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La Intercesión: Arma poderosa

A. Introducción

Hoy más que nunca en la historia de la humanidad, Dios está buscando


hombres y mujeres que estén dispuestos a ponerse en la brecha entre
Dios y este mundo para interceder ante Él por un mundo más justo para
todos, por una nación con gobernantes de acuerdo al corazón de Dios, por
una Iglesia que esté siempre a la ofensiva, por un liderazgo fuerte y unido.

¿Que es la Intercesión?
La intercesión es el acto de interceder o hacer una petición en lugar de otro
delante de Dios. Cuando buscamos la traducción original de la palabra "intercesión"
en el idioma hebreo, encontramos los siguientes significados:

"Palal"- significa orar, interceder, mediar como juez entre dos partes.

"Hiphil"-significa causar que la luz caiga, causar que implore, alcanzar la marca

También cuando estudiamos la etimología de lo que significa la palabra


"intercesión" en el idioma griego nos damos cuenta que significa lo siguiente:

"Enteuxis"- significa oración con tiempo y lugar previamente planificados, con el


propósito de aproximarse al Rey.

"Entugehano"-significa hacer intercesión; encontrarse con; una reunión.

"Paga"- significa reunirse con, encontrarse, golpear en el blanco, atacar en forma


violenta, impactar, hacer entrar por la fuerza, guerra.

Entonces, basados a la traducción original en los idiomas hebreos y griegos, la


intercesión la podemos definir como:
 Mediar entre dos partes
 Encontrarse con el Rey en un lugar específico con un propósito
 Causar que la luz de Dios caiga
 Guerrear espiritualmente

¿Que es Interceder?
 Es tomar el lugar de otra persona
 Es ponerse en su lugar para suplicar o defender su caso
motivado solamente por el amor y la misericordia
 Es pedir a favor de otros
B. La oración intercesora

Con mucha frecuencia confundimos el orar con el interceder y la mayoría


de las veces nuestra oración es una larga lista de súplicas y peticiones,
repetidas una y otra vez. Los Discípulos, quienes tampoco sabían orar, le
pidieron a Jesús que les enseñara a orar; hoy en día, nosotros contamos
con la ayuda del Espíritu Santo, quien quiere enseñarnos cómo orar. (Jn.
14:26; Ro. 8:26).

1. ¿Qué es interceder?

Interceder es tomar el lugar del otro; es ponerse en su lugar para suplicar


o defender su caso motivado solamente por el amor y la misericordia (Ro.
8:34). Podemos ver, entonces, que interceder no es pedir a favor nuestro,
sino más bien, a favor de otros.

2. ¿Quién es un intercesor?

Es la persona que dispone su vida para orar por otros, tomando su lugar.
Es aquella persona que siente carga en su corazón por una situación
ajena. Es alguien que lleva una vida de profunda comunión con Dios y
negación propia, dispuesto a sentir el sufrimiento de aquel por quien
intercede.

Un intercesor es la persona que se interpone entre Dios y los que se


merecen su justa ira o castigo, poniéndose en la brecha por ellos y
clamando a Dios misericordia y perdón. (Ez. 22:30).

Un intercesor es la persona que siempre en guerra porque pelea contra


Satanás y esa guerra no la puede pelear con armas carnales, necesita
vestirse de toda la armadura de Dios. (Ef. 6:12-18).

3. ¿Por qué razón hay que interceder?

En la Biblia se habla de tres cielos. El primero es lo que llamamos


atmósfera. El segundo es el espacio en donde están los astros, y arriba
de ese espacio está el tercer cielo, en donde está el Reino de Dios. El
Apóstol Pablo habla de cómo él fue arrebatado hasta el tercer cielo. (2
Co. 12:2-5).

Cuando el hombre desobedeció en el huerto del Edén, no sólo traicionó la


confianza que había sido depositada en él, sino que voluntariamente le
entregó el dominio a Satanás. Desde entonces, él les el dios de este
mundo (2 Co. 4:4).

Él y sus huestes de espíritus malignos viven en lo que corresponde al


mundo: la atmósfera, el primer cielo o regiones celestes (Ef. 6:12). Él es
el príncipe de la potestad del aire (Ef. 2:2), el gobernador de las tinieblas
de este siglo (Ef. 6:12).

Mientras Dios tuvo potestad absoluta sobre el hombre, le concedió todo,


sin que éste tuviera necesidad de pedirle nada. Pero, desde que el hombre
cedió ante Satanás, Dios no puede darle nada libremente, a menos que el
hombre se lo pida, porque Dios es respetuoso de la decisión del hombre,
de su libre albedrío.

Dios no puede hacer nada por la humanidad, si no es a través de la


petición de un intercesor. La voluntad de Dios es que el hombre tenga lo
que le pertenece: salud, prosperidad, paz. Sin embargo, la batalla de
Satanás y sus huestes por retener lo que aún les pertenece es continua y,
en su afán por evitar que el hombre reciba las bendiciones de Dios y en
vista de que ellos dominan y operan en las regiones celestes o primer
cielo, atrapan la respuesta de Dios y la retienen allí, haciéndonos creer
que Dios no contesta y no nos oye.

En el libro de Daniel está escrito muy claramente (Dn. 10:10-13, lea


cuidadosamente los vv. 12 y 13). Este pasaje nos muestra que desde
el primer día en que él oró, su petición fue oída. Pero, Satanás con sus
huestes, luchando en las regiones celestes que le pertenecen y que nos
rodean, se opuso e impidió durante veintiún días que esa respuesta
llegara.
Cuando al orar conforme a la Palabra de Dios, la respuesta no nos llega
inmediatamente, no quiere decir que Dios no nos oye o no quiere
contestarnos. Él ha enviado su respuesta, pero no nos dirá nada porque
Satanás la tiene obstaculizada, interceptada en las regiones celestes, en
su reino.

C. El poder de la oración intercesora

¿Cuál es el poder que tiene la oración de intercesión? Mover, con


nuestra súplica la mano de Dios y libertar la obra restauradora del Espíritu
Santo.

Dios puede hacerlo todo. Él es todo. Pero en su amor tan grande hacia
nosotros, Él derrama su gracia y escoge a hombres y mujeres para que
colaboren con Él en su obra de salvación, ¡estos son los intercesores! ¡Qué
inmenso privilegio!

La oración del intercesor es igual a la de Jesús al Padre. Por eso es


poderosa como ninguna otra, porque el intercesor, al igual que Jesús,
pone su vida en la causa por la que está suplicando.

La oración del intercesor es igual a la de Jesús al Padre. Por eso es que es


más poderosa que ninguna otra, por que el intercesor, así como Jesús,
pone su vida en la causa por la que está suplicando.

La Biblia nos da muchos ejemplos de la oración intercesora:

1. En el Antiguo Testamento

• La intercesión insistente de Abraham a favor de Sodoma pensando en


Lot (Gn. 18:23-33)

• La intercesión de Moisés a favor de Israel (Éx. 32:11-14; Nm. 16:20-


22)

• La súplica intercesora de Samuel a favor del pueblo (1 S. 7:5, 8-9)


• Daniel, durante el destierro (Dn. 9:1-19)

• Esdras, intercede por restauración (Esd. 9:6-15)

• Nehemías, intercede por la restauración de su pueblo (Neh. 1:5-11).

2. En el Nuevo Testamento

• A los milagros de Jesús precede la acción intercesora de alguien (Mr.


2:1-12; Lc. 7:1-10; 11:5-8).

• La oración de Jesús en vísperas de ser sacrificado se llama “de


intercesión”, pues señala su actitud constante ante su Padre en relación
con los suyos (Jn. 17; Lc. 22:32).

• Esteba, al igual que Jesús, intercede por sus enemigos (Hch. 7:60; Lc.
23:34).

• Pablo pide que intercedan por él (Ro. 15:30-32; Ef. 6:18-20).

• Pablo recomienda pedir por (interceder) todos los hombres (1 Ti. 2:1-
2).

D. ¿Cómo Interceder?

La intercesión es el arma más eficaz que posee todo cristiano. Por esto es
importante tener presente los siguientes pasos:

1. Diferencias entre oración e intercesión La oración:

Es la elevación del alma hacia Dios para adorarle, alabarle, dale gracias,
pedirle perdón, favores o presentarle nuestras necesidades. Es el
ofrecimiento de las emociones y los deseos del alma hechos a Dios, en el
nombre de Jesús. Es la comunicación de nuestro corazón con Dios—es el
alimento del alma.
La intercesión: Es todo lo anterior, pero en batalla y no pidiendo por
nosotros, sino a favor de alguien más (persona, familia, iglesia o nación),
sintiendo amor, dolor, compasión y misericordia.

2. La forma de interceder es personal

No hay una técnica en especial en la oración, lo que importa es la fe, la


obediencia, la entrega y el desinterés personal de cualquier índole. La
intercesión debe ser una actitud voluntaria motivada por el amor de Dios.
La intercesión no debe hacerse por compromiso, imposición o
compensación económica.

3. ¿De qué maneras podemos interceder?

Con nuestro entendimiento: Orando con nuestras propias palabras


(basados en la Palabra de Dios) y en nuestro idioma. Usando nuestra
mente, pensando, entendiendo y sabiendo la razón por la que
intercedemos.

Orando en el Espíritu: Orando en lenguas con la ayuda del Espíritu Santo,


no sabiendo nosotros por lo que intercedemos, pero Él sí. (1 Co. 14:2).

En muchas ocasiones sentimos la urgencia, la necesidad de orar, de


interceder, sin saber lo que sucede o sin conocer la necesidad. No
podemos orar con entendimiento porque no sabríamos qué pedir, pero el
Espíritu Santo sí lo sabe y entonces, lo único que debemos hacer es dejar
fluir esa necesidad de intercesión al orar en el Espíritu, en lenguas
extrañas para que el Espíritu Santo interceda por nosotros (Ro. 8:26).

4. Se puede interceder en voz alta, en voz baja, como


en un murmullo o con el pensamiento

De cualquier forma que se haga, la oración debe dirigirse hacia Dios; sin
embargo, cuando se intercede en batalla contra Satanás y sus espíritus
malignos, debe hacerse en voz alta y con la autoridad que tenemos en el
Nombre de Jesús (Mr. 16:17). Satanás no puede entrar en nuestros
pensamientos, pero él y todas sus huestes ¡sí pueden oírnos!

5. La intercesión es una oración en batalla Para salir a batalla hay que


vestirse adecuadamente. Antes de empezar, cúbrase con la Sangre de
Cristo y tome todos los instrumentos de la armadura de Dios. (Ef. 6:10-
18).

E. Tipos de intercesión

1. Por las naciones

La palabra “naciones” significa “ethnos” o grupos étnicos; esto


implica que nación es la gente de un país.

En el Antiguo Testamento encontramos muchos ejemplos de cómo el


destino de una nación puede cambiar por medio de la intercesión. En el
Salmo 2:8, el Señor dice “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y
como posesión tuya los confines de la tierra”. Cuando intercedemos por
las naciones, estamos rogando a Dios por la conversión de toda la gente
del mundo. (Jn. 10:16).

En toda sociedad existen siete áreas básicas que moldean el pensamiento


de las personas y que se reflejan en la vida de una nación. Además,
ejercen una gran influencia en el comportamiento de los líderes de las
naciones y de las personas que están en eminencia. Al interceder por las
naciones, hay que orar por estas áreas. Éstas son:

1. El hogar y la familia 2. La Iglesia 3. Los educadores 4. Los medios de


comunicación 5. El gobierno 6. Los espectáculos públicos

7. El comercio

En 2 Crónicas 7:14 y Jeremías 29:7 hay promesas para las naciones.

2. Por las personas que gobiernan


Satanás ataca a todos los hombres, pero más a los que están en el poder,
en eminencia, en autoridad. El poder da al hombre que lo ejerce: potestad,
riquezas, posición e impunidad; situación que lo hace más vulnerable para
caer en las garras del mal.

La Biblia nos exhorta en 1 Timoteo 2:1-2 a interceder “por reyes y por


todos los que están en eminencia”. Esto significa: nuestro gobierno, desde
el nivel nacional hasta el nivel local, por el Presidente y sus Ministros, por
los diputados del Congreso, por los gobernadores departamentales,
alcaldes, jueces, autoridades militares y policiales, etc. Es un llamado a la
intercesión por todos, sin importar su posición o condición espiritual.

3. Por la Iglesia

Al igual que los gobiernos, la Iglesia y sus líderes espirituales están


expuestos al ataque constante, inclemente y artero (mañoso-astuto) de
Satanás.

Al interceder por la Iglesia, debemos tener presente los siguientes


aspectos:

• La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, en el cual todos los miembros son


importantes (1 Co. 12:12-27). Intercedamos por la unidad. • Jesús no
fundó ninguna denominación. Él estableció una doctrina para que fuese
una forma de vida diaria, a través de una relación personal con Él. •
Intercedamos porque todos los cristianos seamos un solo cuerpo, sin
distingos denominacionales. • Intercedamos porque en las iglesias se
predique la Palabra de Dios, sin quitarle ni añadirle nada (2 Ti. 4:1-3; Tit.
2:1).

4. Por los líderes espirituales

Al igual que el gobierno y demás personas en eminencia, los líderes


espirituales, apóstoles, profetas, evangelistas, maestros, pastores,
misioneros, etc. están expuestos a los ataques del enemigo, quien tratará
por todos los medios de hacerlos caer, de forma que no puedan cumplir
con su ministerio. Intercedamos para que Dios les de la fortaleza,
sabiduría y el entendimiento que necesitan para resistir y vencer al
enemigo.

5. Por la familia, vecinos, amigos, etc.

Satanás buscará destruir a la familia (divorcios, pleitos, contiendas,


violencia, mala comunicación, rebelión, etc.).

6. Contra los poderes de las tinieblas

Todo lo bueno en el mundo procede de Dios, pues Dios todo lo hizo bueno.
Pero todo lo malo procede de Satanás y los demonios. La enfermedad,
pobreza, violencia, hambre, vicios, guerras, pleitos, etc. es consecuencia
de lo que Satanás y sus huestes de espíritus malignos hacen en el hombre.

El ataque por parte del enemigo es a diario y constante, por lo que nuestra
batalla en su contra también debe ser diaria y constante, intercediendo
en todo lugar, en la iglesia, en la casa, en el trabajo, en donde quiera que
estemos.

El Señor nos ha dado la autoridad, potestad y poder sobre toda fuerza del
enemigo (Lc. 9:1; 10:19).

La armadura de Dios

Cuando un solado sale a la batalla, se viste con un equipo especial.


Igualmente nosotros, cuando vamos a esta batalla de intercesión tenemos
que vestirnos de toda la armadura espiritual que nos ha sido dada por
Dios (descrita en Efesios 6:10-17).

Además de esta armadura, tenemos otra igualmente poderosa: la Sangre


de Cristo. Antes de interceder, cubrámonos con la Sangre de Cristo y
vistámonos con toda la armadura de Dios.

F. Algunas Escrituras para interceder


Por las naciones:

• Proverbios 16:10-13; 20:26-28; 21:1; 28:2; 1 Timoteo 2:1-2

Por las personas que nos gobiernan:

• Por personas que sean justas, sabias, con temor de Dios (2 S.


23:3; Pr. 1:6; Sal. 2:10-11)

• Por personas no sujetas a la avaricia e inmoralidad (Pr. 4:27; 1


Ti. 6:9)

• Por personas misericordiosas y veraces (Pr. 3:3-6; 20:28)

• Por personas que sean enemigas del soborno, la corrupción y la


lisonja (Éx. 23:8; Dt. 16:19; Pr. 29:4)

• Por jueces justos (Dt. 16:18; Col. 3:12-17)

Por la Iglesia:

• Proverbios 16:10-13; 20:26-28; 21:1; 28:2; 1 Timoteo 2:1-2

Contra las fuerzas de las tinieblas:

• Isaías 54:17; Romanos 6:14; 8:28-39; 2 Corintios 10:4;


Colosenses 2:12-15; Santiago 4:7

¿Qué es la oración intercesora?


Pregunta: "¿Qué es la oración intercesora?"

Respuesta: Muy sencillo, la oración intercesora es el acto de orar en favor de


otros. El papel del mediador en la oración era común en el Antiguo Testamento
(como con Abraham, Moisés, David, Samuel, Ezequías, Elías, Jeremías, Ezequiel
y Daniel). Pero Cristo es señalado en el Nuevo Testamento como el intercesor
fundamental: y es por ello que toda la oración cristiana se convierte en
intercesora, puesto que es ofrecida a Dios por y a través de Cristo. Jesús cerró
la brecha entre Dios y nosotros cuando Él murió en la cruz. Él fue el más grande
mediador (intercesor) que haya existido. Por esta causa, ahora podemos
interceder en oración a favor de otros cristianos, o por los perdidos, pidiendo a
Dios que les conceda arrepentirse de acuerdo a Su voluntad. “Porque hay un
solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1
Timoteo 2:5). “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros.” (Romanos 8:34).

Un maravilloso modelo de oración intercesora se encuentra en Daniel 9,


mientras oraba por su pueblo quien se había alejado de Dios. Tiene todos los
elementos de una verdadera oración intercesora. Es en respuesta a la Palabra
(v.2); caracterizada por el fervor (v.3) y la auto-negación (v.4); identificándose
sin egoísmo con el pueblo de Dios (v.5); e intensificada por la confesión (v.5-
15); dependiente del carácter de Dios (vv. 4,7,9,15); y teniendo como meta la
gloria de Dios (vv.16-19). Como Daniel, los cristianos debemos venir ante Dios
intercediendo por otros con un corazón contrito y una actitud de
arrepentimiento, reconociendo nuestra propia insignificancia y con el sentido
de auto-negación. Daniel no fue y dijo, “Tengo el derecho de demandar esto
de Ti, Dios, porque yo soy uno de tus especialmente elegidos intercesores.” El
fue y dijo, “Soy un pecador,” y en efecto, él dice, “No tengo el derecho de
demandar nada.” La verdadera oración intercesora, busca no sólo conocer la
voluntad de Dios y ver que se cumpla, sino verla cumplida, sin importar si nos
beneficia y sin importar lo que nos cueste. Se busca la gloria de Dios, no la
nuestra.

La siguiente, es sólo una lista parcial de aquellos por quienes debemos ofrecer
oraciones intercesoras: Todos los que están en autoridad (1 Timoteo 2:2);
ministros (Filipenses 1:19); la iglesia (Salmos 122:6); amigos (Job 42:8);
compatriotas (Romanos 10:1); los enfermos (Santiago 5:14); enemigos
(Jeremías 29:7); por quienes nos persiguen (Mateo 5:44); aquellos que nos
abandonan (2 Timoteo 4:16); y por todos los hombres (1 Timoteo 2:1).

Hay una idea errónea en el cristianismo contemporáneo, de que aquellos que


ofrecen oraciones intercesoras por otros, son una clase especial de super-
cristianos, llamados por Dios para un ministerio de intercesión. Nada podría
estar más lejos de la verdad. La Biblia es clara en que todos los cristianos son
llamados a ser intercesores. Todos los cristianos tenemos al Espíritu Santo en
nuestros corazones, y, así como Él intercede por nosotros de acuerdo con la
voluntad de Dios (Romanos 8:26-27), nosotros debemos interceder unos por
otros. Esto no es un privilegio limitado a una exclusiva élite de cristianos; este
es un mandato para todos. De hecho, el no ofrecer intercesión por otros, es
pecado. “Así que, lejos sea de mi que peque yo contra Jehová cesando de rogar
por vosotros.” (1 Samuel 12:23).

Ciertamente, cuando Pedro y Pablo le pedían a otros que intercedieran por


ellos, no limitaban su petición a aquellos con un llamado especial a la
intercesión. “Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía
sin cesar oración a Dios por él.” (Hechos 12:5). Nótese que era toda la iglesia
la que oraba por él, no sólo aquellos con el don de la intercesión. En Efesios
6:16-18, Pablo exhorta a los creyentes efesios –a todos ellos— sobre los
fundamentos de la vida cristiana. “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con
que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de
la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos.”

Más aún, Pablo solicitó a los creyentes en Roma que oraran por él: “Pero os
ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que
me ayudéis, orando por mí a Dios.” (Romanos 15:30). Él también urgía a los
colosenses a interceder por él: “Perseverad en la oración, velando en ella con
acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el
Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de
Cristo, por el cual también estoy preso.” (Colosenses 4:2-3). En ninguna parte,
en ninguna petición bíblica de intercesión, hay alguna indicación de que sólo
cierto grupo de gente pudiera interceder. Por el contrario, aquellos que buscan
a otros para interceder por ellos, pueden usar toda la ayuda que puedan
conseguir. La idea de que la intercesión es el privilegio y llamado de sólo
algunos cristianos, carece de base bíblica. Peor aún, es una idea destructiva
que con frecuencia conduce al orgullo, a un sentido de elitismo, y al
gnosticismo.

Qué maravilloso y exaltado privilegio tenemos en ser capaces de venir


audazmente ante el trono del Dios Todopoderoso con nuestras oraciones y
peticiones. ¡Alabado sea Él, por Su increíble misericordia y amor!

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