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ADOLESCENCIA

FIORELLA PROSERPIO

PRIMERO INFORMATICA

Profa. GRACIELA TAQUE


Indice

Introducción
Sindrome de la Adolescencia Normal
1) Normalidad y patología en la adolescencia

2) Síndrome normal de la adolescencia

a) Búsqueda de si mismo y de la identidad

i) Duelos

b) La tendencia grupal

c) Necesidad de intelectualizar y fantasear

d) Las crisis religiosas

e) La evolución sexual desde el autoerotismo hasta la


heterosexualidad

f) Actitud social reivindicatoria

g) Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la


conducta

h) Separación progresiva de los padres

i) Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo

3) Re- edición del complejo de Edipo

4) Identidad previa

5) El yo psicológico y el yo corporal

6) El yo y el mundo externo

7) Conclusión
8) Bibliografía
“¿Dónde estás?
Te busco, sólo encuentro
un lugar de piedra y silencio.

Voy cruzando puertas tras de tí,


voy cruzando puertas tras de ti”.
Robi Rosa Fragmento de la canción Cruzando puertas

Introducción

Si bien la adolescencia se debe considerar un fenómeno específico dentro del

desarrollo del ser humano. El autor recalca la importancia del estudio de ella desde

factores multicausales que superan la concepción de la adolescencia como una mera

característica social. La investigación realizada por Knobel aborda el tema desde

variadas fuentes como lo son desde la experiencia clínica de jóvenes, adultos, grupos

de apoyo, grupos de discusión, tests y cuestionarios para poder determinar la

influencia de los agentes psico-biológicos, socio-culturales, temporales, etc…

El período de la adolescencia se ubica como la transición entre la pubertad y

el estadio adulto, éste puede variar al igual que lo hace este último de acuerdo al

medio social. A pesar de eso se reconoce que la adolescencia es el período que se

caracteriza por enfrentar al niño con su cuerpo y re-establecer su imagen corporal,

abandonando la autoimagen infantil. Conciliando de esta manera la dicotomía

cuerpo-psiquis y proyectándose hacia el futuro como adulto incorporando los valores

definitivos que marcarán su identidad. Las relaciones objetales-parentales

internalizadas serán el apoyo de la transición hacia la estabilidad del plano genital en

conjunto con otros elementos como el duelo por la pérdida de la identidad infantil.
Síndrome de la adolescencia normal

Normalidad y patología en la adolescencia

El criterio de “normalidad” según Anna Freud dice que es muy difícil de

determinar el límite entre lo “normal” y lo patológico en éste período, pero si

considera que la presencia de equilibrio durante éste proceso se podría

considerar anormal.

Frente a éste concepto el autor plantea que la normalidad se establece de

acuerdo a la capacidad de adaptación al medio logrando satisfacer las

necesidades básicas a través de modificaciones de situaciones de displacer

(sublimación).

Considerando que éste es un proceso, un desarrollo; Knobel admite conductas

que parecen patológicas e intenta comprenderlas para poder establecer (de acuerdo

al contexto que los rodea) las desviaciones.

Los desequilibrios e inestabilidad que sufre el adolescente varían

extremadamente la actitud conocida de él, llevándolo a presentar conflictos

afectivos, ideológicos y sexuales en simultáneo con conductas de introversión,

extroversión, desinterés, etc. Todas estas actitudes y procesos es lo que el autor

denomina como “síndrome normal de la adolescencia”.

Síndrome normal de la adolescencia

Las características descriptas a continuación enuncian las actitudes y

conflictos que atraviesa el adolescente y demuestran lo contradicciones que éstos

expresan.

Dentro de la sintomatología que describe el síndrome se encuentran:

 Búsqueda de la identidad

 La tendencia grupal

 La necesidad de intelectualizar y fantasear


 Crisis religiosas que varían de un extremo hacia otro

 Desubicación temporal, dándole primacía al pensamiento primario

 Evolución de la sexualidad del autoerotismo a la heterosexualidad genital


adulta

 Actitud social reivindicatoria que se torna por momentos antisocial

 Contradicciones en la conducta

 Creciente individualización de sus progenitores

 Cambios de ánimo y de humor.

Búsqueda de si mismo y de la identidad

El proceso de establecimiento de la identidad es característico de la

adolescencia, no porque el niño no la tenga; sino por el hecho de que en ésta etapa

los conflictos a los que se enfrenta el individuo (teniendo en cuenta el

enfrentamiento con su bagaje psico-socio-biológico) determinarán la identidad adulta

del mismo. En ésta etapa el yo corporal y el yo psíquico se disocian impulsados por la

crisis del cambio corporal y la no correspondencia del esquema corporal con el

psíquico. Se define el esquema corporal como la imagen mental que tiene el sujeto

de su propio cuerpo. El resultado de la superación de ésta etapa derivará en la unión

de la dicotomía antes mencionada con la integración del factor social originando un

ser bio-psicosocial.

A nivel biológico el sujeto se enfrenta a los cambios hormonales comenzando

por la secreción de las hormonas gonadotróficas que iniciarán el proceso de

maduración de los genitales, posteriormente y en simultáneo a la acción antes

detallada comienza la acción de la hormona somatotrópica que deriva en el

crecimiento y finalmente en el último nivel se manifiesta el desarrollo de las

características sexuales.
El proceso de duelo por la pérdida del cuerpo infantil presiona el cambio

hacia la elaboración del nuevo esquema corporal.

Frente a la búsqueda de la personalidad el adolescente asume distintas

opciones que pueden ser presentadas en simultáneo como: tomar una identidad

negativa (considera preferible ser alguien perverso a no ser nadie) o tomar una

seudo-identidad (expresa lo que pudiera ser y lo lleva en una identidad latente) es

decir los adolescentes adoptan distintas seudo-identidades de acuerdo a la ocasión.

Éstas se pueden clasificar en:

 Transitorias: las adoptan durante un cierto período.

 Ocasionales: que son utilizadas frente a situaciones nuevas.

 Circunstanciales: son identificaciones parciales transitorias.

Estos estados también pueden reflejar posturas precarias de identidad que

asumen para protegerse de la ansiedad y angustia que les significa la fragmentación

del “yo” mientras evalúan los aspectos que les resultan inútiles e incorporan los

nuevos.

Los duelos.

El proceso de duelo al que se enfrenta comienza por la negación de la

perdida de su condición infantil y el nuevo carácter de adulto, esto se puede

expresar a través de:

 Duelo por la pérdida del cuerpo de niño y las implicaciones que trae éste
principalmente el hacer frente a las modificaciones biológicas y morfológicas

de su cuerpo.

 Duelo por la pérdida del rol e identidad infantiles. Esto obliga al sujeto a
renunciar al la dependencia característica de los niños y asumir las

responsabilidades del adulto, generando angustia por la confusión entre el

niño y la identidad emergente.


Los tratan de adultos cuando les exigen
los tratan de niños cuando les prohíben.
Pablo Estramin Fragmento extraído de la canción De Adolescentes

Se reconoce que no sólo el adolescente siente la pérdida por el rol de niño

sino que también los padres hacen un duelo por la perdida de su chico originando

situaciones contradictorias que se pueden ver reflejadas en éste fragmento.

 Duelo por los padres (idealizados) de la infancia. Esto significa la inevitable


aceptación de las debilidades, el envejecimiento y la posibilidad de la muerte

de sus progenitores.

 Duelo por la pérdida de la bisexualidad de la infancia.

El apoyo para superar los duelos y micro duelos a los que se enfrenta el púber

se encuentra en las primeras figuras introyectadas que forman parte del yo y del

superyo; es decir que la correcta internalización y el buen relacionamiento de los

padres en el desarrollo previo determinará un buena conexión interior y el

consiguiente reajuste emocional para salvar las crisis.

En este periodo comienza la evolución de proceso de individuación en que el

sujeto haciendo necesaria su separación de los padres.

La tendencia grupal

La carencia de identificación que observa el joven frente a su entorno familiar

(adultos y niños) lo lleva a reconocerse entre sus pares y buscar la uniformidad

dentro de ese grupo, ser uno más del montón y adoptando sin cuestionar los

dictámenes del grupo. Tras la estructura del grupo se albergan mecanismos de tipo

esquizoides donde el individuo no participa (de manera autónoma) de los cambios

que se suceden a su alrededor y es el grupo quien acude a la solución de sus

problemas; presentándose conductas psicópatas, neuróticas y psicóticas,

dependiendo de las circunstancias y las condiciones internas del sujeto. Mediante la


actitud psicópata el individuo tiene expresiones de tipo cruel, desafecto e inclusive

ridiculizante de los demás.

Ésta actitud se observa como un esfuerzo por determinar una identidad

distinta a la de sus padres.

Necesidad de intelectualizar y fantasear

Las perdidas que exige la realidad de renunciar al cuerpo, a su rol de niño, a

los padres de la infancia y la bisexualidad le resultan al adolescente sumamente

dolorosas. Obligándolo a recurrir a los mecanismos defensivos de intelectualizar y

fantasear.

La intelectualizacion se da al ligar los fenómenos instintivos con contenidos

ideativos y hacerlos accesibles a la conciencia y fáciles de controlar.

El joven ante la frustración de la realidad recurre a experiencias y objetos

buenos fijados en su etapa anterior, refugiándose en una especie de reajuste

emocional. Este “autismo positivo”1 se canaliza en lo que se puede decir

sublimación ya que vuelca el incremento de la intelectualización hacia

preocupaciones por problemáticas sociales así como experimenta una etapa de

creatividad especial para las actividades literarias, artísticas etc. (actividades

sociales bien vistas)

Las crisis religiosas

La constante inestabilidad provoca en el individuo posiciones

extremadamente opuestas variando desde la religiosidad al ateismo. Las crisis

religiosas surgen como una solución frente a la búsqueda de identificaciones

positivas que le ayuden a superar la angustia por la muerte de su yo infantil (que lo

considera parte de su yo corporal), la separación de los padres y la posibilidad de

1
Término tomado de la Dra. Arminda Aberasturi
defunción de estos. Explorando posibilidades con respecto a la proyección de si

mismo y sus padres infantiles.

El autor considera necesario el pasaje por estos idealizaciones para lograr a

posteriori la construcción definitiva de una ideología así como valores éticos.

Desubicación temporal

El adolescente actúa como si las necesidades fueran inmediatas y frente a

las exigencias procede con una postergación aparente irracional.

Knobel le asigna el nombre de “tiempos vivenciales” a la noción mediante la

cual el adolescente se maneja por tiempos corporales o rítmicos basados en el

tiempo de comer, defecar, jugar etc. Esto ocurre hasta que logra llegar al período de

aislamiento (surge el sentimiento de soledad) que simboliza el dejar de lado el

tiempo pasado, futuro y presente creando la ilusión de que los puede manejar. Con la

elaboración de los duelos, la dimensión temporal adquiere otras características

dando lugar a la construcción de la conceptualización de tiempo aceptando la idea de

los tiempos pasado presente y futuro, aceptando la muerte de los padres, la

disolución de su vínculo con ellos y también su propia muerte. La conceptualización

del tiempo se habrá llevado a cabo cuando el individuo sea capaz de formular

proyectos de futuro siendo capaz de aceptar el tiempo de espera y elaboración del

tiempo presente. Destaca el autor que conjunto con la elaboración de los duelos, la

percepción y la discriminación temporal constituyen tareas sumamente importantes

de la adolescencia.

La evolución sexual desde el auto-erotismo hacia la

heterosexualidad.

En éste período el autoerotismo sexual deviene en una exploración y

preparación genital meramente preliminar al rol que posteriormente ha de ejecutar el

adulto como una genitalidad procreativa. En éste etapa ocurre el primer episodio de
enamoramiento, el cual responde a la idealización de una figura que escoge el púber

con la finalidad de canalizar las fantasías edípicas prohibidas. Según la Dra Arminda

Aberasturi a partir de de la segunda mitad del primer año de vida se estructura la

fase genital previa, con la consecuente configuración del complejo de Edipo

temprano. Los modelos afectivos que se construyen en ésta etapa en base a un

modelo genital y las fantasías de penetrar o de ser penetrada/o determinarán el tipo

de vinculo que será mantenido por el resto de la vida del sujeto. Esta fase genital

previa se repetirá en el periodo denominado fálico que se presenta alrededor de los 4

ó 5 años. Se reconoce el papel determinante que juega la postura de los padres

frente a toda la genitalidad infantil ya que desempañará un papel definitivo en la

evolución genital del sujeto.

Según Mélanie Klein se incrementan las demandas del ello así como se

intensifican las exigencias del super-yo provocando la acción de las 3 tópicas (ello,

yo y super-yo). La intervención de los padres desde el primer momento en la

configuración del super-yo y mediante de los enfrentamientos de las instancias

psíquicas se cristalizará la identidad del adolescente preparándola para ser adulta. El

triángulo edípico se reanuda con la diferencia del riesgo de consumación del incesto

que de efectuarse el hecho, implicaría la pérdida de la identificación sexual por parte

del hijo. Esto puede devenir en consecuencias de homosexualidad. Por parte del

padre significaría el impedimento del desprendimiento del hijo.

La innegable aparición de las funciones biológicas obliga a los jóvenes a la

aceptación de la genitalidad y el consecuente significado de procreación.

Existe un predominio de aspectos característicos al sexo opuesto significando

la presencia de bisexualidad que luego la proyecta hacia otro individuo del mismo

sexo, centrando su proceso de identificación genital desde la homosexualidad e

idealizando la recuperación del sexo perdido en el proceso de identificación genital.

La madurez genital permite al individuo la unión genital y por ende la capacidad

procreativa (aunque socialmente se encuentra restringido) incrementando las


fantasías incestuosas, la frustración y la culpa. El joven termina complaciendo a las

cargas libidinales mediante la masturbación.

Finalmente la genitalidad adulta se consagra con la puesta en juego del saldo

de todos los elementos de las etapas exteriores con otro sujeto del sexo opuesto y

con la aceptación de la capacidad de procrear.

Actitud social reivindicatoria

Se reconoce que en el proceso que atraviesa el adolescente no solo están en

juego el factor psicobiológico. En una realidad inmediata e implicando una

ambivalencia dual también los padres sufren el proceso de individuación; y

afectando a su vez todo el panorama la intervención de la sociedad en la situación

conflictiva del adolescente. En definitiva la aceptación de la identidad estará

afectada por un condicionamiento entre el individuo y el medio social.

El agente psicobiológico del individuo es un componente determinante de la

evolución de la adolescencia pero el factor cultural es quien determina el método de

exteriorizarlo.

La sensación de invasión que apodera a los padres ante la aparición del joven

engendra un sentimiento de inseguridad y competencia que deriva en la disposición

de trabas en la adaptación de éste a la sociedad. Frente a esto el adolescente siente

que no es él quien cambia, sino aquellos que lo cuidaron y protegieron originando en

él una sensación odio envidia y actitudes destructivas. Ésta situación desencadena

la acción de actitudes psicopáticas sumamente necesarias por la condición inevitable

de la circunstancia.

Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la

conducta

Las contradicciones que presentan actitudinalmente son características del

adolescente. El empleo de los distintos mecanismos de defensa para la elaboración


de los duelos estimulan la aparición de conductas contradictorias, y la rigidez de la

conducta se puede considerar inclusive un indicio de una personalidad patológica. Se

considera que tienen una personalidad muy susceptible de ser influida por los

demás, y que los procesos de introyeccion y proyección son muy comunes e

intensos. En este periodo su conducta se caracteriza por actuar para poder

expresarse.

Separación progresiva de los padres

En esta característica influyen muchos factores antes mencionados, como la

relación objetal que establece el individuo en la anterior etapa genital. Donde ésta

relación será la determinante de la intensidad y la calidad de la angustia a la que se

enfrenta. En éste período es sumamente importante la definición de las figuras

parentales dado que una correcta internalizacion de las imágenes de sus

progenitores podrá disminuir la culpa advirtiendo que su escena primaria se verá

disminuida. Orientando la energía hacia un modelo de vinculo genital futuro. La

estabilidad afectiva permitirá una correcta separación de los padres y un pasaje a la

madurez con un posterior ejercicio de la genitalidad de modo adulto. En el caso de

que las figuras no estén correctamente definidas los adolescentes buscarán dentro

de su ámbito sustitutos que desempeñen el rol. La necesidad de negar las fantasías

genitales obliga a los adolescentes a separarse de los padres considerándolos como

muy buenos o muy malos (dependiendo de la relación antes mencionada) y

proyectar las cargas libidinales hacia sustitutos que le disminuyen la culpa por la

situación edípica que subyace y que les facilitan el establecimiento de relaciones

más satisfactorias.

Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo

Dentro de ésta fase son característicos los sentimientos de ansiedad y

depresión causados por los duelos y las situaciones a que se enfrentan. El yo busca
satisfacer las necesidades instintivas y ante el fracaso decide retraerse y reelaborar

sus vivencias y sus fracasos. Mediante los procesos de introyeccion y proyección

el individuo modifica su estado de ánimo desde la profunda desesperanza que será

modificada luego de elaborados los duelos hacia un apasionado optimismo.


Para el psicoanálisis el cambio está dado por el resultado de la vivencia

depresiva del objeto (el adolescente hace un duelo por la perdida de la condición de

niño y de sus padres).

Si bien el ser humano está en constante cambio a nivel individual como

social, hay momentos en los que se hace más evidente provocando el sujeto

momentos de crisis. La adquisición de conciencia del cambio provoca angustia por la

pérdida de identidad y desubicación frente al medio.

La adolescencia se considera el período más representativo de los cambios ya

que éstos conforman una transición individual y social. Esta etapa supone una

transformación del “superyo” (y de los ideales del yo donde se deja de lado el

incesto) y de las figuras paternas.

A nivel psíquico es en éste fase que se establece la identidad definitiva

(identidad adulta).

A nivel físico los cambios corporales del niño hacia el adolescente generan la

necesidad de una nueva estructuración del esquema corporal.


Re-edición del Edipo

La sexualidad infantil evoluciona hacia la pubertad dándole prioridad a la zona

genital como zona erógena. El adolescente alcanza su madurez sexual habilitándolo

para la reproducción, es en éste momento que surge lo que la autora denomina

como la re-edición del Edipo. Donde una vez superado el período de latencia el sujeto

se enfrenta nuevamente a la búsqueda del objeto en los padres, pero a ésta altura el

“yo” se encuentra más capacitado para manejar la ansiedad (aunque actualmente se

observa una ruptura en la que el adolescente traslada sus angustias a una crisis de

sus ideales con respecto a la realidad). La evolución del Edipo dependerá de la

estructura establecida en la evolución sexual infantil. Ésta vez las tendencias

incestuosas surgen en otro contexto, donde el yo del individuo está mas

desarrollado y la estructura familiar y social son distintas. Las angustias a las que se

enfrenta son las mismas que vivencio cuando era niño pero los mecanismos de

defensa establecen una disociación que encauza el amor que sentía por la madre y el

odio por el padre (en el caso del varón) por ej. hacia otros objetos que no son los

padres logrando controlar parcialmente la ansiedad. A partir de esta canalización de

los sentimientos establecen vínculos emocionales que idealizan el objeto (en el caso

del amor) por otras personas de su entorno y en el caso del odio lo vuelcan hacia

otros objetos.

La proyección de los sentimientos no es absolutamente efectiva, razón por la

cual intenta recurrir al aislamiento para huir a la angustia que le produce las

fantasías incestuosas. Otra medida adoptada que no le provoca destrucción es

trasladar la competencia con el progenitor del mismo sexo a la competencia

deportiva donde los rivales le permiten medirse, ganar o perder sin sentirse

desubicado por los sentimientos existentes. Por otro lado también entra en juego la

actitud de los padres quienes reviven su propio Edipo adolescente a través del de sus

hijos y pueden dificultar o facilitar inconscientemente la resolución del mismo. En el


caso de excesiva represión el joven se siente frustrado por no poder independizarse

conservando el vínculo infantil y actuando de forma hostil con su entorno.

Las necesidades instintivas y anímicas del adolescente encuentran su escape

mediante la masturbación pero si bien les produce un alivio por la descarga en

contrapartida les produce culpa por subyacer a ésta acción las fantasías incestuosas

acompañadas del miedo por dañarse él mismo. La lucha contra ésta situación

algunas veces puede ser librada mediante la elección del mecanismo de sublimación

valorando la actividad intelectual (bien vista socialmente) y desvalorizando las

necesidades físicas. Es en ésta etapa que conviven las tendencias heterosexuales y

homosexuales (relaciones de amistad excesivamente fuertes) generadas por la

angustia a la que se enfrentan.

Identidad previa

Si bien durante la infancia los cambios de identidad son muy frecuentes el

niño va generando expectativas que forman parte de una identidad, más allá de los

cambios se puede hablar de la existencia de dos estructuras que se mantienen

durante la niñez: una personal y otra general. Éstas se ven condicionadas a su vez

por elementos internos y externos pero es su interacción lo importante. Los factores

externos influyen al niño, y al interiorizarlos serán afectados por los instintos básicos

tomando así un carácter individual.

El primer paso hacia la identidad se considera que es nacimiento con el

comienzo de la formación del “self”. El self se lo considera inaparte de la identidad y

esta formado por la totalidad del ser físico y psíquico. Posteriormente éste

evolucionará agregándole el factor social constituyendo un ser igualado y continuado

a través y por los otros.


Como se mencionó antes que el primer paso hacia la identidad se considera

es el nacimiento, constituido por dos etapas que se las diferencia en el nacimiento en

si y el corte de cordón umbilical. Ambas constituyen un factor traumático que

conformarán el elemento base de llamado frontera que representa la separación del

niño (aunque aún no esta diferenciado el yo del no-yo) de la madre.

Es importante recalcar que la adquisición del esquema corporal y la fase fálica

inciden en la creación de una fuerte identidad. Desde el esquema corporal

determinará la ubicación, movimiento y utilización del mismo con respecto al medio

ambiente. La fase fálica cierra la imagen que tiene el niño del propio cuerpo al

establecer las similitudes y deferencias de los genitales de él con el otro.

Considerando los factores internos y externos la estructuración de la

identidad dependen en gran parte del grupo social al que se pertenece. Vale la pena

aclarar que el mundo exterior del niño se reduce al principalmente al mundo familiar

(esto dependiendo de los padres y su apertura a la influencia del mundo exterior).

El yo psicológico y el yo corporal

Hasta la pubertad hay una armonía entre el yo psicológico y el corporal.

Ambos comparten la misma necesidad de protección ante la inmadurez de ambos

componentes. Hasta este momento hay una correlación entre el yo y el esquema

corporal que le da unidad y determina su identidad. Al comenzar la etapa de la

pubertad se producen cambios físicos que nos se corresponden con los cambios a

nivel psíquico. Esto provoca angustia en el sujeto porque su imagen corporal ha

cambiado y a su vez comienza a enfrentarse a su madurez sexual en contradicción

con su “yo” que se encuentra controlado por la barrera del incesto ya que conserva

la relación objetal de la infancia. Frente a esta situación el adolescente opta por

establecer una relación objetal consigo mismo y recurrir a la masturbación que no le

genera la carga de conciencia del incesto.


La confusión por el desfasaje entre lo psíquico y lo físico crea una pérdida de

identidad. Provocando una desorientación actitudinal (no sabe si actuar como niño o

adulto).

En esta etapa existe una disociación de la mente y el cuerpo representando

una forma de defensa ante la angustia por la perdida de identidad. Frecuentemente

ellos tienen una distorsión del esquema corporal que la utilizan para defenderse de

dos situaciones:

 Negar el cambio que deben hacer al esquema anterior establecido

 Obviar la distancia mente- cuerpo.

La negación de la existencia, el rechazo por el cuerpo y los cambios que tiene

el mismo pueden provocar falta de entusiasmo originando el temor de poner en

marcha un cuerpo demasiado grande para el tamaño de su yo psicológico; y de

cierto modo su motricidad es también torpe porque su esquema corporal

corresponde al del niño

El rechazo corporal dificulta el logro de una imagen corporal clara de su yo.

Esto ocasiona inseguridad sobre su constitución y su sexualidad al punto de llevarlos

(a veces) a una actitud homosexual.

El enfrentamiento con el objeto (en este caso el nuevo cuerpo) le origina el

rechazo y el sentimiento de desintegración de su yo psíquico y su yo físico.

Desencadenando angustia y recurriendo a modelos anteriores o fantasías infantiles

negando su nueva condición de ser maduro.

La insuficiencia de la elaboración del complejo de Edipo lo lleva a aceptar una

relación en un nivel platónico ya que la consumación seria incestuoso

El yo y el mundo externo

Durante el desarrollo el niño elabora a través de sus padres una concepción

del mundo y una escala de valores que no se condice con la actual por haber sido

elaborada por sus progenitores en otro contexto histórico. La elaboración que


realizan los padres de sus valores es establecida en la adolescencia y

posteriormente se mantiene (razón por la cual difiere tanto de la realidad del

adolescente). El mundo interno creado por el adolescente no coincide con los

existentes y esto hace que se sienta desubicado, desorientado causando la pérdida

de identidad.

En éste momento el sujeto debe evaluar que principios de los ya incorporados

se adaptan a la realidad e incorporar los necesarios para lograr insertarse y convivir

en la sociedad actual.

CONCLUSION

En la etapa de la adolescencia el joven se enfrenta a dos procesos básicos

que marcarán posteriormente su conducta adulta: La búsqueda de la identidad y la

re- elaboración del Edipo.

La búsqueda de la identidad que transita desde una forma primitiva como lo

es el “self” constituido por el yo psíquico y el yo físico a la “versión evolucionada”

del mismo donde se integra el factor social constituyendo un ser que se logrará

identificar con la sociedad en que vive y se reconoce como un ser integrado a ella.

En la re- edición del Edipo se reconoce la importancia del proceso realizado

por el niño en la etapa genital y la imperatividad de la estructura establecida en

dicha etapa, asi como el rol de los padres en ella. Esto constituirá la base para

encarar la reincidencia de las tendencias incestuosas que surgen en la adolescencia.

En ésta instancia el joven sexualmente maduro se enfrenta a los deseos incestuosos

pero en un contexto diferente y con “reglas de juego distintas” ya que ahora el

individuo posee otras “armas” vale decir para referirnos a los mecanismos de

defensa superiores a esta altura a los del niño. Valiéndose de la proyección de los
sentimientos hacia otras personas que no son los padres ya sea mediante vínculos

emocionales o situaciones competitivas entre sus iguales que le disminuyen la

angustia de la situación.

El enfoque de Aberasturi y Knobel hace referencia a las características del

adolescente que las denomina como un síndrome (un síndrome característico de esta

fase). La conducta de éste que se califica habitualmente como absurda, y dejaría de

avalar al concepto de “normal” si no respondiera al concepto de contradicción. Estas

actitudes tienen la particularidad de ser normales en ésta etapa de la vida a

diferencia de su presencia en otro período en el cual su existencia denotaría una

patología.

Bibliografía
“Adolescencia” Mercedes Freire de Garbarino- Irene Maggi de Macedo. Ed. Roca

viva. Montevideo. 1990

“La Adolescencia Normal” Arminda Aberasturi y Mauricio Knobel. Editorial Paidós,

Buenos Aires, 3ª Edición, 1974

“Adolescencia Posmodernidad Y Escuela” Silvia Di Segni Obiols y Guillermo

Obiols.

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