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La intervención de los poderes públicos sobre los vagos y mal entretenidos desde el
período colonial tardío hasta la conformación inicial del Estado Nacional.
proceso de conformación del Estado Nacional. Las raíces del actual proceder de las
agencias policiales con los sujetos en estado de intoxicación por consumo de sustancias
organizada en tres etapas: en primer lugar, el período tardo-colonial, que comprende los
años que trascurren entre el establecimiento del Virreinato del Río de la Plata en 1776
forma actual.
por partida doble para sus gobernantes: en primer término, consolidar en la península
España ultramarina exigió fundar una nueva tecnología de control político capaz de
exigía sostener a la distancia la fidelidad de los representantes del poder con el Reino y
poblaciones locales, la Corona reconocía como factor de riesgo en el Nuevo Mundo que
reguladora de la autoridad, a que se propagase como “mal ejemplo”. Para el ojo europeo
las nuevas tierras eran exuberantes y caóticas, lo cual conllevaba una débil disposición
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El documento Capitulaciones de Santa Fe, del 17 de abril de 1492, es un claro ejemplo de la política de
anexo de los territorios conquistados al Reino de Castilla y Aragón y el otorgamiento de patentes de
explotación y reconocimiento político como representante de los Reyes de España a quienes se aventurasen
a nuevas tierras. En el mismo los Reyes de España le otorgan a Don Cristóbal de Colón beneficios y
potestades en “todas aquellas islas y tierras firmes que por su mano o industria se descubrirán o ganarán en
las dichas Mares Océanas para durante su vida, y después dél muerto”.
http://www.archivomunicipaldesantafe.es/upload/images/a/af/capitulaciones.pdf [en línea].
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La solución ensayada para forzar el gobierno del nuevo territorio y su gente fue
Casagrande (2012) refiere que la legislación española del siglo XIII ya colocaba como
conformado por tres grupos de actores: en primer lugar, las autoridades políticas
designadas por el Rey, en segundo término los miembros de las diversas compañías
gestión de los asuntos municipales, a cargo de los vecinos que comenzaban a poblar y
preponderante del “cura párroco” en el proceso de gestión de los nuevos territorios. Este
casamientos -con previa indagación por parte del religioso sobre el estado civil y
investidura guiaba las exequias. En palabras del autor, “pareciera que todo comenzaba
y terminaba bajo la mirada vigilante del párroco” (2009: 90). Tampoco eran
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infrecuentes las situaciones en las que los curas párrocos actuaban como auxiliares de la
justicia 2.
remontan hacia finales del siglo XIII y su función original radicaba en el control de los
caminos entre los poblados, a través de “la vigilancia en despoblado para proteger a
España contaban con una Magistratura central bajo la forma de Chancillería y de Reales
Audiencias. Para acción judicial efectiva en cada territorio las ciudades se dividían a su
territoriales menores los vecinos elegían por término de un año a sus Alcaldes,
de los asuntos vecinales estuvo inicialmente a cargo del Cabildo. Ciento cincuenta años
2
Garavaglia ilustra este rol con una solicitud de un cura al Alcalde de Areco para el encarcelamiento de tres
sujetos por “…por públicos escandalosos en la embriaguez y no haber cumplido con el Precepto anual de la
Iglesia” (2009:91).
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formato de barrios (1734, 1748 y 1754). Casagrande (2015) refiere que en esa última
cuadriculación del espacio citadino el Gobernador del Cabildo Juan José de Vértiz y
Salcedo creó en el año 1772 la primera Alcaldía de Barrio de Buenos Aires, cuyos
Hermandad supuso una tensión inicial en torno a las competencias que se ponían en
juego con la aparición de estas nuevas figuras con capacidad de incidir en regulación
de la vida pública. Prueba de ello fue la resistencia de los miembros del Cabildo de
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Para las autoridades públicas la clasificación de un sujeto como vago o mal entretenidos no suponía una
diferencia sustantiva, siendo utilizados, las más de las veces como sinónimos. Sin embargo, existe una
diferenciación de grados en antiguas normativas ibéricas. Mientras el vagabundaje suponía un riesgo por el
exceso de ocio que dispone a los malos hábitos, los sujetos mal entretenidos poseían características más
definidas, tales como presentar frecuentes cuadros de ebriedad, volcarse al juego, participar de peleas y
escándalos y por poseer una vida licenciosa en materia de relaciones amorosas (Casagrande, 2015).
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El historiador Carlos María Birocco analiza la tensión entre el Cabildo y los Alcaldes a través del caso
Gallego : “Las denuncias contra el violento proceder de Gallego no fueron sino una excusa para enredarlo
en un litigio y continuar con el enfrentamiento cuasi secular que el cabildo porteño venía sosteniendo con los
alcaldes provinciales, cuyas prerrogativas y preeminencias se propuso recortar, cuando no suprimir. Detrás
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Con el paso del tiempo los Cabildos quedarían a cargo mayormente de las
comunes y a las funciones preventivas, tales como las rondas nocturnas de vigilancia.
mundo colonial, quienes los administraban contaban con una función de hecho en el
la vecindad. Por tanto, era frecuente que las funciones de Alcalde y las de Teniente de
Con la creación del Virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires constituyó un
puerto estratégico para los planes comerciales de la Corona Española. Esta posición de
de quartels y barrios, con el consecuente aumento del poder de los Alcaldes. Los
punta de lanza contra los Cabildos en la pugna por el control de la vida pública en las
de esa larga disputa, la corporación apuntó a obtener la exclusividad en el ejercicio de las funciones
policíaco-judiciales en la campaña, que pretendió infructuosamente reservarse para sí.
Las raíces de este enfrentamiento deberán buscarse en las fricciones ocasionadas por la multiplicidad de
funcionarios que tenían facultad para administrar justicia en un marco de competencias legítimas pero
nunca bien deslindadas. En principio, en las ciudades de la América española la justicia ordinaria se ejercía en
el seno del cabildo, que nombraba anualmente dos alcaldes ordinarios para que actuaran como jueces de
primera instancia en causas civiles y criminales. La legislación de Indias les garantizaba que ni oidores ni
gobernadores pudieran estorbar su desempeño y sólo les impedía la intervención en asuntos tocantes a
algún fuero especial o privilegiado. Pero estos alcaldes distaban de ser los únicos que podían constituirse en
jueces en primera instancia y eventualmente podía hacerlo también el gobernador (2014: 18).
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francesa.
del “Gobierno” deja atrás las disputas entre los Alcaldes de la Santa Hermandad y las
autoridades de los Cabildos. Esta nueva figura del tendría bajo su competencia el
“arreglo de todos los ramos que corresponden al aseo, policía y buen orden de la
público”5.
expresa “un profundo vuelco conceptual”, ya que la policía dejaba de ser una
magistratura de vecinos probos para convertirse en “el brazo activo del Gobierno y su
primera década del siglo XIX no constituye un punto de partida de grado cero sino que,
5
Artículo 11 del Reglamento provisional de Policía (1821). Registro Oficial de la República Argentina, pp.
187-188.
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tal como señala Garavaglia, se desarrolla contemplando los cimientos sociales efectivos
existencia. Asimismo, el autor menciona que esa base social era tributaria, generación
ibérica”, lo que implica que “esa herencia, transformada y ´mestizada´ con los más
variados aportes, duró bastante más allá de fines del período que aquí nos interesa”
(2009: 116).
europeo y el nuevo esquema de producción de poder local tuvo, sin embargo, un efecto
régimen municipal colonial sino mediante su lisa y llana eliminación (Barriera, 2016).
Los cabildos, en especial el de Buenos Aires por haber sido sede del gobierno
también algo que para los habitantes de Santa Fe había tenido una
(2016: 432).
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Osvaldo Barreneche y Diego Galeano sostienen que la historia de las policías en Argentina fue interés
exclusivo de la propia institución, de allí que los relatos fundacionales sólo reflejen el interés y perspectiva
de los miembros de las mismas instituciones. Al respecto, realizan la siguiente enumeración de autores:
“Algunas de estas historias han reconocido a autorías individuales, como en el caso de López (1911), Cortés
Conde (1937), Francisco Romay (1975) y Adolfo Rodríguez (1978 y 1981), para la policía porteña; de Víctor
Retamoza (1983) o Rafael Roque Jaime (2005) para la Policía de la Provincia de Córdoba. Otras versiones,
como las dos existentes para la Policía de la Provincia de Buenos Aires (1910 y 1981), no señalaban autores
en particular, limitándose a indicar los nombres de “comisiones redactoras” autorizadas por la jefatura para
escribir sobre el pasado policial” (2008: 76-77).
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Hélène Heuillet identifica la piedra fundacional de la autonomía funcional de la policía en la creación en
Francia del cargo de Teniente de Policía por parte de Luis XIV en marzo del año 1667. Si bien esta
formalización servirá de modelo para las posteriores construcciones institucionales del siglo XVIII, la autora
reconoce como antecedente la creación en el año 1536, bajo el reinado de Francisco I, de la gendarmería
(maréchausée), cuya finalidad consistía en mantener el control de los caminos, perseguir y encarcelar a los
desertores de las milicias y, posteriormente, intervenir en los robos y saqueos producidos fuera de las
ciudades.
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Más allá de los cambios estructurales de este período se verifica una continuidad
representaban una amenaza para los propietarios de la tierra y el ganado. En tal sentido,
las Ordenanzas de Buen Gobierno emanadas por Joaquín Espinoza y Dávalos, quien
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Respecto de la creación de la institucionalidad policial como modo de condensación de las funciones que
previamente se distribuían en diversos actores, Heuillet señala lo siguiente: “Para comprender que esta
invención es portadora particular sentido, no interesa juzgar la diferencia entre la policía de ayer y la de hoy
de una manera puramente imaginaria, en términos de semejanza o desemejanza, sino ver en qué
coordenadas de esta función se constituyen los mayores componentes de la policía; la policía no es ni la
justica ni el ejercito, es urbana pero con vocación de traspasar las fronteras” (2011: 226).
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El concepto de “perjudicial” puede rastrearse en los informes presentados durante un empadronamiento
de la población rural de la campaña ordenado a los Alcaldes de la Hermandad por el Cabildo en el año 1789.
En el caso de Cañada de la Cruz, la misión fue encomendada a Francisco Casco, vecino prominente de la
zona de Areco, quien llevó adelante la tarea con celo y minuciosidad. Además de la cuantificación
poblacional, el Alcalde en cuestión decidió enriquecer la clasificación con una serie de categorías brindadas
por las consideraciones de los mismos vecinos sobre los 193 empadronados. La gran mayoría de ellos (168)
recibió una calificación de “hombre de bien” y “de honrado proceder”. Allí se destaca la identificación de una
mujer, de la que se dice “buena pobre”. Los 19 vecinos y vecinas restantes conforman el grupo de los
“perjudiciales”, de quienes se dice que no son “buenos vecinos” o que no tienen “buena fama”, o bien que
habitan “una casa de mala opinión” (Barral, Fradkin y Perri , 2007) .
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mestisos y abitantes libres[ ... ] les den castigo de destierro a los fuertes, o
para intervenir en la vida de los habitantes que erraban por los territorios administrados
a la vez que nutría de mano de obra de bajo costo a las haciendas y al desarrollo de
de sus suelos, las tierras bonaerenses incrementaron velozmente su valor, dando lugar a
estimuló el desarrollo del ganado ovino, encareciendo aún más el precio de la hacienda
y las tierras. En este contexto, los productores ganaderos fueron consolidándose como
conductas que amenazaban sus posesiones. La autora señala que “desde entonces, se
mano de obra para el trabajo, como así también para la incorporación compulsiva para
nutrir la soldadesca que lucharía primero contra los ejércitos realistas y posteriormente
11
Al respecto, Gayol (2000) señala que “La cría de ovejas y la aparición de la lana como principal producto
de exportación de la provincia y del país provocó transformaciones en la estructura agraria en cuyo centro se
encuentra una burguesía de origen urbano cuyos intereses se imbricaron con los rurales” (19).
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estableció un rango de castigos muy amplio12. Ante la menor falta, los Alcaldes
los Jueces de Paz del Departamento Norte, del 12 de febrero de 1858: “Reuniones
constante que puede rastrearse con la consolidación del régimen colonial hasta las
“Campañas al desierto” de la década de 1880 13. Desde el año 1810 hasta la que el
Estado Nacional alcanzó las formas estables con las que entró al siglo siguiente, las
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Casagrande (2012) señala que el ensañamiento contra el vagabundo se explica, desde las perspectivas
oficiales, en el efecto que las condiciones medioambientales producen sobre la subjetividad pampeana. En
tal sentido, recupera las palabras de Benito Díaz, quien en su tesis doctoral del año 1952 brinda una
explicación sobre la constelación de fuerzas que estructuraron desde el origen el alma gaucha: “Nunca como
aquí las condiciones del medio ambiente han influido tanto sobre el hombre, para hacer de él un tipo clásico
y genuino de las pampas. La idiosincrasia del español, altivo e individualista, unida a la melancolía y sufrida
del indígena, crearon la del gaucho en chipá y bota de potro, rebelde a la disciplina impuesta por la
civilización, plena de coraje ante la ley, con arrebatos de hidalguía y de bárbaro”. (Díaz, 1959: 206, en
Casagrande: 2012: 33-34).
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Al respecto, Paula Sedran (2012) puntualiza que “en las décadas de 1860 y 1870, una vez finalizado el ciclo
de violencia política vinculado al enfrentamiento Confederación–Buenos Aires, existieron problemáticas
predominantes, respectivamente: la guerra del Paraguay (1865-1875) y los levantamientos armados
facciosos (1872 y 1878)” (4) .
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configuró una disputa entre el poder central porteño por fortalecer su posición a costa
de las “periferias” y las autoridades locales de cada campaña, quienes debían lidiar con
una marca de identidad cristalizada en las narrativas de la Generación del 37, cuya
radicados tanto en el medio rural como en las orillas de la ciudad (Casagrande, 2012).
Con la identificación de una clase peligrosa sobre la que actuar, y con los
medios legales e institucionales para hacerlo, la mala fortuna de los vagabundos, mal
Santa Fe, Paula Sedran (2012, 2013) lista una serie de apreciaciones vertidas por
ordenanzas. Allí deja constancia de que “los casos más numerosos son los de
´sospechoso´ (31) y de ´trampa´ (3). Los ´incorregibles´ (2) pueden suponerse ligados a
ciertas figuras del Reglamento como la vagancia, pero no existe certeza de ello…”
(2013: 13). La nómina cierra con un sujeto calificado como “demente”. Esta producción
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La autora analiza las causas de arrestos contra el orden público, tomando como
fuente los informes diarios y mensuales del jefe de Policía al Poder Ejecutivo de la
provincia de Santa Fe, entre los años 1864 y 1878. De los 913 casos de desordenes en
fue por estado de ebriedad (197), distribuyendo el 78,5% en las 6 causas restantes:
pendencia (94), falta de papeleta (84), portación de armas prohibidas (68), escándalo
formas variadas de violencia interpersonal, por más que esta percepción no se viese
Bibliografía
Garcés, E. (Ed.) Historia social urbana, espacios y flujos (pp. 209-292). Quito,
Ecuador, FLACSO.
General de la Nación.
Planeta.
Barral, M.E.; Fradkin, R.; Perry, G. (2007). ¿Quiénes son los “perjudiciales”?
Barriera, D.G. (2017). El alcalde de barrio, de justicia a policía (Río de la Plata, 1770-
1830). Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, Puesto en línea el 06
(Estudios/Investigaciones; 50).
pp. 40-71.
Siglos XIX a XXI (pp. 33-57). La Plata, Argentina: UNLP. FAHCE. Instituto de
Investigaciones; 45).
_____ (2010). Los vagabundos y la justicia de Buenos Aires durante el período tardo
Educación.
Editorial policial.
los Siglos XVI y XIX. Buenos Aires, Argentina: Siglo Veintiuno Editores.
Editorial Teseo.
Travesía, 1, 63-116.
República.
Argentina.
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_____ (2013). Actores subalternos como sujetos de control. Posibles lecturas desde las
de General Sarmiento-Manantial.
Tiscornia, S. (2004). Entre el imperio del «Estado de policía» y los límites del derecho.
78-89.
Columnaria.