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ÍNDICE

Introducción 3
Capítulo 1: La ley de la extensión sensorial de la comunicación 7

1.1. La extensión sensorial y cognitiva 9


1.2. La mente extendida y la cultura humana 12
1.3. La extensión sensorial y cognitiva y la comunicación 18

Capítulo 2: La ley de la proyección comunicativa 23

2.1. La proyección en el mundo perceptivo 24


2.2. El poder de la proyección comunicativa
como constructora de realidad 27
2.3. La naturaleza proyectiva de la comunicación
en la vida social: imaginarios y sensorios 30
2.4. La información periodística y su poder proyectivo 33
2.5. La ley de la proyección en la comunicación de masas 34
2.6. La proyección en la comunicación interpersonal e intrapersonal 36

Capítulo 3: La ley de la atrofia u obsolescencia de los medios 41

3.1. La atrofia y la paradoja de Diderot 43


3.2. La ley de la atrofia en el campo comunicativo 45
3.3. La obsolescencia comunicativa 47
3.4. La crisis del periodismo tradicional 50

Capítulo 4: La ley de la carga informativa 55

4.1. La carga informativa y los umbrales 56

1
Las diez leyes de la información

4.2. La información en infracarga 60


4.3. La sobrecarga informativa 62
4.4. Más allá de los umbrales: el inconsciente cognitivo 66
4.5. La carga informativa y la creatividad 68
4.6. La carga informativa y las teorías profesionales
del periodismo 70

Capítulo 5: La ley del orden en la comunicación 75

5.1. La ley del orden y la información 76


5.2. La selección perceptiva y la ley del orden 77
5.3. La teoría cuántica y la ley del orden implicado 81
5.4. La ley del orden en la sociedad de masas 83
5.5. La ley del orden y la innovación 85
5.6. La ley del orden en la comunicación
interpersonal e intrapersonal 89
5.7. La ley del orden en el periodismo profesional 92

Capítulo 6: La ley de la simetría o complementariedad


de la información 95

6.1. La homeostasis comunicativa 96


6.2. Las órdenes familiares en el grupo interpersonal 101
6.3. Simetría y complementariedad
en las transacciones comunicativas 104
6.4. La complementariedad en las narraciones y relatos 106
6.5. La simetría en la comunicación humana 108
6.6. Simetría y complementariedad
en la difusión de innovaciones 110
6.7. La simetría en acción: escaladas y contagios 112

Capítulo 7: La ley de la recuperación o remediación comunicativa 17

7.1. La re-mediación comunicativa 118


7.2. La remediación y el equilibrio sensorial de la cultura 121
7.3. Internet y la ley de la remediación 123
7.4. La evolución de los medios como una genealogía 127

2
Introducción

7.5. La remediación comunicativa y el arte 132

Capítulo 8: Octava ley: todos los intercambios comunicativos


son analógicos o digitales 137

8.1. La codificación de la información en los umbrales de carga 139


8.2. La codificación de la información
como herramienta cognitiva 142
8.3. El aprendizaje y lo analógico/digital 145
8.4. La escalabilidad de la información
en las nuevas tecnologías 147
8.5. La reducción de carga
mediante la conversión analógico/digital 151

Capítulo 9: La ley de la metacomunicación 157

9.1. Todo signo es metacomunicativo 158


9.2. La metacomunicación humana 160
9.3. La metacomunicación en la cultura y el humor 165
9.4. El poder metacomunicativo profesional y social 169

Capítulo 10: La ley de la reversión comunicativa 175

10.1. La reversión sensorial: hiperestesia y anestesia 176


10.2. El arte y la reversión comunicativa 179
10.3. La reversión en la cultura de masas 182
10.4. La reversión en los grupos humanos 186
10.5. La reversión en el periodismo profesional 189

Bibliografía 195

3
Introducción

Este texto explica diez grandes leyes de la Teoría de la Información. Estas leyes
provienen de tres grandes teorías: los llamados axiomas comunicacionales formu-
lados por los teóricos de la comunicación de la Escuela de Palo Alto, Watzlawick,
Beavin y Jackson, y de la tétrada de leyes de los medios que Marshall Mc Luhan
enunció junto a su hijo Eric en los años 80. A estas dos grandes construcciones
teóricas se añade la ley de la carga informativa desarrollada por primera vez por
George Miller en el nivel de estudio de la comunicación intrapersonal. Este texto,
para enriquecer y completar estas bases categoriales, se nutre de formulaciones de
estos diez principios realizadas por Gregory Bateson, por los teóricos de la psico-
logía Gestalt y otros autores y escuelas de gran importancia en las teorías de la
información y la comunicación.
Hasta ahora nadie había unificado los axiomas comunicacionales de Watz-
lawick, con las leyes de los medios de Marshall Mc Luhan y la ley de la carga de
Miller. Sin embargo, tienen una relación clara. En los tres casos estamos ante
categorías que nos permiten contemplar la comunicación desde una perspectiva
teórica que abarca la profundidad de los enigmas de este campo. Además, tratán-
dose de ideas de gran capacidad, nos permiten ver la comunicación desde una
altura teórica pero conectada con los elementos concretos, con las evoluciones de
los medios y de los hábitos de información humanos, con los fenómenos más
peculiares de la comunicación. Aquí se realiza una fusión creativa de tres esque-
mas de categorías que sirven para pensar más en profundidad los fenómenos de la
comunicación.
Hemos llamado leyes de la información a las diez formulaciones que se deri-
van de unificar las 4 leyes de los medios de Marshall y Eric Mc Luhan, con los
cinco axiomas comunicacionales de Paul Watzlawick, Janet Beavin y Don Jack-
son, y añadiendo la ley de la carga o del número mágico enunciada por George

1
Las diez leyes de la información

Miller en los años 50 del siglo XX. Algunas de las formulaciones que aquí se
explican tienen una relación más literal y cercana con las iniciales realizadas por
estos autores fundadores de las disciplinas de la teoría de la comunicación y de la
información. En otros casos, se trata de formulaciones más abstractas, como le
ocurre a la denominada ley de la naturaleza proyectiva de la comunicación. En
absolutamente todos los casos, la dimensión informativa aparece como parte o
base de la ley.
El texto se basa en el principio que los autores de Palo Alto establecieron, a
saber, que los axiomas comunicacionales eran aplicables como categorías al estu-
dio de la comunicación en niveles diversos, siendo de utilidad en distintos contex-
tos o tipos de análisis. Así, la enunciación de cada ley adquiere diversas formas y
se aplica al menos a alguno de cada uno de los niveles de estudio de la comunica-
ción, que son cuatro: la comunicación intrapersonal –fenómenos asociados a la
comunicación interna del individuo, es decir, a la percepción, el pensamiento y la
construcción de cogniciones y programaciones del comportamiento dentro del
individuo-, la comunicación interpersonal –la interacción a pequeña escala entre
individuos, en los grupos primarios y en pequeños sistemas de conducta, siempre
en dimensiones cara a cara o persona a persona-, la comunicación masiva o grupal
masiva, que tiene lugar en espacios públicos comunes, con grandes conjuntos de
individuos- y la comunicación mediada de tipo profesional y realizada a través de
tecnologías o medios masivos-. Cada una de las leyes de la información se aplica
y se muestra en estos distintos niveles de estudio de la comunicación.
Puede apreciarse que las tres bases de teoría pertenecen respectivamente cada
una a un nivel de estudio diferente de la comunicación. Así, las denominadas
leyes de los medios analizan medios de comunicación, pertenecen al nivel de
análisis de este género comunicativo. Los axiomas comunicacionales son funda-
mentalmente categorías del análisis de la comunicación interpersonal, no media-
da. Y la ley de la carga informativa se generó en el nivel de estudio intrapersonal
de la comunicación. Se trata de las teorías que son el punto de partida, y que, al
provenir de estos diferentes niveles de análisis de la comunicación, podemos
aprovechar su fusión para mostrar la complementariedad de sus puntos de vista.
Hoy en día la comunicación mezcla estos distintos niveles de análisis y tene-
mos categorías nuevas que surgen de la influencia de las nuevas tecnologías. Así,
nos encontramos con comunicaciones interpersonales múltiples y masivas, que
son posibles mediante la red de Internet y sus desarrollos sociales. La categoría de
la comunicación de masas como tal ha pasado a ser menos frecuente, porque hoy
en día hay procesos que son dirigidos a grupos numerosos pero no masivos, o que
se difunden de persona a persona, mediados interpersonalmente, pero a un núme-
ro masivo de individuos. La comunicación intrapersonal se encuentra ahora con
extensiones y herramientas nunca vistas, y ve potenciado su ámbito enormemente

2
Introducción

en la configuración de la nueva sociedad. Las leyes de la información también


muestran su eficacia en estas nuevas dimensiones de la comunicación.
Esto hace que este texto mezcle dimensiones de observación, y escuelas o
aportaciones, de distinto tipo y perspectiva teórica, en un enfoque multidiscipli-
nar. Sin embargo, las leyes de la información unifican estas diferentes aportacio-
nes en un mismo estudio de la comunicación, en el que las categorías de la Teoría
de la Información sirven de guía para enfocar de manera global los fenómenos de
todo tipo, del grupal al profesional, del tecnológico al psicológico profundo.
El texto es resultado de reflexiones realizadas por su autora en el marco de la
Teoría de la Información. En esta disciplina, la tendencia a formalizar categorías
con voluntad generalista, y aplicables a distintos sectores del estudio de la comu-
nicación y de la información, es constante. La docencia de esta materia va además
generando perspectivas nuevas en las que es posible agrupar las categorías y ex-
traer conclusiones de sus analogías, derivaciones y aplicaciones innovadoras.
Las teorías de la información, como las antiguas teorías griegas, no explican
todos los fenómenos de la comunicación y sus procesos, sin embargo convierten
en central el misterio de su acción en el ser humano y nos asombran con la com-
plejidad siempre nueva que tiene el mundo de la comunicación y la información
en el mundo actual. Como todas las teorías, nacieron más para hacerse preguntas
que para dar respuestas, y su importancia está en hacernos pensar en un nivel de
abstracción que al mismo tiempo pone el foco de la atención sobre los aspectos
más cercanos de esta actividad humana.
Por último, este texto pretende, además de proporcionar ideas creativas y de
investigación en el campo de la Teoría de la Información y la Comunicación,
resultar de utilidad a los estudiantes de estas materias, porque presenta los conte-
nidos de ellas en una estructura trasversal, a la vez sencilla de abordar, y por otro
lado, diferente a la tradicional de los manuales de texto que se fundamenten en
una descripción cronológica, o incluso, en los modelos de la comunicación o las
teorías de información tradicionales. El enfoque basado en las leyes de la infor-
mación pone el acento en las estructuras y las analogías de fondo que dominan el
pensamiento en torno a la comunicación, y que emanan directamente de los fe-
nómenos comunicativos, actualmente en un proceso de mutación y de desarrollo
muy intenso, que nos obliga a pensar en ellos con profundidad teórica, y al mismo
tiempo, con recursos interpretativos nuevos.
Para los estudiantes entrar en el mundo de las Leyes de los Medios y las Le-
yes de la Información significará abrir la puerta a la reflexión sobre los enigmas y
las ideas en torno a la información y la comunicación, que como todas las ideas,
teñirán de una fuerza y color la reflexión que las contemple ya para siempre. Ma-
durar el pensamiento gracias a las ideas teóricas es un proceso que solamente se
produce cuando entramos en contacto con esas ideas originales, y empiezan a
vivir en nuestra mente, usando nuestra misma fuerza para irradiar. Tal proceso

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Las diez leyes de la información

debe darse en los estudios universitarios, ésa es una de sus funciones más sagra-
das, porque regala al estudiante un impulso hacia la reflexión teórica que para
siempre le acompañará, y cambiará su manera de afrontar la vida profesional, las
situaciones comunicativas que le esperen e incluso su más general visión del sen-
tido de la existencia. Las teorías, las visiones profundas e impersonales sobre los
elementos más densos de nuestra existencia, son necesarias para la vida. Quien
accede a la universidad, y entra en contacto con ellas, recibe un regalo que crece
indefinidamente en su consciencia
Las leyes de los medios de Marshall y Eric Mc Luhan, y los axiomas comuni-
cacionales de los autores de Palo Alto permanecen demasiado a menudo olvida-
dos para los propios científicos y dados por obvios y sabidos por parte de los in-
novadores en el campo de la comunicación y la información. Son incluso
desconocidos, por ser ya antiguos, para muchos autores que consideran que las
teorías no tienen relación directa con la realidad. Sin embargo, entenderemos
mucho mejor la comunicación, y la desarrollaremos más en profundidad, si po-
nemos nuevamente estas leyes teóricas encima de la mesa de las reflexiones ac-
tuales, y comprobamos que son ideas fértiles, que contienen múltiples sugerencias
y significados que enriquecen nuestra idea de la comunicación. Una vez que em-
pezamos a trabajar con ellas, se abre un universo de posibilidades de comprensión
de los nuevos fenómenos de la vida humana, o de los eternos aspectos de nuestras
experiencias, que las hace enormemente útiles e interesantes. Como todas las
grandes teorías, son necesarias para la vida, tal y como afirmaba el gran filósofo
de la historia Osvald Spengler. Es fundamental seguir jugando con ellas en nues-
tras reflexiones.
La estructura del libro viene constituida por diez capítulos que desarrollan ca-
da una de las diez leyes, partiendo de sus definiciones originales en los autores
citados, y extendiendo en espiral sus aplicaciones a los distintos niveles de la
comunicación. Hemos procurado que de cada ley haya una aplicación y discusión
para cada uno de los niveles de análisis de la comunicación, del intrapersonal al
masivo mediado, pasando por el interpersonal y por el aspecto profesional. En
algunos casos el aspecto profesional es muy específicamente el del periodismo y
su actividad, los medios de comunicación de masas o los efectos y fenómenos
asociados a ellos.
En algunas de estas leyes es imposible abarcar todos los aspectos que despier-
tan en nuestras reflexiones, tal es su carácter axiomático. En otras, que están re-
lacionadas genealógicamente con las anteriores, el desarrollo es menor, porque se
trata de subleyes, de derivaciones de las leyes principales. No obstante, hemos
distinguido y diferenciado diez de estos grandes constructos teóricos porque su
carácter es bien claro y sus efectos y aplicaciones merecen una consideración
aislada en cada uno de los casos. Al final del texto hemos agrupado la Bibliogra-

4
Introducción

fía de todos los capítulos, con la intención de que pueda trabajarse si se precisa,
en cada caso concreto de ley.
Algunas de estas leyes han sido reformuladas por los teóricos de la comunica-
ción y de la información con distintos nombres y bajo distintas disciplinas cientí-
ficas. Es fácil entender que estos autores desarrollaron en un nivel concreto del
estudio de la comunicación una teoría específica. Dado que la Teoría de la Infor-
mación es un compendio de teorías, y su objetivo es precisamente organizar y
aglutinar, bajo un único eje, las muy diferentes teorías, escuelas y autores, Las
diez leyes de la información es un texto que encaja en la tradición de aportaciones
de los autores de esta disciplina.
Esperamos que este texto aclare, interese y enseñe a los estudiantes y a los in-
vestigadores los contenidos en torno a la Teoría de la Información, y les anime a
pensar la teoría como una base fundamental del desarrollo humano más vanguar-
dista e innovador.

5
1
La ley de la extensión sensorial de
la comunicación

La primera ley que vamos a explicar está entre las leyes enunciadas por Marshall
McLuhan en su texto Las leyes de los medios (1998, 2009), quien con su hijo Eric
categorizó una tétrada de principios aplicables a los medios de comunicación,
entendiendo por tales todos los artefactos, facultades o sistemas que permiten
transmitir contenidos, y por tanto, aplicables a todos los fenómenos de comunica-
ción.
McLuhan, perfilando definitivamente junto a su hijo, su aporte más profundo
a los estudios de comunicación, presentó en un libro póstumo la idea de que todos
los medios, entendiendo por tales todos los sistemas y facultades humanos de
contacto con el entorno, cumplen y son resultado de 4 procesos distintos, que
enunció con frases completas, y que se resumieron posteriormente en estos cuatro
conceptos:

– Ley de la extensión sensorial


– Ley de la atrofia u obsolescencia
– Ley de la recuperación
– Ley de la reversión

De acuerdo con estas cuatro leyes, todo medio supone una extensión de un
sentido o facultad humanos, ya sean físicos o psicológicos. Con esta ley McLuhan
había trabajado toda su vida, y de hecho tuvo una formulación muchos años atrás,
en su libro Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del hombre
(1964, 2009). La idea de contemplar toda la cultura humana como un proceso de
extensión sensorial fue probablemente el rasgo más genial del pensador canadien-
se.

7
Las diez leyes de la información

Las siguientes leyes vinieron a perfeccionar esta idea con los procesos opues-
tos o complementarios. Así, la ley de la atrofia matiza cómo todo medio que ex-
tiende un sentido o facultad, al mismo tiempo hace obsoleto o reduce, atrofia o
sustituye, a otro medio anterior establecido en la cultura humana. Cuando
McLuhan apreció el crecimiento y decrecimiento de los diversos medios en los
procesos de expansión y de atrofia, pudo diseñar una visión genealógica, evoluti-
va, de la vida de los medios de comunicación.
La ley de la recuperación es resultado de una importante sutileza a la hora de
estudiar los medios en la disciplina que comenzó a crearse en torno a las investi-
gaciones de McLuhan: todo medio es parcialmente una recuperación, o como ha
formulado David Bolter, una re-mediación de otro anterior, que había quedado
obsoleto en procesos previos de evolución mediática. Así, la puerta para investi-
gar a los distintos medios en clave cultural, rastreando su arqueología como dis-
positivos que reproducen y hacen revivir formas culturales previas, quedó abierta.
McLuhan iba a enlazar con el análisis de las grandes evoluciones formales de la
cultura que autores de la filosofía de la historia o del estudio del arte acometían
desde hacía décadas. Es una lástima que nuestro autor no pudiera desarrollar esta
historia de los medios a partir de la idea de la ley de recuperación. Sí lo han hecho
posteriormente diversos de sus discípulos, como Bolter ó Ong.
La última ley establece que todo medio, cuando su extensión es excesiva, re-
vierte su efecto hasta constituir una atrofia o pérdida de sus propias utilidades
como tal. Esta ley es una combinación de las dos primeras, y nos explica un as-
pecto crucial de la comunicación humana y de los procesos naturales relacionados
con la misma. La comunicación y sus medios, del arte al armamento, de los me-
dios mecánicos a los cognitivos, están todos ellos sometidos a la ley de la carga,
al fenómeno de la reversión, por el cual, un uso abusivo genera justamente el
opuesto de lo que queríamos producir. Esta ley, que afecta con enorme intensidad
a las facultades sensoriales humanas, explica ni más ni menos que el funciona-
miento de la sensibilidad, y enlaza directamente con el mundo del refinamiento de
la misma que culturalmente se ha dado en otros entornos diferentes al occidental,
en algunos aspectos. McLuhan sí desarrolló a su modo reflexiones en torno a la
relación entre la estética, como fenómeno cultural diverso en diferentes áreas del
mundo, y la teoría comunicativa. No obstante, queda todavía por analizar a fondo,
y por explicar, la muy compleja relación entre la evolución mediática y la evolu-
ción cultural humana a partir de la clave de la sensibilidad.
Las cuatro Leyes de los medios, por tanto, habían sido parcialmente desarro-
lladas por McLuhan en su célebre texto Comprender los medios de comunicación.
Las extensiones del hombre (1964, 2009), texto en el que el autor había explicado
su idea de que la civilización humana es un conjunto de extensiones de facultades
y sentidos humanos mediante artefactos y todo tipo de sistemas, tanto materiales
como abstractos o inmateriales. Si un medio es literalmente la extensión de un

8
La ley de la extensión sensorial de la comunicación

sentido o facultad humanos, podemos ver toda la cultura humana, y su evolución,


como una evolución de los medios, o mediática, en la que el hombre se distribuye
en múltiples formas y dispositivos para ampliar sus capacidades y traspasarlas a
otros.
Así, de la escoba, extensión del brazo y mano humanos, al libro, extensión de
la memoria, de la luz eléctrica, extensión de la vista, a Internet, extensión de nues-
tro sistema nervioso central, todos los medios, por dispares que sean, extienden
alguna capacidad humana ampliando el horizonte de experiencias y los campos
sensoriales y culturales humanos. La cultura es un inmenso mecanismo morfoge-
nético –la idea se la inspira Spengler (1922, 1988) a McLuhan-, en el que unos
medios o formas culturales generan otros en un mecanismo de constante amplifi-
cación y proyección de posibilidades de experiencia de todo tipo.

1.1. La extensión sensorial y cognitiva

El surgimiento de las herramientas y de los instrumentos supone el descubrimien-


to de la capacidad humana de extensión sensorial o fisiológica. Las herramientas,
los objetos contenedores, los utensilios, son también, en ese momento de la histo-
ria humana, soportes para el ornamento artístico o para la simbolización de su
fuerza o de su gracia. Se convierten también en extensiones de facultades psíqui-
cas, y el hombre desarrolla igualmente utensilios y herramientas para la mente. El
lenguaje es una de las extensiones humanas cognitivas, una de las más grandiosas,
responsable de la evolución y el crecimiento exponencial del humano en el desa-
rrollo de su pensamiento.
Pensar la civilización humana como un fenómeno centrado en el individuo y
la cultura como un producto del yo, ha impedido que viéramos la importancia de
este hecho: los seres humanos somos seres distribuidos, extendidos, y los límites
del yo son constantemente ampliados por las experiencias de la vida, por el avan-
ce en la creación cultural, y por las herramientas y tecnologías de todo tipo. En la
cultura occidental, es importante cambiar esta perspectiva para notar cómo el
desarrollo humano es el resultado de la ruptura de los límites individuales a la
experiencia, y la comunicación de ésta entre distintos individuos, distintas gene-
raciones, o las distintas raíces culturales.
Las extensiones, como vemos, son de dos tipos en la cultura: sensoriales, o
cognitivas. Una extensión sensorial es la luz eléctrica, o las gafas, o el aspirador,
o la pistola. Todos ellos son dispositivos o utensilios que facultan a la persona
para un mayor desarrollo de alguna capacidad o actividad física. La luz eléctrica
posibilita que veamos de noche, las gafas solventan la incapacidad del miope, el
aspirador acelera nuestra capacidad de limpiar el suelo y la pistola la de agredir
con un objeto proyectado a alguien. Una extensión cognitiva es el ordenador, el

9
Las diez leyes de la información

libro, la pintura, el arte musical. Todos estos objetos o dispositivos nos permiten
incrementar nuestra inteligencia, imaginación, memoria o empatía. En gran medi-
da las extensiones humanas cumplen las dos funciones, pues en realidad cogni-
ción y percepción sensorial, y acción consecuente, son dos caras de un mismo y
único fenómeno de comunicación intrapersonal.
El ser humano surge de una interconexión genética y biológica, que tiene lu-
gar cuando es concebido por sus progenitores, y su desarrollo es también el resul-
tado de su extensión celular y fisiológica, en primer momento, y de la extensión e
interconexión que tiene lugar al nacer, con el entorno y con otros organismos
humanos o con otros no humanos. La extensión es en realidad la forma que cobra
el avance de la vida, que siempre resulta de un ensamblaje, sea entre células, sea
entre seres vivos en simbiosis, sea entre macro-organismos como ocurre en la
biosfera. De unas extensiones surgen otras: la evolución es una extensión de co-
nexiones previas que van desarrollándose en aspectos no solamente fisiológicos.
Así, del surgimiento del lenguaje proviene la posterior extensión del conocimien-
to científico, y de éste, interactuando con el desarrollo de herramientas, la tecno-
logía avanzada. Es posible contemplar la historia humana como un conjunto de
extensiones consecutivas que surgen unas de otras, y cuyo núcleo central es la
comunicación.
Podemos analizar así la morfogénesis de los medios, también llamada media-
morfosis, que es la genealogía por la que unos medios extienden facultades o sen-
tidos y con los cambios que ellos generan en el ser humano, producen a su vez
otros medios nuevos, requeridos para continuar la acelerada evolución de las ca-
pacidades humanas de comunicación con el entorno. Pongamos un ejemplo. Un
medio como la reproducción de imagen mediante imprenta, que extiende la capa-
cidad de reflejar una imagen producida manualmente, a múltiples copias exactas,
genera una mediamorfosis que va desarrollando los sistemas de reproducción
icónicos cada vez más eficaces y perfectos en su iconicidad, como las litografías,
estampaciones, fotografías, fotografía digital, imagen digital, holográfica, y así
sucesivamente. El proceso es una extensión, en primer lugar, porque la capacidad
de producir imágenes humanas a sistemas rápidos, distribuidos y automatizados
en los que ya no es precisa la tarea manual inicial y es cada vez más perfecta la
fidelidad al original –o debería serlo, aunque debemos tomar en cuenta las otras
leyes de los medios para juzgar con claridad-. Pero además cada nuevo paso en la
evolución de los sistemas de reproducción viene sugerido por el medio anterior,
que hace posible su ideación. Cada nuevo medio extiende además la capacidad de
los anteriores, y va desarrollando las potencialidades planteadas por ellos.
La historia de un medio como el cine es resultado de una extensión de medios
previa, que han participado en el desarrollo de esta técnica: la representación de la
imagen mediante proyecciones de sombras en la pared fue el ancestro más curio-
so, responsable de los efectos teatrales que animaban las religiones mistéricas

10
La ley de la extensión sensorial de la comunicación

griegas. El teatro también interviene directamente en la morfogénesis del cine. La


fotografía y sus antecedentes participan en esta evolución, porque automatizan la
representación de la imagen, dando un paso más hacia la imagen cinemática me-
diante un aparato. Otros dispositivos de ilusiones ópticas en movimiento han ido
contribuyendo al surgimiento del cine. Si rastreamos la historia de este medio,
veremos que la evolución hasta su desarrollo nos ilustra de un proceso en el que
se prolonga y perfecciona el hallazgo humano, de un crecimiento de sus potencia-
lidades. Esta evolución, por supuesto, no se detiene ahí, y el cine da lugar a la tv,
el video y la imagen digital en la extensión a otros soportes para la generación del
mismo efecto icónico cinemático. No solamente estos medios reciben la influen-
cia del cine: la red de Internet usará como uno de sus estilos de extensión y desa-
rrollo el lenguaje cinematográfico.
McLuhan creó el concepto de sensorium (1964, 2009) para reflejar los cam-
bios en la sensibilidad que crea el establecimiento de un medio en la vida social.
Así, la llegada de la imprenta genera un sensorium en el que la escritura mecani-
zada y la lectura más fácil, la difusión masiva de copias, y los procesos de repre-
sentación de tipo icónico, de imágenes o signos estampados e impresos, copias
fieles de sus originales, se ven privilegiados, abocando finalmente a la cultura que
hemos llamado de la Imagen y de la Información. Un medio potencia, intensifica,
una gama de sensaciones y percepciones, y por tanto, ahorma una cultura, que en
definitiva, es energía morfogenética de unión con el entorno, como Spengler
afirmó.
La civilización occidental contemporánea está marcada por el sensorium vi-
sual de la imprenta y de la imagen impresa todavía. Ha desarrollado un carácter
visual, racional, lineal y lógico, tendente a juzgar por la apariencia y a observar y
conocer mediante la observación visual. Es el sensorium occidental. Otras cultu-
ras no son tan visuales, sino más acústicas, táctiles o kinestésicas, por ejemplo la
islámica. En ésta se privilegian otros sentidos porque otros medios tuvieron im-
portante peso, como por ejemplo el del lenguaje oído o el del olfato y el tacto. La
cultura oriental, china y japonesa, privilegia sobre la linealidad y racionalidad la
sensualidad y sutileza de las representaciones intrincadas y complejas, no aparen-
tes. Son distintos sensoriums que ahorman formas culturales y condicionan el
desarrollo de sus ciudadanos. La historia de las culturas está también marcada por
estos muy diferentes sensorios y por los medios que de ellos han surgido o dejado
de surgir.
La ley de la extensión también considera como tales los edificios y los interio-
res de éstos –extensiones del esqueleto, el cuerpo o la piel humanas-, las ciudades
–extensiones de los sistemas digestivo o nervioso del individuo-, las armas –
extensiones de brazos, piernas o dientes humanos, como dispositivos agresores-, o
los lenguajes y la cultura –extensiones de la mente humana y su sensibilidad en
conexión con el entorno, de la memoria o la capacidad de almacenar información

11
Las diez leyes de la información

individual-. Toda la cultura se basa en las experiencias de comunicación primaria


con el entorno –el sentimiento de la tierra y del paisaje de que hablaba Spengler,
que marcan profundamente a una cultura y le permiten desarrollar su morfogéne-
sis de conexión con el universo (1922)- y a partir de ahí surgen los medios para
potenciar o materializar de nuevas maneras esa primera conexión o extensión
humana.
Como estudió Simmel (1986), las ciudades, que extienden y potencian la sen-
sibilidad y la vida emocional humana, producen una civilización en la que la psi-
cología individual está acrecentada, y radicalizada por así decir, en unos entornos
donde la vida psicológica pasa a un primer plano, y marca la evolución de todos
los aspectos del desarrollo, hacia una mayor presencia del sistema nervioso en la
vida de la especie (Simmel, 1986). Este hecho nos lleva a un viraje psicológico de
nuestra civilización y de nuestra sensibilidad, a una mayor presencia de la vida
emocional en la humanidad. Y así sucesivamente: cada medio creado extiende y
da forma al desarrollo dúctil y maleable del propio conjunto humano.
De un medio se genera otro medio en una extensión. Pero de cualquier sentido
humano se puede inventar o desarrollar un medio, que ocupando un espacio nue-
vo en la civilización, permita extender la experiencia humana. Lo habitual es que
un nuevo medio se genere en hibridación o combinación con otros. Así, el telé-
fono móvil surge del antiguo teléfono fijo, pero combinado con el aparato de ra-
dio y con el walkie talkie. Twitter es un híbrido resultante de las ideas del tele-
grama y de la red social. O la tableta es una mezcla entre el cuaderno o cartilla de
notas de toda la vida, la pantalla de TV y el ordenador portátil.

1.2. La mente extendida y la cultura humana

En su núcleo, la ley de la extensión indica, como afirma Alva Noé muy reciente-
mente (2010), que somos seres expandidos y distribuidos desde nuestro más pro-
fundo núcleo: desde que nacemos formamos sistemas ensamblados de interacción
para alimentarnos y sobrevivir, y ellos nos conforman de manera que el desarrollo
de nuestro pensamiento, como estudió Jean Piaget, no es sino el desarrollo de los
esquemas de movimiento y relación que experimentamos en comunicación con el
entorno o con los demás, que se interiorizan, adaptan y dan lugar a las conexiones
abstractas (Piaget 1931) en procesos más complejos.
Las extensiones sensoriales y cognitivas forman a cada individuo, desde que
nace y se vincula a su madre o a su padre, hasta que incorpora conocimientos,
símbolos, experiencias descritas en los sistemas culturales, o el lenguaje mismo,
que le permite desarrollar su propio pensamiento al ensamblarse y generar un
mecanismo creativo de interacción con el entorno. Todo cuanto el hombre ha
creado son sistemas de comunicación y extensiones que le permiten superar sus

12
La ley de la extensión sensorial de la comunicación

barreras corporales y psicológicas, temporales y espaciales, para desarrollarse y


avanzar hacia el futuro.
Una primera forma muy estudiada de ensamblaje y co-evolución es la de la
propia criatura humana en contacto con su madre o padre. El sistema madre/bebé
o padre/bebé es uno de los ejemplos más claros de la necesaria condición que rige
a la supervivencia humana, de vincularse y extenderse. El bebé y su madre en-
samblan un sistema de intensa sincronización en el que comienzan a desarrollarse
las formas de comunicación, de la nutrición y protección fisiológica al amor y
expresión del afecto, en un sistema de identificación y traslado de experiencias
entre ambos seres que permite la incorporación de esquemas e información muy
importantes para el niño. El mimetismo, el entrelazamiento que se da en las múl-
tiples formas de simbiosis entre los niños y sus padres es el responsable del tras-
vase de un riquísimo conjunto de información de unos a otros.
La cultura más elaborada no es sino una continuación de la extensión de nues-
tra mente en la dirección de dotarnos de las formas idóneas para que esas exten-
siones funcionen. Así, las formas culturales como el arte de todos los tiempos son
transmisiones de experiencias a las que tenemos acceso gracias a nuestra estructu-
ra mimética neuronal, constituida por las denominadas neuronas espejo (Rizzolat-
ti y Sinigaglia, 2005). La formación cultural de la persona le permite extender su
conocimiento y su sensibilidad a las experiencias y conocimientos de otros indi-
viduos en su sociedad y cultura, de modo que puede extenderse gracias a las obras
de éstos y acceder a sus logros.
No podríamos acceder a la superación individual si no tuviéramos esta capa-
cidad de extensión y de acoplamiento con lo que está más allá del individuo, sean
herramientas culturales o sean tecnologías. En tanto el ser humano es capaz de
internalizar o externalizar herramientas, lenguajes o tecnologías, es capaz de su-
perar sus límites y hacer suyos los más altos avances humanos.
Pensemos en una persona que sencillamente está leyendo un libro: es una
mente ensamblada con otra u otras mentes, lo que produce en muchos casos una
extensión exponencial de la experiencia de ese individuo. La capacidad, la posibi-
lidad de heredar las experiencias, extensiones, sabiduría de otro está condensada
en este sencillo medio. Es literalmente un ascensor que le permite saltar los pasos
de una evolución muy dificultosa, y poder acoplarse al último de los peldaños de
una trabajosa escalera de superación.
Hay acoplamientos que instantáneamente producen un aprendizaje que se au-
tomatiza. Así ocurre con las herramientas que nos habilitan para realizar tareas.
Una vez que las incorporamos en una pericia, no somos conscientes de que las
usamos, dejando paso en nuestra mente al contenido que nos permiten extender.
Internamente, el individuo extiende sus facultades cuando incorpora estos sis-
temas culturales de conocimiento y experiencia, y cuando puede automatizarlos y
dar paso a otros en una evolución interior constante. Los hábitos, que no son otra

13
Las diez leyes de la información

cosa que contenidos convertidos en herramientas, como afirma Alva Noé


(2010:145), tienen la función de dejar lugar a la adquisición de nuevos contenidos
porque la consciencia se desplaza, de ellos, hacia otros ámbitos. Cuando usamos
la costumbre y la pericia o fluidez en la automatización de facultades, podemos
trabajar de maneras muy rápidas y mecánicas, y con ello, salvar las barreras que
existen en la mente humana y los límites de capacidades más dirigidas por la con-
ciencia.
Las extensiones humanas, de los idiomas a los ordenadores, de los automóvi-
les a los satélites, son posibles porque cognitivamente el ser humano puede en-
samblarse con esas extensiones y automatizar e internalizar su uso. Podemos ha-
blar un idioma aprendido con la fluidez necesaria como para que se convierta en
un medio de transmisión automática de nuestro pensamiento. Podemos incorporar
una prótesis de pierna de manera que la movamos como si fuera la nuestra propia.
Podemos adaptar y evolucionar con ellas, todo tipo de extensiones, mentales y
materiales, que nos hacen co-evolucionar en el tiempo y nos llevan a nuevos tipos
de sensorios y de mundos de experiencia humanos.
Ramachandran (1988) es un neurobiólogo hindú que ha mostrado la capaci-
dad de la mente para incorporar a su sistema motor cualquier ensamblaje, aunque
sea ilusorio. Para tratar el llamado “síndrome de la mano fantasma”, enfermedad
por la cual personas con un miembro amputado sentían dolor en él, este científico
creó una ilusión óptica en un espejo, que permitía a personas amputadas tener la
impresión de que conservaban el brazo o pierna perdidos, y de esta forma, tratar
la disfunción mental y motora que les hacía sentir dolor en el miembro inexisten-
te. Esta terapia de espejo demuestra que en el ensamblaje con herramientas y tec-
nologías se produce tal extensión mental que es posible asumirlas como propias y
que éstas ejerzan una influencia en el individuo, aunque sean ilusorias.
El cerebro humano nos muestra aquí toda su plasticidad, su capacidad de asi-
milar ilusiones y representaciones de manera que las considera reales y propias.
La capacidad de proyectarnos en representaciones ilusorias, la capacidad de asu-
mir cogniciones fabricadas, es la misma que nos permite disfrutar con el cine o
jugar con un ordenador. Si pudiéramos representar esta capacidad para salir de
nuestros estrechos límites y ser mentes extendidas, tendríamos que imaginar una
mente porosa, llena de ramificaciones y vías de desarrollo al exterior, entreverada
con las otras mentes y fruto ella misma del entrelazamiento de otros sistemas de
extensión mental.
Este debate sobre el externalismo de la mente ha llevado a muchos pensadores
a considerar que aquello que llamamos la conciencia es en realidad algo distribui-
do, expandido, una especie de momento de confluencia entre múltiples procesos
de interacción y de trasvase de experiencias y representaciones. El “yo” de los
individuos no es un objeto limitado por un cuerpo ni tiene una forma fija e inmu-

14
La ley de la extensión sensorial de la comunicación

table. Por ello mismo, admite el crecimiento indefinido, la educación más allá de
sus circunstancias físicas o contextuales.
Si Alva Noé afirma que los hábitos son herramientas o tecnologías cognitivas
para aumentar y extender nuestra conciencia a otros sectores de atención, las he-
rramientas y tecnologías creadas por el hombre son la demostración de que po-
demos extender nuestras capacidades a objetos o entornos no humanos, externali-
zarlos, trasvasarlos y posteriormente ensamblarnos con ellos para aumentar
nuestra capacidad de experiencia. Así lo ha estudiado Bruno Latour (2001:252).
Latour afirma que las herramientas son extensiones de nuestras capacidades a
objetos o seres no humanos. Somos capaces de crear máquinas, instituciones o
conceptos que tienen depositada, más allá de la agencia humana, la capacidad
para actuar en el entorno humano, para revelar información, almacenarla o ins-
trumentarla ante nosotros. Son herramientas y sistemas de ensamblaje a disposi-
ción de la humanidad, que pueden ser incorporados y aplicados según nuestra
necesidad de ellos. Así, por ejemplo, “la Ley” es una extensión cognitiva que se
halla ya externalizada, reificada en instituciones, libros o plataformas, y que actúa
contra o a favor de los individuos, se traslada de unos a otros, y supera en pervi-
vencia al humano. Igual ocurre con universos externalizados y reificados como es
“el Estado” o “la Ciencia”, tal y como estudió unos años atrás la corriente de la
fenomenología social de los autores Peter Berger y Thomas Luckman (1986).
Las herramientas humanas, del hacha de sílex a la tableta electrónica, del as-
pirador al libro de poemas, de la ciencia a los idiomas, son un inmenso conjunto
de extensiones materiales o simbólicas que permiten al ser humano ahorrar ener-
gía, disponer y canalizarla de manera más eficaz, trasplantarla directamente, y
ampliar sus facultades y sentidos de manera casi infinita. Las máquinas y herra-
mientas se crean a partir de una idea de extensión: el avión para poder volar, el
automóvil para poder ir lejos y de prisa, el satélite para poder comunicar con ma-
yor eficacia y amplitud. Todas ellas nacen en conexión con un sentido o facultad,
y son un desarrollo humano que refleja los modos naturales de experiencia en el
individuo. Toda herramienta es un medio de comunicación porque facilita o mejo-
ra una conexión con el entorno, que a su vez, es la clave de su desarrollo. Las
herramientas y tecnologías son creaciones humanas resultado de la interacción
con el entorno en dos sentidos: primero, porque surgen como algo que pide esa
relación previa. Segundo, porque una vez que se interponen, cambian la relación
del individuo con el entorno haciéndolo co-evolucionar con él, como veremos.
Es necesario pensar que toda la civilización humana, y la evolución de nuestra
especie, así como la de las demás, es el resultado de un entrelazamiento de facto-
res que se condicionan y se vuelven a condicionar circularmente. En nuestro uni-
verso, no hay fenómenos aislados con causas aisladas. Aquel elemento que causa
un determinado estado de cosas viene en parte generado por dicho estado, porque
en su origen existe ya una conexión previa. La reflexión de los científicos cuánti-

15
Las diez leyes de la información

cos nos muestra claramente este hecho. Todos los elementos que forman parte de
la realidad están entrelazados en procesos de interacción o en sistemas que se
mantienen en constante cambio e influencia. La co-evolución es el proceso que
hace interactuar al individuo con su entorno, de manera que ambos mutuamente
se condicionan, y es difícil saber cuál es el factor más determinante o qué es pri-
mero en la evolución generada.
Una parte fascinante de la extensión humana es la sensorial. Los seres huma-
nos podemos acoplar extensiones creadas como prótesis, y reaccionar en ellas
como sistemas ensamblados del mismo tipo a los que se crean en la familia o en
el conjunto madre-bebé. Estos sistemas ensamblados son tan naturales y a la vez
tan especializados que han dado lugar al concepto de mente extendida, es decir,
una exteriorización de la mente humana que ensamblada con un sistema tecnoló-
gico o de herramientas, da lugar a un complejo sistema que pone en cuestión lo
que podemos llamar los límites de la conciencia humana.
Han sido dos filósofos, Andy Clark y David Chalmers, los que han trabajado
sobre la idea de que la mente humana está extendida (2011). Cuando vemos a un
individuo interactuando con un ordenador estamos viendo un sistema de cogni-
ción extendida, en el que una tecnología que constituye una extensión de memoria
y otras facultades intelectuales, se ensambla con las facultades de ese individuo
en particular. Como dicen estos autores, es difícil saber dónde termina ese indivi-
duo y dónde comienza la máquina. Es complejo saber, sobre todo cuando las he-
rramientas tecnológicas digitales se ensamblan a la mente humana en sistemas de
interacción como los que se producen en las prótesis electrónicas o en dispositi-
vos que interactúan con el sistema nervioso directamente, cuál es el límite de la
identidad humana, y dónde llegaremos en este sentido.
La clave más esencial de este fenómeno radica en el hecho de que una vez que
se forma un sistema ensamblado y el hombre interactúa con una tecnología o he-
rramienta, aunque sea inmaterial, se produce una co-evolución (Chalmers y Clark
2011: 17). La influencia recíproca entre la plasticidad de nuestra mente y el en-
torno hace que haya un condicionamiento recíproco que moldee el conjunto y lo
haga evolucionar de una manera concreta.
La evolución de la especie con el uso de herramientas y la preparación de
alimentos cocinados y cocidos dio lugar a una menor necesidad de uso de las
mandíbulas como herramientas de fuerza, y a un mayor desarrollo de la capacidad
craneal como consecuencia de la menor necesidad de espacio mandibular. La co-
evolución que se desarrolló con la cultura de la alimentación más blanda dio lugar
a un ser humano de cráneo más grande y menor mandíbula. Este ser humano pudo
desarrollar por ello el pensamiento en mayor medida. Este es un ejemplo de cómo
el uso de una herramienta genera un condicionamiento que afecta al desarrollo
humano. El proceso sin embargo es más complejo, pues es el desarrollo intelec-
tual el que causa el mayor uso de herramientas e instrumentos agrarios que final-

16
La ley de la extensión sensorial de la comunicación

mente llevan a la cocción de los alimentos. Es difícil saber cuál es el desencade-


nante en el proceso, pero el entrelazamiento de factores es evidente.
En la naturaleza existen muchísimos sistemas ensamblados en los que un or-
ganismo se extiende en un entorno para crear las condiciones adecuadas a su per-
vivencia. El hombre ha creado el entorno artificial de las ciudades donde todo un
contexto de ensamblajes y externalizaciones de capacidades y facultades permite
aumentar la sensibilidad, memoria, dinamismo o actividad de un solo individuo.
Todos estos factores a su vez han generado un tipo humano adaptado a este en-
torno, y que desarrolla nuevos medios para potenciar las nuevas capacidades.
Se ha analizado en el caso de las co-evoluciones que producen las herramien-
tas externalizadas de nuestra mente en la cultura, cuando se ensamblan con otras
mentes nuevas (Aladro 2012), ensanchando las capacidades de las distintas gene-
raciones. Igual que existen las externalizaciones de la cultura, existen las interna-
lizaciones culturales de las que es capaz la mente humana cuando incorpora sus
facultades a herramientas o a tecnologías. Los sistemas ensamblados potencian
infinitamente la libertad humana para crecer y superar las limitaciones en cada
situación.
Uno de los fenómenos más estudiados de extensión cognitiva es el que se
produce con el aprendizaje y manejo del lenguaje. La filosofía del lenguaje, (tra-
bajada por filósofos como Hillary Putnam, y Donald Davidson) y los lingüistas
como Noam Chomsky (2002) se han interesado por el complejo fenómeno de la
adquisición de la lengua como un dispositivo que, aun cuando tiene una raíz pro-
funda en el individuo, generada por su presencia en la especie y en la psique hu-
mana, es sin embargo añadido o ensamblado al niño cuando se le enseña, y que,
sin embargo, una vez que el niño adquiere la “caja de herramientas” que constitu-
ye la lengua, puede hacerla suya y manejarla de tal modo profundo que emite
frases originales en infinitas variaciones, con capacidad generativa propia, y en-
sanchando su propia capacidad cognitiva con el contenido de esa caja de herra-
mientas creativa.
El uso del lenguaje y la circunstancia de que sea a la vez adquirido e intrans-
ferible como medio de expresión de cada individuo, es la demostración de la ca-
pacidad de la mente humana para extenderse y ensamblarse con herramientas
externas, y para utilizarlas en provecho del crecimiento de la propia capacidad
individual. Pero no solamente eso: un niño que adquiere el lenguaje puede llegar a
crear con él elementos nuevos y de este modo hacer evolucionar y crecer el len-
guaje mismo. Así, las extensiones tecnológicas son un camino de ida y vuelta que
permiten a la especie generar individualmente evoluciones que nuevos individuos
pueden asumir como propias.
El caso del lenguaje es un ejemplo claro de entrelazamiento: poseemos una
estructura profunda del mismo, de gran capacidad creativa, que ha ido confor-
mándose en la especie humana, y cuyas transformaciones y adaptaciones se in-

17
Las diez leyes de la información

corporan, practican e innovan con cada hablante que asume la herramienta lin-
güística. Ésta es a la vez interna y externa, y precisamente por ello, permite el
desarrollo y la expansión de la experiencia humana, tanto la del individuo como la
de la especie en su conjunto, mediante la creación lingüística.

1.3. La extensión sensorial/cognitiva y la comunicación

Uno de los principios fundamentales de la comunicación que subyacen a la


ley de la extensión sensorial es la idea de que el individuo, en realidad, es una co-
creación en el entorno, tanto natural como social. Lo que llamamos una identidad,
un yo, es en realidad una construcción en diálogo, y el pensamiento de una perso-
na solamente surge cuando comienza a conversar con el otro en su mente, tal y
como afirmó Charles Cooley en su teoría del ·”yo espejo” (2005, 1920). Somos
seres en constante interacción y co-evolución con el entorno y con las herramien-
tas comunicativas, y los medios que creamos nos hacen evolucionar a nosotros
mismos. Solamente desarrollamos el pensamiento cuando hemos aprendido a
dialogar interiormente, como afirmó George Herbert Mead (1934, 2005)
Tanto Cooley como Mead trabajaron con la idea de que el yo individual es en
realidad una extensión de la misma sociedad, que es interiorizada y desarrollada
mediante la conformación del pensamiento y de las representaciones que interna-
liza y asume del entorno. Pensar no es otra cosa que interiorizar el mecanismo de
la interacción comunicativa. Una identidad es una extensión de formas que, susci-
tadas desde el entorno, pero también corregidas y generadas por cada uno a partir
de ahí, va evolucionando en múltiples maneras, sin final.
Es importante resaltar de nuevo la idea clave de que la ley de la extensión es
la responsable de la capacidad de las personas para crecer y extender sus capaci-
dades más allá de los límites del individuo, físicos y mentales. Podemos exten-
dernos en sistemas ensamblados, podemos adoptar herramientas y ensamblajes, y
con ello ensanchar nuestro horizonte y evolucionar hacia el futuro. Esta capacidad
de incorporar y heredar, así como de externalizar y legar a la especie, capacidades
y facultades, es la que crea la libertad más absoluta para el ser humano, la libertad
para crecer hacia el futuro.
Esta ley de la extensión está directamente relacionada con la capacidad de
empatía, que extiende las capacidades de cada individuo a los demás, y nos hace
sensibles a sus emociones y sentimientos. Como las neuronas espejo, de las que
hablaremos un poco más adelante, nuestras mentes asumen determinados estímu-
los generados en el exterior y emulan sus circunstancias y características. La ex-
tensión sensorial no solamente es eficaz en los sistemas ensamblados hombre-
herramienta, sino sobre todo en los sistemas interpersonales, con la familia y ami-

18
La ley de la extensión sensorial de la comunicación

gos, y en los colectivos en los que una multitud de individuos reaccionan de ma-
nera extendida, es decir, mediante contagios fílicos o fóbicos, es decir, en formas
orgánicas colectivas. Los fenómenos estésicos, (explicaremos algunos más ade-
lante) en los que las sensaciones se colectivizan o se producen reacciones masivas
de un grupo a estímulos emocionales o sensoriales, no podrían darse sin la ley de
la extensión sensorial. Múltiples situaciones de sincronización de las emociones,
sensaciones, ritmos biológicos, de sueño, etc., se deben a la capacidad extensiva
de la mente humana que esta ley resume.
No es extraño que la empatía y la sensibilidad grupal se estén viendo acrecen-
tadas cada vez más en nuestra especie. Es parte del desarrollo de extensiones sen-
soriales que las tecnologías digitales están impulsando enormemente. Las mentes
extendidas en herramientas tecnológicas también se extienden a otras mentes
conectadas a las mismas, generado lo que ha sido denominado “inteligencia co-
nectiva” (De Kerckhove, 1999b). La tendencia a la conexión e interconexión
también afecta a los individuos, y genera formas de vida colaborativas, más en-
sambladas y sociales.
La ley de la extensión sensorial y cognitiva de la comunicación nos ilumina
sobre cómo el ser humano toma y devuelve al entorno la energía que genera las
formas en que se desarrolla, y esas formas son medios de comunicación. Con esta
ley vemos cómo el ciclo de energía que va del individuo al entorno se completa y
va generando la evolución humana y de todos los seres vivos.
Un último ejemplo para entender hasta qué punto es vital la extensión humana
es recordar que McLuhan, en los años 60, vislumbró cómo un día la humanidad
dispondría de una red eléctrica lo suficientemente extendida como para que por
ella circulara la información a todos los hogares. Lo que el fundador de la Escuela
de Toronto previó fue la gigantesca extensión cognitiva, tecnológicamente creada,
de Internet.
Internet, como han afirmado los seguidores de McLuhan, es una externaliza-
ción de los sistemas nerviosos e intelectuales humanos, como si le hubiéramos
dado la vuelta, como a un guante, a la mente humana, y hubiéramos hecho exter-
nos todos los cerebros, cuyas interconexiones fácilmente se ensamblan con las
conexiones de los otros cerebros. Si vemos bien esta metáfora, efectivamente la
red de redes se establece por una confluencia de extensiones.
En primer lugar, los ordenadores son extensiones de la memoria y del pensa-
miento humano. Cuando se conectan entre sí y mediante cable telefónico, satélite
y fibra óptica, las conexiones de estos sistemas multiplican las potencialidades de
coordinación de los datos. Desde el punto de vista de los lenguajes y codificacio-
nes, aparece la idea de ensamblar y de protocolizar los códigos de manera que
sean fácilmente compartibles, así como la de uniformizar el flujo de informacio-
nes. Para que todo el gigantesco ensamblaje de tecnología y lenguajes pueda ser
útil a los usuarios, surgen interfaces, lenguajes y programas que están creados

19
Las diez leyes de la información

para generar una asimilación intuitiva, espontánea en los receptores, o al menos,


sencilla en su manejo general. Todo el conjunto de simbiosis y de sinergias de la
gran conexión de múltiples tecnologías en el proceso de la digitalización no po-
dría haberse dado si el ser humano no siguiera de manera natural procesos de
extensión de sus sentidos y asimilación de herramientas extensoras.
La clave para la extensión humana en la red es precisamente la información.
La información es el ladrillo fundamental que construye la estructura de Internet,
en múltiples aspectos. Si observamos el aspecto que para un usuario común tiene
esta red, veremos que se presenta siempre como un universo de noticias, textos
por los que navegar a la búsqueda de lo interesante, o textos conectados entre sí
que se revisan o se salta de uno a otro en búsqueda del dato o elemento que
deseamos. Internet usa el mecanismo de informarse como actividad esencial, que
organiza todo el universo contenido. Incluso las imágenes aparecen codificadas
siempre como elementos que desplegar, activar o reproducir, encajados en pági-
nas similares a las antiguas de los periódicos en papel, con una estructura modu-
lar, desplegable y escalable, que podemos afinar y usar para acceder en mayor o
menor detalle.
La velocidad de absorción de esta innovación tecnológica no sería tan sor-
prendente si la extensión natural del conocimiento humano no trabajara en ella
para una asimilación rápida de este nuevo entorno de actividad. El universo de la
red es una gigantesca proyección cognitiva, posible solamente por la capacidad de
extensión de la mente en lenguajes, superficies y entornos creados artificialmente.
El hecho de que no distingamos entre actuar en dicho entorno y hacerlo en la vida
no mediada por un sistema digital, nos da idea de hasta qué punto somos capaces
de asimilar las herramientas.
En el caso de Internet, se da además una asimilación que es a la vez material y
psicológica, simbólica y tecnológica. La aceleración del desarrollo de las tecnolo-
gías digitales se está dando también por un proceso que ha sido llamado de con-
vergencia cultural, en el que lo nuevo es fundamentalmente el re-enganche de
todos los sistemas de comunicación y conexión con el entorno, que se reutilizan,
mimetizan o aprovechan en este universo multifuncional que constituye Internet.
La facilidad que la tecnología digital tiene para emular anteriores tecnologías
contribuye a que también termine generando asimilaciones reales. Por ejemplo,
Internet puede hacer circular archivos cinematográficos muy antiguos de la indus-
tria del cine. Y también, se pueden editar películas hechas hoy para que remeden
el efecto de una película antigua. También es posible aprovechar su tecnología
para rodar con bajo coste nuevos filmes. La confluencia de contenidos, y la idea
de que la interconexión es la ley universal, está también acelerando el surgimiento
de nuevos soportes para la red misma. Quién sabe si en el futuro no habrá una
nueva síntesis que rescate un medio tradicional como el rodaje en soporte analó-

20
La ley de la extensión sensorial de la comunicación

gico, porque en dicho ensamblaje surjan algunas ventajas o virtualidades que


actualmente no existen y que la digitalización puede aprovechar.
Así pues, la extensión es una clave fundamental de los procesos más moder-
nos que afectan a la comunicación humana. Es una ley categorial que afecta a
todos los niveles que hemos visto de comunicación e información. Aunque expo-
nemos aquí estos distintos niveles de una manera trasversal, es posible compren-
der este proceso como algo que es común a todas esas actividades.
La ley de la extensión sensorial es el punto de partida que a partir de ahora
habremos de matizar con las leyes subsiguientes, que nos van a ir dando una vi-
sión cada vez más amplia de la comunicación y la información humanas. La ex-
tensión sensorial parece un proceso imparable y constante en la humanidad, pero
hemos de esperar a considerar la acción de las otras leyes con las que se comple-
menta y combina, para entender por qué en muchos sectores esta evolución no se
encuentra tan desarrollada o incluso puede verse revertida en un sentido opuesto o
perjudicial para la humanidad.
Para entender bien el proceso de la evolución humana, es preciso tener en
cuenta esta ley de la extensión sensorial, que no se podría producir jamás si no
existiera una ley más básica que es la ley de la proyección comunicativa de la
mente humana, que nos posibilita convertir en autónomas nuestras percepciones,
actuar mediante nuestras comunicaciones y extender su poder más allá de los
límites de nuestra propia conciencia.

21
2
La ley de la proyección comunica-
tiva

Hemos visto una primera ley relativa a los medios, tecnologías y sistemas de co-
municación. La ley de la extensión nos instruye sobre la capacidad de extrover-
sión humana y nuestra esencia y libertad profunda, en contacto con el mundo que
nos rodea. Ahora vamos a tratar una ley que versa sobre la acción profunda, in-
trovertida, intrapersonal, de la comunicación en la mente. Esta es una ley que
señala el poder de la información. Este poder es el de definir y formar la realidad.
Llamamos proyección a la capacidad de un mensaje, señal o forma, de cobrar
autonomía en la vida humana. Una proyección es una creación humana que se
independiza de la conciencia del individuo que la genera y le afecta como un fac-
tor externo, a dicha persona o a los demás. En principio, se trata de una actividad
mental humana. Los hombres somos capaces de proyectar cogniciones de manera
que les otorgamos autonomía y capacidad de organizar nuestra vida.
Esta ley aparece por primera vez en las formulaciones de los psicólogos estu-
diosos de las patologías mentales relacionadas con la incapacidad de distinguir
entre ficción y realidad, y la fijación de imágenes o conceptos obsesivos en la
mente humana. Fueron los antecesores de las teorías psicoanalíticas y del condi-
cionamiento, los primeros teóricos que mencionaron el proceso de proyección
mental. Según estos primeros autores, la mente humana puede otorgar autonomía
a imágenes creadas por ella misma, reaccionando ante ellas como si no fueran
tales.
Una vez que el psicoanálisis freudiano estableció con claridad el fenómeno de
proyección en la mente enferma, el proceso se fue estudiando hasta constatarse
que la mente no enferma también realizaba constantemente proyecciones e identi-
ficaciones proyectivas, de modo que otorgaba carta de naturaleza a representacio-
nes mentales y a su vez las generaba a partir de experiencias naturales o emocio-
nes.

23
Las diez leyes de la información

Por poner un ejemplo sencillo, todos nos guiamos por el sistema de la hora
para medir el tiempo en la sociedad. El sistema horario es una gran proyección
aceptada y extendida a toda la vida social, autónoma con respecto a los individuos
particulares, y que se generó por la mente humana para estructurar el tiempo. Es
una imaginación creada para dividir el tiempo, proyectándolo en un recorrido
espacial o en un continuo numérico. Es una proyección psicosocial que se ha con-
vertido en compartida y aceptada. Hasta tal punto es autónoma de nuestra con-
ciencia individual, que nos constriñe y presiona y, aunque la hayamos imaginado
y proyectado los humanos, se convierte en algo ajeno e impuesto (por ejemplo
cuando llegamos tarde a una cita). Hay proyecciones en todos los niveles, indivi-
duales, grupales, masivas, e interpersonales también.

2.1. La proyección en el mundo perceptivo

Esta ley admite otra formulación más sencilla que tiene que ver con la naturaleza
de la comunicación: todo mensaje y toda señal genera su propio contexto. Cuan-
do una señal de comunicación, o un mensaje informativo se transmiten, automáti-
camente configuran una estructura en la que ordenan las partes de la realidad que
van a interactuar en torno, y el poder que la comunicación y la información tienen
en este sentido está basado en muchas dimensiones de los procesos comunicativos
a la vez. Cuando un mensaje o señal genera su contexto adquiere autonomía, se
convierte en un todo. Se ha proyectado en una o más mentes humanas.
Imaginemos que un titular de periódico dice “El populismo ha vuelto”. Esta
frase tiene un poder proyectivo en los lectores. A este poder se le ha denominado,
en las teorías profesionales del periodismo, “poder factitivo”, poder de generar los
hechos de los que se informa. Automáticamente genera un estado de opinión en
los lectores, que asumen su veracidad y el contexto que crea dicho mensaje, ac-
tuando en consecuencia. Aun cuando la frase original fuera falsa, el poder proyec-
tivo que tiene, al ser leída, incide sobre lo real. Muchas veces grandes falsedades
se hacen verdad por la simple propagación de las mismas. Ése es el poder proyec-
tivo de la información.
Los autores de la Escuela de Palo Alto, reflexionando sobre la extensión del
poder proyectivo de la comunicación, enunciaron el axioma “Es imposible no
comunicar”, para expresar parte de este fenómeno. Todo cuando hacemos o de-
cimos se proyecta en nuestras mentes generando imágenes o cogniciones autóno-
mas. No existe ni una sola acción humana que no sea proyectiva. Aunque estos
autores no desarrollaron más el fenómeno, sí mostraron por primera vez la com-
plejidad enorme de la realidad comunicativa.
Vamos a estudiar paso a paso esta ley, que afecta, de los niveles masivos a los
niveles intrapersonales y sensoriales, a todos los sistemas informativos.

24
La ley de la proyección comunicativa

En una dimensión básica, de percepción, podemos ver la ley proyectiva en la


teoría gestáltica. Esta es la escuela o teoría psicológica que más profundizó en las
consecuencias de la ley proyectiva. Sus formulaciones fueron diáfanas y al mismo
tiempo, siguen dando frutos de ideas nuevas.
Como los psicólogos teóricos de la Gestalt estudiaron, percibimos siempre
objetos en relación (Koffka, 1979: 11), es decir, lo que notamos como una señal
en cualquier contexto es en realidad una proyección, un conjunto o contexto crea-
do por la comunicación y mediante la interacción de las señales, cuyo efecto total
es mucho más potente que la suma de las partes que lo componen, lo que los auto-
res de esta escuela llamaron efecto gestáltico o gestalt.
Cuando vemos una señal percibimos un todo y definimos un conjunto o con-
texto. Esto ocurre por el poder proyectivo de la mente humana en el nivel senso-
rial.
Las ilusiones y efectos ópticos que popularizaron los autores de esta escuela
de psicología perceptiva son una demostración significativa de que existe un po-
der proyectivo de la comunicación sensorial, que es autónomo. Todos hemos
visto las célebres ilusiones gestálticas en las que una composición de elementos
genera un efecto de conjunto que varía cuando variamos la orientación de la ima-
gen, o que genera falsas impresiones por la interacción de las partes que lo com-
ponen. Nuestros más instintivos sentidos de percepción organizan el procesamien-
to de los datos siempre en formas estructuradas, imponiendo o extrayendo un
orden de lo real. Cuando percibimos, ejercemos un poder sobre la realidad que
establece en ella las formas, los contextos, y auto-organiza en un sistema reflexi-
vo todo el conjunto.
Ese “efecto de conjunto” que puede crear una ilusión óptica o sencillamente
definir lo que vemos en una forma concreta, se genera por la actividad proyectiva
tanto de los sentidos como de la mente abstracta.
Uno de los fundadores de la psicología gestáltica, Max Wertheimer, indicó el
principio general de esta escuela psicológica según el cual “el todo es mayor que
la suma de las partes” (1925) en la percepción sensorial. Este es otro modo de
formular la ley proyectiva. Efectivamente, el efecto de la composición de elemen-
tos en un conjunto visual, o sonoro, es mayor que sus componentes sumados uno
por uno. Hay un valor añadido en la concatenación, combinación o suma de los
elementos comunicacionales. Ese valor es exactamente la información. Este valor
se puede apreciar cuando el conjunto produce una ilusión óptica muy clara: define
una totalidad, que en realidad podría verse de otra manera.
Los efectos ópticos que los psicólogos de la gestalt utilizaron para mostrar la
capacidad proyectiva de la percepción, condujeron a otros psicólogos a descubrir
que la cognición también es proyectiva: pensamos ilusiones generadas por los
datos en nuestra mente, aunque esas proyecciones reviertan luego en comporta-

25
Las diez leyes de la información

mientos que las confirman. El ciclo proyectivo en el mundo intrapersonal es muy


conocido, y explica el poder de las señales y las formas en nuestra conducta.
El pensamiento es resultado de una serie de efectos de conjunto y de proyec-
ciones generados por las señales perceptivas que llegan a nuestros receptores sen-
soriales, en combinación con otros elementos. Y nuestro pensamiento, a su vez,
ejerce una función selectora y automatizadora sobre las nuevas percepciones y
sobre las emociones que estas nos generan. Todo el ciclo ha sido estudiado a fon-
do por la psicología, desde la escuela psicoanalítica a la teoría cognitivista. En
estas escuelas se pone de manifiesto cómo es posible autogenerar estados emo-
cionales a partir de las proyecciones y su manipulación por parte de la mente hu-
mana, que a su vez, confirman o generan de nuevo las señales perceptivas que los
motivaron. Las proyecciones a todos los niveles de la conducta humana individual
son retroalimentadas y se construyen a sí mismas en ciclos cerrados de los que
muy habitualmente es difícil salir, como ocurre en muchas enfermedades psico-
somáticas o en las depresiones.
El poder proyectivo se da a todos los niveles de la comunicación humana. La
formulación más simple de esta ley es la frase según la cual “es imposible no co-
municar”, como Watzlawick, Beavin y Jackson indicaron en su libro Teoría de la
Comunicación Humana (1986:46 y ss.) como axioma exploratorio de la comuni-
cación humana.
Debemos recordar aquí que en este libro que fundó los estudios de comunica-
ción, los geniales investigadores de Palo Alto definieron cinco axiomas o leyes
que describieron de esta manera:

– Es imposible no comunicar. Todo comportamiento es una forma de co-


municación. No existe, en el universo, la “no comunicación”.
– Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de
tal manera que la relación califica al contenido, constituyendo lo que estos
autores denominaron “metacomunicación”.
– La naturaleza de una relación, y el significado de una comunicación, de-
pende de la puntuación de sus secuencias comunicativas. El orden y la es-
tructuración de la comunicación afecta profundamente a su contenido.
– Todos los intercambios comunicativos son analógicos o digitales, y en el
estudio de estas dos conformaciones podemos obtener importantes con-
clusiones sobre la carga informativa de los mensajes.
– Todos los intercambios comunicativos son simétricos o complementarios.
Esta división categorial es una herramienta muy interesante para la obser-
vación de la estructura profunda de las interacciones.

26
La ley de la proyección comunicativa

En nuestras leyes, nos ocupamos de cada uno de estos axiomas. El primero de


ellos nos indica, por tanto, que todos los comportamientos, por primarios que
sean, tienen un carácter ostensorio, es decir, generan significación y proyectan
contextos. Cualquier objeto, ruido, aspecto de la realidad, comunica: es decir, se
expande y proyecta su significado. La mente de quien percibe ese fenómeno ne-
cesariamente extrae un significado porque proyecta el mismo. Es imposible que
ambos aspectos, el subjetivo y el objetivo, de la constitución de la realidad, se
separen. Por eso es imposible no comunicar, y por eso esa comunicación es una
proyección.

2.2. El poder de la proyección comunicativa como constructora de


realidad

Si llevamos hasta el final el razonamiento que esta ley nos indica, veremos que la
información es el ladrillo fundamental que construye la realidad. Lo que esta ley
indica es que toda señal, todo mensaje, toda expresión, se proyecta, es decir, ge-
nera un contexto o campo de significados asociado a su presencia. Cuando esto
ocurre, se condiciona la situación y se determina su desarrollo futuro, porque las
proyecciones son autónomas con respecto a los individuos. Vamos a ver algunas
ideas de la física y de la filosofía que han trabajado en esta ley.
En las dimensiones microscópicas, este fenómeno ha sido demostrado por las
teorías cuánticas de la Física, que analizaron en la misma época que la teoría ges-
talt el universo como un orden en el que la implicación de los componentes de
que consta llega a modificarlo radicalmente. El poder proyectivo de la interacción
de los elementos que constituyen la realidad es inevitable, está en la naturaleza
misma del universo, igual que en la configuración misma de nuestra percepción
sensorial.
La cuántica se fundamenta en el principio de indeterminación de la realidad,
establecido por W. Heisenberg en 1926. La realidad es en su observación más
concreta una manifestación multiprobable de estados simultáneos y excluyentes
entre sí, que sin embargo, son determinados por la acción de quien la observa. La
física puso en el centro de la esencia del universo un proceso de comunicación, el
del observador y la realidad observada. La interacción de estos dos componentes
es la que inclina la naturaleza del universo en un sentido determinado, en una
compleja serie de niveles de influencia recíproca.
El universo en el que vivimos es una gigantesca proyección comunicativa. Es
decir, se forma por la combinación de diferentes componentes que interactúan y
dan así forma al mundo en que vivimos. Como proyección comunicativa, el uni-
verso es cambiante, moldeable, y está sujeto a la influencia de cada ser que en él
existe.

27
Las diez leyes de la información

Debemos pensar que la comunicación es la fuerza fundamental que mueve el


universo. Este no es algo que tenga una esencia estática, sino un proceso de con-
formación constante. La información es la forma que queda determinada en cada
interacción, y que a su vez, desvía o lleva hacia un sentido determinado la pro-
yección comunicativa en la que vivimos. Todo cuanto existe es resultado de un
proceso de comunicación, y es causa a su vez de otros.
La conformación biológica de los seres vivos es una demostración de esto.
Cada individuo se genera a partir de una serie de interacciones genéticas que de-
terminan mediante información el desarrollo celular que va a seguir. La interrela-
ción con otros factores va a su vez modificando o desencadenando esa informa-
ción que conforma la complexión, características, rasgos o factores biológicos del
ser vivo. Cada nuevo ser vivo es resultado igualmente de una recombinación de
los procesos interactivos de sus progenitores, y de otros factores ambientales
evolutivos. La esencia única del individuo, proviene, paradójicamente, de la in-
fluencia recíproca de otros, de su comunicación genética. El proceso se proyecta
indefinidamente en el tiempo. Cada individuo es información determinada, que
surge de la conexión comunicativa de elementos presentes en el universo, en pro-
yecciones concretas, en el tiempo en desarrollo.
Cuando se estudia la información en una aproximación teórica seria, se des-
cubre que lo que entendemos por tal es siempre el resultado de una relación: la
información es una relación o pauta conectora (Bateson 2006: 23). Así la definió
uno de los autores más brillantes y esenciales de los estudios de la comunicación,
Gregory Bateson. Bateson se dio cuenta de que la esencia de la información no es
un objeto, ni un elemento aislable: es un proceso. El proceso por el cual todo se
interrelaciona en proyecciones que van conformando la evolución de la realidad,
es la información. Si deseamos aislar un solo componente informativo, siempre
nos encontramos que éste interactúa en sistemas binarios, de manera que no es
posible aislar un solo elemento, sino una relación significativa: la del sonido y el
silencio, la palabra escrita y el papel en blanco, o la de la luz y la oscuridad, son
ejemplos de relación proyectiva binaria que autodefinen un universo de señales o
de componentes, lo que se denomina un umbral informativo. Cada mensaje es
único en una combinación de elementos binarios previamente dados, que pode-
mos llamar yin y yang, día y noche, hombre y mujer, activo y pasivo, muerte y
vida. Bateson utilizó el lenguaje de la filosofía y del pensamiento más profundo
para acercarse más a la comunicación como ladrillo fundamental de la existencia.
La capacidad de la información para reducir la incertidumbre o multiprobabi-
lidad de estados se basa en esta naturaleza proyectiva. Cuando emitimos informa-
ción, determinamos y reducimos a una proyección concreta el estado indetermi-
nado e infinito de opciones posibles de conexión, y con ello, ponemos en relación
decisiva a los componentes del proceso de la comunicación. En realidad, cuando

28
La ley de la proyección comunicativa

emitimos información definimos la realidad, estabilizando un proceso anterior-


mente indeterminado e indefinido.
La información es ese estado de nitidez, gracias al cual, es posible reducir la
indeterminación universal, y avanzar en un sentido concreto, en el desarrollo de la
vida. Esa determinación concreta, llena de significado, es cada forma de vida que
existe. En cada forma se ha generado una combinación única de elementos, que
formando un todo mayor que las partes que lo componen, se ha proyectado, como
si se tratara de una creación ex nihilo, de la nada, y ha recomenzado el proceso
vital por completo. Bateson afirmó que era muy parecido al establecimiento de un
ritmo, es decir, de la relación entre un punto sonoro concreto y el silencio, que
constituye una secuencia completa, que tiene en su esencia la capacidad de desa-
rrollar su pauta rítmica.
Podemos ver en acción este poder en todas las dimensiones de la comunica-
ción, y desde muy distintos prismas de acercamiento.
No hay mayor disparate que considerar que los lenguajes o la capacidad co-
municativa son privativos de una especie como la humana o de un grado de evo-
lución. La capacidad que todas las especies y formas vitales tienen para emitir
significado es la base de esta existencia, y lo que le da su energía y fuerza para ir
hacia el futuro, pero no es algo específicamente humano. Si renunciáramos un
poco a la visión individualista y antropocéntrica del universo, veríamos hasta qué
punto el universo habla, se comunica, se expresa, y eso es su propio desarrollo.
Debemos entender que el hombre está en el mundo en una gigantesca proyec-
ción interactiva, en la que su más profunda esencia se encuentra al exterior, por
un proceso de relación, y al mismo tiempo, el entorno en su infinitud está proyec-
tado en el interior humano. La hondura de esta circunstancia se nos escapa com-
pletamente.
Cuando nos sentimos realmente vivos, exultamos. Nos expresamos, transmi-
timos, irradiamos una energía que tenemos en nuestro interior, pero también co-
gemos del entorno. Con ella creamos, es decir, informamos lo real. Nuestra esen-
cia más profunda es la comunicación. Nos disolvemos en ella, con nuestros genes,
nuestras palabras y sentimientos. El ser humano es fundamentalmente un medio y
un mediador. El resultado de ese proceso es siempre la generación de formas que
son nuevas.
El universo es un gigantesco proceso de comunicación, y el modo como se va
determinando y desarrollando tiene que ver con la capacidad de interacción de los
innúmeros componentes que lo constituyen. El punto de partida del mismo es un
acto de comunicación: una relación básica entre elementos primordiales que en-
tran en interacción y con ello proyectan y determinan la realidad. A partir de ahí,
todo cuando existe comunica y genera sentido. La información es el paso concre-
to a partir del cual se va definiendo el modo como se lleva a cabo esa comunica-
ción.

29
Las diez leyes de la información

El pensamiento humano ha vislumbrado cómo todo cuanto nos rodea no es


solamente una dimensión objetiva, material o primaria, sino que el mundo mismo
es resultado de un proceso de significar, en el que el mismo observador está invo-
lucrado. Para los pensadores de las culturas antiguas, el universo es una ilusión o
proyección de formas, de ideas, como dicen la filosofía oriental, o la griega anti-
gua. Es el resultado de un proceso interactivo en el que hay un margen de libertad
y de participación que hace que pueda considerarse una proyección imaginativa e
incluso una ilusión, pero también, una creación conjunta.
La idea que deseamos transmitir es la de que cada cosa que tenemos ante no-
sotros es resultado de una proyección: es una fabricación en la que interviene
nuestro propio poder, y sobre todo, es una determinación entrelazada por todos
los factores que lo rodean, que no son ajenos a esa fabricación, y que deben ser
tenidos en cuenta a la hora de actuar o de juzgar aquello.

2.3. La naturaleza proyectiva de la comunicación en la vida social:


imaginarios y sensorios

Hemos llamado naturaleza proyectiva de la información a todos los fenómenos


asociados con la capacidad de la comunicación para extender su acción y generar
nuevos procesos asociados. La comunicación y la información se proyectan en
sus contextos, amplían sus capacidades de manera sistemática, en la comunidad
humana y en el entorno natural. La información es constructiva.
Esto significa que cualquier mensaje tiene el poder de proyectarse y generar
un efecto mayor del que era esperable. Ese poder proyectivo está activo en la
mente humana individual, en las comunidades y redes sociales, en los procesos
informativos en las dimensiones macroscópicas de la vida humana, y en la inter-
acción del hombre con la naturaleza en todos los aspectos.
Para mostrar con claridad cómo actúa el poder proyectivo de la información,
vamos a verlo en acción en el mundo social. Es este uno de los mundos donde con
más claridad se aprecia ese poder proyectivo.
La vida social del mundo moderno nos ofrece un espejo exacto del poder pro-
yectivo de la comunicación. Vivimos inmersos en universos simbólicos como los
de la red y la comunicación de masas, que han sido y son generados constante-
mente en el proceso de emisión de mensajes comunicativos. Este inmenso mundo
de formas, presencias arquetípicas, motivos estéticos, señales, mensajes, figuras,
es lo que se denomina el imaginario colectivo (Morin 1963), la atmósfera psíqui-
ca que dinamiza la vida humana y otorga sentido a las actividades de los seres
humanos.
Edgar Morin llamó imaginario colectivo al hemisferio de formas psicológicas,
tipos, mitos, figuras, presencias, que pueblan la vida mental de una sociedad en

30
La ley de la proyección comunicativa

un momento dado. El imaginario es la atmósfera psíquica que envuelve a una


comunidad, que es generada por ella misma en sus procesos de comunicación e
información, y que constituye el contrapeso de la vida puramente material y física
de dicha comunidad.
El imaginario moriniano y el sensorio mcluhaniano son dos conceptos com-
plementarios, uno describe un fenómeno desde el punto de vista interno, cogniti-
vo, y el otro desde la posición externa, sensorial. En ambos casos la extensión y
proyección comunicativas generan universos, formas y modos de sentirlas, que
son complementariamente sensoriales y cognitivos, dentro de los cuales evolu-
cionan la sociedad y cultura humanas.
Al igual que la mente humana proyecta y da autonomía a las formas y figuras
que procesa, la comunidad social proyecta, vive, comparte y necesita de la psique
colectiva que es el imaginario proyectado, dentro del cual adquieren realidad y
significación muchas experiencias de la vida humana.
El imaginario es la mente social que nos rodea, el medio psíquico que con-
forma, con el material, el conjunto esférico de la vida humana. Es imprescindible
para la vida humana colectiva como lo es la psique para la vida individual. El
imaginario, esa atmósfera psicológica en la que respiramos, imbuye con sus for-
mas nuestra actividad, nos conecta con el tiempo pasado, y proyecta hacia el futu-
ro los destinos humanos.
Hay una analogía entre la mente individual y la psique colectiva que constitu-
ye el imaginario. Al igual que la mente proyecta y concede autonomía a sus pro-
yecciones, que son las representaciones por las que se guía y actúa, el imaginario
está repleto de imágenes, de formas, que orientan el desarrollo social y lo deter-
minan. Del mismo modo que las imágenes mentales individuales programan el
comportamiento o generan nuestras emociones, el imaginario colectivo moldea
los comportamientos generales, psicologiza la vida común, puebla de presencias
nuestros espacios públicos o dimensiones de encuentro entre individuos, llegando
a dominarnos, a dirigir la memoria cultural, a sustituir incluso la memoria indivi-
dual.
El imaginario nos muestra, a escala, la naturaleza misma de la vida en el pla-
neta. Un sistema en constante circulación de formas simbólicas en el que las in-
teracciones entre la información y los fenómenos materiales es constante, de ma-
nera que una alimenta a los otros, y viceversa.
Las formas del imaginario se anclan e identifican con los objetos, materia o
productos de la sociedad. La vida imaginaria da sentido a la vida material, cuando
esta se conecta con sus formas, y la vida material insufla de energía informacio-
nal, de determinación e individuación, a la vida imaginaria de las formas, mitos,
temas. Los mensajes, formas, motivos, descubren y se alían con elementos mate-
riales, que a su vez, dan energía al proceso semántico, prolongando su efecto en el
tiempo, haciendo resurgir constantemente un flujo comunicacional en el que vi-

31
Las diez leyes de la información

ven las grandes presencias numinosas del alma de la especie. En el imaginario de


los medios de la cultura masiva del siglo XX habitan todas las formas culturales,
que han sido recolectadas mediante la creatividad comunicativa, y se han indivi-
duado sensorialmente y asociado a nuevas capas de producción y a nuevas gene-
raciones.
Esas formas culturales pueden haber sufrido procesos de evolución y meta-
morfosis en contacto con las nuevas vidas materiales, llegando a perder significa-
dos, a cobrar sentidos aberrantes, o al revés, a recargarse de contenido en ese
nuevo contacto con el medio físico.
Las dos direcciones circulares del proceso de generación de la cultura de ma-
sas son la proyección al imaginario y la identificación, individuación o materiali-
zación de formas imaginarias en el mundo sensorial. Vivimos en ambos mundos,
material e individuado, imaginario y proyectivo. Hay medios y hay figuras con
una doble naturaleza, imaginaria y sensorial, que ejercen de constantes interfaces
en los procesos de circulación cultural.
Un objeto, una personalidad del mundo de la comunicación, o un medio, pue-
den servir para recargar la conexión con formas arquetípicas residentes en el ima-
ginario de la sociedad en que existen. Pueden también pasar a formar parte de ese
imaginario, por el curioso y paradójico proceso de materializar e individuar esas
formas, permitiendo el acceso sensorial a las mismas. Así, una diva del cine pasa
a ser un mito y se acerca a formas arquetípicas femeninas, una vez que muere y
consuma el ciclo de la materialización en la vida humana. Su forma física real ha
sido la puerta de acceso a esa proyección.
Además, hay formas individuadas o materializadas de baja energía, como ha-
cía notar el psicólogo Carl Jung (2008, 2009), en las que la energía psicológica
asociada a dichas formas del imaginario decae o decrece, y hay formas de canali-
zar lo imaginario con alta energía, las más artísticas y profundas, que en nuestra
cultura nos reconectan con la vida cultural más elevada.
La cultura de masas produce conexiones con las formas proyectivas del ima-
ginario de muy diversa calidad. Algunas de ellas conservan muy poco de la ener-
gía simbólica y comunicativa profunda que las generó en su origen. Quedan como
superficies, como huellas de un proceso imaginario perdido. Otras formas rese-
mantizan y enriquecen enormemente un elemento arquetípico casi olvidado, por
virtud de la capacidad de creación de quien las comunica en formas nuevas, por
ejemplo, recreando un mito, o rescatando una significación profunda, numinosa,
de algo.
El conjunto de la vida imaginaria y la vida material es interdependiente y
empuja hacia el futuro el desarrollo de la vida humana. Pero ésta vive dentro de
ese gigantesco mundo psíquico envolvente. Nuestros nuevos medios, la nueva
comunicación social, está inmersa en los imaginarios creados, navega en ellos y
es transmedia (Scolari 2013) precisamente porque nace en el imaginario mismo, y

32
La ley de la proyección comunicativa

en él permanece cada vez de una manera más profunda. Cada vez más, vivimos
en un mundo virtual que nos envuelve y nos conduce hacia la realización personal
dentro de él. El mundo material se va volviendo más fluido y moldeable como
influido por el imaginario colectivo.
Actualmente se está generando, por la acción de las tecnologías digitales, un
inmenso proceso de fusión de imaginarios que, a su vez, alimenta la fusión de
medios materiales, géneros de comunicación, y tecnologías y códigos adaptados a
un universo transmedia. Las interacciones entre géneros, formatos, soportes, tras-
cienden ya las categorías tradicionales y nos muestran un universo donde el ima-
ginario es la base de los medios informativos, y las redes permiten la convergen-
cia de estilos, lenguajes y retóricas que provienen de los antiguos compartimentos
de la cultura de masas del siglo XX.
Todos los procesos de la comunicación de masas generan formas o conectan
con formas del imaginario. La fusión, las interacciones entre formas del imagina-
rio, son cada vez más frecuentes, llevando la cultura de masas hacia un mayor
sincretismo, mayor mezcla e hibridación de formas. La fusión de formas en el
imaginario, que siempre fue posible, es uno de los motores que impulsa las trans-
formaciones de las tecnologías digitales, guiadas por los principios de variabili-
dad, trascodificación, re-mediación y recombinación de elementos. El fabuloso
mundo digital proyectado de Internet es el colmo del desarrollo de las formas
imaginarias, convertidas ya en medio ambiente de la actividad comunicativa, y en
interfaz de acceso a la misma.

2.4. La información periodística y su poder proyectivo

Para materializar un poco más esta explicación, pasamos a una dimensión más
cercana al periodismo para ver en acción la proyectividad comunicativa. En ese
mundo igualmente la información construye la realidad, genera su contexto, en
este caso mediante la interacción de profesionales, instituciones y estructuras de
poder.
Esta ley ha sido muy estudiada en el mundo de la comunicación informativa,
y en el periodismo profesional bajo la denominación, que citábamos anteriormen-
te, del principio de la facticidad de la información en las dimensiones periodística
y de medios de la comunicación de masas en los pasados siglos (Fishman, 1983).
Se denomina así a la capacidad de una noticia para instituirse en hecho social.
Las noticias que se convierten en hechos se apoyan en el poder factitivo, el poder
de dominar la realidad, de las instituciones sociales que dominan la organización
humana y que generan noticias. Pero a su vez, los periodistas hacen fáctico ese
poder con su propia difusión de la información, colaborando con él y retroalimen-
tando el circuito. Cuando aparece Internet y nuevas formas de información circu-

33
Las diez leyes de la información

lan desde centros informativos nuevos, el poder factitivo de las noticias decae en
parte. Las redes sociales empiezan a ser decisivas sobre lo que hay y es importan-
te, introduciendo nuevos temas en las agendas temáticas de la vida social, y for-
zando a nuevos modos de establecimiento de la facticidad de la información.
El poder factitivo obedece a la ley proyectiva, según la cual la información
proyectada genera realidad. Si no existiera una interacción entre los distintos acto-
res de la vida social, no se generaría este poder, ni proyectaría una imagen del
mundo, que tiene consecuencias en cómo lo vemos y lo que decidimos hacer en
él.
Por ejemplo, un periodista recibe una información de una fuente con poder
político. Cuando el periodista escribe la noticia, se apoya en el poder de su fuente
para justificar la publicación y su enfoque. A su vez, la fuente de poder político,
que necesita del periodista, se consagra gracias a la publicidad y difusión que el
periodista le proporciona. En el entrelazamiento de capacidades de ambos, el po-
der factitivo surte su efecto. Lo que los periodistas al servicio del poder nos rela-
tan es más real que la realidad misma, aunque en su origen, fuera falso.
No nos hacemos idea del dramatismo que este hecho tan simple implica. Si la
interacción que proyecta la información en la vida social no estuviera controlada
por el poder, la idea de la vida social, y la justicia en este mundo, serían muy dife-
rentes. Porque las ilusiones proyectivas cierran la posibilidad de cambiar el mun-
do cuando impiden que en él interactúen informativamente hablando los que no
tienen poder definidor de lo real.
Aquello que no es noticia no existe en la conciencia colectiva. Y la informa-
ción solamente proviene de quienes son atendidos por los periodistas. Si los in-
formadores no tratan a fuentes alternativas al poder, sea político, económico o
cultural, darán una visión terriblemente parcial de cuanto existe. Y así es. En la
denominada “industria de la conciencia” de los medios las tres cuartas partes del
mundo real no existen literalmente.
No hay nada más terrible que ser aniquilado comunicativamente, porque eso
implica la incapacidad de futuro, de un cambio del sistema, de una interacción
creativa y de verdadera comunicación global. Si queremos entender por qué hay
tanto sufrimiento, por qué existe tanta injusticia y desigualdad social, debemos
darnos cuenta de que no hay consciencia ni comunicación sobre otra posibilidad,
y eso determina la incapacidad para cambiar. Una verdadera implicación y poder
de participación de todos en la comunicación cambiaría radicalmente el universo.

2.5. La ley de la proyección en la comunicación de las masas

Debemos mencionar, por tanto, la influencia de esta ley en dimensiones masivas


de la vida social, a nivel de grandes grupos y comunidades. Los fenómenos de

34
La ley de la proyección comunicativa

contagio masivo, los climas de opinión, el desencadenamiento de grandes proce-


sos en dimensiones macrosociales siempre tiene su origen en la acción de esta ley.
Aquí aparece muy intensamente el fenómeno por el cual los individuos aumentan
el poder proyectivo de un mensaje cuando lo comparten masivamente. Y en estas
dimensiones otro dispositivo proyectivo entra en acción: el de la vida social co-
lectiva.
Este es un peculiar proceso que ha sido estudiado desde el inicio de la teoría
social y la psicológica. Se le denominó la “ley psicológica de la unidad mental de
las masas”, (Le Bon 1898: 2) y con ello se quería expresar la inmensa fuerza que
las proyecciones masivamente alimentadas por procesos comunicativos pueden
llegar a tener.
El ser humano siente la imperiosa necesidad de saber qué opinan los demás –
bien sea sobre sí mismo, lo que se denominaba, como dijimos, en sociología clá-
sica “el yo espejo” (Cooley 2005:13), bien sobre asuntos del entorno. La necesi-
dad de construir una identidad acorde con los demás, adaptada a ese espejo que
los otros constituyen, se ve intensificada y multiplicada exponencialmente cuando
los otros, el espejo en el que miramos o percibidos la realidad, son muchos. El
grupo masivo ejerce una enorme presión sobre el individuo, hasta el punto de
hacerle creer lo que no cree o manifestar lo contrario de lo que en realidad piensa.
Noelle Neumann (2010) estudió la dependencia que los individuos tienen, pa-
ra evitar el aislamiento, respecto al clima de opinión reinante, fenómeno análogo
al imaginario colectivo, que en definitiva es la información proyectada y determi-
nante de la vida social que se comparte a través de la comunicación masiva. Estu-
dio esta autora la tendencia que las personas tienen a secundar la opinión que
creen predominante, y a guardar silencio (generando espirales masivas) cuando se
está en contra de ella. En gran medida, la capacidad masiva de proyección de la
comunicación se acelera cuando las personas creen en su poder e influencia, y
actúan conforme a ella. Como Noelle Neumann analizó, este poder factitivo que
alimenta la idea mayoritaria llega a crear la consciencia social o a hacerla desapa-
recer respecto de los temas o de las personas, y de esta manera, los medios de
comunicación masivos del siglo XX llegaron a constituir la industria de la cons-
ciencia.
Aquí tenemos de nuevo a la ley proyectiva actuando en dimensiones grandio-
sas de la comunicación. A la natural proyectividad de cada mente se añade la
presión proyectiva de la masa, y el resultado es que se puede deformar, o perder
completamente el control racional sobre el comportamiento humano.
El poder definidor de la vida social masiva es especialmente llamativo. Tanto,
que desde comienzos del siglo XX William Thomas establece la denominada
“Profecía que se cumple a sí misma” como axioma de la vida social. Según este
axioma, “Cuando los individuos definen una situación como real, es real en sus
consecuencias” (1926, 2005). Thomas estudió la difusión de los prejuicios y sus

35
Las diez leyes de la información

efectos drásticos en la vida social, demostrando que cuando las masas sociales
ejercen su poder comunicativo de influencia proyectiva pueden conformar la vida
de las personas con mayor fuerza que si hicieran una presión física o material
sobre las mismas. Este poder proyectivo, que para él tenía la forma de una profe-
cía que se cumple a sí misma, es el mismo del clima de opinión, agigantado por
los efectos encadenados de su aplicación a un gran número de individuos.
Los individuos en dimensiones grupales tienden a sincronizar sus emociones,
sus opiniones, y a conformar macro-organismos por lo menos ocasionalmente,
cuando la cohesión es grande y el grupo es homofílico (es decir, muy homogéneo
en sus opiniones y forma de ser, (Rogers 1983) y uniforme. En estas situaciones
surgen contagios emocionales, proyecciones psico-patológicas de diversos estilos
–fóbicas, de pánico, de odio y cólera, o fílicas, de efusión amorosa, empatía, me-
lancolía-, que afectan a las multitudes de manera muy drástica, porque en ellas se
impone la “mentalidad grupal” (Janis) y los individuos no captan la esencia crea-
da, proyectiva, de lo que sienten o piensan. Estos contagios son responsables de
las escaladas bélicas y de violencia, y de las revoluciones emocionales que llevan
a cambios muy importantes también. (Dayan 2000).
La proyectividad actúa de un modo drástico en el nivel grupal. Puede llevar al
fanatismo, a la cólera o al pánico, o a la efusividad desbordada en duelos o en
euforias masivas, que vemos a lo largo de la historia humana moderna. Es difícil
oponerse a ella, y el individuo que se enfrente a una masa dominada por una pro-
yección emocional es como si se enfrentara a un animal furioso, su vida corre
peligro absoluto. Las proyecciones masivas pueden dominar durante siglos a una
cultura, y salir de ellas requiere todo un cambio evolutivo y pasos adelante en los
sistemas de información y de educación de esa sociedad.

2.6. La proyección en la comunicación interpersonal e intrapersonal

Vamos ahora a cambiar de nivel de observación, abordando la ley proyectiva en


el mundo de la comunicación interpersonal.
Las leyes de la información que provienen de los axiomas comunicacionales
de la Escuela de Palo Alto fueron todas ellas originadas a partir de los estudios de
la comunicación cara a cara, la denominada interacción comunicativa. Es en este
complejo nivel de análisis donde los autores de esta escuela vieron por primera
vez en acción la proyectividad de la comunicación humana.
La ley según la cual “es imposible no comunicar” surgió de la observación de
la comunicación interpersonal en el nivel básico de la relación comunicativa. En
las dimensiones interpersonales, el poder de autogenerar la realidad a partir de la
comunicación, fue conocido también desde los comienzos de los estudios. Así, los
autores de Palo Alto llegaron a la conclusión de que la relación de comunicación

36
La ley de la proyección comunicativa

califica y determina el contenido de la misma (Watzlawick et al, 1976: 47) ade-


más de impregnar de significado todo contacto entre individuos. Muchas teorías
posteriores han demostrado que la información tiene un poder definitorio básico
en la interacción humana cara a cara.
Uno de los aspectos más complejos del poder proyectivo de las señales es
precisamente en las relaciones humanas directas e interpersonales. En el estrecho
espacio de mediación entre individuos cara a cara, las señales que se intercambian
definen la relación y la situación, proyectan sus implicaciones y elaboran el de-
nominado “marco” comunicativo, el significado general de la situación comparti-
da. Estas señales son emitidas e interpretadas en operaciones proyectivas. De su
correcto manejo depende la siempre complicada comunicación interpersonal, en
la que lo más común es precisamente el malentendido, el autoengaño y la situa-
ción de incomunicación generalizada. Vamos a ver lo que los autores de Palo Alto
llegaron a saber en este ámbito.
Las familias, las parejas, los grupos primarios, proyectan las situaciones ge-
nerando marcos comunicativos (Bateson, 1972), que son formas imaginarias defi-
nidoras de las relaciones, que delimitan el significado de sus propios mensajes y
señales, y condicionan las relaciones humanas. Los marcos quedan establecidos
por señales que se envían, comparten y complementan. Un marco de situación “de
juego”, una vez proyectado, incide en el significado de los gestos, señales y men-
sajes que se intercambian, modificando su sentido incluso –cuando un gesto agre-
sivo se transforma en algo lúdico, por ejemplo-.
En la vida social establecemos marcos de significado mediante señales pro-
yectivas. Estos marcos adaptan a su sentido todas las señales compartidas, aunque
tienen límites y pueden llegar a quebrarse cuando las señales que se intercambian
no encajan de ningún modo en ellos. Saber generar, compartir y adaptar marcos
de comunicación es una habilidad vital en las relaciones sociales.
En los marcos de la comunicación podemos ver estructuras proyectivas inter-
personales que se complementan y adquieren de su complementariedad el poder
definitorio. Las personas que colaboran en los marcos interpersonales contribuyen
a su permanencia porque de ellos depende el sentido de la relación. Pero hay mar-
cos que evolucionan en los denominados sistemas de conducta.
Las señales, los mensajes y los gestos intercambiados por los individuos gene-
ran sistemas de conducta entre ellos cuando se convierten en estructuras invaria-
bles con un poder coercitivo muy importante. Jackson (1953) estudió el concepto
de homeostasis en la familia como fenómeno de proyección de roles o conductas
que una vez establecido tiende a permanecer y se resiste al cambio, determinando
la situación. Los sistemas de conducta establecen ciclos viciosos de señales y de
roles comunicativos que no pueden ser variados, y esclavizan al individuo. Dos
personas entre las que la relación es de poder y de sumisión, respectivamente,
experimentan el poder proyectivo del sistema complementario creado, que resiste

37
Las diez leyes de la información

al cambio. La unidad de comportamiento que surge en esos casos a veces sola-


mente puede cambiar de sentido, invirtiendo los papeles, pero no puede deshacer-
se.
El poder proyectivo intenso en el mundo interpersonal genera el fenómeno de
las escaladas, que estudió en detalle Paul Watzlawick (1976). Una escalada es un
marco que ha derivado en una estructura no complementaria, como el sistema,
sino simétrica, en la que las personas hacen exactamente el mismo papel e inter-
cambian señales del mismo tipo, con la consecuente inflación del capital simbóli-
co en el proceso. En una escalada los individuos implicados duplican y redoblan
los signos ante el otro, bien para aumentar una efusividad positiva (escaladas fíli-
cas) o negativa (escaladas fóbicas, o violentas). En ambos casos vemos el fenó-
meno proyectivo en su pleno poder sobre la mente individual.
Viendo una escalada de violencia entre dos individuos, podemos entender el
poder proyectivo de las señales intercambiadas por ambas personas, que reducen
literalmente la interpretación de la conducta del otro a una agresión renovada en
la escalada simétrica. La intensidad de las escaladas de violencia o fóbicas, en las
que dos individuos intercambian gestos, señales y acciones agresivas, cada vez
más intensas y determinantes, reduciendo las opciones e intensificando el vínculo
agresivo, puede llevar a la aniquilación del otro en una acción completamente
enajenada. Las escaladas fílicas –de emociones positivas, eufóricas- muestran
cómo la percepción de las señales incide directamente en las cogniciones, emo-
ciones y comportamientos automáticos, proyectándose y determinando muy es-
trechamente la realidad que se vive. En el caso de las escaladas amorosas, los
enamorados pierden también el sentido de la realidad, aunque sea para estar com-
pletamente encandilados por todo lo que hace o dice la persona con la que están
llevando a cabo la escalada. Las personas en una escalada comunicacional simé-
trica de violencia literalmente se ciegan, se auto-engañan, no ven al otro ni saben
lo que hacen, del mismo modo.
En una escalada la interpretación de una señal se adapta siempre para encajar
con un estado emocional previo, y a partir de ahí, para responder con señales do-
blando el efecto producido. El otro individuo responde, del mismo modo, inter-
pretando siempre según el contexto de agresión o de afecto y redoblando la res-
puesta agresiva o afectiva. El marco de la situación y el vínculo creado se
refuerzan crecientemente. El resultado en el primer caso es la escalada de violen-
cia, donde la proyección es simétricamente e intensamente agresiva, y además,
absorbente, porque los individuos no pueden salir de ese fenómeno mental fácil-
mente. Lo mismo ocurre en una escalada amorosa, un “enamoramiento”, en el
que toda señal se proyecta al marco definitorio de emociones de amor y de exalta-
ción, llevando a una cada vez mayor convicción del amor al otro.
Es evidente que el ser humano no conoce ni sabe controlar el poder proyecti-
vo de las señales de la comunicación en las dimensiones interpersonales ni en las

38
La ley de la proyección comunicativa

masivas. Si así fuera, habría muchísima menos violencia, agresión y desarrollo de


dramas en la vida humana, generado a partir de estas construcciones mentales
relativas.
Debemos mencionar, por último, el ejercicio de esta ley en la dimensión in-
trapersonal más particular, que puede ejercer un contrapeso al gigantesco poder
definidor de la comunicación en la vida social. Es el mismo poder proyectivo,
pero instrumentado por el individuo, en los ejercicios de autosugestión, medita-
ción y control mental que distintas ramas del conocimiento, escuelas y autores,
han estudiado desde hace muchos siglos.
Las personas podemos manejar y dirigir la capacidad proyectiva de las seña-
les que pueblan nuestra mente. Podemos conducirlas en la dirección más positiva,
vinculándolas con realizaciones prácticas y con información concreta, de manera
que obtengamos de ellas mayor energía. Somos completamente libres para gene-
rar, mediante la comunicación y la información interpersonal, proyecciones que
nos den plena felicidad.
La capacidad proyectiva de la información adquiere poder inmenso en la vida
social, pero es igualmente poderosa en la libertad del campo individual de la men-
te. A este poder se le ha denominado de muchas maneras: los filósofos estoicos lo
llamaban la acción humana, porque podía realmente cambiar la realidad del indi-
viduo manejando sus opiniones (Epícteto, 2012). Las opiniones, para Epícteto,
eran la materia sobre la que la persona podía trabajar para cambiar su propia acti-
tud ante la vida y de este modo, progresar. Así, cuando mediante los procesos de
control, reflexión, recapitulación de nuestras opiniones, cambiamos las proyec-
ciones cognitivas que son su base, podemos llegar a adoptar distinta actitud ante
sus contenidos, y en general, en la existencia misma. Esta operación, que poste-
riormente sería abordada por la psicología en sus muy diversas escuelas, supone
entrar a moldear los mecanismos proyectivos de la mente intrapersonal.
La presión, trabajo y proyección en las opiniones, ideas o razones de la mente
pueden literalmente cambiar la realidad que el individuo vive, al cambiar su acti-
tud en ella. El estoicismo fue una gran escuela filosófica que descubrió cómo este
poder proyectivo de nuestra mente atrae literalmente la realidad hacia sí. De nue-
vo vemos el entrelazamiento de lo real en acción en ese proceso.
En nuestro siglo, se comprueba definitivamente el poder de las proyecciones
representacionales internas a la mente cuando se descubre hasta qué punto inciden
en las emociones de las personas, en un nivel automático de la conducta humana.
El conjunto formado por las emociones, sensaciones percibidas del entorno, y
proyecciones cognitivas internas, constituye una unidad que motiva el comporta-
miento y la acción humana de un modo automático y casi reflejo. Distintas escue-
las psicológicas, del psicoanálisis a la terapia cognitivo-conductual, pasando por
la programación neuro-lingüística o en análisis transaccional, han mostrado hasta
qué punto puede cambiar la actitud y conducta personal con el trabajo en las pro-

39
Las diez leyes de la información

yecciones, es decir, en las imágenes mentales, a las que las personas otorgan po-
der de dirigir su comportamiento.
Se trata del mismo efecto de las otras dimensiones de la comunicación. Un
individuo que trabaja en su mente, construyendo o reforzando determinadas re-
presentaciones, cogniciones e imágenes, produce efectos en su disposición física,
y en su actitud frente al entorno, efectos que a su vez generan cambios y corres-
pondencias en el entorno o en los otros seres humanos. El efecto determinante de
la interacción proyectiva puede producir, guiado por una energía comunicativa
bien concentrada, efectos psicosomáticos, sociales, culturales, enormes. Y puede,
por supuesto, contrarrestar otras proyecciones colectivas o masivas que buscan
socavarlo. Pensemos en la capacidad de un líder espiritual como Gandhi para
sostener su opinión y conseguir imponerla, utilizando solamente su capacidad
proyectiva –su insistencia, paciencia y coherencia de toda su conducta en ella-.
Por ello mismo, la ley proyectiva debe estar siempre presente en la vida humana,
pues nos indica que tenemos literalmente el futuro en nuestra capacidad de comu-
nicación y de información.
De nuevo volvemos a hablar aquí del entrelazamiento que desencadenar el
poder proyectivo auto-controlado puede generar con el entorno. Las personas que
aprenden a controlar las propias proyecciones intrapersonales –conociendo las
representaciones mentales que tienen en sus mentes, analizándolas, observando
sus conexiones emocionales y sus consecuencias en los comportamientos propios-
emiten hacia el entorno una serie de señales proyectivas que, a su vez, generan
automáticamente respuesta en los otros. Este proceso puede cambiar las actitudes
de los demás hacia uno mismo, y con ello, las respuestas que nos dan a cuanto
deseamos o queremos con ellos. No se trata de ningún tipo de poder más allá de
las condiciones psicológicas y físicas de las que todo ser humano está dotado.
Simplemente ser consciente de que cada señal que emitimos, aun cuando sea diri-
gida hacia nosotros mismos, y permanezca secreta, proyecta y determina nuestro
estado general y por ello es notada por los demás y genera efectos. De las sutile-
zas de la capacidad proyectiva de la información todavía tenemos que conocer e
investigar muchísimo más.

40
3
La ley de la atrofia u obsolescen-
cia de los medios

Esta ley, que hemos ubicado en tercer lugar, es la segunda de las que enunciaron
los McLuhan en su célebre tétrada de los estudios de los medios. Podemos definir
esta ley como la ley de la sensibilidad. Así como hemos visto que la ley de la
extensión nos ilustra el potencial de la mente a la hora de asumir una herramienta
o tecnología, y de extenderse en los sistemas de cognición de la cultura o de la
civilización, y la ley de la proyección nos habla de la potencia imaginativa y crea-
tiva de las construcciones mentales humanas, la ley de la atrofia u obsolescencia,
complementaria a la primera, nos habla de fenómenos que podemos ver cada día
ejemplificados en nuestra propia sensibilidad.
Esta ley indica que todo medio, a la vez que extiende o potencia un sentido o
facultad humanos, atrofia o hace obsoleto otro que se utilizaba previamente
(McLuhan 2009). Esta ley ilustra el desequilibrio que se introduce en las faculta-
des o sentidos humanos con la aparición de una extensión. Toda extensión en un
sentido implica la atrofia de otro, tal y como expresa otra redacción de esta misma
ley.
La extensión y avance en un sentido genera o implica la atrofia o limitación
en otro. Por ejemplo, para leer, debemos permanecer inmóviles. Debemos con-
centrarnos en la visión de las letras y no distraernos con percepciones acústicas o
táctiles. Debemos aminorar voluntariamente nuestra atención lateral a otros estí-
mulos. Cuando vamos al cine, y vemos allí potenciada la sensibilidad o la percep-
ción psicológica, debemos permanecer a oscuras y sentados para que se den estas
condiciones óptimas de potenciación de la comprensión de la película. Un medio
que potencia un sentido o facultad siempre implica una atrofia de otro.
Grandes capacidades adquiridas mediante una herramienta extensiva atrofian
otras capacidades. El ejemplo característico en estos casos es el de la invención de
las armas, herramientas que hacen enorme la capacidad de aniquilación humana,

41
Las diez leyes de la información

y consecuentemente, atrofian la sensibilidad hacia la agresión: es mucho más frío


y menos sensible matar con una pistola o con un mando a distancia de un avión de
combate robotizado, que matar a golpes de palo, o con las manos. Todos los me-
dios de ensanchamiento de las facultades tienen un precio, por así decir. Nos faci-
litan algo, y a cambio, perdemos otro aspecto de nuestra situación inicial.
Debemos contemplar el desarrollo humano sin perder de vista la ley de la
atrofia u obsolescencia. Todo cuanto hemos desarrollado para potenciar nuestro
crecimiento, ha limitado otros posibles crecimientos. El inmenso avance en las
tecnologías nos ha alejado de la naturaleza. Nuestras capacidades de transporte y
desplazamiento nos han hecho dependientes de máquinas para nuestra vida coti-
diana. Todos los sistemas y herramientas que acoplamos a nuestro cuerpo tienen
en cierta medida la capacidad de esclavizarnos a su uso, y podemos perder impor-
tantes riquezas en esa nueva conformación de nuestra vida.
La ley también recoge el carácter contrastante de la percepción sensorial que
era ya conocida por la cultura de muchas civilizaciones. Cuando se produce una
hiperestesia, es decir, un fuerte impacto o avance en la sensibilidad, ello conlleva
necesariamente la anestesia o falta de sensibilidad en otros mecanismos o áreas
sensibles. El abuso o exceso de sensaciones en un campo o sector conlleva nece-
sariamente la incapacidad, atrofia o anestesia de otro alterno. Podemos ver mu-
chísimos ejemplos de esta ley polar, que indica que un exceso hacia un determi-
nado extremo en facultades, medios o sentidos, nos lleva necesariamente a la
compensación que genera una atrofia, anestesia u obsolescencia de otras.
Esta ley se cumple tanto para el individuo particular como para la sociedad en
general. Así, una cultura altamente visual no suele desarrollar al mismo tiempo la
sensibilidad kinestésica, radicada en gusto, olfato o tacto. Y viceversa, una cultura
anicónica tiende a desarrollar los otros sentidos, como el oído o el gusto. El desa-
rrollo de la tecnología de transporte automovilístico nos ha llevado a entornos
urbanos intransitables a pie y contaminados para el viandante. El abuso del auto-
móvil nos vuelve más obesos e inmovilistas. El acceso a los aparatos digitales nos
comunica instantáneamente con los demás al precio de perder de vista el entorno
que nos rodea. Y así sucesivamente.
Hay una cierta tendencia a la proporción o equilibrio, que hace que el exceso
sensible en un determinado aspecto quede compensado con una atrofia en otro
sentido o tipo de percepción. Como si necesariamente tuviéramos que perder en
un sentido lo que se gana en otro.
Son muchos y muy interesantes los tipos de compensación que pueden darse
en cumplimiento de la ley de la atrofia. Por ejemplo, sabemos, como explicába-
mos anteriormente, por el antropólogo Lévy Strauss, que la cocción de los ali-
mentos llevó al desarrollo mayor de la inteligencia por la atrofia de la mandíbula
y el mayor espacio para la caja craneal. El desarrollo de la inteligencia racional

42
La ley de la atrofia u obsolescencia

humana también produjo seguramente una atrofia de la intuición y del pensamien-


to mítico que anteriormente dominaba.
Uno de los sectores donde más se conoce el fenómeno de la atrofia es en el
campo de las innovaciones tecnológicas. Como decíamos, la tecnología de último
momento en comunicación digital está atrofiando algunas capacidades de expre-
sión no mediada, al decir de los expertos. La concentración de la atención que
exigen dispositivos como el teléfono móvil, la tableta o las consolas está afectan-
do, por ejemplo, a la comunicación interpersonal en el medio familiar y de amis-
tad. Los dispositivos tecnológicos más avanzados requieren un mayor aislamiento
del entorno inmediato. Y así sucesivamente.

3.1. La atrofia y la paradoja de Diderot

Esta ley fue desarrollada por muchos pensadores antes de ser formulada para los
medios de comunicación. Diderot, el célebre filósofo francés del siglo XVIII,
habló de su paradoja (1999), centrada en el mundo del comediante, pero que po-
demos cifrar en un ejemplo de sensibilidad muy sencillo, el del ciego y su bastón:
según la paradoja, la extensión de la sensibilidad del ciego, a la punta de su bas-
tón, conlleva necesariamente que no sienta su mano empuñando el mismo. Dide-
rot estudió el hecho paradójico de que una extensión o asimilación en un proceso
comunicativo requiere necesariamente anular algunas partes integrantes del mis-
mo, para que no sean autónomas e impidan la extensión sensorial.
Diderot analiza el mundo del teatro, donde se sabe que un actor, para repre-
sentar a fondo su papel, debe asimilarse completamente a él y convertirse en un
cauce para la total expresión del personaje literario, anulando su propia personali-
dad. Muchas extensiones de tipo físico encajan exactamente con el proceso que
Diderot describe, y es necesario por decir así “suprimir” una parte sensorial o
facultad para generar la correspondiente extensión: pensamos en la incorporación
de aparatos ensamblados al cuerpo humano que nos protegen al precio de eliminar
movilidad, sensibilidad, precisión de movimientos, etc.
Lo contradictorio del fenómeno que estudia Diderot radica en el hecho de que
en muchos casos los actores, que llevan a cabo una completa extensión de sus
capacidades expresivas al interpretar a grandes autores de la literatura dramática,
llegan a pensar que su personalidad es el fenómeno extensivo que viven cuando
encarnan papeles teatrales, y ello les induce a desarrollar una falsa idea de sí
mismos. No ser más que una herramienta al servicio de un texto puede conducir
al error de pensar que hemos generado nosotros mismos el proceso, en un claro
mecanismo proyectivo erróneo. Así, los actores, o en general los artistas, de ser
simples mediadores en un proceso creativo que los supera, pueden llegar a pensar
que son el origen y el centro del mismo. Este paradójico engaño es el responsable,

43
Las diez leyes de la información

como sabemos, de muchas pérdidas de orientación vital de personas sometidas a


extensiones sensoriales y proyectivas.
Lo mismo puede ocurrir a cualquiera que haga uso de dispositivos o meca-
nismos para extender su ego. En general, todos aquellos que trabajen en dispositi-
vos extensivos, particularmente en el mundo de la comunicación, pueden sentirse
el centro de un proceso que no crean ellos mismos. El mecanismo puede, alimen-
tado por una mala concepción del yo del artista o del mediador comunicativo,
llegar a anular su propio sentido más controlado de ser. El periodismo está muy
afectado por esta paradoja.
Incluso, en una evolución aún peor, estas personas convertidas en parte de un
proceso extensivo llegan a depender de esos dispositivos, sean comunicacionales,
sean artísticos, para volver a sentir la proyección que su ensamblaje con estos
sistemas genera: así ocurre con las estrellas de los medios de masas, cuya depen-
dencia del éxito puede llegar a ser trágica, o con los artistas aclamados que, una
vez deshecha la extensión, y convertidos de nuevo en simples seres mortales, ven
cernirse sobre ellos la sensación de no ser nada.
Si continuamos explorando esta ley, veremos que explica muy bien los efec-
tos atrofiantes que todo medio extensor de la sensibilidad puede generar. El con-
sumo de sustancias alucinógenas o euforizantes potencia enormemente la sensibi-
lidad o la imaginación humana, al precio de generar, en el estado de abstinencia,
unas sensaciones de ansiedad o de vacío insoportables, que terminan condicio-
nando la adicción o dependencia de dichas sustancias. Sólo el conocimiento de
cuál es el precio que tiene una extensión debida a un medio de esta naturaleza
puede ayudarnos a decidir, o a mantener, un equilibrio sensorial o de facultades
natural y no forzado a hiperdesarrollos y atrofias. Como decimos, la ley de la
atrofia indica que toda extensión sensorial o facultativa tiene un precio, o una
contraparte, y que es necesario conocerlo así para que la extensión sea realmente
una ventaja y no un proceso reversivo.
Podemos ver esta ley en acción en un individuo que hiperdesarrolle un siste-
ma de comunicación y se vea absorbido por el mismo, como describía Cortázar en
su célebre texto “ Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj” (1966).
Cuando a uno le regalan un reloj valioso, le regalan tal cúmulo de obligaciones,
presunciones, obsesiones y prejuicios que al final es uno el regalado al reloj en
realidad, porque termina dependiendo de él y obsesionado con él. Se puede dar el
caso de que el individuo se convierta en un apéndice de la tecnología o sistema
con el que se ha ensamblado para potenciar su sensibilidad: no otra cosa son las
adicciones a tecnologías que reducen nuestro contacto con el entorno, como les
ocurre a los jóvenes enganchados a los mensajes de texto que describe Sherry
Turkle (2011).
Desde el punto de vista de la cultura, cualquier crecimiento en un sentido lle-
va consigo un decrecimiento en otro. Toda tecnología y todo conocimiento tienen

44
La ley de la atrofia u obsolescencia

un aspecto de desequilibrio que es necesario medir y prever. Es el célebre concep-


to de la virtud como término medio y la armonía o proporción como clave de la
felicidad humana que es fundamental en la filosofía griega clásica: todo sistema,
todo conocimiento, que exceda su dosis ideal, su proporción aúrea, genera en
realidad un perjuicio. Una medicina tomada en exceso se convierte en un veneno,
como explicaba Platón en su diálogo Fedro o de la Belleza. El gran peligro que
existe para el hombre es la desmesura, la hybris, la falta de proporción que hace
que cualquier cosa en exceso se convierta en nociva, y si en cambio es usada en
adecuada cantidad, sea muy beneficiosa.

3.2. La ley de la atrofia en el campo comunicativo

Aquí estamos viendo además la ley de la carga en acción, que explicaremos en


seguida. Pues los fenómenos de anestesia o atrofia que genera un exceso de sensi-
bilidad o de extensión sensorial en un medio no son otra cosa que sobrecargas
informativas que tienen una consecuencia en el sistema de comunicación que
estemos usando en cada caso. Las atrofias producidas en los organismos no son
tanto consecuencia de una infracarga en el uso de una facultad o sentido, como
por el desarrollo de otra facultad o sentido. Así, el hiperdesarrollo de la imagina-
ción lleva al desarrollo pobre del razonamiento lógico, el hiperdesarrollo de tec-
nologías de transporte lleva a la atrofia de la capacidad de caminar o desplazarse a
pie, el hiperdesarrollo de un tipo de operaciones mentales lleva a la atrofia de
otras, y así sucesivamente.
La ley de la atrofia establece, por tanto, que en el mundo de los medios, un
cambio en la carga o extensión producido al generarse un nuevo medio, debe
compensarse con una limitación o atrofia de otro. El fenómeno es tan universal
que afecta a todas las dimensiones de extensión tecnológica o de herramientas que
se nos ocurran: las gafas nos ayudan a ver mejor, pero nos hacen más frágiles.
Los teléfonos móviles nos ayudan a comunicarnos con lo lejano, pero nos aíslan
de lo contiguo. La televisión nos evade de lo real, pese a ser un sistema de cone-
xión. Y así sucesivamente.
Es así un conocimiento básico de la civilización humana el tener presente la
ley de la atrofia u obsolescencia, pues nos habla de que el cultivo de la sensibili-
dad exige un desarrollo mesurado, no excesivo, que no atrofie otros aspectos y
sea armonioso en su conjunto. Como muchas culturas han expresado mediante
símbolos de equilibrio y estructuras polares, es necesario manejar la unión de los
extremos para alcanzar la plenitud. Vamos a explicarlo en detalle.
Muchas civilizaciones y culturas tienen el concepto de equilibrio polar como
una condición de la existencia y del desarrollo de la vida. El equilibrio entre dos
opuestos es la clave para alcanzar una mejor sensibilidad y un mayor refinamiento

45
Las diez leyes de la información

en cualquier facultad o sentido humanos. Así, saber que por ejemplo la sensibili-
dad no es mayor cuando se excita o estimula más, sino cuando se combina con su
opuesto, es un tipo de sabiduría que muchas civilizaciones han alcanzado. Sócra-
tes lo expresaba en el diálogo de Platón Fedón o de la inmortalidad del alma:
para sentir una determinada sensación, por ejemplo una sensación de saciedad, a
menudo debemos cultivar la sensación opuesta, es decir el hambre, de modo que
en el juego de contraste y en el ritmo de evolución de ambos extremos podamos
definir con riqueza lo que supone el placer en la comida.
Este criterio nada tiene que ver con el que sería simplemente extensivo, y que
se basaría, en nuestro ejemplo, en la satisfacción cada vez mayor del deseo de
comer, que nos conduciría a la constante sensación de hartazgo, por la ley de la
atrofia. Incluso, comer platos crecientemente refinados nos llevaría a perder el
placer de la comida sencilla, y del gusto que produce cuando se tiene suficiente
hambre, y apetito, como para disfrutar de ella como si se tratara del más fastuoso
de los banquetes.
El juego sutil de los opuestos genera un umbral de carga en el mundo del pla-
cer gastronómico que es necesario conocer y sobre todo practicar. Igualmente
ocurre con cualquier otro campo de la sensibilidad humana, en el que solamente
experimentamos la plenitud sensorial o cognitiva cuando no perdemos de vista la
carencia total en ese dominio. Debemos mantener bien abiertos los umbrales de
carga, con el conocimiento o la sensación de los opuestos, para poder definir en
detalle cada sensación. Muchas formas de sabiduría oriental han trabajado con
esta ley de la sensorialidad, como hace el yoga, por ejemplo.
El conocimiento de la dualidad de los opuestos como umbral para alcanzar
una unidad superior es una de las nociones en las que las civilizaciones tradicio-
nales han insistido más. Las culturas donde los opuestos unidos forman una uni-
dad superior –sean el ying y el yang, o la vida y la muerte, o el día y la noche, o
la deficiencia y la saciedad- nos hablan de la necesidad de considerar que el único
modo de extender las capacidades humanas es mediante la superación de la para-
doja de la atrofia, es decir, mediante la integración de las facultades y sentidos en
una evolución equilibrada. En dicha evolución, lo cualitativo aparece como algo
superior a lo cuantitativo. En el mundo de los medios y las facultades y sentidos
humanos, lo extremo nos lleva al desequilibrio. Se puede ahondar o elevar más el
desarrollo en estos planos con el ajuste de los contrarios u opuestos en un sistema
sensible a ambos. El desarrollo en profundidad de un sistema de extensiones
siempre ha de basarse en un equilibrio constante con las privaciones que incre-
mentan su valor.
¿Qué queremos decir? Del mismo modo que el cuerpo humano puede aprove-
char la riqueza de los nutrientes cuando experimenta su carencia hasta cierto lími-
te, mediante una dieta sobria e incluso basada en la carencia más que en la abun-
dancia, así el cultivo de otras facultades y sentidos se basa en no perder de vista el

46
La ley de la atrofia u obsolescencia

opuesto sensorial o cognitivo al efecto de la extensión. El actor debe recordar


siempre que su grandeza estriba en ser la mejor voz que pueden tener las ideas de
otro. El informador debe recordar que su misión es moverse hacia las noticias, y
no al revés, que las noticias vengan a él. El creador debe tener presente que el
proceso por el que está creando algo nuevo lo supera a él mismo, y que solo en
esa medida es capaz de transmitir genialidades. Todos los medios de extensión
del individuo deben ser acogidos con humildad, y estudiados con verdadera maes-
tría sensible, analizando lo que nos dan, y a qué precio, y lo que nos quitan. Una
vez que entramos en este tipo de visión de la vida, comprobaremos que la felici-
dad y el progreso humano se construyen a golpes de sencillez y de simplicidad, la
misma que nos permite sentir más, y hacer más cosas, una vez que nos centramos
en su juego de oposiciones.
Estos principios generales son de aplicación a todos los planos comunicativos.
Por ejemplo, en el periodismo. El equilibrio entre fuentes de información es clave
para ahondar en los procesos de conocimiento de los hechos. O por ejemplo, en el
mundo de la comunicación intrapersonal: el equilibrio en la sensibilidad consigue
profundizar más en su desarrollo que el cultivo de un estímulo único y en aumen-
to constante. En la comunicación interpersonal, la proporción, armonía y unión de
opuestos es clave para dominar el fluir de la información o de la innovación co-
municativa. Y así sucesivamente.

3.3. La obsolescencia comunicativa

Un aspecto importante de esta ley es el de la obsolescencia. Llamamos obsoles-


cencia a la pérdida de valor de un objeto o medio por el simple paso del tiempo.
La ley de la atrofia y obsolescencia de los medios establece también, en la historia
de éstos, procesos de reequilibrio en las funciones desarrolladas por cada exten-
sión humana comunicativa. Como decimos, los medios de comunicación son
afectados igualmente por la ley de atrofia solo que en su evolución técnica y ma-
terial. Por ello, cuando nace un medio nuevo, ello lleva consigo la muerte o casi
desaparición de algún medio anterior, que queda obsoleto.
Todos sabemos que hay medios o sistemas humanos de comunicación que
han quedado obsoletos por el surgimiento de un nuevo medio, que sustituye o
reencauza el uso del anterior. Así, la litografía quedó obsoleta cuando se estable-
ció la fotografía como medio de reproducción visual. El libro encuadernado en
papel dejó obsoleto el volumen en papiro enrollado, y éste a su vez había dejado
obsoleto el sistema de memorización de contenidos de las culturas orales tradi-
cionales.
La historia de los medios de comunicación es una genealogía en la que unos
medios, que surgen como extensiones de otros, superan a aquellos dejándolos

47
Las diez leyes de la información

obsoletos en la civilización humana. La prensa, como medio para reproducir la


escritura de modo automático y masivo, surgió de la reproducción manual de los
libros escritos, e hizo innecesaria la copia de originales por los amanuenses me-
dievales. La digitalización de los sistemas de reproducción impresos y el surgi-
miento de los ordenadores e Internet está dejando obsoletos los sistemas de repro-
ducción impresa en papel, de modo que cada vez se usan menos. La fotografía
digital hizo innecesaria la reproducción de imágenes en sistemas analógicos, y
ésta, a su vez, acabó en su día con el uso del retrato al óleo como modo de reflejar
la identidad social de las personas. Cada medio surge de uno anterior, como una
extensión o derivación, y a la vez que supera o redefine el contexto de la comuni-
cación, inutiliza o atrofia otros medios anteriores.
Este proceso es análogo a la atrofia sensorial que antes hemos explicado. Nos
da una idea del parentesco que existe entre el desarrollo de una civilización cultu-
ral, como si fuese un organismo dotado de sentidos o de facultades, y un indivi-
duo concreto. Los desarrollos y extensiones aplicados en un caso producen re-
equilibrios en la estructura sensorial y facultativa del conjunto, en los dos casos.
En el caso de las civilizaciones y culturas, los reequilibrios, extensiones y atrofias
van definiendo el carácter de las mismas, a menudo con cambios importantes en
la forma comunicativa que adoptan.
A menudo la obsolescencia no es total, y podemos ver cómo se mantiene un
equilibrio proporcional entre dos medios, uno más novedoso, y otro anterior. Así,
los medios anteriores siguen teniendo un lugar en la cultura comunicativa de una
sociedad, aunque ese papel no sea masivo o central. Y muchas veces, aun que-
dando como medios residuales, su función es vital porque estos medios conservan
la capacidad de compensar artísticamente el hiperdesarrollo de otros medios. Así
ocurre, por ejemplo, con la comunicación impresa frente a la digital, y siempre ha
sido así con el teatro y el cine o el video. Cada medio, aunque reducido a una
cierta obsolescencia o atrofia, tiene una función, e incluso puede ser vital por su
capacidad para conservar el equilibrio cultural de una sociedad.
En muchas culturas las formas tradicionales de arte o de comunicación, así
como otras costumbres y comportamientos, conservan medios que han pasado a
ser residuales, pero que sin embargo son cultivados porque en ellos se conservan
significados y mensajes que han quedado, por así decir, adheridos a esos medios.
Pensemos cómo el teatro sigue siendo un medio importante en nuestra civiliza-
ción, aun cuando técnicamente haya sido superado por tecnologías como el cine o
el video a la hora de producir la ilusión de realidad. Sin embargo el teatro, como
medio, conserva la capacidad de transmitir determinados significados que los
públicos no encuentran en el cine o en el video digital, y puede transmitir mejor la
sensación de realidad en muchos casos. El medio conformó una sensibilidad, y
llegó a desarrollar con ella tal tipo de extensión y ensamblaje, que sigue funcio-

48
La ley de la atrofia u obsolescencia

nando a la perfección en una cultura técnicamente más desarrollada en ilusionis-


mos ópticos.
Lo mismo ocurre con determinados tipos de instrumentos artísticos, y musica-
les. Se siguen usando, a pesar de que hoy en día podríamos conseguir una perfec-
ción sonora mucho mejor mediante tecnologías muy desarrolladas, pero que pre-
cisamente atrofian los aspectos que aquellos medios anteriores desarrollaron más.
Así, puede sonar mejor una vieja pieza de música interpretada en una grabación
sobre vinilo con un instrumento que cruje en medio de la misma, que una repro-
ducción perfecta en un soporte digital sin la menor mácula sonora. De nuevo te-
nemos en acción el equilibrio de los opuestos, que en este caso, hace más bella la
melodía en la que el medio es imperfecto. Lo cierto es que todos los medios ad-
hieren a su hábito humano los contenidos que albergaron y a menudo no hay mo-
do de conseguir la comunicación de esos contenidos si no es mediante el medio
viejo, obsoleto. Esto explica que conservemos medios muy antiguos de comuni-
cación, como el teatro y la música antigua, y que sigan siendo centrales para un
proceso cualitativo de transmisión de una experiencia. Cada forma cultural, cada
medio, lleva adherido un tipo de mensaje, una calidad de contenido. Cuando un
medio desaparece, desaparece también el contenido que podía canalizar.
En todos los casos, uno de los modos de evitar la atrofia y obsolescencia de
un medio o de una facultad humanas, es utilizar el principio artístico, tal y como
los griegos nos enseñaron. Esto quiere decir que cuando se utilizan las proporcio-
nes y armonías, un medio o facultad puede evadir la atrofia y conseguir permane-
cer eficaz y activo en la cultura humana o en el individuo. Las proporciones y
armonías consiguen equilibrar el juego de opuestos que la hiperestesia de la sen-
sibilidad impone, y de esta manera, superar las limitaciones que usar o extender
un medio implican.
A menudo son los artistas los que conocen de modo intuitivo el juego de la
ley de la atrofia sensible y cómo el uso de los opuestos puede paliar la falta de
expresividad de un medio determinado. En el mundo del arte, lo cuantitativo no
tiene un valor intrínseco. Los artistas saben que el azar, y la pobreza de medios,
pueden ser vitales para potenciar la expresión. También respetan la armonía, es
decir, la composición proporcionada, de los elementos de que se compone un
proceso expresivo, como una ley fundamental de equilibrio para conseguir su
objetivo. Ello hace que el arte sea efectivamente el mejor medio de comunicación
en cualquier sector en el que lo apliquemos como sistema.
Así, hay una relación directa entre el uso de la técnica y el arte. Los griegos
unieron ambas palabras en su raíz, llamando precisamente técnica al arte puro. Su
idea era ensamblar los principios materiales que rigen la sensibilidad y la comuni-
cación, con el entorno con el arte como sistema de control y de dominio de las
condiciones de ambos procesos. El arte nos permite refinar la sensibilidad me-
diante el juego de opuestos. Ello es así porque mediante la sensibilidad artística

49
Las diez leyes de la información

procedemos a menudo paradójicamente, es decir, utilizando los contrastes, el azar


o el desequilibrio como principios estéticos, avanzando así sobre la linealidad
cuantitativa que el uso de una técnica o de una facultad nos impone. Así, el uso
artístico evita la sobrecarga de un medio utilizándolo de modos nuevos, de modo
no lineal ni lógico, y siguiendo principios que tienen que ver con la elusión de la
hiperestesia y la búsqueda de la armonía perceptiva o sensorial, y al trabajar de
esta manera, no se produce la atrofia.
La prueba de este hecho la tenemos en la supervivencia milenaria de tecnolo-
gías, medios y sistemas culturales asociados a la expresión de arte, como es el
teatro, la literatura oral, la pintura rupestre, la danza ritual, la poesía. Todos estos
medios de comunicación de experiencias han sobrevivido a la evolución morfo-
genética, porque llevan en su seno contenidos y capacidades desarrolladas artísti-
camente, y dichos contenidos permiten que se conserven sus modos de canaliza-
ción, adheridos a los viejos medios. Su presencia en nuestra cultura siempre será
cualitativamente superior a cualquier extensión de nuevos medios.
Si deseamos evadir la ley de la atrofia, por tanto, debemos actuar siguiendo
las leyes del arte, la consecución del equilibrio como superación de los opuestos y
la búsqueda de la expresión que no sature y cuide su forma o medio. También
para el periodismo es vital este principio, pues si desea no quedar obsoleto y se-
guir siendo vital en la sociedad, debe generar aquellos contenidos que lo conser-
ven como potente transmisor de experiencias humanas.

3.4. La crisis del periodismo tradicional

El periodismo como medio de transmisión de informaciones ha experimentado


una auténtica sacudida con la llegada de la red de redes y la dispersión de los
antiguos privilegios de acceso a las fuentes que los medios conservaban. Internet,
en sus primeras décadas de desarrollo, amenaza con dejar obsoleto al periodismo
como sistema estable de transmisión de información mediante un canal centrali-
zado y de masiva difusión. Hoy en día, los públicos pueden informarse de manera
difusa y desagregada mediante las redes sociales, u otro tipo de plataformas e
interfaces donde el periodista ya no aparece.
Tradicionalmente, los medios de comunicación de masas habían ocupado el
lugar central del espacio social, mediando entre las fuentes de información, o los
poderes públicos y privados, y los receptores que masivamente recibían los men-
sajes, noticias o contenidos de los medios.
El surgimiento de la red de Internet crea repentinamente nuevos medios de
acceso a la información. Las redes sociales, los blogs y las plataformas de grupos,
instituciones o asociaciones, aparecen para convertirse en agentes de pleno dere-
cho a la hora de difundir, acceder o distribuir mensajes e informaciones.

50
La ley de la atrofia u obsolescencia

Este hecho introduce el factor de obsolescencia en el esquema tradicional de


negocio de los medios masivos. Tanto los periódicos, como las cadenas de tv, las
industrias del cine, o de la música, se ven asediados por estos nuevos actores so-
ciales que compiten directamente en la tarea antes centralizada en los medios de
masas.
Paulatinamente, a finales del siglo XX, los medios de masas pierden el papel
central, para convivir con las redes sociales, los blogs independientes y las plata-
formas web de todo tipo de instituciones, que pueden difundir la información en
un plano de igualdad frente a los medios periodísticos tradicionales. El descalabro
del negocio mediático es absoluto.
Este proceso puede llevarse de un plumazo los valores, calidad y contenidos
que el periodismo supo vehicular a lo largo del siglo XX, su siglo de oro. Una
simple extensión en el esquema tradicional de la comunicación de masas, que
consigue poner en contacto directo a los receptores con las fuentes directas e indi-
rectas, amenaza con dejar fuera de juego a los medios tradicionales informativos,
que, desgraciadamente, han estado muy mal preparados para afrontar ellos mis-
mos la conocida ley de la obsolescencia.
La razón por la que el periodismo se ha defendido muy mal del embate de la
nueva tecnología digital radica en el mismo síndrome de Diderot que hemos des-
crito anteriormente. Los medios de información se han instituido durante décadas
en centro, eje y máximo poder del sistema de difusión de informaciones, acumu-
lando una visión profesional inflada, centrada en el máximo beneficio, rutinizada
y asentada en las tramas de negociación con los poderes factitivos, demasiado
convencida de su propio protagonismo. Los medios de comunicación periodísti-
cos han abusado de una situación tecnológica que parecía inmutable, y que les
permitía controlar y rentabilizar al máximo el proceso informativo en la sociedad.
El simple vuelco tecnológico, que ha puesto en manos de muchos nuevos
agentes la difusión de la información, ha hecho que se ponga en cuestión la nece-
sidad de contar con los periodistas profesionales. Hoy los públicos creen que me-
diante Twitter o Youtube pueden acceder igualmente a las noticias. Incluso, con-
sideran que estos medios, aunque más fragmentados y subjetivos, son más
dinámicos, y se orientan por los intereses de los públicos. Aunque la pérdida de
calidad de la información, antes centralizada y procesada por los medios, es pa-
tente, no hay posible retorno al sistema centralizado y controlado de los antiguos
medios de masas.
Si éstos hubieran conservado una función vital en la vida social por su dina-
mismo, humildad, buen hacer, independencia, los públicos hubieran seguido pre-
firiendo las noticias contadas por los informadores profesionales a las relatadas
por redes o plataformas. Pero el periodismo, aquejado de un exceso de confianza
en la situación, había dejado sus estándares de calidad de trabajo hacía muchas

51
Las diez leyes de la información

décadas, y la obsolescencia tecnológica ha venido a poner de manifiesto la inca-


pacidad de acoplarse a la nueva situación de los negocios informativos.
La única solución para este proceso radica en el retorno a los criterios de cali-
dad artística aplicados para la supervivencia de un medio de comunicación. Si los
públicos pueden seguir eligiendo a los periodistas y sus productos, frente a méto-
dos más rápidos, informales o dinámicos de informarse, será únicamente porque
el periodismo transmita algo más, algo especial, en sus contenidos adheridos al
sistema en el que se emite. Ese algo más ha de relacionarse con la función social,
la independencia de juicio, la capacidad de procesamiento, la calidad de escritura,
la vitalidad y el dinamismo, que deben ser el arte propio de los informadores del
siglo XXI, en un mundo donde los periódicos no serán ya el centro del panorama
informacional.
En este sentido, la decadencia que un proceso obsolescente genera es muy cla-
ra. Una vez que la difusión de la prensa masiva en papel cae, los ingresos por
publicidad también, y con ellos la financiación crediticia de los medios debe au-
mentar. Ello afecta profundamente a la independencia de estos medios, por un
lado, y a la solidez de sus plantillas de informadores, que también merman y pier-
den calidad de trabajo. El resultado es un ejercicio del periodismo de baja calidad,
torpe, entrampado en dependencias y deudas, que huye hacia adelante.
La obsolescencia del periodismo profesional y del sistema de los medios ma-
sivos de difusión que fue característico del siglo XX no significa que la comuni-
cación social esté desapareciendo: al contrario, con la nueva situación, se vive un
auténtico fermento de iniciativas nuevas, que están reorganizando el negocio in-
formativo adaptándolo al medio digital, con una estructura más dinámica, redac-
ciones más jóvenes y multitarea, y una atención no sesgada hacia las redes socia-
les, con las que se coopera intensamente.
Se vive ahora mismo un vuelco, en el periodismo regenerado, hacia los valo-
res primordiales de la profesión: la ética y el buen hacer periodístico se han con-
vertido en un reclamo para el consumidor, en tiempos en los que la información
circula sin ningún tipo de cuidado o de compromiso por parte de los difusores.
Además, los lectores y públicos tienen hoy a su disposición muchas maneras de
comprobar la calidad del trabajo del periodista, pues la comparación entre me-
dios, el comentario en las redes sociales, el contraste con las imágenes en directo
que hay en los nuevos medios, o con la experiencia directa que llega por las redes,
permite evaluar muy bien cuanto está pasando. La transparencia es el efecto más
importante de la llegada de la red de redes: absolutamente todo circula y emerge
tarde o temprano en el nuevo sistema trasparente de información.
Este hecho coloca a la profesión periodística de nuevo en el ojo del huracán
mediático, pero esta vez, los informadores tienen menos poder para controlar el
flujo de la información. En su lugar, debe moverse y redirigirse hacia los propios

52
La ley de la atrofia u obsolescencia

públicos, que ahora hacen circular la información, pues su papel se está entremez-
clando con el de las propias fuentes informativas.
Este vuelco hacia los públicos se pone de manifiesto en algunos de los nuevos
periódicos digitales, que aunque prestan una atención desmedida hacia la infor-
mación que llega por las redes, se distinguen claramente de ellas por la calidad
con la que abordan los mismos asuntos. Estos medios digitales empiezan a ade-
lantarse a las redes en la difusión de los asuntos. Y ofrecen su propio producto sin
confusión ni estrategias de marqueting forzadas que han llevado a algunos medios
de masas a introducir forzosamente contenidos en las redes, que son rechazados
por los públicos cuando se capta que se trata exclusivamente de publicidad de un
medio o de intentos de captación de nuevos públicos emulando los consejos inter-
personales que se dan en esta nueva dimensión de la comunicación social.
Lo que se nos presenta en el periodismo y los medios informativos, con este
gigantesco proceso de obsolescencia, es también la oportunidad de renovar la
profesión periodística desprendiéndola de una visión estática, de gran negocio,
asentada e inmovilista que dominó la profesión en la segunda parte del siglo XX.
Hoy en día el periodismo recupera funciones ciudadanas que deben distinguirlo
de otras actividades informativas en la red. Es una profesión dura, en un entorno
muy competitivo, lo que obliga a refundar constantemente su base y a trabajar en
los criterios de calidad, de manera que en un mismo plano de igualdad frente a las
redes sociales pueda elegirse la visión profesional de los asuntos de interés porque
es la más independiente, seria y fiable. Es una profesión que debe aceptar el di-
namismo de las innovaciones tecnológicas constantes en su campo, con una men-
talidad artística, de modo que ya no habrá fórmulas fijas, trabajo rutinario ni tec-
nologías seculares para trabajar en este oficio.

53
4

La ley de la carga informativa

Así como las leyes de la proyección, la atrofia o la ley del orden son leyes intuiti-
vas, que cualquiera puede adivinar en los procesos comunicativos, la ley de la
carga informativa es más especializada y desconocida. Pero por ello mismo es
una ley fundamental si queremos especializarnos y profundizar en los fenómenos
de la comunicación y de la información.
Esta ley establece que en información, la carga o cantidad de elementos afecta
al resultado del proceso comunicativo. La información es relativa a la carga.
Quiere esto decir que no existe la información en términos absolutos, sino que la
información es siempre relativa a un umbral, es decir, a unas cantidades mínima y
máxima, entre las cuales constituye su existencia, se define como tal.
Para entenderlo muy sencillamente, sabemos que lo que para una persona es
completamente novedoso, para otra persona puede ser ya conocido. Si un indivi-
duo posee una cantidad grande de información sobre un tema, será difícil darle a
conocer algo nuevo para él. En cambio, una persona con pocos datos en un tema
determinado encontrará novedoso e informativo muchos más elementos, o tam-
bién puede ocurrir, si no posee nada de información, que su ignorancia le haga no
captar nada de las señales que se le están ofreciendo. Lo que para cada una de
estas dos personas es información, es diferente. Según sus conocimientos previos,
así será la información a la que puedan acceder. La información es algo que de-
pende de la cantidad de elementos de que disponemos.

55
Las diez leyes de la información

4.1. La carga informativa y los umbrales

Llamamos umbral informativo al espacio de todas las posibilidades de carga in-


formativa que es posible procesar, comprender, captar o descodificar en un siste-
ma comunicativo. El umbral está entre el punto o cantidad mínima de elementos,
a partir de la cual podemos captar información, y más allá del cual se da la infra-
carga informativa, y el punto máximo de elementos que es posible captar infor-
mativamente hablando, a partir del cual hay sobrecarga informativa. Por ejemplo,
acústicamente, el ser humano tiene un umbral perceptivo que se sitúa entre dos
frecuencias de onda (entre los 25 y los 120 decibelios), a partir de las cuales se
dan los ultrasonidos imperceptibles por el oído humano o el daño acústico directo
por un exceso de volumen. A partir de cierto volumen el sonido comienza a dete-
riorar el oído. Y si es muy imperceptible, no es notado siquiera. Existe un umbral
entre esos dos límites, donde se configuran las posibles señales acústicas percep-
tibles por el ser humano.
En este caso, lo que hemos explicado es un umbral sensorial condicionado
biológicamente. Hay muchos tipos de umbrales biológicos, que vienen dados por
la especie animal a la que se pertenece, y el entorno en el que dicha especie evo-
luciona.
Así, los seres humanos distinguimos unas gamas cromáticas en la luz, los co-
lores y sus matices, cuyas múltiples distinciones y sutilezas constituyen un umbral
perceptivo visual. El arco iris ejemplifica muy bien lo que es un umbral percepti-
vo: en él apreciamos los principales colores en los que se descompone la luz. La
combinación de todos los posibles matices cromáticos constituye la definición de
cada coloración de los objetos en el entorno. Por debajo y por encima de dicho
umbral existen radiaciones lumínicas que no percibimos –infrarrojos, ultravioleta-
, pero que sí producen efectos en objetos, seres o entornos, como sabemos por su
uso en diferentes situaciones tecnológicas humanas.
Exactamente igual ocurre con las abstractas categorías de la información. En
todo proceso comunicativo hay un umbral de carga, dentro de cuya posibilidad de
combinaciones de elementos se define cada señal, conformada necesariamente
por la combinación de al menos dos de ellos –los que constituyen sus límites de
carga, el 0 y el 1 en el caso del bit o unidad mínima de información.
Por debajo y por encima de dicho umbral existe la denominada información
subliminal, que no por pasar desapercibida en un umbral informativo dado, deja
de ser activa en la mente humana, como veremos un poco más adelante.
Hay umbrales para todos los sentidos, facultades y procesos informativos. La
percepción cromática se mueve en el umbral de los colores que podemos distin-
guir en la descomposición de la luz, más allá de los cuales existen los rayos infra-
rrojos o los ultravioletas, que no son perceptibles en condiciones habituales por el
ser humano. Un umbral menos lineal, pero igualmente biológico, lo constituyen

56
La ley de la carga informativa

los sabores que podemos gustar a través de las papilas en la lengua. Estos recepto-
res sensoriales están capacitados para captar umbrales de sabores, es decir, dife-
renciales que distinguen sabores de mayor a menor dulzura, de mayor a menor
gusto salado, de mayor a menor acidez o de mayor a menor amargor.
Obsérvese que en todo el ámbito sensorial el concepto de umbral de carga es
clave para la organización de la experiencia. Un proceso perceptivo que comienza
distingue básicamente entre un mínimo de dos elementos: luz y oscuridad, silen-
cio y sonido, frío y calor, malestar y bienestar, son algunos de los elementos que
conforman diversos umbrales de percepción.
Una vez que estos umbrales definen los límites de un proceso comunicativo,
surge entre dichos límites el juego informacional de combinaciones y gradaciones
posibles entre los elementos discernibles: ritmos sonoros, figuras en la gama de
los grises, sensaciones térmicas de tibieza, frescor, calidez, o sensaciones genera-
les de tranquilidad, inquietud, vitalidad, relajación. Cada situación va conforman-
do una determinación de las múltiples combinaciones que los umbrales abren a la
percepción o sensación.
Los humanos, los animales, y probablemente otros seres vivos, disponemos
de todo tipo de umbrales, perceptivos y cognitivos, que vienen señalados por
nuestras condiciones biológicas, pero también son establecidos por las circunstan-
cias evolutivas, por las condiciones culturales o por los procesos y experiencias
vitales.
Los umbrales de carga informativa caracterizan a cada especie. Así, hay espe-
cies cuyos umbrales de carga son extensísimos y muy desarrollados para un de-
terminado sentido perceptivo (por ejemplo, el sentido del olfato hiper-
desarrollado que tienen los perros y lobos, o el sentido de la vista y la capacidad
de percepción visual de las corrientes térmicas que tienen las aves rapaces). Hay
umbrales cognitivos animales más amplios que los humanos también: por ejem-
plo, la capacidad de orientación de aves o mamíferos como las ballenas, e incluso,
se sabe que determinadas especies pueden tener un más amplio umbral de tole-
rancia a la percepción numérica automática (es decir, determinados animales cap-
tan de un golpe de vista un conjunto numeroso de elementos, sin necesidad de
reducir su carga con el conteo lineal, con más capacidad que los humanos).
Muchos de estos umbrales sin duda han evolucionado con las especies. Mar-
can su desarrollo y al mismo tiempo, condicionan su evolución en el entorno. Es
el caso del umbral de tolerancia a alimentos vegetales que los perros tienen frente
a los lobos, su antepasado genético. Los perros toleran y digieren bien alimentos
provenientes de cereales, vegetales y demás, en tanto los lobos no digieren bien
estos alimentos y su dieta es principalmente carnívora. Los perros se hicieron
omnívoros probablemente en contacto con el ser humano, cuando empezaron a
rondar a las poblaciones humanas buscando alimento.

57
Las diez leyes de la información

En la compleja interacción que dio lugar al surgimiento del perro como espe-
cie, su adaptación a la alimentación humana, y el consiguiente cambio de hábito
marcó la simbiosis que se dio con la especie humana. Este cambio se muestra
también en el cambio y ampliación del umbral de digestión de alimentos, relacio-
nado directamente con la “alianza” entre los hombres y los perros, que dio lugar a
las nuevas funciones que los lobos empezaron a ocupar en los poblados humanos.
Este ejemplo anterior nos sirve para introducir un tema apasionante como es
el trabajo con los umbrales cognitivos, sensoriales y culturales.
Los umbrales informativos por lo general son dúctiles, pueden ser más exten-
sos o reducirse, e incluso los más marcados genética o biológicamente admiten el
trabajo y la ampliación de sus límites.
Esto implica también que con los cambios en los umbrales cambia la capaci-
dad para captar información, pudiendo notar mucha más y más allá de los límites
convencionales de carga para otros individuos.
Un individuo puede ampliar los límites de sus umbrales de carga cuando se
somete a un proceso comunicativo frecuente, que ensancha, valga la metáfora, su
capacidad de percepción de señales que llegan en infracarga o en sobrecarga.
El conocimiento en profundidad de un campo conlleva la capacidad de captar
sutiles diferencias en datos de dicho contexto, es decir, una mayor capacidad de
captar información en infracarga, de carácter muy reducido o cantidad pequeña, e
igualmente, a una persona con umbrales de carga muy trabajados es difícil sobre-
cargarla de información, puede tolerar ingentes cantidades de datos o desenmara-
ñar la complejidad de los mismos.
Los umbrales de la información, en el proceso que sea que estemos analizan-
do, son porosos. Esto quiere decir que admiten la interacción con sus límites, y
que en esa interacción consiguen crecer, o ampliarse, dando lugar a extensiones
de sentidos y facultades.
La frecuencia de información en un campo o sector permite ensanchar los
umbrales de infra y sobrecarga de manera que la información que a menudo llega
subliminalmente, es decir, pasa desapercibida para la mente focalizada y atenta,
puede recuperarse y usarse una vez que se generan apertura de los umbrales me-
diante las iluminaciones creativas, y por el carácter más poroso hacia esas cáma-
ras no conscientes de acceso a la información que tienen las personas que están
muy atentas y familiarizadas con un tema o campo de conocimiento. Es el típico
caso del desarrollo de la capacidad para resolver enigmas o cuestiones desconoci-
das –infra o sobrecargas informativas- que una mente detectivesca o superdotada
puede tener para apreciar, organizar o sintetizar la información clave en un asun-
to.
Cuando hablábamos del modo artístico de solventar las atrofias sensitivas en
el capítulo anterior, hacíamos notar que también la proporción y el juego con los
opuestos permite superar las atrofias. La razón es que las infracargas definen um-

58
La ley de la carga informativa

brales de sensibilidad y los amplían cuando éstos se hayan atrofiados por efecto
de la sobrecarga: poníamos el ejemplo del ayuno que potencia el placer de comer
posterior a él. Ayunar es infracargar el proceso sensorial del gusto, es ampliar o
redefinir su umbral de carga, para que se genere información con él. Información
y umbral de carga son por tanto dos entidades funcionalmente interdependientes.
Los umbrales de carga, por tanto, también pueden encogerse o empequeñecer
en sus límites, de modo que se produzca una pérdida de capacidad de procesa-
miento informativo, sensorial o cognitivo. Vamos a poner diversos ejemplos para
mostrar hasta qué punto esta ley nos da una impresión bien diferente de los proce-
sos de comunicación y sus efectos en los individuos y especies.
Cuando no leemos, tendemos a entender menos ideas y cada vez nos resulta
más difícil acceder a información que mantenga los umbrales de carga con buena
capacidad de captación de información. La sensibilidad cultivada mediante el
acceso a las obras de arte, que genera por ejemplo una educación en un país desa-
rrollado, permite a las personas disfrutar de la cultura y generar experiencias ma-
ravillosas en su vida. Cuando no hay acceso frecuente a la cultura, los individuos
tienden a despreciarla, y por ello mismo, cierran sus umbrales a las experiencias
de la sensibilidad cultural. Parecido es el caso que se da en la sensibilidad epi-
dérmica a determinados estímulos, aunque en este caso vemos en acción una re-
ducción de la capacidad sensorial por sobrecarga de estímulos: cuando nos gol-
peamos la piel durante un buen rato, terminamos por no sentir nada en ella. Esta
hiper-estimulación o sobrecarga sensorial genera un vacío absoluto. Los umbra-
les, aun cuando tiendan a modificarse, tienen sus límites claros.
Los umbrales también son cognitivos, o culturales, decimos. Para un estudian-
te de inglés de nivel Proficiency, hay un umbral de comprensión textual de la
lengua inglesa muy diferente al que existe para un estudiante de nivel básico A.1.
Un lector habitual de periódicos capta las palabras clave y comprende los asuntos
de manera más rápida y amplia que un lector ocasional, y por tanto sus umbrales
de sobrecarga e infracarga son distintos: el lector experto entenderá más cosas
complejas (menor nivel de sobrecarga) y también detectará datos que a alguien no
experto le parecerán irrelevantes (mayor capacidad en infracarga). Sus umbrales
cognitivos en la lectura de información serán más amplios.
Fue el psicólogo George A. Miller el que en su artículo “The Magical Num-
ber 7+-2. Some Limits in Our Capacity of Processing Information”, publicado en
1956, estableció por primera vez de modo científico la existencia de los umbrales
de carga informativa. Miller, que trabajaba sobre algunas ideas de psicólogos
anteriores, estableció de manera muy ilustrativa que en nuestro procesamiento
mental de las percepciones hay umbrales, es decir, límites cuantitativos, que anu-
lan o por el contrario hacen eficaz la información.
Ello quiere decir que informativamente hablando, un mensaje depende de los
umbrales de carga de su receptor, para transmitir realmente información. Para un

59
Las diez leyes de la información

receptor cuyos umbrales impidan la captación de un mensaje, todo su contenido


será informativamente nulo. La información depende, para efectuar su acción, de
la carga en la que se condensa, pues si dicha carga es excesiva, no producirá efec-
to alguno, igual que si es insuficiente.
Miller demostró su tesis sobre el campo de la memoria de trabajo, o inmedia-
ta, y sobre la percepción numérica. En ambos casos percibimos un número fijo de
elementos, y tendemos a memorizar idealmente o a percibir conjuntos, que ron-
dan los 7 elementos. Si se excede el número límite 7+2, el umbral de percepción
numérica habitual, la sobrecarga memorística o numérica, hará que no se pueda
recordar ni saber de qué cantidad hablamos. Si no se llega a la cantidad mínima,
tampoco tendrán sentido memorización o cálculo.
Nuestra especie, pues, tiende a aislar, tanto para el recuerdo como para la
cuantificación, un número ideal de 7 elementos. Por encima de 7+2 se da la so-
brecarga: difícilmente recordaremos 9 elementos diversos usando nuestra memo-
ria de trabajo, o inmediata. Igual ocurre para la percepción de un conjunto inme-
diato de elementos: otros animales tienen este umbral definido de otro modo. El
humano parte, básicamente, de estos umbrales de carga en estas facultades deter-
minadas.
Cuando recibimos un mensaje o conjunto de señales cuya carga excede nues-
tros umbrales de procesamiento de la información, solemos trocear la carga en
paquetes de menor tamaño. Así, la memorización de números de teléfono, por
ejemplo, que exceden los 7 elementos, se suele trocear en tres o cuatro secuencias
de tres o dos elementos unidos, de modo que la memoria encuentre sencillo re-
cordar los paquetes de información. En general, la dosificación de la carga infor-
mativa es una operación común que está en la raíz de muchos procesos de comu-
nicación. Pensemos, por ejemplo, en la estructura de las noticias, que sintetiza su
carga informativa en elementos fragmentarios y sencillos (titulares, encabeza-
mientos, hashtags) que se van desplegando posteriormente y unificando en el
conjunto total de lo que se procesa en un tema.

4.2. La información en infracarga

Podemos entender lo vital que es esta ley en el mundo de la comunicación. En


general, cuanto reduce su carga informativa tiende a ser preferido en nuestros
mensajes y conjuntos de señales. Muchos procesos informativos son simples re-
ducciones de carga que permiten el acceso a un umbral informativo. Pensemos en
el llamado Principio de simplicidad que estudiaron los psicólogos de la gestalt, y
que Rudolph Arnheum desarrolló posteriormente (Arnheim 2005: 49) en sus
fabulosos estudios comunicativos sobre el arte. Percibimos mejor y captamos las
formas simples, que tienen poca carga cognitiva. Es el mismo principio que los

60
La ley de la carga informativa

científicos llaman lecho de Procusto o principio de Parsimonia: las teorías tienen


que ser armoniosamente simples y ajustadas con los problemas que vienen a sol-
ventar, tienen que responder al principio de Parsimonia, de sencillez, como tam-
bién se le denomina. También Guillermo de Ockham, el filósofo y franciscano
medieval inglés, conceptualizó esta ley en su célebre navaja de Ockham, princi-
pio de reducción de la complejidad de elementos, factores o variables en un asun-
to como método de conocer la verdad, y recomendaba no multiplicar los entes sin
necesidad. Pues bien: cuando algo es absolutamente genial, normalmente tenemos
la impresión de que es sencillo, infantil. Nos produce un aligeramiento de la carga
cognitiva, y al mismo tiempo, sin embargo, la está aumentando.
A este fenómeno, más recientemente, George Sternberg, psicólogo cognitivo
experto en creatividad, ha llamado codificación selectiva (Sternberg, 2005: 116):
muchas operaciones creativas son simples eliminaciones de elementos sobrantes,
en una selección o búsqueda de la carga idónea de un conjunto de elementos. Así,
para muchos, la consecución del logro creativo tiene que ver con la poda o elimi-
nación de elementos superfluos. Grandes invenciones o descubrimientos se pro-
ducen por la casual reducción de elementos que produce, por ejemplo, una coin-
cidencia. El lenguaje simple y sencillo de la expresión más nítida es el más eficaz
comunicativamente hablando, tal y como se estudia en el mundo de la redacción
periodística.
Muchos fenómenos de solución de problemas, hallazgo de claves de enigmas,
innovaciones o creación de nuevas ideas en realidad llevan a cabo una síntesis
que elimina información sobrante y deja solamente las piezas clave de una nueva
construcción de conocimiento. La explicación de por qué a menudo el olvido de
determinadas informaciones, la relajación de la atención muy focalizada o el sim-
ple paso del tiempo nos permiten abordar la solución a un enigma o aclarar un
problema está en el juego con la carga reducida que la desatención, relajación,
olvido e inconsciencia sobre un campo pueden generar, y con ello, contribuir a
solventar el trabajo en ese campo.
En mucha medida, la incubación de asuntos que la teoría de la creatividad re-
comienda –es decir, relajar y olvidar, encargando a la mente inconsciente, el tra-
bajo con la información disponible- no es sino una operación de reducción de
carga, que por un lado permite a la mente consciente desocuparse y desbloquearse
para afrontar nuevamente los temas, y por otro hace que toda la información dis-
ponible pase a manos de nuestra mente no dirigida, que opera con ella de un mo-
do necesariamente sintético, reductor, simplificador, vital en el campo informati-
vo.
Con el caso de la infracarga comprobamos cómo el número ideal de elemen-
tos, la dosis idónea de señales o estímulos, es clave para que algo tenga valor
informativo. La información no es un absoluto: es el resultado de una composi-
ción de elementos, que deben estar dotados de una armónica capacidad para co-

61
Las diez leyes de la información

municar. Así, se da la paradoja de que mensajes con mayor simplicidad de ele-


mentos son más eficaces comunicativamente hablando, generando más informa-
ción de conjunto, y que a menudo para conseguir y mejor efecto comunicativo la
reducción del mensaje genera más información.
Este criterio es bien conocido por los artistas y los creadores, como hemos di-
cho antes. Recuerdo que Frank Capra, célebre director del cine en los años 50 en
USA, decía que había conseguido convertir una de sus películas en un éxito, des-
pués de haberla proyectado con muy malos resultados ante una audiencia de
preestreno, eliminado los primeros rollos del filme. El recorte fue decisivo para
esta película, pues al eliminar un buen pedazo del conjunto, la película empezó a
funcionar para el público. Hay muchos ejemplos similares de cómo la poda de
elementos, y la reducción del conjunto hasta conseguir un equilibrio interno o una
buena armonía de conjunto, son vitales para generar el efecto informativo o co-
municativo buscado. Pongamos un último ejemplo sensorial de la eficacia de la
infracarga para potenciar la capacidad humana: cuando nos sometemos a un clima
frío, toleramos mejor el frío en general y podemos vivir con temperaturas relati-
vamente más bajas que las personas que nunca pasan frío, y cuyo primer contacto
con éste genera una crisis completa en su sistema termorregulador, dejándolos
ateridos durante horas. Además, con un poco de calefacción tendremos bastante
para generar la sensación de calor. Como indicamos, la información (en este caso
el calor) depende del establecimiento de un umbral con la infracarga.
Vamos a analizar ahora los fenómenos de sobrecarga, y cómo afectan igual-
mente al proceso de conocimiento y comunicación.

4.3. La sobrecarga informativa

Existen fenómenos de sobrecarga informativa cuando la complejidad, abundancia


o carácter abstruso de los elementos en un mensaje o sistema comunicativo anu-
lan la información que éstos contienen. Existen sobrecargas tecnológicas en la
mayoría de los sistemas de comunicaciones, como los que se generan en la red
eléctrica, o en la telefonía. Sabemos por la experiencia en esos sistemas, que las
sobrecargas anulan completamente la funcionalidad de un medio, sistema o men-
saje. Existen sobrecargas cognitivas que tienen que ver con el aumento de la
complejidad de una materia educativa, por ejemplo, y que son las responsables de
gran parte del fracaso educativo en determinadas disciplinas. A partir del punto en
que el alumno no entiende un paso en la explicación matemática, la sobrecarga
informativa anula cuanto pueda añadirse informativamente hablando a dicha lec-
ción.
La sobrecarga educacional es uno de los problemas más graves y más difíciles
de detectar, pues en muchas ocasiones, la carga cognitiva de una materia, o de

62
La ley de la carga informativa

una lección, no es intrínseca, es decir, por el tema en sí y los elementos que lo


integran, sino que es extrínseca (Sweller 1998), es decir, producida por una mala
presentación, exceso de elementos ornamentales, desorden, mal diseño o codifi-
cación abstrusa, y ello puede impedir el acceso cognitivo al mensaje, materia o
ejercicio que sea. Es importante conocer, en muchas profesiones, desde la de edu-
cador a la de informador, cuándo nuestro modo de comunicar aumenta la carga
del mensaje y lo pone en peligro.
Uno de los problemas que afronta el periodismo actual es la sobrecarga ex-
trínseca que genera una mala adaptación a las nuevas tecnologías. Los periódicos
todavía hoy en día tienen una estructura renuente a abandonar la amplitud de
columnas y la dispersión o el orden tradicional de la página en papel, cuando el
nuevo medio del monitor de pc, móvil o tableta, exige una carga formal más sim-
ple, con menos columnas, más lineal.
Otros ejemplos artísticos y culturales pueden ilustrarnos sobre el poderoso
efecto de la sobrecarga informativa. Por ejemplo, lo que ocurre cuando en el
mundo de la moda se satura una tendencia y pasa a ser repelida por los comprado-
res o los usuarios. La moda es un proceso cultural que se basa en los fenómenos
de sobrecarga e infracarga para desarrollarse. Cuando algo pasa de moda es por-
que ha sido usado en exceso, repitiéndose y convirtiéndose en manido y muy
visto. Entonces surge una moda nueva, que en sus comienzos suele ser rara y
poco común, y que poco a poco va apareciendo con mayor frecuencia, hasta lle-
gar a un umbral de percepción para todos los usuarios o consumidores de la in-
dustria que se trate. Pasado el límite de carga adecuado, el proceso vuelve a co-
menzar.
En general, la sobrecarga produce el efecto de anular la información conteni-
da en una señal, mensaje o proceso. Como sistema de censura, es muy eficaz. Así,
no hay nada como sobrecargar de información un sistema para impedir que fun-
cione adecuadamente. Así aprendieron los políticos a manejar a los medios in-
formativos con la llegada de los medios de masas. Los presidentes norteamerica-
nos comprendieron en seguida que en lugar de huir de la prensa, debían cebarla
con información abundante, dirigida en un sentido determinado y muy completa,
lo que, si no la confusión, sí produjo el completo desarme de la atención de los
periodistas.
Los regímenes totalitarios contemporáneos optan a menudo por saturar los
canales informativos –ocupando medios como la televisión y la prensa-, y con
ello, consiguen su objetivo. Las situaciones de abundancia de información son
muchas veces más peligrosas y desorientadoras que las situaciones de escasez de
datos. Conviene desconfiar siempre de la aparente riqueza que un sistema de co-
municación opulento parece generar, para su análisis y desarrollo.
Una gran pieza musical, por ejemplo, o una película, pueden verse arruinadas
por un exceso de metraje o de desarrollo. La armonía –que para los pitagóricos

63
Las diez leyes de la información

griegos era una ley de proporción que determinada la perfección en cualquier


sector de actividad humana- está basada en la composición idónea de los elemen-
tos de una secuencia o mensaje. Un exceso de elementos destruye la armonía del
conjunto y elimina su valor en total. La “resta de las partes” que produce una
sobrecarga informativa, borra literalmente la capacidad para informar, o para
producir efectos oportunos, en cualquier dimensión de la comunicación.
La saturación de actividades en un individuo puede producir un síndrome de
déficit de atención que impida su procesamiento mental y concentrado de lo que
percibe. La constante abundancia y exceso de datos puede generar una rigidez en
el estudioso académico que impida que éste pueda flexibilizar su atención ade-
cuadamente y ser creativo. La sobrecarga informativa es un arma poderosa en
manos de quienes deseen manipular a un informador o a una audiencia, puesto
que ejerce exactamente la misma función que una mordaza: una enorme cantidad
de árboles impide que veamos el bosque informativo.
En creatividad, sabemos que existe una relación entre la capacidad creativa de
los individuos y la carga o nivel formativo que estos individuos tienen en el sector
en que trabajan. Así, hay una ley de la “U” invertida según la cual, a partir de un
grado de erudición, formación y saturación de conocimiento, la creatividad tiende
a decaer. Como explica Robert Weisberg (Sternberg 1996), hay una relación
curiosa entre el sistema educativo y cultural y la creatividad. Este autor explica su
teoría de la "relación en U" invertida según la cual, una cierta liberación con res-
pecto a los límites y reglas del conocimiento o el arte ya formalizados es necesa-
ria para pasar a ser creativo.
Así, estudiando las circunstancias vitales de inventores y creadores de la talla
de Darwin, Proust o Faraday, vemos que estas personas o bien no tuvieron una
formación erudita o bien disfrutaron o se vieron obligados a periodos de relajo,
abandono o escasez de acceso a la carga de conocimiento en sus sectores de traba-
jo. Un cierto grado de desconocimiento permite, podríamos decir, la osadía de
lanzar teorías nuevas y la libertad de defenderlas. Cuando una persona está for-
mada en mucha profundidad en un sector, puede ocurrir que la propia erudición le
haga demasiado precavido a la hora de tener perspectivas nuevas. Digamos que el
conocimiento se convierte en un caparazón que impide el libre movimiento de la
mente creativa. Así, una buena formación, pero acompañada de determinados
reequilibrios de su carga que armonicen con la necesidad de sintetizar la informa-
ción, reorganizarla y despreciarla si es necesario, nos permite lanzar nuevas ideas
en un sector.
La sobrecarga educativa adquiere a veces la forma de lo que se denomina re-
dundancia en la carga cognitiva (Sweller, 2003, 1998), es decir, cuando se repite
y hace monótono el contenido de una lección o tarea. La redundancia cognitiva es
nefasta en la adquisición de conocimientos, literalmente impide al estudiante ge-
nerar interés en el tema o asunto que se estudia. La repetición o la copia de conte-

64
La ley de la carga informativa

nidos por sistema, puede ayudar a un alumno con problemas de atención, pero
tiene el efecto contrario para el alumno que busca una carga cognitiva idónea a su
interés. Otra gran parte del fracaso de la enseñanza en los sistemas actuales radica
en su tendencia a la redundancia.
Podemos considerar la redundancia como un veneno informativo muy nocivo,
que tiende a desmotivar, a aburrir y a generar menor energía en la comunicación
en que aparezca. La redundancia es lo que mata la creatividad en muchos sectores
académicos, así como en la educación de los niños. Nuestra tendencia a habituar-
nos a la información, y a estabilizarnos en procesos repetitivos, nos aporta mucha
seguridad, pero desde el punto de vista comunicativo destruye la capacidad de
contacto con la realidad. Si trasladamos al mundo de la comunicación de pareja
esta ley, veremos como ocurre precisamente eso: las relaciones sentimentales
humanas mueren por efecto de redundancias que literalmente impiden renovar y
refrescar la relación comunicativa.
Uno de los modos de manipulación de la información más seculares es el
mantenimiento de la infracarga informacional para toda una sociedad. Vemos que
democracias consolidadas revierten sus libertades, e incluso no son conscientes de
ello, después de años de manipulación, censura e infracarga generada desde un
poder autoritario que controla los medios de comunicación.
La sobrecarga puede generarse a la hora de exponer o expresar un mensaje in-
formativo, arruinando su contenido. Es el caso de oradores monótonos o lentos, o
de expositores de presentaciones en las que la redundancia se adueña del conjun-
to. Mucho del fracaso del arte moderno es la infracarga o la redundancia semánti-
ca en la que se han embarcado algunos supuestos creadores. La falta de sentido es
clave a la hora de impedir el mantenimiento de cualquier modo de actividad hu-
mana.
Infracarga y sobrecarga son acciones muy importantes en los umbrales, sea de
un individuo, sea de grupos o de masas humanas. Los umbrales informativos son
moldeables, pueden ensancharse, como ocurre cuando nos volvemos expertos y
sensibles en un tema, o encogerse, cuando ni accedemos a información de un
tema y cada vez notamos menos su existencia. Los umbrales pueden trabajarse
para poder acceder a informaciones más sutiles (infracarga) y para poder dominar
situaciones más complejas y amplias (sobrecarga), así que un umbral de carga
informativa permite trabajarlo de modo que se amplía su radio de acción de ma-
nera indefinida.
El simple acceso constante a información en un sector amplía los umbrales de
carga sistemáticamente, decimos, porque va abriendo a mayores sutilezas la cap-
tación de información. Por eso, los lectores habituales de periódicos llegan a adi-
vinar gran parte del contenido de las noticias sin tener que leer todo, pues la habi-
tuación les permite desarrollar la captación de mucha información con pocas
señales –dominio de la infracarga-.

65
Las diez leyes de la información

No podemos olvidar a los detectives privados, que con su mente indicial, son
capaces de detectar información muy rica que llega en infracarga –detalles nimios
para los demás, gestos, rastros o residuos insignificantes, que se convierten en
claves para conocer lo que ha pasado-. Tampoco debemos de olvidar cómo ese
mismo detective puede, al final del caso, explicar muy gráficamente lo ocurrido
sin necesidad de que todos accedamos al complejo proceso de investigación que
ha llevado, porque es capaz de producir también simplicidad expositiva a partir de
lo complejo.
Todos los canales informativos tienen la naturaleza de umbral, es decir, cons-
tituyen un conjunto diferencial de significados o señales que son perceptibles, en
sus diversas combinaciones y contrastes. Es precisamente el juego entre las posi-
bles diferencias perceptivas o semánticas que pueden captarse lo que genera la
información.
Dentro de cada umbral hay una infinidad de matices cuya combinación y jue-
go permite hacer crecer la información y producir diferencias perceptibles. Los
umbrales no solamente pueden ensancharse, sino también, profundizar en ellos y
lograr mayores sutilezas en el dominio de la información que contienen. El culti-
vo del gusto estético, por ejemplo, es una profundización de los umbrales de la
sensibilidad, hasta captar los matices más refinados.

4.4. Más allá de los umbrales: el inconsciente cognitivo

Más allá de los umbrales de carga, la información que llega al cerebro humano
entra en el denominado inconsciente cognitivo, es decir, es procesada o almace-
nada en esas otras cámaras cerebrales que han sido reconocidas desde siempre por
las teorías psicológicas, y que cada vez tienen más importancia en la considera-
ción de los expertos en la ciencia cognitiva. El inconsciente cognitivo (Claxton
2006: 2) son todos aquellos procesos y registros que se producen más allá de la
focalización consciente de la información. La amplitud, capacidad y potencia de
los procesos emprendidos desde estas cámaras mentales son cada vez más noto-
rias para los investigadores, pese a la dificultad de su análisis experimental.
El inconsciente cognitivo deriva del inconsciente perceptivo que es aquella
facultad de captación sensorial de datos más allá de los umbrales de carga senso-
riales. Se sabe experimentalmente que la captación de señales perceptivas se pro-
duce más allá de los límites sensoriales de carga, es la denominada percepción
subliminal. Cuando se comprueba que no solamente nuestros sentidos captan
información en infracarga, sino que ésta es procesada en cámaras cognitivas no
accesibles a la consciencia, pero registrables experimentalmente en los procesos
de sueños, incubatorios o de hipnosis, surge la idea de una franja más amplia para

66
La ley de la carga informativa

el procesamiento no consciente de la información, lo que se denomina inconscien-


te cognitivo.
Un ejemplo de inconsciente perceptivo es lo que se denomina persistencia re-
tiniana. Nuestra retina y nervio óptico captan mucha más información sensorial
de la que finalmente es procesada por el cerebro de manera consciente. Por decir
así, vemos mucho más de lo que creemos ver. La retina queda a menudo impre-
sionada con datos sensoriales que no llegan a la consciencia, pero sin embargo, sí
producen efectos e incluso restauran imágenes complementando elementos o
completando los mismos. Cuando recordamos imágenes, y volvemos a pensar en
los datos que contienen, a menudo descubrimos aspectos en los que no habíamos
reparado. Y si son datos importantes, descubrirlos entre el caudal de datos senso-
riales de que disponemos por la capacidad retiniana de retención de la informa-
ción supone un recurso a una cámara distinta de información, no consciente, que
podemos reutilizar conscientemente cuando pensamos.
Toda la información que llega a los distintos sentidos y que no va directamen-
te a una atención consciente y clara constituye lo que se denomina inconsciente
cognitivo. Así mismo, toda la información que decidimos postergar, no atender,
olvidar, y que quitamos de delante de nuestra atención dirigida, también comienza
a ser almacenada en ese segundo circuito o cámara donde los datos continúan en
nuestra mente, aunque los desconozcamos o hayamos olvidado.
Cuando soñamos podemos percibir claramente cómo es el interior del incons-
ciente cognitivo: cantidades ingentes de información se hayan almacenadas, com-
binadas, desmembradas, en procesos similares a los de la codificación racional
pero no guiados por ningún tipo de racionalidad, en los que el cerebro funciona
con automatismos no dirigidos por la conciencia, sino liberados de ella. Este he-
cho supone, paradójicamente, una gran liberación y una gran capacidad para que
nuestra mente crezca y evolucione más allá de sus límites adquiridos. Vamos a
ver cómo.
Cada vez se conocen más aspectos del inconsciente cognitivo. Por ejemplo, su
ductilidad, la capacidad de condicionamiento, su velocidad de procesamiento de
la información, su adherencia, que hace que en estas cámaras informacionales se
estructuren fácilmente cadenas de informaciones con vínculos que la mente in-
consciente interpreta como causales y que son resultado de aleatorias combina-
ciones de automatismos mentales.
Todos notamos que nuestra memoria involuntaria capta a menudo detalles
muy significativos, más allá de nuestra intención, que resultan ser útiles en extre-
mo. Igualmente, sabemos que podemos vernos muy condicionados en nuestra
conducta si imágenes o mensajes nos obsesionan y se instalan en nuestra mente
en sueños o se hacen omnipresentes en la imaginación. Vemos que podemos cap-
tar de manera rauda, y memorizar rapidísimamente, aquella información que tiene
una codificación preferida por nuestra mente irracional, como la que se ancla a la

67
Las diez leyes de la información

imaginación, a la fantasía y a los soportes icónicos y primarios en general –a indi-


cios, residuos, olores…-. El inconsciente cognitivo tiene una poderosa capacidad
para complementar la consciencia, y a menudo es más capaz de acceder a la in-
formación, porque se ve liberado de umbrales y constricciones. Sabemos que
dado que en este modo de procesamiento de información no existe la lógica, las
cadenas causales o la linealidad del raciocinio, la información es unida y ensam-
blada en conjuntos casuales, y por tanto, se habla de que el inconsciente es la
llamada mente asociativa, en la que los datos se asocian simplemente por apare-
cer a la vez, o combinarse aleatoriamente.
La adherencia y asociatividad del inconsciente cognitivo nos permite com-
probar el poder de esta parte involuntaria de nuestra mente. Todos tenemos su-
persticiones e impulsos irracionales que guían parte de nuestra conducta. Cuando
tenemos suerte en un examen y hemos utilizado un tipo de bolígrafo, una parte de
nuestro cerebro considera que hay un nexo de asociación entre el bolígrafo y el
éxito en el examen. Seguramente, para nuestros adentros, usaremos ese bolígrafo,
por si acaso. Otro ejemplo: tenemos fuertes creencias en la dimensión espiritual
de la existencia, y sabemos que cuando el cuerpo muere, nada queda en él. Sin
embargo, llevamos flores al lugar donde descansan los restos de una persona, en
una operación asociativa que alimenta la idea de una acción ante esa persona.
Llevamos a cabo muchas acciones en nuestras vidas siguiendo el poder informa-
tivo que el inconsciente cognitivo desarrolla en nuestra mente.

4.5. La carga informativa y la creatividad

Se sabe que el inconsciente cognitivo es vital en la denominada fase de incuba-


ción creativa (Wallas 1926), cuando la mente no dirigida procesa de manera au-
tomática la información, estructurándola de modos no deliberados y casuales, y
abordando los datos sin seguir las rutas establecidas por los razonamientos lógi-
cos. En esas fases en que la mente relajada y no dirigida procesa desordenada-
mente la información, sin condicionamientos espacio-temporales, sin el apremio
de la consciencia, surgen modos nuevos de combinar, seleccionar o estructurar los
datos, que una vez pasan a la mente consciente, en la carga idónea, se convierten
en las ideas propiamente dichas mejores que podemos tener.
Son los umbrales de carga los que regulan el proceso de generación de ideas
nuevas. Como Graham Wallas estudió hace casi un siglo, cada fase mental tiene
una carga determinada de información y un sistema de procesamiento de la mis-
ma. La fase inicial de todo proceso generador de pensamiento es la denominada
fase de información, en la que trabaja la mente dentro de los umbrales, es decir, la
atención focalizada. Cuando esta fase termina, y llega el descanso, la relajación y
la dispersión mental, se cierra el umbral de carga consciente y toda la información

68
La ley de la carga informativa

pasa a manos del inconsciente cognitivo. Allí es trabajada de otra manera, en la


fase incubativa. Cuando en esta fase, involuntaria y relajada, se produce un cam-
bio absoluto de carga, bien porque la información encaja en una cadena lógica y
coherente por casualidad, bien porque es combinada en el modo idóneo, bien
porque se eliminan elementos que entorpecían su procesamiento, se genera la fase
de iluminación creativa (vid Wallas, 2005, y 1926), y se abre el umbral que co-
necta la información en las dos cámaras de la mente: se produce la idea creativa.
La última fase, en la que la mente consciente de nuevo toma el mando absoluto y
comprueba la idoneidad de las ideas, complementando o perfeccionando el con-
junto, es la fase de verificación.
Los umbrales de carga deben abrirse y cerrarse de manera natural en todo este
proceso, en diversas ocasiones. Debe favorecerse el cierre de umbrales con el
descanso, la relajación y la voluntaria dejación de toda atención, que genera la
puesta en marcha del inconsciente cognitivo y de la incubación. Wallas, que fue
ni más ni menos que fundador de la London School of Economics, insistía en la
necesidad de infracargar la mente humana para dejar que el inconsciente procese
la información con toda su capacidad. No solamente es vital para generar ideas
nuevas, sino para memorizar bien, y para ordenar o resumir bien los datos. Pero
igualmente, en la fase de iluminación, una atención interior debe estar preparada
para captar las iluminaciones que se generan al abrirse el umbral de carga, por
una estructuración idónea que se produzca en el momento menos pensado. Saber
abrir, cerrar y observar los umbrales cognitivos internos es la clave para desarro-
llar la creatividad y la inteligencia. Se trata de la capacidad para prestar una aten-
ción cuidadosa e intensa, y también, para saber relajarla y olvidarla en determina-
dos plazos de tiempo indefinido.
Está muy claro que la mente usa complementariamente su estructura bicame-
ral, de modo que permite la interacción creativa de la información que es captada
a través de los umbrales de carga, con la que captura la mente no deliberada e
inconsciente más allá de ellos. La creatividad es un ejemplo de interacción más
allá de los umbrales cognitivos. Hablaremos de esta complementariedad al abor-
dar la ley de complementariedad de la información.
Es evidente que en las fases de tratamiento no deliberado o inconsciente de la
información, nuestra mente sigue procesando los datos, de diversas maneras: o los
asocia y compone arbitrariamente ( los sueños, hemos dicho, nos muestran a
menudo estas actividades)-, o bien elimina elementos olvidándolos, o bien realiza
lo que se denomina, en creatividad, analogías estructurales o comparaciones
selectivas (Sternberg 2005: 119), es decir, proyecta unas estructuras sobre otras,
generando visiones diferentes. Es el característico pensamiento en metáfora o
figurativo de las fusiones o imaginaciones creativas.
Para todas estas operaciones, la mente inconsciente usa fundamentalmente
imágenes y representaciones analógicas, es decir, composiciones visuales o icóni-

69
Las diez leyes de la información

cas, metáforas, esquematizaciones y formalizaciones representadas. Esta mente


no trabaja con información abstracta o digital, con formas lingüísticas complejas
ni con lógica. Pero influye decisivamente en la mente que, en los umbrales cogni-
tivos de la racional, codifica digitalmente sus contenidos.
Esto explica algunos de sus rasgos fundamentales. Por ejemplo, la mente no
dirigida “habla” un lenguaje de imágenes, asocia imágenes entre sí creando se-
cuencias que considera causales pero son resultado de asociaciones azarosas, y
también proyecta imágenes unas sobre otras, en juegos mentales que seguramente
son resultado de automatismos asociados a la capacidad racional o en vigilia, que
se repiten o emulan durante los descansos y las desconexiones mentales. Así es
como la mente se mantiene en forma, trabajando constantemente, aunque de un
modo mucho más automático, disparado e instintivo, en los sueños y en las fases
de bajas frecuencias de energía. De esas operaciones se deduce que esta mente
primaria no admite la meta-comunicación, es decir, no clasifica los mensajes en
conjuntos ni ordena su jerarquía en conjuntos más abstractos. Esta mente, por
ello, no admite mensajes meta-comunicacionales –la negación, la recodificación-,
y por eso mismo puede mezclar contenidos de signo opuesto –lo prohibido y lo
permitido, por ejemplo, los aspectos negativo y positivo de un asunto o forma-.
Hablaremos de todo ello al abordar la metacomunicación como ley informativa.

4.6. La carga informativa y las teorías profesionales del periodismo

Vamos a cambiar radicalmente de ámbito, pues las leyes de la información exigen


aplicarse a todos los sectores de esta actividad. La ley de la carga informativa está
detrás de muchos fenómenos que podemos analizar en el ámbito periodístico y de
los medios de comunicación. A comienzos de las teorías profesionales se estudia-
ba la denominada dieta informativa (D. M. White 1955), que era la cantidad de
información que los periodistas administraban en las noticias. Se descubrió por
entonces que la dieta informativa tiene mucha relación con los hábitos y rutinas
laborales de los periodistas, así como con su socialización en las redacciones. Lo
más interesante de aquellos primeros análisis fue mostrar que, al igual que en la
mente individual, en la redacción de un medio informativo hay unos umbrales de
carga que impiden que se capte información más allá de determinados puntos. El
establecimiento de esos límites tiene que ver con el modo como los periodistas
entienden su profesión, las formas en que se trabaja, los hábitos adquiridos en las
redacciones y en general la interacción con otros profesionales e instituciones.
Unos años más tarde, la teoría de la dieta informativa desarrolló ideas teóricas
como la Teoría de la Agenda o la Teoría de la Tematización Informativa. Estas
teorías, ya en mitad del siglo XX, mostraron que la selección de la carga noticiosa
tiene efectos de control social muy decisivos a la hora de orientar la ideología.

70
La ley de la carga informativa

Quien define la agenda, es decir, la carga informativa que circula en la vida so-
cial, domina dicha vida social. De nuevo vemos que el umbral de carga define la
información. La atención de los medios informativos está regida por leyes que al
seleccionar los temas, ejercen una clara presión sobre la conformación de la vida
social. A los efectos que la carga informativa genera en la vida social, mediante la
acción de los medios informativos, se los denominó también efectos cognitivos de
los medios de masas. Como indicaba un estudioso del momento, los medios de
comunicación puede que no tengan éxito al decirle a la gente lo que tienen que
pensar sobre las cosas, pero su éxito es abrumador al decirle a la gente las cosas
en que tienen que pensar (Cohen 1963: 13).
Un tema asociado a la dieta de los informadores y el establecimiento de la
agenda es, por tanto, que determinada carga noticiosa genera opiniones y estados
de opinión en la vida social, en tanto otra carga diferente generaría otras opinio-
nes y por supuesto favorecería diferente posición ideológica. En general, un sis-
tema informativo centrado en los conflictos, infracargado informativamente ha-
blando, y que genere constantemente debates en torno a temas como la seguridad
nacional o la defensa del ciudadano favorece un clima de opinión conservador
extremo. Un sistema mediático más abundante en información, interesado, por
ejemplo, en la educación, o en la sanidad ciudadana, favorece posiciones ideoló-
gicas que traten estos temas, es decir más bien socialistas o de izquierdas.
Ello condujo a estudiar también los criterios por los que los informadores de-
ciden publicar o no una noticia. En la segunda mitad del siglo XX, grandes inves-
tigadores como Fishman, Tuchman o los noruegos Galtung y Ruge, entre muchos
otros, investigaron a fondo los criterios de noticiabilidad, es decir, los umbrales
de carga noticiosa que los informadores tendían a establecer. Y descubrieron cri-
terios o umbrales que tenían que ver no solamente con la importancia objetiva de
los sucesos, sino con fenómenos mucho más irracionales como por ejemplo la
previsibilidad del relato –que lo hace más fácilmente organizable en su cobertura-
o la cercanía al lugar de los hechos, e incluso, factores como el momento o la
estación del año en que ocurre un hecho. Todos estos fenómenos indicaban nue-
vamente el carácter relativo de la información, a los umbrales de carga.
Las investigaciones profesionales continuaron con estudios muy importantes
sobre la dieta informativa, la noticiabilidad y los umbrales informativos de los
periodistas, a lo largo de toda la pasada centuria. Se consolida en ese período la
idea de que lo que es noticia es una pequeña parte de cuanto ocurre, y que la ca-
pacidad de captar y difundir la información va poco a poco limitándose de acuer-
do con intereses de poder, rutinas, tecnologías o criterios profesionales más o
menos subjetivos. Esto quiere decir que los periodistas y las organizaciones de
medios no son independientes a la hora de valorar de modo absoluto la informa-
ción, y trabajan con umbrales profesionales que impiden el acceso a toda la in-
formación que hay. Por ello, es necesario trabajar en profundidad qué es la infor-

71
Las diez leyes de la información

mación y qué es una noticia, para poder evitar el sesgo que estas dietas informati-
vas y umbrales de carga suponen.
La llegada de la red de redes supone un importante cambio en esos umbrales
noticiosos, que estaban rígidamente establecidos en el sistema estructural de la
información de los últimos decenios. Internet implica romper las agendas tradi-
cionales y las dietas informativas rutinarias, porque trae la posibilidad de difundir
información desde cualquier punto receptor y con la potencialidad que llegar a ser
masiva. Esto ha supuesto, en primer lugar, una sobrecarga inmensa de informa-
ción en el mundo social, y también, la necesidad de romper los umbrales de carga
profesionales del periodismo tradicional. Uno de los autores de esta última época,
que está analizando qué enorme cambio supone la digitalización de la prensa en
cuanto a la relación con los intereses y preferencias de los lectores, es Pablo
Boczkowski (2006). Los nuevos escenarios de la información están haciendo que
los medios tradicionales se abran a nuevos intereses, enfoquen las noticias de
maneras nuevas, e intenten entrar en la perspectiva transmediática y de conver-
gencia que se impone, en la que los modos tradicionales de compartimentar la
información ya no son válidos.
Los periodistas, que necesitan adaptarse al nuevo entorno digital, están cam-
biando sus umbrales de carga profesional. Trabajan menos rutinariamente, y
abiertos a la necesidad de variar de soporte las noticias y relatos. La extensión de
las noticias, sus temáticas, es todo ello algo que está cambiando. El periódico New
York Times publicó hace un par de años un reportaje transmedia que es un ejem-
plo de la variablidad de temas, medios y enfoques que se está imponiendo en el
periodismo. El reportaje en cuestión, titulado Snow Fall, es un ejemplo de un
estilo que ya no es breve ni se ciñe a texto e imagen fija, sino que se construye
como un espacio donde tiene cabida el video, la animación en 3D y el juego inter-
activo. Además, no solo cambia la forma, sino la concepción misma de la infor-
mación como algo en lo que profundizar, extenderse en detalle y aportar innova-
ciones o conocimiento muy especializado.
Podemos entrar más a fondo en la función cognitiva de las noticias y ver que
en gran media, los problemas de gestión de la información son problemas de car-
ga cognitiva. Las noticias, como mensajes de valor social, son organizaciones de
la carga semántica que estructura la visión de la vida social –lo que el fenomenó-
logo social Alfred Schutz llamaba hace años el “mundo de la vida” (Schutz 1954,
2004). Las informaciones noticiosas suponen una esencial interfaz socializadora,
en la que se estructuran las grandes cuestiones y universos de sentido, que quedan
fijadas en la memoria semántica de los lectores de medios informativos.
Las noticias constituyen episodios que en su carácter más general ayudan a re-
forzar las estructuras semánticas de la memoria de los lectores que dan sentido al
mundo social que comparten, y la interacción entre memoria episódica –más aso-

72
La ley de la carga informativa

ciada a cada situación concreta- y memoria semántica, sirven para distribuir, en la


carga cognitiva adecuada, el conocimiento de la realidad.
Leer noticias, como hemos estudiado desde hace algunos años (Aladro 1995)
sirve para reforzar las estructuras memorísticas a largo plazo, en las que la me-
moria semántica de la información organiza y estructura todos los asuntos de la
realidad, mediante la constante atribución de episodios y situaciones puntuales
noticiosas a esos grandes archivos generales. La lectura de las noticias, al igual
que su redacción, ejercita ambas memorias, la más de trabajo o a corto plazo, que
deriva en la semántica más profunda y general, enlazadas en el lenguaje y formas
de escritura de las informaciones. Los lectores adivinan y recuperan la carga me-
morística de las noticias gracias al estilo periodístico (Aladro, 1995: 3) y al mis-
mo tiempo postergan la lectura en detalle cuando pueden resumir y sintetizar a
conocimientos previos aquellas novedades que no implican cambio esencial.
Estas operaciones de distribución de carga semántica se han visto en gran me-
dida afectadas por la llegada de la digitalización también. El sistema de Internet
es muy diferente, puesto que en él, y gracias a la vinculación hipertextual, es po-
sible acceder a la información de base semántica general directamente, sin recu-
rrir a la memoria semántica. Ello hace que la lectura en Internet sea un tanto dife-
rente, pues no precisa de memorizaciones tan constantes, aunque sí acentúa las
adivinaciones estratégicas propias de las inferencias hipertextuales (vid. las refe-
rencias en Aladro 2011).
La lectura hipertextual divide de distinta manera la carga cognitiva, y por ello
está siendo estudiada su influencia en educación, por ejemplo (Burbules y Callis-
ter 2004, Jonassen et al., 1996). Parece que la presencia actualmente cada vez más
frecuente de sobrecarga informativa obliga a un mayor desarrollo de la memoria
de trabajo, episódica y a corto plazo, que de la memoria semántica, que se ve
infracargada en los nuevos sistemas. Justamente es el modelo inverso al que exis-
tía en los sistemas de reproducción impresos y de copia y en el periodismo, en los
que la memorización de la carga semántica era vital para sostener el sistema so-
cial del conocimiento.
Antiguamente los periódicos nos ayudaban a resumir los asuntos en grandes
áreas y secciones. Las noticias eran los pequeños cambios, los episodios concre-
tos, que continuaban el desarrollo de los temas generales, las estructuras semánti-
cas. El reparto de la carga cognitiva se producía aligerándola mediante constantes
tareas de resumen y síntesis, que se realizaban mediante el uso y lectura de las
palabras clave de los titulares y sumarios de los periódicos y otros medios. Los
lectores debían memorizar la conexión entre cada noticia y su asunto general o
área, para poder comprender bien el conjunto.
El entorno de Internet supone que ahora es más importante afrontar la carga
cognitiva a corto plazo, la abundante información que fluye en medios y red. En
cambio, no es necesario memorizar la vinculación de esa información con temas

73
Las diez leyes de la información

generales, porque esa conexión se realiza físicamente en la red. Por ello, es nece-
sario otro estilo informativo que ponga el acento en la organización de la memo-
ria de trabajo, a corto plazo, y no tanto en la memoria a largo plazo, semántica y
estructural, que no trabaja tanto en este entorno. Es muy importante, como ha
estudiado David Jonassen, tener en cuenta qué carga cognitiva y de qué tipo de-
manda cada proceso informativo, y qué operaciones la reducen en los puntos
donde es necesario.
Todos los investigadores están de acuerdo en que el control de la carga cogni-
tiva tiene mucho que ver con el control de la información y sus efectos en los
públicos y receptores. La carga cognitiva se asocia con la herramienta mediante la
cual los ciudadanos incorporan la información con la que construyen su visión
del mundo, y también su ideología.
Hasta hace unas décadas, los periodistas y los medios de información eran los
controladores de la carga informativa que circulaba en la vida social, tenían el
privilegio del acceso a las fuentes y podían dosificar el flujo de la información.
Pero la llegada de la red de Internet acaba con ese sistema de control de carga por
los medios informativos, y establece nuevos umbrales mucho más libres en los
que la sobrecarga de información fluye en la vida social y los receptores se ven
anegados por una inmensa marea de datos, con los que están aprendiendo a con-
vivir. Los profesionales de la información ven alterado su papel, de ser los gate-
keepers o los vigilantes de las compuertas informativas, a ser ahora más bien los
enlaces o los mediadores en un sistema que no los necesita para el control de la
carga, aunque sí siguen siendo esenciales para centrar el flujo de información en
torno a lo esencial y para seleccionar la carga importante. (vid. el estudio de Gi-
tlin 2013, y el mío del mismo año).
Cuando hablamos, así, de la carga informativa, debemos tener en cuenta que
es una ley vital de las diferentes esferas de la comunicación, y que influye radi-
calmente en los procesos de todo tipo que desencadena la comunicación. Pero
también vemos que hablar de carga tiene que ver con cámaras de procesamiento
de la información, que multiplican el potencial informativo de que disponemos a
todos los niveles. No debemos olvidar nunca, por tanto, que la información de-
pende siempre del establecimiento de un umbral de carga, es decir, de una puerta
de acceso a ella misma.

74
5
La ley del orden en la comunica-
ción

Esta es una de las leyes que se formuló más tempranamente en los procesos de
comunicación más básicos. Es la ley más antigua en las formulaciones teóricas.
Su expresión más simple nos dice que en información, el orden de los factores
altera el producto.
La configuración, forma, y orden de los elementos en un mensaje informativo
es vital para el resultado significativo de ese mensaje. En toda comunicación, la
forma afecta profundamente al contenido del proceso. Los autores de Palo Alto
formularon con una metáfora lingüística esta ley. Afirmaron en uno de sus axio-
mas, que “el significado de un mensaje depende de la puntuación de sus secuen-
cias comunicativas”. Con ello expresaron cómo la disposición, separación y orden
de los elementos que integran una secuencia comunicativa o mensaje, afecta al
significado del conjunto del mismo.
Esta quinta ley comunicativa adquirió sus primeras formalizaciones en dos
escuelas de comienzos y mediados del siglo XX: la psicología vienesa de la Ges-
talt, que ya hemos citado en el capítulo anterior, y la escuela comunicacional de
Palo Alto, en California, entre la que se encontraban los estudiosos Paul Watz-
lawick, Don Jackson, Janet Beavin y Gregory Bateson. Ellos formularon el axio-
ma según el cual el significado depende de la puntuación de las secuencias comu-
nicativas ( Watzlawick et al., 1986: 46 y ss.).
Watzlawick y sus colegas de la Escuela de Palo Alto quisieron formular con
palabras de la lingüística esta ley, que indica que la forma, el orden, la presenta-
ción de los mensajes, incide directamente en su significado. Más en general, en el
mundo de la comunicación, el orden de los factores afecta profundamente al re-
sultado del mensaje comunicado. Igual que no es noticia que un perro muerde a
un niño, pero sí lo es cuando el niño muerde al perro, en el mundo de la comuni-

75
Las diez leyes de la información

cación, el orden de la comunicación cambia radicalmente la información produci-


da.

5.1. La ley del orden y la información

Como hemos afirmado antes, el concepto de información constituye una relación


de elementos, un conjunto de un mínimo de dos elementos –la entidad binaria
informativa- cuya concreta combinación está asociada a la proyección de un sig-
nificado y con ello, a la reducción de la incertidumbre.
Como hemos visto al hablar de la carga informativa, en el mismo núcleo del
bit informativo hallamos la importancia de la combinación de sus elementos cons-
titutivos, es decir, lo que los autores de Palo Alto llamaban la puntuación de su
secuencia.
Así pues, la información, además de ser relativa a la carga idónea que debe
entrar en un umbral determinado, también es relativa a la forma, combinación,
orden o puntuación de sus elementos constitutivos. Es vital que nos familiarice-
mos con este axioma fundamental para entender la naturaleza intrínseca de los
fenómenos comunicativos.
Hay procesos humanos en los que el orden o la forma de los elementos de que
constan no es importante ni determina el resultado: pensemos en ciertas operacio-
nes matemáticas (la suma o la multiplicación de números naturales). En dichas
operaciones, el orden es indiferente. Sin embargo, todo cuanto constituye un pro-
ceso de comunicación se ve afectado por el orden implicado en el mismo, por la
forma como se constituye.
Pensemos, por ejemplo, en una frase escrita. El orden de disposición de sus
elementos afecta al significado, tanto porque la influencia de las palabras cambia
sutilmente sus campos semánticos cuando se ubican de una u otra forma, como
porque, en los casos más drásticos, la puntuación de dicha frase altera el signifi-
cado final si es alterada de determinado modo.
Esta ley es claramente perceptible en los ejemplos e ilustraciones en el mundo
de la puntuación ortográfica de las frases. Todos hemos visto ejemplos en los que
el sentido de una frase cambia si ubicamos la pausa o coma en una parte o en otra
de la frase. Los mismos elementos significativos, unidos de diversa manera, arro-
jan significados opuestos. La proyección significativa tiene una directa conexión
con el orden en que se combinan los elementos de un mensaje. Por eso, en se-
miótica y en estudios del lenguaje se contempla siempre el aspecto combinatorio
de los textos comunicativos, su entramado que moldea el significado más allá de
cada elemento por separado.
Pero tal efecto no es exclusivo del lenguaje verbal: en el mundo del lenguaje
visual, como veremos, ocurre otro tanto. Y en los complejos procesos de la co-

76
La ley del orden en la comunicación

municación cultural, o en la comunicación profesional masiva, sucede igual: el


orden de los factores altera profundamente el producto.
La ley del orden como axioma fundamental de la comunicación ha sido for-
mulada en todos los niveles de estudio de la información y la comunicación, co-
mo vamos a estudiar aquí, y establece, por tanto, que en el mundo comunicativo,
el orden de los factores afecta al resultado del proceso.
Fue Gregory Bateson (2006) quien primero mostró que la información es una
pauta conectora, desarrollando la teoría matemática de la información en términos
conceptuales. Bateson extrajo de la binariedad fundamental del concepto de in-
formación (cuyo número mínimo es una combinación de dos elementos (bit) que
determina una situación entre diversas combinaciones posibles) la idea de que la
información es una relación, o bien, una entidad relacional cuyos elementos se
diferencian entre sí. Lo que genera información no son los hechos aislados, sino
su ordenación o combinación en un conjunto. Lo que llamamos la forma de un
mensaje se obtiene a partir de la interacción de sus partes constitutivas. Así, una
secuencia sonora está constituida por la forma que se genera en la combinación de
sonidos y silencios en una pauta o ritmo, que configuran un todo con una forma o
sentido determinado.
La idea de Bateson era generalizar una reflexión en torno al concepto de in-
formación que no lo simplificara a una cantidad numérica, o a una fórmula. La
información es una relación de elementos que interactúan de determinada forma.
En la misma etimología del concepto aparece la idea de que esa combinación de
elementos está asociada a una forma o determina una forma (del latín in-formare).
Es imposible separar el acceso a la información de lo que podríamos llamar
una innovación formal: todos los datos que nos llegan de manera nueva, que cons-
tituyen ampliaciones de los datos previos, son notados y apreciados porque cons-
tituyen formas perceptibles de manera diferenciada. Es imposible que accedamos
a información sin que ello implique notar formas. Vamos a estudiar en detalle este
proceso, a partir de una escuela que inspiró a Bateson algunas de sus ideas: la
psicología de la gestalt de comienzos del siglo XX.

5.2. La selección perceptiva y la ley del orden

La Psicología Gestalt fue la primera escuela de psicología de la percepción que


formalizó sus aportaciones de un modo muy claro y muy fecundo para todas las
teorías del conocimiento que llegarían posteriormente. Los teóricos de la gestalt –
palabra alemana que podemos traducir como “forma” o “estructura”, fueron los
primeros en afirmar que la percepción sensorial tiene siempre una estructura rela-
cional de elementos. Así, afirmaron tajantemente: “Percibimos siempre objetos en
relación” (Koffka, 1979).

77
Las diez leyes de la información

Esta afirmación fue el punto de partida que los autores de esta psicología de la
forma tomaron para avanzar en el conocimiento de la percepción sensorial. En sus
primeras experimentaciones, comprobaron que cuando vemos un determinado
campo o espacio, éste siempre se compone de al menos dos elementos en rela-
ción, cuya interacción determina el sentido de lo que se percibe. Veremos que en
ese fenómeno ya detectaron la necesidad de analizar las proyecciones e ilusiones
perceptivas, así como las organizaciones de los campos perceptivos en estructuras
formales.
Una vez que tenemos claro el carácter proyectivo, de todo mensaje, y su capa-
cidad para generar sentido más allá de sus componentes esenciales, por el efecto
de la suma de sus partes, es fácil entender que es el orden de esos elementos lo
que genera diversas proyecciones. La Gestalt mostró esta ley en su famoso axio-
ma sobre la configuración figura y fondo (Koffka, 1972).
El axioma de los psicólogos gestaltistas establece que percibimos siempre una
estructura binaria compuesta por la denominada configuración figura/ fondo. Ne-
cesariamente, en la percepción sensorial, existe siempre una figura o señal en
primer plano, destacada o notoria, y un segundo plano, fondo o contexto, que
ejerce un contraste con la señal, y que causa en gran medida la notoriedad o ca-
rácter destacado de la figura o señal central.
La configuración de una imagen, sea acústica, visual o kinestésica (táctil, gus-
tativa, etc.) siempre observa la estructura binaria figura/fondo.
Edgar Rubin ideó diversas ilusiones gestálticas para demostrar que un simple
cambio de orden entre la figura y el fondo de una escena cambiaba la definición
misma de la escena. El célebre “Vaso de Rubin” es el ejemplo más conocido. En
él, dos rostros enfrentados, o por el contrario una copa o vaso decorativo pueden
verse, según se decida el orden de percepción, considerando primordial o secun-
dario uno de estos dos aspectos. Es el ejemplo más claro de que en información,
el orden de los factores afecta al resultado de la información perceptiva.
La ilusión del vaso de Rubin nos muestra además que las dos configuraciones
figura/fondo son mutuamente excluyentes, es decir, son determinantes de la in-
formación que transmite la imagen en conjunto. Debemos ver una o la otra, po-
demos incluso elegir entre ellas si aprendemos a distinguirlas en igual medida,
pero son incompatibles entre sí puesto que son dos órdenes distintos de relación
entre elementos visuales.
Es muy importante señalar el drástico carácter selectivo de cada una de las
formas en que elegimos ver una imagen: obsérvese que cuando vemos una de las
configuraciones, ello implica el “borrado”, la omisión, la ceguera o incapacidad
de percibir la otra.
Esto nos muestra con claridad cómo la selección de la forma de un mensaje o
secuencia de percepción no solamente dota de forma a un determinado conjunto,
sino que priva de forma al conjunto alternativo. Esto es esencial, porque ahí radi-

78
La ley del orden en la comunicación

ca el carácter de la información determinante. Cuando imponemos una forma al


mensaje, seleccionamos una realidad, y omitimos u ocultamos otra alternativa.
Así, nuestra percepción, tal y como los autores como Rubin o Koffka ilustra-
ron con sus célebres juegos visuales, no solamente inclina nuestra percepción en
un sentido, sino que la hace irreversible si el proceso no es cuestionado, al impo-
ner puntos ciegos que literalmente impiden otro tipo de percepción, y por tanto,
literalmente in-forman lo real. Así, mostraron ejemplos en los que se genera una
distorsión automática e incorregible en la percepción de líneas que son paralelas y
no lo parecen, o en formas concéntricas que parecen en espiral, y muchas otras
ilusiones más.
Entre ellas, estudiaron cómo podemos generar la ilusión de movimiento o
“fenómeno fi”, base de la cinematografía, mediante procesos de proyección de
continuidad en elementos discontinuos que nos permiten percibir un movimiento
de un objeto inexistente, basado en un conjunto de figuras discontinuas. La ilu-
sión de forma llega en estos casos a ser automática, una vez proyectada a veloci-
dad adecuada a los umbrales de carga e infracarga visual.
Este sencillo ejemplo señalado por Edgar Rubin y por los otros psicólogos de
la Gestalt nos conduce a comprobar cómo en la percepción básica de señales, el
orden de los factores y su disposición o jerarquía afecta drásticamente al signifi-
cado de lo que vemos. Es imposible percibir aisladamente nada. La configuración
de la realidad, tal como es sentida por el ser humano y por los animales, es binaria
o compuesta por múltiples elementos, y relacional. No existe un dato o señal ais-
lado. Cuanto captamos es resultado de una interacción previa de factores. Y esa
interacción define lo que se ve, de manera selectiva.
Hay procesos perceptivos donde esa interacción previa está condicionada por
circunstancias biológicas, por características de cada especie. Este tipo de condi-
cionamientos genera configuraciones figura/fondo de un tipo determinado. Por
ejemplo, nosotros, los humanos, tendemos a considerar que una forma redondea-
da o esférica, con formas convexas, es un objeto con contenido, en tanto una for-
ma cóncava es un no-objeto, un vacío o un hueco. Si observamos dibujos de un
cómic y buscamos ambas formas veremos cómo las primeras se asocian a elemen-
tos, contenidos y centros de atención, en tanto las concavidades suelen expresar
huecos, vacíos, e incluso, sonidos –algo ajeno al código visual del cómic-. Se
trata de condicionantes perceptivos muy arcaicos en la especie, que todavía ve-
mos en acción en los dibujos, debidos probablemente a nuestros hábitos de ali-
mentación u otros biológicos en el planeta.
Hay procesos de percepción donde el orden establecido no viene marcado por
una marca biológica sino social o cultural. Así, la organización de una ciudad en
una cultura determinada, es muy distinta en otra, porque lo que se considera cen-
tral y axial es diferente. Comparemos, por ejemplo, cómo se configura una ciudad
árabe en la España medieval, y cómo se configura otra de nueva planta en el siglo

79
Las diez leyes de la información

XIX en Norteamérica. Lo que para los hispano-árabes es central –el aspecto labe-
ríntico y en espiral del mapa urbano, en torno a un centro en lo alto- es sin embar-
go desechado en la ciudad de época moderna norteamericana, mucho más plana,
extensa y rectilínea en sus estructuras. Los ejes urbanos son completamente dife-
rentes, la vida en cada una de esas ciudades es muy diferente también. Lo que
para una cultura tiene un valor, es completamente inexistente o es un anti-valor,
por así decir, en la otra.
Los psicólogos de la Gestalt pusieron el pilar fundamental para que muchos
otros investigadores de la cultura y la vida humana analizaran el carácter relativo
de cada canon cultural y social: los valores, criterios y conocimientos humanos
son estructuras en relación, generadas a partir de interacciones previas, y debemos
interpretarlos siempre discerniendo esas interacciones previas. Pero muy esen-
cialmente además, ha de tenerse en cuenta que cada selección de valores, formas
de percepción, significados o figuras centrales en cada cultura necesariamente
tiende a generar puntos ciegos respecto a otros valores, formas de percepción o
significados.
Los gestaltistas no solamente se ocuparon de la forma asociada a las interac-
ciones figura-fondo. Por ejemplo, investigaron a fondo otros fenómenos que
comprobaron que se convertían en leyes o principios rectores de la percepción
humana: así, el principio del cierre, por ejemplo, que registra la tendencia a perci-
bir formas completas, cerradas, con la denominada pregnancia perceptiva, o
“buena forma” (Koffka 1979). Este principio es el responsable de la ilusión de
movimiento que citábamos antes. Incluso, cuando en los componentes de una
determinada estructura percibida no hay una pregnancia o cierre completos, ten-
demos a proyectar, como decíamos, formas completas y a rellenar o restaurar una
forma a la que tendemos de manera biológica, cultural o social.
La importancia de estas leyes tan sencillas trasciende el orden de la simple
sensorialidad. La ley del cierre, por ejemplo, se cumple en el mundo de las noti-
cias periodísticas. Los periodistas tienden a preferir y seleccionan las noticias con
cierre y pregnancia, noticias con un final claro, que adoptan una estructura en
fases narrativas bien visible, y que no quedan incompletas o inacabadas. Deben
cumplir igualmente la ley de la figura-fondo, y presentar señales precisas que
destacan sobre un fondo de antecedentes y otros datos. Deben estar bien definidas
en su apariencia y observar otras leyes formales que estos autores señalaron hace
ya un siglo.
Recordemos que la preferencia por este tipo de formas necesariamente impli-
ca no captar las formas alternativas: en el mundo de las noticias, y como lo estu-
diaron autores de la teoría profesional del periodismo, aquello que no encaja en la
estructura de fases y cierre preferida por los informadores no existe literalmente,
de manera que, cuando un asunto informativo se desmadeja en un conflicto perpe-
tuo o no termina ni se cierra, desaparece del interés periodístico.

80
La ley del orden en la comunicación

Los teóricos de la gestalt señalaron también la búsqueda de la simetría en


nuestros procesos perceptivos y cognitivos, la búsqueda de ritmo y la tendencia a
la uniformidad, y muchos otros principios que los llevaron a entender los mensa-
jes y procesos de comunicación como campos de fuerzas. Así, dichos campos de
fuerzas determinan un sentido o producen una definición de lo que nos transmiten
por la interrelación de esas fuerzas y vectores de fuerzas en equilibrio.
Para los artistas, estos hechos son clarísimos, y así, un pintor o un escritor ad-
vierte claramente que sus mensajes y expresiones manejan una materia moldeable
que cambia cuando se combina en un conjunto, de manera que el significado y la
forma final son resultado de un entrelazamiento, de una síntesis. Para un músico,
el efecto es clarísimo, porque el mundo del sonido muestra claramente la armonía
solamente como una Gestalt, es decir, una configuración global, que se va for-
mando sucesivamente en el desarrollo de la melodía en un tiempo, ritmo o tono
dados, y que solamente en el conjunto podemos definir como acabada o completa.
La sucesión de los sonidos va conformando un todo final en cuyo efecto importan
absolutamente todos los elementos. Lo mismo podemos decir de la escritura lite-
raria: también configura esa Gestalt con las fuerzas narrativas que van intervi-
niendo. Los mensajes, por tanto, son objetos activos, vivos en su desarrollo, y los
significados están en la relación de los elementos que se mueven en esa actividad
comunicativa.
La configuración figura/fondo, es decir, el orden impuesto a los elementos
percibidos, es por tanto el que define la realidad observada. En el mundo comuni-
cativo, podemos generalizar la conclusión de la escuela gestáltica, y afirmar que
la configuración de los elementos sobre los que se comunica, define la realidad
que deseamos comunicar.
No debemos olvidar en ningún momento el carácter drástico de esa defini-
ción: la forma seleccionada para comunicar lo real expulsa hacia la inexistencia
elementos y factores que no se perciben, notan o expresan en el mensaje. Un in-
formador jamás debe olvidar que cada vez que actúa profesionalmente está con-
formando, y seleccionando, una realidad para que exista.

5.3. La teoría cuántica y la ley del orden implicado

Cuando se estudia la Teoría Matemática de la Información, se aprende en primer


lugar que la unidad mínima de información es binaria, es decir, una combinación
de dos elementos, en sus posibles ordenaciones diversas. Cada bit informativo es
un orden o combinación de dos elementos, que se asocia a la reducción de equi-
probabilidad que todas las otras posibles combinaciones generan. Un bit es una
combinación en un orden que necesariamente genera significado porque reduce la
incertidumbre asociada a los múltiples significados posibles. Pero cada bit, y si

81
Las diez leyes de la información

multiplicamos los elementos que combinamos, cada byte, kilobyte, gigabyte o


petabyte, asocian su combinación única de elementos a una capacidad informati-
va única que generan de manera muy simple, mediante una combinación de for-
mas posibles.
Estas formas que se combinan, si nos fijamos, son precisamente los elementos
de los que nos hablaba la Gestalt, distinguibles en un umbral de carga, por ejem-
plo, los elementos contrastantes entre la luz blanca y la oscuridad forman un um-
bral de matices del blanco al negro que podemos combinar en una imagen, o más
sencillamente, las posiciones variables en una corriente eléctrica, que dan lugar a
un sistema binario entre la corriente continua y la interrupción de la misma. Son
las combinaciones que la existencia de un umbral nos permite entre sus elementos
componentes, las que generan información. Por eso, la ley del orden depende de
la existencia del umbral de carga informativo. Si no existieran diferencias percep-
tibles en todos los sistemas comunicativos, no podríamos generar información
con ellas en forma de combinaciones rítmicas, como le gustaba decir a Bateson,
de ellas, que además imprimen su definición sobre el canal, reduciendo las múlti-
ples opciones que pudieran haberse dado del mismo.
La información es la forma que cobra la realidad al determinarse, al concre-
tarse en una combinación de fuerzas única. Hay una profunda relación entre for-
ma y esencia, que los antiguos pensadores conocieron. La forma de los mensajes,
su configuración y su expresión está relacionada con la esencia de los mismos e
incluso con la esencia generativa de la realidad. Ese orden expresivo está asocia-
do a las fuerzas que componen el universo. Y su acción es visible en dimensiones
macrofísicas, al igual que en las dimensiones psicológicas profundas de la exis-
tencia humana.
En la ley anterior de la proyección, hemos descrito la esencia proyectiva del
mismo universo físico, en el que la interacción de las partes componentes del
mismo es la que determina la realidad. Pues bien, esa interacción es esencialmen-
te una combinación de elementos. Lo que en física se llama el “orden implicado”
en el universo, es el fenómeno por el cual la interacción de las partes, incluyendo
entre ellas, al observador del mundo, es lo que determina el conjunto, y genera el
desarrollo de la vida.
Los experimentos que los físicos cuánticos han realizado acerca de la doble
naturaleza del electrón (Talbot 1986) nos muestran que hay una incidencia directa
entre lo real y el conocimiento y observación de lo real. El universo es una rela-
ción en la que la disposición de estos elementos, la forma como se estudian, el
sistema comunicativo que se crea con ellos, afecta profundamente al resultado
que se produce, es decir a la realidad misma.
El universo en la física cuántica, cuya esencia es la de un gigantesco proceso
interactivo, va siendo determinado por lo que hemos denominado entrelazamien-
tos, es decir, ordenaciones de sus elementos constitutivos, que se influencian unos

82
La ley del orden en la comunicación

a otros. Cada concreto aspecto de lo real es siempre, de acuerdo con esta concep-
ción física, el efecto de ese entrelazamiento. Cuanto ocurre es causado por las
circunstancias mismas de que está compuesto. El proceso es análogo al de la de-
terminación de la información mediante una combinación formal de elementos.
Para captar en detalle la complejidad de esta concepción del universo físico
que nos rodea, debemos dejar de lado el pensamiento lineal y pensar de un modo
más circular, más abierto. Un ejemplo nos puede servir para ello.
Hay una persona que, tras haber alcanzado altísimo poder y prestigio en su
vida social, es descubierta como corrupta y como culpable de múltiples acciones
vergonzosas. A continuación, esta persona cae en el mayor desprestigio y termina
en prisión. Si observamos esta “combinación” de elementos, desde un entrelaza-
miento cuántico, diríamos que esta persona ha buscado el poder y el altísimo pres-
tigio, que como todos sabemos, son a menudo cosas ajenas al buen hacer o al
verdadero mérito en la vida, precisamente porque esta persona terminará siendo
considerada lo más bajo de la sociedad. Hay una relación de equilibrio en la vida
de tal individuo, un guión vital, como diría la teoría transaccionalista, que va de-
finiendo una trayectoria de grandes subidas y bajadas, desde el comienzo. En el
inmenso poder y fama del individuo, al comienzo de su carrera, está ya predesti-
nada su caída al oprobio y pérdida de todo poder. Si invertimos la linealidad tem-
poral, y vemos esta historia de su final hacia su principio, comprobaremos que lo
que ocurrió al comienzo de la vida de este individuo está influido por lo que va a
ocurrir al final de la misma, incluso, como estudian los psicólogos, está determi-
nado por ese final. Este tipo de pensamiento abierto, o circular, está en la famosa
frase de Jesucristo, según la cual es más difícil que entre un rico en el reino de los
cielos, que hacer entrar a un camello por el ojo de una aguja. Con claridad com-
probamos que para conocer la justicia del mundo, hay que esperar a su final com-
pleto para ver cómo se acaba. Lo que para las religiones hindúes es “karma” enca-
ja bastante bien con ese entrelazamiento circular de lo real.
Por tanto, el orden implicado en todos los desarrollos de nuestra vida es la
trayectoria que va determinando y definiendo el conjunto de elementos, de modo
que el conjunto total de los mismos, es decir, el desarrollo completo, está impli-
cado en el mismo comienzo. La concepción del universo en la teoría del “big
bang” trabaja sobre esa misma hipótesis. El universo es un gigantesco y único
proceso en desarrollo, originado desde un comienzo, y cuyo desenvolverse va
generando formas implicadas que a su vez, son parte del origen y avanzan hacia
un final que de nuevo no es distinto al estallido originario.

5.4. La ley del orden en la sociedad de masas

Vamos ahora a analizar algunas de estas complejas ideas en el campo del desarro-

83
Las diez leyes de la información

llo de la vida social. Si trasladamos estas bases al mundo social masivo, veremos
que también en esa dimensión, el orden de los factores, aquello que llamábamos
la puntuación o disposición de los elementos o secuencias comunicativas, afecta
al resultado o producto. Aunque saltamos de nivel de pensamiento, las analogías
con los anteriores ejemplos son muy claras.
La vida social es un orden abstracto de universos simbólicos que han sido
proyectados y compartidos por los seres humanos. Ese orden tiene una serie de
dimensiones, de espacios de desarrollo. Esos espacios, elementos organizados,
interacciones de los mismos, perviven fundamentalmente porque nuestras accio-
nes comunicativas así los perpetúan. Los procesos de comunicación resaltan y
muestran el orden de la construcción social del significado, lo actualizan y mate-
rializan constantemente, lo determinan a cada momento.
En esta dimensión también se cumple que el cambio en el orden o construc-
ción social de significados, altera el producto o significado social. Por ejemplo, el
cambio en la ubicación de un elemento social, de un espacio a otro, genera un
nuevo o diferente significado: con el simple cambio de dimensiones, se produce
una nueva perspectiva, que genera información o emana un valor de sentido.
La sociedad evoluciona en conformaciones diversas donde van generándose
nuevas interacciones, esferas de sentido, procesos de influencia recíproca. Esa
evolución puede hacer crecer el espacio público o atrofiar la vida privada, puede
generar subuniversos de valor simbólico en miríadas o simplificar la vida en co-
munidad a espacios físicos únicos. Cada orden implicado produce una civiliza-
ción distinta.
Muchas de las informaciones que consideramos curiosas son simples cambios
de orden en una secuencia o espacio comunicacional. Por ejemplo, cuando se
revela un comportamiento o el rasgo de un carácter de una personalidad pública
conocida, que nos lo muestra en otro ámbito, por ejemplo, el ámbito privado, de
su existencia. Ello puede cambiar absolutamente la visión que de esa persona se
tiene en la vida social. Es lo que ocurre cuando parte de la información de orden
íntimo o privado de una persona se hace pública. El cambio que se genera en mu-
chos casos cambia la óptica con la que veíamos a esa persona. La misma no ha
variado, pero su ubicación en el espacio social sí lo ha hecho.
Podemos ver el proceso informativo de la sociedad como el mantenimiento
del orden implicado en la vida de la comunidad, con sus construcciones de insti-
tuciones, esferas de acción, ejes de valor en la existencia de sus ciudadanos. Y ese
orden está siendo constantemente modificado, en parte porque la sociedad evolu-
ciona y se extiende, y en parte porque va decidiéndose en qué dirección evolucio-
nar o extender todo ello.
La función de los medios informativos es vital porque constituye una constan-
te combinación de elementos de la vida social que son renovados, recombinados,
adaptados a las situaciones o circunstancias nuevas. De hecho, la era de la infor-

84
La ley del orden en la comunicación

mación se caracteriza por basar todo el desarrollo social en los procesos comuni-
cativos e informativos, que mantienen activo y con poder de decisión a un colec-
tivo como es un país, una comunidad, un grupo.
Cada orden de comunicación es también una disposición de poder comunica-
tivo. Los medios, pero también, el poder económico o político, son los que orga-
nizan y ordenan la vida al nivel masivo, y con ello protegen su propia función.
Los medios pueden preservar dicha organización, o trabajar en contra de la mis-
ma. Basta ver lo que ocurre cuando aparece un nuevo sistema que organiza la
información de modo diferente, por ejemplo, gracias a una tecnología, para que el
delicado edificio de la construcción del poder y del orden público establecido
pueda verse puesto en cuestión por una simple nueva óptica social.
Muchas noticias son simples cambios de perspectiva o iluminaciones sobre el
orden social. Su función, a menudo, es la que un investigador de los textos infor-
mativos ha denominado “macrosemántica” (Van Dijk 2000), es decir, consiste en
reforzar el significado de las grandes estructuras del conocimiento y la vida so-
cial. Las noticias son combinaciones novedosas de elementos que previamente
conocemos, cuyo juego de contraste y cambio –recordemos la idea del ritmo de
Bateson, o la de configuración figura/fondo gestáltica- va conformando nuestra
idea del mundo en el que actuamos. Es muy importante señalar, como hacíamos
cuando hablábamos de la psicología gestáltica, que el poder de selección de las
informaciones, marca, perpetúa o difunde un orden social u otro. Por eso, la fun-
ción de la información es profundamente ideológica, puesto que implica una vi-
sión selectiva del orden social, y lo hace más eficaz, determinándolo.
Aquí podemos ver cómo efectivamente también, la forma de los mensajes in-
cide poderosamente en el significado de los mismos. Las noticias son ventanas al
mundo, como decía Gaye Tuchman, una investigadora de este sector. Pero son,
sobre todo, mundos en los que entramos y compartimos, y que determinan nuestra
vida cotidiana con su organización establecida.
Es cierto que los cambios drásticos que se han dado en las tecnologías de la
información han cambiado el orden implicado en este sistema social. Así, muchos
de los grandes cambios que las nuevas tecnologías están generando tienen que ver
con esta ley. La digitalización y representación numérica de todos los sistemas
representacionales de la comunicación humana ha llevado a un fenómeno general
de trascodificación y variabilidad total de los sistemas de representación, en todos
los niveles (como ha estudiado el experto Lev Manovich en recientes investiga-
ciones (2005)). Este fenómeno ha creado nuevos elementos comunicacionales que
ocupan un nuevo lugar, han variado su posición, o incorporan nuevos espacios en
el orden comunicativo tradicional. Por ejemplo, las redes sociales de receptores.
Mediante la tecnología digital y las redes de telecomunicaciones, los recepto-
res ocupan un nuevo espacio en el sistema de la comunicación de masas, gene-
rando nuevos roles, cambiando su tradicional papel más inactivo por una función

85
Las diez leyes de la información

de dinamización de la vida social y de diversificación de los grandes canales ma-


sivos de comunicación tradicionales. Las redes de receptores pueden por primera
vez mostrar su orden de percepción de la vida social. Este cambio no implica
nada nuevo: lo que ha cambiado es el orden en el modelo de comunicación tradi-
cional, que ha invertido o enlazado circularmente los papeles del emisor y del
receptor con esta nueva tecnología.
Pero el cambio ha sido inmenso, porque ahora son los receptores los que de-
ciden qué video va a ser viral o qué noticia es susceptible de votarse para que se
difunda en una plataforma. Nos dicen cuáles son sus intereses y qué asuntos de
los tratados tradicionalmente por los periodistas no les interesan ya lo más míni-
mo. Las redes han cambiado la forma como la comunicación masiva se difundía,
de modo unidireccional y masivo, y sin apenas capacidad de invertir el proceso,
hace veinte años. Y con ese cambio, han obligado a evolucionar al sistema de los
medios, y probablemente forzarán cambios en los sistemas políticos de represen-
tación y en la visión más o menos complaciente que se tenía antaño de ellos.
La revolución digital ha dado a la ley del orden una dimensión más esencial si
cabe en el mundo comunicativo. El juego con las formas, las infinitas combina-
ciones de lenguajes que hoy se producen de manera natural en el ecosistema in-
formativo en que vivimos, son el modo básico en que este ecosistema vive y se
mantiene. La variación, la modularidad y constante trascodificación de toda forma
en toda forma, es el hábitat en el que hoy vive la sociedad humana. El principio
por el cual es posible volcar una forma en todas las demás es una clave funda-
mental del nuevo habitante del mundo futuro. Lo que este hecho nos está indican-
do es que el orden social está en profunda transformación en su núcleo definito-
rio.

5.5. La ley del orden y la innovación

Hay, como estamos viendo, una nueva plasticidad del mundo de las formas y del
orden cambiante de la comunicación, que es necesario entender como base de la
vida social. La generación de nuevos estilos, lenguajes y códigos es el medio en el
que se mueve esa vida social. El juego con las formas y el orden está intrínseca-
mente relacionado con la creatividad y la innovación, como vamos a ver ahora.
Muchas innovaciones sociales son nuevas formas de ver las mismas cosas de
siempre, o formas nuevas de aplicar viejas leyes humanas. El juego con el orden
es un principio fundamental de creatividad, el que Sternberg (1996, 2005: 117)
llamó combinación selectiva de elementos, que la inteligencia sintética y compo-
sitora puede crear.
Así, muchas invenciones son visiones “en otro orden” de cosas previas, o
combinaciones de orden diferente de cosas ya conocidas: fusiones de elementos

86
La ley del orden en la comunicación

de diferentes ámbitos, analogías o relaciones nuevas entre campos o contextos de


cosas, que son simples operaciones de orden sobre la realidad, y no generaciones
de cosas en sí.
Lo que llamamos invenciones son muchas veces reorganizaciones o nuevos
usos de elementos previamente conocidos o presentes. Pensemos en algunos céle-
bres descubrimientos científicos o tecnológicos: la física newtoniana se funda-
mentó en un cambio de perspectiva, basado en ver el átomo como un sistema
solar; Facebook es resultado de la aplicación de la idea de la agenda escolar o el
anuario académico a Internet, y el descubrimiento de la estructura de la molécula
genética ADN reorganizó su forma en nuestro conocimiento al operar con la idea
matríz de verla como una escalera de caracol. Se trata de enormes invenciones o
descubrimientos humanos basadas en juegos formales, o en las que un cambio en
la disposición o ámbito de aplicación de los componentes de un asunto genera
información novedosa.
Mary Hesse estudió en los años 60 este fenómeno con claridad. Descubrió
que las invenciones en ciencia a menudo eran resultado de aplicar metáforas y
analogías, es decir, reorganizaciones de las estructuras cognitivas, en los sectores
de la ciencia. Así, la proyección de una estructura mental, a un campo diverso al
habitual, es el dispositivo que genera no solamente ideas nuevas en un sector, sino
que también aporta un léxico y una estructura organizativa a un campo descono-
cido, permitiendo su manejo y abordaje. Por ejemplo, la concepción que citába-
mos antes, del origen y naturaleza del universo de acuerdo con la teoría del “big
bang”. Efectivamente, vemos una metáfora inicial, resultado de aplicar la imagen
de una gran explosión, a la concepción de la naturaleza del universo. La idea de la
explosión aporta no solamente una metáfora, sino toda una estructura dinámica,
de la que hemos hablado aquí ya, que unifica elementos, detalla fenómenos con
paralelismos visuales y permite abordar de un modo nuevo la imagen del univer-
so en el que vivimos.
Pensemos, por ejemplo, en el universo de Internet: este mundo se halla carto-
grafiado gracias a una serie de imágenes guía o analogías que organizan y facili-
tan nuestra idea del mundo virtual. La metáfora del mundo marino, en el que nos
sumergimos, al entrar en la red, en el que navegamos y del que podemos salir o
entrar, es esa imagen que estructura un complejo sistema de intercambios de in-
formación, códigos y protocolos de actuación. Pero no es la única, hay otras metá-
foras y analogías que en complejas interacciones y fusiones, permiten tener una
imagen que oriente al usuario.
Innovaciones absolutas son en muchos casos nuevos espacios, ritmos u órde-
nes de vida humana, que aparecen como nuevos modos o nuevas combinaciones
de formas en el vivir. Cuando descubrimos un espacio o interfaz comunicativos
nuevos, que amplían nuestra perspectiva o visión de la realidad, estamos jugando
con el orden implicado en la sociedad. A menudo tenemos la sensación de que las

87
Las diez leyes de la información

innovaciones tecnológicas son formas nuevas de ver procesos de comunicación


que eran latentes o no habían emergido a la presencia social y ahora sí lo hacen.
Por ejemplo, podemos ver las innovaciones que suponen los nuevos usos de
los medios que hacen los receptores. Se trata de modos o formas nuevas de com-
binar viejos medios. Cuando los jóvenes adoptan un medio como Youtube para
jugar con amigos, convirtiéndolo en un medio personal lúdico, están innovando
con la combinación novedosa de elementos previos (la red, el teléfono, el video,
el juego).
Hemos hablado antes de cómo el orden selecciona aspectos de lo real e ins-
taura una definición de la realidad. El juego de cambiar el orden, de alterar la
combinación habitual de elementos, constituye una innovación en sí, porque,
cumpliendo el principio que antes mencionábamos, nos permite generar nuevas
realidades, al extraerlas del olvido, el vacío o el papel secundario y relegado.
Cada medio de actividad humana es sometido a cambios formales por el uso
que los seres humanos le dan, variando a menudo su función y extendiendo o
recortando su campo de acción humana. Los cambios en el uso son también inno-
vaciones basadas en el orden, forma o modo de trabajo con un medio o proceso
social.
Muchas innovaciones y operaciones creativas han constituido revoluciones
profundas en la vida humana. Y muchas de ellas han sido simples cambios de
óptica: pensemos en los hábitos y costumbres establecidas, que limitaban enor-
memente el desarrollo humano. Pensemos en las maneras establecidas de estruc-
turar las tareas de las mujeres y de los hombres, o los espacios en los que se pres-
cribe su actividad, al igual que muchos otros órdenes formales de acción humana
que han condicionado enormemente que el ser humano haya tenido la evolución
que ha tenido y no otra.
El perspectivismo como fenómeno teórico, es decir, la tesis según la cual la
realidad es según la perspectiva en la que se la percibe, es una escuela filosófica
que ha ahondado en este tema desde el mundo del pensamiento. Efectivamente, el
orden de configuración de nuestra propia mirada introduce una selección en la
realidad y con ello, organiza e imprime en ella un poder o una limitación de la
libertad con la que la realidad se desarrolla. El perspectivismo nos muestra que
necesariamente siempre nos colocamos unas “gafas” a la hora de percibir o proce-
sar la realidad, y que ese condicionamiento afecta a nuestras ideas y hace inexis-
tentes aquellos aspectos que no podemos ver desde nuestra perspectiva o color de
cristal usado para observar lo real. Este hecho afecta al periodismo, a la ciencia, y
a toda forma de conocimiento, que debe contar siempre con la influencia de la
perspectiva, de la posición formal del observador, que altera profundamente la
realidad observada.
Un paradigma, social o científico, es una configuración formal. En esa confi-
guración, en el caso de la ciencia, y como estudió T.S.Kuhn (1971), una teoría o

88
La ley del orden en la comunicación

descubrimiento constituyen el eje en torno al cual se organiza toda una visión de


la realidad. Un paradigma científico es una disposición de axiomas, conocimien-
tos, métodos e instituciones materiales asociadas a ellos, cuya selección de lo real
y poder factitivo es enorme. Aquellos descubrimientos, conocimientos o hechos
que no encajan con el paradigma que domina son ignorados, despreciados o no
captados por las comunidades del conocimiento o la vida científica en torno al
paradigma de que se trate.
Las revoluciones científicas se producen cuando una teoría, hecho u observa-
ción claves no encajan en el paradigma dominante, pero su fuerza atractora llega a
reconfigurar la visión de la realidad en el campo de conocimiento que sea, gene-
rando un nuevo paradigma, es decir, una nueva forma poderosa capaz de ordenar
todo el conocimiento en torno suyo.
Cada paradigma, cada orden y organización determinados en un campo, sea
científico o sea social, en general, implica una selección de la realidad, y la omi-
sión de elementos que no encajan o no armonizan con el sector de que se trate.
La creatividad está muy asociada a saber cambiar de perspectiva o jugar con
ella, y a cambiar de paradigma, es decir, de orden implicado, consiguiendo el
mejor de los órdenes posibles, que es el que evoluciona constantemente en un
proceso de combinaciones y determinaciones muy parecido al de la información.
Si un sistema social es creativo, cambiará constantemente el orden, adaptándolo a
los cambios y aparición de nuevos elementos.
En creatividad, se sabe que uno de los elementos más importantes que las per-
sonas más innovadoras desarrollan es lo que se denomina un “meta-
conocimiento”, es decir, la capacidad de ver el orden o la forma en la que se con-
figura un problema o asunto, o un campo de trabajo. Esta visión general, meta-
cognitiva, permite apreciar el paradigma dominante, la forma general y el mapa
general de los sucesos o aspectos de un campo, y abstrayéndolo o saliéndose de
él, por así decir, empezar a teorizar, a jugar con el mismo, de modo que se gene-
ran nuevas opciones posibles reconfigurando el conjunto. En muchas ocasiones,
las informaciones acerca de las cosas que el conocimiento atento nos proporciona
nos ayudan a obtener esa capacidad metacognitiva, que es la misma que capta las
formas globales o el orden de los elementos en un conjunto que interactúa. Muy a
menudo, podemos acceder a las visiones de las formas, gestalts y orden implica-
do, cuando superamos un determinado nivel de conocimiento o de carga informa-
tiva, lo que nos lleva a las visiones formales, “panorámicas” por así decir, de las
cosas, donde el pensamiento puede generar nuevas concepciones formales, es
decir, nuevas ideas. La información constante es por ello la clave para desarrollar
la creatividad necesaria para cambiar de perspectiva cuando sea necesario.

5.6. La ley del orden en comunicación interpersonal e intrapersonal

89
Las diez leyes de la información

Los autores interaccionistas simbólicos sabían bien que el control de la forma es


una moneda que en la vida social regula las situaciones y equivale a la seguridad
y estabilidad de los comportamientos. Los rituales de interacción, y los marcos
comunicativos, de los que hemos hablado antes, son formalizaciones y órdenes de
gestos, roles o secuencias de señales, cuya función principal es regular la relación
territorial y de coexistencia en la sociedad. Exhibimos y reforzamos órdenes de
comportamiento, rituales y formas, también en nuestra vida interpersonal cotidia-
na, y de este modo demostramos poder social. Hoy incluso este factor es más
notorio que nunca.
Muchos órdenes comunicacionales establecen sistemas o cadenas de conduc-
tas que tienden a mantenerse y a resistir los cambios. La formalización y organi-
zación de las secuencias de comunicación se hace rígida y controladora tanto en
el mundo individual como en el interpersonal y en el grupal. El interaccionismo
simbólico las estudió en profundidad en el campo interpersonal de las relaciones
primarias, en grupos humanos muy pequeños. Los sistemas de conducta son ór-
denes de comportamiento que se hacen rígidos y tienden a la homeostasis, es de-
cir, al equilibrio constante (Jackson 2009: 15). La tendencia a la homeostasis hace
que el orden de los factores en un sistema sea más importante que la realidad
misma o que la vitalidad de ese sistema conductual.
Así, una familia que cuida durante años a un enfermo tiende a desarrollar un
orden familiar sistémico en el que los papeles se dividen rígidamente, repartiendo
el poder, el vínculo, la prelación de los miembros de la familia, y también esta-
bleciendo un equilibrio muy rígido. Ello se prueba cuando el enfermo se cura, es
decir, desaparece su rol en el sistema, y todos los demás entran en crisis total. El
sistema homeostático de una familia de cuidadores y un enfermo intenta resistir
incluso a la mejora del enfermo, luchando a un nivel no consciente por que no se
produzca. Vemos el enorme peso que el orden establecido tiene a la hora de ga-
rantizar seguridad en un sistema de comunicación.
Es muy patente cómo el orden distribuye la información y acceder a él es co-
mo abrir la llave del poder comunicacional. Una teoría del ámbito interpersonal
familiar, denominada teoría de las constelaciones familiares (Hellinger 2013) nos
ilustra profundamente este aspecto de la ley. Esta teoría trabaja con el espacio y
memoria interpersonal familiar, es decir, el ámbito de la información más com-
pleja que se comparte, a niveles de familia, y que resulta muy valiosa para romper
un orden familiar rígido, pero que a menudo no está accesible a la memoria indi-
vidual.
La teoría de Hellinger muestra que en el mundo de la familia, existen una se-
rie de leyes o de principios vitales que están más allá de la lógica humana indivi-
dual, y provienen en gran medida de la mente de la especie, del modo como se
constituye la acción en el grupo humano primario. Estas leyes tienen que ver con
la necesidad de mantener los vínculos generados, con el orden que esos vínculos

90
La ley del orden en la comunicación

deben sostener, y con el equilibrio que ese sistema u orden debe también lograr
constantemente.
Pero lo curioso es que estos principios o leyes llegan a imperar sobre las vidas
humanas de manera irracional, y a unos niveles totalmente inconscientes, forzan-
do conductas nocivas y bloqueando posibilidades de actuación de manera comple-
tamente férrea. Por ejemplo, el vínculo y la necesidad de mantenerlo puede forzar
a un individuo a no aceptar un cambio vital que debe darse en la familia. El
vínculo puede forzar a las personas a sustituirse entre sí para mantenerse unidos,
de modo que, por ejemplo, de manera aberrante, un hijo tenga que hacer de mari-
do de su madre o un hermano esté en el lugar de un miembro fallecido de la fami-
lia al que no se reconoce en el sistema, padeciendo en su lugar una serie de pro-
blemas. Las leyes del vínculo, el orden o prelación, y el equilibrio, en su ciega
consecución más allá de la consciencia humana, generan desequilibrios emocio-
nales, traumas o incluso problemas fisiológicos graves. Lo que impera aquí sobre
la mente individual es un sistema de orden no consciente pero fuertemente cons-
trictor del grupo humano.
Y sin embargo, para descargar todos estos fenómenos de su poder inmenso
sobre el individuo, basta con reconocerlos con la visión consciente. Hellinger y su
escuela llevan a cabo una teoría muy original, representando en el espacio las
figuras familiares, mediante voluntarios actores improvisados en un grupo, que
actúan de acuerdo a las leyes genéricas de las constelaciones. Con esta operación,
se visualizan en el plano de la representación interpersonal una serie de mecanis-
mos que actúan a un nivel inconsciente, y solamente con ese cambio de plano, su
significado aflora y la capacidad para actuar reduciéndolos o reubicándolos, se
desarrolla espontáneamente.
Esta teoría es muy importante porque acciona un sistema de información al-
ternativo para generar un poder comunicacional y significacional enorme en la
mente humana. Hemos hablado de otros casos de escuelas que utilizan la expre-
sión y la forma como herramientas para acceder al significado de situaciones,
problemas o comprensión de la realidad. Quizás las primeras teorías eran las de
sugestión, terapia de charla y terapias representacionales como las psicoanalíticas
y las de la gestalt también. Este último caso de las constelaciones familiares es
muy notorio, porque la representación tan sumamente evidente es la que pone en
la mente de las personas información sobre leyes y órdenes que actúan en una
cámara de la mente que es interpersonal, compartida al nivel familiar, y de muy
difícil acceso. Los sistemas de conducta y las constelaciones se establecen y ac-
túan más allá del individuo, en la interacción entre varias personas, de ahí su po-
der generador de secuencias comunicativas inalterables. Pero una representación
como esta puede acceder al nivel en el que se desarrollan y con la simple infor-
mación graduar su poder o eficacia en el individuo y en el grupo social.

91
Las diez leyes de la información

Uno de los sectores donde más drástico es el cambio que se produce cuando
alteramos la forma o el orden de los mensajes es en la programación cerebral
individual. Sabemos, desde que las escuelas psicológicas del siglo XX así lo tra-
bajaron, que en nuestra mente existe una asociación automática entre pensamien-
tos, sensaciones y emociones, y comportamientos, que hace que estos componen-
tes de nuestra vida intrapersonal actúen como definidores de nuestra situación y
de nuestra existencia. Algunas escuelas modernas de programación conductual y
neurolingüística trabajan con la ley del orden de la comunicación, mostrando el
carácter moldeable de las programaciones cerebrales organizadas.
En estos casos se ve muy claramente que nuestro lenguaje, con sus metáforas,
traduce el modo como las formas inciden en nuestra existencia marcándola inten-
samente. Así, un leve cambio formal en un pensamiento automático generador de
emociones y condicionante de la conducta de un individuo puede alterar profun-
damente su situación personal. Igualmente, un simple cambio de plano, del mun-
do interior auto-programado y proyectado, a la representación en el mundo exte-
rior, mediante la conversación interpersonal, o mediante la expresión escrita, o
artística, puede cambiar el valor, significado o el peso de un mensaje, imagen o
forma mental que está condicionando a un individuo. De nuevo se hace notar que
el mundo de la forma en comunicación afecta a la esencia de la realidad que el
individuo vive.
Por eso, y aunque en algunas ocasiones parezca que se trata de frívolas mani-
pulaciones o de planteamientos infantiles del interior mental humano, las teorías
que analizan la influencia de la forma, el orden y la puntuación o secuenciación
de los mensajes en la vida interna individual, tienen una enorme importancia por-
que efectivamente indican un factor de control sobre la vida humana basado en un
simple control de modo, de la forma, de la apariencia o el ritmo de los mensajes,
imágenes y contenidos.

5.7. La ley del orden en el periodismo profesional

La vida social está llena de sistemas de orden que se establecen para garantizar el
vínculo, la seguridad, para evitar la incertidumbre o la mutabilidad, y sobre todo,
para repartir el poder en las situaciones humanas. Un ejemplo evidente, muy estu-
diado, son los rituales y órdenes preestablecidos que los informadores crean en el
mundo de la producción de las noticias. Sabemos desde hace muchos años que los
periodistas tienden a seguir rutinas informativas, a crear rituales estratégicos de
actuación y de comunicación para protegerse de las críticas y para establecer unos
términos claros de reparto de poder en el mapa social de la información. Autores
de las teorías profesionales, como Gaye Tuchman (1999) o Phillip Eliott los han
estudiado a fondo.

92
La ley del orden en la comunicación

No vamos a aislar un extenso epígrafe aparte en torno a este tema, como es la


influencia de la forma y la ley del orden informativo en el campo de periodismo
profesional, porque es un aspecto que desarrollamos en todo este libro en múlti-
ples momentos. El periodismo en el siglo XX ha sido una profesión rígidamente
formalizada, con sistemas de trabajo fijos, un reparto homeostático del poder de
control de las fuentes, y una serie de rutinas profesionales que en gran medida han
impedido que la profesión evolucionara con más agilidad hacia los desafíos del
nuevo milenio.
La estructuración del periodismo profesional a lo largo del siglo XX, en sus
rutinas, modelos de negocio, ubicación en el mapa social y entre las instituciones
con poder social, es un factor que se ha estudiado profusamente, porque ha condi-
cionado la situación del sistema informativo y su pervivencia en el siguiente si-
glo. Sabemos por las teorías profesionales que en el mundo informativo hay sis-
temas de conducta, formalizaciones automáticas del comportamiento y del
trabajo, que han sido más poderosos a la hora de condicionar el ejercicio profe-
sional que los criterios objetivos y esenciales del oficio. Cuando el orden social
establecido ha sido, en el periodismo, más decisivo que la necesidad de informar
sobre sus desequilibrios, el periodismo ha perdido la esencia de su función.
Por ejemplo, el control de las fuentes de información y la tendencia a consoli-
dar a las fuentes de poder fáctico, para generar mayor poder proyectivo, como
hemos explicado antes, ha hecho que los periodistas fueran poco sensibles al sur-
gimiento de nuevas fuentes –en las redes sociales, por ejemplo, o en entidades
ajenas al sistema de información oficial, público o privado-. Esta resistencia a
dejar de lado modos ya establecidos de trabajo ha llevado a los informadores a
una crisis de circulación y también de ingresos económicos, que solamente des-
pués de una década está siendo combatida con una mayor capacidad de improvi-
sar y crear nuevos sistemas de información por parte de los periodistas. Vemos
cómo en este sector, el orden que generaba una serie de modos estereotipados de
comunicación ha sido más bien un inconveniente para poder cambiar el estilo y el
alcance de la profesión periodística.
El periodismo profesional es una actividad que, por diferentes razones, se ha
visto invadida por una rigidez organizativa y una fosilización práctica que la ha
alejado del cumplimiento de sus dinámicas funciones sociales. Desde los años 50
del pasado siglo, hay análisis pormenorizados de cómo el culto a formas de traba-
jo establecidas y posiciones estables de los medios en la distribución del trabajo
han llevado a un periodismo en el que las noticias son sencillamente “novedades
sin cambio”, como afirmaba Tuchman, o peor, “el ejercicio del poder sobre la
interpretación de la realidad”, como denunciaba Herbert Gans.
Si volvemos de nuevo a la formulación inicial de la ley del orden, que nos di-
ce que el orden de los factores en un proceso de comunicación, afecta al resulta-
do, podremos poner en alerta nuestra atención hacia las rutinas, formulismos au-

93
Las diez leyes de la información

tomáticos, visiones formales y rígidas del ejercicio profesional, que ciegan lite-
ralmente a los informadores para que puedan cumplir con su trabajo.
La segunda mitad del siglo XX ha mostrado hasta qué punto un periodismo
burocratizado, de protocolo, aliado del poder y que pacta con sus fuentes un re-
parto de la información siempre regular y fácil de procesar deja de cumplir su
esencial misión de vigilancia de los posibles peligros, regresiones y abusos en el
mundo social. La consecuencia del imperio de los criterios rígidos, de los órdenes
absolutos, en una profesión como el periodismo, es la pérdida de frescura, vida y
espontaneidad en los medios e informadores, y con ello, la pérdida de prestigio y
utilidad social de esta profesión entre los públicos, con la caída del consumo y la
crisis en todo el modelo profesional.
Prestar atención a la forma y al método en los sistemas de comunicación es
una clave importantísima para acceder a los contenidos esenciales y conocer las
relaciones profundas entre los elementos de un sistema de comunicación en cual-
quier nivel de reflexión.
Siempre se ha sabido que todos los sistemas comunicativos establecen un or-
den y un ritual de desarrollo. El orden genera siempre un valor adicional en un
sistema de comunicación. Pero puede constituir, como vemos, un corsé comple-
tamente nocivo para la capacidad informativa, creativa y evolutiva de un sistema
de comunicación, sea el que fuere. Sea en el universo informativo periodístico,
sea en las formas creadas tecnológicamente, sea en los rituales de interacción
primarios, sea en los sistemas de conducta familiares o tradicionales, el orden es
un poderoso elemento cuya incidencia puede determinar no solamente los modos
de trabajo, de visión de la realidad o de amplitud de visión de la misma, sino in-
cluso el destino individual y los sentimientos y experiencias de cada persona.
Hemos comprobado que la creatividad y el dinamismo exigen jugar con el or-
den de un sistema, y pensarlo en términos de relativismo, perspectivismo y liber-
tad es vital para conservar su valor en la vida comunicativa.

94
6
La ley de simetría o complementa-
riedad de la información

Conforme avanzamos en las leyes de la información, el nivel de complejidad va


siendo mayor. Tras la ley del orden, vamos a profundizar en dos leyes derivadas
de ésta, que tienen también carácter trasversal, es decir, se aplican a todos los
niveles de la comunicación. La ley de la simetría o complementariedad estudia
fenómenos estructurales de la comunicación en todos los niveles.
Esta ley fue formulada por los comunicólogos Watzlawick, Beavin y Jackson
en su texto ya citado de Teoría de la Comunicación Humana, libro fundacional de
las teorías comunicativas e informativas, en la siguiente formulación: “Todos los
intercambios comunicativos son simétricos o complementarios” (Watzlawick et
al., 1986:46 y ss.).
Esta ley se refiere a la estructura interna de los intercambios comunicativos.
Nos indica que hay dos estructuras alternativas en todos los sistemas comunicati-
vos: o tienen una estructura simétrica, y por tanto, siguen este principio en sus
componentes y forma, o bien su estructura es de complementariedad, observando
entonces este rasgo en la composición de partes, papeles o elementos de que cons-
te. Se trata de dos formas de establecer la interacción y el equilibrio comunicati-
vos.
Esta ley es tan profunda que nos revela características universales de la co-
municación en todos los niveles, del intrapersonal al masivo. Se ha estudiado
fundamentalmente en la comunicación interpersonal, donde varios conceptos,
como los de sistemas de conducta, escaladas, y homeostasis están directamente
relacionados con esta ley. También fue la base para el estudio de las estructuras
de los grupos en las dimensiones sociales más numerosas y masivas, y para anali-
zar las estructuras del flujo de la información en los grupos humanos, y hoy es
vital para entender las redes sociales. La veremos además en acción en la mente

95
Las diez leyes de la información

interpersonal familiar, donde muchos fenómenos obedecen a adaptaciones de las


leyes de simetría y complementariedad.
Fue Paul Watzlawick quien más investigó inicialmente la tendencia de la co-
municación a seguir dos ritmos, uno marcado por la simetría, es decir, de carácter
imitativo, de equilibrio idéntico y no proporcional, en las señales, roles o funcio-
nes de los actores de un sistema de comunicación. El otro ritmo comunicativo,
igualmente universal, es el marcado por la complementariedad, es decir, por un
equilibrio proporcional, en el que se compensan las funciones, caracteres o seña-
les de cada actor de un sistema comunicativo con lo que hacen los otros compo-
nentes de dicho sistema.
En la Teoría Matemática de la Información estaban ya indicados estos dos
ritmos o estructuras del sistema binario, basadas en la reiteración de las señales o
en su cambio o contraste. De una manera muy general, las combinaciones binarias
de la información, a partir del bit, también son o simétricas –con sus dos elemen-
tos iguales- o complementarias –es decir, diferentes y en contraste-. Bateson tra-
bajó estas estructuras para elaborar junto con los otros teóricos de Palo Alto este
principio estructural general. Cuando el principio se extendió a otros niveles de
estudio de la comunicación, se comprobó la riqueza que introducía en el análisis
de comportamientos y de fenómenos informativos.
Tanto la simetría como la complementariedad de un sistema refuerzan el
vínculo creado por el intercambio comunicativo. Son modos de combinación de
las partes de un sistema que tienden a permanecer, y que actúan bajo el principio
de cohesión, formando una totalidad. Una de ellas está basada en la uniformidad,
en la identidad de los elementos del conjunto, y otra en la diferencia y contraste
armónico entre los elementos de dicho conjunto. Se trata de dos fisionomías de la
comunicación, cuyo equilibrio diverso y carácter marca la naturaleza de los inter-
cambios, a todos los niveles. Estas dos tendencias o combinaciones estructurales
pueden actuar por encima de las tendencias individuales y generar comportamien-
tos grupales masivos, así como también son responsables de conductas individua-
les instintivas.

6.1. La homeostasis comunicativa

Se llama homeostasis comunicativa a la tendencia al equilibrio complementario


en la comunicación y en las conductas comunicativas. Este fenómeno fue estudia-
do por Don Jackson en los años 50 del siglo XX (Jackson 2009), dentro de la
denominada Escuela de Palo Alto. Todos los intercambios comunicativos, si se
estabilizan y mantienen en el tiempo, tienden a la complementariedad, y a la ho-
meostasis.

96
La ley de simetría o complementariedad de la información

La homeostasis es un fenómeno general que afecta a los organismos vivos, a


los sistemas auto-regulados de los órganos e incluso a entornos y ecosistemas. La
tendencia a mantenerse en una situación estable, compensando los cambios me-
diante una serie de dispositivos internos, sea en un órgano o sea en un sistema
vivo más amplio, es uno de los dispositivos básicos de la vida en el planeta. La
homeostasis aprovecha los sistemas de retroalimentación para detectar los cam-
bios en un conjunto de elementos que interactúan, y adaptarse o regularlos me-
diante algún tipo de regulación interna al sistema.
Son sistemas homeostáticos, por ejemplo, el mantenimiento de la temperatura
de un organismo, o el termostato regulador de un aparato calefactor. A menudo,
cambios externos producidos –el frío, la bajada de temperatura- son compensados
mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior, por ejem-
plo, con la ingesta de alimentos, o el abrigo en el caso de un organismo humano,
o mediante un dispositivo de conversión de energía eléctrica en calorífica, en el
caso del aparato.
Los teóricos de Palo Alto vieron la analogía con lo que ocurría en el campo de
la comunicación interpersonal, y aplicaron el concepto al estudio de este ámbito,
obteniendo el concepto de homeostasis comunicativa, que sigue el mismo patrón
que la homeostasis fisiológica o cibernética: se trata de un sistema de retroalimen-
tación que hace que las interacciones comunicativas humanas se hagan estables
mediante una serie de fenómenos de compensación y adaptación. Estas compen-
saciones y adaptaciones son precisamente las estructuras y patrones de simetría y
de complementariedad que se establecen casi instintivamente por los humanos en
sus interacciones comunicativas estables.
Es decir, si lo vemos en un ejemplo humano concreto, en toda situación de
comunicación estable, por ejemplo realizada en una organización de trabajo pro-
fesional, se produce un reparto de funciones, roles y poder en las relaciones que
constituye un todo equilibrado y complementario. La homeostasis es un equilibrio
proporcional sostenido, en el que el reparto de trabajo, de capacidad, de poder de
expresión, en los intercambios comunicativos, se mantiene, aunque de manera
desigual, pero su equilibrio de conjunto suma una unidad. En este caso, nos en-
contramos ante un sistema que puede ser jerárquico, es decir, que sigue un patrón
de complementariedad y no de simetría. La organización de la comunicación en
esta empresa, está estabilizada y tiende a la homeostasis, mediante constantes
adaptaciones internas que hacen que, si algún factor compite contra el equilibrio
establecido, sea reducido o apartado del mismo, o reconvertido para retornar a la
situación habitual.
Si trasladamos nuestra observación a una relación humana interpersonal, en-
contraremos que la homeostasis aparece en muchos tipos de relaciones. Así, un
sistema de conducta de dos individuos en el que uno trabaja mucho y el otro no
hace nada, puede constituir un sistema homeostático con tendencia a permanecer

97
Las diez leyes de la información

y resistencia a cambiar, de tipo complementario. Se trata de una estructura muy


común en los intercambios humanos estables, y podemos decir que la tendencia a
la estabilidad genera la adaptación sistemática necesaria para que este patrón no
cambie. Veamos cómo.
Cuando se genera un cambio en uno de los individuos del sistema, que no
responde al rol tradicional que debe cumplir con su compañero, se produce una
inestabilidad grave en la relación, y con ello se determina un “parón” en el siste-
ma. El individuo que trabaja decide no hacerlo en tanto el otro no lo haga de igual
modo. En este caso, o el sistema se deshace, rompiendo la posible red de coope-
ración o de unión habitual entre los dos individuos, o bien tiene lugar una inver-
sión de los papeles, de manera que el individuo que antes no trabajaba empieza a
hacerlo mucho más, y el otro, a trabajar mucho menos. Este tipo de fenómenos,
que estabilizan nuevamente el sistema humano, son muy comunes. La inversión
de roles sirve para recuperar el sistema homeostático, que revierte el conjunto y
de nuevo recupera la homeostasis perdida. Don Jackson, en los años 50, estudió
en detalle este fenómeno en las familias y en los sistemas comunicativos prima-
rios.
El descubrimiento de la homeostasis de los organismos y sistemas organizati-
vos se llevó a cabo en teorías previas a la comunicativa, como la cibernética
(Wiener 1942, 2013) o las teorías de sistemas matemáticos. Como hemos dicho,
la homeostasis es la interdependencia de elementos variables para generar un
resultado siempre igual. La tendencia a la homeostasis es un dispositivo genera-
dor de retroalimentación en la biología animal y en los entornos automáticos de
las máquinas. Cuando existe homeostasis, una serie de sistemas de elementos
desiguales se complementan y generan su propia energía, cambios o mutaciones
metabólicas con el entorno, para mantenerse.
Jackson fue quien descubrió que las familias forman lo que denominó siste-
mas conductuales, es decir, conjuntos de comportamientos diversos adheridos en
una homeostasis, con conductas repetitivas marcadas por la complementariedad,
es decir, unas son causa y a la vez resultado de las otras.
De esta manera, al aplicarse a la teoría de la comunicación y a la teoría de la
información el concepto de homeostasis, se señaló el poder de control que la co-
municación y la información tienen sobre individuos, grupos o sistemas sociales
completos.
Los sistemas conductuales, como las homeostasis descubiertas por la ciberné-
tica, son circulares, en ellos se da la retroalimentación del proceso, puesto que al
ser los comportamientos complementarios, inducen unos a los otros, en círculos
viciosos. En el caso de la homeostasis comunicativa, las adaptaciones son funda-
mentalmente reducciones de información, tanto del entorno, como del propio
sistema interactivo humano. Para mantener siempre la estructura complementaria
del sistema, los individuos tienden a pensar siempre lo mismo de los otros com-

98
La ley de simetría o complementariedad de la información

pañeros en el sistema, a reforzar sus conductas con la comunicación adecuada, a


eludir los ruidos comunicativos que desafíen al sistema, y a torcer, por así decir,
todo el flujo informativo hacia la consolidación de su retroalimentación.
Veremos cómo el control o dominio de la información es uno de los meca-
nismos más poderosos no solamente para mantener la complementariedad de un
sistema de conducta, sino también, la simetría de una escalada de conducta, y
cómo en el mundo grupal numeroso o profesional masivo se cumple también este
principio.
Este curioso fenómeno llevó a Don Jackson a generar la denominada terapia
sistémica familiar, una escuela de estudio del comportamiento psicológico en la
vida familiar marcada por los fenómenos informacionales que interfieren y afec-
tan a la consciencia individual.
Jackson descubrió que los intercambios comunicativos en relaciones estables
tienden a generar sistemas complementarios: los de la familia en los que se com-
plementan las conductas protectoras y vulnerables de diversos miembros, los de
las parejas en los que se complementan las actitudes más activas y las más pasivas
de los dos, y los de los grupos de amistad o profesionales, donde hay homeostasis,
equilibrios complementarios, en lo que se refiere a actividades, demostraciones de
afecto, o control del poder en la situación.
Los estudios sobre comunicación en sistemas de conducta complementarios
han experimentado un crecimiento enorme en los últimos años, pues su radio de
acción no solamente es la familia o la pareja, sino cualquier unidad de interacción
comunicativa, donde aparece la complementariedad que se impone sobre otras
configuraciones menos rígidamente establecidas. Así, recientes investigaciones
analizan los sistemas conductuales en el trabajo, entre socios, entre enfermos y
médicos, en grupos de iguales (Mc Kay, Fanning y Paleg 1996), donde la ley de
la complementariedad se impone generando sistemas de conductas con infra y
ultra-trabajadores, enfermos y cuidadores, perseguidores y víctimas, o ansiosos y
retraídos.
Los sistemas conductuales homeostáticos se generan en la comunicación hu-
mana y pueden controlar el comportamiento de un individuo, instalando en su
comportamiento una especie de servomecanismo que impide la destrucción del
sistema. Cuando Jackson descubre la resistencia al cambio de los sistemas con-
ductuales, incluso aunque estos sean nocivos para la salud o la psique individual,
se abre una puerta de análisis al comportamiento interpersonal y grupal largo
tiempo buscada por los expertos en comportamientos colectivos.
Los teóricos actuales analizan cuidadosamente la comunicación interpersonal
mantenida en los grupos estables de personas, con estructuras complementarias
homeostáticas o con tendencia a saltar a estructuras simétricas conflictivas. Com-
prueban que en la comunicación establecida por el sistema, la información se ha
adaptado a la complementariedad: no existe información que ponga en cuestión el

99
Las diez leyes de la información

sistema, y la que se genera dentro de él colabora férreamente en mantenerlo como


es.
Pensemos, por ejemplo, en una pareja en la que hay un sistema complementa-
rio en el que uno de los miembros de la misma experimenta constante ansiedad
afectiva hacia el otro, mientras que éste siente la necesidad de liberarse de la pre-
sión al afecto y su manifestación que le dirige su pareja. Cuando la persona más
agresiva decide ceder en su conducta, se produce una inversión de roles, que tam-
poco beneficia al sistema puesto que mantiene la tensión como parte definitoria
del mismo. Si el sistema muta hacia la simetría y se produce una escalada de ten-
sión, el sistema se colapsa y retorna de nuevo a los roles iniciales.
Analizando la comunicación de la pareja, los autores descubren muy diversas
distorsiones de los mensajes que se intercambian ambos integrantes. Así, hay una
saturación de signos y señales, de palabras y mensajes que corroboran la imagen
instalada del otro, en la mente de cada uno de los componentes de la pareja. In-
cluso cuando los signos y señales se corrigen, las imágenes distorsionadas insta-
ladas en la mente de ambos eliminan dichas señales, las consideran erróneas, y las
adaptan a una idea fija. Se producen las denominadas “descodificaciones aberran-
tes”, y distorsiones cognitivas, es decir, interpretaciones forzadas de los actos
comunicativos en un sentido ya fijado.
En algún momento del sistema, la pareja evolucionó hacia esta estructura
complementaria y redujo el flujo de información y comunicación que entraba en
el sistema, de manera que como si se tratara de un engranaje de ruedas que ya no
encajan, comenzaron a no generar diversidad de roles e innovación de datos en el
sistema creado de la pareja. Lo que apreciamos es efectivamente un sistema en el
que la entrada de datos se ve sesgada metabólicamente al estado homeostático que
existe, que puede ser muy desagradable y frustrante, y que desafía constantemente
con la destrucción total del sistema creado.
La comunicación interpersonal, en un sistema como éste, o en otro de otro ni-
vel, sea organizacional, sea grupal, sea masivo, debe tener en cuenta que cuando
se genera un proceso de homeostasis y complementariedad comunicativa, hay una
reducción sustancial del flujo informativo, y que en muchos casos esto supone la
pérdida de capacidad comunicativa real. La comunicación en los sistemas ho-
meostáticos rígidos resiste al cambio y a la información novedosa.
Así, Jackson mostró cómo las familias en torno a un enfermo, estabilizadas en
su sistema de co-dependencia, resistían al cambio a mejor, y preferían mantener
los roles tradicionales aprendidos siendo incapaces de cambiarlos. Igualmente
ocurre cuando la complementariedad se instala en una organización informativa,
de manera que se prefiere que no haya nuevas fuentes de información, a pesar de
su rica capacidad de mejorar la comunicación de que se dispone, simplemente
porque irrumpen, disturban o desestabilizan el sistema de acceso a los datos esta-
ble.

100
La ley de simetría o complementariedad de la información

Este no es un caso poco común en los medios informativos, sino todo lo con-
trario. La simbiosis creada con las fuentes de poder es un sistema de homeostasis
que resiste al cambio, es decir, a canalizar información que no refuerce el sistema.
Cualquier novedad que llega por un cauce no consolidado es rechazada.
A pesar de que la vida social genera constantes transformaciones e innovacio-
nes, los medios de masas se han mostrado en los últimos tiempos incapaces de
abrirse a estas innovaciones. Solamente la llegada de las nuevas tecnologías de
difusión de innovaciones, como las redes sociales, han forzado a los medios in-
formativos a abandonar sus sistemas rígidos de trabajo.
Vamos a analizar los diferentes sectores en que estos fenómenos actúan en la
comunicación social humana.

6.2. Las órdenes familiares en el grupo interpersonal

Uno de los ejemplos más sorprendentes del nuevo enfoque basado en el análisis
de los fenómenos de complementariedad y homeostasis es la teoría de las conste-
laciones familiares de Bert Hellinger (2003) que hemos introducido en el capítulo
anterior. Hellinger ha profundizado en las leyes fundamentales que actúan como
servomecanismos inconscientes de los grupos familiares extensos, que abarcan
varias generaciones. Ha descubierto que más allá del tiempo y del espacio, las
leyes de la complementariedad y los sistemas homeostáticos humanos tienden a
continuar y a ejercer sobre las personas una presión importante.
Hellinger tomó el nombre de esta ley de la teoría de Jung (1988) según la cual
contenidos irracionales de nuestra mente quedan constelados, y proyectados, en
estructuras simbólicas externas, con poder sobre la vida individual e influencia
muy grande en la vida social y cultural. Las constelaciones son fenómenos en los
que la información interna de un grupo humano unido, como es la familia, ejerce
una serie de funciones sobre el individuo, una vez que establece sistemas y rela-
ciones comunicativas, con poder por su capacidad de generar simetrías, comple-
mentariedades y fuerza en el nivel interpersonal de actividad humana.
Hellinger habla de las denominadas “órdenes del amor” (2003:5). Se refiere
fundamentalmente a las leyes del orden, vínculo y equilibrio que dominan la vida
de los grupos humanos. Vamos a estudiarlas en detalle porque con ellas ha detec-
tado poderosos mecanismos estructurales en estos grupos humanos.
La ley del orden establece la prevalencia de los miembros más mayores sobre
los más jóvenes, de modo que cuando en una familia no se cumple esta ley, los
individuos en el sistema experimentan desequilibrios y descompensaciones. Esta
ley es poderosísima sobre todo cuando actúa de modo no consciente en el indivi-
duo. Para que éste tenga plena libertad, es necesario que conozca y controle el
orden, honrando la memoria de los miembros familiares previos a él, y recono-

101
Las diez leyes de la información

ciendo su presencia. En las religiones, moral, y en muchas culturas aparece esta


ley formulada en forma del respeto y honra debido a antepasados y muertos del
clan o familia.
La segunda ley del amor es la ley del vínculo. Esta ley establece la necesidad
de reconocer el vínculo contraído con la organización familiar o grupal, que pro-
duce la vida. Respetar la orden del vínculo implica reconocer –no por ello apre-
ciar o rendir culto, pero sí atender o dar su sitio- a todos los vínculos, por amora-
les, irracionales o incomprensibles que sean, establecidos por el individuo en un
grupo. Si no se produce tal coordinación, el individuo sufre desequilibrios psico-
lógicos que le impiden progresar más allá, hacia la total libertad en el desarrollo
de su vida.
La ley del vínculo establece sistemas complementarios, es decir, de retroali-
mentación, que sustituyen o mantienen elementos humanos en los grupos con los
que existe un vínculo, aunque ya no estén en este mundo. Por ejemplo, miembros
desaparecidos de una familia, personas que han tenido un vínculo de amor en el
grupo, y que en su día dejan de ser reconocidos por el sistema comunicativo fami-
liar. Estas ausencias generan un enorme desequilibrio que puede ser compensado
por miembros nuevos de la familia que se colocan en sus lugares y por tanto
cumplirán la función de sustitutos afectivos, con todo lo que ello implica. A me-
nudo estas situaciones donde las personas rinden culto al vínculo no cumplido con
otras figuras generan gravísimos problemas psicológicos y dejan al sistema fami-
liar en regresión y congelado en el tiempo. El mundo de la moral, con el que se
superpone esta ley, tiene relación con ella, aunque las leyes de las constelaciones
familiares son inconscientes y actúan a un nivel supra-animal de la vida humana.
La tercera orden es la orden de equilibrio. Directamente implicada en la es-
tructura profunda de los grupos comunicativos, esta orden o ley establece la nece-
sidad de mantener el grupo en su desarrollo en la existencia, hacia el futuro, equi-
librando el poder y el dominio de las situaciones entre los más ancianos y los más
jóvenes. La ley del equilibrio determina que en las acciones comunicativas se
mantenga la consistencia del grupo creado con vistas a poder prolongarse hacia el
futuro, y ello supone dar y repartir capacidad de acción en el grupo a todos sus
miembros, sobre todo a los recién incorporados, a los más jóvenes. En las fami-
lias, el equilibrio lleva a poder desarrollar nuevos vínculos, y a que éstos tengan
prioridad sobre los viejos. Pero también puede generar una tendencia a no avanzar
hacia el futuro.
La ley del equilibrio, lleva a establecer criterios de sustitución de unos indivi-
duos por otros en el grupo humano. En este aspecto vemos todo su poder en ac-
ción sobre la consciencia individual. Por ejemplo, un joven puede estar cumplien-
do la orden de equilibrio tomando el lugar de un miembro de la pareja de padre y
madre que ha desaparecido o abandonado el grupo. El hijo cumple las veces, en el
sistema, de su padre ante su madre. El equilibrio del sistema, su tendencia a la

102
La ley de simetría o complementariedad de la información

homeostasis, lleva a esta peligrosa sustitución de roles en la que el joven pierde su


capacidad de salir del sistema paterno anterior a él, y formar uno nuevo, porque
está magnéticamente atraído a cubrir un rol que es de otro tiempo. En este caso,
esta ley es peligrosamente regresiva.
Algunas de estas leyes pueden actuar contradictoriamente en los grupos hu-
manos. Por ejemplo, la ley del orden y la del equilibrio son contrarias en su fun-
ción. Y sin embargo, complementan en un conjunto la persistencia de los grupos
humanos y sus funciones de protección y de impulso a la vida, de traslado de la
información, de las generaciones anteriores, a las siguientes. Pero estas leyes
además, son contradictorias porque actúan más allá de la lógica individual, y co-
mo decíamos antes, son inconscientes. Su poder sobre la persona cesa cuando
pasan al nivel consciente, y allí pueden ser racionalizadas o reducidas a su míni-
ma influencia.
Sin embargo, cuando actúan con toda su potencia sobre la mente individual,
en forma de mecanismo servo-director, pueden empujar al individuo a situaciones
altamente incapacitantes y peligrosas, pues su función que precisa llevarse a cabo
no actúa en favor de la persona: por ejemplo, por respetar la ley del vínculo una
persona puede ser incapaz de despegarse de su familia de origen, o por sustituir a
un miembro ausente puede perder su libertad personal. En todos estos casos ve-
mos cómo la comunicación genera unas cámaras de acción en un nivel no indivi-
dual, sino colectivo, de la acción humana. Y cómo en ese nivel es difícil acceder a
la información, constituye lo que podríamos llamar un “inconsciente grupal” o
interpersonal.
No es posible racionalizar la necesaria obediencia a la ley del vínculo que lle-
va a una mujer, por ejemplo, a aceptar a su primera pareja que la maltrató. El
vínculo creado va más allá de la moral y de la razón. Tampoco se trata de no dis-
tinguir entre el bien y el mal, pero, en el nivel estructural profundo al que trabaja
esta ley, con efectos sobre la estabilidad psicológica de esta mujer, es necesario
reconocerla. Una vez hecho así, su fuerza desaparece.
Hellinger ha dispuesto una serie de mecanismos que trasladan esta fuerza
consteladora grupal al espacio humano, mediante la representación con personas
reales de las figuras familiares en un espacio o escena. Ello lleva a los integrantes
del sistema familiar a ver con sus propios ojos el sistema de su familia en acción.
Las posiciones espaciales traducen las leyes y órdenes familiares a formas visua-
les, y así se hacen conscientes (Aladro, 2009). Esta es una teoría muy innovadora
que muestra cómo la información en el nivel grupal tiene un poder sobre el indi-
viduo que puede manejarse mediante cambios de plano, o llegar a actuar salvaje-
mente si no podemos controlarla informativamente hablando.
Hemos explicado tan profusamente la teoría de constelaciones familiares para
mostrar estructuras de complementariedad y simetría en un grupo humano como
es una familia extensa en el tiempo. Los mecanismos de generación de la estruc-

103
Las diez leyes de la información

tura familiar tienden a perpetuarse mediante el desarrollo de los principios que


guían a la familia. Pero una vez establecido el sistema familiar, entra en marcha la
retroalimentación y los procesos de homeostasis, que restringen la información a
nivel de individuo en muchos casos, ocultando elementos y forzando comporta-
mientos sin explicación. Para recuperar la información que desbloquea un siste-
ma, es necesario cambiar su canal y que pueda operar en la mente de cada persona
mediante una visualización dramática como es la representación de la familia.
Muchos procesos de representación, sea dramática, sea en diversos soportes y
géneros, nos proporcionan información que es necesaria mediante canales indirec-
tos, que disturban o interrumpen rígidos equilibrios homeostáticos en la vida so-
cial. Como los procesos homeostáticos se valen de información que los retroali-
menta constantemente, rechazan aquella información que no cumple esta función.
Hacer aflorar en un sistema, mediante estas canalizaciones indirectas, la informa-
ción que lo relativiza, es fundamental en muchos procesos. Vamos a ver otra teo-
ría interpersonal que trabaja del mismo modo.

6.3. Simetría y complementariedad en las transacciones comunicati-


vas

A partir del trabajo de los interaccionistas, y de los hallazgos de los psicólogos y


psicoanalistas, surgieron muchas teorías que descubrieron aspectos de la comple-
mentariedad en las relaciones comunicativas humanas muy profundas. No pode-
mos obviar el trabajo de detección del comportamiento humano transaccional en
la obra de Eric Berne (2007), fundador de la Teoría del Análisis Transaccional, un
conjunto de herramientas y constructos teóricos de enorme profundidad sobre la
vida social.
Berne concibió la comunicación grupal como transacciones que en muchos
casos siguen programaciones y estructuraciones marcadas por la complementarie-
dad. Empezó estudiando los intercambios comunicativos más sencillos, los ritua-
les de preguntas y respuestas, y en ellos encontró ya las tendencias al equilibrio,
simetría y complementariedad.
Así, ideó el término “transacción” para aplicarlo a la comunicación de dos
personas, puesto que en dicha comunicación se produce un intercambio de estí-
mulos. Analizó pormenorizadamente los tipos de transacciones, mostrando la
tendencia a la complementariedad.
En la teoría de Berne, la ruptura del nivel de comunicación en una transacción
implica el rechazo de la comunicación y la aparición de formas ulteriores, ocultas,
de intercambio entre los individuos. La información clara y directa propia del
intercambio de iguales adulto queda fuera de juego en las transacciones asimétri-
cas, en las que los estados de ego y comportamientos de las dos personas que se

104
La ley de simetría o complementariedad de la información

comunican son diferentes, y mucho más en las transacciones cruzadas, en las que
las personas envían mensajes sin simetría ni complementariedad.
Berne trabajó la tendencia humana a huir de la espontaneidad e intimidad,
propias de transacciones completas, complementarias y simétricas, hacia formas
más enrevesadas e indirectas de comunicación. Detectó la tendencia humana a
estructurar el tiempo, en las relaciones de todo tipo, lo que nos lleva a someter la
comunicación a planificaciones y repartos de poder relacional que son llevados a
cabo por la parte menos racional de la conducta humana.
Así, descubrió los llamados juegos comunicativos, una serie de intercambios
de estímulos más complejos con finalidades ocultas en las que dos o más indivi-
duos pactan a un nivel preconsciente un resultado previsto para sus relaciones,
que satisface una serie de motivaciones inconscientes egoístas, y que se engranan
en complicados mecanismos que producen resultados siempre ayudados por el
principio de complementariedad, es decir, de la obtención de un equilibrio retro-
alimentador en la relación. Vamos a explicar cómo.
Los juegos comienzan siempre por el denominado truco o cebo, en el que se
establece una relación de complementariedad entre dos individuos, el jugador y su
“víctima”. Este pacto, que establece un beneficio oculto para ambos jugadores,
tiene lugar a un nivel no adulto, es decir, no deliberado ni racionalmente cons-
ciente. Tiene lugar mediante una comunicación o transacciones de doble sentido,
ulteriores. Aquí vemos la tendencia de la ley de complementariedad a servirse de
principios inconscientes nocivos para el individuo, y a imponerse en una relación
interpersonal. Una vez que ambos individuos aceptan jugar, se desencadenan los
mecanismos del juego que inevitablemente producen un sistema conductual com-
plejo, que acaba siempre con emociones programadas y reglamentadas desde la
parte más inconsciente de la personalidad, y que en definitiva son perjudiciales y
destruyen al individuo.
Así, muchos juegos psicológicos terminan en situaciones de ira, cólera y ren-
cor, de exhibición de impotencia y desánimo, o en situaciones físicas dramáticas
de todo tipo. Lo sorprendente es que esos resultados han sido pactados y acepta-
dos por la parte menos adulta de los individuos que interactúan.
Los juegos psicológicos son sistemas de conducta guiados por diversas for-
mas de la personalidad humana irracional, que llegan a encontrar en los estados
irracionales del ego de los demás, piezas complementarias para desarrollar su
final previsto. Los juegos, que en muchos casos son estrategias diseñadas desde la
infancia para huir de cosas que aterrorizan al niño, aparecen dominando las rela-
ciones de muchísimas personas, tanto las relaciones de amor o de pareja, como las
de amistad, las profesionales o las organizacionales.
Los juegos psicológicos son mecanismos que impiden a las personas avanzar
en las relaciones y mantienen éstas en círculos viciosos. Para ello, el jugador y su
víctima pactan, a un nivel no adulto, el desarrollo del timo o estafa del juego, la

105
Las diez leyes de la información

situación en la que se embarcan sabiendo que desencadenará un pago final des-


tructivo para la persona, aunque repleto de beneficios parciales de diverso tipo,
como es rehuir la inseguridad, obtener emociones negativas, desencadenar la ira
contra los demás, justificar la incapacidad y la debilidad o simplemente rellenar o
estructurar el paso del tiempo con incidentes.
Los juegos y su dimensión superior de desarrollo, el denominado guión de vi-
da, son complejas estructuras complementarias, en las que el equilibrio sirve al
cumplimiento de las leyes o mandatos profundos que cumple la persona, aún con-
tra su voluntad racional. Los guiones de vida son estructuras similares, que plani-
fican la vida entera de un individuo, con un mecanismo servo-director que le con-
duce inevitablemente a un destino a menudo trágico o anodino.
Lo que vemos en esta compleja teoría es cómo, al igual que en los mecanis-
mos automáticos de los organismos vivos, en la psicología individual y en la in-
teracción comunicativa de los individuos, se instauran mecanismos estructurales
que, en lugar de proporcionar mayor capacidad para interactuar con el entorno y
enriquecer la vida del individuo o grupo en cuestión, reducen la información y
retroalimentan la estabilidad de un sistema perverso de relación, y con ello, abo-
can a las personas a círculos viciosos de comportamientos en los que incluso el
sistema conspira para su perpetuación contra la propia vida de sus integrantes.

6.4. La complementariedad en las narraciones y relatos

Berne mostró así el camino a otros investigadores que analizan la influencia de


las leyes de complementariedad y simetría en la comunicación de las situaciones
humanas. Vamos a mencionar aquí una construcción teórica similar, que nos sirve
de puente con otras teorías y escuelas de estilo cultural, como es la de Stephen
Karpman (Gill 2011) y su triángulo dramático, un sistema conductual que generó
a partir de la teoría transacccional de Berne en 1968.
En él se muestra que las relaciones humanas tienden a estructurarse en un
triángulo con una víctima, un perseguidor, y un auxiliador o socorredor que evita
el desastre. Esta tríada de elementos en un sistema aparece, en la teoría de
Karpman, asociada a múltiples situaciones humanas, reales o ficticias. El triángu-
lo dramático de Karpman muestra la misma reversibilidad de roles e inversiones
de papeles que hemos visto actuar en los sistemas conductuales analizados por
Jackson. De nuevo se trata de estructuras complementarias de conducta con ten-
dencia a la homeostasis, a la perpetuación.
Parecida descripción estructural es la de Georges Polti, de 1895, en sus 36 si-
tuaciones dramáticas en las que sintetizó las tramas de todas las obras teatrales y
situaciones reales, desde la “súplica” hasta la “persecución” pasando por rivali-

106
La ley de simetría o complementariedad de la información

dad, lucha o logro, describiéndolas con sus roles complementarios y su tendencia


a la continuidad.
Polti mostró cómo la literatura dramática de todos los tiempos puede reducir-
se a una serie de situaciones con tendencia a reaparecer y repetirse. No se trata de
clichés, sino de estructuras simétricas y complementarias habituales de grupos
como las parejas, las familias o las ciudades y comunidades.
Lo que estos autores van describiendo son formas estructurales de establecer
las relaciones grupales, que se desarrollan en sistemas con tendencia a la homeos-
tasis. En estos casos, se forman tipos de relación que la literatura o la narración
fantástica describen en su fórmula de acciones y situaciones. Vamos a mencionar
algunos otros autores que han trabajado el análisis de las formas de complementa-
riedad y simetría en la cultura.
Vladimir Propp (1998), en su estudio morfológico de los cuentos, encontró
estructuras de complementariedad en las narraciones de los cuentos maravillosos
de todas las culturas del mundo, comprobando que unas acciones o funciones van
automáticamente seguidas de otras en las narraciones de los cuentos.
Propp, y el desarrollo posterior de las teorías estructurales de la narratología y
otras teorías de relatos, ahondaron en la estructura de complementariedad que
caracteriza a los ciclos narrativos y a los modos de organización de los mensajes
narrativos de diversos tipos. Los ciclos estructurales y de equilibrio circular do-
minan los relatos igual que las relaciones pragmáticas comunicativas, porque
retroalimentan los procesos en los que aparecen, sean relatos maravillosos, narra-
ciones humanas como las noticias u otros tipos de mensajes comunicativos.
Igual que Propp, Kermode, o Ricoeur, son autores que han trabajado con las
estructuras temporales cíclicas y simétricas de narraciones y relatos. Han mostra-
do que, al igual que existe un juego con la forma estática en los mensajes, que
aporta significado a los mismos, existe un juego con la sucesión temporal y el
ritmo de los acontecimientos consecutivos, que tiende también al cierre y al equi-
librio, indicando estructuras de lo real más allá de la simple acción inmediata.
Las aportaciones de la teoría narratológica, con sus estudios de los roles, fun-
ciones, pasos y desarrollos en los relatos, son interesantísimas para que detecte-
mos la importancia del principio de complementariedad y equilibrio proporcional
en el establecimiento de un mensaje comunicativo.
La complementariedad, como vemos, no solamente actúa en el nivel interper-
sonal de la comunicación, de una manera evidente. Está presente en otros niveles
de la comunicación, y en la comunicación cultural de manera notoria, por ser un
principio que reduce la carga de información, estructura y orienta la conducta,
crea ritmos y equilibrios y por tanto puede servir para entender las relaciones
asimétricas o desiguales entre personas o cosas. Su función es esencialmente des-
criptiva, mostrándonos pautas y ritmos que exceden la perspectiva individual y

107
Las diez leyes de la información

que conectan grandes periodos de tiempo, peripecias y destinos, o espacios vita-


les.
La complementariedad, así, resulta un principio formal fundamental en la
creación literaria y creativa, y tiene directa relación con el principio de creativi-
dad que Sternberg llamó “combinación selectiva”, y que hemos descrito al hablar
de la ley del orden en la comunicación.
La complementariedad tiene relación con la reducción de carga en un sistema
o proceso comunicativo, sea del tipo que sea. Cuando un conjunto de elementos
se complementan, reducen la cantidad de energía que el sistema precisa, estabili-
zándolo. La tendencia a la complementariedad es psicológicamente atrayente
porque reduce la complicación de un mensaje, y refuerza la asociación de los
elementos que lo constituyen. Nuestra mente inconsciente tiende a buscar elemen-
tos complementarios en su constante asociación de los mismos que realizamos en
los sueños, y cuando consigue encadenar algunos elementos que encajan, puede
generar una iluminación creativa.
Pensemos en los puzles y rompecabezas, donde una serie de elementos asimé-
tricos se complementan y constituyen una unidad. La tendencia a formar, descri-
bir, y familiarizarse con estructuras complementarias es muy grande en la civili-
zación y en la cultura, porque permite unir lo disímil y crear la cohesión necesaria
para que se mantenga dicha unión. Muchos procesos comunicativos enseñan, en
la vida social, las virtudes de la complementariedad, y el periodismo es uno de
ellos.
Los informadores trabajan con estructuras de relatos donde hay repartos de-
siguales de poder, causas de diverso nivel de los hechos, o fases dispares de desa-
rrollo de los sucesos. Pero el conjunto de una noticia, como relato narrativo que
es, tiende a generar una unidad, mostrando la complementariedad y la coherencia
del conjunto en que se constituye.
Cuando los periodistas escriben, difunden y procesan noticias que tienen una
estructura de complementariedad en sus componentes y factores, contribuyen a un
mayor conocimiento del mundo social por parte de los receptores. Cuando las
noticias carecen de orden interno, y nos presentan relatos deslavazados, incone-
xos, sin proporción ni equilibrio en sus partes, tenemos la sensación de que des-
conocemos la realidad y de que se nos está escapando la parte fundamental que
cohesiona la misma, que es precisamente esa información que, retroalimentando
el sistema del conocimiento de los medios, contribuye a su funcionamiento adap-
tado.

6.5. La simetría en la comunicación humana

Vamos a tratar ahora la ley de la simetría en las estructuras de comunicación hu-

108
La ley de simetría o complementariedad de la información

mana. La simetría es si cabe más poderosa en el mundo de las relaciones interper-


sonales y grupales, que la complementariedad. Si la ley de la complementariedad
tiende a establecer equilibrios resistentes, por su capacidad de vincular y asociar,
reduciendo la carga de un sistema, la simetría refuerza intensamente el vínculo en
las relaciones, ejerciendo sobre éste un enorme poder. Muchos de nuestros com-
portamientos comunicativos son simétricos, muchas de nuestras emociones y
nuestro sentido de las relaciones se basan en la simetría, y la simetría afecta pro-
fundamente a nuestra mente, a nuestra comprensión de la realidad, a la intensidad
de nuestras emociones y a la capacidad de reacción que podemos desarrollar.
Desde que se comenzó a estudiar el comportamiento psicológico de las masas,
se sabía que la tendencia de los grupos a la denominada “unidad mental” producía
lo que en principio se denominó “contagios” (Tarde 1908), es decir, conductas
orgánicamente unidas en una multitud o conjunto de individuos. Gabriel Tarde
estudió pronto contagios fílicos y fóbicos en los que los individuos tienden a es-
tructurar su comportamiento de acuerdo con una emoción primordial. El fenó-
meno de los contagios quedó relacionado con el dominio de las emociones sobre
el individuo, dando lugar a estudios sobre los fenómenos proyectivos que se aso-
cian a estos contagios, en los que las personas o los animales copian o imitan
literalmente los comportamientos de los demás, hasta constituir una unidad de
acción. La capacidad para establecer una simetría en el comportamiento resultó
ser automática e impulsiva en los individuos (vid. una recensión de estas teorías
en Aladro 2009)
En la interacción comunicativa, las primeras formas de intercambio son simé-
tricas. Existe un equilibrio transaccional que estudió Eric Berne, en las formas
ceremoniales básicas de intercambio de reconocimiento y afecto hacia el otro
(Berne 2007) que se manifiesta en la simetría completa, en una especie de espejo
de las acciones del otro. La tendencia a repetir lo que hacen los demás, a mimeti-
zar su conducta, y a copiar y generar de esta manera marcos comunicativos, (Ba-
teson 1972) es general, afectando a todos los modos de comunicación de seres
vivos.
Probablemente el fenómeno está basado en la tendencia mimética de la mente
humana, una base neurobiológica que entre otras cosas ayuda al cerebro a apren-
der, a incorporar información del entorno, y a hacerlo con la mayor eficacia. Hoy
sabemos que el mimetismo y la simetría en los comportamientos tiene una base
neurológica en las denominadas “neuronas espejo” (Rizzolatti y Sinigaglia,
2005), que hemos citado ya, un tipo de tejido celular neuronal especializado en
imitar las conductas y comportamientos o movimientos percibidos en el exterior.
Las “neuronas espejo” son clave para entender mejor la comunicación humana y
animal, puesto que estas neuronas reaccionan igual a un estímulo percibido en el
exterior que a uno interno: cuando ven a alguien esquiar, estas neuronas “es-
quían”, cuando ven a alguien sentir algo, estas neuronas “sienten” eso mismo.

109
Las diez leyes de la información

Son las responsables de nuestra empatía, pero también, y aún más esencialmente,
nos transmiten directamente las expresiones y conductas ajenas para ser copiadas
por nuestro sistema sensorio-motor. Explican por qué podemos sentir la belleza
de un cuadro aun cuando no lo hayamos pintado, o comprender la impresión de
un poema sin ser poetas.
La base del comportamiento humano natural, e incluso su capacidad para in-
corporar la información que se obtiene a partir de la imitación, explica la impor-
tancia de las neuronas espejo. Gracias a ellas circula múltiple información en
nuestra mente que no se ha generado directamente en nuestro organismo o en su
interacción con el entorno. Es “información de terceros”, que es asimilada me-
diante la mímesis empática.

6.6. Simetría y complementariedad en la difusión de innovaciones

Esta es la explicación para los comportamientos que en comunicación denomina-


mos simétricos y de contagio. En general, estos comportamientos son básicos en
la constitución de los vínculos, afectos y cohesión de los intercambios comunica-
tivos. Sabemos por los estudios de las teorías de grupos, que la simetría y la de-
nominada homofilia, es decir, la tendencia a unirse con los iguales, a constituir
grupos de pares con similares gustos, tendencias o actitudes, es uno de los impul-
sos más importantes en los grupos humanos.
A partir de las investigaciones interaccionistas, y conociendo las bases de la
teoría matemática de la información, algunos importantes autores abordaron el
estudio de la comunicación en grandes grupos humanos a partir de 1950. Rogers,
Kincaid, Janis o Granovetter fueron autores vitales para investigar cómo fluye la
información en estas dimensiones estructurales de la sociedad.
La comunicación en grupos que están caracterizados por relaciones de sime-
tría y homofilia tiende a conservar información y a no cambiar, resistiendo a las
innovaciones. Las comunidades tradicionales que estudió Everett Rogers en los
años 60 (Rogers 1983) mostraban homofilia cuando sus miembros eran similares,
evolucionaban simétricamente, y rechazaban la difusión de las innovaciones o la
adopción de nuevas costumbres. Los grupos humanos no simétricos los denominó
heterofílicos, y en ellos hay personalidades, gustos y perfiles humanos diversos,
de distintos comportamientos y actitudes de todo tipo. También los denominó
“colegios invisibles”, ahora explicaremos por qué.
Los grupos heterofílicos, son los que tienden a absorber información nueva, y
en ellos aparecen los individuos que adoptan tempranamente las innovaciones.
Estas personas, con capacidad de hacer que las cliques o grupos cerrados se abran
a las innovaciones, tienden a ser cosmopolitas y a someterse a múltiples tipos de
información.

110
La ley de simetría o complementariedad de la información

Los grupos homofílicos tienen alta simetría y ello les permite desarrollar re-
sistencia a las convulsiones y a los cambios. Estos grupos, cuyo ejemplo puede
ser una institución o una comunidad cerrada, presentan una virtud especial, y es la
de que como refuerzan siempre la información que instituye sus sistemas de con-
ducta, almacenan y conservan bien la información.
Los grupos heterofílicos son asimétricos, en ellos es más fácil acceder a los
cambios y difundir las innovaciones. Los denominaron en su día “colegios invisi-
bles”, porque en ellos personas distantes y diferentes se ven unidas más allá de las
circunstancias en rasgos innovadores que comparten y difunden. Sin embargo,
estos grupos innovadores tienden a conservar menos información, y son menos
estables. Las estructuras de los grupos van desde la alta simetría a la total asime-
tría, estructurándose en torno a un líder o varios, y permitiendo diversos tipos de
comunicación.
Mark Granovetter (1983) desarrolló aún más esta teoría dando un salto que
permitió establecer el nexo entre simetría y asimetría en los grupos. Así, su teoría
del eslabón débil puso de manifiesto que en los intercambios comunicativos de
los grupos humanos debe existir una complementariedad entre homofilia y hetero-
filia para que dichas comunidades adopten innovaciones y evolucionen con la
información nueva de que van disponiendo. El proceso tiene lugar cuando en
grupos homofílicos se acepta la participación de un denominado eslabón débil, un
individuo no simétrico ni igual a los demás, que permite cumplir el papel de enla-
ce con otros grupos y difunde las innovaciones en la comunidad cerrada.
Esta estructura grupal es la que se da, por ejemplo, en los sistemas sociales
donde los medios de comunicación ejercen de eslabón débil que permite a los
públicos ver cosas distintas y acceder al mundo cosmopolita y diverso donde se
difunden las innovaciones. Así ocurre igualmente en las redes sociales, donde hay
redes de innovadores (Twitter es un ejemplo) conectadas a otras redes más homo-
fílicas y simétricas, y la unión complementaria de ambas dinamiza la comunica-
ción.
Sin la tendencia a la simetría, la información tiende a perderse en las comuni-
dades, pues las redes puramente innovadoras carecen de la fuerza grupal para
mantener y conservar información. Sin la tendencia a lo disímil, y a absorber
nuevos datos, las comunidades simétricas no evolucionan y quedan prisioneras de
su propia tendencia a cerrarse, perdiendo información. El régimen ideal, comuni-
cativamente hablando, es el que permite complementar ambas estructuras median-
te sistemas de mediación (ver nuestro estudio de 2014).
Así, la complementariedad en los roles de integrantes de los grupos es clave
en el equilibrio grupal para el acceso a nueva información, y la simetría es esen-
cial en el mantenimiento del grupo y conservación de la información. Estas ideas
generales explican muchas de las dinámicas de grupo en las que el cambio en la

111
Las diez leyes de la información

composición del mismo genera cambios en la capacidad de absorber o rentabilizar


la información del grupo.

6.7. La simetría en acción: escaladas y contagios

Un aspecto crucial de la simetría fue estudiado por un autor fundador de la Teoría


de Comunicación, el austríaco Paul Watzlawick. Watzlawick (1986) fue el descu-
bridor de las denominadas escaladas comunicativas, fenómenos de comunicación
interpersonal en los que la simetría de los comportamientos genera una serie de
trastornos y conmociones en la realidad compartida por quienes participan en
ellos.
Nos interesa sobremanera esta teoría porque no solamente explica fenómenos
como la violencia interpersonal, sino que en el mundo de los grandes grupos so-
ciales, y de la comunicación de masas, podemos ver en acción su poder sobre los
individuos.
Si Jackson analizó la complementariedad homeostática de los sistemas con-
ductuales, Watzlawick mostró que la simetría creciente de las escaladas genera
una serie de fenómenos de alto interés en el análisis de la comunicación interper-
sonal. Cuando dos individuos que se comunican entran en una escalada, ambos
individuos realizan la misma conducta y siguen el mismo patrón de comporta-
miento, intensificándolo a cada paso.
Las escaladas pueden ser básicamente de dos tipos, fílicas o amorosas y fóbi-
cas o de rechazo, odio o pánico. En los dos casos las conductas de las personas
que intervienen en las escaladas se extreman. Ello significa que responden a los
estímulos recibidos redoblándolos en el mismo sentido: en una escalada de agre-
sión, los dos que se agreden redoblan sus gestos o acciones hacia el otro, en la
pugna por vencer y forzar la retirada del contrincante.
Lo mismo ocurre, desde el punto de vista de la estructura interactiva, en una
escalada afectiva, en la que los signos y demostraciones de afecto crecen expo-
nencialmente. Lo interesante en ambos casos, en las escaladas fílicas y en las
fóbicas, es el efecto túnel que se produce en la conciencia de los participantes en
el proceso: se produce una reducción de la percepción de la realidad, que queda
influida intensamente por el vínculo creado en este tipo de interacciones.
Ello genera una pérdida de sentido de lo real en quienes participan en conta-
gios o escaladas fílicas o fóbicas. El proceso es muy interesante: en la interpreta-
ción de las señales y conductas del otro, el individuo reduce cada vez más el mar-
co comunicativo en una sola dirección, la que le conduce a reforzar el vínculo
creado –sea de amor, sea de odio-. Todas las señales son interpretadas como desa-
fíos de poder en dicha situación, que precisan un refuerzo del poder del que las
percibe. Ello lleva a ignorar o despreciar posibles interpretaciones alternativas a

112
La ley de simetría o complementariedad de la información

lo que está pasando. De este modo, se instala un peligroso autoengaño en la rela-


ción, que conduce a la auto-destrucción de la misma.
Así ocurre, como estudió Terry Warner (2009), en las situaciones de cólera e
ira. En ellas la persona realiza complejas operaciones de refuerzo entre emociones
y creencias que le conducen a auto-ocultarse que las causas de un enfado se gene-
ran por uno mismo. En un proceso de enfado, cólera o ira, se instala una visión de
la otra persona como merecedora de un castigo, y todo cuanto haga es distorsio-
nado para reforzar la impresión de que el castigo es necesario e imprescindible.
Gestos amables son interpretados como cínicos, o dudas posibles sobre el propio
juicio del enfadado son teñidas por sentimientos de ansiedad y reducidas a la na-
da. Esta escalada fóbica es un auto-engaño en el que el individuo busca justificar
de todas las maneras su enojo y desautorizar o despreciar la capacidad justificati-
va de su víctima.
El proceso es una demostración de cómo las situaciones de contagio emocio-
nal simétrico aíslan al individuo de la realidad, le impiden juzgar con equidad las
señales que recibe, y le llevan a sobrecargar sus propios puntos de vista en una
espiral auto-generada que conduce solamente a exacerbar las actitudes y emocio-
nes de partida. Son un ejemplo claro de reducción de información.
Las escaladas simétricas son muy desconocidas en su mecanismo comunicati-
vo, a un nivel común de conocimiento en la sociedad. Si su estructura auto-
generada, engañosa y compulsiva, fuera más reconocida, podrían paralizarse mu-
chos procesos fóbicos de la vida social, que llevan a violencia o a enfrentamientos
de todo tipo. La psicología cognitiva trabaja en la interceptación de las imágenes
automáticas que las emociones exacerbadas producen en nuestro intelecto, y que
nos llevan a redoblar dichas emociones. Se trata de un trabajo muy delicado, pero
eficaz a la hora de permitir al individuo contrarrestar el poder de las emociones
sobre la vida humana. Parte de este trabajo es lo que se conoce como desarrollo
de la “inteligencia emocional”. El avance en la descripción de las estructuras co-
municativas que están orquestadas para la gestión de las emociones ayudaría mu-
chísimo a controlarlas y producir un verdadero beneficio social en niveles prima-
rios de relación como son la familia, el grupo de iguales o la pareja.
La simetría, como principio comunicativo, es pues un fenómeno relacionado
con la reducción de la carga comunicativa en un sistema, igual que la complemen-
tariedad. Cuando un grupo humano o un sistema primario de conducta entra en
simetría en forma de escalada, se produce una reducción del umbral de carga de
ese sistema o grupo, de modo que se percibe cada vez menor información del
entorno. Vemos cómo puede reducirse un umbral de carga, precisamente median-
te un proceso comunicativo.
La comunicación de masas y la información a través de estos medios generan
simetrías comunicacionales y reducen los umbrales de captación de la informa-
ción cuando aquilatan y distorsionan las escaladas emocionales que transmiten, en

113
Las diez leyes de la información

el sensacionalismo, el amarillismo y la violencia emocional o simbólica. Con ello,


y aunque en apariencia parezca que estén comunicando, lo que están haciendo es
reducir su capacidad de transmitir experiencias, y encogiendo sus propios umbra-
les comunicacionales. No es extraño que se diga que cavan su propia tumba, pro-
fesionalmente hablando, porque una vez que acostumbran o resignan a los públi-
cos a una comunicación tan pobre y simétrica, reducen sus posibilidades de ser
aceptados en el futuro. Por eso es muy importante que en el ejercicio profesional,
los periodistas y los comunicadores renuncien a la intensidad simétrica de deter-
minadas escaladas emocionales para no cerrarse los horizontes de futuro una vez
que sea necesario que los públicos acepten o demanden otro tipo de contenidos en
esos sistemas masivos.
Los grupos humanos muy numerosos son susceptibles de entrar en formas si-
métricas de comunicación que toman la forma de contagios fílicos o fóbicos. El
abuso de comunicaciones emocionales, que apelan a órdenes estructurales incons-
cientes como los que hemos descrito, o que exacerban los sentimientos negativos,
cobran poder en tanto más uniformes, homofílicos y unánimes son los grupos con
los que interactúan. La propaganda política es un conjunto de técnicas que han ido
perfeccionando los modos de crear este tipo de procesos al servicio del apoyo a
un líder, o un partido político, con el fin de llevarlos al poder.
En la comunicación de masas de finales del siglo XX y comienzos del XXI ha
existido un abuso de la ley de simetría, de la empatía emocional y de las escaladas
fílicas y fóbicas en el periodismo de la televisión hiperrealista, deformante y es-
pectacularizante. El efecto final es el de una pérdida de capacidad informativa en
estos medios, sometidos a los imperativos de sus propias escaladas, de sus núme-
ros de audiencias masivas, cada vez más difíciles de sostener en el nuevo pano-
rama tecnológico. El uso de la ley de simetría y de los fenómenos homofílicos en
los regímenes totalitarios, mediante la manipulación de medios de masas, ha pro-
ducido también monstruosas deformaciones sociales, porque los países donde se
hace un uso demagógico de los medios para generar contagios y escaladas termi-
nan perdiendo el sentido de lo que es importante y degenerando en sistemas sub-
desarrollados y personalistas en torno a un líder o partido.
El surgimiento de los nuevos medios sociales introduce factores de asimetría,
heterofilia y desequilibrios en los sistemas de acceso a la información en la vida
social actual. Ello hace que se haya visto en parte compensada esta tendencia a
manipular e instrumentalizar las escaladas emocionales y los contagios como se
daba en el siglo XX. Sin embargo, no existe aún una integración que permita uni-
ficar y dar mayor solidez a los sistemas comunicativos, aprovechando su com-
plementariedad. Así, los medios de masas siguen buscando la homogeneidad y
uniformidad de sus públicos y la difusión simétrica de mensajes y datos, en tanto
que los nuevos medios digitales están ocupando los lugares del “colegio invisi-
ble”, es decir, la agregación más allá de los canales tradicionales, de la informa-

114
La ley de simetría o complementariedad de la información

ción variada, innovadora y diferente, con la que trabajan los individuos que están
en la vanguardia de la vida social.
No existe todavía una integración entre ambos sistemas, que permitiría que la
información innovadora y decisiva que circula por las redes sociales adquiriera el
peso y la solidez que aporta el canal masivo y centralizado de comunicación. Una
vez lograda esta fusión, tendremos un sistema de comunicación muchísimo más
avanzado, eficaz y ágil que el actual.

115
7
La ley de la recuperación o re-
mediación comunicativa

Vamos a retomar las leyes de los medios de Marshall y Eric McLuhan, y a anali-
zar su tercera ley, que se adentra en las formas de la genealogía de los medios de
comunicación, y por extensión, nos ilumina sobre los procesos culturales de todo
tipo en los que la comunicación está implicada.
Esta ley nos presenta un aspecto crucial de toda comunicación, como es el de
su carácter siempre relacionado con las formas comunicacionales previas, con las
que mantiene una relación cultural. La historia de la comunicación es la historia
de los desarrollos y extensiones de formas sensibles, pero también, de los enlaces
que entre todas ellas existen, de manera que, igual que los medios extienden nues-
tras facultades y sentidos, los medios de comunicación también se extienden unos
en otros, en los complejos entramados de evolución mediática.
La ley de la recuperación o re-mediación profundiza extraordinariamente en
la naturaleza de la comunicación y nos lleva a reflexionar con gran amplitud so-
bre qué son los medios y qué es la comunicación. Formulada de una manera muy
sencilla, esta ley indica que todo medio recupera o re-media, es decir, contiene y
revivifica, a un medio anterior, que previamente había quedado obsoleto o atro-
fiado.
Como si se tratara del contrapunto al proceso que hemos visto al hablar de la
ley de la atrofia u obsolescencia, esta ley actúa en un sentido inverso, de manera
que cualquier innovación y desarrollo de un nuevo medio contiene, recicla o imita
a un medio anterior, constituyendo una prolongación, por nuevas vías, del desa-
rrollo cultural que el medio inicial supuso.
Como este fenómeno es muy visible mediante ejemplos, podemos citar uno de
ellos. En la actualidad informativa, ha surgido un nuevo soporte para la publica-
ción de información en reportajes y artículos, lo que se denomina información
transmedia. Se trata, como hemos comentado antes, de reportajes periodísticos o

117
Las diez leyes de la información

artículos informativos digitales que incluyen, además de texto verbal escrito, ví-
deos que se activan conforme se va leyendo la página, infografías en 3D que si-
túan en mapas o visualizaciones espaciales el lugar o cadena de hechos de que se
informa, y también otros documentos de archivo que pueden consultarse si se
desea hacer una recuperación adicional de información en el caso de que se trate.
Pues bien: los transmedia incluyen, como vemos, otros medios anteriores que
son reciclados y empastados, es decir, combinados, en el texto digital: el video de
entrevistas, género propio de la tv, aparece aquí. También se recupera el soporte
de archivo documental que se daba en el periodismo de recuperación histórico, y
que se incluye como un elemento adicional en el reportaje global. Y se re-median
los infográficos y mapas desplegables, no solamente del periódico impreso, sino
de las enciclopedias y atlas tradicionales. Muchos transmedia, además, ponen el
acento en la construcción en puzle de su contenido, que el lector puede desplegar,
activar en una animación, o navegar de muy diferentes maneras.
El transmedia nos presenta muy diferentes re-mediaciones o recuperaciones
combinadas en un novedoso soporte digital. Entendemos su estructura puesto que
hemos usado y conocido las fotografías de archivo, los videos, las animaciones en
3D o los infográficos y desplegables de los manuales interactivos del pasado. Es
un ejemplo claro de la ley de la recuperación: a menudo, lo que se nos presenta
como novedosísimo tiene un aspecto de rescate o de recuerdo a formas comunica-
tivas del pasado, que reviven en la nueva tecnología.
De manera general, por tanto, podemos rastrear la historia de los medios de
comunicación, de sus estilos y de sus soportes, mediante la observación cuidadosa
de nuestros medios de comunicación actuales, que en muchos casos, presuponen
o llevan implícitas las formas de comunicación anteriores.
En la ley de la recuperación o remediación, como veremos en todo este capí-
tulo, no solamente se registra esa historia de los medios que pervive en las formas
comunicativas contemporáneas. Es la misma vida de las formas culturales la que
es posible observar en acción al analizar esta ley, y nos transmite la interesante
idea de que la especie humana tiene una vida en la dimensión cultural, que pode-
mos observar y estudiar. La cultura no es un simple almacén inerte de experien-
cias, ni un conjunto de logros que se atesoran y traspasan, sino un organismo vi-
vo, de dimensiones supraindividuales, con sus propias formas de reproducción y
de desarrollo.

7.1. La re-mediación comunicativa

La ley de la recuperación fue como decimos formulada por McLuhan e hijo en los
años 60 del siglo XX (2011), pero luego ha sido brillantemente desarrollada por
David Jay Bolter (2003, 2011) en su concepto de re-mediación: todo medio con-

118
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

tiene un medio anterior, que aparece glosado, o con el que el nuevo medio dialoga
en su propia construcción estructural.
Bolter, experto en formas culturales relacionadas con textos en los medios de
comunicación, aporta este concepto en un reciente trabajo, en el que acomete un
análisis de las formas estilísticas de la comunicación a través de los medios que
ha resultado muy útil como modelo de reflexión.
Bolter se interesó en un origen por los estilos de escritura y de representación
textual que caracterizaron a las distintas épocas de la cultura occidental. Poco a
poco, comprueba un presupuesto que los herederos de la teoría de McLuhan han
remachado en sus análisis: cada medio de comunicación pertenece a un momento
cultural con el que tiene una relación morfogenética, es decir, conforma a la cul-
tura y al mismo tiempo es moldeado por ésta.
En esto, el autor continúa las investigaciones de otros herederos de McLuhan
como Walter Ong y Eric Havelock, en torno a la influencia que el paso de la cul-
tura oral a la escrita supuso en la civilización europea. Ambos autores comprue-
ban en sus anteriores trabajos cómo los medios escritos influyeron en el desarrollo
del pensamiento lineal, del conocimiento racional y del sistema científico de or-
ganización del mismo, así como de una cultura más cercana al laicismo y relacio-
nada con modelos políticos y sociales asociados a esos valores.
Bolter analiza el mundo de la imprenta, en sus primeros trabajos, y comprue-
ba que el texto impreso introduce aún más la importancia de la organización vi-
sual del texto, de la organización de sus contenidos en estructuras bidimensiona-
les claras, y del peso del autor, como elemento clave de un sistema de múltiple
copia de originales.
Lo que el autor norteamericano emprende, a partir de sus primeras reflexio-
nes, es ni más ni menos que una historia genealógica de los medios que se mueve
con tres paradigmas, que aquí explicaremos por su importancia en la vida cultural
hasta la modernidad: los paradigmas distintivos de la inmediatez, la hipermedia-
ción, y la remediación.
Se trata de tres psicologías sociales bien distintas que surgen con cada medio
de comunicación en cada época del desarrollo del mundo moderno. El paradigma
de la inmediatez surge con la cultura de la reproducción mediante imágenes del
final de la Edad Media y con la aparición de los sistemas de reproducción de co-
pias mecánicos así como con los sistemas automáticos de reproducción de imáge-
nes posteriores.
En este paradigma, los medios producen la sensación o la experiencia de la
inmediatez de la realidad que comunican. Así, un cuadro al óleo, con perspectiva
en fuga, técnica realista y con la intención de borrar las huellas de su elaboración
por parte del pintor, se realiza con esta idea. En este modelo cultural, existe el
intento de hacer desaparecer el medio en un proceso trasparente u “objetivo” de
comunicación-, consiguiendo la inmediatez completa de lo real en el proceso.

119
Las diez leyes de la información

Bajo este paradigma cultural, que llega hasta nuestros días, se hallan impor-
tantes procesos comunicativos, de los que el periodismo de actualidad es un buen
ejemplo. Cuando un reportaje informativo se elabora bajo este modelo, procura
generar la impresión de fidelidad absoluta al suceso real y de trasparencia total
ante el lector o telespectador.
Grandes fenómenos de la comunicación audiovisual moderna son posibles por
estar bajo la influencia del paradigma de lo inmediato: la televisión en directo, los
reportajes en vivo, incluso, los eventos y sucesos que se generan frente a las cá-
maras o que no aparentan haber sido mediados o manipulados de ningún modo,
responden a la tendencia por la generación de realismo absoluto.
El segundo paradigma es el de la hipermediación. Se trata del modelo contra-
rio desde el punto de vista comunicativo. En este paradigma, el medio no busca
desaparecer en el resultado de su acción, sino permanecer presente y dejar clara
huella de su acción. Es hipermediación la tendencia a hacer presente y hasta om-
nipresente la función del medio en el proceso comunicativo.
Este paradigma ha sido menos poderoso culturalmente hablando, puesto que
la presencia del medio en el mensaje o proceso que genera es, desde el paradigma
de la inmediatez, un defecto o fallo del sistema. La hipermediación ha existido en
determinadas épocas de la historia del arte, como en una especie de contrapunto,
compensando el excesivo peso de lo inmediato y de los efectos de presencia real,
de muchos medios y sistemas culturales.
Así, en el mundo de la representación pictórica, a una época de iconicidad to-
tal en la que las imágenes y representaciones se prefieren idénticas a lo real y
abundan los efectos de desaparición de la misma manera de elaborar las pinturas,
siguen otras épocas en las que se acentúa, como ocurre en el Barroco, lo capricho-
so de las formas, lo ilusorio o relativo de las mismas, y se insiste en el carácter
fabricado de cuanto se representa, recargando la presencia del medio o del artista
hasta hacerlos evidentes. La hipermediación y su paradigma se complacen en
mostrar la carpintería de los espectáculos y efectos, e incluso, se prefiere un modo
de representar más imperfecto y artesanal, en el que es visible la costura por así
decir, del mensaje o de la obra realizada.
Son medios bajo el paradigma de hipermediación los del arte impresionista,
en los que vemos claramente que la obra genera una ilusión mediante operaciones
pictóricas claramente patentes, o las del teatro tradicional, donde la ilusión teatral
se fabrica de manera ostensible ante los espectadores, con cambios de escenogra-
fías o de vestuarios e incluso, como ocurre en el teatro tradicional japonés, con la
presencia en la escena de los sastres y utileros trabajando durante la representa-
ción.
Siempre que encontremos el medio de comunicación, o al emisor o mediador,
patentemente presente en el mensaje de que se trate, estaremos ante procesos de
comunicación hipermediados. Este modelo no es exclusivo de la antigüedad cul-

120
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

tural, pues muchas de las nuevas tecnologías actúan, paradójicamente, presentán-


donos procesos hipermediados, en los que es imposible desprendernos de la idea
de que lo que vemos es producto de un medio o mediador. Pensemos, por ejem-
plo, en algunos programas de tv en los que el paradigma es el de crear una hiper-
realidad en directo, por ejemplo, haciendo interactuar a un grupo humano dentro
de un espacio durante varios meses, o en algunos videojuegos para los que es
necesario dotarse de una compleja estructura de cascos, guantes o sensores para
generar la ilusión de realidad. Las nuevas tecnologías producen ilusiones de
transparencia, pero están a menudo muy presentes en dichas ilusiones.
El tercer paradigma, que encaja con nuestra séptima ley de la información, es
el de la re-mediación, paradigma basado en el guiño a los medios anteriores, que
también coexiste con los dos modelos que hemos explicado y que constituye una
forma cultural especialmente interesante para David Bolter. La remediación se
constituye en momentos culturales de cambio y mutación de medios, sirviendo de
elemento dialogante entre formas culturales anteriores, abandonadas por obsoles-
cencia o atrofia, y las circunstancias nuevas de cada sociedad.
Es notorio que, en algunos sistemas de comunicación y mensajes, aparece una
alusión, retorno o emulación de sistemas, estilos o mensajes comunicativos que
aparecen en un contraste claro con los sistemas actuales. En un diálogo estilístico
y comunicacional, un medio de vanguardia recurre siempre, en una estructura
binaria, a códigos, retóricas y estéticas de medios anteriores.
El proceso es muy interesante puesto que la re-mediación introduce la estruc-
tura de contraste y binariedad en la historia de los medios de comunicación. La
cultura, gigantesco proceso de comunicación, se nos aparece como un sistema en
el que cada nueva extensión sensorial y cognitiva debe apoyarse en otras anterio-
res, re-extendiéndolas más allá de la evolución directa.
Todos los nuevos medios re-median medios anteriores, en el total sentido de
esta palabra: por un lado, se sirven de la emulación y de la apelación a estos vie-
jos sistemas para orientar a los públicos o usuarios en el nuevo sistema. Por otro
lado, reparan la necesaria obsolescencia sensorial que se va generando en la cultu-
ra y que nos impide conservar a menudo la riqueza de un procedimiento de co-
municación cuando éste se extiende y generaliza. Además, entran en contacto con
los sensorios e imaginarios asociados a cada medio y extensión permitiendo la
simbiosis y la prolongación de la vida cultural asociadas al mismo. Vamos a estu-
diar en cierto detalle estas funciones de la recuperación o remediación.

7.2. La re-mediación y el equilibrio sensorial de la cultura

En gran medida, la remediación nos muestra las tendencias al equilibrio del desa-
rrollo sensorial humano. Cuando se produce el desarrollo de un medio o sistema

121
Las diez leyes de la información

comunicativo, ello siempre implica, como hemos dicho, la atrofia o pérdida de


capacidad en una facultad o sentido preexistente. La remediación permite recupe-
rar la pérdida sensorial, cultural o cognitiva, mediante un proceso de reequilibrio.
Vamos a ver un ejemplo.
El desarrollo del universo digital se produce fundamentalmente en superficies
y soportes bidimensionales, que en espacios planos como pantallas o monitores,
representan múltiples formas que pueden ser emuladas en la ilusión generada por
las superficies en perspectiva. Mediante la ilusión de perspectiva, las pantallas y
monitores nos generan impresiones de tridimensionalidad, inmersión y completa
coordinación en un universo envolvente.
La re-mediación, sin embargo, ha llevado a que en las pantallas bidimensiona-
les digitales hagamos sin embargo lugar a formas de representación arcaicas co-
mo el ilusionismo teatral de las cajas, compuertas y trampas espaciales, o a las
estructuras en pop up o que imitan a los libros infantiles, que pueden verse imita-
das en muchas animaciones transmedia actuales, en novelas hipertextuales, y en
webs de diseño.
Lo que se produce aquí es un re-equilibrio entre medios capaces de producir
una ilusión de transparencia inmersiva total, y medios que muestran cómo se fa-
brica una ilusión de tridimensionalidad de manera artesanal. Lo artesanal de la
ilusión hipermediada viene a compensar el exceso de ilusiones inmediatas digita-
les.
El re-equilibrio que la remediación genera puede permitir compensar atrofias
o pérdidas sensoriales y culturales importantes en nuestra civilización. A menudo,
la remediación actúa haciendo recuperar un medio antiguo que coexiste con uno
nuevo. Un medio con tendencia a la obsolescencia, como puede ser la edición
artesana tradicional en papel, se puede ver potenciado por el auge de la edición
digital sin papel, ultrarrápida y multifacética. El retorno a las ediciones artísticas
de obras de gran valor, a las llamadas ediciones príncipe, es una tendencia del
mercado que introduce de nuevo un valor en nuestra cultura, el del cuidado que
en la elaboración de un libro, está implicado en la edición artesanal en papel. En
medio de ese proceso, desaparece la edición mecánica en papel. La re-mediación
compensa esta pérdida, recuperando una forma previa, y más notoria si cabe, de
edición no digital.
Como vemos, es un principio que supera las habituales leyes de evolución
irreversible de otros procesos vitales humanos. La recuperación y remediación
nos muestran el mecanismo sensorial que trasciende la evolución de todos los
medios, y que permite reequilibrar y retomar aspectos del desarrollo comunica-
cional colectivo a partir de fenómenos sensoriales colectivos de especial interés y
complejidad.
Estos tres son modelos o paradigmas que han dominado la historia cultural de
Occidente en el último período. El paradigma de la inmediatez es la búsqueda de

122
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

la comunicación trasparente y fiel al objeto representado, que es propia de una


psicología icónica de la comunicación –la búsqueda de la semejanza perfecta, de
la transparencia y la objetividad del medio-.
Bajo este paradigma se ha desarrollado la sociedad en múltiples rasgos cultu-
rales de fondo, como el desarrollo del realismo e hiperrealismo, las tecnologías de
reproducción exacta de imágenes y de recreación de contenidos, la ciencia como
trabajo social en busca del acercamiento a lo real más exacto y fiel.
El paradigma de la hipermediación también ha dominado momentos de esta
historia cultural, como decimos en las épocas de amaneramiento y saturación
estilítica, y también, en la era de los medios de masas, en forma de omnipresencia
de los medios, señalando su presencia y poder. La hipermediación pone el acento
sobre el medio, sobre el carácter fabricado del proceso comunicativo, y a menudo,
está ligada a la reflexión sobre ese proceso, iluminándonos sobre él. Por ello,
muchos procesos artísticos utilizan este paradigma y se complacen en mostrar
cómo son hechas las obras e incluso el carácter imperfecto, humano, material, de
sus efectos, de manera que constituye esto parte del mensaje que transmiten.
La recuperación o remediación es un movimiento natural que se produce en la
historia de los medios de comunicación y de extensión de facultades humanas.
Responde a un mecanismo de equilibrio, que hace que los más modernos avances
en estos sistemas tengan siempre un aspecto de reciclaje y renovación de anterio-
res experiencias comunicativas o sensoriales. Así, lo más nuevo en un sistema de
comunicación puede ser la recuperación de posibilidades, estilos o elementos de
un medio perdido en la evolución.

7.3. Internet y la ley de la remediación

Vamos a analizar ahora cómo la llegada del hipermedio por excelencia, es decir la
red de redes, ha supuesto gigantescos procesos de remediación cultural que están
mostrándose en la sociedad actual.
Internet es un ejemplo muy claro de la ley de la re-mediación. Siendo funda-
mentalmente el resultado de una reconexión de una serie de sistemas tecnológicos
preexistentes, cuya sinergia ha sido posible por la elaboración de una serie de
codificaciones comunes a todos ellos, la red de redes se presta, como ningún me-
dio anterior, a convertirse en soporte de todos los medios preexistentes, sus códi-
gos característicos y sus estilos de representación.
El análisis desde el punto de vista comunicativo más brillante sobre los proce-
sos asociados a Internet desde el punto de vista cultural se lo debemos a Lev
Manovich, experto analista de cultura visual, que ha trabajado desde un profundo
conocimiento del lenguaje iconográfico tradicional, y está mostrando los rasgos
fundamentales del medio Internet y su lenguaje.

123
Las diez leyes de la información

La digitalización y numeralización, como ha sido llamada, de todos los siste-


mas representacionales anteriores, que comenzó con el surgimiento del ordenador
aislado, y continuó con la conversión al lenguaje binario de cualquier forma re-
presentativa, nos conduce al ensamblaje a su vez de todos los soportes informáti-
cos una vez establecido un sistema de telecomunicaciones adecuado.
La gran conexión tecnológica que es Internet permite a los ordenadores co-
nectados glosar, emular, encastrar o vincular absolutamente todas las representa-
ciones generadas en los principales sistemas anteriores de comunicación, en una
remediación total: el estilo propio de la red se basa en su capacidad mimética
frente a medios anteriores. Internet contiene todos los medios, los modernos, y
muchos de los antiguos, de la radio a la TV, de la literatura a la música antigua,
del cine al videojuego. (vid. el estudio completo del autor rusoamericano, de
2005).
Esta capacidad de recuperar y ensamblar sistemas representacionales anterio-
res ha conformado el estilo de la red, que es, como dice Lev Manovich, en su
teoría de los lenguajes de este nuevo medio, (2005: 40), modular, es decir, divisi-
ble en unidades discretas que admiten vinculaciones o desarrollos en otros docu-
mentos o páginas.
En realidad, la página web típica de Internet se configura como una re-
mediación clara de la página modular de un periódico o de una revista (como
indica Bolter 2011: 40), pero no por razones puramente estilísticas, sino porque la
recuperación de esta estructura cumple funciones en la web, para adaptar al recep-
tor y usuario de estas nuevas interfaces con elementos que ya son familiares en su
habilidad cognitiva relacionada con los medios de información.
Una característica fundamental de la red de Internet es que aprovecha los re-
cursos de la retórica de los medios de comunicación más populares para constituir
sobre ella interfaces de acceso a contenidos. Así, la modularidad, es decir, que el
universo de la red aparezca fragmentado en elementos móviles, desmontables y
acumulables, que además son escalables, es decir, admiten un desarrollo óptico
que nos da acceso a más información, son elementos recuperados de anteriores
medios: el periódico, como sistema de módulos –columnas, recuadros, filas- esca-
lables –desarrollados en secciones interiores del texto- aporta la modularidad y
escalabilidad de los contenidos, además del uso de titulares, etiquetas y claves
cifradas y abreviadas de acceso a la información en detalle.
El universo de Internet introduce y remedia otro lenguaje esencial de un me-
dio de comunicación extenso: el lenguaje cinemático e ilusionista del cine, que se
convierte igualmente en un recurso, interfaz o soporte para el acceso a las páginas
de información.
El cine es re-mediado en Internet para aprovechar su extensión cognitiva. La
retórica del movimiento, desplazamiento, mezcla de ópticas y planos, ilusiones de
profundidad, envoltura, se desvinculan de una narración cinematográfica única y

124
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

aparecen en la red para cumplir funciones igualmente de localización de la infor-


mación, cartografía de espacios, organización de los datos. La retórica del cine
aporta un ilusionismo generalizado en la web que se abre, a su vez, a otros medios
previos: los efectos teatrales, los trampantojos e ilusiones ópticas, recuperan peso
en el mundo digital, donde es posible trascender los géneros, retóricas y estilos,
generando un producto transmedia como el que mencionábamos antes, para uso
periodístico.
Comentábamos antes que la remediación es en realidad un movimiento de
complementación constante que se produce en el desarrollo de los medios: lo que
los más innovadores sistemas tecnológicos nos traen, suele ser una revisión de
contenidos, estilos, hábitos comunicativos, que ya han estado antes en la cultura
humana, y que por virtud de la nueva tecnología, son recuperados. Esto explica
fenómenos como el auge del consumo de cómics que la red favorece, recuperando
una cultura de este género de comunicación que languidecía antes de la llegada de
la red. Youtube, la red de video global que ha revolucionado las costumbres de
todo el mundo en consumo de mensajes visuales, se alimenta en muchísima me-
dida del archivo visual cinematográfico y televisivo del que se vuelcan las imáge-
nes existentes en música, cine, conferencias, reportajes, muy anteriores a la apari-
ción de la red.
Este proceso es probablemente muy similar al que se produjo con el surgi-
miento de la escritura. El proceso de recuperación de mensajes y formas que está
llevando a cabo Internet debió darse de forma análoga cuando un medio igual de
potente, como fue la escritura, permitió recuperar y poner nueva forma a los con-
tenidos orales que la memoria cultural conservaba en el mundo antiguo. Sin em-
bargo, el medio digital es más moldeable que la escritura secuencial y permite un
mayor juego con las formas que, provenientes de antiguos medios y procesos,
pueden desvincularse de ellos y generar nuevas re-mediaciones.
El proceso no viene solamente generado por la tecnología digital. La cultura
moderna es un constante retorno y recreación de formas tomadas de medios pre-
vios. Pensemos que la cultura del siglo XX, la denominada cultura de masas, ya
ambicionaba crear un imaginario global en el que se hibridan y sintetizan formas
de todas las civilizaciones.
El desarrollo de la globalización económica y de la industria cultural en sus
formas más extensas condujo rápidamente a generar múltiples soportes, versiones
y aplicaciones de los motivos, retóricas y arquetipos de la cultura de masas. Lo
que Internet nos proporciona es un soporte universal que admite la variación
constante de los contenidos en un proceso de gigantesco reciclaje constante de
esas formas comunicativas. Y el rasgo más sorprendente es que el juego formal
no solamente aporta contenidos, sino sobre todo, modos de operar y códigos de
conducta en el nuevo medio digital.

125
Las diez leyes de la información

Así, llegamos a un sistema en el que la variabilidad constante, la apertura total


de los medios a un juego de formas inacabable, se instala como ambiente comuni-
cativo, como entorno de la sociedad del siglo XXI. En ese universo, la re-
mediación y recuperación de formas es un juego igual que el de la hipermedia-
ción, es decir, la manipulación ostensible de la mediación. El “todo vale” comu-
nicativamente hablando empieza a impulsar la mezcla de géneros, modelos de
negocio, indistinción entre original y copia, entre información y ficción, entre
autenticidad e impostura.
Uno de los elementos más interesantes del nuevo entorno comunicacional tie-
ne que ver con una visión completamente diferente del valor del original y de la
copia en el siglo XXI. Las tecnologías digitales no solamente permiten realizar
copias idénticas de mensajes o textos, sino también manipular dichas copias, crear
nuevas versiones, actualizar los textos o generar híbridos formales. La convergen-
cia cultural y de lenguajes alienta el juego con los mensajes. El carácter único,
inamovible, completo, de la obra o mensaje tal y como la era de los medios im-
presos suponía, desaparece.
Esto supone la llegada de una nueva filosofía en la construcción y en la recep-
ción de los mensajes comunicativos, que pasan a ser, como mensajes digitales que
son, variables, escalables, modulares y moldeables. El concepto de original, de
mensaje único, desaparece como valor absoluto, y aparece el valor de la variación
del original, la mutación del mismo por su receptor, o la generación de “memes”
o variantes imaginativas de un mensaje o texto.
Esta cuestión supone importantes implicaciones en la comunicación. En pri-
mer lugar, el proceso de autoría de los mensajes y de los textos se difumina en un
universo donde una copia puede ser más perfecta que un original. En segundo
lugar, los mensajes en el universo remediador de la red se convierten en fluidos y
variables, y no hay una obra definitiva ni un punto final al proceso comunicativo.
En tercer lugar, se impone la experimentación constante y la búsqueda de re-
mediaciones sobre re-mediaciones en crecimiento exponencial, de modo que to-
dos los productos de la información y comunicación entran en interacción, sin
distinción de género, producto o código, en ese universo transmedia.
Esta ebullición de las formas recupera tradiciones estilísticas perdidas: por
ejemplo, la del lenguaje del cómic, al que insufla nuevo impulso. También es
responsable la re-mediación de Internet y el mundo digital, de la curiosa reapari-
ción de estilos tipográficos arcaicos. Este curioso ejemplo es resultado último de
una tecnología innovadora en una cultura tradicional todavía viva. Siempre se
señala que uno de los rasgos de mayor personalidad de los tratamientos de texto
por ordenador es el cuidado de la tipografía, caligrafía y estilos de imprenta, co-
mo si el ordenador re-mediara el taller de un impresor del siglo XVIII. Este cui-
dado caligráfico, ha pasado a ser parte de las potencialidades de diseño de todo el

126
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

universo de la web, en el que el juego con la variabilidad de las formas escritas es


parte de su retórica global.
El juego con las letras y sus tipos no existía con tanta importancia en los tex-
tos impresos del siglo XX, donde había menor variabilidad y menor gusto por el
juego caligráfico. En parte, la capacidad de los ordenadores para evocar caligra-
fías arcaicas es un rasgo creado por los primeros diseñadores, de acuerdo con su
gusto y con su personalidad creativa, pero también por otro lado, muestra cómo
en lo más nuevo existe esta “resonancia mórfica” que enlaza viejas y nuevas tec-
nologías mediante la innovación.
En definitiva, nos hallamos ante un medio cuyo paradigma fundamental ya no
es el de la transparencia de un medio, sino sobre todo, el de la re-mediación y
recuperación de todas las formas comunicativas pre-existentes, que alentadas por
la posibilidad de ser emuladas en el soporte digital, empieza a arrojar sus estilos,
contenidos y lenguajes en el abundante universo comunicativo de la red.
Un cambio radical, para la cultura de masas, lo va a constituir precisamente el
entorno de abundancia, en el que absolutamente de todos los contenidos hay co-
pias y versiones disponibles que nos permiten jugar con su conformación y adap-
tarla a nuestras necesidades. El hábitat informativo de Internet es radicalmente
distinto del de otros momentos culturales marcados por la escasez de contenidos y
por la rigidez en los modos de difusión de contenidos.
Hay una estrecha relación entre el tipo de ecosistema informativo en el que
vive una sociedad y los medios que ha desarrollado en dicho sistema. Cada inven-
ción de un medio conforma, como vamos a ver, la vida social y la cultura en la
que aparece, tal y como McLuhan describió en su día. Pero, una vez que un sis-
tema mediático se instala, sigue ejerciendo su función y afectando a la sensibili-
dad y desarrollo psico-social de dicha cultura. La recuperación, como fenómeno
de los medios, aparece en entornos comunicativos de abundancia, en los que
orienta y sirve de contraste a las nuevas tecnologías, matizando su valor. Vamos a
estudiar ahora, valiéndonos del proceso de recuperación de los medios, parte de la
evolución genealógica de la comunicación de masas, tal y como fue descrita por
los autores de la Escuela de Toronto a partir de la impronta de McLuhan.

7.4. La evolución de los medios como una genealogía

Es posible aprovechar la ley de la recuperación para reflexionar sobre la aparición


de los medios de comunicación en un proceso ligado y prolongado en el tiempo
humano.
Sabemos, por lo que hemos mencionado en este libro hasta ahora, que la his-
toria de los medios de comunicación es una historia de extensiones y atrofias de
las facultades y sentidos humanos, de resurrecciones y desapariciones de sistemas

127
Las diez leyes de la información

de experiencia humana. Todos los medios tienen al menos un aspecto de recupe-


ración o remediación, en el que dentro de ellos, necesariamente, aparece un medio
anterior. McLuhan describió ese fenómeno, afirmando que “el contenido de un
medio es siempre otro medio” (McLuhan 1964, 2005). Es posible estudiar por
tanto la genealogía de los medios, que se puede rastrear en las mutaciones, cam-
bios radicales, hibridaciones o recuperaciones que se van generando a lo largo del
desarrollo de una cultura.
La idea es muy compleja, pues como indica Neil Postman, un medio contiene
en su interior una cultura (1994). Existe en cada estilo y época cultural la utiliza-
ción y re-ubicación de los diversos medios y técnicas comunicativas. La cultura
se nos presenta como un organismo perceptivo que potencia o desplaza procesos
sensoriales, cognitivos, en forma de sus distintos modos de extensión e interac-
ción con el entorno. Como si viéramos un cuadro en perspectiva, cada sistema
mediático, es decir, cada sistema conformado por una civilización en una época
dada, con sus medios, formas culturales, extensiones e incorporaciones del en-
torno, nos ilustra sobre una evolución sensible, su equilibrio supraorgánico, y
cómo ha afectado todo ello al desarrollo humano.
Las formas culturales, como sabemos desde Spengler (1922), son efectiva-
mente extensiones o raíces del hombre en la tierra, en su paisaje y espacio vitales.
El hombre tiene una raigambre con el entorno que le rodea, y establece formas de
perpetuar y potenciar esa conexión, y a partir de esa extensión o interconexión
florecen las formas de la cultura (Spengler llama a la cultura “energía morfogené-
tica religiosa”, entendiendo por religión el sentido de re-ligación y unión humana
con el entorno del que proviene).
Si, como Spengler nos revela, la primera forma de comunicación es ya una
recuperación de una conexión previa con el alma de la tierra, todas las formas de
expresión posteriores, nacidas en interacción unas con las otras, revierten necesa-
riamente a una evolución constante. Y por ello necesariamente la exploración de
los sistemas de comunicación es un desarrollo de formas que resuenan unas en
otras.
Cada cultura desarrolla sus sensorios, es decir, sus gamas de sensaciones y
percepciones, además de sus imaginarios, es decir, sus cámaras de representacio-
nes de formas y sustancias, y dispone el mundo material de los instrumentos para
recordar, almacenar, y descargar toda la información sensorial e imaginaria.
También ordena el conjunto de estos medios de extensión en jerarquías que al
configurarse y ocupar espacios en el universo de una cultura, adquieren distinta
importancia y ejercen más o menos influencia en el desarrollo de la misma.
El sistema cultural se retroalimenta constantemente, adaptándose a los cam-
bios mediante equilibrios internos, exactamente igual a como hemos visto en el
caso de organismos más pequeños. La re-mediación es un aspecto de ese reequili-
brio que surge cuando una cultura configura su sensorio e imaginario mediante

128
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

distintos dispositivos. Al recuperar, emular o encastrar un medio en otro, se pro-


duce un reequilibrio sensorial, que es vital para conservar la memoria de la cultu-
ra precedente, además de evitar, probablemente, los efectos de atrofia que genera
la extensión en los nuevos medios.
McLuhan se inspiró en estas ideas para desarrollar, siquiera fragmentariamen-
te, sus descripciones de genealogía de los medios. Así, apreció evoluciones claras
en el mundo de los medios icónicos, que podemos describir aquí, para ver cómo
efectivamente los medios de reproducción de imagen están relacionados en una
evolución de parentescos y derivados.
La reproducción mediante la imagen es uno de los campos donde más clara-
mente puede verse una evolución cultural muy marcada, con el desarrollo poten-
ciador de medios adecuados, que ha conformado toda una psicología social.
Si estudiamos la reproducción por la imagen en la cultura occidental, com-
probaremos que en un momento dado la representación icónica, mediante pinturas
y retratos, se convierte en central en la sociedad. A partir del final de la Edad
media, la pintura icónica, la copia y el retrato, se convierten en elementos funda-
mentales de la vida social. Cuando surgen los primeros medios de reproducción
icónica de copias, como las estampaciones, xilografías o litografías, la imagen
icónica se convierte en la moneda comunicativa de mayor valor en la vida social
europea.
Los sistemas mecánicos de reproducción de imágenes que la cultura occiden-
tal desarrolla incluyen por supuesto a la imprenta, a partir del siglo XVI. La cultu-
ra de la múltiple copia inunda el mundo, paulatinamente, de imágenes que se re-
producen en cada vez mayor cantidad, en carteles, pasquines o en periódicos. El
siguiente paso de esta genealogía llega cuando surge un sistema de captura de
imágenes a partir de la impresión sobre una superficie química, una película que
queda impresionada por la irradiación lumínica del objeto.
Esta evolución hacia una cultura eminentemente marcada por la iconicidad y
por el mundo de la imaginación- el desarrollo de las copias y la difusión de las
representaciones en múltiples soportes fomenta el crecimiento de las formas ima-
ginarias, representaciones y copias mentales, que pueblan la vida social, haciendo
que la misma desarrolle exponencialmente el mundo de la imaginación. Esta con-
dición es la base para el desarrollo genealógico de la siguiente fase de evolución
tecnológica.
La litografía, el daguerrotipo y otros sistemas mecanizados de obtención de
imágenes de copia son el siguiente paso en la genealogía tecnológica de la era de
la imagen, que, cuando se consigue automatizar y proyectar secuencialmente, da
lugar al surgimiento de la cinematografía. El cine es el medio que domina el co-
mienzo del siglo XX en su capacidad para generar una atmósfera psico-social de
psiquismo fluido y envolvente, que se exterioriza mediante la industria de exhibi-

129
Las diez leyes de la información

ción y va condicionando los criterios, modos de pensamiento y formas de vida de


la sociedad moderna.
En esta evolución, aparecen evidentemente factores interpuestos que van ma-
tizando y cambiando la tecnología de reproducción de cada época. Así, la cinema-
tografía se nutre también de otra tradición menos icónica y más simbólica como
es el teatro, que aporta desde el comienzo los contenidos al nuevo medio.
Esta evolución progresa con el desarrollo de la televisión, que hibrida los
desarrollos paralelos de la radiofonía con la cinematografía, y posteriormente, con
el video, de nuevo un híbrido icónico entre la cinta electrónica y la foto. La digi-
talización de la fotografía y del video, volcados ya al soporte digital, se abre hacia
los efectos posibles mediante el diseño en soporte digital, dando lugar al cine
digital en el que los efectos especiales, de 3D, son extensiones de la cinematogra-
fía en el nuevo medio.
La evolución genealógica de la cultura de la imagen continúa con el surgi-
miento de la denominada realidad virtual, generación tecnológica de entornos e
imágenes inexistentes, y con las holografías y realidades aumentadas de último
momento, en las que de nuevo vemos hibridaciones entre el mundo proyectivo
cinemático, los efectos teatrales, la perspectiva pictórica y los trampantojos e
ilusiones generadas por juegos de superficies en papel u otro soporte.
Del mismo modo que hay una derivación formal, que conecta, por ejemplo, el
retrato al óleo, con la fotografía, la foto digital, el video o el holograma, hay tam-
bién una resonancia en todos estos medios, que en un momento dado de su evolu-
ción tienden a recobrar el juego con formas previas.
Cada vez que aparece una hibridación, con medios anteriores en esta evolu-
ción particular que hemos descrito, aparece también una re-mediación de los so-
portes o tecnologías, propios de dichos medios. Así, el teléfono surge, por poner
un ejemplo, de una integración entre el telégrafo y la radio. En el medio telefóni-
co hay una “radio re-mediada” que se usa con fines particulares o interpersonales,
y una re-mediación del telégrafo que proporciona la idea de comunicación ca-
bleada o radiada punto a punto. Igualmente, el cine en 3D es un cine mezclado
con las ilusiones teatrales tridimensionales, donde recobramos parte de los trucos
lumínicos, espaciales o de encuadre de este medio, para potenciar la experiencia
cinematográfica tradicional.
Es por tanto posible estudiar la historia de los medios como una “morfogéne-
sis” de medios, es decir, como una genealogía de formas que van potenciándose
sucesivamente, aprovechando los cambios tecnológicos, y en forma de constante
cambio y contraste. Lo habitual es que un medio nuevo contenga aspectos ya
desarrollados en un medio antiguo. A menudo la re-mediación recupera medios
muy antiguos, y no inmediatos, en la cadena genealógica: así, hay quien ve en los
blogs de Internet una resurrección del antiquísimo rollo de papel o papiro de es-
critura continua y obras ligadas, o en el uso de las letras capitulares y las ilustra-

130
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

ciones miniadas en los iconos de los hipertextos un retorno de las formas de ilu-
minar los textos en la época medieval.
Lo cierto es que la sensibilidad cultural nos conduce siempre a colocar en pa-
ralelo las formas comunicativas más novedosas con el retorno a las más artesana-
les y simples, a las más hipermediadas o evidentes en sus composturas y manipu-
laciones humanas, como en una tendencia a compensar la posible atrofia causada
por la extensión de la tecnología más avanzada, en la sensibilidad cultural común.
Este fenómeno es muy evidente en la expresión artística más elevada en cada
uno de estos medios, donde el guiño a las formas anteriores es un profundo reto-
mar la tradición de formas de una genealogía expresiva dada. Así, por ejemplo,
muchos artistas de la fotografía actual trabajan con foto analógica en blanco y
negro, porque prefieren expresarse mediante una técnica antigua cuyas constric-
ciones pueden jugar el papel de complementaria armonía a toda la técnica inno-
vadora digital en foto. La evolución tecnológica de la imagen en la era del cine
en 3D nos ha llevado a disfrutar de una época dorada del teatro tradicional, en el
que con tecnologías arcaicas podemos sin embargo canalizar contenidos de una
riqueza inmensa, que son muy preferidos de los públicos actuales.
Como hemos indicado anteriormente, cada medio lleva adheridos contenidos
que transmite mejor, sentidos y aspectos sensoriales de los mensajes que quedan
de algún modo alojados en el mismo medio, y que solamente cuando accionamos
su dispositivo, cuando recurrimos a dicho medio, adquieren resonancia.
De hecho, existe un factor denominado resonancia cultural que analizó un
experto en literatura y mitología llamado Northrop Frye. Frye estudiaba las gran-
des obras de la literatura de todos los tiempos, y mostró que estas obras tienen la
capacidad de resonar, es decir, arrojar significados, de manera constante. Pode-
mos aplicar la idea de resonancia a los propios medios transmisores, sobre todo
cuando el contenido que transmiten depende directamente, en su forma, del medio
en que es producido.
Así, un teatro antiguo tiene, como medio, resonancia también. Cuando lo
usamos, como vehículo de representaciones, este entorno conserva de algún modo
una memoria cultural que repercute en el público y en los mismos actores o músi-
cos que allí actúan. El medio de comunicación conserva capas de memoria cultu-
ral que vincula con un espacio, con una técnica, con unos materiales o unos mo-
dos de trabajo, y todo ello constituye una unidad que revive cuando retornamos a
dicho medio.
Esta es, hemos dicho, la explicación que podemos dar de por qué determina-
das tecnologías de comunicación, y determinados medios ya antiguos, se conser-
van como vehículos ideales de canalización de ciertos contenidos. Pero además,
hay que pensar que lo que llamamos un medio de comunicación es en sí mismo
un fenómeno cultural en sí que conlleva muchos rasgos de psicología, sensoriali-
dad y fisionomía de cada época y lugar. Conservar, y revivir los medios es un

131
Las diez leyes de la información

fenómeno que nos permite trasladar en el tiempo y en el espacio formas vivas de


cada momento cultural dado. De ahí que sea tan importante.

7.5. La remediación comunicativa y el arte

La expresión con arte es siempre una re-mediación, porque como hemos indicado
anteriormente, el arte permite trabajar la técnica con proporción o armonía y sal-
var los problemas de carga. Así, el uso artístico de una tecnología a menudo eva-
de el problema de atrofia que puede generar la nueva técnica en otros modos de
sensibilidad, mediante el recurso o la recuperación de las formas previas, con las
que el nuevo medio reconecta en las formas recuperadas o re-mediadas.
Un ejemplo de ello es la capacidad, por ejemplo, que un cineasta en 3D puede
tener para recrear la visión de una cueva de pinturas rupestres (como ha hecho
Werner Herzog al filmar la cueva de Chauvet, de 40.000 años de antigüedad).
Vemos en la capacidad tecnológica de este medio nuevo, pero sobre todo en el
acierto recursivo del artista, a volverse hacia lo ancestralmente antiguo, una com-
pensación de la fascinación que la ilusión trimensional puede crear, cegándonos al
contenido, al complementarla con un fenómeno visual único, y completamente
opuesto desde el punto de vista temporal. La re-mediación del mundo ancestral de
Chauvet, en la película en 3D, es en realidad una genial idea artística (Herzog
2013).
Esto nos conduce a pensar que la mayoría de las realizaciones comunicativas
más creativas son en realidad recuperaciones o remediaciones: puesto que es ne-
cesario compensar la acción de la ley de la atrofia, y los fenómenos de paradójica
reducción de la eficacia de los medios tecnológicos actuales, con un constante
diálogo con las formas anteriores. No se trata de nada nuevo, puesto que, como
indicamos, toda forma artística necesariamente dialoga tanto con el entorno que le
rodea, como con la tradición temporal en la que se inscribe.
Para ratificar aún más este fenómeno, mencionaremos que una de las formas
de creatividad que se señala como mecanismo de ideación de cosas nuevas es la
denominada por George Sternberg (2006) combinación selectiva, es decir, la ubi-
cación de los elementos de un medio o conjunto significativo en un orden diverso
al habitual, que produce la innovación conceptual. Por ejemplo, utilizar algo en
orden no habitual, o en otro contexto diverso al suyo, o descomponiendo sus par-
tes y ordenándolas de otro modo. La re-mediación o recuperación es precisamente
presentar algo nuevo que en el fondo es ya conocido o existe previamente, pero
en otra forma u orden de como antes se presentaba o existía. Se trata de un juego
con el orden, en este caso, sensorial y temporal en la cultura humana.
Así, podemos ver la historia de las creaciones en los medios y en la comuni-
cación como una serie de remediaciones que establecen un ritmo discontinuo,

132
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

pero armónico, de evolución formal. Piénsese en cómo los nuevos medios –por
ejemplo las redes sociales- son simplemente re-mediaciones de sistemas anterio-
res – en este caso, se parecen a los grupos primarios no mediados o mediados por
sistemas tradicionales de comunicación-. Que medios novedosos son simples
transpolaciones de medios, estilos o sistemas previos, a contextos creados en
otros medios es un rasgo muy señalado por los investigadores en innovación:
Twitter recupera para las redes el sistema del telegrama, Facebook aplica en ellas
la agenda social, o Linkedin no es sino la electrónica digital incorporada a la
agencia de colocaciones-, como indicábamos antes. Y la innovación es a menudo
una simple traslación o reubicación en el espacio comunicativo, o una simple
apropiación de un espacio previo, inutilizado para la comunicación, que se incor-
pora ahora a las dimensiones de la conexión humana.
Se suele poner como anécdota la invención del post-it, esas pequeñas hojas de
papel que se pegan y despegan de cualquier parte, para usos de oficina. Se trata de
una reubicación de un pegamento que resultó ser un fracaso porque se despegaba
constantemente. Los inventores del pegamento, que buscaban algo más eficaz en
adherencia, supieron encontrar un uso diverso al pegamento inestable, de modo
que lo re-mediaron para un uso intermitente en estas hojillas de papel.
Hablando en grandes dimensiones, la resonancia de unos medios en otros, una
vez que se instauran como innovaciones con valor en la vida social, tiene que ver
con ese impulso de resonancia de las formas culturales, que se materializa en las
invenciones de dispositivos materiales y también en los estilos simbólicos. Esto
explica que un mismo medio –el hipertexto, por ejemplo- pueda “re-mediar” al
mismo tiempo al lenguaje periodístico en su estructura de palabras clave y des-
pliegues textuales, y a la oralidad antigua en su carácter continuo e intertextual, o
incluso al mismo tiempo al texto ilustrado de la época enciclopédica por su carác-
ter ecléctico.
Como veíamos, la recuperación no es infrecuente en la comunicación huma-
na, más bien es un rasgo permanente, y en la esencia fundamental del arte de co-
municar se halla siempre la reconexión con las formas anteriores de comunicar,
con los medios y tradiciones previas, con las que la relación forzosamente ha de
ser de continuación o recuperación de procesos que superan la dimensión indivi-
dual humana.
El arte y sus criterios de trabajo basados en armonía, proporción y estética, a
menudo recurre a la remediación para canalizar esos criterios de mejor modo en
una circunstancia dada. El trabajo con materiales previos, con estilos ya existen-
tes, remediados o glosados, es una técnica que permite dialogar con formas cultu-
rales previas y hacer que una obra artística resuene en la tradición a la que perte-
nece.
Anandas Coomaraswamy, experto en la llamada tradición normal del arte
(1936), habla de la necesidad que tiene la comunicación artística de constituir

133
Las diez leyes de la información

parte de una función normal que sirve para enseñar cómo hacer las cosas, y cómo
hacerlas bien. Los artistas deben mostrar, recordar y atesorar los medios, estilos y
tradiciones anteriores, porque en ellos hallamos las razones profundas por las que
se hacen oficios, tareas, productos o bienes. Todos ellos tienen necesariamente un
sentido más amplio que el puramente material, son reflejo de conocimientos hu-
manos que envuelven la experiencia y la conciencia en torno suyo. Los artistas,
necesariamente, continúan la larga cadena dorada de los creadores que han produ-
cido, conocido y transmitido las realizaciones humanas, y por tanto, siempre re-
tornan a dicha cadena, cuya expresión es el arte en todos sus géneros y estilos, del
puramente manual o fabril al más abstracto y simbólico.
La comunicación es entonces un eterno retorno sobre lo esencial, un proceso
unificado, y esto explica que haya un nexo en la creación artística de todos los
tiempos, que vuelve sobre sí misma, porque retoma su desarrollo unificado.
En este marco, la re-mediación no es sino una muestra del proceso normal del
arte en el que unas formas dialogan con las otras, nos remiten a las mismas y a la
cadena de hallazgos y tesoros que se transmiten mediante la emoción artística. No
se trata simplemente de estética, aunque precisamente ésta nos puede llevar a la
recuperación de formas y medios anteriores, primero por resultado del uso del
contraste, la armonía y otras leyes que producen una recuperación de modos anti-
guos, y segundo porque las formas siempre conectadas unas con otras nos llevan
en su exploración a traer de nuevo las más remotas. André Malraux, experto en
estos temas, habló del museo imaginario del arte mundial (1951) el fenómeno por
el cual todo el arte de la humanidad es un gigantesco museo en el que las obras
van respondiendo a preguntas esenciales, metamorfoseando las diferentes mane-
ras en las que el destino humano ha ido haciéndose claro a los artistas, para ser
expresado o evocado. Y uno de los milagros del museo imaginario es precisamen-
te la metamorfosis de los dioses, que decía Malraux, es decir, la capacidad de las
formas numinosas de expresión humana de adquirir nueva vida en las formas
nuevas, resurgiendo gracias a la creación, de entre las ruinas del tiempo milena-
rio.
A Malraux le resultaba sorprendente que la cultura europea hubiera redescu-
bierto, y luego, re-mediado, formas ancestrales de expresión como el arte egipcio
milenario, o las máscaras del arte tribal africano. Estas formas artísticas eran bus-
cadas por los arqueólogos y académicos europeos con el fin de volverlas a la vida
en nuestra civilización. Pero estas formas además comenzaban a influir en los
artistas europeos de vanguardia, que recuperaban con ellas dimensiones normales
de experiencia artística y formas primarias esenciales de comunicación. El fabu-
loso renacer de los dioses humanos parece que estaba descrito en su propio mito,
y nuestra civilización vuelve una y otra vez sobre esos dioses resurrectos.
El arte, quizás el modo supremo de comunicación que existe, que transmite
experiencias hondísimas mediante la manipulación de las formas, y que permite

134
La ley de la recuperación o re-mediación comunicativa

que, no importa cuál sea la circunstancia humana, los hombres y mujeres compar-
tan el mismo impacto creativo, atravesando distancias temporales y espaciales
gigantescas, es un inmenso legado único, en el que hay una dimensión global,
conjunta, y en esa dimensión que unifica el arte, las formas necesariamente están
interconectadas. Lo que vemos en los procesos de comunicación es el modo como
se engranan y conectan los diferentes modos de generar experiencias, y cómo
unos aluden a otros, los recuperan o reciclan, porque de la energía que transmiten
unos sistemas, es posible generar otros nuevos. Así lo afirmaba, no sin base meta-
física, McLuhan: de todo medio surgen otros nuevos medios. En el caso técnico
es evidente que la estampación de pigmentos, conduce a la escritura, y ésta a los
códigos binarios, y éstos al hipertexto. Pero la ley de McLuhan tiene un plano
más profundo de reflexión, que tiene que ver con el desbloqueo de la energía co-
municativa poderosa que yace en un medio antiguo, resucitado en una forma nue-
va, por un medio actual.
Es posible ver fenómenos como el que describimos en artes muy consumadas
como la música o el teatro. En algunas obras actuales, vemos la re-mediación de
formas arcaicas de comunicación, como el retorno a la expresión mediante ele-
mentos primarios –tierra, fuego, aire, agua-, como hace, por decir un ejemplo, la
danza Butoh japonesa de vanguardia- Este retorno a formas primarias de expre-
sión escénica, que debieron ser vitales en las formas teatrales mistéricas ancestra-
les, nos permite reconectar con la expresión eterna del hombre mediante el teatro.
Cerrar el círculo de la búsqueda de la dramatización, y hacer que parte de su
energía circule hasta el presente: éste es el sentido profundo de la remediación, y
lo que hace que toda forma de comunicación, si es eficaz, contenga en sí y en su
desarrollo creativo todas las otras formas en las que los humanos han trabajado
para el mismo fin.

135
8
Octava ley: todos los intercam-
bios comunicativos son analógi-
cos o digitales

La octava ley que vamos a citar tiene un carácter abstracto, y cuando se formuló
constituyó una de las más complejas, pero es fundamental como clave para enten-
der el procesamiento de la información a diferentes niveles de comunicación.
Al igual que la ley de la simetría o complementariedad de la información, la
ley que distingue los intercambios comunicativos en analógicos o digitales se
refiere a la estructura y la naturaleza interna de dichos intercambios, establecien-
do dos patrones estructurales que contribuyen a entender mejor la comunicación
en muy distintos contextos.
Como en el caso de aquella ley de simetría o complementariedad, la ley de los
intercambios analógicos o digitales resulta una subley de la ley de carga informa-
tiva que hemos formulado anteriormente. La existencia de los umbrales de carga
se aclara suficientemente gracias a esta formulación relativa a la estructura de la
carga informativa en dos grandes conjuntos o tipos, que realizaron los autores de
la Escuela de Palo Alto.
Entre los principios esenciales de la comunicación, Watzlawick, Beavin y Ja-
ckson formularon el axioma según el cual, todos los intercambios comunicativos
son analógicos o digitales (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1986:46 y ss.). Deja-
ron esta cuestión en un nivel general de abstracción, que estudiaron en su texto,
mostrando que en comunicación, analógico y digital no son sencillamente tipos de
transmisión de la información mediante una tecnología de señales, sino que se
trata de dos modos, o dos estilos diferentes, de combinar la información que se
emite o difunde.

137
Las diez leyes de la información

Esta ley nos indica que existen dos tipos de cuantificación de la carga infor-
mativa, bien en pasos discretos y discontinuos (digital) y en una gradación conti-
nua (analógica).
Muy similar es la distinción que hacen los autores entre comunicación abs-
tracta, mediante señales definidas en una codificación digital, y codificación en
un sistema primario, gradual y continuo, y relacionado con la iconicidad represen-
tacional. Así, algunos investigadores entienden que es digital la comunicación
mediante señales abstractas como el lenguaje verbal o los números, por su discon-
tinuidad con el ámbito que representa, su carácter diferenciado, y es analógica, la
comunicación mediante la imagen icónica, los gestos o las fotografías, por ejem-
plo, que obedecen a un directo influjo de lo real y presentan un carácter continuo
y gradual.
Así, el sistema binario de la información es naturalmente digital, y se basa en
una cuantificación abstracta en pasos discontinuos. En cambio, la imagen es por
su naturaleza básica un medio de carga analógica, descomponible en elementos
graduales que están unidos en su base.
La descripción de lo digital como codificación discontinua, y lo analógico
como gradación continuada en la representación, es una diferenciación que se da
a muchos niveles de la comunicación. Tanto tecnológicamente como desde el
mundo de los lenguajes más abstractos, los saltos digitales de los continuos crea-
dos por sistemas analógicos caracterizan a la comunicación. Se trata, podríamos
decir, de dos ópticas informacionales distintas, complementarias entre sí, que
ilustran la dinámica por la que la información se genera.
Watzlawick, Beavin y Jackson, mostraron además que para comunicar con
mayor eficacia, es necesario utilizar ambas codificaciones de modo complementa-
rio. A diferencia de las estructuras simétricas y complementarias, lo analógico y
lo digital están unidos en la comunicación, a muchos niveles. Constituyen dos
dimensiones complementarias de la comunicación, como iremos comprobando a
lo largo de este capítulo.
La distinción analógico/digital dio pie a avances tecnológicos, mas su impor-
tancia teórica es grande. En nuestra mente, existe una simultánea actividad de
codificación en los niveles digitales y analógicos, y saber recurrir a ambas esferas
de la comunicación intrapersonal nos ayuda a memorizar, a procesar con agilidad
la información, y hacerla más eficaz en muchos entornos. Estos fenómenos sirven
para entender cómo funcionan los umbrales de carga informativa en todos los
sistemas comunicativos. Vamos a estudiar los contextos en los que más se reco-
noce la importancia de esta estructura.

8.1. La codificación de la información en los umbrales de carga

138
La ley de la analogía o complementariedad de la información

Dentro de un umbral de carga –por ejemplo, el que visualmente distingue entre


blanco, negro, como dos límites absolutos de percepción de señales visuales, po-
demos encontrar la estructura binaria en algunas codificaciones abstractas de sím-
bolos, como son por ejemplo las letras sobre el papel o sobre la pantalla del orde-
nador. La combinación binaria de estos signos, en un sistema de contrastes
absoluto, constituye una estructura digital. Notamos que en este caso hay una
discontinuidad absoluta entre el blanco y el negro, cuya combinación en un siste-
ma de umbrales, aprovecha la diferencia esencial entre ambas posiciones, una a
cada extremo del umbral, para generar significado asociado a ellas.
Todos los sistemas sensoriales considerados en este nivel de abstracción son
digitales: el sistema acústico usa el umbral entre el sonido y el silencio, el sistema
táctil, entre el contacto y la ausencia del mismo.
Las codificaciones numéricas, que operan con valores discontinuos, y extraen
de los mismos combinaciones con valor en el campo matemático, son también
sistemas digitales, como nos dice la etimología misma de este nombre. Los dígi-
tos eran originariamente los dedos de las manos con los que se realizaban inicial-
mente operaciones aritméticas. Cada dedo representa una unidad discontinua y
diferente con las cuales se puede operar. Este es un ejemplo de carácter esencial
de la comunicación digital, que en definitiva está implicada en la estructura básica
de la vida.
Recordemos, en este sentido, la teoría Gestalt que nos hablaba de un orden
binario en la percepción de cualquier estímulo, que siempre ocurre en contraste
entre una figura o señal principal y un fondo o no-señal, secundario, cuyo juego
de discontinuidad es el que nos permite abordar, centrar y definir la realidad que
percibimos.
Cuando citábamos este principio recordamos que toda percepción es selectiva,
es decir, es una ordenación de la realidad. Ahora podemos añadir que esa percep-
ción realiza además una abstracción de lo real, es decir, una reducción a una es-
tructura en umbral, es decir, que busca diferencias esenciales entre elementos y
combina las mismas de manera significativa. Como Bateson decía, la información
es “una diferencia que hace una diferencia”, refiriéndose con esta frase enigmáti-
ca al uso de la estructura digital en la percepción básica de señales con contenido.
La secuencia de elementos digitales constituye en sí una estructura con significa-
do propio, aunque no tenga un carácter de semejanza con los significados que
comunica.
Veremos cómo es importante reflexionar sobre la comunicación digital en la
base de nuestras operaciones más simples de comprensión de la realidad, y por
qué ello explica las capacidades que hemos desarrollado, a la hora de elaborar
códigos y sistemas de representación, que pueden ser usados, traducidos y transi-
tados por los seres humanos en su comunicación.

139
Las diez leyes de la información

Imaginemos que estamos contemplando una fotografía en blanco y negro que


muestra un paisaje obtenido del natural. Las gradaciones de grises en que se com-
binan los matices perceptivos visuales en blanco y negro nos muestran un mensa-
je que tiene comunicación analógica, puesto que existe un juego de carga analógi-
co, gradual, que permite la combinación ilimitada de los elementos dentro del
umbral.
Imaginemos que esa misma imagen aparece en la pantalla de un ordenador. El
pixelado de la imagen en inicio es una digitalización, pero como este sistema
permite graduar en combinaciones mínimas las gamas de grises, en una infinidad
de elementos no registrables por el ojo, nos encontramos nuevamente ante una
estructura analógica. Se trata de una estructura gradual, en la que jugamos con los
valores intermedios, de manera muy detallada, entre dos extremos.
Un cuadro es una combinación analógica de matices, tonos y mezclas de colo-
res hasta conseguir la estructura idónea para el artista. Es posible combinar de mil
maneras los colores, de modo que se consiga una refinada evocación perceptiva o
sensorial. El pintor, como hizo Rembrandt, puede incluso renunciar a algunos
colores para forzarse al uso de gamas de matices que sugieran impresiones al
espectador.
Las combinaciones infinitas de elementos en una gradación constituyen la
forma analógica de comunicar. Por ejemplo, los matices semánticos en una expre-
sión verbal funcionan analógicamente y el contexto semántico del lenguaje tiene
una naturaleza analógica, a pesar de que la expresión verbal mediante el lenguaje
escrito o sonoro es digital.
Hemos dicho al hablar de esta ley general, que lo analógico y lo digital están
interconectados en las estructuras comunicativas. La lengua es un ejemplo de un
sistema que parte de señales sonoras y escritas de naturaleza digital, pero cuyo
desarrollo en el mundo del significado termina generando los diferenciales se-
mánticos y las isotopías graduales de los significados y sonidos.
De manera general, lo analógico y lo digital son dos caras de un mismo fenó-
meno comunicativo, dos modos de aproximación que además, revierten una en la
otra, como vamos a ver ahora.
Existen procesos comunicacionales que a partir de cierto nivel de carga, pasan
de una codificación a otra, produciéndose un cierre o cambio de umbral. Así,
imaginemos una fotografía que es fotocopiada y la tinta de impresión de copia
acrecienta la tintura en negro de todos los elementos que registra, hasta dejar irre-
conocibles las figuras, quedando finalmente una imagen de borrones negros sobre
blanco. Lo que ha ocurrido es un una reducción de la carga analógica en un men-
saje o conjunto de señales que nos ha llevado hasta el umbral de infracarga, en el
que se produce el salto a un sistema digital, y desaparece la percepción por hacer-
se imposible la distinción de grados. Imaginemos que, a la inversa, la fotocopia-
dora no tiene tinta y disminuye el contraste en la copia de tal modo que al impri-

140
La ley de la analogía o complementariedad de la información

mir la fotografía pierde toda nitidez y solamente vemos un fondo blanco. Ya no


notamos señales, cuando todo es completamente blanco o completamente negro.
Se acaba de producir un cambio absoluto en el que ni siquiera percibimos señales
sobre un fondo. Hemos sobrepasado la infracarga digital. Pues bien, múltiples
procesos comunicativos experimentan cambios cualitativos cuando exceden sus
cargas analógica o digital, en cada caso.
Como veremos, y de manera general, el aumento de la carga analógica en un
mensaje o conjunto de señales lleva hasta el umbral de carga en el que se produce
el salto digital, en el que un cambio absoluto de nivel tiene lugar, un cambio cua-
litativo. Por el contrario, el aumento en la carga digital de un mensaje, con múlti-
ples combinaciones y sutiles diferencias entre dos o más elementos discontinuos
termina generando una comunicación analógica, en la que aparece la continuidad
de las gamas de elementos conexos entre sí. Ambos sistemas constituyen límites
complementarios el uno del otro.
Muchas situaciones en las que el aumento o disminución de la carga informa-
tiva fluctúa analógicamente, pueden conducir a un cambio de enteros, por así
decir, en el sistema informativo de que se trate, que redefina los umbrales de car-
ga y sitúe en otro nivel de percepción la comunicación. Puede que el traspasar el
límite de carga nos conduzca a la anulación total del proceso informativo, en una
reversión total del sistema que estudiamos.
Pensemos en lo que ocurre cuando, en la exposición de un tema que va com-
plicándose gradualmente, llegamos al punto en el que ya no comprendemos nada
de nada: se ha producido un cambio digital de un sistema analógico. Y viceversa,
cuando conseguimos empezar a comprender algo en un campo de conocimiento
que al principio era inaccesible, empezamos a distinguir matices y combinaciones
cada vez más sutiles y graduales de los elementos, pasando de la comunicación
más discontinua y digital a un diálogo de los elementos combinables casi hasta el
infinito dentro de un umbral de carga.
Cuando somos expertos en un tema, la gradualidad de nuestros conocimientos
se extiende y diversifica, generando un infinito de matices. Estamos en el nivel
analógico de un umbral de carga. Esto, a su vez, va generando cambios digitales
de salto de nivel cualitativo de modo que llega un momento en que dominamos el
campo. Podemos estructurar el campo digitalmente, utilizando grandes diferen-
cias y combinaciones abstractas, y también podemos ahondarlo analógicamente,
detallando muy detalladamente cada una de esas abstracciones. Los dos tipos de
conocimiento y estructura comunicativa se complementan.
Cuando, por ejemplo, estamos aprendiendo un idioma, empezamos a distin-
guir matices de significados, al principio discontinuos y muy aislados, y llega un
momento en que nuestra fluidez en dicha lengua nos permite afirmar de manera
decidida que hablamos dicha lengua. Podemos captar prácticamente cualquier
frase que oigamos o leer cualquier texto que caiga en nuestras manos. Si nos pre-

141
Las diez leyes de la información

guntan, diremos que conocemos el idioma. Se produce entonces ese salto cualita-
tivo que el dominio de un campo continuo de elementos genera en este contexto.
Como veremos, la comunicación digital nos conduce a la analógica y vicever-
sa, la analógica nos lleva a las abstracciones propias de la comunicación digital.
Una de las capacidades más importantes de nuestra mente es la de complementar
abstracto y concreto, digital y analógico, de manera que podemos pasar de una
estructura a la otra en diferentes momentos y circunstancias. La información está
siempre asociada a estos cambios, pues las combinaciones en las estructuras ana-
lógica y digital son diversas y permiten generar distinto tipo de información res-
pecto a un tema. Así, si saltamos de una estructura a la otra podremos distribuir la
carga informativa, anclarla en distribuciones con distinta naturaleza en nuestra
mente, y pasar de unas a otras con facilidad. Vamos a ver cómo funciona esta ley
en nuestra mente.

8.3. La codificación de la información como herramienta cognitiva

Idealmente, la complementariedad del sistema analógico y digital está demostrada


en el propio funcionamiento de nuestra mente. La psicología percibió hace tiempo
que la comunicación digital, con discontinuidades abstractas, es propia del razo-
namiento deliberado y de la mente lógica, y aparece en esta parte de nuestra acti-
vidad mental, en la que elaboramos signos y símbolos cuya relación en un umbral
de carga transmite, por juegos de contraste y codificación complejos, significados
a menudo abstractos y difícilmente relacionados con la materialidad inmediata.
La comunicación analógica, basada en la percepción de matices en el conjun-
to, más gradual, y concreta, más cercana a la propia realidad material en la que se
inspira, es el medio natural de la mente no deliberada, de la percepción involunta-
ria o no forzada. Vemos que también, como se deja ver en los sueños o en la ima-
ginación, esta estructura es de algún modo el medio comunicativo general de esta
actividad característica de la mente. Si el inconsciente cognitivo trabaja con la
mente analógica, la mente consciente tiende a la codificación digital. Este es un
presupuesto con el que trabajan los psicólogos cognitivistas.
Así, la metacomunicación y los niveles secundarios, de alta abstracción sim-
bólica, de nuestra comunicación más racional, no llegan, por así decir, a la parte
de nuestra mente más desatenta y relajada, que sigue procesando información,
pero en continuos sin jerarquías, examinados en un mismo nivel sin lógica, y que
provienen directamente de la realidad experimentada o percibida de algún modo.
Ello explica que en este nivel de procesamiento no exista la negación de un men-
saje, ni la etiqueta clasificatoria para conjuntos de mensajes o de datos, de manera
que no es posible que se den, para esta concreta forma de tratar los datos sensoria-
les y cognitivos, las distinciones del tipo realidad/ficción, apariencia/realidad,

142
La ley de la analogía o complementariedad de la información

forma/contenido ni incluso las categorizaciones morales y emocionales que dis-


tinguen bueno y malo o placer y dolor.
No obstante, hay una tendencia de nuestra actividad cognitiva a integrar am-
bas formas de codificación en estructuras de variada naturaleza, que son más po-
tentes como herramientas de procesamiento informativo y comunicativo.
La complementariedad analógico/digital, que es la forma como se estructuran
los propios umbrales perceptivos, ha sido y es un recurso muy utilizado en la
comunicación. Percibimos y procesamos información en estos dos contextos y
modos estructurales, y podemos reforzar nuestra eficacia funcional usando ambos
sistemas conjuntamente.
Por ejemplo, para memorizar, muchos sistemas nemotécnicos se basan en
vincular mensajes y codificaciones digitales, que son difíciles de notar para la
mente no focalizada o no dirigida, con mensajes y codificaciones analógicas, que
sí son notados y procesados por la mente no racional. Al combinar imágenes con
números, o nombres y rasgos visuales, potenciamos enormemente la capacidad de
memorización porque usamos las dos estructuras cognitivas y sensibles a la vez,
dando, por así decir, mucha mayor energía a la información que debemos retener.
Para percibir o entender claramente, se recomienda siempre codificar en sis-
temas mixtos la información: visualizar aquellos enunciados abstractos, verbales
o escritos, o abstraer y escribir síntesis de aquellas imágenes o impresiones sensi-
bles que vienen en clave analógica. Al traducir de un sistema al otro la informa-
ción, se duplica su fuerza en nuestra atención y también en la capacidad que te-
nemos para captar la atención de los otros.
Para disminuir la carga cognitiva es también muy interesante proporcionar
codificaciones digitales de un complejo mensaje analógico, o imágenes analógi-
cas de un sistema de complejidad digital. Ésta, por ejemplo, es la explicación de
por qué en el periódico, sea tradicional, sea digital, se tiende al llamado transme-
dia, que nos permite codificar en imágenes en movimiento, imágenes fijas, textos
de palabras o mapas, la información. Al cambiar de sistema, pasamos de codifica-
ciones digitales a analógicas, lo que ayuda muchísimo a situar la información y a
transmitirla.
Los modos de escritura periodística están también relacionados con usos digi-
tales y analógicos de la lengua escrita. Así, aunque hemos dicho que los signifi-
cados verbales son codificaciones digitales, el periodismo se ha dotado de las
denominadas “palabras clave”, que son formas crípticas, muy resumidas, de alu-
sión a los temas informativos de gran complejidad. La escritura de titulares redu-
ce la complejidad analógica de un mensaje, dejándolo circunscrito a pocas pala-
bras, que juegan digitalmente a crear señales únicas en un continuo informativo
dado.
Como veremos luego, cuando el lector desarrolla la lectura del texto en deta-
lle, al acceder al cuerpo de la noticia, vemos que entra en ese mundo de matices

143
Las diez leyes de la información

semánticos que le llevan a construir la comprensión de la noticia en su totalidad.


Cuando ello ocurre, y aunque el lector se hace una imagen analógica de lo ocurri-
do, lo conservará bajo una etiqueta muy abstracta en su memoria más general. El
conocimiento juega así entre la abstracción y el despliegue de datos constante-
mente, y su constante combinación y cambio nos permite reducir la carga cogniti-
va que implica ese proceso.
La mente no focalizada, hemos dicho, se mueve en representaciones analógi-
cas, y no distingue niveles digitales de la comunicación. Así, para ella no existe la
representación como tal, ni las distinciones entre grados de realidad o irrealidad
de los mensajes. No existen planos lógicos ni saltos de umbral o de escalabilidad
de las representaciones. Es una mente que trabaja con índices e iconos básicos,
con imágenes generadas a partir de objetos, y cuyas codificaciones analógicas no
admiten simbolización, más propia de la mente focalizada y racional.
Pero a menudo precisamente por ello esta mente puede encadenar simboliza-
ciones muy originales porque no respeta las convenciones ni la coherencia en la
vinculación entre elementos en su seno. Como vemos en los sueños, o cuando
elucubramos con la imaginación, es posible ver con esta mente lo abstracto de
manera concreta y lo concreto como una abstracción. Los sueños que se producen
en nuestra mente involuntariamente son un ejemplo de una conversión en un solo
flujo de todos los sistemas representacionales de la mente consciente. Cuando se
vuelcan en una codificación analógica, se mezclan y combinan realidad y ficción,
figuración y abstracción, de unas maneras muy características.
A menudo los códigos digitales no nos permiten conocer el profundo signifi-
cado de contenidos que alojamos en nuestra mente, bien porque están olvidados,
bien porque la mente no sabe cómo expresarlos, o porque están asociados a nive-
les de experiencia en los que la verbalización no se da. En estos casos, la mente
analógica, es decir, la mente más allá del umbral consciente, que vemos expresar-
se en la fantasía, los sueños, las ensoñaciones o intuiciones, puede ser el vehículo
que exprese esos contenidos. A menudo lo hace mediante un simbolismo comple-
jo, que combina en un sistema indicial de señales. Puede expresar, por ejemplo, la
maduración de la médula espinal en el crecimiento de un niño con sueños relacio-
nados con reptiles gigantes y dinosaurios. Conocer esta capacidad del sistema
analógico es también una experiencia muy rica para los investigadores, como
sabía muy bien Carl Gustav Jung.
Nuestra mente racional es la mente que trabaja con sistemas digitales de codi-
ficación basados en la combinación de elementos discretos y discontinuos, y en
sistemas abstractos, no icónicos, de representación, como son los lenguajes de la
escritura y los números. También es la que distingue escalas de abstracción y
grados de iconicidad de los mensajes, y la que utiliza la metacomunicación que
etiqueta y define conjuntos de mensajes y los niveles de la cognición, que para el

144
La ley de la analogía o complementariedad de la información

sistema analógico de la mente dispersa son todos elementos de un mismo conjun-


to.
Cuando estamos más profundamente desconectados de esta mente, sus cons-
trucciones coexisten mezclando los niveles de abstracción. A veces es posible que
de ese juego surjan visiones diferentes de la realidad, o modos nuevos de organi-
zar su conocimiento. Cada vez que complementamos mensajes analógicos y digi-
tales, evocamos cómo funciona el cerebro cuando está en plenitud de sus faculta-
des, permitiendo que se pase de lo analógico a lo digital y viceversa de una
manera ágil y organizada.
Parece que una de las maneras de complementar y aumentar la eficacia de los
sistemas comunicativos de todo tipo es combinar representaciones analógicas y
digitales, por las diferentes funciones que pueden tener para la mente humana, y
por su capacidad para completar el nivel comunicativo en el que nos movemos.
Usando ambas codificaciones podemos acceder al mismo tiempo a ambas cáma-
ras mentales. Este es el secreto de la comunicación visual y verbal, que utiliza
ambos sistemas, así como aquellos sistemas de memoria y reglas nemotécnicas,
que antes citábamos, o de captación de la atención, que combinan imágenes y
lenguajes abstractos, no icónicos. Su eficacia para traspasar umbrales de carga es
mucho mayor. Vamos a ver ahora cómo la conexión analógico-digital está cultu-
ralmente desarrollada en los mapas y mensajes escalables, que se han convertido
en uno de los instrumentos fundamentales de nuestra moderna comunicación en la
red de Internet.

8.3. El aprendizaje y lo analógico/digital

La combinación de lo analógico y lo digital es clave, también, para ayudar en la


ideación de los conceptos y nuevos elementos del conocimiento humano. Así, una
experiencia en la realidad analógica puede llevar a un científico a un cambio ab-
soluto de punto de vista, como le ocurrió a Arquímedes en la bañera. Y viceversa,
confrontarse con una abstracción como un enigma o una paradoja lógica pueden
hacerle ver detalles que hasta ese instante no había captado, como le pasó a San
Pablo cuando se cayó del caballo, conmocionado, ante una simple pregunta de
dónde iba.
El salto de niveles comunicativos puede describirse como un cambio de ana-
lógico a digital. Recordemos la anécdota de Gregory Bateson en su entrenamiento
con delfines marsopas, en los años 50. Bateson (2006) mostró cómo los delfines
eran capaces, cuando debían resolver un comportamiento complejo en respuesta a
un estímulo de los entrenadores, de “trascender” el ejercicio realizando un des-
pliegue de todas las posibles respuestas que el ejercicio debía tener, diferencián-
dolas claramente.

145
Las diez leyes de la información

Estos delfines recibían una recompensa solamente cuando realizaban una va-
riación sobre diferentes acrobacias que eran capaces de hacer. Pero captar que la
recompensa llegaba solamente con la variación era una cuestión muy compleja. A
menudo, los entrenadores les mostraban que por repetir la misma pauta no reci-
bían premio alguno, y los animales buscaban sin dar con la clave digital que ex-
plicaba aquel comportamiento. De repente, después de algunos días, uno de ellos
realizó toda una serie de variaciones de acrobacias una detrás de otra, como de-
mostrando su amplia comprensión de lo que se le pedía.
El salto digital que daban los delfines, a “teorizar”, por así decir, sobre la
condición misma del entrenamiento, comprendiendo por fin que lo que se pedía
era una variación, es un salto de lo analógico –con sus posibles grados o matices
de codificación- a lo digital, que nos muestra el aspecto general absoluto de algo,
permitiéndolos contemplarlo en su totalidad, y aplicar esa visión general al caso
concreto que necesitamos solventar.
De hecho, lo que se denomina “deuteroaprendizaje”, concepto igualmente
desarrollado por Bateson (1972), es la capacidad para desarrollar un cambio abso-
luto en la perspectiva de acceso a la información, pudiendo comunicarse al res-
pecto de ella misma, generando teoría al respecto. Esta capacidad de superar la
primariedad de un lenguaje, llegando a reflexionar sobre su conjunto, en un nivel
secundario y más abstracto, es también un salto de lo analógico a lo digital. Gran-
des pedagogos han analizado la metacomunicación (cuya ley abordaremos en
seguida en este libro) que se genera en el dominio de un campo de conocimiento
–por ejemplo Milton Erikson, o más recientemente Guy Claxton (2001). La su-
peración de un nivel de acceso a información produce un ascenso teórico, si en-
tendemos por tal lo que etimológicamente significa, una “visión panorámica”, es
decir, absoluta, sobre la que de nuevo empieza a constituirse un sistema gradual.
Hay otro aspecto en el que la codificación analógico y digital es muy impor-
tante. En la enseñanza sabemos que existe una carga cognitiva intrínseca, genera-
da por la complejidad de los temas a estudiar o aprender, y una carga cognitiva
externa (Jonassen 1997) relacionada con la forma como se exponen, presentan o
detallan esos contenidos. La combinación de carga cognitiva intrínseca y extrín-
seca es clave para aprender, porque si un texto es excesivamente complejo, por
muy sencillamente que se presente, no será procesado adecuadamente, y vicever-
sa, aunque el contenido sea idóneo, si la carga extrínseca asociada a la forma del
mensaje, su exposición o su grado de redundancia, son grandes, bloquearán el
acceso a la información que contienen. Existe además otro tipo de carga que tiene
que ver con la relación de los temas y su estructuración en sistemas análogos.
Cada tipo de carga influye en quien aprende, y además, no influye del mismo
modo si quien aprende es ya alguien experto en el tema –en cuyo caso la carga
extrínseca es muy importante, porque rehúye la complejidad formal innecesaria- o

146
La ley de la analogía o complementariedad de la información

es un principiante de nivel bajo –para el que la carga extrínseca no es tan deter-


minante e incluso puede ser grande y no causar problemas.
La carga extrínseca tiene que ver con la distribución en estructuras digitales y
analógicas complementarias de la información. Es necesario distribuir muy bien
ambos conjuntos, y permitir el paso de uno al otro en la exposición de ambos
estilos comunicativos. De la armónica combinación de ambos elementos resulta
además la posibilidad de hallar analogías con otras estructuras aprendidas.
En enseñanza, como veremos en el siguiente capítulo, se complementa la ca-
pacidad de abstracción y de detalle mediante las adecuadas estructuras expresivas.
Como decimos, son necesarios los dos tipos de códigos para poder almacenar,
facilitar y transmitir la aproximación al conocimiento desde puntos de vista com-
pletos.

8.4. La escalabilidad de la información en las tecnologías

La mente humana utiliza un sistema para poder pasar de codificaciones analógi-


cas a digitales de un modo culturalmente organizado. Se trata de los mapas y re-
presentaciones a escala, que además de aumentar el nivel de abstracción de una
representación y acercarlo a la digitalidad de código, conservan siempre la capa-
cidad de desarrollarse hacia su iconicidad de origen, de manera que pueden rever-
tir hacia la dimensión analógica de la comunicación.
Los mapas y representaciones a escala son a la vez analógicos y digitales, por
lo que son interfaces entre los dos tipos de comunicación. En tanto simplificacio-
nes abstractas y tendentes a la señalización de contrastes y combinaciones sim-
ples, son digitales. En tanto iconos o copias fieles de las realidades primarias que
representan, son analógicos.
Nuestra mente es capaz de interpretar mapas. Esta facultad aparentemente
sencilla implica sin embargo un alto grado de complejidad cognitiva. La mente es
capaz de hacer los saltos de nivel adecuados para contemplar un conjunto de ele-
mentos en una totalidad simplificada (digital), y orientarse en ella, o detallar infi-
nitamente dicha totalidad hasta desmenuzarla en componentes puntuales, interpre-
tándola para adaptarla al terreno que representa.
Un mapa es un icono digital, es decir, es una copia o representación que sin
embargo es abstracta, tiene una capacidad informativa propia, ajena al objeto
mismo que representa. Por ejemplo, podemos ver en un mapa meteorológico pro-
cesos que no podemos apreciar sobre el terreno que aquél representa.
El cambio de escala que los mapas generan produce cambios informativos
importantes en el contenido que representan. Dado que la información está intrín-
secamente relacionada con la combinación de elementos de que consta, las com-
binaciones digitales discontinuas producen información de un tipo, en tanto las

147
Las diez leyes de la información

combinaciones analógicas basadas en elementos continuos generan información


en otro nivel combinatorio.
Los mapas son en definitiva un tipo de representaciones. Todas las represen-
taciones humanas tienen un aspecto reductor de la realidad a la que representan,
por lo que necesariamente son cartográficas, son sistemas digitalizados de expre-
sión del continuo analógico que es lo real.
Nuestra mente no solamente sabe reconocer una representación como algo
que sustituye a su objeto, sino que, muy especialmente, es también capaz de reco-
nocer un objeto más extenso en una representación sintética, más simple. La ca-
pacidad de desplegar y de replegar la referencia en los signos está directamente
relacionada con la capacidad de crear signos que son representaciones de algo no
representable, por su extensión o inconmensurabilidad. Llamo la atención sobre lo
fabuloso de esta capacidad.
Los mapas y representaciones a escala trabajan con los dos niveles de codifi-
cación que estamos viendo en esta ley. Son interfaces, es decir, intermediarios,
entre formas sintéticas y formas analíticas de conocimiento, orientación o comu-
nicación con el entorno. Nos permiten trabajar a la vez con dos niveles distintos
de codificación y ordenación de lo real, y aprovechando esos dos órdenes diver-
sos, poder aumentar la información en nuestro cerebro.
La capacidad de escalabilidad está muy relacionada con las capacidades co-
municativas, como vemos. Alfred Korzybski, fundador de la Escuela de Chicago,
y creador de una teoría semántica general muy similar a la teoría informativa,
afirmaba que el ser humano actúa ante la información abstracta como si se tratara
de realidades concretas. Por ello, lanzó su célebre frase “El mapa no es el territo-
rio”, indicando la necesidad que tenemos los humanos, y otros animales superio-
res, de distinguir claramente entre representación y realidad.
El dictum de Korzybski, de los años 20 del XX, es un axioma igual de esen-
cial que los que estamos viendo, porque pone el acento en la tendencia y facilidad
humana a confundir el signo con su objeto, la realidad y la representación, la ima-
gen y el hecho. Esta facilidad humana, que nos permite al mismo tiempo generar
muchas formas de empatía y agilizar la comunicación mediante el uso de la abs-
tracción, es también responsable de las grandes calamidades de la especie, que es
incapaz de reaccionar a la propia manipulación que las representaciones ejercen
sobre ella. Otro pensador que hizo hincapié en esta paradoja es Jorge Luis Borges,
en su famoso texto “Del rigor en la ciencia”, en el que el genio argentino relata la
historia de un Imperio donde el arte de la cartografía llegó a tal perfección, que
llegaron a construir un mapa del tamaño mismo del Imperio.
Aquél pueblo cultivaba la construcción de estas representaciones con tal exac-
titud que saltaron, por así decir, del nivel digital al analógico, en el momento en
que en vez de reducir, aunque fuera levemente, el tamaño de los mapas que ocu-
paban ya provincias enteras del reino, ampliaron con tal celo la precisión del ma-

148
La ley de la analogía o complementariedad de la información

pa que llegó el momento en que se hizo completamente igual al mismo reino,


resultando inútil su manejo para las generaciones siguientes, que lo descuidaron y
destruyeron.
En esta preciosa alegoría del conocimiento científico, Borges hace visible la
tendencia humana a la exactitud analógica en las representaciones científicas, de
manera que se vuelven completamente absurdas, toda vez que abandonan su con-
dición de simplificaciones, es decir, de mapas diferentes al propio territorio. Es
por tanto fundamental que las codificaciones sean inexactas en cierto límite, por-
que la exactitud absoluta, en el nivel representacional, hace inútil la representa-
ción.
Este cuento nos enseña también cómo el nivel de simplificación, de disconti-
nuidad con lo real, de los signos, códigos y lenguajes, es lo que los hace informa-
tivos, puesto que los ubica en un umbral de contrastes y combinaciones donde
generan información: un mapa es útil cuando podemos ver en él largas distancias
representadas en un espacio pequeño, de modo que podemos orientar nuestra
dirección en él, aplicándola luego al terreno real.
Cada nivel de abstracción proporciona información a una escala que luego
puede trasladarse al nivel de lo concreto, en una operación de proyección cogniti-
va. Que podamos llevar a cabo esta operación aparentemente sencilla, es un au-
téntico milagro cognitivo, porque es la responsable de nuestras ideas, de nuestras
estructuras metafóricas, de nuestras teorías y avances mentales.
Muchísimas actividades humanas están basadas en la proyección de represen-
taciones a escala cambiando ésta. Entre ellas, la enseñanza, la información perio-
dística o la ciencia misma en muchas de sus áreas de trabajo.
Simples técnicas de procesamiento de información que manipulan la escalabi-
lidad de los lenguajes que usan, aprovechan la complementariedad analógi-
co/digital, porque se mueven de un nivel más abstracto y general de la informa-
ción a un nivel gradualmente más continuo y detallado. El lenguaje periodístico
es un buen ejemplo de ello, además de por el uso que se hace de imágenes y tex-
tos, por el uso de palabras clave y textos completos en las noticias.
El uso de mapas y estructuras en escala no deja de crecer con el desarrollo
humano en nuevas tecnologías. Hoy en día uno de los criterios fundamentales
para orientarse y abordar las tecnologías de la información y comunicación es la
filosofía de la escalabilidad.
Hemos visto que manejar representaciones a escala que se proyectan a domi-
nios diversos es una actividad fundamental de la mente. Lo que la tecnología digi-
tal está permitiendo hoy es usar la escalabilidad como un lenguaje general, como
la retórica fundamental que rige el acceso a la información.
Pensemos en cómo está configurada una página web. En ella, codificaciones
simples, como los módulos con enlaces y las etiquetas vinculadas a otras páginas
o subpáginas aparecen como el mapa general del sitio web. Este mapa es escala-

149
Las diez leyes de la información

ble: pinchando sobre sus puntos básicos, se despliegan elementos representados


ya de manera más detallada, en subpáginas o módulos extensos.
El paso de lo digital a lo analógico ordena esta mecánica de fusiones de ele-
mentos, y viceversa, es posible retornar a las abstracciones más generales para
iniciar a partir de ellas otros recorridos virtuales.
En estas fusiones, puede darse que las visualizaciones de datos nos permitan
reducir su escala y manejarlos informativamente hablando, o puede darse que los
despliegues de datos a partir de visualizaciones nos permitan acceder a nueva
información sobre los mismos. La escalabilidad móvil, es decir, los efectos de
ampliación y de reducción de la óptica utilizada, es el mecanismo general que
estructura el acceso a la información en múltiples contextos de actividad en la red.
Esa escalabilidad móvil introduce el principio de profundidad. Análogamente,
entendemos que el aumento de escala sobre una imagen, texto o mapa, nos lleva a
un mayor detalle informativo. Con esta misma estructura de los mapas territoria-
les organizamos la estructura de los sitios web, las páginas de los periódicos e
incluso las obras hipertextuales. Los usuarios solemos desplegar estos mapas
mentales y proyectarlos también de unos sectores a otros de la web, pero no so-
lamente esta estructura radica dentro de ella, sino que aparece también en el mun-
do exterior a la misma.
El gusto por los juegos de escala se ha convertido, como decimos, en un hábi-
tat nuevo en el que la mezcla y unión de contextos que tradicionalmente pertene-
cían al mundo representacional, con espacios que eran primarios, es decir, no
representacionales, está ocupando la vida cotidiana.
Hay ahora mismo un proceso de descubrimiento de los nuevos espacios pro-
yectables en el espacio físico compartido, que está comenzando a jugar con las
dimensiones, compartimentaciones y organizaciones de escala tradicionales, e
invirtiendo las proporciones de uso, los accesos a los distintos códigos de repre-
sentación analógica y digital, propios de la sociedad tradicional. Podemos encon-
trarnos las calles donde ventanas que dan a casas se convierten en pantallas que
nos reenvían al mundo de los medios, la publicidad o el cine, o inversamente es-
pacios de nuestro hogar donde pantallas nos comunican directamente con el espa-
cio exterior, negando los tabiques existentes. Los cambios en la codificación,
escalabilidad y grado de representatividad en todos los sistemas son constantes, y
se han convertido en la atmósfera simbólica en la que debemos buscar la adapta-
ción para evolucionar con ella.
Estos cambios a menudo juegan con el contraste que produce la coexistencia
de dos modos de representación provenientes de dos ópticas muy diferentes. En-
contrar e incorporar posibilidades de representación a escala en áreas antes domi-
nadas por una única escala –por ejemplo, la calle urbana, antes dominada por las
representaciones tridimensionales no mediadas o bidimensionales encajadas en
esa estructura, y ahora posible entorno de desarrollo de efectos 2D en claro cho-

150
La ley de la analogía o complementariedad de la información

que con las perspectivas tradicionales, es uno de los grandes desarrollos del espa-
cio público en los últimos años. Supone incorporar algunas codificaciones digita-
les en zonas donde el espacio analógico dominaba con sus leyes de perspectiva y
proporción. Estos juegos nos muestran la infinitud de nuestro propio entorno, su
carácter construido, y la capacidad que tenemos para generar más mundos en éste
que vivimos, parafraseando a Paul Eluard (“hay otros mundos, pero están en
éste”).
La paradoja de Borges y el imperio cartográfico, así como la frase de Eluard,
nos muestran cómo la escalabilidad es vital como hábito humano, que nos permite
simplificar la observación de lo real para poder manejarla a cierto nivel que es útil
representativamente hablando. Las tecnologías actuales tienen como una de sus
principales dinámicas el juego con la escalabilidad, es decir, de lo analógico a lo
digital, y viceversa. El cambio que desde el punto de vista operativo se produce
con un cambio de escala de observación nos permite organizar todo el contenido
en los sistemas de archivo de los ordenadores, pero también en nuestra memoria
semántica. Y el juego entre gran y pequeña óptica en todo tipo de recursos hiper-
textuales nos conduce a la posibilidad de manejar muchos documentos a la vez y
trabajar simultáneamente en diversos sistemas a la vez. La escalabilidad ahora
mismo es ya un recurso estilístico omnipresente, parte de la retórica general de la
red, que es necesario dominar, es decir, saber desplegar y replegar, en todas sus
posibles formas y alusiones y re-mediaciones, para poder moverse en la red.

8.5. La reducción de carga mediante la conversión analógico/digital

Hemos explicado en el capítulo anterior cómo la conversión de la información, de


código digital, a analógico, o viceversa, es uno de los elementos más interesantes
para analizar en la cultura comunicativa. Una de las funciones de la interacción
entre la información digital, de distinto nivel de complejidad, y la analógica, es
precisamente la reducción de carga y el acceso rápido a las estructuras que pue-
den luego desarrollarse en formas detalladas. Vamos ahora a explicar en detalle
por qué nuestra mente convierte información digital en analógica y viceversa, y
cómo estas conversiones ayudan a múltiples actividades comunicativas.
Las representaciones analógicas y digitales tienen un importante papel en la
carga informativa, porque son la base para la creación de los esquemas cognitivos
que subsumen y organizan la información en nuestra mente (Aladro, 2006). Si,
como veíamos al hablar de los marcos interpersonales de la comunicación, los
marcos de referencia rotulan o delimitan el significado y campo de implicaciones
de la comunicación en curso, y los mapas nos orientan en la extensión de territo-
rios inabarcables por nuestro conocimiento en el terreno, las imágenes digitales
también ejercen esta función de marcos para la memoria y de mapas en la genera-

151
Las diez leyes de la información

ción de nuevas concepciones, en la macroestructura semántica de la información,


es decir, en la organización de contenidos que compartimos y que utilizamos para
entender y reducir lo complejo en la vida real.
Cuando las imágenes simplificadas de lo real sirven para representar un obje-
to más extenso, con ellas realizamos, como afirmábamos antes, una proyección
cognitiva: un paralelismo entre la representación digitalizada y el campo analógi-
co sobre el que nos informa.
La mente está constantemente llevando a cabo proyecciones o cartografías a
partir de codificaciones digitales, que tienen sin embargo un carácter de escala, es
decir, icónico, con respecto a un hecho o espacio real. Y también, lleva a cabo
traspolaciones de esas proyecciones a otros campos diversos del que provienen, a
través de lo que se ha denominado las metáforas cognitivas (Black 1966).
Metáforas e ideas, en general, son proyecciones analógicas, con cierto grado
de simplificación y escalabilidad, que se aplican a campos o dominios que no son
los propios de los que provienen. Nuestra mente, como indicó Max Black, es ca-
paz de extraer mapas digitales de lo real, que conservan la capacidad de desplie-
gue analógico, y aplicarlos o proyectarlos sobre un dominio diverso, generando
así visiones nuevas de lo real, a partir de la proyección cognitiva.
Nuestras metáforas y proyecciones eidéticas a menudo cambian la visión de la
realidad de un golpe, lo que en creatividad se denomina insight o iluminación (
Wallas 1926). Las metáforas constituyen, de hecho, el modo como se desarrollan
nuevos esquemas mentales en campos o dominios, que con esta operación proyec-
tiva, producen nuevas perspectivas y el hallazgo de elementos antes desconocidos
en el ámbito cognitivo que sea. La gran mayoría de las ideas (siguiendo la etimo-
logía de la palabra, que significa “visión”) son conformaciones analógicas muy
sintetizadas que admiten luego un desarrollo en un nivel más complejo.
Aquí vemos en acción la complementariedad analógico/digital de las repre-
sentaciones humanas y sus referentes. La información analógica, es decir, las
representaciones de analogía, los iconos, en términos semióticos, y las imágenes
conceptuales, que son simplificaciones digitales de las mismas, juegan un papel
clave en los umbrales de carga cognitivos. Nos permiten agrupar enormes masas
de vocabulario, articular ejes radiales para las cogniciones, y “colgar” de dichos
ejes todo tipo de asociaciones que luego pueden ser recuperadas. El cambio de
digital a analógico en la mente es un cambio de una gran óptica a una pequeña
óptica que permite trabajar la información a la mente de manera óptima.
Lo que vemos actuar aquí es muy similar a lo que veíamos al hablar de los
mapas a escala. La interpretación del mapa exige una proyección final sobre el
terreno, en el que se produce una identificación entre imágenes conceptuales e
imágenes materiales, entre las representaciones discontinuas y simbólicas y sus
referentes en el continuo espacio-temporal. Esto mismo está desarrollado en el
interior de la mente humana cuando despliega, a partir de imágenes conceptuales,

152
La ley de la analogía o complementariedad de la información

mapas cognitivos o abstracciones y estructuras generales, el conocimiento más en


detalle que termina generando un universo de elementos propio que se extiende
analógicamente.
Cuando los periodistas organizan los asuntos informativos en grandes estruc-
turas de sucesos o temas, en las que los epígrafes generales conforman desarrollos
conceptuales que nos orientan, están trabajando bajo el mismo principio cogniti-
vo. Como decíamos anteriormente, las noticias son episodios analógicos que vie-
nen a conformar acumulativamente un mapa digital informativo, al que se suele
denominar memoria semántica de la información. Para entender las noticias, los
lectores se orientan mediante el uso de ese mapa digital, formado de grandes ras-
gos, que describen los titulares y sumarios de las informaciones.
Esas estructuras conceptuales no son completamente abstractas, sino que ad-
miten la escalabilidad y pueden desplegarse, dentro de los periódicos y otros me-
dios, hasta conformar un universo de detalles, episodios y antecedentes informati-
vos. El vocabulario, los elementos clave, su orden, sus fases, se conforman en las
grandes proyecciones que no solamente pueden reconocerse de un vistazo, sino
que pueden coordinarse unas con otras y relacionarse en todos los asuntos de la
actualidad.
Debemos relacionar directamente el dominio de las conversiones analógi-
co/digitales con un ámbito externo e interno a la mente, pues tienen que ver, como
hemos visto ya varias veces en este capítulo, con la eficacia de los sistemas profe-
sionales y sociales masivos de comunicación e información.
El mundo periodístico, a través de los estilos de redacción, del uso de la tec-
nología, y de las maneras profesionales de acceder y difundir la información,
maneja ambas codificaciones para complejas operaciones en las noticias, como
hemos explicado al hablar de la carga informativa. Analógico y digital juegan un
papel clave en la distribución de la carga en las memorias semántica y episódica
de la información, siendo ambas, como parece, un trasunto de los dos tipos de
codificación.
Las formas más generales y abstractas, las imágenes conceptuales, los mapas
mentales periodísticos ocupan la memoria semántica de la información, en tanto
los detalles y episodios concretos, que van siendo desarrollados en las noticias
son el material de trabajo de la memoria de trabajo más a corto plazo. La interac-
ción entre ambas memorias es similar al manejo de las dos codificaciones desde
el punto de vista cognitivo.
Los periodistas aprenden a sintetizar, ver las cosas en conjunto, abstraer y es-
calar los temas, y enseñan con su lenguaje y operaciones profesionales a los lecto-
res a hacer lo mismo. La escritura de informaciones periodísticas exige una serie
de competencias desde estos puntos de vista.
Así, nos encontramos que al igual que en otras actividades sociales diversas
que van de la enseñanza a la creatividad, el juego de conversión entre ambas codi-

153
Las diez leyes de la información

ficaciones es vital en el periodismo, ha marcado nuestra cultura informativa y


seguirá haciéndolo mediante múltiples versiones, sean tecnológicas, sean estilísti-
cas o mediáticas.
Probablemente el periodismo sea una de las actividades donde más se genera-
liza, difunde y orienta a los integrantes de la vida social sobre la necesidad de
sintetizar y desplegar estructuras para la distribución de su carga informativa. Hoy
en día, con las nuevas tecnologías, estas actividades informativas empiezan a ser
compartidas por los usuarios de la red, que en sus múltiples plataformas, sistemas
de difusión de información, redes grupales, y otros, utilizan tanto los mecanismos
de escalabilidad como su pertinente actividad directa sobre los tipos de memoria y
los modos de recuperar la información en todos los sectores.
La información y sus codificaciones, las variaciones que experimenta aquella
cuando su codificación pasa a tener una estructura digital a partir de una analógi-
ca, por ejemplo en los infográficos y visualizaciones de datos, o cuando al contra-
rio, aumentamos su escala hasta hacerla constituir el universo primario de refe-
rencia, por ejemplo cuando integramos en los mapas las fotografías y holografías
adecuados o cuando incluimos en las noticias las filmaciones directas de los suce-
sos, son en realidad una operación constante de la vida social actual. El hábitat
actual de la información incluye la mutación constante de su codificación, a partir
de las relaciones proyectivas que pueden darse entre esos códigos diversos.
Lo que llamamos la “usabilidad” o naturaleza “intuitiva” de muchos sistemas
de representación analógico-digital en los medios actuales de comunicación no es
sino el recurso que hacemos a nuestra facultad especial para extraer lo digital de
lo analógico y viceversa. Como hemos indicado antes, se trata de dos modos de
acceder a lo real que arrojan distinta información sobre la misma, que, combina-
dos, multiplican nuestra capacidad de actuar en ella y operar con eficacia en ella.
En el fondo de esta ley, encontramos hondas ideas sobre la estructura misma
de la vida que vivimos. Recuerdo una frase del novelista griego Nikos Kazanzá-
kis: “Que el conocimiento suba hasta la colina más alta, para que se haga con-
templación”. Esta frase poética, expresa perfectamente la intrincada naturaleza de
lo real, donde lo más abstracto y elevado es precisamente lo que más integra ele-
mentos y es más perfecto en su comprensión de lo real, puesto que nos comunica
directamente con ello. Ese conocimiento elevado es una experiencia directa de
comunicación, en toda su primaria simpleza, una contemplación del panorama
inmenso, y extenso, de la vida, donde no cabe la omisión de un solo elemento.
Cuando avanzamos en la teoría, a menudo tenemos ideas que son visiones di-
rectas de realidades que conocemos, recuerdos de experiencias vividas u observa-
das, que nos inspiran conceptos, pero se hallan en lo más profundo de nuestro
pensamiento. Quizás por ello, estas dos formas de lenguaje comunicativo están
presentes en nuestra mente, para, alternándose, permitirnos avanzar hacia las altu-
ras más perfectas de sensibilidad con nuestro mundo. No debemos olvidar la plas-

154
La ley de la analogía o complementariedad de la información

ticidad increíble del cerebro humano, que obtiene información diversa de una
misma realidad, alterando las codificaciones en las que dicha realidad se conser-
va.

155
9
La ley de la metacomunicación

Esta penúltima ley fue enunciada por la Escuela de Palo Alto y es uno de sus
axiomas fundacionales de la teoría de la comunicación, que hemos citado ya va-
rias veces. Es además uno de los campos de mayor desarrollo en disciplinas como
el interaccionismo, la semiótica o la teoría literaria. La formulación que los auto-
res de Palo Alto adoptaron fue a la vez simple y muy general: “Toda comunica-
ción tiene dos aspectos distintos, uno de contenido y otro de relación. La relación
califica al contenido” (Watzlawick et al., 1986: 46 y ss.)
Cuando hemos estudiado la percepción básica y las formas elementales de in-
formación, ya mostrábamos que el uso de cualquier señal necesariamente supone
una selección de lo real, y un juego de combinaciones y órdenes de lo real que al
tiempo que nos explica algo o lo manifiesta, imprime una determinación sobre
ello. Pues bien, la ley de la metacomunicación no es sino un resultado, y un desa-
rrollo, de este mismo fenómeno.
Toda comunicación es metacomunicativa, y por ello, aun cuando se trate de
un intercambio tan inmediato como instintivo, tiene siempre un aspecto reflexivo,
se autodefine y con ello condiciona el significado de cuanto nos muestra.
En esta unidad vamos a analizar la amplitud de los factores de la ley. Hay
formas de metacomunicación muy simples, que compartimos con los animales, y
que son estudiadas en los rituales de interacción. Hay modos de metacomunica-
ción que determinan complejos modos de comunicación cultural, y están asocia-
dos a interacciones tan complejas como las del humor o la experiencia estética
más refinada. Hay, por último, metacomunicación asociada a la constitución del
poder social, del poder de los mismos medios profesionales, y al ejercicio de sus
funciones en el mundo social, cuyos aspectos más complejos derivan de la impor-
tancia de esta ley.

157
Las diez leyes de la información

9.1. Todo signo es metacomunicativo

La ley de la metacomunicación, como las leyes de la simetría y complementarie-


dad y la de la analogía/digitalidad de los mensajes, nos iluminan sobre la natura-
leza muy compleja de la comunicación más básica. Vamos a ver cómo se presentó
el fenómeno de la metacomunicación a los primeros investigadores de nuestro
ámbito.
Uno de los autores que más trabajó esta ley fue Gregory Bateson, quien dedi-
có gran parte de sus estudios a mostrar este doble aspecto de la información, liga-
do al contenido por una parte y por otro a la relación establecida o predeterminada
en la transmisión del contenido.
Si Jackson estudió los sistemas conductuales, y Watzlawick las escaladas, Ba-
teson estudió la metacomunicación y sus estructuras básicas en la interacción
comunicativa.
Lo que Bateson descubrió, y en lo que profundizó, fue en el fenómeno de la
metacomunicación, es decir, la comunicación al respecto de la propia comunica-
ción (Bateson 1972) que aparece siempre en la actividad. Llamamos metacomu-
nicación a la comunicación reflexiva que se establece sobre el mismo intercambio
comunicativo.
La metacomunicación define el significado del intercambio comunicativo en
el que nos situamos. Es el aspecto de relación, que califica al contenido, en todo
intercambio informativo.
Imaginemos a dos animalitos jugando, por ejemplo, dos monos pequeños.
Como Bateson descubrió, los signos que intercambian no son primarios, es decir,
no significan sencillamente lo que hacen: los monitos juegan a morderse, pero los
mordiscos que se dan no son agresiones. Son, como él indicó, secundarios, y es-
tán calificados por la relación comunicativa de juego.
Fijémonos que los signos de morderse en la relación comunicativa de juego
pierden parte de su carácter inicial, para ganar otro. Pero además, han sido estos
mismos signos, utilizados de una manera particular, los que han establecido la
relación de juego. Se han utilizado graduando su significado en unos primeros
intercambios, hasta establecer lo que antes denominábamos el “marco” comunica-
tivo.
Estos dos animales están utilizando signos metacomunicativamente, es decir,
están graduando su significado para que responda a una relación establecida con
ellos. Este uso secundario de las señales tiene la capacidad de establecer los signi-
ficados reflexivamente sobre los signos que los vehiculan. A esta capacidad, al-
tamente refinada, la denominamos metacomunicación.
Es muy interesante conocer que lo primero que los signos hacen es establecer
la definición de la situación comunicativa en la que actúan, y por lo tanto, todos
los signos tienen un aspecto de metacomunicación, que ahora explicaremos.

158
La ley de la metacomunicación

Todos los signos tienen un aspecto metacomunicativo, y al mismo tiempo que


comunican un significado, definen la relación en la que lo comunican. En el mo-
mento en que se usan establecen la situación, determinándola. En realidad, el
carácter secundario de los signos frente a objetos o entes primarios no metacomu-
nicativos hace que siempre que deseamos significar algo estamos al mismo tiem-
po definiendo el grado, implicación, o modo de la relación establecida por dichos
signos.
Los animales usan la metacomunicación cuando emplean signos, y eso fue lo
que llevó a Bateson a pensar que todo signo es una acción u objeto que en la in-
teracción es usado en un sentido secundario al directo que emana de él. Comuni-
carse es aprender a controlar la metacomunicación, a saber delimitar, dirigir o
disfrutar con el significado estipulado de los signos, a crearlos o modificar su
sentido inicial, y a padecer también las consecuencias de los posibles cambios de
la relación generados por los propios usuarios de los signos que la establecen.
Cuando una abeja baila su danza para indicar a las otras abejas la posición,
distancia y calidad de una fuente de polen, está llevando a cabo una metacomuni-
cación, porque re-presenta una conducta primaria con fines secundarios: imita su
propio vuelo, y su propia reacción, ante las otras abejas, para comunicar dónde
están y cómo es un conjunto de flores que ha descubierto. Esta secundariedad de
la conducta simbólica de la abeja le permite usar los signos que ella hace en un
contexto concreto, para obtener de ellos una función diferente.
Lo mismo hacen animales como los lobos, o los delfines, cuando quieren que
sus crías aprendan a no alejarse de ellos, e imitan a un depredador que los captura.
La representación de una conducta de caza de sus crías en un sentido metacomu-
nicativo está indicando una situación posible que debe alertar a las crías de los
peligros que corren.
Cuando los animales juegan, gradúan los signos de lucha y persecución con
los que se divierten, mediante metacomunicación. Así, un animal más grande que
juega con otro pequeño se sienta o agacha para poder simular una lucha de igua-
les. De esta manera, está adaptando su conducta primaria de lucha al contexto de
juego, y permitiendo que la relación califique a los propios signos que usa.
Lo mismo nos ocurre a los seres humanos. Todos los signos y señales que
empleamos definen la relación que establecen y son definidos por ella si ésta está
ya predeterminada. No puede darse una comunicación sin metacomunicación,
puesto que en la propia naturaleza del signo está implicada la duplicidad esencial
de niveles en lo real.
Emplear signos supone manejar un doble nivel de realidad, o si queremos, un
aspecto primario y otro secundario de la realidad. Ello es así por la propia esencia
de los signos, pues, como Charles Peirce, siguiendo a retóricos medievales, defi-
nió el signo, es “algo que está en lugar de otra cosa, lo cual representa” (Peirce
1900, 1988). Hay un aspecto en el cual el signo nos remite a algo distinto a sí, y

159
Las diez leyes de la información

ese aspecto, además, varía según la relación establecida con el interpretante del
signo.
Peirce determinó que los signos siempre sustituyen a otra cosa diferente a
ellos, mediante la función de representación. En esta función es precisamente
donde se desdobla el nivel de realidad, de modo que la representación necesaria-
mente puede modificar, crear o suplantar aquello que significa. En la medida en
que hace necesariamente una de estas tres cosas, lleva a cabo una actividad refle-
xiva, metacomunicativa, a muy sutiles dimensiones de la interacción mediante
signos.
En una definición muy conocida de este grandísimo autor, los signos son
aquellos elementos «que al conocerlos nos hacen conocer algo más» (1900:
8.332). Ese “algo más”, que los signos nos transmiten, es sobre el que aplicamos
las actividades reflexivas y metacomunicativas. Cuando usamos un signo, lo ha-
cemos definiendo al mismo tiempo lo que significa, y por tanto realizando una
metacomunicación sobre él. Ello supone desdoblar la comunicación en dos nive-
les, el metacomunicativo y el comunicativo propiamente dicho, para cada elemen-
to, unidad o componente del propio mensaje.
Vamos ahora a explicar cómo se estudió esta ley en las escuelas diversas que
se ocuparon de los signos en la interacción social humana, donde estos puntos de
partida arrojaron fecundos resultados que marcaron la originalidad y la profundi-
dad de las conclusiones de los autores del interaccionismo simbólico y otras pers-
pectivas similares.

9.2. La metacomunicación humana

Partiendo de la imposibilidad de dejar de lado el aspecto de relación en toda acti-


vidad comunicativa, los autores que trabajaron en el interaccionismo simbólico
obtuvieron, decimos, interesantísimas visiones de para qué sirve la comunicación
humana y cuáles son principales rasgos.
Para los autores de la Escuela de Palo Alto, y para los estudiosos de la Escue-
la de Chicago, es imposible conocer la actividad comunicativa si no partimos del
presupuesto de que se trata siempre de una actividad de relación, que tiene lugar
en una situación activa, y que se encuadra dentro de universos sociales, grupales e
interpersonales.
Desde el principio, por tanto, la perspectiva social, e interaccionista, marcó la
orientación del análisis de la comunicación. La Escuela de Bateson, y también
otros interaccionistas celebérrimos de Chicago como Ervin Goffman, avanzaron
en el aspecto metacomunicativo de la comunicación humana, descubriendo toda
la gama de elementos en los que los seres humanos nos metacomunicamos para
ordenar las relaciones de comunicación.

160
La ley de la metacomunicación

Goffman estudió toda la interacción humana como una dramaturgia, es decir,


un conjunto de elementos de representación, como los de “rol” o papel comunica-
tivo, fachada o máscara, escenario de comunicación, y por supuesto puesta en
escena comunicativa. El autor descubrió que en nuestra conducta comunicativa
cotidiana llevamos a cabo estas representaciones y tenemos la capacidad de pro-
ducirlas graduando su nivel de intensidad, verosimilitud, extensión, convicción, o
fluidez.
Goffman conectó por primera vez la metacomunicación con el dominio de la
situación social. Comprobó cómo todo individuo en su entorno social tiene, en la
medida en que es hábil en su presentación como persona y en la expresión de su
identidad, una confianza social obtenida a cambio precisamente de la metacomu-
nicación que muestra respecto de las señales que emite y la expresión que genera.
Cuando algo va mal, una de las primeras cosas que el individuo pierde es la capa-
cidad de controlar esa metacomunicación de su identidad, y ello es percibido, en
la vida social inmediata, como algo de lo que desconfiar. Nuestra seguridad per-
sonal es un delicado edificio construido mediante actividades comunicativas y
metacomunicativas.
Cuando una persona es desprovista de poder, y pasa a estar controlada por una
institución, como ocurre cuando es encarcelada o recluida en una institución ce-
rrada, lo primero que se hace es privarle de la capacidad metacomunicacional de
control de su propia identidad comunicativa: se le despoja de señales personales,
del nombre, de la capacidad para definir las situaciones o para actuar y hablar a su
antojo.
En las situaciones de las personas que padecen algún defecto o estigma social,
se produce un desequilibrio en la presentación del individuo en su vida social, que
debe compensarse mediante operaciones que se producen en el nivel metacomu-
nicacional, donde es posible reconducir la expresión deteriorada o deformada del
“yo” hacia su control por parte del individuo. En todas las situaciones, Goffman
mostró cómo la metacomunicación tiene un aspecto estratégico clave, y no es
únicamente una habilidad sígnica impersonal.
Una clave crucial para Goffman fue el estudio del denominado “marco” de
comunicación o frame, que antes hemos explicado, es decir, aquel elemento abs-
tracto que determina el nivel de significado de los signos. El marco de comunica-
ción, establecido mediante actividades comunicativas, es lo que delimita y contro-
la la situación o relación comunicativa establecida. Todos los signos al mismo
tiempo que transmiten contenidos, establecen su propio marco, indicando la im-
plicación, grado de realidad, tipo de interacción, que debe desarrollarse para ellos.
Así, los marcos de juego que antes hemos descrito, en los que individuos de
diversas especies se implican y gradúan sus gestos y signos para poder continuar-
los, son curiosas metacomunicaciones en las que los significados de éstos no co-
rresponden a su sentido habitual, sino que experimentan una variación de intensi-

161
Las diez leyes de la información

dad, e incluso un vuelco completo en su significado. Por ejemplo, los juegos de


luchas o enfrentamientos entre animales que juegan se gradúan en fuerza o agre-
sividad hasta el punto en que constituyen una diversión para los jugadores.
El desempeño de una profesión establece una serie de metacomunicaciones al
respecto de cómo se representan las distintas facetas, formas de ejecución, pape-
les sociales, rituales de comportamiento, en dicha ocupación profesional. Y mu-
cho del efecto que causamos profesionalmente viene establecido por el sutil influ-
jo de la metacomunicación sobre la actividad directa desarrollada.
La metacomunicación se controla adquiriendo las capacidades de imitar con-
ductas, fachadas o papeles comunicativos, y usándolos estratégicamente para que
tengan un aspecto ostensorio ante los demás. Se trata de una capacidad en parte
innata y mimética, y en parte adquirida, aprendida mediante las experiencias de
comunicación.
Los signos que hacemos confirman, debilitan o contradicen los marcos de
sentido en los que aparecen, ejerciendo sobre ellos una metacomunicación clara.
Veamos un ejemplo simple: cuando vamos al teatro, el marco establece que
aquello que se representa no ocurre realmente, y su significado se puede traspolar
a la vida real, pero no es ésta. Cuanto vemos en escena, la escenografía de made-
ra, los trajes, etc., corrobora y confirma este presupuesto inicial de relación. Pero
imaginemos que algo le sucede a un actor, que se ve obligado a dejar de interpre-
tar su papel, y emprender otra conducta, por ejemplo, sujetar en escena una pan-
carta en defensa del teatro, que va a ser demolido en breve porque se ha vendido a
una empresa. De repente, los signos que el actor hace no encajan con el marco de
la representación: se produce un cambio de relación, y lo que se representa ahora,
tiene directa relación con la inmediata situación.
Contemplando el concepto de marco, nos topamos con la primera paradoja de
la metacomunicación. Si nos fijamos, el marco es la relación establecida por los
signos, que los participantes en ella establecen, pero a su vez, los signos que se
usan en un marco están condicionados por dicho marco. Solamente si ese marco
se rompe por una contradicción profunda de un signo, éste puede establecer otro
marco diverso, dándose una confrontación de posibles definiciones de la situa-
ción.
La paradoja está en que los marcos vienen establecidos por los signos mis-
mos, y esos signos que se ven circunscritos por los marcos creados, a su vez de-
penden del marco. Se trata de una paradoja lógica, pues un elemento interno a un
conjunto lo define y el conjunto se ve afectado por él. Pero al mismo tiempo, el
signo se ve afectado por el conjunto definido, en su desarrollo posterior. Es un
rasgo definitorio de la comunicación, el que se pueda saltar el tipo lógico median-
te un elemento que trasciende el orden establecido, en el propio proceso de la
interacción.

162
La ley de la metacomunicación

La existencia de un doble aspecto de la comunicación, el de relación y el de


contenido, deja así en un estado abierto, podríamos decir que no definido del to-
do, el significado de los signos que usamos en una comunicación. Los signos
evocan mediante su uso metacomunicativo tipos de relación, pero al mismo tiem-
po, mantienen un fondo primario que interactúa directamente con el otro aspecto,
y que, además, como vamos a ver, proporciona a los signos y a la comunicación
la riqueza de elementos que nos sirve para expresarnos.
Así, una conducta agresiva en un entorno lúdico o de amistad, no significa
agresión real, sino diversión. Pero la relación establecida puede verse contradicha
por un signo dentro de su desarrollo, y si un signo o gesto es muy agresivo, termi-
nará rompiendo el marco amistoso y generando un nuevo marco o relación de
lucha simétrica.
Pensemos en un niño pequeño al que perseguimos corriendo. Cuando más
siente el niño que lo vamos a alcanzar, más se divierte por el miedo relativo que
siente cuando, en el marco de juego, la situación significa la ilusión de peligro y
riesgo de ser alcanzado. La diversión del niño emerge de la situación de peligro
ficticio. La relación de juego ha cambiado relativamente el significado de las ac-
ciones y gestos del niño y de quien le persigue, y ahí radica la diversión. Pero
algo del peligro y riesgo real hay en el marco relacional del juego, que es preci-
samente lo que genera la inmensa diversión del niño.
En este ejemplo vemos en toda su complejidad el aspecto de relación y conte-
nido de una comunicación, actuando para generar la conducta de juego, que es
responsable, además, del crecimiento cognitivo de las especies hasta llegar a la
adultez. Lo que aquí vemos es cómo la conducta mimética del juego se confronta
con la situación primaria que actúa a un nivel sensorial y emocional muy básico,
y es usada por un nivel más racional y relacional, para generar su contrario desde
el punto de vista social: del miedo a la diversión. A menudo el segundo sentido es
completamente opuesto al sentido primario de una conducta, y ahí radica su ri-
queza simbólica.
Muchas actividades de comunicación son metacomunicaciones, es decir, esta-
blecimientos de una relación o marco significacional que a su vez define y matiza
el significado de los signos, y que sin embargo no es definitivo, ni actúa definiti-
vamente en nuestra conducta básica.
El marco es susceptible de cambiar cuando los signos que aparecen no enca-
jan con el mismo. Cada signo tiene la capacidad de irradiar un marco, bien con-
firmando su existencia previa, bien contradiciéndolo y conformando uno nuevo.
Incluso, como veremos a continuación, un signo puede ser deliberadamente am-
biguo en su metacomunicación, de manera que nos transmita la sensación de que
significa diferentes relaciones, y deja abierta la posibilidad de cambiarlas.
Los marcos constituyen estructuras metacomunicativas que dirigen el signifi-
cado de los signos, delimitan las implicaciones de los actos y gestos, orientan la

163
Las diez leyes de la información

interpretación y su intensidad, y en definitiva definen la comunicación. Un signo,


dentro de determinado marco, puede invertir su significado, y ésta es la capacidad
que la comunicación tiene para determinar la realidad con su acción. Así, signos
originariamente agresivos de los homínidos se convierten, por virtud de enmarca-
dos metacomunicativos, en gestos de amistad, como le ha ocurrido a la sonrisa, o
a los empujones o pequeños golpes entre individuos.
Aquí vemos cómo un signo empleado metacomunicativamente puede invertir
el significado que originariamente tenía. Esto puede ocurrir culturalmente, por
ejemplo cuando empleamos palabrotas de manera cariñosa, o cuando mordemos a
alguien suavemente para mostrarle cuánto lo queremos. Los signos pueden tam-
bién desbocarse en su sentido primario, desencadenando situaciones que no esta-
ban previstas. Por ello, la vida social desarrolla todo un aspecto metacomunicati-
vo para contener y exhibir el control de las relaciones mediante los signos.
Muchas habilidades sociales, como estudiaron Goffman y Bateson, son peri-
cias adquiridas en el manejo y establecimiento de marcos, es decir, niveles de
relación. Hay una relación intensa entre los signos y los marcos que establecen
estos por implicación. Los marcos, empero, son muy sensibles a las incongruen-
cias o posibles dobles sentidos de los signos que se usan en ellos, y de ahí que
jugar, divertirse, o reírse en las distintas situaciones comunicativas esté muy rela-
cionado con el límite del sentido de los gestos, signos y situaciones simbólicas en
las que nos implicamos.
La capacidad para generar mediante los gestos o signos diversos tipos de rela-
ción comunicativa –del juego a lo solemnemente serio, de lo profesional a lo ín-
timo, de lo convencional a lo heterodoxo-, es clave además en el desarrollo cogni-
tivo, pues exige una capacidad para entender los signos en un tono o marco
específicos, y para adaptarse a éste, que juega entre la plasticidad y mimetismo de
la mente y la estrategia para sobreponerse a ellos.
La vida social es el aprendizaje de los diferentes marcos de comunicación y la
llamada dramaturgia social que mencionábamos antes (Goffman 1974). Cuando
nos integramos en las interacciones sociales, desempeñamos conjuntos de gestos
y signos que denotan marcos determinados. Cada conducta social define la rela-
ción en la que está y se atiene a dicho significado social. Todos los gestos y sig-
nos tienen el potencial de generar marcos de significado, y con ello, situarse en el
nivel en el que controlan la propia actividad. La pericia, la fluidez, la capacidad
para definir roles y marcos, adaptarse a sus rituales, improvisar sobre sus esque-
mas o hacer ostentación de ellos es una moneda social que transmite la seguridad
y confianza en el mundo social urbano, pero no solamente en éste.
Existen contextos de nuestra vida social que no admiten demasiada flexibili-
dad en los signos metacomunicativos. Es en estos rituales de cortesía, de atención
a los demás, en las representaciones profesionales dentro de instituciones simbó-
licas, o en entornos impersonales, donde el control de la metacomunicación que

164
La ley de la metacomunicación

emana de los signos se hace muy férreo. Así, los rituales de atención, o de omi-
sión de atención, a determinados signos, señales y representaciones de papel, son
obligados, y quien no los lleva a cabo convenientemente transmite un mensaje de
anormalidad o irregularidad en el control de lo que ocurre. La relación y el víncu-
lo comunicativos ocupan gran parte de las actividades de la propia comunicación.
Es en estos sectores donde nuestra metacomunicación se ocupa fundamental-
mente de tres actividades: confirma, desconfirma o rechaza las relaciones estable-
cidas de comunicación, como indicaron los autores de Palo Alto.
En gran medida los rituales metacomunicativos tienen por objetivo confirmar
las relaciones previamente establecidas y predeterminadas. Empleamos mucha
energía en confirmar a personas y situaciones, con la finalidad de remachar el
orden social establecido. Mucha metacomunicación social está destinada a esta
actividad. Precisamente por ello, cuando no hay confirmación, y aparece la des-
confirmación de personas, situaciones o marcos de significado, se produce una
auténtica crisis en la vida comunicativa.
Los autores de Palo Alto afirmaban que era peor la desconfirmación comuni-
cativa que el rechazo, y la razón de ello es precisamente que el rechazo implica,
aunque de manera negativa, el reconocimiento significativo del otro, pero no así
la desconfirmación, que omite al otro, la situación o la relación establecida con él.
Cuando existe desconfirmación metacomunicativa nos encontramos con la
omisión y el vacío al que sometemos a los demás. Por ello, los rituales sociales de
interacción ponen especial énfasis en el reconocimiento de la presencia de los
otros, en los intercambios de todo tipo de apoyos y caricias interpersonales, con la
finalidad de mantener sólidamente establecido el sentido de las situaciones com-
partidas.
En cambio, hay contextos donde precisamente la flexibilidad, la apertura de la
metacomunicación, y la posibilidad de jugar con los marcos y relaciones estable-
cidas, aparece como elemento que dinamiza la vida social: son las situaciones
creativas, como las del juego lúdico, el arte, el humor, o el conocimiento creativo,
en las que los dos aspectos de la comunicación interactúan complementándose de
una manera muy diferente, como vamos a ver a continuación.

9.3. La metacomunicación en la cultura y en el humor

Vemos que en el desarrollo de la ley de la metacomunicación, surgió todo el estu-


dio de las interacciones humanas en sus rituales más variopintas, mostrando la
complejidad de las relaciones comunicativas y la creatividad que está asociada a
las mismas.
Pero lógicamente los marcos de comunicación no actúan únicamente en el ni-
vel de la interacción primaria. Los seres humanos y otros animales tenemos la

165
Las diez leyes de la información

capacidad de cambiar rápidamente el significado de un signo cuando cambia su


marco. Esta capacidad, y la misma duplicidad de significados que tienen los sig-
nos según el tipo de relación en que se inscriben, es una parte esencial de nuestro
desarrollo de herramientas culturales. La creatividad, como vamos a ver ahora,
está íntimamente relacionada con nuestra habilidad especial para poder desdoblar
marcos, metacomunicarnos sobre signos contradictorios y para generar múltiples
significados a partir de signos aparentemente primarios.
Uno de los resultados humanos de la paradoja de la metacomunicación es pre-
cisamente todo el mundo del arte, la cultura y el humor. No solamente en estos
contextos la paradoja metacomunicacional no supone una amenaza al sentido
creado, sino que es lo que se aprovecha para a partir de ella expresar libremente al
espíritu humano. Vamos a ver cómo tiene lugar esto.
Así es lo que ocurre en el humor. Luigi Pirandello decía que el humor era un
sentimiento de lo contrario, (Pirandello 2002) es decir, es un brusco cambio de
sentimiento producido al superponerse dos situaciones contrarias en su sentido.
La profundidad de esta idea de Pirandello es enorme. Como decíamos antes,
algo parecido ocurre con las emociones de diversión y juego en la recepción de
narraciones fílmicas o teatrales en las que existe el suspense o la intriga, y el mie-
do o la aventura. El marco establecido para estos rituales de comunicación es
claramente el de la ficción evasiva, que divierte: vemos o recibimos narraciones
en un contexto en el que la mente conoce con claridad que cuanto presencia es
pura ficción, y lo hace en una situación de relajo, de distracción y con agrado,
aunque lo siente como real. Las emociones que se generan en el establecimiento
de los marcos internos de dicho contexto son experimentadas por los espectado-
res, aunque matizadas por el doble marco superpuesto, que palía con su lógica la
emoción inicial.
Así, una película de terror produce miedo, pero no es el mismo miedo que la
situación de miedo ante un peligro real. Es, por así, un miedo mimético el que se
produce en el contexto de la ficción, que convive con la sensación placentera de
estar ante una ficción, y la sensación o sentimiento de esa duplicidad, en la que
hay además una relajación general de las emociones, genera la diversión, e inclu-
so, cuando más mimético y entronizado está el sentimiento en la relación ficticia
comunicativa más divertido es sentirlo en la relación metacomunicativa. Así ocu-
rre igualmente en los juegos que analizó Bateson, en los que la relación estableci-
da graduaba, recordemos el efecto de los signos y gestos, aunque siempre existe
la posibilidad de que éstos liberen su sentido original y con ello constituyan la
diversión del juego. En la película, deliberadamente se mantienen abiertas ambas
posibilidades de sentido, para generar la diversión.
Hay toda una serie de ámbitos culturales en los que reconociendo la plurali-
dad de posibilidades de interpretación de las situaciones, y la infinitud de desdo-
bles del sentido que se pueden dar cuando usamos los planos o marcos de signifi-

166
La ley de la metacomunicación

cado, se aprovecha para enriquecer la comunicación. En estos ámbitos, la meta-


comunicación es un instrumento al servicio de la creatividad humana.
El humor es precisamente uno de los sectores donde se puede dar un marco
metacomunicativo que promueva una determinada sensación y emoción, y unos
signos incluidos en él que tienen la virtud de provocar los contrarios emotivos y
sensibles. La metacomunicación que nos permite cambiar e invertir el efecto de
una acción o representación, está implicando también la posibilidad de que instin-
tivamente sintamos a la vez las emociones asociadas a los dos niveles distintos de
significación. Para Pirandello, cuando se producía este efecto, se creaba la diver-
sión, o la risa directa.
Imaginemos a un payaso de cara triste, que se tira encima cubos de agua y llo-
ra como un bebé. Nos causa enorme risa ver a un hombretón simple que se hace
sufrir a sí mismo y lo lamenta como si fuera otro quien lo maltratara. Sentimos a
la vez el efecto de ese cubo de agua, y por otra parte, lo irreal de un ser que se
hace tal cosa a sí mismo. Sentimos y no sentimos a la vez tal situación, es real y
absurda a la vez, y eso nos hace reír.
Muy parecida es la idea de Arthur Koestler (2002), según la cual el humor es
resultado de una confluencia o bisociación de dos marcos o planos de significado
divergentes. Así, un signo o una cadena de signos definidos por un plano de signi-
ficación, pueden en una narración generar repentinamente un marco o plano con-
tradictorio y opuesto al otro, y ello genera el arte de la comedia y el humor.
Efectivamente, el humor es resultado en muchas situaciones de cambios de re-
laciones que son captados de manera repentina, haciendo trabajar a la mente en la
construcción de un marco completo y retrospectivo para interpretar lo que se na-
rra u ocurre. En estos casos, la relación y el significado se ven claramente vincu-
lados y son los causantes de la risa y la comicidad.
Un chiste es una historieta que establece un plano, relación o marco de signi-
ficado determinado. El golpe del chiste es un elemento que repentinamente desve-
la otro marco completamente diverso, disociando la situación en dos planos dife-
rentes a la vez. La sorpresa, el hallazgo, el choque mental que supone el desdoble
de relaciones establecido es lo que nos hace reír, porque de repente hace visibles
nuestras propias operaciones de mantenimiento del plano único, y las relativiza
con los nuevos signos.
Cuando reímos, siguiendo la teoría de Koestler, a partir del humor de situa-
ciones, chistes u obras de comedia, nos reímos de nosotros mismos. Nos distan-
ciamos de la construcción de planos de relación rígidos, y vemos la flexibilidad y
la libertad que podemos alcanzar al comprobar que son relativos y maleables.
También nos divertimos al comprobar que nuestra propia inteligencia es capaz de
liberarse de la constricción simbólica. El humor puede generar múltiples signifi-
cados diversos de los mismos gestos y signos, mostrándonos la amplitud con la
que podemos jugar con ellos, y esto es profundamente gozoso y liberador.

167
Las diez leyes de la información

Manejar los signos y gestos y convertir las transacciones comunicativas en


programaciones de significado estable es una tendencia social humana. Pero las
relaciones humanas no pueden estar programadas, deben ser espontáneas y flexi-
bles, para poder conectarse con el entorno de manera auténtica. El ser humano
utiliza la expresión creativa, y la libertad artística, para generar espontáneamente
nuevas relaciones de significado no programadas ni cerradas. Si es cierto que todo
signo define una relación, también es verdad que hay infinitas formas de cambiar
esa estructura y de variarla conforme a la expresión humana.
Koestler estudió la bisociación de planos de sentido mediante signos en tres
sectores fundamentales: el humor, el arte, y la ciencia. Según el autor, también el
arte en todas sus formas y la creación nos muestran y desvelan la metacomunica-
ción como una parte esencial de las obras humanas, en un sentido liberador.
Las obras artísticas suelen tener múltiples planos de desarrollo simbólico a la
vez, permitiéndonos las múltiples lecturas características de las grandes piezas
creativas. Así, una obra como “Don Quijote de la Mancha” es un universo de
múltiples planos de significación que generan constantemente nuevas relaciones
con sentido en la lectura. El humor en esta obra también es otro modo de generar
bisociaciones de planos. Pero Cervantes consigue que su obra sea a la vez un es-
pejo de la realidad y una especulación filosófica sobre ella, un retrato de nuestro
país y sus rasgos eternos e inmemoriales, y una composición surrealista que se
presta a la representación de lo que no es habitual. No hay límites a la hora de
producir planos expresivos en una obra de arte de este calibre, porque además,
todos están relacionados en una metacomunicación que los unifica.
Lo mismo ocurre con las grandes obras de arte en cualquier sector creativo.
Polisemia y carácter simbólico profundo las hace ser interpretables en muy dife-
rentes haces de significados, que pueden además simultanearse y ser armónicos
entre ellos. El artista es un maestro de la evocación de múltiples significados,
algunos de ellos opuestos entre sí, que quedan unidos en la obra de arte, mediante
la síntesis y composición de una forma armónica. A menudo podemos leer simul-
táneamente, o recibir simultáneamente, estas diferentes relaciones de significa-
ción para un solo conjunto comunicativo. Esto nos permite conocer de un modo
total.
Esta capacidad también la tiene el conocimiento profundo, según Koestler. La
ciencia en su estado más desarrollado, que es la sabiduría, tiene la misma capaci-
dad de componer y extraer nuevos y diferentes planos de significación para datos
y hechos de lo real, de manera que nos enseña a ver su carácter complementario e
infinito en posibilidades. El pensador, el conocedor en profundidad, transmite esa
capacidad de distanciarse de la primera impresión causada por algo, para teorizar
o avanzar en su comprensión hacia múltiples impresiones diferentes. Y nos indica
igualmente que la relación califica el contenido, es decir que el punto de vista del
observador influye en la realidad observada.

168
La ley de la metacomunicación

En el conocimiento científico la metacomunicación desarrolla lenguajes pro-


pios y se desdobla en múltiples códigos que intentan aumentar las perspectivas de
acercamiento a la realidad. Los metalenguajes son lenguajes dentro del lenguaje
general con capacidad de operar sobre un conjunto de elementos y mediante las
traducciones oportunas, proporcionar información sobre los mismos. Todo desa-
rrollo del conocimiento presupone la adopción de una perspectiva metacomunica-
tiva en la que se reflexiona sobre la realidad, incluyendo las herramientas que
usamos para investigarla.
En todas estas actividades que componen la vida social, pero están ligadas a la
cultura, lo que vemos es la capacidad para trascender los marcos de comunicación
y multiplicarlos para generar nuevas visiones de la realidad y promover la inter-
vención creativa en la misma. La metacomunicación y su paradoja aquí no impli-
ca tanto el férreo control de las representaciones, como la posibilidad de jugar con
las mismas y obtener de ellas claves para liberar al individuo y hacerlo creer en
sus posibilidades de expansión.

9.4. El poder metacomunicativo profesional y social

Hemos visto pues, que la metacomunicación está muy presente en la actividad


interpersonal y en la cultura humana. Todos los marcos metacomunicativos defi-
nen las situaciones generales, sus contenidos, a los emisores y receptores y hasta
la propia cultura y el conocimiento en los que se inscriben.
También la metacomunicación es una estrategia para situar una actividad, tipo
de comunicación o elemento en el centro de la vida social, puesto que cuando un
medio o un mensaje es metacomunicativo, vuelve sobre sí mismo reflexivamente,
controlando la relación que establece.
Quien domina la metacomunicación en un campo determinado, domina la re-
lación que se establece, y por ello, múltiples estrategias de la vida social van des-
tinadas a establecer un discurso metacomunicativo o un metalenguaje que contro-
le las relaciones establecidas en colectivos y actividades.
Pensemos en un campo como el de la ciencia. El conocimiento científico, en
todas sus ramas, es un tipo de actividad que una vez que se establece y se institu-
cionaliza, comienza a desarrollar estrategias de auto-organización. Una de las
estrategias que emprende es la metacomunicación, dotándose de un lenguaje pro-
pio que define la realidad de un modo único.
Los metalenguajes científicos restringen el acceso a modificar el universo de
la ciencia a quienes dominen dichos lenguajes, es decir, accedan a las institucio-
nes y a los códigos científicos que en ellas se aprenden. Poco a poco, la ciencia
comienza a ser más importante, como universo auto-referente, que la realidad
sobre la que trabaja, en las comunidades humanas destinadas a su desarrollo. Y se

169
Las diez leyes de la información

da la paradoja de que cuanto más se comunica la ciencia acerca de sí misma, y


más se centra en su propio crecimiento, menos capaz es de alcanzar la realidad
externa e ella a la que se debe.
Vemos así cómo el crecimiento desmesurado de la metacomunicación, en los
entornos destinados al conocimiento o a la transmisión de información en torno a
la realidad, es más bien un obstáculo que un síntoma de la capacidad de dichos
entornos. Es un mal síntoma de que en el entorno que estudiemos, el poder y las
relaciones de dominio han cristalizado en estrategias fijas de comunicación cuya
finalidad es convertir esos entornos en centrales y auto-referentes de sí mismos.
Los autores de la Escuela de Palo Alto hacían notar que cuando los aspectos
de relación dominan sobre los de contenido en una comunicación, es señal de que
la relación es enferma. Lo mismo podemos decir de los metalenguajes científicos
y sociales: cuando dominan sobre la capacidad de transmitir contenidos, hacién-
dolos opacos, la comunicación está viciada y es ineficaz.
Ello implica que la metacomunicación es también una estrategia de poder, so-
bre todo, si la consideramos desde el punto de vista de los medios profesionales
de información. Metacomunicar es también dominar los lenguajes y controlar los
significados y efectos de los mismos en el ámbito de la comunicación de masas.
Uno de los aspectos más importantes de la metacomunicación es, como he-
mos estado viendo, la definición de los marcos o niveles de significado de las
situaciones. Lo que suelen hacer los medios de comunicación es enmarcar los
asuntos de la realidad, sabiendo que ello tiene aspectos clave, puesto que los mar-
cos afectan profundamente al enfoque que se tenga de la realidad (Valbuena,
1997).
Los medios de comunicación son esenciales definidores de los marcos. Cuan-
to más se centran en la definición de marcos, el papel metacomunicativo de los
medios es mayor, y también, el poder político e institucional que detentan.
La razón para ello es que los marcos son estructuras que se convierten en la
base cognitiva, porque pueden esquematizar lo real y organizarlo para ser mejor
entendido y afrontado. Los marcos establecidos en estrategias metacomunicativas
focalizan la atención social hacia unos temas y alejan de la atención pública de
otros. En torno a ellos surgen los nodos de nuestra memoria semántica de la in-
formación. Además, tienen una directa relación con la reducción de carga cogni-
tiva. Por eso, cuando los hechos de la realidad no encajan con un marco, como ha
estudiado George Lakoff, pueden ser ignorados (Lakoff 2004).
Los marcos de comunicación y su establecimiento metacomunicativo son una
herramienta política de primer orden, como han estudiado los especialistas en este
concepto como George Lakoff. Es así porque los marcos establecen la relación
existente en cualquier dimensión de la realidad social, y por tanto, definen la
realidad.

170
La ley de la metacomunicación

Cuando los medios acceden y reconocen su poder como instituciones que me-
dian en el conocimiento de la realidad, empiezan a desarrollar estrategias cada
vez más claras para influir en este nivel profundo de la comunicación. Conocía-
mos desde hace mucho tiempo la capacidad de los medios para actuar en el nivel
de significado de la realidad y con ello inclinar la visión política en uno u otro
sentido. Lo que encontramos en los medios de la segunda mitad del siglo XX es
una completa capacidad para controlar este aspecto de la metacomunicación pro-
fesional.
En gran medida los definidores de lo real, los medios o actores sociales que
establecen los marcos comunicativos, son los poderes fácticos como el gobierno,
el estado, el poder económico. Y los medios de comunicación propagan los mar-
cos establecidos que definen las relaciones y los actores clave en cada dominio.
Pero una vez que los periódicos y grandes medios son conscientes de las estrate-
gias reflexivas idóneas que pueden utilizar, su poder en este sentido va siendo
mayor, aliándose con aquellos.
Mucha actividad social insidiosa y frenética gira exclusivamente en torno a la
definición de las relaciones sociales, de los marcos, puesto que aquello que se
define como activo y real, se hace poderoso, siguiendo en el mundo político y
económico. La Profecía Thomasiana que hemos descrito al hablar de la capacidad
proyectiva de la información, indica hasta qué punto definir las situaciones supo-
ne hacerlas reales. Los marcos establecen las relaciones esenciales que centran la
atención de la vida social, y la lucha por definir uno u otro marco es la clave de la
acción política, pues, como Foucault afirmaba en 1975, existe un poder para ejer-
cer una violencia en el nivel definidor de la sociedad y establecer así control sobre
la misma.
Nuestra dramaturgia social se orienta casi exclusivamente a definir los víncu-
los entre individuos, y con ellos, las implicaciones y grado de compromiso de las
personas en ellos. El aspecto de maniobra y de estrategia en este nivel de la co-
municación, es enorme. Ya hemos visto, al hablar de las relaciones interpersona-
les, que por cumplir la ley del vínculo las personas pueden verse abocadas a sacri-
ficar su vida personal de manera ciega. Pues bien, el vínculo y la definición del
mismo ocupa también a la realidad política, como hemos dicho, y a la misma
configuración administrativa y de poder de la vida social, donde en gran medida
se controla al individuo mediante las definiciones de vínculo y relación que está
obligado a sostener.
La metacomunicación que establece la relación de dominio en la vida social
se convierte en un arma en manos de los medios de comunicación también, pues
ellos son quienes definen quién es quién en la vida social, lo que el ciudadano
puede esperar, o lo que debe acometer y pensar, mediante la influencia cognitiva
que estos medios tienen.

171
Las diez leyes de la información

Podemos decir de manera general que cuando la metacomunicación pone el


acento en definir los vínculos y relaciones, y situar el propio papel de los medios
en ese mapa social, estamos ante un aspecto de estrategia de la propia comunica-
ción, que deja de lado la primariedad y la espontaneidad de la actividad informa-
tiva, para ocuparse de manera mucho más compleja e interesada de las relaciones
humanas.
Durante todo el siglo XX, los medios han tenido un papel decisorio en el es-
tablecimiento de las relaciones en la vida social con las instituciones de poder
social. Poco a poco, los profesionales en las instituciones mediáticas han ido des-
plegando un papel más y más auto-referente y reflexivo, en el que se habla fun-
damentalmente del propio mundo comunicativo.
Este tipo de tendencia de los medios a discurrir sobre sí mismos y a hacerse
más presentes en la vida social, se desarrolla mediante todo un conjunto de estra-
tegias profesionales. Los periódicos se convierten en su propia referencia funda-
mental, de manera que entre sus actividades, una de las más importantes es la de
hablar de sí mismos, señalar su importancia y su papel de interventores en los
procesos de los que informan ellos mismos.
Medios de comunicación de masas como la televisión, comienzan a generar
metacomunicación en torno a sus propios procesos convirtiéndose en el centro de
la comunicación social. Generan los mismos eventos y sucesos mediáticos, atraen
a su ámbito todas las empresas relacionadas con la publicidad, las relaciones pú-
blicas o el ocio, promueven contenidos en otras industrias, como el cine o la lite-
ratura, que luego absorben y usan en el propio medio para generar mayor impacto
y controlar todos los aspectos de interés de los distintos medios.
Los periodistas de mayor prestigio, en el desarrollo profesional del siglo XX,
se convierten en líderes de referencia con poder de influencia sobre los procesos
que ellos mismos generan. El periodismo profesional de toda la segunda parte de
esta centuria se caracteriza por ver crecer su metacomunicación en mensajes,
discursos o formas de trabajo profesional, de modo que el desempeño de la profe-
sión se convierte en el principal foco de interés de periódicos y medios de masas
en general.
El resultado de este proceso de auto-referencia no ha sido positivo para el
prestigio y el reconocimiento de la profesión periodística una vez terminado el
siglo XX. Y la razón para ello es que el periodismo es una profesión que debe
estar regida por el principio de mediación transparente de la realidad. Los infor-
madores y los medios no pueden ser más importantes que aquello que nos trans-
miten y de lo que nos informan. Desde el instante en que la comunicación de ma-
sas pasa a ser un poder de referencia que define las reglas del juego comunicativo,
pierde capacidad de denuncia, de autonomía de criterio, y deja de ser y de cumplir
su principal esencia de transmitir la realidad.

172
La ley de la metacomunicación

La metacomunicación es responsable de muchas estrategias y maniobras de


ocultación de las realidades básicas en procesos de la vida social. En el mundo
informativo, cuando los medios se vuelven auto-referentes y metacomunican
constantemente sobre su propio papel como actores sociales, instituciones pode-
rosas o entidades de valor, comienzan a volverse opacos en su verdadera capaci-
dad para transmitir con trasparencia y para moverse en el tablero social en busca
de la información.
Podemos considerar que la inflación de formas de metacomunicación en la
vida social, en sus muy diferentes sectores, está directamente relacionada con la
pérdida de capacidad de comunicar en el nivel primario de la realidad. Pensemos,
por ejemplo, en el uso metacomunicativo en la política profesional: hasta qué
punto, cuando el mundo de la política se profesionaliza, comienza a hablar de sí
mismo, de su utilidad social, y a medida que va perdiendo capacidad para cumplir
funciones de servicio real a la comunidad, se hincha literalmente de discursos
metacomunicacionales sobre los valores democráticos y su lugar vital en la pre-
servación de los mismos.
Lo mismo ocurre, pensamos, en el campo de la enseñanza. La metacomunica-
ción y los metalenguajes pedagógicos que comienzan a crecer en demasía cuando
los sistemas de enseñanza se vuelven problemáticos, terminan por deformar este
campo por la presión que ejercen sobre el mismo, intentando definir desde el ex-
terior del propio ejercicio de enseñar, y controlar sus aspectos como si se tratara
de fórmulas de aplicación mecánica. El famoso lenguaje de madera que la peda-
gogía usa para metacomunicar en torno a la enseñanza, que es el código menos
pedagógico que pueda existir, es una prueba de cómo la abundancia de metaco-
municación, a partir de determinado nivel, puede convertirse en un impedimento
para la verdadera comunicación en un campo concreto de actividad social.
La metacomunicación, por tanto, es un fenómeno asociado a las formas más
creativas de nuestra cultura y actividad social, pero también puede ser una herra-
mienta al servicio del poder y actuar como una constricción de la verdadera co-
municación humana.

173
10
La ley de la reversión comunicati-
va

La última ley de los medios, ideada por Marshall y Eric McLuhan, recoge un
fenómeno particular, que tiene directa conexión con la ley de la carga que traba-
jábamos en este libro anteriormente. Esta ley tiene también conexión con la ley de
la atrofia, y con la estructura analógico/digital de la comunicación en todos los
niveles. Esta ley indica, que cuando un medio o extensión, cognitiva o sensorial,
se lleva a su extremo, genera el efecto inverso al que se quería producir, detenien-
do el proceso y dejando la facultad o sentido extendidos en estado insensible o
impracticable.
McLuhan establece que cuando un medio sobrepasa un límite en su extensión,
se produce una reversión que lo anula. La observación de muchos fenómenos
humanos nos conduce directamente a la demostración de esta ley, como vamos a
ver en este capítulo. Al igual que ocurriera con la ley de la atrofia, la sensibilidad
es precisamente uno de los entornos donde se cumple esta ley y el exceso de es-
timulación genera una reversión sensorial completa.
Para distinguir bien la ley de la reversión, de la ley de la atrofia, hay que ver
con claridad que una de ellas se refiere siempre al mismo sentido, medio o facul-
tad, y la otra se refiere a un medio diverso o facultad diversa a la extendida co-
municativamente hablando. A diferencia de la paradoja de Diderot, o ley de la
atrofia, cuando actúa la reversión comunicativa el resultado no es una disminu-
ción parcial de otra sensibilidad o facultad, por extensión de una primera, sino
que todo ello ocurre en un solo medio o sistema. De ahí que los autores mencio-
naran la palabra “reversión” para indicar con claridad una inversión de la exten-
sión sensorial o cognitiva producida por un medio.

175
Las diez leyes de la información

El ejemplo que más ilustrativo resulta (McLuhan y McLuhan, 2009), es el del


atasco automovilístico, en el que un medio creado para producir velocidad y co-
modidad de desplazamientos genera la inmovilización total del individuo, encap-
sulado en el propio sistema, e incapaz siquiera de caminar a pie o alcanzar la ve-
locidad del caminar como sistema de transporte humano.
Una reversión comunicativa es el límite absoluto para el proceso de extensión
sensorial o cognitiva creado por el hombre. Cuando potenciamos, más allá de
cierto límite, facultades o capacidades humanas, podemos encontrarnos con fe-
nómenos de reversión que indican que hemos sobrepasado el límite o la propor-
ción armoniosa en la que actúan los medios.
La reversión comunicativa cierra los umbrales de carga que estaban siendo
potenciados por el medio, y genera un retroceso de los mismos. Así, el medio se
convierte en un impedimento para llevar a cabo las funciones normales que exis-
tían antes de su extensión. La reversión genera una involución comunicativa o
informativa que coloca al proceso en una situación peor que la que existía antes
de que se pusiera en marcha.
Una reversión, por tanto, anula el medio para el que se creó. Es un resultado
de una sobrecarga informativa en algún plano del sistema comunicativo, de mane-
ra que se produce la anulación de la eficacia de dicho sistema. Cuando un medio
excede la carga, se convierte en su propio impedimento y revierte el proceso in-
formativo. En el cumplimiento de la ley de la reversión vemos cómo la carga, la
composición y la armonía de los elementos constitutivos de la comunicación, son
vitales para que exista eficacia en su acción.
En términos de información, la reversión que produce una sobrecarga no so-
lamente hace disminuir la capacidad informativa, sino que la anula. Es decir, cie-
rra completamente el umbral de carga. Cuando un sistema satura informativamen-
te hablando, impide la captación de un solo elemento informativo más, y deja
inservible el canal o sistema en el que se ha producido la reversión.
La reversión no es sino consecuencia de la misma existencia de umbrales de
carga informativa, como vemos. Y el primer sector donde podemos estudiar el
fenómeno reversivo es en la comunicación más inmediata con el entorno, en la
percepción y en la sensibilidad humanas.

10.1. La reversión sensorial: hiperestesia y anestesia

Uno de los campos comunicativos donde más evidentes se hacen los fenómenos
reversivos es en los sentidos humanos y el desarrollo de la sensibilidad. Todos
comprobamos a diario que nuestras facultades sensoriales tienen unos umbrales
precisos, ante cuyo exceso de carga se generan fenómenos de reversión.

176
La ley de la reversión comunicativa

Cuando se produce un constante estímulo visual, lleva un momento en que


nuestra vista deja de captarlo. Así lo indicaron los psicólogos de la Gestalt. Para
mantener la capacidad de atención sensorial visual, necesitamos el cambio cons-
tante, el contraste constante. A partir de la redundancia o iteración informativa de
unos elementos visuales, señales o formas, se genera una auténtica ceguera que
solamente puede evitarse mediante un cambio de estímulos y variación.
En el campo de la sensibilidad táctil, sabemos que se puede generar insensibi-
lidad cuando por ejemplo aumentamos hasta más allá de un límite los estímulos o
impactos sobre una zona de la piel.
Puede inducirse una sordera crónica cuando escuchamos música a muy alto
volumen constantemente. De hecho, las personas que sufren este proceso tienden
a escuchar cada vez más alta la música, y llega un momento en que por más que
suban su volumen, no la oyen bien. De nuevo se trata de una reversión sensorial
generada por el aumento de la extensión sensorial acústica generada mediante un
medio –los reproductores de música con auriculares, por ejemplo-.
Es corriente que las personas que echan mucha sal a sus comidas tiendan a
echar cada vez más, porque la estimulación gustativa generada por la sal deja de
tener su efecto una vez que no hay un contraste con otro sabor diferente. Así, las
personas que echan mucha sal siempre encuentran soso cualquier alimento.
En el caso de la sensibilidad nerviosa interna, ocurre igualmente el proceso
reversivo que esta ley describe: las personas habituadas al uso de calmantes ter-
minan por hacerse insensibles a su efecto, a menos que doblen las dosis. Llegados
a un punto, ni siquiera incrementando las dosis se consigue el efecto calmante.
Las sobredosis a las que tienden las personas adictas a alguna sustancia po-
tenciadora de efectos sensoriales o cognitivos de algún tipo son igualmente efecto
de la ley de la reversión, y en último término, su demostración más palmaria.
Estas personas se sienten impelidas a incrementar el efecto de la droga que toman
precisamente para paliar su falta de efecto, bien en el momento de su consumo,
bien en las fases posteriores. El círculo vicioso de la adicción está muy relaciona-
do con la reversión sensorial, aunque tenga también que ver con otros elementos
psicológicos con los que también se interrelaciona –por ejemplo, con la mortifica-
ción que el drogadicto se inflige mediante este sistema automático de pérdida de
sensibilidad-.
Lo que vemos en todos estos ejemplos es que la reversión sensorial es un fe-
nómeno común. La llamada hiperestesia, es decir, el exceso de sensaciones o
estímulos sensoriales en un campo determinado, termina generando anestesia, es
decir, narcosis, adormecimiento o entumecimiento sensorial.
Este es un hecho fundamental de nuestra conformación sensorial y nerviosa.
Hay, como veremos, culturas que no lo han ignorado y han tenido en cuenta el
fenómeno fundamental según el cual la sensorialidad necesita del contraste, de la

177
Las diez leyes de la información

combinación armoniosa de elementos, e incluso de su naturaleza informativa, y


por tanto, binaria y digital, de acuerdo con nuestras leyes de la información.
Esto quiere decir que en materia de sensibilidad, es necesario respetar la ley
que establece que potenciamos la misma mediante el uso de combinaciones bina-
rias, es decir, discontinuas y contrastantes entre sí.
Cuando, por ejemplo, nos acostumbramos a entornos con mucha calefacción y
a abrigarnos en exceso en el invierno, nos volvemos completamente incapaces de
sobrevivir en un ambiente natural frío y además siempre tenemos frío en casa.
Para conservar esta capacidad, debemos acostumbrarnos a sentir cierto frío, de
este modo, haremos un uso de la calefacción menos incapacitante y a la vez más
económico.
Si matizamos el uso de los sabores en pequeñas cantidades, potenciaremos
nuestra sensibilidad gustativa. Igualmente, la escucha de música a volumen no
excesivo nos mantendrá capaces de escuchar todos sus matices. La capacidad para
estimular nuestros sistemas sensoriales debe tener en cuenta la estructura binaria
y en contraste de la información, y jugar con los contrarios, para generar el um-
bral de la señal informativa.
La discontinuidad, es decir, recordemos, el carácter digital de la información,
se ve aquí perfectamente: todo proceso que se hace continuo y constante deja de
ser percibido y no genera información, en este caso, sensorial. Para recuperar el
carácter sensible de un estímulo o señal, debemos proceder a hacerlo discontinuo,
o combinarlo con su contraste. De esta manera, recuperamos su capacidad, y evi-
tamos la reversión comunicativa.
La señal informativa, en el nivel de la sensorialidad y de la estimulación ner-
viosa, debe combinarse, en cierta medida, con el “cero” sensorial de que se trate,
para obtener un contraste que permite su completa percepción o captación. Esto
quiere decir que, por ejemplo desde el punto de vista de la captación de los sabo-
res, no hay nada como el ayuno para potenciarlos al máximo. Ni el mejor y más
delicado banquete puede generar la sutileza de sabores que tiene quien ha ayuna-
do unos días. Igualmente ocurre con cualquier proceso sensorial o nervioso: la
hipoestimulación, combinada con un estímulo leve, genera mucha más informa-
ción y efectos que la hiperestimulación, que tiende a llevarnos al “cero” informa-
tivo.
Como decimos, las civilizaciones no han ignorado este hecho, y muchas de
ellas consideran culto y refinado el control absoluto de la sensorialidad, para po-
tenciarla precisamente. Por ejemplo, se puede dar un enorme grado de sutileza
sensorial en una cultura altamente protocolaria y rigurosa en el acceso a las sen-
saciones, precisamente para generar ese juego de contrastes, como se da en algu-
nas culturas asiáticas.
Desde el punto de vista espiritual, las áreas de influencia budista, o las anti-
guas áreas de la cultura griega en Europa, han reconocido esta ley y han dispuesto

178
La ley de la reversión comunicativa

mecanismos y principios –la vía media, el término medio- para evitar los trastor-
nos humanos que se generan por la ley reversiva.
Pues como veremos después, toda hipertrofia de un determinado medio y sen-
sorio asociado, tiende a generar la reversión correspondiente, que a su vez, genera
la búsqueda mediante todos los recursos posibles de mayor hipertrofia, con la
consiguiente deformación cultural que ello implica, y sus catastróficas conse-
cuencias en el nivel humano.
Vamos a tratar este fenómeno, por su interés y su importancia en nuestro ám-
bito, en mayor detalle en el siguiente apartado.

10.2. El arte y la reversión comunicativa

Desarrollando los fenómenos de la reversión, y actuando sobre ellos, los artistas


de todos los tiempos nos ejemplifican cómo luchar contra la reversión sensorial y
cognitiva. Un aspecto interesante de la ley de la reversión es precisamente éste: si
un medio, usado con abuso, se convierte en un impedimento, también es cierto
que un impedimento, obstáculo o limitación de una facultad o sentido humanos se
pueden convertir en un medio de extensión si se utilizan con cierta dosis y con
finalidades expresivas o comunicativas.
André Malraux en su novela L’espoir relata la experiencia de un prisionero de
guerra, que consigue usar los muros que le aprisionan como sistema de comuni-
cación con otro prisionero que está recluido cerca de él. Lo que constituye un
impedimento grave de comunicación con el entorno, se convierte en el medio que
precisamente soporta o permite la transmisión. Este es un efecto inverso al de la
reversión, que nos indica que cualquier limitación puede convertirse en una ex-
tensión humana.
Lo que vemos en el relato de Malraux es el uso de la dinámica reversiva, pero
en un sentido inverso: aquellos elementos que limitan, impiden o cercenan las
capacidades humanas sensoriales y cognitivas, pueden convertirse, con la adecua-
da transformación sensorial, en potenciadores de procesos sensoriales o cogniti-
vos.
La prodigiosa Helen Keller, escritora sorda y ciega, describe en uno de sus li-
bros, con una vividez más que visual, la llegada de la primavera, que puede sentir
en percepciones táctiles o de temperaturas, además de en perfumes o en zumbidos
y vibraciones. En este caso, sus limitaciones sensoriales se convirtieron en medios
para desarrollar por otros planos de sensación una sensibilidad refinada y única en
su profundidad y sutileza. También percibía, con sensibilidad refinadísima la
energía artística de la bailarina Martha Graham, hasta el punto de que sus descrip-
ciones de los movimientos musculares y vibraciones de la bailarina son tan bellos
como si hubiera presenciado la danza.

179
Las diez leyes de la información

En el caso de Helen Keller, (2009), quien vivió a comienzos del siglo XX en


una situación muy discapacitante –sorda, ciega y prácticamente muda desde muy
pequeña- se hizo claro para la escritora que una discapacidad o limitación puede
servir de puente, por así decir, de mediación, para el desarrollo de una mejor per-
cepción y comunicación con el entorno.
A diferencia de lo que ocurre en otros procesos biológicos humanos, la priva-
ción sensorial, emocional o cognitiva y también la discapacidad física generan lo
que algunos autores llaman un “florecimiento de la conciencia”, es decir, un re-
descubrimiento de capacidades alternativas a las que están revertidas o anuladas,
que por contraste, se ven desarrolladas de una manera muy poderosa.
Esto explica que personas que tienen graves discapacidades en su situación o
estado personal puedan sin embargo hiperdesarrollar facultades determinadas
mediante una reorganización sensorial o física, cognitiva o emocional, completa.
Dado que nuestro mundo comunicativo se rige por armonías de contrarios, a me-
nudo podemos potenciar nuestra conciencia, imaginación o capacidad expresiva
cuando nos vemos seriamente limitados para hacerlo.
Esta es la explicación comunicacional para fenómenos que todos hemos expe-
rimentado, por ejemplo, cómo se potencia nuestra creatividad cuando no tenemos
condiciones para desarrollarla, o cómo nuestra imaginación desafía las situaciones
de presión o de pérdida de libertad, para poder evitarlas.
En creatividad se ha estudiado cómo las personas que han visto cercenada su
carrera o acortado su periodo formativo, son a menudo grandes creadores en un
sector. Se ha estudiado cómo hay incluso una correlación entre cierto grado de
impedimento o limitación en un sector y la capacidad para generar innovaciones
en el mismo. Una de las explicaciones radica en la ley de carga, de manera que
una limitación en la carrera de un potencial superdotado en un campo le permite
desembarazarse de las reversiones que la propia formación académica ejerce so-
bre la iniciativa personal creativa. En general, y así lo registran escritores y crea-
dores de todos los campos, las limitaciones pueden ser bendiciones a la hora de
recomponer y rearmonizar la capacidad en un sector de la comunicación innova-
dora.
Todos vemos el efecto desencadenante de la comunicación que producen las
situaciones limitantes en muchos casos, como ocurre en los grupos humanos
cuando hay personas a quienes hay que ayudar o que son diferentes a los demás.
La reorganización comunicacional de un grupo humano cuando se ve sometido a
condiciones de privación de algún tipo, o cuando debe aceptar en su seno a perso-
nas con alguna privación o discapacidad, es un ejemplo de cómo calibramos de
diferente manera, más eficazmente, nuestra capacidad sensorial, emotiva y cogni-
tiva, cuando las condiciones son peores.
En el arte, los creadores conocen a menudo de manera intuitiva cómo es nece-
sario aprovechar el fenómeno inverso a la reversión comunicativa. A menudo, los

180
La ley de la reversión comunicativa

artistas voluntariamente reducen la hiperestesia de sus condiciones de creación, o


la riqueza de sus herramientas creativas, para potenciar la expresión. Recordamos
el ejemplo que poníamos de Rembrandt, que renunció al uso del azul, para traba-
jar mejor los matices de sus cuadros.
Los artistas a menudo se obligan a trabajar sobre elementos, condiciones o si-
tuaciones azarosas, para potenciar su capacidad artística. Por ejemplo, deciden
pintar sobre superficies casualmente deformadas, o en entornos no habituales, o
en condiciones difíciles. El recurso al azar, a la constricción a un material, y el
uso de un cambio de plano, están relacionados con la reversión y su contrario
comunicativamente hablando. Cuando un artista tiene unas reglas, materiales y
recursos perfectamente organizados y garantizados, y las condiciones son de ex-
trema facilidad, se produce a menudo menor creatividad que cuando materiales,
criterios o condiciones de trabajo son peores o menos estables. Unas condiciones
siempre iguales de trabajo anulan la creación, porque revierten el proceso. Por el
contrario, aprovechar las situaciones de desequilibrio, o las circunstancias casua-
les que se producen en una superficie artística o en una situación determinada,
permite al artista eliminar esa limitación, porque se sobrepone a la misma. Es
muy típico el caso de pintores que aprovechan una superficie irregular para crear
formas –desde las cuevas rupestres hasta los creadores del siglo XX-, o de los que
usan materiales de desecho para generar nuevas construcciones o composiciones
artísticas.
A menudo los artistas aprovechan, por ejemplo, restos de elementos despre-
ciados por otras personas o reciclan objetos. En el aprovechamiento de este mate-
rial que es contrario, conceptualmente hablando, a la idea de una creación propia,
el artista encuentra un modo de reequilibrar su capacidad y de eludir la ley rever-
siva.
Como decíamos al hablar de la ley de obsolescencia, el arte es uno de los do-
minios donde el equilibrio y la proporción de carga se cuidan mediante los crite-
rios estéticos, lo que permite salvar los problemas de reversión también. El culti-
vo de la sensibilidad en el mundo del arte ha sufrido también los problemas de la
anestesia por hiperestesia, cuando los artistas se embarcaron en un proceso de
impacto constante sobre la sensibilidad, a la búsqueda de la conmoción estética
cada vez mayor, en las vanguardias artísticas.
Una vez que este proceso se desarrolla, y se exterioriza la búsqueda de una
cada vez mayor estimulación en el mundo estético, mediante los recursos que
sean, se genera un proceso reversivo, de pérdida de capacidad de atracción. Nue-
vamente vemos aquí cómo se cumple la ley del equilibrio de carga en el mundo
de la comunicación, de modo que un exceso de carga tiende a anular el proceso.
Algunos de los artistas de última generación se ven sometidos a la ley rever-
siva de tal manera, que tienen que provocar auténticos terremotos estéticos para
llamar la atención, llevando a cabo monstruosos montajes con la intención de

181
Las diez leyes de la información

socavar de algún modo las expectativas de los espectadores. Pero la hiperestesia


tiene su límite y termina generando anestesia total en el entorno comunicativo de
que se trate, de manera que la capacidad de atraer la atención termina limitándose
a sí misma completamente.
Este es un ejemplo de reversión, que en el mundo del arte moderno, lleva a la
desaparición de todo criterio estético y a la degeneración del propio proceso de la
creación artística socialmente organizada. Pero como decimos, siempre es posible
que, a partir de una regresión, un artista pueda combinar de manera sensible un
conjunto de estímulos, para generar verdadera información en su ámbito senso-
rial.

10.3. La reversión en la cultura de masas

Uno de los sectores culturales donde más se reconoce la acción de la ley reversiva
es en la cultura de masas. La cultura de masas es la heredera de la cultura literaria
y teatral europea, que a partir del desarrollo de una serie de sistemas técnicos de
reproducción, potenció enormemente el desarrollo de la imaginación. La hipertro-
fia de la imaginación, en la cultura europea, dio lugar a curiosos fenómenos re-
versivos, que mostraremos a continuación.
Europa desarrolló una hipertrofia imaginativa que no se dio en otras civiliza-
ciones, por ejemplo, la asiática, o la árabe. A partir del surgimiento de los medios
de reproducción, tanto icónica –litografía, fotografía, cine, video- como verbal
simbólica –prensa, libros de bolsillo, revistas, etc.- mecanizados, Europa se con-
vierte en el continente que fomenta la imaginación fantástica en todos sus secto-
res.
Paradójicamente, y por efecto de la ley reversiva, nuestra cultura tiende a per-
der capacidad imaginativa y los productos de la comunicación de masas son cada
vez más mediocres e incapaces de sugerir cosas nuevas, al menos en los medios
tradicionalmente dirigidos a crear atención sobre ellos.
El exceso en el desarrollo de este proceso cultural llega en el siglo XX, cuan-
do los productos de la fantasía y la imaginación, aliados con las industrias de
consumo, generan un universo de formas imaginarias completamente hiperdesa-
rrollado e invasivo, dentro del cual se sostiene toda la economía productiva. La
iconorragia, es decir, la hemorragia de imágenes es total y constante, y no hace
sino seguir creciendo con la llegada de la red y de los dispositivos digitales de uso
individual.
Esta hipertrofia de la imaginación genera fenómenos reversivos. Así, la carre-
ra a la búsqueda de una impresión de realidad técnicamente garantizada conduce a
tecnologías cada vez más complejas de las que se depende para producir el juego
o entretener a las audiencias. Resulta mucho más difícil, cada vez, para los espec-

182
La ley de la reversión comunicativa

tadores habituales de estas tecnologías, apreciar sistemas tradicionales de estímu-


lo a la imaginación, mucho más potentes, como el libro o la pintura. Pero no so-
lamente la tecnología se convierte en una obsesión. La producción de todo tipo de
mensajes para la estimulación de la imaginación genera inmensas cantidades de
subproductos, de sucedáneos creativos, y de monstruosas deformaciones para
atraer la atención.
Pensemos por ejemplo en el género de cine de terror. Para asustar a un joven
de hoy, ya no basta con escenas horripilantemente verosímiles de mutilaciones o
destripamientos, porque este joven, habituado a tales escenas dentro de este géne-
ro, necesitará algo realmente impensable si se quiere causar un impacto sobre él.
Necesitados de estímulos imaginativos cada vez más permanentes y constan-
tes, la calidad de la imaginación creativa es sin embargo menor, y ello impide la
verdadera innovación en estos sectores. La complejidad y la saturación de formas
fantásticas termina generando un tremendo hastío y falta de interés en los públi-
cos, que se vuelven cada vez más exigentes a la hora de obtener ilusiones perfec-
tas, y que desarrollan cada vez menos la imaginación personal creativa.
Recuerdo la reflexión del gran poeta francés Charles Baudelaire sobre el ju-
guete del niño pobre. Como nos relata, para un niño pobre, una caja de cartón con
un hilo y cuatro ruedas es un prodigio de diversión, que el niño, mediante la ima-
ginación, convierte en el más fabuloso cochecito de juguete. En cambio, el niño
rico se queja porque el modelo de coche de juguete que le han comprado no es del
color que a él le gusta. El niño pobre mantiene su capacidad imaginativa intacta,
porque es una facultad compensatoria, que surge de la pobreza de medios de la
realidad. El otro niño, que atiborra su imaginación con estímulos constantes, es
incapaz de disfrutar de su propia fantasía, porque siempre le parece pobre.
La imaginación, por lo tanto, es una de las facultades más afectadas por los
fenómenos reversivos, porque su naturaleza es también comunicacional: la imagi-
nación suple la pobreza de medios. Pero si saturamos de medios a la imaginación,
para fomentarla, la haremos cada vez más raquítica. Es lo que vemos que ocurre
en algunos medios de masas cada vez más incapaces de entretener, como le ocu-
rre a la televisión generalista de los últimos tiempos.
Desgraciadamente en la historia de la televisión, hay una relación inversa en-
tre la calidad de la programación de este medio y los números de audiencias que
van creciendo a lo largo del siglo XX. Ello ha conducido a la desaparición de la
televisión como metamedio, es decir, como medio principal conformador de nues-
tra civilización, y su consumo ya mediatizado por la red, con la que se seleccio-
nan solamente algunos contenidos.
Lo que en periodismo llamamos el sensacionalismo, y que en la cultura tele-
visiva ha invadido todos los criterios de programación, es un ejemplo de exten-
sión absoluta de una serie de fórmulas de éxito, que han conducido no solamente
a una pérdida de funciones del medio televisivo, sino a una auténtica anestesia

183
Las diez leyes de la información

social en los públicos de televisión, cada día más acostumbrados a un universo


donde la aberración es la norma de selección de contenidos.
Desde finales del siglo XX, en la televisión se impone la extensión creciente
de la facultad de ver aquello que se considera prohibido o privado, con la conse-
cuente reversión en la pérdida del sentido y función pública de este medio. El
hiperrealismo televisivo es la tendencia a generar en los estudios de televisión y
en los programas, un mundo deformado por la tendencia a visualizar absoluta-
mente todas las realidades humanas, por íntimas y privadas que sean, y a someter-
las a la deformación que una industria como la audiovisual puede crear sobre
ellas.
El sensacionalismo en los métodos, contenidos y criterios profesionales en un
medio como la televisión produce igualmente, decimos, reversiones sensoriales
enormes. En primer lugar, las hiperestesias que los impactos sobre el buen gusto,
el pudor, la intimidad protegida o el sentido del espacio público producen estos
modos profesionales, terminan por generar insensibilidad en general en el público
masivo de la televisión, acostumbrado a lo grotesco o lo éticamente inaceptable
como contenido más habitual de este medio. Además, el interés antes centrado en
la discusión de contenidos de la cultura o de la esfera pública queda completa-
mente mutilado, y hasta los debates o discusiones políticas se sensacionalizan y
falsean, malversando su naturaleza. Todas las funciones tradicionales de este me-
dio, formativas, de control social, de movilización de opiniones o difusión de
innovaciones quedan completamente abandonadas. El medio televisivo se con-
vierte en lo que Hans Magnus Enzensberger llama el “medio cero” de comunica-
ción.
Un programa de televisión que alcanza el grado “cero” que describe Hans
Magnus Enzensberger (1991), y en el que el contenido anula toda estimulación
intelectual o perceptiva y genera una especie de estupor mental sin ideas ni signi-
ficado alguno, es una reversión de las funciones que puede llegar a tener un me-
dio como la televisión. Este medio es un claro ejemplo de cómo es posible perder
absolutamente todo criterio en la programación, con el único fin de generar au-
diencias crecientes.
Hay muchos fenómenos de reversión comunicativa patentes en nuestros días,
dentro de la cultura de masas. Uno de los ejemplos más preocupantes y también
interesantes para reflexionar es el del género publicitario en la cultura de masas,
al final del siglo XX.
La publicidad en medios de masas tradicionales se ve afectada por la rever-
sión, por un problema de exceso de presencia e hiperdesarrollo en los múltiples
soportes y canales posibles con la llegada de los sistemas digitales de comunica-
ción también. La publicidad a comienzos del siglo XXI satura tanto y abusa tanto
del refuerzo perceptual y psicológico, que no solamente no se percibe, sino que se
evade e incluso genera un efecto repelente. La reacción del universo publicitario

184
La ley de la reversión comunicativa

está siendo precisamente la de intentar variar su posición y funciones en los me-


dios de masas, y empezar a generar contenidos o a desarrollar roles creadores de
una manera inédita, con el fin de recuperar la capacidad de captar el interés de los
públicos.
Muchos medios aparentemente usados por los receptores, durante todo el si-
glo XX, están generando una reversión, y literalmente son el ruido de fondo que
no es procesado y que sirve a las personas literalmente para evadirse, adormecer-
se, o no pensar. Este ambiente de hiperestesia comunicativa está haciendo que los
receptores no valoren en absoluto ni distingan un medio de otro.
Hay muchos autores que han trabajado el fenómeno de la degeneración cultu-
ral asociada a la masificación del proceso comunicativo. Neil Postman (1998)
analizó la muerte de la cultura que se produce en la civilización norteamericana
con la llegada del imperio del entretenimiento y la diversión como criterio absolu-
to. El abuso de las risas, la diversión, el espectáculo, en todos los sectores de la
cultura masiva del siglo XX, generó una verdadera extinción de todos los otros
valores e intereses transmitidos por los medios, y la cultura “se murió literalmente
de risa” en los medios audiovisuales de la época, estado del que no se ha recupe-
rado en los medios generalistas.
Otro caso de posible reversión por el abuso de un medio es lo que ocurre en
los jóvenes aislados e incomunicados por la hiperconexión digital que describe
Sherry Turkle (2010). En este caso se trata de una reversión tecnológica asociada
a los medios interpersonales masivos. Estos medios, como la consola, el teléfono
móvil, el portátil o el PC conectado a la red tienen una enorme potencialidad re-
versiva.
Por el hecho de generar la denominada hiperconexión, es decir, la conexión
durante las veinticuatro horas del día con cualquier punto o distancia y para cual-
quier fin, estos medios aíslan al individuo de su entorno inmediato. Los teléfonos
móviles se sitúan en el espacio personal del joven y literalmente lo absorben hacia
su universo de hipercontacto con el entorno de la red del móvil, a una edad en la
que este tipo de reclamo es muy poderoso en su psicología. La consecuencia es la
pérdida de comunicación con el entorno inmediato, y el anonadamiento de la
atención que estos jóvenes sufren.
La multitarea que los medios digitales masivos exigen como práctica habitual
de su manejo, puesto que se superponen entre ellos o con espacios interpersonales
de comunicación y vida social como la familia, la escuela o el grupo de amigos,
está revertiendo la capacidad de los jóvenes para relacionarse en profundidad con
estos entornos. Este proceso reversivo afecta a una enorme cantidad de jóvenes,
incapaces de notar el efecto perverso de una herramienta que parece potenciar su
mundo personal.
Los Hikikomori, los jóvenes japoneses que practican el aislamiento total afec-
tados por la sobreestimulación social de la cultura moderna de ese país, son un

185
Las diez leyes de la información

extremo ejemplo de reacción adversa generada por la hipertrofia de los medios de


comunicación digital. Estos jóvenes terminan por adaptar el mundo a los límites,
escenarios y mundos imaginarios de los medios digitales, renunciando a la vida
real fuera de sus habitaciones, porque ésta resulta muy compleja a diferencia de la
vida generada por la extensión tecnológica digital. En este caso extremo vemos
acrecentado el efecto que el universo digital tiene en todos nosotros, que, al facili-
tar aparentemente las relaciones, operaciones o actividades en dicho mundo, nos
tienta y reduce nuestra atracción hacia el mundo no mediado de las relaciones y
actividades en la vida fuera de las pantallas.
La ley de la reversión es muy importante porque relativiza el valor de los me-
dios de comunicación y de todas las tecnologías extensoras sensoriales o cogniti-
vas: muestra cómo, más allá de una cantidad, un medio se convierte en un impe-
dimento. Cualquier instrumento cultural, absolutizado como sistema de poder
humano, se convierte en una esclavitud y por tanto, en una lacra para una cultura.
Decíamos anteriormente que las civilizaciones han tenido en cuenta, en algu-
nos casos, el peligro que el desarrollo ilimitado de medios, tecnologías o exten-
siones sensibles, pueden generar en una civilización. No es el caso, evidentemen-
te, de nuestra civilización. Hay autores que han señalado cómo la hipertrofia de la
fantasía sin duda tiene una relación con el desaforado crecimiento de la economía
capitalista financiera y el desarrollo de las mortales burbujas especulativas de
nuestras áreas económicas. También este hiperdesarrollo tiene consecuencias
desde el punto de vista de la inconsciencia desarrollada en la visión clara del sis-
tema económico y social en el que vivimos, y en la falta de percepción de las
desigualdades humanas en el planeta. La hipertrofia de la imaginación, y de la
fantasía o el juego sensacionalista en la comunicación masiva, como vemos, ha
revertido en una mayor insensibilidad hacia la propia especie y hacia las conse-
cuencias de los modelos de vida que desarrollamos como tal.
Una sociedad de masas que crece ilimitadamente en sus fabulaciones fantásti-
cas, en las tecnologías que las producen, que abusa de la estimulación sensorial
mediante todo tipo de dispositivos o fórmulas, pero es cada vez más insensible al
propio sufrimiento que generan y al sistema de desarrollo no sostenible que las
mantiene, es evidentemente algo que debemos cambiar reflexionando sobre los
principios de contraste, discontinuidad y equilibrio sensible que hemos mencio-
nado antes. No es casualidad que el ser humano sea ahora mismo uno de los más
perversos y malévolos animales del planeta. La “golosina visual” con la que lo
alimentamos es en buena parte responsable de ello.

10.4. La reversión en los grupos humanos.

186
La ley de la reversión comunicativa

Hay un aspecto como vemos, muy interesante de la ley de la reversión que se ha


aplicado y estudiado en el nivel grupal humano, sea el que sea. Conocemos la
existencia de fenómenos reversivos en el manejo de la información en los grupos
humanos masivos, a partir de los estudios sobre procesamiento de información
que se llevaron a cabo continuando las teorías interpersonales de los años 50 del
pasado siglo.
En los años 70, hubo una serie de investigadores que se plantearon extender
las nociones en torno a la información al ámbito de la comunicación en grupos
grandes. Una de las principales ideas que se planteó fue de la aplicar la teoría
informativa, en sus leyes fundamentales, a estos grupos. Así, se descubrió que en
estas dimensiones, la capacidad de generar y transmitir información también de-
pendía de los procesos de equilibrio, contraste y discontinuidad.
Así, se estudió el denominado “groupthinking” o pensamiento grupal, fenó-
meno en el que las personas cohesionadas frenéticamente en grupos aislados del
resto social, numerosos y bajo la influencia de un líder, hacen dejación de su ca-
pacidad de pensar individual en favor de las decisiones de un líder. En estos ca-
sos, el grupo humano, que tiene la función de permitir al individuo comunicarse
con el entorno y transmitirle experiencias, se convierte en el impedimento que
fuerza la percepción distorsionada y aberrante que favorece solamente al grupo
como entidad o al líder del mismo.
Lo que ocurría en el pensamiento distorsionado dentro de grupos fanáticos era
un efecto generado por la redundancia y la falta de comunicación con el entorno,
que impedía a estas personal literalmente distinguir la información que les llegaba
y reconocerla. Un exceso de cerrazón, y una serie de procesos relacionados con la
complementariedad grupal, hacían que los individuos ni fueran capaces de captar
ni aprovechar la información del entorno.
Estos fenómenos mostraron cómo la comunicación dentro de un grupo, re-
dundante y dirigida siempre en una misma dirección, tenía el poder de revertir la
capacidad de juicio crítico de las personas y la de reconocer información contraria
a la habitual del grupo humano. Así, se comprobó que, para que se difundiera
adecuadamente la información, es vital que exista cierta variedad en los grupos, y
la capacidad para someterse a información diferente y no esperada.
Conocemos el fenómeno desactivador de la comunicación que se produce en
las denominadas situaciones de homofilia grupal, y que podemos relacionar con
los fenómenos de sobrecarga informativa y reversión consiguiente. Estudiado por
Rogers y Kincaid (1983, 1988) y por Granovetter (1983), este fenómeno nos indi-
ca que en los grupos humanos que son excesivamente similares y cohesionados,
se produce una escasa información y escasa apertura a las innovaciones.
Un exceso de homofilia, es decir, de simetría, igualdad y coincidencia en los
grupos, genera una reversión en el proceso comunicativo, de modo que estos gru-
pos no generan ni están abiertos a información, aunque sí la conservan y asientan

187
Las diez leyes de la información

en su interior de una manera repetitiva. Lo que Rogers primero, y Granovetter


después, descubren, es que el exceso de comunicación siempre redundante y con-
firmatoria en un grupo humano revierte la capacidad de acceder a información
original de dicho grupo.
En cambio, los grupos en los que un grado menor de homofilia y redundancia
se da, y donde hay enlaces con otros grupos diversos, mediante personas cosmo-
politas o curiosas, son más activos comunicativamente hablando, se adaptan me-
jor a las innovaciones y son capaces de evolucionar más fácilmente. Hasta tal
punto les pareció análogo el fenómeno a la reducción de información por redun-
dancia de la teoría matemática de la información, que Granovetter denominó a su
teoría “la teoría informativa de la fuerza del enlace débil en las redes”.
Lo que descubrieron ambos autores es que el exceso de redundancia informa-
tiva induce a una incapacidad de acceder a información diversa. También indica-
ron que los grupos muy heterofílicos, es decir, los conjuntos de individuos donde
se busca siempre lo diferente y que solamente están unidos en la transmisión de
novedades y cosas diversas, no tienen capacidad para conservar la información y
asimilarla de manera práctica.
Los ambientes donde la innovación y la diversidad es constante, son evanes-
centes desde el punto de vista de la memoria informativa, y no suelen reaccionar
sólidamente ante la información que reciben. Aunque las personas innovadoras
tienen que comunicarse con sus iguales, y buscar los ambientes creativos para
poder sentirse confirmados, luego es necesario que las innovaciones pasen a los
grupos más conservadores y estáticos, porque éstos son más capaces de incorpo-
rarlas finalmente.
Estos autores indicaron que la adecuada combinación de homofilia y heterofi-
lia era vital para que las comunidades y grupos humanos pudieran absorber inno-
vaciones. Los grupos humanos debían estar sometidos a procesos informativos
heterofílicos mediante enlaces con personas o grupos diferentes e innovadores,
pero a su vez, los innovadores debían integrarse en grupos homofílicos, ejerciendo
de enlaces con ellos, para favorecer la correcta incorporación de las innovaciones.
Esta teoría nos muestra cómo en los grupos humanos la composición informa-
tiva es clave para que se mantenga la capacidad comunicativa global de los mis-
mos, a la hora de evolucionar y de crecer socialmente. Una sociedad o grupo hu-
mano en exceso igual a sí mismo, obsesionado con determinados tipos de
mensajes, actitudes u opiniones, o hipertrofiado en determinados aspectos de su
vida y formas de comunicación, se vuelve incapaz de registrar y aceptar lo nuevo.
Desde el punto de vista de los procesos informativos en los grupos humanos,
influye decisivamente que el grupo tenga una variedad que no revierta el proceso
de comunicación. Es necesario, así, que en los grupos haya individuos diferentes,
que canalicen y abran el interior de las comunidades a nuevas informaciones,
pues cuando un grupo humano es muy homogéneo únicamente conserva la infor-

188
La ley de la reversión comunicativa

mación de que ya dispone y es reacio a la información diferente o nueva que pue-


da circular. La dosis idónea de elementos innovadores es vital en los grupos y
redes, para que no existan reversiones de los procesos informativos.
Vamos a tratar, por último, cómo actúa la ley de la reversión en el panorama
profesional del periodismo, y de esta manera tendremos una visión completa de
los niveles de la comunicación donde este fenómeno se presenta.

10.5. La reversión en el periodismo profesional

Al igual que en la reversión sensorial, el contraste, los elementos discontinuos y


el juego con la diversidad es vital para mantener la capacidad informativa, es
decir, la capacidad evolutiva y formativa de una comunidad. Esta es la función
que pueden ejercer hoy en día el periodismo y la información mediante las nuevas
redes sociales, que constituyen los enlaces novedosos transmisores de informa-
ción diferente en nuestra cultura.
Tradicionalmente era el periodismo el agente social que mantenía las funcio-
nes de vigilancia del entorno y de transmisión de la cultura, mediante su acción
cotidiana sobre el sistema de la comunicación de masas. Pero como vamos a ver
ahora, el periodismo también ha sufrido reversiones debidas a excesos en el ejer-
cicio de esta actividad comunicativa.
Cualquier intento de estabilización o estancamiento del poder de un medio
nos conduce a los efectos de la ley de la reversión. Vemos que el periodismo y los
medios masivos, que durante el siglo XX han tenido hegemonía en la vida social,
han llegado a ser abominados por mucha parte de los públicos, a pesar de una
aparente estabilización masiva.
Ha habido, probablemente, un abuso de poder en la estructura del negocio
profesional en torno a la comunicación periodística. Durante todo el siglo XX, el
periodismo se asienta en estructuras empresariales estables que controlan tanto el
suministro de la información por parte de las fuentes, como la difusión de la mis-
ma información, una vez procesada, a los públicos. Este modelo, que es el de la
comunicación de masas tradicional, parecía inamovible en las décadas de los años
30, 40, 50 o 60 del pasado siglo, que podemos considerar la edad de oro de este
tipo de comunicación.
Durante todo este periodo, los medios periodísticos masivos son los únicos
agentes sociales que pueden difundir la información de manera eficaz a millones
de ciudadanos en los países desarrollados. El predominio y la hegemonía del pe-
riodismo es incuestionable en este periodo, y este poder se manifiesta en las mis-
mas alianzas que las empresas periodísticas establecen con formas de poder polí-
tico, institucional o empresarial ajeno al sector. Ello conduce a un sistema
informativo, del que dependen los públicos, que consolida grandes conglomera-

189
Las diez leyes de la información

dos de comunicación masiva, cuya expansión va ligada sobre todo a la obtención


de inmensos beneficios económicos.
La extensión de los grandes medios de masas, y la consolidación del perio-
dismo masivo, se hacen a costa del sacrificio de varias virtudes de los medios de
menor tamaño y ambición: desaparece la idea vocacional, desinteresada, de pe-
riodista profesional, o la de comunicador con funciones sociales, de vigilancia,
difusión, protección de la libertad o de los derechos ciudadanos. La expansión
desmesurada de los sistemas periodísticos convierte a los periódicos en empresas
conducidas por los intereses comerciales y empresariales de su grupo financiero,
con miras a un desarrollo siempre creciente, insostenible.
Automáticamente, en este panorama que fermenta a lo largo del siglo XX, la
ley de la reversión comunicativa entra en funcionamiento, y en la segunda mitad
de la centuria el periodismo profesional ha perdido ya el norte en cuanto a su sen-
tido como oficio y su valor social. El sensacionalismo, el servicio a las fuentes de
poder, la dependencia financiera, la búsqueda de los números millonarios a costa
de la calidad, generan un sistema mediático en los países del área occidental que
es todo menos ético, beneficioso o incluso necesario para la comunicación social.
Como sabemos, el final del siglo XX ve llegar una nueva tecnología que aca-
ba con uno de los pilares fundamentales del sistema de la comunicación de masas,
que es precisamente la dependencia de los públicos respecto de los periódicos
como únicos difusores de información vital. La red de Internet nace en los años
90 como un pequeño David frente al Goliat de la comunicación de masas perio-
dística, pero en diez años, este pequeño nuevo enfoque de la comunicación tumba
a los gigantes mediáticos, incapaces, por su reversión profesional, de luchar con-
tra los nuevos valores que se plantean. La obsolescencia y la reversión se combi-
nan para generar un efecto nefasto en el periodismo de masas.
Una vez que, a finales del siglo XX cesa la dependencia de los medios de ma-
sas, con el surgimiento de nuevos sistemas informativos, como la red y las redes
sociales en ella, el fenómeno reversivo se materializa más claramente, de modo
que lo que en realidad era una espiral de silencio, en torno a la falta de valor so-
cial y profesional del periodismo, se convirtió en una crisis de negocio mediático
con abandono del consumo en cascada, que revierte la situación de los medios de
masas industriales a la de cincuenta años antes por lo menos, poniendo en grave
riesgo de desaparición a industrias tan asentadas como la tv generalista, los gran-
des periódicos o las grandes productoras audiovisuales del sector.
El periodismo, como actividad profesional, ha sido poco consciente de la ley
de reversión, pensando que los procesos de comunicación, por ínfimo que sea su
contenido, no pueden anularse a sí mismos. Lo que nos enseña esta ley es que no
es así. La saturación informativa es equivalente al cero comunicativamente ha-
blando, y el abuso en categorías como el sensacionalismo, el mal gusto, el criterio

190
La ley de la reversión comunicativa

comercial y mercantilista, genera realmente un repudio del medio de comunica-


ción, una vez llegados a un límite.
El matiz clave de esta ley radica en el hecho de que en comunicación pode-
mos generar una situación mucho peor de la que es punto de partida, desde el
momento en que optamos por un hiperdesarrollo ciego de un sistema mediático
determinado. La búsqueda de los grandes números, de los negocios multimillona-
rios, de los sistemas hegemónicos de los periodistas profesionales frente al resto
de los mortales, conducen a una pérdida de la orientación profesional y empresa-
rial. Solamente se está pudiendo recuperar dicha orientación ahora, que la ruina
del sistema de la comunicación de masas exige redescubrir lo que realmente im-
porta en el periodismo.
El periodismo actual vuelve a proporciones más humanas de desarrollo. Los
nuevos modelos de empresa periodística son más pequeños, más voluntariosos y
necesariamente conservan una función social y una ética que los revaloriza. La
profesión vuelve a sus orígenes más humildes, y a medidas profesionales mucho
más modestas. No hay, ahora mismo, una visión estable de esta profesión, obliga-
da a cambiar de nuevo sus métodos, tecnologías o rutinas, para adaptarse a un
entorno en el que por primera vez en su historia, compite con otros medios de
distribución de la información, en manos de otros profesionales o de los públicos,
los nuevos actores de la difusión masiva interpersonal de la información en las
redes sociales.
Y es interesante que el periodismo deba refundarse, puesto que la ciega ex-
pansión profesional había llevado a una esclerosis fundamental de esta profesión.
Es curioso que los periodistas y los medios olvidaran la ley de la reversión. La
reversión se utiliza a veces como mecanismo de manipulación y de censura ante
los periodistas. Y así ha ocurrido a lo largo del siglo XX. Por ejemplo, en las rue-
das de prensa, cebar a los periodistas con información deliberada, ha sido durante
décadas el mejor modo de impedir que éstos pregunten por temas de los que el
poder convocante no desea que se hable.
La reversión, en el ámbito profesional masivo, ha sido una constante en el pa-
norama social. Es un medio de manipulación de las masas, a las que, atiborradas
de comunicación de baja calidad, se las puede controlar fácilmente, como han
mostrado regímenes totalitarios populistas de todos los tiempos. Hay ejemplos
bien recientes del tipo de intoxicación, malformación y obturación de la democra-
cia que se puede generar con la utilización de los medios masivos y la censura
periodística combinadas.
Por su carácter engañoso, la reversión puede servir para fingir que un sistema
de comunicación es potente y poderoso en recursos o efectos, cuando en realidad
está anulando su propia capacidad de comunicación. Son muchos los autores que
han trabajado cómo la sobrecarga informativa puede enfermar a una sociedad y
producir el efecto opuesto al que parece pretender (uno de ellos es Todd Gitlin, en

191
Las diez leyes de la información

2005). Una sociedad “enferma de información” es aquella que aparentemente


vive en un entorno opulento de mensajes, medios, cifras de audiencias millonarias
o de beneficios enormes para las empresas del sector, pero en la que realmente no
se produce una relación con el desarrollo social, ni hay conciencia crítica sobre el
modelo de vida, ni hay capacidad de reaccionar ante crisis o conflictos graves, de
una manera madura e inteligente.
Así, puede ocurrir que nuestra mente esté completamente atiborrada de datos,
y precisamente por ello, viva narcotizada o embelesada por éstos, impidiéndose
que una reflexión idónea permita llevar a la práctica conclusiones o elegir las
mejores opciones para el futuro.
De nuevo nos encontramos con el fenómeno por el cual la proporción humana
es la clave para no destruir el desarrollo. Igual que ocurre en los ámbitos ecológi-
co y en el modelo de sociedad sostenible que debemos desarrollar, no hay mayor
enemigo que la desproporción y la desmesura. Un exceso comunicativo, una pér-
dida de la proporción en el uso de un medio extensor, nos conduce a la catástrofe
porque altera profundamente el equilibrio de factores interconectados de los que
dependemos. Así, si la comunicación no se mantiene al servicio de los ciudadanos
y comienza a dominarlos, les impide ver realmente el modelo de sociedad que
están construyendo y cómo una costra de insensibilidad, fantasía proverbial e
inconsciencia está generando un desarrollo amorfo que ni el animal más primario
elegiría.
Somos muy poco conscientes de que el respeto a la ley de la reversión no so-
lamente es un matiz estético o un detalle menor en el sistema comunicativo o
social en el que nos integramos. Ni más ni menos que el futuro de la misma hu-
manidad, y la capacidad de no ir hacia atrás en la evolución, están basados ambos
en el conocimiento y el respeto de esta ley, que está intrínsecamente relacionada
con la ley de la carga informativa, así como, en definitiva, con todas las otras
leyes de la información.
Cuando un medio excede la carga, se convierte en su propio impedimento y
anula el proceso informativo. Nada hay más grave que el engaño propio que su-
pone contar con un medio que parece hacernos desarrollar y en realidad nos está
degenerando en nuestra capacidad innata. El ser humano debe ser consciente de
que, al igual que existe la evolución progresiva, existe la regresión: podemos ir
hacia adelante, pero también podemos degenerar y perder capacidades. Nada nos
está dado por el hecho de vivir en el momento presente. No sabemos lo bajo que
podemos llegar a caer. En el cumplimiento de la ley de la reversión vemos cómo
la carga, la composición y la armonía de los elementos constitutivos de la comu-
nicación, son vitales para que exista eficacia en su acción, y un verdadero desa-
rrollo de las capacidades humanas.
Llegamos así al final de la explicación en torno a las diez leyes fundamentales
de la información. Hemos visto que estas leyes se pueden aplicar en los ámbitos

192
La ley de la reversión comunicativa

más dispares, y que sus efectos son estudiados por los autores expertos en cien-
cias y disciplinas autónomas, que van de la sociología a la psicología, de la teoría
matemática a la etología animal. Vemos que en todas esas disciplinas los autores
coinciden en dar a los fenómenos de la comunicación unas categorías generales
como son estas leyes informativas, con el fin de esclarecer la importancia que
tienen en la formación de la vida humana y animal en el planeta.
Esperamos que estas diez categorías sirvan para que, una vez reconocidas en
cualquier ámbito comunicativo, permitan al lector generar ideas sobre cómo obte-
ner de ellas el mejor servicio, sea profesional, sea filosófico, sea terapéutico o
artístico. Como leyes que son de nuestra sensibilidad también, esperamos que
ayuden al objetivo fundamental de todo el conocimiento humano, que no es otro
que el de proporcionar felicidad, y que las personas vivan conforme a aquello que
más desean.

Madrid, 12 de noviembre de 2014


Eva Aladro Vico

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