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El desafío de narrar

Módulo 5. Cuestiones técnicas de relevancia para la narración

Clase 3. El monólogo interior

1.1.- Introducción

Una variante de gran relevancia dentro de las personas narrativas con las cuales se
puede contar una historia, es precisamente la del monólogo interior. El monólogo
interior no es otra cosa que la conversación profunda que un personaje logra
establecer con su conciencia. Es el espacio en el cual asistimos a un discurso sin
auditorio desarrollado en el interior de su propia mente. Revela al lector ese discurso
secreto y mudo, sin intervención del narrador entre lector y personaje. Mediante este
método se le permite al lector incursionar en los más íntimos pensamientos de un
personaje y escuchar lo que este se dice a sí mismo.

1.1.- Desarrollo

1.2.- El arte de fluir

El monólogo interior no es un resumen hecho por un narrador, sino un explayarse sin


censura producido en la mente de un personaje. El escritor que emplea este método
viaja por una estrecha frontera entre la coherencia y la incoherencia, en especial
cuando revela pensamientos próximos al subconsciente. Una transcripción exacta del
monólogo es imposible, e incluso de ser posible, sería tan indeseable como la
traducción exacta del diálogo. Su primera característica radica en que se escribe en
primera persona, eliminando la figura del autor. Otra de sus marcas radica en que no
está dirigido al lector, sino que su intención de catarsis y autocomplacencia se refleja
en la percepción del lector en base a lo que bien podría ser un efecto de rebote.

Un tercer elemento distintivo es que se revela mientras ocurre, es un discurso en su


estado basto y original antes de ser organizado en forma retórica. El monólogo
interior brinda inmediatez a la historia, y esta es una de sus funciones más útiles.

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Como el diálogo, convierte el fue en es. Por


el hecho de ser pensamiento en proceso de
formación, puede rozar lo subconsciente y
por tanto mostrar una visión propia de
todo pensamiento no concebido en
secuencias ordenadas ni retocado antes de
ser entregado al lector.

Tiempo de silencio (1962), una de las


novelas más influyentes de la narrativa
española del siglo XX, de Luis Martín-
Santos, ilustra las reflexiones de un personaje que intenta superar el miedo que le
provoca el hecho de ir a la cárcel acusado de homicidio. Veamos a continuación:

Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede
pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas
preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer
con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que
conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del
placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si
estuvieras así. Mantente ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí,
en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que
antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que
caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más
que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo,
viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no
tengo nada que desear.

Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no


la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la
maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses.
No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy

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tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que


pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy
tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no
pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras
hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser
libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día
que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más
larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y
nadie te lo puede impedir. (Martín- Santos, 1962, p.79)

Cuando hablamos de monólogo interior, hablamos de ese espacio en que el receptor


es su propio emisor, es decir, es capaz de responderse preguntas que él mismo se
elabora, revisita espacios y situaciones que ya le resultan conocidos o familiares, pero
es capaz de hacerlo con un absoluto sentido de la novedad y la sorpresa. Un personaje
que se expresa en la clave de monólogo interior, es un personaje que resulta
interesante por el modo en que es capaz de obsesionarse con sus propios
pensamientos, la realidad que le rodea, la incertidumbre del porvenir y además con
aquellas zonas de su propio pasado con las que se haya inconforme, a disgusto o en
franco remordimiento de conciencia.

1.3.-El monólogo interior, semejante a


la vida

La vida interior es dramatizada, incluso en


ocasiones está teñida de una sobre actuación
permitida por el lector. Los personajes
aparecen como seres poderosamente
autoconscientes. Tanto el pasado como el
presente se convierten en materia al servicio
de la ficción. El pasado se sostiene en base a
una serie de recuerdos encadenados o
dispersos, y sus consecuencias en cierta
manera aún siguen ejerciendo influencia

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sobre el presente. El hoy, el ahora, funcionan en base a percepciones de lo inmediato,


de lo reciente, de lo recién sucedido; de este modo el personaje juzga su propia vida y
las vidas ajenas partiendo de sus propios principios morales o la ausencia de ellos, se
convierte en un ente capaz de procesar una realidad cambiante y en movimiento
continuo y por tanto en alguien cuyos puntos de vista varían entre una percepción y
otra.

El monólogo interior, teniendo en cuenta sus atributos, funciona como una especie
de caja negra de la conciencia de uno o varios personajes, como un registro de primera
mano sobre el origen de las emociones y su posterior transformación. Depara al lector
la sensación de capturar cada mínima secuencia de un relato en movimiento y en
construcción con la finalidad de replicar de la manera más fiel posible la actividad
mental de un personaje empeñado en explicarse a sí mismo y sus relaciones con los
otros.

1.4.- Algunas consideraciones generales

Uno de los errores más frecuentes al escribir un


monólogo, es que le aplicamos la lógica del
pensamiento ordenado. El resultado es un texto
más o menos logrado, coherente, pero distante en
absoluto del monólogo interior. Para que un
monólogo interior lo sea, es necesario representar
el libre flujo de nuestro pensamiento, con todo lo
que esto implica: lógica de ideas, pero también
incoherencias, distracciones, percepciones, recuerdos sin conexión aparente, y libres
asociaciones. El monólogo interior no es otra cosa que el reflejo de una realidad
imperfecta y abrupta en la mente de nuestro personaje, para conseguirlo debemos
experimentar una sensación de libertad y expansión mental en la cual recurramos a
los recuerdos de nuestro personaje, sus vivencias, sus espacios de significación y su
cosmovisión. Solo si conocemos a profundidad el mundo de nuestro personaje
podremos instalarnos en su mente, en sus motivaciones y deseos, adueñándonos de
un espacio secreto que solo nosotros y los lectores pueden alcanzar a conocer. El

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desafío de narrar implica versatilidad, movimiento y fluidez. Pasión y esfuerzo son las
claves para lograrlo.

Bibliografía:

García Jiménez, J. (1994). La imagen narrativa. Madrid: Paraninfo

García Márquez, G. (1995). Del amor y otros demonios. Buenos Aires: Sudamericana

Heras, E. (comp.) (2002). El desafío de la ficción. La Habana: Abril

Lukács, G. (1974). Teoría de la novela. Madrid: Grijalbo

Martín- Santos, L. (1962). Tiempo de silencio. Barcelona: Seix Barral

Vargas Llosa, M. (2005). La verdad de las mentiras. Barcelona: Seix Barral

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