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BRIAN R.

HALv1NETI

LA POLÍTICA
,
ESPAÑOLA EN UNA
EPOCA REVOLUCIONARIA
1790-1820

Traducción de
MERCEDES PrzARRO e IsMAEL PrzARRo SuÁREZ

FONDO DE CULTURA ECONóMICA


. MÉXICO
:30 INTRODUCCióN

tuciones políticas del liberalismo ofrecían a los nobles e~ un prin-


cipio la posibilidad de representación, aunque como part~culares, en I . EL COLAPSO POLíTICO EN ESPAÑA, 1790-1808
]as Cortes, y posteriormente después de 1834, b perspectiva de t~na
representación corporativa en la cámara alta de un s1s~ema blca-
meral.43 Fernando VII en 1814 estaba totalmente equ1vocado al l. EL FIN DEL ABSOLUTISMO !LUSTRADO
~suponer que el liberalismo implicaba un ataque ya sea contra la mo-
narquía o contra la nobleza. De todas maneras, el restaurado monarca
:apreciaba correctamente que las instituciones liberales implicaban la EN REALIDAD, el año de 1790 marcó el principio del fin del Absolutis-
conclusión de la m onarquía absoluta tal como la concebían sus pre- mo Ilustrado. La mayoría de los ministros que estaban relacionados
'decesores Barbones o Habsburgos. Si bien el liberalismo se encami- con las reformas dictadas por la superioridad cayeron entre 1790 y
naba hacia el fin de la monarquía absoluta, ciertamente no presupo- 1792. A partir de entonces la monarquía absoluta entró en un largo
nía la destrucción del centralismo buroerático. Por el contrario, las periodo de crisis, que en la siguiente década tuvo como resultado un
políticas liberales no solamente involucraban el empleo de facultades ~olapso político en el gobierno central. Como éonsecuencia, ese pe-
~sin precedente por parte del Estado, por ejemplo en la apropiación de riodo de 1808-1814, fue de perturbación y experimentación, en el curso
la riqueza de la Iglesia, en la venta de tierras comunales y en la del cual muchas de las políticas implantadas por los ministros y es-
:abolición del sistema de gremios, sino que también se encaminaban critores relacionados con la Ilustración Española, se encaminaron hacia
a la destrucción de aquellos organismos representativos regionales, el liberalismo y se desarrollaron en las Cortes de Cádiz entre 1810 y
por imperfectos que pudieran ser, que habían sobrevivido a los in- 1813. De igual manera, una oposición tradicionalista al liberalismo
tentos centralizadores de Felipe V. La Constitución de Cádiz creó surgió vigorosamente una vez que se puso en claro la naturaleza ra-
·un Estado unitario en el ·que los ministros Barbones nunca se atre- dical de la Constitución de 1812. En la oposición al Absolutismo
vieron a soñar, en una sociedad política tan diversa como la de la mo- ¡
Ilustrado se encuentran las raíces del primitivo tradicionalismo del
narquía española. En este Estado unitario no había lugar para la siglo XIX. La presión que ejercía la Francia napoleónica aceleró por
1
representación regional ni en el interior de la península misma ni en
los territorios del imperio americano. Ni la devolución dentro del
i muy diversos conceptos el curso de los acontecimientos en España, y
ciertamente la competencia con el régimen bonapartista en Madrid
país ni la autonomía dentro del imperio tenían lugar alguno en el 1 suministró muy numerosos incentivos a los reformadores de Cádiz.
liberalismo de 1810 y 1820. Con la supremacía absoluta del gabinete La fuerza ele los liberales provenía ele las principales villas y ciuda-
metropolitano y de la asamblea bicameral, el liberalismo creó un des, sobre todo de las ubicadas en los litorales o en las capitales de
Estado mucho más poderoso que el que había existido durante el 1
las provincias: prosperó, lo mismo .que el Absolutismo Ilustrado que
.ancien régime:14 •
fue como su presagio, entre las clases de profesionales, especialmente
1 las más íntimamente relacionadas con la burocracia. El tradicionalis-
mo español, por lo contrario, surgió entre las órdenes religiosas par-
1 ticularmente, y prosperó en el ambiente de las pequeñas poblaciones
y en e! campo, que era en donde vivía la mayoría de los españoles.
1 La hostilidad hacia lo.s franceses en España, con posterioridad al mes

l de mayo de 1808, transformó ese tradicionalismo en un movimiento de


violenta insurgencia. Casi todos los tradicionalistas identificaban el
Véase, por ejemplo, Diego Sevilla Andrés, "La Constitución de 1812. Obra de
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1
l iberalismo ele Cácliz con la Revolución francesa, esto es, con el
transición" ReviSta de Estudios Políticos 125 (nov.-dic. de 1952), pp. 113-141, 134, y regicidio y con el ateísmo. El fracaso del liberalismo español en mayo
Albert. Dérozier, "L'histoire de la Sociedad. del Aniilo de Oro pendant le trit!nr:at cons-
.titutionnel, 1820-1823: la jaillite du sisti:me liberal (París, 1955), pp. 9-H.
de 1814 tuvo como origen su incapacidad de arraigarse profunda-
44 Véanse los capitulos !V y Vil. m ente en la masa de población fuera de las ciudades principales. En
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1
32 EL COLAPSO POLíTICO EN ESPAril'A EL COLAPSO POUT ICO EN ESPAÑA 33

esta ausencia de una base popular efectiva se encuentra la explica- facultades como su instrumento predilecto de refor ma. La corte, en
ción de la restauración del absolutismo por Fernando VII en ei año la que en cualquier caso prevalecía un instinto centralista, vino a ser
mencionado. Ni el Absolutismo Ilustrado ni su hijastro liberal deja- el. foco del movimiento reformador y, en consecuencia, el centro del
ron nunca de ser elitistas: cada uno de ellos adoptó un credo étatiste, · conflicto polí tico. El centralismo representaba la opinión de Madrid
que con frecuencia suscitaba oposición. Y lo más importante de todo, acerca de los asuntos de la nación y del imperio. Muy · poco apoyo
en mayo de 1814 los militares adquirieron un nuevo pape~ político pudo haberse originado en él para cualquier restauración de los . fue-
como los árbitros del gobierno, posición de la que nunca disfrutaron ros. catalanes, valencianos o aragoneses, que fueron abolidos por
en el periodo anterior al colapso de la monarquía en 1808. La crisis Fehpe V (1700-1746) entre 1709 y 1715, durante la Guerra de Sucesión.:::
provocada por la reforma en la década de 1790, por las tensiones ele A pesar de esas evidentes tendencias centralistas, el movimiento'
la guerra y por los crecientes problemas económicos, debilitaron al reforrr:i~ta ~e los ~orbones no se limitó a restringir las distinciones y-
Estado español. Ni siquiera la Constitución de Cádiz pudo solucio- los pnvrlegws regwnales. Por el contrario, sus aspiraciones abarcaban:
nar ese problema, con el resultado ele que una facción del ejército todo el campb de la tenovación económ ica. Cuestiones tales como la!
tomó la resolución de restaurar en 1814 la antigua forma de gobierno estructura d~ 1~ tenencia de la· tierra y el problema de la productivi-
de los Barbones. Con posterioridad a ese momento, el papel de los dad, _se convut1eron en temas políticos centrales durante la parte final
militares en la vida política española fue sumamente claro.1 del s1glo XVIII. Los ilustrados generalmente atribuían la debilidad dei
Tanto el Absolutismo Ilustrado como el liberalismo de C:idiz Estado. español al retraso de la economía. En el problema agrario,
compartían el propósito comün de modernizar las estructuras admi- e~presiÓn que se utilizó cada vez más de esa época en adelante, iden-
nistrativas y econ6micas de España. La lucha por renovar y revivir tificaban la supervivencia de los derechos señoriales, la posesión de
había obsesionado a una serie de ministros del gobierno, de economis- grandes extensiones de tierras potencialmente productivas sujetas a
tas de la política y de empresarios en la España del siglo xvnr. Sus mé- los vínculos de los mayorazgos o de la mano muerta, con los más ge-
todos principales tendían a depender de la ampliación de las faculta- nerales problemas de los latifundios y de los minifundios. En el
des del Estado: la centralización administrativa, la r acionalización ~stanca:niento de la_ agricultura vieron los orígenes de la incapacidad
fiscal y la recuperación de la economía, iban de la mano. Como resul- mdus~nal y comercial de España. Numerosos terratenientes que per-
tado, una gran oposición tradicionalista, particularmente del interior, tenecian a la nobleza, entraban fácilmente en minuciosas discusiones
atacó ese centralismo acusándolo de ser un "despotismo ministerial", de dichos temas con miembros de las profesiones liberales o de la
que pretendía socavar no solamente las distinciones regionales que burocracia real, y junto con ellos trataban de encontrarles solu-
aún subsistían, así como los privilegios (fueros), si no los fueros cor- ciones.a
porativos que sobrevivían, que diferenciaban los distintos estamentos La relación que existía entre la corte y los centros provinciales
de la sociedad. La modernización, impulsada por una sensación de de las reformas apareció con mayor claridad al surO'ir las Sociedades
logro menor en comparación con Francia y con ·el norte de Europa, Eco~ómica~ de Amigos del País en Madrid, Barcelo~a, Zaragoza, Va-
que los ·arbitristas del siglo xvn habían sido incapaces de remediar, lenCla, Sevilla y las Provincias Vascongadas. Los integrantes de la alta.
contemplaba un papel aún más absorbente por parte del Estado. Los
2. La es tr uctura constitucional de España de conformidad con la Nueva planta, la
ministros y los pensadores, es decir, los ilustrados, se esforzaban por
obhgada centra lizaci ón de Felipe V en los territorios orientales, la describe Manuel
implantar una monarquía . a~soluta con pretensiones de plenitud de Dávila y Collado, El poder civil en España, 6 vols. (Madrid, 1885-1887), III, pp. 410-
429; IV, pp. 44-46. Todos los procuradores asistieron a las ampliadas Cortes de Cas-
1 Cuatro estudios que se publicaron entre 1954 y 1962 enfocaron las refo rmas q ue tilla en las raras· ocasiones en que se reunió ese organismo. En 1760 un o-rupo de
venian de arriba y examinaron sus consecuencias sociales y polí ticas: Jean Sarrailh , representantes de los reinos orientales demandó la anulación de la Nuev: planta;
L'Espagne ülairée de la seconde moitié dn XVIIIe sii:cle (París, 1954) [Hay versión véase Enrie Moreau- Rey, El pensament illustrat a Catalunya (Barcelona, 1966) pp. 62-66.
en español del FCE], Carlos Corona Baratech, Revolu ción y reacción en el reinado 3 Se hace un examen del caso de Caralul'ía en Pierre Vilar, La Catalogne dans l'Es-
de Carlos IV (Madrid, 1957), Richard Hcrr, Th e Eighteenth Century Revolution in pagne moderne. Recherch es sur les fondements économiq ues des structures nationales,
Spain (Princeton, 1958) y Vicente Rodríguez Casado, La política y los políticos en el 3 vols. (Par!s, 1962), III, pp. 112-126, 367-369, 502-505, y Jaime Vicens Vives, Coyun-
rei11ado de Carlos lll (Madrid, 1962). tura eco11ómica y reforma burguesa (Barcelona, 1968), pp. 17-37.
EL COLAPSO POLíTICO EN ESP A51A EL COLAPSO POLíTICO EN ESPA51A 35

nobleza tuvieron una par ticipación destacada en su desarrollo: Los cons- periféricas importadoras de cereales con el interior de Castilla. En
tantes aumentos en el precio de los productos agrícolas con posterio- las épocas de crisis, los inadecuados medios de transporte a_través de
ridad a 1750 fueron incentivos para la inversión en empresas indus- . la península impedían que los cereales producidos en Castilla alivia-
triales y mineras, particularmente en las Provincias Vascongadas, en ran la situación de los litorales. La política gubernamental, aunque
donde en 1763 surgió la primera de dichas sociedades. En todo caso, no intencionalmente, benefició a los productores y a los distribuido-
los productos metálicos de los países vascos disfrutaban prácticamente res y no a los consumidores, lo que constituyó un grave problema en
del monopolio del mercado americano hasta la independencia de la vista del aumento general en el costo de la vida durante la parte fi-
América española a principios de la década de 1820. Los emigran- nal del siglo XVIII . El fracaso de las reformas de los Barbones en el
tes vascos hicieron y perdieron muchas fortunas en empresas mineras abastecimiento de cereales pudo contemplarse en perspectiva, cuando
de plata en México en el curso del siglo xvm, en tanto que en su en 1817 el Conse jo de Castilla, aún preocupado por el retraso del
país, en ausencia de grandes extensiones de tierras como en Anda- interior, describió a 1 Castilla:como "una tierra sin canales, sin- carros,
lucía y Extremadura, los nobles vascos trataban de obtener sus in- sin arriería suficiente, sin caudales para especulaciones". De igual
gresos de fuentes distintas de las rentas y de los derechos señoriales. manera, las reformas de los Barbones fracasaron notoriamente al en-
Numerosos ilustrados, principalmente Pedro Rodríguez de Campo- frentarse al problema de los derechos señoriales.5
martes, fundador de la Sociedad Económica de Madrid en 177 5, y Una esfera en la que la política de los Barbones tuvo un claro efec-
Gaspar Melchor de ]avellanos, autor del Informe sobre la ley agraria, to fue la mejora y ampliación de las fuerzas armadas, expresión prác-
quien en 1795 presentó a esa corporación el caso de la reforma agra- tica del ansiado renacimiento del poder de España. El ejército de
ria, se adhirieron a esas sociedades durante largos periodos: algunos Felipe V aumentó de unos 20 mil hombres en 1700, de los cuales 14 mil
de ellos, entre los cuales se encontraban Campomanes y ]avellanos, se encontraban fuera de la península, a 67 mil hombres tan sólo de
desempeñaron cargos en el gobierno en alguna ocasión. entre 1765 y infantería-. en el transcurso de su reinado. El marqués de la Ense-
1800, otros fueron los antecesores de los más connotados personajes nada, el ministro más importante de Fernando VI (1746-1759), entre j

del liberalismo en la década de 1810. 4 1746 y 1754 había aspirado a incrementar el ejército hasta llegar a 1
Durante el siglo xvm la periferia predominaba en términos demo-
gráficos sobre las regiones del centro de la península. Las villas y las
90 mil hombres de infantería y caballería, y a reconstruir las débiles
defensas del imperio americano en peligro. En vísperas de la crisis
¡
~
ciudades de Castilla seguían en decadencia: ni la acción gubernamen- de 1808 el poderío nominal del eiército español era de 109 mil hom-
tal ni la empresa privada lograron estimular un renacimiento efecti- bres, con una probable fuerza efectiva de 75 mil hombres en la l\
u
vo en la industria textil de la lana en Guadalajara y Brihuega. Aun región. La marina, principalmente como resultado de las medidas adop- \¡
así, Castilla no se encontraba en un total estancamiento. En tanto que tadas por Ensenada.y sus sucesores, aumentó de 87 a 304 embarca-
d desarrollo de las fábricas .textiles ele algodón de Cataluña y la in- ciones entre 17 58 y 1798. A pesar de las pérdidas sufridas a fines
.dustria minera vasca señalaron el ritmo de la economía, la amplia- ele la década de 1790, para 1806 España poseía una flota de 72 bar- 1
<Ción del cultivo de cereales en Castilla alteró la imagen tradicional de cos de gúerra y 146 embarcaciones de menor calado. Las más notorias 1
una economía pastoril dominada por la Mesta, gremio de los ganarle- deficiencias, por supuesto, radicaban en el equipo y en la calidad, '
Tos, y por los grandes señores . . A este respecto, no obstante, el pro- lo cual afectaba tante a las fuerzas de tierra como a las marítimas. Los
blema radicaba esencialmente en la naturaleza dual de la economía extemporáneos sistemas de reclutamiento tan sólo exacerbaban las
·española, que mostraba un desequilibrio entre las regiones del centro dificultades en el sei:vicio. España no había creado sentido alguno de
y las de los litorales que aún subsistía ya bien adelantado el si-
5 Arch ivo Histórico Nacional (AHN) (Madrid), Estado 14d, ff. 93-1 08, y AHN Con-
glo xrx. Los esfuerzos de los Barbones para liberar· el comercio de seios 6080, núm. 182 con referencia al comercio de granos. David R . Ringrose, ' 'Ma-
granos fracasaron notoriamente en su intento de integrar las regiones d~id y Castilla, 1560-1850.'': Una capital nacional en una economía regional", ,\-toneda
y Ctédito , 111 (diciembre de 1969), pp. 65-122. J. C. La Force, The Development of the
4 Emiliano Fcrnámlez de Pinedo, Crecimiento económico y transform aciones socia les Spanish T extile lndastry 1750·1800 (California, 1966) , pp. 19-22, 38--14. Gonzalo Anes,
del país Vasco 1100-1350 (Madrid, 1974), pp. 362. 462-466. Las crisis a·:;rarias en la Es.baña m oderna (Madr id, 1970). pp. l-18-150, 31 8-319, 342.

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36 :EL COLAPSO POLfTICO EN ESPAI'lA EL COLAPSO P OLíTICO EN ESPAl'IA 37

profesiona:ismo en las fuerzas armadas, a pesar de los esfuerzos de y los puertos de América, y la Florida se recuperó de los ingleses
los Barbones. El ejército surgió de la sociedad rural de España: como en 1783.'
resultado, su reclutamiento creó resentimientos y violi:;ncias periódi- Al igual que la nobleza y que el clero, el ejército disfrUtaba de
cas. La quinta y la leva seguían siendo los procedimientos normales una posición especial con el fuero militar. Eso representaba · no una
de reclutamiento: la primera, que tuvo su origen en 1704, depen- herencia medieval sino una nueva desviación de la política de los
día de la formulación de las villas, ciudades y barrios, de listas de Barbones, la cual, además, en muchos otros aspectos, significaba una
hombres jóvenes no pertenecientes a la nobleza, de dieciséis años reducción general en los privilegios corporativos. El ejército demos-
o más, a fin .de designar por suerte a cada quinto individuo, para tró que era una excepción a la regla general. En 1793 Carlos IV
prestar el servicio militar durante ocho años. En Barcelona en 1773 (1788-1808) amplió el fuero, que tuvo su origen en 1768, a la ju-
la quinta provocó motines; en Valencia, el reclutamiento fue la causa risdicción de todos los juicios civiles y criminales en los que estaban
principal de la violencia en el reino en 1801. Los esfuerzos del go- mezclados miembros del ejército, intluyendo a las esposas de los ofi-
bterno en- la década de 1800 para incluir en el reclutamiento a las ciales, a sus hijos y a sus sirvientes, lo cual representaba un con-
Provincias Vascongadas, hasta entonces exentas por virtud del fuero, junto de individuos cuyo número probablemente era 'el doble que
produjo intranquilidad durante gran parte de la década. La leva era el del ejército efectivo. La deliberada reducción de los privilegios
el resultado de una sentencia que obligaba a los delincuentes a pres- eclesiásticos y la independencia y elevación en la categoría del ejérci-
tar el servicio militar. En suma, dada la exención de que disfrutaban to garantizaba que para fines del siglo xvm los militares ya habrían
los nobles, el clero y las clases de profesionales, las filas del ejér- reemplazado al clero como la corporación predominante dentro del
cito español estaban formadas por campesinos resentidos y por delin- Estado. Además, oficiales del ejército como los capitanes generales
cuentes convictos. Si bien la nobleza tenía la tendencia de ingresar administraban las provincias españolas por el año de 1800 y ejercían
a los cuerpos de oficiales, éstos nunca llegaron a formar una casta por lo tanto numerosas funciones que habían pertenecido tradicio-
exclusiva, con el resultado de que hombres de talento podían en oca- nalmente a los civiles. 8
siones llegar a desempeñar los cargos de mayor rango. 6 _ A pesar de las limitaciones de las reformas de los Barbones, la
Aunque las fuerzas armadas españolas habían sufrido grandes de- creciente presión del Estado bajo la forma del servicio militar y de
rrotas en el curso del siglo XVIII, en particular los reveses en Portu- los impuestos, exacerbó las tensiones que ya estaban latentes en la so-
gal en 1761, las pérdidas en La Habana y en Manila en un corto pe- ciedad española. El aumento prácticamente constante de los precios
riodo en 1762-1763 y el fracaso en su intento por recuperar Gibraltar después de mediados del siglo tendía a erosionar los ni veles de
entre 1779 y 1782, España pudo volver a ocupar su lugar como po- vida ele la mayoría de la población, ya que los salarios rara vez au-
tencia mediterránea y trasatlántica. A partir de 1764 creó un esta- mentaban en la misma proporción que los precios. Por otra parte,
b,ecimiento militar en los virreinatos de la Nueva España, de la la repercusión de la Revolución francesa alentó a los opositores tra-
Nueva Granada y del Perú, y en 1766 fundó un cuarto virreinato en dicionales de las reformas ministeriales a identificar las medidas gu-
Río de la Plata en Buenos Aires, en donde era endémico el conflicto ! bernamentales con las que en Francia habían llevado a la extinción
con los portugueses. Durante el tiempo en que desempeñó su cargo del ancien régime. La supremacía política del conde de Floridablanca,
el __c~los~ reformador absolutista José de Gálvez, quien ocupó el 1 a quien Carlos IV heredó de su· padre, Carlos III (1759~1788), se con-
Nllmsteno de las Indias desde 1776 hasta su muerte en 1787, se esta·
bleció el sistema peninsular de intendentes en una gran parte del im-
l. virtió en un motivo de disensión. El regreso de París de su antiguo
adversario, el conde de Arancla, a quien Carlos III había trasladado
perio, se inició una mayor libertad de navegación entre la metrópoli a la embajada de España en Francia, agravó las tensiones políticas.
6 G. Desdevises du Dézert, L'Espagne de l'llncien Régime, 3 vals. (París, 1897-1904), 7 Christon l. Archer, The Bourbon Army in New Spain 1764-1 800 (Nuevo México,
II. ,: pp. 238, 286-290. E. Christiansen, The Origins of Military Power in Spain 1800· 1978); Lean G. Campbell, The Military and Society in Colonial Peru 1750-1810 (Fila-
1854 (Oxford, 1967), pp. 1-10. Stan1ey G. Payne, Politics and the Mili tary in Modern delfia, 1978); Allan J. Keuthe, Military Reform and Society in New Granada 1773·
Spt¡in (Stanford, 1967), pp. 6-7. Al ejército correspondía más de la mi tad d el presu- 1808 (Gainesville, 1978).
p uesto nacional. s Christianscn, ibicl., p. 9.

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Aranda había dominado Ja política espai'íola duran te esa época, de Como resultado, España se encontró aislada ante los designios de la
1766 a 1776, y había impulsado políticas realistas, notablemente la Gran Bretaña en las Américas.10
expulsión de los jesuitas en 1767, lo cual había debilitado aún más La ausencia después de 1788 de una mano más firme cómo la ele
la posición ele la Iglesia en la sociedad. Floridablanca, con anterio- Carlos III dio un carácter vacilante a la política gubernamental espa-
ridad protegido ele Aranda, representó igualmente al movimiento re- ñola cuando Carlos IV intentt'l continuar en cuan to pudiera las me-
formista en la corte, y hasta que no los separaron rivalid ades perso- didas de su difunto padre sin incurrir en demasiados . riesgos. La In-
nales había estado íntimamente asociado con Carnpomanes. Pero quisición, ya reforzada por su venturoso ataque contra el heterodoxo
Floridablanca y Arancla seguían cada uno al frente de dos fa cciones ilustrado, Pablo ele Olavide, en 1776-1778, se puso a la vanguardia dd
distintas y mutuamente opuestas_ El primero surgió de la tradición ataque tradicionalista en contra de los grupos reformadores. El Index
reformista de la nobleza menor y de las profesiones liberales, de hom- de 1790, por ejemplo, prohibía una gran cantidad de obras filosófi-
bres de estudio universitarios muy bien adiestrados, que eran cono- cas de los siglos xvu y xvm, que iban de Descartes hasta Dide'rot, en
cidos en esa época como manteístas e golillas. Los miembros de este un intento por suprimir las d iscusiones políticas en España. El Santo
grupo integnban la burocracia de mayor categoría y reflejaban en Oficio pres tó gran atención a los miembros reformadores del clero,
su persona y en sus políticas los rasgos característicos del Estado acusados generalmente como "jansenistas" .11
absolutista Barbón. Aranda, cuya posición después de 1787 se hab ía La radicalización de la Revolución francesa, la nresión cada vez
complicado particularmente por su bien conocida asociación con la mayor de los emigrados franceses realistas, muchos de ellos clérigos,
francmasonería y con los philosophes franceses, se convirtió en el y el creciente sentimiento tradicionalista en la corte, redujo a la
centro de un "partido aristócrata o aragonés". 9 La polaridad entre impotencia a un atemorizado Floridablanca- Los ilustrados cayeron,
estos dos connotados estadistas dividía y debilitaba al grupo reforma- uno después de otro. Ni Jovellanos ni la condesa de Montijo, desta-
dor español, precisamente en un momento de creciente oposición cado personaje del grupo de Arancla, pudieron salvar al perito en
clerical en el país ante la influencia de la Revolución francesa _ finanzas, Francisco de Cabarrt'1s , doblemente comprometido por ha-
Quedaban implicados temás fundamentales como el de la adecuada ber nacido en Francia_ En cualquier caso, la nueva reina, María Luisa
constitución del Estado, sobre todo porque el grupo de Aranda pre- de Parma, favoreció a su rival, "Pedro de Lerena, y estaba decidida a
tendía que al tornár decisiones se diera una mayor participación a la promoverlo. La salida ele Cabarrús en julio de 1790 para ser encar-
alta nobleza. Esa pretensión de constitucionalismo aristocrático fue celado .en la fortaleza de La Coruña, significó el fin de cualquier
el presagio de la disgregación del absolutismo burocrático que ya era el intento del gobierno para reformar la estructura impositiva. En el
sello distintivo de las políticas de Floridablanca. Por otra parte, siguiente mes el prop io J ovellanos, comprometido por la defensa de
los problemas relacionados c.9n la política exterior habían llegado a Cabarrús, fue desterrado a su nativa Asturias. Campomanes dejó va-
cante la presidencia del Consejo ele Castilla en la primavera. de 1791;
s~r, por virtud de la Revolución en Francia, temas de gran preocupa-
.su época ele influencia había pasado_ Floridablanca cayó a principios
ción en la corte de España. La tradicional alianza de los Barbones, a
de 1792 por la cuestión de la política exterior, ante el colapso del
la que dio forma Felipe V y que fue renovada por Carlos III, había
Tercer Pacto ele Familia en 1790_ España, temerosa de las ambiciones
llegado al final de su camino, como claramente lo demostró la
británicas en las Américas a sus propias expensas, sintió ·gravemente
incapacidad de la Francia re volucionaria para apoyar a España en
la ausencia del co~trapeso de Francia. Aunque Floridablanca pugnaba
la d1sputa acerca de la Sonda de Nootka en el Pacífico norte en 1790.
lO El mejor estudio de la vida política .durante el reinado de Carlos III sigue
9
Archivo de Palacio (AP) (Madrid), Papeles Reservados (PR) de Fernando VII siendo el de Antonio Ferrer del R ío, H iStoria del reinado de Carlos Ill e11 Es paña,
(FVII), tomo 67, núm. viii, ff. 202-212; núm. ix ff. 214v-2 15. Javier Herrero, Los orí- 4 vols. (Madrid, 1856). Véase el vo l. II, pp. 52-ll6 y III. pp. 59-1 80, acerca de las
genes del pensamiento reaccio nario espa 1iol (Madrid, l 97i ), pp. 9l · ll5, 142-147_ En carreras de Aranda (n. Huesca 1718), protegido de Ensenada, y J osé de Moñino (m- en
cuanto al. senti~i~nto reformista y a i'~ ~posi~ión del clero hacia el creciente papel del Mu rcia en 1i28) , a quien Carlos III elevó al título de conde de Floridablanca.
Estado, vease WJI.Jam J . Callahan y Dav1d I-hggs, Chu rch and State i"ll Ca tlw lic Eu rofJe 11 AH N Inquisicióu 4430, núm. 21. Al-IN Inquisición 4460, núm. 16. Al-I N I nq uisi-
of the E•gh teenth Ce n lury (Cambridge, 1979) , pp. 47 -50.
ción -!506, n úm. 9 .
40 EL COLAPSO POLíTICO EN ESPAi'lA EL COLAPSO POLíTICO EN ESPAí'iA 41

por apartarse de la tendencia contrarrevol ucionaria de la política mrows que bien podrían haber ocurrido como consecuencia de la
europea y se resistía a cualquiera realineación con la Gran Bretaña, promoción de un personaje político menos valioso y querido por
las presiones en su contra determinaban que fuera menos sostenible el pueblo. 13
una política de neutralidad. Cuando el representante diplomático de El rey llamó a A.randa para que encabezara el gabinete en febrero
la Revolución, Jean-Fran~ois Bourgoing, llegó a Madrid para reaiizar de 1792, a fin de impedir que estallara la guerra con Francia. Aunque
el deseo aparente del rey de Francia de presenciar el restableci- el gobierno de Francia y su enviado en Madrid recibieron bien el
miento de relaciones diplomáticas formales entre Francia y España ascenso de Aranda al poder, este ú ltimo seguía una política estricta-
y la restauración de la alianza con los Barbones, Floridablanca se mente en favor de los intereses de España y compartía la actitud
Dpuso diciendo que Luis XVI ya no era libre de su persona. En de Floridablanca hacia la Asamblea Nacional. La propia posición de
efecto, el primer ministro de España se encontraba atrapado en- Aranda, sin embargo, de ninguna manera estaba segura, en particu-
tre dos fuegos. No tenía ningún .deseo de ver a Francia invadida por lar puesto que repetidamente había tenido que someterse a la hu-
las potencias contrarrevolucionarias, pero se oponía tanto como ellas millación de cortejar los favores de la reina y de Godoy. Elevado ya
al sistema revolucionario. Temía que una asociación demasiado es- al rango de Grande de España de primera clase con el título de
trecha con Francia difundiera el contagio revolucionario a .través de duque de Alcudia, Godoy se había convertido en un joven poderoso
los Pirineos, pero, al mismo tiempo, no tenía la verdadera intención y rico, que pronto disfrutó ele todos los favores y cargos. A la reina,
de apoyar la causa de los príncipes y nobles emigrados. La cuestión de además, nunca le simpatizó Aranda. Acostumbrada a las superficiales
las relaciones con Francia socavó la posición de Floridablanca en exposiciones de Floridablanca, se hastiaba con la pedante atención
la Corte. Proporcionó una oportunidad para que la reina y su favo- de Aranda a los detalles y con sus metódicos hábitos de trabajo. Ha-
rito, el oficial de las Guardias de Corps Manuel de Godoy, intensifi- bía resentido las quejas formuladas ante el rey por Floridablanca
caran sus intrigas en su contra haciendo ver al rey la posibilidad de de sus extravagancias, y su temperamento obstinado y turbulento de-
que la hostilidad de Floridablanca a la revolución amenazaba inmis- seaba ver la promoción final de Godoy al supremo cargo político.
cuir a España en una guerra que no estaba en condiciones de em- Las intrigas del círculo de Godoy garantizaban que Aranda nunca
prender.12 pudiera ejercer un control efectivo del gobierno. Por otra parte, los
Carlos IV estaba persuadido de que el sacrificio de su primer ministros extranjeros acreditados en Madrid, ansiosos de arrastrar
ministro podía evitar una catástrofe como esa. El propio ministro a España a una coalición contrarrevolucionaria, se esforzaban igual-
durante algún tiempo había esperado que se le depusiera, pero la mente por echar abajo al campeón de la paz con Francia. El deterioro
forma súbita en que cayó y su inmediato exilio a Murcia lo tomaron de los acontecimientos en París durante el verano de 1792 frustró
desprevenido. Los temores de la reina de que si se permitía al rey los esfuerzos del conde de Aranda por conservar la alianza franco-
una entrevista aunque fu era de quince minutos con Florida blanca, cam- • española.U
biaría de manera de pensar, explicó la rapidez de esos acontecimien- Si bien Aranda apoyaba una participación más directa de la no- i
1:
tos. Esas noticias hundieron en la consternación tanto a la Corte como íi
!:
a la capital. Si bien Floridablanca nunca había sido estimado, era un 13 AAAE Espagne 632, ff. 199-203 obv.; ff. 256-267 obv., Bourgoing-Ministro del Ex- 1!
¡:
terior, núm. 8, Aranjuez, 12 de marzo de 1792.
estadista experimentado y respetado. únicamente el ascenso al po- 14 AAE Espagne 6~2. ff. 283-284 obv., Domouriez (Ministro del E:o<:terior) Bourgoing,
¡:
der del extraordinariamente popular Aranda pudo impedir los dis" acta núm. ! , París, l B de marzo de 1792; ff. 355·357, acta núm. 2, París, 29' de marzo de ,¡¡
'¡¡
1792; ff. 4~8-445, f.f. 510·5 17 obv., Bourgoing-Domouriez, núms, 18, 20, 22, Aranjuez 11,
:¡¡
12 Archives . des Affaires Étrangeres (París), Correspondence Poli tique, Espagne 632 , 16, 23 de abril de 1972. AAE Espagne 633, ff. 4·6, ff. 28-31 obv., .if. 75-78 obv., ff. 188-192,
ff. 170-1 85 obv., Bourgoing-Ministerio del Exterior, núm. I, Madrid, 27 de febrero de Bourgoing-Domouriez, núms. 23, 25, 29. 39, Aranjuez, 26 de abril, 3 de mayo, 21 de
1972; ff. 199-203 obv., Bourgoing-Ministerio del Exterior, núm. 3, Aranjuez, 29 de fe- mayo de 1792, Madrid, 2 de julio de 1792; ff. 204-205 obv., ff. 22 1-226 obv., ff. 229·231
obv., Bourgoing-De Chambonas (Ministro del Exterior), núms. 40, 42, 43, Madrid, 5, 12,
brero de 1792. Carlos IV había prometido a su padre en su lecho de muerte q ue con-
servaría a Floridablanca, y no quiso traicionar la confianza del difunto rey. Véase igual- 16 de julio de ! 792. Según lo veía Bourgoing. "el joven Godoy no es un mal hombre,
,,
mente Antonio Rumeau de Armas, El testamento político del ·conde de F/oridab/anca pero su afición al poder lo ltcva a jugar con la corona que la pasión de la
(Madrid, 1962), pp. !2<!-2!\, 35-37, 71-90. re ina po r él puso en tre sus ffi3nos".
EL COLAPSO POL1T ICO EN ESPAI'lA EL COLAPSO POLíTICO EN ESPAI'lA

bleza de primera clase en el gobierno, el breve tiempo en que desem- 2. L A SUPREMACÍA DE GoDOY~ 1792-1797
peñó el cargo de ninguna manera contribuyó a lograr ese fin, aunque
sólo fuera porque Carlos IV, alarmado por el aprieto en que se en- El asombroso ascenso de Godoy al supremo cargo político siempre-
contraba el rey de Francia, temía que la revolución se difu ndiera a ha requerido una explicación, particularmente si se hace a un lado·
Es paña. A la .larga Aran da fracasó en su intento de salvar la alianza la atracción que la reina sentía hacia él. Godoy compartía una sola
con Francia, pero resistió cuanto pudo el realineamiento de España característica con su arist ócrata predecesor: ambos eran militares ;
por medio de una coalición contrarrevolucionaria decidida a lograr cada uno había resentido la exclusión de los intereses militares por
que Francia cediera. Esa política, no obstante, dejó a España aislada Floridablanca, el representante del Estado burócrata civil. Carlos IV,
en Europa. Aunque la proclamación de la República francesa el lo. es cierto, nombró a Godoy por la influencia de su esposa, perO>
ele septiembre de 1792 no llevó inmediatamente a una ruptura entre eso no invalida por sí mismo la elección que hizo el rey. El ascenso·
Francia y España, la posición de Aranda era ya insostenible. Su caída de Godoy ilustró un dilema de política. Cada una de las dos faccio-
el 10 de novit!mbre tampoco condujo a la guerra; Carlos IV seguía nes reformistas había caído: lo lógico, dado el colapso ele la Iglesia y·
decid ido a salvar a su primo Borbón. Francia, igualmente, tenía la del trono en Francia, era una reacción conservadora en España, que-
esperanza de asegurar su frontera del sur manteniendo la paz con hubiera sido como presagio de una marcha atrás de las medidas aso--
España. La salida de Aranda, sin embargo, abrió el camino a Godoy. ciadas con el Absolutismo Ilustrado, como la que ya había ocurrido-
En todos los sectores se recibieron con indignación las noticias de en los dominios ele los H absburgo cuando falleció José Il. Y sin
la promoc ión del favorito de la reina. Bourgoing hasta pensaba que la embargo, de haberse llevado a los tradicionalistas al poder en 1792,.
elevación de Godoy produciría una revolución en España con más se habría alterado totalmente el curso de la política de los Barbones;
seguridad que cualquiera propaganda francesa, y que, siempre que desde el ascenso de la dinastía en 1700. En vista de la estrecha iden-
fuera respetada la religión, las masas en España darían la bienve- tificación de las políticas de los ministros Barbones con el renaci-
nida a una intervención militar francesa. La reina en apariencia se miento de la potencia de España, una desviación como ésa resultó
había esforzado mucho por desacreditar a Aranda ante ios ojos del inaceptable ante el deterioro del ambiente político que siguió al de-
rey, pero, en vista del respeto del rey hacia la edad y la experiencia rrocamiento de los Borbones en Francia. Por otra parte, Carlos IV
de su primer ministro, su tarea no había sido fácil. Aún asi, para seguía siendo devoto de la memoria de su padre y no tenía la inten-
noviembre de 1792 la reina había tomado parte decisiva en la remo- ción de desechar sus políticas. El ascenso de Godoy, así pues, surgía
ción de dos estadistas españoles que gozaban de buena reputación de un contexto: representaba una clara decisión del rey y de la:
en Europa, a los cuales el rey había respetado.15 reina de dejar fuera a los tradicionalistas en primer lugar, y en se-
La ejecución de Luis XVI el 21 de enero de 1793 llevó a su fin gundo eludir la necesidad de gobernar con la cooperación inmediata.
los esfuerzos C1e España por conservar su neutralidad. Lá ruptura o institucionalizada de la más alta nobleza. Gedoy era el hombre sin
con Francia determinó un acercamiento de breve duración con la partido, que trataba de conservar el terreno intermedio. Con Godoy ·
Gran Bretaña. Además, también confirmó la pérdida del predominio los diseminados remanentes del grupo manteísta tendrían que buscar
que tenían los reformadores en los círculos políticos. Ya se tratara de acomodo, si pretendían implementar más sus objetivos de reforma ...
manteístas o de partidarios de Aranda, cada uno de los grupos había La supremacía del amigo del rey y de la reina de ninguna manera.
tratado de convertirse en paladín de una alianza con Francia y ha- cerraba las puertas a las reformas. 16 ·

bía considerado que la Gran Bretaña constituía el mayor obstáculo La decisión del rey, no obstante, atrajo sobre Godoy el odio tantO<
para la recuperación española.
16 La cuestión del encumbramiento de Godoy la estudia Andrés Muriel, Historia ele
Carlos lV, 6 vÓ!s. (Madrid, 1893), I, pp. 42-54. El propio Godoy refuta las afirmacione$
de este partidario de Aranda en sus Memorias de D. Manuel ele Godoy, Príncip e ele
la Paz, 6 vols. (París, 1839); vi (Gerona, 1841, I, pp. 163-170, en donde argumenta.
15 AAE Espagne q34, ff. 208-210 obv., Bo urgoing-Le Bnm (Ministerio del Exterior) . El que Arancla cayó " por la vioiencia de su propio carác ter" ~ A Carlos IV le molestaba m
Escorial, 17 de noviembre de 1792. actitud dominan te.

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44 EL COLAPSO POLíTICO EN ESPMlA :EL COLAPSO POLíTICO :EN :ESPAfiA

de la oposición conservadora como el antiguo "partido aristócrata" de mente como consecuencia de la ocupación por parte de la Gran Bre-
Aranda y de los Montijo. Puesto que no había nada en común taña de Córcega, Haití, la Martinica y Tobago. La supremacía naval
~ntre estos dos grupos, era imposible que una combinación entre ellos de la Gran Bretaña parecía a España más una amenaza que un be-
pu diera echar abajo a Godoy. En efecto, las políticas internas de ·neficio, especialmente en vista de la prolongada rivalidad entre las
Godoy eran muy semejantes a las de Campomanes y Floridablanca, dos potencias por la penetración en los mercados de la América espa-
aunque carecían del compromiso intelectual que exhibían las de esos ñola. El Caribe, en efecto, vino a ser el principal objeto de discor-
veteranos ilustrados. Si bien la posición de Godoy en la corte seguía dia entre las dos potencias aliadas durante la guerra revolucionaria
siendo firme por el constante apoyo del monarca, ningún partido que de Francia. Por lo tanto, cuando Prusia y Francia celebraron un tra-
se formara a su alrededor ya sea en la corte o en el país en general, tado de paz en Basilea en abril de 1795, España pronto hizo lo mismo.
podría tener credibilidad alguna en vista de los supuestos y muy dis- Los esfuerzos ingleses por impedirlo fracasaron notoriamente. El re-
cutidos orígenes de su ascenso al poder. El desdén que se mostraba tiro de España determinó que la Gran Bretaña dirigiera sus atencio-
hacia Godoy se fue trasladando gradualmente hacia los monarcas mis- nes aún más hacia la Améric!l. española, lo cual únicamente tuvo el
mos, lo cual tuvo como resultado que se empezara a erosionar la cre- efecto de confirmar las sospechas que desde un principio tuvo Es·
dibilidad en el Estado absolutista.H paña en ese sentido. Con el Tratado de Basilea de 11 de julio de
Puesto que el ascenso ele Godoy al cárgo coincidió con el deterio- 1795 la cuestión de una posible declaración de guerra entre España
ro de las relaciones con la Francia republicana y con una reno- y la Gran Bretaña se convirtió en algo muy real. El Tratado como
vada amenaza de guerra en Europa el gobierno español puso un resultado del cual se dio a Godoy el título de "Príncipe de la Paz"
acento especial en la política militar. La declaración de guerra no puso fin a los temores del gobierno español por una expansión
hecha por Francia en marzo de 1793 provocó una serie de comba- de la Francia revolucionaria: tan sólo significó que España conside-
tes en los frentes oriental y occidental de los Pirineos. Godoy se raba a la amenaza .de la Gran Bretaña como algo infinitamente más
enorgullecía personalmente por las hazañas de los comandantes es- grave. Siempre había existido en España un partido favorablemente
pañoles como las del general Antonio Ricardos, veterano de las gue- dispuesto hacia una conexión francesa, y ciertamente Aranda se ha-
rras italianas de mediados del siglo, y del marqués de la Romana, bía esforzado por evitar una ruptura con Francia en primer lugar.
anteriormente oficial de marina de Mallorca, al expulsar a los fran- Godoy argumentaba que la precaria situación financiera de España
ceses de la frontera. La ofensiva de Ricardos en el Rosellón durante la evitaba que continuara participando en una guerra que ya había
primavera y el verano de 1793 llegó hasta Perpiñán en el momento en agobiado a todas las clases de la sociedad y que tan sólo había redun-
que las fuerzas aliadas sufrían reveses en la frontera nororiental de dado en beneficio de la Gran Bretaña. Los realineamientos de 1795-
Francia. Los oficiales que habían tomado parte en la guerra revolu- 1796 alteraron la naturaleza del conflicto europeo, que de entonces.
<:ionaria de Francia tales como Romana, Gregario de la Cuesta, Fran- en adelante fueron no de rlgimen o ideología sino que revirtieron
cisco Javier Castaños y J oaquín Blake, obtuvieron gran experiehcia a la lucha colonial y comercial característica del siglo XVIII, con la
bajo el régimen de Godoy y sobrevivieron al colapso de 1808 para rivalidad anglo-española al frente. Fue solamente cuestión de tiempo·
convertirse en importantes personajes políticos durante la época de la el que España regresara a su tradicional alianza con Francia.19
resistencia española a N apoleón. 18 El temor de que la revolución se extendiera hasta llegar a España
Las fricciones entre España y la Gran Bretaña nunca cesaron duran- contribuyó a condicionar la alianza de España con Francia. Godoy
te la inestable alianza de 1793-1795. El ministro de Marina de España, tenía la esperanza de que un realineamiento con Francia, a pesar de
Antonio Valdés, se alarmó ante las ventajas obtenidas por los ingleses sus implicaciones con la dinastía de los Barbones de Francia, serviría
como resultado del debilitamiento de la flota francesa, particular- para mantener unida la existente estructura política en España. Afir-·
17 Se pueden encontrar recientes estudios sobre los primeros años de Godoy en
maba que una alianza con 1~•. Gran Bretaña tendría como resultado
Herr, ibid., pp. 239·268, 322-326, 439·44! ; Corona, ibid., pp. 344·351; y Gabriel Lovett, 1~ Th e Cambridge Hístory of British Foreign Pol icy, 1783•1919, E(l. por Sir A. W ..
Napoleón and the B irth oj Mo de rn Spain, 2 vols. (Nueva York, 1965), I, p. 4-12. Ward y G. P. Gooch, vol. I (1783-1 8:15) (Cambridge, 1922), pp. 241-247, 254-259, 552-
18 Godoy, M emorias I , pp. !14-125. 563. Godoy, ibíd., pp. 135, 259-287; U, pp. 1·54.
EL COLAPSO POLíTICO EN ESPA~A EL COLAPSO POL1T!CO EN ESPA;<;lA 47

la invasión de la península por parte de Francia, con lo cual España trópoli y los dominios en el momento preciso en que se ejercía una
ven d ría a compartir el destino de Italia. España, además, inculpaba presión cada vez más fuerte en favor de una m ayor -participación en
a ia Gran Bretaña de una .obstinada y egoísta continuación de la la toma de decisiones en los virreinatos y capitanías generales de las
·guerra en Europa: por su parte, los ingleses seguían decididos a que Indias.
1
una paz entre Francia y España no habría de conducir a una paz Las críticas americanas a la política de los Barbones de un más o

·general entr e Francia y la Gran Bretaña. Con el concurrente realinea- enérgico control imperial coincidieron con una intensificada pe- l
miento de las P rovincias Unidas de los Países Bajos con la Repúbl ica netración extranjera en los mercados americanos, que el bloqueo
francesa, existía la posibilidad real de combinar los recursos marí- alentó aún más, Puesto que los ilustrados, a partir de José de Cam- ·
timos de las tres potencias, incluida España, contra la supremacía pillo en la década de 1HO en adelante, habían argumentado consis~
:naval y las actividades comerciales británicas. En la declaración de tentemente que las oportunidades que ofrecía el mercado americano
·guerra que hizo Carlos IV el 7 de octubre de 1796 se formula ban presentaban los medios para lograr una recuperación nacional, este
q uejas por la mala fe mostrada por la Gran Bretaña con anteriori- debilitamiento de los contactos económicos redujo la capacidad ·de
dad, especialmente con respecto a las actividades contrabandistas fren- España de sobrevivir como potencia imperial y comprometió los ob je-
te a las costas de Perú y de Chile. El efecto inmediato fue, para cons- tivos ministeriales. El gobierno de Madrid se vio obligado en no-
:ternación de los austriacos, una evacuación británica en el Mediterrá- viembre de 1797 a permitir que los neutrales comerciaran directa-
neo occidental y una reagrupación de su flota en el Atlántico. Un mente con el imperio español, lo que representaba un cambio de
mes después, el 18 de noviembre, el gobierno español publicó el rumbo radical de un siglo de políticas de los Barbones concebidas
'Tratado de San Ildefonso, que comprometía al país a celebrar una para excluir de los mercados americanos a los abastecedores y embar-
alianza ofensiva y defensiva con el Directorio de Francia e insinuaba cadores extranjeros. Esta concesión en el comercio rparcó el principio
un futuro convenio comercial entre los dos Estados. El tratado reabrió del fin de los esfuerzos de los Barbones de transformar a España en
la perspectiva de una guerra naval entre España y la Gran Bretaña la metrópoli económica efectiva del imperio de América. La combi-
·en un momento en que la flota española, dirigida por holgazanes nación del bloqueo de la guerra y de la pérdida de mercados produjo
.citadinos y delincuentes convictos, sufría un déficit de 36 mil hom- una depresión en la industria textil de Cataluña, hasta entonces el
bres y abundaban las deserciones por la falta de pago de los salarios. sector más vibrante de la economía peninsular; El valor de las ex-
La consecuencia inmediata fue la derrota en el Cabo de San Vi- portaciones de Cádiz a las Indias se redu jo de 213 millones de reales
·cente el 14 de febrero de 1797 y el bloqueo de Cádiz en abril. Unas a 19 millones de reales en 1798. La cúspide de la prosperidad de la
treinta embarcaciones de línea quedaron embotelladas en Cádiz, dos ciudad, a la que se llegó por el año de 1792, había pasado, decidi-
tercios de las cuales estaban incapacitadas para hacerse a la mar. El damente.21 •
Testo de la flota de guerra de España, unos cincuenta barcos más,
·quedaron o bien anclados y eran. inadecuados para prestar servicios 3. LA CRISIS EN LAS FINANZAS DEL GOBIERNO
•O estaban estacionados en las Indias. Veinticuatro de los 115 barcos
de guerra ingleses se quedaron vigilando el puerto de Cádiz. El blo- La derrota en el Cabo de San Vicente produjo un eclipse temporal
queo permitió a los ingleses recuperar su posición en el Medite- de Godoy y el comienzo en el desempeño de sus funcioHes de dos
·.rráneo occidental e interceptar el comercio de Esp~ña con las Amé- re presentantes de la Ilustración posterior, J avellanos como ministro
:ricas.20 · de Gracia y Justicia y Francisco de Saavedra, que había .sido inten-
La derrota naval y el bloqueo aflojaron los vínculos entre la me- dente de Venezuela entre 1783 y 1787, como ministro de H acienda, el
20 CH.BFP, pp. 259·260. Godoy, ibid., pp. 33·35, 61 , 321· 330. J. H oll:m d R ose, Napo-
21 de noviembre de 1797. En esos min istros recayó la tarea de
:zeonic Sl údies (Londres, 1906), pp. 346·356. J. M. Carlán, Navíos en secuestro. La
.eswadra espmio la del océano en Brest, 1799-1 802 (Madrid, 195 1), pp. 17·21, 32·40. A. 21 Archivo Gen eral de Indias (AGI), Indiferente Genera l 2466, virre~: Azanza.Saa-
·'B. Rodger, The War o¡ the Second Coalition, 1798·1801. A Slrategic Comrne n!ary (Ox- vedra, núm. 137, México, 26 de noviembre de 1798. AGI Inclil'cren te General 2467,
Jo rd, 1961), pp. 35.-13. · Azam a·Cayetano Soler, México, 27 de febrero de 1300. Nada!, ibid., pp. 183·19 1.
~
48 EL COLAPSO POLíTICO EN ESPAl'lA EL COLAPSO P OL1TICO EN ESPAI'lA 49 1
1

reorganizar las finanzas del gobierno, que cinco años de guerra ha- banco en España, el Banco Nacional de San Carlos, en 1782, éon
bían desbarajustado. Saavedra, arquitecto de las concesiones a los el propósitO de que redimiera los vales. 22 . .

neutrales, reemplazó a Godoy como primer ministro el 28 de marzo Aunque el gobierno redimió una gran cantidad de bonos durante
de 1798. P arece que Cabarrús, con quien Godoy había estado en los años de paz, de 1784 a 1793, siguieron circulando bonos con un
contacto, recomendó la promoción de Saavedra, especialmente por valor una cuarta parte por encima del monto total emitido por la
su identificación general en materia de política financiera. El tema casa de moneda española durante los anteriores cinco años. De todas
en 1797-1798 giró como siempre alrededor de las reformas a la estruc- maneras, la redención realizada por el banco y el pronto pago ele los
tura impositiva. Durante décadas eso había sido lo lógico en las intereses alentó la confianza del público en los bonos, con el resul-
políticas de los Barbones. únicamente por medio de una eficiente
movilización de los recursos fiscales podría tener el Estado español
tado de que no sólo conservaron su firmeza ante los ojos de la comu-
nidad mercantil y rentista, sino que igualmente excedieron de 1%
1:¡
la esperanza de convertirse en algo efectivo, ya sea en la península a 2% su valor nominal en términos de especie. Como para cuando ~¡
o en las Indias. La arraigada oposición, lat languidez gubernamental y ocurrió el fallecimiento de Carlos III en 1788 el gobierno ya había :1
la deficiencia de las estadísticas en repetidas ocasiones habían pos- emitido vales con valor de cerca de 550 millones de reales con la ll
puesto la realización de cualquiera reforma radical en los impuestos oblirración de cubrir intereses por unos 22 millones de reales, el man- ll¡"
l.
desde los esfuerzos de Ensenada en la década de 1750. A consecuen- teni~üento de la paz y la continuación de condiciones políticas. esta- n
bles en el país eran requisitos indispensables para lograr la conhanza ¡¡
cia de las tensiones de la guerra y de los objetivos de gran alcance
de la política de los Barbones, se hizo cada vez más evidente que el · en las finanzas. Ninguno de esos dos requisitos ocurrió. La declaración ~,¡
Estado español no podría reaccionar ante los requerimientos que se de guerra con Francia frustró una vez más cualquiera perspectiva de i
le hacían. A este respecto los problemas que por tan largo tiempo reforma estructural. Aún así, el gobierno financió los primeros nue- ¡'
ve meses de la guerra por medio de sus ingresos ordinarios y con i
habían subsistido acerca de la bajá productividad agrícola, de la in-
capacidad para competir en forma efectiva con los rivales extranjeros créditos a corto plazo, garantizados tanto en España como en las I~­
aun en los mercados americanos, y el retraso tecnológico de la in- dias. Las corporaciones mercantiles y eclesiásticas de América sumi-
dustria, lo demostraban inequívocamente; Ante la falla en la refor- nistraron créditos de gran consideración. Sólo en 1794 _el gobierno
ma estructural, los gobiernos españoles eligieron un distinto curso emitió nuevos vales. Hasta ese momento se había sostemdo el valor
de acción, un deficiente substituto a la larga. Decidieron adoptar de los bonos. Con las dos nuevas emisiones de vales en septiembre de
el expediente de emitir bonos de papel conocidos como vales reales, 1794 y en febrero de 1795, sin embargo, el monto del papel moneda l
concebidos para garantizar créditos contra los ingresos del Estado. en circulación se había triplicado y para el verano de 1795 el índice
Entre 1780 y 1799 el gobierno español emitió una enorme cantidad de depreciación era ya de 22 % .23 •
La orruerra de 1796 arrravó aún más la situación financiera. Los fabri- 1¡1
de dichos vales a fin de cubrir las erogac1ones del tiempo de guerra. o
cantes catalanes veían con consternación la reiniciación de la guerra.
Cabarrús, que habría preferido una reforma integral, aceptó esa me-
En Valencia el bloqueo de los ingleses lesionó el comercio de expor-
dida como el· expediente que estaba en segundo lugar. Se había
tación de tejidos de seda y de vinos. Si bien inicialmente los créditos
l
i
originado por la oferta de un grupo de comerciantes en 1780, formu- comerciales y la venta de bonos cubrieron las erogaciones durante los
lada en el moménto . en que España se vic envuelta en la guerra por primeros años de la guerra, las fuentes de fondos empezaron a agotar-
la Independencia de los Estados Unidos para hacerse de fondos con- se. La depresión en el comercio y en la industria, la derrota naval y
tra la emisión de bonos que devengabal.l intereses, dotados de un la interrupción del comercio con América contribuyeron en conjunto
carácter monetario con poder liberatorio excepto en las transaccio- ¡·¡
a la dificultad de generar ingresos ordinarios. Ya para 1796 las ero-
nes al menudeo. Los comerciantes y los empleados públicos se con-
22 A. Malilla Tascón, La única contribución y el catastro de la Ensenada (Madrid,
:¡1,
virtieron en los principales tenedores de vales reales, y por lo tanto 1947), pp. 129-132. Rodr!guez Casado, ibid., pp. 109-ll2.
tenían interés en que se · conservara elevad~ su valor. A fin de crear ~3 E. J. Hamilton, "Monctary Problems in Spain and the. Span ish Empire, 1751 -
un clima de confianza, Cabarrús patrocinÓ la formación del primer 1800", ]aurnal of Economic Hist o1·y IV (1944), pp. 21-48.
EL COLAPSO POLiTICO EN ESl' Aí'lA 51
50 EL COLAPSO POL!TICO EN ESPA:t'< A

gaciones del gobierno ascendían a 1 070 millones de reales, con tra los ideales sociales y redistrib utivos de los pensadores de _princ~pios
unos ingresos peninsulares de 730 millones de reales. Para 1798 el del siglo xvm, y fue la más importante característica del hbe1:ahsmo
porcentaje de depreciación de los vales reales se había incrementado es pañol durante la orimera mitad del siglo xrx. Un empleo s m pre-
h asta el 50 % . La principal consecuencia de los años de guerra fue cedente como ese d~l poder del Estado alteró aún más el ya inestable
com prensib lemente el ingreso que provenía de las Indias. En 1796 equilibrio de las rel aciones entre la Iglesia y el _gob~erno, ·Y ex_a,ce~bó
1
los ingresos de América representaban el 20 % del ingreso total las tensiones entre los beneficiarios de las insutuc10nes eclesiasncas ¡¡

de la metrópoli, pero su monto se había reducido de 224 millones de y los fori adores de la opinión pública. 25 •
i
reales a 14 millones en 1797 y siguió siendo bajo por aproximada- La política de desamortización de 1798 fue un mvento de J.ov_ella" 1
·¡
mente 42 millones de reales en el siguiente año. La conclusión a nos y Saavedra, y lo puso en práctica el sucesor de este ul~1mo, ¡¡
que se llegaba por lo anterior era que los nuevos ingresos tenddan que Miguel Cayetano Soler. El gobierno e~itió n:1~vos val:s en abnl de
()btenerse dentro de la propia España. 24 1799 qtie incrementaron su monto en orculaoon en mas un 59%· pe
Decidido a evitar la necesidad de acudir a un recurso como la Pues ~o que esos vales estarían garantizados e~. 1~ suc~sivo co_n el
<:onvocatoria de las Cortes, Carlos IV autorizó el 19 de septiembre producto de la venta de las _rropiedad~s ec~es1ast¡cas, . 1a sen;e¡anza
!.
de 1798 la apropiación de un considerable número de propiedades con los assi (J'nats de la Franela revoluc10nana provoco una m tensa
eclesiásticas de poca importancia como un plan para generar ingresos hostilidad v"' alarma en los círculos clericales. Además, los arrendata-
a fin de que garantizaran los vales reales. Una medida como ésa r ios de tier~as que anteriormente eran de la Iglesi_a -~ los que r~cibían
equivalía a reconocer que no se podrían incrementar suficientemente beneficios o caridades del clero veían que su pos1c10n se detenoraba.
!os ingresos por medio de la creación de nuevos impuestos o del incre- La ley de 15 de septiembre de 1803, por ejemplo, autorizaba a l_os
mento de los antiguos tan molestos. Esos nuevos impuestos siempre compradores de tierras apropiadas que explotaran sus nuevas propt~­
habían provocado motines. Como consecuencia, una política de desa- dades como lo consideraran conveniente, medida que era un presagiO
mortización, que en perspectiva vino a ser el precedente de una legis- de una falta de control en las rentas. 26
lación liberal en materia de la riqueza de la Iglesia empezó a La naturaleza discutible de estas políticas fiscales y e<;onómicas
ponerse en práctica dentro del contexto del ancien régime bajo los aus- explica el breve desempeño de los dos ministros en ~us puestos. El
picios de un monarca tan devoto como Carlos IV. La cuestión de protegido de la reina, José Antonio Caballero, a qme~ Godoy. ~e­
las propiedades eclesiásticas vino a ser de ahí en adelante un tema testaba reemplazó a Jovellanos como ministro de Graoa Y .JustiCia.
político fundamental: polarizaba la opinión mucho más allá de las Sólo hasta que ocurrió el colapso del régimen en ~arzo de_ 1808 n?
jerarquías mismas del clero. La desamort~zación se convirtió en el pudo este último recuperar su posición de. favorecido . Manano Lm~
instrumento más importante en la búsqueda de solvencia por parte Urquijo, quien originalmente fue protegido de Aran~: no duro
del gobiemo. En efecto, la conexión que existía entre la política fis- tampqco mucho tiempo como primer ministro. La _hos tth~ad papal
cal y la apropiación de ciertas porciones de las propiedades de la y del clero hacia su política eclesiástica nacional traJO ~~nstgo la r~~
Iglesia por el Estado garantizaba· que se hiciera a un lado el primitivo pentina caída de Urquijo en diciembre de 1800. UrqmJ~ no volvw
deseo de los ilustrados de diversificar la estructura de la propiedad a disfrutar de confianza sino hasta después de la parttda de Car-
de la tierra por medio de la desamortización de las tierras de la Igle- los 'IV. Al igual que Cabarrús en 1790. todavía después de diez años. se
sia. En cambio, los que disponían de capital, ele los cuales muchos lamentaba amaraamente de las fuerzas que habían acarreado su catda
eran ya terratenientes, adquirieron propiedades que recientemente se en una etapa t:n inicial de su carrera. El odio que sentían ~or el
habían puesto en el mercado, y así se hicieron más ricos. La conexión tradicionalismo pudo haber alentado a ambos ministros a inclmarse ', ~
entre la desamortización y la solvencia del gobierno prevaleció sobre por .José Bonaparte cuando cada uno de sus caminos sigui~- un rumbo •l

24 R ichard Herr, " Hacia el deiTumbc del antiguo régimen: crisis fi scal y desamor-
:1.,
tización bajo Carlos IV", Moneda y Cr éd ito, 118 (sep t. de 1971), pp. 37-100, 41-56. Jacques 25 Miguel Artoia, iHemorias de tiempos de Fernando Vll, 2 vols. (~!adrid, 1957),
Darbier, "Peninsular Finance and Colonial Trade: the Dilemma of Char les IV's Spain". estudio prelimin ar, xlviii.
]oumal of Latin A merican Studies 12 i (mayo de 1980), pp. 21-37, 23-24. ~ ·¡ Hcrr, Eighteen th Ccnt ury Revol ution, pp. 400-433. Godoy, ib icl., III, PP· 198-200.
f
!
i
52 EL COLAPSO PO L1TICO EN ESPAi'!A 53
EL COLAPSO P OLiTICO EN ESPA1'1A

dist~n to ~~ junio de 1808. Ministros de gran talento y experiencia oficiales que realizaban el reclutamiento, había adoptado un aspecto '1
habr an srao separados de su cargo durante el periodo de diez años contrario a la nobleza. Las huertas, o tierras de regadío y cultivo ubi- 1
1
transcurrido de 1790 a 1800, tres de ellos en el término de sólo dos cadas en las afueras ele las ciudades, habían llegado a ser a .fines del ~

años:. la política gubernamental española se debilitó aún más por lo


'J•
siglo xvm importantes centros de descontento, en las que la elevada
antenor. De todas maneras, Godoy y Caballero, mutuamente hosti-
les e infinitamente menos bien dotados que los ministros a quienes
proporción de propietarios ele tierras de los nobles y del . clero y la l
i

supervivencia generalizada ele la jurisdicción señorial ayudan a expli-
reemplazaron, luchaban en interés de la política nacional por conti- car. El aumento de población en las zonas ya densamente pobladas
nuar en cuanto estaba a su alcance las políticas de los reformistas .27 e intensamente cultivadas se combinó con el incremento general de los
La Paz ~e Amiens concertada en marzo de 1802 dio a España un precios para producir un mayor deterioro en las condiciones de
breve resprro de la guerra y permitió que se reanudara el comercio vida de los trabaj adores de la ciudad y del campo. Desde los inicios
dire~t.o con las I~d!as. Mientras no se reanudaron repentinamente las del nuevo siglo subsistió la intranquilidad en el campo y en las
hostrhdades en drcrembre de 1804 los productos textiles de Cataluña ·poblaciones ya agobiadas por los derechos señoriales tales como la
¡~udieron competir una vez más en el mercado americano. Era mucho, obligación ele dar una participación en los productos y primeros
. sm em,bargo,. lo qu_:: se había alterado durante los años del bloqueo. frutos de la tierra. La crisis de los cereales ele 1803 a 1805 exhibió
Por mas de cmco anos los mercados de América habían venido comer- las fallas ele la política de los Barbones y lo inadecuado ele las medi-
c~ando con las naciones extranjeras sin la intervención de la auto- das adoptadas por los ilustrados. Las costas, a pesar ele sus problemas
ndad metropolitana españo! a. Ni siquiera la abolición decretada en para la exportación a los mercados ele ultramar, fueron capaces nue-
1799 de las concesiones neutrales pudo modificar esa situación de vamente ele aliviar la escasez de alimentos por medio de la impor-
l~s negocios. La producción de te~ as burdas por los talleres de Amé- tación de trigo por vía del comercio de cabotaje.29
r~ca, además, había invadido los mercados populares hasta en las re- · Ni siquiera durante los años de aparente paz cedió la presión que
gwnes costeras como las de Buenos Aires. Los fabricantes de telas ejercían los franceses sobre España. Cuando, con motivo del cum-
de Ba~celona se quejaban contra la producción mexicana en 1804, y plimiento del Tratado de Paz de Amiens, Francia e Inglaterra reanu-
apremraban al gobierno de la metrópoli, como ya lo habían hecho en daron las hostilidades, el gobierno español se esforzó por permanecer
los años de 1780, para que suprimiera esa competencia interna, que neutral. Francia, no obstante, estaba decidida a obligar a España
consumía, por supuesto, la materia prima ürualmente.2s
0 a pagar un precio por esa neutralidad, argumentando que constituía
La dislocación de la economía española determinada por el blo- un incumplimiento de los requisitos establecidos por el Tratado de
queo de ~a f?uerra no se podr~a remediar a corto plazo. El desempleo San Ildefonso. Aunque las relaciones entre la Gran Bretaña y Es-
e?_ los pnn~rpales ce_ntros textrles de Cataluña y Valencia provocó hos- paña no se habían restablecido satisfactoriamente después de que
~d~dad ? aCia el g?b1erno, la cual no podría desaparecer rápidamente. • se concertó la paz, el gobierno británico deseaba que España se
Aun mas, la penmsula como un todo padecía una ele las más trraves desligara totalmente de su asociación con Francia. Al propio tiempo
crisis de s~ bsistencia, precisamente durante esos años de paz. L;s ele- los ingleses continuaban vigilando cuidadosame:rúe los acontecimien-
vados preciOs del tngo y el hambre generalizada subsistieron hasta tos políticos dentro del imperio español, tanto con respecto al estado
el año de 1805 y se agravaron al reanudarse la !!llerra. En Valencia en que se encontraban sus defensas como "para cerciorarse de la ver-
la crisis de cereales si~uió a la ir:tranquilidad ~ausada por la leva d ad y del alcance del descontento que se supone que allá prevalece:'.
en 1801, la cual, en vrsta del caracer noble del nacimiento de los Ante su carencia de preparativos navales parecía que España no
estaba en condiciones de reiniciar la guerra. En efecto, para 1803 los
27 AGI Indiferente General 2439, Vicente Basadre-Godoy, Mad rid, 21 de julio de
1807. vales reales se habían depreciado en un 47%. La política española
28
Anes, Crisis agrarias, pp. 319, 342. Miguel Izard, "Comercio libre, guerras coloniales se inclinaba en dirección de la neutralidad, en la Corte había surgido
Y. mercad? america~o·:, en Jordi' ~adal y Gabriel Tortella (Eds.), .1gricultura, comer- 29 Manuel Ardit, Revolución liberal y revuelta campesina. Un ensayo sobre la desin-
CIO co lomal y creczmzento economzco de la España contemv ordnea (Barcelona 19~4'
1 l' tegración del régimen feudal en el país valenciano (1793 -18-10) (Barcelona, 1977), pp.
pp. 295- 32 1' 312-319. • '
.51·58, 70-82, 106-1 10.

!:
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'•
54 EL COLAPSO POltTICO EN ESPAÑA EL COLAPSO POLíTICO EN ESPA!'<A

u_na fuerte hostilidad hacia la alianza con Francia por parte del prín- un préstamo con la Casa de Vanlemberghe y Ouvrard de P_arís, ten-
cipe y de la princesa de As turias, herederos al trono.30 El prooio dente a r eorganizar la deuda pública. Los ingresos provenrentes de
G~doy ·había tenido que soportar escenas desagradables con el ~m­ la desamor tización en la pen ínsula constituían la garantía los. ct:
baJador de Fran cia con motivo de la cuest ión del paou por narte de créditos concedidos por la Casa, de lo cual resultó que las preswnes.
~.paña_ de un subsidio a Francia en lugar de darl; una p'articipa- financieras sobre el gobierno y sobre el pueblo aumentaron en lugar
cwn d1recta en la guer;·a. Es pafía había ofr ecido pagar 60 millones de disminuir . De acuerdo con el convenio celebrado en París en_
de_ r~ales, o s:a { 600 mil, en lugar de los 100 mill ones de r eales que mayo de 1806 entre el enviado especial de Godoy, Eugenio Izquierdo,.
ex1_g1a el gobierno francés por concepto de subsidio anual.31 Godoy, y la tesorería de Francia, España se comprometió a pagar a la Casa<
qmen echaba a Caballero toda la culpa del Tratado de Subsidios la cantidad de 34 millones de libras a cambio de los créditos obte- ·
?e octubre de 1803, argumentaba que él mismo había apoyado la nidos. Para cuando fue liquidada la cuenta en febrero de 1808, la.-
.Idea de celebrar un tratado comercial con los franceses, dándoles ac- Oficina de Consolidación de Madrid había pagado 57.5 millones de-
;eso al rner~ado americano, lo cual, debe hacerse notar, no podría reales al agente de Ouvrard, de los cuales casi 40 millones proveníalli
wgrar en VIsta de la supremacía naval de la Gran Bretaña en el de letras de cambio giradas contra la Tesorería Mexicana de la Con-
Atlántico. Por su parte los británicos, una vez aue P itt re!ITesó al solidación.33
poder, consideraban que el tratado era un pretext~ para rea;udar la Tanto en España como en las Indias estos ~mbrollos d~sa~redita­
guerra co_ntra España. Los ataques sin previa provocación contra las ron a Godoy sin posibilidad alguna de redención: su adm1mstrad~r
embarcaciOnes españolas por parte de barcos de ruerra incrleses for- de las finanzas, Manuel Sixto Espinosa, llegó a ser el hombre mas.
z~r?n a Car!os IV a declarar la guerra a la Gra;; Bretaña el 12 de
0
odiado, después de Godoy, en los dominios españoles. E~ la_ ~ueva
dlc.Iembre _d~ _1804. Según Godoy, el ataque británico impidió cual- España, por ejemplo, la aplicación del decreto de Consohdacwn sus-
quiera pos1brhdad de que España se adhiriera a una coalición euro- citó una intensa hostilidad entre los más destacados sectores de la so-
pea concebida para reprimir las ambiciones expansionistas de Na- ciedad y alentó el desarrollo de un sentimiento de autonomía. Aú?
poleón.32 más, el restablecimiento del bloqueo obligó al gobierno de la metro-
Para hace_r _frente a las necesidades de financiamiento de la guerra, poli a conceder un segundo grupo de concesiones neutrales el 24 de-
el 26 de_ d1~~embre Carlos IV amplió a las Indias la política de diciembre de 1804, medida que resultó aún más necesaria a conse·
des_am~~tiZacwn, en donde provocó una oposición violenta. La con- cuencia de la derrota naval sufrida en Trafalgar el 21 de octubre
s~hdac_wn de vales rea~e~ tuvo el propósito de obtener fondos para de 1805. Esas concesiones provocaron una serie de indignadas protes-
garantizar los vales emltrdos en Madrid y de apoyar la credibilidad tas por parte de las comunidades de comerciantes españoles en las
de la Caja .~e Amm;tización o Caja de Consolidación que fue como Indias, apoyándose en que el comercio de los neutrales socavaba sus.
se le c~n~Cle clespues de 1800, que era el nombre de la oficina que más vitales intereses y, en consecuencia, relajaba los vínculos polí-
los :ed1mra . Esta. deses perad~ med,i~a significó el fin del camino para ticos entre la metrópoli y el imperio. Los fabricantes de telas que-
~1 s1st~ma fmanc1ero del anczen regtme en España. De esta manera el no eran españoles, al comerciar con los mercados americanos por
1:r;per~o d~ América quedó directamente implicado en la confu- medio de canales neutrales, contribuyeron a agravar la depresión en
swn fmanoera que prevalecía en la Madre Patria, y por lo tanto no Cataluña y Valencia. A la inversa, para 1807 más del 97 % del co-
~ercio de exportación de Veracruz había pasado a manos neutrales. ~
3
se podía esperar que escapara a las consecuencias ele un desastre. Seis
meses después del decreto de diciembre el gobierno español contrató
33 ..l.GI Indiferente General 666, Aranjuez, 26 de diciembre de 1804; Aranjuez.
30
Public Record Office (PRO) (Londres) FO 72(47, Hawkesbury·John Hookham 19 de junio de 1805. AGI Indiferente General 2494, expediente del n egociado de neutra·
F~·ere, proyecto de instrucciones , FO, 12 de septiembre de 1802; Hawkesbury-Frere, FO, les, Ouvrard, Vanlcmberghe, Hoppe y París (1805· 1837). .
1. de octubre de 1802. Godoy, ib id ., Il[, pp. 64-IJ O, 200·216, 311-31 8. 34 AG1 i\·léxico 3170, Tribunal de Mineria-Iturrigaray, 16 de septiembre de 1 8 05~
31 PRO FO 12/ 48, Frer e- Hawkesb ury, nüm. 13, Madrid, )9 de junio de 1803. Ayuntamiento de México, 28 de marzo de 1806; Consulado de Ve~acruz, 22 de julio d~
32
l'RO FO 72 ( 49, Frere-Hawkesb ury, núm. 29, l\hdrid, 15 de agosto de 1803 . Go- 1806. lliblio teca Nacional (BN) (Madrid), MSS 19709, 34, Memonal de los hacendados.
doy, i bid., III, p p. 21 6·228; IV, pp. 20·28, 37-38, 82 -84. de México, noviembre · de 1805 .
56 EL COLAPSO POLiTICO EN ESPA~A
EL COLAPSO POLíT ICO EN ESPA~ A 57
Para la Gran Bretaña, no obstante, el ininterrumpido bloqueo de de 1807 España se adhirió formalmente al Sistema Continental esta-
los _puertos españoles y la suspensión del comercie con la península, blecido en noviembre de 1806. 36
tuvieron como consecuencia que la fuente de una !!Tan cantidad del La continua participación en la guerra obligó al gobierno español
mercurio que _se utiliza en el proceso de amalgama p~ra la producción a adoptar nuevas medidas extraordinarias concebidas para recolectar
de plata chsmmuyera en las zonas mineras de las Américas el abaste- fondos. Las nuevas políticas fiscales incrementaban los efectos de las
cimiento de lingotes de oro y plata disponibles. En vista de los com- antiguas. Por virtud del breve papal de 12 de diciembre de 1806 el
promisos fin ancieros contraídos por la Gran Bretaña en · materia de
política exterior como abastecedor de subsidios a otras potencias de la oo·obierno obtuvo autorización para apropiarse y vender una .séptima
parte de los bienes del clero en España, a fin de recaudar mgresos
coalición, se resintió en Londres en forma muy ao-uda la escasez para la Caja de Consolidación. Una medida como esa, que se aplicó
de ~!~ta proveniente de América. A fin de corregir e~a situación los en el curso de 1807, estableció un nuevo precedente para la apro-
comlSlonados del Tesoro de la Gran Bretaña convinieron en febrero piación por el Estado de las ,riquezas. de la Iglesia encamina_da hacia
de 1806 en que se celebrara un contrato de lo más insólito entre las la solvencia de la tesorería. Los gastos generales del gobrerno ya
''
''
casas lond_ine~s,es de Gord?n y Murphy y Reid e Irving, y la Caja habían llegado a la cantidad de 637 millones de reales, con ingre-
de ~onsohdaoon de Madnd. Ese contrato ilustró en forma gráfica la sos de 505 mill ones. Para el 19 de marzo de 1808 la deuda pendiente
dellca~a senda que los gob iernos españoles intentaban seguir para de pago documentada por medio de vales reales había alcanzado la
negociar con dos arrogantes potencias, la Gran Bretaña y Francia, sin cifra de l 889 967 152 reales, con una obligación de pago de intereses
saber siquiera hacia dónde dirigirse. Por virtud de ese contrato de por una cantidad adicional de 75 341 000 reales. Para garantizar su
tiempos de guerra, la Gran Bretaña tenía la esperanza de aseQ"urar pago y hacerse de medios para su redención, el gobierno entre. 1798
el abastecimien~o. de lingotes ~e oro y plata o en especie, y E;paña y 1808 expropió y puso a la venta una sexta parte de todas las trerras i
procur~ba summ1strar _mercuno a las minas de plata y mantener
¡1
de la Ig~esia existentes en Castilla. Para el 22 de abril de 1808 el '
hasta oerto punto el ntmo de la producción.a5 valor total de las fincas enajenadas e hipotecas redimidas llegó a
El estado de confusión en las finanzas producido por la guerra es l 653 376 402 reales. En seis provincias -Sevilla, Córdoba, Murcia,
muy probable que haya alentado a Godoy a zafarse de la alianza con Granada, Madrid y Salamanca- se había vendido más del 20 % de
Francia. Si la ambigua proclama de 6 de octubre de 1806 representó las tierras de la Iglesia. 37 Además, la presión por medio de los im-
un intento de ese tipo, lo que ciertamente demostró es que era puestos en las comunidades rurales había obligado a numerosas po-
contraproducente. El rey, además, temía las consecuencias de una blaciones a vender sus tierras comunales, a fin de disponer de dinero
ruptura con Francia y que los aliados se volvieran en su contra an te en efectivo o porque no podrían hacer frente a sus obligaciones ga-
el expansionismo de Napoleón que aún no había sido repri~ido. rantizadas con h ipotecas. L;¡;; tierras que con anterioridad eran co-
Car~os IV preveía que l_os ejércitos franceses obligarían a Esp¡¡.ña a munales cayeron en manos de los codiciosos miembros de las clases
sufnr la suerte de Austna después de Austerlitz. Los acontecimientos de comerciantes y adinerados o de profesionales burgueses que aspi-
no cambiaron de rumbo como resultado de la proclama de Godoy raban a convertirse en teuatenientes. Esos grupos estaban interesados
redacta~a en· ~orma tan vaga. Godoy perdió el crédito que tenía ante en conservar elevado el valor de los bonos del gobierno y en asegu-
Na~o~eon, qmen en lo suc_esivo dejó de confiar en él. Franciá seguía rarse de que bajara el preciü de la tierra. Para ellos la política de
decr_drda a encerrar a .¡!:spana más estrechamente en la órbita francesa. desamortización del gobierno fue una notoria ventaja que esperaban
La lll~apacidad de liberarse de la alianza francesa hundió aún más ampliar. Los pueblos que habían perdido sus tierras comunales ten-
:al gobrerno español dentro del sistema n apoleónico: el I 9 de febrero dieron a convertirse, al igual que el clero, en viudas, huérfanos y
35
beneficiarios en general de la caridad, en inveterados enemigos de
AGI Indiferente General 2439, Sixto Espinosa-Caj•etano Soler J\·fad-1"d ? d · ¡· la política gubernamental. D~ntro del país en general se había crea-
18 d • ' , - e Jll 10,
e a~~sto de 1806; Sixto Espinosa-Pedro <Cebal!os, Madrid, 16 de noviembre de
1806. Bnt1sh Museum (BM) (Londres), ADD. MSS. 38766, Huskisson Papers XXXIII
ff. 1 · ll obv., Barbier, ibid., pp. 35-36. . ' 36 Godoy, ib id., I V, pp. 171-224. '
27 Herr, Moneda y C·rddito , pp. 59-63, 76-77, 86, 90-99.
58 EL COLAPSO POLíTICO EN ESPA"fl'A EL COLAPSO POLíTICO EN ESPA:f<A

do una polarización durante la década de 1800 entre los beneficiarios ses para derribar a Godoy, y con él al rey y a la reina y a todo el
de las medidas de desamortización, que pronto se convertirían en de- edificio del Estado absolutista Borbón.30
fensores del liberalismo y d gran conjunto de opinión que se con- La decisión de Napoleón de intervenir directamente en la penín-
sideraba desprotegido. 3s sula ibérica después de julio de 1807 marcó el destino final ·de las;
antiguas monarquías. Los franceses trataban de forzar a . Portugal,
último aliado que le quedaba a la Gran Bretaña, a que entrara.
4. EL COLAPSO DEL RÉGIMEN al sistema continental atacándolo a través del territorio español con
la cooperación del gobierno de Madrid. El propósito final de Napo-
A partir de 1802 la principal oposición hacia Godoy en la corte pro- león era atenuar la inestabilidad en el centro gubernamental de Ma-
venía de Fernando, príncipe de Asturias, y de su anglófila esposa, Maria drid. El emperador tenía la esperanza de convertirse en el renovador-
Antonia de Nápoles. Se había creado una facción fernandina alrededor de Españ-a, el proveedor del mando y el que recuperaría la riqueza de·
de los amigos personales del príncipe, tales como los condes de Orgaz las Indias, impidiendo así que los ingleses se apoderan\n de ella.
y de Alcaraz y el marqués de Ayerbe, ninguno de los cuales tenía gran En el interior de España prevalecía, sin embargo, un grupo de·
importancia en esa época. Entre los del grupo el joven duque del suposiciones muy diferentes. Tanto . en la corte como en el campo·
Infantado, uno de los más poderosos señores del reino y de ios Fernando parecía que era el salvador. Napoleón únicamente podría
grandes propietarios de la Mesta, opacaba a los demás por su inteli- asegurarse de contar con el apoyo de España estrictamente en cuanto,
gencia y dedicación. Godoy lo contrarrestó mediante la expulsión a su política contribuyera al ascenso de Fernando al poder en lu-
Toledo del preceptor del príncipe, el canónigo Juan Escóiquiz. Fue gar de su padre y de Godoy. Consecuentemente, el paso de 28 mil
poco lo que logTó la oposición fernandina en los años anteriores a hombres del ejército francés a través del territorio . español de acuer--
1806. Sin embargo, cuando falleció la princesa, Fernando, aprovechan- do con el Tratado de Fontainebleau de 27 de octubre de 1807 no·
do la ventaja que se le presentaba con la proclama de Godoy del 6 provocó oposición, porque seguían siendo inciertos los objetivos de-
de octubre, buscó la ayuda de Napoleón para su causa. Estas intrigas Napoleón con respecto a Fernando. De la misma manera, la presen--
llegaron a su clímax en octubre de 1807 en El Escorial, de donde Fer- cia de un ejército francés de 100 mil hombres al norte del · Ebro en·.
nando escribió al emperador francés sugiriéndole la posibilidad de marzo de 1808 no suscitó ninguna hostilidad, porque circulaban ru·-
contraer matrimonio con una Bonaparte. Si bien los detalles de la mores de que Napoleón ayudaría a la causa de Fernando. Cuando-
conspiración de El Escorial para destituir a Godoy son fascin antes por Godoy, temiendo los designios de los franceses, intentó trasladar a la
su propio derecho como una indicación del deterioro de los senti- familia real de Aranjuez a Sevilla y posiblemente, como ocurrió con•.
mientos dentro de la familia real a plena vista del publico, el la familia real portuguesa, a las Indias, la oposición popular se com- !1
'!
verdadero significado de esos acontecimientos se encuentra en la unión binó con la oposición de los ministros de Justicia y de Marina para ;;
del antiguo partido aristócrata _y del partido fernandino. Además, impedírselo. El Consejo de Castilla, que se había opuesto al castigo• :¡
la oposición tradicionalista en el país veía en Fernando a su liberador de Fernando en octubre, estorbó en marzo los esfuerzos de Godoy_ ;

de Godoy y a su reivindicador. Para 1807 existía una poderosa com- En el centro de la conspiración para derrocar a Godoy se encontraba ;l
binación de fuerzas, que nunca ocurrió en la década de 1790. Nin- el conde de Montijo, en quien había recaído la dirección del par-- 'i
guna de ellas se oponía ni a la monarquía como tal ni a la dinastía tido de Arancla.40 i' ~
'.
de los Borbones en particular. Su fe en Fernando era la expresión de La conspiración de Montijo estaba encaminada hacia el ascenso"
las esperanzas que ponían en la Corona. Si un rey se había desacre- de Fernando. El motín de Aranjuez, fraguado por Montijo durante- 1'
ditado por la derrota y el escándalo, el candidato para la sucesión
30 Los detalles completos aparecen en Manuel Izquierdo Hernández, Antecede11tes.
5urgió ante la vista del pueblo. Tan sólo fueron suficientes cinco me- y comienzos del reinado de Fern ando VII (Madrid, 1963), pp. 208-240,. 536-678. Para·
38 Véase por ejemplo Emiliano Fern;índez de Pineda, "La entrada de la tierra en los an tecedentes del Infantado véase AP PR FVII. 22, [f. 61·75v. ·
el circuito comercial: !a desamortización de la tierra en Vascongadas, planeamiento y 40 Véase Loui s Madelin, Le consulat et !'empi·re 1799·1 813, 2 vols. (Pái-ís, 1932-1933), ..
primeros resultados", en Nada! y Tortella, ibid., pp. 100-123. I, pp. 353-365, acerca de los objetivos de la política de Napoleón.
61'
EL COLAPSO POUTI CO EN ESPA~A EL COLAPSO PO LíTICO EN ESPA¡;) A ¡1

la noche del 19 de marzo de 1808 llevó al primer breve reinado de bies hacían difícil hablar para nada de una clase social homogénea..
Fernando VII, que duró hasta el 5 de mayo. El motín de Aranj uez, en Además, en las regiones del norte del Duero existía una cantidad
efecto, llevó al poder al candidato de la oposición: el violento de- desoro oorcionada de nobles de menor categoría mientras que, por
rrocamiento de un monarca era un acto sin precedentes en la vida po- el ~ontrario, una poderosa nobleza de terratenientes domina?~ una
lítica española, por lo menos durante los dos siglos anteriores. Trans- gran parte de la España meridional. Eran escasas las pro~abihdades·
formó el ambiente político tanto en la península como en las Indias. de que surgiera un esprit de corps entre los nobles espa~oles, espe-
Como repercusiones inmediatas de la caída de Godoy una turbu- cialmente porque los grupos rivales tendían a des~r.eCiarse entre-
sí secrún d . el
lenta multitud se lanzó a las calles de Madrid para saquear las o
su posición ' su ·riqueza v su oricren.
1 o
La hostilidad1 entre
grupo de Aranda y los golillas, muchos d~ ellos o, bien nob.es e m-
o

r esidencias de su familia y de sus partidarios. Los acontecimientos de


Aranjuez aceleraron la intervención francesa en España al alentar a feri ar categoría o recientemente ennoblecidos, habla corr:probado que-
Napoleón para que apremiara a Murat, su lugarteniente en la penín- era el caso en cuestión . Por otra parte, el asunto de las fmanz_as de los.
:sula, para que se apresurara a dirigirse a la capital antes de que nobles tendía' con frecuencia a desvanecer cualquier oportuntdad que
-Fernando pudiera consolidar su posición. La prematura llegada de pudiera haber de que se formara ~~a identid.ad consciente de sí mis-
~I~rat aseguró que el primer régimen de Fernando VII existiera ma entre la nobleza y de una accwn de conJunto en el plano de la
1m1camente para hacer padecer a los franceses. 41 Gradualmente se política. En cualquier caso, los ministros Barbones nunca atac~ron a
:aclaró que Murat intentaba anular el ascenso de Fernando. Duran- la nobleza como tal y nunca pretendieron erradicar la subsistente
t e las seis semanas en que Fernando ocupó el trono, puso en libertad estructura de privilegios y exenciones.43 •

:a los ministros anteriores que estuvieron encarcelados durante el ré- Es verdad que en España no existían prohibiciones n1. con r~s­
gimen anterior y el 22 de marzo clausuró la Caja de Consolidación. pecto a la participación de los nobles en el comercio y en la mdustr_Ia,
Si bien esta última medida mitigó los sentimientos de agravio en el ni en cuanto al inQTeso de empresarios que habían logrado el éx1t<>
país y dio una base a la creencia entre los tradicionalistas de que en las filas de la ~obleza. El padre de Aranda, por ejemplo, fundó
Fernando era su candidato para la reivindicación, los tenedores de una fábrica de cerámica en Alcora en 1727. De todas maneras, la
!bonos conservaron la confianza que les quedaba, puesto que no se mayoría de la nobleza de primera clase permanecía alejada de los-
.suspendió el proceso de desamortización. A medida que los remanen· negocios, eran pocos los hombres de negocios que ingresabar: a las.
ltes del antiguo grupo ilustrado se encaminaban de regreso a Madrid, filas de la nobleza. Las acostumbradas tentaciones de un notono con-
.aparecieron rápidamente todas las contradicciones en la posición de sumo o de serios compromisos para el mantenimie~to de edific_ios im-
Fernando VII_42 pedían con frecuencia la inversión en la e~plotac1ón de ,prop1edad~s.
Las actividades de Montijo y de otros nobles de primera catego- territoriales ~ de sus potenciales recursos romerales. Dommguez Oruz
ría no deberían sugerir la e:Xistencia de una révo lte nobiliaire en Es- llama la atención hacia la característica recurrente de adeudos entre-
paña en los años de 1800. En raras ocasiones la · nobleza, si acaso, ac- numerosas familias nobles. Quizá en este fenómeno descansan las
44
t uaba como una unidad corporativa. Muy pocos comentadores, aun raÍces de la debilidad de la nobleza como fuerza política.
-los que pertenecían a la nobleza, pudieron d_e finir en esa época lo 43 Véase la discusión en Domínguez Ortiz, Siglo xvm, pp- 345-351.
·que constituía las características de esa clase social. El grupo de H Se puede hacer una comparación con las actividades de la nobleza fr~~cesa en•
Aranda había abarcado tan sólo a un reducido número de reforma- empresas comerciales e industriales, particularmente en el caso de las fundtc tones de
.dores entre la nobleza titulada, en vez de la totalidad de la casta. fierro de Alsacia. Véase Guy Richard, Noblesse d'affazres au X VIII• siecle (París,
1974), PP· 121·225, y Guy Chaussinand-Nogaret, La noblesse au X VIII• siecle. De la
Menos aún había incluido a la generalidad de los nobles de menor jéodalité aux lumieres (París, 1976), pp. 120-1 61. La nobleza española produjo poco&
-categoría, a los más pobres hidalgos de la provincia. En efecto, las empresarios, lo que no es sorprendente en vis ta del estado general .de retraso de la
.e vi den tes distinciones en cuanto a su riqueza y posición entre los no- economb, particularmente en las regiones en do~de la nob:eza. estaba fuertemente
r epresentada en · términos de número o de proptedades terntonal~s. Una proba~.le
H Corona, ibid., pp. 337-365 . excepción es el papel de la nobleza del Guadalquivir en el comercto de exportacwn
.4 ~ Hen, ibicl., pp. 93-94. - americano , tema· que aún espera investigación.
·'

EL COLAPSO POLíTICO EN ESPA5lA

La decadencia de la monarquía absoluta con posterioridad a 1790


mostraba ciertamente .la ,debilid~d corporativa de los nobles españo-
Jes., ~a nobleza en nmgun sent1do podía ofrecerse como un grupo JI. LAS FUERZAS POP ULARES Y EL PODER MILITAR.
poltt1co coherente capaz de interrumpir la erosión de la credibili- LAS INSURRECCIONES DE 1808 Y LA GUERRA. DE
·d ad en el centro del gobierno y de impedir una derivación hacia la GUERRILLAS EN ESPAÑA
-anarquía. La poca efectividad de la oposición de los nobles hacia
Godoy contribuyó a explicar que el favorito pudiera mantenerse en
·el pod~r. Fue necesario que transcurrieran · dieciséis años para echar- 1. LAS INSURRECCIONES
Jo abaJO. Aun entonces se comprobó que el factor decisivo fue
la intervención extranjera. La oposición de los nobles, además, no EL SECUESTRO que realizó Murat del joven infante D. Francisco de ,,
pud? al~anzar sus objetivos sin tener que asociarse con ·el grupo de Paula fue la señal para las insurrecciones de la plebe de Madrid el
part1dan?~ que r~.deaba a Fernand~. A pesar del papel decisivo que 2 de mayo de 1808} la iniciación simbólica del movimiento de re-
·desemp_e~o ~~ontiJ O en los aconteCimientos de marzo de 1808 y de sistencia contra la ocupación francesa. La abdicación de los monar-
la partiCipactOn del. du.que del Infantado en el partido fernandino, . .cas Barbones en Bayona: de Fernando VII en favor de su padre,
·esos dos ~obles no _s1g~11eron un curso común después ele la caída de Carlos IV; de este último en favor de Napoleón, y la proclamación
~G?~Ioy, s1~? que SI~meron c_a,minos muy diferentes en sus compro- del emperador de 6 ele junio de su hermano José como rey de las
mtsos poht1cos. La mterv:nc1on francesa, la imposición ele José Bo- Españas, difundió esa Tesistencia a todo lo ancho de la peninsula.
naparte como rey de Espana y de las Indias, los levantamientes de los Tanto Carlos IV como Godoy echaban la culpa de la catástrofe a
españoles y la apertura de las Cortes de Cádiz, todo suministró nue- las intrigas de Fernando y ele su éminence grise, Escóiquiz. Napoleón
vas fuentes de división dentro de las filas de la nobleza. .atribuía la caida de Godoy y las insurrecciones en España a las ma- ..
quinaciones de los ingleses, y denunció como agente de la Gran Bre- iii'j
taña al íntimo asociado de Fernando, el duque del Infantado. 1 ,.
1.

Una sePlana después de la sangrienta represión del 3 de mayo en


Madrid, surgió un levantamiento en Asturias. La Junta General del
r
.Principado, que reflejaba las opiniones de los notables de la locali-
dad, declaró públicamente su oposición a las autoridades francesas
·en Madrid. Los estudiantes de la Universidad de Oviedo se lanza-
TOn a las calles en un esfuerzo ele persuadir a la audiencia para que
l
se desligara del col~boracionista Consejo de Castilla en Madrid. El ¡·
24 de mayo varios miles de campesinos se reunieron en Ia capital
de la provincia. A fin de evitar nuevos movimientos populares, los
L
! ~
~ ~
l.
notables, con el marqués de Santa Cruz a la cabeza, decidieron crear
una junta de resistencia para defender los derechos de Fernando VII il
y para declarar la guerra a los franceses. La Junta de Asturias re-
flej aba el consenso de opinión de la localidad que abarcaba a los rJl;
grupos sociales y políticos. Dos futuros dirigentes del partido liberal, i
Álvaro Flórez Estrada y José María Queipo de Llano, conde de To-
reno, tomaron asien~o en ella: tanto ellos como sus padres con an-

1 Godoy, M emorias, VI. pp. 133-160. Charles .Alexandre Geoffroy de Grandmaison,


L'Espagne et Napoleó n, 11$04-1809, 3 vo!s. (París, 1908-1924), I, p. 170-188.

63
LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILIT AR LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR

terioridad representaban la tradición de la Ilus tración de Asturias perio americano los levantamientos peninsulares. El ministro de
y expresaban su continuidad con el liberalismo . ~ Relaciones de la Gran Bretaña, George Canning, concurría con esos.
Galicia ~iguió el ejemplo con insurrecciones en Astorga, dirigidas objetivos, especialmente en vista de que las insurrecciones en España
por el Obispo, y en el puerto de La Coruña. Se creó una junta implicaban no solamente un cambio espectacular ·de las alianzas en
en Galicia el 5 de junio, aunque reflejaba un espectro de la opinión beneficio de la Gran Bretaña en una guerra que se había estancado,
menos amplio que su homóloga asturiana, en vista del predominio sino que también quitaban a los franceses toda esperanza de obtener
de los más antiguos miembros del clero, de la milicia v de la buro- apoyo en las Indias. El 5 de julio Canning envió a La Coruña a.
cracia. La Junta de Galicia expresab~ un punto ele vi;ta más tradi- Charles Stuart, diplomático experimentado, como representante debi-
cional, especialmente en la cuestión del papel del clero en la sociedad damente acreditado de Jorge III. A . fines del mes los representantes.
españo~a: Esta posición sería igualmente adoptada por los diputados asturianos que se encontraban en Londres informaron a los virreyes.
de GahCJa en las Cortes de Cádiz. El anhelo de la Junta por combatir de la Nueva España y del Perú de las insurrecciones peninsulares. 4
a los franceses alentó la rápida formación de un improvisado ejército La ausencia ele un gobierno nacional aceptable en Madrid desen-
de reclutas fuertes y sanos. León Valdés, anterior secretario de Mari- cadenó las fuerzas latentes del regionalismo en España, poniendo·
na, tomó la presidencia de la junta local. En Valladolid, Cuesta, ca- con ello en peligro cien años de centralismo Barbón. La fragmenta-
pitán general de Castilla la Vieja, temía las implicaciones de esas ción del Estado unitario se hizo aún más visible con la difusión de
insurrecciones populares y demoró la formación de una junta hasta las insurrecciones en el Sur y en el Oriente. Varias juntas rivales sur-
que ya no pudo resistir más la presión. En ese momento se colocó a gieron en el Sur. La Junta de Sevilla, por ejemplo, pretendía tener
la cabeza del movimiento, a fin de impedir su radicalización.a precedencia no sólo en Andalucía sino en todo el resto de la penín-
Para los representantes que quedaban de la burocracia carolina y sula y en las Indias, como lo indicaba el título que adoptó. Esa "Su-
p~ra. sus contrapartes en las fuerzas armadas, los levantamientos pro· prema Junta de Gobierno de España y de las Indias, en ejercicio de
vm~I~les prese~taban muchos peligros. Las juntas de Asturias y de la actual Regencia de los Dominios Españoles en nombre de Fernan-
GahCJa, por EJemplo, no solamente pretendían ejercer la soberanía, do VII;' , envió dos plenipotenciarios a Londres, uno de los cuales
que s~~n argumentaban les correspondía en ausencia del rey, sino que fue el almirante Juan Ruiz de Apodaca, futuro capitán general de-
íl:¡
tamb1en empezaron a tener tratos con las potencias extranjeras Cuba y Virrey de la Nueva España. Al mismo tiempo, representantes.
por su propia iniciativa. Cada una de ellas se dedicó a obtener la de la Junta de Sevilla viajaron a la Nueva España, a la Nueva Gra-
ayuda de la Gran Bretaña en favor de su causa. Toreno viajó a Lon- nada, a Río de la Plata y a Perú, a fin de establecer la hegemonía
dres en compañía del bien conocido asturiano ilustrado, Angel de la política de ese organismo sobre los dominios americanos.5
V~g~ Infanzón: Galicia igualmente envió a dos representantes diplo- En Valencia, en donde la inquietud ya se había hecho endémica
maticos, F.ranusco Sangro y Joaquín Freire ~e Andrade. Ambas jun-

durante las décadas de 1790 y 1800, particularmente en las regiones
tas ~ecurnero~ .a la ayud~ británica bajo la forma de numerario y en donde se sentía la· presión señorial, las tensiones llegaron al máxi-
eqmpo y le pidieron la asistencia que les permitiera propagar al im- mo con la insurrección en esa ciudad del 23 · de mayo, que como es
2 André Fugier, La ]unte Supérieure des Asturies et l'invasion fran faise, 1808·1811
comprensible tuvo graves repercusiones en los campos. Un grupo de
(Par~s, 1930) pp. 10-15. David Ruiz, Asturias contemporánea, 1808·1936 (Madrid, 1975). comerciantes y de industriales de la capital de la provincia, al mando
pp. a·G. . de los hermanos Bertrán de Lis, intentó obtener el apoyo popular para
3 La a versión de Cuesta hacia los movimientos populares era bien conocida. En dos remover a los representantes políticos del ancien régime. Estos últi-
cartas de 29 de mayo y 2 de junio de 1808 que dirigió al Concejo Municipal y a la
Junta de León respectivamente, Cuesta reveló una combinación de desdén y de 4 PRO FO 72 j 6G, ff. 3·3v, Vega y Matarrosa a Canning, Londres, 9 de junio de-
temor. Preguntó, por ejemplo, " ¿qué sucesos podría prometerse una multitud desor· 1808; ff. 7-9v, Canning a los diputados de Asturias, FO, 12 de junio de 1808; ff. 33-33v,
denada contra ejércitos aguerridos?" Y sin embargo, había advertido que si las bandas Canning a los diputados de Galicia, FO, 30 de junio de 1808; ff. 43·44, ibid. a i bid .,
rebeldes lograban expulsar a los franceses, sus caudillos harían pedazos al país en 5 de julio de 1808.
guerras ClVlles por apoderarse del mando. Véase BM Add. Mss. 37 287, R. Wel/csley 5 PRO FO 72¡ 66, fi. 59-60, plenipotenciarios de Sevilla a Canning •. Londres, 14 de·
Pa;bers (ser ie II, vol. x iv), ff. 140-143.
julio de 1808.
68 LAS FUERZAS POPULA RES Y EL PODER MILITAR
LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR 69

malgastara el dinero inglés . Bailén, a pesar del efecto que produjo mación de un Consejo de Regencia constituido por Cas taños y ~o:él
no había _l ~~ado des~ruir el poder de los franceses en España. U~ mismo, con el duque del Infantado a cargo de los asuntos c1~lles.
ende?le ejercito espanol de unos 65 475 hombres se enfrentó a un La investidura de una autoridad suprema en manos de dos anngu?s
~or~udable ejército francés de 150 mil hombres que se reagrupó más éomaridantes militares y un miembro de la aristocracia, era el ~ed ro
alla del _Ebro. Para el mes de octubre de 1808 ese ej ército aumentó que Cuesta trataba de emplear a fin de contrarrestar las pretensiOnes
a 244 n11l hombres, y el propio Napoleón, liberado momentáneamen- de soberanía de las juntas. Cuesta y Romana, quien recientemente
te de sus dist_raccione_s en la Europa central, propuso personalmente había regresado del norte de Europa con lo mejor de las tropas
el avan ce haoa Madnd. Ante la tirantez causada por casi dos décadas españolas, estuvieron de acuerdo en que la convocatoria de las Cortes
d_e _guerra Y por la escasez de fondos en Londr~s, el gobierno bri- era un presagio de la reconstitución del Estado español: . Estaban
tamco no pudo ofrecer más que la cantidad de tres millones de pesos preparados para argumentar que se debería usar la fuerza mrhtar para
para el otoño, y de ella solamente una tercera parte en especie.9 impedir que los acontecimientos siguieran un curso semejante.l1
Cada mes se_ hacía más evidente, para' Inglaterra, la urgencia de for- El presidente de la Real Academia de la Historia, J~an Pérez ~i­
n:ar un gobrerno provisional de resistencia en España . . Las di verO'en- llamil, quien había sido uno de los miembros de la vieJa buro~racra
cras entre las autoridades civiles y militares en la reD"ión de los 0 pa- que se declaraba en contra de las autoridades francesas, e~p_erab~ rgual-
t~iotas_ ~~se habían _agudizado. Afectaban no solamente a la inmediata
0
mente que se pudiera poner a salvo la estructura admrmstratrva del
drsposrcwn de las fuerzas armadas, sino, ante las intenciones de los antiguo régimen. Este anterior fiscal de dos audiencias compartía con
franceses, l~s consid~raciones estratégicas a largo plazo. El ejército los O'e nerales el temor de las implicaciones radicales de las preten-
de ~ndaluoa, por eJ~mplo, _seguía bajo la autoridad de la Junta de ~-·
sion~s de las juntas para ejercer la soberanía. Para Pérez _Yi!l~mil la
Sevrlla, _la cual rehuso autonzar a su comandante Castaños, de quien '
erección de un Estado absolutista había dejado desde prmCipros del
desconfraba por ser un venturoso personaje militar con arraicro po- siglo X:vr tan debilitadas a las Cortes que no quedaban defe~sas insti-
pular, .para que operara al norte de Madrid. De esta mane~a los tucionales que pudieran contener la amenaza de un gobrerno po-
dos millones de pesos suministrados por la Gran Bretaña que se pular impuesto por un grupo revolucionario. Argumentaba que el
entreg~ron a la Junta de Sevilla para qu'e se destinaran al ejército no "despotismo ministerial" había dejado a la nación impotente ~ara r~­
. ¡

s~ ~udreron emplear para, expulsar a los franceses del Ebro hacia los sistir la demagogia y la autocracia. Villamil creía en la exrstenCia
Prnneos.w
de una constitución histórica no escrita formada por las "leyes fun-
damentales del reino". En esta estructura corporativa, con su carac-
2. LA SUPREMA JUNTA CENTRAL, 1808-1810 terístico patriarcalismo, deseaba ver que se formulara la política gu-
bernamental. Las juntas provinciales, por lo contrario, planteaban ;,
~a de~ilusión de _ lo~ militares por er antagonismo que tenían entre
¡;.;

una amenaza a la estabilidad política. Vill'/-mil proponía la inmediata


sr las J~ntas provrnc~ales se colocó en el primer plano cuando Cuesta
convocatoria de las Cortes tradicionales en las que la representación
a medrados de septr~mbre propuso su disolución. Cuesta estaba en
fuera por · estados o estamentos y no por población. Las Cortes
f~vor de que s~ vo!vrera a ~a forma centralista de gobierno por me- tradicionales reflejaban la estructura jurídica del ancien régime: la
dw de ~as au~renCias y caprtanías generales. Ansioso por invertir la
sociedad de c~ases y corporaciones, la sociedad estamental, que los
tendenCia hacia un cambio político, exhortaba a la inmediata for-
9 11 La Suprema Junta Central de 'castilla, León y Galicia cre!a que Cuesta planeaba
PRO FO 72 jG6, ff. 170-1 75, Canning a ros diputados de Asturias, FO, 15 de un golpe militar en unión de miembros del desacreditado Consejo de Castilla. Con este
agosto de l 808.
fin, se decía, envió tropas a Segovia con la intención de sorprender a la capital. Cas-
1
° Charles O~an, A H istory of th e Peninsular War, 7 vals. (Oxford, 1902-1930), 1, taños contrarrestó mandando dos divisiones de la Sierra Morena, que llegaron a Ma-
PP· 631-639, 64::>. Correspondence, Despatches an4_ other Papers of Visco-unt Castlerea"h
drid antes de que Cues ta actuara. Véase BM Add. Mss. 37 287, comentarios ~e la
~econd Mau¡u ess of Lon dpnderry, editada por su hermano, Charles William Vane, "'tz Junta acerca de Cues ta al Ayuntamiento de León, 29 de mayo de 1808. Vé~se ¡gt~al­
_o ls. (Londres, 1_834-1854), VI, pp. 444-4,16; genet?I Samuel Whittino-ham al ma¡•or ll'il-
liam Cox, Madnd, 5 de septiembre de ]308, · " · mente Miguel Artola, Orígenes de la España con temporánea, 2 vols. (Madnd, 19::>9),
I, pp. !78 -! Sl.
70 LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR
L.-\S FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR 71
liberales españoles pugnaban por demoler.12 Villamil, por lo tanto.
dor general. El hecho de reforzar al Santo Oficio que_ ese acto. nn-
difería de la antigua milicia, en que él favorecía convocar a las Cor~
pl.icaba, fu e como un ultraje para los r~f~rmadores espan.oles, qmenes
tes, si bien del tipo de las que se reunieron para ratificar la sucesión
podían señalar el ejemplo de la abohcwn por Napoleon d~ la _I~­
de. Fernando en 1789. Su paisano de Asturias, ] avellanos, dio un paso
quisición en la zona ocup~da P?r los franceses. Aunque la des:gnac10n
ma~ adelante.: el modelo inglés suministraba un buen ejemplo de
de Saavedra para la presidencia de la Junta Central despues de la
l~grslatura b~:ameral. Al compartir la preocupación por la inme- muerte de Floridablanca inició un clima más favorable para la re-
~ra~a fo;mac1?n d.e. una autoridad central, Jove llanos se oponía al forma, la precaución nunca dejó de ser la regla del momento en
egi.onahsmo rmph~lto en las pretensiones de las juntas provinciales.
1
asuntos constitucionales. No fue sino hasta el 22 de mayo de 1809
A fm de reconstru_rr. el Estado unitario que se había esforzado por
cuando la Junta Central expidió la convocatoria. La forma en que
e.stablecer como mmrstro de. la monarquía absoluta, Jovellanos pre- estaba compuesta la junta explica esta reticencia. lVIartín de Caray,
sronaba para que se establecreran las Cortes nacionales en el centro
quien asumió las antiguas responsabilidades financieras de Saave.dra,
de 1~ vid~ política. Veía esto como una garantía no sólo de la su-
en nincrún sentido era un liberal com prometido, como io demostru en
perviVenCia de la estructura centralista de los Barbones sino como
su car;era posterior como ministro de H acienda de Fernando · VII.
el medio. d~. impedi.r la recu.rrencia de~ ~bsolutismo min,isterial que,
Pedro Ceballos, quien había sido ministro de Estado en, t?dos los
en su opmwn, hab1a destrmdo el equilibrio de la constitución. La
recrímenes desde 1800, continuó en ese cargo durante el regimen de
~esavenencia entre ]avellanos y Cuesta residía en el deseo de este úl- 0
la Junta Central. Ceballos era el clásico hombre sin partido: todos
~rm~ ~e asegurars.e de que la formación de un Consejo de Regencia los gobiernos aparentemente se sentían incompletos si él faltaba; pero
rmpr~Iera3 cualqmer evolución hacia un gobierno parlamentario en fue poca la distinción con que contribuyó a c~alqui~ra ~e el.los, salvo
Espana.l
la de haber despojado de su cargo a personaJeS mas discutlb~e~ que
Entre el 24 de septiembre de 1808 y el 30 de enero de 1810 un
él. Si bien el gobierno de la junta era en su may?r parte tibiO ~n
grup~ que pretendía e~ercer la soberanía en nombre del rey, luchaba todos los asuntos de política importante, su secretano, Manuel Qum-
por rmponer su autondad tanto sobre los militares como sobre las
tana, quien ya era un poeta de reputació~ nacional,. inc~sant~mente
JUntas provinciales. Esa pretensión era absoluta y exclusiva. La Su-
presionaba por la adopción de un curso hberal constltucwnalrsta. El
prema ] u~ta Central, bajo la presidencia de un anciano e intransi- resto de la junta estaba formado por dos representantes de cada una
gente Flondablanca hasta su fallecimiento el 30 de diciembre residió
de las dieciséis provincias de España. Jovellanos, quien ponía so?re
en Aranjuez hasta que el avance de los franceses la oblicró ~ trasla- aviso contra los peligros del liberalismo, representaba a Astunas;
darse a Sevilla el 17 de ~iciembre de 1808. Aunque los grupos re-
0

Caray a Extremadura, Floridablanca a Murcia y Valdés a Le~n. El


formadores dentro de la mestable coalición de los patriotas tenían cardenal de Borbón, arzobispo de Laodicea, representaba a Sevrlla, y
grandes esperanzas en la Junta Central, Floridablanca frustró todos. era un personaje débil e indeciso que en forma vag~ favorecía a la
sus esfuerzos por la ~o~vocación a las Cortes. En la época de la reforma. Incluyendo al presidente, al secretario, al inquisidor general
Junta ~entra! s~ mult1phcaron los reveses militares hasta que la mis- y a dos ministros, treinta y .siete personas constituían la Suprema Junta
ma S~vdla cayo el 19 de febrero de 1810: no se reunieron ni el Central de España y de las Indias. La más notable característica de la
ConseJo d~ Regencia, ni las Cortes. La exaltada pasión religiosa y junta era que hasta entonces poco se había oído decir de sus miem-
la xenofobia en el pa1s en general, tocaron una cuerda más sensible bros.14
en los miembros de la Junta Central. Uno de sus primeros actos no
fue el de preparar el terreno para las Cortes, sino el de desicrnar al 14 Fernando Jiménez de Gregorio, "La convocación de Cortes constituyentes en 1310.
ultraconserva~or obispo de Orense, antiguo opositor de Godo; y de- Estado de la opinión española en punto de la reforma constitucional", Estudios de
clarado enemigo de Bonaparte, para desempeñar el cargo de inquisi- Histo ria Moderna V (1935), pp. 223-2'17. Los d rculos de · militares antiguos y de nobles
12 se<>uían expresando su aversión hada un organismo como la JuntO:, Suprema, para no
. Fernando Señas Encinas, "Pérez Villamil, o una eminencia crris", Boletin del. Ins-
lztuto de Estudios Asturianos XXIII (1954), pp . .'l65-386. 0 m:ncionar la continuación de las juntas provinciales. Francisco Paiafox y Melzi, por
13 e· emolo, al escr'ib ir en su carácter de diputado o vocero oficial de~ r eino de Aragón,
Artola, ibid., P!'· 205-206.
J • el reempiazo de las "juntas representativas
exigía · " y " so b eranas" p or· un a Re
• ge n ·
72 LAS F UERZAS PO PU LARES Y EL P ODER MILITAR 73
LAS FUERZAS POPULARES Y EL P ODER iv1ILITAR

Cuanto más tiem po duraba la Junta Central, más territorio español. cwn al curso adoptado por los revolucionarios franceses -durante la
caía bajo el dominio de los franceses. Las derrotas en el campo de reconstrucción del sistema político francés realizado por la Asamblea
batalla reforzaban el apoyo que se daba a las Cortes pero, a la inver- Nacional. Contra los herederos de esos revolucionarios, además, el
sa, hacían mucho más complicados los detalles prácticos de la re- pueblo español se había levantado en armas en defensa de su n!~i~ión
presentación nacional. ]avellanos, el más distinguido pensador político y de su rey. Poco más de cinco respuestas en cincuenta -reCibidas
~e la Junta, concebía un tipo diferente de las Cortes que el estilo a bogaban por una constitución escrita. 16 • • •
hberal de una Asamblea Nacional propuesto por Quintana. El pri- En vista del fracaso del proceso de consulta para rendtr lm~aml~n­
mero veía a las Cortes como el punto de apoyo de la Constitución , tos satisfactorios, el Manifiesto a la Nación Española que lanzo Qum-
~omo ur:a salvaguardia tanto contra el poder monárquico como de la tana el 28 de octubre de 1809 rechazaba toda posibilidad de recons-
m~luenoa popular en la legislación. Para ]avellanos el prototipo del tituir las viejas instituciones del antiguo régimen e~ España, tales
pnmero y del segundo estados de la "antigua constitución" debería como unas Cortes de estamentos u órdenes. Para Qumtana esto era
1 ser rec<?nstituido como la cámara alta en un sistema bicameral: esta algo que se había acabado, tanto a la luz de la h~rencia a~solutista
cámara .a~ta .tenía el propósito de proporcionar la expresión práctica como frente a los acontecimientos de 1808. Qumtana deJÓ a las
del eqmhbr~o constituciona:. 15 El historiador Antonio Capmany, de- nuevas Cortes, después de que se habían reunido en la fecha prescrita
fensor
. , .
del. sistema

de gremws, abogaba io-ualmente
b
por la conserva-
- del Jc:> . de marzo de 1810, la tarea de determinar su propia compo-
oon I?strtucwnal_ de los d?s antiguos estados del ancien régime y sición y su estructura. El ]e:> de enero ele 1810 invitó a todas las pro-
advert1a que el sistema umcameral llevaría a la democracia. Tanto vincias libres a que enviaran diputados a Cortes sobre _1~ b~e de_ la
Jo~ellan?~ como Capmany detestaban los ejemplos presentados por la representación para las Cortes de 1789 con ciertas modtf:caoones ~m­
Revolucwn francesa después de 1792, y exhortaban a sus compatrio- portantes. La lección de 1808, en primer lugar, se. hab1a aprendido
tas para que los eludieran. El informe de Capmany del 17 de octubre de memoria: las juntas provinciales enviarían un dtputado cada u?a.
de 1809, sin embargo, giraba alrededor del problema de definir a De esa manera podrían surgir las Cortes de los restos. d.el anczen
la rwbleza, especialmente en regiones como las de las Provincias régime, que sin embargo habrían de reflejar los atonteC1mtento~ po-
Vascongadas, en donde la mayoría de la población se consideraba no- líticos que habían ocurrido a partir de 1808. Como no se pudieron
ble. No resultó ningún curso definido de acción del !!Tan número de encontrar en los archivos ejemplares de las cartas reales de patente por
respuestas recibidas por el comité constitucional de l~ Junta Central medio de las cuales se había convocado en el pasado a los miembros
en su búsqueda de un consenso. Las respuestas abarcaban todo el es- del Primero y Segundo Estamentos a las Cortes, la Junta Central c~n­
pectro desde el conservadurismo extremo del recientemente formado vocó únicamente a los miembros del Tercer Estamento. Esto de nm-
~on~ejo de España y de las Indias, que luchaba por mantener la con- auna manera sio-nificó la exclusión de los nobles o de - los clérigos
• tml_l~dad d~l absolutismo Barbón, hasta las peticiones de una Consti- <:l o
como individuos de las Cortes que se habrían de reumr: desde las
tuClon escnta formula~as por los . co~cejos municipales de Cádiz y Cortes de 1538, además, la cororia había dejado de convocar a los dos
T arragona y por las JUntas provmctales de Córdoba y Palma de estamentos mayores como organismos separados, y sus miembros ha-
Mallorca. En tanto que Quintana estaba en favor de una constitución bían ocupado su lugar con los diputados de las ciudades en una sola
escr~ta y de la revolución l~beral que llevaría consigo, Val~és pre- cámara. El avance de los franceses sobre Sevilla atajó las actividades
vema contra eLa y se adhena a Javellanos y Capmany en la oposi-
1
de la Junta Central. El decreto final de convocatoria, en el que ~o
quedaban formalmente comprendidos los estamentos mayores, se diO
. cia como la única autoridad ejecutiva. BM Add. Mss. 37 287, ff. 72-76v, Palafox a R.
Wellesley, Sevilla, 20 de agosto de 1809. a conocer el 29 de enero de 1810, un día antes de que la .Junta fuera
15
Gaspar Melchor de Jove llanos. Consulta de la convocación de las Cortes por es- disuelta. En cambio, el decreto contenía una disposición totalmente
ta mentos, en Obras VIII, pp. 78·79 (Barcelona, 1840), y lvlemoria que D . Gaspar nueva, revolucionaria para la época: adoptó el principio de repre-
M elchor de ]avellanos dirigió a sus compatriotas rebatiendo las calumnias divu lgadas
~on tra los individuos de la ]1mta Cen tral, en Obras VII (Barcelona, 1839) , pp. 189-190, 16 Artola, ioid., H , pp. 113, 445-462 . Jiménez de Gregario, ibid., pp. 241-242, 277·_
288
~14-234, 306, 334. Muros (Galicia), 22 de junio y 2 de septiembre de 1810.
'292-293, 293-347.
74 L.-\.5· FUER ZAS POPULARES Y EL PODER MlLlT AR LAS FUEPZAS POPU LARES Y EL PODER MILíTAR

sentación de acuerdo con la población. Este principio liberal clásico des militares o con los implementos agrícolas de los campesinos. La.
había obtenido su primera expr esión clara en la Constitución fran· creciente población de España, el problema agrario, las condiciones.
cesa de 1791. Esa decisión indicaba a corto p~azo que la pres ión de ele subempleo en la ciudad y en el campo, el efecto de la recesión,
liberales como Quintana había logrado obstaculizar tos esfuerzos ele J a- eran factores que ayudaban a explicar la fácil fuerza de trabajo coU>
vellanos y otros para que se adoptara un curso ele acción más tradi- que contaban las bandas insurgentes. El robo y el bandolerismo, en
cionaL A largo plazo había puesto en eluda la perspectiva de cualquier todo caso, habían sido la manera de vivir acostumbrada en las épo-
futura rees tructuración del sistema político español dentro de los li- cas difíciles, y en gran parte de finales del siglo xvm y principios dd
neamientos corporativos. La Junta Central dispuso que se eligiera un XIX los niveles de vida de la clase baja estaban declinando. En ciertosc
diputado por cada grupo de 50 mil habitantes tomándose como base casos, comunidades enteras vivían del producto del comercio ilícito.
el censo de 1797. El decreto igualmente requería a los territorios La íntima conexión que era evidente en España entre el monarquis-.
americanos para que enviaran diputados a Cortes, lo cual era un cam- ..
¡
mo, la insurgencia y la c'r iminalidad, había aparecido en forma sor-·
bio de rumbo totalmente nuevo. El 19 de febrero de 1810 se rindió prendente en el dso de los lazzaroni napolitanos -pescadores, vende-
Sevilla ante los franceses. 17 dores ambulantes, limosneros y ladrones- con su devoción por d
rudo Fernando IV. Un tipo semejante al del saqueador que hostilizó,
a las fuerzas francesas en el sur de Italia reaparecería en España des--
3. Los MOVIMIENTOS DE RESISTENCIA POPULAR pués de 1808: en ambos casos aparecieron clérigos ocasionalmente·
a la cabeza de dichas bandas.10
El fervor religioso, el particularismo local y la anarquía endémica La cuestión dinástica y la lucha ccintra la ocupación extranjera
se fusionaron en el movimiento español de resistencia. Pero en nin- dieron a estos primitivos conflictos locales y a esas bandas disemina-·
gún sentido las insurrecciones de 1808 fueron un fenómeno excep- das un carácter nacional cuando los aldeanos y la gente de la ciudad'
cional. Tenían precedentes en la historia de España y están inmersos se unieron en defensa de causas más exaltadas tales como los dere-
en los conflictos locales existentes. Otras semejantes había en otras chos de Fe mando VII o la reivindicación de la religión, que estaba
regiones de Europa y en la América española. Los militares franceses en peligro. En nombre de esas causas se cometieron atrocidades, como.
no aprendieron nada en sus experiencias con los levantamientos ita- lo atestigua Gaya en Los desastres de la gu erra. La experiencia de·
lianos de 1799 y 1800 en vísperas del retiro de las fuerzas republi- España entre 1808 y 1814 fue muy semejante a la de México durante·
canas. De igual manera, el propio José había experimentado en toda la Guerra de Independencia, que se inició en septiembre de 1810 y duró.
su amplitud los levantamientos napolitanos de 1806, y en particular, hasta 182 1. Allí también la insurgencia prevalecía sobre los conflictos,
la lucha por liberar a Calabria de las bandas irregulares y de las locales, atacaba los grupos de rebeldes o de bandidos y seguía su curso·
desorganizadas unidades militares, que ·logró someter a un gran nú- entre atrocidadet y represalias. Varios comandantes militares espa-
mero de fuerzas francesas.18 Sólo una delgada línea 'divisoria separaba ñoles que se encontraban en México, además, habían obtenido expe-
a las bandas insurgentes de Nápoles o de España de los numerosos riencia en la península: existe la posibilidad de que aplicaran en las.
grupos de bandidos o de pandillas de ladrones, de la ciudad o del Indias técnicas en contra de la insurgencia similares a las adoptadas. (
campo, que con frecuencia constituían el movimiento de resistencia. por el comando francés en España. Las evidencias sugieren también
En ese se_ntido las armas, particularmente las navaj as, existían ya en que durante la guerra peninsular algunos oficiales españoles, comO>
abundancia, complementándose con las armas de fuego de las unida- Francisco J avier Venegas, que fue virrey de la Nueva España en
1810, estaban en· contacto clandestino con oficiales franceses o con
17 Albert Dér ozier, Manuel ]osef Quintana et la naissance du libéraiisme en Espagne,
2 vals. (París, 1968-1970), I, pp. 330-396, 457-513; 11, pp. 205-2 10. !U J oh n.ston, ibid., pp. 32·51. La insurrección en Grecia contra el gobierno turco pro·
I S Las insurrecciones italianas se estudian en R. M. Johnston, The Napoleo nic Em· dujo casos similares ent:e los klephts: véase, por ejemplo, el caso de Kolokotronis, jefe-
pire in Southern l taly anct the R ise of the Secret Societies, 2 vois. (Nueva York, 1973), bandolero del Peloponeso, a quien la Virgen Maria le h izo un llamamiento para que·
pp. 32-51 , 91-95, 102 -105, 127- 163 y E. E. Y. Hales, Revoltttion and Papacy (1769- actuara, en un sueño . ~i Douglas Dakin, The Creek Str uggle for Indepe ndence, 1821-
18.f6) (Londres, 1960), pp. ll6-I29. 1833 (California. i 973} •. pp. 31 -32, 58, 65, !OS.
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í 77
7G LAS FUERZAS POPULARES Y EL -PODER MILITAR l LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR

el propio José. La sospecha de una potencial deslealtad de algunos individuos de la Iglesia, tales como los curas párrocos, el, clero beri~-­
comandantes del ejército regular, contribuye a explicar las frecuen- ficiado, los miembros masculinos y femeninos de las ordenes. reh-:-
tes fricciones entre las partidas insurgentes y los jefes de gobierno. 20 giosas, los tesoreros, los administradores, los hermanos segla:~s o 1os.
Los insurrectos españoles desconocían no solamente a las fuer- sirvientes. Era ·ese un conjunto muy numeroso de poblanon para
-zas francesas de ocupación sino a todo un conjunto de políticas guber- que se le pudiera enemistar. Esa cifra, además, no incluía a los que
namentales de Jos Barbones, especialmente en cuanto éstas estaban recibían caridades de los organismos eclesiásticos, y a los que paga-
2

asociadas a las influencias francesas. Una poderosa fracción del mo- ban rentas generalmente moderadas por las tierras de la Iglesia.~
vimiento de insurrección español desafiaba las ideas de la Ilustra- La solvencia financiera había Ileo·ado
o a tener prioridad
- en todos
-ción y de la Revolución que se habían in filtrado en España al fina- los gobiernos durante los años ele 1790 y 1800. De la política fiscal
lizar el siglo xvm. A la vista del pueblo, la Ilustración y la Revolución dependía la supervivencia del ancien régime en España. El . ~acaso·
·eran equivalentes a la descristianización y al regicidio. 21 en el frente financiero contribuyó finalmente en forma cleclSlva al '
El carácter clerical de una gran parte · de la oposición hacia el derrumbe del sistema absolutista en marzo ele 1808. En el proceso de·
régimen de José apareció desde un principio. Revelaba, además, la tratar de asegurar su propia supervivencia, el gobierno absolutista con-
·Continuidad entre la oposición a las políticas carolinas y a los levan- tribuyó a la desintegración del ancien rég_ime al empl~ar el poder
tamientos contra los franceses. La insurgente Junta de Galicia, por del Estado para apropiarse una gra~ cant_I?ad de ~r?p1edades ecle-
ejemplo, dio fin el 5 de junio de 1808 a la venta de los bienes ec1esiás- siásticas. Continuó este proceso de d1soluc10n del reg1men de. Bo~a­
~icos que habían sido expropiados, muy poco tiempo después de su parte, con el resultado de que las consecuencias de la d~samort1z_acwn
Instalación. La Junta Central siguió el ejemplo el 25 de septiembre, se agravaron con posterioridad a 1808. Cabarrús y S1xt~ Espmosa,
·como respuesta a las quejas de quienes habían sufrido daños como quienes formaban parte del comité para la venta de proptedades na-
-consecuencia del procedimiento. El contraste con la política guber- cionalizadas, representaban la continuidad del personal. El de~reto
namental en el régimen de José no podía ser más notorio. Cabarrús de José de 9 de junio de 1809 facultaba a los acreedores del gobierno
.como ministro de Hacienda reanudó la venta de las propiedades que a adquirir con sus bonos las propiedades nacionalizadas, y ~ropuso
l~s quedaban a las fundaciones pías bajo la legislación de 1798 y con- que se terminara la venta de las propiedades restantes para fmes de
tmuó el sistema de la. séptima de 1806. Su propósito al hacerlo era diciembre de 1810. Evidentemente el régimen de Bonaparte en Ma-
el de mantener el valor de los vales reales. El gabinete de José re- drid y las juntas patrióticas en las provincias, trataban de acudir ~ los.·
,conoció que los vales reales constituían una deuda pública y se es- diversos grupos de votantes. De todas maneras, cuando los patno_t~S·
forzó por cumplir con las obligaciones de pago de intereses. Como intentaron seriamente formar un gobierno nacional, ellos tamb1en
:resultado, las propiedades eclesiásticas resintieron una mayor presión. tuvieron que enfrentarse en forma efectiva al problema de la P?br~za.
El Estado bonapartista se hizo car~o de la administración de las pro- del Estado español. El ejemplo de los ilustrados y de los part1dan~s.
piedades ele la extinta Inquisición, y las destinó a garantizar la deuda de José. demostraría que era apremiante. Exhibiría, además, ~as. con-·
pública. De los bienes confiscados a la Inquisición el gobierno de tradicciones profundamente arraigadas que había en el mov1m1ento
José obtuvo 2 453 972 reales. Las juntas patrióticas adoptaron el sis- de los patriotas. 23 '
. tema de las ventas y confiscaciones como uno de los priÜcipales agra- Las políticas de desamortización se combinaron _con una pesad~ ,¡
vios en contra del régimen bonapartista. Al hacerlo, señalaban la carga fiscal para trastorna~ la vida de los arrendata:ws ~ de los agr~­
-continuidad de la política gubernamental del centro y la oposición cultores. Las transferencias de tierras trajeron constgo d1ferentes me-
local a partir de la década de 179(} en adelante. En una población de todos de cultivo, aumento de rentas, cercamientos o expulsiones. La 1
unos 10.7 millones de habitantes (en 1807 la vida ele unos 200 mil 22 Mémoires et correspondance politique et militaire du Roi ]oseph, publiés, an-·

!!O AP PR FVII 15, Insurrección de Nue!{a España propagada por las providencias notés en mis en ordre par A. du Casse, 10 vols. (París, 1854), V, p. 212; VI , p. 62; VII, P· 4.
<lictadas por st1 virre)! Venegas con el fin &e disiparla . Mercader Riba, ibid., pp. 102-!14. Anes, El antiguo régimen, pp. 79-80. Herr, Moneda f'
21 Herrero, Pe-nsamiento reaccionario, pass_im, estudia la bibliografía relacionada con Crédito, pp. 93-95.
.esta mate ría. 23 Mercader Riba, lbid., pp. 123-125.
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""'78 LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR


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' LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR 79

-depresión en el comercio y en la industria desde que se inició el insurrección a nivel político. Al tener a la mano la experiencia de
·bloq ueo en 1796 y el efecto demorado de la crisis de cereales de la intensidad de la guerra de guerri1Ias propuso Amorós técnicas
1803-1805 contribuyeron a la perturbación de la economía a nivel lo- de contrainsurgencia. Como miembro del Consejo de Estado de José,
cal., La insurgenciá española brotó dentro del contexto de precios tenía el grado de coronel de infan tería, como resultado de sus servi-
agncolas en alza , que en su mayor parte parece haber beneficiado cios en las campañas de los Pirineos de 1793-1795. A pesar de su ante-
a los productores en gran escala. En las regiones en donde ya existían rior actividad militar, desde su designación en febrero de 1809, Amo-
tensiones agrarias con anterioridad a 1808, b. lucha contra los france- rós ejerció la autoridad civil en las regiones que se pusieron a su
ses prevaleció scibre los anteriores conflictos y amplió su dimensión carero. De acuerdo con su análisis de las razones de las insurrecciones,
o .
de un nivel local a otro regional y nacional. Godoy había colocado la motivación política es la más importante. Por esa r azón hace hm-
:a Vizcaya bajo la ocupación militar desde 1804 hasta 1807 como re- capié en la importancia que reviste la armonía entre las autoridades
sultado de su oposición persistente a sus políticas impositivas y de re- civiles y militares en la España bonapartista. En todas las ocasion~s
·clutamiento. Las comunidades de campesinos y los señores de las Amorós hizo valer la prioridad de las medidas políticas sobre las mt-
localidades, la familia de Eguía entre estos últimos, se habían reali- litares al reaccionar ante la insurrección. Es fácil comprender que esta
n.eado en la oposición hacia el gobierno de Madrid y a los comer- actitud lo llevó a tener frecuentes conflictos con el comando militar
·ciante.s .especuladores de San Sebastián y de Bilbao, que trataban de francés, que prefería desentenderse de las consideraciones políticas.
beneficiarse con la compra de tierras desamortizadas. El cambio de di- Esos comandantes, además, tenían la tendencia de ver la lucha que
nastía que ocurrió en junio de 1808 provocó, lo mismo que en las habían emprendido desde el punto de vista de las regiones que se
·demás regiones, un levantamiento al que dio pábulo la victoria espa- habían colocado bajo su autoridad. Era poca la atención que pres-
·ñola en Bailén. Las fuerzas francesas que se retiraban volvieron a ocu- taban a la dimensión nacional. De la misma manera, les importa-
par Bilbao el 6 de agosto en un intento de reagruparse del otro lado ban poco las sensibilidades públicas. Amorós.no se encontraba solo al
-del Ebro. Para su sorpresa, descubrieron que las guerrillas ya tenían condenar las exacciones fiscales de los comandantes franceses como
;bajo su control una buena parte del campo del país vasco. Los cam- políticamente contraproducentes. Estos últimos, por su parte, hacían
pesinos, con frecuencia bajo el mando de sus curas párrocos, consti- cuanto podían para reducir a la nada la autoridad de Amorós. 26
·tuían la mayoría de esas bandas. Uno de esos curas, .Jáuregui, ope- Los constantes acosos de las guerrillas ·exhibieron lo inadecuado de
_raba en toda la provincia de Guipúzcoa; el futuro general carlista, la confianza del ejército francés en la guerra convencional. Dada la
Tomás Zumalacárregui, combatió en su banda.24 topografía de España, prácticamente todas las regiones se prestaban
Un oficial al servicio de los ejércitos franceses, M. de Rocca, ha para hacer la guerra en las montañas. Los militares repetidamente
:·s u~inistrado. uno de lo~ _más importantes testimonios de ese periodo pedían refuerzos. Los franceses ni siquiera poseían tropas suficientes
de msu rgenoa. ~s te ofiCial describe el salvajismo de la. guena y el para controlar en forma efectiva las rutas vitales •¿e acceso entre el
terror que expenmentaba el soldado francés ante los inesperados ata- · sur de Francia y el norte de España. Amorós, por ejemplo, hizo
'ques de las partidas de gilerrilleros. Las tropas francesas, por ejemplo, notar la presencia de insurgentes en los alrededores de Vitoria en la
·entraban en una población rebelde de Vizcaya y Navarra y aparente- primavera de 1809. Lcis rebeldes, en efecto, desde la ciudad enviaron
mente eran bien recibidas por los escasos habitantes que quedaban, noticias a las bandas de guerrillas. Los partidarios de Bonaparte vi-
·generalmente los concejales; las mujeres y los niños. Una vez que vían en el temor de sufrir una muerte horrible a manos de los
habían partido, sin embargo, eran atacadas implacablemente cuando rebeldes. La falta de una escolta bien armada hizo posible la fuga de
;pasaban por las colinas de los alrededores. 2s prisioneros de guerra en tránsito, con el resultado·de que los grupos
. El real co~isionaclo de José en las Provincias Vascongadas y en de bandidos recibieron nuevos reclutas. La naturaleza notoriamente
Burgos, Franosco de Amorós, se enfrentó al problema de combatir la ~ 1
popular de las bandas insurgentes alentó a las autoridades bonapar-
24 Ferndndez de Pineda , Crecimiento, p. 452. tistas para desconocer la legitimidad de sus actos. cyadie se pudo po-
25 M. de Roca, iHémoires sur la guerre des fran~ais e11 Espagn e (Lond res, 1815), ~G Véase la carta decimaquinta de Amorús a José en Bl\I Eg. :?SS, Papeles tocantes a
;p. 191. la guerra en España, 1809-1813. Amorós n. en Valenci a en 1770·.
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LAS FUERZAS PO PULAR ES Y EL PODE R MILIT AR LAS FUERZAS POPU LARES Y EL PODER MILITAR
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ner de acuerdo en cuanto al número de individuos que formaba¡;¡ ' armas. Juan Martín Díaz, "el Empecinado" actuaba en coo peración
esas bandas. Las estimaciones iban de 2 mil a 14 mil hombre~~ Erari con ios comandantes de campo españoles Cuesta y Eguía. "el Empe-
pocos, sin embargo, los que no estaban de acuerdo en cuanto a su com- cinado" había desarrollado su estilo. característico de guerra de gue-
posición. Amorós describía a los grupos alojados en las montañas de n'illas demués,_.
de la derrota . del eiército
J
reoular
o en Medina
. de
Liébana arriba de Santander como "con frecuencia harapientos y des- Rioseco el 14 de julio de 1808, convencido de que las bandas trregu-
provistos de armas". En su mayoría eran campesinos ordinarios y lares más que los ejércitos en Íormación de combate, habría~ ~e
unos cuantos desertores del ejército. Esas bandas habían· cortado las decidir el resultado de la lucha _en la península. A fines de JUlllO
comunicaciones con el puerto de Santander por el lado de t ierra y de 1809 500 hombres de "el Empecinado" atacaron Lerma, saquearon
controlaban regiones campesinas tan alejadas como Santoña y Trero.2• la pobl~ción y mataron a un destacam~nt~ fra~cés ~; veinte hom-
\.
bres. En la provincia de Burgos se detenoro la sttuacwn ,al_ grado ~e
Lo inadecuado del servicio de información y la falta de coopera- ¡ que las bandas rebeldes operaban apenas f~era de los llmttes de Ja
ción de los funcio:t;tarios locales dificultaba las operaciones contra las ~.

bandas rebeldes. La proclama de Amorós de 21 de junio trataba nb . ~ capital de la provincia, y mataban a cualqmer sospech~so de ale~tar
solamente de atender esos problemas sino también de socavar la fuer- 1 \
Eendencias bonapartistas. Thiébault parecía no tener tdea de como
za moral ele la causa insurgente. Argumentaba que sus atrocidades combatir "a un millar de individuos desarrapados con unas cuantas
ies habían hecho perder su pretensión de combatir por una causa armas y casi totalmente desorganizados, que hacen mofa de 5 mil s?l-
nacional y los despojaba del carácter de tropas combatientes. Insis- dados disciplinados". El comisario de la policía. de B~ugos se queja-
tía en que no había niguna diferencia entre ellos y los grupos de ba de la infructuosa excursión de Thiébault hae1a la s1erra con 1 500
bandidos. Como tales, deberían ser perseguidos vigorosamente. Con hombres, en flagrante desafío del servicio de espionaje de la policía.
este fin ordenó que se aumentara la vigilancia en las ciudades y en Las partidas insurgentes, por medio del control que tenían de las
~as vi~las, especialmente durante la noche. Los funcionarios que reo-iones montañosas, podían observar con impunidad desde las atala-
mcurneran en demora para advertir la proximidad de las bandas in- ya~ instaladas en la cima de las colinas, el despliegue de 1~~ f~erzas
surgentes o que permitieran que sus ingresos cayeran en manos francesas. Cuando se aproximaban los destacamentos del eJerClto, se
de los rebeldes serían responsables por su negligencia. Poco fue, sin podían retirar sin dificultad a sus bases en Molina de Aragón, en la
embargo, lo que pudo resultar de esas instrucciones, puesto que el Sierra de Moncayo, en s·an Pedro Manrique, y en toda la región en-
co~trol del campo que tenían los rebeldes determinaba que fuera tre Soria y Almazán. 23
arnesgado que las autoridades locales mostraran buena disposición Tanto el comisario de la policía como el propio Amorós creían
para cooperar con el gobierno bonapartista por . el temor de sufrir que la negligencia de Thiébault había perm~tido que :as bandas de
represalias brutales. Mientras los comandantes militares franceses no guerrilleros, que originalmente carecían de tmportanCla ~n Burgos,
pudieran garantizar la seguridad personal de quienes desearan ayú- se reforzaran en la provincia. El control que tenían los msurgentes
darlos, ninguna .cooperación efectiva podría resultar.2s en el campo garantizaba que sólo los puestos de abastecimiento que
La pacificación del campo resultó ser. una tarea tan atemorizante contaban con guarnición pagaran impuestos a las autoridades bona-
que muy pocos comandantes la emprendieron con entusiasmo. Hasta partistas. A la mayoría de los poblados o bien no le quedaba nada que
el rey ] osé llegaron quejas de la inactividad del gobernador general pudiera dar o había sido obligada a contribuir a la causa rebelde.
de Castilla la Vieja, el general Thiébault. Dos de los más conocidos
capitanes de las guerrillas controlaban las regiones entre Burgos y ~9 BM Eg. 388, ff. 28-29, Amorós al ministro de la Guerra, Vitoria, 23 de junio
de 1809; ff. 39-39v, Amorós a José, Burgos, 30 de julio de 1809; ff. 46-47v, Manuel de
Logroño. El cura párroco de Villoviado, Gabriel Meriño, operaba des: Mazón Correa (comisario general de Polida) a Amorós, Burgos, 28 de julio de 1809;
de Castrogeriz con 300 seguidores montados, la mitad de ellos sin núm. 3, ff. 48-49, ibid. a ibid., Burgos, 30 de julio a 1809. Merino dirigió bandas
27 BM Eg. 388, ff, l7-I7v, Amorós a José, Vitoria, ¡o de mayo de 1809; ff. 19-20,,;,
realistas en 1821-1822 en oposición al segundo régimen liberal y se convirtió en carlista
ibid a ibid., Jlilbao, 23 de mayo de 1809; ff. 23-23v, ib id. a ibid., Begoña, 12 de ' en 1833. Véase igualmente Nicolás Benavieles Moro y José A. Yaque Laurel, El ca pitán
junio de 1809; ff. 24-25, ibid. a ibid., 11 de junio ele 1809. general D. Joaq u ín Blake y joyas, regente del R eino, fun dador del Cue ,·po de Estado
28 BM Eg . .388, ff. 26-26v, Amorós, Vitoria, 21 ele junio de 1809. Ma yor (Madrid, 1960), pp. 133, I42 -H3.
32 LAS Ft:ERZAS l'OPULARES Y EL ·PODER !IIILITAR LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER i\!ILIT AR 83

El número de las bandas se multiplicaba. Un noble de Burgos, el base política en las poblaciones había imped ido la formación de .fuer-
marqués de Barrio Lucio, estaba al mando de 600 hom bres; Pedro zas de autodefensa en la localidad, Amorós hizo presión para que
Pabl o Álvarez, originario de Burgos, encabezaba otros 130 hombres, se reclu tara una gendar mería española. Esta fuerza se aliaría al ejér-
casi todos desarmados; se había permitido que "el Empecinado" re- cito en la persecución de las bandas de guerrillas~ De la efectividad
clutara hombres en la región de Aranda del Duero. Unos 500 de la gen darmería habría de depender la ampliación de la autoridad
insurgentes al mando de Barrio Lucio habían atacado la población estra- bonapartista de las ciudades a las villas de los alrededores y de allí
tégicamente situada de Santo Domingo de la Calzada, matando despia- a todo el campo. Amorós pro puso que se dividiera la policía en pues-
dadamente a sesen ta soldados franceses. Amorós apremiaba a Thié- tos distrirales ele policía, desde los cuales los funcionarios podrían
bault para que se h iciera fuerte en esta población, a fin de impedir ejercer una sobr evigilancia sobre las autoridades locales. Un tribu-
que se interrumpieran las comunicaciones con Francia. El incremento nal ·especial de Jo criminal podría atender en forma expedita los
de las bandas de guerrilleros presentaba un muy grave problema mi- casos comprobados de insurgencia, y 'los individuos en quienes no se
litar, per.o el problema político quedaba igualmente sin resolver. pudiera confiar políticamente serían enviados a presidio. 31
Los comandantes .de las más importantes bandas actuaban en con- Amorós inici ó la formación de un cuerpo de gendarmería que se
cierto con algunos oficiales del ejército regular, que se sentían obli- distinguió desde sus primeros combates. Igualmente se establecieron
gados a mostrar fidel idad hacia la Suprema Junta Central. Esta úl- el tribunal especial y el presidio. De todas maneras, la situación en
tima, durante el verano de 1809, reconoció a las bandas de guerrillas Burgos seguía deteriorándose. Aunque Thiébault había realizado cam-
y confirió a sus dirigentes el título de "Comandantes de la Cruzada" . pañas en la región de Rioja, dejó de instalar guarniciones en las zonas
La Junta les dio instrucciones en el sentido de que se cercioraran que había recuperado. Como resultado, las fuerzas insurgentes senci-
de que sus partidarios llevaran en el brazo el emblema de una cruz l'amente volvieron a ocupar b región después de que había salido.
roja. 30 ' Ni las ejecuciones ni los incendios en las poblaciones hab ían disuadi-
Tan sólo mediante técnicas efectivas de contrainsurgencia se po- do a los insurgentes, quienes, por el contrario, robaron el tesoro real
dría romper el vínculo entre las autoridades políticas en la zona in- en H aro e interceptaron el correo de Francia en Miranda. Amorós apre-
sUrgente y las militares en el campo que dependía de ellas. Thié- mió a J osé para que reemplazara a Thiébault. Este último se desquitó
bault, por lo contrario, había actuado sin tomar en consideración a asegurándose del apoyo del general Kellerman, gobernador general
la opinión pública, que era esencial cultivar, arrancando grandes su- del norte de España, para que se le transfiriera la autoridad sobre
mas ele dinero a los particulares en Burgos y a los monasterios de la gendarmería. Thiébault, en efecto, con la aquiescencia del inten-
Nájera y Estrella. Amorós pensaba que esos actos no solamente mi- dente de Burgos, asumió el con trol ele Jos asuntos civiles así como
n aban la credibilidad en el régimen bonapartista, sino que am enaza- el de ios mil itares. Según elijo Amorós, "en fin ya se han colmado
P,an con destruir la buena volun tad que existía entre las autoridades los excesos del' despotismo militar". La gendarmería, no obstante, se
políticas y militares que actuaban bajo la autoridad de José. Los negó a servir bajo las órdenes de Th iébault y pidió que se le licen-
comandantes franceses aparentemente no compartían la oÍ)inión de ciara. Los cuerpos de policía ele Bilbao, que a petición de Aú10rós pres-
Amorós de que la tarea política de la reconciliación tuviera pre- taban sus servicios en Burgos, sol icitaron que se les permitiera regresar
cedencia sobre la tarea militar de; suprimir la insurrección. Amorós a su hogar. Amorós se quej ó de que su polí tica había quedado en
vio en la Constitución de Bayona un terreno común propicio para la la ruina.::2
reconciliación entre las dos partes. Como una contribución a ese ob- nt BM Eg. 388, fE. 51-55, Amorós a Thiébault, Burgos, 2 de agosto de ! 8C9; ff., 56-
jetivo político, apremió a Thiébault a que adoptara una serie de 57 v, Thiébaul t a Amorós, Burgos, 3 de agosto de 1809; ff. 59·60, Amorós a J osé, Bur·
go ~. :) de agosto de 1809.
medidas concebidas para inmiscuir a los españoles bien dis pu estos
:J2 BM Eg. 388, ff. 74·7.?, Amotós a Jo~é. Burgos , 21 de agosto de 1809; ff. 76,77 ,
en la lucha para extirpar el vandalismo ele las bandas insurgentes. ibirl. a ibid., Burgos, 29 de agosto de 1809 ; f. 78, ibicl. a ibid., Bmgos, 1Q de sep tiem bre
Cpmo la perman ente escasez de armas y la evidente falta de una ,Je 1809; ff. 83-84, ibili . a ibicl., Burgos, 8 de sep tiembre de !809; ff. 91·92, ibid. a ib id. ,-
Gurgos, !2 de septiembre de 1809; H. !l'l-95, ibicl. a iúid ., Burgos, 14 <le sep tiem bre
'):o 13M Eg. 388, f. 50, Amorós a Jos é. Burgos, 2 de a~osw de !809. u <! 1809; ff.' 107-11 0, iúid. a i bid., Burgos, 2G ele septiembre de 1809.
84 LAS FU ERZAS PO PULARES Y EL PODER MILITAR 85
LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR

La situación en el campo en Salamanca al finalizar el verano de líneas de comunicación. El coronel Mariano Renovales, que fue
1809 pr_esentab~ obstáculos se:nejantes al mariscal Ney, quien se en- destacado por .el comando de Blake, organizó y dirigió bandas de gue-
contró r~capacrtado para estaolecer un control sobre la r egión. Las rrilleros .en los valles de la altiplanicie de AragÓn hasta el poniente
bandas ~nsu~gentes amenazaban a Medina del Campo y a toda la de Jaca. Otro oficial del ejército regular, Pedr o Villacampa, organizó
margen rzqmerda del Duero desde Tordesillas hasta Toro. Las fuerzas otra banda en la región aragonesa desde los primeros meses de la
de Romana, mie~tras t~~to, se reagrupaban en Ciudad Rodrigo, posi- insurrección . Esta fuerza llegó a tener un núcleo de unos 3 mil hom-
blemente con la mtencwn de atacar Salamanca. Los espíás en la ciu- bres. Durante todo el año de 1809 las bandas de guerrilleros se mul-
dad estaban en . correspondencia con el ejército español y con las tiplicaron en Aragón, tal como lo habían hecho en Castilla. C on
bandas de guernllas, tal como lo habían hecho en Buro-os. La caba- frecuencia coordinaban sus tácticas, pero sobre todo eludían entrar en
llería de Ney había quedado extenuada por la constant~ persecución batallas campales con las fuerzas de ocupación. El conflicto giraba
de esas bandas y había sufrido pérdidas. La infantería ·estaba debili- alrededor del control del poblado de Jaca, cuya conservación gar an-
tada por _1~ necesidad de establecer guarniciones en todas las pr inci- tizaba a los francffies una ·ruta segura a través de los Pirineos. El
pales posiCiones en las vías de comunicación con Francia desde Toro o-eneral Suchet ' . decidido a alio-erar la -presión de los insurgentes sobre
Y Zamora hasta Salamanca. La situación de Kellerman en Vallado~id
t':l o . .. 1

Jaca, obligó a las bandas de guerrilleros a retroceder ~n direccr?n


impedía que se diera refuerzo alguno a Ney desde ese luo-ar. Este ele Huesca, Barbastro y Calatayud para el mes de julio, tan solo
ú!timo se sostuvo en dicha ciudad con 4 500 hombres, pero ~o podía para descubrir que en el curso de sus operaciones el sitio de la po-
disponer ele tropas de sus propias posiciones guarecidas al norte blación ya había empezado de nuevo.35
de Burgos, y menos aún de la población clave de Medina, que los Los hombres de los valles aragoneses se enorgullecían de sus proe-
franceses no podían exponerse a perder.aa . .-,. zas como combatientes que en un pasado muy distante nunca caye-
De acuerdo con un informador español, la ciudad de Valladolid ron bajo ei yugo de los musulmanes. El conflicto con el invasor
había quedado empobrecida por las exacciones fiscales del comisio- francés adquiría, por lo tanto, una dimensión de gran significado his-
nado real, Aranza, quien le exigió que cubriera la cantidad de 600 mil tórico ante la vista ele los combatientes comunes. Los comandantes
r~ales p~r~ el 20 de agosto, y por las del propio Kellerman. Este úl- insurgentes tenían clara conciencia de las asociaciones políticas y re-
trmo exigró al _concejo municipal de la ciudad que le entregara la ligio~a~ del movimiento que encabezaban. Durante el sitio de Jaca
suma _ele 50 mil reales el 25 de agos to y dio a los miembros del por las guerril1as, por ejemplo, los comandantes guerrilleros fortifica-
ConceJ? un plazo ele dos horas para que la cubriera o se enfrentaran ron el viejo convento ele San Juan de la Peña, que se erguía en las
al castigo de ser ahorcados. Esas medidas no contribuían en nada a colinas arriba de la población. En su iglesia se encontraban las tum-
r~~o~ciliar a los españoles con el gobierno bonapartista. En efecto, los bas de veintidós reyes aragoneses. Los moros nunca llegaron a apo-
e1erotos

reales seguían
,
experiri1entando

tantas dificultades .1oara co- derarse de esa po~ición. Esas iglesi as y conventos eran los símbolos
mumcarse ,entre SI _que r~curneron a ocultar sus despachos en costa- ele la época heroica de la primitiva España medieval. Villacampa
les de rnaiz para 1mped1r que fueran interceptados por los .insur- eligió otra de esas posiciones defensivas naturales, el santuario de
gentes.1H
Nuestra Señora del Pantano, que dominaba desde una montaña in-
L~ característica zona montañosa del norte de España ofrecía un accesible en el centro de la Sierra de Albarracín la margen derecha
a'?brente p_e_rfecto para d~sarrollar las técnicas de la guerra de gue- del Ebro. 36
rnllas, espeClalmente en vista de la estratégica proximidad de la fron- Las regiones fronterizas de los Pirineos siempre fueron difíciles
tera francesa. Pocas oportunidades se perdieron para amenazar esas de controlar. Javier Mina, oficial del ejército regular, organizó la
33 resistencia en Navarra en 1809, una vez más con el objeto de inte-
. BM Add. Mss. 37 287, ff. 309-3II, Ney al mariscal J ourdan; Salamanca, II de sep-
t¡e~b re ,de 1809; ff. 315-316, K~llcrman a N:y, Valladolid, 12 de septiembre de 1809; rrumpir las comunicaciones con Francia. Ese peligro en una vulne-
f. 3~Jot Kellerman ai general l\lfdlet Valladohd, 14 de septiembre de 1809.
1
. 35 i\lémoires du martfchal Suchet, duc cl'A.lbuféra, sur ses campagnes en Espat,:·ne
34
_ BM Add. Mss. 27 288, ff. 446-447v. Teniente Diego Correa (del Batallón Espa· .:lepuis 1808 jusqu'en 1814, 2 vals. (Par !s, 1828), I, p. '12.
no! de Granaderos) a la Suprema Jun ta Centr al, Sevilla,- 4 de octubre de 1809. · 3H Suchet, M dmo.ires, ~ I. pp. 53-66.
86 LAS FUERZAS POPULAR ES Y EL P ODER l\i iLITAR L AS FU ER Z.-\ S POPULARES Y EL PODER ~H LIT AR 87

rable región fronteriza obligó a Suchet a desviarse al N oro est e hacia las juntas provinc iales, sino ele los de su misma clase, de " los po-
N_avarra, precisamente en el · mismo momen to en que las fu erzas de bres" .40
Vlllacampa amenazaban a T erue l. Las acti vidades de los franceses Las actividades rebeldes tuvieron al ejército francés aferrado a!
tuvieron como resultado la captura de Mina en abr il d ~ ¡ t1 , n ,, 11 n litoral de Cataluña. Suchet no tomó Léricla sino hasta el 13 ele mayo
a.sí, la resistencia no cesó. El mando ele las bandas de o"'Uerrilleros re- de 181 O y sólo después de un prolongado sitio, que causó numerosas
cayó _e n su. tío, Francisco Espoz y Mina, quien operaba desde la base bajas en el campo de los alrededores. Dmante ese sitio muchos gue-
ele Cmcovtllas. Al actuar en concierto con las fuerzas de "el Empe- rrilleros se dirigieron a la región en un esfuerzo concertado de privar
cinad?" de C~enca, Espoz y Mina se propon ían despoj ar al ejercito al ejército sitiador ele su abastecimiento de alimentos y de . sus in-
frances del vital abastecimiento de granos de Aragón .a' De iaual gresos por concep to de impuestos. 41 En esa etapa del conflicto Villa-
manera, Juan Díaz Porlier, dirigente ele un gran número de ban°das, campa operaba en unión del ejército regular en Cataluña al mando
atacó . las rutas de abastecimiento de los franceses entre Bayona y del general Enrique O'Donnell, futuro conde de La Bisbal. Las.
Madnd desde su base de operaciones de Logroño. Las incursione~ fuerzas españolas seguían dominando Tortosa ent la desembocaclu;at
de las bandas de Porlier penetraban generalmente hasta los alrede- del Ebro y ele la ciudad de Tarragona en la costa, a la que pocl1a
dores ele las poblaciones de Burgos, Miranda, Vitoria, Bribiesca y abastecer la flota británica. Un oficial inglés, el teniente generai
Pancorvo. 38 ·
sir Charles \Villiam Doyle, actuó asociado al comando español para
En Cataluña las bandas de campesinos conocidas como somatenes coordinar las tácticas de las bandas de guerrilleros de acosar las fuer-
~~esde las primeras semanas ele las insurrecciones de junio, habían con- zas francesas que sitiaban Tortosa. Todo el peso de esas operaciones.
fmado a los franceses hasta los límites de la ciudad ele Barcelona. recayó en los somatenes. Sus tareas, junto con las ele las patrullas mó-
~esde el principio de la guerra, por tanto, los militares franceses se vús del ejército, incluían el control del paso del Ebro y de los
~teron, ~uenta de qu~ tendrían que someter al campo a una campaña alrededores ele la ciudad y el acoso de las · partidas de merodeadores
ststemattca ele conqmsta y someter a cada una de las poblaciones in- franceses. Doyle propuso que los guerrilleros, en operación desde sus
surgentes a un arduo y costoso sitio. La tenaz resistencia ele Gerona bases en Caspe y Alcañiz, acosaran la retaguardia francesa y domina-
clescl~ _el 20 ele junio de 1808 inició ese proceso de tan larga duración. ran a las escoltas ele los convoyes por medio ele ataques con un mayor
El SitiO ele Zaragoza, la capital aragonesa, duró sesenta días hasta número de hombres. Aunque Doyle constantemente recalcaba la im-
que fue levantado por el general Palafox el 9 ele agosto. Unos 50 mil portancia de una estrecha cooperación entre O'~onnell y Villacampa,
temía que las bandas irregulares, si se les daba la oportunidad, se
camp;sinos, se decía, se habían apresurado a defender la sitiada po-
convirtieran en ladrones. En efecto, un desertor del ejército ha-
blanon y a tomar su lugar como si se tratara de una peregrinación
bía escapado de la cárcel en Tarragona a fines ele junio de 181 O y
armada, bajo el pendón de la Virgen del Pilar, patrona de la ciu-
3 dentro de un corto espacio de tiempo encabezó• una banda de 200•
dad. ° Como respuesta a los levantamientos populares de la re"'ión a ladrones en las cercanías de Matará, más arriba en la costa de Cata-
.
fmes de junio se formó una junta catalana en Léricla. Los somatenes o '
luña.~2 Tortosa no se -rindió sino hasta el 2 de enero de l8ll. Tarra-
sin embargo, libraban una guerra de dos dimensiones; luchaban n~ gona, que era la base de O'Donnell, capituló después de un sitio que
solamente para expu lsar al invasor francés, sino también contra sus duró del 3 de mayo al 28 de junio. Una vez más los somatenes habían
propios señores territoriales; puesto que los levantamientos de 1808 merodeado en el campo en la retaguardia de los sitiadores. La lucha
habían prevalecido sobre los primitivos c'onflictos agrarios. Los al-
deanos en los distritos de Gerona, Tortosa, Igualada y Tarrasa para 40 Jaime Vicens Vives, Catalwia en el siglo xix (Barcelona, 1959), p. 183.
1811 reclamaban un gobierno no de "los ricos", de los hombres de Memoires et corresponclance, VII,.
41 Suchet, ibid., I , pp . 97-108, 145·150, 30!. José,
pp. 266-270; Suchet a Berthier (príncipe de Neufchate1, ministro de la Guerra), Za-
ra goza, 19 de nurzo de 1810. "'
3< Suchct, ibid., l, pp. 80-86, 104-105 , 210, 260-270.
42 BM Add . Mss. 15 675, Letters of Lieut.-Gen. Sir Charl es William Doy /e, 1808- 18!!,
::s R occa, ibid., pp. 195-197.
f 1 Dovle a Villena 3 de iunio de 1810; ff. 28v-29 , ibicl. a ibid., Mataró, l de julio de
30v-33v, A~umes ' de Doyle (junio de 18 10).
::n Rocc3, iiJid. , pp. •18-49.
tf
1.8 10;; ''
.as LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR 89

por controlar los. abastecimientos de granos y de carne en el interior frav A~ cencio Nebot, era un fraile franciscano, conocido popular-
de Aragón produjo inflación de los precios del trigo en la ciudad de '
mente como "el Fraile". El reclutamiento de Nebot provoco' el
Zaragoza. T odas las fuerzas armadas en conflicto dentro del tea- descontento en la localidad. El estilo de vida de los . campesinos
tro de operaciones de Aragón y Cataluña dependían del abasteci- insurgentes siguió, a pesar del juramento de fidelidad a los l~be:a!es
miento de esos alimentos. Suchet, temiendo que los particulares tra- que hizo Nebot, hasta llegar a las insurrecciones reales de prmopws
t aran de beneficiarse con el gran alza de los precios, instaló tres de la década de 1820.45
grandes depósitos de granos en Lérida, T ortosa y Mora del Ebro. Al Los éxi tos ele los franceses en las batallas campales, sin embargo,
mismo tiempo envió a las montañas a ocho batallones de infantería no tuvieron como resultado un control efectivo de la península. Los
para que se apoderaran de carneros. En la región occidental de la enfrentamientos con los guerrilleros r edundaron en favor de esos
península las fuerzas angloportuguesas de vVellington estaban dedicadas irregulares, en su mayor parte campesinos, que conocían perfectame~te
a actividades semejantes. Sus incautaciones de granos determin aron el terreno de la localidad. En este tipo de guerra los franceses resm-
que se duplicara el precio del trigo.43 tieron pérdtdas equivalentes a las que habían sufrido en las batallas
El persistente conflicto en Aragón y los prolongados si tios en Ca- campales. Para e! mes de febrero de 1809 Napoleón hab ía llevado a la
t~luña aseguraron la supervivencia de la posición española en Valen- península 288 55 1 soldados, o sea una fuerza efectiva de 193 97 8 hom-
Cia durante ·todo el año de 1811. Las bandas rebeldes en el reino de bres. Aun así, 19 902 soldados franceses estaban acuartelados en las
Valencia con frecuencia apenas se podían distinguir de los numero- cruarniciones de las provincias del Norte y en las ciudades de León.
1'> . • •
sos grupos de bandoleros que operaron libremente durante todo Castilla la Vieja, Alava, Vizcaya, Santander y Guipúzcoa. A pnno-
el siglo xvm y en las primeras d-écadas del siglo xrx. Ciertamente pios de 18 10 un ejército francés de 360603 hombres (de los que
en las huertas y en otras regiones de jurisdicción señorial el índice 287 650 eran fuerzas efectivas) luchaba por conservar la penínusla:
de criminalidad era alto. En Valencia las bandas de guerrilleros ge- estaban en juego ocho cuerpos del ejército al mando de los más
neralm,ente adquirían mayor importancia que el ejército regular. experimentados comandantes del imperio. 46
~espues de la derrota de Blake en Aragón en junio de 1809, el ejér- Las presiones sobre los ingresos dentro del régimen de Bonaparte
cito esp~ñol se limitó en efecto a reforzar las bandas de guerrilleros nunca: dejaron de ser intensas. En consecuencia, el decreto de José
y a abnrles sus vías de abastecimiento, en vez de combatir a los de 13 de acrosto de 1809 ordenó la exclaustración de todos los monjes
o .
franceses. Aunque los funcionarios regulares contribuían con fre- y frailes dentro del término de quince días. El gobierno emprendió
cuencia al reclutamiento, organización y manejo de las bandas, en la nacionalización de las propiedades de las órdenes religiosas y las
muchos casos cayeron éstas bajo el control de individuos poco escru- puso a la venta, a fin ele recaudar ingresos. Para la rama clerical
pu losos , que ya tenían reputación de bandidos o contrabandistas.H del movimiento patriótico parecía innegable el precedente de la
En todas partes la causa de Fernando VII medraba en una atmós- Rt'llolución francesa de 17 89. Para los ministros del gobierno de J osé
fera de réligiosidad. En la ciudad de· Valencia, por ejemplo, dos sa- esa medida implicaba que el camino para lograr la solvenciii de la
cerdotes, uno de ellos fraile franciscano, encabezaron la insunección nación radicaba en la transferencia de la riqueza eclesiástica de la igle-
de 23 de mayo de 1808. El día en que fue proclamado el rey, salieron sia al Estado. En esto seguían a los ilustrados, que eran sus prede-
en procesión por las calles llevando estandartes que exhibían las ces0res, y preparaban el terreno para los liberales, quienes vinieron
imágenes de Cristo el Salvador, de la Virgen de los Abandonados, de a ser sus sucesores en el mismo propósito. 47
San José y de San Vicente Ferrer. Dos infructuosos intentos de los El obs táculo más serio para las políticas del gobierno de Madrid
franceses por apoderarse de la ciudad .en julio de 1808 y durante la era: la acción unilateral de los comandantes militares franceses en
primavera de 1810 tuvieron que retroceder ante semejantes imácre- las provincias. Ante las depredaciones de los guerrilleros eri el campo
nes. Ciertamente, uno de los más célebres jefes de los guerriller~s, 4'\ Ardit, ibid., pp. 123-126, 135-1 36, 285.
4
4G ·R occa, ibid., p. 189. J osé, ibid., Víl , pp. 134-137. Oman, ibid., I , pp. 624-627; III,
~ Suchct, ibid., II, pp. 262-265, 3ll-312.
44 ;;32-539.
Suchet, ibid., I , pp. 40-43, 50-5!. Mdit .. ! bid., pp. 51-61, 70-71 , 98-115. H : Mercad er R iba, ibid ., pp. 102-114, 123-125.
90 L AS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR
LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MiLITAR 91'

y la necesidad de conciliar las opiniones en las poblaciones, cuando tener que rendir cuentas al gobierno de Jos_é en Mad~id. Otro. ~ecre­
era posible, encontraban grandes tropiezos los objetivos de las polí- to imperial de 29 de mayo de 1810 estableClÓ dos gobiernos militare s.
ticas gubernamentales. El sentimiento religioso local, por ejemolo, más en las provincias de Burgos y de Valladolid, Palencia y· Toro,
determinaba que fuera antipolítica b aplicación de las directivas con el propósito semejante de recaudar ingresos del campo pata lose
gubernamentales de Madrid. En Zaragoza, Suchet resistía a la presión cuerpos del ejército francés. Esta política, que se puso en. práctica
constante de Cabarrús para que se trasladara a la imacren de la Vir- sin tomar en consideración la distinta naturaleza de los recursos.
gen del Pilar de su lugar de veneración. En Valencia, S~chet constan- y la riqueza ele cada provincia, contribuyó no poco a la confusión y
temente seguía una política conciliadora después de que la ciudad falta de coor din ación que ya obstaculizaba la política francesa en Es-
fue tomada por los franceses el 9 de enero de 1812. No hacía paña. El supremo comando ele Soult en Andalucía con posterioridad
ningún esfuerzo por aplicar la polí tica del gobierno en cuestiones ta- al 14 de julio separó en forma efectiva esa vasta región de la autori-
les corno la exclaustración y la jurisdicción señorial, con la espe- dad de José. Con el colapso ele la tercera invasión france~a . ~~ P or-
ranza de obtener una ttooperación suficiente de las autoridades exis- tucral entre abril de 1810 y la primavera de 1811, la pos1c10n cle-
tentes, a fin de recaudar ingresos para pagar a sus tropas.4s En Fr~ncia en la península parecía más desoladora que nurica. 50 P ara
las demás regiones de la península la situación era diferente. Los febrero de 1811 los emnleados
r . en la región de España ocupada por
comandantes franceses como Ney en Ávila y Kellerman en Valla- los franceses habían dejado de percibir sus sueldos durante trece me-
dolid, tomaban lo que necesitaban de las provincias que trataban de ses.51 A medida que se desintegraba la campaña portuguesa, la posi-·
pacificar. 10
ción de Francia en Andalucía se empezó a debilitar. Las bandas
La imposibilidad de dominar la península y el creciente costo de insurgentes operaban en todas las regiones montaños~s de Jaén. Y
las operaciones determinó la intervención directa de Napoleón. El R onda. Las a~estes montañas de R onda durante largo tiempo hab1an
desastre de la campaña deJosé en Andalucía en 1810, que no pudo sido el refugio de los contrabandistas, que constituían la más im-·
apoderarse de Cádiz, su principal objetivo, llevó a otro prolongado portante fuente de empleos en la región. Ni siquiera dentro de la.
sitio. Para fines del año el ejército sitiador ya estaba endeudado con misma población de Ronda pudo dormir tranquilamente la pequeña.
nueve meses. El disgusto · de Napoleón por la continuada resistencia guarnición de 550 hombres.52
de España .acarreó una serie de apresurados decretos que definitiva- Las depredaciones militares precipitaron una escasez de granos em
mente minaron la posición de José. El decreto imperial de 8 de fe- todo el centro de España, que durante el año siguiente hundió a la
brero de 181 O produjo el desmembramiento ele España al norte del península en la peor crisis de subsistencias desde 1803-_1805. Como el'
Ebro al crear, en flagrante violación de las promesas hechas en Ba- país aún no se había recuperado de esta escasez antenor, el ha~bre·
yona, cuatro gobiernos militares distintos, bajo generales franceses de 1811-1812 cobró un tributo especialmente grande tanto en vtdas.
investidos de facultades tanto civiles como militares. Augereau en Ca- humanas como en ganado. Para mediados de marzo de 1811 , Madrid
taluña, Suchet en Aragón, Dufour en Navarra y Thouvenet en Viz- ya sufría por la escasez: en septiembre el abastecimiento ~e ali-
caya recibieron facultades para aplicar los ingTesos de su localidad mentos de Toledo, del que principalmente dependía la capttal, se·
según su propia iniciativa a sus particulares necesidades militares, sin había reducido en forma alarmante: para noviembre la hambruna:
amenazaba a la ciudad. Fue poco lo que el gobierno de José pudo·
48 Suchet, ib id., I, p. 285. Ardit, ibid., p. 176, 209-210. ·hacer para afl:ldar. Ni siquiera pudo recabar la cuarta parte de los•
·W Bi'<I Add. Mss. 37 288, ff. 168-169v, Correa a la Junta, Sevilla, 11 de octubre de
1809, acusaba de ignominia ;¡ Ney, Sebastiani y Víctor y en menor grado a Mortier.
50 Correspondance du comte de La Forest, ambassadeur de France en Espagne, 1808-
Ney saqueó e incendió poblados que habían sido ocupados por las tropas espatiolas
1813, 7 vols. (París, 1905-1913), III, 163-376. J osé, i bid., VII, p. 250, Napoleón a Berthier,.
en la región de Salamanca y Valladolid. Fusiló a 53 prisioneros que se tomaron en la
Paris, 8 de febrero de 1810, p . 260, Barthier a Thouvenot y Dufour, Rambouillet, 22 de
batalla de Medellín, fundándose en que si se les dejaba vivos se unirían a los "ban-
feb rem de 1810; pp. 289-296, Napoleón a Soult, Rambouillet, 14 de julio de 1810; pp~
dole:os·: si tenían la oportuni~ad. Correa aseguraba que él había sido un testigo pre·
374-375, J osé a Berthier, Madrid, 15 de diciembre de 1810.
~en~t~l. :obre los_ agravtos del ;rey. v:ase José, ibid., VII, pp. 278-279, José a Napoleón,
51 J osé, ibid ., VII, 400-463, José a Berthier, Madrid, 21 de febrero de 1811.
Sevilla, ..,o de abn l de 18!6; p~. ~26-"30, J osé a Napoleón, Madrid, 31 de agosto de 1810.
;;z Rocca, ibid., pp. 230-268.
LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR LAS FUERZAS POPU.LARES Y EL PODER MILITAR 93:

ingresos por imp uestos que adeudaban las provincias bajo los gobier- El servietO militar, los impuestos, las rentas, los vallados, · la propie-
nos militares franceses. El gobierno de Madrid, con un défici t men- dad de la tierra y las cuestiones laborales nunca dejaron_ de se:, las.
sual que .excedía al subsi4io de dos millones de francos que recibía causas de contención, En este sentido es difícil describir las msu-
-d e París, ya estaba atrasado un año en sus pagos.53 La hambru- rrecciones populares como "contrarrevolucionarias:'. En su carácter
na persistió hasta el verano de 1812. Durante la primera semana monárquico y religioso está implícita una acerba crítica de la estruc-
de enero el precio del trigo se elevó a un máximo de 190 r eales por tura del poder y ele la riqueza tal como la representa el aún. sobre-
fanega: para la tercera semana de junio el precio llegó a 487 reales. viviente ancien regime a nivel local. Más allá de las cmclacles:
Por lo menos 1 500 personas murieron en Madrid a causa de las en- capitales de las provincias o de la nación, el colapso del Estado absolu-
fermedades o de la inanición. Las condiciones en el interior de tista Borbón en 1808 no había acarreado un colapso paralelo del an-
España eran casi las mismas : el número de ovejas, por ejemplo, pro- cien régime: por el contrario, sobrevivía intacto. Los le!?isladores li-
bablemente se redujo a la mitad. Por contraste, los barcos ingleses berales en las Cortes de Cádiz pronto habrían de clescubnr ese hecho.
-aliviaban la situación de los insurgentes a lo largo del litoral, y los La postura legitimista de los movimientos populares ocult~ba u~a
comerciantes de Cádiz hasta se dedicaban al lucrativo comercio del ilegitimidad de mayor alcance: la insurrección y no la aqm~scenoa.
contrabando de víveres con el ejército sitiador al otro lado de la estaba tras la retórica del tradicionalismo popular. La Iglesia Y el
bahía, para mortificación de las autoridades poiíticas. 54 rey no eran símbolos ele conformidad sino de resistencia. El colapso
La presencia ele Napoleón en España exacerbaba la hostilidad de las del gobierno central y el efecto de la invasión. extranjera explicaban
comunidades rurales· y de las pequeñas poblaciones hacia las políticas la existencia y la dimensión de los movimientos populares. Cuando·
-del gobierno central. Según hemos visto, las insurrecciones popula- después de septiembre de 1810 los liberales iniciaron el proceso de
res emanaban no sól o del odio hacia los franceses y hacia lo que ellos reconstruir una autoridad central en España, la cuestión sería si ese
representaban, sino de problemas profundamente arraigados en la pequeño círculo de .reformadores podría ser capaz de hacer caus~
-sociedad española. Las numerosas variaciones entre las regiones de- común con los aldeanos que daban fuerza a las bandas de guern-
terminaban que los Ievamamientos se distinguieran uno de otro. En lleros.55
Galicia e: movimiento popular asumió menos un carácter de guerra Con todo lo efectivo que era, el movimiento español de guerrille-
de clases que en Valencia, en donde era más intensa la presión de la ros de 1808-1814 simplemente complementaba la guerra clásica en-
jurisdicción señorial. En gran parte de la España oriental y meridio- tre los o-rancies e iércitos regulares. Las acciones de los guerrilleros.
nal los insurrectos luchaban tanto contra la nobleza señorial, secu- no se c;ncebían independientemente de las operaciones del ejército
lar o eclesiástica, como contra los franceses mismos. A pesar de la regular. A pesar de su composi~ión social y d~ 1~ espontanei.da~ de
hostilidad general hacia los Bonaparte, los movimientos españoles sus orígenes, las bandas de guerrilleros n~ constltman un movimiento
no constituyeron una defensa de los burócr~tas, prelados o · nobles de guerrillas independiente. La lucha española nunca dejó ele tener
·que representaban al ancien Tégime en su presencia local. Por el con- al ejército en la vanguardia y las guerrillas corno sus subordinadas.
trario, esas autoridades habían crecido sobre la estructura de la co- A pesar de sus numerosas derrotas, el ejército español no se derrum-
munidad de la población que luchaba como siempre por mantener bó ni se desintegró. Cuando se inició la retirada de los franceses.
·sus facultades invasoras. Las presiones del absolutismo burocl"ático, el eJ·ército reo-ular alcanzó una prominen::ia en la guerra que nunca
.del centralismo napoleónico o de las exacciones militares, y la expan- o • '
tuvo en los obscuros días de 1810 y 1811. En consecuenCia, se acentuo
:Sión del Estado liberal del siglo' XIX formaban un proceso continuo. la divergencia de intereses entre los cueJ;pos de oficiales del ejército
68 José, ibid., VIII , pp. 39-41, José a Napoleón, Burgos, 8 de julio de 1811; pp. 46-47,
y las bandas de guerrilleros. El desplome de la monarquía a?solu~a
.ib id. a ibid., Madrid, 24 de agosto de !Sil; pp. 101-102, ibid. a ibid., Madrid, 19 de en 1808 obtuvo la ayuda de la intervención francesa. La res1stenc1a
<Jctubre de 1811; pp. 102-103, José a Berthier, Madrid, }Q de noviembre de 1811.
54 José, ibid., VIII, p. 261. Anes, Crisis agrarias, pp. 433-434. Mercader Riba, ibid., ~5 Una vivida discusión de .estas materias consta t!n "¿Contrarrevolución campesina?'"
pp. 194-306. Ramón Sol!s, El Cdcliz de las Cortes. La vida en la ciudad en los a1ios en Jaime Torres Elías, Liberalismo y re beld ía camk esina, 1820-1823 (Barcelona, 1976).
18/0 a 1813 (Madrid, 1969), pp. 142·145. PP· 7-31.
LAS FUERZAS POPULARES Y EL PODER MILITAR

hacia hs fuerzas bonapartistas dio al ejército, con todas sus debili-


dades, un sen ti do ele propósito nacionaL La retirada de los franceses
.en !~~3 y principios de 1814 colocó a los cuerpos de oficiales en una III . LA SUPREMACíA POLíTICA DE LAS CLASES
posrc10n de mando político. Si el ejército se hubiera desintegrado PROFESIONALES
·en los años ele 1808- 1811 , no hubiera podido existir ninO'una
0
otra f~rerza
militar dentro de la región de los patriotas salvo las bandas de aue-
rrilleros. Si con el transcurso de los años esas bandas habían loa;ado ]. LAS FACCIONES POLÍTICAS ESPAÑOLAS

.debilitar a los ejércitos franceses, tan acosados en otras region:s de


Europa, esas bandas entonces habrían heredado esa posición de man- ~vf u cHo antes de que ocurrieran los acontecimientos de 1808 exis-
,do. Consecuentemente, habrían sido capaces de desafiar a !os oolíti- tían agrupaciones políticas en las principales ciudades españolas. En
·COS civiles ~n las Cortes para lograr el poder a fin de dar ~ueva su mayoría surgieron de las sociedades reformadoras de la última
fo~·~a a las instit.uci~nes españolas. Esto, por su puesto, nur1ca ocu- · parte del siglo xvm. La prohibición de discusiones políticas con pos-
-rrw, porque el eJéroto no perdió su posición predominante en la terioridad a 1790 y el restablecimiento de la censura por el Estado
lucha contra los franceses . De otra manera, habría resultado difícil y por la Iglesia habían refrenado sus public2ciones. Aun así, círculos
.e~itar una situació.n revo:t~cionaria en España. La actitud del ejér- literarios activos continuaban reuniéndose en Madrid, Salamanca,
·Clto ~nte los cambws pohtrcos creados por las Cortes, comprobó, en Sevilla, Cádiz y otras ciudades . Estaban formados por servidores
cambw, que ft~e el _factor decisivo. Sin embargo, la experiencia de públicos, miembros de la profesión legal, nobles de una categoría o
~a guerra, la drver~1dad en los nombramientos para los cargos más de otra, clérigos y escritores. Si bien la capital española en 1800 no
~mportan te~ Y el evidente derrumbe de las antiguas instituciones, tra- se podía ufanar ni ele una universidad ni de un obispado, Madrid
Jeron consigo la división entre los cuerpos de oficiales como res- estaba experimentando no sólo una edad de oro de la literatura, sino
puesta ante las medidas de las Cortes. también un notable florecimiento del arte en la persona de Gaya. El
círculo que se encontraba alrededor de Quintana constituía en rea-
lidad una oposición clandestina al régimen de Godoy con sus crecien-
tes críticas al ancien régime. Para mediados de la década ele 1800 se
podía describir a ese grupo como totalmente liberal en el sentido de
que sus miembros luchaban por reformar la estructura constitucio-
nal de España siguiendo lineamientos semejantes a los adoptados en
Francia por la Asamblea Nacional de 1789-1791. Quintana, joven de
• 20 años de edad cuando cayó la monarquía francesa, era hijo de un
viejo empleado civil que prestaba sus servicios en el Consejo de ór-
denes. Egresado ele la Universidad de Salamanca, desde antes de 1808
ya había compuesto la mayoría de sus odas y varias de sus m;ís cele-
bradas obras. En la llamada A Juan de Padilla (1797) hacía elogios
del derrotado líder de la oposición a- Carlos V que presentaron los
comuneros castellanos. En El Panteón del Escorial· (1805) execraba
la memoria de Felipe II. A pesar de su hostilidad hacia el absolutis-
mo de los Habsburgos y de los Barbones, Quintana aceptó un empleo
en la burocracia tal como su padre lo había hecho: entre 1795 y 1808
actuó como procurador fiscal de la Junta de Comercio y Dinero .1
l :\!hert Dérozier , .J'Cmnud .Jose j Quintana et !a naissance clu. li béralisrne en Es·
l"'i::"e (París, 1968), pp. 23-31 , !H -:36, 210-238.
96 LA SUPIUMAC1A POLlTICA DE LOS PROFESIONALES l.,A SUPREMAC1A POLtTICA DE LOS PROI'ESIONALES 97

En Salamanca un gru po rival del de Quintana se había formado los Bonaparte le provocó el deseo de ver que se realizara una re-
alrededor de personajes literarios como el dramaturgo Leandro Fer- forma en la Iglesia, que no podía concebir dentro del campo pa-
nández de Morat fn y el poeta Juan Me!éndez Vaidés, protegido de ]a- triota. Ninguno de estos "josefistas" esperaba clemencia alguná de
vellanos. Cuando cayó este último en 1798, la Corona exilió a Méndez los patriotas. En julio de 181 3 tanto Meléndez como Llorente acom-
al poco agradable ambiente de Medina del Campo, pero lo rehabi- pañaron a J osé a Francia. 3
litó algün _tiempo después de que U rqui jo salió del ministerio. Aunque La misma Andalucía había desempeñado tan sólo un papel de
se le volv1ó a dar su estipendio completo como fiscal en 1802, Me- poca importancia en la Ilustración española. De todas maneras, un
léndez prefirió regresar a Salamanca. Este ·grupo acudió a Godoy reducido círculo de reformadores se reunía con regularidad en la
para ob tener su apoyo y patrocinio. Su asociación con el favorito ciudad de Sevilla. La capital andaluza, no obstante, parecía más.
atrajo hacia sus miembros. el rencor del ministro caído durante la el punto de enfoque de la religión popular que un centro intelec-
primavera de 1808. En un principio Meléndez prestó sus servicios. tual. Una ciudad con 70 conventos y 30 parroquias, Sevilla, con sus.
a Fernando VII, quien lo presionó para que tomara a su caro-o la cultos rivales a la Virgen, era impetuosa y confiaba en sí misma,
delicada misión de investigar los disturbios en Oviedo. Mientr~s se pero económicamerlte se encontraba estancada. Su principal fuente
encontraba en la capital asturiana, sin embargo, los patriotas rebel- de empleos industriales seguía siendo la fábrica de tabaco. El co-
des, suponiendo que era un partidario de Godoy, estuvieron a punto mercio de la ciudad había decaído durante la parte final del siglo XVII,.
de ponerlo frente al pelotón de fusilamiento. Al regresar a Madrid Me- en parte como resultado de haberse azolvado el estuario del Gua-
léndez cooperó durante algún tiempo con las autoridades de los na- dalquivir. En 1717 Felipe V había trasladado a Cádiz la Casa de
triotas, qu e habían vuelto a la capital después de Bailén. Con' el Contratación, o sea la agencia que llevaba la contabilidad general.
ava~ce de Napoleón y el retiro hacia AndaluCía del régimen de resis- El privilegio de comerciar directamente con las Indias en 1765 y
tenCia, el poeta decidió permanecer en donde estaba y dar su apoyo 1778 había contribuido poco al renacimiento de Sevilla. Aún así,
al régimen de Bonaparte como tina expectativa de reforma más se- existía en la ciudad una sociedad eéonómica, y entre 1793 y 1801 flo-
gura. Meléndez, Moratín y otros habían llegado a la conclusión de que reció la Academia Particular de Letras Humanas. Formaban parte de
los Bonap~:te ofrecían un. término medio entre el ·tradicionalismo y ella dirigentes intelectuales de la localidad como José María Blanco
la revolucwn. Como conseJero real y a partir de enero de 1811 como "White", Alberto Lista, Arjona y Reinoso ~ La reputación de Lista
miembro del Consejo de Educación Pública, Meléndez llegó a ser como hombre de estudio y librepensador precedió a los aconteci-
un personaje de importancia en la administración bonapartista en Ma- mientos de 1808. Había conservado la cátedra de matemáticas en el
drid.2 El caso de Juan Antonio Llorente, a quien Godoy había encar- Colegio de San T elmo desde 1796 y la de filosofía en el Colegio·
gado que escribiera la historia de las Provincias Vascongadas en 1805, de San Isidro desde 1803.4 En contraste con el círculo de Salamanca,
• fue muy semejante. Tanto Meléndez como Llorente habían sid~ tes- que se había enfrentado a · la desgracia y a la persecución, los grupos. •
tigos de la violencia de la Revolución francesa cuando andaban en tanto de Lista como de Quintana habían dado la bienvenida a la
sus cuarenta años más que en su posición más exaÍtada cuando te- caída de Godoy y abrigaban grandes esperanzas de· que el ascenso
nían veinte, '! ambos temían los excesos de las revueltas populares_ de Fernando VII inaugurara una nueva era de reformas. Después de
Llor:n~e llego . a ser recauda~or general de las confiscadas propiedades la evacuación de Madrid por los franceses, el grupo de Quintana
~o~a~tlc~s baJo el rey ]ose en 1809. En efecto, el rey Bonapar te se consideró capaz entre agosto y diciembre de 1808 de difundir am-
s~~mflcauva~ente confió a este encarnizado enemigo de la Inqu isi-
non los archivos del desaparecido Santo Oficio. Llorente representa- 3 Gabriel Lovett, Napoleon and the Bírth of Modern Spain, 2 vols. · (Nueva York,
ba una parte del segmento ilustrado del clero. Su cooperación con 1965), II, pp. 597-599. L!orente (n. en 1759, NE de Castilla) venía de una f-amilia per-
teneciente a la nobleza menor. Fue ordenado en 1799.
2 R . Merrit Cox, Juan iVIeléndez Valdés (Nueva York, 1974), pp. 13-55. En esta 4 Hans Juretschke, Vida, pensamiento y obra de Alberto Lista (1775-1 848) (Madrid.
posición se encontró con otros eminen tes josefistas, como el arabista Juan Antonio 1951), pp. 345-346. Lista provenía de una familia de artesanos de la seda de . Sevilla.
Conde, el economista político Martín Fernández Navarrete y el historiador Mar tlnez R ecibió las órdenes en !804. La familia de Blanco era de comerciantes de Sevilla cono
Marina, qu ien posteriormente defeccionó pas.1ndose al bando patriota. alguna conexión nob iliaria por la línea ma terna.
98 LA SUPR.EMAC1A POLITICA DE LOS PRO FESIONALES LA SUPREMACíA POL1TlCA DE LOS PROFESIONALES 99

pliamente sus ideas liberales por primera vez sin un indebido te- De todas maneras, la pres.ión que ejercían los militares franceses
mor a la censura y a la persecución. Quintana inició la publicación minaba la credibilidad en los partidarios españoles de José. Los
del Semanario Patriótico, primer periódico liberal de España, el 19 afrancesados se enfrentaban a dos problemas básicos: ¿cómo podrían
de septiembre. El diario sobrevivió en esta fase inicial de su exis- · pretender ser los regeneradores de España, cuando el ejército extran-
tencia hasta el 19 de diciembre, cuando las autoridades patriotas jero al que debían su posición seguía dedicándose a la represi?n de
empezaron a retirarse hacia el Sur. El Semanario exigía en forma sus compatriotas? ¿Cómo podrían describirse a sí mismos convm~en­
constante la convocación de las Cortes, una constitución escrita y una tem ente como constitucionalistas y liberadores, cuando la Constitu-
reforma tot¡¡l del gobierno. 5 ción de Bayona y las Cortes que habían prometido nunca tuvieron
Después de que los franceses recuperaren Madrid en diciem- un efecto práctico dentro de la zona ocupada por los franceses? Re-
bre, el gru po de Quintana se volvió a formar en Sevilla, en donde sultaba difícil, además, presentar al emperador Napoleón como el
sus miembros unieron sus fuerzas a las del círculo de Lista v Blanco. liberador de España, cuando persistía en considerar a la península
•Durante-la segunda fase del Semanario Patriótico, del 4 de' mayo al ibérica como territorio conquistado. Con el poder efectivo en manos
31 de agosto de 1809, Blanco y Lista ayudaron a Quintana para que de los mariscales franceses, José no convencía como el benefactor de
publicara el periódico. Colaboró con ellos el jurista y cartógrafo los españoles. En · definitiva no existía salida alguna de estos di-
Isidoro Antillón. Este último era originario de la provincia aragonesa lemas para los afrancesados. No obstante, el ejemplo de la Consti-
de Teruel. A la edad de 30 años en 1808 ya se había distinguido tución de Bayona y la aplicación de los decretos de Chamartín eran
como doctor en derecho civil y canónico, era miembro de bs socie- como una advertencia para las autoridades patriotas de que el cam-
dades económicas de Zaragoza y de Madrid y autor de un opúsculo bio no se podría demorar durante un largo tiempo. Para los liberales
q~e se_ publicó en septiembre de 1808, en el que requería que se como Quintana y sus asociados, Agustín Argüelles y el conde de Toren_o,
d1era fm al absolutismo por medio de la convocación de unas Cortes la leO'islación bonapartista mostraba enérgicamente el conservaduns-
elegidas por el pueblo. En Sevilla, Antillón y Lista cooperaron con mo le la Junta Cent-ral y la renuencia del Consejo de Regencia. Las
Capmany en la elaboración de la Gaceta Oficial de la Suprema Jun- autoridades patriotas entre septiembre de 1808 y enero de 181 O no
ta Central. 6 lograron nada comparable en el sentido de acabar con los restos del
Cuando los franceses tomaron Sevilla en febrero de 1810, Lista se ancien régime.
puso de su parte e hizo promesa de fidelidad a J osé. En una España Argüelles argumentaba que esa actitud recalcitrante entraba en
bonapartista veía, tal como lo habían hecho antes que él Moratin, conflicto con la pretensión de la Junta Central de ser un gobierno
Meléndez y Llorente, una posibilidad de regeneración, una libera- popular. Los liberales aspiraban a introducir en la zona de los pa-
-ción gel absolutismo de los Barbones y del fanatismo popular. Bajo triotas políticas similares a las que ya había aplicado el régimen de
•.el gobierno francés Lista editó la Gaceta de Sevilla a partir del 17 de Madrid. Se esforzaban por impulsar a la Junta Central en esa direc-
febrero de 1810. Por su postura bonapartista pagó con cuatro años ción: para ellos la Constitución 'de Bayona representaba un reto evi-
·de exilio después de 1813. La mayoría de los afrancesados se consi- dente al que tenían que responder por medio de una ·Constitución
·deraban "imperialistas" y no revolucionarios: preferían el Consulado escrita desde la zona ele los patriotas. De esa manera la naturaleza, la
y el Imperio al Comité de Seguridad Pública: preferían la Constitu- composición y la política del · régimen de José contribuían ind_irec-
dón del Año VIII a la Constitución de 1791. Lista argüía que ni las tamente a reforzar al grupo liberal en el Sur de España. Esa mlSI~a
Cortes ni la Constitución de. Cádiz habrían existido nunca sin la circunstancia ayudaba a explicar por qué los tradicionalistas perSlS-
··condición previa de la intervención napoleónica de España en 1808. tentemente identificaban a Jos liberales y a los afrancesados como si
5 María Esther Martincz Quinteiro, L os grupos liberales antes de l11s Cortes de
fueran un mismo grupo. 7 .

,Pádiz (Madrid, 1977), pp. 80-86. José Luis Camellas, "Las Canes de Cádiz y la Cons- El colapso de la Junta Central y la rendición de Sevilla llevaron
-~itución de 1812", Revista de Estudios Políticos, CXXVI (nov.-dic., de 1962), pp. 69-110,
9 3-74. 7 Hans Jureschke, Los afrancesados en la guerra ele la independencia (Madrid , 1962),
.~ fl ~"Ia rt.ín ez Quinteiro, iiJicl. , pp. 83, 115-117. pp. 2S, 252·254.
LA SUPREMAC1A POLíTICA DE LOS PROFESIONALES 101
100 LA SUPREMAGfA POLíTICA DE LOS PROFESIONALES

a la formación de un C onse~o de Regencia constituido por cinco m- po fu e presidente de la Junta Central. El término "moderado'' es par-
dividuos en la Isla de León. Desde su iniciación el 1" de febrero la ticularmente adecuado porque se anticipa al uso que le daban_ los
Regencia demostró aue era más conservadora oue su antecesora. Nun- españoles ai definir a los liberales, sobre todo ios de la anugua
ca llegó a tener, sin' embargo, ni el liderazgo' ni la coherencia. Dos generación, quienes en las décadas de 1820 y 1830 estaban en favor
de sus miembros, el mexicano Miguel Lardizábal y Uribe, quien de que se adicionara una cámara alta a las Cortes. Campo Sagrad,o
había residido en España la mayor parte de su vida, y el obispo de era un asturiano de cincuenta años de edad en 1810 que h ab1a
Orense, seguían defendiendo la teoría abso~utista de gobierno. El participado en las campañas contra la Franci~ revolucion~ri~ entre
anciano Francisco Saavedra representaba tan sólo un tenue lazo de 1793 v 1795. Junto con Jovellanos represento a su provmoa ante
unión con el antiguo absolutismo reformador y siempre que era po- la JÚ~ta Centr~l. Garay, en can:bi?'. venía de una fami~i.a ~e hidalgos
sible tenía la esperanza de eludir controversias políticas. Dos anti- de origen aragonés. De una pnmltlVa carrera en el eJerCito,. al que
guos oficiales de las fuerzas armadas completaban la Regencia. Anto- se enroló en 1789 a la edad de veintiocho años, Garay postenormen-
te se pasó a la burocracia. Su s logros ·como mili_tar e~. las provincias
1
nio Escaño, que había sido el portavoz de la Junta Central en los
asuntos navales y americanos, no estaba comprometido con ningún del Norte después de 1799 lo llevaron a su des1gnacwn para las In-
determinado punto de vista y debería considerársele como apolítico. tendencias de Murcia en 1804 y de Extremadura en el año siguiente.
Castaños, no obstante, vino a ser el puente entre la Regencia y los La oposición de Garay a los franceses determinó la expropiación de
liberales, hacia quienes no parecía estar mal dispuesto. Estos últimos, los bienes de su familia en Aragón.9
particularmente durante el verano de 181 O, incrementaron la presión Quintana, a quien se describe como el jefe del grupo más efectivo
que ejercían sobre los Regentes para que apresuraran la convocación de propagandistas de su época, se encontraba en el .-:entro de una
de las prometidas Cortes. En este empeño estaban apoyados por la ·compleja red de relaciones personales, que incluían a Jovellanos, Ga-
Junta de Cádiz, reorganizada el 29 de enero bajo la presidencia ray, Blanco y Antillón. En vista de la oposición conservadora a la
de T omás Istúriz, miembro de una de las principales familias de co- convocación de lo que los liberales definían como un "Congreso
merciantes de la ciudad. La Regencia confió a ese organismo formado Nacional", Quintana trató de convencer a los moderados de que se
por 14 miembros la administración de las finanzas públicas, y de esa alinearan a la primera para formar un frente común contra los de-
manera le confirió una influencia inmensa en la toma de decisiones .8 fensores del ancien régime.10
La Junta Central, bajo la influencia de Jovellanos, había dis- La Recrencia inició el procedimiento de convocación el 14 de fe-
puesto que se convocaran las Cortes bicamerales. El haber tenido o A .
brero al requerir a las provincias de la España libre y a la ménca
que huir de Sevilla, sin embargo, había nulificado el efecto de ese española realista para que eligieran diputados a Cortes. Como no
decreto. Durante los primeros meses de 1810 no había surgido nin- se había tomado aún ningullR decisión en cuanto a la forma de esa
gún convenio dentro del régimen ,patriota con respecto a la forma asamblea, la propaganda liberal argumentaba persuasivamente en fa-
que adoptarían las Cortes. Los absolutistas como Lardizábal y 0rense, vor de que se estableciera una sola cámara. Ante la presión el Con-
procuraban dejar en suspenso todo el proceso de la convocación. El sejo de Estado lo aceptó el 2 de agosto. Como ahora estaba frente a
círculo que estaba alrededor de ]avellanos, que parecía haber trinn· un .aislamiento político, la Regencia empezó a titubear. El 20 de sep-
fado en enero, aún se aferraba a su posición bicameral, pero dadas tiembre los recrentes se liberawn de toda responsabiildad en la toma
o -
las dificultades de lle'{arla a la práctica, no estaba más cerca de alcan- de decisiones dejando la cuestión de la forma de la asamblea a las
zar su objetivo. Este grupo podría haberse descrito adecuadamente Cortes mismas una vez que se hubieran reunido. De esta manera el
como "reformista moderado". Estaba formado principalmente por los primer Consejo de Regencia se limitó a la impotencia política y dejó
más íntimos asociados de J avellanos, el marqués de Campo Sagrado,
Martín de Caray y el marqués de Astorga, quien durante algún tiem~ n Federico Su~rez Verdaguer (Ed.),¡ Documentos cle l reinado de Fernando VII, 10
, ,0 ls. pp.
(Pa mplona, 1965-1968), IV i , 41 ·65, 95. Tan to Campo Sagrado como Caray
8 Martínez Quinteiro, ibid., pp. 227·233. Miguel Artola, Orígenes de la Espa1Ta fueron ministros durante el primer '¡:régimen absolutista después de 1814.
contemporánea, 2 vols. (Madrid, !959), I, pp. 369-397. 10 Martínez Quintcíro, ibiil., p. 47, ·.
LA SUPREiV!ACfA POUTICA DE LOS PROFESIONALES 10!r
LA SUPREl\IAGtA POLíTICA DE LOS PROFESIONALES

la inicia tiva a los dipu tados en una asamblea cuva composición no o financiera llegaron a ocupar una sede en las C01·tes, aunque evi-
se podía predecir.ll ' ·
den temente fuero n muchos los que dieron su apoyo a la naturaleza
Durante la primavera de 1810 los territorios de América que has- unicameral de la asamblea y a la legislación promulgada por ella.
ta entonces no se habían visto afectados por los trastornos revolu- Una explicación sencilla de la ausencia de las clases cap italista~ . er~
cionarios iniciaron el proceso de elegir diputados. La Regencia confió su obsesión por los detalles prácticos de cómo hacer dmero. NI SI-
es~ tarea a. los_ consejos mun icipales de las provincias y de las capi- quiera Cádiz estuvo representada principalmente por miembros ?e su
tales d~l VIrrem ato. Las instrucciones especificaban que únicamen te comunidad mercan til. Uno de cada cinco diputados de la cm dad
los nac;dos en América podían ser escogidos para su elección an te pertenecía al clero. Istúriz no ll egó a ocupar su asiento en la asamblea
las Co:te~. De esa manera los españoles residentes en las In dias, quie- · ~ino hasta que se reun ieron las Cort es Ordinarias de 181 3-18 14. Aun así,
nes p_nnCipalmente tenía n el control de la vida comercial del imperio la comunidad mercan til de Cádiz nunca dej ó de ejercer presión sobre
amencano y el predomin io en toda la administración, se vieron pr i- el Consejo de Regencia, el ministerio y las 8ortes particularmente,
vado~ de rapresenta€ión en la nueva asamblea:l2 Como se suponía que como lo veremos, con res pecto a las cuestiones del comercio con las
los diputados electos de las Indias no llegaran sino hasta después ele Américas y las concesiones comerciales en favor del aliado británico. 14
que ~a asamblea se declarq.ra formalmen te abierta, el Consejo de R e- Los dieciséis diputados de Cataluña venían predom inan temente de
g_enCia el 12 de agosto dispuso que se nombraran diputados subs- las fi las del bajo clero o de la profesión legal. La larga ocupación
titutos . o _suplentes entre los amer ica nos qu e resid ían en Cádiz. Un francesa de Barcelona y del litoral de Cataluña ex plicaba por qué
pr~ced1m1ento semejante se aplicó para el caso de las provincias es- los diputados ca talanes a Cortes tendían a reflejar las op~n iones del
panoJas que estaban bajo la ocupación francesa. La selección de interior rural. H ombres de la vieja generación como Jaime Creus,
suplentes se realizó a mediados de septiembre. De un total de 53 su- Felipe Aner y Lázaro de Dou, encabezaban el contingente catalán y
plentes, 30 representaban a las pro"vincias americanas. Muchos de se pronunciaron apoyándose en una interpretación tradicionalista del
e !~os se identificaban con la posición liberal, incluyendo los dos papel de las Cortes. El único industrial que había en el grupo, Sal-
m1~mbros de la nobleza titulada que representaban a Cuba y al vi- vador Vinvals votó en contra del decreto de libertad de prensa pa-
rrem~to de Nueva Granada. Entre los suplentes peninsul ares fue trocinado por ,los liberales, que se emitió el 19 de octubre.l 5 El reino
escog1do Argüelles por su nativa Asturias. Otros destacados liberales, de Valenci a elio-ió a diecisiete diputados: tres clérigos, cinco aboga-
como Diego Muñoz Torrero, Juan N icasio Gallego, Manuel G arcía dos, tres miembros ele las fuerzas armadas, dos empleados públicos
Herreros y Evaristo P érez de Castro, ingresaron igualmente a las y un ind ivi du o que se describió como miembro de la nobleza. Tres
Cortes como suplentes.13
de los suplentes de Valencia provenían también de la profesión le-
o-al y el cuarto era comerciante. Diecinueve de esos veinticuatro
• "'diputados
'
asistieron en· realidad a las Cortes. ~ 6
2. LA APERTURA DE LAS C ORTES Noventa y nueve diputados estuvieron presentes en la sesión de
apertura: veintisiete representaban a los territorios americanos. Del
Cuando los diputados finalmente se reunieron el 24 de septiembre número total, sin embargo, cuarenta y cuatro eran suplentes. Para el
aparecw en forma sorprendente el predominio de las clases profesio- fin del año 129 di putados asis tían a las Cortes, y de ellos veintiocho
nales. Unos cuantos miembros de la burguesía empresarial, comercial e~an americanos y cuarenta y seis sup:entes. Polemistas tradicionalis-
11
Agustín ·A rgüelles, Examen histórico de la refo!·ma constitucional, 1810-1813, 2
H Ramón Salís, El Cádiz de las Cortes. La vida en la ciudad en íos años 1810 a
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bernadora de i'•léxico, 16 de mavo de !810.
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16 i\lanucl Ardit Lucas, Els valencians de les Corts de Cadis (Barcelona, 1968),
:'-ione de .Espa 1ia.
P P· 1-!-17.
104 LA SUPREMACíA POLlTIC.-\ DE LOS PROFESIONALES
LA SU PREMAC!A POLíTI CA DE LOS PROFESIONALES 105

tas posterior es como fray Rafael de V élez, obis po de Ceuta, estudia- de cooperar con sus contrapartes liberales entre los laicos a fi? .de
ban el [erna de los diputados substitutos en cuan to pudiera valer. r educir la influencia de la Santa Sede en los asuntos de la Iglesia en
Al discutir el carácter representativo de las Cortes, trataban de minar España. Compartían el odio que en general sentían los liber-ales por
1~ le~i timidad y la credibilidad de la asambleaY Siguien do el princi- la Inqu isición y procuraban restringir el papel . que desempeñaban
piO ae la representación de acu erdo con la ooblación Galicia con las órden es r eligiosas en la sociedad hispánica. Los más destacados
gnndes regiones no sometidas a las tropas fra~cesas, en~ió a las' Cor- personajes entr e ellos eran Muñoz Torrero, anterior rector de la
tes el contingente más numeroso: veintitrés diputados para fi nes de Universidad de Salamanca y el historiador valenciano Joaquín Lo-
l 81 O. Ellos adop taron tamb ién en general una postura tradicionalis- renzo Villanueva.10 Este último, originario de la pequeña población
ta_- _H asta el verano d~ 1813 las regiones del corazón de España, la de J átiva, había sido miembro del ~onsejo de la I?9-uisi~ión cuando
Vt~] a y_la Nueva Castilla, León, La Mancha , Extremadura, Aragón y lleo-ó el nuevo sio-lo. Su actitud hac1a el Santo Oftc10, sm embargo,
el mtenor de Andalucía, seguían re presentadas insuficientemente. En dif~ria poco de la de Llorente. Villanueva debía su posición .en
sept~em~re de . 1&1~ tan sólo . diecisiete diputados representaban esos aquellos días al patrocinio del obispo de Salamanca, Fehpe Beltr~n,
terntonos del mtenor. Para fmes del año su número se había elevado inquisidor general. De la capellanía al obispado pasó p~r la ca~1lla
a_ no -~lás de veinticinco. En el momento en que se promulgó la Cons- real de Carl os IV. Como miembro de la Real Academia Espanola,
tttuoon en marzo de 1812 solamente cuarenta diputados representa- Villanueva ya había publicado varias obras de religión y del idioma
ban una extensa región de España. Para febrero de 1814, sin em- .con anterioridJd a los acontecimientos de 1808. H abía sido miembro
bar~o, la evac~a_c,ión de los franceses de la mayor parte de la del Comité Eclesiástico de la Junta Central y había seguido hasta
penmsula · permttlO que se efectuaran elecciones directas en el in- Sevilla al régimen patriota. Con la ocupación francesa de Andalucía
terior por primera vez, con_ el resultado de que llegaron 67 diputados Te!ITesó al pueblo de Valencia en donde había nacido, y allí fue elec-
to para tomar asiento en las Cortes. 20 Los diputado~ cler~cales, por
0
para representar a esas regwnes. El carácter especial del interior ase-
guraba una transformación en la composición política de las Cortes. supuesto no asistían a las Cortes como estamento smo slmple~en­
~asta 1813 las .zonas de. la. costa con el apoyo de la mayoría de los te como miembros individuales. No formaban un grupo homogeneo.
dtputados amencanos, drecmueve tan sólo del virreinato en la Nue- Cuerpo de clérigos tradicionalistas, además, se oponía. a la .mayor!a
va España, constituían la influencia predominante en la asamblea, de las medidas adoptadas por los liberales y por sus abados pnsenrs-
lo que ayuda a explicar el liderazgo que desde un principio tomaron tas.n Creus y Lázaro del Dou formaban parte de ese círculo, pero
los liberales.1 s
Los miembros del clero constituían aproximadamente dos terceras 19 Émíle Appolis, Les jansé>listes espagnols (Burdeos, 1966) , p . 162. Josef Espiga,

partes de la,s C?rtes .. Provenían no del clero regular sino del seglar, figura central en este grupo , fue canónigo de San Isidro en Madrid, colegio _que
generalmente apoyaba la posición jansenista. Antonio Oliveros había estado asoCiado
varios de el;os 1111.burdos por los principios del jansenismo y deseosos a la difunta condesa de Montijo. ·
17 20 AHN Inquisición 4506, núm. 9. Véase Joaquín Lorenzo ·Villanueva, Vida literaria.
Fray Ra.fael de Vél~z, Apología .d el altar y del trono, 2 vals. (Madrid, l318), Memor ia de sus escritos y de sus opinion es eclesiásticas y politicas, y de algunos su-
I, PP· 62, 68-75, 95. FranCISco Alvarado, Cartas críticas que escribió el R mo. P. Maestro cesos notables de m tiempo, 2 vals. (Londres, 1825), n. 1757; fue miembro de la Real
Fr. F>:ancisco Alvarado del Orden de Predicadores o sea el Filósofo Rancio, 5 vals. Academia de la Hi storia y autor de un comentario acerca de la ley fundamental de
(Madnd, 1824-1 825), I, pp. 31-32; JI, pp. 451 -452; III, pp. 40·41. Acerca de Vélez véase J. Castilla , el Fttero }uzgo. Villanueva murió en Dublín en 1837. De acuerdo con Vicente
Couselo Bauza~, Fray Ra fael de Vélez y el Sem inario de San tiago pp. (Santiago, 1927), n. Llorente, Libemles y román ticos. U·na emigración española en Inglaterra 1823·1~34),
Ma laga 1772 ; mgresó al convento capuchino en Sevilla en 1792; se ordenó en 1803. (Madr id, 1968), pp. 27-28, tanto Godoy como el inquisidor general Ramón Jase de
I S Diario de las d is>~ts~ones y actas de las Cortes, 23 vals. (Cádiz, 1811 -1813), I, pp. ¡.
Arce, q uien en 1808 se unió a José, había protegido a Vi!lanueva.
139. Ac~ rc~ de las opm10nes de José R amón Becerra y Llamas, diputado por Luga, 21 Sobre los '"renovadores" (esto es , los tradicionalistas), véase José Manuel Cuenca
véa~e Dwno VIII, 28 de agosto de 1811, p. 63: "¿el heroísmo del pueblo espa 1iol en la T oribio, Du 11 Ped·ro de l ngttan:o y Rivera (1764·1 836), último primado d el a11 t iguo
lucha con tra los franceses íue el resultado de su conocimiento de los Derechos del régimen (Pamplona, 1965), pp. 78, 90, 113. So n catorce los nombres que apa.r:cen:
Hombre? No. Nunca ~~pieron nada de eso. Bro tó de su fe católica y de su devoción Creus, Borrull, Dou, Feli pe Ancr, Inguanzo, Lera, Manuel Ros, Mateo A nglllnan~,
a la corona". Llamas ~revino a las Cortes de que no introdujeran "innovaciones" del el obispo de Ca lahorra, Freire Castrillón, Bias Ostolaza (suplente peruano), Antomo
tipo franc és. Véase también Vélcz, ibid., II , pp. 47-55 .
Joa qu ín Pérez (Puebla), Ca1icdo y Simón López. Var ios de ellos, Cati edo, López, Crcus,
106 LA SUPREMAC1A POLiTlCA DE LOS PROFES!Ol':.-\LES
LA SUPREMAGf:\ POLíTICA DE LOS PROFESIONALES 107'
quizá el más distinguido de ellos fu e Francisco Javier Borrull Como
en que socavaba la forma histórica ele represent~ción por estamentos.
Villanueva, su paisano de ValenciJ, Borrull tenía iaualmente tras
en las Cortes. Es pecialmente veían en el absolut1smo de los B?rbones
de sí una carrera impresionan te antes de ingresar a la~ Cortes. Doce
un concentrado ataque contra las leyes fundamental~s del ~emo . _D e
a~os ma_ror que Villanueva~ ya había llegado a la · edad de sesenta y
las reo-iones, en particular de Cataluña y de ValenCia, hab1a vemdo·
el rep~tido llamamiento para que se reviviera l_a -~istinta es~ructura
cmco anos cuando se abneron las Cortes. Borrull venía de una
familia que desde el siglo xvrr había producido juristas y abogados.
de esos re inos anteriormente separados. Una opm10n como esa, que·
P or el lado de su madre, la familia era propietaria de algunos bienes
nunca fue compartida por los liberales, implicaba una radical des- ·
mrales bajo la forma de un molino. En su carácter de juez de diezmos
viación de todo el espíritu de la legislación de los Bor bones. Este sen-
nombrado por la Audiencia ele Valencia, Borrull publicó durante el año
timiento regionalista nu blaba muy considerablemente la manera de
de 1810 un discurso sobre la constitución para el reino de Valencia de
pensar tradicionalista, porque impedía una concertada defensa de los.
Jaime I de Aragón. En este examen histórico de los fueros valencianos
oraanismos intermediarios a nivel nacional. Pedro de Iguanzo, uno.
Borrull mostró que estaba a la cabeza del movimiento en f<fvor de lo~
de los diputados por Asturias, dejó de incluir la defensa d~ los.
0

nuevos fueros . en el reino. Apoyaba el renacimiento de instituciones


fueros reo·ionales en su argumentación en favor de un "gob1erno.
mixto" . juicio de Ingt¡anzo, clérigo de una de las órden~s menores.
separadas en Valencia como la manera de eliminar el absolutismo de
Castilla impuesto por la Nueva planta de Felipe V. Borrull admiraba
A
hasta después de 1814, durante el siglo xvm la monarquta abs?luta
la defensa que hizo Montesquieu de la nobleza y de los organismos
había reducido a la "monarquía moderada" de :)!:spaña a un gobierno.
intermedios, y veía en la aún no reformada Constitución de la
arbitrario. Veía que las Cortes tenían ante sí una ~o~le tarea: la
Gran Bretaña un adecuado camino intermedio entre el absolutismo
defensa de la independencia nacional y el restablecimiento, de ,los.
y la revolución. En este sentido Borrull combinaba el reaionalismo
antiguos estamentos de las cortes históricas. Inguanzo l;ab1a ca1d?'
con el corporativismo. Hablaba de "las antiguas leyes fundamentales
bajo la influencia de Bnrke, y lo mismo que Borrull, .ve1a en la ca-
de la monarquía" y al hacerlo no se refería a la España de los
mara alta del Parlamento inglés un contrapeso al gob1erno. pop~lar,
monarcas Borbones centralizada administrativamente, sino a los reinos
como el que se había experimentado en la Francia revoh~c~onana y·
separados en la época de la Edad Media, cada uno con sus distin-
tas leyes e instituciones.22 al despotismo monárquico. Estos dos tradicionalistas identificaban. ,el
Esos tradicionalistas nunca formaron un partido unido en las . problema central de la vida política española como la .restaur~cwru
del "equilibrio" de la Constitución. En este aspecto segman las Ideas.
Co~tes y menos aún en el país. Aun así, el número de votos que oh-
teman con respecto a los temas que los perturbaban seauía siendo ele Jovellanos. 23 ,
Jnauanzo era casi veinte años menor que Borrull. Provema, lo.
relativamente consistente. El colapso de la Junta Central ~ el fracaso
mism o que la mayoría ele los más importantes di~u.tados liberales,. .
0

político del Consej o de Regencia ocurrido entre enero y ~eptiembre


de la reaión costera de Asturias. Venía de una fam1ha mode~ta con:
de 1810 · determinaron que perdieran la iniciativa. La falta de una
una tradición de servicios públicos y de cargos eclesiásticos. Como•
organización efectiva incrementó sus deficiencias frente a un delibe-
estudiante de derecho en la Universidad de Oviedo entre 1781 y 1782'
rado intento ele los liberales para alterar la estructura constitucional
conoció a su futuro compañero tradicionalista Alonso Cañedo Y Vigil,
de 1<;1 . monarquía española. Los tradicionalistas eran igualmente re-
formadores . No eran absolutistas en el sentido de que defendieran cuatro años mayor que él, quien fue canónigo de la Catedra! de _To-.
el tipo de sistema políti~o heredado de los Habsburgos y de los ledo por el tiempo en que se abrieron las Co~te.s. La Umve:sl~ad
de Oviedo fue el campo de adiestramiento de vanos de los mas Im-
Barbones. Por el contrano, atacaban esto específicamente· con base
portantes personajes del primitivo liberalismo español. All~ . fue do_n-
P.érez: Inguanzo, fueron obispos. ~espués _de 1814. Creus y Frei rc tuvieron una partí· de Inananzo h izo sus estudios jUnto con José Canga Arguelles, Al-
ctpact ón Importante en la oposición realista al segundo régimen liberal de 1820-1 823. varo Flórez Estrada y Angel de la Vega Infanzón. Este último, _que
22 Diario VII, 7 y 24 de junio de 1811 , pp. 13, ,23, 30, 68-69, 253, 282, 315, 330. se había quedado en Oviedo para impar tir una cátedra en la umver-
Diario VIII, 28 de agosto de l8IJ, pp. 54·55. Ardit, ibid., p p. !4-1 5, 19·22. Ardit,
R c·;oiución liberal, pp. fi1, ! M-168.
~3 Diario VII I, 12 de septiemb re de 1311 , pp. 260·268. Cuenca, i bid., pp. 74-75, 90- 101 .
1()8 LA SUPREMACíA l'OL1TIC:\ DE LOS PROFESIONALES LA S PREMAC!.-\ POLíTICA DE LOS PROFESlONALES 109

sidad, ingresó a las Cor tes al m ismo tiempo que Inguanzo y Cañedo, lles pertenecía al gr upo de Quintana. 25 Durante el prii:ner periodo
Oviedo se ufanaba de pertenecer a un reducido círculo de ilustrados constitucionai T or eno seguía siendo el más cercano colaborador de
y de sus hijos más inclinados al radicalismo, pero en general la ciu- Argüe:les. T oreno perte;ecía a la antigua nobleza de Asturias. Su
dad y su universidad seguían chapados a la antigua. Los jóvenes padre, J osé J oaquin Queipo de Llano, había sido miembró ele la.
bnscaban empleo en la burocracia después de recibir sus títulos de R eal Sociedad de los Amigos del País en Asturias y del comité direc-
abogado, y se trasladaban al ambiente más estimulante de Madrid.24 tivo de la R eal Academia de la Historia en Madrid. Con anteriori-
Los empleados públicos y los que habían obtenido título de aboo-ado dad a su misión en Londres, T oreno se reunió con Flórez Estrada y
. ' o
constltman el segundo grupo más numeroso según su ocupación en con Inguanzo en la Junta de Asturias ele mayo de 1808. En Londres,
las Cortes. Más o menos el 25 % del total de sus miembros había como uno de los enviados de la Junta, escribió a los virreyes de la
o btenido el título de abogado en las universidades españolas, aunque Nueva España y del Perú el 21 y el 22 de julio requiriéndolos para
eran pocos los que ejercían el derecho como profesión. En muchos que dieran su apoyo a las insurrecciones españolas. Cuando sólo tenía
·ca~ o~ un título de abogado llevaba a solicitar un cargo en la buto- veinticuatro años de edad en 1810, Toreno fue uno de los más jó-
<:raCia real. Eran numerosos los dirigentes liberales en las Cortes venes de los dirigentes liberales. 26
que habían trabajado en el servicio civil bajo la monarquía absoluta No todos los principales teóricos liberales asistían a las Cortes.
y, en consecuencia, compartían el deseo de re forzar la supremacía del Flórez Estrada nunca lo hizo. Canga Argüelles, lo mismo que lstúriz"
J?Oder c!vil que sus predecesores ilustrados habían también expresado. ingresó a la asamblea en 1813 como resultado de las elecciones para
Estos.', sr~ embargo, h~bían luchado sobre todo por reducir el poder las Cortes ordinarias. De todas maneras, esos dos personajes eran re-
·eclesrasuco, pero los hberales de 1810 se enfrentaban a un poder más presentativos de la opinión liberal. Sus padres, igualmente, habían
fuerte, el de los militares, que la guerra en la península había puesto desempeñado un papel destacado en la Ilustración asturiana. El
en la vanguardia. · padre de Flórez Estrada fue amigo de Campomanes y de J ove:lanos,
Entre los siete diputados asturianos Agustín Argüelles llegó a ser en tanto que el padre ele Canga había impartido una cátedra de dere-
el más destacado. Principal exponente de la posición liberal unica- cho en la Universidad de Oviedo. Después de una breve carrera en
meral, Ar~~elle~, .originario de Ribadesella, ingresó en un principiO el servicio civil, Godoy envió a Flórez Estrada de regreso a Asturias.
.en el servrcw crvrl en 1800 a la edad de veinticuatro años. Moratín luego de que expresó opiniones políticas que no fueron bien re-
le dió .empleo en Ia Oficina de Traducción de Idiomas Extranjeros de cibidas. En 1808 se había unido al régimen insurgente en la pro-
1~ Secretaría. De allí pasó cinco años después a la controvertida ofi- vincia, pero se trasladó a Sevilla al año siguiente a fin de quejarse
nna ele la amortización de los vales reales, en donde trabajó estrecha- ante la Junta Central de que R omana había disuelto la junta provin-
mente con su director, Sixto Espinosa. Como este último envió a Ar- cial. Como, sin embargo, Flórez Estrada había vivido durante su for-
güell~s a ~ondres _en 1806 en una misión especial, pudo escapar a mación en Asturias y no en la capitial de la nación, se encontró aisla- ,
la ammos1dad ·hacra los asociados de Godoy durante la primavera do en Sevilla. Al carecer de buenas relaciones, encontró que n adie
de 1808. lo escuchaba. P or lo tanto, decidió abandonar España y viajó a In-
En Londres Argüelles se reunió con los representantes de la glaterra en donde publicó en 181 O su defensa de la libertad ele prensa_
Junta ele Astnrias, Vega Infanzón y Toreno. Después de que Romana Flórez Estrada y Canga Argüelles compartían opiniones similares.
disolvió la Junta de Asturias, Argüelles se dirigió a Sevilla y trabajó acerca del tema de una constitución escrita con representación de
en la secretaría de la Junta Central. En el otoño de 1809 fue admiti- acuerdo con la población como su principio fundamental. Ambos.
do por el comité auxiliar de leyes y constitución de la Junta. Argüe-
~ 5 Constantino Su;irez, Escritores y artis tas asturianos, 3 vols. (Madrid, !936), !I,
24 Inguanzo, 11. Llanes, 1764, se graduó como doctor en Derech o Civil y Canónico pp. 279-295. Martínez Quinteiro, i bi<l., pp. 220-222.
e~ la Universidad de Sevilla, y posteriormente residió en el palacio arzobispal ,,en 26 Henry R ichard Vassall, tercer Lord Holland, Further ¡'v[emoirs of the Wh ig Party
v¡sta de una relación de familia con el titular. Vega tenía 3~ años de edad en 1810. (1807- !821) with sorne Miscel/aneous R eminisce nces, edi tado por Lord Stavordale (Lon-
C uenca, ibid., pp. 21 -23, 60-66. David Ruiz, Asturias contemporánea (1 S08-JS36) U•·ia· d res, 1905), p. 369. Máximo Fuertes Acevedo, Bosquejo acerca del es tado que alcanzó en<
d rid , 1975), pp. 4-9. todas epocas la literatura en Asturias (Badajoz. 1885) , pp. 229-2<11.
'l!O LA SUPREMACíA POLíTICA DE LOS PROFESIONAI.ES LA SUPREMACíA POLíTICA DE LOS PROFESIONALES 111

·elaboraron disertaciones sobre esa materia, que se publicaron en 1809 contemplab;t los asuntos políticos desde el ventajoso plinto de vista
y 1810. El padre de Canga desempeñó hasta 1787 el cargo de fiscal del gobierno central, que a través de los ojos de Madrid, como quien
·de la Audiencia de Zaragoza. En la universidad d~ la localidad el dice, se había trasladado a la Isla de León. Los liberales nunci cons-
mismo Canga recib ió su doctorado. En 1794 formó parte de la Real tituyeron un partido político ni en las Cortes. ni en el país. No
:Sociedad Aragonesa. En los años anteriores a su traslado a Madrid en existía organización nacional alguna, sobre todo en vista del hecho
1798 como empleado del gobierno, Canga se dedicó a traducir poesía evidente de la ocupación militar francesa en la mayor parte de la
·griega, principalmente de Anacreonte, Safo y Píndaro. · Canga, no península. Formaban, en cambio, un conjunto disgregado de indi-
·obstante, obtuvo notoriedad primero en la escena nacion al como re- viduos que estaba de acuerdo con los temas centrales de su época, tal
sultado de su prolongada estancia en Valencia, a donde llegó en 1804 como ellos los veían . Pensaban poner en práctica esas ideas por me-
·como contador en jefe del ejército. Durante los acontecimientos de dio de las Cortes. Las reformas que concebían eran estructurales; por-
1808 Canga se identificó íntimamente con los esfuerzos del grupo que las consideraban como su principal tarea para la eliminación de
' ·de comerciantes dirigido por la familia Bertran de Lis para que fueran las instituciones y prácticas asociadas con el ancien régime. Trataban
depuestos los representantes políticos de la ciudad pertenecientes al de lograrlo no por medio de una revolución popular como la ocurri-
.an cien régime. Ese grupo liberal no compartía las aspiraciones de da en Francia apenas veinte años antes, sino a través del renacimiento
Borrull acerca de los nuevos fueros y de la mayoría de los diputados de las Cortes, institución tradicional pero que había sido descuidada
valencianos a Cortes. El propio Canga argumentaba convincentemente y que se proponían reformar de una manera radical. 28
·en favor de un Estado unitario muy semejante al de Francia después
·de 1791. Luego de un periodo de dieciocho meses como inten-
dente de Valencia y de Murcia, Canga llegó a la Isla de León en 3. Los OBJETIVOS LIBERALES Y LA TEORÍA DE LA SOBERANÍA
·enero de 1811. Flórez Estrada regresó finalmente de Inglaterra en oc- DE LA NACIÓN
tubre.27 Distinguidas familias, por tanto, eran las que dirigían al
:grupo liberal en las Cortes. En numerosos casos los dirigentes libera- El primero de los actos de las Cortes fue declarar, el 24 de septiem-
les eran hijos de hombres que tenían tras de sí carreras distin- bre de 1810, que la soberanía residía en "la nación", y que, en conse-
:guidas en el servicio civil, en la profesión legal o en la vida acadé- cuencia, las propias Cortes, debidamente facultadas para su ejercicio,
mica. Los hombres de 1810 tenían en general entre 24 y 40 años eran constituyentes. De esta manera un reducido grupo de servidores
·de edad si sostenían opiniones liberales y una generación más si eran públicos, de académicos, de abogados, de literatos y de clérigos se
tradicionalistas. Si bien la mayoría de los personajes bien conocidos convirtieron en portavoces de la nación hispánica en ambos hemis-
-como tradicionalistas eran miembros del clero, los más importantes li- ferios. Este decreto en primer lugar y ante todo señaló la culmi-
• berales habían surgido de la nobleza titulada. Podrían contar con el nación de los empeños liberales. Fue el resultado de que el Consejo •
;apoyo de un conjunto de clérigos que simpatizaban con ellos en de R egencia no tomara la iniciativa; significó el colapso de los es-
muchos de los temas constitucionales. Los comerciantes dában su apo- fuerzos absolutistas por demorar la apertura de la .asamblea. Los
·yo al contingente liberal, pero en contadas ocasiones actuaban di- tradicionalistas, que en ese momento no apreciaban el significado
-rectamente como diputados a.. Cortes. Una abrumadora característica total del decreto, quedaron momentáneamente aturdidos, pero no di-
·de la dirección liberal era su origen burocrático y la preparacwn sintieron. La explicación de su conformidad se encuentra en la nece-
légal de quienes lo formaban. Esto dio al liberalismo español sus sidad primordial de las Cortes de abordar inmediatamente la cues-
· •características legalistas y ayudó a explicar por qué, a pesar de la tión de la legitimidad política. La herencia del absolutismo, la
diversidad regional de los orígenes de sus miembros, el dirigente perenne debilidad de las Cortes, las abdicaciones de Bayona y la im-
.,¡ ~7 Lu is Alfonso Manínez Cachero, Alvaro Flórez Estrada. Su vida, su obra y sus
posición de J osé determinaban que fuera imperativo que las Cortes
nideas econó micas (Oviedo, 1961), n . Pola de Somiedo, 1766. Constantino Suirez, sostuvieran en forma inequívoca su pretensión de ejercer la sober~nía.
j .ibid., II, pp. 279-29.'í. Canga entre 1798 y 1803 trabajó en la oficina tle amortización de
.~ ·-va les reales. ~s Maníncz Quinteiro, ib id., pp. 65-óB.
LA SUPREMACíA POLiTlCA DE LOS PROFESIONALES 11 3
11 2 LA SU PREMACíA POLiTICA DE LOS PROFESIONA LES

Los liberales argumentaban que la soberanía res ide esencialmente en que se reforzara la posición legal del Estado y del ramo administra-
la nación y no exclusivamente en el monarca. El decreto de sobera- tivo del crob ierno central. El resultado final sólo podía ser la rela-
nía, entonces, desconocía la validez de la transferencia que los Bar- oon dire~ta entre el súbdito y el Estado, sin organismos intermedia-
bones habían hecho de la corona española en favor de la dinastía de rios entre los dos. En un sentido muy r ealista, la existencia de una
!!ran diversidad de estamentos y corporaciones durante el ancien ré-
Bonaparte en Bayona. Las Cortes hacían esfuerzos por socavar la pre-
tensión de José de haber heredado legítimamente la corona cuando
"'
a-ime había servido para proteger al súbdito del Estado al summts-
..
Carlos IV abdicó en favor del emperador Napoleón . En vista de su ~rarle fuentes alternativas de legitimidad y al modificar el efecto total
intención patrió tica el decreto, a pesar de sus implicaciones más de la autoridad pública. Esos organismos intermediarios; además, cor-
amplias, pudo contar en ese momento con un grado considerable de taban por en medio las divisiones de la estructura social que tení an
aceptación. La consecuencia posterior: una asamblea unicameral so- como base el ingreso y la riqueza, puesto que reflejaban no la estruc-
berana decidida a destruir el ancien régime y a introducir un sistema tura social sino la jurídica. La eliminación de los organismos inter-
centralista, no pudo ser apreciada en ese m omento. Los escritores med iarios se dirigía hacia un tipo diferente d'e organización social,
tradicionalistas en el periodo de 181 3-1814, y especialmente después del del que se apoyaba en la identidad corporativa al que se funda~a en
regreso del rey en la primavera de 1814, denunciarí an ese decreto el individualismo. La aplicación de la teoría liberal de la soe1edad
retrospectivamente como la obra de un organismo n o re presentativo tuvo como resultado que surgieran el ingreso y la riqueza co~o los
de suplentes y de criptojacobinos, que pretendía "despojar al rey de principales determinantes. Una vez que la identidad corporattva ha-
su soberanía". Veían en el decreto de las Cortes el primer paso bía quedado socavada, quedaba por delante el camino hacia el con-
en una cadena de acontecimientos que ponían a España en el flicto de clases. 30
mismo camino que Francia había recorrido durante la Revolución. 20 El principio liberal clásico de igualdad ante la ley indicaba el
Los liberales hacían presión en las Cortes para que se realizaran camino hacia la racionalización fiscal. t os liberales, según veremos,
varios objetivos relacionados entre sí. La atribución de la soberanía pusieron en práctica la reforma qu e por tanto tiempo se hab ía_ pos-
a "la nación" la veían como la manera de acabar con las prácticas puesto de la estructura impositiva. Veían en ésta el único med10 de
asociadas con el ancien régime. Los liberales proponían transformar asegurar el regreso a la solvencia del gobierno. · En resumen, argu-
la sociedad estamental de estados y corporaciones reconocidos jurídi- mentaban que las inmunidades fiscales contribuían al retraso de la
camente en una estru ctura jurídica liberal fundada en el principio nación. La supresión de los privilegios corporativos daba igualmente
esenciahnente anticorporativo de la igualdad ante la ley. Arglielles, el punto de partida para un ataque a la propiedad corporativa. El
Toreno, Quintana y Flórez Estrada defendían convincentemente ese Estado liberal negaba a las cor poraciones el derecho de tener propie-
principio, que descon ocía los cimientos mismos del amcien régime. dades, el cual, de acuerdo con la teoría liberal, únicamente podían
La destrucción del privilegio corporativo, sin embargo, implicaba tener el Estado mismo o los individuos part iculares. La conexión
emplear el poder del _Estado para eliminar un conjunto tradicional- entre la apropiación por el Estado de las propiedades de las corpora-
mente establecido de derechos y de costumbres. Para los que poseían ciones y la recuperación fiscal fue desde luego visible. Con respecto
esos privilegios representaban las leyes no escritas o fundamentales a esta cuestión los. liberales durante el primer periodo constitucional
del reino. El ataque a la sociedad estamental, además, tenía dos di- debieron mucho a sus precursores ilustrados y a su s contrapartes en el
mensiones: implicaba na· solamente la eliminación de las inmuni- régimen de José. Sin embargo, si bien es correcto señalar las raíces
dades y privilegios de los nobles y dei clero, sino la extinción de de las políticas liberales de la desamortización en los argumentos ex-
los fueros regionales que aún existían, como las de las Provincias puestos por los ilustrados, una diferencia de ·acentuación ~ist~~guía
Vascongadas y Navarra. Este objetivo, así pues, era el presagio de a las dos generaciones. Estos últimos veían en la desamortiZaCl~n el
~9 Larclizábal y el obispo de Oren se fueron las dos únicas víctimas de la con tro-
medio ele lograr la recuperación agrícola pm~ medio de la hbera-
versia acerca del decre to. Diario IX, 14- 16 de octubre de 1811, pp. 250-316, en donde
el manifiesto de Alicante del primero se puso a prueba contr a la nueva ley sobre la 30 Se hace un an ál isis gen eral de ~stas mater ias en Anto!ü Jutglar , Id eoiogias Y cla-

libertad de prensa promulga da el 10 de no viembre de 1810. ses en ltt Es pañ a contemportlnea, l (1 808-1 871) (Madrid, 1 ~68) .
114 LA SUPREMACíA POlíT ICA DE LOS PROFESIONALES LA SUPREMACíA POLíTICA DE LOS PROFESIONALES 115

ción de Ia tierra, de los vínculos de los mayorazgos y de la mano muer·· dirigentes liberales insistían en la naturaleza unicameral de l as Cortes,
ta. En la tradición fisiócrata proponí3n la explotación racional de la que según ellos, era el corolario de la desaparición de los estamen-.
tierra, y consideraban la concentración de . grandes extensiones de tos y de las corporaciones. Las Cortes iniciaron sus sesiones como
tierra no explotada en manos de unos cuantos própietarios o bajo el una asamblea unicameral, porque la Junta Central y el Consejo de
control de organismos eclesiásticos como la causa principal del re- Regencia no pudieron realizar sus deseos de ver una cámara alta
traso económico. Los liberales en su mayoría compartían esta opinión. constituida por miembros de la nobleza y del clero. Los dirigentes
La diferencia entre las dos generaciones se encuentra en el colapso liberales, al actuar desde una posición de fuerza en vista de este hecho
de las finanzas del gobierÍ10 entre 1790 y 181 O. Los liberales, en mu- consumado, decían que debería seguir siendo unicameral; el sistema
chos casos impresionados por la recuperación de las finanzas en Fran- de una sola cámara había permitido que el grupo liberal capturara
cia después de la nacionalización de los bienes eclesiásticos en 1789 el poder político. Además, la imposición de una cámara alta o la res"
y por la cuestión de los assignats} consideraban igualmente la des- tauración del sistema ck tres estamentos en las Cortes habría ame·
·amortización como la clave para la recuperación fiscal en España. En nazado la hegemonía política de los mismos sectores de la pobla-
este sentido, los decretos de Carlos IV de 1798 y 1804 para la amor- ción de los cuales el liberalismo obtuvo apoyo. Los liberales, no
tización de los vales reales por medio de la venta de ciertas categorías obstante, no se oponían a la nobleza ni al clero como tales, ni trata-
de propiedades eclesiásticas marcaron el punto crítico entre las me· ban de despojar a los miembros de esas categorías del derecho de
tas de los ilustrados y la política liberal. Esas medidas, por supuesto, se representación en la asamblea corno individuos. 32
habían tomado dentro del contexto del ancien régime doce años Durante el primer periodo constitucional, entonces, siguió sien-
antes de que los liberales tomaran el poder en España. Servían para do el sistema de una sola cámara la forma de representación prefe-
destacar la naturaleza anacrónica de la estructura acostumbrada de rida por los liberales. Los liberales que vinieron después, enfrentados
privilegios y exenciones frente a las necesidades fiscales de la nación. a la presión de los radicales aliados a los elementos populares urba-
Los decretos de Carlos IV suministraron un claro precedente para nos, lamentarían el sistema de una sola cámara de la primera gene-
las acciones liberales. Siguiendo la terminología que se utilizaba en ración. Los liberales "moderados" en 1834 introdujeron una. cámara
la Revolución francesa, describían las propiedades eclesiásticas ex- alta y la justificaron siguiendo más o menos los lineamientos expues-
propiadas como bienes nacionales. El gobierno se proponía poner en tos por Jovellanos en 1809 o por Blanco White en 1812. En septiem-
subasta esas propiedades en el mercado libre. 31 bre de 1810, sin _embargo, el unicamerismo pareció a los dirigentes
Argüelles y Quintana tomaron la iniciativa para exponer la pro- que era el medio más adecuado para lograr sus objetivos. Argüe-
posición liberal de una constitución escrita. En este aspecto se apar- Hes y Toreno invocaron en defensa de este principio su gran aplica-
taban radicalmente no sólo de los moderados como Jovellanos y Cap- bilidad a la política social. Argüelles particularmente, hacía notar con:
many, sino de los tradicionalistas, para quienes una innovación como frecuencia la conexión que existía entre el unicamerismo y la abo-

esa resultaba ser un tropiezo. En el fondo de esa constitución ra- lición de la jurisdicdón señorial. La concesión al argumento tradi-
dicaría el principio de la separación de poderes. Este principio, esen- cionalista en favor de una reconstitución de· la forma medieval de
cial para la comprensión del liberalismo, provenía de Montesquieu. El las Cortes era equivalente a su juicio a un compromiso de sostener
liberalismo apuntaba hacia la transformación del sistema absolutista la estructura jurídica del ancien régime. La · jurisdicción seqorial im-
en una monarquía constitucional. La separación d~ poderes impl.i- plicaba una división de la soberanía entre la "nación" y los señores,
caba el debilitamiento del poder ejecutivo en beneficio de un poder una situación totalmente incompatible con la teoría liberal de la
legislativo fuerte y permanente. En efecto, las Cortes mismas reem- individualidad de la soberanía. En opinión de Argüelles la nobleza
plazaron a la monarquía como el punto de enfoque de la vida po- derivaba sus privilegios originales de la posesión de jurisdicción sobre
lítica hasta su disolución por los militares en mayo ele 1814. Los los vasallos. El privilegio corporativo de la nobleza estaba en desacuer·
do con las teorías liberales de la soberanía de la "naci~n", la igual-
~I E.1tudio jJre!imi11ar de Miguel Artola, en Memorias de tiempos de Fern an do Vli ,
2 vois. (Madr id, 1957), II, pp. Y·LYI, es particularmente ütil acerca de estas cuestiones. ~~ Ar güelles, ibid., pp. !90-210, 223, 273; II. pp. 72-73.
116 LA SUPRE~1ACf.-\ POLfTIC A DE LOS PROFES IO NALES LA SUPREMAC1A POUTI CA DE LOS PROFESIO NAL ES 11 7

d~~ ante la .~ey y la repres~ntación de ~cuerdo con la población. Los sur ecciones ele 1808 habían tenido en su mayor parte un carácter
d1ngen tes b uerales. en tocio caso, consrderaban oue era un mito la profundamente monarquista y clerical, sean cuales fueren las realida-
noción de ~nas '' Co~tes trad icionales o históricas';. En primer lugar, des locales que yacen bajo esas causas. Si acaso, los movimi entos po-
la res tau~~crón del upo de Cor tes anterior a 1700 implicaba una re- pulares españoles tendían a asemejarse más a los levantamientos de la
pres.en tacron s epara~a para cada uno ele los reinos que existían en ]a Vendée y a la ch ouannerie bretona que a las acciones de los jacobinos
penms~tla . . ~ se des:w entraba en conflicto con la política liberal ele o de los sans-culottes. En algunas regiones, como en la ciudad y
cen trah zao on admmistrativa. En se(Tundo, ni las Cortes ni los esta- huerta de Valencia los liberales podían contar con el apoyo evidente
Il_l entos jurídicamente constituidos h~bían existido nunca en 1a Amé- ele los artesanos y campesinos. En Cádiz su llamamiento ·popul ar se
n ca e~pañol a, · cuy~s diputados fueron convocados a Cortes por el había docum entado bien. Aun así, a nivel nacional los liberales que
ConseJ ~ de Regencr~ en 1 ~ 10. En tercero, las juntas provinciales mm- habían tomado el poder en la Isla de León segu ían siendo una mine-
ca sanciOnaron el brcamensmo por el que abogaban Jovellanos y · su r ía aislada sin una base popular de apoyo. La ocupación francesa
grupo en la Junta Central. El concepto de "Cortes tradicionales" pre- de la mayor parte ele la penínsu'a encubrió esa situación. Al iniciarse
sentaba entonces obstáculos, cualquiera que fuera la dirección en que la evacuación, sin embargo, en el curso de 1813, se reveló por pri-
uno se clirigiera.a3 mera vez el aislamiento político de los liberales. N o solamente care-
~~ soberanía de la "nación", la igualdad ante la ley, la represen- cían los liberales de una base popular sino que positivamente temían
taCion de acuerdo con la población, el unicamerismo la centraliza- la incursión de las masas en el escenario de la política. Las dispo-
cwn administrativa, la desamortización, la racionaiización fiscal, siciones ele la Constitución de 1812, según lo veremos, restringían una
todos estos pre~eptos fundamentales de liberalismo español se encon- después de otra la participación popular en los procesos políticos. 35
traban en el mrsmo lugar en donde se inició la Revolución francesa Durante el primer periodo. constitucional los liberales U\.lllCa de-
Aun así~ ~os liberales en España rechazaban el precedente del nort~ jaron de ser elitistas. La dirección liberal seguía fiel a sus orígenes
de l_os Pmneos ent_re otras cosas debido a la lucha por la independencia sociales . e intelectuales. Según la tradición de los ilustrados, los
nacwnal emprendrda contra los ejéréitos franceses. Arrrüelles en 1811 liberales de 1810 impusieron a España desde arriba una reforma. Si
p_or ejemplo: hacía hincapié al referirse a "la desa~trosa experien~ bien esta reforma abarcaba algunas medidas que solamente se podrían
era" de los mtentos franceses" de reforma, que habían acarreado describir como revolucionarias, el aislamiento político de los liberales
el ~errumbe de todas las leyes y derechos". Toreno proclamaba que y el temor de los iícleres ele una revolución social pronto colocaron
lo~ liberales no eran. demócratas sino monarquistas leales. Quintana a ese grupo en una posición precaria. Para la primavera de 1814,
suorayaba retrospectivamente que la generación de 1810 no estaba los liberales se encontraban atrapados en el poco envidiable centro
formada por revolucionarios ni por jacobinos.z4 político entre la creciente fuerza de la oposición de la derecha y la
Los_ liberal~s . españoles no P?d~an tener la esperanza de escapar creciente presión en favor ele amplias reformas en todo lo relacionado
a la mflue~cra de los acontecimientos en· Francia. Tanto España con la tenen cia ele la tierra en gran escala. El liberalismo se había
co~o Francr~ compartían el problema común de encontrar una alter- convertido en defensivo y no tenía lugar alguno . a donde dirigirse.
~atrva constituci?nal viable al absolutismo, y ele suministrar ot~o El liberalismo contenía dentro de sí mismo su propio sello de con-
s~stema que funcwnara como alternativa de las costumbres e institu- · servadurismo. Aun así, el primer periodo constitucional suministró
Ct?nes del ancien régime. En los dos países las antiruas institucio- a Espaiía y al imperio un nuevo marco institucional, que represen-·
nes ~abían caí~o bajo. el peso de la insolvencia. Si~ embargo, en taba una desviación radical del ancien régime. La abolición ele ·la
Espana no habta ocurndo una revolución popular encaminada con- sociedad estamental iniciada por la generación de 1810 era una
tra la monarquía, la nobleza y el clero. Por lo contrario, las in- acción revolucionaria. El cambio en los grupos sociales en el centro
:::: / /Jid. del poder político hizo que fu era posible esa revolución. Y sin em-
il4 Diario VIII ,. 28 de a gosto de 1811 , pp. 50-53; 3 de septiembre de 1811 , p . 128.
b argo a·~ mismo tiempo el lib eralismo no contemplaba, y menos aún
M:;.nue1 Josef ~u mtana~ Carta~ a Lord Holland sobre los su cesos políticos d e Espmia
en la segu::da epoca consl:t uc:onal (Madrid, 185 3), pp. 19-20. 35 Arc.Jii, R e-:;oÍJ¿ciún li beral, pp. 120·130. Solís, ibid.
LA SUPRli:MACiA POL1TICA DE LOS PROFESIONALES 11 9
118 LA SUPREMACíA POLfT!C..\ DE LOS PROFES!Ol':A LES

daba la bienvenida a una revolución en términos sociales. La revo- propósito común en la cooperación, ya que cada una dependía .ínti-
lución liberal seguía siendo estr ictamente constitucional, legal y mamente 9e la Corona para el papel que había desempeñado ea
fisc:.l: nunca propuso transferir la riqueza y el poder a la masa de la sociedad española. Tarde o temprano, a medida que se abatiera la
la población española. En donde sí ocurrieron traslaciones de riqueza intensidad de la lucha militar, cada una tendría que decidir cuál
y de pro piedad, redundaron en beneficio de los que ya poseían tie- sería su actitud hacia las nuevas instituciones. Los miembros · de esas.
rras y capital, esto es, de aquellos capaces de sacar venta ja de la libe- dos corporaciones ya habían tomado partido en favor o en contra
r ación de las propiedades corporativas en el mercado iibre. La de- de ellas. Las implicaciones de esas divisiones, sin embargo, en nin-
fensa de la empresa privada y del derecho a la propiedad continuaban gún sentido se habían aclarado dura..'1te los primeros años del régi--
en el primer plano en el pensamiento liberaJ.3 6 men constitucional. Durante esa primitiva época de lucha política,.
Apenas unas cuantas diferencias sociales significativas separaban por mucho que la exagerara la prensa, no parecía que fuera sufi-
a los diputados que se describen como liberales de l~s que se pue- ciente para romper la coalición de fuerzas que constituía la causa
den identificar como tradicionalistas. En efecto, la única verdadera insurgente.
diferencia entre los dos grupos era en cuanto a la edad. Las divi-
siones entre las dos facciones en las Cortes no radican en factores
sociales o económicos, sino en la ideología. El punto divisorio estaba
en un nivel político. No hay concepto alguno de conflicto de clases
que se pueda hacer valer para explicar esa divergencia dentro de
las Cortes y en el ambiente de Cádiz. Ciertamente, como ya lo he
hecho ver, España no era una sociedad de clases en el sentido que
se pudiera atribuir a una nación que había pasado por una revolución
industrial. Las instituciones españolas eran las de la sociedad esta-
mental. La división política, por supuesto, se enfocaba en el futuro
de ese tipo de estructura y, en consecuencia, eran profundas las im-
plicaciones sociales y económicas. La naturaleza de esa discusión sicr-
nificaba que todo un conjunto de fuerzas empezaba a agrupar;e
detrás de cada bando a medida que transcurría el primer periodo cons-
titucional. En esas fuerzas antagónicas existían muchos niveles de con-
flictos sociales, de los cuales no era el menor la tensión entre los ·
hacendados y el campc:;sinado señorial, según veremos. Por impor- •
tantes que fueran los debates en las Cortes, la amplia difusión de los
conflictos sociales dentro de la sociedad española tendía a opacar la
lucha política en la asamblea. La falta de divergencia social en las
Cortes ocultaba los conflictos externos. Por otra parte, la publicidad
que entonces se dio a las personalidades y a los temas dentro del
propio Cáaiz desviaba la atención en los acontecimientos en el resto
de España, en donde los militares estaban empeñados en una pro-
longada lucha contra los franceses. Si bien sería erróneo considerar
ya sea a las fuerzas armadas o a la Iglesia como organismos homogé-
neos, no lo sería men os como instituciones nacionales que veían un

~G Véase el c3pítu lo v.
LA CONSTITUCI ON Y EL CONFL

Los que forjaron la Consti tución consideraban a la España europea


JV. LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO, 1812-1813 y america na como una sola entidad política. Ni siquiera los diputados
de América a Corres compartían esa opinión sin reservas . . Las insu-
rrecciones en 1as Américas constituían un reto para la tesis de una
l. IMPERIALISMO, NACIONALIDAD Y REPRESENTACIÓN monarquía unitaria. La mayoría de los legisladores en las Cortes veía
en la Constitución el medio para unir más estrechamente al imperio
LA TESIS de la soberanía de la nación condu ;o lóaicamente a la defi- y a la metrópoli. Sus objetivos eran los opuestos a los de los separa-
• • • 1 • . 1 O·
n~c10n ae_ nacronalrdad. La Suprema Junta Central, sin embargo, ha- tistas de las Américas. La defin ición de nacionalidad de la Constitu-
bm descnto el 22 de enero de 1809 los territorios americanos como ción rechazaba totalmente la posibilidad de la independencia ame-
una "parte integrante y esencial" de la monarquía española. De ricana. En efecto, los liberales españoles argumentaban que la mera
.acuerdo con el decreto del Consejo de R egencia de 14 de febrero existencia de las Cortes eliminaba las fuentes de los agravios ame-
H.e 1810; que dio efecto práctico a este principio, los diputados ame- ricanos. Identificaban a éstas con su propia oposición al absolutismo.
ncanos tomaban su lugar en las Cortes junto con los escorridos por la En la opinión de los liberales existía el descontento en las Améri-
España europea. La Constitución promulgada el 19 d; mar~o de cas por la misma razón por la que había existido en España. Con la
.~812 des~rrollaba esta posición al definir a la nación hispánica como promulgación de la Constitución, los americanos carecían de base
la totalidad de los españoles de amb os hemisferios". Esta definición, para la disidencia. Los diputados americanos encontraron poca sim-
por tant~,, incluía a todo el imperio americano, y a las Islas Filipi- patía de parte de sus colegas peninsulares siempre que intentaban sus-
nas tambten, dentro del concepto de "nación".l citar los temas que tenían más cerca de su corazón. Argüelles, por
El gobierno de Cádiz publicó la Constitución cerca de dos años ejemplo, descartaba con impaciencia las presiones de los americanos
<lespués del brote de movimientos revolucionarios a través del conti- apoyándose en que la salvación de España y la derrota de la Fran-
nente americano. Desde abril de 1810 un grupo de colonos de cia napoleónica tenían prioridad. 4
Caracas ~omó la de.cisión de rebelarse para alcanzar la completa inde- El régimen de Cádiz amplió el centralismo imperial creado por
~end~~oa de~ gobterno español. En B_uenos Aires en mayo una re- el Estado absolutista antes de 1808. Dentro de España la mayoría
'?lucwn habta llevado al poder a los mtereses comerciales y territo- en las Cortes ya había rechazado la presión tradicionalista por la
rtales de la costa. En ambos casos los nuevos rerrímenes insurrrentes restauración de los antiguos reinos, de sus fueros y de sus diversas
b . - o o instituciones representativas. Con el mismo espíritu unitario, las Cortes
a n_er~n el con;ercw a las naciones extranjeras. Durante los meses
de ]Ulw y septiembre ocurrieron revoluciones similares en Nueva rechazaban toda posibilidad de que existieran instituciones . repre-
• Gr~nada y en Chile. En la Nueva España una insurrección que sentativas separadas dentro del imperio de América. Bajo la Consti-
tema con;o meta la. ~ndepenclencia se desencadenó el 16 de septiembre tución toda representación se concentraría en una asamblea impe- "
en ,la_ prospera regwn ~entral del Noroeste. La intranquilidad preva- rial que se reuniera en la península. Las Cortes rechazaron cualquier
leoa Igualmente en Qmto y en el Alto Perú. 2 En este sentido la Cons- posibilidad de autonomía o de devolución dentro del imperio. De
titución de 1812, lejos de haberse adelantado a su época ya había sido esta manera, los términos "catalanes", " valencianos", "mexicanos"
sobrepasada por esos acontecimientos. La historia de la década si- o " peruanos" no disfrutarían de significación constitucional. Dada
guiente demostraría que los gobiernos españoles nunca s~ com-
tenitorios de ultramar no eran colonias subordinadas a Castilla, sino 1-einos por su
. penetraron ele esta situación que existía en las Américas. La Cons-
propio derecho, y que, por lo tanto , tenían una situación constitucional igual. Véase
titución ya estaba rezagada el día en que fue publicada.s por ejemplo Manuel Giménez Femández, Las doctrinas populis tas en la independen-
cia de His pan oamérica (Sev illa, 1946). En cuanto a la fo rma en que fue recibida
•; 1 Constitución de la monarquía española (Cádiz, !812), ar ts. l y 2. la Constitución en !V!éxico y el Perú , véase mi obra Revolución y contrarrevolución en
i 2 Un análisis de esto se encuentra en J ohn Lynch, Th e Spanislz American R evolutions, iUéx ico y el Perzí (Liberalismo, realeza y separatismo, 1800,1 824), México, 1978, pá-
:f808-/826 (Londres, 1973).
gims 37-57, 184· 199.
3
' Una op iniún que se expresaba corri entemente en las América s afirmaba que los 4 Diario li, pp. 68-69.

120
122 LA CONSTIT UCióN Y EL CONFLICTO LA CO:-iSTIT UCJóN Y EL CONFLICTO

la definición cie nacionalidad contenida en la Constitución, sólo lo:;; de sufragio universal y de presentación de acuerdo con la . pobla-
"españoles" exis tían lega!mente. 5 ción se hubieran seguido al pie de la letra, en electorado apoyado en
El centralismo imperial que se encuentra en los cimientos de 1?. b más numerosa población americana habría reducido a los dipu- .
Constitución quedaba en manos de los separatistas al eliminar la po- tados españoles a un estado de minorb permanente en las Cortes ..
sibilidad de un gobierno interno dentro del imperio bajo la monar- Nunca estuvieron dispuestos a conceder esto. 7
quía de los Barbones. Los liberales abrigaban la esperanza de que la La Constitución, no obstante, restableció un ministerio separa-
propia Constitución suministrara el camino intermedio entre el ab- do para los asuntos americanos. Esa política se alejaba del centra-
solutismo Borbón y el total separatismo, pero fueron ellos mismos lismo posterior de los Barbones. En abril de 1790 Carlos IV había:
quienes destruyeron ese campo intermedio al adoptar una posición abolido al separado Ministerio de las Indias y había redistribuido sus.
que pocos americanos encontraban aceptable. 6 La Constitución llegó funciones entre los cinco ministerios que subsistían. Además de la
demasiado tarde para anular la polarización política dentro de las resultante inconveniencia administrativa, esta decisión alteraba el sis-
Américas. Los d iputados americanos a Cortes, además, fracasaban con- tema de gobiernfl americ-ano que había existido desde principios del::
sistentemente en su intento de persuadir a la mayoría peninsular de siglo xvr. De acuerdo con un antiguo miembro del Consejo de las.
que concediera la igualdad en la representación. Como res u] tado, Indias, José Pablo Valiente, posteriormente diputado a Cortes por
los primeros afirmaban que España no había hecho honor al espí- Sevilla, esa medida servía para reforzar las demandas de AméricaJ
ritu del decreto de 22 de enero de 1809. Los diputados americanos de tener un gobierno propio. Al escribir en 1809, Valiente advertía·.
sostenían que el principio de igualdad otorgaba a los territorios ame· que la falta de interés del régimen patriota por los asuntos america-
ricanos los mismos privilegi<?s que disfrutaban los españoles. En par- nos podr ía acarrear un recrudecimiento del tipo de rebeliones que-
ticular, tenían en la mente el derecho a un comercio irrestricto con había hecho tambalear a la monarquía en 1780. Valiente señalaba,
las naciones extranjeras. Los diputados peninsulares, sin embargo, además, que el régimen de Bonaparte en Madrid ya había establecido·
consideraban ese intento de pasar por alto la metrópoli como equiva- un l\lfinisterio de Indias. 8
lente a una secesión del imperio. Calificaban a los americanos que Una coincidencia de intereses ligaba a las demandas comerciales;
proponían ese camino, de criptoinsurgentes. Ni las Cortes ni el Con- de los americanos con las presiones de los comerciantes ingleses para
sejo de Regencia accedieron nunca a la demanda de los america- que se abriera el comercio en la América española. Consecuentemen-·
nos de tener libre acceso a los mercados extranjeros. Los comerciantes te, los ministros y diputados españoles sospechaban siniestros desig-
de Cádiz, que eran los principales beneficiarios del monopolio me· nios de la Gran Bretaña tras de las peticiones americanas de un ma-
tropolitano, seguían resueltamente opuestos a cualquiera de dichJs yor control de los negocios. Como hemos visto, la Suprema Junta'
concesiones. Las dos cuestiones del comercio y de la representación Central, el Consejo de Regencia, la mayoría en las Cortes y la comu-
exacerbaban las relaciones entJ::e los diputados . americanos y los nidad mercantil• de Cácliz compartían un deseo común de conservar·
peninsulares en 1810 y 1811. Éstos frustraban el surgimiento de una la integridad del imperio español y de resistir a la presión inglesa.
mayoría americana en las Cortes al suscitar matices de categoría ra- por obtener concesiones comerciales. La alianza de la Gran Bretañ~.
cial. para impedir la ampliación del electorado. Si los dos principios
7 Diario II, pp. 15, 316·328, 346·371. El suplente peruano, Dionisia Inca Yupanqui,.
5 La Constitución en el art. 10, definía la extensión teJritorial de las Españas, y se quejaba el 16 d e diciembre de 1810 de que la mayoría de los diputados europeOS'
el art. 11 co.ntenla disposiciones para su fu tura reorganización administrati va, que apenas si sabía algo de la América espai'íola y de que España, que únicamente tra·
se inició en 1813 tomando como modelo los departamentos franceses. Acerca de los taba de explotar los recursos minerales de México y del Perú, era "un pueblo que"
debates sobre la situación regional de la Constitución, véase Diario V, p p. 47·78, y oprime a otro pueblo". Varios diputados peruanos y mexicanos denunciaron " tres si-·
Diario VIII, pp. ll6·119. Anel' contrarrestaba el centralismo prevaleciente con la de· glos de opr esió n de la metrópoli española en las AméricaS".
claración de que "nadie es capuz de hacer que los catalanes se ol viden d e que son 8 El art. 222 de la Constitución, establecla dos Secretarías del Interior, una para>.
catatanes". la pen lnsula y la otr,a para las Indias. Sobre los antecedentes, véase AGI, Indiferente·
6 Véase A. F. Zimmerman, "Spain and its Revolted Colonies, 1808·1820", HAT:IR General 83 1, ní1m. 5, expediente del señor Valiente, Sev~lla, 16 de septiembre de'
XI (1931), pp. 439·163, y Ncttie Lec Benson, Mexico and the Spanish Cortes, 1810·1822, 1809. El M in istro de; las Indias de Jmé era el anterior virrey de la Nueva España "
Eigth Essays (T exas, 1966) , pp. 154-155, 188·189. Mi,;uel de Azanza. J~retch ke, tl francesados, p . 64.
LA .CONSTITUCi óN Y EL CONF LICTO LA CO NSTITUCióN Y EL CONFLICTO 125·
124

·COn posterioridad a junio de 1808 había hecho que los gobiernos cualquiera intervención legítima en los asuntos n~cion.ales. Las. teor.ías;
.españoles fueran más cautelosos que nunca, ya que su propia penu- de l::ts Cortes acerca de la soberanía y de la nacwnaltdad pretend1~n.
ria colocaba al gobierno inglés en la posición de acreedor. No obstante, contrarrestar esas acciones de los americanos. Se les dio efecto legis-
'la Gran Bretaña, que ya había estado en guerra durante quince años, lativ.o en la Constitución de Cádiz en un momento en que el im-
no tenía manera de impedir un interminable abastecimiento de fon- perio ya se desmoronaba. 1 ~ • · .
dos. Para fines de septiembre de 1808 los ingleses ya habían suminis- El gob iern o inglés temía que la desintegración del 1m ~eno espa-
•trado a las juntas de Asturias, Galicia y Sevilla la cantidad de cua- ñol y, además, la adopción de formas republicanas ~e gob1erno, ten-·
tro millones y medio de pesos en efectivo. El ministro de Relaciones drían como resultado la influencia ya sea de Francia o de. los E~ta­
Extranjeras de la Gran Bretaña señaló que únicamente la remisión dos Unidos en los territorios anteriormente dependientes. N1 Canmng:
.de fondos de México podría permitir un continuo abastecimiento al ni W ellesley veían en el separatismo americano una contribución ~o­
-régimen de los patriotas.Q Dada la escasez de numerario en Londres, sitiva para el esfuerzo de la guerra contra la Euro?a de Napoleon ..
d gobierno inglés presionó a España para qu~ permitiera el comer- Como resultado, buscaban una solución de transacCión y contempla-·
·Cio directo con los territorios productores de plata de la América ban el papel de un honrado intermediario del gobierno in~lés. Para
española. Como no se incluyeron concesiones especiales de manera desempeñar ese papel, sin embargo, pretendían que Espana pag~~a
.específica en el Tratado Anglo Español de Amistad y Alianza de 14 el precio de las concesiones comerciales. Bajo la co~stante. p;eswn
.de enero de 1809, este asunto fue el objetivo central de la misión de de la comunidad mercantil de Cádiz, el gobierno patnota res1st1a. En
Richard Wellesley a España de julio de 1809.1° consecuencia, el ministro británico puso oídos sordos a cualquier pe-·
La obligación de sostener el régimen de Cádiz en oposicion a los tición adicional española de obtener sub5idios. 12 Al ~ismo tie~p~,.
l3onaparte aseguraba que el gobierno inglés se abstendría de prestar Sl·n embaro-o
o '
el aobierno
o
inalés
b
serruía
b
viendo con fnaldad las msl-
·su apoyo a los revolucionarios americanos después de abril de 1810. nuaciones del rérrimen revolucionario de Buenos Aires. La Junta en
forma pertinente llamó su atención hacia la evidente inten~ión del
0
.Aun así, Richard W ellesley, quien desde fines del año anterior desem-
peñaba el cargo de ministro del Exterior, se sintió capaz de recibir gobierno de Cádiz de restablecer en cuanto pudiera el ant1guo sis-
:a los dos emisarios de la rebelde Junta de Caracas, Simón Bolívar y tema colonial.13
Luis López Méndez, quienes habían llegado de Venezuela el 10 A pesar de que no pudieron asegurarse un derech? legal para ;o-
.de julio. Este contacto inicial, no obstante, no tuvo como resultado merciar directamente con la América española, los mgleses segman
promesas de apoyo no ofrecimientos de ayuda material. El gobier- teniendo la esperanza de que el gobierno de Cádiz adopta~a una so~
no inglés no se apartó ele su objetivo principal de sos tener al gobierno lución de transacción a las cuestiones comerciales y amencanas. El
de Cádiz. En efecto, López Méndez se quejó posteriormente en e1 Consejo de Regencia, no obstante, nunca dejó de considerar a los
-otoño de 1811 de la notoria frialdad dt! Wellesley. La explicación pro- territorios americanos como una inagot¡¡.ble fuente de fondos para
"bablemente se encuentra en la posición embarazosa del gobierno emplearl9s dentro de la misma España. En efecto, en marzo de 18ll'
inglés ante-la declaración de independencia de España que hizo Vene-
11 PRO FO 72/ 125, Luis Ló pez- Méndez-Wellesley, ff. 76-79, Londres, 5 de diciem-·
·zuela el 8 ·de julio de 1811. En esa declara~ión se hacía residir la so-
bre de 1811. · .
beranía en el pueblo venezolano, y se negaba al régimen de Cádiz 12 De acuerdo con Juan Ruiz de Apodaca, rept·esentante de España en. Londres, el
Consejo de Regencia creía que agentes ele Francia y de los Estados Umdos estabail'
Q PRO FO 72/ 66, ff. 170-175, Canning a los representantes de Galicia y de Asturias, detrás de las rebeliones en las Américas. PRO FO 72 f 117, Apodaca a Wellesley, ff. 100-
·yo, 15 de agosto de 1808. PRO FO 72 j 67, ff. 86- lOOvto., Canning a los representantes IO!vto., 14 ele marzo de 1811. .
.de Asturias, FO, 7 de octuhrc de 1808. 1:-1 PRO FO 72 f l26, Alexander MacKinnon a Wellesley, ff. 3-6, Buenos _A,tre~, _21
10 British arzd Foreign State Papers, 1812-1814, voL 1 (Londres, 1841), pp. 667-673. de enero de 1811 , H. 17-19, ibid.-i bid., Buenos Aires, 20 de junio de 1811; tbtd.-zbtd.,
·:rvrontgomery Martín (Ed.), Th e Despatches and Correspondance of the J\.Iarquess Buenos Aires, 5 ele julio de 1811. Con anterioridad Apodaca había protestado por co-
tp
W el/esley K. C. Du ring his LordJ.hip's M ission Spain as Ambassador Extraordinary n-espondcncia entre el ministro de la Gran Bretaña en Brasil y la Junta de ~uenos­
to the Supreme ]unta in ÚJ09 (Londres, 1838), App. E, 189, Can ning-Richard Welles!ey , Aires, por lo que él considera ba como una violación al Tratado Anglo _Espano1 de-
:'27 de junio de 1309. ~ 1809, q ue disponía conservar la integridad territorial cl"c los dominios espanoles.
:126 LA -CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO LA CONSTITUCióN y EL CONF LICTO 127

Apodaca transmitió al gobierno inglés la solicitud de la Regencia -igualmente en cuanto al tema del comercio directo. El 19 de \lbril
.de un préstamo hasta por la cantidad de dos millones de pesos en le- de 1812 Castlereagh volvió a someter el asunto de la mediación in-
tras que se girar ían a cargo de la Tesorería con garantía de reembolso glesa, pero se esf0rzó en hacer hincapié en el. compromiso de Ia Gran
-dentro de seis meses con fondos de la tesorería de México.H El opt i- · Bretaña de mantener la integridad del imperio español. Aun así,
mismo de la Regencia era asombroso. La recesión en la industria mi- parecía apoyar la queja manifestada con frecuencia por los diputados
·nera de México se había combinado con las depredaciones de los americanos ante las Cortes, de que a pesar ele la declaración de igual-
insurgentes y limitaba _la posibilidad de obtener crédito para el go- dad de condición con España, los territorios americanos no disfruta-
bierno de . Cádiz de cualquier fuente mexicana. A principios de 1811 ban del privilegio que tenía aquélla de comerciar directamen~e con
-el virrey de la Nueva España había exigido un préstamo forzoso para las naciones extranjeras. Castlereagh temía que la renuencia del
:hacer frente al costo de derrotar a los insurgentes en el país.l5 gobierno de Cádiz para hacer concesiones a los americanos los preci-
Ante la necesidad de obtener fondos . para sostener la lucha en pitara· a un separatismo definitivo, tal como ya había ocurrido en re-
'la península contra los franceses, el gobierno inglés dio prioridad a la o-iones como Venezuela y el Río de la Plata. Si eso lle~ba a oeurrir,
·:terminación del conflicto en México. Con ese objetivo en mente, la riqueza americana estaría perdida para España. La prioridad in-
Castlereagh, que había reemplazado a vVellesley, propuso la media- glesa subsistió hasta después de la. conclusión de la guerra en Méxic~;
.ción al gobierno de Cádiz el 4 de mayo de 1811. Esas propuestas de fuen te de la mayoría de las especias que se embaYcaban de las Ame-
mediación abarcaban a toda la América insurgente, incluían medidas ricas a la metrópoli. El ministro de Estado e~pañol , J osé de León y
:tan discutibles como el otorgamiento por España de una amnistía Pizarra, no comoartía la opinión de la Gran Bretaña de que era
;general a los insurgentes, una mayor representación de los america- conveniente llecr~r a una transacción con los disidentes americanos.
nos en las Cortes, un gobierno autónomo interno y la libertad de P or el contrari~, creía que como aliado de España, el gobierno in-
·comercio con las naciones extranjeras. La aceptación de dichas pro- glés debería sostener la poúción de España como potencia imperial.
puestas habría significado una importante desviación de los principios Wellesley advirtió al gabinete español que los representantes de las
·que perseguían todos los gobiernos españoles. El gabinete en Cádiz, juntas de Caracas y Buenos Aires se encontraban en Londres. En Cá-
además, se negó a aceptar inclusión alguna de México en esa dis- diz, no obstante, seguían prevaleciendo los intereses de la: comunidad
. •Cusión, con base en que las fuerzas españolas aún conservaban el mercantil. El 12 de julio las Cortes una vez. más rechazaron las propues-
•control allá. Las Cortes rechazaron abrumadoramente las propuestas tas incrlesas de mediación. Esta decisión implicaba claramente que la
.de mediación inglesa por 101 votos contra 43. La mayoría de los di- respu;sta de la metrópoli española a las quejas de los americanos sería
putados que votaron en favor eran americanos. El 24 de julio las la fuerza y no las transacciones o concesiones. Las propuestas inglesas,
•Cortes rechazaron las peticiones de los americanos de que se les auto- además, tan sólo habían servido para aumentar el recelo que se
:rizara para comerciar directamente con las naciones extranjeras.1s sentía en Cádiz hacia un aliado que menos de cinco•años antes ha-
Al fracasar la mediación no. se podía esperar que llegaran fondos. b ía sido un encarnizado rival en el comercio. Es dudoso, además, que
.En consecuencia, el Consejo de Regencia envió al duque del Infa n- tales propuestas de mediación habrían podido reducir la división
t ado a Londres como embajador extraordinario en agosto con la mi- que se habla creado entre España y los revolucionarios americanos.18
:sión específi ca de negociar subsidios. 17 Esas discusiones fracasaron El consistente rechazo del gobierno de Cádiz de cualquier concesión
acerca de las cuestiones de una mayor representación americana en
H PRO FO 72j ll7, Apodaca-Wellesley, ff. 105-106, 14 de marzo de 1811. las Cortes, de gobierno autónomo en las Indias o de comerciar direc"
l~ AGI México, 2023, n ú m. 2, Contaduría de Cuentas, México, 29 de marzo de 1811.
.AGI México, 1639, el Yirrey Calleja al ministro de Hacienda, núm. 50, México, 31 de 18 C. K. Webster, Britair1 and th e I ndep endence of Latin America 1812-1830, 2
·.mayo de 1813. Para una exposición completa de las finanzas mexicanas durante la dé- va ls. (Londres, 1838), II, pp. 309-33 1. PRO FO 72-127, Castlereagh a Henry Wellcs·
•Cada de 1810, véase Biblioteca Nacional (Madrid) MSS 1971 0/ 23. ley, ff. l35-139vto, proyecto, :r·o, 19 de mayo de I8 l2. No era pro~ablc que el Con·
16 Zimmerman, ibid., pp. 450, 454.
sejo ue Regencia autorizara que los comisionados de la Gran Bretaiia para la media·
17 PRO FO 72f !l 9, ff. 5-6, Infantado a ·welleslcy, Clarendon House, Bond Street, ción se d irigieran a Veracruz, PRO FO 72 / 128, i bid- ib id., núm. 16\ 29 de agosto de
;:¡g de agosto d e !S i l. ;
1812.
LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICT O LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO
128

tamente con las naciones extranjeras dejaba vivo el apo yo separa- Ce~osas de su papd tradicional como comités consultivos del .virrei-
tista. El control de los revolucionarios en Buenos Aires, Chile y nato, las audiencias americanas resentían amargamente las medidas de-
Nueva Granada, la continua guer.r a en Venezuela ''i la creciente in- Jas Cortes. La audi encia Je México, por ejemplo, se quejaba ante el
surrección en la Nueva España, aseguraban que la Constitución de Consejo de Reg~nc i a de que la Constitución había modificado el sis-·
Cádiz, a pesar de su centralismo imperial, sería inoperante en una terna político en el imperio durante la guerra revolucionaria. Como,
parte substancial de la América española. En las regiones en donde resultado, las audiencias de América, aliadas con rrecuencia a los.
subsistía el control realista, la aplicación del nuevo sistema constitu- antiguos oficiales del ejército y a los miembros de la comunidad mer-
cional dependía de la discreción de los virreyes, capitanes, generales cantil española en las Indias hacían esfuerzos por frustrar la imple-·
y comandantes militares, poco dispuestos generalmente a aceptar sus rnentación práctica de la Comtitución.20
preceptos. Cuando las Cortes preparaban las etapas finales de la Cons- La Constitución suministraba un sis tema uniforme legal y adrninis-·
titución, se hicieron a la mar con destino a las Américas las primeras trativo en t~clos los dominios hispánicos en ambos hemisferios. La.
tropas peninsular~s, entre las protestas inglesas de que se alejaban oposición o el ultraje recibían a los intentos de poner en ~ráctica. ·
del escenario· de la guerra en Europa. En mayo de 1812 desembarca- este principio. Los ministros del absolutismo ilustrado no habían lo-·
ron tropas españolas en Veracruz, en vez de los comisionados para la grado reducir las facultades ele los virreyes americanos. La Constitu-·
mediación. 10 .1 ción amplió en ese sentido los esfuerzos de José ele Gálvez de bajar

2. UNICAMERALISMO Y CENTRALISMO
l a los virreyes de la posición de un alter ego del rey a la de un gober-
nador civil o jefe político, entre otras varias. Tenía claramente el
objeto de dividir a una provincia americana de otra, a fin de subordi-·
La Constitución de Cádiz reemplazó a las "leyes fundamentales del 1
j
n ar directamente a cada una al gobierno metropolitano. Tal medida
reino" no escritas, tan veneradas por Jovellanos, Martínez Marina y molestó a la creciente conciencia de sí mismos de los ériollos dentro ·
los diputados tradicionalistas. La respuesta de las Cortes al absolu- de cada uno ele los dominios de América. Por otra parte, su aplica-
tismo ministerial tomó una forma distinta a la de un llamado al ción al pie de la letra habría minado seriamente la capacidad de las.
pasado. autoridades realistas para emprender la guerra contra los movimientos
La nueva Constitución vino a ser la piedra angular del siste- revolucionarios que pretendían ed1a1· abajo al gobierno español. Los.
ma político. La adopción del principio de la separación de poderes virreyes de .la Nueva España y del Perú se resistían tenazmente a
significó el grado de reacción de las Cortes ante el absolutismo. Una que se redujeran sus facultades. Numerosos comandantes militares.
institución característica del ancien régime> la audiencia, inmediata- de América luchaban cuanto podían para impedir la aplicación lite-
mente vio que se reducían sus facultades. La audiencia había sido la ral de la Constitución dentro de las provincias que estaban bajo su
principal agencia gubernamental del absolutismo en España y las j urisdicción.21 •

Indias desde fines del siglo xv. Había. ejercido no solamente las fa- Las Cortes apoyaban la supremacía del poder civil. Tanto en las.
cultades de un tribunal de derecho, sino también las administrativas Américas corno dentro de la pen!nsula los comandantes del ejército
y las fiscales, particularmente en el imperio americano. Los gradua- se veían obstaculizados por una legislatura confinada a un remoto·
dos en la universidad habían . competido en el pasado para obtener
cargos en la audiencia, lo cual les había dado acceso a .los procesos
il r incón de España. En efecto, recayó · precisamente en las CortPs la ta-·
rea de determinar el volumen anual de las fuerzas armadas, ya sea
para la toma de decisiones. La reducción de las facultades de la 11 en tiempos de guerra o de paz, y de compilar las ordenanzas. para la
audiencia en 1812 a las exclusivamente judiciales ocurrió en un mo- 1 administración del ejército y de la marina. Dentro del ejército re--
mento peculiarmente desafortunado en las Indias en vista de la ne-
cesidad de una estrecha coordinación de políticas dentro ele los círcu-
los gubernamentales del virreinato ante ]a amenaza del separatismo.
!
(
gular creció la sospecha de que los legisladores de Cádiz no confia-

20 Consti tución, arts. 17, 263-270. AGI Indiferen te .General llO, la Audiencia aY,
l

Consejo de Regencia, México, l S de noviembre de 1813.
1n Hamnctt, ibid., pp. 45-78. Llegaron 3 mil soldados españoles. :!1 Constitución , art. 324. Ha. mnett~ i bid.

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~
130 LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO L.\ CO NSTITUCióN Y EL CONFLICTO 131

ban en sus oficiales para cumplir con los preceptos de la Constitu- mm¡stros gobernarían directamente y sin recurso algúno a los orga-
ción. Las Cortes tenían el propósitO de crear una fuerza armada ri- nismos re presentativos. Era la intención de la asamblea. En efecto, ]a
val bajo la forma de una milicia nacional, que venía como un ins- reacción hacia el absolutismo ministerial llevó . a que los mmtstros
trumento independiente para la protección del nuevo régimen. Esa del crobi erno quedaran excluidos del derecho . de asistir como dipu-
medida era una amenaza pa:ra el monopolio que tenía el ejército del tado~ a las Cortes. Esta práctica difería n otoriamente del tipo inglés
poder coercitivo. Aunque la Constitución conservó el fuero militar ele crobierno parlamentario, en el que los ministros llegaban final-
de manera provisional hasta que las Cortes decidieran en una fecha me;te a depender del apoyo de la mayoría d~ la legislatura. La prác-
pos terior qué hacer con él, ya se habían puesto los cimientos para tica española recordaba más bien el tipo de gobierno e jecutivo de los
una intervención militar a fin de restaurar el absolutismo. 22 Estados Un idos, y más especialmente, seguía el ejemplo ele la Cons-
La Constitución entregaba el control de la política fiscal en ma- titución francesa de 179 1. El m onarca español, de acuerdo con la
nos de las Cortes. Esta transferencia marcaba una decisiva desvia- Const itución de 1812, conservaba el derecho de seleccionar a sus siete
·ción al sistema de gobierno absolutista. En efecto, los diputados es- ministros, aunque para la Const itución resultaba di fícil especificar
pañoles estaban muy conscientes de que ningún sistema parlamentario que eran "responsables" ante las Cortes. En ninguna parte, si~. em-
podría funcionar · efectivamente sin esa facultad. El atrofiado creci- bargo, se hizo explícita la naturaleza práctica de esa responsabtltdad.
miento del parlamentarismo medieval en los rein os de la península El rey igualmente poseía la facultad de nombrar a sus cuarenta con-
había derivado precisamente de esa ausencia de control. En contraste, se¡eros de Estado, aunque la Constitución le prevenía de que debería
el establecimiento parlamentario del control impositivo había impe- seleccionarlos de una lista de candidatos que le suministraban las Cor-
dido la creación del absolutismo monárquico en la Gran Bretaña del tes. Los ministros tenían el privilegio de hacer uso de la palabra en
siglo xvn. Los monarcas españoles, por otra parte, habían incrementa- las Cortes, pero no tenían el derecho de votar. La ausencia de depen-
do su poder al crear . una imposición extra parlamentaria. A fin de dencia ministerial de la mayoría de la asamblea pronto comprobó
impedir un recrudecimiento del absolutismo, las Cortes se atribuye- que constituía un obstáculo para el funcionamiento del sistema cons-
ron el derecho exclusivo de establecer impuestos. La reforma de la titucion al. El sacerdote moderado liberal, Blanco White, incluía ésta
·e structura impositiva recayó, por lo tanto, en las Cortes y en sus entre sus siete principales críticas a la Constitución. Ciertamente, cuan-
.comités. Dada la complejidad de los problemas financieros en Espa- do la representación de las provincias internas se aclaró en el curso
ña, particularmente a partir de la década de 1790, los diputados a de: 1813, los liberales perdieron el control de la mayoría de los dipu-
Cortes y los ministros del régimen de Oádiz, como veremos, conti- wdos a Cortes. De lo anterior resultó que el gabinete se quedó aisla-
nuarían y ampliarían las políticas fiscales de sus predecesores abso- do ante una mayor ía cada vez más hostil. A menos de socavar el siste-
lutistas. En 1813 se ejerció una mayor presión sobre las propiedades ma representativo que ellos mismos habían ayudado a crear, los
de "las corporaciones. En efecto, sobre la riqueza eclesiástica recayó • liberales se enfrentaron a la angustiosa perspectiva de presenciar un
el peso de los esfuerzos del M~nisterio de Hacienda para restablecer servil ascenso al poder. Convencidos de que sus op()sitores habrían
la solvencia del Estado español. La Constitución confería a las Cortes de destruir la Constitución, se decidieron a perpetuarse en el go-
el control de los bienes nacionales, expresión que llevó· a la mente de bierno. · La incapacidad de la oposición para destituir a un gabinete
numerosos clérigos la nacim).alización de las propiedades eclesiásti- liberal y de alterar la composición del Consejo de Regencia, contri-
cas del gobierno revolucionario francés. 23 buyeron, según lo veremos, a la buena disposición de un grupo de
. La Constitución transfería a las Cortes el control de los departa- diputados tradicionalistas, de prescindir totalmente del sistema cons-
mentos burocráticos. Se esperaba que nunca más el monarca y sus titucional de Cádiz. 24
A pesar de este posterior alejamiento de los tradicionalistas, los
~2 Co nstitución, arts. 131, 249, 250, 258, 362 ·365. En cuanto a los recelos del ej ér-
cito respecto a las Cortes , véase Marla del Carmen Pintos Viei tes, La política de Fer- principales liberales habían negado en varias ocasiones abrigar algún
nando VII entre 1814 y 1820 (Pamplona, 1958), pp. 19-23. 24 Los min is tros tenían el derecho de tomar la palabra en las Cortes pem no el de
~3 Constitución, nts. 13 1 (xii-xix) y 172 (vii, viii). Véase el capítulo v en lo que votar. Constirución, arts. 222 -241, 338, 366-371. Capmany había apoyado este principio
1·esp:c ta a ia politicJ. financiera. el 29 <le septiembre de 1810, véase Diario I, pp. 20-22.
LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO 133
132 LA CONSTITUCióN Y EL CONFLI CTO

designio j acobino. Además, preferían no descTibirse como "demócra- La elección indirecta modificó en la práctica el prinopw univer·
tas", esto es, como defensores de la representación popular directa. . sal de sufr;:,gio mascu lino. La definición de ciudadanía resn-ingía con-
Por el contrario, la Constitución adoptó al sistema de elección indi- siderablemente su aplicación. La Constitución establecía las mismas
recta que se ap licó primero en la Constitución frimcesa de 1791. Ese bases de representación para ambos hemisferios: un diputado por cada
método dio snstancia al rechazo del radicalismo, puesto que 1a Cons- 70 mil habitantes, y un . diputado más por cada grupo excedente
titución de 1791 había entrado en vigor con anterioridad a las fases de 35 mil. La definición de ciudadanía, sin embargo, excluía del voto
girondina y _iacobir:a de la Revolución. El sistema de elección por a grandes categorí?.s de personas. En lugar ele adoptar la división de
rangos olreoa en erecto una alternativa a la adopción del sistema de la población en ciudadanos "activos" y "pasivos" de ra Constitución
propiedades o ingresos para tener derecho a votar. A este respecto las de 1791, las restricciones de la Constitución española dependían de
C~r~es, en las cuales ha~ía, como hemos visto, una gran cantidad de la aplicación del término "ciudadanía". Millones de individuos tanto
c~engos seglares, no pudieron ponerse de acuerdo. Para fines ele sep- en Espai1a como en las Américas quedaban fuera de esa categoría:
tiembre ele 1811 era ya evidente que la oposición de los sacerdotes los 1tirvientes domésticos, los "quebrados" que quedaron debiendo a
con _pe~_uefias propiedades . e ingresos menores impediría cualquier las agencias públicas. _los desempleados, los vagabundos, los analfabe:
restnccwn con base en la nqueza. El procedimiento lógico que deri- tos. El término ciudadanos comprendía estrictamente a los que podían
vaba de este fracaso llevó directamente a adoptar el sistema de elec· trazar su lina¡e por ambos lados a los dominios españoles y que real-
ción indirecta por rangos. 25 mente residían allí. El proceso electoral y el derecho de desempeñar
U~1a ~eríe ~e e ~e::~iones por grados en. par~oquias, distritos y niveles cargos de elección >e aplicaba únicamente a ellos.27
provmc1al~s _1mptd10 al electorado elegtr drrectamente sus represen- No todos los liberales estaban de acuerdo con la adopción de este
tantes clehmt!vos. La Constitución hizo que las asambleas electorales sistema de rangos. Algunos, como Blanco vVhite, habrían nreferido
de, las . parroqu_ias fu~ran la base de la vida política. Por implicación, elecciones directas con la introducción de requisitos de p;opiedad.
mas b1en que mtenoonalmente, puesto que el propósito de las Cortes Blanco afirmaba que las elecciones indirectas levantarían una barre-
era seculariza:, una considerable influencia política recayó en el ra entre las Cortes y el electorado más restringido que él contemplaba.
clero parroqmaL Durante los debates acerca del proyectado artículo Blanco creía que el unicameralismo ofrecía pocas perspectivas de con-
trolar la presión popular en los procesos políticos. En el bicameralismo
'1~;. Argüelles _Y _o_tros miembros del comité constitucional habían pre-
este liberal moderado veía un medio más efectivo de impedir lo
VlotO esa postb1hdad pero no pudieron persuadir a las Cortes de
que él consideraba como un predominio avasallador del poder le-
que se excluyera al clero regular en el nombramiento de electores
gislativo. Blanco veía al unicamarismo de la Constitución de 1812
parroquiales. Villanueva se unió al tradicionalista Creus para bloquear
como un obstáculo en potencia para la reconciliación del monarca
los ~sfuerzo~ de Argüelles para separar al clero parroquial de las
corP las transformaciones políticas que tenían lugar. En su concepto
funoones nvtles. En _efecto, en el con~exto americano, el diputado
la Constitución no reconciliaría a las diversas facciones que habían
por Guater~ala Antomo Larrazábal, había insistido en que en muchos surgido en las Cortes o en el país en general, puesto que simpfemente
casos los mtembros del clero eran las únicas personas cultas c~paces reempbzaba el absolutismo del gabinete por el absolutismo de una
de aprovechar los procedimientos constitucionales.2s
~7 Constitución, arts. 18-25, 30-33, cf. Constitución de I791, Sección II, arts. i-vii,
25 Di~rio VIII, 23-26 de septiembre de lSII, pp. 415-439, 449-453 : Diario IX, 27-~9 sección III , arts. i- vii. Las cifras de la población eran las del censo de I797. Los· ciu-
de septtem_bre de I811, pp. 6-52, acerca de los debates concernientes al requisito de dadanos residentes de una parroquia de más de 25 años de edad tenían el derecho de
tener proptedades. El tradicionalista Borrull se unió al liberal Villanueva, para asegurar nombrar un elector por cada 200 residentes calificados por medio del voto oral. Esos
que grupos enteros como el clero, los empleados civiles, los comerciantes, los magistra· electores así seleccionados formaban la junta electoral de parroquia, que entonces se
dos o. los s_oldados no quedaran excluidos de las Cortes con base en q ue sus propiedades dirigía a la ca pi tal del distrito para seleccionar con otros de su misma categoría, a
cr~n !nsu.flclen tes. los ~Jector es a nivel distrital. Estos últimos constituían la junta electoral de partido.
26 Diario VIII, 23-25 de septiembre de I811, pp. 41 5-•133. Constitución, arts. 34-58. Los flcgidos por medio de este procedimiento se dirigían entonces a la capital de
Il art. 35 excluía a los miembros del clero regular de participar en la s elecciones la p~ov incía para elegir a Jos diputados a Cortes por medio de una junt:t electoral
parroc¡ uiales. de pTovincia.
J34 LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO 135
23
legislatura irrestricta. Esa opinión co incidía notablemente con la de elido el 27 de octubre ele 1811 que se resucitara esa antigua i~stitu­
Vélez, que e~cribía po~teriormente en la misma década. Si bien cada ción, pero la concebía estrictamente como parte del restablecimiento
uno hacía valer argumentos derivados de diversos preceptos, esos dos creneral de los fueros del reino de Valencia. 31 El 8 de septiembre de
críticos de la Constitución convenían en que el monarca y su parla- l813 las Cortes designaron a los miembros de esa nueva Diputación
mento difícilmente podrían actuar juntos.~ 9 permanente panimperial. La mayoría de los grupos de las Cortes
Argüelles y otros miembros liberales del comité de la Constitu- tenían un representante en ese organismo. Espiga, por ejemplo, re-
ción, comprometidos con el centralismo y el unicameralismo, trataban presentaba a los liberales europeos, Creus a los tradicionalistas, en
de restar importancia a los elementos innovadores ele la Constitución tanto que Larrazábal era el americano más prominente. 32
a fin de mitigar los sentimientos de agravio de los tradicionalistas El centralismo imperial estaba en el fondo de la Constitución de
ele las diversas regiones. El alejamiento de estos últimos provenía, Cádiz. Así como no se contemplaba ninguna restitución de los anti-
por supuesto, de la incapacidad de las Cortes por restablecer la situa- guos fueros de las regiones, las Cortes tampoco proponían ningím
ción constitucional de los t!erritorios orientales. La ConstituCión, en tipo de sistema federal. Un gobierno central débil desde hacía mu-
efecto, abolió los fueros que aún quedaban, los de las Provincias cho tiempo había planteado un problema en España y en la América
Vascongadas y de Navarra, reduciéndolos de la condición de reinos a española. La teoría de la soberanía de los Estados inherente a cu~l­
la de una simple provincia. Argüelles decía que lejos de reducir los quier sistema federal amenazaba con institucionalizar las tendennas
derechos de las provincias, la Constitución los ampliaba de unos cuan- centrífugas que ya habían frustrado muchos de los empeños refor-
tos territorios privilegiados a toda la superficie de la monarquía. Ese madores de los ministros Barbones. Un nuevo funcionario, el gober-
argumento, sin embargo, era poco convincente para los tradicionalis- nador civil, designado por la corona, tomó a su cargo la administra-
tas, que veían en él_ nada menos que una ampliación de la Nueva ción de las provincias.- Ese cargo formaba parte de la política de
planta de Felipe V. . las Cortes de ejercer un más estricto control administrativo desde
Aunque los redactores de la Constitución sostenían incesantemente la capital metropolitana. El jefe político o jefe superior, además ,
que sus intenciones no eran restablecer las prácticas de la constitu- debía ser un civil, lo cual era un claro propósito de alejarse de la
ción medieval que habían aplicado los monarcas desde Fernando e práctica de los Barbones de poner la administración ele las provin-
Isabel en adelante, pocas instituciones del nuevo régimen eran real- cias en manos de un militar, el capitán general. En sentido alguno
mente semejantes a las de ese pasado remoto. Un caso concreto fue la concebía la Constitución a ese nuevo funcionario como un goberna-
pretensión de las Cortes de haber revivido la Diputación, típica ins- dor regional en un sistema federal. Esa aspiración, de ejercer un con-
titución medieval de Aragón y Cataluña. Si los tradicionalistas de los trol central más estricto, no obstante, no se podía esperar que fuera
reinos orientales podían d"*ir que las Cortes habían renunciado a su realizable fácilmente. Cada nuevo gobernador civil tendría que dejar
pretensión de legitimidadal dejar de oponerse a la Nueva planta, su huella en la localidad por, medio de sus aptitudes políticas propias
entonces los centralistas liberales podrían responder que, por el con- y por la fuerza de· su personalidad ante los funcionarios rivales ya
trario, las prácticas constitucionales de Aragón y Cataluña en la Edad afianzados en el ambiente de la provincia. Si alcanzaba éxito en
Media, en lo sucesivo reinarían supremas en toda la extensión de la esa difícil tarea, el gobierno central se encontraría frente a una pode-
monarquía. Esta recién creada Diputación, constituida por siete dipu· rosa autoridad en las regiones. 33
tados de las Cortes salientes, exístía para prevenir violaciones a la · Una de las funciones del gobernador civil incluía la de presidir
Constitución. 80 Un diputado valenciano, Josep Castelló, había pe· los comités regionales establecidos bajo la Constitución. Esas Dipu-
taciones Provinciales de ninguna manera significaban el deseo de
28 José María Blanco White, El español, 9 tomos (Londres, 18!0-!SH), vol. V (1812),
forzaban la Diputación. Constitución, arts. 157-160, 372. Véase igualmente Argüelles,
Breves reflexiones sobre algunos a;fículos de la Constitución espaiiola, pp. 76-80.
ibid. II, pp. 27-28.
2U Fray Rafael de Vé!ez, Apología del altar y del trono, 2 vals. (Madrid, 18!8).
31 Ardit, Valencians, p. 57.
RO Tres americanos y tres europ~os formaban este organismo; el miembro resta nte
32 M. Lafuente, Historia general de España, vol. XXI, (Madrid, 1862), pp. 441-442.
podía pertenecer a cualquiera de '' las dos cate:;o rias. Dos miembros adicionales re·
3:1 Constitución, art. 32·!.
136 I.,A CONSTITUCióN Y :EL CONFLICTO LA CONSTITUCióN Y EL CONFLICTO 137

las Cortes de crear legíslaturas estatales embrionarias. Estaban consti· Las Cortes procuraron revivir el gobierno municipal · facill.tando
tuidas simplemente por siete . miembros propietarios y tres suplentes. el acceoo a los· cargos públicos. La introducción del sistema de elec-
Su función era principalmente consultiva. Su tarea principal era la . ción eliminó a les fu ncionarios que habían heredado o comprado sus
d e ejecutar las políticas del gobierno centraL Los electores de cada cargos. Los diputados liberales vieron en esta política el medio de
distrito elegían a los miembros de la D iputación Provincial por medio reemplazar les arraigados in tereses de los nobles por miembros
de elecciones diferentes de las de las Cortes. La Diputación se debía de las profesiones liberales. El caso de La Coruña ilustró el despla-
reunir durante noventa días en cada año.34 Las Cortes · dispusieron zamiento ele funcionarios y personas que desempeñaban sus cargos
que se formaran treinta y uno de dichos organismos en la península, por herencia, por comerciantes ele la localidad y por profesionales. La
y otra serie en las Indias. Seis, por ejemplo, se asignaron a la Nueva Constitución conservaba el número existente de concejos municipales
Espai'ía. En tres distintos niveles, por tanto, los ciudadanos de ambos y disponía la creación de otros nuevos para representar a los grupos
hemisferios tenían el derecho de representación y participaban en la de más de mil habitantes en las regiones en donde no habían exis-
toma de decisiones: en las eleccion! s para las Cortes imperiales, en las tido con anterioridad. Más del 35% de la población española en
elecciones de las Diputaciones Provinciales y, según lo veremos, en 1812 vivía. en villas o poblados pequeños ccn menos de mil habi-
las elecciones de las municipalidades constitucionales. Hasta cierto t<~ ntes. - En la práctica, el analfabetismo, la inexperiencia o la mera
,grado la Constitución ofrecía a los america110s la posibilidad de mo- distancia, tratándose de eses grupos de las villas y caseríos, con fre-
<lificar la hegemonía peninsular en las Indias. En el curso de 1813 cuencia impedía que los individuos comunes · aprovecharan esos nue-
~ 1814 el gobierno constitucional sancionó la formación de nuevas vos procesos electorales. Cuando de acuerdo con el decreto de
Diputaciones Provinciales. En la península la Diputación Provincial 23 de mavo de 1812 las Cortes autorizaron la celebración de las
<le Granada se reunió por primera vez el 12 de mayo de 181 3 y la de primeras ~lecciones, los resultados en numerosas localidades peque-
·Córdoba el 9 de agosto. Otras más. se reunieron a medida que los ñas mostraron poco cambio. Los grupos que anteriormente habían
franceses se retiraban definitivamente. No todas las Diputaciones Pro- dominado en los concejos municipales retuvieron el control por me-
vinci a.les mostraron resultados satisfactorios. En Extremadura, por dio de la manipulación de los procesos electorales. En las poblaciones
ejemplo, en donde predominaban tradicionalmente los intereses ga· más grandes los cambios fueron más significativos, según veremos
naderos de la antigua Mesta, fue disuelto el nuevo organismo cuando en el caso de Sevilla, en donde las facciones nobles que habían
r esultó que esos intereses seguían decididos a utilizar su influencia en si do desplazadas lucharen para recuperar su anterior supremacía du-
la Diputación para estorbar la legislación del gobierno concebida rante los añ os de 1813 y principios de 1814. 36
para ayudar a los agricultores. En las Indias el recelo de los virreyes y Numerosos conflictos futuros tuvieron como origen la Constitu-
la ru ptura que fue el resultado de la guerra civil demoró su forma· ción. Inmediatas controversias resultaron de la disposición de que no
ción. El virrey Venegas temía que•los americanos resultaran victorio- se podría modificar sino hasta que hubiera transcurrido un per.i odo
sqs en las elecciones, lo q_ue tuvo como consecuencia que la Diputa· de ocho años. Blanco White vio esto como un factor que contribuía
óón Provincial de la ciudad de México no se reunió sino has ta el a la rápida desintegración del sistema constitucional. Además, los de-
13 de julio de 1814, más de dos meses de5pués de que Fernando VII fensores de la Constitución empezaron a acusar de traidores a los que
había abolido la Constitución en España.n5 hadan p.resión para modificarla en el periodo de ocho años. Blanco
advert ía que mientras subsistiera la disposición de los ocho años, la
34 Constitución, arts. 325-335. Las Cortes se reservaron el derecho de aumentar el
única manera de modificar la Constitución sería la de abolirla. 37
número de miembros. Ningún empleado de la Corona podía form ar parte de esas
diputaciones. En lugar del jefe político, presidiría el intendente. Las diputaciones eran No hay duda de que la Constitución de 1812 debia mucho a la
renovables por mitad cada dos años. de 1791. Ambas tenían como origen las expresiones de una reacción
35 Archivo de la · Real Chancillería de G~nada (A RCG) 321-43í2·2·1. Concepción de común ante la herencia del absolutismo y ante la desintegración del
.Castro, La 1·evol'Ución liberal y los m'Unici:f¡ios espmioles (1812 ·1868) (Madrid, 1979),
pp. 92-95. Nettie Lee l:lenson , La diputación ;provincial y el fuleralismo mexicano (Mé- 3G Constitución, arts. 308-3 ! 8. Castro, ibid., pp. 41-47, 61-74, 108-109.
xico, 195.5), pp. 9-!4, 30-39. ' 37 B!anco White, iúid., pp. 119-120. .
138 LA CONSTITUCióN Y :EL CONFLICT O L A CONSTITUCi óN Y EL CONFLICTO 139'

an cien régime. Cada una luchaba por crear instituciones viables y un establecimiento católico, sin embargo, Blanco White se adhirió ac.
sistema político más abierto. La teoría de la soberanía, la adop- Villanueva. Este ültimo eviden temen te procuraba colocar su argu-
ción del principi o de la división de poderes y la introducción del mento neotomista ele las nuevas formas liberales de gobierno sobre-
sistema ele elección indirecta por rango, suministraban las más sor- legítimos cimien tos católicos. Blanco, corno vimos, había pertenecido·
prendentes semejanzas entre las dos constituciones. No obstante, los al círculo heterodoxo neoclásico que estaba alrededor de Alberto•
opositores ele la Constitución de Cádiz estaban en un error cuando Lista en Sevilla antes de la guerra. Defensor de la pluralidad religiosa.
afirmaban que los diputados a Cortes habían copiado literalmente se oponía decididamente a la reafirmación del establecimiento cató--
capítulos enteros de la Constitución francesa . Los polemistas Vélez y lico exclusivo apoyándose en que reforzaba a la España tradicional
Alvarado, y la oposición cada vez más virulenta del periódico Atalaya que tanto le disgustaba y ·a la que tanto temía. En estas materias de·
de la iVIancha, difundían la creencia generalmente aceptada de que las raíces de la cuestión religiosa, según lo podremos ver en ei capítu-
la Constitución de 1812 deliberadamente había tomado como modelo la 1(') VI, fue donde finalmente se dividió el consenso de las Cortes. 39'
Constitución de 1791 . Como tal era una superimposición extraña La discusión relacionada con la Constitución se' amalgamó con la
en una clara experiencia hispánica, una ilegítima desviación de las cuestión más amplia de si las Cortes podían legítimamente declarars-e-
leyes fundamentales del reino. Afirmaban que el comité constitucio- constituyentes. El asunto de }a legitimidad resultó de significado tras-
nal había seguido principios idénticos a los que en la Francia revo- cendental, corno lo demostrarían los acontecimientos de 1814. Lac
lucionaria habían conducido al sistema republicano y a la descristia- más seria cuestión de todas sería la actitud del monarca con respecto•
nización. El sacerdote liberal Villanueva desviaba el ataque de a las reformas constitucionales, que las Cortes, atribuyendo la so-·
Alvarado al rechazar que la Revolución francesa fuera el origen de la beranía a la nación y a sí mismas la legitimidad, habían puesto en
Constitución de Cácliz. Para esto se apoyaba en la filosofía de Santo vigor en su nombre. Aunque el resultado de este dilema se ha-·
Tomás de Aquino, quien de acuerdo con la interpretación de Villa- bría de demorar hasta que Fernando VII fuera liberado de la cautividad.
nueva había planteado el concepto de u na "monarquía moderada":
de los franceses, eran pocos los que podían dejar de ver que ningün
Las Cortes, enteras, sencillamente habían restablecido las leyes fun-
monarca español estaría dispuesto a deshacerse de la autoridad que-
damentales del reino, de las que habían abusado los monarcas ab-
solutos y sus ministros, y habían aplicado los principios de Santo había heredado y que creía que finalmente venía de un encargo di-
Tomás. Lejos de tolerar la heterodoxia, que es lo que implicaban vino. Ningún rey contemplaría una traición como ésa a la confianza,.
Vélez y Alvarado entTe otros, Villanueva llamó su atención a la tal corno él la veía. La vida de las Cortes y la permanencia de la;
conservación del establecimiento católico de conformidad con el ar- Constitución, entonces, dependían sobre todo de la fecha en que eli
tículo 12 de la Constitución. Allí de nuevo hab ía producido frutos la rey regresara de su cautiverio.
alianza de los tradicionalistas con los clérigos liberales. De esa ma- •
nera la Constitución había_hecho una realidad la idea de una España
diz, lBll -1812) (Madrid, 1840), I, pp. 43-71 y Apuntes sobre el arresto de los vocales de·
católica. Esta España católica, concebida por Villanueva, sin embargo,
Cortes (Madrid, 1820), pp. 15-17; Vida literaria, 2 vols. (Londres, 1825) II, pp. 198-30L
difería radicalmente del clericalismo xenófobo del periodo posterior Sobre P. Agustín de Castro autor de esos ataques en los periódicos, véase AHN Con-
a mayo de 1814. Como vere~os en el capítulo vn, el triunfo de sejos 6301, núm. 125, El fiscal de la junta de' censura sobre qu~ se recoja el periódico•
la "Iglesia conservadora" llevó a atajar a los_ clérigos liberales. Villa- mlm. 5 titulado A talaya de la Mancha (Madrid, 1813): ff. 2B-3 lv; la junta de censura;
nueva no veía incompatibilidad entre el establecimiento católico y de Madrid describ!a a ese periódico como " subversivo y sedicioso". Después del re-·
el gobierno parlamentario. Aquí radica la posibilidad de un catoli- greso del rey denunció a Castro el 12 y el 16 de mayo de 1Sl4 a la Constitución " como•
una vil copia de la Constitución que la Asamblea fra ncesa de los años de 1789, 1790·
cismo liberal en España con varias décadas de anticipación a las y 1791, formuló con el obj eto de abolir la religión, destronar al rey y esclavizar al
ideas que posteriormente serían desarrolladas en Francia por La- pueblo".
mennais, Lacordaire y Montalembert. 38 Acerca de la cuestión del 39 Blanco White, ibid., núm. xxvi (30_ de junio de 1812), pp. 81-95. Véase igual-
mente Hans Juretchke, Vida, pensamien to y obra de Alberto L ista (1775 -1 848), (Ma-
38 Joaquín Lorenzo Vlilanueva , Las angélicas fuent es o el tomista en las Cortes (Cá· drid , 1951 ), pp . 13-23, 43-83.
HO LA CONSTITüCióN Y EL .CONFLICTO
LA CO NSTITu CióN Y EL CONFLICTO 1111
3. LIBERALISNIO Y LIBERACIÓN
territorio espai1ol, el deseo de liberarse del op::esor extranjer~ y el.
impulso de reconstruir el deshecho Estado espan~l - se confundmn en:.
I..a Constitución y las medidas adoptadas por las Cortes durante los
una lucha idéntica. Cuando, sin embargo, se retuaron los franceses, .
.años de 1810-1814 demostraron que eran el origen de nuevas divisio-
otras regiones ele España cayeron bajo la jurisdicción del nu:vo ré-
nes tanto en el interior de España como en todo el imperio. La Cons-
gimen. El 27 de agosto de 1812 los franceses evac.uaron ;ev1ll~; ~l
;t itución nunca llegó a ser la plataforma común de las reformas y de
27 de mayo ele 1813 salieron finalmente de Madnd; el :J de .J Ulio>
la recreneración , sino que, por el contrario, era una causa de polar i-
Suchet abandonó Valencia. En las regiones del interior de España
zació~. En las Indias su naturaleza unitaria contribuía al apoyo a los la oposición al liberalismo se hizo evidente ráp ida~ente. Las co~t~~­
se caratistas. Aun así, en su aspecto más fundamental la Constitución
dicciones dentro del liberalismo empezaron a erosronar la credrbih-
.0 f~ecía a los españoles en la práctica, tal como Napoleón lo había dad en la nu eva ideología. El carácter unitario de la Constitución.
hecho tan sól o en principio, la p osibilidad de tener por primera vez
de 1812 impedía cualquier posibilidad de que se volvi:r~ ~,la N.ue va~
:un gobierno de elección representativo. Si sobrevivía el nuevo régi-
men, existía la esperanza de que en un futuro previsible se abriera gra-
planta de Felipe V, a pesar del a~oyo a .la re~on st t tuc!~'TJ. r1a ~., 1
instituciones corpora tivas de los antiguos remos oe la penmsula. La·
oClualmente al sistema político para abarcar a más amplios elementos
posición estatista de los liberales · fortal,ecía ~1 gobiemo del cen_t~o·
de la población. El principio subyacente de la Constitución era el
a expensas de las regiones, y reforzaba aun mas al Esta?o :n r~lacwn
.del sufragio universal, posición que ya se había anticipado en las
con la Icrlesia. El unicameralismo denegaba un papel mstltucwnal a.
la noble~a y al alto clero. Las restricciones en la d dinición de ciuda-
·Comtituciones francesas de 1791 y 1793. En Francia, no obstante,
.el sistema constitucional no había sobrevivido al establecimiento de
danía y la adopción de elecciones indirectas limitaban el grado de-
la dictadura revolucionaria del Comité de Salvación Pública (1 793-
la participación popular en la vida política y creab(!.n una ?arrera de r~­
1794) del republicanismo restrictivo del Directorio (1795-1799) y de
celo entre los constitucionalistas de Cádiz y las mas as pnvadas de pn-
la imposición de un gobierno personal y de las prácticas de policía
vilegios. Las medidas liberales acerca de tributación, tierras ele
.del Estado de Bonaparte después de 1799. Ya que la Gran Bretaña
los pueblos, gremios y cercamientos en 1813 alejaban al español co-
:aún tenía un parlamento no reformado, el experimento constituCio-
mún de las pequeñas poblaciones y villas a todo lo ancho dei
nal español era un ejemplo para otros territorios europeos atrapados,
campo. Aquí radica el origen de muchos~ riiotivo,s ~e desconte?~O­
lo mismo que la propia España, entre el imperialismo bonapartista
La Constitución misma no era sino un conJunto htbndo de tradJclü-
y el absolutismo del ancien régime. La Constitución ele 1812 vino
nes y de influencias frecuentemente difíCil~s de re concilia~. La legis-
.a ser el punto de partida para los liberales europeos, sobre todo en
latura, especialmente en vista de la ausencra del rey, llego a ser. :x-
Jos Estados italianos y en Portugal, particularmente después de la
.Restauración de 1814. 40 cesivamente poderosa: el monarca como poder ejecuü¡¡o s~ cleb1htó•
proporcionalmente. En tanto que las ins~itu~iones del ?ob1erno ce~­
El liberalismo se desarrolló junto con el movimiento romántico:
tral adquirían nuevo vigor bajo la Const1tuc1Ón, la leg1slatma clom1-·
:sus raíces, no obstante, estaban hundidas profundamente en el suelo
naba al poder ejecutivo. La ·constitución combinaba paradóji~ar_nente·
fértil de la Ilustración. El llamamiento emotivo del liberalismo era
un alto grado de centralización administrativa con un predommro . d~l
·¡a reacción ante el deseo de_liberación de las restricciones del ancien
poder legis1 ativo en el sistema político._ En ~f~cto, las, Co~tes eh~l­
·Tégim e. Y sin embargo, los liberales · compartían lo~ objetivos de sus
naron las restricciones a las que el anczen regzme habra crrcunscnto•
predecesores ilustrados, sirvientes del monarca absoluto. La tensión,
las acciones del Estado mientras que al mismo tiempo. redujeron el
,e inc:uso la incompatibilidad, que existía entre el llamamiento emo-
poder del ejecutivo como una reacción ante los "tres siglos ele absolu-·
tivo y las metas racionalizadoras del liberalismo nunca se resolvieron
tismo" que condenaban los diputados liberales. 41
·satisfactoriamente. Mientras los ejércitos franceses permanecieran en
\~

·11 Constitución , ar t. 171. Colección de los decretos y órdenes que l!~n ex pedido las
·JO Véase Juan Ferrando, La Constitución espmiola de JSJ:J en !os comienzos del
Cortes Generales v E.draordinarias, 10 vols. (Madrid , 1820-1823), IV, ]PP· 80-82, 8 de-
·•• Risorgimento" (Roma-Madrid, 1959).
junio de !313. E~te decreto autorizaba Jos cercamien tos en el campp. eiiminaba las•
:l42 LA CONSTITUCióN Y EL CO NFLICTO

Las Cortes introdujeron los conceptos de soberanía del pueblo, de


-nacionalidad, de igualdad ante la ley, de gobierno representativo, V. EL PRIVILEGIO SEÑORIAL Y LA PROPIEDAD
de libertades civiles y de supremacía del poder civil , que eran los prin- . CORPORATIVA
·Ó pi os clásicos del liberalismo. Los liberales, no obstante, tenían
otros objetivos que en numerosos aspectos señalaban hacia una direc-
.dón opuesta: la centralización administrativa, la reconstrucción del 1, EL PROBLEMA DE LOS DERECHOS SEÑORIALES
Estado, la utilización del poder del Estado para proteger a los dueños
· de la propiedad privada y del capital, el predominio polí tico de los LA CUESTIÓN del privilegio señorial suministraba un ejempio de las di-
profesionales y, en una época posterior, la burguesía ·e mpresarial y visiones que existían dentro de la nobleza. La mayoría de l?s nobles es-
la adopción de una política económica fundada en el libre juego pañoles no poseía ningún derecho a la jurisdicción seño~1a~. ~a?o el
de las fuerzas del mercado. Aquí, igualmente, se encuentran las raí- cálculo de mediados del sio-lo xvm de que había 725 mil md1v1duos
.ces de las teorías económicas y sociales de la Ilustración posterior. La com o miembros de la nobl~za, tan sólo 30 mil tenían el privilegio. de
combinación de objetivos liberales sociales y constitucionales, que la jurisdi.cción. En muy diversos aspectos la jurisdicción era ún:~a­
fueron concebidos ambos para socavar las institucion es del ancien mente un . poco más que una prerrogativa legal, una c.o~pensacwn
·régime que aún sobrevivían, suscitó una oposición violenta. La hosti- de la marginalización en el proceso de la toma .de deoswnes en el
lidad liberal hacia los fueros region al es y corporativos echó abajo las centro político. únicamente en el caso de la ant1gua nobleza •. de los
barreras entre el Estado y el súbdito común, en las que el pri- Grandes de España y la n obleza titulada, un ingre:o lucrat~vo era
mero era un principio infinitamente más poderoso y el último ha- el resu ltado de la jurisdicción y de las cuotas señonales asoc1adas a
.bía quedado reducido, de miembro de algún tipo de corps intér- ella. P ara esa categor ía de nobles los privilegios de la jurisdicción Y
.mediaire a la condición más débil de individuo particular atrapado la percepción de impuestos constituía una parte importante de su
-entre las exigencias del Estado y las presiones de los poderosos due- posición social como el grupo dominante en zonas geográficas espe-
ños de las propiedades y del capital. Los críticos de fines del si- cíficas. No constituía, sin embargo, la única base de la fuerza de
;glo XIX y principios del xx hicieron valer esos aspectos tanto desde la antigua nobleza territorial. La mayoría de las casas de los antiguos
la derecha como de la izquierda del espectro político. nobles podían subsistir sin esos privilegios, siempre, por supuesto,
La debilidad de su base electoral suministró la más clara expli- que se siguieran percibiendo los ingresos deriva~os de los. arrenda-
•Cación del fracaso del liberalismo durante el primer período consti- mientos o mejor aún, que se incrementaran. A fmes del s1glo xvm
·:tucional. La abolición de la jurisdicción señorial pudo haber dado la nobleza antiaua estaba constituida por unas l 500 personas. No era
0
. a los legisladores liberales y a las comunidades r urales el medio su reducido nú mero sino la enormidad de sus prerrogativas en la lo-
-para unírse en un ataque común contra el legado "feudal" del ancien •
calidad, lo que planteaba el problema. Las dos :egiones más po~u­
·régime. En el capitulo siguiente veremos que las ambigüedades y de- losas de España, Galicia y Valencia, habían expenmentado un md1ce
'ficiencias de la ley frustraron ese intento. Las raíces del colapso de los de incremento de población muy por arriba del nivel nacional du-
liberales en mayo de 1814 en el momento en que regresó el rey se rante el sio-lo anterior a la apertura de las Cortes. Inevitablemente
.encu entran precisamente en esta ausencia de propósitos comunes. recayó la a~ención en la utilización de la tierra, especialmente pues-
to que el índice de incremento de población en. el rein~ de Va-
lencia continuaba siendo de 250%. Si bien sería c1erto deClr que la
economía reo-ional se había ampliado prácticamente en todos los as-
pectos como resultado del incremento de población, l~ producción
0

agrícola y la disponibilidad de la tierra n o habían pod1d? aum,en tar


···restnccwncs sobre la utilización de la tierra y establecía el derecho de construir en la misma proporción, con el resultado de que Valenoa tema un
fábricas 0 talleres y la libertad de ejercer oficios y eliminaba la obli gación de ma·
~ tr i clllarse ante !as au toTicbdes de los gremios. ., problema de sobrepoblación al iniciarse el siglo XI X. Era poco lo que
!-!3

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