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Para los venezolanos es evidente que el chavismo ya no es mayoritario en las calles, en vista de la

enorme crisis en todos los niveles que atraviesa su patria y de los sondeos, que dan indicios de la
baja aceptación del Gobierno.

Pero para ellos también parece evidente que el presidente Nicolás Maduro se hará reelegir a la
brava en las elecciones presidenciales, tradicionalmente realizadas en diciembre, pero que, en un
golpe de oportunismo de la Asamblea Constituyente –cuya legalidad muy pocos países
reconocen– y del Consejo Nacional Electoral (CNE) –un rector de bolsillo del palacio de Miraflores–
, se efectuarán antes de que termine abril –se especula que el 15–, con lo que la sana competencia
se evaporará en un ambiente en el que las condiciones de juego se acomodarán a los intereses
políticos del madurismo.

En ese sentido, los dos más recientes golpes del Gobierno a la oposición fueron la invalidación de
Voluntad Popular, el partido del detenido Leopoldo López, y la supresión de la Mesa de Unidad
Democrática (MUD) como opción política, supuestamente para evitar la doble militancia, con lo
cual la oposición no tendrá un tarjetón unitario.

Ante ese panorama, la oposición entra en el mismo dilema que la ha acompañado a lo largo de los
más recientes certámenes electorales, caracterizados por lo fraudulentos, por el ventajismo a
favor de los candidatos oficialistas y por la baja participación, así se exhiban unos resultados de
ensueño que ni el mismísimo Hugo Chávez hubiera obtenido jamás en la cresta de su popularidad:
¿participar o no participar?

De hacerlo, la oposición primero tendría que acordar ir a las urnas con un candidato único que, en
teoría, debería salir de unas primarias que, ante la premura del tiempo, quizás no se alcancen a
realizar, y en un ambiente en el que sus más influyentes y visibles líderes están en la cárcel, en el
exilio o inhabilitados.

El obstáculo del tarjetón podría ser salvado al incluir el candidato único en los tarjetones de los
partidos de oposición que no sean podados por el CNE, pero recuperar la confianza de la
ciudadanía es un desafío al que pocos le tienen fe, a menos que una figura nueva (un ‘outsider’)
emerja en ese entorno confuso y fraccionado. Los comentaristas políticos en el vecino país no
cesan de mencionar al dueño de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza, pero no es claro si él aceptará
y si, de hacerlo, logrará revertir la desventaja. Más aún, se da por hecho que en el remoto
escenario de ganar la oposición se consuma un fraude. Es claro que Maduro no adelantará las
elecciones si percibe el más mínimo riesgo de perderlas.

Y si la oposición decide no participar, teme lo sucedido en el 2005, cuando no presentó candidatos


a las elecciones legislativas por falta de garantías, lo que con el tiempo se vio como un enorme
error que abrió de par en par las puertas a la consolidación del chavismo y la llevó a perder de
manera dramática un caudal político y una credibilidad que solo con el paso de los años pudo
recuperar y hoy, de nuevo, están en entredicho. En paralelo, y para distraer la atención sobre los
abusos cometidos contra la militancia opositora, Caracas abre una crisis diplomática con España al
declarar ‘persona non grata’ a su embajador, por las sanciones que les impuso la Unión Europea a
siete de sus más altos funcionarios.

¿Y el diálogo de República Dominicana? El anuncio del adelanto de elecciones firmó la sentencia


de muerte de esos acercamientos, empujados por el expresidente del Gobierno español José Luis
Rodríguez Zapatero, auspiciados por el Gobierno de Santo Domingo y acompañados por varios
países, entre ellos México, que acaba de abandonar, y demostró que no eran más que una
mampara del régimen para darse tiempo y continuar sus tropelías.

Otras naciones, que forman parte del Grupo de Lima, rechazaron el adelanto de las elecciones, y el
presidente colombiano, Juan Manuel Santos, fue más lejos al decir que Bogotá no las reconocerá,
como tampoco reconoce ni la Asamblea Nacional Constituyente ni sus decisiones. En el mismo
sentido fue el anuncio de Estados Unidos, que advirtió que no reconocerá al presidente que salga
de esos comicios por considerarlos “ilegítimos” y que no cumplen los requisitos de “ser libres,
justos, creíbles y transparentes”.

La Francia del presidente Emmanuel Macron, por su parte, criticó la exclusión de la MUD “por
atentar contra la equidad”, luego de “haber cambiado el calendario electoral sin consultar con la
oposición”.

Venezuela se enfila hacia unas elecciones con ‘candidato único’ o con un ganador cantado. Esto, a
menos que un milagro salve a este país de seis años más de un desastre llamado Maduro.

editorial@eltiempo.com

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