que ésta es procesada en cámaras cognitivas no
accesibles a la consciencia, pero registrables experimentalmente en los procesos
de sueños, incubatorios o de hipnosis, surge la idea de una franja más amplia para
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La ley de la carga informativa
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Las diez leyes de la información
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La ley de la carga informativa
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Las diez leyes de la información
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La ley de la carga informativa
Quien define la agenda, es decir, la carga informativa que circula en la vida so-
cial, domina dicha vida social. De nuevo vemos que el umbral de carga define la
información. La atención de los medios informativos está regida por leyes que al
seleccionar los temas, ejercen una clara presión sobre la conformación de la vida
social. A los efectos que la carga informativa genera en la vida social, mediante la
acción de los medios informativos, se los denominó también efectos cognitivos de
los medios de masas. Como indicaba un estudioso del momento, los medios de
comunicación puede que no tengan éxito al decirle a la gente lo que tienen que
pensar sobre las cosas, pero su éxito es abrumador al decirle a la gente las cosas
en que tienen que pensar (Cohen 1963: 13).
Un tema asociado a la dieta de los informadores y el establecimiento de la
agenda es, por tanto, que determinada carga noticiosa genera opiniones y estados
de opinión en la vida social, en tanto otra carga diferente generaría otras opinio-
nes y por supuesto favorecería diferente posición ideológica. En general, un sis-
tema informativo centrado en los conflictos, infracargado informativamente ha-
blando, y que genere constantemente debates en torno a temas como la seguridad
nacional o la defensa del ciudadano favorece un clima de opinión conservador
extremo. Un sistema mediático más abundante en información, interesado, por
ejemplo, en la educación, o en la sanidad ciudadana, favorece posiciones ideoló-
gicas que traten estos temas, es decir más bien socialistas o de izquierdas.
Ello condujo a estudiar también los criterios por los que los informadores de-
ciden publicar o no una noticia. En la segunda mitad del siglo XX, grandes inves-
tigadores como Fishman, Tuchman o los noruegos Galtung y Ruge, entre muchos
otros, investigaron a fondo los criterios de noticiabilidad, es decir, los umbrales
de carga noticiosa que los informadores tendían a establecer. Y descubrieron cri-
terios o umbrales que tenían que ver no solamente con la importancia objetiva de
los sucesos, sino con fenómenos mucho más irracionales como por ejemplo la
previsibilidad del relato –que lo hace más fácilmente organizable en su cobertura-
o la cercanía al lugar de los hechos, e incluso, factores como el momento o la
estación del año en que ocurre un hecho. Todos estos fenómenos indicaban nue-
vamente el carácter relativo de la información, a los umbrales de carga.
Las investigaciones profesionales continuaron con estudios muy importantes
sobre la dieta informativa, la noticiabilidad y los umbrales informativos de los
periodistas, a lo largo de toda la pasada centuria. Se consolida en ese período la
idea de que lo que es noticia es una pequeña parte de cuanto ocurre, y que la ca-
pacidad de captar y difundir la información va poco a poco limitándose de acuer-
do con intereses de poder, rutinas, tecnologías o criterios profesionales más o
menos subjetivos. Esto quiere decir que los periodistas y las organizaciones de
medios no son independientes a la hora de valorar de modo absoluto la informa-
ción, y trabajan con umbrales profesionales que impiden el acceso a toda la in-
formación que hay. Por ello, es necesario trabajar en profundidad qué es la infor-
71
Las diez leyes de la información
mación y qué es una noticia, para poder evitar el sesgo que estas dietas informati-
vas y umbrales de carga suponen.
La llegada de la red de redes supone un importante cambio en esos umbrales
noticiosos, que estaban rígidamente establecidos en el sistema estructural de la
información de los últimos decenios. Internet implica romper las agendas tradi-
cionales y las dietas informativas rutinarias, porque trae la posibilidad de difundir
información desde cualquier punto receptor y con la potencialidad que llegar a ser
masiva. Esto ha supuesto, en primer lugar, una sobrecarga inmensa de informa-
ción en el mundo social, y también, la necesidad de romper los umbrales de carga
profesionales del periodismo tradicional. Uno de los autores de esta última época,
que está analizando qué enorme cambio supone la digitalización de la prensa en
cuanto a la relación con los intereses y preferencias de los lectores, es Pablo
Boczkowski (2006). Los nuevos escenarios de la información están haciendo que
los medios tradicionales se abran a nuevos intereses, enfoquen las noticias de
maneras nuevas, e intenten entrar en la perspectiva transmediática y de conver-
gencia que se impone, en la que los modos tradicionales de compartimentar la
información ya no son válidos.
Los periodistas, que necesitan adaptarse al nuevo entorno digital, están cam-
biando sus umbrales de carga profesional. Trabajan menos rutinariamente, y
abiertos a la necesidad de variar de soporte las noticias y relatos. La extensión de
las noticias, sus temáticas, es todo ello algo que está cambiando. El periódico New
York Times publicó hace un par de años un reportaje transmedia que es un ejem-
plo de la variablidad de temas, medios y enfoques que se está imponiendo en el
periodismo. El reportaje en cuestión, titulado Snow Fall, es un ejemplo de un
estilo que ya no es breve ni se ciñe a texto e imagen fija, sino que se construye
como un espacio donde tiene cabida el video, la animación en 3D y el juego inter-
activo. Además, no solo cambia la forma, sino la concepción misma de la infor-
mación como algo en lo que profundizar, extenderse en detalle y aportar innova-
ciones o conocimiento muy especializado.
Podemos entrar más a fondo en la función cognitiva de las noticias y ver que
en gran media, los problemas de gestión de la información son problemas de car-
ga cognitiva. Las noticias, como mensajes de valor social, son organizaciones de
la carga semántica que estructura la visión de la vida social –lo que el fenomenó-
logo social Alfred Schutz llamaba hace años el “mundo de la vida” (Schutz 1954,
2004). Las informaciones noticiosas suponen una esencial interfaz socializadora,
en la que se estructuran las grandes cuestiones y universos de sentido, que quedan
fijadas en la memoria semántica de los lectores de medios informativos.
Las noticias constituyen episodios que en su carácter más general ayudan a re-
forzar las estructuras semánticas de la memoria de los lectores que dan sentido al
mundo social que comparten, y la interacción entre memoria episódica –más aso-
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La ley de la carga informativa
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Las diez leyes de la información
generales, porque esa conexión se realiza físicamente en la red. Por ello, es nece-
sario otro estilo informativo que ponga el acento en la organización de la memo-
ria de trabajo, a corto plazo, y no tanto en la memoria a largo plazo, semántica y
estructural, que no trabaja tanto en este entorno. Es muy importante, como ha
estudiado David Jonassen, tener en cuenta qué carga cognitiva y de qué tipo de-
manda cada proceso informativo, y qué operaciones la reducen en los puntos
donde es necesario.
Todos los investigadores están de acuerdo en que el control de la carga cogni-
tiva tiene mucho que ver con el control de la información y sus efectos en los
públicos y receptores. La carga cognitiva se asocia con la herramienta mediante la
cual los ciudadanos incorporan la información con la que construyen su visión
del mundo, y también su ideología.
Hasta hace unas décadas, los periodistas y los medios de información eran los
controladores de la carga informativa que circulaba en la vida social, tenían el
privilegio del acceso a las fuentes y podían dosificar el flujo de la información.
Pero la llegada de la red de Internet acaba con ese sistema de control de carga por
los medios informativos, y establece nuevos umbrales mucho más libres en los
que la sobrecarga de información fluye en la vida social y los receptores se ven
anegados por una inmensa marea de datos, con los que están aprendiendo a con-
vivir. Los profesionales de la información ven alterado su papel, de ser los gate-
keepers o los vigilantes de las compuertas informativas, a ser ahora más bien los
enlaces o los mediadores en un sistema que no los necesita para el control de la
carga, aunque sí siguen siendo esenciales para centrar el flujo de información en
torno a lo esencial y para seleccionar la carga importante. (vid. el estudio de Gi-
tlin 2013, y el mío del mismo año).
Cuando hablamos, así, de la carga informativa, debemos tener en cuenta que
es una ley vital de las diferentes esferas de la comunicación, y que influye radi-
calmente en los procesos de todo tipo que desencadena la comunicación. Pero
también vemos que hablar de carga tiene que ver con cámaras de procesamiento
de la información, que multiplican el potencial informativo de que disponemos a
todos los niveles. No debemos olvidar nunca, por tanto, que la información de-
pende siempre del establecimiento de un umbral de carga, es decir, de una puerta
de acceso a ella misma.
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5
La ley del orden en la comunica-
ción
Esta es una de las leyes que se formuló más tempranamente en los procesos de
comunicación más básicos. Es la ley más antigua en las formulaciones teóricas.
Su expresión más simple nos dice que en información, el orden de los factores
altera el producto.
La configuración, forma, y orden de los elementos en un mensaje informativo
es vital para el resultado significativo de ese mensaje. En toda comunicación, la
forma afecta profundamente al contenido del proceso. Los autores de Palo Alto
formularon con una metáfora lingüística esta ley. Afirmaron en uno de sus axio-
mas, que “el significado de un mensaje depende de la puntuación de sus secuen-
cias comunicativas”. Con ello expresaron cómo la disposición, separación y orden
de los elementos que integran una secuencia comunicativa o mensaje, afecta al
significado del conjunto del mismo.
Esta quinta ley comunicativa adquirió sus primeras formalizaciones en dos
escuelas de comienzos y mediados del siglo XX: la psicología vienesa de la Ges-
talt, que ya hemos citado en el capítulo anterior, y la escuela comunicacional de
Palo Alto, en California, entre la que se encontraban los estudiosos Paul Watz-
lawick, Don Jackson, Janet Beavin y Gregory Bateson. Ellos formularon el axio-
ma según el cual el significado depende de la puntuación de las secuencias comu-
nicativas ( Watzlawick et al., 1986: 46 y ss.).
Watzlawick y sus colegas de la Escuela de Palo Alto quisieron formular con
palabras de la lingüística esta ley, que indica que la forma, el orden, la presenta-
ción de los mensajes, incide directamente en su significado. Más en general, en el
mundo de la comunicación, el orden de los factores afecta profundamente al re-
sultado del mensaje comunicado. Igual que no es noticia que un perro muerde a
un niño, pero sí lo es cuando el niño muerde al perro, en el mundo de la comuni-
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Las diez leyes de la información
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Las diez leyes de la información
Esta afirmación fue el punto de partida que los autores de esta psicología de la
forma tomaron para avanzar en el conocimiento de la percepción sensorial. En sus
primeras experimentaciones, comprobaron que cuando vemos un determinado
campo o espacio, éste siempre se compone de al menos dos elementos en rela-
ción, cuya interacción determina el sentido de lo que se percibe. Veremos que en
ese fenómeno ya detectaron la necesidad de analizar las proyecciones e ilusiones
perceptivas, así como las organizaciones de los campos perceptivos en estructuras
formales.
Una vez que tenemos claro el carácter proyectivo, de todo mensaje, y su capa-
cidad para generar sentido más allá de sus componentes esenciales, por el efecto
de la suma de sus partes, es fácil entender que es el orden de esos elementos lo
que genera diversas proyecciones. La Gestalt mostró esta ley en su famoso axio-
ma sobre la configuración figura y fondo (Koffka, 1972).
El axioma de los psicólogos gestaltistas establece que percibimos siempre una
estructura binaria compuesta por la denominada configuración figura/ fondo. Ne-
cesariamente, en la percepción sensorial, existe siempre una figura o señal en
primer plano, destacada o notoria, y un segundo plano, fondo o contexto, que
ejerce un contraste con la señal, y que causa en gran medida la notoriedad o ca-
rácter destacado de la figura o señal central.
La configuración de una imagen, sea acústica, visual o kinestésica (táctil, gus-
tativa, etc.) siempre observa la estructura binaria figura/fondo.
Edgar Rubin ideó diversas ilusiones gestálticas para demostrar que un simple
cambio de orden entre la figura y el fondo de una escena cambiaba la definición
misma de la escena. El célebre “Vaso de Rubin” es el ejemplo más conocido. En
él, dos rostros enfrentados, o por el contrario una copa o vaso decorativo pueden
verse, según se decida el orden de percepción, considerando primordial o secun-
dario uno de estos dos aspectos. Es el ejemplo más claro de que en información,
el orden de los factores afecta al resultado de la información perceptiva.
La ilusión del vaso de Rubin nos muestra además que las dos configuraciones
figura/fondo son mutuamente excluyentes, es decir, son determinantes de la in-
formación que transmite la imagen en conjunto. Debemos ver una o la otra, po-
demos incluso elegir entre ellas si aprendemos a distinguirlas en igual medida,
pero son incompatibles entre sí puesto que son dos órdenes distintos de relación
entre elementos visuales.
Es muy importante señalar el drástico carácter selectivo de cada una de las
formas en que elegimos ver una imagen: obsérvese que cuando vemos una de las
configuraciones, ello implica el “borrado”, la omisión, la ceguera o incapacidad
de percibir la otra.
Esto nos muestra con claridad cómo la selección de la forma de un mensaje o
secuencia de percepción no solamente dota de forma a un determinado conjunto,
sino que priva de forma al conjunto alternativo. Esto es esencial, porque ahí radi-
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Las diez leyes de la información
XIX en Norteamérica. Lo que para los hispano-árabes es central –el aspecto labe-
ríntico y en espiral del mapa urbano, en torno a un centro en lo alto- es sin embar-
go desechado en la ciudad de época moderna norteamericana, mucho más plana,
extensa y rectilínea en sus estructuras. Los ejes urbanos son completamente dife-
rentes, la vida en cada una de esas ciudades es muy diferente también. Lo que
para una cultura tiene un valor, es completamente inexistente o es un anti-valor,
por así decir, en la otra.
Los psicólogos de la Gestalt pusieron el pilar fundamental para que muchos
otros investigadores de la cultura y la vida humana analizaran el carácter relativo
de cada canon cultural y social: los valores, criterios y conocimientos humanos
son estructuras en relación, generadas a partir de interacciones previas, y debemos
interpretarlos siempre discerniendo esas interacciones previas. Pero muy esen-
cialmente además, ha de tenerse en cuenta que cada selección de valores, formas
de percepción, significados o figuras centrales en cada cultura necesariamente
tiende a generar puntos ciegos respecto a otros valores, formas de percepción o
significados.
Los gestaltistas no solamente se ocuparon de la forma asociada a las interac-
ciones figura-fondo. Por ejemplo, investigaron a fondo otros fenómenos que
comprobaron que se convertían en leyes o principios rectores de la percepción
humana: así, el principio del cierre, por ejemplo, que registra la tendencia a perci-
bir formas completas, cerradas, con la denominada pregnancia perceptiva, o
“buena forma” (Koffka 1979). Este principio es el responsable de la ilusión de
movimiento que citábamos antes. Incluso, cuando en los componentes de una
determinada estructura percibida no hay una pregnancia o cierre completos, ten-
demos a proyectar, como decíamos, formas completas y a rellenar o restaurar una
forma a la que tendemos de manera biológica, cultural o social.
La importancia de estas leyes tan sencillas trasciende el orden de la simple
sensorialidad. La ley del cierre, por ejemplo, se cumple en el mundo de las noti-
cias periodísticas. Los periodistas tienden a preferir y seleccionan las noticias con
cierre y pregnancia, noticias con un final claro, que adoptan una estructura en
fases narrativas bien visible, y que no quedan incompletas o inacabadas. Deben
cumplir igualmente la ley de la figura-fondo, y presentar señales precisas que
destacan sobre un fondo de antecedentes y otros datos. Deben estar bien definidas
en su apariencia y observar otras leyes formales que estos autores señalaron hace
ya un siglo.
Recordemos que la preferencia por este tipo de formas necesariamente impli-
ca no captar las formas alternativas: en el mundo de las noticias, y como lo estu-
diaron autores de la teoría profesional del periodismo, aquello que no encaja en la
estructura de fases y cierre preferida por los informadores no existe literalmente,
de manera que, cuando un asunto informativo se desmadeja en un conflicto perpe-
tuo o no termina ni se cierra, desaparece del interés periodístico.
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La ley del orden en la comunicación
a otros. Cada concreto aspecto de lo real es siempre, de acuerdo con esta concep-
ción física, el efecto de ese entrelazamiento. Cuanto ocurre es causado por las
circunstancias mismas de que está compuesto. El proceso es análogo al de la de-
terminación de la información mediante una combinación formal de elementos.
Para captar en detalle la complejidad de esta concepción del universo físico
que nos rodea, debemos dejar de lado el pensamiento lineal y pensar de un modo
más circular, más abierto. Un ejemplo nos puede servir para ello.
Hay una persona que, tras haber alcanzado altísimo poder y prestigio en su
vida social, es descubierta como corrupta y como culpable de múltiples acciones
vergonzosas. A continuación, esta persona cae en el mayor desprestigio y termina
en prisión. Si observamos esta “combinación” de elementos, desde un entrelaza-
miento cuántico, diríamos que esta persona ha buscado el poder y el altísimo pres-
tigio, que como todos sabemos, son a menudo cosas ajenas al buen hacer o al
verdadero mérito en la vida, precisamente porque esta persona terminará siendo
considerada lo más bajo de la sociedad. Hay una relación de equilibrio en la vida
de tal individuo, un guión vital, como diría la teoría transaccionalista, que va de-
finiendo una trayectoria de grandes subidas y bajadas, desde el comienzo. En el
inmenso poder y fama del individuo, al comienzo de su carrera, está ya predesti-
nada su caída al oprobio y pérdida de todo poder. Si invertimos la linealidad tem-
poral, y vemos esta historia de su final hacia su principio, comprobaremos que lo
que ocurrió al comienzo de la vida de este individuo está influido por lo que va a
ocurrir al final de la misma, incluso, como estudian los psicólogos, está determi-
nado por ese final. Este tipo de pensamiento abierto, o circular, está en la famosa
frase de Jesucristo, según la cual es más difícil que entre un rico en el reino de los
cielos, que hacer entrar a un camello por el ojo de una aguja. Con claridad com-
probamos que para conocer la justicia del mundo, hay que esperar a su final com-
pleto para ver cómo se acaba. Lo que para las religiones hindúes es “karma” enca-
ja bastante bien con ese entrelazamiento circular de lo real.
Por tanto, el orden implicado en todos los desarrollos de nuestra vida es la
trayectoria que va determinando y definiendo el conjunto de elementos, de modo
que el conjunto total de los mismos, es decir, el desarrollo completo, está impli-
cado en el mismo comienzo. La concepción del universo en la teoría del “big
bang” trabaja sobre esa misma hipótesis. El universo es un gigantesco y único
proceso en desarrollo, originado desde un comienzo, y cuyo desenvolverse va
generando formas implicadas que a su vez, son parte del origen y avanzan hacia
un final que de nuevo no es distinto al estallido originario.
Vamos ahora a analizar algunas de estas complejas ideas en el campo del desarro-
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Las diez leyes de la información
llo de la vida social. Si trasladamos estas bases al mundo social masivo, veremos
que también en esa dimensión, el orden de los factores, aquello que llamábamos
la puntuación o disposición de los elementos o secuencias comunicativas, afecta
al resultado o producto. Aunque saltamos de nivel de pensamiento, las analogías
con los anteriores ejemplos son muy claras.
La vida social es un orden abstracto de universos simbólicos que han sido
proyectados y compartidos por los seres humanos. Ese orden tiene una serie de
dimensiones, de espacios de desarrollo. Esos espacios, elementos organizados,
interacciones de los mismos, perviven fundamentalmente porque nuestras accio-
nes comunicativas así los perpetúan. Los procesos de comunicación resaltan y
muestran el orden de la construcción social del significado, lo actualizan y mate-
rializan constantemente, lo determinan a cada momento.
En esta dimensión también se cumple que el cambio en el orden o construc-
ción social de significados, altera el producto o significado social. Por ejemplo, el
cambio en la ubicación de un elemento social, de un espacio a otro, genera un
nuevo o diferente significado: con el simple cambio de dimensiones, se produce
una nueva perspectiva, que genera información o emana un valor de sentido.
La sociedad evoluciona en conformaciones diversas donde van generándose
nuevas interacciones, esferas de sentido, procesos de influencia recíproca. Esa
evolución puede hacer crecer el espacio público o atrofiar la vida privada, puede
generar subuniversos de valor simbólico en miríadas o simplificar la vida en co-
munidad a espacios físicos únicos. Cada orden implicado produce una civiliza-
ción distinta.
Muchas de las informaciones que consideramos curiosas son simples cambios
de orden en una secuencia o espacio comunicacional. Por ejemplo, cuando se
revela un comportamiento o el rasgo de un carácter de una personalidad pública
conocida, que nos lo muestra en otro ámbito, por ejemplo, el ámbito privado, de
su existencia. Ello puede cambiar absolutamente la visión que de esa persona se
tiene en la vida social. Es lo que ocurre cuando parte de la información de orden
íntimo o privado de una persona se hace pública. El cambio que se genera en mu-
chos casos cambia la óptica con la que veíamos a esa persona. La misma no ha
variado, pero su ubicación en el espacio social sí lo ha hecho.
Podemos ver el proceso informativo de la sociedad como el mantenimiento
del orden implicado en la vida de la comunidad, con sus construcciones de insti-
tuciones, esferas de acción, ejes de valor en la existencia de sus ciudadanos. Y ese
orden está siendo constantemente modificado, en parte porque la sociedad evolu-
ciona y se extiende, y en parte porque va decidiéndose en qué dirección evolucio-
nar o extender todo ello.
La función de los medios informativos es vital porque constituye una constan-
te combinación de elementos de la vida social que son renovados, recombinados,
adaptados a las situaciones o circunstancias nuevas. De hecho, la era de la infor-
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La ley del orden en la comunicación
mación se caracteriza por basar todo el desarrollo social en los procesos comuni-
cativos e informativos, que mantienen activo y con poder de decisión a un colec-
tivo como es un país, una comunidad, un grupo.
Cada orden de comunicación es también una disposición de poder comunica-
tivo. Los medios, pero también, el poder económico o político, son los que orga-
nizan y ordenan la vida al nivel masivo, y con ello protegen su propia función.
Los medios pueden preservar dicha organización, o trabajar en contra de la mis-
ma. Basta ver lo que ocurre cuando aparece un nuevo sistema que organiza la
información de modo diferente, por ejemplo, gracias a una tecnología, para que el
delicado edificio de la construcción del poder y del orden público establecido
pueda verse puesto en cuestión por una simple nueva óptica social.
Muchas noticias son simples cambios de perspectiva o iluminaciones sobre el
orden social. Su función, a menudo, es la que un investigador de los textos infor-
mativos ha denominado “macrosemántica” (Van Dijk 2000), es decir, consiste en
reforzar el significado de las grandes estructuras del conocimiento y la vida so-
cial. Las noticias son combinaciones novedosas de elementos que previamente
conocemos, cuyo juego de contraste y cambio –recordemos la idea del ritmo de
Bateson, o la de configuración figura/fondo gestáltica- va conformando nuestra
idea del mundo en el que actuamos. Es muy importante señalar, como hacíamos
cuando hablábamos de la psicología gestáltica, que el poder de selección de las
informaciones, marca, perpetúa o difunde un orden social u otro. Por eso, la fun-
ción de la información es profundamente ideológica, puesto que implica una vi-
sión selectiva del orden social, y lo hace más eficaz, determinándolo.
Aquí podemos ver cómo efectivamente también, la forma de los mensajes in-
cide poderosamente en el significado de los mismos. Las noticias son ventanas al
mundo, como decía Gaye Tuchman, una investigadora de este sector. Pero son,
sobre todo, mundos en los que entramos y compartimos, y que determinan nuestra
vida cotidiana con su organización establecida.
Es cierto que los cambios drásticos que se han dado en las tecnologías de la
información han cambiado el orden implicado en este sistema social. Así, muchos
de los grandes cambios que las nuevas tecnologías están generando tienen que ver
con esta ley. La digitalización y representación numérica de todos los sistemas
representacionales de la comunicación humana ha llevado a un fenómeno general
de trascodificación y variabilidad total de los sistemas de representación, en todos
los niveles (como ha estudiado el experto Lev Manovich en recientes investiga-
ciones (2005)). Este fenómeno ha creado nuevos elementos comunicacionales que
ocupan un nuevo lugar, han variado su posición, o incorporan nuevos espacios en
el orden comunicativo tradicional. Por ejemplo, las redes sociales de receptores.
Mediante la tecnología digital y las redes de telecomunicaciones, los recepto-
res ocupan un nuevo espacio en el sistema de la comunicación de masas, gene-
rando nuevos roles, cambiando su tradicional papel más inactivo por una función
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Las diez leyes de la información
Hay, como estamos viendo, una nueva plasticidad del mundo de las formas y del
orden cambiante de la comunicación, que es necesario entender como base de la
vida social. La generación de nuevos estilos, lenguajes y códigos es el medio en el
que se mueve esa vida social. El juego con las formas y el orden está intrínseca-
mente relacionado con la creatividad y la innovación, como vamos a ver ahora.
Muchas innovaciones sociales son nuevas formas de ver las mismas cosas de
siempre, o formas nuevas de aplicar viejas leyes humanas. El juego con el orden
es un principio fundamental de creatividad, el que Sternberg (1996, 2005: 117)
llamó combinación selectiva de elementos, que la inteligencia sintética y compo-
sitora puede crear.
Así, muchas invenciones son visiones “en otro orden” de cosas previas, o
combinaciones de orden diferente de cosas ya conocidas: fusiones de elementos
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deben sostener, y con el equilibrio que ese sistema u orden debe también lograr
constantemente.
Pero lo curioso es que estos principios o leyes llegan a imperar sobre las vidas
humanas de manera irracional, y a unos niveles totalmente inconscientes, forzan-
do conductas nocivas y bloqueando posibilidades de actuación de manera comple-
tamente férrea. Por ejemplo, el vínculo y la necesidad de mantenerlo puede forzar
a un individuo a no aceptar un cambio vital que debe darse en la familia. El
vínculo puede forzar a las personas a sustituirse entre sí para mantenerse unidos,
de modo que, por ejemplo, de manera aberrante, un hijo tenga que hacer de mari-
do de su madre o un hermano esté en el lugar de un miembro fallecido de la fami-
lia al que no se reconoce en el sistema, padeciendo en su lugar una serie de pro-
blemas. Las leyes del vínculo, el orden o prelación, y el equilibrio, en su ciega
consecución más allá de la consciencia humana, generan desequilibrios emocio-
nales, traumas o incluso problemas fisiológicos graves. Lo que impera aquí sobre
la mente individual es un sistema de orden no consciente pero fuertemente cons-
trictor del grupo humano.
Y sin embargo, para descargar todos estos fenómenos de su poder inmenso
sobre el individuo, basta con reconocerlos con la visión consciente. Hellinger y su
escuela llevan a cabo una teoría muy original, representando en el espacio las
figuras familiares, mediante voluntarios actores improvisados en un grupo, que
actúan de acuerdo a las leyes genéricas de las constelaciones. Con esta operación,
se visualizan en el plano de la representación interpersonal una serie de mecanis-
mos que actúan a un nivel inconsciente, y solamente con ese cambio de plano, su
significado aflora y la capacidad para actuar reduciéndolos o reubicándolos, se
desarrolla espontáneamente.
Esta teoría es muy importante porque acciona un sistema de información al-
ternativo para generar un poder comunicacional y significacional enorme en la
mente humana. Hemos hablado de otros casos de escuelas que utilizan la expre-
sión y la forma como herramientas para acceder al significado de situaciones,
problemas o comprensión de la realidad. Quizás las primeras teorías eran las de
sugestión, terapia de charla y terapias representacionales como las psicoanalíticas
y las de la gestalt también. Este último caso de las constelaciones familiares es
muy notorio, porque la representación tan sumamente evidente es la que pone en
la mente de las personas información sobre leyes y órdenes que actúan en una
cámara de la mente que es interpersonal, compartida al nivel familiar, y de muy
difícil acceso. Los sistemas de conducta y las constelaciones se establecen y ac-
túan más allá del individuo, en la interacción entre varias personas, de ahí su po-
der generador de secuencias comunicativas inalterables. Pero una representación
como esta puede acceder al nivel en el que se desarrollan y con la simple infor-
mación graduar su poder o eficacia en el individuo y en el grupo social.
91
Las diez leyes de la información
Uno de los sectores donde más drástico es el cambio que se produce cuando
alteramos la forma o el orden de los mensajes es en la programación cerebral
individual. Sabemos, desde que las escuelas psicológicas del siglo XX así lo tra-
bajaron, que en nuestra mente existe una asociación automática entre pensamien-
tos, sensaciones y emociones, y comportamientos, que hace que estos componen-
tes de nuestra vida intrapersonal actúen como definidores de nuestra situación y
de nuestra existencia. Algunas escuelas modernas de programación conductual y
neurolingüística trabajan con la ley del orden de la comunicación, mostrando el
carácter moldeable de las programaciones cerebrales organizadas.
En estos casos se ve muy claramente que nuestro lenguaje, con sus metáforas,
traduce el modo como las formas inciden en nuestra existencia marcándola inten-
samente. Así, un leve cambio formal en un pensamiento automático generador de
emociones y condicionante de la conducta de un individuo puede alterar profun-
damente su situación personal. Igualmente, un simple cambio de plano, del mun-
do interior auto-programado y proyectado, a la representación en el mundo exte-
rior, mediante la conversación interpersonal, o mediante la expresión escrita, o
artística, puede cambiar el valor, significado o el peso de un mensaje, imagen o
forma mental que está condicionando a un individuo. De nuevo se hace notar que
el mundo de la forma en comunicación afecta a la esencia de la realidad que el
individuo vive.
Por eso, y aunque en algunas ocasiones parezca que se trata de frívolas mani-
pulaciones o de planteamientos infantiles del interior mental humano, las teorías
que analizan la influencia de la forma, el orden y la puntuación o secuenciación
de los mensajes en la vida interna individual, tienen una enorme importancia por-
que efectivamente indican un factor de control sobre la vida humana basado en un
simple control de modo, de la forma, de la apariencia o el ritmo de los mensajes,
imágenes y contenidos.
La vida social está llena de sistemas de orden que se establecen para garantizar el
vínculo, la seguridad, para evitar la incertidumbre o la mutabilidad, y sobre todo,
para repartir el poder en las situaciones humanas. Un ejemplo evidente, muy estu-
diado, son los rituales y órdenes preestablecidos que los informadores crean en el
mundo de la producción de las noticias. Sabemos desde hace muchos años que los
periodistas tienden a seguir rutinas informativas, a crear rituales estratégicos de
actuación y de comunicación para protegerse de las críticas y para establecer unos
términos claros de reparto de poder en el mapa social de la información. Autores
de las teorías profesionales, como Gaye Tuchman (1999) o Phillip Eliott los han
estudiado a fondo.
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La ley del orden en la comunicación
93
Las diez leyes de la información
tomáticos, visiones formales y rígidas del ejercicio profesional, que ciegan lite-
ralmente a los informadores para que puedan cumplir con su trabajo.
La segunda mitad del siglo XX ha mostrado hasta qué punto un periodismo
burocratizado, de protocolo, aliado del poder y que pacta con sus fuentes un re-
parto de la información siempre regular y fácil de procesar deja de cumplir su
esencial misión de vigilancia de los posibles peligros, regresiones y abusos en el
mundo social. La consecuencia del imperio de los criterios rígidos, de los órdenes
absolutos, en una profesión como el periodismo, es la pérdida de frescura, vida y
espontaneidad en los medios e informadores, y con ello, la pérdida de prestigio y
utilidad social de esta profesión entre los públicos, con la caída del consumo y la
crisis en todo el modelo profesional.
Prestar atención a la forma y al método en los sistemas de comunicación es
una clave importantísima para acceder a los contenidos esenciales y conocer las
relaciones profundas entre los elementos de un sistema de comunicación en cual-
quier nivel de reflexión.
Siempre se ha sabido que todos los sistemas comunicativos establecen un or-
den y un ritual de desarrollo. El orden genera siempre un valor adicional en un
sistema de comunicación. Pero puede constituir, como vemos, un corsé comple-
tamente nocivo para la capacidad informativa, creativa y evolutiva de un sistema
de comunicación, sea el que fuere. Sea en el universo informativo periodístico,
sea en las formas creadas tecnológicamente, sea en los rituales de interacción
primarios, sea en los sistemas de conducta familiares o tradicionales, el orden es
un poderoso elemento cuya incidencia puede determinar no solamente los modos
de trabajo, de visión de la realidad o de amplitud de visión de la misma, sino in-
cluso el destino individual y los sentimientos y experiencias de cada persona.
Hemos comprobado que la creatividad y el dinamismo exigen jugar con el or-
den de un sistema, y pensarlo en términos de relativismo, perspectivismo y liber-
tad es vital para conservar su valor en la vida comunicativa.
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La ley de simetría o complementa-
riedad de la información
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La ley de simetría o complementariedad de la información
Este no es un caso poco común en los medios informativos, sino todo lo con-
trario. La simbiosis creada con las fuentes de poder es un sistema de homeostasis
que resiste al cambio, es decir, a canalizar información que no refuerce el sistema.
Cualquier novedad que llega por un cauce no consolidado es rechazada.
A pesar de que la vida social genera constantes transformaciones e innovacio-
nes, los medios de masas se han mostrado en los últimos tiempos incapaces de
abrirse a estas innovaciones. Solamente la llegada de las nuevas tecnologías de
difusión de innovaciones, como las redes sociales, han forzado a los medios in-
formativos a abandonar sus sistemas rígidos de trabajo.
Vamos a analizar los diferentes sectores en que estos fenómenos actúan en la
comunicación social humana.
Uno de los ejemplos más sorprendentes del nuevo enfoque basado en el análisis
de los fenómenos de complementariedad y homeostasis es la teoría de las conste-
laciones familiares de Bert Hellinger (2003) que hemos introducido en el capítulo
anterior. Hellinger ha profundizado en las leyes fundamentales que actúan como
servomecanismos inconscientes de los grupos familiares extensos, que abarcan
varias generaciones. Ha descubierto que más allá del tiempo y del espacio, las
leyes de la complementariedad y los sistemas homeostáticos humanos tienden a
continuar y a ejercer sobre las personas una presión importante.
Hellinger tomó el nombre de esta ley de la teoría de Jung (1988) según la cual
contenidos irracionales de nuestra mente quedan constelados, y proyectados, en
estructuras simbólicas externas, con poder sobre la vida individual e influencia
muy grande en la vida social y cultural. Las constelaciones son fenómenos en los
que la información interna de un grupo humano unido, como es la familia, ejerce
una serie de funciones sobre el individuo, una vez que establece sistemas y rela-
ciones comunicativas, con poder por su capacidad de generar simetrías, comple-
mentariedades y fuerza en el nivel interpersonal de actividad humana.
Hellinger habla de las denominadas “órdenes del amor” (2003:5). Se refiere
fundamentalmente a las leyes del orden, vínculo y equilibrio que dominan la vida
de los grupos humanos. Vamos a estudiarlas en detalle porque con ellas ha detec-
tado poderosos mecanismos estructurales en estos grupos humanos.
La ley del orden establece la prevalencia de los miembros más mayores sobre
los más jóvenes, de modo que cuando en una familia no se cumple esta ley, los
individuos en el sistema experimentan desequilibrios y descompensaciones. Esta
ley es poderosísima sobre todo cuando actúa de modo no consciente en el indivi-
duo. Para que éste tenga plena libertad, es necesario que conozca y controle el
orden, honrando la memoria de los miembros familiares previos a él, y recono-
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comunican son diferentes, y mucho más en las transacciones cruzadas, en las que
las personas envían mensajes sin simetría ni complementariedad.
Berne trabajó la tendencia humana a huir de la espontaneidad e intimidad,
propias de transacciones completas, complementarias y simétricas, hacia formas
más enrevesadas e indirectas de comunicación. Detectó la tendencia humana a
estructurar el tiempo, en las relaciones de todo tipo, lo que nos lleva a someter la
comunicación a planificaciones y repartos de poder relacional que son llevados a
cabo por la parte menos racional de la conducta humana.
Así, descubrió los llamados juegos comunicativos, una serie de intercambios
de estímulos más complejos con finalidades ocultas en las que dos o más indivi-
duos pactan a un nivel preconsciente un resultado previsto para sus relaciones,
que satisface una serie de motivaciones inconscientes egoístas, y que se engranan
en complicados mecanismos que producen resultados siempre ayudados por el
principio de complementariedad, es decir, de la obtención de un equilibrio retro-
alimentador en la relación. Vamos a explicar cómo.
Los juegos comienzan siempre por el denominado truco o cebo, en el que se
establece una relación de complementariedad entre dos individuos, el jugador y su
“víctima”. Este pacto, que establece un beneficio oculto para ambos jugadores,
tiene lugar a un nivel no adulto, es decir, no deliberado ni racionalmente cons-
ciente. Tiene lugar mediante una comunicación o transacciones de doble sentido,
ulteriores. Aquí vemos la tendencia de la ley de complementariedad a servirse de
principios inconscientes nocivos para el individuo, y a imponerse en una relación
interpersonal. Una vez que ambos individuos aceptan jugar, se desencadenan los
mecanismos del juego que inevitablemente producen un sistema conductual com-
plejo, que acaba siempre con emociones programadas y reglamentadas desde la
parte más inconsciente de la personalidad, y que en definitiva son perjudiciales y
destruyen al individuo.
Así, muchos juegos psicológicos terminan en situaciones de ira, cólera y ren-
cor, de exhibición de impotencia y desánimo, o en situaciones físicas dramáticas
de todo tipo. Lo sorprendente es que esos resultados han sido pactados y acepta-
dos por la parte menos adulta de los individuos que interactúan.
Los juegos psicológicos son sistemas de conducta guiados por diversas for-
mas de la personalidad humana irracional, que llegan a encontrar en los estados
irracionales del ego de los demás, piezas complementarias para desarrollar su
final previsto. Los juegos, que en muchos casos son estrategias diseñadas desde la
infancia para huir de cosas que aterrorizan al niño, aparecen dominando las rela-
ciones de muchísimas personas, tanto las relaciones de amor o de pareja, como las
de amistad, las profesionales o las organizacionales.
Los juegos psicológicos son mecanismos que impiden a las personas avanzar
en las relaciones y mantienen éstas en círculos viciosos. Para ello, el jugador y su
víctima pactan, a un nivel no adulto, el desarrollo del timo o estafa del juego, la
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Son las responsables de nuestra empatía, pero también, y aún más esencialmente,
nos transmiten directamente las expresiones y conductas ajenas para ser copiadas
por nuestro sistema sensorio-motor. Explican por qué podemos sentir la belleza
de un cuadro aun cuando no lo hayamos pintado, o comprender la impresión de
un poema sin ser poetas.
La base del comportamiento humano natural, e incluso su capacidad para in-
corporar la información que se obtiene a partir de la imitación, explica la impor-
tancia de las neuronas espejo. Gracias a ellas circula múltiple información en
nuestra mente que no se ha generado directamente en nuestro organismo o en su
interacción con el entorno. Es “información de terceros”, que es asimilada me-
diante la mímesis empática.
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La ley de simetría o complementariedad de la información
Los grupos homofílicos tienen alta simetría y ello les permite desarrollar re-
sistencia a las convulsiones y a los cambios. Estos grupos, cuyo ejemplo puede
ser una institución o una comunidad cerrada, presentan una virtud especial, y es la
de que como refuerzan siempre la información que instituye sus sistemas de con-
ducta, almacenan y conservan bien la información.
Los grupos heterofílicos son asimétricos, en ellos es más fácil acceder a los
cambios y difundir las innovaciones. Los denominaron en su día “colegios invisi-
bles”, porque en ellos personas distantes y diferentes se ven unidas más allá de las
circunstancias en rasgos innovadores que comparten y difunden. Sin embargo,
estos grupos innovadores tienden a conservar menos información, y son menos
estables. Las estructuras de los grupos van desde la alta simetría a la total asime-
tría, estructurándose en torno a un líder o varios, y permitiendo diversos tipos de
comunicación.
Mark Granovetter (1983) desarrolló aún más esta teoría dando un salto que
permitió establecer el nexo entre simetría y asimetría en los grupos. Así, su teoría
del eslabón débil puso de manifiesto que en los intercambios comunicativos de
los grupos humanos debe existir una complementariedad entre homofilia y hetero-
filia para que dichas comunidades adopten innovaciones y evolucionen con la
información nueva de que van disponiendo. El proceso tiene lugar cuando en
grupos homofílicos se acepta la participación de un denominado eslabón débil, un
individuo no simétrico ni igual a los demás, que permite cumplir el papel de enla-
ce con otros grupos y difunde las innovaciones en la comunidad cerrada.
Esta estructura grupal es la que se da, por ejemplo, en los sistemas sociales
donde los medios de comunicación ejercen de eslabón débil que permite a los
públicos ver cosas distintas y acceder al mundo cosmopolita y diverso donde se
difunden las innovaciones. Así ocurre igualmente en las redes sociales, donde hay
redes de innovadores (Twitter es un ejemplo) conectadas a otras redes más homo-
fílicas y simétricas, y la unión complementaria de ambas dinamiza la comunica-
ción.
Sin la tendencia a la simetría, la información tiende a perderse en las comuni-
dades, pues las redes puramente innovadoras carecen de la fuerza grupal para
mantener y conservar información. Sin la tendencia a lo disímil, y a absorber
nuevos datos, las comunidades simétricas no evolucionan y quedan prisioneras de
su propia tendencia a cerrarse, perdiendo información. El régimen ideal, comuni-
cativamente hablando, es el que permite complementar ambas estructuras median-
te sistemas de mediación (ver nuestro estudio de 2014).
Así, la complementariedad en los roles de integrantes de los grupos es clave
en el equilibrio grupal para el acceso a nueva información, y la simetría es esen-
cial en el mantenimiento del grupo y conservación de la información. Estas ideas
generales explican muchas de las dinámicas de grupo en las que el cambio en la
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La ley de simetría o complementariedad de la información
ción variada, innovadora y diferente, con la que trabajan los individuos que están
en la vanguardia de la vida social.
No existe todavía una integración entre ambos sistemas, que permitiría que la
información innovadora y decisiva que circula por las redes sociales adquiriera el
peso y la solidez que aporta el canal masivo y centralizado de comunicación. Una
vez lograda esta fusión, tendremos un sistema de comunicación muchísimo más
avanzado, eficaz y ágil que el actual.
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7
La ley de la recuperación o re-
mediación comunicativa
Vamos a retomar las leyes de los medios de Marshall y Eric McLuhan, y a anali-
zar su tercera ley, que se adentra en las formas de la genealogía de los medios de
comunicación, y por extensión, nos ilumina sobre los procesos culturales de todo
tipo en los que la comunicación está implicada.
Esta ley nos presenta un aspecto crucial de toda comunicación, como es el de
su carácter siempre relacionado con las formas comunicacionales previas, con las
que mantiene una relación cultural. La historia de la comunicación es la historia
de los desarrollos y extensiones de formas sensibles, pero también, de los enlaces
que entre todas ellas existen, de manera que, igual que los medios extienden nues-
tras facultades y sentidos, los medios de comunicación también se extienden unos
en otros, en los complejos entramados de evolución mediática.
La ley de la recuperación o re-mediación profundiza extraordinariamente en
la naturaleza de la comunicación y nos lleva a reflexionar con gran amplitud so-
bre qué son los medios y qué es la comunicación. Formulada de una manera muy
sencilla, esta ley indica que todo medio recupera o re-media, es decir, contiene y
revivifica, a un medio anterior, que previamente había quedado obsoleto o atro-
fiado.
Como si se tratara del contrapunto al proceso que hemos visto al hablar de la
ley de la atrofia u obsolescencia, esta ley actúa en un sentido inverso, de manera
que cualquier innovación y desarrollo de un nuevo medio contiene, recicla o imita
a un medio anterior, constituyendo una prolongación, por nuevas vías, del desa-
rrollo cultural que el medio inicial supuso.
Como este fenómeno es muy visible mediante ejemplos, podemos citar uno de
ellos. En la actualidad informativa, ha surgido un nuevo soporte para la publica-
ción de información en reportajes y artículos, lo que se denomina información
transmedia. Se trata, como hemos comentado antes, de reportajes periodísticos o
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Las diez leyes de la información
artículos informativos digitales que incluyen, además de texto verbal escrito, ví-
deos que se activan conforme se va leyendo la página, infografías en 3D que si-
túan en mapas o visualizaciones espaciales el lugar o cadena de hechos de que se
informa, y también otros documentos de archivo que pueden consultarse si se
desea hacer una recuperación adicional de información en el caso de que se trate.
Pues bien: los transmedia incluyen, como vemos, otros medios anteriores que
son reciclados y empastados, es decir, combinados, en el texto digital: el video de
entrevistas, género propio de la tv, aparece aquí. También se recupera el soporte
de archivo documental que se daba en el periodismo de recuperación histórico, y
que se incluye como un elemento adicional en el reportaje global. Y se re-median
los infográficos y mapas desplegables, no solamente del periódico impreso, sino
de las enciclopedias y atlas tradicionales. Muchos transmedia, además, ponen el
acento en la construcción en puzle de su contenido, que el lector puede desplegar,
activar en una animación, o navegar de muy diferentes maneras.
El transmedia nos presenta muy diferentes re-mediaciones o recuperaciones
combinadas en un novedoso soporte digital. Entendemos su estructura puesto que
hemos usado y conocido las fotografías de archivo, los videos, las animaciones en
3D o los infográficos y desplegables de los manuales interactivos del pasado. Es
un ejemplo claro de la ley de la recuperación: a menudo, lo que se nos presenta
como novedosísimo tiene un aspecto de rescate o de recuerdo a formas comunica-
tivas del pasado, que reviven en la nueva tecnología.
De manera general, por tanto, podemos rastrear la historia de los medios de
comunicación, de sus estilos y de sus soportes, mediante la observación cuidadosa
de nuestros medios de comunicación actuales, que en muchos casos, presuponen
o llevan implícitas las formas de comunicación anteriores.
En la ley de la recuperación o remediación, como veremos en todo este capí-
tulo, no solamente se registra esa historia de los medios que pervive en las formas
comunicativas contemporáneas. Es la misma vida de las formas culturales la que
es posible observar en acción al analizar esta ley, y nos transmite la interesante
idea de que la especie humana tiene una vida en la dimensión cultural, que pode-
mos observar y estudiar. La cultura no es un simple almacén inerte de experien-
cias, ni un conjunto de logros que se atesoran y traspasan, sino un organismo vi-
vo, de dimensiones supraindividuales, con sus propias formas de reproducción y
de desarrollo.
La ley de la recuperación fue como decimos formulada por McLuhan e hijo en los
años 60 del siglo XX (2011), pero luego ha sido brillantemente desarrollada por
David Jay Bolter (2003, 2011) en su concepto de re-mediación: todo medio con-
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La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa
tiene un medio anterior, que aparece glosado, o con el que el nuevo medio dialoga
en su propia construcción estructural.
Bolter, experto en formas culturales relacionadas con textos en los medios de
comunicación, aporta este concepto en un reciente trabajo, en el que acomete un
análisis de las formas estilísticas de la comunicación a través de los medios que
ha resultado muy útil como modelo de reflexión.
Bolter se interesó en un origen por los estilos de escritura y de representación
textual que caracterizaron a las distintas épocas de la cultura occidental. Poco a
poco, comprueba un presupuesto que los herederos de la teoría de McLuhan han
remachado en sus análisis: cada medio de comunicación pertenece a un momento
cultural con el que tiene una relación morfogenética, es decir, conforma a la cul-
tura y al mismo tiempo es moldeado por ésta.
En esto, el autor continúa las investigaciones de otros herederos de McLuhan
como Walter Ong y Eric Havelock, en torno a la influencia que el paso de la cul-
tura oral a la escrita supuso en la civilización europea. Ambos autores comprue-
ban en sus anteriores trabajos cómo los medios escritos influyeron en el desarrollo
del pensamiento lineal, del conocimiento racional y del sistema científico de or-
ganización del mismo, así como de una cultura más cercana al laicismo y relacio-
nada con modelos políticos y sociales asociados a esos valores.
Bolter analiza el mundo de la imprenta, en sus primeros trabajos, y comprue-
ba que el texto impreso introduce aún más la importancia de la organización vi-
sual del texto, de la organización de sus contenidos en estructuras bidimensiona-
les claras, y del peso del autor, como elemento clave de un sistema de múltiple
copia de originales.
Lo que el autor norteamericano emprende, a partir de sus primeras reflexio-
nes, es ni más ni menos que una historia genealógica de los medios que se mueve
con tres paradigmas, que aquí explicaremos por su importancia en la vida cultural
hasta la modernidad: los paradigmas distintivos de la inmediatez, la hipermedia-
ción, y la remediación.
Se trata de tres psicologías sociales bien distintas que surgen con cada medio
de comunicación en cada época del desarrollo del mundo moderno. El paradigma
de la inmediatez surge con la cultura de la reproducción mediante imágenes del
final de la Edad Media y con la aparición de los sistemas de reproducción de co-
pias mecánicos así como con los sistemas automáticos de reproducción de imáge-
nes posteriores.
En este paradigma, los medios producen la sensación o la experiencia de la
inmediatez de la realidad que comunican. Así, un cuadro al óleo, con perspectiva
en fuga, técnica realista y con la intención de borrar las huellas de su elaboración
por parte del pintor, se realiza con esta idea. En este modelo cultural, existe el
intento de hacer desaparecer el medio en un proceso trasparente u “objetivo” de
comunicación-, consiguiendo la inmediatez completa de lo real en el proceso.
119
Las diez leyes de la información
Bajo este paradigma cultural, que llega hasta nuestros días, se hallan impor-
tantes procesos comunicativos, de los que el periodismo de actualidad es un buen
ejemplo. Cuando un reportaje informativo se elabora bajo este modelo, procura
generar la impresión de fidelidad absoluta al suceso real y de trasparencia total
ante el lector o telespectador.
Grandes fenómenos de la comunicación audiovisual moderna son posibles por
estar bajo la influencia del paradigma de lo inmediato: la televisión en directo, los
reportajes en vivo, incluso, los eventos y sucesos que se generan frente a las cá-
maras o que no aparentan haber sido mediados o manipulados de ningún modo,
responden a la tendencia por la generación de realismo absoluto.
El segundo paradigma es el de la hipermediación. Se trata del modelo contra-
rio desde el punto de vista comunicativo. En este paradigma, el medio no busca
desaparecer en el resultado de su acción, sino permanecer presente y dejar clara
huella de su acción. Es hipermediación la tendencia a hacer presente y hasta om-
nipresente la función del medio en el proceso comunicativo.
Este paradigma ha sido menos poderoso culturalmente hablando, puesto que
la presencia del medio en el mensaje o proceso que genera es, desde el paradigma
de la inmediatez, un defecto o fallo del sistema. La hipermediación ha existido en
determinadas épocas de la historia del arte, como en una especie de contrapunto,
compensando el excesivo peso de lo inmediato y de los efectos de presencia real,
de muchos medios y sistemas culturales.
Así, en el mundo de la representación pictórica, a una época de iconicidad to-
tal en la que las imágenes y representaciones se prefieren idénticas a lo real y
abundan los efectos de desaparición de la misma manera de elaborar las pinturas,
siguen otras épocas en las que se acentúa, como ocurre en el Barroco, lo capricho-
so de las formas, lo ilusorio o relativo de las mismas, y se insiste en el carácter
fabricado de cuanto se representa, recargando la presencia del medio o del artista
hasta hacerlos evidentes. La hipermediación y su paradigma se complacen en
mostrar la carpintería de los espectáculos y efectos, e incluso, se prefiere un modo
de representar más imperfecto y artesanal, en el que es visible la costura por así
decir, del mensaje o de la obra realizada.
Son medios bajo el paradigma de hipermediación los del arte impresionista,
en los que vemos claramente que la obra genera una ilusión mediante operaciones
pictóricas claramente patentes, o las del teatro tradicional, donde la ilusión teatral
se fabrica de manera ostensible ante los espectadores, con cambios de escenogra-
fías o de vestuarios e incluso, como ocurre en el teatro tradicional japonés, con la
presencia en la escena de los sastres y utileros trabajando durante la representa-
ción.
Siempre que encontremos el medio de comunicación, o al emisor o mediador,
patentemente presente en el mensaje de que se trate, estaremos ante procesos de
comunicación hipermediados. Este modelo no es exclusivo de la antigüedad cul-
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La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa
En gran medida, la remediación nos muestra las tendencias al equilibrio del desa-
rrollo sensorial humano. Cuando se produce el desarrollo de un medio o sistema
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La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa
Vamos a analizar ahora cómo la llegada del hipermedio por excelencia, es decir la
red de redes, ha supuesto gigantescos procesos de remediación cultural que están
mostrándose en la sociedad actual.
Internet es un ejemplo muy claro de la ley de la re-mediación. Siendo funda-
mentalmente el resultado de una reconexión de una serie de sistemas tecnológicos
preexistentes, cuya sinergia ha sido posible por la elaboración de una serie de
codificaciones comunes a todos ellos, la red de redes se presta, como ningún me-
dio anterior, a convertirse en soporte de todos los medios preexistentes, sus códi-
gos característicos y sus estilos de representación.
El análisis desde el punto de vista comunicativo más brillante sobre los proce-
sos asociados a Internet desde el punto de vista cultural se lo debemos a Lev
Manovich, experto analista de cultura visual, que ha trabajado desde un profundo
conocimiento del lenguaje iconográfico tradicional, y está mostrando los rasgos
fundamentales del medio Internet y su lenguaje.
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ciones miniadas en los iconos de los hipertextos un retorno de las formas de ilu-
minar los textos en la época medieval.
Lo cierto es que la sensibilidad cultural nos conduce siempre a colocar en pa-
ralelo las formas comunicativas más novedosas con el retorno a las más artesana-
les y simples, a las más hipermediadas o evidentes en sus composturas y manipu-
laciones humanas, como en una tendencia a compensar la posible atrofia causada
por la extensión de la tecnología más avanzada, en la sensibilidad cultural común.
Este fenómeno es muy evidente en la expresión artística más elevada en cada
uno de estos medios, donde el guiño a las formas anteriores es un profundo reto-
mar la tradición de formas de una genealogía expresiva dada. Así, por ejemplo,
muchos artistas de la fotografía actual trabajan con foto analógica en blanco y
negro, porque prefieren expresarse mediante una técnica antigua cuyas constric-
ciones pueden jugar el papel de complementaria armonía a toda la técnica inno-
vadora digital en foto. La evolución tecnológica de la imagen en la era del cine
en 3D nos ha llevado a disfrutar de una época dorada del teatro tradicional, en el
que con tecnologías arcaicas podemos sin embargo canalizar contenidos de una
riqueza inmensa, que son muy preferidos de los públicos actuales.
Como hemos indicado anteriormente, cada medio lleva adheridos contenidos
que transmite mejor, sentidos y aspectos sensoriales de los mensajes que quedan
de algún modo alojados en el mismo medio, y que solamente cuando accionamos
su dispositivo, cuando recurrimos a dicho medio, adquieren resonancia.
De hecho, existe un factor denominado resonancia cultural que analizó un
experto en literatura y mitología llamado Northrop Frye. Frye estudiaba las gran-
des obras de la literatura de todos los tiempos, y mostró que estas obras tienen la
capacidad de resonar, es decir, arrojar significados, de manera constante. Pode-
mos aplicar la idea de resonancia a los propios medios transmisores, sobre todo
cuando el contenido que transmiten depende directamente, en su forma, del medio
en que es producido.
Así, un teatro antiguo tiene, como medio, resonancia también. Cuando lo
usamos, como vehículo de representaciones, este entorno conserva de algún modo
una memoria cultural que repercute en el público y en los mismos actores o músi-
cos que allí actúan. El medio de comunicación conserva capas de memoria cultu-
ral que vincula con un espacio, con una técnica, con unos materiales o unos mo-
dos de trabajo, y todo ello constituye una unidad que revive cuando retornamos a
dicho medio.
Esta es, hemos dicho, la explicación que podemos dar de por qué determina-
das tecnologías de comunicación, y determinados medios ya antiguos, se conser-
van como vehículos ideales de canalización de ciertos contenidos. Pero además,
hay que pensar que lo que llamamos un medio de comunicación es en sí mismo
un fenómeno cultural en sí que conlleva muchos rasgos de psicología, sensoriali-
dad y fisionomía de cada época y lugar. Conservar, y revivir los medios es un
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Las diez leyes de la información
La expresión con arte es siempre una re-mediación, porque como hemos indicado
anteriormente, el arte permite trabajar la técnica con proporción o armonía y sal-
var los problemas de carga. Así, el uso artístico de una tecnología a menudo eva-
de el problema de atrofia que puede generar la nueva técnica en otros modos de
sensibilidad, mediante el recurso o la recuperación de las formas previas, con las
que el nuevo medio reconecta en las formas recuperadas o re-mediadas.
Un ejemplo de ello es la capacidad, por ejemplo, que un cineasta en 3D puede
tener para recrear la visión de una cueva de pinturas rupestres (como ha hecho
Werner Herzog al filmar la cueva de Chauvet, de 40.000 años de antigüedad).
Vemos en la capacidad tecnológica de este medio nuevo, pero sobre todo en el
acierto recursivo del artista, a volverse hacia lo ancestralmente antiguo, una com-
pensación de la fascinación que la ilusión trimensional puede crear, cegándonos al
contenido, al complementarla con un fenómeno visual único, y completamente
opuesto desde el punto de vista temporal. La re-mediación del mundo ancestral de
Chauvet, en la película en 3D, es en realidad una genial idea artística (Herzog
2013).
Esto nos conduce a pensar que la mayoría de las realizaciones comunicativas
más creativas son en realidad recuperaciones o remediaciones: puesto que es ne-
cesario compensar la acción de la ley de la atrofia, y los fenómenos de paradójica
reducción de la eficacia de los medios tecnológicos actuales, con un constante
diálogo con las formas anteriores. No se trata de nada nuevo, puesto que, como
indicamos, toda forma artística necesariamente dialoga tanto con el entorno que le
rodea, como con la tradición temporal en la que se inscribe.
Para ratificar aún más este fenómeno, mencionaremos que una de las formas
de creatividad que se señala como mecanismo de ideación de cosas nuevas es la
denominada por George Sternberg (2006) combinación selectiva, es decir, la ubi-
cación de los elementos de un medio o conjunto significativo en un orden diverso
al habitual, que produce la innovación conceptual. Por ejemplo, utilizar algo en
orden no habitual, o en otro contexto diverso al suyo, o descomponiendo sus par-
tes y ordenándolas de otro modo. La re-mediación o recuperación es precisamente
presentar algo nuevo que en el fondo es ya conocido o existe previamente, pero
en otra forma u orden de como antes se presentaba o existía. Se trata de un juego
con el orden, en este caso, sensorial y temporal en la cultura humana.
Así, podemos ver la historia de las creaciones en los medios y en la comuni-
cación como una serie de remediaciones que establecen un ritmo discontinuo,
132
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa
pero armónico, de evolución formal. Piénsese en cómo los nuevos medios –por
ejemplo las redes sociales- son simplemente re-mediaciones de sistemas anterio-
res – en este caso, se parecen a los grupos primarios no mediados o mediados por
sistemas tradicionales de comunicación-. Que medios novedosos son simples
transpolaciones de medios, estilos o sistemas previos, a contextos creados en
otros medios es un rasgo muy señalado por los investigadores en innovación:
Twitter recupera para las redes el sistema del telegrama, Facebook aplica en ellas
la agenda social, o Linkedin no es sino la electrónica digital incorporada a la
agencia de colocaciones-, como indicábamos antes. Y la innovación es a menudo
una simple traslación o reubicación en el espacio comunicativo, o una simple
apropiación de un espacio previo, inutilizado para la comunicación, que se incor-
pora ahora a las dimensiones de la conexión humana.
Se suele poner como anécdota la invención del post-it, esas pequeñas hojas de
papel que se pegan y despegan de cualquier parte, para usos de oficina. Se trata de
una reubicación de un pegamento que resultó ser un fracaso porque se despegaba
constantemente. Los inventores del pegamento, que buscaban algo más eficaz en
adherencia, supieron encontrar un uso diverso al pegamento inestable, de modo
que lo re-mediaron para un uso intermitente en estas hojillas de papel.
Hablando en grandes dimensiones, la resonancia de unos medios en otros, una
vez que se instauran como innovaciones con valor en la vida social, tiene que ver
con ese impulso de resonancia de las formas culturales, que se materializa en las
invenciones de dispositivos materiales y también en los estilos simbólicos. Esto
explica que un mismo medio –el hipertexto, por ejemplo- pueda “re-mediar” al
mismo tiempo al lenguaje periodístico en su estructura de palabras clave y des-
pliegues textuales, y a la oralidad antigua en su carácter continuo e intertextual, o
incluso al mismo tiempo al texto ilustrado de la época enciclopédica por su carác-
ter ecléctico.
Como veíamos, la recuperación no es infrecuente en la comunicación huma-
na, más bien es un rasgo permanente, y en la esencia fundamental del arte de co-
municar se halla siempre la reconexión con las formas anteriores de comunicar,
con los medios y tradiciones previas, con las que la relación forzosamente ha de
ser de continuación o recuperación de procesos que superan la dimensión indivi-
dual humana.
El arte y sus criterios de trabajo basados en armonía, proporción y estética, a
menudo recurre a la remediación para canalizar esos criterios de mejor modo en
una circunstancia dada. El trabajo con materiales previos, con estilos ya existen-
tes, remediados o glosados, es una técnica que permite dialogar con formas cultu-
rales previas y hacer que una obra artística resuene en la tradición a la que perte-
nece.
Anandas Coomaraswamy, experto en la llamada tradición normal del arte
(1936), habla de la necesidad que tiene la comunicación artística de constituir
133
Las diez leyes de la información
parte de una función normal que sirve para enseñar cómo hacer las cosas, y cómo
hacerlas bien. Los artistas deben mostrar, recordar y atesorar los medios, estilos y
tradiciones anteriores, porque en ellos hallamos las razones profundas por las que
se hacen oficios, tareas, productos o bienes. Todos ellos tienen necesariamente un
sentido más amplio que el puramente material, son reflejo de conocimientos hu-
manos que envuelven la experiencia y la conciencia en torno suyo. Los artistas,
necesariamente, continúan la larga cadena dorada de los creadores que han produ-
cido, conocido y transmitido las realizaciones humanas, y por tanto, siempre re-
tornan a dicha cadena, cuya expresión es el arte en todos sus géneros y estilos, del
puramente manual o fabril al más abstracto y simbólico.
La comunicación es entonces un eterno retorno sobre lo esencial, un proceso
unificado, y esto explica que haya un nexo en la creación artística de todos los
tiempos, que vuelve sobre sí misma, porque retoma su desarrollo unificado.
En este marco, la re-mediación no es sino una muestra del proceso normal del
arte en el que unas formas dialogan con las otras, nos remiten a las mismas y a la
cadena de hallazgos y tesoros que se transmiten mediante la emoción artística. No
se trata simplemente de estética, aunque precisamente ésta nos puede llevar a la
recuperación de formas y medios anteriores, primero por resultado del uso del
contraste, la armonía y otras leyes que producen una recuperación de modos anti-
guos, y segundo porque las formas siempre conectadas unas con otras nos llevan
en su exploración a traer de nuevo las más remotas. André Malraux, experto en
estos temas, habló del museo imaginario del arte mundial (1951) el fenómeno por
el cual todo el arte de la humanidad es un gigantesco museo en el que las obras
van respondiendo a preguntas esenciales, metamorfoseando las diferentes mane-
ras en las que el destino humano ha ido haciéndose claro a los artistas, para ser
expresado o evocado. Y uno de los milagros del museo imaginario es precisamen-
te la metamorfosis de los dioses, que decía Malraux, es decir, la capacidad de las
formas numinosas de expresión humana de adquirir nueva vida en las formas
nuevas, resurgiendo gracias a la creación, de entre las ruinas del tiempo milena-
rio.
A Malraux le resultaba sorprendente que la cultura europea hubiera redescu-
bierto, y luego, re-mediado, formas ancestrales de expresión como el arte egipcio
milenario, o las máscaras del arte tribal africano. Estas formas artísticas eran bus-
cadas por los arqueólogos y académicos europeos con el fin de volverlas a la vida
en nuestra civilización. Pero estas formas además comenzaban a influir en los
artistas europeos de vanguardia, que recuperaban con ellas dimensiones normales
de experiencia artística y formas primarias esenciales de comunicación. El fabu-
loso renacer de los dioses humanos parece que estaba descrito en su propio mito,
y nuestra civilización vuelve una y otra vez sobre esos dioses resurrectos.
El arte, quizás el modo supremo de comunicación que existe, que transmite
experiencias hondísimas mediante la manipulación de las formas, y que permite
134
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa
que, no importa cuál sea la circunstancia humana, los hombres y mujeres compar-
tan el mismo impacto creativo, atravesando distancias temporales y espaciales
gigantescas, es un inmenso legado único, en el que hay una dimensión global,
conjunta, y en esa dimensión que unifica el arte, las formas necesariamente están
interconectadas. Lo que vemos en los procesos de comunicación es el modo como
se engranan y conectan los diferentes modos de generar experiencias, y cómo
unos aluden a otros, los recuperan o reciclan, porque de la energía que transmiten
unos sistemas, es posible generar otros nuevos. Así lo afirmaba, no sin base meta-
física, McLuhan: de todo medio surgen otros nuevos medios. En el caso técnico
es evidente que la estampación de pigmentos, conduce a la escritura, y ésta a los
códigos binarios, y éstos al hipertexto. Pero la ley de McLuhan tiene un plano
más profundo de reflexión, que tiene que ver con el desbloqueo de la energía co-
municativa poderosa que yace en un medio antiguo, resucitado en una forma nue-
va, por un medio actual.
Es posible ver fenómenos como el que describimos en artes muy consumadas
como la música o el teatro. En algunas obras actuales, vemos la re-mediación de
formas arcaicas de comunicación, como el retorno a la expresión mediante ele-
mentos primarios –tierra, fuego, aire, agua-, como hace, por decir un ejemplo, la
danza Butoh japonesa de vanguardia- Este retorno a formas primarias de expre-
sión escénica, que debieron ser vitales en las formas teatrales mistéricas ancestra-
les, nos permite reconectar con la expresión eterna del hombre mediante el teatro.
Cerrar el círculo de la búsqueda de la dramatización, y hacer que parte de su
energía circule hasta el presente: éste es el sentido profundo de la remediación, y
lo que hace que toda forma de comunicación, si es eficaz, contenga en sí y en su
desarrollo creativo todas las otras formas en las que los humanos han trabajado
para el mismo fin.
135
8
Octava ley: todos los intercam-
bios comunicativos son analógi-
cos o digitales
La octava ley que vamos a citar tiene un carácter abstracto, y cuando se formuló
constituyó una de las más complejas, pero es fundamental como clave para enten-
der el procesamiento de la información a diferentes niveles de comunicación.
Al igual que la ley de la simetría o complementariedad de la información, la
ley que distingue los intercambios comunicativos en analógicos o digitales se
refiere a la estructura y la naturaleza interna de dichos intercambios, establecien-
do dos patrones estructurales que contribuyen a entender mejor la comunicación
en muy distintos contextos.
Como en el caso de aquella ley de simetría o complementariedad, la ley de los
intercambios analógicos o digitales resulta una subley de la ley de carga informa-
tiva que hemos formulado anteriormente. La existencia de los umbrales de carga
se aclara suficientemente gracias a esta formulación relativa a la estructura de la
carga informativa en dos grandes conjuntos o tipos, que realizaron los autores de
la Escuela de Palo Alto.
Entre los principios esenciales de la comunicación, Watzlawick, Beavin y Ja-
ckson formularon el axioma según el cual, todos los intercambios comunicativos
son analógicos o digitales (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1986:46 y ss.). Deja-
ron esta cuestión en un nivel general de abstracción, que estudiaron en su texto,
mostrando que en comunicación, analógico y digital no son sencillamente tipos de
transmisión de la información mediante una tecnología de señales, sino que se
trata de dos modos, o dos estilos diferentes, de combinar la información que se
emite o difunde.
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Las diez leyes de la información
Esta ley nos indica que existen dos tipos de cuantificación de la carga infor-
mativa, bien en pasos discretos y discontinuos (digital) y en una gradación conti-
nua (analógica).
Muy similar es la distinción que hacen los autores entre comunicación abs-
tracta, mediante señales definidas en una codificación digital, y codificación en
un sistema primario, gradual y continuo, y relacionado con la iconicidad represen-
tacional. Así, algunos investigadores entienden que es digital la comunicación
mediante señales abstractas como el lenguaje verbal o los números, por su discon-
tinuidad con el ámbito que representa, su carácter diferenciado, y es analógica, la
comunicación mediante la imagen icónica, los gestos o las fotografías, por ejem-
plo, que obedecen a un directo influjo de lo real y presentan un carácter continuo
y gradual.
Así, el sistema binario de la información es naturalmente digital, y se basa en
una cuantificación abstracta en pasos discontinuos. En cambio, la imagen es por
su naturaleza básica un medio de carga analógica, descomponible en elementos
graduales que están unidos en su base.
La descripción de lo digital como codificación discontinua, y lo analógico
como gradación continuada en la representación, es una diferenciación que se da
a muchos niveles de la comunicación. Tanto tecnológicamente como desde el
mundo de los lenguajes más abstractos, los saltos digitales de los continuos crea-
dos por sistemas analógicos caracterizan a la comunicación. Se trata, podríamos
decir, de dos ópticas informacionales distintas, complementarias entre sí, que
ilustran la dinámica por la que la información se genera.
Watzlawick, Beavin y Jackson, mostraron además que para comunicar con
mayor eficacia, es necesario utilizar ambas codificaciones de modo complementa-
rio. A diferencia de las estructuras simétricas y complementarias, lo analógico y
lo digital están unidos en la comunicación, a muchos niveles. Constituyen dos
dimensiones complementarias de la comunicación, como iremos comprobando a
lo largo de este capítulo.
La distinción analógico/digital dio pie a avances tecnológicos, mas su impor-
tancia teórica es grande. En nuestra mente, existe una simultánea actividad de
codificación en los niveles digitales y analógicos, y saber recurrir a ambas esferas
de la comunicación intrapersonal nos ayuda a memorizar, a procesar con agilidad
la información, y hacerla más eficaz en muchos entornos. Estos fenómenos sirven
para entender cómo funcionan los umbrales de carga informativa en todos los
sistemas comunicativos. Vamos a estudiar los contextos en los que más se reco-
noce la importancia de esta estructura.
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guntan, diremos que conocemos el idioma. Se produce entonces ese salto cualita-
tivo que el dominio de un campo continuo de elementos genera en este contexto.
Como veremos, la comunicación digital nos conduce a la analógica y vicever-
sa, la analógica nos lleva a las abstracciones propias de la comunicación digital.
Una de las capacidades más importantes de nuestra mente es la de complementar
abstracto y concreto, digital y analógico, de manera que podemos pasar de una
estructura a la otra en diferentes momentos y circunstancias. La información está
siempre asociada a estos cambios, pues las combinaciones en las estructuras ana-
lógica y digital son diversas y permiten generar distinto tipo de información res-
pecto a un tema. Así, si saltamos de una estructura a la otra podremos distribuir la
carga informativa, anclarla en distribuciones con distinta naturaleza en nuestra
mente, y pasar de unas a otras con facilidad. Vamos a ver cómo funciona esta ley
en nuestra mente.
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Estos delfines recibían una recompensa solamente cuando realizaban una va-
riación sobre diferentes acrobacias que eran capaces de hacer. Pero captar que la
recompensa llegaba solamente con la variación era una cuestión muy compleja. A
menudo, los entrenadores les mostraban que por repetir la misma pauta no reci-
bían premio alguno, y los animales buscaban sin dar con la clave digital que ex-
plicaba aquel comportamiento. De repente, después de algunos días, uno de ellos
realizó toda una serie de variaciones de acrobacias una detrás de otra, como de-
mostrando su amplia comprensión de lo que se le pedía.
El salto digital que daban los delfines, a “teorizar”, por así decir, sobre la
condición misma del entrenamiento, comprendiendo por fin que lo que se pedía
era una variación, es un salto de lo analógico –con sus posibles grados o matices
de codificación- a lo digital, que nos muestra el aspecto general absoluto de algo,
permitiéndolos contemplarlo en su totalidad, y aplicar esa visión general al caso
concreto que necesitamos solventar.
De hecho, lo que se denomina “deuteroaprendizaje”, concepto igualmente
desarrollado por Bateson (1972), es la capacidad para desarrollar un cambio abso-
luto en la perspectiva de acceso a la información, pudiendo comunicarse al res-
pecto de ella misma, generando teoría al respecto. Esta capacidad de superar la
primariedad de un lenguaje, llegando a reflexionar sobre su conjunto, en un nivel
secundario y más abstracto, es también un salto de lo analógico a lo digital. Gran-
des pedagogos han analizado la metacomunicación (cuya ley abordaremos en
seguida en este libro) que se genera en el dominio de un campo de conocimiento
–por ejemplo Milton Erikson, o más recientemente Guy Claxton (2001). La su-
peración de un nivel de acceso a información produce un ascenso teórico, si en-
tendemos por tal lo que etimológicamente significa, una “visión panorámica”, es
decir, absoluta, sobre la que de nuevo empieza a constituirse un sistema gradual.
Hay otro aspecto en el que la codificación analógico y digital es muy impor-
tante. En la enseñanza sabemos que existe una carga cognitiva intrínseca, genera-
da por la complejidad de los temas a estudiar o aprender, y una carga cognitiva
externa (Jonassen 1997) relacionada con la forma como se exponen, presentan o
detallan esos contenidos. La combinación de carga cognitiva intrínseca y extrín-
seca es clave para aprender, porque si un texto es excesivamente complejo, por
muy sencillamente que se presente, no será procesado adecuadamente, y vicever-
sa, aunque el contenido sea idóneo, si la carga extrínseca asociada a la forma del
mensaje, su exposición o su grado de redundancia, son grandes, bloquearán el
acceso a la información que contienen. Existe además otro tipo de carga que tiene
que ver con la relación de los temas y su estructuración en sistemas análogos.
Cada tipo de carga influye en quien aprende, y además, no influye del mismo
modo si quien aprende es ya alguien experto en el tema –en cuyo caso la carga
extrínseca es muy importante, porque rehúye la complejidad formal innecesaria- o
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que con las perspectivas tradicionales, es uno de los grandes desarrollos del espa-
cio público en los últimos años. Supone incorporar algunas codificaciones digita-
les en zonas donde el espacio analógico dominaba con sus leyes de perspectiva y
proporción. Estos juegos nos muestran la infinitud de nuestro propio entorno, su
carácter construido, y la capacidad que tenemos para generar más mundos en éste
que vivimos, parafraseando a Paul Eluard (“hay otros mundos, pero están en
éste”).
La paradoja de Borges y el imperio cartográfico, así como la frase de Eluard,
nos muestran cómo la escalabilidad es vital como hábito humano, que nos permite
simplificar la observación de lo real para poder manejarla a cierto nivel que es útil
representativamente hablando. Las tecnologías actuales tienen como una de sus
principales dinámicas el juego con la escalabilidad, es decir, de lo analógico a lo
digital, y viceversa. El cambio que desde el punto de vista operativo se produce
con un cambio de escala de observación nos permite organizar todo el contenido
en los sistemas de archivo de los ordenadores, pero también en nuestra memoria
semántica. Y el juego entre gran y pequeña óptica en todo tipo de recursos hiper-
textuales nos conduce a la posibilidad de manejar muchos documentos a la vez y
trabajar simultáneamente en diversos sistemas a la vez. La escalabilidad ahora
mismo es ya un recurso estilístico omnipresente, parte de la retórica general de la
red, que es necesario dominar, es decir, saber desplegar y replegar, en todas sus
posibles formas y alusiones y re-mediaciones, para poder moverse en la red.
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ticidad increíble del cerebro humano, que obtiene información diversa de una
misma realidad, alterando las codificaciones en las que dicha realidad se conser-
va.
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La ley de la metacomunicación
Esta penúltima ley fue enunciada por la Escuela de Palo Alto y es uno de sus
axiomas fundacionales de la teoría de la comunicación, que hemos citado ya va-
rias veces. Es además uno de los campos de mayor desarrollo en disciplinas como
el interaccionismo, la semiótica o la teoría literaria. La formulación que los auto-
res de Palo Alto adoptaron fue a la vez simple y muy general: “Toda comunica-
ción tiene dos aspectos distintos, uno de contenido y otro de relación. La relación
califica al contenido” (Watzlawick et al., 1986: 46 y ss.)
Cuando hemos estudiado la percepción básica y las formas elementales de in-
formación, ya mostrábamos que el uso de cualquier señal necesariamente supone
una selección de lo real, y un juego de combinaciones y órdenes de lo real que al
tiempo que nos explica algo o lo manifiesta, imprime una determinación sobre
ello. Pues bien, la ley de la metacomunicación no es sino un resultado, y un desa-
rrollo, de este mismo fenómeno.
Toda comunicación es metacomunicativa, y por ello, aun cuando se trate de
un intercambio tan inmediato como instintivo, tiene siempre un aspecto reflexivo,
se autodefine y con ello condiciona el significado de cuanto nos muestra.
En esta unidad vamos a analizar la amplitud de los factores de la ley. Hay
formas de metacomunicación muy simples, que compartimos con los animales, y
que son estudiadas en los rituales de interacción. Hay modos de metacomunica-
ción que determinan complejos modos de comunicación cultural, y están asocia-
dos a interacciones tan complejas como las del humor o la experiencia estética
más refinada. Hay, por último, metacomunicación asociada a la constitución del
poder social, del poder de los mismos medios profesionales, y al ejercicio de sus
funciones en el mundo social, cuyos aspectos más complejos derivan de la impor-
tancia de esta ley.
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ese aspecto, además, varía según la relación establecida con el interpretante del
signo.
Peirce determinó que los signos siempre sustituyen a otra cosa diferente a
ellos, mediante la función de representación. En esta función es precisamente
donde se desdobla el nivel de realidad, de modo que la representación necesaria-
mente puede modificar, crear o suplantar aquello que significa. En la medida en
que hace necesariamente una de estas tres cosas, lleva a cabo una actividad refle-
xiva, metacomunicativa, a muy sutiles dimensiones de la interacción mediante
signos.
En una definición muy conocida de este grandísimo autor, los signos son
aquellos elementos «que al conocerlos nos hacen conocer algo más» (1900:
8.332). Ese “algo más”, que los signos nos transmiten, es sobre el que aplicamos
las actividades reflexivas y metacomunicativas. Cuando usamos un signo, lo ha-
cemos definiendo al mismo tiempo lo que significa, y por tanto realizando una
metacomunicación sobre él. Ello supone desdoblar la comunicación en dos nive-
les, el metacomunicativo y el comunicativo propiamente dicho, para cada elemen-
to, unidad o componente del propio mensaje.
Vamos ahora a explicar cómo se estudió esta ley en las escuelas diversas que
se ocuparon de los signos en la interacción social humana, donde estos puntos de
partida arrojaron fecundos resultados que marcaron la originalidad y la profundi-
dad de las conclusiones de los autores del interaccionismo simbólico y otras pers-
pectivas similares.
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emana de los signos se hace muy férreo. Así, los rituales de atención, o de omi-
sión de atención, a determinados signos, señales y representaciones de papel, son
obligados, y quien no los lleva a cabo convenientemente transmite un mensaje de
anormalidad o irregularidad en el control de lo que ocurre. La relación y el víncu-
lo comunicativos ocupan gran parte de las actividades de la propia comunicación.
Es en estos sectores donde nuestra metacomunicación se ocupa fundamental-
mente de tres actividades: confirma, desconfirma o rechaza las relaciones estable-
cidas de comunicación, como indicaron los autores de Palo Alto.
En gran medida los rituales metacomunicativos tienen por objetivo confirmar
las relaciones previamente establecidas y predeterminadas. Empleamos mucha
energía en confirmar a personas y situaciones, con la finalidad de remachar el
orden social establecido. Mucha metacomunicación social está destinada a esta
actividad. Precisamente por ello, cuando no hay confirmación, y aparece la des-
confirmación de personas, situaciones o marcos de significado, se produce una
auténtica crisis en la vida comunicativa.
Los autores de Palo Alto afirmaban que era peor la desconfirmación comuni-
cativa que el rechazo, y la razón de ello es precisamente que el rechazo implica,
aunque de manera negativa, el reconocimiento significativo del otro, pero no así
la desconfirmación, que omite al otro, la situación o la relación establecida con él.
Cuando existe desconfirmación metacomunicativa nos encontramos con la
omisión y el vacío al que sometemos a los demás. Por ello, los rituales sociales de
interacción ponen especial énfasis en el reconocimiento de la presencia de los
otros, en los intercambios de todo tipo de apoyos y caricias interpersonales, con la
finalidad de mantener sólidamente establecido el sentido de las situaciones com-
partidas.
En cambio, hay contextos donde precisamente la flexibilidad, la apertura de la
metacomunicación, y la posibilidad de jugar con los marcos y relaciones estable-
cidas, aparece como elemento que dinamiza la vida social: son las situaciones
creativas, como las del juego lúdico, el arte, el humor, o el conocimiento creativo,
en las que los dos aspectos de la comunicación interactúan complementándose de
una manera muy diferente, como vamos a ver a continuación.
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La ley de la metacomunicación
Cuando los medios acceden y reconocen su poder como instituciones que me-
dian en el conocimiento de la realidad, empiezan a desarrollar estrategias cada
vez más claras para influir en este nivel profundo de la comunicación. Conocía-
mos desde hace mucho tiempo la capacidad de los medios para actuar en el nivel
de significado de la realidad y con ello inclinar la visión política en uno u otro
sentido. Lo que encontramos en los medios de la segunda mitad del siglo XX es
una completa capacidad para controlar este aspecto de la metacomunicación pro-
fesional.
En gran medida los definidores de lo real, los medios o actores sociales que
establecen los marcos comunicativos, son los poderes fácticos como el gobierno,
el estado, el poder económico. Y los medios de comunicación propagan los mar-
cos establecidos que definen las relaciones y los actores clave en cada dominio.
Pero una vez que los periódicos y grandes medios son conscientes de las estrate-
gias reflexivas idóneas que pueden utilizar, su poder en este sentido va siendo
mayor, aliándose con aquellos.
Mucha actividad social insidiosa y frenética gira exclusivamente en torno a la
definición de las relaciones sociales, de los marcos, puesto que aquello que se
define como activo y real, se hace poderoso, siguiendo en el mundo político y
económico. La Profecía Thomasiana que hemos descrito al hablar de la capacidad
proyectiva de la información, indica hasta qué punto definir las situaciones supo-
ne hacerlas reales. Los marcos establecen las relaciones esenciales que centran la
atención de la vida social, y la lucha por definir uno u otro marco es la clave de la
acción política, pues, como Foucault afirmaba en 1975, existe un poder para ejer-
cer una violencia en el nivel definidor de la sociedad y establecer así control sobre
la misma.
Nuestra dramaturgia social se orienta casi exclusivamente a definir los víncu-
los entre individuos, y con ellos, las implicaciones y grado de compromiso de las
personas en ellos. El aspecto de maniobra y de estrategia en este nivel de la co-
municación, es enorme. Ya hemos visto, al hablar de las relaciones interpersona-
les, que por cumplir la ley del vínculo las personas pueden verse abocadas a sacri-
ficar su vida personal de manera ciega. Pues bien, el vínculo y la definición del
mismo ocupa también a la realidad política, como hemos dicho, y a la misma
configuración administrativa y de poder de la vida social, donde en gran medida
se controla al individuo mediante las definiciones de vínculo y relación que está
obligado a sostener.
La metacomunicación que establece la relación de dominio en la vida social
se convierte en un arma en manos de los medios de comunicación también, pues
ellos son quienes definen quién es quién en la vida social, lo que el ciudadano
puede esperar, o lo que debe acometer y pensar, mediante la influencia cognitiva
que estos medios tienen.
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La ley de la reversión comunicati-
va
La última ley de los medios, ideada por Marshall y Eric McLuhan, recoge un
fenómeno particular, que tiene directa conexión con la ley de la carga que traba-
jábamos en este libro anteriormente. Esta ley tiene también conexión con la ley de
la atrofia, y con la estructura analógico/digital de la comunicación en todos los
niveles. Esta ley indica, que cuando un medio o extensión, cognitiva o sensorial,
se lleva a su extremo, genera el efecto inverso al que se quería producir, detenien-
do el proceso y dejando la facultad o sentido extendidos en estado insensible o
impracticable.
McLuhan establece que cuando un medio sobrepasa un límite en su extensión,
se produce una reversión que lo anula. La observación de muchos fenómenos
humanos nos conduce directamente a la demostración de esta ley, como vamos a
ver en este capítulo. Al igual que ocurriera con la ley de la atrofia, la sensibilidad
es precisamente uno de los entornos donde se cumple esta ley y el exceso de es-
timulación genera una reversión sensorial completa.
Para distinguir bien la ley de la reversión, de la ley de la atrofia, hay que ver
con claridad que una de ellas se refiere siempre al mismo sentido, medio o facul-
tad, y la otra se refiere a un medio diverso o facultad diversa a la extendida co-
municativamente hablando. A diferencia de la paradoja de Diderot, o ley de la
atrofia, cuando actúa la reversión comunicativa el resultado no es una disminu-
ción parcial de otra sensibilidad o facultad, por extensión de una primera, sino
que todo ello ocurre en un solo medio o sistema. De ahí que los autores mencio-
naran la palabra “reversión” para indicar con claridad una inversión de la exten-
sión sensorial o cognitiva producida por un medio.
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Las diez leyes de la información
Uno de los campos comunicativos donde más evidentes se hacen los fenómenos
reversivos es en los sentidos humanos y el desarrollo de la sensibilidad. Todos
comprobamos a diario que nuestras facultades sensoriales tienen unos umbrales
precisos, ante cuyo exceso de carga se generan fenómenos de reversión.
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mecanismos y principios –la vía media, el término medio- para evitar los trastor-
nos humanos que se generan por la ley reversiva.
Pues como veremos después, toda hipertrofia de un determinado medio y sen-
sorio asociado, tiende a generar la reversión correspondiente, que a su vez, genera
la búsqueda mediante todos los recursos posibles de mayor hipertrofia, con la
consiguiente deformación cultural que ello implica, y sus catastróficas conse-
cuencias en el nivel humano.
Vamos a tratar este fenómeno, por su interés y su importancia en nuestro ám-
bito, en mayor detalle en el siguiente apartado.
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Uno de los sectores culturales donde más se reconoce la acción de la ley reversiva
es en la cultura de masas. La cultura de masas es la heredera de la cultura literaria
y teatral europea, que a partir del desarrollo de una serie de sistemas técnicos de
reproducción, potenció enormemente el desarrollo de la imaginación. La hipertro-
fia de la imaginación, en la cultura europea, dio lugar a curiosos fenómenos re-
versivos, que mostraremos a continuación.
Europa desarrolló una hipertrofia imaginativa que no se dio en otras civiliza-
ciones, por ejemplo, la asiática, o la árabe. A partir del surgimiento de los medios
de reproducción, tanto icónica –litografía, fotografía, cine, video- como verbal
simbólica –prensa, libros de bolsillo, revistas, etc.- mecanizados, Europa se con-
vierte en el continente que fomenta la imaginación fantástica en todos sus secto-
res.
Paradójicamente, y por efecto de la ley reversiva, nuestra cultura tiende a per-
der capacidad imaginativa y los productos de la comunicación de masas son cada
vez más mediocres e incapaces de sugerir cosas nuevas, al menos en los medios
tradicionalmente dirigidos a crear atención sobre ellos.
El exceso en el desarrollo de este proceso cultural llega en el siglo XX, cuan-
do los productos de la fantasía y la imaginación, aliados con las industrias de
consumo, generan un universo de formas imaginarias completamente hiperdesa-
rrollado e invasivo, dentro del cual se sostiene toda la economía productiva. La
iconorragia, es decir, la hemorragia de imágenes es total y constante, y no hace
sino seguir creciendo con la llegada de la red y de los dispositivos digitales de uso
individual.
Esta hipertrofia de la imaginación genera fenómenos reversivos. Así, la carre-
ra a la búsqueda de una impresión de realidad técnicamente garantizada conduce a
tecnologías cada vez más complejas de las que se depende para producir el juego
o entretener a las audiencias. Resulta mucho más difícil, cada vez, para los espec-
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más dispares, y que sus efectos son estudiados por los autores expertos en cien-
cias y disciplinas autónomas, que van de la sociología a la psicología, de la teoría
matemática a la etología animal. Vemos que en todas esas disciplinas los autores
coinciden en dar a los fenómenos de la comunicación unas categorías generales
como son estas leyes informativas, con el fin de esclarecer la importancia que
tienen en la formación de la vida humana y animal en el planeta.
Esperamos que estas diez categorías sirvan para que, una vez reconocidas en
cualquier ámbito comunicativo, permitan al lector generar ideas sobre cómo obte-
ner de ellas el mejor servicio, sea profesional, sea filosófico, sea terapéutico o
artístico. Como leyes que son de nuestra sensibilidad también, esperamos que
ayuden al objetivo fundamental de todo el conocimiento humano, que no es otro
que el de proporcionar felicidad, y que las personas vivan conforme a aquello que
más desean.
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BIBLIOGRAFÍA
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Las diez leyes de la información
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La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa
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