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Sección Libros

La exposición
del sujeto
Max Gurián* En La mirada del retrato Nancy da una nueva do de su representado, ni de un sujeto que vía, y en esa apertura hacia el mundo se
vuelta de tuerca en torno al objeto y a la fina- se reconoce como tal en el lienzo. Se trata, encuentra y se transforma en sujeto.
lidad de la pintura. El punto de partida de su en cambio, de dos superficies que para Como en sus reflexiones sobre el cuerpo y
La mirada del retrato argumentación es un axioma polémico: “No constituirse en sí mismas deben necesaria- los órganos transplantados (El intruso) o en
Jean-Luc Nancy hay más sujeto que en pintura, así como no mente abrirse a la mirada del otro. su examen de la sexualidad en Lacan (El
(Amorrortu, 2006) hay más pintura que del sujeto”. En sostén Una cita de Wittgenstein apuntala el razo- hay de la relación sexual), Nancy exhibe
96 páginas de esta hipótesis el ensayo desmonta, en pri- namiento de Nancy: “No vemos el ojo hu- aquí una constante de su pensamiento: la
mer término, la definición corriente del retrato mano como un receptor. Cuando ves el ojo, problematización de la relación entre enti-
Las intervenciones en el campo de la estéti- como figuración referencial, adecuación pic- ves algo que sale de él. Ves la mirada del dades que adquieren consistencia sólo me-
ca del filósofo francés Jean-Luc Nancy no tórica a la imagen de una persona ausente. ojo”. En la descomposición minuciosa de diante un diálogo diferido en el instante en
son una novedad. Si bien el reconocimiento Esta definición, arguye Nancy, por un lado ha cuatro retratos célebres –Autorretrato de que se eclipsan. A la zaga de las lecturas
internacional de su obra se ha centrado en sido la artífice de la larga estigmatización de Gumpp; Retrato de A. Pellerin de Matisse; deconstructivas inauguradas por Jacques
los escritos de carácter político (La comuni- la retratística como género inferior y utilitario Retrato de joven de Lotto; Doble retrato de Derrida, Nancy embrolla y desenreda las
dad inoperante; Ser singular plural), sus in- y, por otro, incurre en una contradicción al Barceló–, Nancy distingue dos modalidades variantes mínimas de cada palabra –méto-
tereses no se acotan al entramado actual querer remitirse a un modelo cuando, según del ojo: la visión que se posa sobre los ob- do analítico que induce a la hipnosis o al
de biopolítica y globalización que ha acapa- ella misma reza, el retrato no debe erigir un ti- jetos y debe sus razones a las leyes de la sopor, según el paladar crítico de cada lec-
rado la atención urgente de la filosofía para po sino un sujeto particular. óptica, y la mirada que, ajena a todo fenó- tor–, para proponer un rodeo por el ser que
repensar las diversas formas de sociabili- Pintar, para Nancy, no equivale a reproducir meno, emprende una salida de sí, se extra- le devuelve su preeminencia a la pintura.
dad, individuación y soberanía en juego a rasgos de una entidad preexistente; es la
principios de este siglo. acción de pro-ducir un develamiento, con-
Ya a fines de la década del setenta, en co- ducir hacia delante y sacar hacia afuera un
laboración con Philippe Lacoue-Labarthe, rostro; es un proceso de “destelamiento”
Nancy señalaba en los textos de los herma- que provoca una exposición: la exposición
nos Schlegel el vínculo inextricable entre la del sujeto. “El retrato –escribe Nancy– no
construcción de la obra y la formación de la pinta un sujeto sino poniendo en juego él
subjetividad que el Romanticismo de Jena mismo una relación de sujeto, y de ese mo-
legó a las producciones contemporáneas. do, pone a un supuesto sujeto (yo, usted,
Más recientemente se pronunció sobre el su pintor) en relación con un sujeto expues-
estatuto del tiempo en la obra del artista to”. En otras palabras, sorteando las tram-
conceptual On Kawara y postuló en Les pas de una identificación directa entre ima-
Muses (1994), a través de una relectura de gen y referente –o entre cuadro y especta-
las tesis hegelianas sobre el arte, una con- dor–, Nancy rastrea la distancia entre dos
cepción antimimética de la pintura, no ya sujetos y dos identidades que se realizan
como representación de una realidad empí- sólo en su anudamiento a través de mira-
rica dada sino como presentación indeter- das recíprocas. No se trata entonces de
minada del mundo y de la existencia. una tela a la que se le ha delegado el senti-

*> Max Gurián es licenciado en Letras


de la UBA y becario del Conicet.

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