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Orientaciones para la intervención

en sexualidad en personas con


consumo problemático de drogas

Área Técnica de Tratamiento y Rehabilitación


Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes
ADVERTENCIA
El uso de un lenguaje que no discrimine ni marque
diferencias entre hombres y mujeres es una de las
preocupaciones de CONACE. En tal sentido y con el fin
de evitar la sobrecarga gráfica que supondría utilizar
en español o/a para marcar la existencia o referencia a ambos
sexos, optamos por utilizar el clásico masculino genérico,
en el entendido de que todas las menciones en tal género
representan siempre a todos/as, hombres y mujeres.

Documento elaborado por IKASTOLA -Asesoría y Capacitación en Sexualidad, Psicología y


Salud con la asesoría técnica del Área de Tratamiento y Rehabilitación de CONACE

Área Técnica de Tratamiento y Rehabilitación


Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE)
Ministerio del Interior
Gobierno de Chile

Santiago, Chile.
2009

Registro de Propiedad Intelectual No


I.S.B.N.: No

Diseño: S comunicación visual (Verónica Santana)


Impresión:
Índice

INTRODUCCIÓN 5
I. ASPECTOS BÁSICOS DE LA SEXUALIDAD HUMANA 8
1. Construcción sociocultural de la sexualidad 10
2. Dominios de la sexualidad 12
3. Mitos en torno a la sexualidad 16

II. CONCEPTO DE GÉNERO 21


1. Instituciones que participan en la construcción del género 23
2. Roles de género: Lo establecido y lo emergente 25
3. Mandatos sociales y comportamiento sexual 28
4. Enfoque de género en sexualidad 30

III. SALUD SEXUAL Y DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS 35


1. Concepto de salud sexual y sus alcances 40
2. Respeto a la diversidad sexual: Un desafío pendiente 43

IV. DESARROLLO PSICOSEXUAL 48


1. Determinación y diferenciación sexual antes del nacimiento 49
2. Tareas del desarrollo psicosexual en la infancia 51
3. Tareas del desarrollo psicosexual en la adolescencia 54
4. Vivencia sexual en la edad adulta 62
5. La vida sexual en la mitad de la vida 64
6. La tercera edad 66

V. SALUD SEXUAL Y AUTOCUIDADO 69


1. Factores protectores y de riesgo para la salud sexual 72
2. Prácticas sexuales 78
3. Comportamiento sexual, prácticas sexuales y criterios de normalidad 81
4. VIH/SIDA e infecciones de transmisión sexual (ITS) 84
5. Violencia sexual 91
6. Aspectos importantes a considerar por los equipos de trabajo 100
7. Imagen corporal 102

[3]
VI. COMPETENCIAS CONDUCTUALES 105
1. Habilidades para intervenir 108
2. Desde dónde intervenir 111

VII. ORIENTACIONES TÉCNICAS PARA LA ACCIÓN 118


1. Competencias técnicas para el trabajo individual 119
2. Metodologías para el trabajo grupal 132

VIII. RESPONDIENDO A SITUACIONES CONCRETAS 164

FUENTES DE INFORMACIÓN 181

[4]
INTRODUCCIÓN

Para reducir la demanda, la Estrategia Nacional de Drogas del Gobierno de Chile


considera como objetivo estratégico, entre otros, otorgar oportunidades de tra-
tamiento y rehabilitación para las personas con problemas derivados del con-
sumo de drogas.

Para abordar este objetivo, la Secretaría Ejecutiva de CONACE, a través de su


Área Técnica de Tratamiento y Rehabilitación, diseñó e implementó el año 2001
el programa de planes de tratamiento y rehabilitación para personas con pro-
blemas derivados del consumo de drogas, orientado a dar respuesta a quienes
presentan esta problemática.

Desde sus inicios, el programa ha entregado capacitación continua a los equipos


clínicos de los centros de tratamiento prestadores de CONACE, con el propósito
de contribuir a mejorar en forma permanente la calidad de la intervención.

Actualmente los programas de tratamiento han diversificado su atención hacia


poblaciones específicas y particulares, en atención a las necesidades de con-
sumidores problemáticos de drogas adolescentes, mujeres, población que ha
cometido delito -privada y no privada de libertad- personas con alta vulne-
rabilidad social, etc. Lo anterior conlleva desafíos permanentes para asegurar
servicios de calidad, uno de los cuales es el abordar la sexualidad en los procesos
terapéuticos.

Esta temática surge con frecuencia en los procesos de tratamiento de las per-
sonas con consumo problemático de drogas. Los profesionales e integrantes de
los equipos requieren de conocimientos y herramientas técnicas para abordarla
adecuadamente.

[5]
Por estas razones, el Área Técnica en Tratamiento y Rehabilitación del Consejo
Nacional para el Control de Estupefacientes, CONACE, ha estimulado la ela-
boración de este documento con el objetivo de contribuir a mejorar los cono-
cimientos que, en materia de salud sexual, poseen los profesionales y técnicos
que trabajan en los programas promovidos de su gestión. Junto con ello, pre-
tende dar algunas herramientas que favorezcan el quehacer terapéutico y el
abordaje integral de un ámbito de la vivencia humana: la sexualidad.

En la construcción de este manual se incorporaron aquellas temáticas de inte-


rés, en el ámbito de la sexualidad, detectadas en los equipos terapéuticos de
todo el país financiados por CONACE. El documento fue validado por miembros
de los equipos y expertos en la materia.

El resultado es este manual que consta de ocho capítulos que sintetizan de for-
ma didáctica las diferentes dimensiones de la sexualidad y otorgan directrices
para un manejo clínico del tema.

Los primeros cinco capítulos reúnen información sobre conocimientos especí-


ficos en la materia. El primero aborda la construcción social de la sexualidad,
los dominios que la integran y algunos mitos existentes. El segundo define el
concepto de género, expone la manera en que diversas instituciones están in-
volucradas en su desarrollo y muestra algunos cambios acontecidos en nuestra
sociedad respecto de los roles de género. El capítulo tres introduce en el campo
de la salud sexual y derechos reproductivos, posibilitando abordar la diversidad
sexual y la orientación sexual desde un punto de vista contemporáneo y cien-
tífico. El cuarto expone las etapas del desarrollo psicosexual, indicando cuáles
son las conductas relacionadas con la sexualidad que se esperan de un ser hu-
mano, desde la niñez hasta la adultez mayor.

El último de estos primeros cinco capítulos se inicia con algunas condicionantes


éticas de la sexualidad que cualquier persona debiera considerar a la hora de
abordar esta temática. También habla de aspectos más específicos, como los
factores protectores y de riesgo para la salud sexual, prácticas sexuales, VIH/
SIDA, violencia sexual y de género y la importancia de la imagen corporal. Al
término de cada uno de estos capítulos, se han dispuesto algunas preguntas
para reflexionar y evaluar la comprensión de la información entregada.

Los siguientes tres capítulos abordan actitudes y conductas que se requieren


para trabajar en sexualidad para desarrollar buenas prácticas en la materia. El

[6]
capítulo seis expone algunas actitudes o habilidades requeridas en interven-
ciones sobre salud sexual. El séptimo aborda las competencias técnicas más
específicas para el trabajo individual y también propone actividades grupales
que permiten introducir el tema de la sexualidad.

Por último, en el capítulo final se incluyen algunas situaciones concretas, deri-


vadas de las consultas más frecuentemente referidas por los equipos que tra-
bajan con personas con consumo problemático de drogas y que se relacionan
con la salud sexual.

Esperamos que este manual constituya un aporte a la labor que los equipos
técnicos realizan y sea el primer esfuerzo de un proceso continuo de forma-
ción y entrenamiento en la temática sexualidad y consumo problemático de
sustancias.

[7]
[Capítulo 1]
Aspectos básicos de la sexualidad
humana

Definir el concepto de sexualidad ha tomado décadas. Las mayores dificultades


han estado en llegar a consensos entre los defensores de un determinismo bio-
lógico de la sexualidad humana y aquellos que subrayan la importancia de la
cultura en el comportamiento sexual. El resultado es la definición de un concep-
to integrador de sexualidad humana, capaz de recoger el aporte de las distintas
variables en juego.

Una primera mirada general a las manifestaciones sexuales en distintas épocas


de la humanidad permite afirmar que la sexualidad varía de una cultura a otra y
sus distintas expresiones tienen relación con el contexto socio-histórico en que
se desarrollan. Así por ejemplo, durante la prehistoria se hipotetiza que, la mo-
nogamia tuvo como finalidad asegurar el patrimonio familiar. En el judaísmo, si
bien el matrimonio tenía como objetivo la descendencia, la esposa hebrea tenía
el privilegio de compartir los favores del esposo con otras esposas secundarias;
pero si ella era infiel era castigada públicamente. En la cultura egipcia el incesto
estuvo permitido y la circuncisión tenía un carácter ritual en la adolescencia. En
Grecia se toleró la homosexualidad masculina entre adultos y púberes dentro
de un contexto educativo. En Atenas las mujeres no podían andar solas, a ex-
cepción de las hetairas (prostitutas finas).

Por décadas la sexualidad fue interpretada como un impulso fisiológico


dependiente de nuestra biología, que tenía por objetivo permitir la reproducción
y asegurar la perpetuidad de la especie. Durante la edad media y hasta mediados
del siglo XIX, la religión consolidaba su poder en las sociedades europeas y definía
las normas sexuales. Por ello, y hasta la revolución francesa, toda conducta
sexual no reproductiva se considero contra natura y, en consecuencia, un

[8]
[ Aspectos básicos de la sexualidad humana ]

pecado. La conducta sexual sólo era posible en el contexto del matrimonio. Así
aparecen los cinturones de castidad y se declara la Santa Inquisición. Un dato
más: las infecciones de transmisión sexual (ITS) que aparecen a fines de siglo XV
son interpretadas como un castigo celestial.

En plena época victoriana, las disidencias sexuales (la conducta sexual sin fines
reproductivos) constituyen un problema de orden público. La mayoría de las le-
gislaciones basadas en el Código Napoleónico las contemplan como un asunto
estrictamente privado, que sólo son merecedoras de sanción si se ejecutan con
violencia o con publicidad (delito de escándalo público).

En la segunda mitad del siglo XIX, la medicina legal empieza a interesarse y a


escribir sobre disidencias sexuales bajo el nombre genérico de atentados contra
las costumbres. Al final de este proceso, aquellos que ya eran catalogados de
pecadores y delincuentes, se convierten en locos y perversos.

Al término del siglo XIX el médico Richard Kraft-Ebing publica su obra Psycho-
patia Sexualis. En ella aparece por primera vez el término desviación sexual para
referirse a todos aquellos actos sexuales que no tenían como fin la reproduc-
ción. Kraft-Ebing defendió la comprensión y el tratamiento médico de las des-
viaciones sexuales. En adelante las disidencias sexuales son, además de pecado
y delito (atentados contra el pudor), un problema de salud.

A comienzos del siguiente siglo, bajo el propicio terreno de la desintegración


social provocada por las guerras mundiales, surge la figura de Sigmund Freud y
su teoría de la personalidad, cuyo pivote es el desarrollo sexual. Freud otorga
un nuevo significado al impulso sexual. Así, la líbido es conceptualizada como
energía vital y la sexualidad como eje de crecimiento y desarrollo individual. Del
mismo modo, Havellock Ellis en su obra Psychology of Sex, afirma que el deseo
sexual es válido para hombres y mujeres y refuta la idea que la masturbación
ocasiona enfermedad.

Se comienza a ampliar el concepto de sexualidad, concibiéndola como realidad


previa y separada de la reproducción, que persigue la satisfacción del deseo y la
consecución del placer.

Es el inicio de la sexología como disciplina encargada del estudio de la sexuali-


dad y que recoge la herencia de diversos campos científicos. En particular de las
ciencias de la salud, de la ciencias de la conducta y, durante la mitad del siglo
XX, el valioso aporte de la ciencia social.

[9]
1. Construcción sociocultural de la sexualidad

A mitad del siglo pasado (XX), Norteamérica concentra su estudio de la sexua-


lidad en la función, el comportamiento y las prácticas sexuales.

Alfred Kinsey1, alrededor de 1950, marca un hito al desarrollar las primeras


investigaciones sobre sexualidad masculina y femenina en una muestra de gran
tamaño de la población norteamericana. Los trabajos de Master y Johnson2 lle-
van el sexo al laboratorio para explorar las manifestaciones características de la
conducta sexual, dando como resultado un modelo típico de respuesta sexual.
Este modelo describe patrones característicos de funcionamiento sexual para
hombres y mujeres.

La sexología deja de lado el estudio de las perversiones. Su nueva preocupa-


ción central es el orgasmo y la eliminación de cualquier problema (disfunción)
que impida lograrlo. Así, el estudio de la sexualidad se concentra en la función
sexual, las prácticas sexuales y la respuesta sexual.

Desde esta perspectiva, la sexualidad fue homologable a la respuesta sexual; la


sexualidad sana y gratificante tenía un camino que recorrer y un fin que perse-
guir: el orgasmo.

En las últimas décadas del siglo pasado perspectivas originadas en el espectro


de la ciencia social destacan el papel de los sistemas culturales en los cuales el
comportamiento sexual adquiere significado, lo que abre posibilidades para una
comprensión más compleja y multidimensional de la sexualidad y la experien-
cia sexual.

Europa fue pionera en el desarrollo de importantes estudios relacionados con la


influencia cultural en la aceptación y desarrollo de diferentes manifestaciones
y conductas sexuales. Este nuevo enfoque va en contra del movimiento norte-
americano que persigue establecer una naturaleza única de la sexualidad y pa-
trones de comportamiento sexual homogéneos para todos los seres humanos.

1. Bullough, Vern L. “Sex Will Never Be the Same: The Contributions of Alfred C. Kinsey.”
Archives of Sexual Behavior. 33(3): 277-286, 2004.
2. Masters, W.H., Johnson, V.E. y Kolodny, R.C. (1987). La Sexualidad Humana. Barcelona:
Grijalbo.

[10]
[ Aspectos básicos de la sexualidad humana ]

En la actualidad es ampliamente aceptada la idea que la sexualidad y la acti-


vidad sexual son constituidas o construidas socialmente, siendo un producto
específico de nuestras relaciones sociales, mucho más que una consecuencia
universal de nuestra biología común.

Los estudios provenientes desde las ciencias sociales demostraron que el papel
de las sociedades y sus formas de regulación de los comportamientos de hom-
bres y mujeres son fundamentales a la hora de analizar los determinantes de la
conducta sexual.

Personas de distintas culturas y sociedades poseen comportamientos sexuales


diferentes; incluso, lo que para algunos resulta un comportamiento deseable,
para otros puede ser desagradable e incluso considerado patológico. Se han
desarrollado estudios que ilustran la existencia de múltiples manifestaciones
eróticas en distintas culturas, así como disparidades en la asignación diferencial
de roles, o prácticas sexuales variadas de acuerdo al entorno cultural.

Desde esta perspectiva, la cultura modela la vivencia sexual de las personas


que pertenecen a una sociedad determinada, desestimándose la creencia de
que la sexualidad se regiría por patrones de comportamiento homogéneos para
todos los seres humanos. Así también, reafirma la tesis que la sexualidad es un
concepto mucho más complejo y rico en matices que la mera reducción a la
reproducción y la biología.

Desde esta concepción, la sexualidad compromete lo biológico, lo psicológico,


lo social y lo cultural, para integrarlos en un conjunto de comportamientos pro-
pios del ser hombre y ser mujer en una sociedad determinada.

El concepto de sexualidad adquiere su carácter multidimensional como fenó-


meno determinado por la idiosincrasia, pero también presente culturalmente
en las diversas manifestaciones humanas, individuales y colectivas de un grupo
social, desde la religión, hasta el arte o la política.

[11]
2. Dominios de la sexualidad

De acuerdo a lo expresado hasta este momento, se podría concluir que la


sexualidad es mucho más que la práctica sexual en sí misma. Las determinacio-
nes biológicas otorgan las bases en lo individual sobre las cuales actúan deter-
minaciones socioculturales, es decir, significados colectivos y compartidos que
proveen de un contexto desde el cual se comprenderá y se significará la vivencia
sexual de los miembros en diversas culturas.

Aclaremos, entonces, a qué nos referimos con la palabra “sexualidad”.

¿Qué elementos integran la sexualidad?

La sexualidad contempla diferentes dimensiones del ser humano, a saber:

• el dominio biológico
• el dominio interaccional-social
• el dominio cultural
• el dominio psicológico

2.1. El dominio biológico

Se refiere a aquellas características más conocidas y relacionadas comúnmente


con la palabra sexualidad: el sexo, la función sexual y el proceso reproductivo.
Los determinantes fisiológicos, genéticos y hormonales componen este domi-
nio. Para mayor claridad definimos estos tres componentes, que si bien aportan
al concepto de sexualidad no lo definen absolutamente.

Sexo son aquellas características anatómicas y fisiológicas que diferencian a


los individuos de una especie y que opera en dos extremos, en cada uno de los
cuales hay un individuo complementariamente reproductivo (macho-hembra).

Función sexual es el mecanismo fisiológico que hace que nuestro cuerpo re-
accione frente a alguna estimulación (real o imaginada), con procesos de exci-
tación característicos para cada sexo. Por ejemplo, el hombre responderá a la
excitación con la erección de su pene y la mujer responderá con la lubricación
de la vagina.

[12]
[ Aspectos básicos de la sexualidad humana ]

Proceso de reproducción son aquellos aspectos de la función sexual (por


ejemplo, penetración vaginal) que constituyen condición necesaria para el
apareamiento y la conservación de la especie.

2.2. El dominio interaccional-social

A partir de las diferencias corporales que nos hacen hombres o mujeres y a tra-
vés de las vivencias personales y la interacción con los demás en un contexto
social determinado, vamos conformando nuestro autoconcepto y una visión del
mundo particular en función del sexo al que se pertenece.

Así, nuestra sexualidad se vincula con cómo se es hombre y cómo se es mujer


dentro de la sociedad a la que pertenecemos o, más bien, cómo debemos com-
portarnos para ser reconocidos como tales. Esta serie de ideas dan origen al
género, uno de los aspectos centrales de este dominio.

Desde esta perspectiva entonces, la sexualidad también está presente en todo


proceso de interacción. A esto llamamos dominio psicosocial o interaccional
social. El reconocimiento de quién soy yo (desde mi ser hombre o mujer) y
quién eres tú (desde tu ser hombre o mujer) y cuáles son las reglas implícitas
que rigen nuestra interacción.

Este dominio integra todos aquellos aspectos, reales y simbólicos, que mujeres
y hombres colocan en la interacción con otros. No necesariamente debe enten-
derse bajo el matiz de la seducción, ya que en cualquier interacción hombre-
hombre, mujer-mujer, mujer-hombre, existen reglas definidas e incorporadas
que dicen cómo debe ser nuestra conducta en estas situaciones, independiente
de la finalidad de la interacción (de trabajo, de amistad, de seducción, etc.)

Debemos señalar, sin embargo, que los roles genéricos han comenzado a variar
en las nuevas generaciones, producto de las transformaciones culturales que
han generado cambios también en este dominio.

Es por ello que la sexualidad también es social, en la medida que estos papeles o
roles asignados a hombres y mujeres que ponemos en juego en cada interacción
son influenciados por factores culturales, políticos, ambientales, económicos,
religiosos, así como por las costumbres, leyes, clase social y etnia, entre otros.
Esta característica es la que posibilita que el significado y valor de la sexualidad
y de todo lo relacionado con ella, pueda sufrir cambios conforme se modifica
también la cultura.

[13]
2.3. El dominio cultural

El dominio cultural de la sexualidad tiene que ver con el valor que una sociedad
o cultura le otorga y, en consecuencia, con el significado que sus miembros le
confieren a la misma. Esto es, por ejemplo, si esa cultura es capaz de aceptar el
desarrollo sexual de sus integrantes como proceso de crecimiento o si, por el
contrario, lo devalúa o reordena a partir de mandatos culturales restrictivos en
torno a la sexualidad. El tipo de arte de una cultura, el poder de la religión, el
valor de los estudios acerca de la sexualidad para las políticas públicas, la agili-
dad de proyectos de ley o su obstaculización, hablan también del valor que una
sociedad determinada otorga a la sexualidad.

Cada sociedad y cada grupo cultural estructura la experiencia sexual de sus


integrantes de acuerdo a una serie de normas que permiten o prohíben, reglas
explícitas y/o tácitas a través de las cuales las personas interpretan y compren-
den su vivencia sexual. Es este dominio el que otorga el marco general desde el
cual la sexualidad humana se interpreta, se valida o se limita para los miembros
de una determinada sociedad.

La sexualidad de los seres humanos se diferencia de la de otras especies, por-


que no sólo es una herramienta reproductiva, sino también un vehículo para
experimentar placer sexual. Así se introduce un concepto distintivo de nuestra
sexualidad: el erotismo.

El gran escritor mexicano Octavio Paz hace una bella definición al respecto al
decir que el erotismo es “sexualidad transfigurada”, es ceremonia, es represen-
tación. En este sentido, la sexualidad humana no es mero acto sexual, su fin no
sería la reproducción, sino el placer en sí mismo.

La mayoría de los animales dependen de ciclos hormonales para que la conducta


reproductiva se presente. Cuando la hembra entra en su fase reproductiva emite
a los machos de su especie señales que anuncian su momento de reproductivi-
dad. Esas señales son de varios tipos: en algunas especies son de carácter visual;
en otras, la señal es química, es decir, la hembra produce sustancias químicas
que activan el deseo sexual del macho cuando entran en contacto con él. Por el
contrario, la ovulación en el ser humano está oculta; no hay anuncios visuales,
químicos (olfativos) ni de ningún otro tipo sensorial que la anuncie, con la posible
excepción de los cambios en la viscosidad del moco cervical en la mujer.

Liberados de sus relojes hormonales, en los seres humanos los actos copulatorios
reproductivos necesarios para la supervivencia de la especie, podrían ocurrir en

[14]
[ Aspectos básicos de la sexualidad humana ]

cualquier momento y no necesariamente en el momento de la ovulación. En


esas condiciones la especie correría el peligro de desaparecer, pues no habría
un marcador para la conducta de la que depende la reproducción. Hombres y
mujeres descubrieron cómo hacer continuos sus actos reproductivos. Ese nuevo
incentivo fue el placer experimentado durante la relación sexual.

Mientras menos restrictivo sea el dominio cultural, en el sentido de posibilitar


y validar la vivencia del placer que emana del contacto corporal, la actividad
sexual de los miembros de una sociedad podrá ir más allá de la reproductividad
y vincularse al placer.

2.4. El dominio psicológico

El dominio psicológico de la sexualidad incorpora los dominios ya analizados,


pero ahora desde el espacio subjetivo. En este sentido, se vincula a la conforma-
ción de identidad sexual y a la orientación sexual, es decir, hacia quién o quiénes
se dirige el impulso sexual para su satisfacción. En este sentido, la sexualidad
también tiene que ver con aquella convicción de pertenecer a uno u otro sexo,
así como con la más básica percepción de nosotros mismos y del otro. En gene-
ral, este dominio permite mirar la sexualidad desde aquellos procesos simbóli-
cos y comportamentales que caracterizan la vivencia sexual.

Así, la sexualidad se relaciona y concreta en la capacidad de vincularnos con


otro. Algunos homologan esta capacidad al concepto de amor. No todos los
autores están de acuerdo en que el amor sea una experiencia sexual. El mayor
problema al respecto es que presenta diversidad de experiencias y tiene múlti-
ples significados, por lo tanto no es sorprendente que muchos entiendan cosas
diferentes a partir del mismo término.

Lo que casi todos los seres humanos experimentamos se puede denominar me-
jor afectividad, que no es más que ser capaces de “afectarnos con”. La primera
experiencia de afectarse con alguna otra persona que tenemos los humanos es
física. Se llama cordón umbilical, lo poseemos todos durante los meses de vida
intrauterina y nos une a la mujer que nos lleva en su vientre. Al nacer, el nuevo
ser necesita el cuidado de otros humanos durante mucho tiempo o se muere.
Entre las personas involucradas aparecen respuestas afectivas evocadas por la
presencia de ese otro ser humano. Es necesario que la capacidad de “afectarse
con” se desarrolle (al igual que los otros componentes de la sexualidad), ya que
de ello va a depender su funcionalidad durante la vida adulta.

[15]
3. Mitos en torno a la sexualidad

El mito puede definirse como un relato fabulador con apariencia de realidad,


que contiene información equivocada o carente de valor científico, aunque sea
de gran predicamento popular3.

Los mitos persisten a través del tiempo y adquieren notable fuerza al interior
del sentido común dado que permiten satisfacer una serie de necesidades, entre
ellas:

• Responden a la urgencia del individuo de encontrar respuestas.


• Brindan explicaciones a los por qué y los cómo de situaciones que no han
sido explicadas o aclaradas.
• Otorgan seguridad y apoyo, protegiendo a las personas de ansiedades e
inseguridades.
• Ofrecen directrices y, en esta perspectiva, otorgan un sentido a la experiencia.

Los mitos existen en distintos ámbitos, estando presentes en torno a la salud, la


rutina del diario vivir y, por supuesto, en lo relacionado con la sexualidad.

Los mitos sexuales se traspasan de persona a persona, a través de miembros


de un mismo grupo social o son difundidos o reproducidos por autoridades en
posición de educar. Estas creencias van heredándose de generación en genera-
ción, expandiéndose por los distintos niveles educativos, en todas las edades y
espacios socioeconómicos.

Los mitos sexuales operan, a falta de información y formación en sexualidad,


como herramientas de control o reordenamiento social del comportamiento
sexual. A través de sus frases y juicios permiten regular, evaluar y/o valorizar
nuestro actuar y el de otros.

Una sociedad construye distintos tipos de lenguaje a través del cual se expresan
y acotan los contenidos sexuales. Entre estos encontramos el lenguaje formal
de la educación sexual, que se reviste de un fuerte componente biológico y re-
productivo; el lenguaje vulgar, que reduce la sexualidad a la acción, traduciendo
los significados de la situación sexual solo a su ejecución. El lenguaje erudito,

3. Flores Colombino, A., Diccionario de sexología, Ed. Fin de Siglo, Montevideo, 1997.

[16]
[ Aspectos básicos de la sexualidad humana ]

proveniente de los expertos y, principalmente, de la sexología médica, habla de


una sexualidad como propiedad de individuos aislados, en base a incidencias y
frecuencias, pero carente de experiencia con connotación vivencial.

Ninguno de ellos ofrece respuestas para lo que ocurre en el contexto de las in-
teracciones sexuales comprendidas en un sistema cultural. Frente a estas falen-
cias, el sentido común elabora imágenes y preceptos para el comportamiento
sexual, a partir de los prejuicios y mitos tradicionales de las culturas locales.

En síntesis, el habla del sentido común en torno al comportamiento y las prác-


ticas sexuales se nutre del lenguaje de los mitos, en ausencia de un lenguaje
integrador y coherente respecto de la sexualidad y del cambio cultural.

La gran cantidad de mitos sexuales existentes demuestran la escasa informa-


ción que tiene la sociedad respecto de ella y cómo la tradición, unida a los
prejuicios, impide vivir la sexualidad de una manera positiva y de acuerdo a
las necesidades individuales. Entre los grandes mitos asociados a la sexualidad
figuran:

• La superioridad masculina.
• La inferioridad femenina.
• La a-sexualidad infantil.
• La a-sexualidad de personas mayores y discapacitadas.
• El determinismo biológico de la orientación sexual.

Además, en el contexto de la sexualidad y en aproximación al quehacer del


tratamiento de drogas, es posible observar la existencia de mitos que estable-
cerían un vínculo entre la calidad de la actividad sexual y el consumo de algunas
drogas, entre ellos la creencia de que:

• El deseo o impulso sexual pueden aumentar mediante el uso de alimentos


o drogas.
• El alcohol mejora el rendimiento sexual.
• La marihuana es afrodisíaca.
• La cocaína permite aumentar la sensibilidad sexual.
• Las drogas ayudan a aumentar el placer de un orgasmo.
• La cocaína permite mejorar la erección.
• La droga es mejor que el mejor de los orgasmos.

[17]
En resumen:
El recorrido realizado contribuye a ampliar el concepto de sexualidad, más
allá de las determinaciones biológicas y fisiológicas que permiten la práctica
sexual y la reproducción. La sexualidad es un concepto comprehensivo, que
abarca la experiencia humana, presente en nuestra identidad, en nuestra
manera de ser hombre y mujer, en la forma que adoptan nuestras inte-
racciones, así como también en los significados que otorgamos a nuestras
experiencias sexuales.

La sexualidad es también un producto social, influido por las normas y ha-


blas informales, donde el sentido común se nutre del lenguaje de los mi-
tos, para evaluar y regular el comportamiento y las prácticas sexuales. Son
las sociedades y sus transformaciones las que, incorporadas a la vivencia
subjetiva, definen significados y modelan comportamientos para cada sexo,
entregan guiones de comportamiento sexual y otorgan directrices para sa-
tisfacer el impulso sexual.

[18]
[ Aspectos básicos de la sexualidad humana ]

Mitos sexuales

> El sexo es sólo para las personas saludables físicamente.


> Las personas tienen un número limitado de experiencias sexuales en su vida.
> Después de los 60 años, el hombre pierde su apetencia y potencia sexual.
> El sexo es natural, por eso es que el hombre sabe qué hacer en una relación sexual tanto para su propio placer como
para el de su pareja y la mujer debe ser capaz de tener un orgasmo con el hombre que la quiere.
> Todo acercamiento erótico debe terminar en coito.
> Los orgasmos simultáneos constituyen mayor placer que los orgasmos experimentados en forma separada y son,
además, necesarios para la compatibilidad sexual.
> Las personas deben tener orgasmo en todas las relaciones sexuales para que sean satisfactorias.
> Si se tienen relaciones sin penetración, sólo frotando el pene entre las piernas juntas de la mujer, no hay riesgo de
embarazo.
> El coito durante el embarazo produce daño al feto y es una falta de respeto a la maternidad.
> El tamaño del pene está en directa relación con la potencialidad erótica del individuo.
> Mientras más grande el pene en reposo, más grande será erecto.
> El tamaño del pene en el hombre puede calcularse por el tamaño de sus manos y de sus pies.
> Cuando la mujer no tiene orgasmo es frígida.
> Si la mujer no goza es culpa del hombre.
> Las mujeres no experimentan orgasmos nocturnos.
> La mujer honesta tiene escasa apetencia sexual.
> El hombre normal está siempre, en cualquier circunstancia, en capacidad y disposición de realizar un coito.
> El hombre es el maestro natural de la mujer en técnicas sexuales.
> El hombre es el responsable del logro del orgasmo de la mujer.
> La rudeza, valor, agresividad, infidelidad son características innatas y exclusivamente masculinas.
> La eyaculación y el orgasmo en los hombres son el mismo fenómeno.
> Los hombres que ejecutan tareas en el hogar son afeminados.
> Los deseos sexuales masculinos no pueden ser controlados.
> Los homosexuales hombres no pertenecen al sexo masculino.
> Los homosexuales son enfermos mentales.

[19]
> El sexo anal entre hombre y mujer indica tendencia homosexual en el hombre.
> El hombre que goza cuando le estimulan los pezones y/o glúteos, tienen tendencias homosexuales reprimidas.
> Cualquier lesbiana preferiría a un hombre si fuese “todo un hombre” y si emplease la técnica sexual adecuada.
> La práctica de la masturbación produce eyaculación precoz, infertilidad, impotencia, debilidad, falta de memoria.
> La mujer no se masturba.
> Es peligroso tener relaciones sexuales durante la menstruación.
> La menstruación elimina tóxicos y purga las impurezas.
> La menopausia y la histerectomía son el final de la vida sexual de la mujer.
> El coito es la única forma normal de satisfacción sexual.
> El himen cierra totalmente la entrada de la vagina.
> La ruptura del himen es necesariamente sangrienta y dolorosa.
> El himen intacto es garantía de honestidad, integridad y excelencia conyugal.
> La esterilización reduce el apetito sexual del hombre o de la mujer.

Ideas fuerza

• La mirada de la sexualidad humana requiere flexibilidad y su comprensión


debe incluir los diversos dominios en los cuales ella se pone en juego.
• La sexualidad y la actividad sexual son construidas socialmente, siendo
producto de las relaciones sociales más que una consecuencia biológica.
• La naturaleza biológica de los seres humanos es influenciada por sistemas
culturales y sociales que modelan la experiencia sexual y sirven para inter-
pretarla y comprenderla.

Para reflexionar:
Céntrese en su experiencia personal. Reconozca la influencia de la cultura en su
visión y significado de la sexualidad, a través de las siguientes preguntas:
1. ¿Qué mitos posee en torno a la sexualidad?
2. ¿Cuál es la definición que comúnmente hace de la sexualidad?
3. En términos sociales y culturales, ¿qué características observa en la
sociedad chilena respecto de la sexualidad?

[20]
[ Concepto de género ]

[Capítulo 2]
Concepto de género

Es frecuente leer o escuchar el término género, utilizado con distintas acepcio-


nes. En general se reduce y acota al hecho de ser mujer y a las situaciones que
las afectan exclusivamente. El género es una categoría construida culturalmen-
te y que se deriva de la diferencia biológica sexual. Se refiere a la definición
sociocultural del ser hombre y ser mujer en base al sexo biológico constitutivo
de cada persona.

Desde esta perspectiva, el concepto de género se vincula estrechamente con el


dominio social de la sexualidad, analizado en el capítulo anterior, donde se regla
lo permitido y prohibido, tanto para hombres como mujeres. Así, cada persona,
de acuerdo al sexo biológico con el que nace, estará impelido a comportarse de
acuerdo a las normas que rigen el ser hombre o mujer en función de la cultura
en que esté inserto, para ser reconocido como tal.

Desde el punto de vista psicológico, las tres instancias básicas que influyen en
la definición de género son:

• La asignación del género, que corresponde a la acción de atribuir un de-


terminado sexo al recién nacido, producto de la apariencia de sus genitales
externos.
• La identidad de género, o caracterización psicológica que genera el bebé
con determinado sexo producto de la interacción con adultos que lo inclu-
yen en una de ambas identidades (masculino/femenino). Alude a la identifi-
cación que cada uno de nosotros hace de sí mismo, como hombre o mujer.
• El comportamiento genérico o rol de género, que se refiere a los compor-
tamientos que son esperados en hombres y mujeres según la cultura en
que viven.

[21]
En términos tradicionales se habla de un género masculino y otro femenino, los
cuales se presentan como modelos sexuales de comportamiento que funcionan
de manera individual y social, a modo de representaciones que contienen las
principales nociones, conocimientos, prejuicios, normas y creencias, así como
valores y significados atribuidos al hecho de ser hombre o mujer. El rol de gé-
nero, o la forma en que públicamente se manifiestan las personas, indica a los
demás (y a sí mismas) cuán femenino o masculino resulta su comportamiento,
a la luz de la normativa que impere en la sociedad.

Género4, entonces, se refiere a la gama de roles, relaciones, características de


la personalidad, actitudes, comportamientos, valores, poder relativo e influen-
cia, socialmente construidos, que la sociedad asigna a ambos sexos de manera
diferenciada. Mientras el sexo biológico está determinado por características
genéticas y anatómicas, el género es una identidad adquirida y aprendida que
varía ampliamente intra e interculturalmente. El género es relacional, ya que no
se refiere exclusivamente a las mujeres o a los hombres, si no a las relaciones
entre ambos.

4. Health Canada. Exploring Concepts of Gender and Health. Ottawa, 2003. (Published under
the authority of the Minister of Health of Canada).

[22]
[ Concepto de género ]

1. Instituciones que participan en la construcción del género

En el proceso de construcción del género participan distintas instituciones, ta-


les como la familia, la escuela y los medios de comunicación masiva, muchas
veces reforzando los estereotipos y afianzando las desigualdades basadas en el
género.

1.1. La familia
Representa la primera instancia donde los niños y adolescentes aprenderán
acerca del género, identificando cuáles son las conductas que se esperan de
ellos por el hecho de haber nacido niño o niña. Además, reforzarán ciertos pa-
trones de conducta asociados al rol de género e integrarán los modelos y estilos
de relación entre los géneros, mediante la observación de las interacciones que
se desarrollan entre los adultos de la familia. Estas relaciones pueden ser más
o menos equitativas y se expresan en diferentes formas de la vida cotidiana.

A modo de ejemplo, las responsabilidades y tareas que se asignan los adultos


(madre y padre) al interior de una familia enseñarán respecto de qué actividades
son propias de un género y no de otro. Así, los y las niñas aprenderán que
los hombres, al igual que las mujeres, participan del cuidado de los hijos y de
los quehaceres domésticos, en caso de que ambos padres compartan estas
actividades. Por el contrario, si es exclusivamente la madre quien se aboca a
estas tareas, los niños y niñas aprenderán que éstas son propias del género
femenino. Las responsabilidades que se dan a los hijos también son importantes;
si las hijas sirven la mesa a los hermanos, o sólo a los hijos varones se les solicita
ir a hacer las compras fuera de la casa, aprenderán de manera diferencial estas
labores.

La forma en que se toman las decisiones al interior de la familia también ilustra-


rán el grado de igualdad o desigualdad entre los géneros en el contexto familiar;
el modelo de relación reforzado en niños y niñas será distinto si las decisiones
importantes son tomadas sólo por el padre o si éstas son discutidas y analiza-
das por ambos, tomando en cuenta a los demás miembros de la familia.

1.2. La escuela
Es otra de las instituciones formadoras y reforzadoras del género; tanto los
conocimientos que se adquieren en las aulas, como la interacción entre el
profesor, los alumnos y éstos entre sí, llevan el sello social del género. Esta

[23]
transmisión de conocimientos se da, en muchos casos, de manera implícita.
Podemos encontrarlos en los juegos y rondas de los preescolares, en las
actividades propuestas por los textos, en los comentarios de profesores y
profesoras y en las tareas asignadas a niños y a niñas. Hay incluso objetos
escolares, tales como lápices, estuches, cuadernos etc., que son catalogados
como de niña o niño, de acuerdo a sus ilustraciones y colores.

1.3. Los medios masivos de comunicación

Los medios de comunicación tienen un papel preponderante en la transmisión


y conformación de valores de género. La mayor parte de la población tiene
acceso a la televisión, la que, a través de sus programas, comerciales, pelícu-
las, dibujos animados, teleseries, etc. contribuye a formar valores y modelos
de comportamiento que la sociedad considera deseables o reprobables en los
hombres y mujeres.

En la prensa escrita esto se manifiesta en la forma en que se redactan las noti-


cias. Los calificativos utilizados e, incluso, las fotografías publicadas son distin-
tas cuando se refieren a hombres o a mujeres; las revistas dirigidas a ellas dan
consejos de cómo conquistar al sexo opuesto, consejos de belleza y chismes de
farándula. Para ellos, en cambio, las hay de deportes, ciencia y política, además
de las pornográficas.

Los contenidos de estos medios contribuyen a establecer y reforzar una particu-


lar forma de ser, que unida a la socialización familiar y escolar van permitiendo
o prohibiendo determinadas conductas, intereses y motivaciones para hombres
y mujeres.

[24]
[ Concepto de género ]

2. Roles de género: lo establecido y lo emergente

Las concepciones de lo femenino y lo masculino constituyen la antesala de


lo que será la vinculación entre los géneros, conformándose así relaciones de
poder.

Diversas investigaciones5, efectuadas en la década de los ‘90 en Chile caracte-


rizaron la masculinidad tradicional (o establecida) desde el ejercicio de un rol
de proveedor, autoritario, de personaje activo en el ámbito público y decisor de
lo importante en el hogar, afectivamente controlado y activo en lo sexual. En
tanto la feminidad se identificaba esencialmente con la maternidad y la crianza
de los hijos, esposa de un hombre, pasiva en el terreno sexual, dependiente en
lo económico y afectivo y con más posibilidades de hablar y expresar senti-
mientos que los hombres.

El valor social quedó puesto en aquellas características masculinas, configu-


rando lo femenino en situación de desventaja. En este contexto no debe con-
siderarse a la mujer como víctima pasiva de subordinación y al hombre como
agresor-dominador exclusivamente. La realidad presenta una situación mucho
más compleja: mujeres y hombres encasillados en los roles asignados y exigi-
dos desde lo que se espera de ellos, rasgos y atributos que se expresan como
imperativos y que impiden ejercer actividades inherentes a su condición huma-
na. Por ejemplo, al derecho de los hombres de expresarse emocionalmente, así
como a participar de forma activa en la crianza de los hijos, o al de las mujeres
a disfrutar del espacio público sin tantas culpas y de expresarse libremente en
el plano sexual.

Roles de género establecidos


Ser Mujer Ser Hombre
Sumisa Dominante
Dependiente Independiente
Al servicio de los otros(as) Egoísta
Ingenua Astuto
Fiel Infiel
Emocional-sensible Racional
Débil-frágil Fuerte-protector
Inferior Superior

5. Lamadrid A., S. y Muñoz G., S. “La investigación social en sexualidad en Chile 1984-1994”,
serie Apuntes Docentes, PIEG, 1996.

[25]
No obstante lo tradicionalmente establecido, es posible apreciar en algunas
investigaciones6 que los entrevistados reconocen estar inmersos en una etapa
de transición y asistiendo a un cambio sociocultural donde los roles instituidos
son confrontados en su invariabilidad y rigidez. El género es, ante todo, un con-
cepto sociocultural y, por tanto, sujeto a transformaciones provenientes de los
cambios acontecidos en un contexto social más amplio.

Algunos ejemplos de este proceso, desde las referencias masculinas se oyen fra-
ses como: “no me gustaría ser ni tan fuerte ni tan canchero”, “lo conquistador
me gustaría cambiar, estoy cansado y aburrido de eso, a uno siempre le toca
tomar la iniciativa”, “a veces me canso de ser el sostenedor”, “quiero dejar de ser
el malo entre los niños”, “a veces me canso, mi mujer siempre espera que yo de-
cida”. Las mujeres, por su lado, afirman: “me gustaría ser más suelta de cuerpo,
darme más permiso”, “quiero que compartamos más las tareas, me cuesta dejar
que participe en la casa, pero hay que dejarlos”, “me siento bien aportando, a
veces pienso que me gustaría que él pudiera descansar”7.

Así, a comienzos de este siglo aparecen en escena modelos emergentes, que se


aproximan hacia una mayor complementariedad de funciones, nuevos manda-
tos y reducción de prohibiciones, que se traducen en relaciones más igualitarias,
que respetan las diferencias sin, por ello, construir desigualdades.

Roles de género emergentes


Ser Mujer Ser Hombre
Participación en espacio público. Participación en el espacio privado.
Más oportunidades de desarrollo. Paternidad más asumida.
Competente y capaz. Mayor valoración de la intimidad.
Emocional pero no débil. En búsqueda de la expresión emocional.
Mayor autonomía económica. Compartiendo la carga económica.

Es importante precisar que estos nuevos roles aparecen en el espacio social


de manera dispar. Así, el rol asignado a la mujer surge hoy menos restrictivo y
más valorado. Las mujeres han apostado al cambio y la flexibilidad, lo que se
ha traducido en sobrecarga de tareas, producto de un desfase por parte de los
hombres, pues el tránsito hacia formas de relación menos jerárquicas y más
complementarias lleva un paso más lento para ellos.

6. De Aguirre, P., Díaz M. E, Díaz, M., Malinarich, A. Rojas, X., Sanhueza, A. ¿Y que pasa con los
hombres? DOMOS, 1991.
7. Ibid.

[26]
[ Concepto de género ]

En términos de rol genérico, lo establecido y lo emergente funcionan actual-


mente en forma paralela. El primero con primacía de dominio en el ámbito
público, mientras el segundo se puede observar con mayor fuerza en el espacio
privado. La asignación diferencial de rol en una línea más conservadora aparece
como un imperativo, como “deber ser”, impuesto desde fuera; mientras los roles
más complementarios y menos rígidos se sitúan como ideales que emergen,
al parecer de necesidades internas, personales, como búsqueda de relaciones
humanas y afectivas más enriquecedoras.

Valga a título de ejemplo recordar que todos han participado de reuniones don-
de mujeres y hombres tienden a polarizar discursos en torno al orden estable-
cido. Entre risas y bromas, los hombres se vanaglorian de llevar bien puestos
los pantalones, de estar siempre listos para lo que venga, mientras las mujeres
apoyan esta forma de mostrarse como una especie de complicidad con su hom-
bre, quien debe aparecer bien macho ante los ojos de los demás. Ellas, por su
parte, se muestran devotas de las tareas del hogar y de sus hijos, recalcando
el sentimiento de culpabilidad que les genera el no poder pasar todo el tiempo
que quisieran con ellos. Sin embargo, al llegar a la casa, en el contexto íntimo,
es muy posible que la conversación cambie y se rescaten mayores complemen-
tariedades: él puede generar una conversación sobre la necesidad de compartir
más con los hijos, mientras ella le participa sus necesidades de logro laboral.

[27]
3. Mandatos sociales y comportamiento sexual

Sobre la base de los roles tradicionalmente adscritos a hombres y mujeres, se


puede observar que la inequidad de género se expresa en distintos aspectos de
la vida cotidiana, incluyendo también la vida sexual de los individuos.

En este sentido es posible identificar mandatos sociales o prescripciones (lo per-


mitido) y proscripciones (lo prohibido) respecto de lo que se espera en al ámbito
sexual dependiendo de si se es hombre o mujer. Lo prescrito para los hombres
(e incluso reforzado socialmente) tiene relación con estimular o posibilitar la
frecuencia coital y la diversidad de parejas. Se espera que un varón inicie su
actividad sexual tempranamente en vías a oficiar de experimentado en sus re-
laciones erótico-amorosas. La actividad sexual se convierte así en el ámbito
donde los hombres se vivencian como tales, resultando su práctica inherente a
la significación de lo masculino, de lo viril. En este contexto de aprendizajes, no
debe extrañar que en los varones la práctica sexual adquiera mayor valor que la
intimidad afectiva. Aquello que es erótico prevalece en el espacio sexual sobre
el compromiso afectivo y/o relacional.

Respecto de las prohibiciones o restricciones, es esperable que los hombres no


demuestren ignorancia, temor o ansiedad en temas sexuales. Tampoco se espe-
ra que se niegue a tener relaciones sexuales.

Para las mujeres, el rol establecido asocia la vida sexual a los atributos de exclu-
sividad y fidelidad. La práctica sexual aparece vinculada a la relación conyugal
(o convivencia). Lo sexual es vehículo de afecto y, por ende, de procreación. El
cuerpo como instrumento de placer sexual para sí misma es, al menos, ignora-
do; es un cuerpo al servicio de otro, que, en la medida que se pone al servicio
de los deseos de la pareja, obtiene a cambio afecto y atenciones: “si a él le hace
feliz, a mí me hace feliz”, “lo hago por él, porque no soporto que amanezca
malhumorado”. Dicho de otro modo, las proscripciones o prohibiciones inhiben
cualquier actividad o experiencia sexual previa al compromiso afectivo.

Actualmente, la transformación hacia una relación más equitativa entre hom-


bres y mujeres, también se estaría iniciando en el plano sexual.

Lo anterior comienza a ilustrarse a través de los estudios realizados en pobla-


ción de jóvenes de ambos sexos, donde es posible de apreciar en forma más

[28]
[ Concepto de género ]

evidente “cómo las instituciones y los relatos e ideologías tradicionales carecen


de potencia para interpretar la experiencia de sexualidad de los jóvenes”8. Las
formas tradicionales de la pareja (pololeo) no alcanzan a cubrir una sexualidad
que se da en forma ocasional; del mismo modo, los esquemas del romanticismo
(en mujeres) y el machismo (en hombres) que otorgaban forma a la sexualidad,
están sujetos a cuestionamiento permanente por parte de los jóvenes.

Sin embargo, incluso en esta población, el discurso antiguo aún no es reempla-


zado; los patrones emergentes no logran ser un referente social que derrumbe
los mandatos tradicionales. Los valores de los padres ya no son útiles y/o apli-
cables a la realidad juvenil actual, pero no han surgido otros que los reemplacen
plenamente. Por tanto, los jóvenes tienden a vivir en una permanente ambiva-
lencia entre lo emergente y lo establecido.

Esta transición cultural parece operar en el terreno sexual en la tensión amor/


placer. Esta oposición aparece como paradigma del sentido del cambio cultural
en sexualidad, que se movería a erotizar la sexualidad femenina y emocionalizar
la masculina. Ello debiera traducirse en una integración de ambos aspectos (el
placer erótico y la emoción), tanto para el rol femenino como para el masculino,
dejando de lado la polarización que se observa en los patrones establecidos o
más tradicionales (el placer erótico como propio de lo masculino y la emocio-
nalidad para lo femenino).

En síntesis, la sexualidad y el género se entrelazan y llevan la desigualdad a


diversos ámbitos, incluso hasta los rincones más íntimos y privados de la vida
cotidiana. Elementos y nociones de la cotidianeidad importantes a considerar al
momento de abordar áreas vinculadas a las experiencias y vivencias sexuales.

8. Canales, M. CORSAPS.1994.

[29]
4. Enfoque de género en sexualidad

La sexualidad y el género son dos construcciones sociales íntimamente relacio-


nadas, que en muchas ocasiones tienden a confundirse a causa de su parentes-
co tan cercano. Ambas, sexualidad y género, tienen un mismo origen: el cuerpo
sexuado de los seres humanos. Es a partir de éste que la sociedad proyecta
construcciones sociales que le son características a cada una. Sin embargo,
sexualidad y género, cada una tiene su campo y dinámica propia.

El género es un término cultural que alude a la clasificación social donde se


agrupan todos los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la feminidad/
masculinidad.

La sexualidad se refiere a la forma en que la cultura marca las pautas para vivir
los deseos y placeres eróticos, según las diferencias biológicas entre varón y
hembra: las visibles, de los órganos genitales y las relativas a la procreación.

El campo de la sexualidad se relaciona con la forma que cada cultura tiene para
normar la vivencia de los deseos y placeres eróticos y el género, la manera de
vivir como hombre o mujer. La influencia que ejercen la una en la otra es fun-
damental: el deseo y placer erótico cambian dependiendo de si se vive como
hombre o como mujer. Las sociedades humanas elaboran sistemas más o me-
nos complejos para definir los caminos a través de los cuales se buscará satisfa-
cer los deseos, cuáles serán los objetos en los que se encontrará satisfacción e,
incluso impregnarán las concepciones personales de placer sexual.

Ni la vivencia de la sexualidad ni la perspectiva de género son las mismas siem-


pre; esto quiere decir que las prácticas que la sociedad construye son histórica-
mente determinadas, es decir, que cambian a través del tiempo, del espacio o
de la cultura. El ser hombre o mujer en Chile, México o Venezuela hoy es dife-
rente a serlo en la edad media, en Japón o en la época prehistórica.

Otra instancia donde la sexualidad y el género se entrecruzan es en las políticas


sobre sexualidad, que se desarrollan y aplican de manera diferencial y jerár-
quica de acuerdo a cada género. Existen sociedades patriarcales que controlan
la sexualidad femenina o que permiten dos morales sexuales, una para cada
género. Así, en muchas sociedades latinoamericanas se impulsa a los hombres
a iniciarse sexualmente en forma temprana y a tener gran número de parejas

[30]
[ Concepto de género ]

sexuales que aseguren experticia; mientras que a las mujeres se les pide, si bien
ya no la virginidad, sí una cuota de perspicacia para resguardar su experiencia
sexual.

Tanto la sexualidad como el género son estructuras susceptibles de transforma-


ción. A pesar de estar reglamentadas por los diferentes Estados y las sociedades
en todas las épocas y en todo el mundo, los seres humanos han promovido y
luchado para lograr cambios en las conductas y en las políticas.

El enfoque de género en sexualidad implica el reconocimiento de las diferencias


en los roles y necesidades, tanto de mujeres como de hombres9. Implica la dife-
rencial apreciación que tienen ambos géneros respecto de actitudes, conductas,
identidades sexuales, lo permitido y lo prohibido, lo valorado y lo negado en la
búsqueda del placer sexual, según cada sexo. Mirar desde esta perspectiva de-
biese mostrar las inequidades que resultan desde estas diferencias, lo que per-
mite una mirada orientada a superar aquellas que, innecesaria e injustamente,
perjudican a uno u otro de los sexos.

Es en la sexualidad donde los géneros, que han aprendido a diferenciarse, en-


frentan y confrontan los aspectos más íntimos de sus identidades. Son las mis-
mas definiciones genéricas las que participan en establecer los límites de lo
posible para cada individuo y, consecuentemente, para una pareja.

4.1. La desigualdad de género: un antecedente para la violencia.

En muchas partes del mundo, y también en Chile, y quizás derivado de los cam-
bios culturales, se ha visibilizado la violencia ejercida contra las mujeres, la que
se potencia en la creencia que un género -en este caso el masculino-, tiene
privilegios por sobre el otro -el femenino-.

En todas las sociedades existen instituciones, creencias y prácticas culturales


que tienden a mantener o reforzar las desigualdades entre los géneros, menos-
cabando la autonomía de la mujer y agravando su vulnerabilidad.

Los contextos socioculturales comparten ciertas ideas sobre las características,


capacidades y comportamientos adecuados o típicos para las mujeres y para
los hombres, las que son transmitidas por las familias, las escuelas, las leyes,

9. Cartagena, S. ¿Qué hay detrás la dificultad para aceptar que somos seres tan distintos?,
Trabajo final del Diplomado en Género y Desarrollo con especialización en Salud, CIEG,
Universidad de Chile, 2006.

[31]
las religiones, y los medios de comunicación, entre otros. Tal como se vio
previamente, los hombres suelen aprender que se considera masculino ser
fuerte y dominante, no demostrar emociones y ejercer autoridad, especialmente
sobre las mujeres y los niños. Por otra parte, ellas suelen aprender que la mujer
es vista como un ser más emocional, a quien corresponden los roles de crianza
y cuidado de los otros.

4.2. La violencia de género

Desde los planteamientos de Naciones Unidas, diversos estudios realizados so-


bre violencia permiten afirmar que toda agresión perpetrada contra una mujer
tiene alguna característica que posibilita identificarla como violencia de género.
Esto significa que está directamente vinculada a la desigual distribución del
poder y a las relaciones asimétricas que se establecen entre varones y muje-
res en nuestra sociedad, que perpetúan la desvalorización de lo femenino y su
subordinación a lo masculino. Lo que diferencia a este tipo de violencia de otras
formas de agresión y coerción es que el factor de riesgo o de vulnerabilidad es
el solo hecho de ser mujer10.

La violencia de género se refiere a “todo acto que se ejerce contra la mujer por
el simple hecho de serlo y que tiene como resultado posible o real un daño
físico, sexual, psicológico o emocional, incluidas las amenazas, la coerción o la
privación arbitraria de la libertad, y todo ello con independencia de que se pro-
duzca en el ámbito público o privado”11.

Este tipo de violencia puede adoptar diversas formas, lo que permite clasificar
el delito de acuerdo con la relación en que éste se enmarca y el ejercicio de po-
der que supone, en las siguientes categorías: violación sexual, asedio sexual en
el trabajo y en las instituciones de educación, violencia sexual contra mujeres
detenidas o presas, actos de violencia contra las mujeres desarraigadas, tráfico
de mujeres, violencia doméstica, etc.

Estudios de diversas partes del mundo revelan que la violencia contra la mujer
es más común en lugares donde los papeles basados en el género están rígida-
mente definidos e impuestos y donde el concepto de masculinidad o patriarca-
do está ligado a la dureza, el honor masculino o la autoridad. Así por ejemplo,

10. Rico, Nieves. Violencia de género: Un problema de derechos humanos, Series CEPAL, Mujer
y desarrollo, 1996.
11. Asamblea General de Naciones Unidas, 1993.

[32]
[ Concepto de género ]

para autoras españolas, “la violencia doméstica es estructural e institucional.


Este tipo de violencia no es el resultado de casos inexplicables de conducta
desviada o patológica. Por el contrario, es una práctica aprendida, consciente
y orientada, producto de una organización social estructurada sobre la base
de la desigualdad entre hombres y mujeres. La violencia contra la mujer es,
también, instrumental. La violencia de género no es un fin en sí misma sino un
instrumento de dominación y control social. El poder de los hombres y la subor-
dinación de las mujeres, que es un rasgo básico del patriarcado, requiere algún
mecanismo de sometimiento. En este sentido, la violencia contra las mujeres es
el modo de afianzar ese dominio” 12.

Otras normas culturales relacionadas con la violencia hacia la mujer, son la


tolerancia del castigo físico hacia ellas y los niños, la aceptación de la violencia
como medio de resolver las disputas personales y la percepción de que las mu-
jeres son propiedad de los hombres.

Respecto de otras variables que estudian aspectos específicos de las conductas


individuales, las investigaciones reportan, por ejemplo, que entre estudiantes
mexicanos jóvenes, los principales factores de riesgo para incurrir en conductas
antisociales o violentas son el hecho de ser hombre, consumir alcohol y utilizar
otro tipo de drogas.

Un número creciente de estudios documentan las maneras en que la violencia


por parte del compañero íntimo y la coerción sexual menoscaban la autonomía
sexual y reproductiva de la mujer y ponen en peligro su salud. Algunas inves-
tigaciones señalan que alrededor de un 40% de las mujeres que han sufrido
una violación sufren de anorgasmia prolongada posterior al evento, vaginismo,
dispareunia, dolores pélvicos recurrentes, entre otros.

En el capítulo V se analizará el caso específico de la violencia sexual.

12. http://www.scielosp.org/pdf/gs/v18s2/revision1.pdf

[33]
En resumen:
El concepto de género alude a las diferenciaciones que culturalmente se ha-
cen en distintos ámbitos de la vida de hombres y mujeres. Estas diferencias
crean desigualdades que afectan la vida cotidiana de los seres humanos y
que también se reflejan en el ámbito de la vivencia sexual. En este sentido,
hoy asistimos a un cambio cultural que propicia roles de género más flexi-
bles, que permite que mujeres y hombres puedan escapar de una categoriza-
ción establecida y más rígida. En la medida que se adopte la perspectiva de
género en el análisis sobre los roles que impone la sociedad, será más fácil
evidenciar esas diferencias y propiciar mayor igualdad y autonomía respecto
de lo esquemas tradicionales y mayor enfoque en las necesidades personales.

Ideas fuerza

• El concepto de género se refiere a la gama de roles, relaciones, característi-


cas de la personalidad, actitudes, comportamientos, valores, poder relativo
e influencia, socialmente construidos, que la sociedad asigna a ambos sexos
de manera diferenciada.
• El género es, ante todo, un concepto sociocultural y, por tanto, sujeto a
transformaciones provenientes de los cambios acontecidos en un contexto
social más amplio.
• La sexualidad y el género se entrelazan y llevan la desigualdad a diversos
ámbitos, incluso hasta los rincones más íntimos y privados de la vida coti-
diana.
• La perspectiva de género debiese mostrar las inequidades que resultan des-
de estas diferencias, lo que permite una mirada orientada a superar aque-
llas que, innecesaria e injustamente, perjudican a uno u otro de los sexos.

Para reflexionar:
Le invitamos a mirar su entorno social y personal para contestar las siguientes
preguntas

1. Elija dos avisos publicitarios que promocionen, por ejemplo, productos de


limpieza para el hogar y de limpieza para el auto y analice el rol de género
femenino y masculino que en ellos se muestra.
2. Desde la perspectiva de género, analice críticamente las potencialidades y/u
obstáculos que usted mismo ha encontrado en el ejercicio de su sexualidad,
entendida ésta en un sentido amplio.

[34]
[ Salud sexual y derechos sexuales y reproductivos ]

[Capítulo 3]
Salud sexual y derechos sexuales y
reproductivos

Actualmente es posible incorporar los derechos sexuales y reproductivos como


directrices importantes del quehacer en salud sexual, gracias a hitos específicos
que han puesto la sexualidad como piedra angular del desarrollo integral de las
personas.

El concepto de derechos sexuales y reproductivos se sustenta en la conceptua-


lización de los derechos humanos universales. De una forma simple podemos
definir a los Derechos Humanos como libertades individuales mínimas, recono-
cidas internacionalmente y agrupadas en la “Declaración Universal de los Dere-
chos Humanos” proclamada por la Organización de Naciones Unidas y suscrita
por nuestro país.

Entre estos derechos figuran:

• Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad personal.


• Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes.
• Todos son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección de ésta,
sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica o cual-
quier otra condición. Todos tienen derecho a igual protección contra toda
discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal
discriminación.
• Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin
restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse
y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en el matrimonio,
durante el matrimonio y en caso de disolución del mismo.

[35]
• Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia
y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de
creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, indivi-
dual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza,
la práctica, el culto y la observancia.
• Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad
social y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación interna-
cional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la
satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensa-
bles a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
• La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad hu-
mana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las liber-
tades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad
entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; y promove-
rá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el manteni-
miento de la paz.

La declaración de Derechos Humanos posibilitó a los distintos actores mundia-


les centrar su atención en áreas más particulares del comportamiento humano
que necesitaban de resguardo y visualización por parte de los gobiernos. En este
contexto se desarrollan lineamientos para asegurar un crecimiento más equi-
tativo de los seres humanos, entre éstos y el reconocimiento de la necesidad
de establecer principios mínimos rectores relacionados con el comportamiento
sexual y reproductivo de las personas.

La necesidad de establecer derechos básicos generalmente se encuentra asocia-


da a eventos socio políticos que los preceden. Así, los derechos reproductivos13
son conceptos nacidos en la década de los ’60, producto del cambio de visión
en el ámbito de las políticas mundiales sobre población.

Después de la segunda guerra mundial el gobierno de los Estados Unidos de


Norteamérica promueve la investigación y desarrolla programas en esta área,
poniendo énfasis en el problema del control de la natalidad en los países sub-
desarrollados. La estrategia de disminuir la natalidad se centra en el control
de la fertilidad de las mujeres, las que pasan a ser el objeto de los programas
implementados.

13. Valdés, T. y Faúndez, M.: “Diagnóstico de Salud Reproductiva en Chile”, Fondo de Población
de la Naciones Unidas y Foro Abierto de Salud y Derechos Reproductivos, publicación gra-
cias al aporte de la Fundación Ford, 1997.

[36]
[ Salud sexual y derechos sexuales y reproductivos ]

En respuesta a esta postura, surge una mirada que destaca la necesidad de pre-
ocuparse por el bienestar de las personas y no sólo de nacimientos y muertes;
por la discriminación que se ejerce contra la mujer; y una visión más compleja
de las decisiones reproductivas, que considera la participación de los hombres y
los múltiples factores culturales y sociales implicados. Esta nueva mirada rom-
pió con la lógica tradicional del alto crecimiento poblacional y permitió hacer
énfasis en la salud y derechos reproductivos de las personas.

De esta forma, y en respuesta a los avances de los Programas de Planificación


Familiar de la época, se incorpora, en el marco de los derechos humanos, el
tema de los derechos reproductivos en la Conferencia de Teherán (1968). Allí
se postula la existencia de “el derecho básico de las parejas e individuos para
decidir libre y responsablemente sobre el número y espaciamiento de sus hijos
y para tener información, educación y medios para hacerlo”. Este fue el inicio
del establecimiento de derechos básicos en el ámbito reproductivo.

En 1969 se crea el Fondo de Población de la Naciones Unidas (FNUAP), con lo


cual se inicia un proceso ininterrumpido de conferencias internacionales y la
temática de los derechos reproductivos se incorpora al debate permanente de
organizaciones multinacionales.

En 1979 se lleva a cabo la Asamblea General de Naciones Unidas en la que se


aprueba el documento “Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer”. En él se reconoce el derecho a la igualdad de
hombres y mujeres en las decisiones reproductivas y la responsabilidad com-
partida que implican los hijos. Seis años después, en la Conferencia Mundial de
Población, realizada en México, se formulan algunas precisiones respecto de la
responsabilidad, definiéndola como el hecho de que individuos y parejas ejerzan
sus derechos reproductivos, considerando su propia situación y en conocimien-
to de las implicancias que tienen sus decisiones para el desarrollo equilibrado
de sus hijos, de la comunidad y de la sociedad en la que viven.

En la década de los ’90 se abre un ciclo de conferencias gubernamentales mun-


diales organizadas por las Naciones Unidas que deriva en un programa de ac-
ción para lograr el anhelado desarrollo sostenible y socialmente equitativo para
el próximo siglo. Estas conferencias culminaron en un programa progresivo y
ambicioso para lograr la igualdad social, la justicia, el desarrollo y la paz; del
mismo modo, lograron avances sustantivos en el plano de los derechos de la
mujer y los derechos reproductivos.

[37]
En 1994, el Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población
y Desarrollo, efectuada en El Cairo, y la Plataforma de Acción de la Conferen-
cia Internacional sobre la Mujer, llevada a cabo en Beijing en 1995, retoman
el posicionamiento de estos derechos desde una perspectiva más integradora,
reconociendo a los derechos sexuales y reproductivos como inalienables y parte
integral e indivisible de los derechos humanos universales.

Dentro del programa de acción de la Conferencia de El Cairo (1994), se pudieron


consensuar algunos puntos referentes a la salud sexual y reproductiva:

• Se reconoce el papel central que tiene la sexualidad y las relaciones entre


hombres y mujeres en lo relativo a la salud y los derechos de la mujer.
• Afirma que los hombres deberían asumir responsabilidad por su propio
comportamiento sexual, su fecundidad, la transmisión de ETS14 y el bienes-
tar de sus compañeras y de los hijos que procrean.
• Reconoce la noción de salud sexual y reproductiva y exhorta a proveer servi-
cios e información de buena calidad para todos, incluidos los adolescentes.
• Reconoce que el aborto en condiciones no adecuadas es un grave problema
de salud pública y exhorta a los gobiernos a reducir su incidencia.

Un aspecto que quedó pendiente en Beijing (1995) fue el reconocimiento de la


existencia de distintas orientaciones sexuales y el derecho de estas personas a
expresar su sexualidad sin sufrir discriminaciones. En otros temas se adoptaron
importantes acuerdos. En el documento final, en el párrafo 96 referente a Salud
y Derechos Reproductivos, señala: “la salud sexual, cuyo objetivo es el desarro-
llo de la vida y de las relaciones personales, y no meramente el asesoramiento
y la atención en materia de reproducción y de enfermedades de transmisión
sexual”15. Agrega que, dentro de los derechos reproductivos está el reconoci-
miento del “...derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual”16 y aclara
que “como parte de este compromiso, se debe prestar atención a la promoción
de relaciones de respeto mutuo e igualdad entre hombres y mujeres, y parti-
cularmente a las necesidades de los adolescentes en materia de enseñanza y
de servicios, con objeto que puedan asumir su sexualidad de modo positivo y
responsable17”.

14. ETS: Enfermedades de transmisión sexual. Ese concepto posteriormente fue modificado por
ITS, es decir, infecciones de transmisión sexual.
15. Comité editorial, “La última palabra: Plataforma de acción de Beijing”, Revista Mujer Salud,
3-4, 1995, pág. 69.
16. Ibid., pág. 70.
17. Ibid., pág.70.

[38]
[ Salud sexual y derechos sexuales y reproductivos ]

Con el paso del tiempo se van percibiendo cambios en el modo de visualizar los
derechos en materia sexual. A medida que las discusiones desarrolladas en las
distintas conferencias prosperan, incluyendo la opinión de diversos grupos de
todas las naciones, se logra una visión preocupada en las personas, en sus de-
rechos y libertades individuales, más que en fundamentos políticos, religiosos
o económicos. Se avanza desde una visión restrictiva hacia una que incluye la
posibilidad de convivencia de las distintas formas de vivir, menos discriminado-
ra y más comprensiva.

Sin embargo, está pendiente gestar cambios más allá de aquellos referidos es-
pecíficamente a las mujeres. Aun no se cuenta con estrategias específicas para
abordar la salud sexual de los hombres o de aquellos grupos que no están en
edad reproductiva (niños y adultos mayores), como asimismo de los que tienen
distinta orientación sexual. Para éstos no han existido consensos mundiales que
incluyan sus necesidades, que les consideren en su derecho al ejercicio de una
sexualidad plena. Más allá de ello, las discusiones han continuado incluyendo el
tema de la salud sexual dentro del marco de los derechos reproductivos.

[39]
1. Concepto de salud sexual y sus alcances

De acuerdo a lo señalado hasta ahora, queda de manifiesto que la salud sexual,


si bien se vincula con la salud reproductiva, es distinta de ella, por lo que, desde
su distinción, requiere de un análisis propio, más allá de lo concerniente al pro-
ceso reproductivo.

La salud reproductiva ha sido definida como...“un estado general de bienestar


físico, mental y social y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en
todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo, sus funciones y
procesos”18. Definición de la cual podríamos desprender que la salud sexual es
también un estado general de bienestar, más allá de la ausencia de enfermedad
de los órganos, funciones o procesos vinculados a la respuesta sexual, derivado
del logro de una vivencia sexual grata y placentera.

La salud sexual no sólo se limita a las edades reproductivas, como tampoco a la


función sexual, y se convierte así en un aspecto de la salud integral que posee
necesidades propias en cada etapa vital, conforme al género y al contexto
sociocultural en que se inserta el individuo.

Diferentes autores y entidades han elaborado declaraciones de derechos sexua-


les, los que resumen sus principales áreas temáticas. A modo de ejemplo, pre-
sentamos la Declaración de Valencia, elaborada por un nutrido grupo interna-
cional de especialistas en sexualidad19.

18. World Health Organization (WHO/OMS) (1994) Programme of Action of the International
Conference on Population and Development. New York, United Nations.
19. Declaración del 13º Congreso Mundial de Sexología, 1997, Valencia, España. Revisada y pro-
bada por la Asamblea General de la Asociación Mundial de Sexología, WAS, el 26 de Agosto
de 1999, en el Congreso Mundial de Sexología, Hong Kong, República Popular China.

[40]
[ Salud sexual y derechos sexuales y reproductivos ]

DECLARACIÓN DE VALENCIA DE LOS DERECHOS SEXUALES


VALENCIA, ESPAÑA, 29 DE JUNIO DE 1997

Las personas participantes en el XIII Congreso Mundial de Sexología, Sexualidad y Derechos Humanos declaramos que:

La sexualidad humana es dinámica y cambiante, se construye continuamente por la mutua interacción del individuo
y las estructuras sociales, está presente en todas las épocas de la vida, como fuerza integradora de la identidad y
contribuye a fortalecer y/o producir vínculos interpersonales.

El placer sexual, incluyendo el autoerotismo, es fuente de bienestar físico, psíquico, intelectual y espiritual. Es parte de
una sexualidad libre de conflictos y angustia, promotora del desarrollo personal y social.

Por lo tanto, proponemos que la sociedad cree las condiciones dignas donde se puedan satisfacer las necesidades para
el desarrollo integral de la persona y el respeto a los siguientes derechos sexuales inalienables, inviolables e insusti-
tuibles de nuestra condición humana:

Derecho a la libertad. Excluye todas las formas de coerción, explotación y abusos sexuales en cualquier momen-
to de la vida y en toda condición.

Derecho a la autonomía, integridad y seguridad corporal. Este derecho abarca el control y disfrute del pro-
pio cuerpo, libre de torturas, mutilaciones y violencias de toda índole.

Derecho a la igualdad sexual. Se refiere a estar libre de todas las formas de discriminación. Implica respeto a
la multiplicidad y diversidad de las formas de expresión de la sexualidad humana, sea cual fuere el sexo, género,
edad, etnia, clase social, religión y orientación sexual a la que se pertenece.

Derecho a la salud sexual. Incluyendo la disponibilidad de recursos suficientes para el desarrollo de la investiga-
ción y conocimientos necesarios para su promoción. El SIDA y las ETS requieren de más recursos para su diagnósti-
co, investigación y tratamiento.

Derecho a la información amplia, objetiva y verídica sobre la sexualidad humana que permita tomar decisio-
nes respecto a la propia vida sexual.

Derecho a una educación sexual integral desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida. En este proceso deben
intervenir todas las instituciones sociales.

[41]
Derecho a la libre asociación. Significa la posibilidad de contraer o no matrimonio, de disolver dicha unión y de
establecer otras formas de convivencia sexual.

Derecho a la decisión reproductiva libre y responsable. Tener o no hijos, el espaciamiento de los nacimientos y
el acceso a las formas de regular la fecundidad. El niño tiene derecho a ser deseado y querido.

Derecho a la vida privada. Implica la capacidad de tomar decisiones autónomas respecto a la propia vida sexual
dentro de un contexto de ética personal y social. El ejercicio consciente, racional y satisfactorio de la sexualidad
es inviolable e insustituible.

La sexualidad humana constituye el origen de vínculos más profundos entre los seres humanos y de su realización
efectiva depende el bienestar de las personas, las parejas, la familia y la sociedad. Es por lo tanto su patrimonio más
importante, y su respeto debe ser promovido por todos los medios posibles.

La salud sexual es un derecho humano básico y fundamental.

Hoy en día se han alcanzado algunos consensos, no libres de dificultades, que


han permitido a la OMS proponer una definición de la salud sexual como: “Un
estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexua-
lidad; no es meramente la ausencia de enfermedad, disfunción o debilidad. La
salud sexual requiere un acercamiento positivo y respetuoso hacia la sexualidad
y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de obtener placer y experien-
cias sexuales seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. Para que la
salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las perso-
nas deben ser respetados, protegidos y cumplidos”.

[42]
[ Salud sexual y derechos sexuales y reproductivos ]

2. Respeto a la diversidad sexual: Un desafío pendiente

Si definir la salud sexual ha acarreado más de un problema, el reconocimiento


de una diversidad sexual no tiene aún luces de alcanzar unanimidad.

Tradicionalmente en sexualidad, aquello diferente ha sido definido como anor-


mal. La anormalidad sexual es una calificación o etiqueta que obedece más a
normativas morales que a criterios de salud y adaptación social.

La vivencia de la sexualidad es un aspecto que puede variar cultural y social-


mente. No existe una pauta que determine qué práctica, repertorio sexual o
frecuencia debiera tener lugar en un determinado encuentro sexual.

En sexología20 -21, el criterio de normalidad tiene como parámetro la no tras-


gresión de la autodeterminación (“lo que yo quiero hacer”) y el consenso entre
aquellos que comparten la práctica sexual (no presionar a otros a hacer lo que
quiero que hagan o lo que no quieren hacer).

En virtud de ello, lo importante en sexualidad no sería que las personas sean o


se comporten igual, sino que estén sanas y plenas en el ejercicio de su sexuali-
dad. Así, hay muchas personas técnicamente sanas, cuyas conductas o deseos
sexuales pueden diferir de los de la mayoría.

Dentro del tema de la diversidad sexual, aceptar una variedad de orientaciones


sexuales ha sido una de las aristas discutidas, tanto en términos de criterios de
salud como en lo que se refiere a la aceptación pública de los comportamientos
asociados a éstas.

2.1. Orientación sexual

La orientación sexual es una parte constitutiva de los seres humanos que alude
a la disposición afectiva, erótica y psicológica, hacia donde una persona dirige
sus deseos sexuales. Los términos derivados de esta conceptualización son los
siguientes:

20. Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS), “Declaración de Montreal: Salud Sexual
para el Milenio”. XVII Congreso Mundial de Sexología, julio, 2005.
21. Ortega, R., “Historicidad de la disciplina sexológica y concepto de sexualidad humana”. Do-
cumento de estudio Ikastola, 2005.

[43]
• Orientación heterosexual: individuos cuyo objeto de deseo sexual y afecti-
vo es una persona del sexo opuesto (hombre-mujer, mujer-hombre).
• Orientación homosexual: persona cuyo objeto de deseo sexual y afectivo
es del mismo sexo (hombre-hombre, mujer-mujer).
• Orientación bisexual: personas cuyo objeto de deseo sexual y afectivo pue-
de ser de su mismo sexo o del sexo opuesto (hombre-mujer u hombre,
mujer-mujer u hombre).

La orientación sexual no es necesariamente estática, ya que puede transfor-


marse o cambiar a través de procesos internos o de aprendizaje social. Es im-
portante señalar que la definición de cada uno de estos tipos de orientación
deja de lado la expresión del comportamiento supuestamente asociado y se
centra en la dirección del deseo. Orientación sexual no es sinónimo de compor-
tamiento sexual.

Personas que se identifican con una orientación sexual dada (homosexual, he-
terosexual o bisexual), pueden, en la práctica, no haber tenido conductas sexua-
les asociadas a dicha orientación. Así por ejemplo, hay quienes se reconocen a
sí mismos como heterosexuales o bien como homosexuales sin haber tenido
nunca una práctica sexual con nadie; asimismo, hay personas que habiendo
tenido prácticas con individuos de su mismo sexo, se declaran heterosexuales.

Por lo tanto, la orientación sexual de un individuo tiene más relación con la va-
loración subjetiva que él o ella realiza respecto de la dirección de su deseo, que
por su comportamiento sexual específico. Hoy, estos comportamientos no son
rígidos, existiendo diversas formas de vivir la heterosexualidad, la homosexua-
lidad y la bisexualidad.

2.1.1. Heterosexualidad
Es la orientación sexual más recurrente y socialmente aceptada por la mayo-
ría de las culturas; se considera socialmente esperable que hombres y mujeres
tengan una orientación heterosexual. Cuando ello no sucede (homosexualidad
o bisexualidad), se piensa comúnmente en la existencia de una desviación. Si
bien la heterosexualidad (relación hombre-mujer / mujer-hombre) parece ser
estadísticamente más frecuente, su ausencia no representa enfermedad.

2.1.2. Bisexualidad
En términos teóricos, significa similar interés sexual en compañeros hombres
o mujeres. Esta situación es considerada algunas veces como bisexualidad

[44]
[ Salud sexual y derechos sexuales y reproductivos ]

verdadera, dado que el género del compañero no es un aspecto particularmente


sobresaliente en la elección de pareja.

A diferencia de lo anterior -donde la elección de pareja se hace independiente


del sexo biológico- existen algunos comportamientos bisexuales que se realizan
producto de otras condicionantes que no tienen relación con la bisexualidad
por sí misma. Por ejemplo, en algunas sociedades donde el comportamiento
homosexual se castiga legal o socialmente, las personas pueden involucrarse
en comportamientos bisexuales para: esconder sus actividades homosexuales;
utilizar la actividad heterosexual como un punto de referencia seguro desde el
cual pueden explorar la actividad homosexual, y adoptar un comportamiento
bisexual como una etapa en el proceso de asumir su homosexualidad (“coming
out”22). Sin embargo, estas situaciones develan un tipo de comportamiento y
no la autodefinición del deseo, por lo que no se puede hablar de una orientación
bisexual del deseo propiamente tal.

Es posible que se den actividades entre personas del mismo sexo en sujetos
con historia heterosexual (hombres que tienen sexo con hombres), como puede
ocurrir por falta de alternativas, en instituciones segregadas por sexo (interna-
dos, cárceles y otros) o por razones financieras, como ocurre en algunos casos
de personas que ejercen el comercio sexual, donde hombres que se reconocen
con orientación heterosexual, prestan sus servicios a otros hombres, a cambio
de dinero. De la misma manera, alguien con orientación homosexual puede te-
ner relaciones sexuales eventuales con personas del sexo opuesto, sin que esto
corresponda necesariamente a una autodefinición.

La experimentación adolescente con personas de uno y otro sexo puede ser ca-
talogada apresuradamente como bisexualidad. Sin embargo, en la juventud la
sexualidad es mucho más fluida que en etapas posteriores, vinculada justamente
a procesos de aprendizaje a partir de experiencias concretas. Es importante pensar
en este período como un tiempo en que las personas ensayan distintas formas de
comportarse y que esas conductas no necesariamente se proyectarán en el futuro.

A pesar de lo anterior, la bisexualidad es un término difícil de precisar. Por ello,
algunos investigadores o terapeutas prefieren el término prácticas sexuales bi-
sexuales, dado que muchos de aquellos que tienen contactos sexuales indis-
tintamente con hombres o mujeres, no están dispuestos a identificarse o ser
definidos como bisexuales.

22. “Coming out” se denomina al proceso por el cual algunas personas hacen más pública su
orientación de tipo homosexual.

[45]
2.1.3 Homosexualidad
Existen evidencias respecto a que la orientación homosexual, de la misma ma-
nera que la heterosexual, ha estado presente durante toda la historia de la hu-
manidad. Sin embargo, durante muchos años, se la entendió como una patolo-
gía o desviación.

Actualmente las investigaciones23 han concluido que la homosexualidad puede


desarrollarse como resultado de influencias diversamente combinadas de tipo
hereditario, de desarrollo prenatal, de experiencias infantiles y del medio cultu-
ral, así como ocurre con la heterosexual, pero que ninguna de estas influencias
parece ser necesaria y suficiente. Además, concluyen que la homosexualidad es
una condición que en sí misma sólo tiene efectos menores sobre el desarrollo
de la personalidad y que son las actitudes de las demás personas hacia la ho-
mosexualidad las que pueden conducir a un deterioro que impida la integración
efectiva en la sociedad.

Hoy, la homosexualidad es considerada como una condición y no como una


alteración psiquiátrica. En 1973, la Asociación Psiquiátrica Americana la retiró
de su clasificación oficial de enfermedades mentales, aceptándola como una de
las variantes normales en la conducta sexual humana. Asimismo, en 1983, la
Organización Mundial de la Salud dejó de catalogarla como desorden mental.
En este contexto, no hay que olvidar el impacto de los movimientos sociales por
desmitificar el tema y avanzar en la reivindicación de los derechos ciudadanos
para esta población.

A pesar de estos y otros cambios, como la derogación de penas privativas de


libertad al delito de sodomía en el año 1998, en nuestro país la homosexualidad
sigue siendo un tema de difícil comprensión y aceptación. Si bien actualmente
los casos o denuncias por discriminación basados en la orientación sexual o en
la identidad de género han disminuido estadísticamente (15% entre los años
2005-2006), se ha producido un leve aumento de la discriminación al interior
de las familias, así como una mayor violencia en los delitos cometidos por gru-
pos homofóbicos24.

Como podemos ver, los desafíos que representa la discriminación social son
diversos e implican a todos los sectores de nuestra sociedad25.

23. http://www.apa.org/topics/orientacion.html
24. V Informe Anual DDHH Minorías Sexuales Chilenas: 2006, Movilh Chile.      
25. Para mayor información: www.mums.cl; www.acciongay.cl.

[46]
[ Salud sexual y derechos sexuales y reproductivos ]

No hay que olvidar que la homosexualidad es un concepto general, que sólo


indica la preferencia sexual hacia el mismo sexo; como tal, no da cuenta de la
diversidad de conductas, comportamientos y sentimientos que pueden hacerse
presentes en una persona. No existe una única forma de ser homosexual, así
como tampoco de ser heterosexual. Se entiende mejor a los hombres y mujeres
homosexuales al considerarlos como seres humanos completos y no únicamen-
te en términos de su conducta sexual.

En resumen:
El concepto de derechos sexuales y reproductivos se inscribe como eje an-
gular del concepto de salud sexual. Ésta es más que ausencia de malestar
o enfermedad ligada a la actividad sexual. Implica calidad subjetiva de la
vivencia sexual, capacidad para obtener placer del ejercicio de la sexualidad
y posibilidad de gozar de experiencias sexuales seguras, libres de coerción,
discriminación y violencia. La diversidad sexual o la aceptación y respeto por
la diferencia sexual, es un concepto que emerge como un derecho sexual, no
siempre reconocido y tolerado en nuestra sociedad.

Ideas fuerza

• Los derechos sexuales y reproductivos son derechos inalienables y parte


integral e indivisible de los derechos humanos universales.
• El concepto de salud sexual implica el derecho a vivir la sexualidad con un
alto nivel de desarrollo, destacando el placer, libre de discriminaciones de
todo tipo y respetando la diversidad.
• La orientación sexual es una parte constitutiva de los seres humanos que
alude a la disposición afectiva, erótica y psicológica, hacia donde una per-
sona dirige sus deseos sexuales.
• En sexualidad lo importante no es que las personas sean o se comporten
igual, sino que estén sanas y plenas en el ejercicio de su sexualidad.

Para reflexionar:
En su experiencia personal,
¿En qué situaciones percibe vulnerados sus derechos sexuales y reproductivos?
¿Qué utilidad tiene el saber que otro es homosexual?
¿Qué derechos sexuales pudieran ser vulnerados con el consumo de drogas?

[47]
[Capítulo 4]
Desarrollo psicosexual

El desarrollo psicosexual es el proceso a través del cual se consolida un status


sexual. Durante su transcurso, las personas aprenden un conjunto de compor-
tamientos del ser hombre y ser mujer en una sociedad determinada y llegan a
convertirse en adultos sexualmente maduros.

Las personas nacen sólo con un sexo. Cómo ser un hombre o una mujer en
una sociedad, se aprende. Durante el desarrollo psicosexual se conforma una
identidad y se aprende cómo actuar según el sexo, es decir, se aprende un rol.
En este proceso, además, se llevará a cabo un aprendizaje sexual. Los indivi-
duos aprenderán cómo activar los eventos fisiológicos ligados a la excitación,
el placer y el orgasmo, así como los mecanismos para producir determinadas
situaciones sexuales. Del mismo modo, en el marco otorgado por los permisos
y prohibiciones de cada cultura en particular, se aprenderá el momento, con
quién, el cómo y el dónde de la actividad sexual, es decir, las normas imperantes
en dicha cultura.

Estudios derivados de las ciencias sociales junto a los avances de la ciencia


médica, han permitido establecer que tanto los componentes biológicos y fi-
siológicos como los sociales y culturales participan activamente en un camino
individual y particular hacia la madurez sexual, que se inicia desde antes del
nacimiento y se desarrolla a lo largo de toda la vida.

Así, entenderemos por desarrollo psicosexual “aquel proceso mediante el cual


se desarrolla la identidad de género, el rol genérico y la orientación sexual. Invo-
lucra también el aprendizaje de prácticas sexuales, de reproducción y la forma
en que se norma el afecto y el erotismo en cada sociedad o grupo cultural”26.

26. Money, J. y Erhardt, A., 1972.

[48]
[ Desarrollo psicosexual]

En el camino para lograr la adultez sexual, niños, niñas y jóvenes deberán encon-
trar respuesta a una serie de interrogantes y tareas, cuyo resultado hará más o
menos posible el logro de una vivencia sexual adulta satisfactoria, responsable
e integrada. Esto no quiere decir que una vez superada la adolescencia, el de-
sarrollo psicosexual haya finalizado. Durante las etapas posteriores hombres y
mujeres enriquecerán, en el mejor de los casos, sus prácticas sexuales, o podrán
modificarlas de acuerdo a las exigencias contempladas para cada etapa futura.

1. Determinación y diferenciación sexual antes del nacimiento

La determinación y diferenciación sexual son procesos complejos que se dan a


lo largo de la vida de los individuos y que tienen su origen en la vida prenatal. Si
bien, como se señaló en capítulos anteriores, la sexualidad y el género son cons-
trucciones sociales, también es necesario entender que éstos tienen como base
un cuerpo sexuado, es decir, una biología. Por tanto, analizaremos brevemente
los procesos de determinación y diferenciación del sexo.

Este proceso comienza al momento de la unión de los gametos, óvulo y esper-


matozoide, iniciándose la formación de un nuevo ser. De esta unión existe la
posibilidad de producir un individuo que tendrá 44 cromosomas somáticos y
dos cromosomas X, que tendrá la potencialidad de ser mujer, o bien de generar
un individuo con cromosomas sexuales XY que será potencialmente un varón.
Esta unión se realiza al azar y, por lo tanto, existen las mismas posibilidades de
que ocurra de uno u otro modo, lo que no está bajo el control de la pareja.

Una vez que este primer nivel se ha definido, la presencia del cromosoma Y
determinará si las gónadas primitivas e indiferenciadas se organizan en testículos
o, en ausencia de un cromosoma Y, en ovarios. Aún en ausencia de ovario y, sin
necesidad de ninguna sustancia, los conductos de Müller (paramesonéfrico),
se desarrollarán en útero, trompas de Falopio y el tercio interno de la vagina.
En cambio, el desarrollo del varón requiere de la presencia de la testosterona
secretada por el testículo fetal que estimula el desarrollo de los conductos de
Wolff en conductos deferentes, vesículas seminales y conductos eyaculadores.
Además, se produce una sustancia que actúa inhibiendo las estructuras
müllerianas.

[49]
Los genitales externos se derivan de primordios que inicialmente son similares
para ambos sexos. Bajo la acción de los andrógenos sintetizados por el testículo
fetal, el tubérculo genital se desarrolla en el glande del pene, en tanto el pliegue
urogenital formará el cuerpo del pene y la uretra. En ausencia de andrógenos o
receptores, el tubérculo formará el clítoris y el pliegue y prominencias, la vulva
y la vagina. También bajo la influencia de la testosterona o en su ausencia, se
desarrollarán áreas en el hipotálamo que, posteriormente, regularán los patro-
nes de secreción hormonal: no cíclicos en el varón y cíclicos en la mujer.

Como puede observarse, el proceso de diferenciación es complejo y requiere


de una serie de eventos que normalmente se entrelazan para producir un su-
jeto con cromosomas XX, es decir, con ovarios, genitales internos y externos
femeninos; o bien cromosomas XY, con testículos, genitales internos y externos
masculinos. Sin embargo, en ocasiones se producen alteraciones en este proce-
so de diferenciación, que son muy poco frecuentes.

Prácticamente, es la apariencia de los genitales externos la que determina el


sexo que se asigna al individuo. De allí en adelante la diferenciación es propor-
cionalmente más un papel de la cultura que de la biología.

[50]
[ Desarrollo psicosexual]

2. Tareas del desarrollo psicosexual en la infancia

En este concepto alude a una serie de necesidades o interrogantes que re-


quieren respuestas y aprendizajes determinados para avanzar en el proceso
de desarrollo, de tal manera que un bebé pueda llegar a ser un sujeto sexual
maduro. Estas necesidades del desarrollo poseen una secuencia, es decir, apa-
recen en un momento preciso que se conoce como período crítico. Existen
diferentes períodos críticos a lo largo de la vida infantil y adolescente, donde
lo biológico y lo social interactúan para el logro de determinados aprendizajes
en el ámbito sexual. En otras palabras, lo biológico y lo social trabajan juntos
en una etapa definida, o período crítico del desarrollo, para producir determi-
nados resultados.

No es posible asumir que un factor sea más importante que el otro. Tanto la
influencia biológica prenatal, en términos de diferenciación sexual hormonal,
como la influencia post-natal, traducida en procesos de asimilación sensorial,
aprendizaje social y socialización diferencial, coinciden en una etapa definitoria
en el proceso de madurez psicosexual.

Revisaremos estos diferentes momentos en los cuales es necesario responder a


las necesidades que van surgiendo en niñas y niños.

2.1. Identidad de género

Una vez asignado el sexo, adquirir una identidad es el primer gran aprendizaje.
Ésta se construirá a partir de cómo nos ven los otros y cómo nos vemos a noso-
tros mismos. Estos dos elementos actúan en conjunto para adquirir la identidad
de género infantil.

En el momento del nacimiento, y según la observación de los genitales exter-


nos, se definirá si el recién nacido pertenece al grupo de los hombres o al de
las mujeres. Este evento define lo que comúnmente se denomina asignación de
sexo y que mejor podría llamarse asignación genérica.

A partir del nacimiento de un niño o niña, se desencadenarán una serie


de reacciones sociales tendientes a diferenciar a hombres y mujeres en la
sociedad. Algunos hechos cotidianos, como vestir a niñas y niños con un tipo de
vestimenta y color, u otorgarles un nombre (diferenciado por sexo) e, incluso,

[51]
acunarlos y jugar con ellas y ellos de forma diferente, son buenos ejemplos de
estas reacciones sociales.

Siendo aun muy pequeños (entre los 18 y 30 meses de edad), los niños co-
mienzan a identificarse con uno u otro sexo. Más tarde, con la instalación de
la constancia de objeto, alrededor de los 6 años, la niña, por ejemplo, es capaz
de identificarse: “yo soy igual a mi mamá” y percibir el proceso contrario: “y
distinta a mi papá”. Esto también lo harán los niños.

Posteriormente, una vez que niños y niñas se saben pertenecientes a un sexo,


la sociedad y la familia se encargarán de que sean reconocidos como hombres
o mujeres.

2.2. Aprendizaje de un rol sexual o de género

El aprendizaje del rol sexual o del cómo se actúa la identidad sexual, es una de
las principales tareas de la infancia. A través de los juegos infantiles y la imita-
ción a los adultos se inicia el aprendizaje y práctica de aquellas conductas que
se espera de ellos, dependiendo de si son hombres o mujeres. En este sentido,
es importante recordar que las características que definen lo que es masculino
o femenino han cambiado con los años y también varían de persona a persona.
Así, no es que existan juegos para niños y niñas diferenciados de manera natural
o biológica. Estos suelen depender de los gustos y características personales de
cada uno. Lo importante es que los niños perciban que lo que hacen está en re-
lación a su sexo. Esto varía también de acuerdo a cuan tradicional o liberal sea
la socialización familiar.

Desde la primera infancia, niños y niñas comenzarán a aprender, de forma muy


básica y simple, una normativa afectiva, es decir, los patrones, pautas o reglas
que regularán la expresión de ciertos comportamientos afectivos y sexuales
dentro de los cánones que la cultura y las situaciones sociales van delineando.
Podrán aprender que abrazar o besar son formas de expresar afecto y es tarea
de su desarrollo que logren discriminar el significado de las distintas maneras de
acercamiento corporal. No será el mismo acercamiento con la mamá o el papá
que con un desconocido, por ejemplo. Para los primeros es adecuado expresar el
afecto con abrazos mientras para el segundo un saludo de manos podrá bastar.
Será parte del aprendizaje de esta época reconocer el propio cuerpo, así como
las primeras conductas de autocuidado (nadie tiene derecho a tocar mi cuerpo
sin mi autorización).

[52]
[ Desarrollo psicosexual]

Más adelante, niños y niñas empezarán a necesitar información sobre algunos


aspectos de su sexualidad. Comienzan a evidenciar las diferencias anatómicas
entre sexos y a relacionar sus genitales al nacimiento de los seres humanos; és-
tas son quizás las aproximaciones más básicas y primarias al comportamiento
sexual, pero no por ello menos necesarias de aclarar a un niño. Una duda común
tiene que ver con el origen de la vida, por lo que preguntarán de diferentes
formas cómo vienen las personas a este mundo. A esta edad no requieren de
grandes explicaciones. Sin embargo, es importante que los adultos sean capa-
ces de hablar con la verdad y entregar una visión positiva de la sexualidad, que
permita a los niños adquirir confianza para preguntar.

Los niños y niñas se encuentran en la tarea de conocerse a sí mismos. Por esto,


es común que sientan curiosidad por su propio cuerpo y el de los demás. Puede
que se muestren desnudos, se toquen y comparen sus genitales, siendo juegos
de aprendizaje, que no tienen nada que ver con un acto sexual.

Por otra parte, cuando los niños exploran sus propios cuerpos pueden identificar
diferentes sensaciones que produce éste al ser tocado, algunas de las cuales se-
rán placenteras. Estos acercamientos pueden iniciar la exploración genital, que
es un proceso natural que les permite tener sensaciones agradables, no exis-
tiendo aún una búsqueda intencionada de placer sexual. Sin embargo, durante
esta etapa será parte de sus aprendizajes el lograr discriminar en qué lugares se
realiza esta conducta y en cuáles no.

[53]
3. Tareas del desarrollo psicosexual en la adolescencia

La adolescencia se define como una etapa evolutiva específica del crecimiento


y desarrollo del ser humano. Con frecuencia se destacan sus aspectos conflicti-
vos. Sin embargo, las transformaciones y crisis que trae son preparatorias para
importantes progresos hacia la juventud y la etapa adulta.

En términos de desarrollo psicosexual los adolescentes, durante este período,


tienen como tarea el reconocimiento consciente de sí mismos como sujetos
sexuados, con un cuerpo generador de sensaciones antes desconocidas, un
cuerpo al que deben reconocer y saber manejar conforme las situaciones socia-
les que se van presentando. Otra tarea propia de este período es el reconoci-
miento del contexto de la vivencia sexual, lo que origina el pudor y la necesidad
de intimidad, que durante esta etapa se reflejará en la necesidad de separar
amistades por sexo, conforme se adquieren las habilidades y reglas que guiarán
los futuros encuentros eróticos.

3.1. El paso de un cuerpo de niño a un cuerpo sexualmente activo

La pubertad representa el inicio biológico de la adolescencia, con cambios y


manifestaciones físicas que informan respecto de las primeras necesidades e
interrogantes que surgirán en esta etapa.

La pubertad se manifiesta como resultado de una serie de mensajes prove-


nientes del hipotálamo, dirigidos hacia la hipófisis, directora y coordinadora de
todas las glándulas de secreción interna, a través de las hormonas. Podríamos
decir que el hipotálamo es el reloj interno de cada individuo que activa toda una
serie de funciones que se encontraban inhibidas.

La hipófisis reacciona a la cantidad de hormonas sexuales circulando en el to-


rrente sanguíneo y se inhibe o activa de acuerdo con ellas. Si hay pocas, se “ac-
tiva” y envía órdenes de producir más; si hay suficientes, se “apaga”.

Aunque existe una periodicidad o ciclo en la producción hormonal de ambos


sexos, hay una diferencia importante entre el hipotálamo del hombre y el de
la mujer; mientras que el ciclo masculino es básicamente circadiano, es decir,
sufre variaciones de alrededor de 24 horas, el ciclo femenino es lunar; es decir,
de aproximadamente 28 días.

[54]
[ Desarrollo psicosexual]

Los cambios hormonales son los responsables de la pubertad. Ésta tiene una
secuencia específica y se inicia en las mujeres entre los 9 y los 15 años más o
menos. En los varones, aparece aproximadamente dos años más tarde, es decir,
entre los 11 y los 17 años.

Durante la pubertad se observa una secuencia de cambios biológicos que ocu-


rren en el organismo tanto del joven como de la joven, tales como: repentino
y brusco crecimiento y aumento de peso corporal, crecimiento de los genitales
externos e internos, cambios en la distribución de la grasa corporal, cambio de
voz (en hombres), aparición de vello corporal, axilas y púbico, cambios en la
piel y aparición de la menstruación en la mujer y la capacidad eyaculatoria en
el varón.

Quizás la característica central de este período, dado los cambios biológicos


relatados, es la excesiva preocupación que los púberes de ambos sexos experi-
mentan por su desarrollo corporal. Son muchos los cambios que observan en
sí mismos, como el aumento en la sudoración con olor característico o pérdida
de coordinación motriz, a causa del brusco y repentino crecimiento corporal.
También es frecuente encontrar temores, muchas veces no expresados, sobre
la aparente normalidad de su desarrollo. Entre las jóvenes existe preocupación
por el desarrollo mamario; en los varones, por el tamaño de sus genitales. Es
frecuente encontrarlos comparándose entre sí, con sentimientos de frustración
y malestar en aquellos en que, por su codificación genética, el proceso es más
lento.

Dados los cambios corporales que están teniendo efecto y la sensación de inse-
guridad y asombro que les produce, hombres y mujeres tienden a mantenerse
separados por sexo. Estrechan los vínculos con miembros del propio sexo, sien-
do posible la aparición de juegos erótico-placenteros entre ellos, no indicativos
de futura definición de orientación sexual.
Quizás una de las primeras señales de advenimiento de este período es la apa-
rición del pudor. Por primera vez los púberes resguardarán su cuerpo desnu-
do, cerrando las puertas del baño y dormitorio, hasta ahora permanentemente
abiertas. A partir de ese momento todo se vuelve distinto; aparece el pudor en
una búsqueda de intimidad y refugio para el autoconocimiento, observando en
el propio cuerpo los signos de la sexuación. El hecho de que algún adulto come-
ta la indiscreción de hacer referencia explícita y directa a ello, o abra sin previo
aviso la puerta de su habitación, será vivenciado como una grave trasgresión a
su privacidad.

[55]
Es frecuente observar a los jóvenes púberes pasar largas horas ante el espejo
contemplando su propia imagen como si ésta les fuera desconocida y es que de
hecho en ese momento, contemplan a otra persona.

Hacia el final de la etapa se manifiestan ciertas conductas de relación (tipifica-


das según los patrones sociales), aunque con marcada ambivalencia: coquetería
en las niñas y exhibición de capacidades físicas en los niños.

A partir de ese conocimiento del propio cuerpo puede aparecer la masturbación


que, a partir del gesto inocente e infantil de antaño de autoexploración, hoy
descubre el autoerotismo.

3.2. Comportamiento de un sujeto sexualmente activo

Una vez estabilizado el proceso de maduración biológica y sobrepasada la in-


comodidad con el propio cuerpo, los adolescentes aprenderán que éste puede
ser fuente de placer y de orgullo, por lo que es probable que no lo oculten, sino
que lo exhiban. En esto contribuirá el que se les haya informado que la belleza
corporal es variada y no responde sólo a un estándar.

En el mejor de los casos la labilidad emocional de los años anteriores también


desaparece dando lugar a una estructuración de la personalidad. Al adquirir
confianza y práctica en el manejo de situaciones sociales, la autoestima se in-
crementa y se empiezan a reconocer las habilidades personales.

Ahora los adolescentes, imbuidos en un nuevo cuerpo y una identidad distinta


a la de la niñez, comienzan a transitar por el laberinto de la seducción, el ero-
tismo y la atracción. Hombres y mujeres se saben distintos y con las diferencias
surgen las primeras curiosidades: ¿si a mí me ocurre esto, qué le sucede al otro?
Ambos se sabrán observados y seducidos. Es la entrada a un universo donde lo
masculino y lo femenino se separan en un mundo compartido por hombres y
mujeres de carne y hueso.

Este encuentro los sitúa en la diversidad con la que sus pares asumen los roles
prescritos, así como en el cuestionamiento necesario de aquellos. En este proceso,
las mujeres jóvenes poseen mayor aceptación de un rol sexual femenino más
flexible; ellas pueden adoptar roles que en el pasado eran catalogados como
masculinos (búsqueda de éxito profesional, independencia económica, iniciativa
amorosa, entre otros) e integrarlos como parte de su feminidad. Los jóvenes,

[56]
[ Desarrollo psicosexual]

en cambio, tenderán a mantener una visión de masculinidad más tradicional


relegando, en general, a quienes se desvíen de ese modelo. La homofobia
masculina puede comenzar a mostrar sus efectos en esta etapa27.

Grupos de jóvenes separados por sexo comienzan a hablar, elucubrar y ensayar


conductas eróticas y de atracción. Aunque ya tienen interés en los individuos
del otro sexo, poco a poco desarrollarán la confianza para interactuar con ellos.
Es posible que muchas conversaciones en pequeños grupos se refieran a los
del otro género, de modo que no es que les falte interés, sino que el temor de
acercamiento es tan intenso que prefieren mantener una distancia razonable.
Surge la pregunta característica del período adolescente para el desarrollo psi-
cosexual: ¿Qué sucede si...? ¿Qué le pasa al otro cuando...? Uno de los temas es
cómo producir respuesta sexual y afectiva en el otro; cómo despertar su interés
y atracción. Lo que cada uno ha ido descubriendo a partir de las conductas
autoeróticas (cambios genitales, sensaciones características de una respuesta
sexual), se traslada a la curiosidad de saber si al otro le pasa lo mismo y cómo
uno interviene en este proceso.

El contacto con el grupo de iguales ayudará a superar en algo el temor y la an-


gustia ante las sensaciones eróticas características de este período, las cuales
comienzan a ser superadas por el reconocimiento de la capacidad de controlarlas.

El grupo de amigos empieza a ser mixto; se vencen las resistencias y se inician


los acercamientos. Con el aprendizaje de habilidades sociales como hablar con
otras personas, bailar y saber cómo comportarse en determinadas situaciones,
se adquiere confianza y seguridad personal para estos nuevos acercamientos.

Continúa la búsqueda de modelos que copiar, pero ya existe la capacidad para


discriminar cuáles rasgos o actitudes son válidas para ellos y cuáles son ino-
perantes. Estos modelos y estas reflexiones van cristalizando la propia escala
de valores que, aunque participa de algunos elementos proporcionados por la
familia, se ven matizados por sus relaciones con otras personas.

Durante esta etapa los adolescentes se encuentran en la tarea de consolidar


su identidad y su rol como hombres y mujeres, lo que implica ser capaces de
construir relaciones sociales, afectivas e íntimas, que les posibiliten probar sus
habilidades en el plano afectivo y erótico.

27. Ministerio de Salud- Chile/OPS, “Conversemos de salud sexual. Manual para el trabajo con
equipos de salud de establecimientos de atención primaria”, Santiago de Chile. 2002.
Corona, E. “Algunas aportaciones al desarrollo de la infancia. La educación de la sexualidad
humana. Individuo y sexualidad”. CONAPO, México, 1982.

[57]
3.3. Aprendizaje de la normativa erótico/afectiva

Si bien los niños ya han conocido el amor en el seno familiar, es en la adoles-


cencia cuando viven este sentimiento con personas ajenas a su círculo familiar
cerrado. El antecedente del amor romántico y después erótico es el que se sien-
te hacia uno o varios amigos. En la relación de amistad se aprende a apreciar las
cualidades y a tolerar los defectos del otro. Quien no ha aprendido a amar a un
amigo, difícilmente podrá amar a un compañero o cónyuge.

Por tanto, durante este período los adolescentes necesitarán respuesta a dife-
rentes interrogantes relacionadas con la sexualidad y los afectos, como cuán-
do es propicio iniciarse sexualmente, cómo se dan las relaciones sexuales, qué
maneras existen para evitar tener hijos cuando no se desean, o cuáles son las
formas de expresar amor, entre otros temas.

Durante la adolescencia, los deseos sexuales se manifiestan con intensidad y,


para descargar esa tensión erótica, es probable que acudan a la masturbación.
Es común que se escuchen diversos mitos en torno a esta conducta (que produ-
ce debilidad, infertilidad, etc.), sin embargo, no hay evidencia científica que apo-
ye estos temores. La masturbación es una conducta inofensiva desde el punto
de vista médico y psicológico, tanto para hombres como para mujeres.

Una de las tareas fundamentales de los adolescentes en términos de desarrollo


psicosexual es el aprendizaje de las prácticas sexuales y la incorporación de la
pauta copulativa. Los adolescentes están preocupados por todo aquello relacio-
nado a la respuesta sexual y, en especial, en aprender cómo producir respuesta
sexual en el otro. En esta etapa, los acercamientos eróticos comenzarán a infor-
mar sobre qué prácticas sexuales serán gratificantes y cuáles se incorporarán
a las pautas de satisfacción erótica futura. Sin embargo, la experiencia estará
condicionada por el sistema de valores sexuales personal, que se ha instalado a
partir de los procesos de socialización particulares.

Otra forma de aprendizaje durante esta etapa son los juegos grupales o de a
dos; como los juegos de los adolescentes varones donde miden sus penes o
competir por quién eyacula más lejos. Las mujeres pueden compararse des-
nudas, bailar apretado o darse besos en la boca. Esta conducta no se relaciona
con una orientación homosexual, sino con una conducta transitoria de carácter
exploratorio en un marco de conocimiento y confianza mutua.

[58]
[ Desarrollo psicosexual]

Por otra parte, es importante aclarar que durante esta etapa algunos adoles-
centes - hombres y mujeres- pueden también comenzar a sentir afecto y deseo
sexual por personas de su mismo sexo, lo cual puede ser el inicio de un proceso
complejo de aceptación futura denominado coming out, y la incorporación a
un grupo de referencia distinto: el homosexual. Hombres y mujeres jóvenes
pueden vivir esta etapa con mucha confusión, particularmente en una sociedad
que rechaza esta diversidad, por lo que podrán necesitar de mayor comprensión
y apoyo.

Producto de la idealización del amor, tan característica en este período, es muy


frecuente que los jóvenes se enamoren apasionadamente de personas que sa-
ben son imposibles de alcanzar, como un artista de cine, un cantante o, inclusi-
ve, adultos que están cerca de ellos, pero con los cuales no existe la más remota
posibilidad de reciprocidad, como es el caso de un maestro o el padre o madre
de algún amigo. Este tipo de amor se explica porque existe la necesidad de
establecer un vínculo amoroso con una persona real, que ya tiene rostro, pero
simultáneamente está el temor de ser rechazado o de no poseer los atributos
que lo hagan atractivo ante el ser amado. Así, esta relación platónica florece
exclusivamente en el mundo de la fantasía.

La fantasía es un elemento de suma importancia en la vida de todo ser humano,


pero particularmente útil en la adolescencia. En la fantasía se pueden crear y
recrear un sinnúmero de situaciones o encuentros románticos que pueden ser
ensayados una y otra vez a gusto del ensoñador, sin que ocurra ninguna de las
consecuencias que hubieran podido resultar de la situación real. La mente es
un enorme pizarrón donde se pintan escenas que, si no gustan, son borradas
sin dejar huella. La figura deseada es colocada en situaciones diversas de la
vida cotidiana, pero también de cortejo y culminación sexual sin mayores
consecuencias.

Lo que cada uno ha ido descubriendo a partir de las conductas autoeróticas, es


puesto al servicio de la fantasía donde también aparece la curiosidad de saber
si al otro le pasa lo mismo y cómo uno interviene en este proceso.

Comienza así una activa búsqueda de material gráfico y lectura erótica que
otorguen insumos para responder a estas preguntas. Luego, el deseo y la fanta-
sía sexual se intensifican haciendo posible que los jóvenes ensayen imaginaria-
mente sus primeras aproximaciones a la vivencia sexual.

[59]
En este juego se revela el tipo de estímulo que provoca la reacción erótica. En
general, en las jóvenes ésta se desarrolla en forma más paulatina, puesto que la
respuesta sexual en las mujeres se inicia más frecuentemente por estimulación
táctil. La mujer suele descubrir más pausadamente su reacción y conducta eró-
tica, basándose en la experiencia con sus parejas.

Al varón, en cambio, suele presentársele de sorpresa y sin poder ejercer control


sobre esto. El joven descubrirá en sus propios sueños sexuales y su inquietante
imaginería sexual su reacción y conducta erótica. Habitualmente, el estímulo
visual es un potente estímulo en el varón y el sujeto observado, en estas ocasio-
nes tiene poca importancia (una joven, la tía, la profesora, la vecina, la modelo
de revista).

Una vez ensayados imaginariamente encuentros eróticos y con la cercanía y
protección que otorga el grupo de referencia es posible arriesgarse a relaciones
de intimidad. Así, la elección de pareja se hará generalmente dentro del grupo
de amigos que asisten a la misma escuela o centro de trabajo, o bien habitan
en el mismo barrio. Al principio el grupo sirve de aliado en los primeros acerca-
mientos, pero luego la pareja buscará oportunidades para estar solos. En este
momento ambos jóvenes empiezan a explorar ya no sólo sus mentes y senti-
mientos, sino también sus cuerpos. En esta etapa las expresiones de deseo y
afecto pueden variar desde juegos y caricias sexuales hasta el coito.

Llegado el fin de este período vital, el cual no será siempre gratificante y fácil,
hombres y mujeres transitan hacia la adultez, donde se enfrentarán a la difícil
tarea de construcción de pareja y/o creación de vínculos afectivo-eróticos con
un otro con el cual vivir y experimentar su sexualidad.

[60]
[ Desarrollo psicosexual]

Principales tareas del desarrollo psicosexual

Primera infancia:
Conformación de la identidad sexual. Ante la pregunta ¿quién soy? se consolida la categoría sexual a la que
se pertenece: hombre o mujer.

Segunda infancia:
Aprendizaje del rol sexual o del cómo actúa la identidad, sexual. Las preguntas son: ¿cómo me debo comportar
según mi sexo?, ¿qué implica ser hombre?, ¿qué hacen las mujeres? A su vez, comienza el establecimiento
de una normativa afectiva, es decir, los patrones, pautas o reglas que regularán la expresión de ciertos
comportamientos afectivos y sexuales dentro de los cánones que la cultura y las situaciones sociales van
delineando.

Pubertad:
Se establece el reconocimiento del propio cuerpo como fuente de sensaciones. Aparecen preguntas como:
¿por qué siento esto?, si yo lo siento ¿también lo siente él o ella? La normativa afectiva se enriquece, en
cuanto comienza a incorporar las pautas que regulan los comportamientos sexuales, en una sociedad en
particular, respecto de situaciones sexuales ligadas al placer, excitación y orgasmo.

Adolescencia:
Se produce el proceso de aprendizaje sexual general, respecto de las prácticas sexuales, formas de seducción
y cortejo consolidándose, al mismo tiempo, una normatividad afectiva anterior. En esta etapa el adolescente
se preguntará ¿es normal hacer esto?, ¿es correcto sentir de esta forma?, ¿qué ocurre cuando hago esto?, entre
otras interrogantes.

[61]
4. Vivencia sexual en la edad adulta

Llamaremos edad adulta temprana o adultez joven al período comprendido en-


tre el término de la adolescencia y los cuarenta años de edad, aproximadamen-
te. Esta es una etapa donde ya se ha asentado la personalidad, se bosquejan las
bases del futuro desde la independencia y se delinean metas específicas.

Hombres y mujeres han consolidado su identidad de género, afinando detalles


respecto de las formas que adoptará la expresión de su masculinidad o femini-
dad, basándose en sus estilos y características personales.

Por lo general, quienes atraviesan esta etapa han tenido experiencias eróticas
o, al menos, autoeróticas. Han aumentando su capacidad de intimar y de viven-
ciar con menos culpas y prejuicios su sexualidad; existe mayor conocimiento
del propio cuerpo y cómo éste siente. La conversación en torno a la sexualidad
puede resultar más fluida, facilitando la negociación y el establecimiento de
acuerdos respecto de las preferencias en materia sexual, con la posibilidad de
transformar el encuentro erótico en una instancia de desarrollo personal.

No obstante, no en todos los casos esta experiencia es vivida idealmente, pu-


diendo debutar alguna disfunción sexual, es decir, dificultades relacionadas con
el deseo sexual, con la capacidad para excitarse, para tener orgasmos, dolor en
las relaciones sexuales o angustia extrema que distancia del encuentro sexual.
En esta etapa de la vida, es frecuente que dichas disfunciones se vinculen con
aspectos psicológicos más que anatómicos o fisiológicos, los que tenderían a
presentarse en edades más avanzadas.

La edad adulta temprana representa el momento en el que la mayoría de las


personas viven el nacimiento del primer hijo. El hecho de que la pareja pase de
tener una relación íntima a incluir a otra persona, desvalida y dependiente de
ellos, cambia sus vidas. Algunas parejas viven este evento como un ajuste de-
seable y se sienten mejor integradas y complementadas. En general, las parejas
incrementan el nivel de satisfacción matrimonial o de pareja con el nacimiento
del primer bebé. Para otras, los hijos representan una crisis que trastorna la
relación. La respuesta dependerá mucho de los acuerdos explícitos que hayan
realizado al respecto, de la edad, la situación económica, el grado de planeación
de la reproductividad, entre otros.

[62]
[ Desarrollo psicosexual]

Ambos miembros de la relación necesitan delimitar los espacios que dedicarán


a la atención de los hijos y a continuar el proceso para consolidar la pareja, pues
tienen el riesgo de volcarse hacia los hijos y hacer de éstos el sentido único de
su vida. La relación erótica e íntima puede declinar o hasta desaparecer. En este
sentido, es primordial recordar a las parejas o padres y madres sus espacios
íntimos, desde cerrar la puerta de su habitación, hasta planear actividades que
puedan disfrutar para sí mismos, de modo que la relación continúe y esté for-
talecida cuando los hijos crezcan y se vayan.

Hay personas que toman la decisión de no tener hijos. Inclinan su vida a activi-
dades productivas y de distintos niveles de crecimiento y pueden desarrollar sus
capacidades creativas cuidando, educando, dirigiendo a otros y dando a los demás
al crear y realizar actividades de trascendencia personal, al ofrecer su ternura y
cuidados y su energía a la construcción de otra variedad de proyectos de vida.

Finalmente, también está la vivencia de hombres y mujeres homosexuales con


pareja estable, que podrían desear vivir la experiencia de la mater/paternidad,
realidad que hasta ahora es compleja de aceptar para nuestra sociedad.

Nuevamente, cada persona es diferente. Y la vida adulta podrá significar desde


la etapa de mayor triunfo y construcción, hasta el seguimiento de conflictos
sin resolver. Factores como el alcoholismo, la depresión y otras enfermedades
mentales, así como el resultado de los hábitos de vida, se irán manifestando
hacia el final de la adultez.

[63]
5. La vida sexual en la mitad de la vida

Se estima que entre los 40 y los 65 años los individuos cursan la mitad de sus
vidas, etapa que suele reconocerse como una de las mejores de la existencia, en
cuanto se habría alcanzado mayor estabilidad (económica, afectiva, social, etc.).
Aparece como el momento de recopilación de la experiencia alcanzada, que
generalmente implica evaluar y reformular el proyecto de vida.

A estas alturas, el cuerpo manifiesta cambios, desde lo estético (arrugas), a


lo energético (menor vigor) y hormonal, que pueden incidir en la autoimagen,
cotidianeidad y la vida sexual de los individuos. En las mujeres se inicia el clima-
terio y en los hombres disminuye la producción de testosterona.

En nuestra cultura se subestima la importante, activa e intensa vivencia de la


sexualidad especialmente después de los cincuenta años. No obstante, es qui-
zás una de las etapas de mayor calidad y profundidad al respecto.
Las personas adultas de mediana edad suelen tener gran claridad respecto al
significado su ser mujer u hombre. Sin embargo, muchos fenómenos que co-
rresponden a esta etapa pueden conducir a replantear la manera en que se ha
vivido hasta ese momento. En esta etapa la autoimagen sufre un reajuste aso-
ciado a los cambios en la imagen corporal. Muchos adultos pueden tener una
autoimagen positiva. Si sus condiciones materiales y emocionales lo permiten,
podrán apreciar más su posición en la sociedad y tener un nuevo sentido del
poder y la competencia al reconocerse como un grupo de edad poderoso.

Aunada a esta dimensión de la autopercepción se encuentra el nuevo cuerpo,


con arrugas, piel menos lisa y firme que en otras etapas, aparece en el espejo
una figura menos fuerte, que se cansa y tiene que ser considerada al elegir la
frecuencia e intensidad de las actividades de esfuerzo físico. Hombres y mujeres
de ciertas clases sociales suelen aumentar los cuidados de su cuerpo e imagen
aunque con un sentido y objetivos distintos a aquellos de la juventud. La capaci-
dad intelectual sigue desarrollándose y pueden aprenderse con facilidad nuevas
ideas y destrezas, si así se desea. Cuando no se ha logrado valorar lo construido,
buscarán cada vez con mayor insistencia no perder su juventud.

La vida erótica en esta etapa puede ser rutinaria y ausente, para el caso de
las parejas que dejaron a un lado su relación por dedicarse exclusivamente al
cuidado de los hijos. Por otro lado, esta etapa puede convertirse en una de las

[64]
[ Desarrollo psicosexual]

mejores de la vivencia sexual si se es capaz de dejar a un lado la productividad


sexual o la necesidad de ser él o la mejor amante. Así, la vida sexual puede tor-
narse más flexible, íntima y compartida.

Existen muchas falacias referentes al erotismo en esta etapa de la vida. Algunas


de ellas asocian la menopausia al cese de la vida erótica. En realidad, puede ser
todo lo contrario, además de la experiencia y el conocimiento del propio cuerpo
y del encuentro con otra persona, ahora la mujer puede tener una vida erótica
sin preocupaciones sobre el embarazo y sin períodos menstruales. No obstante,
quizá estos errores sean también promovidos por la frecuencia con que, por
efecto de la ausencia de estrógenos, la mujer puede presentar depresión, dismi-
nución del deseo sexual y dolor en las relaciones sexuales. Todos estos efectos
pueden ser eliminados con un adecuado tratamiento. La mujer y el hombre de
edad media pueden expresar sus deseos sexuales y experimentarlos tan libre y
responsablemente como en otras edades.

En el caso de los hombres, también suele haber ideas erróneas a este respecto.
Es frecuente escuchar a hombres que se preocupan porque ya no tienen una
segunda erección después de haber tenido relaciones sexuales, como solía ocu-
rrirles previamente. Incluso, que ahora tardan un poco más de tiempo en obte-
ner una erección inicial o necesitan mayor estimulación para mantenerla. Esto
es resultado normal de los cambios propios de la edad. Lo cual no significa que
la satisfacción y el placer obtenidos tengan que decrecer. A algunos hombres les
disminuye la producción de testosterona y esto puede influir su deseo sexual;
luego de comprobarlo por medio de estudios de laboratorio, la atención de un
endocrinólogo puede regular esta situación.

Mientras más se acercan las personas a los 65 años, mayor es la probabilidad de


presentar enfermedades como hipertensión arterial o diabetes que, entre otras,
alteran notablemente la función sexual en el varón. Por ello, cuando existen dis-
funciones en la mitad de la vida, es recomendable hacer una valoración integral
a los consultantes. Es errónea la creencia que aún existe en algunos sectores de
la población: “si se tienen problemas eróticos a esta edad, es necesario resignar-
se”. La vida erótica continuará también en la vejez con ciertas modificaciones
que permitan mantener el significado gratificante de la experiencia sexual.

[65]
6. La tercera edad

Es un período normal del desarrollo y como tal presenta satisfacciones y con-


flictos. Quizá los mayores problemas son las desventajas económicas y políticas
que consideran su participación en forma limitada. A diferencia de otras cultu-
ras, en las que los ancianos son considerados sabios e incluidos en importantes
actividades, en nuestra cultura es una población frecuentemente discriminada
y devaluada. Tales actitudes se observan tanto en menores como en adultos
como un ciclo difícil de romper. Seguramente este factor contribuye a que las
personas de la tercera edad limiten también su sexualidad. Sin embargo, ésta se
manifiesta desde la vida prenatal hasta la muerte. En este sentido, la sexualidad
de los y las personas ancianas debe ser respetada y valorada como en cada
etapa de la vida.

En ésta, las personas mayores se enfrentan a una nueva autoimagen, con sus
limitantes y satisfacciones, que implica, la mayoría de las veces, un cuerpo po-
siblemente enfermo y con menor habilidad que en épocas previas.

El envejecimiento produce algunos cambios en la sexualidad, como mayor lenti-


tud y menor intensidad en la respuesta sexual. Estas modificaciones no impiden
que la vida erótica continúe, aunque la actitud de la persona añosa contribuye
notoriamente a una posición activa o no ante la posibilidad de mantener su vida
sexual.

Aún así, las actividades sexuales disminuyen en frecuencia y cantidad al paso


de los años. Se ha encontrado que alrededor del 30% de las personas de tercera
edad conservan una actividad sexual regular y, en la mayoría, persiste el interés
sexual. Una dificultad frecuente para ellos es la ausencia de pareja sexual. Cuan-
do existe, no es el patrón joven y adulto de relaciones sexuales el que se preten-
de, sino que cobra importancia la cercanía e intimidad corporal en el encuentro
con la otra persona. Para el hombre, disminuyen las respuestas como la erección
del pezón; hay un menor enrojecimiento facial y menor contracción muscular;
los testículos se elevan menos que en edades anteriores, la erección requiere de
más tiempo y estimulación para lograrse y es probable que fluctúe antes de la
eyaculación. En general, la erección puede durar en promedio siete minutos y el
máximo momento de erección se presenta justo antes de la eyaculación. A su
vez, ésta emerge con menor fuerza, seguida de una rápida flacidez del pene.

[66]
[ Desarrollo psicosexual]

Para la mujer, la hinchazón de senos, pezones y enrojecimiento de algunas par-


tes del cuerpo va disminuyendo. Por efecto de los cambios hormonales, las pa-
redes de la vagina se adelgazan por lo que algunas posiciones ocasionan irrita-
ción. La vulva y la vagina tienen cada vez menor elasticidad. Disminuye también
el número e intensidad de las contracciones vaginales al momento del orgasmo.

Aun cuando avance la edad de la persona, no hay razón para eliminar por com-
pleto la vida erótica como una dimensión deseable y asequible. Además, quie-
nes llegan a la tercera edad podrán haber aprendido, en el transcurso de la vida,
nuevas prácticas eróticas que pueden incorporar como alternativas al encuen-
tro coital, el cual puede verse dificultado. Las caricias genitales, así como la
actividad de frotamiento corporal pueden ser tan altamente satisfactorias que,
de hecho, son recomendables en las dos etapas anteriores.

Es necesario comprender la vida erótica de forma más amplia e integral que la


penetración de una vagina. El crecimiento erótico, en las distintas etapas vita-
les, tiene que ver con situar la práctica sexual como una experiencia de placer
corporal compartida en espacios de intimidad donde los cinco sentidos y la
fantasía participan activamente como motor erótico.    

En resumen
El desarrollo psicosexual es aquel proceso mediante el cual se desarrolla
la identidad de género, el rol genérico y se define la orientación sexual. In-
volucra también el aprendizaje de prácticas sexuales, de reproducción y la
forma en que se norma el afecto y el erotismo en cada sociedad o grupo
cultural. En este proceso participan determinantes biológicos y sociales en
momentos específicos del desarrollo, conocidos como período crítico. En
ellos, hombres y mujeres necesitarán responder a una serie de necesidades
en búsqueda de un status sexual.

[67]
Ideas fuerza

• El desarrollo psicosexual implica aprender un conjunto de comportamien-


tos del ser hombre y ser mujer en una sociedad determinada que permite a
niños y niñas convertirse en adultos sexuales maduros.
• Adquirir una identidad es el primer gran aprendizaje. Ella se construirá a
partir de cómo nos ven los otros y cómo nos vemos a nosotros mismos.
• La sociedad y la familia son los encargados de enseñar una forma de actuar,
un rol de género.
• Niños y niñas necesitan información sobre algunos aspectos de su sexualidad
que les permitan vivenciar este proceso de forma positiva y responsable.
• El adolescente necesitará conocer más acerca del comportamiento sexual y
de conquista, buscando información o experimentando a través de juegos
de autoexploración y exploración sexual con otros.
• Los jóvenes aprenderán a construir relaciones y vínculos más estrechos
y estables desarrollando también distintas habilidades para expresar sus
afectos.
• Habrán adquirido conocimiento sobre medidas de protección, autocuidado
y cuidado con los otros, que les permitan desarrollar relaciones respetuo-
sas, equitativas y responsables.
• Durante la adultez, hombres y mujeres enfrentarán la difícil tarea de cons-
trucción de pareja y/o creación de vínculos afectivo-eróticos con un otro
con el cual vivir y experimentar su sexualidad.

Para reflexionar:
a) Cuando era niño/a, ¿cuáles eran las principales inquietudes que tenía en el
plano sexual?
b) Durante la pubertad, ¿usted tuvo información sobre los cambios que irían
ocurriendo en su cuerpo?; si su respuesta es afirmativa, ¿de quién/es la ob-
tuvo?
c) ¿Cuáles eran sus principales inquietudes sexuales durante la adolescencia?

[68]
[ Salud sexual y autocuidado ]

[Capítulo 5]
Salud sexual y autocuidado

La salud sexual ha sido definida por la OMS/OPS28 como la “experiencia del pro-
ceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural
relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones
libres y responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar
armonioso personal y social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y
social. No se trata simplemente de la ausencia de disfunción o enfermedad o de
ambos. Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales
de las personas se reconozcan y se garanticen”29.

Para llegar a esta definición de salud sexual, ha sido necesario recorrer una larga
historia. El origen de los debates se explicaría por la existencia de conceptuali-
zaciones donde la salud es definida sólo desde un punto de vista biológico y no
como una disciplina que aborde los comportamientos y los estilos de vida de
las personas. Esa visión biologicista no admitía definiciones relacionadas con un
marco de referencia valórico y proponían que se entendiera la salud en términos
de indicadores cuantitativos y condiciones claramente definidas30.

Algunos autores consideran que no es conveniente que quienes trabajan en tor-


no a la sexualidad expresen sus propios valores, pues es un asunto personal, y
nadie debe imponerlos a otros. Si bien ello es cierto, resulta imposible no opinar
cuando se educa o ayuda a otros en sus problemas relacionados con sexualidad.

28. OMS: Organización Mundial de la Salud; OPS: Organización Panamericana de la Salud.


29. En Promoción de la Salud Sexual: Recomendaciones para la acción. OPS/OMS, Guatemala,
2000.
30. Saracci, R. en Promoción de la Salud Sexual: Recomendaciones para la acción. OPS/OMS,
Guatemala, 2000.

[69]
Los sistemas de valores, es decir, el conjunto de cosas que cada uno piensa que
deben ser -y que consideramos, son buenas- acompañadas de aquéllas que no
deben ser –y que para cada uno son malas-, están siempre presentes.
Expertos en estas materias concluyen que la actividad científica y, por consi-
guiente, la atención y la promoción de la salud basada en la ciencia, no pueden
llevarse a cabo desde una perspectiva totalmente desligada de los valores; en
consecuencia, las propuestas, definiciones y conceptos basados en valores re-
sultan inevitables.

Por lo anteriormente expuesto, es necesario analizar algunas condiciones, que


se podría denominar valóricas, que posibilitan una sexualidad gratificante,
positiva y saludable:

• Bienestar sexual en el contexto del bienestar integral. Los seres huma-


nos tienen derecho de buscar el bienestar y éste no puede conseguirse
si la sexualidad está aproblemada. El bienestar sexual expresado como
salud sexual es deseable para poder contar con el bienestar general. Un
problema aparece cuando alguno de los aspectos de la sexualidad no se
expresa como se espera o cuando no se le permite expresarse. Es conve-
niente recordar que ningún acto de voluntad humana puede poner o qui-
tar las cosas básicas con las que nace cada persona, y cada individuo nace
con una sexualidad potencial. Lo que sí puede ocurrir es que otros seres
humanos actúen, de manera que dificulten la expresión de la sexualidad,
es decir, que se la reprima.

• La libertad de expresión sexual no debe ser confundida con la satisfac-


ción inmediata de todos los deseos. Ella es la capacidad resultante de po-
der buscar la satisfacción de esos deseos, contando con un espacio pro-
pio, al tiempo que se reconocen las limitaciones que el mundo presenta,
en especial aquellas que existen cuando se percibe que no estamos solos
en el mundo, es decir, que vivimos rodeados de otros seres humanos.

• Congruencia. Para que la vivencia sexual sea congruente se necesita que


la expresión de la sexualidad sea compatible con otras formas de expre-
sión sexual, con otras formas de expresión humana, así como con el pro-
pio sistema de valores sexuales. No hay congruencia, por ejemplo, cuando
un sujeto realiza una práctica sexual incompatible con su propio sistema
de valores, lo que genera insatisfacción y hace desagradable la experiencia
vivida. Dicho de otra forma, cuando todos los componentes de la sexuali-
dad funcionan en la misma dirección, la congruencia está presente.

[70]
[ Salud sexual y autocuidado ]

• Integridad. En sexualidad se manifiesta cuando todos los dominios de


la sexualidad se hacen presentes de manera equilibrada en las vivencias
de la persona. Por ejemplo, es posible que el erotismo se desarrolle muy
plenamente haciendo a un sujeto (o a un grupo humano) muy diestro en
las artes eróticas. Pero de poco sirve para el bienestar individual y social el
ejercicio del erotismo desbordado que ignora las implicaciones sociales o
las consecuencias de esas posibles acciones. La sexualidad debe integrarse
a la complejidad del ser humano total: una sexualidad no integrada en el
individuo ocasiona generalmente malestares y/o problemas.

• Responsabilidad. No es posible que una vida plena y una comunidad


sexualmente sana se formen con personas que no saben o no pueden
hacer frente a las consecuencias de sus actos y omisiones en la expre-
sión de sus potencialidades sexuales. La responsabilidad es aquí el valor
social por excelencia, que hace que la vivencia de la sexualidad sana esté
siempre en función de las consecuencias previstas o posibles de la expre-
sión en conductas de nuestra sexualidad. Pero ser responsables no sólo
se traduce en un compromiso con los otros sino también, e igualmente
importante, en un compromiso con uno mismo en términos de autocui-
dado y gestión del riesgo.

La sexualidad, por lo tanto, debe ser desarrollada en forma plena, libre, con-
gruente, responsable y armónica con el resto de las cualidades humanas. Éste
es, desde luego, un modelo ideal de desarrollo; en un sentido estricto, es muy
difícil que los individuos viva así su sexualidad. Sin embargo, constituye el desa-
fío para todos y cada en una sociedad que camina hacia una valoración positiva
de la sexualidad como aspecto esencial de nuestra naturaleza.

[71]
1. Factores protectores y de riesgo para la salud sexual

Como se ha señalado, mujeres y hombres tienen derecho a una vivencia sexual


grata, placentera y libre de riesgos, así como a información y medios que les
permitan tal vivencia. En este sentido, cobra relevancia reconocer cuáles son las
condiciones individuales y sociales que operan manteniendo la salud y bienes-
tar (factores protectores) y cuáles condiciones pueden afectar y es necesario
controlar y evitar (factores de riesgo).

El reconocimiento de factores protectores y de riesgo31 para la salud sexual


implica entonces mirar integralmente a las personas, en su esfera individual,
relacional-interaccional, así como en su entorno cultural.

1.1. Esfera individual

En ella se consideran aquellos factores de orden genético, patologías o ante-


cedentes mórbidos de origen orgánico, como también las condicionantes indi-
viduales relacionadas con habilidades, destrezas, actitudes o capacidades que
pudiesen constituirse en factores de riesgo o protectores para la salud sexual.

Entre los factores de riesgo asociados a la salud sexual en el ámbito individual


es posible identificar:

• Factores de orden genético.


• Presencia de enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes.
• Patologías asociados al tracto reproductivo.
• Infecciones de transmisión sexual (ITS).
• Infección urinaria.
• Trastornos hormonales.
• Fimosis.
• Alteraciones neuroendocrinas.
• Prácticas sexuales de riesgo para la transmisión del VIH/SIDA y/o ITS.
• Uso problemático de drogas y/o alcohol.
• Niveles bajos de autoestima.

31. Los factores de riesgo y protectores enunciados a continuación no constituyen un listado


exhaustivo de ellos, sino una recopilación de aquellos más frecuentemente mencionados en
distintos estudios.

[72]
[ Salud sexual y autocuidado ]

• Falta de autonomía en la acción y toma de decisiones.


• Incapacidad de autocontrol, impulsividad y baja tolerancia a la frustración.
• Actitud evasiva ante los problemas/conflictos.
• Dificultad para reconocer y expresar sentimientos.
• Patología psiquiátrica.
• Incapacidad para negociar.

Se reconocen como factores protectores de la salud sexual en el ámbito indivi-


dual, los siguientes:

• Indemnidad del sistema neuroendocrino.


• Prácticas sexuales protectoras, abstinencia o utilización de medidas de pro-
tección contra las ITS, VIH/SIDA y embarazo no deseado.
• Concepto positivo de sí mismo.
• Autonomía acorde a la edad.
• Responsabilidad, en términos de conocimiento y manejo de las consecuen-
cias de las propias conductas.
• Interiorización de límites y normas.
• Habilidades para la resolución de problemas.
• Autocontrol emocional y conductual.
• Habilidades sociales: asertividad, petición de ayuda, habilidad para decir no,
habilidades de negociación sexual.
• Capacidad para reconocer y expresar sentimientos.
• Tolerancia a la frustración.
• Presencia de metas personales y proyecto de vida.

1.2. Esfera relacional-interaccional

En ella es posible identificar las características que adoptan las relaciones con
otros, tanto en términos de formas de vinculación como tipos y calidad de las
relaciones que un sujeto establece con su entorno afectivo cercano y su en-
torno relacional inmediato (grupos sociales de pertenencia, ámbito laboral o
educacional).

[73]
1.2.1. Familia
Entre los factores de riesgo para la salud sexual en el ámbito familiar es posible
identificar:

• Falta de cohesión del grupo familiar y aislamiento emocional de sus


miembros.
• Ausencia de modelos genéricos y afectivos.
• Ausencia de límites y normas claras respecto del cuidado del propio cuerpo,
el pudor, la intimidad.
• Exceso de protección; disciplina severa, restricción de espacios sociales.
• Falta de reconocimiento y aceptación del hijo o la hija.
• Ausencia de participación y disfrute en el uso del tiempo libre.
• Situación de estrés de la familia por problemas económicos, de pareja, etc.
• Presencia de violencia intrafamiliar.
• Alcoholismo y/o drogadicción de alguno de los miembros de la familia.

Se reconocen como factores protectores de la salud sexual en el ámbito fami-


liar, los siguientes:

• Límites y normas claras.


• Reconocimiento y aceptación del hijo.
• Experiencias de refuerzos positivos ante el esfuerzo y valoración del rendi-
miento y motivación de la eficacia; apoyo para superar los fracasos.
• Ambiente familiar afectivo.
• Cohesión del grupo familiar.
• Rechazo a las conductas de riesgo y refuerzo de conductas protectoras.
• Modelos de conducta positiva en los padres (o cuidadores).
• Supervisión y procedimientos de control adecuados sobre sus conductas.
• Seguimiento y apoyo en el rendimiento y asistencia escolar.
• Participación y disfrute en el tiempo libre familiar.
• Adecuado estilo de resolución de conflictos (no violento), ambiente de
humor y calidez.

[74]
[ Salud sexual y autocuidado ]

1.2.2. Relaciones con el grupo de iguales

Entre los factores de riesgo para la salud sexual asociados al grupo de pertenen-
cia es posible identificar:

• Excesiva dependencia del grupo.


• Inclusión en grupos proclives a la trasgresión y con actitudes tendientes al
riesgo.
• Oportunidades para incurrir en conductas problemáticas.
• Exposición y valoración de modelos que manifiestan conductas de riesgo.
• Dificultad para establecer relaciones interpersonales.
• Escaso desarrollo de habilidades sociales.
• Pautas culturales de diversión asociadas a descontrol.
• Escasez de alternativas de uso del tiempo libre.

Se reconocen como factores protectores de la salud sexual asociados al grupo


de iguales, los siguientes:

• Capacidad crítica y desarrollo del criterio propio frente a la presión de los


pares.
• Toma de decisiones personales acordes al proyecto vital.
• Habilidades para el desarrollo de relaciones de respeto, tolerancia y
solidaridad.
• Inclusión en grupos con ausencia de conductas desadaptativas.
• Participación en grupos y sentido de pertenencia.
• Red amplia de amigos, que otorguen contención emocional.
• Competencia social para establecer relaciones interpersonales.
• Acceso a actividades y recursos positivos para el ocio y otras actividades
informales.

[75]
1.2.3. Relaciones asociadas ámbito educacional y/o laboral

Entre los factores de riesgo para la salud sexual asociados al ámbito educacional
y/o laboral es posible identificar:

• Dificultades de adaptación.
• Sensación de inutilidad y desmotivación.
• Ambientes autoritarios o jerárquicos.
• Ausentismo y pasividad.
• Ausencia de modelos de referencia en los profesores/tutores/superiores.
• Experiencia de poca competencia: fracaso escolar y abandono temprano de
los estudios.
• Falta de preparación y de oportunidades; intereses y niveles de aspiración
bajos.
• Ausencia de programas de educación, consejería y atención en salud sexual
y reproductiva.

Se reconocen como factores protectores de la salud sexual asociados al ámbito


educacional y/o laboral, los siguientes:

• Integración escolar y/o laboral.


• Adecuado rendimiento y autoconcepto positivo.
• Integración grupal, sentido de pertenencia.
• Interiorización de normas y adaptación grupal.
• Relaciones cercanas con los profesores, buena comunicación.
• Experiencias de reforzamiento positivo ante el esfuerzo y valoración del
rendimiento y motivación de la eficacia: apoyo a superar los fracasos.
• Valoración institucional/organizacional de la salud sexual y reproductiva.
• Presencia de programas de educación, consejería y atención en salud sexual
y reproductiva.

[76]
[ Salud sexual y autocuidado ]

1. 3. Esfera social y cultural


Las características presentes en el entorno físico, social y cultural, en términos
de condiciones de vida, oportunidades de desarrollo, estilos de vida, así como
valoración y significados culturales asociados a la sexualidad (valores culturales,
creencias y mitos populares), pueden constituirse en riesgos o factores protec-
tores para la salud sexual.

Entre los factores de riesgo para la salud sexual asociados al ámbito social y
cultural es posible identificar:

• Situación socioeconómica precaria.


• Hacinamiento.
• Aislamiento geográfico.
• Problemas de integración e inclusión social.
• Desestructuración social.
• Ausencia de apoyo social: escasos recursos comunitarios.
• Degradación de la zona (barrios conflictivos del entramado urbano).
• Accesibilidad a sustancias ilícitas y tráfico de drogas.
• Ausencia de espacios recreativos.
• Desigualdad en la relación entre los géneros.
• Dificultades de acceso a servicios de salud.
• Discriminación social.
• Presencia de mitos y creencias erróneas en torno a la sexualidad.

Se reconocen como factores protectores de la salud sexual asociados al ámbito


social y cultural, los siguientes:

• Organización social adecuada.


• Cohesión social en el barrio.
• Relaciones positivas de vecindad.
• Apoyo social y protección a niños y adolescentes.
• Recursos comunitarios suficientes, conocimiento y accesibilidad a los
mismos.
• Accesibilidad a servicios de salud.
• Integración e inclusión social.
• Oportunidades educativas y laborales.
• Tolerancia a la diversidad.

[77]
2. Prácticas sexuales

De acuerdo a las definiciones publicadas por la OPS y la OMS en el año 2000,


la actividad sexual es una expresión conductual de la sexualidad, donde el com-
ponente erótico es el más evidente. La actividad sexual se caracteriza por los
comportamientos que buscan el erotismo y es sinónimo de comportamiento
sexual. Derivado de éste concepto se vincula el de prácticas sexuales, las que
corresponden a patrones de actividad sexual presentados por individuos o co-
munidades con suficiente consistencia como para ser predecibles.

Existen diversos tipos y una amplia gama de prácticas sexuales, las que van
desde las caricias hasta la penetración. Por lo general se cree que sólo se prac-
tica sexo al momento del coito. Sin embargo, todas las aproximaciones eróticas
hacia otra persona -e incluso hacia sí mismo- podrían constituirse en prácticas
sexuales. Así, a modo de ejemplo, se puede reconocer la existencia de algunas
formas que pueden adoptar las prácticas sexuales, como besos y caricias, la
estimulación de los órganos sexuales (sexo oral, masturbación hacia sí mismo
u hacia otro), la penetración (anal o vaginal), etc. La diversidad de prácticas
sexuales en el ejercicio de la actividad sexual de las personas habla acerca de la
amplitud o restricción de su repertorio sexual. Es decir, mientras más variadas
sean las prácticas sexuales ejecutadas, más amplio será su repertorio y, por el
contrario, mientras más reducido el número de prácticas sexuales que se reali-
cen, se entenderá el repertorio sexual como restringido.

A través del Estudio Nacional de Comportamiento Sexual (COSECON), desarro-


llado en Chile el año 2000, que tenía como finalidad explorar los patrones de
comportamiento sexual de la sociedad chilena, en vías a determinar la mayor o
menor probabilidad de exposición al VIH/SIDA, se logró acceder a información
relevante que permite una mirada general acerca de la transformación del com-
portamiento sexual de los chilenos. Entre éstas destaca:

• Iniciación sexual. La edad de iniciación sexual de los jóvenes ha dismi-


nuido en contraste con hallazgos de estudios anteriores. Se observa que
en el conjunto de iniciados de entre 18 y 24 años, el promedio de edad de
esta primera experiencia sexual se ubica en los 17,5 años en el caso de las
mujeres y en los 16.6 en el grupo de varones; incluso, cerca del 7% de las
jóvenes iniciadas y del 16% de varones, declara haber tenido su primera
relación sexual antes de los 15 años. La edad de ini­ciación femenina es aún
menor en las jóvenes de nivel so­cioeconómico bajo y, de manera notoria, al

[78]
[ Salud sexual y autocuidado ]

interior del conjunto de mujeres que han alcanzado como máximo nivel de
escolaridad, la enseñanza básica. También es posible identificar que las jóve-
nes cuya principal actividad son las labores del hogar, han tenido, en general,
una iniciación sexual más temprana. Por otra parte, son las estudiantes de
este tramo de edad quienes reportan una iniciación sexual más tardía, lo
que sugiere una asociación entre la edad de la primera relación sexual y el
proyecto de vida en la población femenina.

A través de las generaciones persisten las diferencias entre ambos sexos en


torno a las motivaciones declaradas para iniciarse sexualmente. Las mujeres
jóvenes declaran como razón principal al amor, mientras que más de un 50%
de los hombres de la misma generación reportan haberse iniciado por deseo o
atracción. Esta discrepancia no se modifica de manera importante en el tiem-
po, permaneciendo vigente en este aspecto la diferencia de género.

Casi las tres cuartas partes de la población más joven se ha iniciado sin nin-
gún tipo de protección. El 76% de las mujeres y el 71,3% de los varones de 18
a 29 años, declara que NO utilizó ninguna protección en su iniciación sexual.

• Repertorio sexual En términos de repertorios sexuales de los entrevistados,


en general se muestra una transformación en la sexualidad. La encuesta con-
sideró como prácticas sexuales el sexo vaginal, el sexo anal y sexo oral (que
incluye fellatio y cunnilingus, según corresponda).

Los investigadores observaron que el repertorio sexual amplio 1 (sexo vaginal


y oral combinados sin sexo anal) presenta un alto nivel de frecuencia y parece
integrarse, bajo una lógica de normalización de ciertas prácticas sexuales. El
sexo oral se transforma en el preámbulo de la forma vaginal. El repertorio
sexual amplio 2 (el sexo vaginal combinado con sexo anal e incluye o no sexo
oral) en cambio, aparece menos frecuente y se presenta básicamente como
agregado al anterior. Desde este punto de vista, el sexo oral es visto como una
nueva normalidad, mientras la práctica anal constituiría la trasgresión.

Al observar los datos de acuerdo a la edad de los sujetos, se hace manifiesta


una diferencia significativa en las prácticas sexuales. De esta manera, por
ejemplo, la exclusividad de la forma vaginal varía desde un 74.3% para el
grupo de 60-69 años, a un 27.1% para el grupo de 20-29 años. La combina-
ción sexo vaginal y oral en la población más adulta (60-69 años) alcanza el
15.3%, mientras en el grupo etáreo de 20 a 29 años esta misma práctica se
da en un 47.9% de los casos.

[79]
En cuanto a diferencias por sexo, los datos señalan mayor predominio de
práctica sexual vaginal exclusiva en las mujeres (40.6%) que en los hom-
bres (31.1%). Si bien la incorporación de sexo oral en combinación con sexo
vaginal no parece mostrar diferencias entre hombres y mujeres, sí lo es
cuando se trata de la forma anal en combinación con el sexo vaginal, que
alcanza en los hombres a un 24.1% y en las mujeres al 19.2 %.

Por último, cuando el tipo de prácticas sexuales se analiza en relación con


la frecuencia mensual de relaciones sexuales, se observa que ésta es mayor
en parejas que han practicado un repertorio sexual amplio: mujeres y hom-
bres concuerdan en declarar 10.8 relaciones sexuales al mes; la frecuencia
se reduce a 7,3 relaciones sexuales en el mismo período cuando la práctica
es exclusivamente vaginal.

• Parejas sexuales. Del total de mujeres que han iniciado actividad sexual,
el promedio de parejas sexuales en la vida es de 1.9. Para los hombres, en
cambio, el promedio es de 8.2 parejas sexuales en la vida.

Por otro lado, es posible afirmar que a medida que se sube en el nivel edu-
cacional (básica, media y educación superior) tanto de hombres como de
mujeres, se aprecia un aumento en el porcentaje de multiparejas (más de
una pareja a la vez) en los doce meses anteriores a la encuesta. Sin embar-
go, el porcentaje de hombres con multipareja es mayor en todos los tramos
de escolaridad que el de mujeres.

• Juicios normativos. A través del estudio citado se estableció una escala de


juicios normativos acerca de prácticas sexuales, identificando los acuerdos
y desacuerdos de los chilenos al respecto. Los mayores acuerdos entre los
entrevistados se producen al aprobar que “todas las formas de placer son
válidas, si la pareja está de acuerdo” (80% en las mujeres; 83,5% en los
hombres); del mismo modo, el 75% de los hombres y sobre el 67% de las
mujeres aprueban las relaciones sexuales prematrimoniales. Por otra parte,
es posible observar diferencias respecto de las opiniones y juicios entre
hombres y mujeres respecto de la masturbación, siendo las mujeres quie-
nes presentan los menores porcentajes de aprobación. Los juicios de mayor
desaprobación se refieren al tema de la infidelidad, es decir, a sostener re-
laciones fuera de la pareja. Sin embargo, mientras sólo el 6% de los entre-
vistados aprueba las relaciones de una mujer con su amante, el porcentaje
se eleva al 10% cuando hablamos de las relaciones de un hombre con su
amante.

[80]
[ Salud sexual y autocuidado ]

3. Comportamiento sexual, prácticas sexuales y criterios de


normalidad

Todas las formas de placer serán válidas en la medida en que ambos miembros
de la pareja se encuentren de acuerdo32. En relación con las prácticas sexuales
se puede encontrar situaciones más esperables que otras, por ejemplo, es más
esperable que en Chile las mujeres refieran tener con mayor frecuencia práctica
sexual por vía vaginal, por una serie de consideraciones socioculturales. Pero
no existe un único patrón de cópula en los humanos, es decir, una sola forma
de tener relaciones sexuales. Así, el criterio de lo normal o anormal como pa-
trón estadístico no sirve a la hora de evaluar la vivencia sexual. En sexología, lo
normal tiene como límite la no trasgresión de la autodeterminación (lo que yo
quiero hacer) y el no daño a otros (no presionar a otros a hacer lo que quiero
que hagan o lo que no quieren hacer).

En general, se podría decir que lo adecuado se relaciona con la orientación


del impulso sexual y con el desarrollo de prácticas sexuales de manera libre y
consentida entre individuos sexualmente maduros. Ahora, cuando el impulso
sexual está dirigido a otras instancias, sean éstas individuos sexualmente
inmaduros, objetos, animales, etc. el fenómeno se denomina parafilia.

De acuerdo a lo definido en el Manual Diagnóstico y Estadística de los Trastornos


Mentales, las parafilias se caracterizan por impulsos sexuales intensos y
recurrentes, fantasías o comportamientos que implican objetos, actividades o
situaciones poco habituales. Estos trastornos producen malestar significativo o
deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Entre las parafilias se encuentran: el exhibicionismo (exposición de los propios
genitales a una persona extraña), el fetichismo (uso de objetos no animados), el
frotteurismo (el contacto y el roce con una persona en contra de su voluntad),
la pedofilia (actividades sexuales con niños o púberes sexualmente inmaduros),
el masoquismo sexual (acto real –no simulado- de ser humillado, golpeado,
atado o cualquier otro tipo de sufrimiento), el sadismo sexual (actos reales en
los que infringe sufrimiento físico o psicológico, incluyendo la humillación), el
voyeurismo (observar ocultamente a personas, por lo general desconocidas,
cuando están desnudas, desnudándose o en plena actividad sexual), entre otras.

32. Ortega, R., “Historicidad de la disciplina sexológica y concepto de sexualidad humana”. Do-
cumento de estudio Ikastola, 2005.

[81]
Es importante recordar que las nociones de desviación de estándares de la fun-
ción sexual y de conceptos del papel sexual apropiado pueden variar entre las
diferentes culturas.

Si bien no se puede hablar de lo normal y anormal de una forma taxativa, sí


se puede decir que existen algunos eventos esperables y no esperables desde
nuestra psico-biología y particularmente desde nuestra respuesta sexual. Así, se
espera que tanto hombres como mujeres tengan la facultad biológico-psicológi-
ca de sentir deseo sexual, excitación y orgasmo. Es esperable que estén presen-
tes todos estos estadios, pero no siempre es así y puede ser que más de alguna
de estas etapas no esté presente en una práctica sexual considerada normal.

La inexistencia de alguna o todos estos estadios, sumado al reconocimiento de


esta ausencia como un problema por parte del sujeto y/o su pareja y a un crite-
rio temporal e inicio, puede conllevar a lo que se conoce como una disfunción
sexual. (DSM-IV-TR)33.

Estas disfunciones sexuales pueden tener su origen tanto en aspectos biológicos


como psicológicos, así como estar asociadas a otras enfermedades o consumo
de algunas sustancias, ya sea eventuales o de forma sostenida o problemática
(fármacos, drogas lícitas e ilícitas). Ver tablas para más detalles.

La evaluación de las disfunciones sexuales no es una tarea simple y se necesita


la evaluación de expertos para poder realizar su diagnóstico y tratamiento.

33. DSM-IV-TR (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Edición de texto
revisado),Mayo de 2000. USA.

[82]
[ Salud sexual y autocuidado ]

TABLA DE SUSTANCIAS Y SU EFECTO EN LA RESPUESTA SEXUAL HUMANA

Tipos de drogas Ejemplo Efectos estudiados


DROGAS LÍCITAS
Cigarros, puros, Disfunción eréctil en hombres; disminución de la lubricación en
Nicotina pipas. mujeres y baja fertilidad.
Café, bebidas cola,
Cafeína bebidas energéticas.
No se han descrito efectos sobre la respuesta sexual.

No se han descrito efectos sobre la respuesta sexual.


Alcohol Cerveza, licor, vino.
Aumento en cantidad o frecuencia afecta erección y retarda el
orgasmo, más frecuentemente en hombres que en mujeres.

FÁRMACOS
Alteración de deseo sexual y una deficiente respuesta fisiológica
Anticonvulsivantes Fenitoina
inicial de excitación sexual.
Imipramina,
Disminución del deseo y anorgasmia en mujeres; en hombres
Antidepresivos amitriptilina y
afectación de todas las fases de la respuesta sexual.
sertralina
Disminución del deseo, anorgasmia, pérdida de la erección y
Neurolépticos Risperidona
disminución de la lubricación vaginal.
Codeína, heroína y Disminución del deseo, dificultad eréctil, retardo eyacultario en
Narcóticos morfina hombres y disminución del deseo en mujeres.
Por primera vez o uso esporádico mejoras en deseo y retraso en
eyaculacion. Su uso frecuente disminuye el deseo y sensaciones
Benzedrina, sexuales.
Anfetaminas Dexedrina.
Dosis altas o frecuentes, disminución de la líbido, anorgasmia,
pérdida de la erección.

Antihipertensivo Atenolol Disfunción eréctil y disminución del deseo.

DROGAS ILÍCITAS
Su uso aislado puede aumentar la sensación de placer.
Cannabis Marihuana, Hashish
Su uso frecuente disminuye del deseo y efectos negativos en
fertilidad.
Pueden generar aumento de deseo, dificultad excitatoria y
anorgasmia.
Drogas de diseño Speed, Éxtasis
Su uso frecuente provoca disminución de la libido, dificultad
eréctil y retardo eyaculatorio.
Su uso aislado puede aumentar el deseo y la sensación de
placer.
Cocaína Cocaína, Crack
Su uso frecuente provoca disminución de la libido, dificultad
eréctil y retardo eyaculatorio.

[83]
4. VIH/SIDA e infecciones de transmisión sexual (ITS)

Aquellas infecciones que tienen como vía de transmisión el contacto entre flui-
dos secretados por los genitales y/o en lesiones vinculadas a la zona genital
se denominan Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Por supuesto, para que
exista riesgo de adquisición de una ITS la pareja sexual debe estar afectada por
una de estas infecciones.

Existen ITS de tipo bacterianas, las que son tratables y curables (sífilis y go-
norrea, por ejemplo) y las de tipo viral, las que si bien son tratables, no son
erradicables del organismo, por lo cual son potencialmente transmisibles con
posterioridad a ser tratadas (por ejemplo, condilomas y herpes). Las ITS más
frecuentes en Chile son los condilomas, sífilis y gonorrea.

Entre las manifestaciones más comunes de las ITS se encuentran manchas o


lesiones en el cuerpo, boca, genitales, faringe y ano, dificultad para orinar, dispa-
reunia (dolor al tener relaciones sexuales), fluido genital purulento, abundante,
grisáceo.

El diagnóstico y tratamiento de ITS es gratuito en todos los Centros de Enfer-


medades de Transmisión Sexual (CETS) del Servicio de Salud Pública del país34.

Algunos alcances:

• Todas las ITS son tratables. La principal recomendación es acceder a la


atención en forma oportuna y no automedicarse.
• La forma efectiva de prevenir la adquisición de ITS es a través del refuerzo
de medidas de prevención, especialmente el uso correcto del preservativo.

Entre los virus susceptibles de ser adquiridos por vía sexual se encuentra el
Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Para conocer acerca de éste, en pri-
mer lugar, es indispensable entender la diferencia entre VIH y SIDA, ya que la
mayoría de las personas creen que son lo mismo.

El VIH es un virus que paulatinamente va deteriorando el sistema inmunológico


-de defensas del organismo-. El SIDA (Síndrome de Inmuno Deficiencia

34. En caso de dudas, usted puede llamar a Salud Responde (fono: 600-360-7777) o consultar
la página www.icmer.org

[84]
[ Salud sexual y autocuidado ]

Adquirida) no es una enfermedad, sino una condición o estado de salud que


se caracteriza por el deterioro del sistema inmunológico, es decir, por una
disminución progresiva de las defensas del organismo, causada por la acción
prolongada en el tiempo del VIH.

A medida que este deterioro inmunológico avanza, el organismo se ve enfren-


tado a la acción de otros agentes patógenos (virus, bacterias, parásitos, hongos)
que se aprovechan de la falta de defensas para desarrollarse libremente, dando
paso a enfermedades e infecciones a las que se conoce como enfermedades
oportunistas.

Como no se trata de una enfermedad propiamente tal, no tiene síntomas par-


ticulares a través de los cuales se logre reconocer, y la sintomatología que se
puede presentar corresponde a la enfermedad oportunista que se encuentre en
desarrollo. Es importante recalcar entonces que los síntomas que puede pre-
sentar una persona que está afectada por el SIDA corresponden a una o más
enfermedades oportunistas, las que a su vez pueden ser muy variables. Otro
elemento que es necesario recalcar es que el SIDA se puede desarrollar muchos
años después de la infección por VIH.

4.1. Transmisión del VIH

El VIH es un virus transmisible. En concreto, para que sea posible la transmisión


de este virus de una persona a otra es necesario que se reúnan tres condiciones
básicas:

• Presencia de fluidos: sangre, fluidos sexuales (semen, fluido preseminal y


fluidos vaginales) y leche materna.
• Presencia de una puerta de entrada al virus, mucosas o membranas per-
meables del organismo capaces de absorber fluidos.
• Mantención de las condiciones internas del cuerpo humano, por lo cual se
requiere de un contacto directo al interior del organismo.

Estas condiciones se reúnen fundamentalmente a través del contacto sexual


con una persona infectada y/o al compartir agujas o jeringas (básicamente para
inyectarse drogas) con una persona infectada. Los niños de madres que viven
con el VIH pueden infectarse antes o durante el nacimiento, o al ser alimenta-
dos con leche materna después del mismo.

Entonces, se reconoce la existencia de tres vías de transmisión para el VIH:

[85]
4.1.1. Vía sexual
En ella se pueden reconocer dos situaciones que pueden hacer posible la trans-
misión:

• La penetración anal y/o vaginal sin uso de preservativos, con o sin eyacula-
ción, realizada con una persona que tiene el VIH. Es una práctica de riesgo
bilateral, es decir, afecta a ambas personas y es considerada de alto riesgo
para la transmisión del VIH. El riesgo para la persona que es penetrada se
hace presente cuando las mucosas que recubren el ano o la vagina tienen
contacto con el semen y el líquido preseminal. El riesgo para la persona que
penetra se hace presente cuando la membrana que recubre el glande tiene
contacto con la sangre (sangramiento de la zona anal y sangre menstrual)
o el fluido vaginal. Es importante destacar que cuando se realiza la pene-
tración anal siempre habrá sangramiento, dada la ruptura de una cantidad
importante de vasos sanguíneos que se encuentran en esa zona.

• La práctica de sexo oral sin uso de preservativo o barrera protectora, y cuan-


do se tragan fluidos genitales de una persona que tiene el VIH. Es una prác-
tica de riesgo unilateral, es decir, afecta a una sola persona y es considerada
de bajo riesgo y muy bajo riesgo para la transmisión del VIH, dependiendo
del fluido que esté presente durante la práctica. El riesgo se hace presente
cuando la persona que lo practica traga fluidos genitales de la pareja, los
que pueden ser absorbidos por las mucosas que recubren la garganta y el
esófago. En la boca, la presencia de la saliva inhibe el virus presente en el
fluido y hace que su absorción sea menos probable, sin embargo, la presen-
cia de lesiones tales como aftas o caries, puede facilitar el contacto. En el
estómago, el fluido y por ende el VIH, son destruidos por la acción de los
jugos gástricos. Dentro de la categoría bajo riesgo se encuentra el fellatio
(estimulación del pene con la boca) con eyaculación en la boca y el cuni-
lungüis (estimulación de la vagina con la boca) realizado durante el período
menstrual, ya que en ambas situaciones existe la posibilidad de tragar se-
men o sangre, dos fluidos que tienen una alta concentración de VIH. Dentro
de la categoría muy bajo riesgo se encuentra el fellatio sin eyaculación en
la boca y el cunilungüis fuera del período menstrual, ya que en ambas si-
tuaciones existe la posibilidad de tragar líquido preseminal y fluido vaginal,
dos fluidos que tienen una baja concentración de VIH.

[86]
[ Salud sexual y autocuidado ]

4.1.2. Vía sanguínea


En ella también existen dos situaciones que posibilitan la transmisión:

• Compartir jeringas sin esterilizar, utilizándolas inmediatamente después


de otra persona que tiene el VIH. Es una práctica considerada de muy alto
riesgo para la transmisión del VIH y muy común entre los usuarios de dro-
ga intravenosa (UDI), ya sea porque forma parte de un rito de fraternidad;
o porque no existen los recursos económicos para adquirirlas. El riesgo se
hace presente al introducir la jeringa en la vena e inyectarse la sustancia
que contiene, ya que si no se ha esterilizado previamente, lo primero que
va a entrar al torrente sanguíneo es la sangre de la otra persona que quedó
almacenada en el interior de la aguja, donde no hay presencia de aire y se
mantiene a una temperatura adecuada.

• Transfusiones de sangre no controladas. Es una práctica considerada de


muy alto riesgo para la transmisión del VIH. Éste se presenta al realizar la
transfusión, ya que la sangre entra directamente al torrente sanguíneo; la
bolsa que la contiene se encuentra completamente al vacío y el proceso
de congelación al cual se expone la sangre durante su almacenamiento no
afecta al VIH en su ciclo vital y es capaz de reactivarse una vez dentro del
organismo. En Chile, la detección de anticuerpos anti VIH se implementó
en los bancos de sangre en 1987, frenándose la exposición al VIH a través
de las transfusiones sanguíneas.

4.1.3. Vía perinatal o vertical

El término perinatal se refiere a todo lo que está alrededor del nacimiento y es


importante destacar que sólo se produce de madre a hijo, es decir, es imposible
que el VIH traspase al hijo directamente del padre. Dentro de esta vía se pueden
reconocer tres momentos en que es posible que se produzca la transmisión:

• Embarazo o gestación
• Parto
• Lactancia

Cualquier otra situación que no esté incluida dentro de la descripción anterior,


no representa riesgo frente a la posibilidad de transmisión del VIH. De las tres
vías de transmisión, la de mayor incidencia en Chile sigue siendo la sexual, al-
canzando cerca del 94% de los casos; seguido por la vía sanguínea, que alcanza
el 4,3%. Finalmente, la vía de transmisión perinatal sólo alcanza al 2% y ha
disminuido en el tiempo.

[87]
4.2. Formas de prevenir el VIH

Las medidas de prevención que a continuación se señalan están relacionadas


a las tres vías de transmisión: sanguínea, perinatal y sexual, pero tomando en
cuenta que esta última es la de mayor incidencia, se analizará con mayor pro-
fundidad.

4.2.1. Medidas de prevención para la vía sanguínea

• Control exhaustivo de las donaciones en bancos de sangre. Se refiere al


control de todas las donaciones que se reciban en los bancos de sangre pú-
blicos y privados, a través de la aplicación de un examen para la detección
de anticuerpos anti-VIH.
• Uso de jeringas desechables. Es el uso de jeringas desechables para cual-
quier efecto que estas deban utilizarse.
• Uso de material quirúrgico esterilizado. Dice relación con el uso exclusivo
de material esterilizado en todas las atenciones ofrecidas al público por los
servicios de salud públicos y privados. Las medidas universales de seguridad
con que se tratan los instrumentales quirúrgicos son suficientes para elimi-
nar el riesgo de infección.

4.2.2. Medidas de prevención para la vía perinatal o vertical

• Examen para las mujeres embarazadas, con el fin de detectar precozmente


la presencia del VIH en la madre.
• Aplicación del PROTOCOLO PARA LA PREVENCIÓN DE LA TRANSMISION
VERTICAL, que consiste en aplicar el tratamiento antirretroviral a la madre
embarazada, el que disminuye significativamente el riesgo de transmisión
del VIH al hijo, durante el embarazo y el parto.
• Evitar el amamantamiento, para obviar el contacto del bebé con la leche
materna.

4.2.3. Medidas de prevención para la vía de transmisión sexual

• Abstinencia sexual. Es la ausencia total de actividad sexual genital, en la


vida de una persona. Cuando se implementa como una medida de preven-
ción del VIH, alcanza a un 100% de efectividad.
• Pareja sexual exclusiva. Se refiere a que dos personas mantengan actividad

[88]
[ Salud sexual y autocuidado ]

sexual genital exclusivamente entre ellas. Cuando se implementa como una


medida de prevención, alcanza un 100% de efectividad, siempre y cuando
ambas personas no vivan con el VIH y no rompan la exclusividad.
• Prácticas de sexo más seguro y uso correcto del preservativo. La primera se
refiere a la implementación de prácticas sexuales que no impliquen la pe-
netración. Cuando se utiliza como medida de prevención alcanza un 100%
de efectividad, siempre y cuando la penetración no se produzca. La segunda
se refiere al uso correcto del preservativo o condón en todas las actividades
de penetración anal y/o vaginal que la persona realice. Cuando se imple-
menta como una medida de prevención, alcanza un 99.9% de efectividad,
siempre y cuando se utilice SIEMPRE y durante TODA la penetración.

Por último, es importante señalar que existen actividades sexuales que no con-
ducen a la transmisión de VIH, por ejemplo: abrazos, besos, caricias íntimas,
masturbación mutua, entre otras.

4.3. Prácticas sexuales de riesgo

Las prácticas sexuales de mayor riesgo son las relaciones penetrativas -anales o
vaginales- y sin protección (condón). La razón de ellos es que durante este tipo
de relaciones suelen producirse pequeñas fisuras o traumatismos que pueden
constituirse en una puerta de entrada para el VIH.

Uso correcto del condón


Para que los condones brinden la máxima protección, deben ser utilizados en
forma correcta y consistente. Ello comprende los siguientes pasos:

• Verificar que el condón se encuentre en buen estado (envase sellado) y que


no haya caducado la fecha de vencimiento o que la fecha de elaboración no
indique que es demasiado antiguo. Por lo general y en condiciones apropia-
das, los condones se mantienen en buen estado alrededor de 4 años.
• Usar un condón nuevo para cada relación sexual penetrativa, ya sea vaginal
o anal.
• Usar el condón durante toda la penetración, desde el comienzo hasta el
final.
• Colocarse el condón tan pronto ocurra la erección y antes de cualquier
contacto del pene con la vagina o el ano. Sostener la punta del condón y
desenrollarlo en el pene erecto, dejando un poco de espacio en la punta del
condón, pero asegurándose que no quede aire atrapado en la misma.

[89]
• En caso de utilizar lubricantes, no deben ser productos que contengan acei-
tes como vaselina, crema para las manos o aceites para niños, ya que pue-
den debilitar el condón.
• Retirar el pene inmediatamente después de la eyaculación.

Dificultades para la prevención

Uno de los aspectos descritos y frecuentemente asociados a dificultades que


pueden presentarse para implementar medidas preventivas efectivas para la ad-
quisición del VIH e ITS en general, es el estar bajo los efectos del alcohol y otras
drogas - particularmente en relación con el uso correcto del condón-. Desde un
plano subjetivo podría apreciarse un relajo por parte de la persona en relación
con el autocuidado, basado en la minimización o anulación de la percepción del
propio riesgo de adquirir alguna ITS o el VIH. Por otra parte, en términos prác-
ticos, la alteración de la motricidad –entre otros- podría suponer un obstáculo
para el uso eficiente del mecanismo preventivo, aplicándose en forma inopor-
tuna o parcial o, sencillamente, descartándose su implementación. Desde esta
perspectiva cobra fundamental relevancia la consideración del consumo de alco-
hol y otras drogas como factor de vulnerabilidad frente a la posibilidad de adqui-
rir el VIH u otras ITS. Fracasos reiterados en el intento por implementar medidas
preventivas pueden desalentar iniciativas orientadas hacia el autocuidado, por lo
que resulta esencial contemplar el desarrollo de avances progresivos en la imple-
mentación de la técnica, que permitan a la persona lograr mayor percepción de
autoeficacia y control sobre el cuidado de la propia salud sexual.

[90]
[ Salud sexual y autocuidado ]

5. Violencia sexual

La violencia ha sido definida como “el uso deliberado de la fuerza física o el


poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo contra uno mismo, otra persona
o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar muerte, le-
siones, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”35.

La proximidad al concepto de la violencia sexual, nos enfrenta a un ámbito que


plantea diversas aristas, ya que la violencia sexual puede adoptar diferentes
formas y ser ejercida hacia distintos grupos (niños y niñas, mujeres, etc.), en
disímiles condiciones y con variadas consecuencias en el ámbito social y legal.

En términos amplios, la violencia sexual puede ser definida como “toda actividad
sexual no voluntaria, forzada mediante la violencia física, o por cualquier forma
de coerción, agresión o abuso. Su práctica implica una relación de sometimiento
en la cual la víctima ha rechazado el acto sexual o en que no ha tenido capacidad
de consentir, esto último especialmente en el caso de niños pequeños. En el
caso de niños y niñas, es toda aproximación sexual, pues ellos y ellas no se
encuentran en condiciones de comprender y son conductas inapropiadas para
su desarrollo psicosexual. Se considera como abuso también la actividad sexual
inducida prevaliéndose de una situación de superioridad dada la particular
condición de la víctima, por trastorno o deficiencia mental, o por dependencia
económica, laboral, desamparo, inexperiencia o ignorancia”36.

La violencia sexual (VS) es uno de los abusos contra los derechos humanos y
una de las forma más críticas de la violencia contra las mujeres y las niñas y
niños. Atenta contra la dignidad y la libertad sexual de las personas, vulnerando
sus derechos sexuales o reproductivos, ya que anula o limita la voluntad perso-
nal de decidir acerca de la sexualidad y de la reproducción.

La sociedad reconoce que todas las personas tienen derechos humanos y, entre
ellos, el derecho a decidir acerca de la propia sexualidad. Por lo tanto, la violencia
sexual es un delito, independientemente de si ocasiona o no daño físico a la víctima.

Tal como se vio en el capítulo sobre género, la violencia sexual no puede ser
abordada sin considerar que los valores, actitudes, identidades y comporta-
mientos de hombres y mujeres dependen del contexto social, de los roles de

35. OMS, 1996.


36. Extracto normas y guía clínica para la atención en servicios de urgencia de personas víctimas
de Violencia sexual, MINSAL, 2004.

[91]
género predominantes y de lo que es socialmente permitido, prohibido, valo-
rado y negado en la búsqueda del placer sexual.

La violencia ejercida por otros(as) es una de las principales causas de muerte y


discapacidad en personas jóvenes y daña de modo diferente a hombres y mu-
jeres. La violencia delictual afecta más a los hombres y suele ocurrir en espacios
públicos; mientras que la violencia sexual e intrafamiliar o de pareja afecta prin-
cipalmente a las mujeres y ocurre en espacios privados. Esta última puede pro-
ducir daños físicos de diversa consideración, llegando a consecuencias tan gra-
ves que signifiquen riesgo vital o incluso la muerte. En otros casos puede dejar
secuelas permanentes que significan pérdida de funcionalidad general o sexual.

La violencia sexual puede generar alteraciones psicológicas y psiquiátricas


inmediatas con presencia de temor, angustia, hostilidad, rabia, culpa y
vergüenza. Numerosos estudios37 demuestran que las víctimas de este tipo de
violencia pueden desarrollar trastornos que se prolongan en el tiempo y cuya
sintomatología aparece mucho después de la agresión, tales como ansiedad,
síntomas obsesivos compulsivos y/o depresivos y somatizaciones. Del mismo
modo es posible que se configuren trastornos severos como el síndrome de
estrés post traumático, depresión, crisis de pánico, ideas suicidas, etc. También
se asocia a abuso de alcohol y tabaco, insomnio, cefaleas y trastornos de la
alimentación.

Diversos estudios38 muestran que el consumo de drogas se encuentra relacio-


nado con la violencia en, al menos, dos aspectos: como antecedente para ejer-
cerla y como consecuencia de haber sido víctima de violencia. Por ejemplo,

37. http://www.justiciachaco.gov.ar/pjch/CEJ/Libro_Aniversario/Contenido/Exposicion_2/PA-
NEL_1_TALLER_A/13-Capacitaci%C3%B3n_abordaje_Inter_Narv%C3%A1ez_Orban_y_
otros.doc
“Principales consecuencias a largo plazo en la salud de las mujeres víctimas de
violación”Montero, A; Caba, F.; González, E. Rev. SOGIA 2004; 11(2): 48-57.
http://www.unfpa.org.bo/biblioteca/nvio5.pdf
http://www.minjusticia.cl/pmg/documentos/mujer%20y%20conflicto%20armado%20in-
forme%202003.pdf
38. Alvarado-Saldivar, G., Salvador Moysen, J., Estrada-Martinez, S. y Terrones-Gonzalez, A.,.
“Prevalencia de violencia doméstica en la ciudad de Durango”. Salud pública Méx. 1998,
vol.40, n.6, pp. 481-486. ISSN 0036-3634.
Ramos-Lira, L. et al., “Violencia sexual y problemas asociados en una muestra de usuarias de
un centro de salud”. Salud pública Méx. 2001, vol.43, n.3, pp. 182-191. ISSN 0036-3634.
Miller, BA., Downs, WR., Testa, M. Interrelationships between victimization experiences and
women’s alcohol use. J Stud Alcohol 1993;11 suppl:109-117.
Hein D, Scheier J. Trauma and short-term outcome for women in detoxification. J Subst
Abuse Treat 1996;13:227-231.
http://www.eclac.cl/mujer/noticias/paginas/3/27453/BID.los%20costos%20de%20la%20
violencia.pdf

[92]
[ Salud sexual y autocuidado ]

en el segundo caso39, se sabe que los niños que sufren abusos sexuales tienen
escasa autoestima, incapacidad para rechazar las relaciones sexuales no desea-
das y comportamientos autodestructivos, entre ellos el abuso del alcohol y las
drogas. En las mujeres, la violencia impacta en su capacidad para cuidar de sí
misma y de sus hijos y, nuevamente, se asocia a conductas como el abuso de
drogas o alcohol.

Para avanzar en esta reflexión haremos referencia al concepto de delitos sexua-


les, revisaremos algunos tipos de estos delitos, su vinculación con la violencia
de género y algunas orientaciones respecto de las disposiciones legales en Chile
para canalizar denuncias ante la evidencia de delitos en el ámbito sexual40.

5.1. Delitos sexuales

La entrada en vigencia de la nueva Ley de Delitos Sexuales (2004) y el proceso


de Reforma Procesal Penal (2000-2005) iniciado en nuestro país, obligan a los
profesionales del ámbito social, a reflexionar sobre este tema para asumir un
rol activo, crítico e informado en torno a las reformas en curso. Es importante
conocer los elementos mínimos del marco judicial que afecta a las personas que
han sido agredidas sexualmente, ya que éste puede ser reparatorio y forma par-
te del proceso terapéutico, no pudiendo la terapia “tener lugar en un contexto
al margen de la ley”41.

5.1.1. Concepto de delito sexual

Actualmente hay acuerdo en la jurisprudencia respecto a considerar que los


delitos sexuales serían “todos aquellos actos que implican una relación de so-
metimiento entre el agresor y la víctima, en la cual esta última ha rechazado
explícitamente el acto sexual o bien se encuentra incapacitada para consentir
por falta de comprensión de lo que sucede o falta de discernimiento, y que
atentan en contra de la facultad de una persona para autodeterminarse en ma-
teria sexual o en contra del libre e íntegro desarrollo de su sexualidad”42.

39. http://www.paho.org/English/DPM/GPP/GH/Moreno.pdf
40. Se encuentra disponible el FONOFAMILIA de Carabineros de Chile (Fono 149). Este servicio
funciona en todo el país y su objetivo es atender a las víctimas de violencia intrafamiliar, en-
tregarles orientación y acoger denuncias. También puede consultar a FONO NIÑOS (Fono
147).
41. Perrone, R., y Nannini, M., 1998, Pág. 91.
42. Cáceres, Pamela. En Documento Delitos/Abusos Sexuales. Elementos jurídicos mínimos ne-
cesarios para su comprensión. Indicaciones para orientación., 2005. Elaborado para IKAS-
TOLA.

[93]
Desde 1874, año en que entró en vigencia el Código Penal chileno, el tratamien-
to legal de los delitos sexuales se mantuvo prácticamente invariable hasta ene-
ro de 2004, fecha en la que la Ley 19.927 introdujo importantes modificaciones.
Los principales cambios son los siguientes:

• Utiliza el concepto de víctima para referirse a la persona que ha sufrido una


agresión sexual.
• Considera como niños/as a los menores de 14 años, mientras que antes
consideraba a los menores de 12 años.
• Agrava y crea nuevas penas para los delitos sexuales.
• Crea nuevos tipos penales y elimina otros (considera delitos algunas con-
ductas sexuales que antes no se penalizaban y despenaliza conductas que
ya no se consideran delito sexual, específicamente las relaciones homo-
sexuales entre hombres adultos).
• Establece nuevos procedimientos de investigación (por ejemplo, la posibili-
dad de intervenir líneas telefónicas).
• Establece nuevas medidas de protección en Tribunales de Menores.

5.1.2. Tipos de delitos sexuales

Entre los delitos más comúnmente detectados se encuentran la violación, el


estupro y el abuso sexual.

El delito de violación (ver cuadro 1) se define como “conducta de acceso carnal,


por vía vaginal, anal o bucal”. La Ley habla de violación de persona, por lo tanto,
se puede violar tanto a una mujer como a un hombre. Sin embargo, sólo pueden
ser autores los varones, ya que acceder carnalmente implica necesariamente la
introducción del pene, aunque no haya eyaculación. En consecuencia, aquellas
conductas consistentes en la introducción de elementos materiales o de otras
partes del cuerpo (dedos) en la víctima no corresponderían al delito de violación
(sino al delito de abuso sexual con agravantes).

El acceso carnal tiene sanción penal siempre y cuando se lleve a cabo en alguna
de las circunstancias indicadas en el cuadro 1. Respecto de ellas, que la víctima
se halle privada de sentido, significa que se encuentra afectada por situaciones
exógenas que causan la pérdida momentánea de la capacidad para decidir (por
ejemplo: el uso de drogas, la ingesta de alcohol, un golpe, etc.). La circunstancia
de aprovecharse de su incapacidad de oponer resistencia se refiere a la incapaci-
dad o disminución física de la víctima respecto de su agresor, por ejemplo, algún
tipo de deficiencia física.

[94]
[ Salud sexual y autocuidado ]

Para que se aplique la circunstancia de abusar de la enajenación o trastorno


mental de la víctima, no basta con que la persona se encuentre privada de
razón o enajenada mentalmente, sino que la patología debe ser notoria o co-
nocida por el agresor, debiendo existir de parte del mismo un abuso destinado
a aprovecharse de ese estado. Si la persona con el trastorno presta libremente
su consentimiento, no hay violación, de lo contrario se estaría desconociendo
el derecho de las personas que padecen una discapacidad mental para ejercer
libremente su sexualidad.

Para la acreditación física del delito de violación la norma señala que se puede
acudir a cualquier servicio de salud del país, público y privado, pues todos están
facultados para realizar los primeros peritajes.

Cuadro 1
VIOLACIÓN (Art. 361 del Código Penal)

“Conducta de acceso carnal, por vía vaginal, anal o bucal.”

Violación simple o violación de adultos Violación calificada o agravada


Si la persona es mayor de 14 años Si la persona es menor de 14 años
Cuando se lleve a cabo en alguna de las siguientes No es necesario que concurra ninguna de las circunstancias
circunstancias: de la violación simple.
• Cuando se usa fuerza o intimidación.
• Si la víctima se halla privada de sentido, o se
aprovecha de su incapacidad de oponer resistencia.
• Si se abusa de la enajenación o trastorno mental de
la víctima.

Presidio: Presidio:
de 5 años y 1 día a 15 años de 5 años y 1 día a 20 años

[95]
En términos generales, el estupro (ver cuadro 2) se puede explicar como la reali-
zación de un acto sexual aprovechándose de la inexperiencia de la víctima, o de
la prevalencia de autoridad frente a ésta. Legalmente se define como una con-
ducta de acceso carnal (vaginal, anal o bucal) en contra de una persona mayor
de 14 y menor de 18, concurriendo alguna de las circunstancias indicadas en el
cuadro. Nuevamente pueden ser autores de este delito sólo los varones.

Para que exista estupro, el estado mental de la víctima debe ser de tal entidad
que no llegue a configurar una hipótesis de enajenación o trastorno mental
completo, pues si así fuera, sería violación y no estupro. Por otra parte, abusar
de una relación de dependencia significa que el agresor se aprovecha de la po-
sición de superioridad de que goza respecto de la víctima, razón por la cual el
consentimiento de ella se encuentra viciado.

La Ley habla de un desamparo grave, es decir, cuando una persona está o se


encuentra en una imposibilidad absoluta o en una dificultad que no puede su-
perar, situaciones que le impiden requerir el auxilio de otros ante una agresión
sexual. Por último, constituirá delito de estupro cuando se engaña a la víctima
abusando de su inexperiencia o ignorancia sexual.

Cuadro 2
ESTUPRO (Art. 363 del Código Penal)
“Conducta de acceso carnal, por vía vaginal, anal o bucal.”
Si la persona es menor de edad pero mayor de 14 años
(entre los 14 y 18 años)

Cuando ocurre en alguna de las siguientes circunstancias:


1. Cuando se abusa de una anomalía o perturbación mental, aun transitoria, de la víctima, que por su menor entidad, no
sea constitutiva de enajenación o trastorno.
2. Cuando se abusa de una relación de dependencia de la víctima, como en los casos en que el agresor está encargado de
su custodia, educación o cuidado, o tiene con ella una relación laboral.
3. Cuando se abusa del grave desamparo en que se encuentra la víctima.
4. Cuando se engaña a la víctima abusando de su inexperiencia o ignorancia sexual.

Presidio: de 3 años y 1 día a 10 años

[96]
[ Salud sexual y autocuidado ]

Comete delito de abuso sexual (ver cuadro 3) el que abusivamente realiza una
acción sexual distinta del acceso carnal. Por ésta se entiende cualquier acto de
significación sexual y de relevancia realizado mediante contacto corporal con
la víctima o que haya afectado los genitales, el ano o la boca de la víctima, aún
cuando no hubiere contacto corporal con ella. Esto significa que, por ejemplo, la
introducción de objetos en el cuerpo de la víctima, no importando el contacto
corporal, también constituye abuso sexual. Pueden ser autores de este delito
tanto hombres como mujeres.

El abuso sexual puede cometerse en contra de una persona mayor de 14 años


y en ese caso la ley exige que concurran alguna de las circunstancias de la vio-
lación o el estupro.

El artículo 366 del Código Penal amplía la definición del delito de abuso sexual
sancionando al que, sin realizar una acción sexual en los términos anteriores,
para procurar su excitación sexual o la excitación sexual de otro:

• realiza acciones de significación sexual ante (delante) un menor de 14 años;


• le hiciere ver o escuchar material pornográfico a un menor de 14 años;
• le hiciere presenciar espectáculos pornográficos a un menor de 14 años;
• determinare realizar acciones de significación sexual delante suyo o de otro
(a un menor de 14 o menor de edad pero mayor de 14).

[97]
Cuadro 3
ABUSO SEXUAL (Art. 366 y 366 bis del Código Penal)
“... el que abusivamente realice una acción sexual
distinta del acceso carnal...”
Abuso sexual impropio
Abuso sexual propio (art. 366)
(art. 366 bis)
Si la persona es menor de
Si la persona es mayor de 14 años
14 años

Cuando se lleve a cabo en alguna de las circunstancias de la violación o el estupro: No es necesario que concurran
• Cuando se usa fuerza o intimidación. ninguna de las circunstancias
• Si la víctima se halla privada de sentido, o se aprovecha de su incapacidad de indicadas.
oponer resistencia.
• Si se abusa de la enajenación o trastorno mental de la víctima.

En alguna de las siguientes circunstancias:


• Cuando se abusa de una anomalía o perturbación mental, aun transitoria, de
la víctima, que por su menor entidad, no sea constitutiva de enajenación o
trastorno.
• Cuando se abusa de una relación de dependencia de la víctima, como en los
casos en que el agresor está encargado de su custodia, educación o cuidado, o
tiene con ella una relación laboral.
• Cuando se abusa del grave desamparo en que se encuentra la víctima.
• Cuando se engaña a la víctima abusando de su inexperiencia o ignorancia
sexual.

Presidio: Presidio:
de 3 años y 1 día a 5 años de 3 años y 1 día a 10 años

[98]
[ Salud sexual y autocuidado ]

5.2. Violencia sexual como expresión de la violencia de género

Como vio en el capítulo II, los patrones culturales y las concepciones del rol
de género arraigadas en la sociedad pueden estar influyendo en que la vio-
lencia sexual se ejerza contra mujeres en nuestro país. Muchas parejas legal-
mente constituidas están fundadas en el modelo tradicional de masculinidad
(macho-viril-poderoso) y de feminidad (mujer-sumisa-dependiente). En ellas,
los derechos y obligaciones están desbalanceados, perteneciendo los primeros
casi exclusivamente al hombre y quedando a la mujer el papel de la sumisión
incondicional43.

Hay concepciones culturales que propician que al hombre como el único habili-
tado para mostrar sus apetitos sexuales, en lo cual estriba su imagen de macho
viril. La mujer, en cambio, es censurada en sus expresiones de deseo, debiendo
ocultarlos y responder pasivamente a los reclamos de su marido o pareja. En
este marco, el hombre tiene el derecho de satisfacer sus impulsos sexuales más
allá de los deseos de su pareja. El hombre usa no sólo su fuerza física, sino la
presión económica para lograr de su pareja lo que desea44.

Muchas relaciones sexuales, aún cuando tengan lugar en el marco del matrimo-
nio o de parejas estables, constituyen verdaderas violaciones. La mujer no elige
ni el momento ni las condiciones de la relación sexual. Está expuesta a relaciones
displacenteras, a malos tratos y al riesgo de enfermedades de transmisión sexual.

En Chile, un estudio realizado por Sernam en el año 200145 muestra que un


50,3% de las mujeres, actual o anteriormente casadas o en convivencia, resi-
dentes en la Región Metropolitana, han experimentado alguna forma de vio-
lencia por parte de su pareja. Un 16,3% sólo ha sufrido violencia psicológica.
Un 34% ha sufrido violencia física y/o sexual. De ellas, un 14,9% experimenta
violencia sexual.

Frente al tema de la violencia sexual, tanto la ejercida contra los niños como
contra los adultos, los profesionales del ámbito psicosocial deben revisar sus
concepciones del ser hombre, mujer y niño/a y, especialmente los mitos exis-
tentes con respecto a éstos.

43. Cáceres Pamela. En Documento Delitos/Abusos Sexuales. Elementos jurídicos mínimos ne-
cesarios para su comprensión.
Indicaciones para orientación, 2005. Elaborado para IKASTOLA.
44. Op. Cit.
45. Sernam: “Estudio de Prevalencia de la VIF en la Región Metropolitana y en la IX región”,
Santiago, 2001.

[99]
6. Aspectos importantes a considerar por los equipos de
trabajo

6.1. Denuncias, querellas y prescripción

Frente a la evidencia de algún delito en materia sexual, para iniciar una inves-
tigación y un proceso judicial, es necesario realizar una denuncia. Ésta consiste
en poner en conocimiento de las policías o del Ministerio Público un hecho con
caracteres de delito (personalmente y en forma oral o escrita). Una vez hecha
la denuncia, el fiscal inicia la investigación de los hechos.

La denuncia puede ser realizada por la víctima directa y, cuando se trata de


niños, las personas que tengan una relación de parentesco o cuidado con ellos
(padres, descendientes, guardadores, tutores, etc.). Sin embargo, cualquier per-
sona -niño o adulto- puede poner en conocimiento de las policías o del fiscal
un delito sexual.

En el caso de las víctimas menores de 18 años, tienen obligación legal de de-


nunciar “los jefes de establecimientos hospitalarios o de clínicas particulares y,
en general, los profesionales en medicina, odontología, química, farmacia y de
otras ramas relacionadas con la conservación o el restablecimiento de la salud
(…). Los directores, inspectores y profesores de establecimientos educacionales
de todo nivel”46 o cualquiera que en razón de su actividad tome conocimien-
to del hecho. Las personas obligadas a denunciar que no lo hagan pueden ser
sancionadas con prisión (de 21 a 60 días) o multa (de 1 a 5 sueldos vitales).
También podrían ser consideradas como encubridoras de un delito, recibiendo
las sanciones correspondientes.

El Código Procesal Penal considera los delitos sexuales -y, en rigor, cualquier
delito cometido contra un menor de edad- como de “acción penal pública”,
esto significa que cualquier persona puede iniciar el proceso judicial a través de
una denuncia y los tribunales están obligados a investigar, aunque no exista un
particular que así lo solicite. Esto es así porque respecto de los derechos que la
Ley de Delitos Sexuales protege, el Estado se considera parte interesada y, por
consiguiente, investiga aunque los afectados no lo soliciten.

46. Art. 175 Código Procesal Penal, Pág. 78.

[100]
[ Salud sexual y autocuidado ]

Si la persona agredida es mayor de 18 años, la ley otorga a la víctima la fa-


cultad de decidir si denuncia o no. Sin embargo, una vez realizada la denuncia
-al igual que en el caso de los menores de edad- el tribunal siempre investiga
los hechos.

El Ministerio Público puede adoptar medidas tendientes a garantizar la protec-


ción de los denunciantes, las víctimas y los testigos, tanto si las personas afec-
tadas lo solicitan como si el fiscal lo estima necesario. Para apoyar a los fiscales
en la atención y protección de las víctimas y los testigos, se han creado las
Unidades Regionales de Atención a Víctimas y Testigos (URAVIT) conformadas
por equipos de profesionales integrados por abogados, psicólogos y asistentes
sociales.

En el nuevo proceso penal se le reconoce explícitamente a la víctima el derecho


a ser recibida y atendida por los jueces y los fiscales; el derecho a recibir un trato
digno y a ser informada tanto del estado del proceso como de sus derechos y
de las actividades que deba realizar para ejercerlos; el derecho a solicitar pro-
tección frente a presiones, atentados o amenazas a ella o su familia; derecho a
obtener reparación por el daño sufrido y a demandar indemnización por los per-
juicios; derecho a reclamar y a ser escuchada por el fiscal o el juez de garantía
antes de decidirse la suspensión o el término del proceso; derecho a interponer
una querella a través de un abogado.

El delito de violación prescribe a los 10 años y el de abuso sexual a los 5 años


de ocurrido el último abuso. Después de estos plazos, la justicia no investigará.

[101]
7. Imagen corporal

En este capítulo se han analizado una serie de situaciones que afectan la vida de
las personas y, específicamente, la capacidad para vivir una sexualidad sana. La
pregunta que guía el último apartado de este capítulo es ¿cuál es la relación en-
tre todas estas situaciones (factores de riesgo y protectores de la salud sexual,
prácticas sexuales, ITS y VIH y violencia sexual) y el uso y abuso de drogas?

La única respuesta razonable es el cuerpo. Es decir, es a través del cuerpo que


se vivencian todas estas situaciones. Por ello, para las personas que trabajan en
temas relativos a la dependencia de drogas, es de suma importancia abordar la
imagen corporal y cuidado del cuerpo.

Es posible encontrar en la literatura científica cómo los programas preventivos


exitosos sobre abuso de drogas consideran dentro de sus objetivos el mejorar
la imagen corporal y, junto con ello, las conductas que conllevan al cuidado del
cuerpo.

La imagen corporal -es decir, la percepción que las personas tengan de su cuer-
po- y el cuidado que éstas le proporcionan, son aspectos que se aprenden desde
el nacimiento y pueden modificarse a lo largo de la vida.

Las personas que poseen una buena autoimagen, tienden a cuidar mejor su
cuerpo y tienen mejores indicadores de salud sexual (capacidad de negociación
sexual, menor frecuencia de ITS/VIH-SIDA); incluso, tendrán mejor capacidad
de lidiar con este tipo de problemáticas, en caso de sufrir una de ellas.

Algunos autores proponen que el cuidado del propio cuerpo y su consecuente


valoración, constituye “una actitud fundamental a desarrollar y favorecer en el
desarrollo sexual de niños, niñas y adolescentes”47. De esta manera se potencia
que sean los estudiantes quienes tomen sus propias decisiones y compromisos
de auto cuidado, lo que permite vislumbrar una actitud tendiente a empoderar
en mayor medida las decisiones que los y las adolescentes toman respecto de
su salud.

En este sentido, podemos decir que el cuidado del cuerpo se constituye en una
conducta básica de autocuidado.

47. Martines, A., Meneses, A., Sarabia, D., La educación de la salud sexual de los adolescentes en
Canadá y Chile: una mirada desde las políticas públicas. http://www.inap.uchile.cl/gobierno/
publicaciones/meneses1.pdf.

[102]
[ Salud sexual y autocuidado ]

Esta conducta básica de cuidado del cuerpo tiene dos vertientes: por una parte,
posibilita que la persona sea capaz de tomar mejores decisiones para su salud, y
con ello más probabilidad de evitar el consumo de drogas. Pero por otra parte,
puede ser la puerta de entrada, la conducta primaria por la cual comenzar un
proceso de rehabilitación.

En resumen
La sexualidad es una cualidad del ser humano y gozar de salud sexual parece
ser un derecho. Pero el hecho de potenciar la salud sexual además conlleva
ejercerla de manera responsable, armoniosa y congruente.

Existen una serie de factores que pueden ayudar al bienestar sexual: la au-
toestima, una familia con vinculaciones afectivas positivas y una sociedad
que otorgue oportunidades educativas y laborales, entre otras. Por el con-
trario, cuando una persona tiene problemas con el consumo de drogas y/o
alcohol, no ha podido insertarse de manera adecuada en su ámbito laboral/
educacional y vive en un barrio conflictivo, entre otros posibles factores,
será más probable que su salud sexual se encuentre en riesgo.

Las personas que trabajan para ayudar a otras en diversos ámbitos de sus
vidas, deben poseer conocimientos respecto de los comportamientos sexua-
les que pueden convertirse en factores de riesgo y protección de la salud
sexual. Será necesario manejar información para orientar a otros en aquello
que se convierte en una trasgresión como en lo que se define como un com-
portamiento sexual sano. De esta manera, deben ser capaces de transmitir
información respecto de los comportamientos que evitan la transmisión del
VIH y otras ITS y de potenciar la reflexión que propicie la detección y el
rechazo a las manifestaciones violentas relacionadas con la sexualidad. Una
sexualidad sana solo será posible si ésta no es ejercida bajo cohesión, miedo
o intimidación.

[103]
Ideas fuerza

• La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables de las


capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal y so-
cial, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social. El bienestar
sexual implica ejercer la sexualidad con libertad, congruencia, integridad y
responsabilidad.
• La existencia de diversos factores individuales, relacionales y culturales
pueden potenciar u obstaculizar la salud sexual de las personas.
• Respecto a la sexualidad de los chilenos, se reconoce que existe un cambio
importante en las nuevas generaciones, como el que se manifiesta en una
menor edad de iniciación. tanto en mujeres como en hombres y la inclusión
de nuevas prácticas sexuales. Sin embargo, sí continúan las diferencias de
género, por ejemplo, en los juicios normativos referentes a tolerancia de la
infidelidad femenina y masculina.
• El VIH/SIDA (y muchas de la ITS) puede prevenirse mediante conductas es-
pecíficas: la abstinencia sexual, el aprendizaje en el uso correcto del condón
y el uso de jeringas desechables, entre otras.
• La violencia sexual degrada la dignidad de las personas. Esta consecuencia
ha sido abordada en la nueva Ley de Delitos Sexuales y encuentra en ella la
posibilidad de sancionar a quienes se involucren en estos actos. Si bien las
sanciones no restituyen el daño por sí mismo, constituyen un paso impor-
tante para potenciar el restablecimiento de la dignidad de las personas.

Para reflexionar:
Mirando el entorno social y personal puede responder las siguientes preguntas:

1. ¿Qué factores protectores estuvieron presentes en su adolescencia y cómo


potenciaron su salud sexual?
2. Respecto a la edad de iniciación sexual, el tipo de prácticas sexuales y los
juicios normativos que se relataron en este texto, ¿cómo se encuentra us-
ted, en comparación con la sociedad chilena?
3. Dadas las conductas preventivas relacionadas con la infección por VIH, re-
flexione sobre la posibilidad que tiene una mujer adulta de implementarlas
mientras se encuentra conviviendo en una relación de “pareja estable”. Aquí
interesa que se ponga en su lugar, que describa los argumentos que debiese
utilizar para favorecer una conversación con su pareja.

[104]
[ Competencias conductuales ]

[Capítulo 6]
Competencias conductuales

Para que un técnico o profesional sea capaz de abordar aspectos relativos a


cualquier materia –y en este caso, a la sexualidad-, no sólo requiere de cono-
cimientos teóricos; son igualmente necesarias actitudes que permitan que ese
conocimiento pueda ser entendido y comprendido por el destinatario. Se ha
comprobado científicamente que las instrucciones médicas son mejor seguidas
por los pacientes, si el profesional de la salud, además de conocer acerca del
mal que les aqueja, es capaz de realizar la atención de salud a través de un buen
trato. Es a estas habilidades o actitudes de buen trato que denominamos com-
petencias conductuales. En su propia experiencia para comprenderlo: si usted
elige de su historia de vida la atención médica que mejor lo ayudó a mejorar su
estado de salud, probablemente seleccione aquella en que fue tratado de buena
forma, escuchado con atención, donde se sintió comprendido por el profesional,
además de ser efectiva en disminuir su malestar. Si vamos a un ejemplo más
cotidiano, piense cuando usted va al almacén o a comprar a alguna tienda, pro-
bablemente volverá a dicho lugar, si es que además de explicarle las ventajas del
producto que está comprando, la persona que lo atendió tuvo un trato amable
y usted sintió que fue comprendido en su necesidad. Lo mismo sucede en un
proceso de ayuda hacia otra persona. En este capítulo abordaremos las compe-
tencias necesarias para ayudar a las personas a enfrentar situaciones referidas
a la sexualidad.

Hoy es frecuente acceder, a través de programas de radio y televisión, así como


en artículos y reportajes de revistas y diarios de gran difusión, a información
vinculada a la sexualidad, lo que facilita que estos temas puedan ser discutidos
entre amigos y, a veces, dentro de la familia, haciendo en última instancia a las
comunidades más capaces de identificar problemas relacionados con este tema.
Esto conlleva la necesidad de estar preparados, atentos y abiertos a generar

[105]
y reforzar conversaciones con nuestros usuarios respecto de inquietudes y
confusiones en este ámbito, independiente de la intervención específica que se
esté realizando.

Para asumir la responsabilidad de informar es imprescindible tener conocimien-


tos sobre sexualidad con el objeto de responder correctamente, sin errores ni
prejuicios, a las necesidades y demandas de los usuarios —mujeres y hom-
bres— que buscan información sobre sexualidad en general, derechos sexua-
les y reproductivos, enfermedades sexualmente transmisibles, incluyendo VIH/
SIDA, entre otros.

Dado que nadie está ajeno a la forma en que las sociedades latinoamericanas
han construido su sexualidad, es aconsejable que los equipos encargados de
actuar como facilitadores de procesos educativos en sexualidad compartan y
conversen respecto de sus propios sistemas de valores sexuales, así como de
mitos y creencias que pudiesen entorpecer su labor, en un marco de respeto por
la diversidad presente en las distintas maneras de vivir la sexualidad.

La labor educacional se verá facilitada, si el equipo profesional actualiza sus


conocimientos en materia de salud sexual y está atento a que la sexualidad es
una construcción social sujeta a diferencias, dependiendo del contexto histórico
y sociocultural desde donde se vivencie. Ello optimizará el trato, la forma de
establecer la relación prestador-usuario creando un ambiente de distensión y
respeto que facilite el intercambio de información libre de prejuicios o discri-
minaciones.

Las intervenciones vinculadas con la salud sexual de mujeres y hombres requie-


ren también considerar la especificidad y delicadeza del tema sobre el cual se
pretende intervenir. Ciertamente, aún para muchos (sean profesionales, técni-
cos o usuarios) el tema de la sexualidad puede producir reacciones encontradas,
tensión, miedo, rabia.

Llegar a hablar acerca de la propia sexualidad implica haber superado diversas


dificultades individuales relativas al temor de ser maltratado, humillado,
castigado y estigmatizado, al ser juzgada la intimidad y la vida sexual. El
profesional no está ajeno a reacciones similares, toda vez que lo desconocido o
diferente produce alguna de las emociones citadas. Si parte desde este punto,
estará más cerca de poder actuar apropiadamente. Muchas veces puede tener
la intención o predisposición a actuar de una manera determinada (a nivel del

[106]
[ Competencias conductuales ]

razonamiento), pero eso puede ser interferido por las emociones que en ese
minuto le perturben (a nivel afectivo). El mundo afectivo no funciona con las
reglas del mundo racional.

Las intervenciones en materia sexual pueden provocar dos reacciones:

• En caso de recibir una buena orientación e información, se motiva a la per-


sona en la prevención y el cuidado de su propia salud y la de su(s) pareja(s)
sexual(es), es decir, en el auto y mutuo cuidado.
• Si el usuario es rechazado, estigmatizado o criticado, puede motivar el re-
chazo total a la información preventiva y al cuidado de la salud propia y la
de su(s) pareja(s) sexual(es).

Es recomendable que las personas que trabajan en la rehabilitación y reinser-


ción de personas con consumo problemático de dogas brinden conocimientos
veraces con una actitud positiva, procurando que tanto sus consultantes como
las comunidades que atienden revisen críticamente y recreen sus propios valo-
res. Esto no significa que no tengan una posición propia al respecto, pero deben
conocerla plenamente para impedir que interfiera en su tarea de facilitadores
individuales y comunitarios.

[107]
1. Habilidades para intervenir

Cualquier tipo de intervención en salud sexual debe potenciar el reconocimien-


to y/o desarrollo de actitudes y valores sexuales, facilitando que el consultante
pregunte, explore y construya su propio sistema de valores o ética personal, de
forma que promueva una conducta consistente con aquel.

Las intervenciones en salud sexual deberán promover el desarrollo y uso espe-


cífico de habilidades personales e interpersonales para el logro de intercambios
sexuales elegidos y satisfactorios, en un marco de autogestión del riesgo.

El logro y mantención de la salud sexual no está ajena a la reflexión en torno a la


influencia cultural y las dinámicas de género que ejercen una influencia cierta en
las vivencias sexuales de hombres y mujeres. Ello implica favorecer el desarrollo
de una conciencia crítica respecto de los roles sexuales que construyan mejores
relaciones entre hombres y mujeres, sobre la base del respeto y la equidad.

A la hora de poner al servicio de los usuarios los conocimientos que el profe-


sional ha adquirido en sexualidad, es importante poseer habilidades comporta-
mentales, cognitivas y afectivas que faciliten esta relación.

Desde esta perspectiva, resulta fundamental centrase en todas aquellas compe-


tencias que debiesen conformar parte del quehacer profesional. Existen diversas
definiciones de competencia en términos genéricos, existiendo en la mayoría de
ellas algunos puntos en común. La competencia se traduce en el desempeño
de una tarea, por lo tanto, se puede observar a través del comportamiento. La
competencia incluye un saber (conocimiento), un saber hacer (procedimientos)
y saber ser (una actitud). A través de las competencias las personas movilizan
sus conocimientos y la manera como hacen las cosas.

Específicamente, las competencias hacen referencia a aquellas conductas, dis-


posiciones, actitudes, que adopta nuestro proceder al momento de poner los
conocimientos al servicio de las acciones ejecutadas.

Entre las diversas competencias describiremos brevemente aquellas que resul-


tan prioritarias en el abordaje de materias en el ámbito sexual, otorgando a las
acciones realizadas un sentido humano y no tan sólo técnico, desde el respeto,
la dignidad y la no discriminación.

[108]
[ Competencias conductuales ]

1.1. Flexibilidad
Es la capacidad para adaptarse y trabajar en distintas situaciones, con personas
y grupos diversos. Supone entender y valorar posturas distintas o puntos de
vista encontrados.

1.2. Respeto a la diversidad

Es la capacidad para aceptar las diferencias. Implica valorar y respetar las dife-
rencias de significado, opinión y costumbres, adaptando el quehacer profesional
y los servicios ofrecidos, de modo de satisfacer las necesidades y respetar los
derechos de cada persona que consulta.

1.3. Comunicación verbal y no verbal

Involucra la habilidad para comunicarse en forma clara y precisa. La comuni-


cación verbal se traduce en fluidez verbal, riqueza de vocabulario, precisión de
los conceptos y palabras utilizadas, así como en la originalidad de las expre-
siones verbales que se emplean. La comunicación no verbal se expresa en el
uso de la mirada y contacto visual, la forma de saludar, la expresividad facial,
la utilización de la sonrisa y los silencios, el tono, timbre y volumen de la voz,
la gestualidad de manos y brazos y la postura corporal de forma pertinente.
Por último, implica la capacidad de adaptar la comunicación al contexto y a las
características del interlocutor.

1.4. Habilidad de escucha activa

Es la disposición a comprender lo que el usuario quiere expresar. Implica la ca-


pacidad de adecuar el mensaje y la forma de comunicación a las características
y necesidades del usuario. Involucra también la habilidad para reconocer cuán-
do es el momento más apropiado para intervenir: hacer preguntas, expresar
ideas, clarificar conceptos, así como la habilidad de acompañar la conversación
del un silencio atento.

1.5. Fomento del empoderamiento

Es la capacidad para generar, fomentar y reforzar en los usuarios, las habilidades


para la toma de decisiones autónomas respecto de su salud. Implica reconocer al
usuario como protagonista de su cuidado, fomentando y respetando sus derechos.

[109]
1.6. Resguardo de la privacidad y confidencialidad

Es la disposición y habilidad para proteger el ámbito privado de los usuarios.


Involucra el respeto por la confidencialidad de la información vertida, la no tras-
gresión de la confianza depositada y la mantención del secreto profesional.

1.7. Orientación al usuario

Hace referencia a la actitud y disposición para satisfacer las necesidades del


usuario, asegurándose de conocer adecuadamente sus expectativas e intentan-
do satisfacerlas.
1.8. Calidad de trato

Se refiere a las características que asume la interacción proveedor-usuario. El


trato de calidad implica dignificar al usuario como persona, más allá de su cali-
dad de portador de una dolencia, enfermedad, o condición particular, buscando
que toda interacción se encamine al fortalecimiento de la individuación y la
autovaloración.

La calidad de trato condiciona, tanto adhesión y protagonismo de los usuarios,


respecto del cuidado individual y colectivo de su salud (cuando es un trato dig-
no), como indiferencia o distanciamiento de la institución (cuando existe mal
trato).

[110]
[ Competencias conductuales ]

2. Desde dónde intervenir

Para realizar abordajes en torno a la salud sexual existen diferentes niveles o po-
sibilidades de intervención, ya sea a través de actividades educativas, consejería
o intervenciones más específicas (terapéuticas). Ahora, es importante recordar
que estas actividades no sólo se orientan a resolver problemas presentes; sino
que prioritariamente buscan la promoción de una visión positiva e integrada de
la sexualidad como parte del desarrollo humano.

Si se coloca el acento en aquellas intervenciones que permitan promover y pre-


venir comportamientos saludables en sexualidad se encontrarán básicamente
dos grandes tipos: La educación y la consejería.

2.1. Educación
Cuando se menciona educación sexual, la mayor parte de la población, sea o no
profesional, tiende a equipararla con un proceso en el que, propositiva y activa-
mente, se contestan preguntas y se proporciona información, hasta ahora muy
relacionada con la reproducción y el riesgo. Sin embargo, la educación sexual es
algo más que esto.

Se puede definir la educación sexual como aquel proceso mediante el cual se


adquieren y transforman, formal e informalmente, conocimientos, actitudes,
valores y creencias respecto de la sexualidad en todas sus manifestaciones, que
incluyen desde los aspectos biológicos y aquellos relativos a la reproducción,
hasta todos los asociados al erotismo, la identidad y las representaciones so-
ciales de los mismos48. Es especialmente importante considerar el papel que el
género juega en este proceso.

Esto significa, en pocas palabras, que todos hemos recibido una educación
sexual que ha configurado, de alguna manera, el modo en que experimenta-
mos nuestra sexualidad. A su vez, todos somos educadores de la sexualidad
de otros. Así, lo que sabemos de sexualidad lo hemos aprendido de diversas
formas.

Llamamos educación sexual informal a la que se da en forma no sistemática,


como parte de la vida cotidiana y que generalmente no tiene propósitos

48. Promoción de la salud sexual. Recomendaciones para la acción. OPS/OMS/WAS, Guatema-


la, 2000.

[111]
definidos. Sin embargo, es la más importante por sus efectos en la vida de las
personas. Algunos ejemplos:

• La forma en la que los padres o aquellos que están cerca de un bebé viven
su propia sexualidad, será aprendida por el niño, dándole una percepción de
que ésta es una experiencia agradable o negativa.
• La manera en que son aceptadas o reprobadas las primeras exploraciones
corporales de niños y niñas. Si existe en la familia vergüenza ante el propio
cuerpo y nunca se nombra a los genitales, es poco probable que pueda
formarse un sentimiento de aceptación del propio cuerpo y de las sensa-
ciones que de él provienen, elementos indispensables para una plena salud
sexual.
• La manera en que se incentiva la continuidad de estudios superiores en
varones, en desmedro de este incentivo en niñas, con la idea de que éstos
serán los futuros mantenedores económicos de sus hogares.
• Como se privilegia el plato más grande de comida para los hombres de la
casa o se defiende (sin que lo pidan) a las mujeres del grupo, son también
formas menos explícitas de aprendizaje de la sexualidad.

Hay otro tipo de educación, la formal, que es aquella impartida dentro del sis-
tema escolarizado, ya sea mediante charlas o talleres, incluidas o no dentro
del currículo. Si bien es cierto que sería de gran conveniencia que en todos los
países existiera educación sexual formal, esta no excluye a la informal que se da
en la familia y la comunidad. Por otra parte, exige la capacitación de un amplio
número de profesores (que en ocasiones no se encuentran técnicamente prepa-
rados para responder en forma adecuada).

Existe un tercer tipo, la educación sexual no formal, que consiste en cursos,


charlas, talleres que se dan a diferentes públicos (como adolescentes, padres,
lideres comunitarios, grupos de mujeres o de hombres), de carácter más bre-
ve que la formal y que si bien pueden contar con objetivos como unidad, no
necesariamente se insertan en una programación a largo plazo. Este tipo de
educación se ve reflejada con frecuencia bajo el alero de una institución no es-
pecializada en educación, como los grupos scout, grupos tutoriales o religiosos,
grupos hip-hop, centros comunitarios, sedes sociales, entre otros.

En todas estas modalidades, la educación puede ser proscriptiva, cuando reprime


y prohíbe; prescriptiva, cuando propone un o unos modelos de la sexualidad
como los adecuados o correctos; y constructiva, cuando permite al individuo

[112]
[ Competencias conductuales ]

autodeterminarse mediante la revisión de sus propios valores y, sobre todo, le


permite tomar decisiones responsables basadas en el análisis de las posibles
opciones.

Una de las formas más comunes de educar en sexualidad es a través de la realiza-


ción de charlas o talleres. Los talleres educativos, para que puedan tener algún gra-
do de efectividad, debieran contemplar, a lo menos, las siguientes características:

• Participativos. Esto significa que su metodología debe permitir que los par-
ticipantes sean sujetos activos en la búsqueda de información, en su evalua-
ción y en las conclusiones a las que lleguen.
• Empoderantes. Es decir, que los talleres sean realizados desde ellos mismos:
con su lenguaje, sus modismos, derivados desde sus necesidades y liderados
por algunos de ellos. Siempre es aconsejable recurrir a pares como educadores.
• Integrales. Que tomen en cuenta todas las variables que influyen en una
problemática. Por ejemplo, si las conductas de autocuidado son difíciles de
implementar porque se entrecruza el tema de la pareja, entonces es nece-
sario incorporar también ese tema a los talleres. Si el alcohol y el abuso de
drogas son factores que impiden asumir conductas preventivas, entonces
debieran ser temas del taller. Así también, hay que cuidar otras variables
que afectan, como el machismo (habrá que integrar el tema de género), la
discriminación (se tendrá que incorporar estrategias para afrontarla), etc.
• Planificados. Esto quiere decir, formular objetivos por sesión, que sean rea-
listas de cumplir en un plazo acotado. Un número adecuado de sesiones,
de forma de asegurar que se mantenga la motivación e interés por asistir a
ellas. Del mismo modo, las sesiones no deben suspenderse, independiente
del número de asistentes. Pero no debe pasarse por alto evaluar el por qué
de las inasistencias, cuando éstas se vuelven frecuentes, pues puede ser ne-
cesario reevaluar las temáticas o metodologías utilizadas.
• Diferenciados. Es necesario considerar estrategias específicas para cada
grupo. Es cierto que en muchos lugares diseñar estrategias tan específicas
se hace difícil por falta de recursos. Sin embargo, es importante tener en
cuenta las diferencias en el diseño e implementación de las intervenciones
para llegar a un mayor número de poblaciones determinadas (niños, jóvenes,
adultos, adulto mayor)
• Comunitarios. Si bien sabemos que trabajar en grupos es lo más eficiente,
es necesario preguntarse si existe la posibilidad cierta que estas personas se
junten en este lugar o será necesario utilizar un espacio inserto en la comu-
nidad. ¿Podrán exponerse en confianza?

[113]
• Respetuosos de la diversidad. Ser capaz de adecuar las intervenciones con-
siderando que las experiencias, vivencias y sistemas de valores sexuales
pueden ser diversos.

Por último, la educación sexual debe contribuir al bienestar, la autonomía y


el desarrollo de los individuos y, por lo tanto, es necesario que sea oportuna,
veraz, integral, libre de mitos y prejuicios, ya que en esta medida actuará como
preventiva de problemas posteriores y conducirá a la salud sexual.

2.2. Consejería
Este término proviene del inglés counseling, que se ha traducido y usado de dis-
tintas maneras —generalmente de forma incorrecta—, como aconsejamiento,
labor de consejo, orientación y acompañamiento.

La consejería, en la atención de salud, es un tipo de intervención a través de la


cual un profesional de la salud informa, orienta y apoya a una persona en su
proceso de despejar una situación que está viviendo y enfrentar el futuro. Por
tanto, la función del consejero se traduce en acompañar y facilitar el proceso
de cambio y toma de decisiones personales en forma constructiva. No es dar
consejos.

La consejería en salud sexual, entonces, cumple una doble función: la promo-


ción y la prevención:

• La prevención: implica compartir información con la gente acerca de com-


portamientos sexuales más seguros, apoyarlos a identificar sus riesgos y a
buscar fórmulas para evitarlos, si así lo desean (por ejemplo, embarazo no
deseado, enfermedades de transmisión sexual, trastornos en la ejecución
sexual, entre otros.)
• La promoción: en este sentido la consejería resulta ser un espacio donde
los consultantes encuentran respuestas e información que les permite re-
conocer y/o construir una ética sexual individual que guiará sus decisiones
en esta materia, en busca de potenciar una vida sexual saludable, enrique-
cedora y gratificante.

Por lo tanto, la consejería no es un espacio para dar consejos, como tampoco


una técnica para resolver los problemas de otros. Tiene como meta proporcionar
elementos a una persona para que enfrente de mejor manera su situación
actual, encuentre medios realistas de resolver problemas y tome decisiones
informadas.

[114]
[ Competencias conductuales ]

Elementos claves de la consejería

• Utilizar un lenguaje descriptivo. Buscar palabras que no connoten juicios o


significados personales que puedan inhibir al consultante. Esto se refleja no
sólo en el tono de voz y la facilidad de abordar el tema, sino también en la
forma en que la exploración es conducida y por los términos que el consejero
elige; por ejemplo, si el consejero usa el término perversiones para denomi-
nar algunas conductas, estará condenándolas de antemano. Si de alguna for-
ma el consultante percibe que no se aprueba un tipo específico de conducta,
será difícil que pueda discutirlo con otros. También es importante usar un
lenguaje que pueda ser comprendido por el consultante, reconociendo y res-
petando el uso de términos del léxico popular. Por otra parte, es conveniente
pedir al consultante que explique en sus propias palabras lo que quiere decir,
ya que en ocasiones no usará los términos con la precisión que el consejero
está acostumbrado y, además, los puede interpretar de otra forma.

• Escuchar en forma activa. Prestar atención a todo lo que dice, hace y expre-
sa el consultante. Mantener el contacto visual y afirmar con la cabeza indi-
cando que escucha y comprende. Parafrasear y sintetizar lo que la persona
ha comunicado, de acuerdo con lo que el consejero interpreta y entiende.

• Realizar preguntas eficaces. Detrás de cada pregunta está la posibilidad de


obtener información y facilitar la comunicación de sentimientos, actitudes
y pensamientos. Hacer siempre preguntas abiertas que le permitan explorar
la mayor cantidad de información posible. Evitar preguntas cuya única res-
puesta sea sí o no. Puede ser muy útil retomar el hilo de lo que la persona
estaba expresando. Hacer una pequeña síntesis que enmarque la pregunta
abierta.

• Facilitar la resolución de problemas. El consejero tiene la labor de facilitar


al consultante la resolución de problemas. Permitir siempre que la persona
exprese lo que le preocupa y/o confunde. Explorar junto con él alternativas
de solución. Facilitar la toma de decisiones analizando posibles temores u
obstáculos. A pesar de la posible angustia del consultante, debe ser él quien
resuelva los asuntos problemáticos; el consejero está allí sólo para facilitar
este proceso.

• Usar adecuadamente el silencio. Éste es una herramienta de gran utilidad,


que estimula los pensamientos y la reflexión. Permite asimilar sin interfe-
rencias las intervenciones que realice como asesor. A pesar de lo incómodo
que puede llegar a ser un silencio prolongado, el consejero debe considerar
en qué momento es útil en función del proceso.

[115]
• Expresar lo que observa. El consejero puede observar y sentir actitudes y ma-
neras de interactuar típicas del consultante en su medio externo. Si alguna de
estas actitudes se plantea como problemática por parte de la persona, puede
retomar la manera como ha actuado en la sesión y utilizarla como herramienta
de análisis.

• Informar clara y concisamente. No olvidar que algunos estados de ánimo pue-


den obstaculizar que se asimile la información. Si el consultante está muy an-
gustiado o deprimido, identificar en primera instancia estos sentimientos, antes
de brindar cualquier información, ya que fácilmente puede perderse. Una vez
que esté garantizado algún nivel de tranquilidad, brindar la información clara,
concisa y brevemente. Ser creativo.

• Reformular lo que el consultante trae a la sesión ayuda al consejero a clarificar


y al consultante a concretar lo que le preocupa. Al clarificar y establecer qué es
lo prioritario a analizar, se empieza a hablar en los mismos términos y se facilita
establecer una meta común durante las sesiones de asesoría.

• Identificar y aclarar. La persona que llega a pedir ayuda puede estar confundida.
El consejero está allí para clarificar lo que él le expresa. Puede trabajar sobre
temores o inquietudes que la persona tiene. Cuando logra identificar los
temores y lo que el consultante define como algo problemático, puede reducir
notablemente la ansiedad.

• Tranquilidad. El consejero tranquiliza a su consultante cuando valida sus senti-


mientos y temores. Expresar esto abiertamente. Puede informar y aclarar posi-
bles ideas o conceptos erróneos que la persona maneje.

• Sinceridad. Es necesario que el consejero se convierta en un puente hacia la rea-


lidad. Está allí para confirmar una realidad y facilitar que la persona la acepte.
Pero no olvide que la empatía es un requisito y que debe evaluar en qué mo-
mento la persona está un poco más fortalecida para empezar a trabajar en ello.

• Confrontar. La negación y la distorsión de la realidad son reacciones típicas en


momentos de crisis. El consejero debe confrontar a su consultante con actitudes
y comportamientos que pongan en juego su bienestar físico y psicológico o el de
otros.

• Mantener el hilo. Es función primordial del asesor mantener el hilo del discurso,
ya que en ciertos estados afectivos es muy fácil que la persona disgregue su
conversación.

• Sintetizar. Al término de la sesión es conveniente hacer un breve resumen de lo


que se discutió y lo que se concluyó. Si se considera importante continuar con
otro tema durante la sesión, es aconsejable sintetizar e introducir el nuevo tema.

[116]
[ Competencias conductuales ]

Ideas fuerza

• A la hora de educar en sexualidad es importante conocer el propio sistema


de valores y así respetar con mayor facilidad el de los otros.
• Actualizar conocimientos también implica hacerse parte del cambio socio-
cultural que conlleva la vivencia sexual.
• No respetar el sistema de valores sexuales de otros puede hacer que estos
se cierren a información valiosa para su auto y mutuo cuidado.
• Educar en sexualidad no solo implica traspasar información, sino poseer
habilidades que permitan poner como protagonista a los propios usuarios.

Para reflexionar
En un mundo cada vez más globalizado y tecnologizado, los sistemas de valores
sexuales se construyen tanto con información local como de otras partes del
planeta y las herramientas comunicacionales van traspasando la barrera de lo
presencial. En estas condiciones ¿qué se puede hacer para conocer el sistema de
valores de las nuevas generaciones?, ¿a qué desafíos impulsa esta construcción
de la vivencia sexual sin fronteras?

Cada vez que encontramos a alguien que piensa muy distinto suceden cosas en
nuestro comportamiento que muchas veces no podemos controlar, por ejem-
plo se nos cae la cara o nos genera mucha rabia. ¿Qué podemos hacer para no
intentar transgredir lo que el otro piensa y respetar nuestro sistema de valores?

[117]
[Capítulo 7]
Orientaciones técnicas para la acción
Manejo técnico de las principales necesidades en salud sexual
de las personas con consumo problemático drogas

La información y orientación en sexualidad es un derecho de todas las personas,


que implica ser acompañadas y contar con situaciones de aprendizaje significa-
tivas, que le permitan a cada individuo ir integrando esta dimensión en su ser
personal y social a lo largo de las distintas etapas de su vida.

Del mismo modo, abordar las preocupaciones y los problemas que atañen la
salud sexual resulta fundamental, no sólo porque éstos pueden quebrantar la
salud general de la persona, la familia y la sociedad, sino también porque pue-
den indicar, ocasionar o perpetuar otros trastornos en la persona, la familia y
la comunidad.

La rehabilitación integral de las personas que consumen drogas debe tomar en


cuenta tanto los antecedentes que llevan a esta conducta, como los mecanis-
mos de mantención y las consecuencias derivadas del consumo. En este sentido,
algunas investigaciones demuestran que entre los antecedentes del consumo
problemático de drogas pueden encontrarse diferentes fenómenos asociados a
la sexualidad -abuso, violencia y/o comercio sexual-, por ejemplo. En cuanto al
mantenimiento49, se afirma que algunas personas recurren al comercio sexual
como forma de conseguir recursos para solventar el consumo. Asimismo, el
consumo problemático puede vulnerar diferentes aspectos de la salud sexual
de las personas. Eventos como la prevención del VIH u otras ITS (infecciones de
transmisión sexual), evitar el embarazo no planificado e incluso la posibilidad
de negociación y consentimiento de un encuentro sexual se verán disminuidos
mientras se está bajo la influencia de drogas. Estas tres circunstancias -ante-
cedentes, mantención y consecuencias- del consumo problemático de drogas

49. http://www.onusida.org.co/psicoactivos.htm

[118]
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

fundamentan la necesidad de abordar aspectos relativos a la salud sexual de las


personas durante su tratamiento y rehabilitación y desafía a los equipos encar-
gados a desarrollar competencias actitudinales y técnicas que apoyen este fin.

En este capítulo se entrega información sobre competencias técnicas que el


profesional necesitará poner en escena cuando desee establecer una consejería
en sexualidad a nivel individual, o bien cuando requiera trabajar grupalmente
alguna temática ligada al ámbito sexual. Se han seleccionado los temas a tra-
bajar de acuerdo a las necesidades percibidas por los equipos en la atención de
diferentes poblaciones de consumidores. Las competencias técnicas presenta-
das no agotan de modo alguno el sinnúmero de quehaceres que implica trabajar
facilitando el desarrollo integral de la sexualidad de otros.

1. Competencias técnicas para el trabajo individual

En el capítulo anterior se analizó el concepto de competencia, aludiendo a un


saber hacer, que implica manejo de conocimientos (saber), habilidades técnicas
(saber hacer) y actitudes (ser) integradas en un todo, capaz de generar un des-
empeño exitoso frente a una tarea requerida.

Probablemente en la vida profesional se han ido adquiriendo conocimientos


respecto de la temática sexual, en sus distintas dimensiones, que permiten ela-
borar determinadas reflexiones a propósito de las vivencias de los consultantes.
Es posible que ello haya generado interés respecto de cómo abordar el tema e
inquietud por cómo elaborar un proceso conversacional capaz de recabar infor-
mación, confrontar creencias y aportar al desarrollo de una vivencia saludable
y gratificante en términos sexuales.

En este sentido más de alguna, y a pesar de poseer los conocimientos necesa-


rios, ello no se traduce en una habilidad técnica, en una destreza capaz de ser
puesta en marcha en una situación de atención con los consultantes.

A continuación se presentan tres competencias técnicas para el trabajo indi-


vidual, que deberían potenciar la función de acompañar la vivencia sexual de
los usuarios y facilitar, en los casos necesarios, el proceso de cambio y toma de
decisiones sexuales personales en forma constructiva.

[119]
1.1. Recopilar información sobre la condición de salud sexual

Una competencia técnica básica para incorporar el ámbito de la sexualidad de


forma constructiva en la atención integral entregada a las personas con con-
sumo problemático de drogas, tiene que ver con la habilidad para ejecutar un
proceso conversacional que permita recoger información sobre el estado de
salud sexual de los usuarios.

Dicho proceso de diálogo deberá considerar la presencia de algunas actitudes


que favorecerán una conversación respetuosa, libre de discriminaciones y pro-
motora del diálogo. Así, como punto de partida es necesario explicitar la confi-
dencialidad de la información vertida, así como la disposición a comprender lo
que el usuario quiere expresar, valorando y respetando las diferencias de signi-
ficado, opinión y costumbres. El profesional debe revisar también su capacidad
para comunicarse de forma clara y precisa, adaptando la comunicación al con-
texto y a las características del interlocutor y buscando que toda interacción se
encamine a fortalecer la individuación y la autovaloración en materia sexual.

Al ejecutar esta competencia los profesionales y técnicos contribuyen, en la


atención directa, a la evaluación del nivel de salud sexual de los usuarios, iden-
tificando sus factores de vulnerabilidad.

Esta competencia técnica implica la evaluación de diferentes aspectos de la


vivencia sexual, tales como:
· Las características particulares del proceso de desarrollo psicosexual.
· La presencia/ausencia y tipo, si aplica, de eventos y situaciones coercitivos
en la vida sexual.
• El nivel de satisfacción en la vida sexual.
• La presencia de enfermedades o patologías asociadas al ámbito sexual.

1.1.1.¿Cómo indagar sobre desarrollo psicosexual?

El desarrollo psicosexual es el proceso en el cual hombres y mujeres adquieren


un status sexual a través del aprendizaje de una identidad y un rol, así como de
la definición de los sujetos/objetos a los cuales se dirigirá el impulso sexual. En
este mismo proceso las personas aprenderán de prácticas sexuales y definirán
cuáles serán incorporadas a su repertorio sexual, así como definirán un sistema
de valores sexuales que regirá la forma en la cual se normará el afecto y el ero-
tismo en sus vivencias sexuales.

[120]
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Por tanto, para conocer las particularidades de este proceso será necesario:

• Reconocer la identidad de género del consultante. Si bien puede resultar


obvia su identidad de género, al analizar tan sólo la forma en la cual la
persona se refiere a ella misma, en niños pequeños puede ser necesario
realizar algunas preguntas para confirmar tal identidad. La identidad puede
ser distinta a los aspectos físicos que se observan, es decir, un sujeto feno-
típicamente niño puede sentirse niña y viceversa.
• Reconocer las características particulares del rol de género. Todas las per-
sonas construyen una forma particular de ser hombre o mujer. Conocer
las características y los significados asociados al ejercicio de rol, masculino
o femenino, entrega información respecto de lo permitido o prohibido en
la propia actuación, así como las características que se ponen en juego en
la relación entre los géneros. Aspectos como “eso no lo hacen los hom-
bres”, “lo hago porque así se comportan las mujeres” evidencian una serie
de prescripciones al comportamiento que puede ser información relevante
respecto de vulnerabilidades, en el ámbito de la actividad sexual propia-
mente tal.
• Indagar sobre la historia de aprendizajes en el terreno de la práctica sexual.
Quiénes fueron los primeros objetos de atracción, en qué circunstancias
comenzaron las exploraciones corporales, los significados asociados a la
entrega sexual o quienes fueron referentes importantes a la hora de apren-
der como tener un encuentro sexual, resultará información relevante para
evaluar las condicionantes que participaron en la forma en que hoy se vive
y significa el acto sexual.
• Características relevantes del inicio de la actividad sexual y tipo de prácti-
cas ejecutadas. La pregunta sobre a qué edad se inició la actividad sexual
puede resultar insuficiente para estos fines. El motivo por el cual se inició
la vida sexual, las circunstancias personales y del entorno que rodearon
los primeros acercamientos sexuales, la cualidad de la vivencia (positiva o
negativa), las expectativas con las cuáles se comenzó la actividad sexual,
el tipo de sensaciones acontecidas, así como los sentimientos involucrados,
será información relevante que permitirá comprender la vivencia sexual en
la actualidad. Del mismo modo, el tipo de prácticas sexuales ejecutadas,
las circunstancias en las cuales fueron aprendidas, la presencia de consen-
timiento, así como el nivel de agrado y desagrado con ellas, podrá entregar
una idea del repertorio sexual que la persona pone en juego, o desearía
poner en juego, en sus encuentros sexuales.
• Significados y valores asociados a la esfera sexual. Durante el desarrollo

[121]
psicosexual las personas van definiendo también, a partir del particular
proceso de socialización y de la influencia de las historias individuales, los
valores y principios sobre los cuales cimentará su accionar sexual. En este
sentido, indagar sobre el tema valórico implicará conocer los motivos y
explicaciones que las personas se dan para hacer o no hacer en el terreno
sexual, los contenidos asociados a determinadas decisiones tomadas en el
espacio sexual; los permisos y censuras que las personas colocan en el es-
pacio íntimo, entre otros.

Esta primera indagación permitirá conocer y comprender de mejor forma las


características particulares del desarrollo sexual del usuario, al mismo tiempo
que permitirá reconocer aquellos factores de vulnerabilidad acontecida y el pa-
pel que pudiese jugar el consumo problemático en la esfera sexual.

1.1.2. ¿Cómo abordar la presencia potencial de eventos coercitivos en la esfera sexual?

Indagar sobre eventos de abuso o violencia sexual en el desarrollo psicosexual


no será tema fácil y requiere de un encuadre que sitúe el proceso de toma de
decisiones consentidas en el terreno sexual como un factor necesario de tener
en cuenta respecto del autocuidado. Del mismo modo, se necesita la destreza
para reconocer cuándo es el momento más apropiado para intervenir, así como
de la habilidad de acompañar la conversación de un silencio atento.

Una forma de abrir una conversación respecto del tema será declarar que en
algunas situaciones las personas experimentan encuentros sexuales en los cua-
les no han podido decidir si desean participar de ellos o bien no han podido
consensuar hasta dónde desean llegar en esa interacción. Una introducción de
este tipo permite abrir un espacio menos limitado al concepto común de abu-
so sexual, al mismo tiempo que permite que la persona se pregunte de forma
más amplia respecto del nivel de consentimiento que ha podido ejercer en sus
relaciones sexuales.

Será necesario esclarecer ciertas particularidades de estas situaciones:

• La capacidad para negociar el momento, tipo y límites de la actividad eró-


tica. En ocasiones, más allá de poseer la habilidad para poner límites en los
encuentros sexuales, la situación no permite ejercer esa habilidad. Circuns-
tancias de abuso, violación o violencia acontecidas en un contexto de agre-
sividad o peligro (real o imaginario) podrán poner en duda esta capacidad.

[122]
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

He aquí el concepto de víctima como noción reparatoria en estos casos.

• Presencia/ausencia de habilidades de negociación sexual. En otras situacio-


nes y frente a actividades sexuales supuestamente consentidas, las perso-
nas pueden tener dificultades en negociar los límites y prácticas sexuales
acontecidas. Las características que asume la relación entre los géneros
para la persona y los mandatos respecto de lo que se debe o no hacer en el
terreno sexual, según se es hombre o mujer, pueden jugar un rol fundamen-
tal en el aprendizaje y puesta en escena de esta habilidad. Preguntas como
¿participó Ud. en la decisión respecto del momento en el cual ocurriría el
encuentro?, o ¿puede Ud. elegir lo que hará o la práctica sexual que se lle-
vará a cabo en sus encuentros sexuales? O también ¿qué factores cree Ud.
que pueden afectar su capacidad para decidir lo que ocurrirá en su encuen-
tro sexual?, pueden apoyar una reflexión conjunta con el usuario, respecto
de la relevancia de esta habilidad en términos de calidad del encuentro
sexual como también de autogestión del riesgo.

1.1.3. ¿Cómo dialogar respecto del nivel de satisfacción en la esfera sexual?

La satisfacción es un concepto subjetivo que implica la conjunción de una serie


de indicadores personales y particulares que otorgan un valor positivo y sufi-
ciente para satisfacer una expectativa, en este caso, respecto de lo que se espe-
ra de la vivencia sexual y de la propia actuación en ésta. Sin embargo, existen
algunos hechos objetivos que pueden ayudar a las personas en la evaluación de
su calidad de vida sexual. Así, cuando evaluamos el nivel de satisfacción de la
vivencia sexual podrá ser de utilidad:

• Que el usuario se pregunte sobre el nivel de satisfacción respecto de su des-


empeño sexual. En este punto, preguntas tales como ¿qué características
describirían mejor cómo es usted en el espacio íntimo?, o ¿está conforme
con la manera en que tiene encuentros sexuales, cambiaría algo? Y también
¿qué modificaría en sus encuentros sexuales de manera que le reporten
mayor satisfacción?, podrán de ser de utilidad para evaluar el grado en que
su usuario está satisfecho con su desempeño en un encuentro sexual.
• Evaluar en qué medida existe satisfacción respecto del repertorio de prác-
ticas sexuales que está ejecutando en sus encuentros sexuales. Valorar si
lo que tiene lugar en el encuentro sexual reporta satisfacción implicará
realizar preguntas tales cómo ¿podría describirme qué tipo de prácticas
sexuales le son del todo agradables?, ¿alguna práctica de las que usted lleva

[123]
a cabo habitualmente en el espacio sexual le ocasiona incomodidad o no le
gusta?
• Analizar conjuntamente el nivel de satisfacción que posee respecto de las
medidas de autocuidado que está implementado en el espacio sexual. Eva-
luar la habilidad para la autogestión del riesgo en materia sexual y repro-
ductiva es un punto relevante para apreciar la condición de salud sexual de
nuestro usuario. Preguntas tales cómo ¿considera apropiado utilizar me-
didas de protección para las ITS?, ¿qué medida utiliza actualmente?, ¿le
parece pertinente decidir el momento en el cual desea asumir su materni-
dad/paternidad?, ¿qué medida utiliza usted para prevenir un embarazo no
planificado?, ¿qué situaciones le parecen difíciles para gestionar el riesgo en
materia sexual? O bien, ¿puede describir alguna situación en la cual se haya
percibido capaz de negociar una práctica sexual sin riesgo?
• Evaluar la satisfacción autopercibida respecto de las habilidades de nego-
ciación expuestas en los encuentros sexuales. Las habilidades de negocia-
ción sexual se ponen en juego tanto respecto de respetar los límites per-
sonales de un encuentro sexual, como en la capacidad para consensuar el
momento, el tipo y forma que se desea tener un encuentro íntimo placen-
tero. Serán de utilidad preguntas tales cómo ¿en sus relaciones sexuales
puede usted solicitar un tipo de práctica sexual que sabe le reporta placer?,
¿puede describir cómo le hace saber usted a su compañero sexual que algo
no le está provocando agrado?, ¿se siente capaz de definir su experiencia
sexual de acuerdo a lo que le resulta apropiado hacer o no hacer con su
compañero sexual?

1.1.4. ¿Cómo poder evaluar si existe alguna enfermedad asociada al ámbito sexual?

En este caso, preguntas muy simples pueden entregar información relevante


respecto de la influencia de ciertas condiciones de no salud en la calidad y nivel
de salud sexual de los usuarios. Preguntas tales como: ¿alguna vez ha tenido
alguna secreción extraña en sus genitales, puede describirla?, ¿ha sentido dolor
en su actividad sexual, en qué momento?, ¿ha percibido cambios en sus genita-
les, puede describirlos?, ¿padece de alguna enfermedad crónica como diabetes,
hipertensión u otra? Será necesario preguntar sobre uso y abuso de distintos
tipos de sustancias y fármacos, más allá del consumo problemático identificado
de modo de determinar el efecto de otras sustancias en la esfera sexual.

[124]
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

1.2. Ejecutar la entrega de información cara a cara sobre salud sexual

Cuando se entrega información cara a cara sobre salud sexual significa que hay
un usuario que la solicita. Pueden existir infinidad de situaciones que la estimu-
len a ello. La labor del consultor será mejorar el nivel de información de esas
personas, de acuerdo a las necesidades específicas que surgen en dicha interac-
ción. Ahora bien, la acción de entregar información cara a cara puede dirigirse a
un individuo, pareja o familia.

Antes de explicar esta competencia, es importante abordar las actitudes50 ne-


cesarias para realizar la entrega de información de manera más adecuada. Tal
como lo vio en el primer capítulo, los temas relativos a la sexualidad y, más
específicamente, a la salud sexual, están cruzados por la cultura. En Chile, estos
asuntos tienen un estigma particular. En general, cuesta hablar de las propias
prácticas, deseos y miedos en materia de sexual. Entonces, la primera recomen-
dación es propiciar la comunicación a través de la habilidad de escucha activa.
Este primer paso ayuda a hacer sentir al usuario que está siendo escuchado.
Además, será necesario tener una actitud flexible, es decir, con capacidad de
entender posturas distintas o puntos de vista encontrados, lo que en sexualidad
es todo un desafío. Ser flexibles conecta directamente con el respeto a la diver-
sidad, que va más allá de tolerar lo que el otro piensa y cree; es decir, también
implica valorar esa diferencia. Por último, será necesario tener algún cuidado
con lo que se denomina el ámbito privado de las personas, es decir, plantear
el resguardo de la privacidad. Es muy posible que alguien que tiene dudas o in-
quietudes en salud sexual también deba comunicar información personal como
parte del proceso de aclarar dichas interrogantes y, por ello, resulta fundamen-
tal que se tenga y explicite la confidencialidad de los datos.

Ejecutar la entrega de información cara a cara es una competencia que conlleva


varios elementos que se pueden desglosar en:

• Detectar necesidades de información sobre salud sexual.


• Definir las acciones de información.
• Realizar la acción de informar cara a cara.
• Confirmar con los usuarios la satisfacción de las necesidades de informa-
ción sobre salud sexual.

50. Actitudes o “Competencias conductuales”. Para ver las definiciones, ir al capítulo VI.

[125]
Si bien es crucial que estos cuatro elementos estén presentes para satisfacer las
dudas e interrogantes de los usuarios, no es necesario que se den de la manera
secuencial que aquí se presenta.

1.2.1. ¿Cómo se detecta la necesidad de información sobre salud sexual?

Muchas veces las personas que requieren información comienzan haciendo pre-
guntas sobre algún asunto específico. Una de las formas de detectar lo que la
persona requiere saber es escuchando atenta y activamente lo que dice. Este
proceso es quizás el más decisivo, pues ayuda a delimitar el campo de acción del
profesional. Uno de los errores que se puede cometer, si no se escucha adecua-
damente, es responder aquello que no se está preguntando, o bien, responder
más información de la que la persona está preparada para recibir.

• Las necesidades de información pueden ser identificadas a través de pre-


guntas directas. Si bien parece obvio, es una de las principales vías de ac-
ceso a las necesidades de información. Si el usuario hizo alguna pregunta,
es pertinente responderle y, luego, realizar preguntas que ahonden en la
temática de la inquietud. En algunas oportunidades nos encontraremos con
personas que tienen el valor para formular una sola pregunta, esperando
que el consejero vuelva sobre el punto; en otras ocasiones, sólo se hará una
pregunta y si ésta es respondida cabalmente, es posible que ya no queden
dudas. Lo importante es respetar lo que la otra persona diga. Por ejemplo:
-¿Es cierto que las personas con abuso de drogas tienen dificultades en el
funcionamiento sexual?
-¿Es la drogadicción intravenosa la más segura forma de adquirir el virus
que causa el SIDA?
-¿El uso prolongado de la marihuana puede disminuir el deseo sexual?

• Las necesidades de información pueden ser deducidas a través de la


conversación. Una de las capacidades de un buen facilitador es entrenarse
en deducir cuáles son las dudas que tiene la persona en tratamiento. Claro
que esa capacidad debe fundamentarse en situaciones concretas. Por
ejemplo, se puede encontrar que dentro de una conversación la persona
se manifieste ignorante de algún aspecto, pero no formule una pregunta
específica. La labor consiste entonces en detectar ese vacío de información.
Ahora bien, esto no implica estar descifrando cada inquietud como un área
a intervenir. Es necesario un equilibrio entre la deducción correcta y la
inferencia equivocada.

[126]
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

• Las necesidades de información deben ser confirmadas. En cualquiera de los


dos casos anteriores, siempre es recomendable confirmar lo que la persona
manifiesta como inquietud, duda o necesidad en materia sexual. Y esta
constatación debe hacerse antes de contestar, antes de entregar la informa-
ción. Por supuesto que existirán ocasiones donde no será necesario confirmar
la necesidad (por ejemplo, cuando la pregunta de la persona es directa y la
respuesta es breve y acertada); pero en muchas oportunidades se encontrará
personas que encubiertamente solicitan mayor información y ahí será muy
importante confirmar la necesidad de explicación de ese usuario.

Las preguntas para detectar necesidades de información en materia sexual de-


ben ser directas, serias y simples. La salud sexual abarca una gran diversidad
de temas, la mayoría de los cuales son posibles de tergiversar y connotar de
manera irónica; la recomendación en este punto es no adulterar el tono. Es
decir, tomar en serio el cuestionamiento. Ninguna pregunta es tonta, ridícula o
inadmisible.

1.2.1. ¿Cómo se definen las acciones de información en salud sexual?

Luego de haber recibido las inquietudes del usuario, se pueden encontrar al


menos dos caminos: se conoce la respuesta o no se está en condiciones de res-
ponder porque no se tiene la información suficiente. En el primer caso se deberá
evaluar dos aspectos:

• La pertinencia de las acciones para informar.


• Seleccionar las acciones de información de acuerdo a las necesidades, re-
cursos e impacto posible.

Ambos pasos son necesarios. Por ejemplo, si alguien pide información relativa
al Test de Elisa para detectar el VIH porque compartió una jeringa con una per-
sona que vive con el VIH, se le puede entregar la información que aparece en
el capítulo V relacionada con la transmisión. Pero, además, se le puede propor-
cionar más información, dependiendo de su pertinencia; por ejemplo, se le puede
decir que la única forma de averiguar si alguien adquirió el VIH es a través de exa-
men y que éste está disponible de forma gratuita en los servicios de salud del país.

En caso de no tener información suficiente, será necesario reconocerlo, pero a


la vez hacer un compromiso de conseguirla en otro momento, o bien, en otro
lugar (por ejemplo, consultorio, teléfonos de ayuda, páginas de Internet, etc.).

[127]
Otra posibilidad es hacer partícipe a la persona de su necesidad de información,
es decir, fomentar su empoderamiento. Esto implica reforzar y guiar la habili-
dad del usuario para que sea la misma persona quien obtenga la información,
otorgándole pautas de búsqueda e, incluso, acompañándola en dicho proceso.

1.2.3. ¿Cómo se realiza la acción de informar cara a cara en salud sexual?

Como facilitadoras de un proceso de cambio respecto del consumo problemáti-


co de drogas, las personas pueden poseer mucha información referida a diversos
temas (drogas, violencia sexual, mitos de la sexualidad, VIH/SIDA). Sin embargo,
si es transmitida de forma inadecuada, todo ese conocimiento termina por no
ser importante. Por ello, cuando se informa a otros es importante hacerlo con
las siguientes indicaciones:

• La entrega verbal de información requiere que se realice utilizando un len-


guaje adecuado a la población objetivo. Es distinto cuando el mensaje está
dirigido a niños/as, seres adultos, personas jóvenes, privados de libertad o
personas de culturas distintas, entre otros. Por ello, el vocabulario del pro-
fesional debe adaptarse, pues será la forma que la información llegue a su
destino.
• Adoptar una postura, voz y gestualidad que favorecen la comprensión de
los contenidos.
• Si es posible, entregar o complementar la información con apoyo visual
(diagramas, muestrarios, fotografías, etc.).
• Por otra parte, siempre que se tenga algún documento, es pertinente entre-
gar o complementar la información con material escrito.

1.2.4. ¿Cómo se confirma con los usuarios la satisfacción de las necesidades de información
sobre salud sexual?
Dentro de todo este proceso, el último paso implica corroborar que la informa-
ción entregada satisface la necesidad de los usuarios. Si bien ello parece obvio,
se puede olvidar. Además, esta constatación es de vital importancia, pues sirve
para retroalimentar la acción. Como se dijo anteriormente, se puede poseer la
información para satisfacer las inquietudes de otras personas. Sin embargo, si
el proceso falla en alguna parte (detección de la necesidad, definir el contenido
de lo que se va a entregar o la forma de hacerlo) el conocimiento que se posee
puede servir poco o nada. Es en esta última acción donde se verifica si el proce-
so completo tuvo un resultado positivo.

[128]
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

La acción de corroborar conlleva dos aspectos:

• Confirmar la comprensión de la información por parte de los usuarios.


• Confirmar la satisfacción de la necesidad de información de los usuarios, a
través de preguntas.

Ambas acciones son distintas. Si la persona no ha comprendido la información,


su necesidad tampoco ha sido satisfecha. Pero puede suceder que comprenda
lo que se le ha transmitido y, a pesar de ello, no satisfaga su necesidad. Incluso,
el hecho de recibir información puede generar nuevas necesidades. Por eso, el
proceso habrá concluido sólo cuando ambas acciones hayan sido confirmadas.

1.3. Identificar factores protectores y de riesgo para la salud sexual y reproductiva

Como ya se mencionó en el capítulo V, es relevante reconocer cuáles son las


condiciones individuales y sociales que operan en el mantenimiento de la salud
y bienestar (factores protectores) y cuáles condiciones pueden afectar y es ne-
cesario controlar y evitar (factores de riesgo).

Para evaluar una conducta, ya sea de riesgo o protectora, es necesario tener


en cuenta que todo comportamiento es parte de una secuencia compleja de
eventos que se insertan en un contexto relacional y físico dado. Que dicho com-
portamiento posee consecuencias para la persona, que hacen que éste se man-
tenga en el tiempo y que lo establecen como más o menos resistente al cambio.
Por lo tanto, todo comportamiento puede ser multi-causado y poli-reforzado.

Un requisito indispensable a la hora de poder evaluar un comportamiento, es


partir desde el desconocimiento de sus antecedentes y consecuencias, no in-
tentando adivinar por qué se realiza, se mantiene en el tiempo, su frecuencia
o su intensidad; tratando de preguntar desde una ingenuidad respetuosa de la
diversidad y preocupada de la individualidad de las personas.

A la hora de recopilar esta información es importante potenciar las habilidades


de escucha activa, respeto a la diversidad, comunicación verbal y no verbal y
resguardo de la privacidad que fueron mencionadas en el capítulo VI y que
ayudarán a generar un contexto que permita que la persona pueda entregar
información lo más descriptiva posible.

[129]
La indagación de estos factores busca establecer una fotografía actual de la
persona con el fin de reconocer qué eventos biológicos, comportamientos, pen-
samientos, emociones, relaciones afectivas y sociales, factores culturales o aso-
ciados al entorno, puedan estar involucrados en la mantención o pérdida de su
estado actual de salud sexual y/o reproductiva.

1.3.1. ¿Cómo preguntar sobre factores protectores y de riesgo?

Al realizar preguntas para indagar estos factores hay que tener en cuenta que
en la temática sexual existen algunos temas, áreas o palabras que pueden com-
plicar la especificidad del relato. As, en nuestro país es de uso común la utili-
zación de muletillas en el lenguaje que pueden inducir a error en la indagación.
Términos como tirar pueden reflejar comportamientos tan diversos como be-
sarse o tener una práctica coital.

Dentro de los factores asociados al individuo mencionados en el capítulo V se


observa que los de orden más biológico (médico) poseen menos carga para las
personas, ya que estos les han sido consultados con mayor frecuencia, tanto a
nivel profesional como cotidiano. Por ejemplo, ¿existen enfermedades que se
repitan dentro de su familia (diabetes, cáncer, hipertensión)? son preguntas de
uso cotidiano que no representan gran problema responder.

Sin embargo, preguntas asociadas a la presencia de ITS (infecciones de trans-


misión sexual) como herpes genitales, sífilis, gonorrea o VIH/SIDA, fimosis (es-
trechez del prepucio) o presencia de una patología psiquiátrica diagnosticada,
pueden representar una amenaza, si no se ha contextualizado previamente las
razones de la indagación, el fin de la información solicitada y una declaración
explícita de confidencialidad que permita a la persona responder en un contex-
to de cuidado y respeto.

Otra dificultad importante cuando se pregunta por los factores del individuo
puede estar en las preguntas relacionadas con las prácticas sexuales de las per-
sonas, que además de necesitar el encuadre ya mencionado, requieren de una
descripción mayor para no caer en errores de interpretación. Por ejemplo, si
sólo se habla de tener sexo o hacer el amor se puede llegar a prácticas tan
diversas como besarse, tocarse con o sin ropa, penetración vía oral, vaginal o
anal, etc. que podrían llevar a categorizar equivocadamente el comportamiento
como de riesgo o protector.

[130]
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Esta necesidad de mayor descripción puede resultar incomoda o molesta para


las personas y, por tanto, es necesario redoblar esfuerzos en preguntar con un
lenguaje comprensible para el usuario, que sea descriptivo y no enjuiciador. Por
ejemplo, la simple pregunta ¿aún eres virgen?, conlleva una serie de asocia-
ciones que pueden complicar la búsqueda de información. Así, ser o no virgen
puede hacer pensar a los otros que es una categoría deseable, que es positivo
serlo o que los encasilla en un grupo al que quieren o no pertenecer. Además,
la palabra virgen puede estar asociada a la religión y, por tanto, hacer sentir a
la persona como en falta si no posee esta característica. La categoría virginidad
no otorga por sí misma ausencia de prácticas penetrativas. De hecho, hoy en día
es frecuente entre las adolescentes tener prácticas penetrativas vía anal para
mantener la virginidad.

Entonces, para poder indagar sobre las prácticas sexuales de las personas, es
necesario preguntar por el comportamiento directo más que por categorías.
Por ejemplo, ¿has tenido relaciones sexuales (penetrativas, vaginales, orales o
anales)? Luego se puede preguntar por los comportamientos de cuidado o de
riesgo, como por ejemplo, ¿usas algún método anticonceptivo o condón (siem-
pre, en ocasiones)?, ¿en cuáles sí y en cuáles no?

Otra área que debe abordarse tiene relación con las diferencias de género de
los usuarios. Por ejemplo, si deseamos evaluar la capacidad y habilidad para ne-
gociar una práctica sexual consentida, hay que realizar este tipo de preguntas
tanto a hombres como mujeres. Si bien en Chile es mayor el número de mujeres
que se somete a prácticas sexuales no totalmente consentidas, los hombres no
están ajenos y los patrones de crianza más machistas limitan la toma de deci-
siones respecto del libre ejercicio de la actividad sexual.

El establecimiento de un factor de riesgo o protector debe ser hecho a la luz


de toda la información recabada y no de cada comportamiento en si mismo.
Así, para poder evaluar si tener relaciones sexuales vía anal es de riesgo, es
necesario contar, por ejemplo, con la información del uso de preservativo, del
consentimiento de la práctica, del entorno donde se realiza y de la valoración
que le da el usuario, entre otros factores.

[131]
Metodologías

2. Metodologías para el trabajo grupal

Las metodologías de trabajo grupal permiten establecer una relación de diálogo


entre quienes componen un grupo. La aplicación de estas metodologías posi-
bilita el aprendizaje desde las experiencias propias y las de otros, diferenciando
los diversos puntos de vista y potenciando la reflexión individual para adquirir
aprendizajes significativos.

Las metodologías de trabajo grupal que se proponen a continuación buscan


sensibilizar, generar conocimientos y confrontar actitudes y creencias frente a
la sexualidad, propiciando en los participantes su empoderamiento para decidir
en forma autónoma respecto de las propias vivencias sexuales. La aplicación
de estas metodologías, traducidas en actividades específicas, busca aportar al
fortalecimiento de factores protectores y la prevención de riesgos para la salud
sexual, generando actitudes favorables hacia el autocuidado que se traduzcan
en la posibilidad de vivir una sexualidad segura y placentera, libre de coerción,
discriminación y violencia.

La población hacia la cual se dirigen estas metodologías puede estar compuesta


por grupos específicos de usuarios de los centros o por miembros del equipo
técnico del centro en se desempeña el consultor. Los grupos pueden ser mixtos
o divididos por sexo, de acuerdo a las características de la población usuaria y/o
a los tópicos y objetivos que se persigue trabajar. Las metodologías referidas
pueden también aplicarse en el contexto de una jornada de trabajo o taller, se-
leccionándose aquellas que resultan más atingentes para abordar una temática
particular en un grupo específico.

A fin de orientar el trabajo del facilitador en estas metodologías se especifi-


ca, para cada una de las actividades, el propósito que persigue, su método de
aplicación, un procedimiento para evaluarla, los materiales requeridos para su
desarrollo, la idea fuerza sobre la que se sustenta cada actividad y la recomen-
dación de revisar los principales contenidos teóricos para apoyar las reflexiones
y conclusiones grupales.

[132]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Al momento de iniciar una actividad grupal es necesario tener presente algunas


orientaciones generales:

• Organizar a los participantes en semicírculo o media luna. Darles la bienve-


nida y hacer la presentación tanto del facilitador como de los participantes.
• Explicar brevemente el tema y los objetivos de la actividad, así como la
forma de trabajo.
• Recalcar la necesidad de resguardar la confidencialidad y confianza necesa-
ria dentro del grupo para el desarrollo de la actividad.
• Recordar que nadie está obligado a compartir lo que no quiera.
• Resguardar el respeto por las diferencias evitando contradecir o descalificar
las opiniones de los otros miembros del grupo.
• Invitar a una actitud acogedora y respetuosa de pensamientos e ideas
diferentes.

[133]
Metodologías

2.1. Qué aprendemos sobre sexualidad


Actividad de reflexión

Propósito de la actividad
Tiene por objetivo identificar los mensajes relativos a la sexualidad aprendidos
durante la socialización de género y la influencia de estos significados culturales
en las vivencias sexuales actuales de hombres y mujeres.

Metodología de aplicación
Para los efectos de identificar mensajes relativos a la sexualidad aprendidos
cuando eran niños, se divide el grupo en tres y se les invita a compartir situa-
ciones que recuerden haber vivido y/o escuchado en la infancia y en la ado-
lescencia, que contengan un mensaje explícito en relación con el cuerpo y la
sexualidad. Entre todos los integrantes del subgrupo elegirán una canción in-
fantil o popular en la cual se transmitan modelos del ser mujer, del ser varón y
del ejercicio de la sexualidad.

Cada subgrupo pone en común lo aportado por cada integrante en esa instan-
cia (incluyendo el cantar la canción elegida) y, a partir de allí, se analizan las
situaciones, mensajes y canciones. La idea es que cada subgrupo presente a los
demás participantes aquellos mensajes o situaciones más ejemplificadoras de
lo vivido por los miembros de ese grupo.

Se listan y analizan las creencias identificadas por los participantes. El facilita-


dor puede aportar con nuevos elementos que enriquezcan la discusión o clarifi-
quen los mensajes planteados.

Se invita al grupo total a analizar si estas creencias y aprendizajes tienen el


mismo sentido para hombres y mujeres. Del mismo modo, se invita al grupo a
reflexionar si estos aprendizajes pueden mostrar diferencias según clase, etnia,
edad.

El facilitador introduce los conceptos de género y equidad en la discusión. Se in-


vita al grupo a identificar si estos aprendizajes diferenciados por sexo plantean
desigualdades respecto del comportamiento y las vivencias sexuales.

[134]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Metodología de evaluación
Nuevamente el grupo total se divide en los tres subgrupos anteriores. Se invita
a cada uno de ellos a escribir qué transformaciones consideran importantes de
realizar en términos de aprendizajes en sexualidad para las nuevas generacio-
nes que impliquen vivencias sexuales más placenteras y autodeterminadas. Los
subgrupos anotan sus comentarios en un papelógrafo, que luego es colocado en
algún lugar de la sala donde todos puedan leerlos.

Materiales a utilizar
- Papelógrafos
- Lápices
- Plumones de colores

Idea fuerza

La sexualidad es una dimensión de lo humano que se aprende a lo largo de


la vida, que se construye y, por tanto, se transforma.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar principalmente los si-


guientes contenidos: Aspectos básicos de la sexualidad humana, construcción
sociocultural de la sexualidad, mitos en torno a la sexualidad, concepto de gé-
nero y roles de género, de los capítulos I y II del presente manual.

[135]
Metodologías

2. 2. Dinámica mitos, creencias y realidades


Actividad Informativa y reflexiva

Propósito de la actividad
Distinguir entre mitos y realidades relacionados con la sexualidad humana. En-
tender cómo los valores personales, que tienen su origen en las creencias o
mitos sobre la sexualidad, pueden intervenir en la vivencia y/o el asesoramiento
sobre salud sexual.

Metodología de aplicación
Explicar que en la vivencia sobre sexualidad y también cuando se intenta ayudar
a otros en esta materia se debe trabajar con aquello que las personas creen. Por
esto es importante la reflexión acerca de los conocimientos y valores relaciona-
dos a la sexualidad humana, para despejar mitos y realidades respecto al tema.

Explicar concretamente las diferencias entre mito y realidad:

Mito: algo que no tiene fundamento en un hecho real, por ejemplo, un hombre
que gusta de caricias en los pezones es homosexual.
Realidad: tiene fundamento en un hecho real, de origen biopsicosocial, por
ejemplo, existen tareas del desarrollo sexual en las diferentes etapas del ciclo
vital.

El facilitador distribuye la hoja de trabajo (individualmente) y facilita un clima


de silencio y respeto para responderla.

Forma grupos de cinco personas. Pide que elijan un responsable. A éste se le


entrega la hoja de trabajo con las respuestas correctas y se pide que discutan e
identifiquen los principales errores o lo que les produjo mayor confusión.

En reunión plenaria se solicita a los responsables que compartan las respuestas


de sus correspondientes equipos.

Los facilitadores aclararan temáticas y conceptos confusos o erróneos y gene-


ran discusión formulando las siguientes preguntas:
¿Creen ustedes que los mitos y creencias que tiene el proveedor le impulsan a
imponer sus propios valores y dificultan su imparcialidad frente a los usuarios?
¿Por qué es importante distinguir los mitos y las creencias de la sexualidad, de
los hechos reales?

[136]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

HOJA DE TRABAJO PARA EL RESPONSABLE DEL EQUIPO

De la siguiente lista verifique las respuestas y, junto a su equipo, distingan mitos y realidades.
Identifiquen cuáles son los puntos de mayor discusión o cuáles generaron mayor duda

ENUNCIADO CALIFICACIÓN
1. El sexo puede ser realizado por distintas personas, no sólo por aquellas R
saludables físicamente.

2. Todo acercamiento erótico debe terminar en coito para definirse como sano. M

3. Si la mujer no goza es culpa del hombre. M

4. Si se tienen relaciones sin penetración, sólo frotando el pene entre las piernas R
juntas de la mujer, hay riesgo de embarazo.

5. El tamaño del pene está en directa relación con la potencialidad erótica del M
hombre.

6. El hombre es el responsable del logro del orgasmo de la mujer. M

7. Los hombres que ejecutan tareas en el hogar son afeminados. M

8. Los deseos sexuales masculinos pueden ser controlados. R

9. La homosexualidad no es una patología o enfermedad. R

10. Practicar la masturbación produce eyaculación precoz, infertilidad, debilidad y M


falta de memoria.

11. La esterilización reduce el apetito sexual del hombre o de la mujer. M

12. Después de los 60 años, hombres y mujeres pierden su deseo y potencia M


sexual.

13. Las personas deben tener orgasmo en todas las relaciones sexuales para que M
sean satisfactorias.

14. Las mujeres pueden experimentar orgasmos nocturnos. R

[137]
Metodologías

HOJA DE TRABAJO INDIVIDUAL

De la siguiente lista indique el tipo de frase de la que se trate, ya sea de un Mito (M) o una
Realidad (R) según su propia experiencia y conocimientos.

ENUNCIADO CALIFICACIÓN
1. El sexo puede ser realizado por distintas personas, no sólo por aquellas
saludables físicamente.

2. Todo acercamiento erótico debe terminar en coito para definirse como “sano”.

3. Si la mujer no goza es culpa del hombre.

4. Si se tienen relaciones sin penetración, sólo frotando el pene entre las piernas
juntas de la mujer, hay riesgo de embarazo.

5. El tamaño del pene está en directa relación con la potencialidad erótica del
hombre.

6. El hombre es el responsable del logro del orgasmo de la mujer.

7. Los hombres que ejecutan tareas en el hogar son afeminados.

8. Los deseos sexuales masculinos pueden ser controlados.

9. La homosexualidad no es una patología o enfermedad.

10. Practicar la masturbación produce eyaculación precoz, infertilidad, debilidad y


falta de memoria.

11. La esterilización reduce el apetito sexual del hombre o de la mujer.

12. Después de los 60 años, hombres y mujeres pierden su deseo y potencia


sexual.

13. Las personas deben tener orgasmo en todas las relaciones sexuales para que
sean satisfactorias.

14. Las mujeres no pueden experimentar orgasmos nocturnos.

[138]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Metodología de evaluación
Cada participante elige una frase que haya contestado incorrectamente en la
hoja de trabajo individual y explica dónde la aprendió y de qué le podría servir
hoy saber la respuesta correcta.

Materiales a utilizar
- Hoja de trabajo para el responsable del equipo (con respuestas correctas).
- Hoja de trabajo para los participantes (en blanco).

Idea fuerza
Los mitos sobre sexualidad entorpecen la capacidad de asesorar y disfrutar
en materia sexual. Las realidades sobre sexualidad ayudan a fortalecer la
capacidad para vivir con bienestar la sexualidad y poder ayudar a otros a
vivirla.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar principalmente los si-


guientes contenidos: aspectos básicos de la sexualidad humana, construcción
sociocultural de la sexualidad, derechos sexuales y reproductivos y sus alcances
de los capítulos I y III del presente manual.

[139]
Metodologías

2.3. La esfera del placer y el erotismo en nuestras vidas


Actividad reflexiva

Propósito de la actividad
Tiene por objetivo identificar y reflexionar respecto del grado en que las perso-
nas incorporan el placer en su cotidianeidad, como vehículo de bienestar y sa-
lud. Del mismo modo, la actividad pretende indagar respecto de los significados
y manifestaciones del erotismo como expresión de sexualidad.

Metodología de aplicación
• El facilitador invita a los participantes a conformar subgrupos cuyo número
dependerá del número de asistentes. Se recomienda que éstos no excedan
de seis personas.
• A continuación, el facilitador instruye a los participantes a realizar una con-
versación a través de la cual se identifiquen las actividades cotidianas que
produzcan placer. Los participantes listarán aquellas en una hoja de trabajo,
donde se incluirá una breve descripción del por qué se consideran activida-
des placenteras para aquellos que las han identificado.
• Los subgrupos expondrán a la totalidad de los participantes su trabajo,
mientras el facilitador anota en un papelógrafo las actividades identifica-
das por cada grupo.
• El facilitador pide a los participantes que identifiquen, de las actividades
escritas en el papelógrafo, aquellas relacionadas con el ámbito sensual y/o
sexual. El grupo total escucha las intervenciones de los participantes. El
facilitador fomenta el intercambio de opiniones.
• El facilitador entrega a cada participante una tarjeta en blanco.
• A continuación se instruye a cada participante para que, en pocas palabras,
escriba en la tarjeta que le ha sido entregada aquello que le sugieren las
expresiones placer sexual y goce sexual.
• El facilitador recoge todas las respuestas y las coloca en un papelógrafo. Se
analizan las connotaciones y significados que cada participante atribuyó a
ambas expresiones.
• El facilitador focalizará luego la conversación en aquellas emociones o sen-
saciones que se generan al escuchar o hablar de estos temas, fomentando la
libre expresión de las vivencias de los participantes en este ejercicio. El facili-
tador podrá entregar algunos ejemplos cuando el grupo no genere espontá-
neamente la conversación, del tipo a algunas personas hablar sobre placer o
goce sexual puede hacerlos sentir pudor, vergüenza, temor, alivio, etc.

[140]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

• El facilitador finaliza la actividad exponiendo brevemente el papel de la


educación y socialización en las interpretaciones que se tiene respecto del
placer sexual. así como en las restricciones impuestas y autoimpuestas
para el disfrute sexual. Se otorga un espacio para la generación espontánea
de comentarios al respecto.

Metodología de evaluación
Se entrega a cada participante una tarjeta de color, en la cual se le pide que, de
manera anónima, anote aquello que le otorga placer y disfrute sexual en una
relación sexual. Las tarjetas son colocadas en una bolsa. El facilitador pegará las
tarjetas en un papelógrafo que será expuesto en un lugar de la sala para que los
participantes puedan leerlo.

Materiales a utilizar
- Papelógrafos
- Lápices
- Plumones de colores
- Tarjetas de cartulina blanca
- Tarjetas de cartulina de color

Idea fuerza
Mujeres y hombres, independiente de su edad, sexo, condición social, reli-
gión y etnia, tiene derecho a una vivencia sexual grata, placentera y libre de
riesgos.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar principalmente los si-


guientes contenidos: aspectos básicos de la sexualidad humana, construcción
sociocultural de la sexualidad, derechos sexuales y reproductivos y concepto de
salud sexual y sus alcances, de los capítulos I y III del presente manual.

[141]
Metodologías

2.4. Juego de las esquinas


Actividad informativa

Propósito de la actividad
Esta actividad tiene por finalidad explorar las representaciones y actitudes que
los participantes tienen sobre el VIH/SIDA, y despejar mitos y prejuicios presen-
tes en el discurso social.

Metodología de aplicación
• El facilitador pegará tres tarjetas en las paredes de la sala, con las leyendas
“de acuerdo”, “en desacuerdo”, y “sin opinión”.
• El facilitador explicará que cada participante deberá ubicarse rápidamente
(sin pensar demasiado y sin ponerse de acuerdo con los demás) al lado del
cartel que mejor identifique lo que sienta o piense al escuchar cada una de las
afirmaciones que irá leyendo intercaladamente un participante voluntario.
• Una vez que cada participante se haya ubicado al lado de una de las tres
tarjetas, los subgrupos conformados se pondrán de acuerdo y argumenta-
rán durante dos minutos su elección al grupo completo.
• Cuando los grupos hayan terminado de exponer, se dejará unos minutos
para el debate.
• Se seguirá el mismo procedimiento luego de cada afirmación leída por un
participante.
• El facilitador dará por finalizada la actividad cuando se hayan abordado
suficientemente los principales mitos y prejuicios relacionados con el VIH/
SIDA.

[142]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Listado de afirmaciones

• El SIDA es una enfermedad mortal.


• Los homosexuales han sido los principales propagadores del SIDA.
• Las personas promiscuas son las que adquieren el VIH.
• La pareja estable es un método eficaz para prevenir el VIH.
• Yo sé con quien me meto.
• Las personas que viven con VIH se ven enfermas.
• El que penetra no se expone al riesgo de adquirir el VIH.
• El VIH es un virus fácilmente transmisible.
• Las personas que trabajan en salud no forman parte de la población en riesgo de
adquirir el virus del SIDA.
• No es conveniente compartir utensilios domésticos con las personas que viven con VIH.
• Las personas que viven con VIH deberían renunciar a tener relaciones sexuales.
• Las mujeres VIH positivas no deben quedar embarazadas.
• Si una persona sabe que vive con VIH, debe contárselo a su pareja.

[143]
Metodologías

Metodología de evaluación
A través de la dinámica del correo (un papel donde cada participante anota
una idea y que se va traspasando de uno a otro) los participantes registren las
ideas que más les han impactado de esta actividad. Luego, al terminar la ronda
de anotaciones, el grupo completo elabora un mensaje resumido que reúne el
total de las ideas vertidas. El mensaje se escribe en un papelógrafo a gusto de
los participantes (uso de plumones de colores)

Materiales a utilizar
- Tarjetas de cartulina
- Tarjetas de papel para cada afirmación
- Plumones de colores
- Papelógrafo

Idea fuerza
Algunas de nuestras conductas y actitudes se sustentan en mitos y creen-
cias erróneas sobre el VIH/SIDA. Esto dificulta, por una parte, que cada per-
sona pueda percibir su propio riesgo y, por otra, favorece la discriminación
social hacia aquellos/as que viven con VIH.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar los contenidos del apar-
tado “VIH/SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)” del capítulo V del
presente manual.

[144]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

2.5. Prácticas de riesgo para el VIH


Actividad informativa

Propósito de la actividad
Tiene por finalidad analizar el nivel de conocimientos del grupo y definir los ni-
veles de riesgo para contraer el VIH que tienen las distintas prácticas sexuales,
introduciendo el término “sexo más seguro”.

Metodología de aplicación
• El facilitador entrega a los participantes un set de tarjetas con distintas
prácticas sexuales.
• El facilitador pedirá al grupo que ordene las tarjetas de menor a mayor
riesgo para adquirir el VIH y las coloque en el piso.
• Una vez colocadas en el piso, preguntará a los participantes si hay acuerdo.
De no ser así, se dará un minuto para reordenarlas.
• Luego, el facilitador instigará al grupo para que argumente sobre el orden
que se estableció, estimulando la discusión y agregando otras prácticas si
éstas salen del propio grupo.
• El facilitador despejará dudas, entregando y complementando información
cuando sea necesario.
Metodología de evaluación
Se pide a los participantes que se dividan en tres grupos. A cada uno de ellos,
se le invita a escribir los mecanismos de transmisión del VIH y, al menos, dos
medidas de prevención. Los subgrupos los anotan en un papelógrafo, que luego
es colocado en algún lugar de la sala donde todos puedan leerlos.

Materiales a utilizar
- Tarjetas de cartulina

Sugerencias de “prácticas sexuales” para las tarjetas:

Sexo anal sin condón Caricias íntimas


Sexo vaginal sin condón Fantasías sexuales
Masaje Besos profundos
Caricias con ropa Sexo vaginal con condón
Sexo oral con condón Sexo anal con condón
Masturbación mutua Sexo oral sin condón

[145]
Metodologías

Idea fuerza
El sexo más seguro se relaciona con todas aquellas estrategias que permi-
ten disminuir o eliminar el riesgo al momento de tener actividad sexual.
Conociendo cuáles son las prácticas sexuales que realmente implican ries-
go para adquirir el VIH, hay más posibilidades de escoger e implementar
medidas de prevención.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar los contenidos del apar-
tado “VIH/SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)” del capítulo V del
presente manual.

[146]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

2. 6. Aspectos relacionados con violencia


Trabajo de reflexión. Actividad diseñada para mujeres

Propósito de la actividad
Tiene por finalidad generar una reflexión individual y grupal acerca de las situa-
ciones de la vida cotidiana que se acercan o que develan violencia de cualquier
tipo (psicológica, física, sexual, de género, etc.). Está diseñada sólo para mujeres.

Metodología de aplicación
• El facilitador entrega a cada participante el cuestionario “¿Has sufrido vio-
lencia?”, otorgando cinco minutos para que cada una lo conteste. Se especi-
fica que el cuestionario es personal y que después de responderlo, cada uno
se lo debe llevar. El objetivo de contestar este cuestionario es motivar a las
participantes a reflexionar sobre distintas situaciones de la vida cotidiana
que, aunque puedan parecer inocuas, se constituyen en eventos agresivos.
• Luego se pedirá a los participantes que lean la hoja de trabajo. En la primera
parte de ella se presentarán 10 preguntas guías para la reflexión individual.
Se darán 10 minutos para esta actividad.
• A continuación, se forman grupos y se invita a cada participante a com-
partir con su grupo las reflexiones personales que le surgieron en torno al
tema, dejando 20 minutos para esta actividad.
• Posteriormente, el facilitador pedirá a cada grupo que responda las tres
preguntas siguientes de la hoja de trabajo.
• Cada grupo presentará en una transparencia las reflexiones y conclusiones
extraídas de la discusión.

[147]
Metodologías

CUESTIONARIO ¿HAS SUFRIDO VIOLENCIA?

Le solicitamos que marque con una cruz en el listado siguiente, aquellas situaciones que le ha tocado vivir.
Este cuestionario es anónimo y usted podrá llevárselo una vez contestado.

¿Te ha pasado que...?


1. Has sido descalificada por tu aspecto físico.

2. Has sido tocada sin tu consentimiento.

3. Has recibido manoseos de personas sin tu consentimiento.

4. Se han acercado a tu cuerpo más de lo que tu deseas.

5. Has recibido comentarios desagradables sobre alguna parte de tu cuerpo.

6. Te has sentido espiada, en situaciones de privacidad, cuando te desvistes o estabas en


alguna situación íntima.

7. Te han descalificado sólo por el hecho de ser mujer.

8. Has sido obligada o presionada para tener relaciones sexuales sin tu consentimiento.

9. Has sido manipulada o chantajeada para dar besos, abrazos sin tu consentimiento.

10. Te has sentido mirada obscenamente por algún desconocido.

11. Has sido descalificada frente a tus hijos por ser mujer.

12. Has recibido insultos de carácter sexual como perra, puta, maraca, etc.

13. Te has sentido rechazada por tu apariencia física.

14. Has sido rechazada por tu pareja por tu aspecto físico.

[148]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

HOJA DE TRABAJO:
REFLEXIONANDO SOBRE MI APRENDIZAJE

I. Preguntas individuales:
Este es un ejercicio que necesita ser trabajado con mucha honestidad; si no desea responder alguna pregunta,
puede no hacerlo.

1. ¿Cómo se mostraba el afecto en su familia?


2. ¿En qué ocasiones?
3. ¿Qué palabras y gestos se utilizaban?
4. ¿Qué mensajes recibió con respecto a dar y recibir afecto?
5. ¿Qué preguntas se le permitían hacer sobre sexualidad?
6. ¿Qué mensajes le daban sobre su cuerpo?
7. ¿En qué juegos sexuales participó cuando era niña?
8. ¿Con quién jugaba?
9. ¿Qué le enseñaron sobre el abuso sexual cuando niña?
10. ¿Qué mitos manejaba sobre el abuso sexual, que no le permitieran manejar situaciones de riesgo?

II. Preguntas para abordar en grupo:


Respondan en la transparencia entregada las siguientes preguntas:
1. ¿Cuáles son las consecuencias para la víctima de un abuso sexual?
2. ¿Qué necesita una persona que ha sido abusada sexualmente?
3. ¿Qué factores o elementos hay que tener en cuenta para prevenir el abuso?

[149]
Metodologías

Metodología de evaluación
Nuevamente el grupo total se divide en los subgrupos anteriores. Se invita a
cada uno de ellos, a escribir qué transformaciones consideran importantes de
realizar en pro de una sexualidad más saludable para hombres y mujeres. Los
subgrupos anotan en un papelógrafo, que luego es colocado en algún lugar de
la sala donde todos puedan leerlos.

Materiales a utilizar
- Fotocopias del cuestionario
- Hojas de trabajo
- Transparencias
- Lápices para transparencias
- Retroproyector

Idea fuerza
Todos hemos recibido mensajes en relación a nuestra sexualidad y la sexua-
lidad de los otros. Estos mensajes pueden favorecer el autocuidado y el
cuidado de los demás en el ámbito sexual, o bien, no ser lo suficientemen-
te claros y directos, constituyéndose en un factor de riesgo para el abuso
sexual.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar los contenidos del apar-
tado “Violencia Sexual” del capítulo V del presente manual.

[150]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

2. 7. Reconociendo las potencialidades de nuestro cuerpo


Actividad de construcción de conocimiento en forma colectiva

Propósito de la actividad
Su finalidad es explorar el grado de conocimiento del propio cuerpo en tanto
cuerpo biológico, relacional, reproductivo e instrumento de placer y disfrute
sensorial.

El conocimiento de las potencialidades del propio cuerpo, así como su valida-


ción en tanto instrumento de disfrute y placer, propenderá a que los participan-
tes adopten una postura natural y espontánea con su ser sexuado, paso esencial
para el autocuidado, buscar lo gratificante en lo sensual y sexual y evitar aque-
llo desagradable o dañino. Del mismo modo, la actividad busca diferenciar los
fines eróticos y los fines reproductivos del comportamiento sexual.

Metodología de aplicación
• El facilitador invita a los participantes a formar grupos divididos por sexo
(en el caso que sean grupos mixtos).
• Se entregará a cada grupo una sábana de papel (formada por dos o más
papeles kraft unidos) que permita dibujar una figura humana en tamaño
real y un set de lápices de tres colores diferentes.
• El facilitador explicará la actividad a realizar. Les contará que la tarea será
descubrir cuánto sabemos de las potencialidades de nuestro cuerpo.
• El facilitador invita a cada grupo a dibujar el cuerpo de una mujer o de un
hombre, según la conformación del grupo. Para ello, uno de lo/as parti-
cipantes se coloca sobre la sábana de papel mientras otro/a demarca el
contorno del cuerpo con un lápiz.
• A continuación el facilitador explicará al grupo que el cuerpo posee infinitas
posibilidades, en términos de capacidades y sensaciones. Hará referencia a
que el cuerpo es una infinita sábana sensorial, que nos provee de distintas
vivencias y sensaciones. Por último, enfatizará que la sensualidad es más
que el intercambio sexual, del mismo modo que el acto sexual es más que
una herramienta de procreación.
• El facilitador pedirá a cada grupo que converse respecto de aquellas partes
del cuerpo que les han entregado sensaciones agradables en términos sen-
suales, de goce a través de los sentidos. Solicitará que cada grupo analice,
de acuerdo a su experiencia personal, qué partes del cuerpo participan en
el funcionamiento sexual y cuáles en el proceso reproductivo. Posterior-

[151]
Metodologías

mente, cada grupo deberá identificar en el dibujo ya realizado, con lápices


de distinto color, la ubicación de aquellas zonas sensuales (por ejemplo, en
rojo), sexuales (en azul) y reproductivas (en amarillo).
• Los participantes tienen 20 minutos para realizar esta tarea.
• El facilitador deberá estar atento, por si existiese en el grupo alguna difi-
cultad en términos de pudor, vergüenza o restricción de los participantes,
que esté bloqueando la posibilidad de conversar al respecto. En este sentido
y para no violentar a los participantes, el facilitador podrá aportar, desde
su experiencia, con ejemplos como, “los labios y la lengua como lugares
sensuales” o “los senos como sensuales y sexuales” y “el útero como parte
del cuerpo que participa en el proceso reproductivo”, de manera de ofrecer
ayuda respetuosamente e incentivar la participación.
• Al terminar la tarea, el facilitador indicará a cada grupo que pegue en un
lugar de la sala, donde todos los participantes puedan ver, la figura confec-
cionada.
• Posteriormente el facilitador, generará una discusión con todo el grupo
acerca de la experiencia de los grupos al realizar la tarea, en términos de
qué resultó más fácil, que fue más difícil, sobre la calidad del intercambio
de experiencias al interior del grupo, así como de las emociones suscitadas.
• En un papelógrafo o pizarra el/la facilitador/a anotará las tres dimensiones
analizadas (lo sensual, lo sexual y lo reproductivo) e instigará al grupo total
para vaciar parte de los descubrimientos (en términos de partes del cuerpo)
realizados en cada subgrupo.
• El/la facilitador/a, mientras efectúa el listado anterior, realizará las aclara-
ciones pertinentes, en términos de diferenciar lo sexual de lo reproductivo,
así como de explicitar que hay zonas que proveen de sensaciones sensuales
y sexuales a la vez. Del mismo modo, recalcará que las sensaciones provo-
cadas en los cuerpos no son iguales para todos los sujetos y que algo que
puede resultar sensual para algunos, puede ser desagradable para otros.
• Cuando el grupo sea mixto, resultará interesante hacer las comparaciones
pertinentes, así como contrastar si lo que creemos que es agradable para
un sexo es percibido de la misma forma por el otro.
• Cuando el grupo total sea sólo de un sexo, el facilitador podrá promover
una extensión de la actividad, con la indicación de reconocer las mismas
zonas en el otro sexo.

[152]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Metodología de evaluación
A través de la dinámica del correo (una tarjeta donde cada participante anota
una idea y que se va traspasando de uno a otro) hacer que registren las ideas
que más han impactado de esta actividad. Luego, al terminar la ronda de ano-
taciones, el grupo completo elabora un mensaje resumido que reúne el total
de las ideas vertidas. El mensaje se escribe en un papelógrafo, a gusto de las
participantes (uso de plumones de colores).

Materiales a utilizar
- Tarjetas de cartulina en blanco
- Lápices de tres colores para cada grupo (rojo, azul y amarillo)
- Papelógrafo y papel kraft
- Cinta adhesiva
- Plumones de colores

Idea fuerza
Hombres y mujeres están dotados físicamente para expresar la sexualidad
de múltiples formas. Por otra parte, la reproducción involucra determina-
dos órganos para ambos sexos, siendo un derecho el elegir el momento
para ejercer la opción reproductiva.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar principalmente los si-


guientes contenidos: derechos sexuales y reproductivos; concepto de salud
sexual y sus alcances y salud sexual y autocuidado, de los capítulos III y V del
presente manual.

[153]
Metodologías

2. 8. Nuestra casa
Actividad de reflexión grupal en torno al autocuidado y valoración personal

Propósito de la actividad
Revalorar la importancia de cuidar y proteger el propio cuerpo, como medida de
autocuidado y estima personal.

Metodología de aplicación
• El facilitador solicitará a los participantes dividirse en dos grupos. Si el gru-
po total es superior a 20 personas, se podrá dividir en cuatro subgrupos.
• Al primer grupo (o a dos de ellos) se le pedirá que dibujen, en un papelógra-
fo, una casa propia, con todas las cosas que les gustaría que tuviera.
• Al segundo grupo (o a los dos restantes) se le pedirá que dibujen, en un
papelógrafo, una casa arrendada.
• El facilitador solicitará a cada subgrupo que liste en un papelógrafo aparte,
el trato que cada grupo le dará a sus casas (por ejemplo, si la pintarán y
cada cuánto tiempo, si le harán jardín, si la alfombrarán, si colocarán cale-
facción central, así como todas las cosas que proyectarán hacer para man-
tener la casa, o bien si no harán nada, pues es arrendada y nadie le pagará
los gastos, etc.).
• Cada grupo expone su trabajo en plenaria. Una vez terminadas las expo-
siciones, el facilitador hará la siguiente pregunta ¿En que se parece la casa
propia a una persona que siente su cuerpo como propio? ¿y que pasa en el
otro caso?
• El facilitador invita nuevamente a los grupos ya conformados a analizar,
por separado, qué cuidados entregamos a nuestro cuerpo. Todos los grupos
conversan e intercambian experiencias respecto a las actividades que desa-
rrollamos para cuidarnos y protegernos.
• El facilitador puede instigar la conversación con los siguientes ejemplos:
qué tipo de alimentación nos procuramos, qué tanto ejercitamos el cuerpo,
cuántas veces chequeamos nuestro estado de salud, cuánto seguimos las
indicaciones médicas cuando estamos enfermos, cuántas veces le dedica-
mos un momento de cariño al cuerpo y, por último, cuántas veces somete-
mos a nuestro cuerpo y a nuestra persona a riesgos innecesarios?.
• Se realiza la puesta en común por parte del grupo completo, liderado por el
facilitador, quién preguntará a los participantes que cosas han descubierto
en relación al cuidado del propio cuerpo. La reflexión deberá encaminarse
a instalar la idea que el cuerpo es la expresión más explícita de nuestro ser,

[154]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

de nuestra persona. Así, el cuidado que le proveemos a éste es señal del


cuidado que nos otorgamos cómo personas, lo cual refleja el cariño que nos
tenemos y el valor que nos asignamos.
• Se invita al grupo total a analizar si estas conductas de autocuidado o des-
cuido con el propio cuerpo tienen el mismo sentido para mujeres y para
hombres. Del mismo modo, se invita al grupo a reflexionar si estos apren-
dizajes pueden mostrar diferencias según status social, edad, etnia.
• El facilitador introduce el concepto de salud sexual y reproductiva, hacien-
do hincapié en que el concepto alude a sensaciones tales como bienestar,
gratificación, disfrute, no riesgo y capacidad de decisión.

Metodología de evaluación
El facilitador solicita a cada participante que, en forma individual, anote en la
hoja que se le repartirá, aquellas acciones que cada uno realiza para cuidar su
cuerpo y su persona en el ámbito sexual y reproductivo.

El facilitador explicita que la hoja quedará para ellos y en forma anexa los invita
a hacer un compromiso escrito, en la misma hoja, consigo mismos en torno al
autocuidado en materia sexual y reproductiva.

Materiales a utilizar
- Papelógrafos
- Lápices
- Plumones de colores
- Hojas blancas o de colores

Idea fuerza
Mujeres y hombres tenemos derecho a una vivencia sexual y reproductiva
grata, placentera y libre de riesgos, así como acceso a información y medios
que nos permitan tal vivencia.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar los siguientes conteni-


dos: Salud sexual y autocuidado, Factores Protectores y de Riesgo para la salud
sexual, VIH/SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual y Violencia Sexual, del
capítulo V del presente manual.

[155]
Metodologías

2.9. El espejo del recuerdo


Actividad de reflexión personal en torno al cuidado del cuerpo y valoración
personal

Propósito de la actividad
Tiene por objetivo evaluar y potenciar el reconocimiento del propio cuerpo
como un lugar que requiere de cuidados y que puede convertirse en el primer
paso hacia un estilo de vida más saludable.

Metodología de aplicación
• El facilitador entregará dos hojas a cada participante; una deberá contener
la silueta de un cuerpo y la otra, el contorno de rostro (Hoja de Rostro).
• Es deseable que la sala donde se realice la actividad tenga un clima de tran-
quilidad (por ejemplo, que la luz sea tenue o que exista música ambiental
que induzca a la relajación).
• El facilitador dará la siguiente instrucción: “Pensemos en nuestro cuerpo.
intentemos tomar conciencia del él. ¿Cómo estamos?, ¿qué parte de él nos
duele ahora?, ¿hay alguna ropa que nos incomode?, ¿qué músculos están
relajados y cuáles está algo tensos?, ¿cómo están nuestros ojos, nuestra
lengua?” etc. La idea es que los participantes puedan detectar su actual
estado corporal.
• Posteriormente, el facilitador deberá inducir recuerdos en los participantes,
en las siguientes secuencias temporales: hace un mes, hace un año y hace
10 años. Un posible comienzo para esta inducción sería: “Ahora que sabe-
mos cómo nos encontramos hoy, intentemos recordar cómo estábamos
hace un mes atrás, qué cosas han cambiado de nuestro cuerpo, cuáles han
permanecido iguales”. Es importante que el facilitador sea capaz de dar pis-
tas del cambio o permanencia, aludiendo a ciertas partes del cuerpo como:
color y largo del pelo, piel, altura, peso, lunares, tatuajes, arrugas, etc.
• Luego de pasar por las tres etapas, el facilitador les solicita a todos que
señalen en la silueta dibujada en la hoja, las partes del cuerpo que han cam-
biado (por ejemplo, con lápiz rojo) y aquellas que se han mantenido (con
lápiz azul). Luego hace lo mismo con la Hoja de Rostro. Será de especial cui-
dado que el facilitador pueda inducir con la mayor cantidad de detalles el
recuerdo de la cara, pues será esta hoja la que posteriormente se utilizará.
• Se les entrega un espejo y se solicita que cada participante reconozca si se
produjeron los cambios que había consignado en la Hoja del Rostro. Se les
invita a mirar también otros gestos de la cara como: sonrisa, guiño de ojos,

[156]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

movimiento de cejas, movimiento de párpados, entre otros. Se les pide ha-


cer algo similar con la Hoja del Cuerpo (aunque no será estrictamente ne-
cesaria la presencia del espejo).
• Luego de realizada esta actividad, se les solicita juntarse en parejas y co-
mentar lo que le sucedió a cada participante. Especialmente importante es
comentar si hubo diferencias en aquello que fue recordado y posteriormen-
te consignado en la Hoja del Rostro y lo que pudieron apreciar al mirarse
directamente a un espejo. También deberán comentar lo mismo en relación
con el cuerpo.
• Por último, cada participante elegirá una actividad de autocuidado a realizar
con su cara y/o cuerpo, de manera de comprometerse con su compañero
a realizar una cita en un tiempo más (por ejemplo, un mes) para ver los
avances en ese auto compromiso. Es importante recordar que la actividad
de autocuidado no debe ser muy compleja (echarse crema en los tobillos
u otras partes del cuerpo, cambiar la tintura del pelo, lavar la cara todos
los días para quitar impurezas, ponerse crema antiarrugas, maquillarse las
pestañas, ponerse labial, depilarse más continuamente, afeitarse, dejarse
bigotes o patillas, etc.). En la medida que el facilitador pueda propiciar un
compromiso pequeño, será más probable que las personas puedan cumplirlo.

Metodología de evaluación
El facilitador solicita a cada participante que entregue sus opiniones de la acti-
vidad en plenario y que evalúe

Materiales a utilizar
- Hojas con perfil de cuerpo y de cara.
- Lápices rojos y azules por cada participante.
- Espejos (en su defecto, se puede dejar la mitad de la actividad para ser reali-
zada posteriormente a que los/las participantes puedan acudir a un espejo)
- Deseable: música ambiental

Idea fuerza
El cuerpo y la cara constituyen la primera fuente de nuestra identidad. Al
ser cuidados, también estamos fortaleciendo nuestra identidad y la valori-
zamos positivamente.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar los siguientes conteni-


dos: Salud sexual y autocuidado, Factores protectores y de riesgo para la salud
sexual, Imagen corporal, del capítulo V del presente manual.

[157]
Metodologías

2.10. La fábula
Actividad de reflexión grupal
a partir de un breve relato, extraído del libro “Ética para Amador”, de Fernando Savater, que
pone en escena el tema de las decisiones y lo que ello implica en términos de costos y beneficios.

Propósito de la actividad
La actividad tiene por objetivo reflexionar sobre la libertad de elegir con la que
cuentan los seres humanos, a pesar de los obstáculos o presiones externas. A
partir de un texto general, los participantes deberán reflexionar respecto del
proceso de toma de decisiones en el ámbito sexual y reproductivo, así como de
las habilidades que poseen para ello.

Metodología de aplicación
• El facilitador invita a los participantes a conformar subgrupos cuyo número
dependerá de la cantidad de asistentes. Se recomienda que cada grupo no
exceda de seis personas.
• A continuación repartirá a cada grupo una hoja con el texto La Fábula.
• El facilitador invitará a los participantes a escuchar activamente el relato
que les leerá.
• Efectuada la lectura, el facilitador solicitará a cada subgrupo que analice
el texto leído y elabore una reflexión grupal sobre la base de las siguientes
preguntas:
* ¿Con qué se puede identificar esta fábula?
* ¿Se han visto en alguna situación parecida?
* ¿Cómo se aplica el contenido de la fábula en el terreno de las de-
cisiones que tomamos en materia sexual?
* ¿Qué han hecho (o harían) frente a una disyuntiva de este tipo en
el terreno sexual, por ejemplo respecto de tener o no actividad
sexual, o bien respecto de con quién tener actividad sexual, o qué
tipo de actividad sexual deciden tener?
* ¿Han analizado los costos y beneficios de sus decisiones en mate-
ria sexual?
• A continuación, el facilitador indica a los participantes que tendrán 20 mi-
nutos para conversar y elaborar las conclusiones del grupo a partir de las
preguntas contenidas al final del texto.
• Una vez que los grupos hayan terminado, el facilitador resumirá en un pa-
pelógrafo las principales conclusiones de cada grupo, colocando especial

[158]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

énfasis en las habilidades para la toma de decisiones en materia sexual, así


como en los costos y beneficios de tales decisiones.
• El facilitador finaliza la actividad exponiendo brevemente, la importancia
que tiene para el autocuidado, el proceso de toma de decisiones en materia
sexual, así como en cualquier otro ámbito de la vida. En este sentido, toda
acción en materia sexual es posible de analizar en términos de costos y
beneficios, en el contexto de la propia ética sexual. Del mismo modo, es ne-
cesario tener en cuenta que toda elección conlleva una pérdida relacionada
a aquello que no se eligió.
• Por último, analizar una situación y tomar una decisión consciente (lo que
se gana y lo que se pierde) nos convierte en sujetos autónomos y responsa-
bles de nuestras elecciones.

Metodología de evaluación
Se entrega a cada participante una tarjeta de color, en la cual se le pide ano-
te aquello que más le cuesta al momento de tomar una decisión en el plano
sexual. Las tarjetas son colocadas en una bolsa. El facilitador las pegará a conti-
nuación en un papelógrafo que será expuesto en un lugar de la sala para que los
participantes puedan leerlo y escribir mensajes o soluciones a las dificultades
planteadas por el grupo. Todos los participantes leen el papelógrafo una vez
terminada la sesión.

Materiales a utilizar
- Hoja con el texto La Fábula con las preguntas para la reflexión grupal
- Papelógrafo
- Lápices
- Plumones de colores
- Tarjetas de cartulina de color

Idea fuerza
Mujeres y hombres tienen derecho a hacer valer sus decisiones en el ámbito
sexual y reproductivo.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar los siguientes conteni-


dos: Salud sexual y autocuidado, Factores Protectores y de Riesgo para la salud
sexual, VIH/SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual y Violencia Sexual, del
capítulo V del presente manual.

[159]
Metodologías

Fábula

“Un barco lleva una importante carga de un puerto a otro. A medio tra-
yecto, le sorprende una tempestad. La única forma de salvar el barco y
la tripulación es arrojar por la borda el cargamento que, además de im-
portante, es pesado. El capitán se plantea el problema siguiente: ¿debo
tirar la mercancía o arriesgarme a capear el temporal con ella en la bo-
dega, esperando que el tiempo mejore o la nave resista?... desde luego,
si arroja el cargamento lo hará porque prefiere afrontar eso a enfrentar
el riesgo, pero sería injusto decir sin más que quiere tirarlo. Lo que de
verdad quiere es llegar a puerto con su barco, su tripulación y su mer-
cancía, eso es lo que más le conviene. Sin embargo, dadas las circuns-
tancias, prefiere salvar su vida y la de su tripulación a salvar la carga,
por importante que sea. ¡Ojalá no se hubiera levantado la maldita tor-
menta!, pero la tormenta no puede elegirla, es algo que se le impone,
algo que pasa, quiéralo o no. Lo que en cambio puede elegir es el com-
portamiento a seguir en el peligro que amenaza. Si tira el cargamento
por la borda lo hace porque quiere... y, a la vez, sin querer. Quiere vivir,
salvarse y salvar a los hombres que dependen de él, salvar su barco, pero
no quisiera quedarse sin la carga ni el provecho que representa, por lo
que no se desprenderá de ella sino muy a regañadientes. Preferiría sin
duda no verse en el trance de tener que escoger entre la pérdida de sus
bienes y la pérdida de su vida. Sin embargo, no queda más remedio y
debe decidirse: elegirá lo que quiera más, lo que crea más conveniente.
Podemos decir que es libre porque no le queda otro remedio que serlo,
libre de optar en circunstancias que él no ha elegido padecer”.

[160]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

2. 11. Mis vivencias sexuales


Actividad de reflexión dirigida a jóvenes

Propósito de la actividad
Su objetivo es explorar y socializar las significaciones que los jóvenes tienen con
respecto a la sexualidad.

Metodología de aplicación
• El facilitador introducirá la actividad diciendo que cada uno tiene ideas y
vivencias personales relacionadas con la sexualidad y que ésta es una invi-
tación a conectarse con ellas.
• Entregará a cada participante una hoja de trabajo y les pedirá que reflexio-
nen y la respondan individualmente y en silencio. Enfatizará que las res-
puestas son anónimas, por lo que se les invita a utilizar letra imprenta y
legible.
• Una vez que todos hayan terminado, el facilitador recogerá todas las hojas
y las repartirá al azar en el grupo.
• El facilitador entregará a cada participante scotch para que peguen las ho-
jas en alguna pared de la sala.
• Luego, los invitará a dar una vuelta por la sala leyendo las reflexiones de los
compañeros.
• El facilitador invitará a reflexionar respecto de lo que han podido descubrir
en la lectura de las hojas de todos los participantes. Fomenta la validez de
todas y cada una de las experiencias, reconociendo que la sexualidad es un
área del desarrollo que reviste particular interés durante la adolescencia, ca-
reciendo muchas veces de espacios y personas con quién conversar de ella.

[161]
Metodologías

HOJA DE TRABAJO: MIS VIVENCIAS SEXUALES

1. La sexualidad es para mi

2. De mi primera experiencia sexual espero (o esperé)

3. Cuando quiero tener más información para mi primera relación sexual, la encuentro en

4. a) Me di cuenta que estaba preparado/a para iniciar mi actividad sexual porque

b) No he iniciado mi actividad sexual porque

5. El motivo para permitir que otro me toque íntimamente es

6. Recuerdo mi primera excitación porque

7. En mi primera experiencia sexual sentí


8. Necesito saber más de

9. La masturbación es para mí


10. Cuando tenga actividad sexual me protegeré con/ me protejo con


11. Me parece anormal en una actividad sexual que

12. La penetración es para mí

13. Las caricias genitales son para mí

[162]
Metodologías
[ Orientaciones técnicas para la acción ]

Metodología de evaluación
Se pide a los participantes que se dividan en tres grupos. A cada uno de ellos se
les invita a escribir qué transformaciones culturales y aprendizajes consideran
importantes de abordar para que los adolescentes tengan vivencias sexuales
más placenteras y autodeterminadas. Los subgrupos las anotan en un pape-
lógrafo, que luego es colocado en algún lugar de la sala donde todos puedan
leerlos.

Materiales a utilizar
- Hojas de trabajo
- Scotch
- Papelógrafo
- Plumones

Idea fuerza
Cada persona tiene una vivencia particular de la sexualidad, donde se jue-
gan saberes, dudas, expectativas, valores. Aún así, es posible distinguir ex-
periencias que son comunes a la vivencia sexual de los adolescentes.

Para el desarrollo de esta actividad se propone revisar principalmente los si-


guientes contenidos: Aspectos básicos de la sexualidad humana, construcción
sociocultural de la sexualidad, mitos en torno a la sexualidad, concepto de gé-
nero, roles de género, derechos sexuales y reproductivos y desarrollo psico-
sexual de los capítulos I, II, III y IV del presente manual.

[163]
[Capítulo 8]
Respondiendo a situaciones concretas
Aspectos claves a desarrollar frente a situaciones específicas de los consultantes

En este capítulo se sintetizan algunos temas que los equipos de trabajo han su-
brayado como aquellos que, más allá de ser frecuentes, los enfrentan a desafíos
personales y relacionales en su quehacer laboral.

Si bien en los capítulos que anteceden se ha puesto énfasis en las competencias


conductuales y técnicas, necesarias para intervenir en materia sexual, en éste
se tratará de poner en escena situaciones concretas que afectan a los usuarios
para mirar y reconocer las mejores prácticas a implementar para aportar al
proceso de rehabilitación.

En las siguientes páginas hay afirmaciones que pueden ser conocidas respecto
de vivencias relacionadas con la salud sexual y reproductiva de los usuarios. Se
revisarán en el contexto de la mejor actitud frente a ellas, a favor de la vivencia
de a quién se asiste

1. ¿Es posible hablar de negociación sexual en un contexto de uso y/o abuso de


drogas?

El término negociación sexual alude a aquella interacción que define los límites
de la actividad sexual que se desea llevar a cabo, de forma de no pasar a llevar
los propios deseos ni de imponer la propia voluntad al compañero sexual.

La negociación se ha planteado como la estrategia más adecuada para trabajar


conflictos vinculados a las prácticas sexuales seguras, alternativa que les

[164]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

permite a las personas protegerse de consecuencias no deseadas derivadas de


la actividad sexual, como son las infecciones de transmisión sexual y el VIH/
SIDA.

Pero la negociación sexual es también el instrumento a través del cual hombres


y mujeres -y especialmente éstas últimas, dada la desigualdad de género en
estas materias- pueden poner en escena sus gustos y necesidades respecto de
qué, cómo y cuándo hacer en el ámbito sexual.

El uso y abuso de sustancias puede poner en jaque las habilidades para relacio-
narse de forma equitativa y asertiva y ello no sólo producto del estado alterado
como resultado del consumo sino, más importante aún, dada las variables rela-
cionales, de poder y emocionales vinculadas al contexto de adicción.

Visto desde esta perspectiva, la negociación como tal resulta un estándar de-
masiado elevado de logro, en un contexto de consumo, dependencia y code-
pendencia. Ello, sin embargo, no implica que no puedan existir transacciones de
algún tipo en materia sexual, ya sea por miedo, por evitar el reproche o la culpa
o para autogestionar el riesgo, entre otras.

En situaciones como ésta, en la cual el usuario relata situaciones que podrían


ser evaluadas como abusivas, la mejor práctica tiene que ver con:

• Ser capaz de escuchar y aprehender esa particular realidad, sin poner juicios
o filtros, producto de lo que para el profesional es o debiera ser una relación
sexual acordada y consensuada, es decir, de mutuo acuerdo.
• Evitar o dejar suspendida la definición (“estás siendo abusada”) para ceder
espacio a las propias definiciones de quién está viviendo esa situación.
• Favorecer el relato para descubrir el significado particular que la actividad
sexual está teniendo para esa persona (qué gana, qué pierde, qué manejo
está intentando hacer).
• Ayudar a reconocer las variables que pueden estar definiendo esa relación
no consensuada, para elaborar mejores actuaciones en ese mismo esce-
nario de manera de dejar a un lado visiones paralizantes y rígidas, como
podría ser la de víctima y victimario.

Por último, tener presente que la capacidad y habilidad de negociación sexual


está directamente relacionada a la autoeficacia (convicción de tener impacto
y control sobre lo que sucede alrededor), la cual, en un contexto de consumo,

[165]
resulta una habilidad en falencia o donde no es posible ejercerla. Es más, la
habilidad de negociación sexual es un claro déficit en gran parte de las mujeres,
vinculado a la forma en la que se significa la entrega sexual, la cual aumenta
la vulnerabilidad física y psicológica. Muy probablemente en cada persona se
puede encontrar vivencias donde la negociación sexual no ha estado presente.

Entonces, lo mejor no es sobrevalorar la práctica negociadora, sino más bien


contener la experiencia y ser capaces de comprenderla y ayudar al otro a apre-
henderla según sus propios significados.

En este mismo sentido, y dado que se trata de un proceso de apoyo integral, la


urgencia no pasa por la modificación instantánea de la práctica, sino más bien
consiste apoyar un proceso de empoderamiento global. En la medida que las
personas comienzan un proceso de reparación de sus habilidades personales
y de valoración propia, la posibilidad de ser más asertivo en el terreno sexual
también aumenta.

2. ¿Qué hacer, cuando una persona usa su cuerpo y la actividad sexual como
instrumento de transacción?

Las situaciones de intercambio de sexo por beneficios existen en diversos con-


textos socioculturales. Sin embargo, esta transacción puede tener sentidos y
significados distintos en cada uno de ellos. Así, el intercambio de favores sexua-
les por dinero, bienes o alimentos para sostener una familia está bastante docu-
mentado en diversos estudios. Del mismo modo lo están las prácticas sexuales
de personas, especialmente jóvenes de ambos sexos, a cambio de una dosis de
droga. El comercio sexual es sólo otra expresión de aquello, donde quizás la
recompensa está mejor explicitada que en los casos anteriores.

En cada una de estas situaciones lo común tiene que ver con la vulnerabilidad
presente, sobre todo al considerar que este tipo de prácticas acentúa la dificul-
tad para negociar un sexo protegido (en términos de exposición a ITS y VIH) y
placentero (posibilidad de derivar gratificación de la experiencia sexual).
Estas vulnerabilidades pueden acumularse de manera potencial, cuando existen
otro tipo de desigualdades, por ejemplo, de edad, de género, socioeconómicas
o de poder.

Así, frente a un usuario que nos relata una experiencia de este tipo, no cabe el
prejuicio o el sermón moral como práctica posible desde su rol como facilitador.

[166]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

Las prácticas sexuales están definidas a partir del sentido y significación que la
persona le da a su sexualidad y su vivencia sexual en un contexto específico,
en este caso, el contexto del consumo de drogas y la deprivación o carencia de
sentido.

Probablemente lo que más cuesta observar y explicitar en estas situaciones es


la recompensa que posee este tipo de transacción en ese contexto y para esa
persona en particular. Será entonces la mejor práctica, luego de escuchar el re-
lato, dejando de lado los prejuicios y valores sexuales personales, ayudar a esa
persona a descubrir qué es lo que realmente está transando en esta supuesta
relación de oferta de su cuerpo o sexo.

Es posible que lo más evidente tenga que ver con un sentido práctico: con-
seguir droga o evitar que otro se interponga en la consecución de ésta. Pero
es probable también que el sentido sea diferente y más vinculante, como por
ejemplo, sentirse validado en un espacio donde ser un drogadicto no importe.
O bien, sentirse necesitado por alguien, o quizás sentir que es una buena forma
de pagar o expiar sus culpas, o gozar de ciertos privilegios que en su condición
de consumidor no podría acceder.

Incluso, es probable que el sexo, en este contexto, tenga más que ver con cariño
o agradecimiento, que con atracción o sentido de placer.

No es infrecuente que este tipo de práctica de sexo recompensado se dé en el


contexto de una relación afectiva, pololeo, convivencia o matrimonio. Es más,
muchas veces el sexo transado puede esconder su carácter al interior de una
relación estable, como una forma de evitar el juicio social e incluso el propio
juicio.

Con estos elementos diversos queda en evidencia que el quehacer del profesio-
nal deberá estar encaminado a:

• Partir del supuesto que la experiencia sexual posee significados diversos.


• Identificar y comprender el sentido de esta experiencia para quién la
vivencia.
• Contener las emociones diversas e incluso extremas o contradictorias que
pueden emanar de tal experiencia.
• Identificar la representación y percepción particular del riesgo ¿Hay
riesgos percibidos, de qué tipo, cuál es el riesgo que se está preparado para
gestionar?

[167]
3. ¿Es el aborto inducido una situación que empaña la vivencia sexual imposibili-
tando una actividad placentera en el futuro?

El aborto, en términos técnicos, es la expulsión del producto de la concepción,


ya sea de manera espontánea o provocada. El aborto inducido en nuestro país
es ilegal, por lo cual cualquier maniobra utilizada para terminar con la concep-
ción, es un delito. Este dato no resulta menor a la hora de analizar las implican-
cias que la vivencia abortiva pudiera tener para las mujeres en esta situación.

Si bien hoy se reconoce el derecho de las mujeres y los hombres de decidir el


momento en que desean un embarazo, con políticas de regulación de la fe-
cundidad que apoyan a las personas a través de métodos de protección y au-
tocuidado, el acceso a éstos pareciera aún ofrecer dificultades, sobre todo en
los estratos más desfavorecidos. Diversos estudios51-52-53 han afirmado que las
oportunidades sociales, de salud y nutrición, el acceso a educación y cultura y,
en forma global, la trayectoria biográfica de la mujer, determinarían la capaci-
dad y las herramientas (cognitivas y afectivas) de que dispondrá para enfrentar
sus problemas de salud reproductiva y la crianza de sus hijos. Según estos antece-
dentes, pareciera que el hacer frente a un aborto inducido como salida frente a un
embarazo no deseado, tendría consecuencias distintas para una mujer que goza
de recursos sociales, afectivos y cognitivos, educacionales y económicos, que para
aquella que se encuentra en una situación de desprotección o vulnerabilidad.

Así, una mujer con mayores y mejores recursos personales y sociales es capaz
de vivir la situación de embarazo no deseado de forma menos traumática, en
parte porque se sabe con mejor red de apoyo y con habilidades personales que
le permitirán afrontar en mejores condiciones esa situación. Puede ocurrir que
opte por un aborto. Cualquiera sea su decisión, generalmente ella obedece a
una elección. En muchas ocasiones una mujer en esta condición de elegir puede
percibir que existen nuevas oportunidades de ser madre, como también futuras
posibilidades de ejercer control sobre su fecundidad. Su reacción emocional será
producto de la tristeza acorde a la pérdida que ha decidido enfrentar.

En el otro polo, una mujer en condiciones de indefensión, desamparo y deses-


peranza, con una biografía marcada por la falta de control de lo que le acontece

51. Médicos del Mundo, “IX Informe de Exclusión social”, España, 2005.
52. Family Care International, Fichas informativas sobre salud sexual y reproductiva, New York,
2000.
53. OPS/OMS, “Taller sobre Género, Salud y Desarrollo. Guía de Facilitadores”, Washington, D.C:
1997.

[168]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

a diario, vivirá una experiencia de embarazo no deseado de una forma distinta.


Para ella será más lógico pensar que lo vivido no es más que otro elemento
propio de su cotidiano, de la vida que le tocó vivir. Así, su decisión claramente
no será producto de una elección y probablemente desencadenará una reacción
emocional compleja, mezclada de dolor, miedo, soledad, pero también rabia y
alivio. Luego del aborto, probablemente no deseará volver a embarazarse; sin
embargo, sus posibilidades de control pueden ser más restringidas: no tener
sexo o bien volver a abortar.

Del mismo modo, el análisis y la significación de la vivencia son distintos para


las mujeres cuando el aborto inducido es utilizado para corregir la falla de un
método anticonceptivo, que cuando es usado como primera herramienta de
control de la fecundidad, sin que se haya tenido anteriormente algún grado de
control de su proceso reproductivo.

Así, las consecuencias que posea la experiencia de aborto inducido es diversa y


compleja, pues si bien en todos los casos involucra transgresión legal y, por tan-
to miedo y culpa, el grado en que afecte otras áreas de la vida, como la esfera
sexual, ofrece matices diferentes, principalmente relacionados con el grado de
vulnerabilidad o, visto de otra forma, con el grado de control que exista frente
a la posibilidad de un futuro embarazo no deseado.

Probablemente una mujer con consumo de drogas es una persona que se per-
cibe a sí misma con escasa capacidad para ejercer control, para decidir a favor
de su beneficio; una mujer con experiencias poco exitosas para hacer frente a
decisiones, con experiencias de desamparo y autodestrucción. En este sentido.
es posible pensar que la situación de hacer frente a un embarazo no deseado
sea vivida psicológicamente con mayor vulnerabilidad.

En cualquier caso, la mejor práctica será contener y ayudarla a mirar la situación


tomando en cuenta todas las variables puestas en juego al momento de optar
por un aborto.

El aborto inducido es un tema frente al cual no se puede ser neutro, genera un


impacto emocional en quién lo vive y en quién sabe de él. Es una práctica que
posee connotaciones valóricas y afectivas, que envuelve prejuicios, sentimien-
tos encontrados, sanciones morales, todo lo cual influye en la relación usuario/
profesional y en la calidad de los servicios prestados.

[169]
Las reacciones pueden ser diversas. Como acompañantes de este proceso se
puede caer en la postura compasiva, paternalista, moralista, victimizadora o
sólo preocuparse de los aspectos técnicos a entregar para que la situación no se
repita (información sobre métodos de regulación de la fecundidad).

Ninguna de estas posturas ayudará a reparar la experiencia de no control del


proceso reproductivo y, por tanto, no dejará de provocar angustia frente a la po-
sibilidad de que la situación repita. En esta condición, es probable que la activi-
dad sexual adquiera un carácter amenazante o que pierda su sentido placentero
para verse envuelta en un halo de inquietud, temor y ansiedad.

La actitud del facilitador de un proceso de reparación, deberá más bien enca-


minarse a:

• Favorecer atribuciones específicas frente a lo acontecido (modificar la lec-


tura de soy lo peor o nunca más tendré sexo por otras como tuve una ex-
periencia difícil que no deseo se repita o no tendré sexo sin protección).
• Ayudar y permitir a esa mujer la expresión y aceptación de los sentimientos
y emociones que ha generado la experiencia, aún cuando sean contradicto-
rios (culpa y alivio, por ejemplo).
• Favorecer la discriminación entre la experiencia de aborto y sus repercusio-
nes dolorosas, de la experiencia sexual y las emociones gratificantes que
ésta involucra.
• Ayudar a esta mujer a buscar un método de protección que le permita de-
sarrollar autoeficacia en el manejo de su proceso reproductivo
• Fomentar el acercamiento a la experiencia sexual, a través de aproximacio-
nes sucesivas, desde aquellas en las que sea posible percibir control y no re-
sulten amenazantes, dejando para más adelante la experiencia penetrativa.

4. ¿Cómo apoyar a una mujer que siente disminuida su imagen corporal como
objeto de deseo y esto obstaculiza su goce sexual?

La sensación de pérdida de atractivo físico es una experiencia que todas las


personas han sentido más de una vez y que, de alguna manera, se supera en la
medida que existen experiencias positivas que devuelven la sensación de ser
atractivos o deseados sexualmente.

Desde esta perspectiva, es posible que cuando se instala de forma estable una
autoimagen disminuida -en términos de atractivo sexual-, esto se relacione con

[170]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

un bajo estado anímico que empaña la autoimagen en forma global, o bien con
una extrema focalización en sentimientos y pensamientos autodestructivos
que entorpecen o actúan como filtros frente a la retroalimentación que otros
puedan realizar respecto de los propios recursos eróticos.

Lo anterior no invalida la sensación, sólo permite comprenderla y puede ser un


primer intento para ayudar a una mujer a delimitar lo que la entorpece en su
capacidad para disfrutar. En esta misma línea ayudarla a responder preguntas
como ¿dónde está depositando su atractivo sexual?, ¿qué le resulta poco atrac-
tivo?, ¿cuánta importancia está entregándole a la retroalimentación de su com-
pañero sexual o más bien tiende a invalidar lo que otros opinen?, ¿cuál es su ca-
pacidad para aceptar un refuerzo a su cuerpo o hacia su propia actuación en el
terreno sexual?, pueden ser herramientas claves para comenzar a descubrir los
recursos o los obstáculos que ella está utilizando para reparar su autoimagen.

Resulta clave también descubrir en conjunto qué patrones de atractivo sexual


está utilizando para la comparación; si está tomando en cuenta las modifica-
ciones propias de una etapa vital; si está comparándose con un estándar ideal;
si está depositando su autoimagen sólo en el logro de un resultado concreto
que ella espera (por ejemplo, ser atractiva para todos, estimular a un hombre
sólo con una imagen, la de su cuerpo, tener las medidas anatómicas exactas).
De alguna forma, ayudar a una mujer a ampliar el concepto de atractivo sexual
y no focalizarlo en un determinado cuerpo.

Identificar y anclar en ella lo que aún identifica como recurso erótico, es otra
buena práctica. Probablemente, su extrema focalización en la imagen física ha
dificultado que recupere y refuerce aquello que existe en ella como recurso
erótico independiente de su cuerpo, por ejemplo, su movimiento, su cadencia,
su capacidad para sentir, su risa, su mirada, su capacidad para hacer sentir al
otro cosas gratas. Todo ello es parte del atractivo sexual de una persona y, en
muchos caso, poseen mayor fuerza que el sólo cuerpo como objeto erótico.

Apoyar la construcción de una imagen sensual renovada, que contenga los re-
cursos identificados, sin negar aquello que se ha perdido y aceptando los cam-
bios y modificaciones corporales, puede ser un ejercicio desafiante que impli-
que una atención positiva en el campo erótico.

Recuperar el permiso para disfrutar el contacto corporal, para volver a sentir los
matices y diferencias de las diversas caricias, abrir la experiencia a los refuerzos

[171]
que otro pueda realizar en función de los recursos puestos en escena, pueden
ser instigados promoviendo experiencias conscientes sin utilización de sustan-
cias, que más bien tienden a menoscabar la capacidad sensitiva que a exaltarla.

Por último, no se debe dejar de animar la utilización de la fantasía sexual como


aliciente de deseo. La fantasía, justamente por su carácter no real, permite crear
y recrear la experiencia erótica, hacer y deshacer en la imaginación, fantasear con
el cuerpo provocador que cada cual necesite para sentirse más sensual; en fin,
la fantasía sexual es un instrumento al servicio de la activación del propio goce.

5. ¿En qué consiste el apoyo técnico con jóvenes respecto de su vivencia sexual?

A la hora de brindar apoyo sobre la temática sexual a jóvenes hay que tener
presente que todas las personas poseen aprendizajes y experiencias relacio-
nadas con la vivencia sexual desde su nacimiento. Las formas de crianza, el
conocimiento y valoración del cuerpo, lo permitido y lo prohibido del compor-
tamiento propio o el de otros, es un aprendizaje que se hace día a día desde el
momento de nacer. Por tal razón, a la hora de brindar apoyo y acompañamiento
en esta temática, es importante que los técnicos y profesionales conozcan, res-
peten y valoren este aprendizaje ya adquirido.

Estos aprendizajes van constituyéndose en el tiempo en la ética y valores


sexuales de cada individuo. Si bien pueden no estar en concordancia con los del
profesional a cargo, o con lo que la sociedad espera de alguien, se debe tener
especial cuidado de no trasgredirlos ni enjuiciarlos. Van unidos a la familia o
personas a cargo, docentes, amigos y compañeros, medios de comunicación,
juegos, roles y todo aquello que la sociedad pone a nuestro alcance, muchas
veces sin mayores opciones.

Un error común a la hora de querer apoyar a los jóvenes en está temática es


pretender conducirlos a los comportamientos que se consideran adultos.

Temas como una sola pareja, tener sexo cuando se está realmente seguro o ena-
morado o tener relaciones sexuales después de cierta edad, pueden ser ideas
que reflejan la idea del profesional sobre la vivencia sexual y no representar en
absoluto los valores del joven y, por tanto, sentirse conducido a una vivencia
que les es ajena e impuesta.

Es importante conocer las distintas formas de vivir la sexualidad de los jóvenes,


sin enjuiciar o discriminar sus ideas ni comportamientos, abriendo un espacio

[172]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

para el diálogo comprensivo, no queriendo cambiar a priori lo que piensan o


hacen, por ajeno que esto parezca.

Para poder brindar un espacio de cuidado en materia de salud sexual y repro-


ductiva a los jóvenes es fundamental contar con su confianza y respetar su pri-
vacidad y confidencialidad antes de mostrarles otras formas de vivir la sexua-
lidad, que tal vez puedan ser de mayor cuidado para su salud que las que han
empleado hasta ahora.

Cuando se trabaja con jóvenes que tienen problemas con el consumo de sus-
tancias, es necesario redoblar los esfuerzos por ver aquellos comportamientos
propios de la juventud, que no se cruzan con el consumo de tal o cual sustancia.
Los jóvenes, como se espera en una sociedad como la nuestra, pueden llegar a
ser (no siempre, ni en todos los casos) más trasgresores de normas y compor-
tamientos sociales que el resto de la población; pueden vivenciar y demostrar
sus emociones con mayor ímpetu o exponerse más a situaciones o comporta-
mientos de riesgo, ya sea por desconocimiento, por imposición o por opción,
que en otras edades o etapas de vida. Así también, poseen una ética y valores
sexuales propios, comportamientos de cuidado (algunas veces poco efectivos,
como el coito interrumpido para evitar un embarazo no deseado) y opciones de
vida que han facilitado o entorpecido hasta hoy la mantención de su estado de
salud asociado a su sexualidad, que va más allá del hecho de ser un consumidor
de tal o cual sustancia.

Resulta muy importante poder acompañar a los jóvenes en la búsqueda de sus


propias definiciones de vida relacionadas con la vivencia sexual, colocando a su
disposición conocimientos actualizados, formas de evaluar y predecir riesgo y
ayudar a mantener aquellos factores y comportamientos que han sido protec-
tores de su salud54.

Para poder ser un referente consultivo de estos jóvenes es necesario contar con
conocimientos sólidos en salud sexual y reproductiva, ser empático, respetuoso
de la diversidad, privilegiar la escucha por sobre los consejos, respetar la confi-
dencialidad, darse el tiempo para conocer las éticas y valores de los jóvenes, no
intentar cambiarlos, sino mostrarles que existen otras formas de vivir la sexua-
lidad que pueden ser integradas a su proyecto de vida y que pueden favorecer
una vivencia sexual más grata y más relajada55.

54. Ver capítulo V: “Factores protectores y de riesgo”.


55. Ver capítulo VI: “Habilidades para intervenir”.

[173]
En nuestra sociedad, hablar de salud sexual, y especialmente de sexo, puede
provocar reacciones muy diversas a cualquier edad; reírse, ruborizarse, o no
querer hablar son respuestas que se dan con mucha frecuencia y los jóvenes
no son la excepción. Es por eso que es necesario, a las habilidades del monitor,
sumar un espacio de significación, donde lo que ellos saben u opinan cuenta,
es válido, es factible darse permiso para aprender de ellos, reforzar sus buenas
ideas y sus recursos.

Un aspecto central, a la hora de contar con un referente o consejero, es su


validación. Si bien es algo que las personas hacen a cualquier edad, los jóvenes
tienen especial cuidado en develarlo. Así, en ocasiones intentarán forzar algu-
nos límites para saber hasta dónde se puede confiar en su interlocutor, ya sea
en el plano afectivo (confidencialidad de su información y respeto), cognitivo (si
la información que entrega es válida) o conductual (si pone en práctica lo que
dice). En consecuencia, para ser un referente se debe procurar mostrar una ima-
gen coherente con las ideas, acciones y sentimientos y no caer en la tentación
de responder cuando no se tiene certeza de una información. O que el joven
se entere que otra persona del equipo maneja información que él ha solicitado
no comentar. Esto no quiere decir que el profesional sea intachable, pero sí
será necesario reconocer que hay comportamientos, afectos y cogniciones que
muchas veces cuesta manejar a cualquier edad. Por ejemplo, puede reconocer
cómo fue su adolescencia, qué equivocaciones y aciertos tuvo, como solucionó
algunos y otros no. Cómo sumó cosas a su experiencia, cómo ensayó nuevos
aprendizajes atreviéndose a algunos y desechando otros, cómo creció con mu-
chos mitos, algunos de los cuales se han mantenido hasta el día de hoy.

6. ¿Qué contenidos son recomendables trabajar con los jóvenes?

El trabajo con jóvenes en esta temática consiste en acompañarlos en la creación


y consolidación de su propia ética y valores sexuales, procurando que estos
puedan acceder a conocimientos, habilidades de toma de decisiones, evaluacio-
nes de riesgo y reconocimiento de factores protectores, entre otras habilidades
y competencias. Ello les permitirá construir y desarrollar su propia forma de
vivir su sexualidad, en un medio con las mayores oportunidades posibles, sobre
la base del respeto a las diferencias y diversidad, libre de violencia y coerción.

Para esto se debe tener mucho cuidado de no imponer visiones, creencias y va-
lores sociales o personales que se consideran más validos u oportunos sólo por
el hecho de ser los propios o imperantes en la sociedad actual.

[174]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

Es importante nuevamente recordar que a pesar de lo que parezca o no co-


rrecto, los jóvenes poseen aprendizajes que se han ido desarrollando desde su
nacimiento y que, por lo tanto, ya tienen una postura sobre su vivencia sexual,
independiente de la cantidad de información válida que posean o las oportuni-
dades que hayan tenido.

Acompañar a estos jóvenes implica ayudarles a visualizar los riesgos y oportu-


nidades de hoy, pero también alcanzar un desarrollo adulto lo más acorde a su
plan de vida futuro.

En el siguiente cuadro56 se expone una lista de los aprendizajes esperables para


alcanzar un desarrollo sexualmente saludable en la etapa adulta.

COMPORTAMIENTOS DE VIDA DE UN ADULTO


SEXUALMENTE SALUDABLE

Un adulto sexualmente saludable debiera saber y poseer habilidades sobre:


Desarrollo Humano
Apreciar su propio cuerpo.
Buscar mayor información sobre la reproducción en la medida que lo necesite.
Afirmar que el desarrollo humano incluye el desarrollo sexual, el que puede o no incluir la reproducción o la experiencia
sexual genital.
Interactuar con ambos sexos de manera respetuosa y apropiada.
Afirmar su orientación sexual y respetar la orientación sexual de otros.
Relaciones Humanas
Reconocer a la familia como una fuente poderosa de apoyo cuando así se trate.
Expresar amor e intimidad de manera apropiada.
Desarrollar y mantener relaciones significativas.
Evitar las relaciones de explotación y de manipulación.
Tomar decisiones informadas sobre opciones de familia y estilos de vida.
Exhibir habilidades que realcen las relaciones personales.
Comprender cómo la herencia cultural afecta las ideas sobre la familia, las relaciones interpersonales y la ética.

56. Cuadro adaptado de La Guía Nacional para la Educación Sexual Integral para la Juventud
Hispana/Latina. Kindergarten-Grado 12, del Consejo de Información y Educación Sexual de
los Estados Unidos (SIECUS), 1995.

[175]
Habilidades Personales
Identificar y vivir de acuerdo a sus valores.
Ser responsable de su propio comportamiento.
Practicar la toma de decisiones efectiva.
Comunicarse efectivamente con la familia, sus pares y parejas.
Comportamiento Sexual
Disfrutar y expresar su sexualidad a lo largo de su vida.
Expresar su sexualidad de manera congruente con sus valores.
Disfrutar de los sentimientos sexuales sin tener necesariamente que llevarlos a cabo.
Discriminar entre los comportamientos sexuales que realcen su vida y aquellos que son dañinos para sí mismo y/o para
otros.
Expresar su sexualidad mientras respeta los derechos de los demás.
Buscar nueva información para realzar su propia sexualidad.
Entablar relaciones sexuales que se caractericen por su honestad, equidad y responsabilidad.
Salud Sexual
Usar anticonceptivos de manera efectiva para evitar embarazos no deseados.
Prevenir el abuso sexual.
Actuar de manera consistente con sus propios valores cuando tenga que lidiar con un embarazo no deseado.
Buscar cuidado pre-natal al principio del embarazo.
Evitar contraer y transmitir enfermedades sexuales, incluyendo el VIH.
Practicar comportamientos de promoción de la salud tal como exámenes médicos regulares, auto-exámenes de los senos y
testículos, e identificación temprana de posibles problemas.
Sociedad y Cultura
Demostrar respeto por las personas con diferentes valores sexuales y estilos de vida.
Reconocer que el habitual estrés intergeneracional y los conflictos de valor entre los miembros de la familia son
acrecentados por los diferentes grados de aculturación
Ejercitar su responsabilidad democrática para influir en la legislación sobre temas sexuales.
Evaluar el impacto de la familia, cultura, religión, medios de comunicación y mensajes sociales, sobre sus propios
pensamientos, sentimientos, valores y conductas relacionadas con la sexualidad
Promover el derecho de todas las personas a recibir información precisa sobre la sexualidad.
Evitar conductas que exhiban prejuicio e intolerancia.
Rechazar estereotipos sobre la expresión sexual de diversos grupos culturales.
Educar a otros sobre la sexualidad.

[176]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

7. ¿Cómo abordar una orientación sexual distinta a la heterosexual en el contexto


del tratamiento de personas con consumo problemático de drogas?

Mucho se dijo en el capítulo III acerca de las diversidades de la orientación


sexual. Sin embargo, sabemos que, en la práctica, las orientaciones distintas
a la heterosexual provocan dificultades a los equipos de trabajo, pues quienes
son destinatarios de los tratamientos, o bien quienes integran los equipos, no
escapan a las tradicionales discriminaciones en esta materia.

Quizás una de las principales orientaciones al respecto se relaciona con poder


aceptar el hecho de que una persona se identifique a sí misma como homo-
sexual no es una enfermedad o un delito, ni este rasgo de su sexualidad se
constituye, por sí mismo, en un déficit. Esto puede ser particularmente com-
plejo cuando en su entorno no ha tenido contacto con este tipo de vivencias.
Así también, aquellas personas que dentro de su círculo más cercano (familiar,
laboral o social) han podido conocer de cerca de alguien que afirma tener una
orientación homosexual, posiblemente tendrá mejores capacidades para acep-
tar a otros en iguales condiciones.

La sexualidad puede variar a lo largo de la vida. Puede presentar una mayor


plasticidad que la que habitualmente se piensa que tiene. En este sentido, el que
una persona afirme que ha tenido conductas sexuales con alguien del propio
sexo, no lo convierte automáticamente en homosexual o bisexual. Si bien la
definición del tipo de orientación sexual de una persona (homosexual, hetero-
sexual o bisexual) pudiese interesar para efectos estadísticos, por ejemplo, mu-
chas veces no es recomendable hacer una definición externa. Una buena prácti-
ca sería esperar que sea la propia persona la que defina su condición sexual, si es
que ello es pertinente para algún fin. Pensemos, por ejemplo, en un adolescente
que, como parte del período de exploración, ha tenido experiencia sexual con
alguien del propio sexo. Para ese joven puede haber distintas alternativas: pue-
de ser un evento aislado que él o ella considera normal a su edad y, por tanto,
es un dato más de su historia biográfica que no altera su camino hacia la hete-
rosexualidad; o puede haberse constituido en un hecho crucial para definir que
su deseo sexual se siente mejor satisfecho por alguien del propio sexo. Ambas
situaciones son ejemplos de la significación de esta vivencia, pero es seguro que
puede haber más interpretaciones posibles, ante las cuales la función del orien-
tador es la de acompañar, sin juicios ni discriminaciones.

[177]
Así también, es importante reconocer cuál es el grado de tolerancia que el pro-
fesional tiene con este tema. Si ese grado de tolerancia es bajo y se ve enfrenta-
do a situaciones relativas a la orientación sexual, quizás es necesario apoyar sus
conversaciones o intervenciones con otros integrantes del equipo de trabajo.
Esta recomendación no es sólo válida para los casos referidos a la orientación
sexual; sino que para cualquier tema que provoque rechazo o lo afecte, el apoyo
o supervisión con los demás integrantes del equipo es una herramienta impor-
tante de tomar en cuenta.

Cuando la discriminación es efectuada por parte de las demás personas en tra-


tamiento, es importante recordar que el profesional es probablemente un mo-
delo de actuación para ellas. Si su comportamiento denota respeto a la vivencia
homosexual, lo más probable es que su manera de enfrentar la situación sea
tomada como un camino viable o posible. Si es testigo de algún rechazo produ-
cido por un integrante de las personas en tratamiento, haga lo mismo que haría
si presenciara que esa persona discrimina a otra por ser mujer, por tener menos
pelo o por poseer un defecto físico, por ejemplo.

8. ¿Qué pasa cuando el consumo de drogas se ve asociado a la vivencia sexual de


tipo homosexual?

Esta situación puede existir de distintas formas. Por una parte, el reconocimien-
to público en nuestra sociedad para las personas que se reconocen como ho-
mosexuales o bisexuales (por ejemplo, en su entorno familiar) puede conver-
tirse en un camino de incomprensiones, rechazos y desuniones. El consumo de
drogas puede estar asociado a evadir este tipo de sentimientos, como forma
de mitigar el dolor que experimentan. En este sentido, la recomendación es
ser realistas. Ni el consumo permite que ese rechazo social no exista ni es tan
probable que aún enfrentando de la mejor forma al entorno social, se esté libre
de discriminaciones. Es importante partir aceptando que no es una tarea fácil
aceptar la diferencia en cualquier tipo de situación. Sólo como ejemplo: imagí-
nese viviendo en una sociedad donde la mayoría de la gente es homosexual y
resulta que usted pertenece a la minoría, es decir, es heterosexual. ¿Cómo ex-
plica que usted es diferente? Incluso no es necesario hacer ciencia ficción, sólo
preguntarse ¿cómo llegó a ser heterosexual (en caso que lo sea)?, ¿qué hicieron
sus padres para que usted fuese heterosexual?, ¿qué juegos le enseñaron para
llegar a este estado de heterosexualidad?, ¿cómo fue su primera experiencia de
este tipo? La misma incomodidad que producen estas preguntas en usted, po-
drían incomodar a alguien con orientación homosexual, pues esta orientación

[178]
[ Respondiendo a situaciones concretas ]

sexual no se elige. Así, la labor profesional debiese estar enfocada a evaluar las
situaciones que la persona quiere enfrentar y la forma de hacerlo de manera
realista, tolerando grados de frustración, así como previendo algunos aciertos.

Otra situación que puede ser contenida por esta pregunta es aquella en que las
personas que están en tratamiento incursionan, sólo bajo la influencia de dro-
gas, en conductas sexuales con otras del mismo sexo. Algunos podrán decir que
esa persona es homosexual, pero que sólo en ese contexto es capaz de develar
su orientación verdadera. Quizás puede ser así, pero también es importante
recordar que muchas personas que consumen drogas manifiestan comporta-
mientos diferentes a los que haría si estuviese sin consumo. Por ejemplo, hay
personas que refieren sacar personalidad y despliegan habilidades sociales des-
conocidas en ellas; otras son capaces de calmar su ansiedad y se vuelven más
tranquilas; o también hay quienes incurren en conductas delictivas o de alto
riesgo que no son parte de su repertorio (violencia o conducir a altas velocida-
des, por ejemplo). Entonces, nuevamente la recomendación de buena práctica
es tener cautela con hacer interpretaciones de la orientación sexual de la perso-
na. Esa conducta –tener actividad sexual con personas del mismo sexo- debiese
ser tratada tal como las otras conductas: hacer presente que se está haciendo
algo que no se haría en otro estado, evaluar los riesgos de dicha conducta e
intentar prevenirlos, entre otras acciones.

Por último, otra situación relativa a este tópico puede estar relacionada con
aquellas personas que sienten culpa de que otra se defina como homosexual.
Por ejemplo, pudiera suceder que una madre o padre que, producto del
consumo de drogas, no estuvo particularmente presente en la crianza de sus
hijos y uno de ellos manifiesta ser homosexual. O el mismo caso aplicado a un
hermano mayor quien se reprocha no haber cuidado a su hermano que hoy
es homosexual. Es importante considerar que las personas que se recriminan
por este efecto tienen, al menos, dos situaciones que enfrentar: una es que
tienen una percepción de que la homosexualidad es un déficit, defecto o
daño (nadie se culparía de algo positivo); la otra, es que la homosexualidad
es provocada o determinada en algún grado por la presencia o ausencia de
los padres, madres o cuidadores, en general. Un dato interesante de manejar
es que, en la mayoría de las ocasiones, ante la revelación de la orientación
homosexual de un hijo, la madre o el padre se pregunten qué hicieron mal. La
buena práctica, en este caso, es ser respetuoso de esta inquietud de la persona.
En un primer minuto, intentar convencerlo de lo contrario no tendrá mucho
efecto. En un segundo momento, es interesante informar que hay personas

[179]
homosexuales con diferentes biografías de vida: personas que fueron bien
cuidadas, personas que nacieron y se criaron en ambientes con pocos recursos
económicos, personas con alto nivel cultural, grandes científicos, de diversas
razas, etc. Son muy diversas las condiciones de las personas homosexuales. Por
otra parte, sería una tarea a largo plazo enfrentar los mitos o creencias que se
tienen de las personas homosexuales, por ejemplo, que son hipersexuadas, que
no discriminan con quien se juntan, que no tienen deseos de formar familias o
estar en pareja, que les gusta la vida sin responsabilidades, entre otros mitos.
Tal como el resto de la población, las personas homosexuales presentan gran
diversidad de gustos y preferencias y es seguro que no son todas iguales.

[180]
[ Fuentes de referencia ]

Fuentes de Información

Para finalizar este manual, se entregan una serie de fuentes de referencia a las
cuales se puede acceder para profundizar los temas tratados o hacer consultas
más específicas. Se han dividido por temas.

1. Derechos sexuales, Minorías Sexuales y Prevención del VIH/SIDA

• Movimiento Unificado de Minorías Sexuales, MUMS. Organización que


orienta su trabajo hacia la reivindicación de los derechos de las minorías
sexuales, cuya página web es www.mums.cl. Este es un portal para la pro-
moción e información positiva en torno a la homosexualidad, la defensa de
los DD.HH. de las minorías sexuales en Chile y la prevención de la transmi-
sión del virus de la inmuno deficiencia humana (VIH).

• Otra instancia que a nivel nacional trabaja en torno a los derechos, ciuda-
danía y prevención del VIH/SIDA es la Corporación Chilena de Prevención
del SIDA, quienes cuentan con el portal web www.acciongay.cl

• Asamblea de Organizaciones Sociales y ONG’s con trabajo en VIH/SIDA.


www.asosida.cl. A través de este portal se accede a información respecto
de las diversas acciones que realizan organizaciones con trabajo en VIH/
SIDA a lo largo del país.

• Vivo Positivo. Coordinadora Nacional de Agrupaciones y Organizacio-


nes de Personas Viviendo con VIH/SIDA (PVVIH). A través de su portal
www.vivopositivo.org, se dispone de información respecto del VIH/SIDA,
así como en relación con la organización y sus acciones en materia de pre-
vención, atención integral, derechos ciudadanos, etc.

[181]
2. Sexualidad y procreación. La Iglesia Católica

La Iglesia se pronuncia sobre el tema sexualidad a partir de la ética y moral. Al


respecto se puede consultar, entre otros:

• Catecismo de la Iglesia Católica nn.2331-2400


• Kasper, W., Teología del Matrimonio, Santander, 1980.
• Credibilidad de la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad. Waldo Romo.
Profesor de la Facultad de Teología. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Teología y Vida, Vol. XLV (W20A04L)D, O36 R6 O- M41O0.
• AA.VV., Sexualidad y moral cristiana, Santiago-Barcelona, 1974.
• Encíclica Humanae Vital

• El portal www.iglesiadesantiago.cl/ publica información y se pronuncia


sobre la doctrina de la Iglesia Católica respecto a estos y otros temas.

3. Sexualidad y salud sexual y reproductiva

• IKASTOLA. Asesoría y Capacitación en psicología y salud. A través de la


página Web: www.ikastola.cl, se puede acceder a documentos y publica-
ciones relativas a sexualidad y salud sexual.

• A través del portal www.anticoncepciondeemergencia.cl se puede obte-


ner información relativa a derechos sexuales y reproductivos y al acceso y
correcto uso de anticoncepción de emergencia.

• El portal www.infojoven.cl, dependiente del Instituto Chileno de Medi-


cina Reproductiva (ICMER) es un espacio de información específicamente
dirigida a población adolescente y joven, que aborda algunos aspectos im-
portantes para sus vidas, aclara dudas y responde a las inquietudes más
frecuentes en relación con la adolescencia, la sexualidad y la reproducción.

[182]
[ Fuentes de referencia ]

4. Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y VIH/SIDA

• Salud Responde (fono: 600-360-7777), es un servicio de información del


Ministerio de Salud, donde, entre otras materias de salud, se responde y
orienta telefónicamente en torno a dudas relativas a ITS y VIH/SIDA.

• Portal del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva www.icmer.org,


donde se puede acceder a información actualizada en torno a las diversas
ITS, sus vías de transmisión y métodos de prevención. En esta página tam-
bién es posible acceder a información relativa a derechos sexuales y repro-
ductivos y anticoncepción de emergencia entre otros.

• www.cuidate.cl corresponde a una iniciativa de profesionales de la salud,


motivados por apoyar a la población adolescente y joven en su autocui-
dado en materia de salud sexual y en la toma de decisiones libres e in-
formadas. Este portal centra su labor en orientar y entregar información
frente a inquietudes frecuentes vinculadas a autocuidado en salud gineco-
lógica, problemas ginecológicos, sexualidad, anticoncepción e infecciones
de transmisión sexual.

5. Denuncias en caso de violencia

• FONO FAMILIA de Carabineros de Chile (Fono 149). Este servicio funciona


en todo el país y su objetivo es atender a las víctimas de violencia intra-
familiar, entregarles orientación y acoger denuncias. Entrega apoyo a los
afectados, a través de personal especializado, e informa respecto de las ac-
ciones que deben adoptar las víctimas de este tipo de delitos. La comunica-
ción telefónica es gratuita y se puede hacer desde teléfonos fijos o móviles.

• Además, Carabineros de Chile dispone de FONO NIÑOS (Fono 147). Este


número telefónico atiende en forma expedita y segura las llamadas de me-
nores víctimas de maltratos, abusos sexuales u otro tipo de situaciones que
vulneren sus derechos. Atiende las 24 horas del día y la llamada es gratuita
en caso de realizarse desde un teléfono público.

[183]

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