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El término “grotesco”, proviene del italiano “grottesco”, este ha generado dos palabras
en español: “grotesco” y “grutesco”, casi en desuso. La primera vez que aparece esta palabra es
el siglo XV cuando los arquitectos y pintores italianos quieren imitar el estilo de las grutas
artificiales de la Roma antigua. Tras el descubrimiento, bajo los pilares de los Baños de Trajano,
de la sumergida Domus Aurea, los nobles y la Iglesia se plantearon la construcción de espacios
que simulen cuevas y pasadizos con estalactitas y estalagmitas. Estas grutas artificiales,
imitaban no sólo la estructura cavernosa, sino que además se adornaban con esculturas y
pinturas de alacranes, culebras, arañas y sabandijas. Tanto en italiano como en español los
significados de los términos “grottesco” y grutesco” fueron derivando hasta su uso actual de
“grotesco” como algo estrambótico, ridículo y exagerado.
Por lo tanto, en su origen etimológico, lo grotesco se refería a esa condición subterránea, a aquello que
emergía desde la gruta. Extraños laberintos semánticos condujeron el término a las acepciones que
tiene hoy.
El Cuerpo grotesco es un concepto ideado por el lingüista y crítico literario ruso Mijaíl Bajtín en sus
estudios atinentes a los textos y relatos de la Edad Media y del Renacimiento, especialmente cuando
analiza la obra del escritor francés François Rabelais. El concepto bajtiniano se considera
prácticamente un tropo literario: el cuerpo grotesco es definido como "una figura de intercambio
desregulado biológico y social". Ya que en opinión de Bajtín, Rabelais, interiorizando el cuerpo
grotesco en su novela Gargantúa y Pantagruel reformuló los conflictos políticos en las dinámicas de la
fisiología humana.
Bajtín expresa que en tiempos de Rabelais el cuerpo grotesco era una celebración de la vida en su ciclo
de nacimiento/muerte . En efecto, el cuerpo grotesco es una figura cómica profundamente
ambivalente ya que posee un significado "pro-positivo", relacionado principalmente con el nacimiento
y la renovación, y un significado de "negación", relacionado a la decadencia y a la muerte que dejan
lugar y tiempo.
En palabras de Bajtín, lo grotesco «permite mirar con nuevos ojos el universo, comprender hasta qué
punto lo existente es relativo y, en consecuencia, permite comprender la posibilidad de un orden
distinto. [Régimen franquista]
Lo carnavalesco engloba una amplia serie de manifestaciones culturales consistentes en espectáculos
dispares -mascaradas, degradaciones, coronamientos y derrocamientos bufonescos- y distintas formas
de humor popular -composiciones cómicas, vocabulario soez- puestas al servicio de una inversión
momentánea de las normas y valores imperantes. Existe, pues, una voluntad de presentar un mundo
del revés, contrario en apariencia a la realidad oficial que domina la vida cotidiana, condicionada por
interacciones sociales y políticas jerárquicas -con sus tabúes y privilegios- y desplazada por relaciones
de tipo horizontal. Este objetivo se alcanzaba en la Edad Media y el Renacimiento por medio de la risa
o humor carnavalesco, que con sus alardes fundados en la grosería -y expresados en forma de
blasfemias, insultos y burlas- contribuían a la regeneración de las formas que eran blanco de aquélla.
Se trataba, en suma, de la escenificación de una utopía igualitaria aún por llegar que
podía servir tanto a modo de transgresión como de relajación de las tensiones
inherentes a la desigualdad.
(Macciuci) Por otro lado, la presencia del grotesco asociado a la modalidad satírica tiene una especial
fuerza en las letras y la plástica españolas: "...la sátira es una faceta preeminente de las bellas letras
españolas; siempre ha habido en España una predilección por este tipo de literatura.
Piénsese, por ejemplo, en el arte satírico de Juan Ruiz, Cervantes, Quevedo, Larra,
Valle—Inclán o, en nuestros días, Juan Goytisolo". (Peale, 1979:189)
Asimismo, uno de los elementos más característicos del cine español es la comedia, y sobre todo en su
faceta costumbrista, aquella que retrata al pueblo en su quehacer diario, bajo tintes corrosivos
y burlescos. En el siglo XIX, Baudelaire ya anunciaba la facilidad que tenían los españoles para
el humor y la deformación grotesca, para reírse de sí mismos con crueldad; y así lo
podemos corroborar si analizamos la tradición literaria y pictórica de sus grandes genios:
la literatura picaresca, Fernando de Rojas y La Celestina, Lope de Vega con sus tragicomedias
modernas (a las que veía como monstruos por fusionar dos corrientes que las normas clásicas no
permitían unir: comedia y tragedia [sobre esto volveremos más adelante]), Cervantes y El Quijote, la
desmesurada muestra burlesca de la realidad durante el Barroco, los poemas satíricos de Quevedo,
etc.
En la cultura española se ha manifestado constantemente este tipo de humor crítico, negro y
corrosivo, pero sería en la tercera década del siglo XX cuando el escritor gallego Ramón María
del Valle-Inclán le pusiera nombre a dicha vertiente: el Esperpento. Este término ya existía en
el habla popular para definir aquellas cosas que resultaban grotescas y risibles. Valle-Inclán lo
utilizó para denominar algunas de las obras que creó en los años 20. El escritor gallego hablaba de la
deformación grotesca como el mejor modo de retratar la realidad de la sociedad española del
momento, cuya tragedia ha dejado de darnos pena para provocarnos risa. La realidad es deformada
como si se reflejara en un espejo cóncavo, pues según decía Max Estrella en la escena XII de Luces de
bohemia: España es una deformación grotesca de Europa. Max hace referencia a Goya como creador
del Esperpentismo. De ese modo, Valle-Inclán entronca el nuevo subgénero teatral que había
creado con la tradición sarcástica y crítica de la literatura y pintura españolas.
[¿Por qué hablar de la estética esperpéntica velleinclaniana? Pues porque si tenemos en cuenta
algunas de sus características, podemos notar que no sólo está entroncada con el grotesco sino que, en
general la crítica ha utilizado ambos términos (grotesco y esperpento) prácticamente como sinónimos.
Por ejemplo, las técnicas deformadoras del Esperpento•, tanto en las acotaciones como en los diálogos
(para definir tanto a los personajes como a las situaciones) pueden dividirse del siguiente modo:
animalización y humanización (los personajes adquieren rasgos animales, y viceversa), cosificación
(los personajes son presentados como objetos) y muñequización (estos mismos se convierten en
peleles, marionetas y fantoches con máscaras, para que el autor pueda jugar con ellos). Pero no solo se
deforma a los personajes, sino también las situaciones, que se convierten en absurdas gracias a la
técnica del contraste (como cuando Don Latino se presenta borracho en el entierro de su amigo Max
Estrella, en Valle-Inclán, o cuando don Anselmo trata de escaparse en su cochecito y es frenado por
dos guardias civiles que lo traen de vuelta, al tiempo que pregunta si en la cárcel le permitirán
mantener su cochecito). Los contrastes crean situaciones absurdas, que convierten a los escenarios
trágicos en grotescos.
La mayor parte de la crítica coincide en asociar la aparición del esperpento cinematográfico a los
nombres de Rafael Azcona y Marco Ferreri. En 1958 surgiría El pisito, película plenamente
esperpéntica y que sería el punto de inicio de esta corriente dentro del cine español. Cineastas como
Buñuel, Berlanga, Álex de la Iglesia o Santiago Segura, cada uno de ellos en una época distinta, han
desarrollado esta deformación esperpéntica de la sociedad en la que han vivido.
Volviendo al grotesco, como bien señala Macciuci en Antes que el guión, Según Bajtin, la fiesta
popular y la cultura de la plaza pública representaron una importante contracultura en la sociedad del
medioevo, siendo sus rasgos sobresalientes la presencia del humor, de los rituales carnavalescos, del
lenguaje familiar y soez, en oposición al canon de la cultura oficial, seria, religiosa y feudal.[No es de
extrañar, por tanto, la utilización de esta estética por parte de Rafael Azcona teniendo en cuenta el
contexto político de la dictadura franquista]
**A este respecto, Macciuci, en Arte-factos, dispositivos técnicos y juego en el cine de Rafael Azcona
sostiene que [l]os “ingenios” del guionista riojano son una extensión del cuerpo y obran como una
prótesis que reemplaza las carencias del ser humano; no recortan la libertad de sus criaturas , por el
contrario amplían sus poderes con capacidades que la naturaleza no contempla.[...] se convierten en
una prolongación del personaje, a veces una prótesis que establece una continuidad con el hombre
estrafalario que la maniobra: por eso los objetos a menudo más que arte-factos, son contra-hechos,
además de aparatos son aparatosos, generando, por exceso o por defecto, risa o ternura y
simpatía….Los instrumentos azcontianos son grotescos y esperpentizan a los usuarios, pero al mismo
tiempo, los humanizan, les dan un carácter único, los distinguen del conjunto.
La lógica artística de la imagen grotesca ignora la superficie del cuerpo y no se ocupa sino
de las prominencias, excrecencias, bultos y orificios, es decir, únicamente de lo que hace
rebasar los límites del cuerpo e introduce al fondo de ese cuerpo. Montañas y abismos, tal
es el relieve del cuerpo grotesco o, para emplear el lenguaje arquitectónico, torres y
subterráneos.
En todos estos acontecimientos del drama corporal, el principio y el fin de la vida están
indisolublemente imbricados. Así, el tartamudo del ejemplo que utiliza Bajtín (a quien
Arlequín le da una cabezazo en la panza para que pueda largar/expulsar las palabras)
desempeña el acto del alumbramiento; está preñado de una palabra y no logra parirla. Es
precisamente una palabra lo que nace. El acto altamente espiritual es rebajado y
destronado por medio de una transposición en el plano material y corporal del
alumbramiento (representado del modo más realista). Pero gracias a este destronamiento,
la palabra se renueva y, de algún modo, renace por segunda vez (nosotros nos movemos
sin cesar dentro del círculo del nacimiento y del alumbramiento). En El cochecito, es el hijo
de la marquesa quien tiene dificultades para expulsar/alumbrar las palabras, justamente de
los personajes, quien tiene mayor rango social y es a la vez el más impedido puesto que su
impedimento no es sólo físico sino también mental (a diferencia del resto). Nuevamente
tenemos la unión de los contrarios, los más elevado con lo más bajo.
El aspecto topográfico esencial de la jerarquía corporal invertida: lo bajo ocupando el lugar
de lo alto lo podemos encontrar también en la imagen con la que se inicia la película, esto
es, un grupo de obreros de marchan con inodoros en la cabeza a la manera de cascos. En
dicha escena no sólo encontramos lo escatológico, un elemento para defecar colocado en lo
más elevado (la cabeza)-->el culo en la cabeza, sino que, teniendo en cuenta el contexto
político, podría pensarse como una burla solapada a lo castrense puesto que marchan en
fila, como soldados y en lugar de cascos tienen inodoros (mierda en la cabeza)
Macciuci, en Arte-factos afirma que los objetos desopilantes pueblan las películas azcontianas y le
dan un sello inconfundible [...] algunos son tan característicos que podrían conformar subespecies,
como los sanitarios y adminículos destinados a la deyección y lo bajo corporal: orinales, mingitorios,
excusados, servicios [...] todo alimenta un registro carnavalesco alrededor de motivos escatológicos
que cuestionan los tabúes de las funciones bajocorporales y recuerdan el fondo animal de la naturaleza
humana.
Esta es la razón por la cual los acontecimientos principales que afectan al cuerpo grotesco,
los actos del drama corporal, el comer, el beber, las necesidades naturales (y otras
excreciones: transpiración, humor nasal, etc.), el acoplamiento, el embarazo, el parto, el
crecimiento, la vejez, las enfermedades, la muerte, el descuartizamiento, el
despedazamiento, la absorción de un cuerpo por otro— se efectúan en los límites del
cuerpo y del mundo, o en los del cuerpo antiguo y del nuevo.
Para lo grotesco, la boca es la parte más notable del rostro. La boca domina. El rostro
grotesco supone de hecho una boca abierta, y todo lo demás no hace sino encuadrar esa
boca, ese abismo corporal abierto y engullente. El tema de la comida aparece no sólo en
Paralítico sino también en El Cochecito. En el caso del guión y de la película tenemos a
Alvarito a quien vemos no comiendo sino engullendo todo lo que puede (más notorio aún en
el guión en que se lo describe siempre comiendo, o aprovechando para robarse más
tostadas) o en la opulencia de la cena en casa de la marquesa donde comen a cuatro
manos, a más no poder, frente a las narices de Vicente a quien la comida le es retaceada,
intenta robarla y en un momento lo logra pero que a causa de esto luego tiene problemas
digestivos con todas las connotaciones grotescas que esto implica. A su vez, no es casual
que la familia de don Anselmo muere a través de la boca porque es en la comida donde
coloca el veneno. Como sostiene Bajtín, en todos los acontecimientos del drama corporal, el
principio y el fin de la vida están indisolublemente imbricados. Asimismo, al analizar un
pasaje de Rabelais, en el que una comida se transforma en una guerra, afirma: En el
presente episodio, todas las fronteras entre los cuerpos y las cosas son borradas, así como
las fronteras entre la guerra y el banquete: este último, el vino, la sal, la sed provocada, se
convierten en las mejores armas de guerra. En nuestro caso, es la propia comida la que se
transforma en la mejor arma de guerra.
Al respecto Macciuci afirma en Antes que el guión que La cocina es el lugar donde se
guisa y se come, poco o mucho —los extremos se encuentran en la cocina de la pensión
y en la de la casa de la marquesa, sin olvidar la cocina de los realquilados donde vive
Petrita, la novia de Rodolfo Pérez—, pero también donde se disputa, se juega y se cruzan
la vida y la muerte. Mientras agoniza doña Martina se dan a un banquete los
pensionistas, y alrededor de un cocido fragua su venganza don Anselmo Olmedillo.
Lo que nos interesa ante todo es la pintura de seres humanos extraordinarios, todos de
carácter grotesco. Algunas de estas criaturas son mitad-hombres mitad-bestias, como, por
ejemplo, las sirenas, los sátiros, los centauros, etc. Constituyen, de hecho, una verdadera
galería de imágenes del cuerpo híbrido.Y naturalmente gigantes, enanos y pigmeos,
personajes dotados de diversas anomalías físicas: seres de una sola pierna, o sin cabeza,
con el rostro en el pecho, un ojo único en la frente, los ojos sobre los hombros, sobre las
espaldas, otros con seis brazos o que comen por la nariz, etc. Todo ello constituye las
fantasías anatómicas de un grotesco desenfrenado que gozaban de inmenso favor en la
Edad Media.**
Así pues, en parte gracias a las maravillas de la India, la imaginación y los ojos del hombre
de la Edad Media se fueron habituando a la imagen del cuerpo grotesco. Éste encontró por
todas partes, tanto en la literatura como en las artes plásticas, una serie de cuerpos
híbridos, de extravagancias anatómicas extraordinarias, una libre permutación de los
miembros y órganos internos. Estaba habituado a ver violar todas las fronteras entre el
cuerpo y el mundo.
[**A este respecto, y teniendo en cuenta la tradición literaria española, podemos mencionar
el “monstruo híbrido” que crea Lope en sus comedias, donde mezcla lo alto y lo bajo y que
lo hace tener que defender sus obras en el Arte nuevo de hacer comedias, donde él mismo
llama monstruos a sus obras, seres híbridos, Minotauros de Pasífae, con la referencia
directa a lo grotesco bajtiniano a que nos lleva su descripción.]
Las formas de lo cómico popular de la plaza pública constituían así una de las fuentes
importantes de la imagen grotesca del cuerpo. No podemos sino mencionar rápidamente un
mundo tan vasto y variado como éste. Todos los payasos, monstruos, saltimbanquis, etc.,
eran atletas, prestidigitadores, bufones, imitadores (réplicas grotescas del hombre),
vendedores de panaceas universales. El universo de formas cómicas que ellos cultivaban
era el universo del cuerpo grotesco claramente afirmado. Hoy todavía, en los espectáculos
feriales, y en menor escala en el circo, es donde el cuerpo grotesco se ha conservado
mejor. La plaza pública, en este caso la puerta del Prado, las caravanas de cochecitos que
avanzan por la plaza, la gran carrera de cochecitos: la fiesta de la que don Anselmo quiere
formar parte y que lo llevará a intentar saltearse las normas legales, en una inversión de
valores, el cochecito y sus implicancias vales más que la colección de estampillas de su
hijo, que las joyas familiares, que la vida de su familia, y en última instancia “si le permiten
llevar el cochecito a la cárcel” que su propia libertad.
Macciuci afirma que Si la fiesta se presenta atemperada en El pisito, retorna con más brío en El
cochecito, de la mano de los pic-nics y paseos de los paralíticos. En una ciudad estática, donde
cada cual tiene su lugar y su circuito, los impedidos la recorren a sus anchas; la invalidez
--como la muerte en el primer relato— rompe barreras sociales y permite atravesar
verticalmente los estratos sociales y, aunque sea por la puerta de servicio, entrar en los
palacios de la aristocracia. [...] En la inversión de papeles que caracteriza al carnaval, ancianos y
tullidos, físicos o mentales, dominan la situación y se imponen en el mundo de la gente "normal".
A su vez, Camila Segura afirma, en Estética esperpéntica en Bienvenido Mr. Marshall de Luis García
Berlanga y El cochecito de Marco Ferreri, que en El cochecito hay un vuelco radical de las normas
convencionales, de los modelos o preceptos que comúnmente se siguen, haciendo de este mundo un
mundo al revés, carnavalesco, esperpéntico. Bajtin habla de que en un mundo carnavalesco, la lógica
original de las cosas es puesta al revés, creando un espacio que se ve permeado por inversiones y
permutaciones. Esta carnavalización de los temas a tratar y de su forma de hacerlo es una de las
grandes características del teatro valleinclaniano esperpéntico, punto que nos reúne nuevamente con
Ferreri y Azcona en su carnavalización de los temas en El cochecito.
La imagen de la muerte preñada ha servido siempre, bajo una forma topográfica u otra, de
punto de partida a toda expresión injuriosa.Preñez y muerte: en el paralítico la nuera está
embarazada?
Los ejemplos anteriormente analizados permiten ver que el grotesco es la estética
privilegiada en estas obras de Azcona y que permiten asimismo ver cómo la misma se
inserta dentro de la tradición española y su larga historia vinculada con el humor, el
grotesco y el esperpento. Ya Boudelaire, en el siglo XIX había destacado la facilidad que
tenían los españoles para el humor y la deformación grotesca, para reírse de sí mismos con crueldad.
Teniendo en cuenta el contexto en el que Azona escribió estos textos, fue el grotesco la mejor
herramienta que encontró el autor para retratar la realidad la España franquista con una agudeza
mayor que el realismo social, ya que la ironía y el humor suelen ser las herramientas privilegiadas y
más eficaces cuando prima la censura y la represión.
lógica de la inversión
las imágenes grotescas del cuerpo predominan en el lenguaje no oficial de los pueblos,
sobre todo allí donde las imágenes corporales están ligadas a la injuria y la risa; de manera
general, la temática de la injuria y de la risa es casi exclusivamente grotesca y corporal; el
cuerpo que figura en todas las expresiones del lenguaje no oficial y familiar es el cuerpo
fecundante-fecundado, que da a luz al mundo, comedor-comido, bebiente, excretador,
enfermo, moribundo
Toda la lógica de los movimientos del cuerpo, vista por la comicidad popular (y que se
puede ver hoy en los espectáculos feriales y el circo), es una lógica corporal y topográfica.
El sistema de movimientos del cuerpo es orientado en función de lo alto y lo bajo
(elevaciones y caídas). Su expresión más elemental —por así decirlo, el fenómeno primero
de lo cómico popular— es un movimiento de rueda, es decir una permutación permanente
de lo alto y lo bajo del cuerpo y viceversa (o su equivalente, la permutación de la tierra y el
cielo).
Es un género mixto, en el cual los distintos elementos mantienen un equilibrio inestable entre lo
risible y lo trágico, y suponen todo el tiempo a su contrario.
Macciuci antes que el guión
el realismo de las novelas de Azcona nada tenía que ver con el realismo social de Aldecoa o con las
propuestas más intelectuales de Carmen Laforet. Su literatura mostraba fríamente una realidad
cruel, despiadada y brutal. Edulcorada, eso sí, con un terrible humor negro.
Pero lo más sorprendente de este realismo cruel es lo desmedido de esta crueldad.
Sobre el pisito: Los personajes de la novela y de la película se encuentran absolutamente desesperados
e incapaces de enfrentarse con la situación. No se trata, por tanto, de mostrar una situación
realista, más o menos dramática, sino de dramatizar hasta el último extremo y sus últimas
consecuencias un hecho real.
El escritor fija tanto su mirada en la sociedad que parece observarla con un potente
microscopio. Sin embargo esta contemplación tan exacta provoca una deformación y una
exageración de la realidad. Así, las novelas de Azcona están plagadas de disminuidos físicos, de
tarados mentales, de adefesios, de mujeres insoportables y avariciosas, de hombres insípidos y
aburridos... los personajes del riojano son incapacitados psíquica y emocionalmente.
Este realismo tan brutal se presenta siempre desde el humor. Azcona no tensa las
situaciones hasta el drama de los protagonistas, sino que siempre ofrece una posibilidad a sus
héroes. Esta posibilidad es siempre ridícula, cruel e increíblemente inesperada: así para
encontrar un piso el protagonista se casa con una octogenaria, o los enamorados que desean
consumar su matrimonio se encierran en las cercanías de un cementerio, o un anciano se
dispone a matar a su hijo para conseguir el dinero con el que comprarse una silla de ruedas
automáticas, cómo veremos en El cochecito. Es aquí donde brota el humor desgarrador. Podría
entenderse que se trata de un humor negro pero no es así, el propio Azcona se ha negado
siempre a que se utilice esta expresión para definir su estilo. No sé trata de una comedia
elegante como las inglesas con toques escabrosos, sino todo lo contrario de un humor sucio y
casi corrosivo.
El humor de Rafael Azcona que se observa con claridad en sus primeras novelas y en el
guión de El pisito es el de lo grotesco. Lleva la realidad hasta deformarla y se burla de esta caricatura
de la sociedad. Sus protagonistas son tratados con desprecio por la sociedad, no hay
compasión ni esperanza en sus novelas. Los héroes de estas novelas, como los de la tragedia
griega, se enfrenta –casi siempre sin mucha ilusión- a un destino que les sobrepasa y que
termina imponiéndose con rotundidad.
El realismo, por tanto, de El pisito (ya sea el texto literario o el guión cinematográfico) se
basa en una plasmación desbordante y deformante de la realidad. Así, mostrar a los más
miserables -a los más indigentes, a los más desfavorecidos intelectual y económicamente y,
sobre todo, a los más indefensos e incapaces emocionalmente- no es un ejercicio realista sino
una exageración grotesca.
Esta exageración grotesca es indudablemente propia del universo literario de Rafael
Azcona. No se encuentra en los proyectos producidos con anterioridad por Ferreri, e incluso no
aparece más que débilmente en otras películas españolas. Sólo, se puede hablar de unos
antecedentes grotescos en algunas comedias de la órbita disidente.
Lo sorprendente de la narración de El pisito es que fundamente su propio discurso y
estilo en lo grotesco. Así, todo lo que padece o realiza Rodolfito sería bufo y grotesco: el
matrimonio con la anciana octogenaria pero también su trabajo en la empresa dedicada a la
elaboración del higoalmendra (un producto ridículo y estúpido), su amistad con un podólogo
energúmeno, sus conversaciones con los disminuidos físicos (la carrera de saltos a la que le reta
un cojo en la calle) y psíquicos (las canciones del compañero retraso mental del trabajo) y, por
supuesto, su escabrosa y patética relación con Petrita. Todo es bufo, mas a la vez todo es
dramáticamente real.
La realidad es tan brutal, los personajes padecen tantas enfermedades e insuficiencias
que terminan explotando y reaccionando de forma desmedida y cómica. En esto se basa el
realismo grotesco de las novelas de Azcona
Víctor Erice caracterizó bien la evolución de Azcona, que "va desde su gratuito humorismo
primerizo hasta el humor negro de sus últimas producciones. A través del mismo ha superado la
inconsistencia de su primera etapa "codornicesca" para llegar, con "El pisito", al descubrimiento de
acuciantes situaciones reales (...) Este hallazgo es, fundamentalmente (en los relatos), de
ambientes y de personajes que en su deformación poseen una indiscutible verdad; pero que, y este
es el mayor defecto del autor, no han encontrado un estilo literario apropiado a este particular
enfoque de la realidad. El mundo de Azcona requería una objetividad de tipo formal que él no ha
sido capaz de darle y que el cine ha sabido imponerle"
(16). Azcona no distingue entre cine y
literatura, todo es narrar historias, que es lo que interesa, y que estas sean "testimonio de los
quehaceres, de las esperanzas y de los disparates de los hombres, esto es, de la vida" (17). No hay
distancia tampoco entre cine (o literatura) y vida, pues se trata de contar historias reales como la
vida misma. Con humor "se refuse à béatifier la réalité et l'état des choses, est la seule respiration
possible, l'hygiène mental par excellance" (18). El humor como zotal de la vida cotidiana.
La de Azcona es una personal variante de cierta comicidad popular y tradicional (12), ya que el
humor negro es una de las especies del humor autóctono español. Común en la calle y en ciertos
tipos, como algún el chistoso de bar o cafetería particularmente afortunado. Además si hay algo
muy español y clásico, lo es el humor negro, de Quevedo a Valle, de Goya a Solana, una de las
mejores aportaciones españolas a la cultura occidental.
En Azcona está siempre inspirado en la vida
cotidiana y enlaza con el esperpento, llevado al cine, como reflejo de la vida misma.
De hecho la aportación de Azona al esperpento es la despierta observación de la
realidad: "Trato de ver el humor de las cosas, que en el fondo son, simplemente, las trampas de la
gente. Me encanta la gente, pero la gente que yo conozco, que yo veo. No puedo escribir sobre las
cosas que desconozco. No va conmigo. Mi humor dicen que es negro, yo no lo veo así. No me río
de las cosas macabras, sino de la gente viva que está alrededor de esas cosas... Prefiero la
naturalidad, el ver las cosas tal y como son, tal y como las puedes ver en la calle" (19). El humor
negro no sólo trata de lo macabro y, además, responde muy bien a la cultura oficial ambiente en
España, a la imagen de la sociedad que el nacional-catolicismo y los franquistas promocionaban. El
humor negro y el esperpento reflejaban muy bien la realidad española, que era muy negra. Es el
tópico de la España Negra, pero a veces un tópico responde a la verdad. La originalidad de Azcona
es su insólita mistura de humor negro y humor de observaciones.
El suyo es un humor de observaciones, apuntes del natural transformados en
bellas invenciones (como lo es toda ficción).
Ferreri seguía ligado a las obsesiones neorrealistas. Con Azcona encontró una salida: el humor
negro y de observaciones, para superar así el puro acecho de la realidad, las tentaciones
caligráficas o la tendencia al melodrama, tópicas del neorrealismo.
Una historia tan simple (el Pisito) se rellena de episodios y anécdotas, todos útiles, pero no
imprescindibles. Son someros apuntes y guiños al público, que aunque pudieran ser substituibles
resultan ser pertinentes. De hecho son lo más interesante de la fábula. Como en todo el humor de
observaciones, el énfasis no está en la historia, sino en las pequeñas historietas y los detalles de
personajes y ambientes. Un extraño equilibrio, el de los guiones de Azcona: una narración que
deforma hasta lo indecible una anécdota simple. Muy barroco, casi chirrigueresco por la prolijidad
de detalles. Y vale para todas las películas de Ferreri: lo importante no está ni en la historia ni en el
protagonista, sino en el conjunto de los personajes apenas silueteados, los ambientes retratados
con breves pinceladas, las pequeñas historietas y las imágenes.
"El pisito" renueva airadamente la comedia española en una nueva fórmula, más allá del sainete
de Arniches, prolongado en cine por Bardem y Berlanga (quien además tiene a veces un toque
revisteril). Estos basaban en esta referencia literaria la narrativa cinematográfica, y su mirada es
literaria. Sus ficciones se construían acumulando escenas, sin ninguna unidad de estilo, sino el de
desarrollar con complacencia las costumbres que retrataban o satirizaban. En un tono populista y
muy "español". Como hacía la tradición del sainete, con el cual se sentían muy identificados. Con un
regeneracionismo excesivo reclamaban a esta tradición del siglo XIX, clave cultural profunda y
arraigada popularmente, muy interiorizada, que llega hasta hoy. Y que pertenece a lo más
ensimismado de nuestra cultura. Las películas criticaban la sociedad, pero no la cultura que da
sentido a esa sociedad y con la que se identifica. Conviene recordar que aún a fines de los años 50
"la literatura acostumbraba terminar en el 98, generación a la que se admitía a regañadientes y con
reparos" (31).
Las propuestas de Ferreri y Azcona es crítica con esta tradición y reclama al esperpento, formula
nada complaciente. Al realismo, esperpento, y humor de observaciones, suman un elaborado
trabajo de imagen, una dramaturgia más incisiva y acabada y una búsqueda de la unidad de estilo.
Esta evolución de un neorrealismo (en España, asainetado) hacia un realismo crítico ya se había
producido en Europa, pero en España "fue con la aparición de "El pisito" cuando este cine crítico
alcanzó un nuevo nivel, abandonando la perspectiva del costumbrismo para alcanzar la del humor
negro. La acidez de este humor nace con el guionista
Azcona... Azcona se reía de cuanto le rodeaba, calando en las razones de tanta miseria cultural,
desvelando el tercermundismo que impregnaba buena parte de las instituciones españolas.
Irrespetuoso y corrosivo, supo contagiar a cuantos directores le contrataron ese tono ácido,
desesperanzado y cómico con que ve la vida"
Ferreri y
Azcona tratan de la ciudad, de su vida popular y clase media, en una peculiar visión de España:
como si fuere una novela picaresca de los años 50, filmada con la corrección de un cine a la
europea. Es el retrato de la estupidez colectiva, con ternura y crueldad. Mezcla típicamente italiana,
que Azcona ha hecho entrañablemente española. La nueva fórmula ventilaba un país cerrado en si
mismo desde el fin de la guerra.
"El pisito" es una parábola: la aventura de un hombre cualquiera, cuyos problemas son los
nuestros y que nos representa a todos. Es un caso individual ejemplar: su historia es la nuestra.
Obra objetual y conductista, basada en un conflicto puntual. Objetual y no conceptual, pues lo que
hay en cuestión es la posesión de un objeto, en este caso la vivienda. Conductista y no humanista,
porque permite explicar al hombre exclusivamente por su conducta y su medio social. Y
obra/denuncia de un problema, que se toma como ejemplo para opinar sobre toda la realidad. Ya
que planteando un problema capital, se alude a sus causas: los males de la sociedad. Sirve como
excusa para pintar el Madrid de fines de los cincuenta y los personajes que pululan.
El humor negro es un punto de vista duro sobre la realidad, juego cruel y tierno, algo malévolo.
Su aspereza directamente distancia. Obliga a que el público descubra su propio humor negro y se
adhiera al punto de vista crítico.
Por su dureza el esperpento es un límite rara veces intentado. El público masivo no siempre lo
acepta. Aunque con los años sigue funcionando muy bien y conserva su vigor. Sus obras pueden
ser a la vez serenas e hirientes, como es "El pisito" (39), que tiene ese tono de desafío a la
sensibilidad del público que es parte de su encanto.
Tras el fiasco de "Los chicos" Ferreri volvió al esperpento y adaptó con Azcona su relato "Manco,
paralítico y muerto", folletín publicado por entregas en el diario falangista "Arriba": es "El cochecito".
Azcona: "Saqué el cuento del cochecito, de una vez que vi la salida del fútbol. En medio de los coches,
se hizo de repente un claro y por allí avanzaron treinta o cuarenta hombres en sus pequeños
cochecitos de inválidos. Iban de prisa y comentaban entre ellos a gritos el partido que acababan de
ver... en ese momento pensé que aquellos hombres estaban más vivos que yo... esto es lo que yo
quiero decir, que esta gente es útil, que está viva, que cuenta para algo... en principio me hubiera
gustado llamarla "Todos somos paralíticos", que reflejaba exactamente mi idea" (19). Podemos
preguntarnos qué tiene que ver esto con cualquiera de nosotros. Azcona nos lo avanzó: "¿Quién no
tiene algo de paralítico, manco o muerto?" (45). Espiritualmente el hombre es un paralítico a
perpetuidad y, si tiene personalidad o iniciativas propias, su condición natural es la de un
marginado.De esta metáfora nace la película.
a "El cochecito" le sucedió lo mismo que a las obras de Valle: al público mayoritario no le gusta verse
retratado en fábulas de humor negro.
Críticas de Francia al estreno: "Cahiers" la destacaba como una obra con dos
vertientes: por un lado, comedia neorrealista sobre el drama de la vejez, según ellos en la linea del
"Umberto D", extraño parentesco porque ambas películas son totalmente diferentes. Y por otro lado,
una sátira implacable del egoísmo de la vejez, con el efecto paradójico sobre el público de, al
mismo tiempo, sentir entrañablemente a D.Anselmo y aborrecerlo
Críticas en España: Cabe destacar dos críticas del momento: la de la revista católica "Film-Ideal" y la
de la izquierdosa "Nuestro Cine".
La de "Film-Ideal", elogiosísima, la firmó, curiosamente, Villegas López, el cual destaca como
virtud su carácter esperpéntico y la ubica en la "reivindicación" de la cultura española que tenía
lugar en aquellos años. Si en Valle "la tragedia está íntegra y desnuda, pero montada sobre la
realidad más vulgar y trazada con los rasgos más agudos, hasta encontrar la bufonería. Y todo brota
de los hechos mismos, escuetos hasta lo despectivo. Humor español típico que Valle Inclán definió
como el "esperpento"", esto se encuentra también en la tragedia de Don Anselmo: "Esta idea de
Azcona es magistral. Todo lógico. Pero se ha tocado la tecla que dispara la locura consustancial de
lo español y don Anselmo se despeña rápidamente por este tobogán del absurdo lógico. Mejor
dicho, del disparate vital. Porque la vida es disparatada". El autor: Crítica un poco tronada, pues si
algo claramente no
tiene la película es absurdo. Imposible en el humor de observaciones.
La de "Nuestro Cine", condenatoria, la firma Víctor Erice, quien da como defecto su carácter
esperpéntico y humanista: "Al defender esta postura ideológica (el humanismo), Azcona lo ha hecho
muy pobremente. Porque es fácil decir que los hombres no se comunican cuando se nos presenta
como ejemplo un sordo". Reprochan a Azcona haberse fijado en un coro de inválidos, caso
particular, y no en un personaje generalizable a todos los españoles. En su opinión el drama de Don
Anselmo no tiene validez al ser metafórico. Y sientan doctrina, negando la validez de las metáforas,
y la necesidad de dramas de total concreción: "La crueldad que verdaderamente nos importa - y que
hacía que nos interesara "El pisito"- es la que, pensada y sistematizada fríamente, producen los
hombres normales y que afecta a tantos seres que quedan frustrados en sus más íntimas y
elementales aspiraciones económicas y espirituales. Fundamentalmente no nos interesan los
sufrimientos de los seres anormales...". Pues dan lugar al pecado más grave, desde el punto de
vista realista: al "descrédito de la realidad" (67). Esta es una crítica doctrinaria, de fanático del
neorrealismo. Solo aceptan como válido lo normal y conductista. Niegan lo insólito, grotesco,
conceptual o metafórico, por caer en pecado de "metafísica".La retórica esperpéntica de
su realismo, para ellos, no es "una mirada capaz de taladrar las apariencias para desvelar la cara
menos complaciente de una realidad descorazonadora, sino como factores de distorsión que,
supuestamente, impiden un diagnóstico de validez general"
Una de las señas de identidad del cine de cuño azcontiano radica en la peculiar presencia de
llamativos objetos de extraña factura, susceptibles de ser inscriptos en la estética del grotesco sin dejar
de ser por ello dispositivos técnicos que coexisten con rutinarios aparatos de la modernidad
tecnológica. unos y otros abandonan el adocenamiento de los productos industriales y se cargan de un
significado en línea con la historia narrada.
págs 356, 357, 358, 359
El cochecito fue incluido dentro de Estrafalario/1. Estrafalario aparece como sinónimo de esperoento
y grotesco.
Grotesco bajtiniano, las deyecciones y lo bajo corporal: fila de hombres con inodoros en la cabeza (lo
bajo en el lugar de lo alto. Macciuci pag 358 los objetos desopilantes pueblan las películas azcontianas
y le dan un sello inconfundible [...] algunos son tan característicos que podrían conformar
subespecies, como los sanitarios y adminículos destinados a la deyección y lo bajo corporal: orinales,
mingitorios, excusados, servicios [...] todo alimenta un registro carnavalesco alrededor de motivos
escatológicos que cuestionan los tabúes de las funciones bajocorporales y recuerdan el fondo animal
de la naturaleza humana.
Emparentada con los transportes funerarios se inscribe la colección especialmente nutrida de
vehículos, ostentosos o estrambóticos, en que se desplazan los personajes, prolongación de sus
regaladas o sufridas existencias. p. 358
Los “ingenios” del guionista riojano son una extensión del cuerpo y obran como una prótesis que
reemplaza las carencias del ser humano; no recortan la libertad de sus criaturas , por el contrario
amplían sus poderes con capacidades que la naturaleza no contempla. p 365
Tanto unos como otros, pero sobre todo los del segundo tipo, se convierten en una prolongación del
personaje, a veces una prótesis que establece una continuidad con el hombre estrafalario que la
maniobra: por eso los objetos a menudo más que arte-factos, son contra-hechos, además de aparatos
son aparatosos, generando, por exceso o por defecto, risa o ternura y simpatía….Los instrumentos
azcontianos son grotescos y esperpentizan a los usuarios, pero al mismo tiempo, los humanizan, les
dan un carácter único, los distinguen del conjunto. p367
La crítica se ha abocado con interés a desentrañar los fundamentos de una poética que reúne risa y
pesimismo por partes iguales...p370
Son también estrafalarios, pero con una cuota esencial de patetismo y drama, sólo atemperada por el
humor negro -negro pero no Iúgubre, como se verá más
adelante.(8) Aparece aquí una dirección del grotesco distinta de la seguida en Los
muertos... En este relato, la galería de personajes, muchos de ellos cercanos al tipo del
género de costumbres, son verdaderos títeres, abultados, descarnados y bufos. En
cambio, en El pisito y El cochecito el humor cumple la función de evitar el
sentimentalismo y Ia identificación del lector con seres que en situaciones extremas de
necesidad y abandono realizan actos autodegradantes.
Los limites entre grotesco, absurdo, humor negro, se pueden establecer sólo en teoría. Aun
admitiendo la opinión de Luis Buñuel y del propio Azcona:algo [Luis Buñuel] en lo que tenia toda la
razón del mundo: que en la película [El cochecito] no había nada de humor negro" (Riambau y
Torreiro, 1999: 28), se puede constatar que, en parte, la definición de humor negro se aviene a la
estética de Azcona, aunque no en su totalidad: "Contra el humorismo edulcorado de Dickens y de
todos cuantos cultivan la sonrisa entreverada de lagrimas, surge esta modalidad de humor
consistente en buscar la risa en los motivos que antaño solo inspiraban lástima, ternura y
compasión, es decir, en lo patético, en el melodrama y la muerte. Se diría que el humor negro,
gracias a una crueldad que permite la anestesia afectiva antes sucesos dolorosos, anula los
buenos sentimientos y hace estallar la risa allí donde la respuesta normal seria la conmiseración"
(Martín Casamitjana, 1996: 35)
9. Similares consideraciones a las vertidas sobre el "humor negro" pueden hacerse sobre el
absurdo: "Por una parte el absurdo designa aquellas expresiones o representaciones que son
imposibles en la realidad objetiva, acepción ésta que coincide con el primitivo significado de lo
grotesco y que linda también con lo fantástico". (Martín Casamitjana, 1996:34)