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Una sinfonía es una obra a gran escala para orquesta, que por lo general se divide en cuatro o más

secciones separadas llamadas “movimientos”.

Esta es la definición técnica. Pero sin embargo, el sólo hecho de mencionar los nombres de famosas
sinfonías (de Beethoven, la Quinta, la Heroica, la Novena; de Mozart la No. 40, la Júpiter; la Sinfonía
Inconclusa, de Schubert; la Italiana, de Mendelssohn; la Primera, de Brahms; la Sinfonía del Nuevo
Mundo, de Dvorak; la Sinfonía Patética, de Tchaikovsky; Resurrección, de Mahler) es evocar todos
los mundos de belleza y grandeza musical. Por más de doscientos años las grandes sinfonías de los
grandes compositores han sido las piedras fundamentales del repertorio de conciertos, y las
mismísimas piezas que, para muchas personas, simbolizan la música clásica.

El precursor directo de la moderna sinfonía fue la obertura de la ópera italiana de principios del siglo
XVIII. Esta forma, llamada “sinfonía” en italiano, constaba de tres movimientos separados, siempre
en el orden rápido-lento-rápido. Hacia mediados del siglo, varios compositores empezaron a escribir
sinfonías más elaboradas, ya no destinadas a la sala de teatro, sino para su interpretación en
concierto. Estas fueron las primeras “sinfonías”, en el sentido actual del término, y si bien muchas
de ellas estaban formadas por los tres movimientos tradicionales, en ocasiones los compositores
expandían la forma para incluir cuatro movimientos. Los primeros compositores sinfónicos eran en
su mayoría hombres cuyos nombres hoy en día no nos son muy familiares: una lista breve incluye a
Giovanni Battista Sammartini (1698-1775), de Milán; Georg Matthias Monn (1717-1750), Georg
Christoph Wagenseil (1715-1777), y Carl Ditters von Dittersdorf (1739-1799), de Viena; Johann
Christian Bach (1735-1782), el hijo menor de J. Sebastian Bach, que se estableció en Londres; y
Johann Stamitz (1717-1757), Ignaz Holzbauer (1711-1783) y Franz Xaver Richter (1709-1789), de
Mannheim, Alemania, la ciudad que fue hogar de la orquesta más grande de la Europa de aquel
momento.

Joseph Haydn (1732-1809), quien escribió 104 sinfonías, a menudo es llamado el padre de la
sinfonía. No fue ni el primer compositor de sinfonías ni tampoco el más prolífico (Dittersdorf escribió
más), pero sí fue el primero en demostrar en lo que la sinfonía podía transformarse en las manos de
un genio. Dicho en términos simples: engrandeció la sinfonía escribiendo grandes sinfonías. Y su
logro se vio reforzado por las hermosas y brillantes obras de su amigo y admirador, Wolfgang
Amadeus Mozart (1756-1791), que escribió cuarenta y una sinfonías.
Una nota interesante: naturalmente pensamos en Haydn como un compositor “más antiguo” que
Mozart, ya que había nacido mucho antes; pero Haydn escribió sus últimas ocho sinfonías,
incluyendo las conocidísimas Militar, Del Reloj, Drumroll, y Londres, después de la muerte de
Mozart.

Juntos, Haydn y Mozart establecieron los estándares de la estructura de la sinfonía clásica en cuatro
movimientos. Esta estructura incluía un vivaz primer movimiento en forma sonata (a veces
precedido por una lenta introducción), un segundo movimiento más lento, más lírico, un movimiento
en minuet, y un último movimiento rápido. (Un movimiento en forma sonata consiste en tres
secciones principales –exposición, desarrollo y recapitulación- usualmente seguidas por una coda,
que lleva el movimiento hacia su final).

Ludwig van Beethoven (1770-1827) mantuvo el modelo en cuatro movimientos para sus sinfonías, y
su lenguaje musical, en especial su lenguaje armónico, era sustancialmente el mismo que los de
Haydn y Mozart. Pero Beethoven expandió la forma y la expresión sinfónica de innumerables
maneras, y en la sinfonía, igual que en otras formas musicales, cimentó el camino desde la era
Clásica hacia el Romanticismo. Beethoven escribió sinfonías más extensas, con introducciones
lentas expandidas en algunos casos y secciones ampliando en gran medida las secciones de
desarrollo y codas, y escribió sinfonías más grandes, más poderosas, intensas, dramáticas, para
orquestas más grandes y potentes.

También reemplazó el minuet de la sinfonía clásica, con el scherzo, más rápido, más dinámico, y en
el último movimiento de su Novena Sinfonía da el notable paso de aumentar la orquesta con voces
solistas y coros. Es innegable la grandeza de Haydn y Mozart, pero como sinfonista Beethoven creó
un corpus que no tiene parangón. Hasta nuestros días, sus sinfonías siendo obras monumentales, el
estándar contra el que se comparan todas las otras sinfonías. Haydn y Mozart escribieron muchas
más sinfonías que Beethoven, en conjunto, pero muchas de sus primeras obras son bastante
ligeras, y sólo unas quince de las sinfonías de Haydn y diez de Mozart se interpretan con
regularidad. De las nueve sinfonías de Beethoven, todas se tocan frecuentemente, y son obras
maravillosas y sustanciales. Por lo menos cuatro (la Tercera, la Quinta, la Séptima y la Novena) son
consideradas, por unanimidad, las más grandes obras maestras de la música occidental, y una (la
Quinta) es probablemente la pieza más famosa en la historia de la música clásica.

Entre los grandes nombres de la composición sinfónica del siglo XIX, después de Beethoven, están
Franz Schubert (1797–1828), Hector Berlioz (1803–1869), Felix Mendelssohn (1809–1847), Robert
Schumann (1810–1856), Anton Bruckner (1824–1896), Johannes Brahms (1833–1897), Peter Ilyich
Tchaikovsky (1840–1893), y Antonín Dvorák (1841–1904). Gustav Mahler (1860–1911) se ubica justo
entre los siglos XIX y XX: compuso la primera de sus diez dantescas sinfonías durante la década de
1880, y la última (inconclusa) en 1910. Los sinfonistas más importantes del siglo XX han sido: el
compositor finlandés Jean Sibelius (1865–1957), que escribió siete sinfonías entre 1899 y 1924; y
tres rusos: Igor Stravinsky (1882–1971), Sergei Prokofiev (1891–1953), y Dmitri Shostakovich (1906–
1975).

El problema que se presenta al hacer una lista de importantes compositores sinfónicos es que la
lista debe ser o demasiado larga o lamentablemente incompleta. Con apenas unas pocas
excepciones dispersas (Frédéric Chopin, Gabriel Fauré, Claude Debussy, y Maurice Ravel, el
principal), y excluyendo a aquellos que se han especializado en ópera u otras formas de música
vocal, prácticamente todos los compositores importantes de los siglos XIX y XX han compuesto por
lo menos una sinfonía.

¿Los músicos se cansan de la Quinta Sinfonía de Beethoven? ¿Es aburrido tocar una pieza que es
más conocida que cualquier otra? No, no y no. Es emocionante tocar la Quinta Sinfonía de
Beethoven. Y esta es una de las razones por las que es una obra maestra: no importa cuántas veces
la hayas tocado –o escuchado-, no hay forma de evitar ser arrastrado por las primeras notas y hasta
el mismísimo final.

Sinfonía concertante. No es una sinfonía. El término es francés, un nombre muy común durante la
era Clásica (aprox.1775-1820) para un concierto interpretado por dos o más solistas. El equivalente
en italiano es “sinfonia concertante”. Los instrumentos solistas de una sinfonía concertante pueden
ser cuerdas o vientos, o una combinación de los dos. Posiblemente el ejemplo más famoso de esta
forma es la maravillosa Sinfonía Concertante que Mozart escribió para violín y viola.

Ludwig van Beethoven: Sinfonía No.5 en Do menor, op. 67


Dir. Herbert von Karajan, año 1966
La Sinfonía:
Definición: Es una obra a gran escala para orquesta, que por lo general se divide en cuatro o más secciones separadas 
llamadas “movimientos”.

Historia: Entre 1730 y 1740 aproximadamente, la Sinfonía o gran obra para orquesta, comienza a ser desarrollada
en el norte de Italia por Giovanni Battista Sammartini (1700­1775), primer compositor en manifestar una actitud 
verdaderamente sinfónica, despejó la monotonía creada por los vetustos elementos barrocos. Adoptó el 
tratamiento de matices delicados y llenos de efectos, convirtiéndose en uno de los grandes precursores del Estilo 
Clásico.

La Sinfonía Clásica aparece con la consolidación y progresivo desarrollo de la Orquesta, que cada vez posee
nuevos   y   mejores   instrumentos,   se   amplia   la   gama   de   matices   y   las   combinaciones   sonoras.   Surge   en   este
momento la figura de un gran compositor checo, Johann Wenzel Stamitz, quien dirige la mejor orquesta de su
época, la Orquesta de Mannheim.
Este compositor introduce los efectos dinámicos de Crescendo y Diminuendo, acentuaciones y sforzati, que antes se
lograban disminuyendo o aumentando la cantidad de los ejecutantes o no se utilizaban.
A finales del siglo VI, Isidoro de Sevilla (c. 560­636), definía con el nombre de Simphonía (consonancia) a la música
armónica con sonidos simultáneos graves y agudos con distancias interválicas simples, es decir, de octava, cuarta y
quinta;   o compuestas,   o   sea,   octava­octava,   octava­cuarta   y   octava   quinta.   Las   demás   relaciones   eran
consideradas Diaphonía (disonancias), o sea, sonidos discordes o no consonantes.

Más adelante, hacia el Barroco, este término designaba todo tipo de música que requiriera un número variable de
instrumentos   y   en   especial,   se   usaba   para   denominar   al fragmento   o   pieza   instrumental   que precedía   y   servía   de
introducción a un Oratorio, Cantata u Ópera, es decir, era sinónimo de Obertura u 'Overtura' con tres movimientos o
partes introducidas o puestas de moda por Alessandro Scarlatti (Overtura o Sinfonía Italiana barroca).

A partir del Clasicismo, SINFONÍA será una composición musical orquestal como la forma sonata, dividida en
cuatro partes, llamados Tiempos o Movimientos, ordenados según un principio de contraste.

Su estructura general, frecuentemente se basará en el esquema de la Sonata Bitemática: Hasta finales del Barroco, una
pieza   se   estructuraba   conuna   única melodía   o Tema.   El   estilo   clásico,   en   cambio,   emplea dos temas,   por   lo
general opuestos   por   su   carácter   rítmico   y   melódico para   que   puedan   confrontarse   uno   con   el   otro,   sin   llegar   a
confundirse. La parte central o Desarrollo, yuxtapone, superpone y mezcla estos dos temas que, luego son expuestos
nuevamente, al final de la pieza.

Por otra parte, también la Escuela de Viena, con Georg Matthias Monn (1717­1750), organista de la Iglesia Kart en
Viena   y   compositor   austriaco,   cuya   Sinfonía   en   Re   Mayor   (1740) se   caracteriza   por   poseer   sus cuatro
movimientos, incluido el Minué, del tercer movimiento, que se convierte en característico del clasicismo; cultiva con
éxito la nueva forma musical orquestal.

De Viena y de la Baja Austria, saldrán múltiples figuras de la composición musical, entre ellos, Karl Ditters, Franz
Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Ignaz Joseph Pleyel y muchos más.

Con la Sinfonía nace y se desarrolla también, el Arte de la Instrumentación ya que la presencia de cada instrumento
no será indiferente ni ocasional, sino significativa para el compositor y para la obra.

A la agrupación de instrumentos para los cuales se escribían estas novedosas obras se la llamó: Orquesta Sinfónica, por
estar destinada a tocar estasSinfonías, cada vez más numerosas e interesantes.

Algunos compositores:

Franz Joseph Haydn (1732­1809)

Es autor de una vasta producción musical que comprende música de cámara, sinfónica y vocal, tanto religiosa como
profana.

No sólo es importante la gran cantidad de Sinfonías que compuso sino su gran capacidad compositiva, la inspiración
siempre renovada y las conquistas formales que de él hicieron el verdadero Padre del género sinfónico. Se conservan
sus numerosas Sinfonías, razón por la cual tradicionalmente, se le ha venido llamando El padre de la Sinfonía.

Wolfgang Amadeus Mozart (1756­1791)

Escribió 41 Sinfonías, desde 1764 varias de las cuales son verdaderos monumentos del género (en especial, las tres 
últimas grandes: 39 en Mi bemol Mayor, KV.543; 40 en Sol menor, KV.550; y 41 en Do Mayor, KV.551 Júpiter).

Juntos, Haydn y Mozart establecieron los estándares de la estructura de la sinfonía clásica en cuatro movimientos.
Esta estructura incluía un vivaz primer movimiento en forma sonata (a veces precedido por una lenta introducción), un
segundo movimiento más lento, más lírico, un movimiento en minuet, y un último movimiento rápido.

Ludwig van Beethoven (1770­1827)

Mantuvo el modelo en cuatro movimientos para sus sinfonías, y su lenguaje musical, en especial su lenguaje armónico, 
era sustancialmente el mismo que los de Haydn y Mozart. Pero Beethoven expandió la forma y la expresión sinfónica 
de innumerables maneras, y en la sinfonía, igual que en otras formas musicales, cimentó el camino desde la era Clásica 
hacia el Romanticismo.

Escribió sinfonías más extensas, con introducciones lentas, expandidas en algunos casos, ampliando en gran medida las 
secciones de desarrollo y codas.

Escribió sinfonías más grandes, más poderosas, intensas, dramáticas, para orquestas más grandes y potentes.

También reemplazó el minuet de la sinfonía clásica, con el scherzo, más rápido, más dinámico, y en el último 
movimiento de su Novena Sinfonía da el notable paso de aumentar la orquesta con voces solistas y coros.

Es innegable la grandeza de Haydn y Mozart, pero como sinfonista Beethoven creó un corpus que no tiene 
comparación. Hasta nuestros días, sus sinfonías siendo obras monumentales, el estándar contra el que se comparan 
todas las otras sinfonías.

Haydn y Mozart escribieron muchas más sinfonías que Beethoven, en conjunto, pero muchas de sus primeras obras son 
bastante ligeras, y sólo unas quince de las sinfonías de Haydn y diez de Mozart se interpretan con regularidad. De las 
nueve sinfonías de Beethoven, todas se tocan frecuentemente, y son obras maravillosas y sustanciales. Por lo menos 
cuatro (la Tercera, la Quinta, la Séptima y la Novena) son consideradas, por unanimidad, las más grandes obras 
maestras de la música occidental, y una (la Quinta) es probablemente la pieza más famosa en la historia de la música 
clásica.

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