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DEDICATORIA

Dedicamos este trabajo principalmente a Dios, por


habernos dado la vida y permitirnos el haber
llegado hasta este momento tan importante de
nuestra formación profesional y guiándonos en cada
paso que damos y para el Msc. YOBANA
CATACORA PANTY Por apoyarnos en todo los
conocimientos que nos inculcas a nosotros para
seguir luchando y mejorar nuestra vida.

Este trabajo también es dedicado para nuestros


padres por apoyarnos en todo y guiarnos en todo
momento de nuestra vida y guiándonos por un
camino mejor como en la Universidad Andina Néstor
Cáceres Velásquez.

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FORTALEZAS DE LA COOPERACIÓN UNIVERSITARIA PARA EL
DESARROLLO

INTRODUCCIÓN

La Universidad es un agente más de cooperación internacional al desarrollo


al ser reconocida como tal legal y normativamente. La Cooperación
Universitaria al Desarrollo CUD, sin embargo, se está redefiniendo de
manera permanente con un debate sobre sus características y relevancia
como actor de desarrollo. Aunque sí existe un amplio consenso sobre estos
procesos, la cuestión se complica a la hora de llevarlos a cabo. El desigual
desarrollo que ha tenido la CUD en las distintas universidades españolas se
intentó encauzar con la publicación de diversos documentos desde la
Comisión de Cooperación al Desarrollo de la Conferencia de Rectores, que
intentaron homogenizar las formas y los procesos de la cooperación
universitaria. Aunque ya aparecen reconocidas directrices y modos dentro
de los Planes Estratégicos de la Agencia Española de Cooperación
Internacional al Desarrollo, AECID, resultaría fundamental elaborar planes
estratégicos para cada Universidad, para poner en claro objetivos,
metodología y prioridades. Esto supondría dar un paso enorme para
introducir definitivamente la cooperación al desarrollo en las estructuras
universitarias.

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MARCO LEGAL Y NORMATIVO DE LA COOPERACIÓN
UNIVERSITARIA PARA EL DESARROLLO

La CUD solo se ha desarrollado legal y normativamente en España a partir


de la democracia. Anteriormente nos encontramos con un concepto del
desarrollo y de la cooperación que ha ido pasando por distintas fases y
teorías, como por ejemplo la consideración del desarrollo como crecimiento
económico y que evolucionaría hasta el actual. Además las condiciones de
España no permitían un marco legal destinado a tal efecto puesto que la
situación económica y la ausencia democrática lo impedían. No hay que
olvidar que España no es beneficiaria de ayuda en el plan de recuperación
económica en Europa o Plan Marshall que impulsa Estados Unidos al final
de la Segunda Guerra Mundial y cuando comienza a ingresar en los
organismos internacionales se convierte en receptora de ayuda, no en
donante. Además la situación en las universidades era muy particular. La
depuración del profesorado y el exilio intelectual que comienza al principio
de la guerra civil española esquilmó la Universidad. Las depuraciones por
motivos ideológicos se conservan en la legislación española hasta el año
1966, lo que dejó a la universidad española en unos niveles docentes y de
calidad de enseñanza mínimos. Por otro lado la movilización social en la
universidad, muy reprimida, estuvo enfocada durante todo el franquismo
principalmente hacia asuntos internos en España, como la lucha por las
libertades y la democracia. Con este panorama, la cooperación al desarrollo
en España no empezó realmente hasta el año 1978 con la aprobación de la
Constitución Española y con los objetivos fijados al convertirse España en
un país desarrollado.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

Aunque la historia de la Cooperación Internacional al Desarrollo en el caso


español no es demasiado amplia, sí que nos encontramos con antecedentes
históricos que permiten comprender cómo ésta fue evolucionando y cómo se
ha ido conformando con el tiempo. En un principio fueron las distintas
relaciones y lazos que se establecieron entre España y otros países los que
originaron instituciones y organismos que posteriormente confluirían, por
ejemplo, en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo, AECID. Otro tipo de relaciones culturales acabaron por originar
las orientaciones geográficas de los Programas de Cooperación.

LA COOPERACIÓN ESPAÑOLA DURANTE LA ETAPA


DEMOCRÁTICA

Tras las elecciones generales de 1977 el gran elemento que legitimó el


sistema político democrático español fue la CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA.
Es además el documento que pone las bases para la cooperación al
desarrollo en España. En su Preámbulo, nos encontramos con unas

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declaraciones de principios en las que se pone énfasis a cuestiones de
subdesarrollo y de paz:

La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la


seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía,
proclama su voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de
la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.
Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como
expresión de la voluntad popular. Proteger a todos los españoles y pueblos
de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y
tradiciones, lenguas e instituciones. Promover el progreso de la cultura y de
la economía para asegurar a todos digna calidad de vida. Establecer una
sociedad democrática avanzada, y Colaborar en el fortalecimiento de unas
relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la
Tierra.

Ahí se estableció la base para la posterior creación de un corpus legal que


institucionalizará en España cuestiones fundamentales que ya se estaban
desarrollando en otros países. La Cooperación al Desarrollo y la CUD tal y
como se entienden hoy día tienen su base y justificación legal en la
Constitución Española.

Habida cuenta del cambio democrático fundamental que se había producido


en España pronto se comenzó a reorganizar los distintos ministerios. El
Ministerio de Exteriores sufrió una reorganización en abril de 1979 y se
legitimó el Centro Iberoamericano de Cooperación y el Instituto Hispano
Árabe de Cultura. La Dirección General de Cooperación Técnica existente
pasa a llamarse Dirección General de Cooperación Técnica Internacional, en
cuyo interior habrá una Dirección de Cooperación Bilateral Técnica (países
en vías de Desarrollo). Se mantendría igualmente la Subdirección General
de Cooperación con Organismos Internacionales para el Desarrollo.

Apenas unos meses después, en octubre de 1979, se crea, por cambio de


nombre del Centro Iberoamericano de Cooperación, el INSTITUTO DE
COOPERACIÓN IBEROAMERICANA, ICI. Dicho instituto tendrá una
orientación sustancialmente diferente a la que tenía en épocas anteriores:

El fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación con


todos los pueblos, declaración contenida en el preámbulo de nuestra
constitución como inspiración que ha de presidir el desenvolvimiento de
nuestra política exterior, adquiere, por razones evidentes, un especial
relieve en el caso de los países de Iberoamérica; […] el Instituto de
Cooperación Iberoamericana tendrá como finalidad esencial, sin perjuicio de
las competencias propias de los departamentos ministeriales y organismos
públicos, el fomento y coordinación de la cooperación española con
Iberoamérica, en los terrenos, cultural, económico y científico-técnico.
Una de las pruebas de que España estaba pasando de ser un país receptor
de ayuda internacional a un país donante se produce en 1980, cuando el

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Fondo Monetario Internacional introduce a España entre los Países
Industrializados, y en 1981, cuando el Ban El final de la década abre el

comienzo de una nueva etapa en lo que se refiere a Cooperación, ya que en el


año 1990 España procede a pagar los últimos pagos pendientes de su etapa
de prestatario al Banco Mundial, y en el año 1991 España ingresa en el
COMITÉ DE AYUDA AL DESARROLLO, CAD, que es la instancia
coordinadora y supervisora de las políticas públicas de ayuda de los países
donantes de la OCDE. La AECI sufrirá varias reestructuraciones en los
años 90, una primera en el año 1994 por la que se eliminan todos los
Institutos que la formaban y se crea una Dirección General de Instituto de
Cooperación Iberoamericana y otra del Instituto de Cooperación con el
Mundo Árabe, Mediterráneo y Países en Desarrollo, y una segunda
remodelación en el año 1995, por la que se crea dentro de la SECIPI el
Consejo de Cooperación al Desarrollo.

Finalmente, y gracias al esfuerzo e iniciativa de muchas personas que


trabajaron por ella, en el año 1998 se consiguió la LEY DE COOPERACIÓN
INTERNACIONAL AL DESARROLLO. Habían pasado exactamente diez
años desde que se crea la Agencia Española de Cooperación Internacional,
un tiempo excesivamente largo para crear una legislación que regulara la
cooperación al desarrollo en España. En ella se explican definiciones y
objetivos de la cooperación:

Se integran dentro de la cooperación internacional para el desarrollo el


conjunto de recursos y capacidades que España pone a disposición de los
países en vías de desarrollo, con el fin de facilitar e impulsar su progreso
económico y social, y para contribuir a la erradicación de la pobreza en el
mundo en todas sus manifestaciones.
La cooperación española impulsará procesos de desarrollo que atiendan a la
defensa y protección de los Derechos humanos y las libertades
fundamentales, las necesidades de bienestar económico y social, la
sostenibilidad y regeneración del medio ambiente, en los países que tienen
elevados niveles de pobreza y en aquellos que se encuentran en transición
hacia la plena consolidación de sus instituciones democráticas y su inserción
en la economía internacional.

Además esta ley se basa en cinco principios fundamentales:

a) El reconocimiento del ser humano en su dimensión individual y colectiva,


como protagonista y destinatario último de la política de cooperación para el
desarrollo.
b) La defensa y promoción de los Derechos humanos y las
libertades fundamentales, la paz, la democracia y la participación
ciudadana en condiciones de igualdad para mujeres y hombres y,
en general, la no discriminación por razón de sexo, raza, cultura o
religión, y el respeto a la diversidad.
c) La necesidad de promover un desarrollo humano global,
interdependiente, participativo, sostenible y con equidad de
género en todas las naciones, procurando la aplicación del

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principio de corresponsabilidad entre los Estados, en orden a
asegurar y potenciar la eficacia y coherencia de las políticas de
cooperación al desarrollo en su objetivo de erradicar la pobreza en
el mundo.
d) La promoción de un crecimiento económico duradero y
sostenible de los países acompañada de medidas que promuevan
una redistribución equitativa de la riqueza para favorecer la
mejora de las condiciones de vida y el acceso a los servicios
sanitarios, educativos y culturales, así como el bienestar de sus
poblaciones.
e) El respeto a los compromisos adoptados en el seno de los
Organismos
internacionales.
Pero esta ley tendrá una tremenda importancia no solamente porque
declara los principios y objetivos de la cooperación española, sino porque
además regula a sus actores y entre éstos, por primera vez, aparece la
universidad. Gracias a esta ley las universidades son reconocidas como
agentes de la cooperación al desarrollo:
Desde el año 2000, un Plan Director de Cooperación Española 2001-2004,
que además de indicar todas las líneas y objetivos de la cooperación en este
país, empieza a remarcar la importancia de las universidades en materia de
desarrollo debido a su potencial docente e investigador, en temas como la
investigación para el desarrollo o como formadores de expertos en
cooperación.
La Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, CRUE, formada en
el año 1994 y en la que se encuentran representadas la mayoría de
universidades españolas, públicas y privadas, publicará un importante
documento en el año 2000, la “Estrategia de cooperación universitaria al
desarrollo”, donde se ponen las bases de la CUD. En los años siguientes,
desde este mismo organismo, se irán presentando otra serie de documentos
que acabarán por conformar las metas, objetivos y líneas de actuación de la
cooperación en las universidades españolas.

El 2 de enero de 2008 se crea el OBSERVATORIO DE COOPERACIÓN


UNIVERSITARIA AL DESARROLLO, OCUD, organismo dependiente de la
Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, CRUE. Además el
PLAN DIRECTOR DE LA COOPERACIÓN ESPAÑOLA 2009-2012 sigue en
la misma línea de los planes anteriores, abogando por la introducción de
asignaturas con temática de cooperación en los planes de estudio de grado y
posgrado, potenciación de la investigación en desarrollo en las universidades
porque, como señala, hasta ahora los intentos que se han hecho desde las
universidades españolas han sido aislados, y aunque se han hecho esfuerzos
casi siempre es a título individual del profesor o investigador involucrado.

En el PROYECTO DE LEY DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN


se habla de la importancia de la investigación en los procesos de desarrollo
humanos:

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En el mismo plan hay dos líneas estratégicas a seguir que están directamente
relacionadas con las universidades y con la educación superior:

1. Fortalecer la educación superior en el marco de las estrategias


sectoriales nacionales de desarrollo: En base a la aspiración del presente
PDCyL 2009-2012 de apoyar la educación en sus diferentes niveles, se
considera igualmente pertinente fortalecer la educación superior en coherencia
con las propias políticas nacionales de educación. En este sentido, se
fomentarán las relaciones de cooperación entre Universidades y otras
instituciones de educación e investigación superior en el marco de la
Cooperación Sur-Sur y Norte-Sur, así como el intercambio de alumnado y
profesorado mediante las distintas modalidades e instrumentos que recoge el
presente Plan.
2. Incentivar la investigación básica y aplicada para el desarrollo en el
ámbito educativo: La investigación como motor del desarrollo es un elemento
crucial en el fortalecimiento del capital humano y las capacidades del país, así
como un factor decisivo en el fomento de la sociedad del conocimiento y del
crecimiento y desarrollo económico. Por ello, se apoyarán intervenciones
orientadas a fomentar la investigación en este ámbito. En especial, se pretende
prestar un apoyo a intervenciones de trabajo en red que promuevan el
intercambio de experiencias y la difusión de los conocimientos entre actores que
aporten ventajas comparativas en este sector y/o entre instituciones u
organismos de países que puedan beneficiarse de las potencialidades y
experiencias de otros países.

Por otra parte, las principales líneas del Plan Ejecutiva Anual de 2010 son la
educación para el desarrollo, la investigación para el desarrollo y la
sensibilización, las cuales son campo específico a desarrollar, entre otros
agentes, en los centros de enseñanzas superiores.

LA COOPERACIÓN UNIVERSITARIA AL DESARROLLO: OBJETIVOS,


LÍNEAS DE ACTUACIÓN, ACTIVIDADES Y METAS

En los últimos veinte años se han venido impulsando desde las Universidades
españolas distintas actividades en cooperación al desarrollo. Grandes
campañas en los años 90, como la del 0,7 %, o los primeros pasos en
Cooperación Descentralizada1 dieron un gran espaldarazo a las actividades de
cooperación al desarrollo en las universidades. A medida que la cooperación se
iba institucionalizando y normalizando en la legislación española y se iban
creando organismos destinados a tal efecto, las actividades de sensibilización y

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formación, la cooperación técnica o la investigación para el desarrollo fueron
surgiendo como iniciativas impulsadas desde distintos sectores de las
universidades. Como señala Koldo Unceta, cada universidad ha venido
poniendo en marcha diferentes instrumentos y mecanismos de impulso, apoyo o
gestión de las acciones de cooperación al desarrollo, en función de las
necesidades que iban surgiendo y a la luz de la propia experiencia. En otras
palabras, se ha ido haciendo camino al andar, y en ese camino cada universidad
ha tratado de orientarse de la mejor manera posible, contando para ello con sus
propios instrumentos y saberes.

En un principio no había un consenso en cuanto a las distintas actividades que


debían impulsarse desde las universidades en materia de cooperación al
desarrollo, aunque de manera intuitiva se fueron conformando en torno a las
funciones que tradicionalmente había tenido la universidad española: la
docencia, el estudio y la investigación, así como apoyo tecnológico y técnico,
entre otras. Siempre ha habido una conciencia sobre la función social de la
universidad de manera que la cooperación universitaria al desarrollo debía dar
respuestas a las demandas e inquietudes de la sociedad en cuestiones de
desarrollo internacional. La ley de Cooperación española de 1998 ya empieza a
incidir en la “educación para el desarrollo y la sensibilización social” 2 o la
“cooperación técnica” como algunos de los instrumentos principales de la
cooperación, en donde las universidades, como centros de educación superior,
tienen una importancia esencial.

La conformación de las actividades que se debían impulsar desde la


universidad en materia de cooperación fue paralela a la de un consenso sobre la
definición de Cooperación Universitaria al Desarrollo, una definición que
incluso a día de hoy está en construcción. Según Koldo Unceta la delimitación
de lo que es la CUD “una tarea en la que se vienen invirtiendo numerosos
esfuerzos y que, con toda probabilidad, nunca podremos dar por concluida, por
tratarse de un tema abierto, fronterizo y sometido a cambios de diversa
naturaleza”.

ESTRATEGIA DE LA COOPERACIÓN UNIVERSITARIA AL


DESARROLLO, ESCUDE, impulsada desde la Comisión Española
Universitaria de Relaciones Internacionales, CEURI, y aprobada en el año
2000 recoge la primera normativa específica de Cooperación Universitaria al
Desarrollo en España y presenta toda una serie de objetivos, líneas de
actuación y metas a conseguir en las Universidades españolas. Para empezar

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delimita quiénes participan de la cooperación universitaria al desarrollo y da
una primera definición de la CUD:

La cooperación universitaria al desarrollo se entiende como la


cooperación de las Universidades en los procesos de desarrollo socioeconómico.
Esta cooperación o colaboración se considera en su sentido más amplio:
- La cooperación bilateral o multilateral exclusivamente entre instituciones
universitarias, para compartir experiencias y recursos que se trasladen a los
procesos de desarrollo en que cada Universidad se encuentre comprometida.
-La cooperación bilateral o multilateral entre Universidades y otros agentes
públicos y privados, para inducir, fomentar y apoyar estrategias de
desarrollo.

Igualmente se pone de manifiesto, de manera resumida, cuál es el principal


objetivo de la cooperación al desarrollo en el ámbito universitario:

La cooperación universitaria al desarrollo debería enmarcarse en este objetivo


fundamental: la búsqueda de mejoras sociales, mediante la modificación
de estructuras injustas, ineficientes e irracionales a través de programas
que incidan en la generación y difusión de conocimiento, en la formación de las
personas y en la potenciación de proyectos aplicados.

Toda la actuación universitaria en materia de cooperación además debe de


apoyarse en cuatro principios fundamentales, que serían la “continuidad de las
actuaciones”, la “complementariedad” de las iniciativas, la “corresponsabilidad”
de las instituciones que participan y la naturaleza “no lucrativa” de la acción.
Concretando las acciones que se deberían realizar en una universidad en
cooperación, la ESCUDE las divide en cinco grandes bloques temáticos que
servirán de base en todos los planteamientos de cooperación universitaria que
se den posteriormente:

1. FORMACIÓN Y EDUCACIÓN: Pensado para las universidades


contraparte para potenciar estrategias de desarrollo y mejorar las capacidades
de los profesionales que salgan de allí. Pero también pensado para las
universidades españolas a través de la “educación para el desarrollo”.
2. COMPARTIR EXPERIENCIAS COMPARTIENDO RECURSOS: Se
realizaría a través de la movilidad universitaria y mediante la colaboración
interuniversitaria.
3. INCIDIR EN EL ENTORNO SOCIAL: Este punto se llevaría a cabo a
través de labores de “sensibilización” y “educación para el desarrollo” en las
universidades españolas así como la participación de las universidades en las
distintas políticas gubernativas en materia de cooperación o como organismos
asesores.

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4. INVESTIGACIÓN PARA EL DESARROLLO: Investigación
universitaria sobre los métodos de cooperación de las estrategias de desarrollo
así como sobre objetivos y procesos de desarrollo.
5. TRANSFERENCIA DE TECNOLOGÍA: Las universidades
proporcionarían la formación adecuada en las universidades contraparte para
llevar a cabo una adaptación correcta en los traspasos tecnológicos entre
países.

En adición a esto, y pretendiendo concretar más, la ESCUDE realiza una


propuesta de cuatro metas con cinco objetivos de la cooperación al desarrollo en
el ámbito universitario:
1. Mejora de las condiciones de vida y trabajo en los países menos
desarrollados.
1.1. Fortalecimiento de los sistemas universitarios de los
países menos desarrollados y promoción de la formación de
los recursos humanos.
1.2. Participación en la Investigación para el desarrollo.
2. Desarrollo del sentimiento de solidaridad y los hábitos de consumo,
comercio y producción justos y responsables, desde una perspectiva
sostenible del desarrollo.
2.1. Programa Propio de Sensibilización de las Universidades españolas para
difundir la realidad del subdesarrollo y sus efectos.
3. Coordinación de actuaciones entre agentes de la cooperación al
desarrollo.
3.1. Fomento de actuaciones conjuntas intra e inter universidades y con otros
agentes.
4. Programa Propio de Cooperación al Desarrollo de las Universidades
españolas.
4.1. Obtención de bases estables de financiación y administración que permitan
la puesta en marcha del Programa y su continuidad.”

En julio de 2001 la CRUE aprueba otro nuevo documento: UNIVERSIDAD:


COMPROMISO SOCIAL Y VOLUNTARIADO. En este documento se incide en
la búsqueda del incremento de la participación universitaria en labores de
voluntariado, incluyendo la cooperación al desarrollo, a través principalmente
de labores de formación y sensibilización, integrándose asignaturas en los
programas académicos o creándose postgrados, proyectos de investigación o
actividades de extensión universitaria destinados a tal efecto. Incluir los temas
de desarrollo en el currículum académico para formar a técnicos y expertos y
para aumentar la concienciación sobre todos estos temas.

Además se reconocen otro tipo de actuaciones desde la universidad, como


proyectos de cooperación propios sobre todo en aquellos ámbitos que le son más

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propios, como educación social, y de igual manera se reconoce la colaboración
entre universidades y Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo,
ONGD, o empresas. Igualmente habla de involucrar a la universidad en las
políticas de cooperación, participando en los Consejos de Cooperación estatales
o autonómicos, y de que la administración reconozca el papel de la universidad
como agente y actor de desarrollo, favoreciendo que lleve a cabo sus estrategias
específicas de cooperación.

Añade además que la AECID tiene toda una serie de recursos y programas a
favor de políticas de desarrollo que están estrechamente relacionados con las
instituciones de educación superior. Por un lado nos encontramos con los
programas de becas, como los de la Fundación Carolina o del AECI-MAEC, y
por otro lado nos encontramos con los Programas de Cooperación
Interuniversitaria, PCI, programas de investigación entre universidades
españolas y universidades latinoamericanas, del norte de África o de África
Subsahariana.

El PROTOCOLO DE ACTUACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES FRENTE A


SITUACIONES DE CRISIS HUMANITARIA fue aprobado por la CRUE el 4 de
abril de 2006. En él se tratan unos temas, el de las crisis humanitarias y las
situaciones de emergencia, que habían permanecido en un segundo plano en las
universidades. Sin embargo desde este protocolo se argumenta que la
universidad, considerada oficialmente como un agente de cooperación desde la
Ley de Cooperación Internacional, también debía de utilizar su potencial para
colaborar en este tipo de situaciones. Además habla de la necesidad de formar
desde las universidades a especialistas en crisis humanitarias y emergencias.

Otro de los documentos que fue definiendo la cooperación universitaria al


desarrollo fue el CÓDIGO DE CONDUCTA DE LAS UNIVERSIDADES EN
MATERIA DE COOPERACIÓN, del año 2006. En él se incluye una
definición más elaborada de lo que se entiende por Cooperación Universitaria
al Desarrollo:

se entiende la Cooperación Universitaria al Desarrollo como el conjunto


de actividades llevadas a cabo por la comunidad universitaria y orientadas a la
transformación social en los países más desfavorecidos, en pro de la paz, la
equidad, el desarrollo humano y la sostenibilidad medioambiental en el mundo,
transformación en la que el fortalecimiento institucional y académico tienen un
importante papel.

Las distintas universidades se fueron adhiriendo a este código de conducta,


ideado a semejanza del Código de Conducta de las ONGD del año 1999, y
adquirieron una serie de responsabilidades formales en cuanto a cooperación
universitaria al desarrollo. El Código está dividido en 31 artículos y 6 partes

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más un preámbulo, en el que se tratan asuntos tales como la Identidad de la
CUD, la participación de la comunidad universitaria, etc. Además a lo largo de
su articulado establece una serie de objetivos que considera esenciales para la
CUD:

1. EL FORTALECIMIENTO DE LAS UNIVERSIDADES y el


acceso a los estudios universitarios.
2. Colaboración en solventar las dificultades y contradicciones
asociadas a los procesos de erradicación de la pobreza y
desarrollo, FOMENTANDO EL AVANCE EN LA
INVESTIGACIÓN PARA CONSEGUIR ESOS OBJETIVOS.
3. La EQUIDAD DE GÉNERO y la autonomía de las mujeres.
4. SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL.
5. LA PAZ, LA DEMOCRACIA Y LA DEFENSA DE LOS
DERECHOS HUMANOS.

Los ámbitos de actuación para conseguir estos objetivos serían los esenciales de
la
Universidad: la DOCENCIA y la INVESTIGACIÓN, COOPERACIÓN
TÉCNICA y TRANSFERENCIA TECNOLÓGICA y SENSIBILIZACIÓN a la
comunidad universitaria y sociedad en general.

Lo que es verdaderamente interesante del código de conducta es que empieza a


implicar a la administración y organización de la CUD en las universidades
españolas. Por un lado indica que la cooperación al desarrollo “es parte esencial
del compromiso social de la Universidad y como tal no puede entenderse como
una actividad extraacadémica ni restringida a compromisos individuales, sino
integrada en el conjunto de actividades que le son propias”, y que las
universidades tienen el deber de dedicarle medios técnicos, humanos y
financieros y considerarla parte de las actividades académicas e institucionales.
Además se indica que este compromiso con la cooperación puede ser incluido en
las Universidades a través de estatutos, de planes de acción, mediante órganos
o departamentos específicos y una financiación propia. Además las
universidades deberán estudiar distintos medios para reconocer actividades de
cooperación en los CV de los que participen en ellas.

Koldo Unceta, en su libro “LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO EN LAS


UNIVERSIDADES ESPAÑOLAS”, editado por la AECID en el año 2006,
realiza un estudio sobre las tipologías de la cooperación universitaria
analizando las distintas actividades que se realizan en las universidades y
clasificándola. Él divide la CUD en cuatro bloques diferentes en donde según él
se pueden englobar todas las actividades universitarias en cooperación:

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1. FORMACIÓN DE GRADO Y POSTGRADO: Asignaturas de libre
configuración y Asignaturas optativas, Prácticum, Proyectos fin de carrera,
Posgrados de especialización, cursos de doctorado.
2. TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN: Tesis doctorales, otras
investigaciones.
3. ASISTENCIA TÉCNICA Y PROYECTOS DE DESARROLLO:
Fortalecimiento de otras universidades, Otros proyectos sobre el terreno.
4. DIFUSIÓN O SENSIBILIZACIÓN: Actividades de difusión o
sensibilización.

Además hace toda una detallada descripción tipológica sobre cada una de las
actividades contenidas en cada grupo. Puesto que muchas de estas tipologías se
comentarán cuando se hablen de las actividades en la Universidad de
Valladolid se describirán entonces de manera más pormenorizada. En
cualquier caso esta división que hace Koldo Unceta es probablemente la más
utilizada por las universidades españolas al hablar de actividades concretas y
no de ámbitos o líneas más generales.

Es interesante igualmente el MANIFIESTO DE LAS UNIVERSIDADES


ESPAÑOLAS EN LA CAMPAÑA DEL MILENIO EN LA LUCHA
CONTRA LA POBREZA3, aprobado a través de la CRUE en octubre de 2006.
En él se hace un resumen de cuál debe ser la actuación de las universidades en
la lucha contra la pobreza y las injusticias

TRAS UN AÑO DE DEBATES, EL CÓDIGO FUE APROBADO POR LA


CRUE EN JULIO DE 2006

A partir de ese momento, las universidades que participan en la Comisión de


Cooperación al Desarrollo del CEURI (Comité Español Universitario de
Relaciones Internacionales) debían debatir y consensuar un documento que
finalmente fuera aprobado por este órgano de la CRUE (Conferencia de
Rectores de las Universidades Españolas), como así ocurrió en junio de 2006.
Posteriormente, la CRUE envió el Código de Conducta aprobado a todas las
universidades para que, a través de sus órganos de gobierno, se adhirieran de
forma individualizada a ese Código, decisión que luego debería ser comunicada
a la CRUE, para conocimiento del resto de universidades.

Ése es el trámite que ha cumplimentado ahora la Universidad del País Vasco, a


través de la decisión de su Consejo de Gobierno.

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Entre los principios y objetivos que declara el Código de Conducta se
encuentran: proporcionar una especial relevancia a la educación como
herramienta de desarrollo; afirmar la equidad de género; desarrollar políticas
de cooperación basadas en la sostenibilidad medioambiental; y declarar la paz,
la democracia y el respeto a los derechos como fundamentos básicos de
cualquier proceso orientado a la promoción de un desarrollo humano y
sostenible.

Dentro de los ámbitos de actuación que se plantean en el Código se recogen,


además de los más tradicionales de la actividad universitaria, como la docencia
y la investigación, otros más estrechamente ligados a nuevas actividades tales
como el asesoramiento técnico que puede realizar la universidad, desde muy
diversas áreas académicas a programas de desarrollo concretos, o un trabajo de
progresiva sensibilización de la comunidad universitaria, buscando la
participación y la implicación de la misma en los proyectos de desarrollo.

Asimismo, se anima a las instituciones universitarias a promover el


reconocimiento académico y profesional de las actividades que desarrollen en
este ámbito el profesorado, el alumnado y el personal de administración y
servicios.

El Código de Conducta al que ahora se adhiere la UPV/EHU será una


herramienta clave para definir el futuro de la cooperación al desarrollo del
conjunto de universidades del Estado español y símbolo de compromiso
solidario.

En opinión de David Lasagabaster, vicerrector de Relaciones Internacionales,


“el creciente número de agentes sociales implicados en el ámbito de la
cooperación al desarrollo ha hecho aflorar problemas y contradicciones a la
hora de interpretar dicha cooperación, por lo que había una clara necesidad de
redactar, proponer, consensuar y aprobar un código de conducta a aplicar por
las universidades en esta materia.

Entre los muchos objetivos del mismo, Lasagabaster destaca tres: “En primer
lugar, mostrar claramente el compromiso solidario de las universidades,
salvaguardando los procesos y criterios éticos planteados en este código de
conducta; en segundo lugar, delimitar las acciones de cooperación de las
universidades con el objetivo de asegurar tanto objetivos como métodos de
trabajo solidarios; y, finalmente, aumentar la implicación y participación de
todos los estamentos universitarios”.
PARTE TERCERA:

PARTICIPACIÓN E IMPLICACIÓN DE LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA

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ARTÍCULO 14
La Cooperación Universitaria al Desarrollo debe procurar la máxima
implicación posible del conjunto de la comunidad universitaria. En este sentido,
todos los miembros y sectores de la misma (estudiantes, PDI y PAS) deben ser
llamados a participar de las actividades que forman parte de la estrategia de
cooperación al desarrollo de la propia Universidad, sin que estas puedan ser
patrimonialidades por unos u otros colectivos de dicha comunidad.

ARTÍCULO 15
La participación de los miembros de la comunidad universitaria en el marco de
la Cooperación Universitaria al Desarrollo deberá realizarse con carácter
voluntario y sin finalidad lucrativa, aunque tampoco debe suponer
discriminación económica alguna para quienes trabajen en ellas.

ARTÍCULO 16
La participación de la comunidad universitaria en la cooperación al desarrollo,
aún dentro de la señalada voluntariedad, podrá ser reconocida como parte del
quehacer propio de los distintos miembros de la comunidad universitaria, en
tanto que aportación institucional de la Universidad a la sociedad, estimulando
la misma de manera que no suponga discriminación académica alguna para las
personas que participan en ella.

ARTÍCULO 17
Para ello, las Universidades estudiarán las fórmulas necesarias para el
reconocimiento académico de las actividades propias de la cooperación al
desarrollo que lleve a cabo el personal docente e investigador, impulsando
líneas de investigación en sus áreas de actividad, favoreciendo la implantación
de asignaturas y líneas curriculares, estableciendo, dentro de sus posibilidades,
los procedimientos adecuados que permitan el desplazamiento a otros países
para asociacionismo estudiantil y el voluntariado en estas materias, y
valorando adecuadamente este trabajo mediante créditos, al igual que se hace
con otro tipo de actividades.

ARTÍCULO 18
Con igual propósito, las Universidades podrán facilitar la incorporación del
personal de administración y servicios a las actividades de cooperación al
desarrollo, permitiendo su participación en las mismas sin merma de sus
derechos laborales, y estableciendo fórmulas que, de acuerdo con la normativa
legal aplicable, permitan su desplazamiento a otros países cuando se requiera
su contribución y/o asesoramiento técnico en proyectos y programas de
cooperación que aquellas lleven a cabo.

ARTÍCULO 19

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Por lo que se refiere al alumnado, las Universidades deberán estimular su
incorporación a las actividades de cooperación al desarrollo, favoreciendo la
creación de ONGD universitarias

ARTÍCULO 20
Además de la propia e imprescindible aportación institucional, las
Universidades facilitarán el compromiso financiero de los distintos miembros
de la comunidad universitaria para apoyar las actividades de cooperación al
desarrollo, mediante fórmulas que permitan contribuir de forma solidaria al
impulso de las mismas, tales como las inspiradas en el 0,7% u otras formas de
aportación económica voluntaria.

PARTE CUARTA:

RELACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES CON LAS INSTITUCIONES


CONTRAPARTE EN OTROS PAÍSES

ARTÍCULO 21
La cooperación al desarrollo debe entenderse como intercambio y
enriquecimiento mutuo de las partes que participan en la misma, al margen de
imposiciones o actitudes paternalistas. Desde esta perspectiva, la aproximación
de las Universidades a la cooperación al desarrollo debe basarse en el respeto
institucional hacia sus contrapartes y en la búsqueda de compromisos de
trabajo acordes con su libre voluntad.

ARTÍCULO 22
Los acuerdos de cooperación que se establezcan con las Universidades e
instituciones contrapartes deberán basarse en criterios de participación
democrática y transparencia, procurando la más amplia intervención de los
distintos sectores implicados a la hora de establecer objetivos y pautas de
actuación.

ARTÍCULO 23
La Cooperación Universitaria al Desarrollo debe basarse en criterios de
estabilidad y sostenibilidad de las acciones llevadas a cabo, para lo cual las
Universidades habrán de procurar el establecimiento de vínculos de
colaboración sólidos y estables con sus contrapartes, evitando la dispersión de
actividades o el carácter puntual y esporádico de las mismas.

ARTÍCULO 24
Las Universidades deberán establecer, de mutuo acuerdo con sus contrapartes,
instrumentos de gestión y evaluación compartidas de los proyectos y programas
puestos en marcha, favoreciendo la reflexión conjunta sobre lo realizado y/o la
adecuación de acciones y objetivos a las nuevas necesidades que eventualmente
pudieran plantearse
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