Professional Documents
Culture Documents
Hace cincuenta años los maestros del Magdalena marchaban de Santa Marta hacia Bogotá en
una epopeya que establecería un hito casi que fundacional en las luchas del magisterio
colombiano, “La marcha del hambre”. La respuesta espontánea y solidaria de las poblaciones
por donde pasaban los marchantes se nutría del conocimiento de las indignantes circunstancias
laborales a las que los sometía el Estado. Esa lucha y las que le seguirían, señaladas por
prolongados paros y masivas movilizaciones, darían por resultados cambios significativos: la ley
43 de 1975 que puso la obligación de financiar la educación en cabeza de la Nación y no de
municipios y departamentos permanentemente quebrados, el Estatuto Docente establecido en
el Decreto 2277 de 1979 que garantizó con su escalafón la movilidad salarial y un régimen
disciplinario especial, la creación del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio,
garantizando pensiones, salud y cesantías, la excepción a la ley 100 con la cual se mantuvo el
régimen especial, la conquista de la Ley General de Educación, la reforma educativa más
progresista del siglo XX con la conquista de la autonomía educativa y la financiación alcanzada
con la ley 60.
Nada de ello hubiera sido posible sin que la lucha fuera guiada por la necesaria claridad de los
maestros sobre las tareas fundamentales del gremio: la defensa de la educación pública,
científica, democrática y al servicio del desarrollo de Colombia y de los derechos de los
educadores. Para ello se contó con FECODE como su unificada estructura organizativa.
Los avances alcanzados no dejaron de sufrir las arremetida de la política neoliberal: la ley 29
de 1989 como vía para volver a la municipalización, la privatizadora Apertura Educativa de 1990,
el código único de la ley 200, que acabó con el régimen disciplinario especial, la contrarreforma
educativa sin que aún se secará la tinta con que se escribió la Ley General, los convenios de
racionalización impuestos a departamentos y municipios aprovechando la crisis económica de
1999 y un agudo proceso de privatización con colegios en concesión, escuelas entregadas a
empresas privadas y contratación para la atención de estudiantes en colegios privados.
En los últimos años el magisterio nuevamente se puso en pie. En particular el paro del año
pasado fue una batalla de importancia. Durante 16 días se dieron grandes movilizaciones que
condujeron a un acuerdo con el Gobierno: nivelación salarial y un nuevo mecanismo de
ascensos que ha conducido a un alto porcentaje de ascensos, como aspectos de mayor relieve.
El 2016 ha visto una nueva ofensiva, adobada con la rimbombante propaganda santista de
Colombia la más educada y de la jornada única, de recorte de los recursos de las trasferencias,
de contratación con derecho privado de la salud de los maestros que sólo puede desmejorar la
ya de por sí precarias condiciones de las prestación de los servicios y una contrarreforma
educativa y laboral con los decretos 490, 501 y 915 aumentando las cargas laborales y la
inestabilidad, forzando el aumento del tiempo de permanencia en los colegios, obstaculizando
el ingreso a la carrera docente, violando flagrantemente la autonomía escolar y la libertad de
cátedra para imponer una concepción de la educación que va abiertamente en contravía con
las inmensas necesidades de desarrollo que tiene el país.
Ante semejante arremetida el magisterio colombiano debe cerrar filas para enfrentar a Santos
con la movilización y el paro.
Tags:BogotáColombiaEducaciónGobiernoImpuestosPrivatizaciónProfesores
share
9 0
Previous :Los maestros mexicanos contra la reforma educativa
Next :Con la tercera oleada de decretos Santos viene con toda por el magisterio
About The Author
celu