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DAR RAZON DE MI FE
Lesly Opazo Magna
0. INTRODUCCIÓN
Todo lo mencionado en el punto anterior, que no es otra cosa que las causas de
esta gran crisis, se deben tomar en consideración y transformarlas en oportunidades
y fortalezas.
Está claro que si queremos salir de esta profunda crisis, se debe poner a Jesús
como el centro. “Es necesario que Él crezca y yo disminuya “. Jesucristo es la oferta
de vida buena.
Es necesario volver a la Iglesia profética, de la época de la dictadura militar. Que
sacó la voz para defender los derechos humanos y la dignidad de la persona
humana, inspirada y arraigada en el evangelio. Se echa de menos a figuras como
el Cardenal Raúl Silva Henríquez y el Obispo Enrique Alvear.
Debemos volver a una Iglesia servidora, especialmente de los más pobres y
desamparados. No una Iglesia que se sirve a sí misma, olvidando el mandato de
Jesús que el que quiera ser el primero tiene que ser servidor de todos.
La Iglesia debe recuperar su fidelidad al Señor. Debe ser Fiel a su mandato y a
su razón de ser. En definitiva, a su esencia.
La Iglesia debe ser capaz de convocar, de aglutinar, de unir. Que mejor si
tenemos al señor Jesús que nos acoge y nos muestra el rostro del Padre.
La Iglesia debe ser sincera consigo misma y con los demás. “La conciencia de
tener llagas nos libera de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores. Nos
libera de esa tendencia prometeica de quienes en el fondo sólo confían en sus
fuerzas y se sienten superiores a otros”. (Enc. con religiosos/as, consagrados/as y
seminaristas, Stgo., 16/01/2018).
La mujer debe tener un espacio y protagonismo en la Iglesia. En las últimas
décadas, la mujer ha estado relegada a un segundo plano, como si no existiera. Ha
sido una institución donde los hombres toman las decisiones. A las mujeres no les
queda otro remedio que acatar. Son como las “empleadas”: imprescindibles, pero a
la vez invisibles.
En definitiva, lo fundamental e imprescindible para salir de esta crisis profunda
que está atravesando la Iglesia Católica en Chile es el lugar, el rol y el protagonismo
del laicado. Después que se recuperó la democracia (1990), perdió su centro, se
aburguesó, perdió el horizonte, se volvió narcisista, “se miró el ombligo”. Lo más
grave es que se volvió clericalista: la Iglesia es de los curas, es decir, de la jerarquía.
Por tanto, los laicos son los empleados de estos “príncipes”·: hacen todo lo que les
dicen.
Esta no es la Iglesia, pueblo de Dios, que fundara Jesús. Nadie es más
importante que el otro. Todos somos parte de un cuerpo, que nos necesitamos y
complementamos. La jerarquía es parte de este pueblo y está al servicio de éste.
“La participación activa de los laicos no es cuestión de concesiones de buena
voluntad, sino que es constitutiva de la naturaleza eclesial” (Carta del Papa
Francisco al Pueblo de Dios que peregrina en Chile, 31/05/2018)
Acá, entonces está la clave: la eliminación de la asimetría que existe entre el
clero y el laicado.
“ENSAYO”
DAR RAZON DE MI FE
Lesly Opazo Magna
La Iglesia, a través de su historia, ha pasado por momentos de crisis muy
oscuros y profundos, pero ha sabido ponerse de pie y, sobre todo, poner a Jesús
en el centro. Y ésta no va a ser la excepción. Por tanto, debemos tener la confianza
y convicción que “en la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los
santos…” (Verborgenes Leben Und Epiphanie, 145).
“La Iglesia en Chile sabe de esto. La historia nos dice que supo ser madre que
engendró a muchos en la fe, predicó la vida nueva del evangelio y luchó por esta
cuando se veía amenazada. Una Iglesia que supo dar la “pelea” cuando la dignidad
de sus hijos no era respetada o simplemente ninguneada”.
IV. CONCLUSIÓN
Sin lugar a dudas, la Iglesia Chilena está viviendo una las crisis más profundas
y dolorosas que se tenga conocimiento. Mirado en un contexto más global, hoy por
hoy, las instituciones en general están siendo cuestionadas. Sólo por nombrar
algunos ejemplos, el desfalco en carabineros, la colusión de las farmacias y las
empresas del papel higiénico, etc.
Aunque no haya sido de la mejor manera, pero “la bomba ya estalló”. Ahora lo
que queda es hacerle frente y buscar alternativas de salida. No es primera vez que
la Iglesia vive una crisis. Debemos volver al centro, a nuestra esencia, porque en
algún momento lo perdimos. Jesús dejó de ser el centro, transformándose la
institución en protagonista, específica y particularmente, los obispos y presbíteros,
es decir, la Iglesia Jerárquica.