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La Filosofía para Niños (FpN) es una propuesta creada en 1969 por Matthew Lipman en
Estados Unidos. Nace por la necesidad de crear individuos más pensantes y solitarios,
donde el valor y el respeto por las ideas, sean los fundamentos de su educación, además
de que la investigación no se reduzca a la acumulación de información, sino que sirva
para que la comprensión de la realidad y permita a estos su razonamiento y
desenvolvimiento en la resolución de problemas de la vida cotidiana.
“La filosofía promueve el desarrollo de competencias básicas como hablar, escuchar, leer
y pensar haciendo que los propios niños filosofen”. (Peñas, s.f).
Lipman pensó que sería mejor introducir temas filosóficos que pudieran ser desarrollo de
reflexión, a través de cuentos y novelas, es por eso que su programa está estructurado a
partir de recursos literarios, donde los protagonistas de las historias tienden a ser o tener
la misma personalidad de los niños. Otra de las intenciones de utilizar este tipo de recursos
es que los niños encuentren en ellos ejemplos de conversaciones inteligentes, así es más
fácil para ellos aprender por medio de ejemplos. (Hoyos, 2010).
Es por eso que también se sugiere cambiar los libros de texto clásicos por recursos más
interesantes para los niños, en los cuales se muestre la indagación como una aventura que
puede dar como resultado aprendizajes con mayor significado.
Como en todo programa educativo también existe una pieza imprescindible, donde existe
una gran responsabilidad por hacer que el programa sea exitoso, en este caso el docente
es esa pieza. En este caso es importante remarcar que el docente debe mostrar siempre
plena seguridad y confianza en sí mismo, especialmente teniendo en cuenta la enorme
improvisación y enfoque de los temas, según los intereses y habilidades de cada niño.
Una de las características del docente es el del papel mediador, ya que constituye un
elemento básico para llegar a implantar este programa. (Tébar, 2005).
El perfil del profesor comúnmente debe incluir una formación, filosófica donde se tenga
conocimiento del programa y su progresión, humanista e interdisciplinar, conocimiento
de los alumnos (interés y necesidades), conocer estrategias de aprendizaje y que tenga un
reiterado uso del método socrático. Al igual de actitudes donde sea abierto, flexible,
tolerante, paciente, optimista, empático, creativo, que inspire confianza, que busque y
empeñe la verdad y la lógica, etc. Y entre las funciones que debe desempeñar está el
organizar los temas de debate, cuidar del orden y coherencia en las intervenciones,
reconducir el tema, pero no intervenir en la discusión, asegurar la participación de todos
los alumnos, motivar y provocar la curiosidad, desarrollar habilidades cognitivas (pide
referencias), evaluar el proceso y resultados de cada tema, entre otras. (Tébar, 2005).
Según García, en 2004, en base una investigación expone brevemente una serie de
características que se deben de tener en cuenta en la aplicación de la FpN en el aula. Entre
ellos se encuentran:
Ahora bien, aprender a pensar no es el fin último pretendido de la FpN, sino sólo el medio
para lograr la mejor relación con el contexto, con el mundo circundante, a través de la
comprensión de las situaciones, la adquisición de sentido y la actuación coherente.
(García, 2014).
Referencias
Hoyos, D. (2010). Filosofía para niños y lo que significa una educación filosófica.
Discusiones Filosóficas. (11). 149-167.
Peña, J. (2013). Supuestos teóricos y prácticos de los Programas de “Filosofía para Niños”.
Recuperado el 30 de octubre de 2016 de: http://eprints.ucm.es/22787/1/T34721.pdf.
Peñas, P. (s.f.). Filosofía para Niños. Un estudio para su aplicación didáctica. Revista
Electrónica de la Asociación Andaluza de Filosofía. (11). 3-25.