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Hacia una estética de la burocracia (2009)


04.18.2009 | Blog, Books, Essays, Texts

“Paralelamente al arte por el arte nacido del modernismo, la burocracia por la burocracia es la gran
contribución humana a la hiper-modernidad. Sin embargo a diferencia del arte, que hoy se
encuentra agotado, la burocracia continúa proli-ferando felizmente y expandiéndose en su paso
inexorable. La burocracia es expresionista y abstracta a la vez de ser explícitamente social y
política, características que difícilmente el arte más sofisticado de hoy es capaz de reunir.”

Hacia una estética de la burocracia es un libro de edición limitada creado para la trienal poligráfica
de San Juan, Puerto Rico, y escrito precisamente a raíz de la experiencia burocrática de ese
evento. El libro es un breve ensayo que examina las varias vertientes creativas de la burocracia
latinoamericana, y la manera en que estas superan en muchos aspectos al arte contemporáneo
que se realiza en esas mismas regiones. El libro contiene una serie de diagramas que ilustran la
forma en que la burocracia funciona como un medio performativo y creativo y propone estrategias
para maximizar la enajenación producida por los burócratas para así emanciparse en la historia del
arte.

(fragmento del libro a continuación):

INTRODUCCION

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Paralelamente al arte por el arte nacido del modernismo, la burocracia por la burocracia es la gran
contribución humana a la hipermodernidad. Sin embargo a di-ferencia del arte, que hoy se
encuentra ago-tado, la burocracia continúa proliferando felizmente y expandiéndose en su paso
inexorable. La burocracia es expresionista y abstracta a la vez de ser explícitamente so-cial y
política, características que difícilmente el arte más sofisticado de hoy es capaz de reunir.

Y sin embargo, esta práctica esencial de carácterísticas globales ha sido menos-preciada por los
críticos y filósofos, y par-ticularmente por los teóricos postcolo-nialistas. Erróneamente ellos han
visto a la burocracia como un defecto corrigible ex-clusivo del tercer mundo, un doblez cultural que
no tiene por qué existir y que no vale la pena siquiera analizar, como una enfer-medad de la cual ya
conocemos los síntomas y el remedio. Nunca se habla de la burocracia como la gran tradición
histórica que es, como la monumental expresión cultural que nos define como pueblos y que nos
otorga una sofisticación creativa a nivel colectivo que compite con las construcciones artísticas más
complejas de la humanidad. Esta omisión por parte de los teóricos, sin duda premeditada, ha
contribuído a que las regiones donde estas expresiones se manifiestan de manera más original y
creativa hayan quedado al margen de la historia del arte. Y finalmente sus practicantes —los
burócratas— han quedado injustamente olvidados, a pesar de su prolífica labor que en una sola vida
puede generar decenas de millones de páginas de archivo.

Los filósofos ultra-contemporáneos cuyas obras están en boga hoy en día en los cursos de curaduría
—Agamben y Rancière— utilizan respectivamente la noción de potencialidad y emancipación
como princi-pios clave para construír un arte que trans-forme a la sociedad. Si bien ambos filósofos
nos dan una perspectiva certera y brillante acerca de la raison d’etre y evolución de estos procesos,
aquí trataremos humilde-mente de demostrar que no son los artistas contemporáneos, sino los
burócratas, los que son capaces de encabezar esta transfor-mación revolucionaria de nuestra cultura.

Además de tratar de iniciar un discurso para establecer y reivindicar los principios estéticos de la
burocracia, este pequeño libro busca también inspirar al burócrata a revalorar su oficio a través de
contemplarlo no ya como una condena a vivir sentado(a) en un escritorio, sino como un ejercicio de
creatividad en el que cada día y cada acto burocrático pueda ser ejercido y apreciado como el
profundo gesto artístico que en realidad es. Pero antes de conseguir esa meta es preciso borrar
algunas pre-concepciones claves acerca de la buro-cracia y también de ayudarle al lector a entrar en
contacto con su gen burocrático.

Si bien la burocracia no es desafortu-nadamente la cualidad exclusiva de los países en vías de


desarrollo —se podría afirmar que países como Estados Unidos tienen ya sectores enteros que
simulan perfectamente al tercer mundo— es un hecho que los países de la periferia tienen las

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condiciones idóneas para desarrollar este medio de una forma que los vuelva epicentros de la
cultura mundial y que ayude a atraer la atención a ellos de forma que ni siquiera el turismo, la
etnografía, las bienales internacionales o el arte folklórico han conseguido hacer.

EN BUSCA DE NUESTRO BUROCRATA INTERNO

Hay quienes al leer esto se digan a sí mismos: “pero yo no soy burócrata”. Esta es una reacción
perfectamente natural. Pero la realidad es que todos tenemos un coe-ficiente burocrático en nuestros
adentros, si bien más desarrollado en unos que en otros. Todo latinoamericano, por ejemplo, tiene
un pro-fundo conocimento y ex-periencia en carne propia de lo que es la burocracia. Se estima, por
ejemplo, que cada latinoamericano en promedio, a lo largo de su vida, dedicará el equivalente de
7,401 horas llenando solicitudes, 1,245 horas llenando las formas equi-vocadas, 789 horas firmando
recibos y 793 horas firmando contrarrecibos, 1,444 horas frente a la fotocopiadora, dos años y
medio en el teléfono haciendo trámites y siete años haciendo cola o sentado en una sala de
espera. Esta clase de experiencia en sí constituye el equivalente, como mínimo, a tener un
doctorado en el tema —pero no solo eso: está bien documentado que mientras más expuesto esté
uno a la burocracia, más propenso es uno a practicarla uno mismo, es decir, a ejercerla sobre los
otros.

Desafortunadamente el oficio burocrático está tan desprestigiado dentro de nuestra sociedad que la
mayoría de nosotros lo practicamos con desgana o simplemente lo ejercemos inconscientemente sin
reconocer nuestro verdadero potencial burocrático. El gran filósofo y padre de la hermenéutica
Hans-Georg Gadamer dijo una vez: “todos somos los otros y todos somos nosotros mismos”, lo cual
se puede parafrasear así: “todos somos la burocracia y todos somos nuestro propio burócrata.”

Con el fin de desarrollar este potencial interno, es fundamental aceptar de nuestra identidad
burocrática y demostar las mane-ras en que se puede desarrollar, redirigir y enfocar nuestro talento
burocrático de forma creativa y conceptual para lograr una vida espiritualmente rica y trascender la
opacidad de una carrera estrictamente oficinesca. Posteriormente se demostrará que el
burocratismo, bien ejercido, funciona como un arma de defensa, con un grado de efectividad similar
al Jiujitsu. Sobra decir que un burócrata talentoso que desarrolle sus dotes artísticas logrará generar
el máximo nivel de burocracia posible, el cual a su vez generará la necesidad de contratar a más
burócratas para sostener el sistema. Y es así, como se verá, que la burocracia practicada como arte
puede ser un acto de activismo social inusitado y transformativo, emancipando al arte del actual
yugo de extrema eficencia, raciocinio e individua-lismo que le otorga el mercado.

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Fig. II. Ejemplo de un laberinto burocratizado con seis círculos viciosos y ocho sesiones
de trámites donde (a) es el individuo burocratizado, (b) es el actor burocratizador, (c) el
supervisor del trámite, y (s) la salida. La línea divisoria entre (a) y (b) indica una exitosa
división de impersonalidad para complejizar el proceso, y que hay una sano aislamiento
de comunicación entre los tres individuos, para garantizar la mayor demora posible en la
resolución del trámite.

BREVISIMA HISTORIA DE LA BUROCRACIA EN LATINOAMERICA

¿Cuál es el origen de la burocracia latinoamericana? Sería difícil probar que las sociedades
precolombinas eran burocráti-cas. A juzgar a través de las relaciones históricas sobre la sociedad
Azteca, por ejemplo, las estructuras legales encabe-zadas por el líder o Tlatoani muestran toda

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evidencia de haber sido bastante organi-zadas, y si bien sus sistemas de orden social y político eran
algo sangrientos, no se puede decir que no fueran eficientes. La burocracia latinoamericana se
puede re-montar más directamente a la jerarquía administrativa de la colonia, tanto del virreinato
como de la iglesia, por el sencillo factor que las verdaderas decisiones no se podían tomar sino hasta
del otro lado del océano y podían transcurrir meses o años antes de que una decisión fuera tomada o
un permiso aprobado (tradición que gene-ralmente aún predomina en las mejores burocracias).

Cuando latinoamérica entra a la moderni-dad, si se sigue el razonamiento de Max Weber en torno a


la ética de trabajo pro-testante, lo que se preservó en cambio fue la ética católica de la
contrarreforma, que en vez que mirar al futuro miraba al pasado y a continuar las tradiciones
burocráticas a como diera lugar, en particular aquellas que generaban más burocracia (en la filosofía
burocrática, la noción de sim-plificación es considerada como un aten-tado a la tradición). En el
siglo veinte, en latinoamérica al igual que en el resto del mundo se confrontan las virtudes y
defectos de dos modelos socioeconómicos: socialismo y capitalismo. Mientras que en otras re-
giones del mundo se buscó implementar una combinación de ambos modelos que funcione de
manera más eficiente —por ejemplo, fusionar socia-lización de servicios en algunos sectores con el
libre mercado en otros— en latinoamérica se busca en cambio fusionar los aspectos más
imprácticos de ambos sistemas, como optar por el entero aparato socialista gubernamental pero
establecido de manera antidemocrática, privatizar el mercado pero a través de monopolios, y
promover la mayor desi-gualdad social posible— todos estos ingre-dientes fundamentales para
generar la perfecta burocracia. Dicho de otra manera, la historia de latinoamérica nunca se ha
definido por la democracia ni siquiera por la plutocracia, sino por la burocracia.

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