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Walter Mignolo
Por un lado, tenemos procesos que son reformistas como son los procesos electorales que, sin
embargo, pueden o intentan producir cambios profundos, casi revolucionarios, como en Venezuela
o aquí en Bolivia. En cambio, procesos que se presentan como revolucionarios, como rupturas,
pueden ser de hecho reformistas en sus prácticas, como el de los zapatistas en México. Y, como
acostumbro decir, hay procesos reformistas que, en sí mismos, ni siquiera parecen reformistas
como es el caso de Lula en Brasil. (Pág. 12)
El mundo es mucho más que Europa, pero Europa es, sin duda, una parte (y una geopolíticamente
poderosa) del mundo. Por esta razón, ‘modelo occidental’ alude aquí al patrón hegemónico, dominado por
la política liberal y la economía de mercado, marcado por la polarización social de la globalización y la
implementación del consenso neoliberal, sobre una racionalidad colonizadora y epistemicida1.
1 el conocimiento occidental ha impuesto un programa en todo el mundo basado en la imposibilidad de pensar otro mundo distinto al capitalista. Boaventura
de Sousa habla de “epistemicidio” para definir cómo ese programa occidental ha subyugado el conocimiento y los saberes de otras culturas y pueblos.
A saber, se adaptaron las bases de las tradiciones políticas, y así la democracia ha sido sublevada a una
instrumentalización, en donde el imperativo es el reconocimiento del individuo como parte fundamental
sistema de consumo y no como un sujeto político. En América se dan casos disímiles de concreción del
Estado Nación. La causa del fracaso, cuando lo hay, es la interferencia colonial. La diversidad entre
componentes nacionales no ha sido obstáculo para la concreción de Estados Nación fuertes y viables,
pongamos el caso de Francia, que representa en realidad la exitosa homogeneización de aportes tan
dispares como los occitanos, latinos, francos y germanos, por sólo citar algunos de sus componentes.
Donde se da el fracaso del Estado Nación es en los pueblos colonizados, pues no se trata de un proceso de
homogeneización, sino de una integración al dominio colonial.
El autor reconoce que hay una distancia entre la teoría y la práctica política debido a cuatro factores:
• El desarrollo de la concepción política liberal ,eurocentrista, que se supone es aplicable dentro del
marco de una universalidad, pero que en realidad está ligada a conceptos
• La Teoría sobre la transformación social se basa en el análisis del norte, es decir, las
transformaciones suceden en práctica en el sur que no se comunican, pero las teorías vienen del
norte.
• Todo el marco teórico político es monocultural y eurocentrizado en donde no hay una conciencia
de las realidades culturales que conviven en América Latina.
• La teoría critica parece ser ciega ante el fenómeno que surge a partir de las transformaciones que
trajo consigo la colonia.
2. La reinvención del estado
Aníbal Quijano (2000) subraya que: América, la modernidad y el capitalismo nacieron el mismo día», con
ello reitera que, la imposición del primer horizonte colonial es coetáneo a la formación de la América
hispana del siglo XVI. Por tanto, la emergencia del capitalismo histórico no puede desligarse del espectro
colonial en Latinoamérica y de las explosiones de constelaciones que implican rupturas con el poder. El
patrón de dominación entre colonizadores y colonizados fue organizado y establecido sobre la base de la
idea de «raza». Las implicaciones de esa clasificación fue el despojo no sólo de sus tierras sino de sus
identidades, es decir, aztecas, incas, mayas, araucanos, aymaras, etc., pasaron a ser simplemente «indios».
En el caso de América Latina, los discursos heredados, o más bien impuestos durante el proceso de la
colonización pusieron sobre la mesa la apertura de nuevas estructuras de dominación que con el pasar del
tiempo fueron normalizadas como parte de un discurso de superación social, donde hay un supuesto por
el cual la modernización de las mentalidades colectivas impone una supremacía de sexo, raza, de clase y
ecológica, que además trajeron como resultado la construcción de múltiples escenarios políticos derivados
de la intensificación de múltiples formas de desigualdad. Es decir, todo cambio político es resultado de la
acumulación de factores históricos, sociales y económicos. De este modo, las sociedades contemporáneas
de América Latina, estructuradas a partir de la hegemonía del neoliberalismo, transitan una profunda crisis
que se ve reflejada en la carencia de una autonomía identitaria, o, dicho en otras palabras, sumergida en
el ensueño de la falsa conciencia, por ende, es necesario la búsqueda de un pensamiento crítico y
alternativo.
El Sur es la concepción con la que Boaventura de Sousa Santos designa el sufrimiento y dolor humanos
causados por los efectos de la modernidad y el capitalismo global. Este lugar de padecimiento es
fundamental en la comprensión de una renovación del Estado como movimiento social, puesto que es en
el Sur donde tras la crisis de la ciudadanía social surgieron los nuevos movimientos sociales, la forma
general que da sentido al modelo y evidencia los silencios y silenciamientos provocados por la regulación
Santos presenta un ejemplo de los avances de la reinvención plurinacional. Recientemente, en Bolivia y
Ecuador se ha llevado a cabo un ejercicio constitucionalista transformador, contrahegemónico y
emancipatorio. Con diferencias notables entre sí, se ha declarado un Estado plurinacional, es decir, se ha
construido un proyecto diferente de país, abierto a una nueva institucionalidad; se ha revelado un
pluralismo jurídico, señalado una nueva territorialidad, pronunciado una nueva organización del Estado
y, en definitiva, descubierto nuevas formas de planificación y democracia intercultural.
2.1 Pasos a tener en cuenta según el autor
Teniendo en cuenta el preámbulo anteriormente dado, se manifiesta que uno de los primeros pasos en la
reinvención es aprender con el sur, es decir, como sur, somos los territorios que más hemos sentido las
transgresiones del sistema capitalista, dado que somos “países subdesarrollados, en desarrollo permanente,
sin llegar nunca al marco de los países desarrollados.” (Pág 14) Aprender de y con el sur no sólo implica
ampliar los horizontes de la diversidad, implica también transformar el modo de ver al otro(a) y crear una
ruptura en la visión que se ha creado de la economía, la política, la academia, la cultura a partir del modelo
occidental. Cuando asumimos, a mi parecer, una lectura de las problemáticas de lo latino americano desde
todo lo que ha procurado ocultar un mismo sistema neoliberal, en nombre del desarrollo y el progreso,
comprendemos que los roles de género, raza, identidad socioeconómica están incluidos de manera
superficial, o más bien de una forma “folclórica” y no porque se reconozcan como parte fundamental del
estado, por ejemplo, es un hecho que hasta hace muy poco se empezaron a reconocer los saberes
ancestrales como parte integral de cada cultura perteneciente a los territorios y no como aquel relato
cósmico e irracional de los otros que no pertenecen al canon racional, blanco, y heteronormado.
En este sentido, es fundamental “dejar de estar del lado de la víctima para tornarnos en la propia
víctima en lucha contra su victimización (aprender a partir del Sur y con el Sur)” (Santos, 2003a,
422). No sólo tenemos que aprender que el Sur existe, sino ir hacia él, aprender desde el Sur y con
el Sur, aunque sin someter el conocimiento-regulación a una crítica tan radical que acabemos por
anular la voluntad de construir el conocimiento-emancipación (Santos, 2003a, 424, Una
epistemología del sur)
En segundo lugar, se propone una lectura más amplia de las contradicciones de nuestras sociedades, con
ello suscita que además de la contradicción entre capital y trabajo, se han generado otras correlaciones
“entre capital y naturaleza, entre individuo y nación, entre fragmentación e identidad.” De la
configuración de estás múltiples relaciones de poder emergen “poderes como la explotación, el patriarcado
o el fetichismo de las mercancías que hoy domina toda la cultura popular y está muy industrializada y
asentada en la base de poder que creó en las personas la ideología del consumo” además de crear la imagen
del otro aquel que está poder debajo de en esa relación de poder , ante ello, no se me puede venir otra
imagen más que aquella que se presenta en algunos escenarios del movimiento estudiantil, en donde
nosotros como parte de la academia hablamos de nuestras luchas, arengueamos en nombre del pueblo,
pero por fuera, menospreciamos y ponemos por debajo a la población campesina y obrera aun cuando
ellos también constituyen los distintos movimientos sociales.
Santos sostiene que las transformaciones sociales son más fuertes en América Latina, en comparación a
Asia y África, dado que la interferencia de Norte América ha disminuido, y con ello hay una abertura a la
posibilidad del desarrollo de otras formas de democracia y están dadas de esta forma:
• En primer lugar, se encuentra el uso de nuevos lenguajes, una perspectiva de una narrativa distinta
en la solución de los problemas, sin embargo, pasa que detrás de ciertos discursos se pueden llegar
a tergiversar el cómo se asumen esas nuevas narrativas por ejemplo dice el autor, “ en el Foro
Social Mundial tenemos muchos movimientos que luchan por otro mundo mejor posible, pero que
dicen “izquierda o derecha es una dicotomía occidental que no nos toca, no es importante para
nosotros”. Y esto es perturbador de alguna manera.”
• En segundo, tales transformaciones han ampliado su magnitud dada la existencia de nuevos actores
sociales como los movimientos indígenas, los movimientos feministas y los campesinos.
• En tercer lugar, se posicionan los nuevos modos organizativos, con ello se comprende que no sólo
los partidos como institución están representando los intereses de los pueblos, en medio de las
tensiones de las posiciones como las posiciones antipartidistas de los movimientos y la posición
anti movimiento de los partidos, es la movilidad colectiva social quien está tomando la vanguardia
en la lucha de su reconocimiento.
• En cuarto lugar, está la neoterritorialidad con la globalización se realizaba el supuesto por el cual
todo iba a ser desterritorializado y el eje central sería el valor agregado del territorio y la tierra. A
pesar que los teóricos occidentales predijeron que el concepto de tierra y territorio perderían su
vigencia en el siglo 21, sin embargo, al leer lo que sucede en América Latina es que “hay una
reivindicación y demanda de tierra y territorio muy fuertes en el continente Latinoamericano”.
Respecto a este punto me tomo el atrevimiento también de poner como ejemplo la concepción de la tierra
de la actual situación del pueblo Nasa y la toma de territorios autónomos de la lucha Zapatista, pero
también, desde la definición de lugar dada por el maestro Fals Borda en donde el ‘lugar’ es ese espacio
donde se recrea la identidad y la vida cotidiana; es el bioespacio como el “reflejo de realidades vivas que
aparecen como respuesta a procesos locales y regionales de desarrollo social, económico y político que
vinculan actividades vitales de producción y reproducción con los recintos en que se ejecutan y de donde
se derivan elementos de continuidad y diversidad cultural” (2000, 9) Por ello, deseo relacionarlo con este
cuarto lugar en donde retomando al pueblo Nasa que si bien tiene conflictos internos con otras
comunidades ha realizado frente a la cooptación territorial por parte de un estado como el Colombiano, y
es que hay que tener en cuenta que “desde la época de la conquista los nasa desarrollan procesos de
resistencia cultural, discursos de carácter histórico y acciones políticas para conservar su derecho ancestral
al territorio” (Gómez y Ruiz 1999, 24).
Estamos hablando de nuestro origen, cuando nace un niño el cordón umbilical se siembra en el
fogón para ligar la persona nuevamente con la tierra, para conectar con la historia de origen y
asegurar que cuando crezca sea buen nasa y no sienta vergüenza de su territorio, para que haya
legitimidad de reclamar lo nuestro. (Entrevista Inocencio Ramos, Consejo regional indígena del
Cauca —en adelante, CRIC— 2008)
• La quinta característica está relacionada con lo que el autor denomina cierta “desmercantilizacion”.
En donde las formas de transformación social buscan que no tener que depender de las relaciones
capitalistas, sino que se valen de salidas al mercado de carácter populares y cooperativas, por
ejemplo en Bolivia hace algunos años se desataron luchas en contra de la privatización del agua,
y es que en último momento, muchas de las luchas que se desatan desde estas nuevas formas, velan
por la garantía de derechos que se suponen deberían ser para el constructo de una vida digna de
las poblaciones.
• También, se encuentra se debe poner sobre la mesa la lucha por la igualdad, es decir, a la izquierda
en América latina se le olvidó que no sólo se debía buscar una cierta igualdad, sino que también
debía posicionarse la reivindicación por el reconocimiento de la diferencia.
• Finalmente, se destaca la importancia de la implementación de una educación popular, la misma
estructura de la academia regula lo que sí debe ser aprendido; al decolonizar la educación se infiere
que los saberes científicos no son los únicos que permean en el cómo conocemos, sino que abrimos
la diversidad de conocimientos como subproducto del convivir de las distintas comunidades y
culturas. El autor hace énfasis en la ecología de saberes, con ello infiere el pensamiento ecológico,
entendido como una contra-epistemología, que reconoce la pluralidad de pensamientos
heterogéneos y enfatiza las interconexiones dinámicas que existen entre ellos.